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La tecnología ¿ayuda a los profesores a lograr su clase perfecta?

15 de noviembre de 2016/Fuente y autor: blogcued.blogspot.com/ Javier Tourón
Un reciente informe: Teachers’ Dream Classroom Survey promovido por Edgenuity, un líder en el desarrollo de servicios online y blended, aporta unos resultados que tienen gran interés, a mi juicio. El propósito central del estudio fue comprender mejor el uso de la tecnología en la clase y su impacto en la experiencia educativa de profesores y estudiantes. Ya sabéis que hay muchas voces críticas que alertan de que pese a las grandes inversiones no siempre la tecnología lleva a los profesores a enseñar de modo distinto. Es interesante, en esta línea, el artículo aparecido en Education Week. Vamos, que una cosa es la sustitución y otra la transformación, como ya señalaba hace tiempo el modelo SAMR de Puentedura.
«La prisa por la introducción de la tecnología ha estado a menudo referida a los dispositivos, con menos atención a los fines de instrucción para el uso de la misma en el aula».  «Los educadores están empezando a centrarse en cómo integrar la tecnología para mejorar los resultados de los estudiantes.» Sari Factor, CEO de Edgenuity.

Resumo a continuación los principales resultados del informe llevado a cabo en una muestra aleatoria de 400 escuelas medias y de bachillerato (grados 6-12) realizado entre el 14 y el 21 de Marzo de 2016.

Los profesores creen en la promesa de la tecnología para personalizar la experiencia de aprendizaje

Según el estudio, la tecnología enriquece la experiencia en el aula tanto de los estudiantes como de los profesores. La gran mayoría de los profesores (91%) está de acuerdo con la afirmación: «La tecnología ofrece una mayor capacidad a los profesores para adaptar las lecciones y tareas a las necesidades individuales de cada estudiante.»

«La tecnología puede ser un multiplicador de fuerza increíble para los maestros». «Los buenos maestros ya están haciendo mucho para personalizar el aprendizaje de sus estudiantes.

La combinación de los profesores con talento y la tecnología de alta calidad, que se utiliza de la manera correcta, puede crear una experiencia de aula de empoderamiento tanto para los estudiantes como para los profesores «.

La tecnología tiene su papel más importante, según los profesores, en que proporciona una variedad de herramientas y modalidades de aprendizaje que lo hacen más atractivo y diferenciado.

Los maestros sienten que la tecnología mejora la experiencia del aula de diversos modos, incluyendo:

  • La creación de más oportunidades para proyectos de investigación – 73%
  • La ayuda a los estudiantes a aprender a través de una combinación de instrucción directa y aprendizaje por su cuenta – 71%
  • Ofrece la posibilidad de personalizar el aprendizaje para cada estudiante – 67%

Los profesores pasan un tercio (33%) de su tiempo en la realización de actividades de corrección de las tareas de casa, corrigiendo pruebas y comprobando lo que se ha enseñado. La tecnología puede desempeñar un papel clave en el ahorro de tiempo para los maestros. De hecho, tres de cada cinco profesores (61%) creen que para lograr su clase ideal necesitan más tiempo para planificar, investigar y colaborar.
Las mejores tres cosas que los maestros harían si tuvieran más tiempo durante el día escolar serían:

  • Ayudar a los estudiantes que tienen dificultades
  • Desarrollar lecciones creativas
  • Elaborar clases a medida para los estudiantes

Cuando la tecnología se utiliza bien, funciona.

A pesar del bajo número de profesores que creen que sus escuelas implementan efectivamente la tecnología, los maestros entienden que la ésta puede tener un impacto positivo cuando se utiliza apropiadamente.

Los profesores encuestados que dieron a sus escuelas una «A» en el grado de integración de la tecnología en el aula, son significativamente más propensos a estar muy satisfechos con lo mucho que les ayudó a facilitar el aprendizaje. También son significativamente más propensos a calificar a sus estudiantes como muy comprometidos. Por otra parte, la gran mayoría (80%) de estos mismos maestros están completamente de acuerdo en que la tecnología les ayuda a alcanzar los objetivos de aprendizaje.

Os dejo este infográfico que recoge los datos del informe referido.

EdTech and Teachers' Dream Classroom Infographic



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Fuente: http://blogcued.blogspot.com/2016/10/la-tecnologia-ayuda-los-profesores.html?spref=tw
Imagen: https://3.bp.blogspot.com/-MgGYjT85NM8/V86FY7nOiUI/AAAAAAAAFrE/ynqcU3rCwBcMpl_PTTu-IM9RbnXoEl9eQCLcB/s1600/tecnologiaenclase_javiertouron.jpg
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Cómo aprende a enseñar el docente

Por ELENA SEVILLANO

Profesores de Universidad explican cómo se prepararon para impartir sus clases, en la mayoría de casos, de forma autodidacta.

«Dar tu primera clase produce mucho vértigo, yo al menos estaba como un flan”, recuerda Segundo Píriz, presidente de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE). Tenía 23 años y acababa de licenciarse en Veterinaria. Nadie lo había preparado para enseñar durante su formación inicial. “Mi carrera está muy dirigida al mundo laboral”, reconoce. Ni siquiera se había planteado ser docente. Pero en 1986 lo llamaron de la recién formada Universidad de Extremadura, de la que ahora, por cierto, es rector. Necesitaban jóvenes egresados que iniciaran el doctorado mientras se incorporaban al claustro. Aprendió mucho de su director de tesis, Santiago Vadillo, y asegura que poco a poco fue mejorando. “A partir del cuarto o quinto año te sientes más seguro, dominas la materia y comienzas a explicar de otra manera”, dice

Píriz, cuya formación como docente fue autodidacta, cree que, actualmente, las universidades se esfuerzan por ofrecer más posibilidades en este terreno a sus profesores. “Nos preocupamos por cuestiones que antes no se tenían en cuenta, como hablar en público o la movilidad, que es importante porque te abre la mente; en mi época no se movía nadie”, admite.

“En la Universidad (en todo el mundo), la formación específica para docentes es ocasional y voluntaria”, interviene Julio Carabaña, catedrático de Sociología de la Universidad Complutense (UCM). “Yo estoy en la Facultad de Educación, donde algunos se sienten obligados a cubrir las apariencias. Pero en la Universidad lo importante son los conocimientos”, afirma. “Son los alumnos los que deben estudiar y aprender. La función del profesor es: a) decirles qué y dónde, y b) explicarles lo que no entiendan”. No lo es “motivar ni hacer atractivos los contenidos. Aunque, claro, está muy bien si además lo hace”, concluye.

AQUÍ SÍ QUE TENEMOS UN PLAN INDIVIDUAL

Josep Franch, antiguo alumno de ESADE Business School, hoy su decano, entró en la docencia primero como profesor de prácticas. Compartió asignaturas con profesores senior, participó en un seminario de formación del profesorado que por aquel entonces organizaba la escuela y en un International Teacher Program, dirigido a docentes europeos con poca experiencia. Se ha colado en las clases de compañeros “muy buenos” y les ha pedido que se metan en la suya. Ha realizado formaciones y reciclajes, sobre todo del método del caso, del que es experto. Comenta que ahora todo está mucho más sistematizado a través de un Centro de Innovación Educativa que propone sesiones formativas, mentoring individualizados y manda a profesores a seminarios internacionales. Habilidades de comunicación, TIC, inglés. “A cada profesor nuevo se le diseña un plan individualizado y se le va acompañando”, dice.

Núria Mas, licenciada en Económicas en la Pompeu Fabra, con un doctorado en Harvard, se encontró con un recibimiento formativo parecido al entrar en IESE. “Tenemos reuniones en las que tratamos el discurrir de nuestras clases, colegas que siguen nuestras sesiones y nos dan recomendaciones, y una learning unit que nos ayuda a evolucionar, a aplicar las TIC…”, recuerda.

El IE suele fichar a profesionales de prestigio. Y los forma. Carolina Fernández Bustillo, consejera en el bufete de abogados Cuatrecasas, Gonçalves Pereira, profesora del grado en Derecho de IE University, ha participado en jornadas y charlas para mejorar en aspectos como la oratoria o el entorno digital. “Un buen profesor de derecho ha de tener curiosidad, preparación y vocación; le tiene que gustar enseñar; y ha de saber comunicar”, asegura.

El experto en educación detecta que antes de que existiera la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (ANECA) “nos formábamos recibiendo clases, haciendo una tesis, dando clases y opositando, para lo cual es condición imprescindible estudiar”; además, “importaba menos dónde y cómo hubieras hecho la tesis y hubieras aprendido lo que sabías”. Mientras que ahora, “en vez de oposiciones, se intenta publicar, con lo hay que investigar más y se tiene menos tiempo para estudiar”; y “todo el mundo colecciona másteres, estancias, cursos… A cambio, no hay controles sobre lo aprendido”, comenta. Carabaña se licenció en Filosofía y Letras, dio clase un año en Valencia y estudió Sociología en Colonia y Berlín durante tres años. Es doctor, como la mayoría de quienes enseñan en la Universidad española, que lo son o están en proceso de serlo. Aprendió de sus profesores y comentando con sus compañeros; algo le ayudaron también, según apostilla, los cuestionarios a los alumnos que pasó un tiempo la UCM. Pero “no he conocido a nadie que haya podido enseñarme a dar clase”, sentencia.

Un doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación convertido en director del Centro de Educación y Nuevas Tecnologías (CENT) de la Universidad Jaume I (UJI) en Castellón. Es Jordi Adell, que recuerda que en sus comienzos Internet solo estaba al alcance de los centros de investigación. “Aprendí como todo el mundo, imagino, leyendo manuales, hablando, buscando información, asistiendo a jornadas… Cursos reglados hice muy pocos”. Cree que ahora las TIC son más tenidas en cuenta en la formación inicial, que hay un mayor esfuerzo en formar en este campo, aunque muchas veces las iniciativas chocan con la rigidez de la institución. “La probabilidad de que la Universidad asuma una herramienta TIC es inversamente proporcional a lo que esa herramienta puede cambiar los modos de hacer las cosas. Los campus virtuales, por ejemplo, reproducen la estructura de la Universidad, así que bien; las redes sociales se la cargan, por lo que son difícilmente asumidas”, describe.

Manuel Gértrudix reconoce que ha sido “un aprendizaje informal” el que lo ha llevado a ser director académico del Centro de Innovación en Educación Digital de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid (URJC). “Investigando, probando, cacharreando”. Aunque defiende la educación formal porque ayuda “a formar conceptos y a generar ciertas rutinas necesarias”. Profesor de solfeo en Secundaria primero, fue la música la que lo empujó hacia la tecnología. Trabajó en el Centro Nacional de Información y Comunicación Educativa (CNICE) entre 2001 y 2007, y de allí pasó a la URJC, donde es doctor en comunicación audiovisual. Dice que la propia tecnología le ha permitido compartir información y disfrutar de un aprendizaje en grupo, colaborativo y en constante revisión y búsqueda de lo que hacen otros. “No puedes pensar que lo que has aprendido es para siempre”.

Proceso de imitación

“Aprender a enseñar es un proceso de imitación; el problema es que la docencia se plantea de manera unidireccional: el profesor explica, el alumno recibe la información”, tercia Rafael Feito, doctor en Sociología por la UCM. Hizo el CAP (el antiguo Certificado de Aptitud Pedagógica), que califica de pérdida de tiempo; tampoco cree que el máster que lo sustituye haya mejorado demasiado las cosas. “Yo he aprendido a ganarme al público en las conferencias fuera de la Universidad, con ciudadanos que, si se aburren, se marchan”, comenta.

“Este año imparto una asignatura de sociología en inglés, y ahí sí he visto más preocupación sobre cómo implicar al alumnado, gestionar discusiones en grupo, búsquedas en Internet”, añade. Pero en general, si un docente aburre, no pasa nada. “Hay una web, Patatabrava, donde los estudiantes valoran a sus profesores. Si es un rollo. Si no hace falta ir a clase para aprobar. Si con los apuntes ya vale. No sé si será muy representativo, pero me parece preocupante”, concluye.

Fuente: http://economia.elpais.com/economia/2016/11/13/actualidad/1479067433_100991.html?id_externo_rsoc=TW_CM

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Cuatro maneras de combatir la pobreza con la agricultura

Por Mariana Kaipper Ceratti

En el sur de Brasil, el emprendedurismo y la tecnología renuevan la actividad económica del 70% de la población de bajos ingresos

Si el 70% de todos los pobres trabajan en la agricultura y el mundo tiene el objetivo de erradicar la pobreza extrema para el año 2030, una conclusión natural es que los campesinos necesiten cada vez más apoyo para aumentar sus rendimientos e ingresos. Pero, ¿en qué hay que apoyarlos?

Se pueden encontrar muchas respuestas a esta pregunta mientras se circula por Santa Catarina, en el sur de Brasil, donde el 92% de las propiedades rurales son consideradas pequeñas (hasta 50 hectáreas). Allí, una alianza que se extiende por tres décadas entre el gobierno estatal y el Banco Mundial ha dado como resultado experiencias que se pueden replicar en otros países en desarrollo.

En la fase actual, el programa Santa Catarina rural, que se extiende hasta junio de 2017, beneficia a 40.000 pequeños agricultores, entre ellos 4.800 indígenas y 1.300 jóvenes. Una reciente evaluación de impacto revela que, en cinco años, el ingreso de estos agricultores creció un 118% mientras que el de los productores rurales no beneficiados por el programa aumentó un 56%.

Entonces, ¿cómo convertir la agricultura familiar en un instrumento de lucha contra la pobreza? A continuación cuatro opciones:

Más conocimiento

Con lo que ha aprendido en ocho meses de un curso para jóvenes agricultores, Adriano Heerdt logró aumentar la producción de leche, reducir costes, mejorar los pastos y resolver algunos problemas de salud de sus vacas. La formación mezcla clases teóricas y actividades prácticas en el campo, para llevar información confiable a un público que no siempre tiene acceso a la educación formal, televisión o Internet.

«He estado aplicando las técnicas que me enseñaron y he visto que funciona. Hoy en día, cada vez más trato de mejorar mi producción, ya que es rentable», dijo Adriano.

La información sobre las mejores prácticas, nuevas tecnologías y oportunidades en el mercado hoy en día es la clave para que los agricultores familiares puedan aumentar los ingresos y competir en el mercado. «En Santa Catarina, el foco ya no está sólo en la producción agrícola sino también en las agroindustrias y en los jóvenes rurales. Esto debería ser una estrategia a seguir en el resto de Brasil y en el mundo en desarrollo «, explicó Diego Arias, experto en economía rural del Banco Mundial.

Más apoyo a los jóvenes

En la actualidad, unos 9,6 millones de jóvenes entre 15 y 29 años viven de la agricultura en 20 de los países de América Latina (2,3 millones sólo en Brasil). La cifra regional cayó un 20% en la última década, de acuerdo con el estudio Juventud Rural y Empleo Decente en América Latina, publicado este año por la Organización para la Agricultura y la Alimentación de las Naciones Unidas (FAO).

El documento explica que, a pesar de que parece haber un «fenómeno de los empresarios rurales jóvenes que pueden hacer despegar un negocio», no se trata de un logro fácil debido a las dificultades de financiación e infraestructura. Para enfrentar tales desafíos, se necesitan programas de asesoramiento y crédito para este público, entre otros incentivos.

Fue precisamente por este apoyo que Jaqueline Grapiglia, de 25 años, pudo expandir el negocio familiar. A través de SC Rural su padre logró construir una panadería en el hogar, lo que estimuló a la joven a volver al campo.

Graduada en Administración y con un postgrado en gestión estratégica, Jaqueline también hizo el curso de emprendedurismo para jóvenes, que financia las mejores ideas desarrolladas por los alumnos. Como proyecto final, creó una tienda de productos rurales y ahora sueña con abrir un café. «El agricultor sólo se quedará en el campo si tiene perfil emprendedor», comentó.

Más tecnología

Con tecnologías muy simples se pueden aumentar los ingresos, tener un mejor producto, tener resultados en menos tiempo y preservar la salud de los agricultores. ¡Imagínese, entonces, lo que se puede hacer con radares, drones y equipos más modernos! Todo esto ayuda a los grandes productores a enfrentar el cambio climático y ahorrar recursos naturales. Pero no hay nada disponible (todavía) para la agricultura familiar.

Por esto, Santa Catarina creó el Centro de Innovación para la Agricultura Familiar para reunir a los productores rurales de start-ups locales y discutir cómo se puede innovar en el campo.

«Mi sueño es ver a las personas utilizando nuestra tecnología, que es nacional y nació en la universidad», dijo Vitor Miranda, director ejecutivo de Q Prime Ingeniería, creada en la Universidad Federal de Santa Catarina. La empresa está adaptando para los pequeños agricultores una máquina de secado de alimentos (muy utilizada para la yerba mate, por ejemplo) que deja el producto más homogéneo y ahorra energía. «Normalmente resulta complicado acceder a los agricultores rurales porque están dispersos por el estado, pero el programa SC Rural facilita este contacto», concluyó Miranda.

Más acceso a los mercados

Cuando Andreia Colle y su marido tuvieron que cerrar el aviario por no poder cumplir con los requisitos de la gran empresa para la que vendían, encontraron en el programa SC Rural la oportunidad de empezar un emprendimiento más rentable. Así estructuraron y equiparon una agroindustria de salchichas y otros productos de cerdo, vendidos en los mercados locales y para los programas institucionales de merienda escolar.

En los últimos cuatro años, la pareja también hizo cursos que les ayudaron a encontrar su público objetivo, producir con más calidad y gestionar el negocio de una manera profesional. El próximo reto de los Colle es aumentar el número de puntos de venta, pero sin perder de vista el carácter artesanal de los productos fabricados por la familia.

Otro tema importante en la cuestión del acceso a los mercados es la infraestructura local para que los agricultores puedan vender sus productos con más facilidad. SC Rural también influyó en la mejora de 400km de caminos rurales así como en el campo de las telecomunicaciones.

Fuente: internacional.elpais.com/internacional/2016/11/10/america/1478805647_319165.html

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Técnicas para dejar de odiar las mates

Por Ana Carrasco

Va a tener lugar un campeonato de tenis en el que competirán 128 jugadores. En cada partido, el participante que gane pasará a la siguiente ronda y el que pierda será eliminado. ¿Cuántos encuentros deben celebrarse hasta que uno se proclame campeón? Este fue el reto que Óscar Abellón, director y profesor de Matemáticas del colegio Nuestra Señora del Pilar de Soria, propuso hace 15 años a alumnos de nueve y 16 años. Ante este desafío matemático puede que usted, como hicieron los estudiantes más mayores, se lanzara a realizar operaciones. Curiosamente, el primer chaval en responder correctamente fue uno de los de nueve años. «Deben celebrarse 127 partidos», aseguró rápidamente. Los alumnos de 16 años no daban ningún crédito a su respuesta y siguieron con sus operaciones. ¿Resultado? 127. ¿Cómo podía ese estudiante tan pequeño averiguar la respuesta tan pronto y sin realizar ninguna operación? «Si en cada partido se elimina a un jugador, participan 128 y sólo puede ganar uno, necesariamente han de eliminarse a 127 y, por lo tanto, habrán de jugarse 127 partidos», respondió.

«¿Por qué nos ponemos todos a hacer cuentas?», se pregunta Abellón. «Porque es la única manera que tradicionalmente se nos ha enseñado a enfrentarnos a un desafío matemático. Ese día me di cuenta de la importancia de no acabar con la capacidad de los alumnos de hallar soluciones por otros caminos».

Matemáticas siempre ha sido la asignatura hueso por excelencia y la reina de los suspensos. «Mucho tienen que agradecer las carreras de letras a la manera completamente obsoleta en que se enseña la asignatura», asegura Jaime Martínez, creador del método de cálculo ABN, acrónimo de Abierto y Basado en Números, que ya se utiliza en más de 700 colegios. Martínez, ya jubilado, fue inspector de educación durante casi 40 años. Desde el año 77 ha estado analizando los métodos de enseñanza tradicionales y desarrollando el suyo propio. «¿Cómo es posible que se siga explicando la asignatura igual que hace 60 años cuando no existían aparatos que calcularan ni ordenadores?».

Y esto, ¿para qué sirve?

A la hora de aprender matemáticas, muchos nos hemos hecho esta pregunta: ¿por qué tengo que estudiar esto que no me va a servir para nada? «Es el gran problema de la enseñanza tradicional de esta asignatura: la abstracción»,aseguran los docentes. «El modelo tradicional falla porque es individualista, memorístico, centrado en contenidos y aislado de la vida cotidiana», enumera Abellón. Para los profesores de Matemáticas del colegio Vizcaya, en la provincia homónima, el método tradicional da más importancia al programa de enseñanza que al proceso de aprendizaje del alumno. «De esta manera, los conceptos básicos no se adquieren de una forma adecuada: los estudiantes encuentran muchas dificultades con el vocabulario matemático y la comprensión de las definiciones. Además, los docentes no pueden volcarse con el alumno por lo que, en muchos casos, se produce un diagnóstico tardío de las dificultades».

Es un problema que no encuentran los titulares de otras asignaturas como Lengua: «Los alumnos se van a casa y leen y escriben continuamente: libros, cómics, mensajes a sus amigos… Con las matemáticas esto es más complicado, ningún niño va a ponerse a multiplicar los juguetes que hay en su habitación, por ejemplo», asegura Gina Betts, profesora de Matemáticas de educación infantil y primaria del colegio Montfort de Madrid. «El reto de un buen docente es convertir cada día en una experiencia matemática. Con los pequeños es más sencillo, cada día nos preguntamos cuántos compañeros van de blanco, por ejemplo, o les digo: hoy es martes que es el segundo día de la semana. Tienen que ver que las matemáticas nos rodean y forman parte fundamental de nuestro día a día».

En opinión de Martínez, la falta de conocimientos matemáticos en la población es algo muy grave a lo que no se le da la importancia que merece. «La falta de competencia matemática hace que la mayoría de la población se encuentre indefensa. Se nos engaña continuamente: con ofertas que no son tan buenas como parecen, encuestas cuya muestra no es representativa… El engaño es continúo».

Contra la desmotivación

Uno de los principales hándicap de los alumnos es la desmotivación. «El típico problema de las edades no tiene aplicación en la vida real, por eso los chavales no se interesan y acaban odiando la asignatura», asegura Abellón. En sus clases, el profesor utiliza métodos cooperativos que fomentan la autonomía, el trabajo en equipo, la investigación y el autoaprendizaje. «La lección no se limita a una explicación por mi parte. Es más, antes de abordar cualquier temario les planteo un desafío y les facilito las herramientas para que averigüen la solución por sí mismos».

Por ejemplo, para explicar trigonometría, uno de los conceptos más difíciles de encontrar aplicación en la vida diaria, el profesor les plantea el siguiente desafío: se ha avistado un objeto volante no identificado entre dos localidades sorianas, los únicos datos que se facilitan es que desde una de ellas el OVNI se divisa bajo un ángulo de 70º y desde la otra bajo un ángulo de 40º desde la recta que une ambas poblaciones. Divididos en grupos, los alumnos se las ingenian para calcular la altura a la que se encuentra el objeto y el punto exacto de la provincia sobre el que está situado. «Ni siquiera les facilito la distancia entre las localidades, ellos mismos, al conocer los nombres, pueden calcularla y cada grupo lo hace de distinta manera. Mi papel no se limita a hablarles de triángulos, debo guiarles y facilitarles las herramientas para que sean los alumnos quienes apliquen las fórmulas trigonométricas necesarias», explica.

También echa mano de ejemplos reales en sus clases Fernando Martínez, profesor de Matemáticas de Secundaria y Bachillerato del colegio Buen Pastor de Sevilla. «Para cada unidad dedico aproximadamente un mes, los primeros días, nunca más de cuatro, son de explicaciones por mi parte. Después, son los niños quienes trabajan e investigan, normalmente divididos en grupos y fijan los conceptos por sí mismos. Por ejemplo, les pregunto cómo podemos medir la Catedral de Sevilla. Sin subirnos a ella, obviamente».

¿Funcionan estas nuevas metodologías? Parece que sí, tanto el colegio vasco como el soriano se han sometido a las pruebas de PISA for School, una evaluación en la que se obtiene el nivel de un centro concreto y se compara con el de los distintos sistemas educativos. Pues bien, los estudiantes del Colegio Vizcaya obtuvieron 562 puntos en competencia matemática, mientras que los de Nuestra Señora del Pilar alcanzaron los 559 puntos. Ambos muy por encima del resultado de Finlandia (519), del de España (484) y del de las grandes potencias mundiales matemáticas: Corea del Sur (554) y Japón (536).

Aprender jugando

Tradicionalmente, Matemáticas es una asignatura que cuesta mucho. «Vamos a jugar a aprender a aprender y también a desaprender y volver a aprender. Estas son mis primeras palabras al entrar en clase, pues si pronuncio Matemáticas, a secas, los alumnos palidecen. No importa que sea Didáctica de las Matemáticas o Desarrollo del Pensamiento Matemático, el problema es Matemáticas», asegura María José Carretero, profesora de la Universidad Camilo José Cela.

La clave para disfrutar con la asignatura, como con casi todo, es entrar en un círculo virtuoso: hago algo que entiendo, como lo entiendo avanzo, como avanzo mejoro y quiero seguir aprendiendo. Para entrar en ese círculo virtuoso muchos profesores utilizan los concursos y competiciones como motivación. «En cada curso organizo concursos de cálculo mental», explica Rubén Wensell, profesor de Matemáticas y Ciencias del IES Jesús María en Madrid. «Hay que ponerse en el lugar de los alumnos. ¿Cómo aprendiste las cosas que mejor recuerdas? Jugando. Todo lo que se aprende así se retiene y, si se olvida, se recuerda con mayor facilidad. En cambio, cuando te imponían una tarea se volvía tediosa y se olvidaba en seguida. Hoy puedo decir con orgullo que mis alumnos no sólo no odian las matemáticas, disfrutan, para muchos es incluso su asignatura favorita». Pues sí que han cambiado las cosas.

Fuente: http://www.elmundo.es/vida-sana/mente/2016/11/14/58259912468aeb603a8b460b.html

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Kamikazes de la educación: la enseñanza a la contra

POR. MIKEL ALVIRA

Adiós a la clase magistral y la dictadura de las notas. Descubrimos otras formas de educar en las que prima la creatividad, la empatía y el respeto por el alumno

Alberto tenía 15 años cuando aterrizó en el colegio. Era despierto y amable; casi tanto como vago. Sólo le motivaba el balón del recreo. Repitió un curso; luego, otro. Nadie en el claustro apostaba por él. De no ser por el empeño de un tutor intuitivo y entusiasta que le dio el empujoncito necesario, Alberto habría abandonado los estudios. Aprobó selectividad por los pelos y entró con calzador en Empresariales. Fue entonces cuando descubrió que tenía un olfato especial para los números, una especie de talento no desarrollado. Hoy Alberto trabaja en el mundo de las altas finanzas, como analista, y sonríe agradecido al decir que, aunque en la escuela fue «de los torpes», el entusiasmo de aquel tutor le dio las alas necesarias para creerse capaz.

Con docentes entusiastas, la educación no es mera instrucción. Son los profes que se saltan lo convencional y relativizan la norma. Personas entusiasmadas que entienden que la labor en el aula se hace desde una perspectiva humana. Han desterrado la clase magistral y saben que, a nuevos tiempos, nuevos procedimientos. Se forman, reflexionan, nutren los foros y asisten a congresos, están a la última y, sobre todo, tienen una sensibilidad para la docencia. Son empáticos, creativos y flexibles. Son kamikazes de la educación, profesionales que apuestan por el cambio y hacen lo que haga falta con tal de sacar adelante a su alumnado. No se suicidan como hacían los aviadores japoneses, pero sí se dejan la piel innovando para que sus alumnos aprendan.

Como Jorge, que trabaja en un colegio concertado de Bilbao con alumnos susceptibles de convertirse en fracaso escolar. Ha rescatado del desván de su colegio un viejo escenario de guiñoles con el que monta obras de teatro para convencerles de que la asignatura de Lengua no es hacer análisis sintácticos, sino una excusa para aprender a comunicarse. Redactan los guiones, ensayan los diálogos, aprenden de los autores consagrados… Con la profesora de Tecnología preparan los decorados; con la de Plástica, los carteles que anuncian sus obras; en complicidad con el de Música, ensayan lo que será la banda sonora. Tal vez ninguno llegue a ser dramaturgo o actor, pero ganan en autoestima, en seguridad, en capacidad para relacionarse y, sobre todo, no tiran años por la borda siendo los parias del sistema.

Kamikazes como Marta, que en la asignatura de Filosofía de su colegio religioso de Valencia, monta el chill out de Sócrates para los debates, retirando pupitres y extendiendo cojines por el suelo. Con esa simple acción de cambio de escenografía, en lugar de caer en el desorden y el alboroto, principal temor de la Dirección de su centro, ha hecho que su alumnado participe desde la libertad, el respeto y el espíritu crítico, sintiéndose cómodos y, de alguna manera, recompensados. Dice que «el momento-cojín» es su particular cruzada, convencida de que el trinomio silla-mesa-pizarra no puede seguir siendo la única plataforma para aprender.

O como Javier, entusiasta profesor de matemáticas en la concertada en Madrid, que ha organizado una olimpiada de números simplemente sacando éstos de la pizarra y llevándolos a situaciones reales de la adolescencia: les habla de las pistas de skate, donde encuentran parábolas, poliedros, paralelas y diagonales, dimensiones, volúmenes y trayectorias. O como Natalia, que desde su asignatura de Historia del Arte les provoca manteniendo un blog cooperativo que se llama Los diez hilos de Aracne, mediante el que han creado una comunidad de aprendizaje que se escapa de los muros físicos del colegio.

DESARROLLAR COMPETENCIAS

Lo que la sociedad de este siglo ofrece y demanda a los niños y jóvenes es diferente a lo que ofrecía y pedía hace un par de décadas. Todo evoluciona, no hay duda, y también la forma de aprender. Nuestros hijos no sólo pueden aprender de otra manera, sino que deben aprender de otra manera para adaptarse al mundo del siglo XXI. Acabarán empleados en puestos de trabajo que ahora ni siquiera sospechamos, donde van a necesitar cualidades distintas a las del pasado. Se acabó el modelo tradicional. El escenario es otro y, por lo tanto, también el guión.

Ya no se trata de enseñarles sino de que aprendan. Educar no es transmitir conocimientos ni adoctrinar, sino contribuir a que cada persona desarrolle sus competencias al máximo posible.

¿Y de qué hablamos cuando decimos competencias? Inteligencias y competencias podríamos concluir que son lo mismo; no lo son exactamente, pero sirve para entendernos. Hablamos, pues, de desarrollar todas las dimensiones de la persona, no sólo la cognitiva. Es decir, desarrollar todas las inteligencias y no sólo la académica. Es lo que defiende Howard Gardner, uno de los más prestigiosos estudiosos de este tema. Según él, la inteligencia no se concibe como una única inteligencia global, sino que existen distintos tipos de inteligencias.

Por lo tanto, un profesor lo que tiene que hacer es propiciar situaciones en las que esas distintas inteligencias se desarrollen al máximo. Se suele denominar «trabajo por competencias» y es el marco en el que ahora los colegios desarrollan su actividad. Proyecto educativo, espacios físicos, metodología y talante del profesorado caminan de la mano para que esas competencias sean el motor de la acción en el aula. Un ejemplo puntero es el barcelonés Colegio Montserrat, que bebe directamente de las teorías de Howard Gardner.

ACOMPAÑAR

En el instituto de secundaria Hjalmar Lundbohmddkolsn de Kiruna tienen el Círculo Polar Ártico tan próximo que las auroras boreales no se estudian porque son parte del paisaje. Las aulas cuentan con radiadores para calentar los guantes, y en los pasillos, junto a las taquillas, vemos armarios para la ropa de nieve. Un grupo de estudiantes dialoga en los sofás del fondo de la sala. Hay mesas, sí, pero dispuestas de cuatro en cuatro y no obligatoriamente mirando a la pizarra; también hay un pequeño escenario, una biblioteca y una alfombra. Es Suecia, es la Escuela nórdica, y obtienen resultados muy por encima de la media europea. Quizás no sólo por cómo conciben el aula, pero también.

En Suecia, como en Finlandia, además de clases flexibles y amables, hay otro factor que hace que su sistema sea admirado: priman desde muy pequeños el esfuerzo, el trabajo cooperativo y la responsabilidad. Un estudiante nórdico es, sobre todo, un estudiante autónomo.

Óscar, coordinador de Bachillerato en un centro salesiano, lo sabe bien. No es Suecia, no es Finlandia, pero entiende que, como allí, el esfuerzo, la generosidad y la responsabilidad son valores que no pueden improvisarse en la adolescencia. Por eso, cuando se dirige al claustro con entusiasmo para transmitir los excelentes resultados de selectividad, asegura que el éxito es un éxito de todo el centro, no sólo de los últimos cursos. El trabajo con el alumnado empieza en Educación Infantil, dice, pues es ahí donde comienza el acompañamiento y el desarrollo de las inteligencias.

Viajamos a Canadá. Llueve al otro lado de los cristales en el Cobequid Educational Centre, el High School de Truro, en la región de Nueva Escocia. Están en sus 20 minutos diarios de lectura, el reading-period, y no se oye ni una mosca. Cuando suene la música (sustitutiva del timbre), irán a las clases, donde, por encima de todo, se sentirán protagonistas de su propio desarrollo, pues cursarán las asignaturas que el sistema les hace elegir casi «a la carta» para fomentarles autonomía y responsabilidad. Canadá tiene claro que el trabajo por competencias es un camino de acompañamiento a fuego lento. Sea o no por ello, lo cierto es que es un país a la cabeza en resultados preuniversitarios.

El logro de los sistemas educativos nórdicos y canadiense, junto a los de Corea del Sur, Japón o Israel, es una combinación de varios factores. Por un lado, la idea de la Educación como un valor social, con leyes educativas que no dependen de los cambios de Gobierno. Por otro, el hecho de que los planes de estudios vayan dirigidos al desarrollo global de cada estudiante. Y todo eso, en manos de un profesorado cualificado y con prestigio social.

En España hay también muchos ejemplos de este nuevo enfoque. Me refiero no sólo a casos puntuales de profesores entusiastas, sino a los colegios que se lanzan hacia una nueva manera de entender el aprendizaje. Son todos los centros que apuestan por la educación integral del alumnado. Proyectos educativos como los inspirados en la pedagogía de Montessori o el Modelo Pentacidad demuestran que el paradigma está cambiando. Colegios como Meres, Lauaxeta o San Patricio son sólo botones de muestra. Referentes como César Bona o José Antonio Marina, con sus publicaciones, o reflexiones como la que se hace desde Fábrica de Valientes, evidencian, asimismo, que existen buenas prácticas, héroes del aula y ganas de cambiar las cosas.

APROBAR O APRENDER

Lo importante es aprender, pero aprender no es ir aprobando exámenes. Aprender es construir un conocimiento, unas habilidades y unas actitudes. Si aprenden, aprobarán, pero no siempre que se aprueba es porque han aprendido. Desgraciadamente, muchas veces se aprueba por simple memorística, olvidando lo estudiado para el examen en cuanto éste se ha realizado. De hecho, si preguntamos al alumno si prefiere aprobar o aprender, suele responder que prefiere aprobar. Sobre esto habla Carlos Magro, de la Asociación Educación Abierta. Además, podemos obtener una segunda lectura: el miedo no es miedo a suspender, sino a las consecuencias, y al «te voy a quitar del deporte», «estarás un mes sin salir» o, peor aún, miedo al «me has fallado». Es decir, no aprobar les convierte en víctimas de la nota pues, como sanción, se pierden aficiones, espacios de socialización o fuentes de autoestima.

Ricardo es un profe de la escuela pública que busca poner en valor al alumno, por lo que el mensaje es siempre el mismo: las calificaciones no tienen que condicionar las actividades fuera del horario escolar. Piensa que no se debe privar al niño de ocasiones de socialización, desarrollo, superación… Quitar a un alumno sus fuentes de esparcimiento o de aprendizaje porque ha suspendido es un error tan mayúsculo como pensar que lo que tiene que hacer es «estudiar más». Quizás lo que haya que conseguir es que «estudie mejor», así que no le apartemos de lo que le completa como persona, ya sea practicar un deporte o una afición. Ricardo, aunque a veces discrepa con los compañeros, irradia tal pasión cuando habla, que sus alumnos, además de avanzar en sus asignaturas, continúan adelante con su vida extraescolar.

Ana, tutora de Primaria en un colegio cooperativa de enseñanza, también lo tiene claro. Educar ya no es transmitir información para que luego la repitan en un examen; educar es acompañar para que sepan cómo usar esa información, convirtiéndola en conocimiento. Mediante la evaluación, no se trata de diagnosticar lo que no dominan sino de que ellos reconozcan sus fortalezas, sus debilidades y sepan buscar maneras de mejorar. Para lograrlo, Ana se basa en la autoevaluación como complemento de la evaluación tradicional; también, en la evaluación entre compañeros de clase. Lo hace desde la confianza en sus alumnos, porque está convencida de que dándoles esta oportunidad, aprenderán a conocerse a sí mismos y a tener criterio.

Lo que importa es la persona, no sus notas. De hecho, nadie quiere un hijo con matrícula pero infeliz. El día que comprendamos que lo importante es la globalidad, y no sólo el expediente académico, nos relajaremos frente a las vacas sagradas del sistema educativo: las calificaciones. Hasta ese día, los kamikazes seguirán apostando por la persona como medida de todas las cosas.

Fuente: http://www.elmundo.es/vida-sana/familia-y-co/2016/11/13/5825942be2704e64678b46d5.html

Imagen: e04-elmundo.uecdn.es/assets/multimedia/imagenes/2016/11/11/14788569776904.jpg

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libro: La extinción de la educación pública en Chile

América del Sur/ Argentina/Noviembre 2016/Reseñas/http://www.clacso.org.ar/

Jesús Redondo Rojo. [Autor]

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Colección Red de Posgrados en Ciencias Sociales.
ISBN 978-987-722-068-1
CLACSO.
Buenos Aires.
Abril de 2015

 

Durante los últimos años la sociedad chilena ha cambiado, y entre otros desafíos se plantea la educación como el símbolo de los cambios hacia una nueva sociedad más allá del miedo que atenazaba la transición. Para el autor, la educación es el cambio social más sensible a la persistencia de la desigualdad, porque determina no solo el presente sino el futuro. Sus actores principales, las nuevas generaciones, no tienen miedo y no necesitan soportar un modelo sin promesas reales, es decir, sin capacidad de motivación ni legitimidad. En los textos que se encuentran en este libro, se presentan las opiniones, las reflexiones y las investigaciones realizadas por el autor entre los años 1997 y 2012, desde su actividad académica en el Departamento de Psicología de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile.
Fuente :
http://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/buscar_libro_detalle.php?campo=titulo&texto=educacion%20publica&id_libro=949
Fuente imagen:
https://lh3.googleusercontent.com/dvhrLdg2Py2K5ibOD_X4H5sIv7h2A9ZD1iNdSfgDEk3Vnftr0Mu9NslRfpQQRrweZxxZGw=s85
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Libro: Memoria docente, investigación y formación

Maria da Conceição Passeggi. Elizeu Clementino de Souza. [Organizadores]

Christine Delory-Momberger. Pierre Dominicé. Gaston Pineau. Daniel Suárez. Elizeu Clementino de Souza. Maria da Conceição Passeggi. Cinthia Pereira de Sousa. Tatyana Mabel Nobre Barbosa. Ana Chrystina Venancio Mignot. Paula Perin Vicentini. Dislane Zerbinatti Moraes. Marta María de Araújo. [Autores de Capítulo]
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CLACSO Coediciones.
ISBN 978-987-1450-93-0
CLACSO. Facultad de Filosofía y Letras, UBA.
Buenos Aires.
Agosto de 2010

El objetivo de este conjunto de trabajos es el de demarcar un campo de investigación -el de la investigación (auto)biográfica- que abarca, sin reservas, la multiplicidad de las escrituras de sí y la amplitud de sus cuatro dimensiones: la narrativa como fenómeno de lenguaje; como método y fuente de investigación, como práctica de (auto)formación y, finalmente, como un procedimiento de intervención educativa y social. La temática del libro congrega, entonces, a investigadores de distintos países con el propósito de problematizar los puntos de convergencia y buscar aproximaciones epistemológicas, teóricas y metodológicas que se expanden en múltiples direcciones, pero que encuentran puntos de intersección muy provechosos en el paradigma comprensivo de las Ciencias Humanas y Sociales, inaugurado por W. Dilthey (1833-1911), que hace de la autobiografía y la narrativa un modelo hermenéutico para la comprensión del mundo humano,
Fuente:
http://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/buscar_libro_detalle.php?campo=titulo&texto=formacion&id_libro=545
Fuente imagen:
https://lh3.googleusercontent.com/n5rOcyS_ryjsOvUuqOkSCIDpwuZIcXlnmRjyYi-aXbHlKju_1TFBDIILgPIwlHn1y8gCIg=s85
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