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Libro: La Escuela Plataforma de la Patria

La Escuela Plataforma de la Patria

Adriana Puiggrós

CLACSO

«Muchas de las ideas aquí expuestas son simples hipótesis, en tanto otras están confirmadas por una dura realidad que aqueja a franjas muy significativas de la infancia y la adolescencia de nuestra región. He preferido usar en esta oportunidad el lenguaje que surge de la libre asociación de ideas, antes que el académico, porque ello me permitió decir y contradecir, afirmar y dudar, mantenerme todo lo posible en la frontera entre el pasado, el presente y el futuro, al menos en mi imaginación. Así también, me permití interrumpir o alternar el estilo argumentativo con algunos de los recuerdos y anécdotas que afloraron mientras escribía. He usado el lenguaje de género cuando resultó oportuno, y el tradicional en muchas ocasiones, lo cual me hizo sentir libre….» (La autora)

Descargue este interesante libro aquí:  http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/se/20191205024740/La-escuela.pdf

 

Fuente de la Información: CLACSO / Biblioteca en Acceso Abierto

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La COVID-19 fuerza a cuatro millones de niñas a dejar la escuela

La COVID-19 fuerza a cuatro millones de niñas a dejar la escuela

La pandemia se une a la violencia como causas de abandono escolar, que suma 262 millones de menores en el mundo

Rosa Carvajal

Anzoo tiene 17 años y es la más alta de su clase. Ella acude a asignaturas de recuperación con compañeros de doce años porque perdió tres cursos debido a que su familia se vio obligada a huir de la violencia de Sudán del Sur. «Esta es mi única oportunidad de ponerme al día con todo lo que perdí», comenta. Cuando atacaron su escuela por primera vez, ella se escondió, pero muchos niños fueron capturados por los militares y el centro cerró durante meses. El segundo ataque fue en el pueblo, por lo que el colegio tuvo que habilitarse como refugio y se suspendieron las clases. En un último ataque varios hombres armados invadieron las aulas; afortunadamente ella pudo escapar hacia la noche y caminó durante meses, hasta que llegó al campamento actual. Desde que comenzó el conflicto en el país, se han destruido, dañado u ocupado una de cada tres escuelas. Muchas de ellas se utilizan como cuarteles o centros de reclutamiento de niños soldado.

Para Anzoo, la escuela más cercana está a 25 km, por lo que camina durante tres horas para llegar, lo que aumenta sus riesgos de sufrir violencia en el camino, por lo que comenzó su educación en el centro de Plan International, a solo diez minutos de su casa. Aprende matemáticas, escritura y conocimientos básicos sobre sus derechos y principios elementales de higiene, hasta que se ponga al día y pueda seguir con su educación formal: «Por ahora, esta es mi escuela», dice.

Kholud también se vio obligada a dejar sus estudios por culpa de la violencia en su país. Tiene diez años y es la más pequeña de su familia. En 2011 se vio forzada a dejar el colegio, estaba en cuarto de primaria y tenía sólo tres años cuando tuvo que huir de Siria con su familia debido a la guerra civil. Se refugiaron en Trípoli, una ciudad al norte del Líbano afectada por un pasado conflictivo entre sus habitantes: una amplia mayoría suní y una minoritaria comunidad alauí. El conflicto fue neutralizado por el Ejército libanés en 2014, pero dejó en la zona una escasez notoria de recursos básicos para la formación de niños y niñas.

A pesar de los obstáculos, Kholud está decidida a seguir sus sueños, formarse y convertirse en abogada. Por eso se ha unido al Programa de Habilidades para la Vida de Plan International en coordinación con la René Moawad Foundation. «Quiero ser abogada para poder defender los derechos de todas las personas y convertirme en una persona útil para mi comunidad», explica Kholud.

En 2017 había un total de 262 millones de niños sin escolarizar, lo que representa una quinta parte del número total de niños y niñas en edad escolar en todo el mundo. El número de niños sin escolarizar en edad de asistir a la escuela primaria disminuyó de 101 millones en 2000 a 62 millones en 2008, pero los progresos se han estancado desde entonces. Del total de la población escolar de todo el mundo, se estima que actualmente el 89% no están yendo actualmente a clase por motivo de los cierres escolares. Esto supone 1.570 millones de niños y niñas en educación primaria, secundaria o universitaria, incluyendo 743 millones de niñas. Más de 111 millones de niñas viven en los países menos desarrollados, donde acceder a la educación antes de la pandemia ya suponía un desafío. En Malí, Níger y Sudán del Sur, tres de los países con menores tasas de matriculación, los cierres por la COVID-19 han forzado la salida de las escuelas de cuatro millones de niñas.

Más financiación

El acceso a la educación es un derecho de todos los niños y niñas del mundo y desafortunadamente no se garantiza, explican desde la ONG Plan Internacional. Garantizar una educación de calidad gratuita y equitativa, es uno de los objetivos marcados por la ONU en su Agenda 2030 (ODS 4). «Es fundamental financiar la educación, con recursos económicos y humanos, además de infraestructuras seguras y adecuadas, especialmente allí donde es más necesario y existen mayores barreras de acceso, y para los colectivos más vulnerables, como los niños y niñas en situación de pobreza, con discapacidad, de minorías étnicas, migrantes, de zonas rurales y aisladas, y de países afectados por crisis, conflictos y emergencias», explica Benjamin Thiberge, director de programas internacionales de Plan Internacional.

Más de la mitad de los niños que no están matriculados en la escuela vive en África Subsahariana, lo que la convierte en la región con mayor número de niños sin escolarizar de todo el mundo. Y esta región tiene una población muy joven, por lo que en 2030 tendrá que proporcionar educación básica a 444 millones de niños de tres a 15 años, que es 2,6 veces el número de alumnos matriculados a día de hoy.

Fuente de la Información: https://www.larazon.es/economia/20200614/cikon4z7n5aadkaaxeoi5gc4n4.html

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Guía UNESCO: Educación en Emergencias en la E2030 – Reconstruir sin ladrillos.(PDF)

Educación en Emergencias en la E2030

Guía UNESCO

Reconstruir sin Ldrillos

«…En este escenario y ante la demanda de los países, la UNESCO ha redoblado sus esfuerzos para dar respuesta a las necesidades del sector educativo en contextos de emergencias, poniendo un foco especial en la regeneración de vínculos, confianzas y capacidades locales para una recuperación de largo plazo de las comunidades afectadas.» Cecilia Barbieri
Directora (a.i)

Tomado de Saludos Directora UNESCO

Descárguelo completo aquí: Guia_1_web_educacion_emergencias

 

Fuente de la Información: http://www.unesco.org/new/fileadmin/MULTIMEDIA/FIELD/Santiago/pdf/Guia_1_web_educacion_emergencias.pdf

 

 

 

 

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Educación y Pandemia: Reflexiones desde el Sur de Nuestra América

Por: Fernando J. Gómez

Ellos, los que perturban las horas

de  la decencia, los capaces de todo

engaño en el momento más terso,

no descansan. Que nuestro vicio absoluto

sea éste: la despiadada lucha sin tregua.

(Rafael Oscar Ielpi)

Apertura: una mirada sobre el pasado reciente

Volcando una mirada sobre nuestra historia no es difícil descubrir que en Argentina el principal elemento democratizador y aquel que en mayor medida permite la movilidad social ascendente es la educación pública. Ésta fue blanco de los principales ataques del neoliberalismo durante mucho tiempo y sólo se mantuvo en este rol social gracias a la resistencia colectiva de estudiantes y docentes, es decir a la resistencia política y militante de sus protagonistas. Cabe aclarar también que la educación pública es un valor reconocido y defendido por la mayoría de la sociedad. Más allá de la resistencia que se mencionaba, es sabido que la educación pública debió permitir ciertos avances privatizadores, la Ley de educación superior del menemismo (y los organismos internacionales), trajo consigo la reglamentación de la venta de recursos a terceros, posgrados pagos, alquiler y venta de bienes y servicios para lograr el autofinanciamiento. Esta ley también significó una pérdida de fuerza política y simbólica por parte del claustro estudiantil, el no-docente y de graduados, que vieron reducida su participación en los órganos de cogobierno de las universidades. Se reglamentó y se naturalizó con la sanción de dicha ley, una relación entre la universidad y el sector privado, esto tuvo lugar principalmente a partir de algunos planes de estudio. Disfrazando esta relación de imbricación con el sector productivo de un intento de potenciar las fuerzas internas de la sociedad para el beneficio colectivo, en lo concreto de estas relaciones, lo que sucedió fue que las empresas privadas pudieron formar a su antojo y escoger entre los mejores cuadros de la educación pública. Los ejemplos sobran, hay programas de estudio confeccionados íntegramente para satisfacer los deseos y las exigencias de las empresas privadas.

Virtualización de la enseñanza superior, neoliberalismo y pérdida de derechos

En medio de esta pandemia los docentes claman por que se los considere seres humanos que están atravesando una de las peores crisis que ha sufrido la humanidad en los últimos años, si no la peor. Las muertes se informan por millares, la desocupación, la desesperanza, el hambre, se anuncian en el horizonte y golpean desde las pantallas de los noticieros exponiendo el escarnio de una nueva realidad local e internacional. En Argentina se disparó la demanda en comedores y merenderos donde se vuelcan los sectores más desfavorecidos de la población. El tiempo presente nos ha encerrado y parece ser que no sólo los animales salvajes se pasean libres por la ciudades, sino que los think tanks del neoliberalismo planean con gran libertad el mundo nuevo. A través de las redes creadas en la actual coyuntura coinciden los análisis al respecto. El mal llamado trabajo virtual que tiene una férrea existencia real, es en realidad trabajo remoto y mayormente no está contemplado en el convenio colectivo de trabajo del sector. La exigencia del momento es reemplazar las actividades que se realizaban de manera presencial por actividades virtuales. Esto ha generado un escenario de sobreexigencia sobre el trabajador docente, sobre el que recae también la responsabilidad por las herramientas de trabajo/conectividad. En las actuales circunstancias se ha disparado el tiempo dedicado por los docentes a la tarea laboral. Esto no parece ser advertido por parte de quienes consideran los distintos estamentos del sector educativo público (y privado) ¿se pretende así ocultar la pérdida de derechos laborales que esto significa para el sector docente?

Relatos y ausencia de crítica

La construcción mediática del momento parece realizarse magnificando los beneficios de la virtualización de la enseñanza, que deja fuera a una fracción considerable de la sociedad, es decir, produce la virtual muerte o desaparición simbólica de grandes sectores de la población que no cuentan con la conectividad necesaria, ni con el tiempo, ni con la vitalidad que esta transformación -que nadie esperaba, que nadie deseaba- necesita o exige. Nuevamente, sólo algunos sectores docentes y algunos sectores estudiantiles poseen una mirada de conjunto de las complejidades que implica la prematura virtualización de la enseñanza del nivel universitario. Urgidos por un ideal de eficientismo y temerosos de las consecuencias de ejercer la crítica, muchos sufren una aquiescencia resignada y trabajan sin descanso denegando la realidad pandémica en que todo esto ocurre.

En Argentina, ya avanzado casi un mes y medio de aislamiento social preventivo y obligatorio, la cuestión educativa se encuentra en el centro de la escena, los sectores que han quedado desconectados de la virtualización por falta de recursos, resultan por el momento una verdadera incógnita. En este sentido, un punto a destacar, es el asignado a los padres, madres y en general a las familias respecto de la forma que está tomando la educación virtual; una parte sustancial en cuanto a la formación de los niños y las niñas recae sobre sus espaldas. ¿Debería poder relacionarse esto con la idea de capital humano que brilla en el acervo conceptual del neoliberalismo?

Desde los medios de comunicación se pervierte la mirada evitando la crítica, se destaca entonces a tal o cual maestra/o que en zonas rurales se encarga por sí mismo de llevar las tareas a sus alumnos. En una suerte de romantización de la crisis, a partir de las actitudes heroicas se construye un relato que desobliga al sistema educativo de sus responsabilidades. No es heroísmo individual lo que necesita la sociedad del futuro, es compromiso político y presupuestario con la formación de las generaciones por venir, es mayor conectividad, es una mirada de Derechos Humanos sobre los menos favorecidos lo que necesita el mundo del futuro; esto si es que el mundo del futuro pretende incluir a todos y todas.

Dificultades en el horizonte, el sueño neoliberal

Se teme concretamente el retroceso en materia de derechos, no sólo en los derechos laborales de los docentes, sino en los derechos al acceso a la educación de sectores desconectados que aún en las condiciones más difíciles lograban llegar a una escuela o a una universidad pública. Se plantea como hipótesis la posibilidad de que este ensayo de virtualización sirva a los intereses de transformar el universo educativo público y se advierte sobre el riesgo que corren los derechos de la población. Es decir, se pretende advertir sobre el natural avance del neoliberalismo que se ha planteado en repetidas ocasiones como una forma de apropiación de los bienes comunes de la humanidad. El despliegue del neoliberalismo, de las lógicas neoliberales, a partir de cuestionar y destruir las culturas locales podría subrepticiamente estar avanzando sobre las ideas que sostienen la educación pública y gratuita en Argentina. Sin negar que la educación pública debe transformarse para poder transformar las realidades de Nuestra América en este siglo XXI, ninguna duda cabe sobre el interés del neoliberalismo por acabar definitivamente con la educación pública tal como la hemos conocido por generaciones en este Sur; sueñan los neoliberales con convertir la educación pública en una mercancía más, esperemos que más temprano que tarde, su sueño se convierta en pesadilla.

 Referencia del epígrafe:

Ielpi, R. (1968) El vicio absoluto. Rosario, Argentina, Editorial biblioteca.

*El autor escribe para OVE

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Libro: La cruel Pedagogía del virus

Libro: La cruel Pedagogía del virus

Boaventura de Sousa Santos

CLACSO

 

«La vida humana, señala este intelectual, representa solo el 0.01% de la vida existente en la Tierra. La defensa de la vida en nuestro planeta en su conjunto es la condición para la continuación de la vida de la humanidad.

Según Boaventura de Sousa Santos, la idea conservadora de que no hay alternativa a la forma de vida impuesta por el hipercapitalismo en el que vivimos se desmorona. Y concluye afirmando que ‘las alternativas entrarán, cada vez con más frecuencia, en la vida de los ciudadanos a través de la puerta trasera de crisis pandémicas, desastres ambientales y colapsos financieros’.

Para Boaventura de Sousa Santos salvar nuestro planeta requiere ir más allá del marco de referencia eurocéntrico, reconociendo la pluralidad de modos de adquisición de conocimiento (que incluye el conocimiento científico), lo que Boaventura de Sousa Santos llamó las Epistemologías del Sur.»

Tomado de la Presentación

Autor del Libro: Boaventura de Sousa Santos

Descargue el libro completo en: http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/se/20200430083046/La-cruel-pedagogia-del-virus.pdf

Fuente de la Información: CLACSO

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Pandemia y capitalismo de vigilancia

Pandemia y capitalismo de vigilancia

Por Aram Aharonian

La pandemia del COVID-19 es más que un “cisne negro” (un hecho inesperado, poco frecuente). La pandemia seguramente pasará, pero la crisis quedará -la social, la económica, la política-, significando un mundo diferente que ni los más osados científicos sociales y politólogos han podido imaginar, con un estimado de más de tres mil millones de desempleados.

La necesidad de “quedarnos en nuestras casas” obligó a trabajadoras y trabajadores a seguir produciendo desde sus hogares con la modalidad del “teletrabajo”; docentes y estudiantes que continúan con parte de la currícula de manera virtual, así como también los grupos de riesgo dentro de los cuales se encuentran en gran medida nuestros jubilados y jubiladas, el sector de mayor riesgo en la pandemia.

¿Qué mundo les tocará vivir a las nuevas generaciones? En el mundo feliz (1932) del británico Aldous Huxley, las personas viven drogadas con el imaginario “soma”,y felices, manipuladas por un plan superior en el que la ciencia de punta sólo sirve a una estructura de dominación.

No tenemos soma, pero sí (tenemos Netflix y) un número infinito de aplicaciones y servicios gratis diseñados específicamente para convertirnos en felices adictos y en los auténticos recursos que surten la acumulación de riqueza en el nuevo capitalismo –el capitalismo de vigilancia- que ordena el mundo. Nunca nos hemos sentido tan libres pese a ser observados sin descanso.

El ser humano se ha convertido en un terminal de corrientes de datos. Hoy sabemos que con este saber se puede influir, controlar y dominar totalmente a las personas, a través de los algoritmos y la inteligencia artificial. La pandemia despertó la voracidad de los vendedores de dispositivos de vigilancia y tecnología de rastreo de personas, presuponiendo que la ciencia de datos será esencial para derrotar al enemigo invisible

Alentados por el éxito de China y Corea del Sur (entre otros países  asiáticos) en el combate al covid-19, líderes políticos de democracias liberales, de derecha e izquierda, se mostraron encantados con la capacidad de control de los dispositivos digitales y del modelo estadístico de los algoritmos que extraen padrones y realizan predicciones.

Cámaras, software, sensores, celulares, aplicaciones, detectores, son presentados ahora como las armas más sofisticadas para el combate al virus…y para la domesticación de las poblaciones.

La industria de telecomunicaciones e informática –que junto a la farmacéutica será una de las ganadoras en esta crisis- prospera gracias a un principio básico, el de extraer los datos personales y vender predicciones sobre los comportamientos de los usuarios a los anunciantes. Pero hasta ahora se lograban pronósticos que facilitaban la previsión de hechos, acontecimientos (y su manipulación, claro), no certezas.

Las empresas (y los gobiernos) comprendieron que para que aumenten los beneficios (financieros pero sobre todo de manipulación) se hacía necesario tratar de modificar las conductas humanas a gran escala.

La mano de obra ya no está configurada por empleados que reciben un salario a cambio de su trabajo, sino por usuarios de aplicaciones y servicios gratuitos, satisfechos de adquirirlos a cambio de ceder sin consentimiento a múltiples empresas un registro de sus experiencias vitales.

En el nuevo capitalismo, los datos personales se acumulan para producir el bien que se pondrá a la venta en el mercado: predicciones sobre nosotros mismos. Los propietarios de los medios de producción no son otros que los que ejercen el monopolio del negocio digital: Google, Facebook, Apple y Amazon, señala Patricia Serrano en El Economista de España.

Las medidas de excepción adoptadas, la llamada flexibilización de derechos, los cortes de salarios, el irrespeto a los principios básicos de la ciudadanía, las violaciones de privacidad, con el fin declarado de enfrentar al virus y la crisis, podrán no ser de excepción para convertirse en permanentes. E incluso ampliarse. El virus no destruirá el capitalismo. Todo indica que la vigilancia (policial, cibernética) conseguirá consolidarse.

“El capitalismo industrial, con todas sus crueldades, era un capitalismo para las personas. En el de vigilancia, por el contrario, las personas somos por encima de todo fuentes de información. No es un capitalismo para nosotros, sino por encima de nosotros”, sentencia Shoshana Zuboff , profesora emérita de la Harvard Business School en una entrevista en la BBC.

Tu smartTV te observa. Pero también tu teléfono, tu coche, tu robot de limpieza,tu asistente de Google y hasta esa pulserita que monitoriza el número de pasos que das. Una pista: todos los productos que llevan la palabra smart o incluyen la coletilla de ‘personalizado’ ejercen de fieles soldados al servicio del capitalismo de vigilancia. Así lo resume Zuboff.

El filósofo surcoreano Byung-Chul Han, profesor en la Universidad de las Artes de Berlín y autor de una decena de libros, profundiza en esta idea: “El ser humano es un terminal de corrientes de datos, el resultado de una operación algorítmica. Con este saber se puede influir, controlar y dominar totalmente a las personas”.

“En la cárcel, hay una torre de vigilancia. Los presos no pueden ver nada pero todos son vistos. En la actualidad se establece una vigilancia donde los individuos son vistos pero no tienen sensación de vigilancia, sino de libertad”, explica en su obra “La expulsión de lo distinto”, que analiza el impacto de la hipercomunicación y la hiperconexión en la sociedad.

Para Han, la sensación de libertad que brota en los individuos es engañosa: “Las personas se sienten libres y se desnudan voluntariamente. La libertad no es restringida, sino explotada”. Añade que “la gran diferencia entre internet y la sociedad disciplinaria es que en esta última, la represión se experimenta. Hoy, en cambio, sin que seamos conscientes, somos dirigidos y controlados”.

Paloma Llaneza, abogada, experta en ciberseguridad y autora de Datanomics, señala que el consentimiento en realidad no existe cuando escribimos nuestros datos personales rápidamente para bajarnos aún más rápido una aplicación gratis o recibir una newsletter semanal. “El consentimiento es una de las grandes mentiras de internet”, afirma.

El problema empieza cuando nuestros datos son usados para otras finalidades y cedidos a terceras empresas que buscan conocernos mejor y sacar un perfil de cómo somos. “Sin saberlo, el usuario puede estar dando consentimiento a ser escaneado en redes sociales y, de ahí, se saca el perfil de la persona. Solo con las fotos de Instagram ya se pueden deducir cosas del comportamiento”, explica.

Mientras algunos líderes políticos apelaban a la “unidad” en la guerra contra el enemigo invisible, y otros negacionistas llevaban a su gente al genocidio, aparecían algunas líneas de fractura. A través de las redes sociales (y los cacerolazos) se compelía a los gobiernos a adoptar medidas drásticas para proteger a las poblaciones, la salud común.

El coronavirus afecta a toda la industria manufacturera de alto contenido tecnológico (incluyendo industria automotriz, aeronáutica y telecomunicaciones), básicamente porque su producción implica aglomeración de personas, no es considerada esencial y en definitiva se ajusta a las proyecciones de la demanda, nada alentadoras hoy.

En este análisis sólo se rescatan algunos sectores, primordialmente de servicios, entre los cuales tenemos el caso de las OTT (over the top), las empresas de telecomunicaciones que brindan servicios de streaming. O sea, usan internet para llegar a los usuarios con video (Netflix), audio (Spotify) o mensajería (Whatsapp, de Facebook) y/o aplicaciones de teleconferencia (como Skype o Zoom).

Con el aislamiento social, las plataformas que recolectan datos personales y los venden en el mercado avanzan para convertirse no solo en grandes intermediarios del entretenimiento sino también de la educación, lo que no puede aceptarse como algo natural y mucho menos como solución excepcional, señala Sérgio Amadeu da Silveira, profesor de la Universidad Federal de ABC, Brasil.

El covid-19 seguramente pasará. El neoliberalismo es una pandemia que durante cuatro décadas infectó hasta las fuerzas de izquierda que deberían haberlo combatirlo. Enfrentamos dos pandemias…

Autor: Aram Aharonian

Fuente de la Información: https://www.nodal.am/2020/04/pandemia-y-capitalismo-de-vigilancia-por-aram-aharonian/

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Lecciones educativas desde una Europa confinada

Un gran laboratorio sobre cómo enseñar cuando la escuela ya no es un lugar físico. Secuencia interminable ensayo-error, con órdenes oficiales y altas dosis de autonomía. El aula virtual europea va encontrando respuestas al mismo ritmo que genera interrogantes. Los principales países del continente han activado protocolos de urgencia para que la educación no sucumba al cerrojo escolar. Las profesoras contactadas para este reportaje albergan mil dudas, aunque tienen algo claro: enseñar a distancia multiplica la carga de trabajo.

Como en España, se respira una atmósfera espesa en la que la confusión sobre cómo evaluar desdibuja los contornos. La brecha digital impide penalizar a los ausentes, esos “alumnos fantasma”, dice una docente alemana, hayan desaparecido estos por voluntad propia o debido a la falta de conexión.

Pero sin palo, sigue habiendo zanahoria. Así que Francia, Alemania -o la mayoría de sus estados federados- e Italia han optado por recomendar que el trabajo online cuente en las notas, mas solo en favor del estudiante. En cuanto a la promoción, Italia y Alemania apuestan por el aprobado general (salvo en los cursos clave). Francia aún se debate sobre qué hacer, si bien, por ahora, aconseja benevolencia.

Los diferentes niveles de rigor en el confinamiento marcan el posible retorno a las aulas. En los tres casos, la prioridad son los chavales que están cerca de obtener un título oficial. Sobre todo el de Bachillerato, equivalente (con matices) a nuestra EVAU, al menos en su función de salvoconducto para acceder a la universidad.

Varios länder (estados federados) alemanes ya han reabierto sus centros, por ahora focalizados en los exámenes Abitur. La reapertura en Francia está prevista para el 11 de mayo, aunque las pruebas del Bac quedaron canceladas hace semanas, con excepción de una pequeña parte oral. Italia se resiste a dar por finalizadas las clases presenciales, y mantiene la posibilidad de volver al aula -más como hipótesis lejana- a partir de mediados del próximo mes. La forma y contenido de su Maturitá quedan a expensas de la decisión final.

Francia: ¿el centralismo mató al Bac?

En el pico de la pandemia, las autoridades galas tomaron una drástica decisión, para muchos apresurada: suprimir este curso los exámenes del Bac y otros títulos oficiales como el Brévet. La mayoría interpretó que, al no poder garantizarlos en todo el país, ni su adecuada preparación entre los alumnos, el Gobierno había optado -en un alarde de igualitarismo centralista- por la cancelación total. En las calificaciones, la evaluación continua se erige este curso como máximo criterio.

Profesora de Biología y Geología en un lycée de Cusset (centro de Francia), Marie Laure Montel va más allá y observa motivos estructurales de más amplio recorrido: “El ministro [Jean-Michel Blanquer] ya había anunciado su intención de suprimirlos el próximo curso, y el confinamiento le ha permitido adelantar la medida a modo de prueba, en su camino hacia una reforma del modelo francés inspirada en los países anglosajones. Los exámenes nacionales -que gozan de gran consideración entre los docentes- se podrían haber hecho, quizá más tarde y gastando algo más de dinero. Ha sido una decisión política”.

La parte oral del Bac aún vigente se hará, en principio, de manera presencial. Otra novedad es que, dadas las restricciones de movilidad, los profesores evaluarán a sus propios alumnos, cuando normalmente estos se desplazan a lycées de otra regiones para asegurar la imparcialidad. Francesa de origen ecuatoriano, profesora de Español en Saintes (oeste de Francia), Carolina Sión alberga serias dudas sobre la reactivación de la vida escolar este curso. “Voy a proponerle a mi director hacer los exámenes por Skype. Antes de que podamos volver a los centros, tienen que existir las condiciones necesarias: distancia de seguridad, mascarillas, test… Sin esas condiciones, difíciles de alcanzar, la gran mayoría de profesores, en mi centro y me atrevo a decir que en toda Francia, no vamos a ir a trabajar”.

Surtido tecnológico a gusto del profesor y amplia libertad de acción acompañan la toma de decisiones. Y arrojan luz sobre las zonas de sombra que oscurecen la conversión forzosa hacia la enseñanza a distancia. Por ejemplo, se han de valorar -siempre en sentido positivo- las tareas que realice el alumno durante el confinamiento. Pero al volver al aula, no podrá ser examinado sobre lo aprendido. Los docentes también deben tener en cuenta, explica Sión, la asistencia, si bien nadie les ha explicado cómo pasar lista a través de la fibra óptica. Mientras, sobrevuela la incógnita en cuanto a la repetición. “Sabemos que en verano se van a generalizar talleres de recuperación a escala masiva en todos los centros”, añade Sión. Quizá una pista de que repetir este curso será, con toda probabilidad, absolutamente excepcional.

Montel se considera afortunada de contar con alumnos “autónomos y acostumbrados a las herramientas digitales”. Explica que son ellos mismos los que se han organizado en grupos de discusión para que el aprendizaje no pare. Ella se ha limitado a dejarse llevar por la iniciativa de sus pupilos.

Sión se declara neófita en artilugios y aplicaciones, aunque se las ha apañado (e-mail, WhatsApp, plataforma del Ministerio…) para subirse al carro de la “continuidad pedagógica”. Objetivo top oficial para el que las autoridades certifican un éxito del 95% de estudiantes. “En esa cifra”, se queja, “se incluye a todos los alumnos con los que el profesor ha podido contactar en algún momento, aunque haya sido una sola vez. Es un éxito ficticio”. Sión resume sus cinco semanas de enseñanza virtual: “Agotadoras”.

Alemania: diversidad federal con el virus a raya

Las jornadas maratonianas proliferan también al otro lado del Rín. Profesora de Lengua y Francés en un gymnasium (instituto académico) de Bonn, Ilona Levitin, define el confinamiento docente en términos casi hercúleos. Cuando logra aligerar de tareas por corregir la plataforma que utiliza, vuelve a entrar en ella para encontrarse en el punto de partida. Sin apenas problemas de conectividad, casi todos sus alumnos están cumpliendo a rajatabla.

Otros centros saltan la brecha digital como buenamente pueden. Levitin narra una de esas bellas historias que nos está regalando la pandemia: “Conozco muchos colegas en la ciudad, sobre todo de primaria, que cada día hacen un tour en bici para repartir tareas impresas en los buzones de sus alumnos más vulnerables, la mayoría de familias inmigrantes en las que se unen pobreza y grandes dificultades con el alemán”. Algo solo posible en un país que ha optado por una cuarentena light.

Levitin enseña en el estado federado (länder) de Renania del Norte-Westfalia, uno de los primeros en reabrir las aulas. Su gymnasium acoge alumnos desde el jueves 23, empezando por aquellos a punto de someterse al Abitur. Las asignaturas se concentran en largas sesiones de hasta tres horas con un máximo de 15 alumnos por clase. “Está muy bien organizado, con una incorporación progresiva y excluyendo por el momento a profesores y estudiantes que sean población de riesgo”, afirma Levitin. El estado de Hesse, incluso, realizó los exámenes finales semanas atrás, en el punto álgido de la crisis. Para el 4 de mayo, todos los länder tendrán escuelas funcionando.

Berlín (que administrativamente funciona como estado) examina alumnos desde el lunes 20. Rafael Hormann, estudiante de último curso de humanidades en un instituto de la capital, dice haber sido “capaz de ignorar la incertidumbre” la mayor parte del tiempo. Aunque reconoce que no siempre ha resultado fácil sustraerse a los rumores. “Al final me tuve que preguntar si estudiaba solo para el examen o porque aprender es bueno para mí y para mi futuro. En la respuesta encontré una importante fuente de motivación”, añade. Hormann explica que las autoridades han priorizado el retorno de alumnos de más edad no solo por cuestiones académicas. “En teoría somos más maduros y nos comportaremos con precaución. Habrá que verlo”, asegura escéptico.

Alemania no ha sido inmune a las directrices confusas llegadas desde arriba. En Renania del Norte-Westfalia, la autoridades indicaron primero que no se avanzara en los currículos y que el aprendizaje a distancia no afectaría a la nota. Después de Semana Santa, dijeron que sí se debía proseguir con el temario y que el esfuerzo del alumnado tendría recompensa numérica.

Levitin reconoce que su director hizo al principio caso omiso de la visión oficial: “Hemos seguido con los programas, nunca hemos parado”. En todo caso, explica, los docentes solo pueden enviar a sus alumnos “propuestas de aprendizaje” voluntarias, aunque, al retornar a las aulas, estas se considerarán contenidos ya vistos. Todo un “sinsentido”, en su opinión. Más duros, otros estados como Sajonia o Bavaria se han decantado por las clases virtuales obligatorias. Concepto relativo en tiempos de promoción automática.

Italia: la utopía de volver

La posibilidad de que algunos alumnos italianos retomen las clases presenciales entre el 14 y el 18 de mayo sigue encima de la mesa. Pero pocos en el país transalpino lo ven factible. Buena parte de la comunidad educativa da por sentado que las escuelas no reabrirán hasta después del verano. El aprobado general -decretado para pasar de curso, aunque no para obtener títulos oficiales- permite adivinar un primer trimestre 2020-21 del todo excepcional. Una mezcla de pretemporada escolar y lenta transición hacia la normalidad.

“El reto es enorme. Hay varias posibilidades, nadie sabe exactamente qué ocurrirá”, comenta Lorenzo Benussi, de la Fondazione per la Scuola, muy activa en proyectos de innovación e inclusión educativa. Benussi se arma de optimismo y atisba un campo de oportunidades: “Como seguramente habrá que guardar la distancia seguridad, sería buena idea dividir clases y repartir alumnos en otros espacios públicos como museos, bibliotecas o incluso parques, lo que llevaría a la práctica radical de esa vieja aspiración de derribar los muros del aula y la escuela”.

Antes de que finalice el curso, la gran cuestión pendiente es el formato de la Maturitá. Si los centros no levantan el cerrojo, la prueba será oral a través de una plataforma digital aún por decidir. Mil dudas giran en torno a la opción online. ¿Resulta viable hacer un examen de Matemáticas a viva voz? ¿Quién vigila que los chavales no copien? Benussi no conoce las respuestas, pero se muestra convencido de que, más allá de asuntos coyunturales, el momento es propicio para “repensar conceptos y realizar inversiones (de equipamiento, de formación) que no sólo sirvan para salir al paso de esta crisis, sino que abran el camino hacia un cambio pedagógico profundo”. El virus, sostiene, ha destapado las muchas limitaciones de la escuela tradicional.

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