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Entrevista a Sylvie Laurent De Martin Luther King a Black Lives Matter

Entrevista a Sylvie Laurent
De Martin Luther King a “Black Lives Matter”
 
Manuel Cervera-Marzal
Contretemps / Viento Sur
 

En esta entrevista con Manuel Cervera-Marzal, Sylvie Laurent retoma las cuestiones planteadas en sus dos últimos libros: Martin Luther King. Une biographie (Seuil, 2015) y La couleur du marché. Racisme et néolibéralisme aux Etats-Unis (Seuil, 2016). A pesar de la llegada por primera vez de un negro a la Casa Blanca, las desigualdades raciales aumentaron notablemente durante los dos mandatos de Obama, sumándose así a las desigualdades de clase que ya se habían incrementado bajo las presidencias de Bill Clinton y George W. Bush. ¿Cómo interpretar el giro neoliberal del Partido Demócrata frente a la oligarquía bipartidista y financiera que gobierna el país, ¿qué ocurre con las luchas sociales?; y, para empezar, ¿cómo reinscribir el combate antirracista, protagonizado actualmente por el movimiento “Black Lives Matter” (La vida de la población negra importa), entre otros, en la larga historia de las luchas por la emancipación en EEUU?

-Todo el mundo conoce a Martin Luther King. Sin embargo, usted ha creído necesario consagrarle una nueva biografía. ¿Por qué?

Para ser completamente sincera, de entrada, yo no pretendía escribir una biografía de Martin Luther King. Mi proyecto estaba destinado a un editor estadounidense, y se trataba de realizar un estudio de la “campaña de los pobres”, que fue el último proyecto de King, el que tenía entre manos en 1968, consistente en superar la lógica de los derechos civiles para pasar a la cuestión de los derechos humanos y de una unión de los pobres, de un movimiento proletario más allá de la cuestión racial. Esto me parecía fundamental, máxime cuando King fue asesinado tres semanas antes de que arrancara la campaña.

Resulta que, para el público francés, este tema era un poco demasiado traído por los pelos. Mi editor en Seuil aconsejó mantener esta trama, consistente en sacar a relucir las convicciones socialistas de King –que no se conocían–, pero ampliando la perspectiva con el fin de presentar la vida y el pensamiento de King desde su nacimiento hasta su muerte. Escribir la historia política e intelectual de King pasaba por poner el acento en sus ideas, que se elaboran en algún punto situado entre el góspel social, la filosofía negra y el marxismo.

-En su libro, usted pinta a un Martin Luther King más subversivo que el de los manuales de historia. Usted subraya, por ejemplo, que su antirracismo –de todos conocido– era indisociable de un compromiso anticapitalista y antiimperialista. ¿Cómo definir con precisión su combate político?

Hay todo un debate historiográfico sobre su recorrido y sus evoluciones. ¿Era acaso desde el principio profundamente marxistizante, pero se veía obligado a guardar para el sus convicciones anticapitalistas para concentrarse en la cuestión de los derechos civiles? Hay quien dice que Rosa Parks le obligó un poco a concentrarse en la cuestión de los derechos formales y que, una vez conquistados estos, retomó la cuestión de la justicia social. Otros sostienen que fue a partir de la guerra de Vietnam, que él denunció en 1967, cuando dejó realmente de creer en la capacidad de EE UU para enmendarse y entonces radicalizó su combate.

En mi libro intento reconciliar las dos teorías, mostrando las rupturas y las continuidades. No cabe duda de que se trata de alguien cuyas primeras críticas acerbas al sistema capitalista vienen de muy lejos. En el seminario ya comienza a leer a los filósofos del derecho y de la historia; no cuenta ni veinte años cuando escribe (en particular en sus cartas a Coretta) que Marx tiene razón y que un régimen basado en la desigualdad y que da la mayoría del poder y de la riqueza a una minoría que explota a las masas está condenado a desaparecer. Evidentemente, lo que le complica las cosas, él que es pastor, hijo de pastor y nieto de pastor, es el ateísmo visceral del marxismo. El otro problema para King estriba en la contradicción entre el materialismo histórico y el mesianismo cristiano, del mismo modo que reprocha al marxismo que considere al ser humano como un medio y no como un fin. El cristianismo social europeo ha logrado reconciliar estas dos filosofías, pero en EE UU, donde el socialismo se ha convertido en un contra-modelo diabólico, y donde se acusa a las y los militantes negros de subversión antiamericana, la contradicción es irreductible.

A partir del momento en que se logró la igualdad civil 1964-1965 –es decir, el fin de la segregación institucional y el reconocimiento del derecho de voto, o sea, el fin de los aspectos más escandalosos y los más contrarios a las libertades fundamentales–, King desarrolla la idea de una segunda fase de la revolución de los derechos de la población negra: la de la justicia económica y social. Ahora bien, el problema era que para EE UU, la libertad formal otorgada a los afroamericanos ya era mucho, demasiado. Por tanto, de 1965 a 1968, King pasa tres años predicando en el desierto. Peor aún, este hombre, ensalzado en 1964, se hunde en un abismo de impopularidad, se le considera ingrato y subversivo.

Recordemos que EEUU está terriblemente dividido a finales de la década de 1960. La reacción de la derecha se perfila con Nixon. Nos hallamos en pleno movimiento de la contracultura, de la lucha contra la guerra de Vietnam, de oposición al imperialismo, y King también es un disidente. Ese “molesto doctor King” había quedado borrado de la memoria nacional porque sus actitudes contravenían la mitología nacional, según la cual se habría producido la reconciliación y la redención gracias a la aprobación de los derechos civiles. Por tanto, es indudable que hubo una continuidad en King, pero también estuvo sometido al azar de la memoria y de las recuperaciones ideológicas; se admira al pastor “soñador”, no violento, empático y conciliador. Sin embargo, este insumiso, decepcionado por las dilaciones de su país en materia de justicia, solo ha logrado el reconocimiento merecido gracias a la labor reciente de los historiadores.

-Escuchándole y leyendo su libro, tengo la sensación de que King ha sufrido la misma suerte que el Che Guevara: aseptizado, edulcorado, mercantilizado… ¿Cómo una figura tan molesta ha podido acabar siendo celebrada por los mismos que antaño eran sus adversarios más feroces?

Fue Ronald Reagan quien, en 1983, instituyó una jornada de celebración nacional por Martin Luther King. No es casualidad. Cuando se memorializa o se deifica a un personaje tan rebelde, es una manera de acogerlo en el seno de la mitología nacional. Y era muy importante para el presidente estadounidense -el mismo que consideraba que ya había pasado página a la igualdad racial, ya era suficiente como estaba, que la gente negra ya no debía pedir más- erigir simbólicamente a King en padre fundador de la Nación, a modo de “hemos realizado nuestro ideal democrático, King es testigo y garante”. Evidentemente esto es un truco de magia de la memoria muy importante.

Por lo demás, el asesinato de Martin Luther King en abril de 1968 llevó a la idea de que la alternativa no violenta e igualitaria había desaparecido con él. Algunos argumentaron que puesto que su muerte provocó la explosión de los guetos, las revueltas urbanas, el paso a una forma de radicalismo más intransigente, la estrategia de King era inoperante. Otros dijeron que si no hubiera sido asesinado, entonces la versión pacifista, simpática, conciliadora del combate hubiera ganado. Es completamente falso pues él mismo se había acercado mucho a la versión radical. Es una forma de crear dicotomías del tipo “Malcom X, el chico malo” versus “King, el amable”. En fin, sirvió desde su tumba a los abogados de la contrarrevolución para justificar la vuelta al orden y al mantenimiento del statu quo racial.

-La fuerza de King también fue haber conjugado o intentado conjugar, dos tradiciones consideradas muchas veces como incompatibles: cristianismo y marxismo, amor y revolución, no violencia y lucha de clases. ¿Cómo opera esta síntesis?

El eslabón que falta es Gandhi. Fue necesario pasar por la mediación filosófica de un hombre de color, no americano, no blanco, no occidental, para llegar a la idea de que la revolución podía ser no violenta.

Hace seis años escribí en La vida de las ideas un texto que se titula: «¿Es posible la no violencia?» En él muestro que Gandhi, nutrido del pensamiento de Thoreau pero también de Tolstoi y de Cristo, mantiene que existe un tercer espacio entre la violencia armada y la rebeldía espiritual. Este tercer espacio se hace posible gracias a la violencia infligida a uno mismo. Por tanto, Martin Luther King piensa, como Gandhi, que un pueblo oprimido puede redefinir, gracias a una ética de la satyagraha, el abrazo (graha) de la verdad (satya), la emancipación mediante una ecuación dialéctica entre el oprimido, el opresor y el espectador. La estrategia consiste en producir un sentimiento de culpabilidad en el que inflige la violencia pero también en quien es testigo de ella. Es extraordinario.

Gandhi muestra que la no violencia, lejos de la pasividad cristiana consistente en poner la otra mejilla por amor, no es solo una postura ético religiosa. Es una estrategia política que puede ser agresiva. Gandhi articula la no violencia con la idea de revolución para conseguir un cambio social. La desobediencia civil, en Gandhi y en King, no es el acto de un individuo solo como en Thoreau, sino que para ellos se debe desplegar a escala de masas para provocar el cambio social. La idea de que las masas tengan el poder es profundamente marxista. Pero la idea de que las masas puedan modificar la correlación de fuerzas sin recurrir a la violencia, Gandhi la encuentra en la filosofía hindú.

Desde 1930, muchas personas negras van a la India para seguir las enseñanzas del Mahatma y traen su filosofía al sur racista de Estados Unidos. A través del cosmopolitismo de los oprimidos, se desarrolla una fraternidad entre las mismas causas.

-¿En qué siguen siendo útiles la acción y el pensamiento de King para las luchas actuales?

Hay muchas razones. La más significativa es la cuestión de la desigualdad. Hay una especie de incapacidad de las sociedades occidentales para pensar de manera “total” la cuestión de la desigualdad. La estrechez de miras dificulta la reivindicación del reconocimiento -reconocimiento de derechos, de las “minorías”, de las mujeres, de género- a la vieja clave de lectura marxista -los ricos y los pobres, los amos y los dominados. Sin embargo, Martin Luther King logró mostrar que hay una dialéctica fundamental entre el reconocimiento de las identidades y la lucha contra la explotación capitalista.

Sin comprender esta dialéctica, no se puede entender verdaderamente qué sigue activo en la correlación de fuerza que continúan irrigando nuestras sociedades, particularmente, la sociedad estadounidense que se vive como una sociedad sin clases en su mito original de la igualdad para todos. Es necesario decir que al mirar a Estados Unidos desde 30 años atrás, te das cuenta de hasta qué punto existe una incapacidad de pensar en dos cosas: la persistencia del problema de la desigualdad racial y la manera en que la profundización de las desigualdades respecto a la riqueza, en buena parte, se ha dado vinculada al sentimiento de que el otro me superaba y mi declive surgía necesariamente porque el otro conseguía salir de su condición de subalterno.

El análisis de W.E.B. Du Bois, que hablaba del “salario simbólico” del obrero blanco, sigue siendo muy actual. Marx había señalado a propósito de los irlandeses, que el obrero blanco, incluso si está tan explotado como el negro, veía que la élite le confería ese pequeño privilegio simbólico de ser blanco y ser tratado como tal por el conjunto de la sociedad. Esto es fundamental para comprender la elección de Trump: la gente que vive el desclasamiento -real o imaginario- lo vive de forma más grave porque tienen un sentimiento de decadencia en relación a otros grupos sociales, que ellos han perdido calidad de vida porque otros ¡se repantigan con las ayudas sociales! Los emigrantes me han quitado el empleo y la gente negra, que están más presentes en el espacio público, han cuestionado la imagen normativa del americano medio, necesariamente blanco y heterosexual. Esta idea de pérdida de privilegio es esencial.

Durante mucho tiempo se ha tenido una idea conciliadora de la igualdad: se pensaba que cuanto más se avanzara hacia la igualdad real, más ganaría cada uno. Pero nos damos cuenta de que no, y Martin Luther King, lo había dicho, solo se puede avanzar hacia la igualdad a condición de que algunos pierdan un poco sus privilegios. Y solo con la aceptación de esta pérdida de privilegios, tomará cuerpo la justicia social. A modo de ejemplo, la segregación espacial socava la sociedad estadounidense; mientras que los barrios blancos limpios y tranquilos no acepten viviendas sociales y la presencia de familias de color en su seno, lo que sin duda les cuesta, el país no progresará. No hay ninguna razón para que sean los únicos que se benefician de las buenas escuelas, de buenos transportes públicos y de todos los privilegios inherentes a una plena ciudadanía. En relación a esto, Trump representa la voz de quienes dicen que no renunciarán a ninguno de sus privilegios, incluso rechazan que estos atributos sean considerados como “privilegios”. Se viven como merecedores de ellos indebidamente cuestionados.

La couleur du marché (Seuil, 2016) se sitúa en la prolongación de la biografía de King, pues el libro trata sobre el racismo en Estados Unidos. Concretamente, ¿de qué trata? ¿De qué males es víctima hoy la gente negra?

Por una lado, en la sociedad americana, está la idea de lo “postracial”, que es una aspiración, un horizonte, una ensoñación. Por otra lado, está la metamorfosis del racismo que, a menudo, se identifica demasiado con la xenofobia más grosera, más exagerada, la que había en tiempos de King. Sin embargo, si creemos en los sondeos de opinión realizados desde hace 30 años, ese racismo en el sentido estricto, es decir, la defensa de la jerarquía de las razas con una base biológica y de la separación de las comunidades en función del color de la piel, no es defendido por nadie. Ya nadie diría oficialmente que no desea que su hija o su hijo se case con alguien de otro color.

Pero entre las declaraciones y las prácticas sociales, evidentemente, hay una gran diferencia. Si la diferenciación biológica ha caído en desuso, la culturalización de las trayectorias sociales ha tomado el relevo: si la gente negra es más pobre, es porque no tienen la ética del trabajo; si son masivamente encarcelados, es porque estarían especialmente inclinados a la criminalidad. Este neoracismo es temible pues sirve para normalizar y racionalizar la desigual distribución de la riqueza y de las oportunidades.

Por volver a la segregación, es decir a la distribución desigual del acceso a los bienes comunes, este discurso de los comportamientos de tal o cual grupo que se convertiría en culpable de su propia exclusión, sirve de justificación entre sí a los ricos. Así, se advierte que cuanto más se dicen los estadounidenses ser menos favorables a la segregación practicada en tiempos pasados en los estados del Sur, ¡tanto más viven en una sociedad donde los blancos han hecho la secesión espacial! Hoy el nivel de segregación social y racial -los dos se solapan- es más elevada que en los años 60 del siglo pasado. Se votó el fin de la segregación racial en 1964 -cualquier ley que separara estrictamente a los individuos en función del color de la piel es anticonstitucional- y 40 años después nos encontramos con gente blanca que viven con gente blanca, gente negra con gente negra, niños y niñas blancos que no saben qué es un alumno o alumna negro o hispano y una especie de esquizofrenia institucional de la que solo se aprovechan los blancos.

Es ahí donde el asunto es sutil y el neoliberalismo llega para arreglar todo esto: la ideología neoliberal naturaliza las desigualdades, pretende que todas las barreras estructurales y sistemáticas sean abolidas y que a partir de ahora, gracias al mercado, cada individuo tiene iguales oportunidades para triunfar, que hay que ser permanentemente un emprendedor de sí mismo, que hay que mostrar hasta qué punto se es capaz, y que, en consecuencia, los que no llegan tienen una inadaptación cultural al éxito. A los ojos de la mayoría de los estadounidenses, la principal razón por la que las minorías de color están afligidas por un destino social preocupante en comparación al de los blancos, es que no son lo bastante duros para el trabajo y están desprovistos de espíritu de iniciativa. Otros tantos elementos del lenguaje del neoliberalismo contemporáneo consisten en decir que todas las medidas correctoras de las desigualdades sirven, en realidad, para inhibir la iniciativa individual.

Así que estamos en un neorracismo que niega la realidad de la segregación y de la discriminación sistémica como fenómenos creados, mantenidos y perpetuados. La idea de que las desigualdades son el fruto de una desigualdad natural en el mercado y que contravenir esto sería nefasto para los mismos afectados. Dar ayudas sociales convertiría a la gente en dependiente; esto desincentivaría la iniciativa, por tanto hay que forzar a la gente a levantarse por la mañana y trabajar para ganarse la comida.

Este discurso de la negación se aplica también a la policía. La policía nunca había sido tan popular en la historia de Estados Unidos. Sin embargo, salimos de una retahíla de tres años de muertes de hombres desarmados, generalmente afroamericanos o latinos. La idea es que la policía es la última frontera que mantiene las hordas salvajes a raya en nuestra sociedad bien regulada, bien ordenada. Las clases peligrosas perturban una sociedad en la que cada persona encuentra espontáneamente su lugar.

-Para definir este neorracismo, habla de “racismo sin racistas”, de “racismo sin intención”.

Sí, la expresión viene del sociólogo Eduardo Bonilla-Silva. Es el gran límite del movimiento de los derechos civiles de los años 60 del siglo pasado: cuando hoy se va a plantear una queja de discriminación ante un tribunal, la carga de la prueba recae en las víctimas. Para que un empresario o un propietario, por ejemplo, sea condenado por discriminación, es necesario probar la intención discriminatoria.

Por ejemplo, demostrar que ha escrito un sms o en cualquier documento “no alquilaremos nuestros apartamentos a gente negra”, el juez puede demostrar que hay una intención racista. Pero esto no sucede nunca, más bien se recurre a las quejas del vecindario, la pérdida de valor del metro cuadrado o los deseos de la clientela, todos argumentos perfectamente racializados pero que aparecen enmascarados. Si un restaurador prefiere poner a un negro a fregar platos antes que en el servicio de mesa del comedor para no molestar a los clientes, ningún juez podrá probar que hay una intención racista.

Además, para la justicia es difícil legislar en el ámbito privado, de tal forma se perciben sus intervenciones en materia de justicia social como intrusiones. Es el mismo punto de vista del nuevo Ministro de Justicia, Jeff Session, que dice mucho sobre la reacción que se avecina.

-El libro se abre con este dato: “la pasión suscitada por la presencia de un negro en la Casa Blanca ha distraído la atención y ocultado la profundización de las desigualdades raciales en Estados Unidos. […] Lo que importa no es el color accidental de Obama sino el color inmutable del mercado” ¿Cómo dar cuenta de semejante paradoja?

Se podría decir que no es del todo una paradoja. Una de las grandes habilidades del neoliberalismo es lo que algunos investigadores han llamado la “diversidad neoliberal” consistente en poner delante uno o dos individuos como ejemplo. Esto permite decir que “si ellos lo han logrado, es una muestra de que “cuando se quiere, se puede”. Se dice también que una empresa presumiendo de su diversidad (una mujer de color aquí o allá) es “bueno para el negocio”, eso indica la imagen de marca para el grupo.

De alguna manera, la elección de Obama es una peripecia. Las peripecias en historia tienen su importancia. Pero una peripecia puede ser también un corte, un contratiempo, un ligero desajuste en relación a las lógicas históricas profundas. La ciudadanía estadounidense como exclusión de los no blancos tiene 250 años. 2008-2016 es poco en comparación. El hecho de que haya habido una mejora con la elección de Obama, sin duda, lleva a la idea de que otra representación del hombre negro es posible. Es bastante increíble. Pero al mismo tiempo, lo que vemos hoy, ocho años más tarde, es hasta qué punto la América que lloró de felicidad ante la elección de Obama, no sabía hasta qué punto la otra América rechinaba los dientes.

Progreso racial y retroceso avanzan al unísono, estamos más allá de la dialéctica histórica tradicional. Trump y Obama son dos fenómenos siameses. Donald Trump comenzó su campaña presidencial cuando le dijo a Obama: “este hombre es ilegítimo, ¿dónde nació?”. Es anterior a la historia de los mexicanos violadores. El acto fundacional es decir que Obama no puede ser presidente de Estados Unidos porque no es de “los nuestros”. Trump ha exhumado esa vieja creencia de que si un negro accede a la Casa Blanca, es necesariamente por una desposesión, por una impostura.

A eso se añade un Partido Demócrata incapaz de comprender que sus políticas neoliberales a ultranza le alejan de una parte de sus bases. Demócratas y republicanos han sido colocados en el mismo saco del “establishment” que olvidaría la realidad de la vida del americano medio que se levanta pronto para ir a trabajar. Por tanto, Obama es a la vez un accidente y ha suscitado una reacción, un espíritu de revancha, que es un lugar común en la historia americana. A cada periodo de progreso, le sucede una reacción. Este país está enfermo de racismo. Es su gran línea de fractura, su gran enfermedad.

-La mejora de la suerte de la población negras se sitúa sobre todo en el lado de la lucha colectiva. ¿Dónde está Black Lives Matter? ¿La movilización ha adquirido una cierta amplitud, ha obtenido éxitos?

Black Lives Matter es el nombre genérico de una serie de grupos y de movimientos sociales que se despliegan en Estados Unidos desde hace cinco o seis años.Yo estoy especialmente interesada por los Moral Mondays (NT: Lunes Moral), en Carolina del Norte, liderados por el pastor William Barber que comenzó a reunir todos los lunes a los opositores a las políticas de austeridad de su estado, a la privatización de las pensiones, etc. Es pastor y negro. Los problemas de la brutalidad de la policial, la opresión de los inmigrantes y de las minorías sexuales se añadieron rápidamente. Finalmente, se han reunido una coalición de disidentes, lo que hizo mucho ruido.

También está el movimiento por el Salario Mínimo de 15 dólares. Luchan firmemente por los cuatro rincones del país pero los medios de comunicación no hablan de ello. Esto conforma una serie de movimientos sociales “grassroots” (NT: De base, comunes) que tienen una potencialidad considerable. Black Lives Matter mostró que podía haber una universalidad de la causa negra. Pero como con Martin Luther King, es un movimiento profundamente impopular. La mayoría de los estadounidenses considera que son agitadores que buscan complicaciones inútiles, que echan gasolina al fuego.

Rudolph Giuliani, que tiene un futuro prometedor en la administración Trump, dice que si defiendes los derechos de la población negra a no ser asesinados en la calles, estás contra la policía. Está en la idea del juego de suma cero: “si defiendes a las personas negras estás contra las blancas”, “si Obama es elegido es que detesta a la gente blanca”. Esta política del resentimiento es muy fuerte.

Se plantea también el problema de la creación de un movimiento de hispanos fuerte. Y los presos y presas están en el origen de varias movilizaciones. Se puede esperar que los 14 millones de personas que han votado a Bernie Sanders se unirán en un movimiento por una futura revolución que no se contente con plataformas demócratas- por otra parte, nos preguntamos qué van a hacer los demócratas. Algo se mueve en la sociedad civil, no necesariamente para ganar elecciones sino para empezar a reflexionar sobre qué puede hacer la izquierda estadounidense.

Pasado el tiempo de las lamentaciones y de la consternación, hay que ponerse a trabajar. Hay tajo. Los progresistas estadounidenses deben repensar lo que Martin Luther King había apuntado: la articulación de las desigualdades con la cuestión del poder. ¿Cuál es la lógica de la dominación hoy? Y sobre todo, ¿por qué los que dominan tienen la sensación de ser los dominados? Esto es lo interesante: Trump habla en nombre de quienes se creen perdedores y rechazan que les digan que, en realidad, son los ganadores.

-¿Cómo entender el eco encontrado por Bernie Sanders? ¿Ha beneficiado la dinámica impulsada por el Occupy Wall Street? Hay algo de paradójico en el hecho de que alguien que ha votado 9 veces sobre 10 como todos los otros senadores demócratas asuma el liderazgo de la contestación.

Hay un aspecto extremadamente anticuado. No ha adaptado su discurso al espíritu de los tiempos. Desde comienzos de los años 80 del siglo pasado, es un monomaniaco de la cuestión de las desigualdades sociales. Ha necesitado 30 años para hacerse oír. Pero eso no quiere decir que no haya tenido razón durante esos 30 años. Sin embargo, como es el único que no ha parado de repetir que era un problema la posesión de la riqueza por el 1% hasta la llegada del Occupy Wall Street, se ha descubierto la virtud de no estar en el discurso de la adaptación.

Las desigualdades de renta no son un epífenómeno marginal sino que son atentatorias contra todos los aspectos de la vida cotidiana. Cuando no tienes la posibilidad de que tus hijos vayan a la universidad porque las matrículas han aumentado para provecho de un puñado, es un problema. Más todavía cuando los ingresos del 0,1% de los más favorecidos se disparan. Sanders empezó por dirigirse a los estudiantes endeudados y, a menudo, sin perspectivas de ascenso social a pesar de sus diplomas, que evidentemente son los que mejor comprenden esto. Plantea los desafíos políticos de forma simple, casi reduccionista, sobre el problema de las desigualdades. También Trump es de una hipersimplicidad: se trata de “ellos” contra “nosotros”.

Para Sanders, las desigualdades son la matriz fundamental que hace que Estados Unidos sea un país enfermo. La gente no se ha dado cuenta de la crisis de 2007, que ha acentuado la decadencia de las condiciones sociales después de 30 años. De repente, los estadounidenses se han percatado de que quedaba muy poco de la idea de Estados Unidos después de 30 años de un rodillo compresor neoliberal. Su drama es haber elegido como recurso, a la manera de un pharmakon (a la vez, remedio y veneno) a un millonario que solo existe gracias al mercado total y cuyas políticas, puestas al servicio de la casta de los ricos y de los poderosos, promete rematar el proceso de descomposición democrática y condenar a la nación a un individualismo nihilista y revanchista.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=222446

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Entrevista a Manfred Spitzer: «El cerebro es perezoso y prefiere lo interactivo al papel, pero perderá capacidad de aprendizaje»

05 Febrero 2017/Fuente: abc/Autor: Pilar Quijada

Manfred Spitzer, catedrático de Psiquiatría, cree con las nuevas tecnologías perderemos memoria, capacidad de reflexión y habilidades de comunicación cara a cara

Hay mucha neurocharlatanería respecto a la educación», sostiene

Manfred Spitzer es catedrático de Psiquiatría, especialista en Neurociencia y director de la Clínica Psiquiátrica de Ulm, en Sttutgart. Aunque utiliza smarphone y ordenador, tiene sus recelos respecto al uso generalizado de las nuevas tecnologías, en especial entre los más pequeños, que ya casi nacen digitales. Pocas ventajas y mucho riesgos, asegura…

Sus hijos han crecido en un hogar donde la tele, que también fue una nueva tecnología en su tiempo, estaba relegada y se potenciaba la lectura… Autor de «Demencia digital», Spitzer cree que los consumidores de las nuevas tecnologías no serán capaces de retener nada en la memoria, consumirán la mayor parte de su energía intercambiándose breves notas sociales, entretenidos y distraídos, fuera de una ocupación verdaderamente profunda con personas y conocimientos. No poseerán la capacidad de reflexión básica, ni tampoco la habilidad de la comunicaión real, cara a cara. Manfred Spitzer visitó Madrid para pronunciar una conferencia en la Secretaría de Estado de Telecomunicaciones (SETSI), organizada por la Obra Social “la Caixa” y la Fundación Aprender a Mirar, en la que se preguntaba si la tecnología transforma el cerebro humano.

-¿Por qué se pregunta si las tecnologías modifican el cerebro? ¿No lo modifica cada cosa que hacemos a diario?

-En realidad el uso de las tecnologías es una forma de evitar el trabajo mental. No es que su uso cambie el cerebro, sino que cada vez que externalizamos tareas cerebrales mediante el uso de las nuevas tecnologías estamos dejando de aprender. Aunque usarlas es inevitable, yo mismo como científico las utilizo para trabajar. Pero una cosa es utilizarlas para ser más efectivos y otra muy distinta que sustituyan al trabajo cerebral.

-Cada nueva tecnología ha despertado recelos pero después han supuesto ventajas. Por ejemplo, cuando apareció la brújula dejamos de hacer ciertos cálculos de navegación, pero descubrimos América…

-Utilizando tecnologías digitales puedes llegar hasta Marte, puedes avanzar tecnológicamente muchísimo, pero la cuestión es que las nuevas tecnologías no sirven para que los niños aprendan. Es al contrario. Hay evidencia basada en la observación en algunos colegios que indican que no hay correlación entre las nuevas tecnologías y el aumento del aprendizaje. De hecho, por muy grande que se hace la base de datos, sigue sin haber evidencia de que aporten algo al aprendizaje. Y como decía antes, externalizar trabajo cerebral es dejar de aprender. Y de malgastar dinero…

-Hasta los seis años el cerebro se desarrolla más rápido, ¿cómo les afecta a los más pequeños el uso de las nuevas tecnologías?

-Se dice que hay una etapa crítica en la que el cerebro se desarrolla más rápido, pero eso no es verdad. Lo que sí ocurre es que son más capaces de aprender. No tiene que ver con el número de sinapsis, porque está determinado desde el nacimiento. Siempre que estas externalizando actividad cerebral no aprendes, pasa lo mismo cuando utilizas un coche para desplazarte, no desarrollas tus músculos. Eso significa que no deberíamos utilizar las tecnologías hasta los 18-20 años. Y sobre todo, que no es sólo una cuestión de aprendizaje, tiene efectos secundarios muy evidentes. Hablamos de que lleva asociados comportamientos antisociales, violencia, ansiedad, depresión, sabemos que eso ocurre. Una vez que conoces los efectos secundarios hay que ponderar si merece la pena esos desórdenes para el poco beneficio que se obtiene. En los niños no son justificables en ningún caso.

Volviendo al cerebro, ¿cómo lo transforman las nuevas tecnologías?

No es una cuestión de lo que el cerebro hace, sino de lo que no hace. Por ejemplo, nosotros podríamos estar ahora mismo manteniendo esta conversación en Facebook y no habría ningún problema, porque ya hemos aprendido en qué consiste la interacción entre personas. Sin embargo, los datos indican que las chicas pasan muchas más horas en Facebook que con las amigas, y cuando eres muy joven cabe la posibilidad de que no aprendas a relacionarte socialmente y que tu cerebro deje de tener empatía y comprensión con el otro. Hay, de hecho, estudios que indican que el incremento en el uso de esta red social es proporcional a la disminución de la empatía en los jóvenes.

-Eso recuerda otros estudios que indican que leer novelas sí aumenta la empatía.

Sí, leer libros aumenta la empatía, pero tienes que leer el texto correcto, no vale cualquiera.

-¿Hay diferencia entre leer en papel y leer en el ordenador?

-Sí, leer en papel es más efectivo que leer en pantalla. El 85% de los estudiantes de Silicon Valley siguen prefiriendo leer sobre papel, porque en la pantalla retienen peor la información. No es una cuestión de soporte digital o papel, sino que cuanto más digitalizas el contenido, con hiperlinks, vídeos o fotos, el cerebro tiende a preferir los clics para ver vídeos y fotos a leer. El cerebro es perezoso y prefiere lo interactivo al papel. La gente empieza a cliquear más que a leer. Leer es bueno, cliquear no. Leer supone esfuerzo, cliquear no.

-Pero los niños ahora aprenden a leer y escribir en el ordenador…

Eso no es bueno. En Estados Unidos y otros países se está empezando a sustituir la caligrafía por el tecleado. Si quieres aprender tienes que hacerlo con lápiz y papel.

-Va un poco contracorriente…

-Todo el mundo habla de las ventajas de las nuevas tecnologías, pero yo me centro en los perjuicios. Y en el hecho de que a pesar de todo se introduzcan en la educación. Nunca van a ser mayores los beneficios que los perjuicios que implican para el aprendizaje.

-Es experto en neurodidáctica…

No es cierto. Estudio el cerebro, la neurobiología es mi campo de estudio. Soy director de la Clínica Psiquiátrica de Ulm, en Sttutgart (Alemania), veo pacientes. Hay mucha neurocharlatanería que tiene que ver con la educación. No hay ninguna profesión específica que tenga que ver con la neurociencia del aprendizaje, no hay una neuroeducación. Tal vez lo único que tenemos que hacer es formar mejor a los profesores y mejorar la forma en que enseñan. Lo que hay escrito sobre neuroeducación no tiene mucha base científica.

-¿Cree que algunas estructuras de nuestro cerebro cambiarán por las nuevas tecnologías?

-El desarrollo social depende del lóbulo frontal, y este incrementa en densidad y en conectividad cuantos más amigos tienes. Es lo que se conoce como cerebro social. Esto podría cambiar con el uso de redes sociales. Pero hay que tener cuidado con no exagerar porque son cambios pequeños.

-Habla de patologías asociadas al uso de nuevas tecnologías, ¿podría especificar un poco más?

-Aunque no es definitiva la relación, sabemos que cuanto más usas el Smartphone, más posibilidades hay de tener déficit de atención. Igual con Facebook, más posibilidades de depresión. Y estos efectos son comprobables y no se están estudiando.

Fuente de la entrevista: http://www.abc.es/ciencia/abci-cerebro-perezoso-y-prefiere-interactivo-papel-pero-perdera-capacidad-aprendizaje-201701232011_noticia.html

Fuente de la imagen: http://www.abc.es/media/ciencia/2017/01/24/Mandfred-kjOB–620×349@abc.jpg

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Entrevista a Florencia Brandoni: ¿Cómo hacer la paz desde los colegios?

05 Febrero 2017/Fuente:Colombia2020/Autor: Susana Noguera

Florencia Brandoni, psicóloga y experta en resolución de conflictos en instituciones educativas, explica que Colombia tiene un extraordinario reto en el posconflicto: cambiar la cultura escolar confrontativa por un aprendizaje colaborativo. Añade que el diálogo y la enseñanza se deben usar como fuerza contraria a la lógica de la violencia.

Florencia Brandoni es psicóloga y ha trabajado por años en escuelas secundarias en Argentina como mediadora de conflictos. Hace dos años empezó una investigación con jóvenes universitarios y constató que, independientemente del sector social del que provinieran, aprendieron a resolver conflictos en la escuela y en la familia. Con los resultados de la investigación reafirmó su creencia de que hay un trabajo enorme en los colegios en materia de resolución pacífica de conflictos que implica mucho más que un programa o los contenidos de un currículo. La resolución de conflictos, dice la experta, también depende de las estrategias que los adultos usan para lidiar con sus diferencias y también con la forma en que irradian ese conocimiento hacia los niños y jóvenes.

Brandoni llegó a Colombia esta semana para participar en el XII Congreso Mundial de Mediación y Cultura de Paz, organizado por la Cámara de Comercio de Bogotá. En entrevista con Colombia2020 explicó que la experiencia es la gran propulsora del aprendizaje y por eso ella siempre hace énfasis en la necesidad de que los adultos gestionen mejor sus desacuerdos para luego enseñarles a los niños.

-¿Cuál cree que será el reto para los colegios colombianos en el posconflicto?

Los colombianos tienen un inmenso y extraordinario desafío, todo el mundo los está mirando con detenimiento, yo incluida. Me parece importante pensar que la conflictividad escolar es una problemática bastante extendida en el mundo y que en el caso colombiano tomará características específicas que generará la necesidad de crear contextos de diálogo y paz.

-¿Cuál es el contexto internacional de la conflictividad en los colegios?

Nos preocupa la pérdida de autoridad de los adultos y las instituciones en general. Hay una crisis porque se percibe que la escuela dejó de ser el apalancador social que se creía. También ha perdido su posición central como socializador, los niños acceden a mucha información por fuera del contexto escolar y eso le ha quitado mucha autoridad a esa institución. Estos factores han hackeado la autoridad y aumentado la conflictividad en el entorno.

-¿Cómo es la labor de los profesores en medio de todo este cambio de paradigmas?

Hay muchos estudios que indican que la conflictividad entre los alumnos aumenta en relación directa con los gestos autoritarios del profesor. Algo así como a mayores gestos autoritarios y arbitrariedades, mayor conflictividad entre los alumnos y el profesor. Todo esto se puede contrarrestar con herramientas de participación de los alumnos y la atención eficaz a sus necesidades. Si ellos sienten que pueden participar en la toma de decisiones habrá menos menos conflictividad.

-¿Y qué papel juega la familia en eso?

Hay muchos que creen que la conflictividad escolar se debe a que las familias no educan bien a sus hijos o que no ponen límites. Todos esos elementos, aunque son ciertos y son factores que inciden, no son los únicos. Hay otros en los que la escuela puede impactar favorablemente para enseñar a gestionar los conflictos de una mejor manera. También se debe tener en cuenta que si la conflictividad disminuye en el campo social en general puede contribuir a que este también descienda en el campo escolar.

-¿Qué herramientas se pueden usar para enseñar a tramitar los conflictos de forma pacífica?

Hay una serie de trabajos que se dirigen a los alumnos para saber cómo tramitar las diferencias de un modo colaborativo, que las diferencias no se vuelvan conflictos violentos, sino que sean oportunidades de aprendizaje.

Todo lo que significa el paradigma de resolución cooperativa de conflictos tiende a generar puntos de encuentro y consenso. Habrá que empezar por cambiar el concepto de conflicto. Tendremos que aprender que no es enfrentamiento. Hay herramientas didácticas para enseñar esto y que van en el sentido opuesto al debate académico. El debate tiene una lógica de confrontación que busca debilitar y atacar la posición del otro, pero los aprendizajes cooperativos plantean una controversia académica de dos posturas contrapuestas. Se arman dos equipos y cada uno elabora su postura, luego el profesor busca identificar los puntos en común y encontrar las mejores ideas de ambas partes. Así se demuestra que lo que se plantea como confortativo no necesariamente lo es y, si hay intereses distintos, no necesariamente significa romper las relaciones afectivas. Debemos enseñar que la diferencia no debe poner en riesgo las relaciones sociales. De eso se trata la democracia: de que los diferentes puedan convivir. No homogeneizar los pensamientos sino valorar la heterogeneidad.

-¿Cómo cambiar los conflictos que se dan por enfrentamientos entre estratos socioeconómicos?

Estudios que se han hecho en Argentina demuestran que no hay diferencia entre los niveles de conflictividad escolar según los estratos. Eso rompe un mito que hay en Argentina que equipara la pobreza y la juventud con la violencia. La conflictividad es idéntica en todos los estratos sociales, lo que cambia es la forma en que el colegio, las familias y el entorno social permite que esos conflictos se desarrollen y escalen.

Gran parte de la conflictividad que se ve en los colegios tiene que ver con la necesidad de construir identidad. Es entonces cuando empiezan a adquirir una gran relevancia el grupo de pares y la formación de pequeños grupos suele volverse crucial, como una batalla cotidiana. El juego de las diferencias se da con cualquier elemento, no solo el estrato socioeconómico: quienes son rubios, altos, gordos, los más deportistas o los estudiosos. Ese juego de diferenciaciones en ocasiones se vuelve muy cruel. Padecer la violencia de los compañeros está muy ligado a la falta de integración grupal, en eso puede jugar cualquiera de las diferencias mencionadas y la falta de recursos puede crear una vulnerabilidad extra.

-¿Es entonces que entra a actuar el colegio, familia y entorno social?

El papel que tienen los adultos por cumplir es fundamental porque una de las formas de disminuir la conflictividad es hacer un trabajo de integración social. Para eso hay grandes herramientas para promover el trabajo en grupo y favorecer instancias de integración en distintas materias. La integración de los grupos es una tarea de la escuela. Los niños no deben quedar librados solamente por las dinámicas cotidianas sin ninguan clase de guía porque esa es la base de la conflictividad: la falta de mediación.

-Otro desafío que tienen las instituciones educativas en Colombia es integrar a los niños excombatientes o víctimas del conflicto armado ¿cómo cree que se podría hacer?

Todas las situaciones traumáticas requieren una atención importante, ya sean niños armados o cualquier otra. Pero hay que tener en cuenta que estar en un grupo armado para un niño es completamente lo opuesto a la lógica de las instituciones educativas, por eso para adaptarse requieren un acompañamiento importante. Ese aprendizaje toma tiempo y requiere de la posibilidad del ensayo y el error. Hay que tener paciencia para esperar el resultado. Los docentes deben ayudar a instalar una lógica que dé lugar a la elaboración psíquica a través de la palabra y del reconocimiento de lo diferente. Todo esto teniendo en cuenta que la adaptación de todos los niños a una institución educativa demora muchos años, así que en el caso de los niños excombatientes será mucho más largo. También es importante acompañar a los docentes para que puedan responder a todos estos desafíos.

-¿Cómo acabar con la violencia armada en escuelas directamente impactadas por la violencia rural y urbana?

Hay que tener normas claras de las armas dentro de la escuela. Hay que tener las posturas claras: concordancia entre los actores institucionales para que tengan discursos unificados alrededor del tema de la violencia. La escuela debe  trabajar en el sentido contrario a la violencia como acto de imposición. La resolución cooperativa de conflictos es una contracultura de lo que a la sociedad violenta plantea. Es difícil porque es una propuesta a desandar los niveles de alta conflictividad donde lo que impera es la lógica del más fuerte. La lógica que proponemos es la de la cooperación y el consenso y si el entorno social va en sentido contrario es muy difícil. A mayor nivel de conflictividad social, más trabajo tendrán los docentes. A la vez hay que revisar las propias prácticas porque esos docentes también están envueltos en esa misma sociedad. Ahí es importante que desde los adultos de la escuela revisar cuales son los propios modos de resolver los conflictos en el desempeño del rol como profesor.

-Los colegios hoy deben lidiar con el problema del microtráfico cerca de las instituciones y muchas veces los estudiantes son utilizados como traficantes o animados a consumir estupefacientes ¿Cómo contrarrestar eso?

Lo que hay que hacer es apuntalar a los profesores para que ellos en el día a día encuentren salidas creativas y eficaces a los desafíos que enfrentan. Deben integrar a los niños que son víctimas de abuso de sus derechos dentro del marco educativo en vez de expulsarlos. Una respuesta habitual por parte de las instituciones educativas es no dar lugar a los niños que se muestran alejados de los modelos tradicionales del «buen» alumno, de esos modelos para los que los profesores se prepararon. Deben saber cómo armar un aula con niños que han sido víctimas de la guerra, del microtráfico de drogas, del reclutamiento de menores para que nunca tengan una respuesta explusiva hacia ellos.

Fuente de la entrevista: http://colombia2020.elespectador.com/pais/los-riesgos-aledanos-las-zonas-veredales-donde-las-farc-dejaran-las-armas

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Entrevista a Jesús Martín Barbero: «Necesitamos jóvenes problemáticos»

05 de Febrero 2017/Fuente: Colombia2020/Autor: Nicolás Sánchez

Con casi 80 años, el académico es contundente en criticar las políticas educativas del gobierno de Juan Manuel Santos y en aseverar que no aportan a la paz ni reflejan las necesidades de los jóvenes. Tal y como, según él, pasa con las escuelas.

Jesús Martín Barbero recuerda el momento, en los años 60, en el que Manuel Marulanda Vélez, más conocido como ‘Tirofijo’, declaró que Marquetalia, Riochiquito y El Pato Guayabero como zonas libres de América. Se encontraba en la Universidad Nacional y el furor revolucionario hacía parte de la vida estudiantil.

Desde aquella época, Martín se ha dedicado a estudiar las transformaciones culturales y es testigo de los cambios que ha habido en Colombia. En Cali fundó el Departamento de Comunicaciones de la Universidad del Valle, en donde trabajó de la mano con referentes de la cultura caleña como el escritor Andrés Caicedo y el cineasta Carlos Mayolo. “Yo me enamoré de la gente joven de Cali”, cuenta. Sin embargo, de esa ciudad tuvo que salir en 1996 porque las presiones del Cartel del Norte del Valle se cernían sobre la universidad.

Martín no es políticamente correcto. Asevera que en Colombia “hay escuelitas para formar periodistas, pero les falta mucho país”. Ha criticado las posturas de la izquierda frente a la cultura y cuenta que tuvo problemas con gobiernos del siglo XX “por pensar con mi propia cabeza”, dice. Además, entre el 2000 y el 2003 se tuvo que exiliar en México.  

Su producción ha girado en torno a dos temas: la juventud y la cultura. Sus libros son consultados en las facultades de periodismo y de trabajo social en todo el país. Al filo de cumplir 80 años, está por publicar un nuevo libro sobre la juventud.

Ese nuevo texto que estaría listo en abril de 2017 verá la luz en un momento en el que la juventud ha empezado a reclamar espacios en la construcción de paz. Esto, luego de que se conocieron los resultados del plebiscito para refrendar el Acuerdo de La Habana entre el Gobierno y la guerrilla de las Farc.

Los jóvenes han empezado a tomarse las calles de varias ciudades del país pidiendo que su consigna de paz no se fuera al traste debido a la victoria del No. Desde ese momento, han pedido celeridad en el cumplimiento del acuerdo al que llegaron el Gobierno y la guerrilla. A su vez, se han reunido en la Plaza de Bolívar de Bogotá para exigir que el proceso de diálogo con el ELN arranque cuanto antes.

Jesús Martín Barbero camina pausadamente pero su tono es vivaz.  “Cuando uno está viejo, regular es lo mejor que se puede estar”, bromea. Este español llegó a Colombia en 1963, se fue en el 68, y regresó en el 72. Volvió a buscar a la mujer que sería su esposa y con quien echó raíces y tuvo dos hijos.

En esta entrevista habla sobre lo que el país tiene que cambiar para que “la paz” dialogue con los jóvenes.

-¿Cómo siente usted que las universidades están preparando a los jóvenes para este momento histórico donde se empieza a hablar incluso de posconflicto? 

La verdad es que los jóvenes no son una referencia para las universidades, son alumnos. La palabra alumno está por encima de niño, adolescente y joven. Pidiéndole perdón a Gina Parody, ella no se ha enterado de eso. En sus pretendidas reformas no se ha enterado de lo que son las escuelas. Los maestros que no son capaces de entender ni a los niños, menos a los adolescentes y menos a los jóvenes. Hay un desconocimiento muy fuerte de lo que está pasando en el mundo joven. Hay un montón de clichés religiosos y psicológicos que vienen muy bien para calmar la consciencia de los papás y de los maestros.

La clase media en Colombia apenas acaba de subir y tiene mucho miedo de bajar, entonces le apuesta a que sus hijos, con el mayor amor del mundo, salten y puedan llegar más lejos que ellos. La obsesión es el éxito social. Allí hay una trampa que se le está haciendo al país.

Hay una cierta mala consciencia de que el país no está entendiendo a sus jóvenes y por eso se ha venido toda esta vaina educativa, pero lastrada por esta huevonada de Pisa. No saben qué es Pisa ¡Es una empresa privada, no es pública! Depende de un conglomerado de empresas privadas. Hay un documento contra Pisa de cientos de investigadores europeos y gringos, pero en este país nadie lo ha leído.

-¿Cómo salir de esas trampas para hacer de los jóvenes un sector social que impulse la construcción de paz?

El lugar clave para eso es la escuela, el sistema educativo. Por eso yo soy muy duro en mi crítica porque las dos primeras ministras que tuvo Juan Manuel Santos no tenían nada que ver con la educación y la última es una señora que ha trabajado la mitad de su vida en el Ejército, que es de lo más retrogrado y de lo más inculto que haya habido.

Las claves para entender el mundo de los jóvenes son la escuela y los cambios de costumbres. No estoy diciendo que los maestros no quieren entender a los jóvenes, el tema es que ellos no están ahí para entenderlos, están para hacer lo que dicta el Estado.

En este momento estoy trabajando con un pequeño grupo de la Secretaría de Educación de Bogotá en formación de maestros, eso es cambiarles el chip. Por más de que el sistema de Estado haga los programas, ellos tienen que asumir la transformación de esos programas para que realmente sirva a la vida de los niños y de los jóvenes como sujetos humanos. Eso significa que tienen vida propia, que hay cosas que les gustan y cosas que les revientan.

-¿En Colombia se ha dejado de lado a los jóvenes como sujetos?

La prueba que tengo que en este país no se forman sujetos es que la gente no aprende a escribir, aprende a hacer tareas, no a escribir, no a contarse, no saben contar su vida. Pasan a la universidad y les preguntan de dónde vienen, pero no saben cómo responder. Sus padres y sus abuelos son eso, la memoria. Un mínimo de memoria.

-Usted ha hecho un llamado a poner el presente de los jóvenes en historia. Estamos en un momento histórico en el que necesitamos empezar a construir memoria ¿Cómo aterrizar el llamado que usted hace a esa construcción de memoria que estamos por empezar?

Ese es uno de los temas más importantes de mi vida. Yo nací con una España que estaba en guerra y viví las transformaciones de la memoria. Es decir, qué se recordaba antes de la guerra y qué se podía recordar después, porque tuvimos 50 años de franquismo.

Los historiadores estudian historia de atrás para adelante, los niños, los adolescentes y los jóvenes la estudian a partir de su presente. Para que la historia se convierta en memoria de los muchachos hay que partir de su presente. Hay que poner el presente en historia, eso nunca lo ha hecho la escuela.

Los profesores tendrían que escribir sobre la memoria de los niños. Ahí vamos a empezar a saber para dónde vamos. Si fuéramos capaces de empezar las clases diciendo de dónde vengo yo, de dónde vienes tú. Poner eso en común es transformar un montón de alumnos en una escuela de aprendizaje mutuo.  Lo que tú eres es el resultado de unas culturas, de unas memorias.

-Existe mucho miedo de mostrarles a los niños y a los adolescentes las atrocidades que se han cometido en el país ¿Cuál es su opinión frente a eso?

Yo pienso que no es solo miedo, es no entender qué es un país. Un país es una historia en común y esa historia tiene un montón de relatos. Yo descubrí que contar es la palabra más importante del castellano y de todos los idiomas. Contar significa contar cuentos, saber narrar, saber contar. Segundo, contar es tener en cuenta o no al otro, eso es vital en las relaciones sociales. Finalmente, hacer cuentas, contar es contar números.

Hay que aprender a contar con sus propias palabras. Lo que usted ha vivido no lo puede contar nadie más. Hay que aprender a contar su cuento para ser tenidos en cuenta y también hacer cuentas para la reparación.

-¿Usted cree que en Colombia se ha construido memoria excluyendo a la juventud?

Esa es la pregunta del millón ¿Qué tienen que ver los jóvenes con la memoria hoy? Primero con la memoria del país. La memoria del país está, en buena parte, en las novelas, los cuentos y los relatos, ahí está y ahí sigue. Gabriel García Márquez es un memorioso, él ha hecho memoria del país.

No es que este país no tenga memoria. En términos de relatos, sí ha habido. Pero no en la gente. Hoy lo que está descubriendo el país es que la gente tiene derecho a tener memoria y a que esa memoria sea tenida en cuenta para hacer cosas con la gente. Que sea con ella, no utilizándola, sino contando con ella, ahí hay un cambio radical.

-¿Qué espacio tienen ahí los jóvenes?

Yo diría que primero son sujetos, no solamente un objeto sobre el cual contar cosas. Son los jóvenes los que tienen que contar su cuento. No lo puede contar nadie por ellos. No todo tiene que ser escrito, hay muchas maneras de contar ahora. Yo por salud mental no estoy en Facebook porque solo con correos electrónicos tengo. El día que me escribiste tú me escribieron otros seis o siete y a ninguno lo invité, no sé por qué te invité. La verdad algo leí que me pareció distinto, pero podías haber caído según el humor que tengo cada mañana cuando me levanto.

Los jóvenes son los mediadores entre lo que está pasando en la escuela y lo que está pasando en la sociedad. Pero la escuela tiene que asumir que los jóvenes son capaces de contar su memoria, su historia, su familia, su barrio, su país ¿De qué país habla la gente jóven? ¿Dónde están los que están haciendo libros con relatos de la gente joven? El lugar donde se podría cocinar eso con sentido es sacándolo de la palabra tarea. Esto no se hace por tareas ¿dónde la escuela está desarrollando gente creativa e innovadora? En los países en los que la escuela no es una sumatoria de tareas, sino de dimensiones de la vida con proyectos.

-¿Qué sensación tuvo cuando después del plebiscito los jóvenes invitaron a marchar y se tomaron las calles?

Lo lindo, para mí, es que fueron jóvenes, fueron viejos, fueron indígenas, fueron incluso enfermos de hospitales que pidieron que los ayudaran. Fue un país en chiquito, pero enormemente diverso y creativo. Fue realmente un movimiento político en su más profundo sentido.

Fue una sorpresa para todos porque ese país no existía, no se había visto desde hacía mucho tiempo. Siento que los jóvenes pusieron la primera piedra y después la continuidad. Fueron ellos los que sacaron al país a caminar.

-Usted dice que occidente se jodió cuando el juego dejó de ser importante para la educación ¿A qué se refería con eso?

En un simposio al que me invitaron en Barcelona coincidí con un sociólogo alemán que a la mitad de la conferencia se quedó en silencio y gritó: “¿Cuándo se jodió occidente?” y se respondió: “Cuándo separó el trabajo del juego”.

Hubo un tiempo en que el trabajo y el juego estaban juntos y este tenía que ver no sólo con la producción, sino con la creación que tiene que ver mucho más con el juego que con otras cosas. Empezando con que los niños jueguen con su cuerpo ¿Qué pueden hacer con el cuerpo? Pecados. Nacimos en esa iglecita católica que nos encerró en unos sustos porque el cuerpo era peligrosísimo, tanto el sexo como la imaginación eran los enemigos del mundo y de la sociedad.

Occidente perdió la capacidad de pensar su propio sentido: para dónde va, qué quiere, qué está haciendo. Donald Trump es un primer punto de llegada de eso que empezamos a percibir hace mucho tiempo. Se forman gerentes, es decir alguien que sabe hacer cosas, pero no sabe, es un saber instrumental. No es un saber de cuerpo, de barrio, de ciudad, de país, no. Es un saber instrumental así le pongamos muchos títulos.

-Un ejemplo…

Estoy planteando, que lo que estamos viviendo hoy es una mutación a nivel mundial, sobre todo en occidente, una mutación cultural. La modernidad fue un tiempo en el cual la clave era el progreso. Fue muy bueno porque la modernidad fue la liberación de muchas cosas: libertad y creatividad. Eso se fue poco a poco.

El fenómeno joven es estratégico para entender la mutación. Quien está viviendo la mutación y, de alguna manera, disfrutándola es la gente joven. La mutación tanto en sentido de transformación de los modos de escribir, de leer y de jugar, de todo. Está cambiando el juego, por lo tanto, está cambiado la clave de la vida.

El cuento viene a esto si queremos entender al mundo de los jóvenes tenemos que pensar en esta palabrita, hay una mutación cultural, como si hubiera una mutación genética.

-¿Esa mutación cultual hacia dónde va?

No va para un solo sitio. Por ejemplo, hoy el vestido es otra cosa. El vestido para la gente joven es otra cosa distintísima a lo que fue para sus padres y no es que los jóvenes no tengan vanidad. El sentido de la moda cambió.

-¿Cómo la paz puede aterrizar en las escuelas?     

Preguntándoles a los niños, a los adolescentes y a los jóvenes por el país del que vienen. Construyendo con ellos sujetos problemáticos y complejos que son los sujetos verdaderos. La escuela se tiene que conectar con los cambios que piden los alumnos y trabajar para construir una imagen de país que tenga que ver con ellos y que cuente con ellos, todo lo demás va a ser muy pasajero.

Lo que se ha hecho de bulla con la educación, con las ministricas de Santos, no vamos a tener memoria para nada. Para que la escuela geste memoria tiene que empezar por saber de qué estamos hablando porque los maestros en su mayoría piensan que los que tienen memoria son los mayores. Ya no hay historia de Colombia en bachillerato, lo que me parece atroz porque no tienen idea de lo que se ha hecho en su país. En la mayoría de las casas de este país no hay libros, la gente joven no se va a enterar de dónde viene y si no se entera de dónde viene mucho menos va a saber a dónde va.

Fuente de la entrevista: http://colombia2020.elespectador.com/pedagogia/las-12-peliculas-para-aterrizar-eso-que-llaman-paz

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“Para que la vida tenga utilidad tiene que dejar una huella en otros seres humanos” Entrevista a Miguel Rodríguez López

Centro América/Puerto Rico/4 Febrero 2017/Autor: Wilkins Román/Fuente: Rebelión 

Miguel Rodríguez López es el rector del Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe, en el viejo San Juan, Puerto Rico (2004-). Como académico y gestor cultural, ha sido, entre otros cargos, director, investigador y curador en el Museo y Centro Humanístico de la Universidad del Turabo (1984-1989), director del Departamento de Arqueología del Instituto de Cultura Puertorriqueña (1989-1993), director y docente del Departamento de Humanidades de la Universidad del Turabo (1993-1997), presidente de la Asociación Puertorriqueña de Antropólogos y Arqueólogos (1987-1991), presidente de la Asociación Internacional de Arqueología del Caribe (1993-1997) y presidente de la Junta de Directores de la Fundación Puertorriqueña de las Humanidades (2003-2007). Rodríguez López es arqueólogo, sociólogo y antropólogo, especialidad la primera que obtuvo bajo la dirección de don Ricardo Alegría. Don Miguel, como no le gusta que le diga, ha sido muy dichoso, y Puerto Rico ha tenido en don Miguel la dicha de tener un docente e investigador comprometido con la preservación y conservación de sus valores arqueológicos y culturales. Don Miguel, me ha dado la oportunidad de entrevistarle. Comparto con vosotros sus respuestas, y estoy muy agradecido por éstas a don Miguel.

– Wilkins Román Samot (WRS, en adelante) – La vida es un devenir de retos. Vos es ejemplo de ello. La vida, esa misma, nos puso algún tiempo atrás en el camino, vos de profesor de mí, yo de estudiante vuestro en el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe, Viejo San Juan, Puerto Rico. Se puso o le puso el destino en el lugar de don Ricardo E. Alegría, de quien también fui alumno. Siempre que le veo, le veo feliz. A don Ricardo lo recuerdo pensativo, siempre, o casi, siempre, pensativo. Sé que hace algo que le viene apasionando desde no hace poco tiempo. Se formó en empresas, inicialmente (1963-1967), para luego devenir antropólogo y sociólogo (1976) cuando yo nací, obteniendo su especialización a nivel avanzado en Arqueología (1983) bajo la dirección de don Ricardo, padre re-fundador del Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe (CEAPRC), del cual hoy vos es su Excelentísimo Señor Rector desde el 2004. De ese todo que vos es, ¿dónde se ha sentido más cómodo? ¿Cómo integró su formación trans-disciplinaria a su trabajo creativo de docente, investigador y gestor cultural?

– Miguel Rodríguez López (MRL, en adelante) – Cada etapa de la vida tiene su importancia y su propósito. En mis años formativos, tanto en la Escuela Superior de la Universidad de Puerto Rico así como en mis estudios universitarios, fui adquiriendo unos conocimientos muy diversos, unas experiencias de vida poco usuales, en fin, unas destrezas básicas que me permitieron ir creciendo y madurando para enfrentar nuevos retos. Siempre me he sentido profundamente feliz con la vida, con las decisiones que he tenido que tomar, con las responsabilidades que desde muy joven tuve que asumir. Algunas tuvieron consecuencias negativas para mi persona, pero de eso se trata la vida, de aprender a enfrentar los retos de la conciencia.

Para darte un ejemplo, en los años 60’s, en plena guerra de Vietnam, mientras estudiaba en la universidad, decidí desafiar la inscripción obligatoria en el servicio militar de los Estados Unidos y dedicarme de lleno junto a otros compañeros a combatir por pueblos y campos la injusticia del Servicio Militar Obligatorio para los puertorriqueños y la inmoralidad de la guerra contra Vietnam. Fueron años difíciles, de persecución oficial, de rechazo e incomprensión de mucha gente, pero también aprendimos la importancia que en la vida tiene el actuar de acuerdo a unos principios.

Pienso que también por la diversidad de experiencias que he tenido en mi vida: líder estudiantil, activista social, profesor universitario, arqueólogo profesional, director de museos y departamentos académicos, funcionario público (en el Instituto de Cultura Puertorriqueña), legislador municipal, gestor cultural y otras posiciones más, he podido ir sumando y añadiendo, a través del tiempo, nuevas maneras de ver el mundo y de enfrentar sus desafíos.

Por eso es que ya casi llegando a los 70 años, en estos momentos de mi vida me siento todavía mucho más feliz y, totalmente, comprometido con mi trabajo actual. Dirijo una institución muy valiosa para Puerto Rico, que tiene una dimensión caribeña e internacional, pero que sobre todo tiene la encomienda de elevar el legado educativo y cultural de don Ricardo Alegría a otros niveles de crecimiento y desarrollo.

– WRS – Vos tiene otros deberes. Me refiero a su labor como curador de la Colección Arqueológica del Museo y Centro Humanístico de la Universidad del Turabo, en Caguas, Puerto Rico. ¿Cuál es la importancia de esa colección dentro del contexto de la arqueología de Puerto Rico y el Caribe?

– MRL – Como arqueólogo, una de las experiencias más enriquecedoras ha sido la de excavar a finales de la década del 1980 el yacimiento de Punta Candelero, localizado en terrenos de Palmas del Mar, Humacao. Se trata de de uno de los descubrimientos arqueológicos más importantes realizados en Puerto Rico y la región del Caribe de la segunda mitad del siglo XX. La importancia de la valiosa colección arqueológica de Punta Candelero es que la misma pertenece a una cultura muy antigua y hasta cierto punto, muy sofisticada, que estableció sus poblados en los siglos previos al inicio de la era cristiana, en las islas del noreste del Caribe.

Como el yacimiento se excavó con la presencia de especialistas y bajo la dirección de una institución académica, en este caso el Museo de la Universidad del Turabo, la colección tiene también un gran valor científico. Sus materiales, como lo son la cerámica, los artefactos de piedra y la gran cantidad de osamentas humanas excavadas en el lugar, han sido tema de investigaciones académicas y científicas que se han publicado en libros y revistas sobre el tema arqueológico.

Además constantemente se realizan nuevos estudios y análisis que ofrecen más datos en torno a esta compleja sociedad de navegantes y mercaderes que fundaron y vivieron en un poblado que formaba parte de una dinámica red caribeña de intercambio de materias primas y objetos terminados con poblados de otras islas y del propio continente.

Finalmente, el nuevo Museo y Centro Humanístico de la Universidad del Turabo, que en estos momentos dirige la Dra. Carmen Teresa Ruiz de Fishler, le ha dedicado una sala permanente a la arqueología de Punta Candelero, titulada “Los Huecoides de Punta Candelero, una Cultura Ancestral”. Aparte de mis responsabilidades como Rector del CEAPRC, soy curador “Ad honorem” de la colección arqueológica del Museo y siempre estoy disponible para colaborar con la Universidad del Turabo y su Museo.

– WRS – Los arqueólogos son unos tipos que excavan la tierra con cierto cuidado. Lo hacen así para ver si tienen la suerte de encontrar o de ver si lo encontrado por un desarrollador es lo que se conoce como yacimientos. Los yacimientos más importantes suyos se los encontró en la Hacienda Grande y en Vacía Talega, Loíza (1985-1986); el Campamento Santiago, Salinas (1985-1986); Punta Candelero, Palmas del Mar, Humacao (1987-1989); Maruca, Ponce (1995-1997); e, isla de Culebra (1997). En fin, luego de tanto hoyo, tengo entendido que don Rafael “Churumba” Cordero Santiago se volvió loco de contento cuando supo que allí, en Maruca, Ponce, fue donde vos por primera vez excavó y se encontró con uno de los primeros yacimientos de las culturas pre-agro-alfareras de Puerto Rico y el este del Caribe, de una antigüedad aproximada a los 5 mil años antes de nuestro presente judeo-cristiano. Cuénteme de la importancia de los resultados de esas investigaciones de campo, sobre o más bien bajo el terreno. ¿Qué confirmaron? ¿Qué nos dejaron saber? ¿Cuán cierto es que Ponce es Ponce por ser en Maruca donde surgieron los leones de Ponce? ¿Fueron esos pre-agro-alfareros de Maruca o debieron ser esos los primeros egos del ponceño de hoy o, tal vez, del puertorriqueño de hoy?

– MRL – A mediados de la década del 1990 fui contratado por el Instituto de Cultura Puertorriqueña, para dirigir un proyecto de excavaciones arqueológicas en lo que en aquel momento se convirtió en el yacimiento indígena más antiguo conocido en Puerto Rico. Este yacimiento fue excavado inicialmente por el arqueólogo Jesús Figueroa, quien lo bautizó con el nombre de Maruca, un personaje del folclore ponceño. En Maruca se encontraron los restos materiales, incluso los restos óseos de 11 individuos, que formaron parte de una comunidad cuya antigüedad fue fechada por medio del carbono 14 en al menos 3 mil años antes de Cristo, es decir casi 5 mil años antes del presente.

A veces les hablo a los estudiantes y al público en general de la gran antigüedad de este sitio, al igual que la de otros lugares en Puerto Rico y se hace difícil entenderlo. Debe estar claro para todos que 5 mil años atrás ya habitaban seres humanos en nuestra isla y fundaron poblados cercanos a la costa como en este caso Maruca, cerca de Ponce. Claro, se trataba de sociedades llamadas Arcaicas o Pre Agroalfareras que dependían de la pesca y la caza para sobrevivir, que además tenían algunas prácticas agrícolas, que fabricaban herramientas de piedra, que vivían en pequeños poblados y que enterraban a sus difuntos de una forma ritual en posición extendida.

Cuando le explicamos sobre la antigüedad y la importancia arqueológica de este hallazgo al entonces alcalde de Ponce, el Honorable Rafael Churumba Cordero, se quedó pensando un rato y con su habitual orgullo ponceño me respondió: “¿Entonces lo que usted me dice es que los primeros habitantes de Puerto Rico eran ponceños?” Y todos los presentes nos reímos y celebramos el ingenio del alcalde, porque aunque en aquellos tiempos, 5 mil años atrás, no existía el concepto de ponceño o de puertorriqueño, de cierta manera el alcalde tenía razón en lo que expresaba. Y creo que llegó a utilizar públicamente el comentario para reforzar la importancia de Ponce y de los ponceños desde los primeros tiempos de la historia de la Isla.

– WRS – En retrospectiva hoy, luego de las investigaciones realizadas bajo el terreno, ¿qué diferencias observa en su propio trabajo creativo de investigador además de su diferencia respecto a las culturas con las que ha trabajado? ¿Qué es aquello que ha aprendido dentro del proceso creativo de dar forma y contenido a su trabajo creativo de arqueólogo?

– MRL – Creo que estoy pasando por la etapa de escribir, de divulgar y valorizar al máximo los hallazgos y el conocimiento arqueológico que he obtenido por mis trabajos de investigación que ya alcanzan cuatro décadas. Mis excavaciones han recuperado información y objetos muy valiosos que pertenecían a las diversas sociedades que hoy llamamos originarias, que sentaron las bases de lo que es hoy la cultura puertorriqueña.

He acumulado cientos de informes arqueológicos que he sometido ante las agencias culturales de Puerto Rico, así como decenas de ponencias que he ofrecido ante congresos arqueológicos celebrados en Puerto Rico, las islas del Caribe, Venezuela, Estados Unidos, Inglaterra y en España. Ahora mi responsabilidad es darlas a conocer de manera educativa a un público más amplio, que los estudiantes sientan ese orgullo de su antigua historia y de las sociedades ancestrales que vivieron en nuestra isla y que son el primer piso, la base de nuestras sociedades modernas.

Como parte de este compromiso, también promoví el ofrecimiento de una Maestría en Arqueología, la única en su clase en Puerto Rico y en el Caribe, con el fin de preparar académicamente una nueva generación de arqueólogos comprometidos con el estudio y el aprecio de nuestras más antiguas poblaciones. Ya en el CEAPRC hemos graduado más de una docena de arqueólogos y eso me llena de mucha satisfacción, pues ya los jóvenes que quieran estudiar Arqueología de Puerto Rico y el Caribe no tienen que ir a prepararse a los Estados Unidos o a México, donde los estudios son más costosos.

– WRS – Mucho de su trabajo creativo como arqueólogo ha sido influenciado por don Ricardo. ¿Qué tiene de particular su trasfondo personal (historia de vida) en la formación del contenido de su trabajo creativo? Pero, ¿qué tiene vos que decirnos de don Ricardo? ¿Cuán importante fue don Ricardo en su formación? ¿Qué lección de vida tuvo de don Ricardo que no quisiera olvidar y que no olvidáramos? ¿Qué le debe vos a don Ricardo como arqueólogo, qué le debe la arqueología puertorriqueña y caribeña a don Ricardo?

– MRL – Mi vida en los pasados 40 años la he dedicado a la investigación arqueológica, a la enseñanza y a la administración de instituciones educativas y culturales. Y ese compromiso se lo debo principalmente al ejemplo que siempre me dio don Ricardo Alegría, mi maestro y mentor.

Don Ricardo siempre insistió en que no bastaba estudiar y conocer bien la historia, la literatura o la arqueología de Puerto Rico. Que era necesario también sentir la importancia y el orgullo que de su conocimiento proviene y darlo a conocer al resto de la población especialmente a la juventud para que ellos también sintieran el orgullo por nuestra historia y cultura nacional. Por tal razón, siempre he tenido presente sus enseñanzas cuando me ha tocado tomar decisiones relativas a mi vida personal y profesional.

También don Ricardo veía nuestra historia y cultura nacional siempre vinculada con la historia y cultura de los demás países caribeños. Siempre he mantenido estrechas relaciones con investigadores caribeños y desde la década del 1970 participo activamente en los congresos y eventos regionales relacionados con el campo de la arqueología. Presidí entre los años 1993 al 1997 la Asociación Internacional de Arqueología del Caribe (AIAC-IACA) con sede en Martinica, y fui el organizador de dos congresos regionales celebrados en Puerto Rico (1993, 2013) en los cuales participaron cientos de arqueólogos, directores de museos y otros investigadores de más de 20 países caribeños y europeos. De esta manera, los arqueólogos del patio así como nuestros estudiantes han tenido la oportunidad de darse a conocer y presentar sus trabajos arqueológicos ante un foro de prestigio internacional.

Como rector del CEAPRC he continuado la tradición establecida por sus fundadores y regularmente invitamos profesores y conferenciantes de la región del Caribe, algunos de ellos de gran reconocimiento internacional como lo son Marcio Veloz Maggiolo y Frank Moya Pons (Republica Dominicana), Lourdes Domínguez (Cuba), Henri Petitjean Roget (Guadalupe) y otros.

– WRS – Hace unos días quiso recordar a doña Velda González. Le recordó, le honró. Recordar es honrar. Honrar, honra. ¿Cuál considera vos es la principal contribución de doña Velda a la protección del Patrimonio Arqueológico del Pueblo de Puerto Rico? ¿En qué radica la importancia de esa contribución de doña Velda para la defensa de nuestro patrimonio nacional?

– MRL – A Velda González, recientemente fallecida, el pueblo la recuerda mayormente por su gestión como actriz y comediante de gran relevancia en la televisión puertorriqueña. Sin embargo, su gestión como senadora que fue por casi dos décadas no es muy conocida. En el aspecto de la cultura Velda González fue siempre defensora de nuestro patrimonio arqueológico y gracias a sus esfuerzos se aprobaron las leyes que protegen del impacto de proyectos de construcción sobre nuestros yacimientos indígenas y otros lugares de importancia histórica. Mientras fue senadora Velda González siempre defendió la integridad del Instituto de Cultura Puertorriqueña y se aseguró que contara con el presupuesto necesario para desarrollar su obra artística y cultural por todo el país.

– WRS – Sé que vos es un autor caribeño de origen puertorriqueño. ¿Se considera puertorriqueño? ¿Existe el puertorriqueño o sólo su imagen es una imagen? ¿Por qué? ¿Qué es la que hace que su trabajo creativo sea de vos y lo que es de vos es o decide ser dentro de Puerto Rico? ¿Qué es esa fuerza que lo hace puertorriqueño y le une a otros?

– MRL – Mi concepto de Puertorriqueñidad va mucho más allá de los límites geográficos de nuestra isla. En estos momentos la mayoría de las personas que se consideran puertorriqueños viven en los Estados Unidos continentales y en otros confines del mundo. Somos puertorriqueños, no sólo porque tenemos una serie de características reales o imaginarias que nos unen y que nos identifican con una personalidad cultural definida ante el mundo. También los demás pueblos del mundo nos identifican y nos definen entre los demás pueblos del universo. Puede haber elementos concretos y objetivos en esa definición de identidad nacional, pero también hay otras características no tan definidas ni visibles que sólo los puertorriqueños podemos identificar.

Te doy un ejemplo de algo que me pasó a mí. Estaba yo hablando en inglés con unos colegas en una esquina de la ciudad de Cayena, capital de la Guyana Francesa, cuando de pronto una señora que estaba asomada al balcón de un tercer piso me gritó: “Oye, ¿tú eres boricua?” Y al yo contestarle en español, “Sí, ¿y como tú lo sabes?”, ella respondió: “Yo lo sé porque yo conozco a mi gente”. La señora era de Ponce y llevaba 20 años casada con un francés y viviendo en Cayena, pero podía distinguir a un puertorriqueño de lejos sin ninguna dificultad.

– WRS – Don Miguel, ¿cómo visualiza su trabajo creativo con el de su núcleo generacional de arqueólogos en Puerto Rico y esos otros espacios caribeños o no de creación y afirmación cultural en los que ha tenido la oportunidad de estar? ¿Cómo ha integrado su identidad étnica y su ideología política con o en su trabajo creativo? ¿Cómo relaciona su trabajo político-cultural con su lectura particular de la vida y su propio quehacer cultural o no hoy?

– MRL – Mi quehacer cultural no es abstracto o teórico o puramente académico, aunque no le quito mérito a aquellos que son capaces de separar el mundo intelectual del trabajo social y político, en el más amplio concepto del término. En todas las etapas de mi vida siempre he tenido presente lo que aprendí de mi alma mater, la Escuela Superior de la UPR, y de grandes maestros como don Ricardo Alegría. Y es que para que la vida tenga un sentido de utilidad, más allá de los logros personales que uno pueda o no alcanzar, tiene que dejar una huella en otros seres humanos.

Mi práctica como arqueólogo, como educador, como administrador y gestor cultural, como servidor público, incluso como líder político, siempre ha estado marcada por unas causas, por unos ideales. En ocasiones, como cuando siendo estudiante universitario me negué a servir en el Servicio Militar Obligatorio durante la guerra de Vietnam, he pasado por la experiencia de ir a la cárcel, de la cual me siento muy orgulloso. Cuando mi hija Laura fue encarcelada por su desobediencia civil en Vieques, yo me sentí el padre más feliz y orgulloso del mundo porque también su vida estaba marcada por una causa. Y al igual que en mi hija pienso que mi labor como educador y gestor cultural también ha impactado a muchos jóvenes en sus vidas profesionales y personales.

– WRS – ¿Qué diferencias observa, al transcurrir del tiempo, con la recepción de sus compañeros de viaje o aventura creativo-cultural con su trabajo creativo y la temática o las temáticas que ha abordado y los marcos teóricos desde los que les has abordado? ¿Qué otros proyectos creativo-cultuales tenéis pendientes?

– MRL – El tiempo pasa y ya me acerco a los 70 años. Puedo ver la vida desde cierta perspectiva que sólo la experiencia y los años ofrecen. Mis maestros y mentores como Eugenio Fernández Méndez, Irving Rouse y Ricardo Alegría ya no están en este mundo. Tampoco muchos de mis amigos y colegas arqueólogos. Pero me siento que siempre surgen nuevos compañeros y compañeras de viaje que lo hacen más cómodo y más entretenido. Disfruto mucho de mi trabajo administrativo y académico como Rector del CEAPRC y también de mi activismo cultural y político. Por eso en público siempre me van a ver feliz y sonriente. Incluso, en momentos de mucha indignación trato de no perder el control.

A veces las frustraciones y reveses me han afectado en lo personal y particularmente en mi salud. Hace unos años sufrí un infarto en medio de una protesta frente al proyecto Paseo Caribe, donde no se siguieron ninguna de las leyes de protección arqueológica. Fui sometido a una operación de emergencia donde me efectuaron tres desvíos coronarios. De broma siempre comento que cada uno de ellos tiene nombre: uno se llama Paseo Caribe, otro se llama Yacimiento Jácanas (que en esos momentos también fue objeto de destrucción por parte del Cuerpo de Ingenieros del Ejército), y el tercero se llama Instituto de Cultura Puertorriqueña, una institución que quiero y respeto mucho, que ha dejado una profunda huella en nuestro pueblo, y que lamentablemente ha sido golpeada, despreciada y aplastada por las pasadas administraciones de ambos partidos.

Y esto me trae a la atención el estado actual de la cultura y de sus principales instituciones oficiales. Por muchas razones, que no son sólo las económicas, los pasados gobiernos no le han dado la importancia que tiene la gestión cultural para el desarrollo saludable del país. Con mi trabajo como gestor cultural y a través de mi participación y presencia en los debates públicos, desearía colaborar en el desarrollo de una nueva visión de la cultura puertorriqueña como instrumento que refuerza la identidad y la unidad de país y como factor importante en el desarrollo económico y la creación de empleos. También visualizo nuestra cultura como punta de lanza en la internacionalización de Puerto Rico.

– WRS – ¿Qué otros proyectos creativo-cultuales tenéis pendientes o quisiereis realizar?

– MRL – Pienso que podemos revitalizar nuestras instituciones culturales para que ayuden al país a salir de tantos serios problemas que en estos momentos enfrenta. Pero este impulso debe ir acompañado de la creación de alianzas con los municipios, con las universidades, con las organizaciones sin fines de lucro y con los grupos y centros culturales por toda la Isla. Ese es el mayor proyecto cultural al cual espero poder dedicar el máximo de mis posibilidades en esta etapa de vida.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=222495&titular=%93para-que-la-vida-tenga-utilidad-tiene-que-dejar-una-huella-en-otros-seres-humanos%94-

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Luis Camnitzer: “La ignorancia es un fascinante campo más allá del conocimiento”

El artista conceptual y escritor uruguayo reflexiona sobre la relación entre arte y educación y destaca el papel clave de la ignorancia.

Artista conceptual y escritor, el uruguayo Luis Camnitzer (Lübeck, Alemania 1937) es también un reconocido pedagogo que ha impartió un curso en el Museo Picasso Málaga, del 18 al 20 de enero, sobre Educación y arte. Asuntos sobre los que charló con este diario.

Pregunta. ¿El arte es el lugar donde puede suceder lo que no puede suceder en otro sitio?

Respuesta. Sí, pero es necesario informar a los otros lugares de qué sucede allí, de cómo en ese lugar se pueden mezclar órdenes que se supone que no se pueden mezclar y hay sistemas alternativos y quizás mejores. El arte es como el Aleph borgiano que abre la expansión del conocimiento.

P. ¿El arte olvidó al público?

R. La obra se realiza en el público, pero hoy el artista no quiere entender que hay muchos públicos, y que hay que elegir al que se dirige. Ocurre lo mismo en los colegios donde los maestros creen que todos los estudiantes son iguales. El artista olvida que el reto consiste en atraer a nuevo público, en convencer al adversario.

P. Los museos se han convertido en supermercado de lujo para el consumo. ¿Qué función deberían cumplir hoy día?

R. Los museos se autodefinen como un recinto cerrado. Su futuro pasa por abrirse y conectar con las escuelas para integrar el pensamiento artístico en el sistema educacional y corregir la fragmentación del conocimiento. Al final te dan un título por los créditos que has comprado pero no por la educación que tienes, y el sistema te absorbe como una pieza de mercado. Es una forma de esclavitud escondida y el arte es lo que puede inmunizar contra ella.

P. Usted propone actuar contra esa enseñanza en la que los profesores digieren los contenidos para que los consuman pasivamente los alumnos.

R. La pedagogía de la educación está concebida como un entrenamiento en el que se transfiere a las otras personas el modo de conocimiento que más conviene. En cambio, en una educación real se facilitarían el descubrimiento y la creatividad para que el alumno llegue a sus propias conclusiones. El arte no es una forma de expresión, es una forma de pensar, la más libre que hay, pero siempre se ha dejado de lado en la educación porque se supone que es un instrumento emocional que no es útil.

P. ¿Cómo se enseña a pensar el arte?

R. Proponiendo problemas para que uno explore alternativas, siempre que el sistema en el que está sea el correcto para sus propósitos, y busque una solución indispensable, capaz de romper las limitaciones para que el artista logre la subversión crítica del sistema convencional. Enseñando la percepción de la complejidad.

P.Pero si uno pasea por Arco o por las galerías, observa que el arte ni se desafía a sí mismo ni perturba al espectador.

R. El arte se convirtió en una forma de producción de objetos y de situaciones de espectáculo, y es difícil crear constantemente un modelo nuevo. Yo defiendo que el arte sea un agente de transformación cultural y de percepción crítica. Que busque la elegancia de la complejidad y no de la complicación. Que desafíe las etiquetas y las categorías.

P.En su libroDidáctica de la liberación, alude a Roberto Jacoby y su póster del Che en el que se dice: “Un guerrillero no muere para que se le cuelgue de una pared”. ¿Cómo devolverle al arte ese espíritu de combate?

R. Desacralizándolo. Teniendo claro que se trata de pensar críticamente sobre a quién le conviene que esto sea así y que no cambie. Al final todo conduce a quién tiene el poder, por qué lo tiene, cómo lo usa. Con esas preguntas el artista tiene que imaginar respuestas indefinidas y ser capaz de concretarlas en la realidad.

P. Otro de sus argumentos es el papel clave de la ignorancia.

R. La ignorancia está considerada como algo negativo porque todo se enfoca desde la aplicación del conocimiento, y si no sabes, estás fallando. Sin embargo, es un fascinante campo más allá del conocimiento. Es un campo de misterio, de exploración. El ignorante es más rico porque su espacio de aprendizaje es más grande, y es estimulado a lanzarse a descubrir y colonizar ideas para sumarlas al conocimiento.

Fuente: http://cultura.elpais.com/cultura/2017/01/29/actualidad/1485709630_980139.html

Fotografía: cultura.elpais

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Álvaro Marchesi: «La innovación pedagógica ha de ser un medio, no un fin en sí mismo»

El objetivo debe ser conseguir avances significativos en la personalización del aprendizaje, según este catedrático.

Innovar no es estar a la última moda o tendencia educativa. Es más, para Álvaro Marchesi, catedrático de Psicología evolutiva y de la educación, para conseguir esta transformación en el modelo de aprendizaje que demandan la sociedad y la escuela actuales es fundamental llevar a cabo una reflexión previa «para diseñar una estrategia pedagógica en la que la innovación ha de ser un medio, no un fin en sí mismo». El objetivo debe ser, sugiere, «conseguir avances significativos en la personalización del aprendizaje, donde el alumno sea el centro y donde la clave está en que el profesor aprenda a gestionar la singularidad de cada uno de sus alumnos para conseguir el máximo potencial de todos».

Sentido y sensibilidad ante las emociones

«Demasiadas veces a nuestros docentes se les bombardea con recetas mágicas, recursos, pautas pedagógicas muchas veces no contrastadas o no ligadas a una evaluación o a un resultado concreto». Entre tanta confusión y tanta urgencia de cambio para Marchesi, hay que destacar entre todas las competencias a desarrollar «dos grandes olvidadas que resumen la importante tarea de nuestros docentes: la del sentido de la educación, y la de la sensibilidad ante las emociones y dificultades de los otros. Estos dos elementos me parecen fundamentales en la escuela del mañana».

Así pues, a su juicio una escuela innovadora es «un proyecto colectivo integral comprometido con la mejora de la calidad y la equidad educativa en la que es necesario un trabajo participativo y reflexivo de todo su claustro, en aras de conseguir alumnos más competentes y que sepan gestionar sus emociones y relaciones afectivas».

Metodologías activas

La respuesta está para Marchesi en las metodologías activas. «Estas metodologías son una herramienta comprobada de gran utilidad para atender y desarrollar la individualidad de cada alumno, y son imprescindibles para que nadie se quede atrás en el aula».

Porque, como apunta el también ex secretario general de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), «estas metodologías atraen la atención y la motivación por el aprendizaje de los alumnos, puesto que el interés moviliza los esquemas cognitivos y construyen nuevos conocimientos». «Estos nuevos modelos favorecen las conexiones entre las dimensiones cognitivas, sociales y emocionales implicadas en el proceso de aprendizaje», añade.

Nuevos modelos educativos

En definitiva, concluye Marchesi, «nuevos tiempos requieren de nuevos modelos educativos y nuestros profesores demandan una formación práctica, consistente y eficaz para poder integrar nuevas herramientas pero de una forma pautada, medida y natural, no impuesta ni forzada. Y para integrar esta nueva estrategia educativa, los docentes necesitan del apoyo de todos los agentes sociales, no solo de las instituciones, para reforzarles en su trascendente labor de formar a los ciudadanos del mañana». Sin duda, añade, «debería existir muchísimo más apoyo al profesorado, más orientación, más desdoblamientos, más docentes en cada área… o cualquier aspecto que les confiera la importancia que tienen».

Sin duda el desarrollo profesional de estos, añade por último, «debería estar incluido el Pacto Educativo. Y también un mecanismo de reconocimiento de méritos educativos por su dedicación docente». Pero la escuela del futuro, advierte este catedrático, «se construye lentamente, en función de las condiciones socioeducativas del país. De hecho, ya estamos en ello. Pero la escuela del mañana es el horizonte al que nunca se llega».

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