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¿La educación sigue siendo cosa de hombres?

El Salvador ha desperdiciado grandes oportunidades para lograr mayor equidad de género en la educación en las últimas dos décadas. Ni la reconstrucción de postguerra, ni las reformas a la educación, ni las nuevas instituciones han dado suficiente prioridad al problema de mejorar el acceso de las mujeres a la educación.

Por: Pauline Martin.

La política educativa recibió mucha atención nacional e internacional en el periodo de 1991 a 2005, recibiendo más de $552 millones en asistencia y préstamos de distintas fuentes internacionales, que se invirtieron en amplios esfuerzos para fortalecer el sistema educativo. Ante una necesidad grande de equilibrar la educación para mujeres y hombres, en el contexto de construir una sociedad de postguerra y con las miradas de recursos nacionales e internacionales puestos en educación, es sorprendente que no se logró consolidar una visión ni acciones concretas en materia de equidad de género en educación, aún con la formulación casi concurrente del Plan Decenal de Educación (PDE) y la Política Nacional de la Mujer (PNM).

En el periodo de 1993-1995, distintas fuerzas internacionales y nacionales contribuyeron a establecer el Plan Decenal de Educación como nueva visión educativa para un país democrático y posteriormente, el primer compromiso público formal en materia de equidad de género surgió con la formación de la Política Nacional de la Mujer. Los dos procesos fueron resultado de influencias internacionales y negociaciones nacionales, pero el impacto del segundo en el primero fue debilitado debido a la existencia de obstáculos técnicos, la falta de compromiso político y la falta de recursos económicos, situación a examinar acá.

En cuanto a la formulación, tres fuerzas distintas abogaron por una política de equidad de género en El Salvador en la década de 1990. En orden cronológico: la creación de la Secretaría Nacional de la Familia (SNF) en 1989 con el objetivo de desarrollar programas sociales para familias, incluyendo a las mujeres; el surgimiento en la post-guerra de movimientos feministas y reivindicativos de los derechos de la mujer; y la Cuarta Conferencia Mundial de la Mujer en Beijing en 1995. La SNF, institución pública tradicionalmente dirigida por la Primera Dama de turno, no tenía una agenda clara de equidad de género, pero fue clave en el compromiso político de apoyo a la población femenina, como veremos más adelante. (La SNF desapareció en el 2009 con el gobierno de Mauricio Funes cuando se transformó en la Secretaría de Inclusión Social.)

En 1993, de cara a las primeras elecciones postguerra, las recién formadas ONG nacionales de derechos de la mujer reunieron a 40 grupos de base que trabajaban en los ámbitos de derecho, salud, empleo y educación a favor de las mujeres. En un proceso participativo que duró un año, elaboraron una agenda de equidad de género para el país, llamada la Plataforma de las Mujeres Salvadoreñas. Entre las demandas socioeconómicas y reivindicativas, en materia de educación se expuso la necesidad de una educación no sexista, educación sexual y la enseñanza de técnicas de autodefensa en las escuelas, además campañas educativas para eliminar la violencia en contra de las mujeres. La Plataforma fue presentada estratégicamente en septiembre de 1993, justamente para las elecciones de marzo 1994.

En este mismo periodo se desarrolló el proceso de formulación del Plan Decenal de Educación y, a pesar de que la presentación de la Plataforma sucedió en medio del proceso y representantes de grupos de mujeres participaron en consultas educativas, cuando se publicó el PDE en 1995 no se encontró ni una referencia a la equidad de género en educación. Es evidente que se había generado conocimiento del tema de género y educación en este periodo, pero fue hasta la Conferencia Nacional de la Mujer de 1995 en Beijing, en un escenario internacional, que el gobierno adquirió un compromiso firme y tomó por primera vez acciones concretas a favor del desarrollo de las mujeres. La SNF entró al escenario porque participó en la Conferencia, con una representante del sector ONG de mujeres, y contribuyó a la formación de la primera instancia pública de apoyo exclusiva a la mujer: el Instituto Salvadoreño para el Desarrollo de la Mujer (ISDEMU).

El Salvador había participado en casi todas las conferencias mundiales de la década de 1990 sobre mujeres, derechos humanos, educación para todos, población y desarrollo social, en las cuales la equidad de acceso y calidad en la educación para las niñas y las mujeres se presentaba como una prioridad en la agenda internacional de desarrollo. Esta atención internacional impulsó al gobierno salvadoreño en el establecimiento de una agenda a favor de las mujeres, incluyendo la equidad en educación, espacio que la Plataforma de las ONG no pudo abrir por si sola.

Con el compromiso adquirido por la delegación salvadoreña de la plataforma de acción de Beijing se creó el Instituto Salvadoreño para el Desarrollo de la Mujer (ISDEMU), como una estructura independiente y transversal en todos los ministerios públicos relevantes, más representantes del sector ONG en sus junta directiva y consejo consultivo. En este sentido, el Ministerio de Educación (MINED) se volvió miembro de la junta y se le asignó un enlace técnico entre las dos instituciones para fortalecer la equidad de género en el sector educativo. El producto más tangible del ISDEMU fue la creación de la primera Política Nacional de la Mujer (PNM) en 1997, instrumento que en el tema educativo plantea un enfoque de igualdad y desarrollo de la mujer, con acciones como: la investigación sobre igualdad de oportunidades, aumento del acceso a la educación y capacitación y revisión curricular para promover igualdad de oportunidades en educación. Aunque hubo un proceso de consulta para elaborar la PNM, se encuentran en su enfoque y contenido marcadas diferencias con la propuesta más reivindicativa de la Plataforma del sector ONG.

En este sentido, el rol catalizador de la conferencia internacional en Beijing fue clave para estimular el diseño de una política porque generó un compromiso gubernamental, a pesar de ya tener una propuesta de Plataforma del sector ONG. La conferencia también acercó actores del sector ONG y OG por primera vez y, entre otros temas, delimitó una agenda oficial de equidad de género en educación.

Aunque la Política Nacional de la Mujer nació con algún grado de colaboración entre ONG y OG, no se encuentran evidencias de una implementación sistemática ni comprometida de equidad de género en el sector educativo. Los informes de tanto el ISDEMU como del MINED en el primer periodo de la Política Nacional de la Mujer y en el desarrollo del Plan Decenal de Educación presentan actividades aisladas y genéricas referentes a la equidad de género en educación, que en muchas ocasiones no respondían a los objetivos propuestos. La falta de una implementación seria y exitosa responde a aspectos técnicos, institucionales y políticos.

En lo técnico, el ISDEMU reportó en el ámbito educativo algunas actividades esporádicas, como investigaciones, capacitaciones y una revisión curricular. Sin embargo, los informes anuales del MINED del periodo 1997-1999 no solo omiten mención de la PNM y la relación con el ISDEMU, tampoco mencionan el desarrollo de actividades de equidad de género. Fue hasta el periodo 2000-2004 que el MINED reconoció a la PNM en sus informes de labores y detalló una serie de acciones implementadas, representando una mayor cantidad de actividades pero siempre desconectadas entre sí y dependientes de iniciativas y apoyos internacionales.

En lo institucional, el mecanismo transversal del ISDEMU no fue tan efectivo al principio y en el 2000 se conformó una comisión de seguimiento para fortalecer la implementación de la PNM en los procesos de planificación anual del MINED. Con la creación de la unidad de Educación para la Vida en el MINED se logró una instancia específica responsable por temas de equidad de género, sexualidad y otros y se fortaleció el vínculo entre el ISDEMU y el MINED. La capacidad institucional de implementación fue debilitada por la transferencia a otras instituciones de personal capacitado en la década de 1980 en población y género por las Naciones Unidas, dejando pocos especialistas en puestos clave en el MINED. Adicionalmente, no hubo participación de la población general, actores educativos u ONGs en los primeros años de implementación y no se consolidó una experticia en género al interior del MINED.

La falta de compromiso institucional se reflejó más fuertemente en el poco e inconsistente financiamiento de acciones de equidad de género, el cual provenía mayormente de fuentes internacionales, como USAID, AECID, y la Unión Europea en esfuerzos de fortalecer una agenda de poco interés nacional.

El bajo compromiso nacional fue y es evidente en la falta de planificación sistemática y asignación de fondos a favor de la equidad de género en educación, a pesar del momento estratégico de la formulación del Plan Decenal con visión de mediano plazo. El Banco Mundial identifica la poca motivación como resultado de muchas demandas y numerosas restricciones en el campo educativo que desplazaban el tema de género a un segundo plano. En la segunda mitad del PDE, sin embargo, se identificaron otros elementos que obstaculizaban la equidad de género en educación, como las creencias religiosas de funcionarios clave quienes sostenían los roles conservadores de género; aunque con los Objetivos de Desarrollo del Milenio de 2000, hubo un impulso internacional fresco para renovar compromisos y promover nuevas acciones.

Aunque los indicadores de paridad de acceso a la educación mejoraron para el final del Plan Decenal, no hay evidencia que la equidad de género tuvo una posición central o influencia en la reforma educativa de la postguerra por las razones técnicas, institucional y política expuestas aquí. Una oportunidad de oro, presentada en la reconfiguración de la sociedad después de la guerra civil, la Reforma Educativa, la elaboración de un plan educativo de mediano plazo, con una participación más amplia del sector ONG, la participación de El Salvador en procesos internacionales como la Conferencia de la Mujer en Beijing, la primera Política Nacional de la Mujer y los ODM no fueron suficientes para colocar la equidad de género como prioridad en educación.

Fuente: 

http://www.elfaro.net/es/201608/academico/19084/%C2%BFLa-educaci%C3%B3n-sigue-siendo-cosa-de-hombres.htm

Imagen: https://pbs.twimg.com/media/CqLEd4ZWgAQ13OX.jpg

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La batalla por la escuela en África Oriental.

Por: Carlos Sotz.

Estas últimas semanas en Uganda me permitieron visitar varias escuelas. La primera impresión es muy grata. Cada escuela, pública o privada, tiene su propio uniforme, que siempre es muy colorido e incluye faldas para las chicas y pantalón corto y camisa para los chicos, muchas veces con corbata a pesar del calor. En las escuelas rurales alrededor del lago Victoria, que está por encima de los 1.000 metros de altura, siempre hay grandes árboles, mucho espacio, toda la luz propia de una latitud ecuatorial y césped muy verde. Por contraste, los edificios son generalmente rudimentarios, paredes sin revocar, pisos de tierra o cemento alisado y letrinas.

Antes de sumergirse en una guerra fratricida que duró unos veinte años, Uganda era conocida como la Perla de África. No significa que los cien años anteriores a la guerra civil fueran pacíficos. La evangelización anglicana y católica avanzó rápidamente pero costó la sangre de muchos mártires de ambas denominaciones. Uganda era una Perla porque varias de sus más de cincuenta tribus ya funcionaban como reinos cuando llegó el hombre blanco, cosa que nunca sucedió en Kenia. No hay duda de que Idi Amín fue un dictador brutal que llegó al poder con un golpe de Estado, pero Milton Obote, el primer ministro derrocado, pensó que uno de los reyes amenazaba su poder y revocó a todos los reinos del país. La ruptura de la forma tradicional de gobierno creó caos y oportunidades para aventureros como Amín. La guerra civil terminó en 1986 y desde entonces gobierna el ganador, Yoweri Museveni, que reinstauró los reinos aunque de vez en cuando tiene roces con grupos rebeldes.

Además de la obligada visita a Namugongo, el santuario de los mártires, y de la excursión al nacimiento del río Nilo en el lago Victoria donde comienza el trayecto de 6.400 kilómetros hasta el mar Mediterráneo, también tuve tiempo de observar algunas escuelas primarias privadas para personas de menos recursos, un fenómeno social que se va extendiendo rápidamente por muchos países en vías de desarrollo.

Por ejemplo, en 2005 había un centenar de escuelas públicas en Mombasa, la segunda ciudad más populosa de Kenia, y un número equivalente de escuelas privadas. Diez años más tarde, como el Estado no da abasto con la demanda, el número de escuelas privadas se ha triplicado. En Nairobi, la capital de Kenia, ya hay cuatro escuelas primarias privadas por cada escuela pública. En el ranking de resultados del examen final que todos los alumnos rinden antes de comenzar la educación secundaria, la mejor escuela pública de Mombasa se ubicó 23 en 2005 pero el año pasado había descendido al puesto 94. Aunque no tengo datos todavía, parece que lo mismo está sucediendo en Uganda.

Es difícil hacer comparaciones porque el costo de vida en la Argentina es muy diferente al de estos países. Pero tomando la moneda norteamericana como punto de referencia, muchas escuelas privadas modestas en Kenia cobran entre 7 y 14 dólares por mes, mientras que el Estado gasta unos 35 dólares por alumno por mes en una escuela pública.

Las marcadas diferencias en el costo y efectividad tienen varias explicaciones: el equipamiento edilicio y educativo de muchas de estas escuelas privadas es deficiente, los sueldos mucho más bajos y la preparación técnica de los maestros rudimentaria. Estas cifras aparentemente explican la diferencia entre lo que pagan los padres en estas escuelas privadas modestas y lo que gasta el Estado en las escuelas públicas. Pero el verdadero problema es que no explican por qué las escuelas privadas para pobres obtienen mejores resultados en los exámenes nacionales que organiza y corrige el Estado.

Aparentemente lo que crea esa diferencia abismal es la motivación de los maestros, padres y alumnos. En las instituciones estatales a los padres les resulta difícil colaborar con los maestros porque éstos no están disponibles y a menudo no están dispuestos a sacrificarse. Por otra parte, en las escuelas privadas los alumnos tienden a ser más responsables, porque conocen los sacrificios que hacen sus padres para que reciban esa educación privada.

Otra característica que desafía muchos libros de texto y políticas educativas es la falta de correlación entre la calidad edilicia y el nivel de aprendizaje. Parece que la falta de instalaciones deportivas se compensa con espacio para que los chicos jueguen. Aulas incómodas con muebles inadecuados no parecen ser obstáculo para el aprendizaje. A juzgar por los resultados, incluso la preparación académica y técnica de los maestros parece compensarse con el interés y la dedicación a sus alumnos: un maestro generoso y exigente puede conseguir más que otros con muchos estudios y poco interés.

Tanto en Uganda como en Kenia los gremios de maestros de escuelas públicas se han convertido en grandes críticos de estas escuelas privadas de bajo costo: las acusan de estafar a sus clientes por la baja calidad de sus servicios. Estas exigencias obligan a algunas escuelas a trabajar ilegalmente o a hacerles obsequios a los inspectores para que pasen por alto sus carencias. La gente modesta, como de costumbre, reacciona con mucha paciencia y sentido común: siguen llevando a sus hijos a estos supuestos engendros educativos y los anotan en una escuela pública para rendir el examen final.

Me olvidaba, hace un par de años los gremios de maestros de escuelas públicas en Kenia se vieron favorecidos por la prohibición de publicar el ranking de escuelas. Mientras Uganda avanza en la misma dirección, el presidente de Kenia acaba de restablecer la publicación del ranking de escuelas: hay muchos en el gobierno que piensan que la exigencia y la competitividad estigmatizan, pero no a los pobres sino a los que no quieren esforzarse y trabajar.

Fuente: http://www.ellitoral.com/index.php/diarios/2016/09/09/opinion/OPIN-04.html

Imagen: http://us.123rf.com/450wm/imagex/imagex1207/imagex120701133/14612070-local-de-la-escuela-en-uganda-en-frica-oriental.jpg?ver=6

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La alfabetización, una puerta al desarrollo pleno de cada chico.

Por: Alejandra Perinetti.

Hoy se conmemora el Día Internacional de la Alfabetización, una fecha instituida por la Asamblea General de las Naciones Unidas para recordar a la comunidad mundial que la alfabetización es un derecho humano que constituye la base de todo aprendizaje.

Nadie desconoce la importancia que tiene la educación en el desarrollo de cada niño, niña y adolescente. La escuela es el lugar por excelencia donde se desarrollan los procesos de alfabetización y es también un espacio que se asocia directamente a la niñez.

Sin embargo, en nuestro país más de un millón de niños, niñas y adolescentes no asisten a la escuela o lo hacen con serias dificultades, lo que vulnera su derecho y trae importantes consecuencias para su futuro y el de todos como sociedad.

La deserción escolar tiene graves consecuencias en el presente y el futuro de los niños porque es uno de los factores de mayor incidencia en la reproducción de la pobreza.

El derecho a la educación constituye un eje central para el desarrollo económico, social y cultural de nuestra sociedad. Los adultos que asumen el cuidado y protección de los niños y niñas, tienen la misión de motivarlos y transmitirles la importancia y beneficios de la educación.

Como ciudadanos, debemos exigir al Estado políticas educativas de calidad que no sólo garanticen el ingreso al sistema educativo sino que además brinde una educación lo suficientemente atractiva y contenedora para que motive la permanencia y culminación de cada ciclo lectivo según las edades de los niños, niñas y adolescentes.Contar con una educación de calidad posibilitará en cada niño el acceso y la apropiación de distintas herramientas que realmente los pongan en pie de igualdad y en posición de ejercer completamente sus derechos como niños y adultos.

La asistencia a la escuela rompe con el aislamiento social y posibilita el desarrollo integral de los niños. La no escolarización repercute en el desarrollo psico-social de cada niño, y retarda la adquisición de logros evolutivos, tales como la comprensión y expresión a través del lenguaje, la falta de entusiasmo, la expresión de frustración y enojo ante situaciones de resolución de conflictos. Cada uno de estos aspectos impacta en su presente y futuro.

Ante estas situaciones, las organizaciones que albergamos a niños, trabajamos en corresponsabilidad con las instituciones que integran el sistema de protección de derechos, desde una disciplina afectiva, con el soporte y acompañamiento interdisciplinario para la inclusión en el sistema educativo.

Cuanto más tarde se detecta la vulneración de derechos, más graves son las consecuencias, lo cual dificulta el pronóstico. En muchas ocasiones, la negligencia en relación a la escolaridad esconde otras formas de maltrato hacia los niños. Por esto, hacemos hincapié en la necesidad de la detección precoz para la recuperación y restitución de derechos.

La educación como derecho fundamental es una responsabilidad de todos los adultos y una obligación indelegable del Estado. Inspirados en ello, nos sumamos a la convocatoria de Naciones Unidas, desde el firme convencimiento de que una educación inclusiva nos llevará a alcanzar una sociedad con mayor igualdad de oportunidades.

Fuente:

 http://www.lanacion.com.ar/1935569-la-alfabetizacion-una-puerta-al-desarrollo-pleno-de-cada-chico

Imagen:  

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Institucionales sobre Convivencia Escolar.

Por: Coordinación de Mediación y Convivencia Educativa del CGE.

La construcción democrática de la convivencia en las escuelas se entiende como tendencia colectiva de los actores educativos dirigida en un mismo sentido que se consolida desde su enseñanza y el aprendizaje. Estos procesos se materializan en el diario quehacer de la vida escolar y se plasman en los consensos alcanzados, como líneas y acciones prioritarias del Proyecto Educativo Institucional.

Estas consideraciones generales se reflejan en los acuerdos escolares de convivencia acerca de cómo convivir en el espacio escolar en forma responsable y comprometida. Si esta nueva organización supera un mero trámite administrativo, de enunciación de prohibiciones y se percibe como un instrumento para mejorar el bienestar general; el cumplimiento de las normas deja de representar una simple obediencia y pasan a ser comprendidas como un gesto de coherencia entre los actores escolares.

Fuente: file:///C:/Users/Usuario/Contacts/Downloads/documento-de-apoyo-al-desarrollo-de-la-convivencia-escolar-2016.pdf

Imagen: http://i2.wp.com/otrasvoceseneducacion.org/wp-content/uploads/2016/07/6-4.jpg?resize=750%2C398

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El agotamiento de la propuesta educativa del gobierno de Peña Nieto.

Por: Miguel Ángel Perez.

En la historia reciente de la educación en México nunca como ahora se había presentado una propuesta con tanta improvisación, carencia de legitimidad y ausencia de claridad en los planteamientos e ideas educativas, sociales y culturales, como el actual planteamiento mal llamado reforma educativa.

Los errores en el planteamiento de la propuesta educativa del gobierno de Peña Nieto, es fiel reflejo de un gobierno débil e inseguro. Como lo han reconocido algunos analistas como Gil Antón y Alberto Arnaut, Peña Nieto es producto de televisa y la empresa de televisión pensó que un gobierno sexenal es como una telenovela de seis capítulos uno por año, todos malos, e igualmente improvisados.

Desde el llamado Plan de once años, pasando por la Reforma educativa de Luis Echeverría, Plan Nacional de Educación con López Portillo y el proyecto de Modernización educativa con De la Madrid y Carlos Salinas hubo cierto nivel de claridad en cuanto a las intenciones con el curso de acción de las políticas, la SEP en sus momentos específicos se dejaba ayudar de cierta manera por los investigadores, Pablo Latapí es un personaje emblemático en esta misma historia, que sirvió de contrapeso y que animó verdaderos debates educativos en los espacios en donde él confluía. Podemos estar a favor o en contra de sus ideas y de su estilo personal de hacer análisis de las políticas educativas, pero Latapí es un clásico en la investigación y en el análisis de la educación en nuestro país.

La crisis del gobierno ha contagiado los espacios académicos también se ha tornado en la crisis del análisis y del debate educativo, el llamado Modelo educativo tiene ocupados a muchos analistas e investigadores y es documento insípido que servirá para muy poco.

El gobierno actual pervirtió el potente concepto de REFORMA EDUCATIVA, a partir de una caricatura deforme quiso presumir que estábamos ante una obra de arte, y aquí estamos muchos atorados en viejos debates, sin poder avanzar, la parte más triste y mas desfavorable del gobierno actual junto a su incapacidad para diseñar una propuesta coherente que le de rumbo y soporte al presente y futuro de la educación en nuestro país, es su falta de disponibilidad para debatir, para hacer circular las ideas, para hacer una auto-critica de su actuación y para reconocer que se han equivocado en el galimatías que ha diseñado y que erróneamente le llamaron reforma educativa.

Hoy en día vivimos un paralelismo en el diseño de las propuestas, por un lado, el gobierno sigue empecinado en su complejo proceso de cometer errores y por el otro los analistas, investigadores, académicos e instituciones educativas, seguimos en un debate permanente produciendo propuestas y contra propuestas, en el centro de dicho espacio los maestros movilizados nos reclaman que los visibilicemos y que les permitamos hacer uso de su voz y de sus propuestas. Estamos inaugurando la cultura de la sordera institucional, cada loco con su tamborcito espera que lo escuchen los demás, pero nadie escucha, y son pocos los que hablan.

Necesitamos un dispositivo que destrabe el estado actual de cosas, un recurso estratégico que siente en una mesa de diálogo a los sordos y los obligue a escuchar y un mecanismo versátil que garantice que el gobierno si puede corregir el rumbo de la educación en este país.

En educación pública, seguimos en caída libre desde el aparato de gobierno y el abismo aun está muy lejos, por favor hay que parar y corregir el rumbo.

Fuente: http://www.educacionfutura.org/el-agotamiento-de-la-propuesta-educativa-del-gobierno-de-pena-nieto/

Imagen: http://www.educacionfutura.org/wp-content/uploads/2015/12/pe%C3%B1a-escuela-300×200.jpg

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Buen bachiller, buen profesor.

Por: Andres Gomez.
Hace años era muy repetida esta frase en círculos populares: «si no puedes entrar a la Universidad, ándate a la Normal”. En mi tierra solían agregar unas palabras más: «al menos deberías ser «chajra” maestro (profesor rural), si no puedes ser otra cosa”.
Ambas frases expresaban menosprecio a la profesión de maestro y daban por establecido que algunos bachilleres estaban destinados a las normales, más que todo por deficiente formación y causas económicas que le impedían aspirar a otro nivel académico. Quedarnos con esta idea sería consumar una injusticia, cuando por experiencia propia puedo dar fe que hay excelentes profesores en escuelas y colegios.
Sin embargo, como en todo, hay malos y buenos. Pero en la profesión de Maestro sólo debería haber excelentes y nunca deficientes, lo que significaría cribar en el ingreso a las instituciones de formación, como en otros países. Puede sonar discriminatorio, pero la educación es un bien determinante para el crecimiento humano. Falla la educación, falla la sociedad. Y para tener una buena educación, hay que tener buenos profesores.
La consecuencia no necesita mucho análisis, la educación saca de la pobreza a los pueblos y los convierte en sociedades con bienestar social y económico, autoestima y felicidad. A las escuelas va el futuro del país. Ergo, ¿cómo podemos dejar a nuestros hijos, que son ese futuro, en manos de los peores bachilleres? Es probable que algunos que eran deficientes en la escuela, por diferentes razones, sean muy buenos en la Universidad Pedagógica. Hay excepciones.
Pero, lo que uno es en el colegio suele ser en el resto de su vida académica. Cierto, tampoco se garantiza que un excelente bachiller, sea un excelente profesor. Quizás no sea su vocación. Tal vez sepa mucho, pero no tenga carácter como para compartir y construir conocimientos. Sin embargo, un buen bachiller siempre tendrá más chances de ser un gran educador y no sólo alfabetizador; ser un innovador y no repetidor porque entenderá rápidamente que educar es moldear almas libres ávidas de conocimientos que generen bienestar en sus sociedades.
Ya sé, un buen bachiller busca generalmente una profesión con mayores ingresos económicos, así tenga vocación de enseñanza, pues, finalmente, hemos venido a vivir bien y no a sufrir con bajos salarios.
Para seducir a los mejores, el Estado debería subir considerablemente el sueldo de maestro por su importancia determinante. Entonces, dormiríamos más tranquilos sabiendo que nuestros hijos (el futuro de Bolivia) aprenderán con los mejores profesionales y mejores seres humanos del país.
Un buen ingreso económico permitiría, por ejemplo a una maestra, dedicar el 100% de su tiempo académico a la educación, podría comprarse más libros y leer más; produciría más conocimientos y no se preocuparía por sobrevivir hasta fin de mes.
Es sabido que para ser una sociedad con desarrollo humano, primero hay que invertir en educación, luego en educación y después en educación. Los países que no lo hacen tienen gobernantes que ignoran que la diferencia con los desarrollados no es la riqueza, sino el conocimiento y éste se adquiere sólo invirtiendo en educación.
Desde la década del 90, cuando llegó dinero estatal a los municipios, veo excelente infraestructura escolar, pero no sé si hay excelentes profesores. Ya no escucho aquellas frases, será porque ahora hay otras opciones académicas o hay exceso de maestros. Antes había déficit, por lo que muchos bachilleres llegaron a las aulas sin formación pedagógica, más que todo, en las zonas rurales alejadas, a donde ningún titulado normalista quería ir.
Empero, se repite hoy con frecuencia otra frase: «del colegio vienen  con mala formación, aquí en la Universidad ya no podemos hacer nada”. Entonces, algo sigue fallando, no es la infraestructura, ni la ley, sino la gente y este problema se resuelve sólo con la mejor gente en educación.
Fuente: http://www.paginasiete.bo/opinion/andres-gomez-vela/2016/9/4/buen-bachiller-buen-profesor-108624.html
Imagen: http://ined21.com/wp-content/uploads/CLAVES-PARA-SER-UN-BUEN-PROFESOR-Magazine-INED21-01.jpg
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El carácter y la felicidad en la educación.

Por: Berta Gonzalez de Vega.

Es curioso comprobar cómo en educación todo vuelve, como en la moda. Ahora, algunas políticas educativas han descubierto el carácter. La forja del carácter. Puede sonar a «educar en valores» pero no parece que sea lo mismo. Según el diccionario, «carácter» es la  «Señal espiritual que queda en una persona como efecto de un conocimiento o experiencia importantes» En esta entrevista, el filósofo Gregorio Luri hablaba de cómo «La educación del carácter es esencial en la tradición pedagógica británica y no se puede decir que les haya ido mal. Se ha llegado a decir que las guerras mundiales las ganaron los británicos en los campos de deporte de Eton. Incluso ahora Nicky Morgan, secretaria de Educación (2), insiste en que la educación del carácter ha de ser equiparable a la formación académica. Nosotros consideramos mucho más ese discurso bonito de la educación en valores que es un fomento de la náusea en lugar del apetito. Les intentamos inculcar a nuestros alumnos lo mal que se han de sentir ante determinadas conductas, pero no les impulsamos a dar ejemplo, es decir, a manifestar sus valores en sus conductas».  O sea, no se trataría solo de manifestar repulsa por unos comportamientos,  si no de actuar en el mejor sentido. No de explicar qué es el bien, si no de ser bueno. 

Ahora se trata de elegir qué rasgos del carácter se pueden potenciar en la escuela. En EEUU, el coraje y la determinación, el esfuerzo, tienen predicadores tan potentes como Angela Duckworth, que tiene un laboratorio dedicado al estudio del carácter,  o Paul Tough, autor de Cómo los niños tienen éxito. En el fondo, parte del debate es sobre qué hace a una persona valiosa o buena y se sabe que muchas empresas, por ejemplo, no contratan por los títulos pero sí por los rasgos de personalidad más acentuados, gente que tenga capacidad de aguante o sepa resolver situaciones complejas sin venirse abajo y, a la vez, sea considerado con los demás. Pero forjar el carácter no tendría como objetivo conseguir un empleo si no una atmósfera general, un ambiente, en el que la mayoría de las personas haga lo correcto, no lo fácil. El respeto y ayudar a quien lo necesite sería también indispensable y eso pasa por forzar actitudes como dar las gracias, desde el bedel a la limpiadora, al profesor o a los compañeros.  Así,  se cambia el ambiente, de entrada, en un colegio o instituto.

En los últimos años, hemos visto cómo calaba el mensaje de que los niños tienen que encontrar la felicidad en el colegio, que los profesores deben tener como objetivo que los niños sean felices, igual que los padres. De hecho, en muchos colegios ponen ahora el énfasis en que están embarcados en la misión de hacer felices a los alumnos. Nadie duda de tan loable deseo pero, como explica aquí Richard Weissburg, profesor de la facultad de Educación de Harvard, se trata de conseguir que los niños sean felices siendo amables, responsables y haciendo lo correcto. Para conseguirlo, se puede empezar con exigir unas simples reglas de cortesía y, sobre todo, predicando con el ejemplo en casa.

En su libro «Mejor Educados»,  Luri alertaba contra esta burbuja de la felicidad: La infancia feliz, entendida como un cuento, obvia que es la etapa en la que se forman «el juicio y el carácter», que consiste en acomodar deseos infantiles a las exigencias de los adultos. «El edificio del carácter se levanta sobre pequeñas frustraciones», seguía explicando. Y, eso, incluye la necesidad de postergar muchas veces la satisfacción del deseo -como un pastelero no se come los ingredientes mientras hace un pastel–.  «Una persona incapaz de reprimirse a sí misma es una persona que puede ser incapaz de elegir». Elegir es renunciar a algo. Elegir es asumir riesgos. Y es la forja del carácter. El coraje es saber lo que está bien y lo que está mal y actuar en consecuencia. «Es la fuerza que nos permite hacer realidad lo que es posible y deseable» o «Es la capacidad de hacer lo que hay que hacer «. Y eso, a veces, no es hacer lo más fácil y lo más popular. Además, pasa por tener clara una frase que se ha repetido mucho de padres a hijos: No se puede tener todo. Si eliges, renuncias a algo. La vida es eso.

El otro día, Emilio Calatayud en el periódico contaba su ya tradicional receta para conseguir tener un hijo delincuente: «Darle todo lo que pida, no darle ninguna educación espiritual, no regañarle nunca, hacerle todo, ponerse de su parte cuando tenga un conflicto con los profesores». En principio, todo eso podría hacer al niño feliz de inmediato.

Vivimos  una época en la que hay demasiada ideología en la educación y el carácter se considera algo conservador porque trata de «lo que se tiene que hacer», no de la educación emocional. El carácter sería la dignidad en el desarrollo de lo que hay que hacer, poner un plus de voluntad. En ocasiones, se ha acentuado la existencia de un carácter nacional. Hay corrientes que han intentado enfrentar a la creatividad con el carácter pero no hay nada que pruebe que  sean incompatibles. Al fin y al cabo, muchos de los grandes creadores fueron alumnos de instituciones académicas donde había disciplina, se exigía buen comportamiento y se castigaban las conductas poco éticas como copiar o plagiar.

Mientras, en Singapur, el ministro de Educación, Ng Chee Meng, lleva tiempo diciendo que en la educación hace falta poner menos énfasis en las notas y más en el carácter. En un congreso con miles de profesores, dijo: «En otras palabras, debemos encontrar el equilibrio entre lo que puede medirse, como las notas, y lo que sólo puede ser observado, como los valores y el carácter».  El debate queda abierto sobre cómo hacerlo.

Y acabamos con cita de Ortega y Gasset: «Es falso decir que en la vida deciden las circunstancias. Al contrario: las circunstancias son el dilema, siempre nuevo, ante el cual tenemos que decidirnos. Pero el que decide es nuestro carácter.»

Fuente: http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/mejoreducados/2016/09/08/el-caracter-y-la-felicidad-en-la.html

Imagen: http://estaticos.elmundo.es/blogs/elmundo/mejoreducados/imagenes_posts/2016/09/08/173291_540x324.jpg

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