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Entrevista a la escritora Elvira Sastre: Mientras siga habiendo una mujer que viva con miedo no habremos conseguido nada.

Por: Marisa Kohan
Fuentes: Público [Foto: Elvira Sastre, escritora. — Gloria Nieto]

Elvira Sastre llena teatros y auditorios a ambos lados del Atlántico con algo de consumo tan poco masivo en nuestros días como es la poesía. Tiene ya ocho libros publicados bajo diversas editoriales y una legión de fans y seguidores en redes sociales que supera el medio millón de personas. Cualquiera que mire estos datos pensará que se trata de una escritora con una extendida carrera. Pero Sastre (Segovia, 1992) publicó Cuarenta y tres maneras de soltarse el pelo, su primer libro de poesía, hace apenas ocho años. Ahora está trabajando en un nuevo proyecto editorial y ampliando su shop, una tienda de productos online con camisetas, bolsos y complementos ilustrados con versos de su poesía.

En esta entrevista, realizada a pocos días de la celebración del 8M, Sastre se muestra convencida de que a pesar de los avances hay que seguir reivindicando los derechos de las mujeres. «El objetivo es una igualdad real, y hasta que no se consiga habrá que presionar y hacer más», afirma la poeta. Y añade con rotundidad: «Mientras siga habiendo una sola mujer que ha sido asesinada o es maltratada o siga habiendo un despido improcedente o salarios que no son iguales o algún tipo de desigualdades, nos seguirá quedando muchísimo camino».

Usted se ha convertido en un ídolo de masas capaz de llenar  teatros y salas con algo tan poco masivo  a priori como la poesía. Muchas jóvenes se miran en usted como un referente. ¿A qué cree que se debe esto?

No sabría decirte. Yo como lectora de poesía, cuando doy con un libro de alguien que escribe cosas que yo no sé expresar, siento mucho agradecimiento. Y puedo entender que la gente cuando lee mis libros o lee poemas que le resuelven cosas o hace que se sientan acompañados y entendidos, sientan agradecimiento. E incluso la pasión de algunos que quieren darte un abrazo porque le has dado luz en este rincón de su vida. Me pasa cuando leo y cuando escribo. Creo que esto viene por ahí.

También creo que la salud emocional está un poco abandonada, no se cuida, no se trata a no ser que uno lo busque. La poesía ahí da un poco la respuesta y por eso creo que ha llegado a tanta gente. En este momento de tanta inmediatez y tanta superficialidad, de repente te cruzas entre selfie selfie con un poema que le llega dentro y funciona. Estos años me he dado cuenta que hay mucha gente que acude a la poesía porque le gusta y mucha que no sabía que le gustaba y la ha descubierto así, sin buscar. Y creo que por eso funciona. La poesía al final es emoción y emoción tenemos todos. Es algo común a todas las personas.

¿Considera que su poesía es feminista?

Creo que el feminismo no es una intención. Es algo que forma parte de nosotras. Como yo me considero una persona feminista, no me supone un esfuerzo escribir un poema feminista. Creo que todo lo que hago está impregnado de feminismo porque yo soy así. También es verdad que hay poemas con temática feminista que he hecho a propósito por una necesidad de soltar cosas y de expresarme, y que siempre los leo con ese empeño y con ese discurso, y que además me paro y lo digo. Y el hecho de viajar y conocer tantas culturas distintas me ha hecho aprender mucho de esto. Cada vez que viajo a Argentina vuelvo con el escudo morado porque es alucinante lo que aprendo allí e intento luego transmitirlo aquí. Cuando doy recitales y leo un poema, intento contar lo que está pasando ahí afuera y cómo es la lucha de las mujeres fuera de nuestro país. Irremediablemente el feminismo está en todo lo que hago y hay algunos poemas en que está de una manera más explícita.

La literatura, al igual que otras artes, ha utilizado tradicionalmente las historias de amor para cosificar a las mujeres ¿Qué vías ha encontrado para hacer de la poesía un vehículo del feminismo?.

Yo hablo siempre en mi poesía de mujeres, por lo que de una manera irremediable, cuando le escribo un poema de amor a una mujer, la estoy viendo como una igual, y no hay un artificio que tal vez habría si yo fuera un hombre y le estuviera haciendo un poema de amor a una chica. Creo que por esa parte me he salvado casi sin pretenderlo. Yo escribo siempre sobre mujeres y esto me hace estar muy cercana a la mujer que no soy yo, la que tengo enfrente, la que es mi compañera y me hace ver cosas de ella que en mí no veo y al verlas en ella las veo en mí.

Yo escribí una novela que se llama Días sin ti que va sobre un personaje que es la abuela y el nieto y esa abuela está basada en mi propia abuela. Tengo referentes personales en mi familia, de mujeres muy luchadoras que lo han dado todo, que han sobrevivido a todos los obstáculos que les ha puesto la vida, con mucho esfuerzo y como es la historia de mi vida y lo he visto desde siempre, no me cuesta. También hay muchos referentes que ni siquiera hay que buscarlos a poco que te informes. Al final, este tema lo ideal o la utopia es que en esta sociedad no tengamos que buscar esos ejemplos, sino que los estemos recibiendo constantemente. Esa es la forma de educar: rodearte de todo eso. Creo que para generaciones futuras lo estamos consiguiendo.

Las niñas y las mujeres en general tienen muy pocos referentes femeninos. ¿Considera importante recuperar esos referentes, especialmente en la literatura?

Sí. Yo creo que es básico. Al final los programas educativos se lo suelen saltan un poco, aunque quiero creer que cada vez menos y que está habiendo algún cambio. Yo me he encontrado con muchas maestras que hacen esa labor. He ido a institutos a dar recitales y a charlar con alumnos y muchas veces veo el trabajo de esas profesoras que contactan conmigo, que emplean parte de su tiempo libre en preparar una actividad para acercar a sus alumnos y alumnas a nuevas voces, y sobre todo a voces de mujeres. Incluso son a veces los mismos estudiante las que lo piden.

Y es cierto que faltan referentes, pero creo que es una generación que está mucho menos cansada que mía y que las generaciones anteriores a la mía, que llevamos ya muchos años de lucha. Están más frescos, tienen más herramientas, tienen un desparpajo muy distinto y es algo que me tranquiliza. Porque pienso que nosotras lo haremos mejor o peor e intentaremos dejarles el mundo lo mejor mundo posible, pero ellas van a enderezar lo que no esté bien y en eso vamos a estar salvadas.

En las últimas décadas se ha avanzado mucho en los derechos de las mujeres social y legislativamente. ¿Qué nos queda por conquistar? ¿Dónde hay agujeros negros?

Mientras siga habiendo una sola mujer que ha sido asesinada o es maltratada o siga habiendo un despido improcedente o salarios que no son iguales o algún tipo de desigualdades, nos seguirá quedando muchísimo camino. El objetivo es no conformarnos, sino conseguir la igualdad al 100%. Si no es al 100%, a mí no me vale. Porque con qué cara te plantas al mundo diciendo que hemos llegado al 80% y nos conformamos. No. El objetivo es una igualdad real y hasta que no se consiga habrá que presionar y hacer más. Es cierto que se han hecho muchas cosas, pero mientras siga habiendo una mujer que viva con miedo no habremos conseguido nada.

¿Es importante reivindicar en las calles el 8M?

Yo creo que sí. En la calle es donde está la lucha al final. Yo este 8M no voy a salir a ningún sitio porque soy persona de riesgo y llevo sin salir mucho tiempo. Llevo saliendo lo justo todo el año. Pero creo que tenemos herramientas para que esta lucha se pueda hacer desde distintos focos. Considero que hay una realidad que no podemos cambiar y es que ante este feminismo haya un sector, más pequeño de lo que parece, al que le molesta y tampoco hay que darles herramientas para que puedan atacar. Es cierto que hay otras manifestaciones sobre las que no se ha dicho nada, que se han hecho miles de cosas, pero soy de la opinión de que es mejor hacer las cosas bien. Podemos luchar desde casa, desde las plataformas de redes que mueven muchísimo y alzar la voz desde todos los sitios que podamos. A mi la manifestación del 8M me da una fuerza que me dura hasta el año siguiente y eso nos va a faltar este año, como nos han faltado un montón de cosas. Pero creo que hay que hacer las cosas con cabeza y se pueden hacer otros planes.

Recientemente hemos visto que en el Teatro comienza a asomar un tímido #Metoo. ¿Se necesita un #Metoo en el mudo de la literatura, en el mundo editorial?

Yo no conozco ningún caso de esa gravedad. Si creo que hay muchísima desigualdad. Yo lo veo. Cuando me invitan a festivales o voy a viajes o a congresos, son todo hombres por encima de 50 o 60 años, con trajes y corbatas y apenas hay mujeres.  Yo me he visto en situaciones muy incómodas, de llegar a un hotel y ver cómo te miran todos pensando ‘¿esta chiquita quién es?’ Son momentos ante los que me crezco de alguna manera. Recuerdo que me invitaron hace unos años al congreso internacional de la Lengua en Córdoba (Argentina) y estaba lleno de académicos. Me pusieron en una mesa con otros ponentes. Ese día iba a leer un poema que había escrito a Argentina, pero de repente vi que esa muy curioso porque todos los invitados eran hombres y todos los asistentes prácticamente eran mujeres. Entonces decidí usar la plataforma y los medios para leer el poema que escribí para el día de las mujeres, que es el más feminista que tengo. Y decidí leerlo porque a lo mejor son cosas que ellos no quieren escuchar de manera voluntaria, pero como estaban aquí tienen que escucharme. Ese fue un momento brutal porque el público hizo una ovación de varios minutos. Fue un momento muy mágico. Y al día siguiente te miraban de otra manera.

Eso lo he tenido que luchar, porque es un mundo muy de hombres. Das con hombres buenos, por supuesto. Yo me rodeo de hombres buenos, porque a los malos no los quiero cerca. Son hombres que te ayudan y te impulsan y te hacen camino. Es verdad que falta aire. Yo tengo las dos experiencias: tengo edictores que son hombre y editoras que el equipo son casi todas mujeres y me siento muy a gusto en las dos partes. Pero creo que en cuanto a visibilidad, a nivel representativo de autores y autoras aún nos falta. Hay algo que a mí me enfada mucho es esto de que te inviten para llenar al cartel y que haya alguna mujer. También me da rabia, y me ha pasado, que te llamen para hacer un prólogo porque el epílogo ya me lo ha hecho un hombre. Y no. Si quieres que te haga algo es por lo que yo escribo. Al final un libro no tiene género. No quiero rellenar una lista ni este falso feminismo. Si quieres algo que sea por mi trabajo y no por el género que yo tenga o que decida tener.

Muchas de sus seguidoras afirman haberse tatuado palabras o poemas suyos y usted ha afirmado tener algunas palabras tatuadas en su cuerpo ¿Qué palabras han marcado su vida?

Aquí tengo [muestra el brazo derecho) una que pone ‘palabras’, que está escrito con la letra de mi padre. También tengo este dibujo que es de mi perrito que falleció, de Tango, y algunas cositas. Todas con mucho significado. Es verdad que hay mucha gente que se tatúa cosas mías, que incluso me lo piden escrito a mano porque que se lo quieren tatuar así. Yo siempre digo que mi letra es muy fea, pero a la gente les gusta, les hace ilusión. Y es verdad que me piden todo tipo de cosas. Peticiones de matrimonio también…. Un montón de cosas que a veces me dan un poco de cosa, pero ya que estoy ahí vamos al lío y que esto salga bien.

¿Y hay alguna palabra que sea particularmente especial?

Hay una que es como firmaba cuando empecé a escribir en un blog de Internet, que es ‘saudade’. La descubrí en el instituto en el libro de lengua y me gustó mucho lo que significaba, porque era una mezcla entre añoranza, nostalgia, melancolía, que acompaña mucho mi obra. Viene del gallego y el portugués que tienen palabras que significan cosas muy bonitas y es una palabra que me ha acompañado siempre.

Hay muchas vivencias de las mujeres que siguen siendo tabú para la literatura en nuestra sociedad. ¿Se puede hacer arte con aspectos claves de nuestra vida como el aborto, la menstruación o la menopausia?

Si. Sin duda. De hecho mi vertiente de traductora me ha permitido estar en contacto con obras de otros países, otras lenguas, que es un efecto como cuando viajo. Ves como se tratan ciertos temas en otros países. Tuve un encuentro maravilloso con Rupi Kaur a la que traduzco desde su primer libro (lleva tres) y recuerdo ese primer libro en el que narraba los abusos que había sufrido en su niñez por parte de un familiar, como había salido de ello. No lo escondía y ese libro me marcó muchísimo, porque cuando traduces un libro es un paso más allá de leerlo. Te metes por completo. Luego pude conocer en persona a Rupi Kaur y es un ser de luz. En sus libros habla de estos otros temas que no son de amor o desamor. Y como sus relaciones son con hombres trata mucho el tema del hombre en las relaciones con las mujeres y sobre experiencias muy nocivas que ella ha tenido y de hombres buenos que ha conocido y lo que ha aprondido de ellos.

Creo que hay autoras, incluso en nuestro país también. Luna Miguel, por ejemplo, tiene obras maravillosas que hablan de mil cosas interesantes para las mujeres o cuando Paula Bonet hizo ese libro sobre el aborto, que son temas que llevados a la literatura, sobre todo en momentos como este, son imprescindibles. Hay que leerlos para conocer de primera mano algo tan emocional y tan íntimo como un poema, que además hable de un tema tan emocional e íntimo como estos, es una fuerza y un golpe tremendo.

¿Veremos a los hombres leyendo este tipo de literatura?

Ojalá. Yo conozco hombres que los leen. Tengo amigos que los leen, que son sensibles y que tienen muchas ganas de aprender y de reaprender. Que son lectores habituales y escriben poesía y se dan cuenta de que también leyendo estos poemas y estos libros pueden reaprender cosas que la sociedad les ha enseñado de una manera errónea y por ahí conectan. Yo en mi círculo lo he visto. Ya he dicho que yo me rodeo de hombres buenos y tal vez estoy muy alejada de los hombres malos que no quieren saber nada de esto. Confía en que poco a poco lo terminen haciendo y que si deciden no hacerlo sea la sociedad la que los eche a un lado y no les quede más remedio que aprender o desaparecer.

Fuente: https://www.publico.es/entrevistas/elvira-sastre-siga-habiendo-mujer-viva-miedo-no-habremos-conseguido.html

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Entrevista a Boaventura de Sousa: «Tengo miedo porque el pueblo no sale a protestar a la calle»

Fuentes: Público/ Guillermo Martínez

Boaventura de Sousa Santos (Coímbra, 1940) lleva casi un año confinado en su pueblo. Aproximadamente, el mismo tiempo desde que estalló la pandemia en Portugal. Desde allí ha escrito un completo ensayo sobre su visión de lo que ha supuesto hasta ahora y lo de que debería suponer en el futuro el estallido de la crisis sanitaria.

El futuro comienza ahora. De la pandemia a la utopía (Akal, 2021) es el título de la obra en la que este reconocido sociólogo defiende un cambio de era a nivel mundial en el que la naturaleza se encuentra en el centro de todo. Público aprovecha la ocasión para hablar con él sobre por qué tiene miedo a la par que esperanza, pero también en torno al teletrabajo; la respuesta de las organizaciones populares ante la inoperancia de los Estados; la relación entre colonialismo, capitalismo y patriarcado; las noticias falsas; y cómo vivir con incertidumbre científica.

Comenta que «los privilegiados que pudieron seguir trabajando a través del teletrabajo se cerraron en casa, paradójicamente, para sentirse menos encerrados. Y trabajaron aún más intensamente». La casa, el hogar, una vez más como privilegio que no está al alcance de cualquiera.

Sí, pero un privilegio matizado. Por un lado, los que pudieron teletrabajar no perdieron su empleo y en algunos casos han visto cómo la relación con sus familias mejoraba. Sabemos que, por ejemplo, en el norte global los padres jóvenes apenas pasaban más de 20 minutos al día con sus hijos, así que ahora han tenido la oportunidad de estar más tiempo con ellos. Al mismo tiempo, sabemos que en todos los países se incrementó, sin excepción, la violencia machista y el feminicidio, por lo que estar en tu casa puede ser bueno pero también sinónimo de convivir más tiempo con el agresor, en este caso tu compañero.

¿Qué impacto tendrá el teletrabajo a partir de ahora?

Digamos que el capitalismo, la nueva ola que emerge a través de la cuarta revolución industrial de la mano de la inteligencia artificial, ha visto en esta pandemia un experimento global en el que poder cambiar las relaciones laborales. Vamos a un estadio en el que no habrá fábricas, pero tampoco protestas de sindicatos, por ejemplo, ni huelgas, mucho más difíciles de construir si no se trabaja codo con codo ni se conoce a los compañeros. Hay un peligro en este capitalismo electrónico porque, de alguna manera, significa un regreso al periodo inicial del capitalismo donde los artesanos trabajaban en sus casas, lo único que ahora lo haremos sometidos al empresario.

Me inquieta ver cómo los sindicatos y los partidos políticos de izquierdas no están interesados en enfrentar este problema que vendrá tras la pandemia. Hay una estrategia global, y no solo en el terreno laboral, sino también en la educación, donde se eliminarán las asociaciones estudiantiles de los campus universitarios y será mucho más difícil articular las demandas. A mi juicio, el capitalismo no ha pasado por ninguna crisis, sino que se ha fortalecido con la pandemia como ya lo hizo con la crisis financiera de 2008.

Al fin y al cabo, la idea del teletrabajo es importante porque creará nuevas oportunidades, pero los grupos sociales más progresistas y populares tendrán que verlo como tal y no dejar que los intereses del capital mundial, que también ven nuevas oportunidades, prevalezcan.

Escribe entre el miedo y la esperanza, como si el primero fuera impuesto y la segunda lo único que nos queda. ¿De qué tiene miedo? ¿Por qué tiene esperanza?

Tengo miedo porque el pueblo no sale a protestar a la calle. Algunos países, sobre todo gobernados por la derecha, han aprovechado la pandemia para legislar cuestiones que empeoran la situación de las clases populares, como Brasil, Colombia, Reino Unido, Estados Unidos y Hungría. Al contrario, en India salieron a la calle pequeños campesinos y agricultores que vieron recortados sus derechos. Mi miedo es que los Estados, cada vez más sometidos a la lógica capitalista, no reciban desde abajo una presión popular pacífica para mejorar las condiciones sociales que se verán mermadas tras la pandemia. Y también me produce miedo que, si bien no veo lo anterior, sí observo cómo la extrema derecha crece en todo el mundo porque ellos no tienen miedo de protestar.

La esperanza viene del estudio que he hecho de la respuesta que han dado algunas comunidades a los efectos de la crisis sanitaria. Mostraron que existía una alternativa posible en la que se podía defender la vida y la economía. Al contrario, los gobiernos de derechas no han protegido ni la una ni la otra, como ocurrió en los países que he comentado antes. Mi esperanza es matizada. Pienso que deberíamos enfrentarnos a un nuevo modelo civilizatorio, empezar una transición a otra sociedad basada en un consumo y producción anticapitalista, antirracista y antipatriarcal.

Defiende que la aparición del coronavirus supone un cambio de era. A partir de ahora pertenecemos a la naturaleza y no viceversa, aunque todo indica que las clases privilegiadas seguirán enrocadas en su posición de máximo beneficio a costa de la destrucción de la naturaleza. ¿Qué escenario enfrentaremos en esta nueva era?

La barrera que va a separar a la izquierda de la derecha a partir de ahora va a ser en qué posición se ubiquen. Para la derecha la naturaleza nos pertenece, y para la izquierda nosotros pertenecemos a la naturaleza, así que si hay izquierdas que van a asumir la primera postura estarán ocupando el papel de la derecha. Cualquier lucha contra la injusticia y la discriminación tiene que incluir a la madre Tierra, la naturaleza, como uno de los seres no humanos más discriminados, silenciados y humillados.

«Cualquier lucha contra la injusticia y la discriminación tiene que incluir a la madre Tierra»

Las políticas medioambientales que está promoviendo la Unión Europea y que deben cumplir las empresas no dejan de ser una forma continuista del capitalismo. Las empresas se van a otros lugares, como África y América Latina, donde sin conciencia ecológica destruyen todo lo que tienen a su paso, tanto a nivel medioambiental como los pueblos indígenas que aun resisten. Europa no solo puede cuidar de los europeos, sino que debe hacerlo de todo el mundo; y todo el mundo se debe cuidar a sí mismo. El hecho de que no se hayan eliminado las patentes de las vacunas contra el coronavirus es una señal muy preocupante, de lo peor que nos puede pasar. Los grandes retos serán a nivel global, y unos no pueden estar por encima de otros porque si no caeremos todos.

El análisis que plantea pivota en torno a tres ejes que nos han llevado hasta aquí y que intenta deconstruir en el ensayo: capitalismo, colonialismo y patriarcado. En cambio, la mayoría de las personas ni siquiera se reconocen como oprimidas u opresoras cuando lo son. ¿Qué hay que cambiar para tomar conciencia de ello?

Lo fundamental es tener una alternativa. Las injusticias no abren posibilidades de resistencia por ellas mismas. Hay resistencia cuando hay alternativa, por eso defiendo que la pandemia más grave la llevamos sufriendo desde hace 40 años, cuando nos hicieron creer que no hay alternativa posible al neoliberalismo. Esto ha bloqueado la política y por eso tenemos políticos mediocresen la gran mayoría de los países. Se creó la idea de que no hay otras posibilidades y eso hace a la gente entrar en cierto fatalismo, claramente relacionado con el crecimiento del conservadurismo religioso. Como la izquierda ha aceptado que no hay otra solución que el neoliberalismo, la alternativa ahora es la extrema derecha, que dicen que son antisistema.

Cuando vino la pandemia, la gente no pidió ayuda a los mercados, sino al Estado, por lo que hay que fortalecer la parte democrática del mismo y empezar un debate abierto y claramente anticapitalista, en el que se propongan políticas de transición. Las organizaciones sociales, las universidades, los partidos políticos de izquierdas tienen que ver en esto que ha ocurrido una posibilidad de cambio y darse cuenta que vivir en una crisis permanente es una trampa, porque el único fenómeno que nunca está en crisis es ella misma.

En la primera parte de su libro trata la devastación provocada por la pandemia, y en uno de los capítulos indaga en cómo el capitalismo hizo de la pandemia lo que ha hecho a la vida humana y la naturaleza: convertirla en un negocio, en sus propios términos. ¿Quiénes son los vencedores y los vencidos?

Los vencedores han sido los capitalistas, quienes tenían las tecnologías. Es el capital tecnológico el que ganó, empresas como Google, Amazon y Apple, pero también lo será el financiero si logra que no haya cambios importantes en torno a la condonación de deuda de algunos países. Respecto a los vencidos, las clases más bajas que ya venían sobreviviendo como podían.

También reflexiona sobre la respuesta que los diferentes Estados han dado a la crisis sanitaria. A pesar de que sin salud no hay economía posible, el cortoplacismo ha hecho que la recuperación sea aún más lenta y, en muchos casos, dolorosa. En este sentido, ¿qué se ha hecho bien y qué mal?

En Europa prevaleció la idea de defender la vida, excepto en Suecia, lo que tuvo un resultado catastrófico. Los países que salen peor en términos de economía y protección de la vida fueron aquellos que minimizaron los efectos de la crisis desde el principio, muchas veces negacionistas y gobernados por la derecha, como Reino Unido, Estados Unidos y Brasil.

Ante la inoperancia de los Estados, en multitud de regiones se han creado decenas de redes de solidaridad y apoyo mutuo entre la ciudadanía. ¿Podría ser este el germen de la utopía?

Yo defiendo la idea de la utopía a partir de la autodeterminación de los pueblos y las comunidades, de lo que ellos mismos piensan que es mejor para ellos. No defiendo una solución tipo Rojava o Zapatista por todo el mundo, porque las condiciones son distintas en cada país, pero en muchos lugares se han protegido de la pandemia con sus propias reglas, como los pueblos indígenas de América Latina. Todo esto, pienso, son experimentos de alternativas anticapitalistas, antirracistas y antipatriarcales. Quizá puedan ser el inicio de la utopía, pero sin lugar a duda no habrá utopía si las mujeres no son consideradas como un sujeto político decisivo. La utopía vendrá con la autodeterminación y los cuidados, lo que incluye a la naturaleza.

En la segunda parte del ensayo entra de lleno en la idea de que el siglo XXI puede ser el comienzo de una nueva era. Se decanta, según describe, por el que apunta a un nuevo modelo civilizatorio basado en la primacía de la vida digna y en una relación con la naturaleza radicalmente distinta a la que mantuvimos en la era moderna y nos llevó al borde de la catástrofe ecológica y a un mundo distópico viral. ¿Acaso tenemos otra opción para sobrevivir?

No. De hecho, ahora sí que no hay alternativa. O defendemos la naturaleza o será un suicidio. La vida humana constituye el 0,01% de la vida total del planeta, y a pesar de ser tan poco nos arrogamos el derecho de destruirla por completo. Nada, la alternativa es el suicidio.

Argumenta que «en tiempos de pandemia, las noticias falsas se traducen directamente en muertes y, por tanto, constituyen acciones delictivas que los países no están preparados para castigar ejemplarmente, así como tampoco están preparados para frenar eficazmente la difusión de noticias falsas». Quienes difunden estas informaciones falsas ¿pueden estar matando a gente?

«La difusión de noticias falsas puede constituir crímenes de lesa humanidad»

Sí, sí pueden. La difusión de noticias falsas, de aquí en adelante, puede constituir crímenes de lesa humanidad. Lo muestro en el libro: una publicación en una web decía que tomando grandes cantidades de alcohol puro o de alta gradación matabas al virus, así que el resultado fue la muerte de 800 personas y casi 30.000 hospitalizaciones por este motivo en 80 países diferentes, además de que mucha gente se quedó ciega por esto.

‘Vivir con incertidumbres científicas’ es el título de un subcapítulo en su monografía. Si la ciencia es la mejor forma que tenemos de entender la realidad, ¿cómo es posible vivir en el desconocimiento?

Tenemos que vivir la incertidumbre con gran humildad. Además, es necesario un cambio epistemológico en el conocimiento. Yo lo llamo epistemologías del sur, pues hay que democratizarlo y darnos cuenta de que no solo existe el tipo de conocimiento científico al que estamos acostumbrados. Por ejemplo, los saberes indígenas no pueden ser despreciados por la ciencia. Al igual que debemos luchar contra las noticias falsas, también tenemos que aprender a valorar esto otro y huir de las certezas absolutas.

Si existen los dioses, quizá ellos tengan alguna certeza, pero nosotros no, somos humanos y tenemos que vivir con la incertidumbre.

El propósito del libro es ayudar a «quienes durante la pandemia asumieron la defensa de la vida digna e imaginaron políticas y modos de vida que en el futuro puedan defendernos mejor de las pandemias». Una vez superado el coronavirus, ¿a qué otras pandemias nos tendremos que enfrentar?

La peor pandemia vendrá si no superamos esta crisis y seguimos con la idea de que no existe alternativa al capitalismo neoliberal. Habrá otras pandemias muy difíciles también, como la de no tener acceso a la sanidad pública y la reconversión de esta en un negocio en lugar de un bien social; la pandemia del hambre; la pandemia de la brutalidad policial; la pandemia de la violencia machista; la pandemia de la falta de vivienda; y, sobre todo, la pandemia que tendremos que afrontar si no mantenemos el agua como un bien público y de acceso universal. Las estimaciones marcan que para 2050 la mitad de la población no va a tener agua potable al mismo tiempo que el agua ya cotiza en el mercado de futuros. El capitalismo hará lo que sea para adelantarse a cualquier situación de la que se pueda beneficiar.

Fuente: https://www.publico.es/entrevistas/entrevista-boaventura-sousa-boaventura-sousa-miedo-pueblo-no-sale-protestar-calle.html

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Néstor Romero: «Los niños resuelven antes y mejor los conflictos que los adultos»

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  • Néstor Romero dio vida a Carlos en la película Uno para todos, de la que hablamos hace unos meses. Un niño con una enfermedad grave que se ve aislado en su clase, al haber sido un mal compañero. Hablamos con Romero sobre temas como el acoso escolar, el trabajo en equipo y la resolución de conflictos en las aulas. También de su trabajo en la película.
  • ‘Uno para todos’: un maestro interino entre el compromiso y el abismo

Néstor Romero tiene 14 años y estudia 3º de la ESO en el Instituto Ángel Sanz Briz en el barrio de Casetas, Zaragoza. Disfruta con la clase de biología y la de valores éticos. En su tiempo libre le gusta estar con sus amigos, jugar a videojuegos, escuchar música e ir en bicicleta por la montaña.

También le gusta hacer deporte. De hecho, de los 6 a los 11 años compitió en gimnasia con la Federación aragonesa, incluso llegó a ganar el campeonato de España en su categoría. Pero los duros ejercicios y los entrenamientos casi cada día de la semana durante tres horas le llevaron a retirarse. Ahora su pasión se centra en la interpretación.

Su primer papel ha sido el de Carlos en Uno para todos, una película que nos habla de bullying, de la importancia de la empatía y del respeto entre compañeros. Pero también, de como un buen maestro deja huella en sus alumnos, y de cómo a veces también, son los alumnos los que marcan a un profesor.

La mayoría de niños y niñas que protagonizan la clase de 6º de la película Uno para todos, nunca habíais hecho nada de teatro o cine antes. ¿Cómo te decidiste a participar en el casting?

En mi caso, no había participado en clases de teatro o de cine antes de la película. Me enteré del casting gracias a mi tía, que lo vio publicado en el colegio. Envié un correo con los requisitos que pedían, y en seguida me llamaron para realizar el casting. Tras varias pruebas, al final me escogieron para realizar el papel de Carlos.

Te escogieron para representar a un niño con un cáncer de linfoma que en su pasado maltrataba a sus compañeros. Tuviste que raparte el pelo, incluso las cejas… un cambio físico importante. Pero ¿cómo te preparaste para interpretar este papel? Y ¿cómo te ayudaron?

Al principio me costó meterme en el papel, puesto que es una situación difícil. Gracias a la ayuda de mi couch en el rodaje Yasmina y de mis compañeros lo logré. El hecho de raparse el pelo y las cejas me ayudó a meterme más en el papel, aunque fue un momento duro, me acostumbré.

A lo largo de la película se ve cómo la relación entre el grupo de la clase tiene una bonita evolución. Los alumnos aprenden a respetarse, a resolver conflictos y entienden que juntos suman mucho más. ¿Cómo fue la convivencia durante el rodaje? ¿Este sentimiento de equipo lo vivisteis también fuera de escena?

La convivencia con mis compañeros fue excelente, poco a poco fuimos formando una piña. Tanto dentro como fuera de escena teníamos una gran complicidad. Esta relación seguimos manteniéndola hoy en día, algo que me alegra.

¿Piensas que en el cole, en casa y en la calle se nos habla y educa lo suficiente sobre el bullying o el maltrato en general para prevenirlo? ¿Has vivido algún caso cerca? ¿Esta película podría ayudar a trabajar el tema en el aula o es más para adultos?

Considero que la educación sobre el bullying no es suficiente. Hay muchísimas personas que sufren bullying y esto debería erradicarse. Nunca me ha tocado, por suerte, vivir un caso de bullying cerca, pero sé que está a la orden del día. Tanto en los colegios como en las casas se debería educar a los niños para que esto no pase. Esta película podría ayudar tanto a adultos como a niños, una película que trata sobre el perdón pero sobre todo enseña el daño que podemos causar al hacer bullying.

En general nos cuesta ser empáticos, ponernos en el lugar de los demás. ¿Dirías que eres un poco más empático después de interpretar a Carlos?

Siempre he sido una persona empática, pero gracias a la película me he dado cuenta que quizás había momentos en los que no lo era suficiente.

En la peli vemos cómo a los alumnos les cuesta abrirse y pedir ayuda pero también le cuesta a su maestro Aleix (David Verdaguer). ¿Por qué crees que nos es tan difícil pedir ayuda a los que tenemos más cerca, incluso a nuestros amigos y/o familia?

A veces no pides ayuda por el simple hecho de no preocupar a los que te rodean. Intentas resolver tus conflictos solo, pero es verdad que a veces necesitas ayuda de los demás sin darte cuenta. Pedir ayuda a las personas que te quieren es la mejor opción aunque creas que no.

Y ya si hablamos de resolución de conflictos que es todo un mundo en política, convivencia social o deporte. ¿Quién dirías que resuelven mejor los conflictos los niños o los adultos? ¿Por qué?

En mi opinión diría que lo resuelven antes y mejor los niños que los adultos. Porque los adultos llevan todo al rencor. Los niños tienen esa ignorancia y rápidamente se olvidan de los problemas.

Al final Uno para todos nos habla de emociones y sentimientos, de la importancia de comunicarnos unos con otros y de respetarnos. ¿Tú qué tal llevas esta parte de expresar tus emociones? En una escena lloras, pero por lo que has comentado en alguna otra entrevista esto de llorar no va mucho contigo.

Suelo expresar las emociones con la mirada. Es verdad que algunos sentimientos me cuesta expresarlos más que otros, como por ejemplo llorar. Solo lloro en situación extremas pero gracias al trabajo que realicé pude hacer las escenas.

Uno de los valores que también enseña la peli es el trabajo en equipo. Justo esta es la clave que hace que el grupo clase vuelva a sentirse unido. ¿En tu día a día y en el instituto te gusta hacer trabajos en grupo o prefieres ir más por libre?

En el caso del instituto, me gusta más hacer los trabajos de manera individual, ya que hacerlos por grupos cuesta más a la hora de organizarse. Pero fuera del instituto siempre te sientes más acompañado haciendo las cosas en grupo.

En la película vemos cómo a menudo un profesor/a nos marca. Más allá de aprender conceptos clave de un currículum, el maestro – profesor acaba siendo un guía, un modelo, una influencia. ¿Tienes algún buen recuerdo de algún profesor que hayas tenido? Y ahora ¿quiénes son tus ídolos, influencia o ejemplos a seguir?

Tengo recuerdos de algunos profesores, que aparte de ser buenos maestros también eran buenas personas que se involucraron mucho en su trabajo. Tengo muchos ídolos, hoy en día tengo de ejemplo algunos actores como David Verdaguer, algún día me gustaría llegar a su nivel.

Pero también hay alumnos y situaciones de las que un profesor aprende mucho. ¿Cuéntame alguna situación vivida con algún maestro o profesor que creas que le haya hecho aprender más a él que a ti?

Sinceramente nunca he vivido una situación en la que el profesor haya aprendido de mi, o eso creo. Pero un gran ejemplo es esta película.

Me consta que después de la experiencia de participar en este rodaje quieres seguir interpretando. ¿Qué estás haciendo ahora al respecto? ¿Tienes nuevos proyectos cerca? Si te dejarán escoger, ¿que profesión prefieres la de maestro o la de actor?

Cuando se acabe la pandemia me gustaría seguir realizando clases de cine. Sigo realizando castings con mi representante y buscando nuevos proyectos. En cuanto a la profesión que elegiría sería la de actor, puesto que es mi sueño a nivel laboral.

Fuente e Imagen: https://eldiariodelaeducacion.com/2021/03/01/nestor-romero-los-ninos-resuelven-antes-y-mejor-los-conflictos-que-los-adultos/

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Entrevista a Amador Fernández-Savater: «Hay una fuerza de los débiles»

A raíz de su nuevo libro, Habitar y gobernar. Inspiraciones para una nueva concepción política, Amador Fernández-Savater habló con Brecha sobre el legado del 15M, sobre Podemos, estrategia, eficacia y deseo.

—¿Tu libro reflexiona a partir del ciclo que en España va del movimiento del 15M a Podemos. ¿Cuál es el balance de estos años?

—Más que hacer un balance, el libro recoge los textos que fui escribiendo mientras el movimiento estaba vivo. Intenta proponer imágenes que potencien sus aspectos de más calado. Creo que ese movimiento tenía una gran potencia en los actos, pero esa potencia no se acompañaba de una nueva racionalidad o un nuevo imaginario que permitiera no sólo actuar de manera potente, sino también entender la potencia de lo que se estaba haciendo. El 15M siempre estuvo atrapado en una mirada un poco despotenciadora. Por ejemplo, siempre estaba esa idea de que era un movimiento que no tenía logros. Pienso que eso tiene que ver con la definición de logro. Si por logro sólo se entiende la conquista de una posición en el Estado o en el poder, pues el movimiento no tenía logros. Pero a otros niveles tenía muchos. Entonces, tenía una gran potencia, pero al mismo tiempo no era capaz de ver, valorar, nombrar y comunicar la potencia de lo que hacía. Y si juzgas la potencia de lo que haces desde un imaginario antiguo, ese imaginario, ese espejo, solamente te va a devolver impotencia. Ese me parece que fue un gran límite y uno de los motivos de la crisis del 15M y el paso a Podemos.

¿Qué fue eso que pasó, eso que hizo el 15M?

—El movimiento emergió de manera bastante imprevista para todos nosotros –incluso para la gente más militante de los movimientos sociales– al tercer año de aplicación de políticas de austeridad muy duras que respondían a la crisis de 2008. Estábamos en un momento –tres años después de que empezaran la crisis y su gestión neoliberal– bastante extraño, en el que veíamos aumentar el malestar social por los desahucios, las precarizaciones, los recortes, la intensificación de la explotación, el empobrecimiento, y, sin embargo, no veíamos una respuesta social. Por el lado menos pensado, una plataforma recién creada de gente joven sin trayectoria política previa logró desencadenar una emergencia realmente impresionante, que se expresó en la toma de las plazas de ciudades y pueblos de España. Por un lado, respondía al sistema político español: algunos de sus gritos más conocidos eran: «Lo llaman democracia y no lo es» y «No nos representan». Dos gritos que agujereaban el relato que dominó a España durante 40 años: que habíamos salido del franquismo y vivíamos en una democracia, que eso creaba un espacio de convivencia que nos permitía no volver a un régimen de guerra. El 15M deslegitimó ese discurso. Por otro lado, había una crítica del neoliberalismo en tanto que imposición de una lógica del beneficio por sobre cualquier consideración de las vidas concretas. Era un movimiento de politización que no emergía de ninguno de los lugares del espectro político conocido, ni de los partidos, ni de los movimientos sociales. A todos nos agarró a contrapié. Lo protagonizaba gente sin experiencia política previa y era un doble desafío: al sistema político y al sistema económico, que prácticamente forman uno solo. El movimiento creó en todas las plazas y pueblos de España lugares de convivencia, lugares de encuentro muy interesantes. No era solamente un movimiento de crítica: también creaba espacios de vida, encuentro, diálogo y acción común, realmente incluyentes y muy novedosos.

—¿Cómo se relaciona eso con Podemos?

—El movimiento apareció el 15 de mayo de 2011, por eso la denominación 15M. Esa energía tan intensa, tan bonita, tan nueva, tan incluyente, tan creadora, tan desafiante tuvo una crisis dos años después, hacia 2013. Hubo una crisis de orientación, un «Bueno, ¿hacia dónde vamos?». No fuimos capaces de habitar esa crisis, en el sentido de convertirla en un momento de reflexión reposada, sino que enseguida se impuso la idea de que estaba muy bien todo ese movimiento callejero que cambiaba las vidas, que politizaba la sociedad, que hacía preguntas, que creaba grupos, que creaba comunidades, colectivos, etcétera. Pero había que dar un paso más, es decir, entrar en las instituciones y procurar una conquista del poder político a través de dispositivos electorales. Entonces, mientras el 15M sufría de esta mirada autodespotenciante, que no acompañaba la potencia de sus actos con un imaginario que lo validara y lo dignificara, la energía cambió, se reactivó. Se hizo muy fuerte con Podemos, pero cambió completamente de naturaleza. El 15M era un movimiento sin jerarquías, sin líderes cristalizados, un movimiento horizontal, que rechazaba la verticalización, que rechazaba constituirse en partido político. De ese primer momento se pasó a un segundo, que es Podemos, en el que progresivamente fueron primando todos estos valores de la política tradicional. Lo que hay de fondo es el fetichismo de cierta idea de eficacia. El 15M no creó su propia idea de eficacia, de una eficacia política. De qué se trata realmente producir efectos, de qué se trata cambiar las cosas. Finalmente abrazó la idea más convencional de eficacia, según la cual la eficacia política es constituir un partido, presentarte a elecciones e intentar cambiar las cosas desde arriba. Diría que, en el pasaje del 15M a Podemos, lo que estuvo en juego fue nuestra incapacidad de inventar otra idea de eficacia.

—Me llamó la atención que el libro tomara una serie de filosofías –por ejemplo, las de Jacques Rancière y Giorgio Agamben– que son pensamientos muy antiestratégicos, de la interrupción, de la incondicionalidad, e intentara poner ese tipo de pensamiento –junto con otros– en una clave estratégica, incluso bélica. ¿Cómo es el tránsito desde esas filosofías críticas tan antipragmáticas hasta una noción de estrategia?

—Por lecturas que ya venía haciendo entonces y que aparecen en el libro –como la de Lawrence de Arabia– y por lecturas que he ido haciendo después de la escritura del libro –como la del pensador argentino León Rozitchner–, estoy cada vez más interesado, como imaginario posible para la política, en lo que se llama pequeña guerraguerra defensiva o guerrilla. De alguna manera, las guerrillas siempre fueron también políticas: eran la política, pero en un contexto bélico. Mi pregunta sería acerca de lo que me gusta llamar la fuerza de los débiles. ¿Cómo quienes no tienen nada, quienes no tienen ninguna fuerza –es decir, quienes no tienen un ejército profesional, no tienen armas, no tienen tecnologías, no tienen dinero, no tienen disciplina, no tienen poder institucional–, son capaces de desafiar a quienes sí tienen algo, sí tienen fuerza, sí tienen poder, y así cambiar las cosas? Me interesa cada vez más la pregunta sobre la fuerza. En ese sentido, el pensamiento estratégico es una reflexión sobre la fuerza. Pero ¿qué es tener fuerza? En autores como Rozitchner y el propio Lawrence encuentro que hay al menos dos fuerzas. Está la de los fuertes, que pasa, sobre todo, por la capacidad de dar miedo, acumular medios de terror, aterrorizar al adversario, y por la capacidad técnica, la capacidad armada. Pero hay otra fuerza, la que ha habido en todas esas pequeñas guerras que los débiles les han declarado a los grandes, a los fuertes. Esa otra fuerza pasa por elementos que también están presentes en los movimientos políticos que a mí me interesan, por ejemplo el 15M: la activación de los afectos, la activación de una trama sensible, la autonomía a la hora de elegir los tiempos y los espacios que vamos a disputar, el valor de la igualdad, el valor de la pluralidad. Todos esos elementos que componen la fuerza de los débiles, tanto en un contexto bélico como en uno civil o pacífico, son los propios de la gente que, sin nada de lo que consideramos poder, puede producir efectos de transformación, efectos de emancipación. En ese sentido, mi pensamiento se ha ido hacia algo estratégico. Habría que pensar cómo filósofos que pueden ser muy antiestratégicos, como Rancière y Agamben, pueden ser leídos estratégicamente. Rancière viene a decir que la estrategia es un pensamiento de la desigualdad, que pasa por considerar que los seres humanos somos desiguales: hay unos que saben y otros que no. Pero podríamos hacerle la pregunta a Rancière de si no hay una eficacia propia de los procedimientos de igualdad que él describe. Seguramente, él respondería que esa es una eficacia distinta, que nunca garantiza que las cosas vayan a salir bien. La eficacia convencional, dominante, siempre quiere asegurar un resultado. Mientras, nosotros tendríamos que trabajar con una idea que no nos ofrece una garantía o un resultado seguro, pero que sí nos acerca a producir otros efectos.

—El libro habla mucho de la escucha, del tacto. Hay en él una idea de diplomacia y de formas de relacionarse que puede producir potencia y eficacia. Estoy acostumbrado a ver, en los ambientes de izquierda y de izquierda radical, una forma de vincularse áspera, conspiratoria y prejuiciosa. Y resulta refrescante pensar este tipo de cuestiones como un tema estratégico.

—La escucha y el tacto son un poco las facultades que esta otra estrategia nos exigiría. Es decir, mientras que la vieja idea de estrategia apunta a un sujeto capaz de forzar la realidad para llevarla adonde tiene que ir –al programa, al plan, al modelo, a la idea–, la segunda idea de eficacia se vehiculiza mucho más a través de una idea de escucha, de tacto, de retaguardia o de ponerte en una posición secundaria, en el sentido de que tú no eres el motor, el centro, el autor, el actor que empuja las cosas, sino un acompañante de las cosas, un asistente de la potencia, no el productor de la potencia. Todas esas cualidades me interesan vitalmente: son inclinaciones espontáneas mías también. No me gusta tanto la posición activa, la que tiene la iniciativa, la que abre caminos, sino esta posición secundaria, receptiva, que va detrás, que acompaña, que favorece. Entonces, algo personal mío se cruza con algo que puede tener un interés político: la segunda idea de eficacia de la que estamos hablando, la que tiene más que ver con los procesos, nos exige no tanto tener la razón –polemizar con el otro, machacarle, convencerle–, sino, más bien, ser capaces de detectar por dónde están creciendo las plantas que nos interesa regar. En ese sentido, me parece que esta es una facultad estratégica de una nueva militancia.

—Intentás establecer un vínculo, una relación virtuosa, entre la tradición radical y esta forma más sensible, que a menudo los militantes «serios» ven con algo de desdén. Es interesante cómo intentás darle un estatuto político inscrito en la tradición revolucionaria anticapitalista. ¿En qué tipo de cosas esta sensibilidad, esta eficacia, le disputa o desplaza al capital?

—Son facultades que habilitan otra experiencia del mundo, una experiencia de no dominación. Yo diría que el capital –y no sólo el capital, porque este tiene su propia historia, bebe de otras cosas, se encabalga con otras formas de opresión– es una experiencia de dominación del mundo, una manera de estar en el mundo: dominarlo, controlarlo, someterlo, convertirlo en cosa, conocerlo para violentarlo. La escucha y el tacto habilitan otra experiencia de estar en el mundo: dejar de pensar en dominar, dejar de ejercer dominación, dejar a las cosas ser, y no dominarlas en vistas de un fin que yo tengo planeado de antemano, sea beneficio, sea eficacia política, sea rédito político. Son facultades en las que ya hay otros valores. No sé muy bien adónde pueden conducir ni si pueden producir un descarrilamiento del capitalismo, pero en sí mismas son cualidades que habilitan otra experiencia del mundo. Y hay algo decisivo que se juega en qué experiencia hacemos de la vida y el mundo: si hacemos una experiencia de la vida y el mundo como algo que hay que dominar o si nuestra experiencia es algo que requiere cierta escucha, cierto cuidado, un acompañamiento, la labor de intensificar esas cualidades, nombrarlas, hacerlas crecer. Por ejemplo, esto lo veo en el feminismo y el ecologismo. En sí mismas son facultades no neoliberales, no capitalistas, incluso anticapitalistas o antineoliberales.

—En el pensamiento revolucionario tradicional hay una ética implícita que es sacrificial y tiene un costado autodestructivo y muy antihedonista, en la que se vincula el hedonismo con el liberalismo y la sociedad de consumo. Algo muy provocador del libro es que plantea una especie de hedonismo revolucionario: la idea de que las cosas que nos hacen bien están, de algún modo, vinculadas a lo que nos va a llevar a los lugares que queremos políticamente. Esa es una idea muy antiintuitiva para la izquierda.

—A estas alturas me preguntaría, incluso, si lo liberal o lo neoliberal es tan hedonista. Porque todos sabemos que el consumo es lo más insatisfactorio que hay. A todos nos ha pasado de vernos en momentos bajos de ánimo y permitirnos algún tipo de consumo como para compensar algo. Esa es la experiencia del consumo y nunca te termina de satisfacer del todo, por eso el consumo es infinito: echa cosas a un pozo sin fondo. Dentro de lo neoliberal, dentro de lo liberal, tanto el consumo como las formas de trabajo están atravesados de muchísimo malestar. No veo ya tan clara –como pudo estar en otros momentos, en los ochenta– la relación entre disfrute y capitalismo. Las formas de disfrute que propone el capitalismo son bastante insatisfactorias; son modos de compensar vacíos, de rellenar faltas; son imposiciones de maneras de felicidad que nos llevan a la infelicidad. El «siempre más» capitalista conlleva, de fondo, una insatisfacción, un vacío, una incapacidad de vivir el presente, de valorar el presente, de habitar el mundo. Yo reivindicaría cierto disfrute del habitar, del estar aquí ahora, de intentar seguir el propio deseo, que me parece lo más revolucionario que hay: intentar escuchar y seguir el propio deseo, la propia energía que hace que vivir tenga un sentido fuerte, que no hay que confundir con el capricho, el goce y la satisfacción inmediatos, que finalmente producen tanta insatisfacción. Una vez que somos capaces de vivir según nuestro deseo, tenemos vidas plenas, vidas que vibran, vidas en las que las cosas tienen sentido, en las que hay creación, en las que hay potencia, en las que vivir tiene intensidad. Una intensidad que puede estar atravesada también de sufrimientos, porque ciertas cosas que nos producen un gran deseo también son muy jodidas: la política, escribir, dar clases… Todo eso no es una alegría permanente, una fiesta permanente. Hay momentos duros, momentos de crisis, momentos en los que las cosas no salen, momentos de preocupación por lo que pasa, momentos duros. No es la satisfacción permanente, la felicidad permanente, pero es una plenitud. Hay que pasar por ello. Y el sufrimiento también está asociado a cosas que queremos. Hay trabajos que queremos hacer, relaciones que queremos mantener y acciones que queremos emprender que conllevan el sufrimiento, la pérdida, que las cosas no salgan, la frustración, pero que merecen la pena. Entonces, que todo eso lo acoja el deseo.

Fuente e imagen: https://brecha.com.uy/hay-una-fuerza-de-los-debiles/

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Entrevista al activista saharaui Hassanna Aalia: «Esta es una guerra contra un régimen expansionista, los saharauis no tenemos nada contra el pueblo marroquí»

Por: Daniel Seixo

Teniendo en cuanta que el Sáhara llegó a ser una provincia española, ¿cómo se explica la pasividad de los sucesivos gobiernos de nuestro estado en torno a este conflicto?
 
España es la potencia colonial del Sahara Occidental y sigue siendo la potencia administradora del territorio según las naciones unidas. Esta es una responsabilidad histórica y jurídica que España nunca asumió, pero que no cae con el paso del tiempo, España ha sido parte del problema abandonando el Sahara Occidental y traicionando al pueblo Saharaui abandonándolo a su suerte y en manos de un gobierno reaccionario que anexiono el territorio y lo ocupo militarmente cometiendo crímenes contra la humanidad, asesinando a saharauis y causando el éxodo de miles de personas además de los miles de desaparecidos que se sigue sin conocer su paradero. Los sucesivos gobiernos Españoles no han estado a la altura de corregir este error histórico que viene de la era de la dictadura, y ahora incluso con el “gobierno más progresista de la historia”, con la presencia de fuerzas políticas tradicionalmente afines a las aspiraciones de los saharauis, las cosas no han cambiado y España sigue apostando por una posición muy tímida y que no va en línea con su responsabilidad con el Sahara Occidental. Nos resulta muy decepcionante e incomprensible saber que casi todo el pueblo Español (según las encuestas) apoya a la independencia del Sahara y que esto no se pueda transmitir en una posición política por los que se supone que son los representantes del pueblo.
 
Donald Trump acaba de reconocer al Sáhara como reconocimiento de la soberanía de Rabat sobre el Sáhara Occidental, ¿qué papel juegan la Unión Europea y EE. UU. en este conflicto?
 
Estados unidos es una potencia muy importante a nivel internacional, debido a intereses meramente económicos siempre ha estado alado del país ocupante, todos recordamos que en la marcha verde había banderas americanas, también recordamos que el muro marroquí de la vergüenza fue una idea de EE. UU. e Israel con apoyo de países del golfo. Obviamente EE. UU. nunca nos ha apoyado ni esperábamos mucho de ellos, pero lo que hizo el expresidente al declarar que el Sahara es parte de Marruecos, es algo sin precedentes y daña mucho la imagen de una potencia como EE. UU. que se estableció en valores como democracia, derechos humanos y el respeto a la legalidad internacional. Me atrevería a decir que ha sido incluso contraproducente para Marruecos que se vinculase con un personaje racista, golpista y antidemocrático como Donald Trump. Trump ha dañado mucho la imagen de su país con esta decisión que desafía la ONU y la legalidad internacional, pero creo que sirvió también para mostrar a todo el mundo la realidad de Marruecos y sobre todo la relación ya existente que existía con el estado de Israel que no es más que un país ocupante y que al igual que Marruecos también vulnera la legalidad internacional y viola los derechos humanos del hermano pueblo palestino. Esperamos que la nueva administración de Biden revierta esta decisión lo antes posible, y que al menos apoye la centralidad de la ONU en el conflicto.
 
En lo que concierne a la unión Europea, obviamente las relaciones con Marruecos son encabezadas por estados como Francia y España y todos sabemos las relaciones que existen entre estos dos países y Marruecos. Es realmente muy triste ver como una potencia tan importante como la unión europea se deja llevar por países que ponen sus intereses económicos por encima de los derechos humanos y los nobles valores de la unión europea. De Europa solo esperamos a que respeten su propia justicia, la CJUE ha sentenciado en varias ocasiones que Marruecos no tiene ningún tipo de soberanía sobre el Sahara Occidental y que los acuerdos comerciales no son aplicables en el Sahara Occidental. Resulta bochornoso ver que a pesar de esas claras sentencias la UE guiada por potencias que desafían la legalidad por sus intereses siga en este camino, ya es hora de que esto cambie y que la UE defienda la justicia y los derechos humanos en el Sahara Occidental.
El motivo por el que estallo la guerra el pasado 13 de noviembre es claro, Marruecos vulneró el acuerdo del alto del fuego firmado entre las partes en 1991
¿Cómo definiría las políticas de Marruecos desde la invasión militar del Sahara Occidental?
Como cualquier potencia de ocupación, Marruecos lleva a cabo políticas de represión destinada a intentar silenciar la voz de los saharauis. Desde su invasión al territorio Marruecos viola sistemáticamente los derechos humanos, ha asesinado a miles de Saharauis durante su anexión al territorio, hemos visto como recientemente se han desvelado fosas comunes de saharauis que fueron asesinados entre los años 1975 y 1980, también hasta hoy más de 500 saharauis siguen desaparecidos sin que se sepa nada de ellos. Marruecos asesina, tortura, viola a mujeres, encarcela a activistas y ejerce un bloqueo total sobre el territorio impidiendo la entrada a observadores internacionales. Vemos como cada año miles de periodistas, parlamentarios, políticos.. Etc son expulsados del Sahara Occidental. Esto nos deja claro que Marruecos tiene mucho que esconder y no quiere que nadie sea testigo de las violaciones que comete contra los Saharauis. Y lo más triste es que todo esto queda impune.
 
El pueblo saharaui llevan desde 1991 apostando por la legalidad internacional, la ONU ha reconocido su derecho a un referéndum de autodeterminación (resolución 1514) y establece un cuerpo especial (MINURSO) para organizarlo y velar por el alto el fuego, pese a ello la pasividad internacional parece haber enquistado este conflicto de manera que una solución parece tan lejana como en 1991, ¿qué papel juega en este conflicto la explotación de los recursos naturales del Sáhara? ¿Considera que son estos intereses una parte importante de las circunstancias que promueven esta pasividad internacional?
 
Todos sabemos que Marruecos y antes España no ocuparon el Sahara Occidental por el amor a los saharauis. Todo es cuestión de economía y de buscar lucrarse. Aunque no lo parezca, el Sahara Occidental es un territorio muy rico en recursos naturales, el Sahara es rico en Fosfatos, pesca, energía renovable, arena… Etc estos recursos de alguna manera son la condena de los saharauis, son los que han hecho que el mundo se haga el ciego ante las vulneraciones cometidas contra el pueblo saharaui. Obviamente, estos recursos juegan un papel importante en el conflicto, ya que muchos estados importantes se reparten los recursos naturales del Sahara Occidental. Hay presencia de miles de empresas multinacionales que participan en las operaciones de expolio e incluso instituciones como la unión europea están dentro de este juego sucio, se mantienen en silencio ante lo que pasa en el Sahara Occidental a cambio de que Marruecos les ofrezca una parte de los recursos que expolia de forma ilegal del Sahara Occidental.
 
Desde aquí quiero destacar la importante iniciativa que la sociedad civil saharaui ha lanzado hace justo un mes para denunciar la explotación de sus recursos naturales por parte de Marruecos y terceros, especialmente empresas multinacionales.
 
¿A qué condiciones se enfrenta el pueblo saharaui en los campos de refugiados?
 
Las condiciones en los campamentos son precarias, miles de saharauis siguen estancados en un desierto inhóspito desde hace 45 años. Viven gracias a la ayuda humanitaria y esta ayuda cada vez es menos por los recortes que sufren los programas de cooperación internacional, también por la fatiga de donantes tratándose de una situación de emergencia que ya se ha prolongado más de lo normal. Existe falta de alimentación, medicamentos y hospitales, Además de material para escuelas. Con la pandemia esta situación ha empeorado, ya que desde hace más de un año las fronteras están cerradas y mucho material que llegaba antes ahora no llega, por ello hay un déficit  en presupuesto anual según la media luna roja saharaui. A pesar de todo esto, los saharauis en los campamentos han podido mostrar al mundo que son capaces de desafiar las condiciones y organizarse bien. A lo largo de 45 años los saharauis han podido construir un estado en el exilio con sus instituciones y con una capacidad muy destacada en todos los ámbitos donde la mujer juega un papel muy importante. Hoy se cumplen 45 años de la proclamación de la RASD y es un buen momento para poner en valor todo lo que ha conseguido este estado joven y también para hacer llegar un mensaje claro: el estado saharaui libre y soberano es la única solución, no solo para la cuestión saharaui sino para toda la región de norte de África.
 
¿Se ha llevado al pueblo saharaui a un callejón sin salida? ¿Resulta evitable la guerra?
 
Definitivamente. Después de casi 30 años de apostar por la ONU y la comunidad internacional, hemos llegado a la conclusión de que eran cómplices con Marruecos, solo querían que siga el status quo para normalizar la ocupación. Marruecos viola los derechos humanos, se salta la legalidad internacional, expolia los recursos naturales y todo esto se queda impune. Nadie dice ni mueve nada. Obviamente el pueblo saharaui siempre ha apostado por la paz y es un pueblo naturalmente pacífico, pero después de todo lo que paso durante los últimos 30 años y después de que Marruecos fuese quien violo el acuerdo del alto de fuego firmado entre las dos parte y la ONU, obviamente los saharauis no se iban a quedar con los brazos cruzados. Esta guerra se nos ha impuesto, nunca hubiésemos querido llegar hasta aquí, pero no solo es culpa de Marruecos, es culpa de la comunidad internacional y esto tiene que servir para que despierten y reaccionen antes de que sea muy tarde. ¡Los saharauis hemos aguantado mucho, ahora decimos Basta!
España ha sido parte del problema abandonando el Sahara Occidental y traicionando al pueblo Saharaui
¿Qué mensaje le enviarían a la clase obrera marroquí a la que su monarquía envía a la guerra?
 
Les decimos que dejen esta guerra, que no es su guerra. Esta es una guerra contra un régimen expansionista, los saharauis no tenemos nada contra el pueblo marroquí. Al contrario, les consideramos como hermanos y vecinos, pero le decimos que despierten y que no se dejen engañar por un régimen autoritario que viola sus derechos y por un rey que solo multiplica su fortuna a costa del pueblo Marroqui. Es hora de que los marroquíes sean conscientes de eso.
 
¿Qué le dirían a todos aquellos que acusan a los saharauis de radicales o belicistas por sus últimas actuaciones?
 
Nadie nos puede acusarnos de ser belicistas o de querer la guerra más que la paz, pero solo los saharauis sabemos lo difícil que es darlo todo sin que el mundo te haga caso. Hemos sido pacifistas lo suficiente, nuestra gente en los territorios ocupados lo sigue siendo y ya podéis ver lo que están sufriendo por parte de las fuerzas de ocupación marroquí. Más de 30 años bajo bloqueo militar o en campamentos inhóspitos de refugiados, hemos luchado con todas las vías, ¿qué más quiere el mundo que hagamos para que se nos escuche? Está claro que los saharauis hemos perdido la confianza en el resto del mundo y no se nos puede tachar de nada. Lo que sucede es que decimos ¡BASTA!
 
¿Por qué estallan ahora de nuevo las hostilidades? ¿Existe un claro componente de cambio generacional en el Frente Polisario?
 
El motivo por el que estallo la guerra el pasado 13 de noviembre es claro, Marruecos vulneró el acuerdo del alto del fuego firmado entre las partes en 1991 saliendo con una operación militar contra civiles saharauis que estaban ejerciendo su derecho a la protesta no violenta en la zona del Guerguerat, en el sur del Sahara Occidental. El Polisario ya había advertido tanto a Marruecos como a La ONU y la MINURSO de que no iba a tolerar una violación y respondería de forma rotunda. Eso es lo que pasó al final. También hay que decir que la juventud saharaui lleva presionando para que el Polisario vuelva a las armas desde hace unos años. Obviamente lo hacen por la falta de progreso del plan de paz de la ONU, pero sobre todo porque la ONU y su misión en el terreno MINURSO se han convertido en protectores del estatus quo, solo perjudica al pueblo saharaui. Desafortunadamente este mundo no entiende con el silencio y la paciencia y es la conclusión a la que la mayoría de la juventud saharaui ha llegado. Hemos pagado el precio de ser “buenos” y “pacifistas” y el precio es que el mundo se olvide de nosotros y de nuestra causa. Si el mundo es capaz de olvidarnos después de que hayamos depositado nuestra confianza en él, nosotros no vamos a olvidar a nuestra causa y la defenderemos hasta el final, porque somos nosotros los que estamos pagando el precio de esta situación diariamente y no podemos tolerar que se prolongue más y que las próximas generaciones vivan lo que nosotros hemos vivido y estamos viviendo.
Fuente e imagen: https://nuevarevolucion.es/entrevistamos-al-activista-saharaui-hassanna-aalia-esta-es-una-guerra-contra-un-regimen-expansionista-los-saharauis-no-tenemos-nada-contra-el-pueblo-marroqui/
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Mireia Orgilés: «La mayoría de niños se ha podido adaptar bien a la pandemia y no ha tenido repercusiones negativas»

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Entrevista al biólogo Rob Dunn: “Convivimos con miles de bichos en nuestra casa”

Por: Ima Sanchís


Tengo 45 años. Nací en Michigan. Soy profesor de Ecología Aplicada en la Universidad de Carolina del Norte y estudio el modo en el que todas las especies interactúan con nosotros en nuestra vida diaria. Me gusta la idea europea pero más ecológica. Siento una profunda emoción en cuanto a la grandeza de la vida.

Ángeles de la guarda

Dunn y su equipo llevan una década investigando las criaturas con las que convivimos en casa: hongos, bacterias, insectos; seres diminutos, la mayoría beneficiosos para nosotros. Ángeles de la guarda. Convivimos con más tipos de bacterias que mamíferos y especies de aves hay en la tierra. El agua con la que nos duchamos está viva, el aire que respiramos está vivo. Lo explica con mucha gracia en ¿Solo en casa? (Alianza), un canto a la vida y la biodiversidad todavía por descubrir, ellos han clasificado por el momento 200.000 especies, y para seguir ampliándola pide la colaboración ciudadana a través de la web de su laboratorio: robdunnlab.com. “Abre las ventanas, pasea por el campo, y no intentes matarlo todo, porque también te estás matando tú un poquito”.

Con quién vivo en casa?

Con todas las especies que viven en los humanos con los que convive. Tenemos cientos de microbios que cubren nuestra piel.

¿Qué me dice?

Son beneficiosos, y los intercambiamos. También tenemos microbios en las encías, que de hecho tienen muchas más células que nuestro propio cuerpo. Muchas de esas especies no solo forman parte de quienes somos sino que dependemos de ellas, otras son inocuas y un pequeño porcentaje pueden ser dañinas.

Entiendo.

Hemos descubierto que coexistimos en el mismo espacio con muchos bichos: reptan, flotan y saltan miles de organismos en nuestras casas. Están en las camas, sofás, lámparas, en el aire que respiramos, están en todas partes, da igual si vivimos en un piso de ciudad, en el campo o en la estación espacial internacional.

¡…!

Hay que ser conscientes de que es imposible vivir una vida estéril. Y, además, sin muchos de esos organismos acabaríamos enfermos.

Los detergentes quieren acabar con ellos.

Matarlos no es una buena idea. Si usted mira las etiquetas le dirán la cantidad de gérmenes que aniquilan y, al hacerlo, creamos un mundo en el que solo sobrevive un 1% de especies que suelen ser las que resisten a todo, incluso a una bomba nuclear, y esos son los peligrosos.

Entiendo que por algo estarán ahí…

La clave está en el equilibrio. Muchas especies no nos hacen ningún daño, entonces ¿para qué matarlas? Mire esa arañita, no le hace ningún daño, todo lo contrario: se come otros bichitos que sí se lo hacen. Déjela ahí. La grandeza de la vida nos rodea, todas esas especies increíbles de las que sabemos muy poco.

¿Dónde está el límite entre la limpieza y dejar que el polvito se acumule?

Lavarse las manos con jabón ofrece un equilibrio: lo que ya estaba se queda y lo que acaba de llegar no. Sacar el polvo está bien, pero lavar la casa y los alimentos con lejía o usar insecticidas, a no ser que tengas una infestación, no es bueno.

¿Cuáles son los beneficios de esas criaturas con las que convivimos y no vemos?

Las alergias, el asma y la enfermedad de Crohn podrían estar asociados a la pérdida de exposición a estos organismos. Algunas especies favorecen el funcionamiento del sistema inmunitario, otras contribuyen al control de plagas y compiten con ellas o son fuentes potenciales de enzimas y fármacos nuevos, y miles de ellas realizan procesos ecológicos muy valiosos, como mantener el agua del grifo libre de patógenos.

¿Mejor beber agua embotellada?

El agua que tiene mucho cloro favorece a los bichos a los que les gusta el cloro. El agua que produce menos problemas es la que tiene menos tratamientos, la que viene de manantiales que no estén contaminados, claro. ¿Quiere que le cuente quién vive en la alcachofa de su ducha?

Sí, por favor.

Hemos analizado cientos de mangos y alcachofas de ducha, en ellos miles de bacterias crean un biofilm, o sea: mugre para que el agua no las arrastre, y proliferan más en aguas con mayores tratamientos químicos de depuración que en las procedentes de pozos o acuíferos naturales.

Hábleme de criaturas que velen por mí.

En casi todas las casas hay una especie de avispa diminuta que no le hace nada a los humanos pero que pone sus huevos en las cucarachas y las matan. Hay todo un ecosistema de especies que nos ayudan a diario.

Deme más ejemplos.

En las almohadas tenemos ácaros del polvo, pero también ácaros leopardo que se comen los ácaros del polvo, es todo un ecosistema amplio y prodigioso.

¿Cuántas especies lleva clasificadas?

200.000 especies solo en América del Norte y Europa, pero hay muchas todavía desconocidas. Se calcula que hay un billón de bacterias en el mundo y el porcentaje dañino es muy bajo.

¿Cómo nos afecta pasar la mayor parte de nuestro tiempo en lugares cerrados?

En el pasado simplemente con vivir expuestos a especies que habitan en la tierra y en los árboles conseguíamos tener una población de microbios adecuada, pero como ahora vivimos vidas tan limpias a veces ese equilibrio no es correcto. En EE.UU. la gente pasa el 90% del tiempo en interiores, y eso no es saludable.

¿Demasiado aislados del exterior?

Sí, cuanto más cerrado es el espacio, cuanto más sellamos los edificios, mayor es la complicación. Lo mejor que podemos hacer es una buena ventilación para que los microbios de la tierra y de los árboles entren en casa.

¿Qué nos traen a casa las mascotas?

Los perros traen tierra y con ella sus microbios beneficiosos. Los niños que tienen perros no suelen presentar tantos casos de alergias.

¿Qué es lo que más le fascina ahora?

La biología de los alimentos. Estamos descubriendo que las bacterias de quien hace el pan afectan a la masa madre fermentada y viceversa. Estamos descubriendo que hay una conexión física, somos todos parte de una comunidad, y para mí eso es interesantísimo.

¿En la biodiversidad está la salvación?

Es clave para la supervivencia humana. Estas criaturas diminutas tienen un inmenso valor.

Fuente e imagen: https://www.lavanguardia.com/lacontra/20210222/6257535/convivimos-miles-bichos-nuestra-casa.html

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