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Simón Rodríguez, maestro de la Patria Grande

Miguel Ángel Barrios

A partir de una conferencia que dictara en el doctorado de Ciencias Educativas del Núcleo de Educación Avanzada de la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez en Caracas en mayo de 2015, he venido reflexionando sobre el hecho de que es tiempo de materializar a nivel continental el ideario pedagógico y filosófico de ese extraordinario personaje llamado Simón Rodríguez o Samuel Robinson.

En un momento de nuevos reordenamientos geopolíticos en el sistema mundial que conducen “a un orden multipolar”, la cultura se reafirma más que nunca como la dimensión última y más profunda de la soberanía de los pueblos.

La cultura entendida más allá de lo estético, como el conjunto de elementos materiales y espirituales de un pueblo o de una nación. Y desde esta perspectiva la pedagogía o el sistema educativo es el formador de ese sujeto cultural, o sea, la educación es plural pero no neutral.

Desde esta concepción podemos considerar a Simón Rodríguez no sólo como el maestro del libertador, sino como nuestro primer pedagogo y maestro de la Patria Grande.

En un momento de relativa debilidad de nuestra América volver a Don Simón Rodríguez se torna una exigencia ineludible.

Breve referencia biográfica

Simón Rodríguez también es conocido como el maestro y consejero del Libertador Simón Bolívar, conocedor de la sociedad hispanoamericana, fue pedagogo, pensador filosófico, escritor de obras de contenido histórico y sociológico. Uno de sus más sobresalientes biógrafos y estudiosos de sus obras ([1]) afirma  que nace en Caracas el 28 de octubre del año 1771, el padre se llamó Alejandro Carreño y la madre Rosalía Rodríguez quienes lo  abandonaron quedando bajo la tutela del tío, el presbítero José Rafael Rodríguez, sacerdote muy respetado y de gran saber, quien se encargó de su  educación, y de  su hermano menor Cayetano, quien adoptó el apellido del padre y el niño Simón el apellido materno; de carácter altivo, duro e independiente; con ideas y costumbres verdaderamente singulares”, esos rasgos constitutivos de una personalidad muy nítidamente definida  perdurarán hasta el final de su vida en el año 1854 en Amotape, Perú. Es importante destacar que Simón Rodríguez vivió en Caracas hasta los veintiséis años de edad y no regresó a ella nunca.

Educación

La formación autodidacta emprendida por Simón Rodríguez desde muy joven tiene sus primeros frutos al punto que en 1791 obtiene el beneplácito del Cabildo de Caracas para ejercer como maestro de escuela de primeras letras de escuela pública de esa ciudad, dando rienda suelta así a su carrera de educador. En esa escuela tuvo entre sus alumnos a Simón Bolívar futuro Libertador de América. Para Simón Rodríguez, la escuela es el medio para enseñar a la gente a mejorar sus condiciones de vida; a valerse por sí mismo y a ser útiles a otros, para realizarse ellos y realizar el país, superando la segregación esclavitud. Fue un viajero incansable, un cosmopolita en el sentido literal del término, con poco sentido del arraigo al vínculo familiar, cultural o territorial, fue lo que hoy pudiéramos llamar un verdadero ciudadano del mundo; cuando sale de  Caracas viaja a Kingston, donde  aprende inglés. Su siguiente destino fue Baltimore donde trabajo por tres años en una imprenta, luego viajó a Bayona, en Francia, donde se registró bajo el nombre de Samuel Robinson. Más tarde, en la ciudad de París, se empadronaría en el registro de españoles de la manera siguiente: «Samuel Robinson, hombre de letras, nacido en Filadelfia, de treinta y un años»; y esta identidad la mantendría los siguientes veinte años de su vida en Europa. ([2])

Su vínculo con el Libertador Simón Bolívar

En París hacía 1803 se reencuentra con Bolívar y su compartir durante ese tiempo consolidaron su amistad y el pensamiento libertario de Bolívar.  En 1805 emprendieron viaje hasta Italia, como cosa curiosa cruzando a pie los Alpes.  Visitaron  varias ciudades y en Roma su estadía se  hace  célebre  porque allí fue donde subieron al Monte Sacro y se produjo el famoso juramento de Bolívar de libertar América: «Juro delante de usted (así describe Rodríguez el juramento de Bolívar), juro por el Dios de mis padres, juro por ellos, juro por mi honor, y juro por la patria, que no daré descanso a mi brazo, ni reposo a mi alma, hasta que haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español».  Emprendió viaje de regreso en 1823 y se encuentra con Bolívar. Luego de su estadía en Bogotá se dirigió hacia Guayaquil donde presentó al gobierno un plan de colonización para el oriente de Ecuador. Finalmente, se encontró con Bolívar en Lima y lo incorporó a su equipo de colaboradores dirigiendo la implantación de su proyecto pedagógico en las escuelas que el Libertador ya trataba de fundar. ([3])

Práctica educativa

En esas latitudes fue uno de los primeros en aplicar los novedosos métodos educativos que empezaban a utilizarse a comienzos del siglo XIX en Europa y por todos los medios trató de imponer en las atrasadas provincias de Bolivia y Colombia las novedosas y revolucionarias teorías sobre la educación de la infancia. En 1825 inició, junto con Bolívar, un recorrido por Perú y Bolivia. En Arequipa organizó una casa de estudios; después fue al Cuzco, donde fundó colegios para varones, otro para niñas, un hospicio y una casa de refugio para los desvalidos. En Chuquisaca, en noviembre de ese año, Bolívar lo nombró director de Enseñanza Pública, Ciencias Físicas, Matemáticas y Artes, y director general de Minas, Agricultura y Caminos Públicos de la República Boliviana.  Sus principales textos son: El Libertador del Mediodía de América y sus compañeros de armas, defendidos por un amigo de la causa social (1830), Luces y virtudes sociales (1834) y Sociedades americanas en 1828; cómo son y cómo deberían ser en los siglos venideros (1828, última edición en 1842).  Decepcionado por cuanto no le habían dejado hacer por la libertad de América, y arruinado y endeudado, se marchó a Arequipa, Perú donde  montó una fábrica de velas, de la cual esperaba obtener fondos para su manutención; las velas representaban también una muestra sarcástica de aquello que en su opinión había significado el «siglo de las luces» para América. Finalmente, en 1853 se trasladó a Amotate, ciudad peruana en la que falleció el 28 de febrero de 1854, a los 83 años de edad. ([4])

Impacto de su obra en la construcción de la Patria Grande

Para ello, es necesario dar a conocer cuáles son esas ideas educativas emancipadoras e impregnadas de libertad, inclusión e igualdad entre los pueblos que le generó suspicacia y desacuerdos en su tiempo, pero que hoy tienen más pertinencia que nunca cuando miramos la consolidación de la segunda independencia y la construcción de un ciudadano para la Patria Grande. Simón Rodríguez a pesar de que  no concebía la existencia de fronteras entre lo social, lo político y lo educativo; donde la educación debe ser la ocupación del colectivo humano, en la que el maestro tiene una responsabilidad particular, igual la familia y en consecuencia la sociedad. Es así como se destaca su proyecto Chuquisaca, donde se materializa   su idea del modelo educativo “escuela taller”, orientado en la educación hacia el trabajo teórico-práctico en ambientes educativos bien dotados y acondicionados.  Esta experiencia educativa hoy día está vigente. Igualmente, su planteamiento de que el gobierno debe ser el responsable del sistema de enseñanza y dirigir la educación de su pueblo. Asimismo, tiene que garantizar igual educación para todos y la enseñanza simultánea “moral e industrial que perfeccione el alma y el cuerpo y dé alimento al espíritu y al estómago”. Se destaca igualmente, su visión de la ciudadanía la cual está relacionada con las personas y la vida política, asociada por dimensiones sociales que impactan las transformaciones en la educación, y su efecto sobre el trabajo.  Todo cual generan vínculos sociales que modifican significativamente las relaciones entre las personas y en esa medida condicionan específicamente los vínculos políticos. Finalmente, uno de sus ideales fue contar  con una república basada en la igualdad, tolerancia y libertad; una sociedad sin castas ni clases dominantes, donde todos sus pobladores puedan disfrutar por igual de comunidades y bienestar, pues los hombres están en sociedad para consultarse sobre los medios de satisfacer sus deseos. Propuso, además de una “revolución política”, una “revolución de carácter socio-económico” con lo cual criticó duramente el naciente sistema capitalista en su fase industrial cuyos beneficios y logros se alcanzaron con el trabajo y esfuerzo bajo las inhumanas condiciones de trabajo de la clase trabajadora: “la menos o nada beneficiada”. ([5])

Su legado máximo: “o inventamos o erramos” es la única posibilidad de ser originales y lograr la soberanía cultural para que nuestros bicentenarios de la independencia más que un recuerdo nostálgico sea la convicción que nos lleve a la independencia definitiva.

Simón Rodríguez. Foto: venezuelatuya.com


[1] Rumazo González, A. (2006). Simón Rodríguez Maestro de América.  Breve Biografía. Coordinación de Archivo y Publicaciones del Despacho del Presidente, Publicación digital. Ministerio de Comunicación e Información. Caracas, Venezuela.

[2] GARCIA BACCA, J. D. (1978). Simón Rodríguez, Pensador para América. En Bibliografía, Fundación Juan David García Bacca. [online].Disponible: http://www.garciabacca.com/libros/simonrodriguez.html  [Consulta: 2016, abril 19].

[3] Rumazo González, A. (2006). Ob. cit.

[4] Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez. Simón Rodríguez (2000). Vida y Obra.

[5] Rumazo González, A. (1980). Ideario de Simón Rodríguez. Ediciones Centauro. Caracas, Venezuela.

 Fuente: http://www.alainet.org/es/articulo/176956#sthash.UR6OszE8.dpuf
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El misterio de la Clase media en América Latina

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Alfredo Serrano Mancilla

En estos últimos años se ha abierto un intenso debate sobre el rol político de la clase media en América latina. Sin embargo, el término clase media es exageradamente ambiguo. Tiene tantas acepciones como enfoques teóricos. La economía ortodoxa apela al ingreso para su definición y la sociología dominante lo limita a un asunto de estratificación social. Otros se centran en una cuestión de identidad, en una nueva subjetividad emergente que se siente incluida en un modo de vida promedio. En cualquiera de sus interpretaciones, la clase media existe actualmente como dilema político de época.

La estructura de clases sociales de la región ha cambiado sustancialmente de forma acelerada. Se conformó un nuevo sujeto gracias a las políticas redistributivas implementadas en la región. En Bolivia, en la última década, el 20% de la población ha pasado de la extrema pobreza a ser considerada como clase media. En Ecuador, en ese mismo periodo, la clase media se duplicó. En Venezuela, durante la Revolución Bolivariana, se triplicó. En Argentina, durante el kirchnerismo, se incorporaron 9 millones de personas a esta categoría. En Brasil, durante los gobiernos de Lula y Dilma, la nueva clase media abarca a 39 millones de personas. Este ascenso social oreenclasamiento positivo es un rasgo característico irrefutable de este ciclo político.

La manera en la que se afronte este fenómeno será decisiva en este momento histórico. Tras la victoria de Macri en Argentina, la derrota electoral del chavismo en la Asamblea de Venezuela, el revés de Evo Morales en el referendo para la reelección en Bolivia, a menos de un año de las elecciones presidenciales en Ecuador, y en medio del intento de golpe contra Dilma en Brasil, el asunto de la clase media se sitúa actualmente en el centro de la controversia política.

La llamada “nueva derecha” latinoamericana del siglo XXI lleva años prestando especial atención en “cómo hablarle” a esta nueva clase media. El objetivo es doble. Por un lado, ha venido prometiendo (desde la oposición sin responsabilidad de gobierno) aquello que reclama la lógica aspiracional de ese nuevo sujeto. Y, por otro lado, busca darle forma e identidad para constituirla como un actor social afín a su proyecto político-económico. Se presenta así a la clase media como si estuviera cansada de confrontar, aparentemente despolitizada, que prefiere la moderación, mayoritariamente urbana, que no le importa ni la justicia social ni la igualdad, que se siente más cómoda con otros valores materialistas (consumo) y postmaterialistas (ecologismo), y cada vez más individualizada.

Seguramente hay parte de verdad en todo esto, pero tampoco se puede dar todo por cierto. Tal caracterización responde a una intencionalidad, la de instaurar un nuevo sentido común conservador acerca de lo que es la nueva clase media. Hecha a medida, construida a su semejanza, y útil como nuevo sujeto.

He aquí la nueva jugada del neoconservadurismo para vencer en medio de este pulso sobre la resignificación de quién es la “naciente clase media”. Aún es un enigma por descifrar. No es la clase media europea de las décadas pasadas, ni siquiera es la clase media latinoamericana preexistente a estos procesos de intensa movilidad social. García Linera la conceptualiza como “clase media de origen popular”, lo que significa que no es una clase media al uso. Es otra clase media, distinta, que ha naturalizado los derechos sociales adquiridos y tiene nuevas aspiraciones; pero esto no significa que haya perdido sus raíces. Es una clase media politizada pero no de la misma manera que lo era hace una década. Tiene una nueva subjetividad que nos toca conocer. Está en constante relación con nuevos medios (redes sociales); tiene otra estética, otros marcos culturales que responden a una etapa posfordista.

El desafío está en caracterizar a esa “clase media de origen popular” en forma más compleja de lo que lo hacen Durán Barba y compañía. Este sujeto emergente es heterogéneo y contradictorio; es un híbrido de lo que fue, lo que es y lo que quiere ser. Es un actor en transición, en conformación. Es más, todavía es una especie de “casi clase media”, que se encuentra al filo del alambre como cualquier recién llegado que siempre puede volver al lugar desde donde salió. A esto, el Banco Mundial le llama “clase vulnerable”, porque dejó de ser pobre pero nunca pasó a ser rica; todavía susceptible de retroceder si la economía no crece lo suficiente. La restricción económica externa pone en riesgo su permanencia.

Seguramente, este término, el de nueva clase media, incomoda al pensamiento tradicional de la izquierda, más acostumbrado a otras categorías teóricas. Esto es comprensible, pero no hay tiempo que perder en un debate en curso que no pide permiso a los manuales clásicos. El misterio de la clase media está omnipresente. O se permite la restauración de una “clase media light” procedente de la visión neoconservadora, o por el contrario, se disputa su significado. De no hacerlo, corremos el riesgo de interpretarla como si fuera una clase media de otro espacio y otro tiempo histórico, importada e impuesta como tantas veces nos lo hicieron con recetas, teorías, categorías, epistemes, marcos analíticos.

Fuente: http://www.celag.org/el-misterio-de-la-clase-media-en-america-latina-por-alfredo-serrano-mancilla/

Fuente de imagen de cabecera: http://www.alainet.org/sites/default/files/styles/articulo-ampliada/public/mujer_joven_protestando_mobile.jpg?itok=K4NgsO5N

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¿Por qué la salud y la educación se vuelven negocios lucrativos en un sistema neoliberal – capitalista ?

Por: Mariano Ambrosio Aurazo

Es una realidad y preocupación por parte de los padres de familia, la colectividad , jóvenes universitarios y ciudadanía en general la proliferación de universidades y del negocio rentable de la salud .Primero vayamos al problema educativo en especial de la problemática universitaria superior que no cuenta con acreditaciòn ni licencias de funcionamiento donde estos locales o se podría llamar asi con salones que más parecen chiqueros cuartos de hostal siendo estos locales alquilado que no cuentan con la autorización de defensa civil , del Ministerio de Educación ni de la municipalidad respectiva.

En las economías de libre mercado como la peruana vemos estos casos , pues aqui el perjudicado son los alumnos , padres de familia que ellos ven el sueño truncado de ser grandes profesionales , pues estas universidades no cuentan con una verdadera acreditaciòn respectiva, hace falta pues mucho mayor control y fiscalización, estas UNIVERSIDADES NEGOCIOS que proliferan en muchos países de la región en especial de países cuyo economía social de mercado o economía liberal de mercado ) Perú , Chile , y algunos países de Centroamerica ) .

En el caso de Ecuador y Colombia el ente encargado de supervisar y cerrar universidades de medio pelo han decidido cerrar definitivamente estos seudos centros de enseñanza, pues muchos dueños de estos conglomerados universitarios se vuelven millonarios de la noche a la mañana a costas de los bolsillos de los sufridos padres de familia, tal es el caso peruano que personas como Cesar Acuña Peralta ex candidato presidencial y ex alcalde de la ciudad de Trujillo con sus universidades Cesar Vallejo, Señor de Sipàn , y Universidad Autónoma, del congresista José Luna Gálvez con su universidad TELESUP son algunos casos palpables cuando la educación universitaria se vuelve un negocio lucrativo , pues estos señores manejan millones de soles sin pagar impuesto a la renta como debería ser, pues lamentablemente en el Perú las instituciones de enseñanza universitaria están exoneradas de pagar impuestos.

Hace falta pues aparte de la fiscalización y control una verdadera reforma educativa por parte de el Estado , pues con voluntad política y del aumento del PBI en educación que actualmente bordear el 4 %, pues debería estar en el 6 a 7 % como en la mayoría de países, pues de ser así el estado estará obligado a que se subsidie el costo y mantenimiento de los estudiantes que estudian en las universidades públicas de todo el país, pero yo me pregunto ¿ Seguirá así la educación universitaria de tan baja calidad ?. ¿ Saldremos de los últimos lugares de la prueba PISA ?, ¿ Desaparecerán las universidades negocio a largo plazo ?. Pues mientras nuestros representantes en el próximo congreso no deroguen leyes que van contra la enseñanza y calidad de estas universidades pues seguiremos patas para arriba en materia educativa pues muchos de nuestros padres de la patria son dueños de las mal llamadas universidades negocio.

En segundo lugar veamos pues la problemática del sistema de salud tanto el público como el privado , pues el PIB destinado al presupuesto en la salud en el Perú es del 4.3 % un indicador inferior comparado con los demás países de la región, pues resulta que el sistema nacional de salud en el país ha colapsado y hacinado en su totalidad, con precios en los medicamentos de marca por las nubes y que el paciente no cuenta con los medios económicos suficientes pues son cerca de 12 mil médicos a lo largo y ancho del territorio nacional que trabajan en los hospitales del Ministerio de Salud , muchos de ellos no cuentan con estudios de especialización y muchos de ellos son contratados en zonas alejadas de las grandes ciudades, habría pues un déficit de 8 mil médicos a nivel nacional y así poder cubrir plazas de los médicos contratados, el otro problema es el déficit de camas de emergencia, pues de cada 100 personas solo 20 cuentan con camas de emergencias, hospitales de la red MINSA que se caen a pedazos debido a la pésima infraestructura en su construcción .El otro problema es el bajo sueldo de los médicos nombrados del país son un promedio de 3,500 a 4,00 soles mensuales algo asi como 1,200 dólares , y los médicos contratados la mitad de lo que percibe un médico contratado.

Con toda esta dificultad los pacientes los que pagan los platos rotos ante tanta incapacidad, maltrato y muchas veces negligencias médicas que se denuncian a través de los medios de comunicación,pues hay viene las falencias de la salud privada en este caso la de la situación de las clínicas que muchas veces al paciente lo ve como un bissness sean estas en una operación de alto riesgo como en su hospitalización , pues atenderse en una clínicas en Lima ciudad capital es un lujo que pocas personas tienen .

Pero nadie te asegura la atención debida en estas clínicas de la muerte, pues las negligencias médicas van en aumento , son muchas las clínicas que no cuetan con un plan de contingencia en su labor médica, no guardan los protocolos respectivos, se zurran en el juramento hipocrático de salvar vidas, al más necesitado, pues es una realidad no solo peruana sino latinoamericana y mundial y más todavía en los países del primer mundo.

Pues bien analizando estos casos de que la salud y educación dentro de un sistema neoliberal y capitalista se va distorcionando, con la abundancia desmedida de clínicas, universidades del montón , no piensan en que deben de dar CALIDAD DE LA ENSEÑANZA Y UNA BUENA CALIDAD DE SALUD Y BIENESTAR SOCIAL , CALIDAD ANTES QUE CANTIDAD MATERIAL ,LA PERSONA COMO FIN SOCIAL Y NO NEGOCIAL..

publicado primeramente en: http://www.telesurtv.net/imreporter/-Poerque-la-salud-y-la-educacin-se-vuelven-negocios-lucrativos-en-un-sistema-neoliberal—capitalista–20160420-0035.html#

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La autocrítica

Autor: Alfonso G. Nacianceno García

En el béisbol, desentrañar el lenguaje de las señas del rival ofrece un resquicio para marcar diferencias en la pizarra, máxime en juegos reñidos desde el primero hasta el último episodio.

Batear avisado con hombres en bases es una de esas ventajas a las que aludimos. Por ejemplo: si un corredor ancló en segunda —de frente al pedido que le hará el receptor al pitcher— le puede indicar al bateador cuál lanzamiento le tirarán.

Algo parecido acontece en la cotidianidad. Hermanadas en la historia, la crítica y la autocrítica llegan hasta nuestros días para contribuir al mejoramiento humano. Sin embargo, hoy asistimos al espectáculo de quienes batean avisados ante un auditorio donde alguien “muy servicial” le adelantó que debía autocriticarse fuerte en la reunión para esquivar el peso de la reprimenda colectiva.

Entonces, tras robarse la arrancada, el encartado tiene la opción de mostrarse honesto, profundo, armado de razones e ideas, dispuesto a corregir su gestión junto a los compañeros bajo su dirección; o apreciamos que —presumiendo un vendaval de opiniones en su contra— el señalado asume la ofensiva y descorre el telón de la farsa: se constriñe en la silla, pone cara de carnero degollado, e inicia una melopea hueca, cobijado por una imagen desdibujada casi siempre resumida en la frase: “¡yo no estoy defendiendo mi puesto!”.

Ante esta última escenificación existen dos alternativas. ­O los convocados exigen profundidad y objetividad en el análisis; o escuchan inertes la apología a “mí mismo”, ya sea porque entre ellos hay intereses creados y no quieren conflictos; o porque han recibido dádivas comprometedoras que supeditan la justa opinión crítica a los designios de un jefe capaz de vajear a una parte del colectivo. Como consecuencia, allí convive el temor de ir al fondo del problema para resolverlo con la manga al codo.

No será la reiterada alabanza al buen hacer lo que enaltezca al hombre. Se prefiere a quien mirándonos a los ojos pone su mira y disparo sobre los puntos susceptibles de perfección en la obra colectiva, que aquel aprovechado —experto en lisonjear— avivado en no perderle ni pie ni pisada al jefe, casi siempre para distraer la atención, desviarla de sí, porque a derechas él no es un buen trabajador.

Desempeñarse con dedicación, entusiasmo y realismo al frente de un colectivo, velar por el rendimiento en cada jornada, atender a los problemas personales de sus integrantes, pudieran ser quizá las claves para emprender relaciones interpersonales llevaderas, pero si quienes lo dirigen entronizan inmerecidas ventajas para algunos de sus componentes —ya sea en el trato o por el otorgamiento de beneficios materiales sin sustento comprobado— ahí crecerá la discordia. La protesta no será hija de una excesiva susceptibilidad de los excluidos, sino porque en esta época, cuando se enfatiza en elevar la productividad y la producción para entonces aspirar al incremento salarial, molestan en grado sumo los reconocimientos no avalados por el esfuerzo cotidiano.

No cabe duda que cualquiera recibirá con beneplácito un elogio frente a una desaprobación de su proceder. Es humano y eleva la autoestima, pero si a menudo nos miráramos en el espejo y algún día vemos reproducida una imagen fuera de foco, existirá la posibilidad de echarle mano a la rectificación de los actos propios y de los estados de ánimo y de conciencia.

Parecerse a uno mismo, tomando muy en cuenta lo que los demás esperan de nosotros, implica practicar el rigor del autoanálisis crítico, ese sí es capaz de poner nuestra imagen en foco.

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Educar hoy, mirando a los más pequeños

Por: Miguel Ángel Pérez

Para Mónica, Sara
y a todo esa generación dorada
de educadoras reflexivas
de la UPN en Jalisco

onuEn cada debate internacional en el seno de las cumbres mundiales sobre cualquier cosa, en cada manifiesto planetario se reconoce que la educación es la clave para superar todos los problemas, para resolver todos los conflictos y para generar ejes que garanticen un verdadero desarrollo que beneficie a pueblos y comunidades. Sin embargo, educar hoy se ha tornado en una tarea compleja y cada vez más difícil; en donde el reto no es sólo el desarrollo armónico de las capacidades y potencialidades de los sujetos escolares.

Educar también en el presente se ha tornado en un escenario inédito de lucha constante entre los que educamos en contra de muchos agentes y actores que se toman contrarios a toda iniciativa educativa o a la aparición de esquiroles del hacer educacional. Las agencias de gobierno como la SEP, el SNTE, junto con organismos civiles o empresariales como Mexicanos Primero y Televisa se hacen presentes en el debate educativo nacional pero para generar contrapropuestas o propuestas ausentes de compromiso social y de inviabilidad educativa histórica.

Es por ello que suena sugerente pensar dentro de dicho debate en educar mirando y atendiendo a los más pequeños y pequeñas. La educación inicial junto con la educación preescolar son los únicos espacios institucionales exitosos de nuestro país, en donde la creatividad y la innovación superan los desaciertos gubernamentales.

Educar hoy mirando a los más pequeños se traduce, en trazar un horizonte formativo en donde a cada niño y niña se le blinde para un mejor futuro, ausente de violencia o permeado por una convivencia de vida sana, en donde las ideas valiosas, originales y chuscas de los niños y niñas preescolares puedan incluirse en el currículum de la educación formal. Y también donde el preescolar se desligue de las prescripciones y formalidades absurdas y permita generar un curriculum mucho más flexible para garantizar que la práctica de las educadoras se adapte mucho mejor a lo que hacen, proponen, sueñan, fantasean e incluso sufren los niños y niñas preescolares. Cada niño y niña es un mundo dentro del cual no siempre caben satisfactoriamente en el aula de preescolar y en la racionalidad y el trabajo de muchas educadoras.

Es por ello, que la exigencia deberá ser mayor educar desde los más pequeños, para que los grandotes aprendamos de ellos y también para que nos comprometamos a que sus sueños no terminan con la intervención de los adultos en el jardín de infantes, sino que en términos educativos apenas ahí comienza.
La educación preescolar es un espacio institucional el cual deberá concebirse más como un laboratorio que como un espacio predecible de educar, esperar lo inesperado, en donde todo o cualquier cosa puede pasar desde la perspectiva de la lógica infantil. La educación preescolar deberá hacerse más creativa y menos esquemática dando lugar a la llegada de cuenta cuentos, profesores chiflados, experimentos científicos, debates infantiles en donde entre niños y niñas se construyan y circulen las ideas sobre el mundo de hoy y sobre otro mundo posible para el mañana.

En educación nada cambia mágicamente si no es validado y legitimado desde la práctica de los y las educadoras, hace algunos años el debate era si había o no contenidos en preescolar, hoy sabemos que existen 6 campos formativos con la integración de 50 competencias a desarrollar a lo largo de cada curso, pero ¿y la imaginación, la creatividad, los sueños infantiles, las propuestas para superar conflictos, en dónde quedan?

Los conflictos y las recientes guerras de Siria, de Medio Oriente, las amenazas de Donald Trump, las guerras absurdas de este tercer milenio nos reclaman y nos comprometen a garantizar una mejor educación planetaria, es necesario que comencemos con los más pequeños, para garantizarles otro mundo y al mundo garantizarle mejores seres humanos.

Publicado primeramente en: http://www.educacionfutura.org/educar-hoy-mirando-a-los-mas-pequenos/

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La evaluación a los maestros: del discurso a la realidad.

Libres son quienes crean, no copian. Y libres son quienes piensan, no obedecen. Educar es enseñar a dudar Eduardo Galeano

America del Norte/Mexico/24.04.2016/Autor: José Enrique González Ruiz/Fuente:http://webcache.googleusercontent.com/

Difícilmente podríamos oponernos a lo que el discurso oficial plantea acerca de la “Reforma Educativa”.  Dicen que se propone alcanzar la calidad de la educación, a fin de que los educandos de México reciban los beneficios de un nuevo sistema, basado en “el interés superior del niño y de la niña”. De acuerdo con eso, sostienen, la evaluación del trabajo de los docentes se hace para ayudarlos a ponerse al día y para que sean mejores en su quehacer.

De ninguna manera se trataría –sostienen– de una reforma represiva, pues está orientada a resolver añejos problemas, causados por grupos que se han apoderado de las tareas educativas y que actúan en provecho propio. Tampoco quieren, según expresan, despedir a ningún maestro. Porque van a capacitar a todos, proporcionándoles las facilidades necesarias para cubrir los requerimientos de la evaluación.

Previamente a la aprobación del paquete de modificaciones legales (incluyendo al Artículo Tercero constitucional), se tomaron medidas de orden político. La más importante fue la detención de la secretaria general del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), la otrora poderosísima Elba Esther Gordillo Morales. Se le formularon acusaciones que no le permitieron salir bajo fianza y hasta hoy se le mantiene en prisión para demostrar que no sólo se trata de reprimir al magisterio democrático.

Al frente de la Secretaría de Educación Pública estaba un político muy gastado, debido a su vinculación con la Matanza de Acteal, en Chiapas. Emilio Chuayffet Chemor fue defenestrado para poner en su lugar a un joven cercano a los círculos presidenciales, de nombre Aurelio Nuño Mayer. Éste ha cumplido la  tarea de imponer las evaluaciones por todo el territorio nacional, auxiliándose de policías de todos los niveles. Sin relación de ningún tipo con tareas educacionales, sólo hace gala de sus dotes represoras. En los medios afines al poder se le presenta como uno de los precandidatos del oficialismo a suceder a Enrique Peña Nieto, lo que él refuerza con un activismo elemental: recorre escuelas repartiendo recursos y diciendo que su reforma no tiene reversa.

Si creemos lo que dice el gobierno, pensaremos que las cosas van muy bien con la “Reforma Educativa” y que ésta goza de gran consenso entre nuestros conciudadanos.

Los propósitos de fondo

Las acciones puestas en práctica por Peña Nieto no son de su autoría, y ni siquiera de su equipo de colaboradores en materia educativa. Si de verdad tuvieran un proyecto educativo, hubiesen colocado en la SEP a un educador (que sí los tienen, aunque reaccionarios) y no a un amigo del Ejecutivo más cargado hacia la frivolidad. Al menos cuidarían las formas, porque de todos modos se trata solamente de ejecutar las instrucciones de los organismos internacionales de crédito.

Está más que comprobado que quien definió el contenido de la “Reforma Educativa” fue la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Ésta se alimentó del trabajo que hizo el Banco Mundial, con sus famosos think tank. Siguiendo las orientaciones de los economistas más ortodoxos (como Hayeck y Friedman), diseñaron el modelo educativo para los países endeudados, mismo que fue “aceptado” por éstos, debido al endeudamiento que tienen con el Fondo Monetario Internacional.

Se trata de que los detentadores del poder global uniformen la economía global. Primero modifican la base económica de los Estados dependientes (privatizando todas las que fueron actividades públicas); luego reestructuran el mundo de la política, abriendo espacios a corrientes “de izquierda”; y concluyen modificando el mundo de la educación y la cultura. Estas últimas estabilizan el ejercicio del poder (la hegemonía, en términos de Gramsci) en el mediano y largo plazos.

El modelo neoliberal pauperiza los derechos laborales. En los más de 30 años que lleva aplicándose dicho modelo, los trabajadores han perdido poder adquisitivo y calidad de vida. Para fomentar la competencia se requiere que el empresario patrón pueda disponer de la mano de obra disponible en el mercado, sin limitaciones de ningún orden. El estado debe limitarse a garantizar que funcione bien el mercado y no estorbar la acción de quienes generan la riqueza, que son –en esta visión– los dueños del capital.

Consolidar el neoliberalismo requiere precarizar el trabajo y restarle influencia en los asuntos políticos. Por ello, la composición de la clase política (o casta gobernante) se reconfigura, incorporando a los empresarios en cargos públicos, lo mismo que a sus colaboradores e intelectuales.

No hay tal reforma educativa; es una reforma laboral para quitar estabilidad en el empleo al maestro y dar al patrón la libertad de despido prácticamente a su arbitrio. Someterlo a la evaluación eterna y externa, para restarle efectividad a su labor creadora.

La educación empresarial

Para el Banco Mundial, la educación es un bien privado y, por lo tanto, se realiza en el mercado. A éste van los productores de bienes y servicios a ofrecer su producto; y acuden también los clientes, que siempre buscan lo mejor al precio más bajo (bueno, bonito y barato). Lo que determina el éxito o el fracaso de los productores es la calidad del servicio o del bien que ofertan. La educación, en esa perspectiva, debe ser ofrecida por varios actores, a fin de que haya competencia entre ellos. La escuela es entonces una empresa educativa (o industria de la educación, le dicen algunos) que debe estar preparada para competir con otros y ganar con un producto mejor y de más bajo precio. Entre la empresa que oferta el servicio educativo (ya no escuela) y el cliente (ya no alumno ni estudiante), hay un elemento estorboso: el maestro. Éste pretende tener autonomía en su quehacer e incluso hacer aportaciones a lo que se entrega al cliente. Por eso hay que constreñirlo a que haga exacta y únicamente lo que se le indica, y el instrumento es la evaluación.

En el mundo neoliberal, el saber ya está creado en los países ganadores. Los otros sólo tienen que repetir las fórmulas para ser también triunfadores. La tecnología permite que el conocimiento se acumule en la máquina procesadora de datos (la computadora), de modo que el maestro –ahora llamado facilitador– debe limitarse a transmitir al cliente lo que la máquina contiene. Y nada más; por eso lo evalúan.

La educación debe servir para emancipar a las personas

Quienes pensamos que la libertad es el don más preciado de los seres humanos, vemos en la educación fines emancipatorios. No se trata de una mercancía, que sólo tiene valor por sus características materiales, sino de un derecho humano fundamental. Debe servir para formar integralmente a las personas, a efecto de que desarrollen plenamente todo su potencial.

La evaluación de ese quehacer deben hacerla los pares o iguales y no la burocracia estatal, ni los organismos empresariales (como Mexicanos Primero). Y su finalidad no debe ser punitiva, sino correctiva y formativa.

El pueblo de México ha luchado por una educación liberadora desde que la arrancó de los conservadores y la encomendó al Estado. El Artículo 3 constitucional debe volver a contener un proyecto de nación soberana, libre y autodeterminada, dejando atrás las ideas neoliberales que atan las conciencias y pretenden formar seres obedientes y acríticos. Siendo un bien público, la educación debe llegar a todas y a todos, como expresión esencial de la democracia. Los mexicanos hemos elegido como nuestro modelo educativo el de la educación pública, laica y gratuita, rechazando toda idea de mercantilización.

Evaluar es parte del trabajo docente, pero jamás debe hacerse de forma punitiva . Imponer es contrario a la libertad del trabajo docente. Un Estado que amenaza, agrede, persigue, golpea, encarcela e incluso priva de la vida a los maestros, es enemigo de la verdadera Educación.

Fuente: http://www.contralinea.com.mx/archivo-revista/index.php/2016/04/24/la-evaluacion-a-los-maestros-del-discurso-a-la-realidad/

Imagen : http://www.contralinea.com.mx/archivo-revista/wp-content/uploads/2016/04/enrique-gonzalez-ruiz-485-a.jpg

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La educacion, o el suicidio cultural de occidente.

Por:  ALICIA DELIBES

En 1964 el prestigioso filósofo y sociólogo francés Pierre Bourdieu publicaba Los herederos, que estaba llamado a convertirse en la biblia de todos los pedagogos sesentayochistas. En ese libro, que tanta influencia va a tener después, Bourdieu, como buen marxista, dio una vuelta de tuerca más a la teoría de la lucha de clases como motor de la historia. Y esa vuelta de tuerca fue considerar que las clases no sólo vienen determinadas por la posesión de bienes materiales, sino también por la diferencia de conocimientos y hábitos culturales. De manera que, igual que un marxista convencido debía luchar por acabar con las clases sociales, también debía esforzarse por acabar con esas diferencias culturales, que eran otra expresión de la opresión de unos privilegiados sobre el resto.

Cincuenta años después de su publicación, François-Xavier Bellamy, nacido en 1985, profesor de Filosofía formado en la Escuela Normal Superior de París, ha escrito Les déshérités (Los desheredados), un libro en el que el autor clama por la recuperación de la escuela como transmisora de conocimientos. Según Bellamy, aquellos estudiantes que en mayo de 1968 tomaron las calles de París reclamando una escuela libre y democrática, al convertirse en padres y maestros han renunciado a transmitir a sus hijos y alumnos el legado cultural que ellos habían recibido.

El libro de Bellamy comienza con el emocionante relato de lo sucedido en la Ópera de Roma el 12 de marzo de 2011. Se conmemoraban los 150 años de la unidad italiana con la representación del Nabucco de Verdi, dirigida por el maestro napolitano Riccardo Muti. Al poner fin al coro de los hebreos, el famosísimo Va, pensiero, entre los ensordecedores aplausos se alzaron varias voces pidiendo el bis. «De pronto, -escribe Bellamy- se hace el silencio. (…) un escalofrío recorre el patio de butacas. El maestro se vuelve hacia la multitud: ‘Estoy de acuerdo'». [En el vídeo, a partir del minuto 7]

No es amigo Muti de hacer concesiones al público. Una decisión tan extraordinaria exigía una explicación y se la dio al público:

«Ya no tengo treinta años, he vivido mi vida; pero como italiano que ha recorrido mucho mundo, me avergüenzo de lo que pasa en mi país. Accedo a vuestra petición de bis por Va, pensiero. No es solo por la alegría patriótica que me hace sentir, sino porque esta tarde, mientras cantaba el coro «Oh mi país, tan bello y perdido», he pensado que, si continuamos así, vamos a matar la cultura sobre la cual la historia de Italia ha sido construida. Y si es así, nuestra patria estaría verdaderamente «bella y perdida», y nosotros con ella».

Esa misma noche, en Asnières-sur Seine, banlieu del oeste de París, un chico de 15 años era asesinado en la puerta del liceo en el que, curiosamente, Bellamy había empezado su vida profesional como profesor de Filosofía. Un liceo conflictivo de los muchos en los que la educación francesa muestra su tremendo fracaso. «Si no se encuentra un remedio», escribe el profesor Bellamy, «Francia, como Italia, tendrá que entonar el canto fúnebre de la cultura».

Para Bellamy la crisis que atraviesa la enseñanza francesa es fruto de una opción deliberada según la cual la escuela debe dejar de transmitir el legado cultural de nuestros antepasados. «La crisis de la cultura, de la educación, de la familia, de las autoridades tradicionalmente investidas de la responsabilidad social de la transmisión, no es un fracaso. Al contrario, es el resultado de un trabajo reflexionado». Bellamy señala aDescartes, Rousseau y al citado Pierre Bourdieu como responsables intelectuales de las políticas que han llevado a ese desprecio oficial de la transmisión de saberes.

El Discurso del método (1637) de René Descartes fue «el primer acontecimiento de una revolución (…) cuyas consecuencias serán inmensas». Descartes, que había sido un extraordinario alumno del colegio real regentado por los jesuitas, La Flèche, y que gozaba ya entonces de una gran reputación intelectual en toda Europa, en El discurso del método pone en cuestión todo lo que había aprendido a lo largo de su educación. Había sido el mejor alumno del mejor colegio de Francia en el siglo más avanzado y, sin embargo, sentía que una creciente inseguridad se apoderaba de sí mismo. Era tanta la información que tenía, había leído tanto lo que otros habían escrito que temía que otros hablaran por su boca y que ninguno de sus pensamientos fuera propiamente suyo. No soy yo el que piensa, otros lo hacen por mí. Llega así a la conclusión de que la transmisión de los saberes y de la cultura ofusca la razón y dificulta la creatividad. Para Descartes, la educacióndebe poner buen cuidado en preservar la inteligencia natural del hombre, «no buscar otra ciencia que aquella que se puede encontrar en uno mismo», preservar «la luz natural de la razón».

Cien años después, Rousseau, en el Discurso sobre las ciencias y las artes (1750), cuestiona el valor de los saberes transmitidos con el argumento de que «cuanto más perfeccionado está el hombre por la cultura, más se aleja de la naturaleza». Más tarde en Emilio (1762), el libro que más influencia ha tenido en la pedagogía moderna, explicará cómo educar a ese hombre para que no se aleje de la naturaleza, cómo mantenerle en la feliz ignorancia. Emilio deberá crecer lejos de la influencia de padres y preceptores, sin amigos, sin libros, sin estudios. El educador no debe enseñarle nada más que aquello que precise para sobrevivir. Pues para Rousseau «más vale la pureza de la ignorancia que la alienación de la transmisión».

El tercer paso de esta revolución anticultural lo dará dos siglos más tarde Bourdieu con el citado Les héritiers (1964), un libro que fue leído por los estudiantes del 68 como si fuera el evangelio. Bourdieu aporta todo tipo de datos estadísticos para demostrar que los hijos de la clase dominante tienen más posibilidades de triunfar en la escuela que los hijos de familias desfavorecidas. El conocimiento, la cultura, es un capital que se lega de padres a hijos y, por tanto, ser una persona culta es un privilegio de la clase dominante.

En 1979 se publicó un nuevo libro de Bourdieu sobre la escuela tituladoLa distinction. Aquí se sirve de la estadística para demostrar que la transmisión de conocimientos impide la movilidad social. La cultura entendida como el conjunto de saberes, costumbres y formas de comportarse en el mundo viene impuesta por la clase dominante y se utiliza para hacer distinciones entre los hombres. Aquellos que pertenecen a la clase burguesa aspiran a adquirir la cultura de las élites, mientras que la clase obrera se tiene que conformar con aprender lo necesario para sobrevivir.

Así fue cómo, según Bellamy, la propia cultura francesa engendró el instrumento de su destrucción. Descartes soñaba con un hombre que hubiera nacido con la plenitud de su inteligencia y que nunca hubiera sido niño, Rousseau puso como modelo un hombre que siempre permanecería niño, contribuyendo así a la creación de la emblemática figura del buen salvaje. Finalmente, Bourdieu llevó a la escuela la lucha de clases.

El hombre sin cultura no es un hombre. Un país que se niega a transmitir su herencia cultural está abocado a caer en la barbarie. Eso es lo que Riccardo Muti quiso decir aquella noche en la Ópera de Roma y eso es lo que quiere mostrar Bellamy con este libro. Los saberes, los conocimientos que adquiere un niño a lo largo de su educación configuran su personalidad. Sin ellos no es nada.

Bellamy critica a los pedagogos posmodernos que han encontrado en las tecnologías la coartada perfecta para enterrar definitivamente la enseñanza tradicional. El profesor Google puede facilitar toda la información que el alumno precise en un tiempo récord. ¿Para qué entonces malgastar el tiempo y el esfuerzo en transmitir conocimientos? Hoy los niños lo que tienen que hacer en la escuela es aprender a aprender. La tecnología viene así a completar la revolución anticultural iniciada por Descartes hace cuatrocientos años.

La cultura que uno adquiere a lo largo de su vida, dice Bellamy, no es como una maleta que se va llenando de contenidos, uno es lo que sabe, lo que ha aprendido a lo largo de su vida. Sin civilización el hombre sería el más desvalido de los animales, sin cultura carecería de humanidad. El esfuerzo por aprender, por recordar, por leer, por escribir, construye al individuo como ser humano. Y para aprender, para construirse a sí mismo el niño necesita maestros, necesita libros y necesita condiscípulos.

«Hemos decretado que la lengua era fascista, la literatura sexista, la historia chovinista, la geografía etnocentrista y las ciencias dogmáticas -y ahora no comprendemos por qué los niños terminan por no saber nada». Y al final, sin saberes, sin cultura, ¿qué quedará del hombre?, se pregunta Bellamy. Cuando ya se haya destruido toda la cultura «sólo quedará la barbarie».

El autor cerró el último capítulo de su libro con una llamada de urgencia: «Podemos superar la crisis de la transmisión, pero hay que hacerlo pronto, porque la desculturización progresiva y de cada vez más gente solo puede significar que el mundo se hace cada vez más salvaje».

Era el final del verano de 2014. Quince meses más tarde añadió un post scriptum (que ya aparece en la reedición francesa que yo he leído): «No sabía hasta qué punto los inviernos que siguieron iban a confirmar mi sombrío presentimiento». El 7 de enero diez periodistas y dos policías son asesinados en un atentado a la sede de la revista Charlie Hebdo; el 8 de enero un policía es asesinado en Montrouge. El 9 de enero, cuatro clientes de un supermercado de Vincennes son asesinados. Algunos meses más tarde, el 13 de noviembre, varios terroristas siembran de muertos las calles de París. «Víctimas, sin duda, de la locura de los criminales; pero víctimas también, y al mismo tiempo de nuestras propias abdicaciones».

La gran diferencia entre los atentados de las Torres Gemelas de Nueva York y estos de París, dice Bellamy, es que estos crímenes han sido cometidos por jóvenes nacidos en Francia que han estado sentados durante años en los bancos de nuestras escuelas. «Hace falta que el mal sea muy profundo para que, después de miles de horas pasadas en la escuela de la República, un joven se revuelva con tanta violencia contra su propio país, contra el hombre, y contra lo que hay en él mismo de humano».

Publicado primeramente en: http://www.expansion.com/actualidadeconomica/analisis/2016/04/24/571c68d1e2704e37048b4570.html

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