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Argentina ¿Por qué afecta la pobreza al cerebro?

¿Por qué afecta la pobreza al cerebro?

Entrevista a Sebastián Lipina

Más de la mitad de la población mundial es pobre: un problema notorio y prevalente en la humanidad pero evitable. ¿Por qué extinguir la pobreza no es prioridad? Desde la niñez diversos factores inciden en el desarrollo potencial del órgano clave en el organismo humano: el cerebro. “En los últimos cinco años los estudios de la neurociencia y la psicología del desarrollo vinculados a la pobreza se actualizaron. Las primeras pruebas empíricas, con información de nivel neural, vinculadas al sistema nervioso, surgen desde 2003. En 17 años se ampliaron mucho los estudios y la evidencia”, explica el psicólogo Sebastián Lipina que indaga el tema en su libro Pobre cerebro. Lo que la neurociencia nos propone pensar y hacer acerca de los efectos de la pobreza sobre el desarrollo cognitivo y emocional (Siglo XXI/ampliado y actualizado). “Como fruto de ese trabajo y de esfuerzos semejantes de otros investigadores, lanzaremos en un mes la primera red virtual internacional de investigadores en neurociencia y pobreza, de la que estaremos a cargo con la doctora Martha Farah: un sitio web con publicaciones, contactos para consultar a los investigadores del mundo que trabajan en esa área y ponen su trabajo a disposición del planeta, gratis”, explica el autor en videollamada con Ñ.

¿Qué descubrimiento reciente destacás en tu campo de trabajo y por qué?

El área maduró, hay más conciencia del carácter asociativo de los hallazgos: al analizar y comparar variables es distinto mirar cómo se asocian, los motivos por los que la pobreza se relaciona con el sistema nervioso y los efectos que genera. La evidencia disponible confirma y amplía lo que otras disciplinas aportan: que crecer y vivir en pobreza se vincula a modificaciones del sistema nervioso en todos sus niveles de análisis. Es decir, desde lo genético-molecular al funcionamiento de millones de células en simultáneo; cómo eso se interrelaciona con conductas en distintos contextos de desarrollo, en el desempeño académico o simplemente en la expresión de conductas cotidianas. Se ampliaron los estudios a distintas sociedades, culturas, lo cual es expresión de una visión del desarrollo integral, compleja en la que la cultura es un factor modulador de la forma de vivir y experimentar la pobreza. Los países centrales apoyan a los periféricos con tecnología, mejoras en diseños de estudios, acompañando, debatiendo e incorporando la visión latinoamericana; en foros con sociólogos, antropólogos, economistas, entre otros investigadores. En un sentido general sigue como en 2016 al no conocer todas las relaciones causales que permitan explicar por qué la pobreza produce esos efectos a nivel neural. También sigue vigente la noción de que el impacto de la pobreza depende, al menos, de cuatro componentes fundamentales: la acumulación de riesgos (por ejemplo, experimentar privaciones materiales y afectivas); en qué momento del desarrollo se experimentan esas privaciones; la susceptibilidad de cada chico o chica; y la ocurrencia de múltiples privaciones y amenazas en forma simultánea. La pobreza infantil se asocia a factores negativos en el desarrollo cognitivo, emocional o académico a futuro. Es importante entender que la investigación demostró que es posible modificarlo.

–¿A qué referís con el concepto crítico de qué es la pobreza y cómo se vive?

Una cosa es medirla y otra, lo que le pasa a la gente, cómo la experimenta. Cuando se vive en pobreza pasan cosas internas por mucho tiempo, como por ejemplo el desgaste de los sistemas fisiológicos, lo cual altera la manera de procesar aspectos emocionales, cognitivos y de la relación con el entorno. Para evaluar un fenómeno tan complejo, no contamos con suficientes instrumentos. Esto significa que sólo podemos explorar una parte de estos fenómenos. Por otra parte, existen diferentes creencias sobre sus causas. Un colega puede pensar que la pobreza es natural, “es algo que va a existir siempre”; mientras que otros pensamos que es consecuencia de un problema de organización socioeconómica. El investigador es responsable si tiene una mirada potencialmente reduccionista: no debe faltarle el respeto a quien padece esta tragedia. Eso significa que también debemos trabajar con ellos, con los que padecen la pobreza. Y en ese sentido, completar un estudio implica modificarlo: además de la imagen cerebral, precisamos tener una etnografía hecha por un antropólogo; y la voz de quien la vive.

-Subrayás la importancia de diferenciar entre los períodos críticos y los sensibles.

Pobreza II

Los períodos críticos son momentos de organización máxima de una función neural. Tiene un momento específico de inicio y final. Si ocurre un cambio dentro de ese período las consecuencias pueden ser permanentes, para bien o para mal. Los períodos sensibles también son momentos de organización pero de más de una función, suelen tener más duración, sin claridad en el momento de inicio y final y durante el cual un cambio puede afectar la organización de esas funciones. No obstante, es posible de modificación por intervenciones y un gran esfuerzo. Las funciones cognitivas de autorregulación y el aprendizaje se organizan a la manera de estos períodos sensibles. El ciclo embrionario tiene muchos períodos críticos para funciones básicas del organismo. A medida que el desarrollo avanza y se organiza tempranamente, las posibilidades de cambiarlo se reducen. Esos fenómenos de plasticidad involucran otros, como los epigenéticos (ciencia que estudia cómo se expresan los genes). En esta etapa de la investigación, estamos acumulando evidencia de fenómenos epigenéticos que podrían ser causales de la relación entre pobreza y desarrollo del sistema nervioso. Pero aún debemos definirlo con más evidencia. En cualquier caso, desde el punto de vista del cuidado infantil, cualquier chico o chica debe tener la alimentación necesaria para que su organismo esté sano; ser mirado, respetado y estimulado para querer, aprender, jugar. Si no ocurre todo esto, pueden aparecer dificultades en su desarrollo. El impacto de la pobreza en el desarrollo infantil empieza en la panza. Es muy importante al hablar de “crítico y sensible”, no tomar lo sensible como crítico y no cerrar la posibilidad de que hay cosas por hacer, a pesar de vivir en pobreza.

–¿Cuáles son los principales problemas hoy, en el estudio científico de la pobreza, el desarrollo de la disciplina de neurociencia de la pobreza y el estudio neurocientífico?

El primer problema son las preguntas que nos hacemos los que estamos en el área, que aún debemos responder en la próxima década, que tienen que ver con entender si lo que encontramos en cada cultura es universal o no. ¿Qué aspectos afectan a todos los seres humanos y cuáles se relacionan con las diferencias culturales e individuales? Sigue siendo necesario conocer los mecanismos por los que la pobreza impacta sobre el cerebro. Y en tal sentido, es necesario considerar fenómenos básicos como los epigenéticos, así como también los psicológicos y sociales. Importa encontrar mecanismos que nos expliquen las causas, por qué se asocia la pobreza con el sistema nervioso que genera esos efectos.

–¿Cómo se relacionan los “costos cerebrales de la pobreza”, con la producción de “residuos humanos”?

Durante la acumulación de adversidad por pobreza estás expuesto a situaciones de privación materiales, simbólicas-afectivas y se activa el sistema de regulación del estrés de manera crónica. Ello desgasta la fisiología de diferentes sistemas: nervioso, inmunológico, cardiovascular; son costos biológicos y neurobiológicos que si aumentan, incrementan la posibilidad de que te enfermes y mueras antes de lo esperado. Esto es producto de cómo nos organizamos socioeconómicamente y sin intervenciones políticas es como generar “residuos humanos”. La clave de esta asociación es el lugar donde te parás respecto de la causa de la pobreza. El costo cerebral de la pobreza, con la hipótesis de Zygmunt Bauman de residuo humano, es un componente ideológico: o es un problema de la gente pobre o uno institucional. Adhiero a la última.

–¿Por qué la pobreza no es prioridad, en tu opinión?

Es necesario seguir trabajando en un sentido multilateral o intersectorial dentro y entre países, atentos a cuáles son los valores que deberían alimentar nuestras sociedades, sin excluir a la gente. Bauman decía que estábamos en un interregno: el conocimiento que generamos no permite aún entender qué debemos hacer para sacar de la miseria a más de media población mundial. La peste muestra que la estructura en que estamos organizados es del todo desigual. Me preocupa cómo enfocar el conocimiento generado y crear futuros estudios, para mejorarla. ¿Qué le podemos acercar a una familia, a un político, o un colega de otra disciplina, que permita mejorarnos como personas y salir un poco de esta gran desigualdad? La desigualdad se resuelve con política, imposible soslayarla.

Fuente de la Información: https://vientosur.info/por-que-afecta-la-pobreza-al-cerebro/

 

 

 

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España: «El virus obliga a pensar en interdependencias que el capitalismo nos enseña a no pensar»

«El virus obliga a pensar en interdependencias que el capitalismo nos enseña a no pensar»

 Katharine Viner / Naomi Klein

Entrevista con Naomi Klein :: La crisis climática, la igualdad social y la justicia deben ser las cuestiones sobre las que debe girar la reconstrucción del mundo pospandemia

La activista, escritora y académica es la primera titular de la Cátedra Gloria Steinem de medios, cultura y estudios feministas de la Universidad Rutgers (Nueva Jersey, EEUU). La versión libro de bolsillo de su libro On Fire (2019) será publicada por la editorial Penguin el 24 de septiembre.

¿Qué le parece el confinamiento?

Para quienes estábamos impartiendo clases a través de Zoom, y ese ha sido mi caso, además de mantener una escuela en casa, haciendo malabarismos y descubriendo cómo hacer cosas en el horno, ha sido muy cómodo. Ahora volveré a Canadá para pasar el verano con mi familia y en cuarentena, porque en Canadá, cuando regresas de EEUU, tienes que pasar una cuarentena muy estricta. Ya llevo casi dos semanas sin salir de casa. De hecho, estoy empezando a desarrollar alguna fobia a salir del confinamiento.

Hay una cita muy buena en uno de sus últimos ensayos que dice: «Los humanos somos un riesgo biológico, las máquinas no lo son». Me llegó a los huesos y me hizo sentir miedo por el futuro. Ha escrito cosas muy interesantes sobre un «Nuevo Acuerdo sobre las Pantallas».

Silicon Valley tenía una agenda antes del coronavirus en la que ya imaginaba sustituir muchas, demasiadas, de nuestras experiencias corporales insertando tecnología en medio del proceso.

Por eso, para aquellos pocos espacios en los que la tecnología aún no media en nuestras relaciones, había un plan -por ejemplo, sustituir la enseñanza presencial por aprendizajes virtuales, la medicina del contacto personal por telemedicina y la entrega en persona mediante robots. Todo está siendo resignificado como tecnología sin contacto tras la COVID-19, es un modo de sustituir el diagnóstico del problema, que ahora es el contacto.

Pero en lo personal, lo que más echamos de menos es el contacto. Y necesitamos ampliar el menú de opciones que tenemos para vivir con la COVID-19, porque no tenemos vacuna y no está próxima. Incluso si se dan grandes avances, van a pasar muchos, muchos meses, posiblemente años, antes de que pueda desarrollarse a la escala que necesitaríamos.

Entonces, ¿cómo vamos a vivir con esto? ¿Vamos a aceptar una «normalidad» previa a la COVID-19 pero muy menguada y sin las relaciones que nos sostienen? ¿Vamos a permitir que nuestros hijos reciban todo su aprendizaje a través de la tecnología? ¿O vamos a invertir en personas?

En vez de poner todo el dinero en un ‘Nuevo Acuerdo sobre las Pantallas’ y en tratar de resolver los problemas de un modo que disminuya nuestra calidad de vida, ¿por qué no nos ponemos a contratar profesores a todo trapo? ¿Por qué no tenemos el doble de profesores en clases con la mitad de alumnos y empezamos a pensar en la educación al aire libre?

Hay tantas formas en las que podemos pensar para dar respuesta a esta crisis que no aceptamos esa idea de que tengamos que regresar al statu quo previo a la COVID-19, solo que en una versión peor, más vigilados, con más pantallas y menos contacto humano.

¿Sabe de algún gobierno que tenga ese discurso?

Me anima escuchar a Jacinda Arden hablar de una semana laboral de cuatro días como solución al hecho de que Nueva Zelanda es muy dependiente de los ingresos del turismo. Nueva Zelanda es, probablemente, el país que mejor ha lidiado con la pandemia, al menos mejor que otros en lo que se refiere a tasas de mortalidad. No puede abrir las puertas a los turistas como lo ha hecho en el pasado y de ahí nace la idea de que quizás los neozelandeses deberían trabajar menos, cobrar lo mismo y tener más tiempo libre para disfrutar de su propio país con seguridad.

¿Cómo bajamos el ritmo? Pienso mucho en eso. Parece que cada vez que pisamos el acelerador de «que todo siga igual» o «de regreso a la normalidad» el virus aparece de nuevo y dice: «Frenad».

A todos nos encantan esos momentos de frenar pero el gobierno del Reino Unido está empeñado en regresar a la normalidad pase lo que pase, abriendo todo, por ejemplo los pubs, y está desesperado por que nos vayamos de vacaciones. Es urgente que nada cambie en nuestras vidas, que nos limitemos a regresar a una realidad igual a la de antes.

Eso es una locura. Es muy pequeño el porcentaje de población que quiere abrir las puertas de nuevo como si nada. De hecho, hay una mayoría de personas mucho más preocupada por tener que regresar al trabajo antes de que sea seguro o por mandar a sus hijos al colegio antes de que lo sea. A veces, se presenta como dar a la gente lo que pide, pero no es eso lo que muestran las encuestas.

Hay ciertas similitudes en el modo en que Donald Trump y Boris Johnson han gestionado la crisis. La están convirtiendo en una especie de prueba de masculinidad y, en el caso de Johnson, incluso después de haber pasado la enfermedad. Jair Bolsonaro hablaba de que era atleta y sabía como gestionarlo [el presidente brasileño reveló que tenía coronavirus poco después de hacer esta entrevista]; Trump habló de lo bueno de su genética.

Me interesa su punto de vista sobre las protestas por los derechos civiles a raíz de la muerte de George Floyd. ¿Por qué cree que han sucedido ahora? Es intrigante que, en medio de una crisis como esta, se produzcan grandes manifestaciones contra el racismo por todo el mundo.

No es la primera ola de movilizaciones de estas características. Pero creo que hubo algunos aspectos que fueron únicos debido a la crisis de la COVID-19 y al impacto descomunal en las comunidades afroamericanas en ciudades como Chicago, por ejemplo, donde, según algunas fuentes, hasta el 70% de los fallecidos de COVID-19 eran afroamericanos.

Ya sea porque son quienes desempeñan trabajos de más riesgo con menor protección, por el legado de contaminación ambiental en sus comunidades, el estrés, el trauma o un sistema sanitario que las discrimina, las personas negras cargan de manera desproporcionada con las muertes por el virus. Es un hecho y desafía la idea de que todos estamos juntos en esto.

En este momento traumático, esos asesinatos, el de Ahmaud Arbery, el de George Floyd, el de Breonna Taylor, se abren paso. Y surge una pregunta recurrente: ¿qué hacen en esas protestas tantas personas que no son negras? Eso es nuevo. Al menos en la escala en la que ha sucedido. Muchas de estas manifestaciones fueron multirraciales de verdad; manifestaciones multirraciales lideradas por personas negras. ¿Por qué esta vez ha sido diferente?

Tengo algunas ideas. Una tiene que ver con que la pandemia ha introducido una cierta suavidad en nuestra cultura. Cuando bajas la velocidad, sientes más las cosas; cuando estás en una carrera constante por la supervivencia, no te queda demasiado tiempo para la empatía. Desde que todo esto comenzó, el virus nos ha obligado a pensar en relaciones e interdependencias. Lo primero en lo que piensas es, de todo lo que toco, ¿hay algo que lo haya tocado alguien antes? Lo que como, el paquete que acaban de entregarme, la comida de las estanterías. Son conexiones en las que el capitalismo nos enseña a no pensar.

Creo que vernos obligados a pensar de manera más interconectada puede habernos ablandado al pensar en estas atrocidades racistas, como algo que no es solo un problema de otras personas.

Esta es una gran cita de su último libro, On Fire: «Todo lo que ya era malo antes del desastre se ha degradado al nivel de lo insoportable». El modo en que la policía trata a los hombres negros es insoportable.

Siempre que nos golpea un desastre escuchamos el mismo discurso: «El cambio climático no discrimina, la pandemia no discrimina. Estamos juntos en esto». Pero eso no es cierto. Los desastres no funcionan así. Ejercen de intensificadores y magnificadores. Si tenías un trabajo en un almacén de Amazon que ya estaba afectándote antes de que esto comenzara o si estabas en alguna residencia de mayores y ya se te trataba como si tu vida no valiera nada, ya era malo antes, pero todo eso se magnifica hasta convertirse en insoportable ahora. Y si antes era desechable, ahora se te puede sacrificar.

Eso por hablar solo a la violencia visible. Tenemos que hablar más sobre la violencia escondida, la violencia doméstica. Sin rodeos, cuando los hombres se estresan, las mujeres y los niños lo sufren. Estos confinamientos son estresantes porque las familias no tienen manera de tomarse un tiempo los unos de los otros. Incluso la mejor familia necesita algo de espacio. Si añades despidos y presión económica el resultado es el que vemos, una situación actual muy mala para las mujeres.

Pasó gran parte del año pasado trabajando en la campaña de Bernie Sanders y en el denominado ‘Green New Deal’. ¿Cómo ve todo eso ahora? ¿Se siente más o menos optimista respecto a su potencial?

En cierta manera, es más complicado. Menciona a Bernie y, sin duda, hubiera preferido que el resultado fuera un candidato presidencial que basa su campaña en el ‘Green New Deal’. Solo podremos ganar cuando haya una interacción entre un movimiento de masas que presione desde el exterior con una receptividad en el interior del sistema. Creo que tuvimos esa oportunidad con Bernie.

Con Joe Biden es más difícil, pero no imposible. Al final de On Fire planteé diez razones a favor de un ‘Green New Deal’ y los motivos por lo que es una buena política climática. Una de esas razones es que funciona a prueba de recesiones. Si miramos atrás, vemos que el movimiento climático tiene una trayectoria pobre en cuanto resultados cuando la economía va relativamente bien. El tipo de soluciones que ofrecen los Gobiernos tienden a ser neoliberales y basadas en el mercado, impuestos climáticos o políticas basadas en energías renovables que se perciben como elementos que encarecen el coste de la energía. También impuestos al carbono que elevan el precio de la gasolina. En cuanto llega la recesión, no cabe duda de que el apoyo a ese tipo de políticas se evapora. Lo vimos después de la crisis financiera de 2008.

Lo que importa a la hora de hablar del ‘Green New Deal’ es que toma forma a partir de uno de los programas de estímulo económico más importantes de todos los tiempos: el New Deal de Roosevelt durante la Gran Depresión. Por esta razón, el mayor golpe que recibí cuando publiqué el libro hace poco más de un año fue: «Pero no hacemos cosas como esta cuando la economía va bien».

Las únicas oportunidades en los que podemos señalar con claridad en la dirección de un cambio social rápido, grande, que actúe como catalizador -y sobre esto no me cabe duda alguna- es en momentos de gran depresión o guerra. Sabemos que podemos cambiar rápido. Lo hemos visto. Hemos cambiado nuestras vidas de forma sustancial. Y hemos descubierto que los Gobiernos tienen billones de dólares que podrían haber movilizado durante todo este tiempo.

Todo esto tiene un potencial radical. Siento que tenemos una oportunidad. No me describiría como optimista porque hablamos de un futuro por el que tenemos que pelear. Pero si miramos en dirección a los momentos de la historia en los que se han producido grandes cambios, son momentos como el actual.

The Guardian / El Diario. Traducido por Alberto Arce.

Fuente de la Información: https://www.lahaine.org/mundo.php/el-virus-obliga-a-pensar

 

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Argentina: Entrevista – “Nunca más discutamos si las universidades sirven o no”

 Florencia Saintout: “Nunca más discutamos si las universidades sirven o no”

Entrevista

Al frente del Consejo Provincial de Coordinación con el Sistema Universitario y Científico, la ex decana de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP destaca el trabajo de las universidades en la emergencia sanitaria y habla del rol de estas instituciones tras el paso del coronavirus.
Por Gabriel Dávila

Florencia Saintout llevaba más de una década de carrera política cuando fue elegida al frente del Consejo de Coordinación con el Sistema Universitario y Científico de la Provincia de Buenos Aires, el 12 de diciembre de 2019. Nada hacía pensar cuál sería el desarrollo de los acontecimientos en esos días. Pandemia, cuarentena y coronavirus eran palabras impensadas. Todo cambió, menos el trabajo entre las universidades y el Estado como garante de derechos e inclusión, reforzado en un contexto de emergencia sanitaria.

Ya pasaron casi cuatro meses de cátedras remotas para más de medio millón de estudiantes y 42 mil docentes en toda la Provincia. El foco no estuvo puesto en este tiempo de cuarentena sólo en la parte pedagógica, las universidades se pusieron en un rol activo desde y para la comunidad.

“Lo que me planteó Axel (Kicillof) era trabajar en la articulación entre el sistema científico, el universitario y el Ejecutivo. Que eso no quedara librado a la buena voluntad y al azar”, le contó al Suplemento Universidad la diputada provincial y ex decana de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de Universidad de La Plata.

– ¿En cuánto afectó la aparición del COVID-19 a aquellas ideas que tenía para el Consejo, en diciembre pasado?

– Más que nada, lo que hizo este contexto es acelerar procesos. Cuando surgió el coronavirus, todas las universidades empezaron inmediatamente a dar clases. Desde el Consejo tuvimos que reunirnos con todos los rectores via Zoom, no pudimos hacerlo presencial. Pero además de acelerar, se demostró que la articulación de las políticas públicas anti neoliberales (porque no es cualquier política pública) y el sistema científico-universitario, cuando trabajan juntos, resuelve problemas concretos de la sociedad.

Si alguien tenía dudas si eran necesarias tantas universidades o quiénes iban y quiénes no, en este periodo se demostró su valor. Todas las universidades, incluso desde diferentes conducciones políticas, están respondiendo en diferentes áreas y a diferentes problemas.

– ¿La continuidad pedagógica mediante plataformas es algo definitivo?

– Para eso es esencial disminuir la brecha digital. Tenemos un proyecto de ley que va en ese sentido, que surge a partir de la demanda de los estudiantes. La brecha digital con la que nos encontramos era incluso más grande de lo que habíamos imaginado, y obviamente se corresponden con brechas sociales y económicas. Esa es una de las preocupaciones en educación tanto de Nación como de Provincia, que están haciendo un trabajo estupendo con las plataformas AR. Hay que tomar una decisión política en ese sentido muy fuerte para acortar esa brecha. Incluso pensar distintas plataformas que nos permitan no ser tan dependientes del mercado, apuntando al desarrollo científico y tecnológico.

– ¿Cómo se preparan para la pospandemia?

– Es difícil pensar en la pospandemia hoy y en esta zona tan complicada como es la Provincia. Pero no hay que solo pensarlo sino ponernos en acción. Creo que hay un aprendizaje de esta articulación entre Estado y universidades. Incluso de los no universitarios. La universidad tiene que ser un derecho para ellos. Y eso no significa solo acceder a la universidad, sino el derecho a usufructuarla, a gozarla, a utilizar el conocimiento que allí se genera.

Hoy las universidades empezaron a hacer máscaras, alcohol en gel, test de todo tipo, pero también investigaciones junto con espacios académicos internacionales para encontrar las vacunas.

Por eso digo que para lo que viene se va a necesitar un tipo de saber orientado al desarrollo, a la producción. Y desarrollo entendido en un sentido amplio, no solo desde una mirada economicista.

-¿Se viene una mirada de universidades enfocada tanto en lo urgente como en el desarrollo a futuro?

– Claramente. Algo que a mí me impactó mucho fue ver las universidades que se transformaron en hospitales de campaña, entonces este aprendizaje tiene que estar para lo que viene. ¿Qué quiero decir con eso? Que no será solamente aprender a cómo diseñar un test, sino en términos de que ese saber valioso sirva para transitar este tiempo que viene que es tan difícil.

En términos de desarrollo económico, hay universidades que están haciendo estudios de cómo será el impacto económico después de la pandemia. Incluso hasta desde la perspectiva de género. Eso después, para hacer políticas económicas focalizadas, va a ser fundamental.

Podemos tener universidades maravillosas y papers increíbles, pero si no tenemos un Gobierno que las convoque, no estamos al servicio de la población.

– Entonces se puede hablar de un nuevo enfoque de un sistema más apuntado a la sociedad…

– Hoy hay una gran conciencia en las universidades. Yo nunca vi una comunión tan fuerte entre instituciones tan distintas dispuestas a llevar adelante una política de cuidado de la población. Esos son los acuerdos de base para lo que viene. Creo que el aprendizaje de este momento histórico tiene que ser que podamos decir “nunca más discutamos si las universidades sirven o no sirven”.

En la universidad se debe discutir todo, pero si hay algo seguro es que es un derecho. El derecho a que ese conocimiento resuelva problemas concretos. Que ayuden al bienestar de la población y que eso que sucede no quede enclaustrado. Y eso tiene que ver con una posición política, del Gobierno Provincial y Nacional, que supieron que las universidades tenían que estar en las políticas públicas, mucho antes de la pandemia; y la creación del Consejo va en esa dirección. En tomar esa idea que esto es de todos y de todas.

Fuente de la Información: https://www.nodal.am/2020/07/argentina-florencia-saintout-nunca-mas-discutamos-si-las-universidades-sirven-o-no/

 

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Ravi Gupta: Durante algunos años la vida no va a ser la misma y simplemente hay que adaptarse»

Por BBC

En junio, ya lo había anticipado: «Este virus probablemente va a estar circulando por años».

«Tomará mucho tiempo resolverlo», escribió el virólogo Ravi Gupta en un artículo, publicado en la página web de la Universidad de Cambridge, sobre la enfermedad covid-19, que es causada por el nuevo coronavirus.

Cuando BBC Mundo le preguntó por qué hablaba de años, el profesor de Microbiología Clínica del Departamento de Medicina de Cambridge explicó que se ha visto «un resurgimiento de las infecciones cuando las medidas se han relajado».

«Y eso seguirá sucediendo hasta que tengamos una vacuna efectiva (y universal), cuyo efecto dure mucho tiempo».

Quizás pasará un año más antes de que se pueda contar con una vacuna «y eso, siendo optimistas».

Por eso, «al menos en lo que respecta al próximo año, la situación será de infecciones viniendo y yendo», señaló.

“Claro -dijo- depende de las medidas que se tomen, pero los confinamientos totales a nivel nacional (ya) no son realistas”.

El experto cree que se darán miniconfinamientos en diferentes partes, pero en algunos lugares quizás eso no se podrá hacer, por lo que la infección se seguirá transmitiendo.

«El virus estará circulando por un tiempo considerable«, insistió. «Incluso en un nivel bajo, este tipo de virus seguirá existiendo».

«La nueva normalidad»

Las autoridades sanitarias de varios países creen que ya enfrentaron la primera ola de contagios de covid-19 y se preparan para una posible segunda ola. En otras naciones se cree que están ante la primera ola.

«¿Habrá más olas?», le indagamos al profesor del Instituto de Inmunología Terapéutica y Enfermedades Infecciosas de Cambridge.

«No estoy seguro de si tendremos olas, pero sí que pasaremos por altibajos. Esa será la nueva normalidad», respondió.

«Tenemos que vivir con el virus a nuestro alrededor«.

De acuerdo con el experto, se trata de aprender a vivir tomando medidas de precaución y siendo conscientes de la forma como interactuamos.

«No es una manera ideal de vivir, pero quizás no va a durar mucho tiempo, quizás uno, dos, tres años«.

«Pero eso va a ayudar, a largo plazo, a que la sociedad se recupere«.

Una forma de tratar de asumir el control -indicó el doctor- es «decirle a la gente que se dé cuenta de que durante algunos años la vida no va a ser la misma y que simplemente hay que adaptarse».

Otro virus respiratorio

Este coronavirus, explicó el doctor, apunta a que será como otros virus respiratorios: que «van y vienen».

Muchos de ellos «no han sido eliminados«. De hecho, algunos alcanzan puntos álgidos y se presentan por temporadas.

«No hay razón por la cual este coronavirus vaya a ser diferente en ese aspecto».

«No hemos acabado con otros coronavirus”, como por ejemplo los que causan el resfriado común. «Eso me hace pensar que no se trata de algo que vaya a desaparecer (rápido)».

Como plantea el periodista de salud y ciencia de la BBC James Gallagher, hay cuatro coronavirus que circulan entre los seres humanos «y no tenemos vacunas para ninguno de ellos».

Actualmente, hay alrededor de 200 grupos de investigación en todo el mundo que están tratando de desarrollar una vacuna contra el nuevo coronavirus.

«Una vacuna normalmente tomaría años, si no décadas, en ser desarrollada. Los investigadores esperan lograr la misma cantidad de trabajo en solo unos pocos meses«, dice Gallagher.

¿Riesgo cero?

Gupta cree que hablar de “riesgo cero” es no ser realistas.

«Tenemos que encontrar una vía para reiniciar las economías al tiempo que minimizamos el riesgo (de contagios)».

«Esa es la única manera en que esto va a funcionar, porque claramente no podemos cerrar el mundo entero por más tiempo de lo que ya lo hemos hecho».

«Puedes ver en Sudamérica y en África que los confinamientos que vimos antes probablemente no volverán a ocurrir a un nivel nacional».

Para el científico, la manera de «manejar los riesgos» es «aprender» a reducirlos con, por ejemplo, el uso de mascarillas, las medidas de distanciamiento social y la higiene.

Y al pensar en la reactivación económica también se debe ser muy cuidadoso: «Quizás no abrir en su totalidad los hoteles, los bares y los restaurantes», indicó.

Tres grandes desafíos

En su artículo publicado en el sitio de la Universidad de Cambridge, Gupta explicó que la pandemia de covid-19 plantea tres grandes desafíos simultáneos:

Uno de ellos es el desarrollo de pruebas rápidas que se puedan implementar a gran escala para hacerle seguimiento al virus y, así, poder controlar los brotes que vayan apareciendo.

Los otros dos son: crear una vacuna que funcione por un periodo de tiempo extenso y diseñar tratamientos efectivos contra la enfermedad.

«El virus probablemente va a estar circulando por algunos años, pero puede mutar. Entonces, si tenemos una vacuna, debemos asegurarnos de que siga funcionando», escribió.

Contar con tratamientos efectivos también es fundamental para poner a prueba las inmunizaciones.

En el caso de muchas enfermedades, «le podemos dar una vacuna a alguien y después infectarlo con la enfermedad para ver si la vacuna funciona. Pero mientras no tengamos tratamientos buenos para covid-19, no podemos hacer eso».

El coronavirus y el VIH

Muchos de los científicos que a nivel mundial están dedicando sus esfuerzos a estudiar y entender el coronavirus vienen de una escuela muy poderosa: la del virus de inmunodeficiencia humana (VIH) que causa el sida.

Gupta es uno de ellos y, como él mismo señaló, se trata de un virus que todavía «genera mucho miedo».

Cree que su trabajo de años en ese campo le ha ayudado a prepararse para la pandemia de covid-19.

«Ambas, el sida y la covid-19, son enfermedades multisistémicas y el VIH sigue siendo enigmático después de 30 años», escribió en su artículo.

«A medida que descubrimos los efectos de la covid-19 en el cuerpo humano, como los pacientes que desarrollan problemas cardiacos y daño pulmonar, pareciera que (la enfermedad) tendrá implicaciones de largo alcance que tomará mucho tiempo resolver».

Gupta explicó en su texto que, junto a sus colegas, han creado «seudovirus» que «son parte coronavirus y parte VIH, pero que son muy seguros y no causan ninguna enfermedad, para intentar entender cómo los anticuerpos trabajan en las personas infectadas con el virus».

«Al mezclar muestras de sangre tomadas de pacientes con covid-19 y nuestros seudovirus, pudimos ver que estos pacientes tenían inmunidad, la cual evitaría que sus células fueran infectadas por nuestros virus».

Las lecciones del VIH

De acuerdo con el especialista, el estudio del VIH ha dejado importantes lecciones, algunas de las cuales tienen que ver con el funcionamiento de fármacos, con los anticuerpos y con la forma en que el virus se comporta dentro del organismo para adherirse.

«Usamos enfoques muy similares para tratar la covid-19», le dijo a BBC Mundo.

Pero las enseñanzas van más allá del laboratorio.

«Otra semejanza entre ambas enfermedades es el hecho de que las dos se dirigen hacia los eslabones más débiles de la sociedad: a las poblaciones marginadas», reflexionó durante la entrevista.

En ellas, encuentran el «combustible para alimentar su fuego y expandirse en números«.

«Piense en zonas muy marginadas, donde la gente vive hacinada y en condiciones de pobreza que las hacen potencialmente más susceptibles (a contraer el virus)».

Se trata de una realidad con la que Gupta se ha enfrentado en sus investigaciones con el VIH, que abarcan la última década, y es una lección clave:

«Para controlar una enfermedad realmente tienes que entender quién se está infectando y por qué».

«Aunque contamos con herramientas para el VIH, desgraciadamente se sigue transmitiendo y siguen muriendo personas, en muchos casos debido a circunstancias económicas y sociales».

«Puedo ver que lo mismo está sucediendo con el coronavirus debido a que hay sociedades que realmente no pueden confinarse porque su fuerza laboral necesita trabajar para sobrevivir. Es una situación muy difícil», reflexionó.

«La pobreza desgraciadamente podría estar relacionada con la gente que se está viendo más afectada».

Meses concentrados en la covid-19

En más de seis meses tratando de entender a este nuevo enemigo, el virólogo indica que ha aprendido mucho desde diferentes perspectivas.

Una lección que parece evidente, pero que hay que recordar permanentemente, es que «si invertimos en investigación básica, ciencia básica, podemos tener herramientas a la disposición y hacer grandes progresos cuando una nueva enfermedad aparece».

Varios fármacos han nacido gracias a la investigación sobre el VIH, explicó.

«Teníamos remdesivir porque fue desarrollada para el ébola«.

Remdesivir es uno de los medicamentos más prometedores en el tratamiento de la covid-19.

Otro aspecto interesante para el doctor ha sido ver cómo científicos y expertos de todo el mundo han estado trabajando en equipo para hacerle frente a la crisis del coronavirus.

«Ha sido maravilloso. Lo hemos visto aquí, en Cambridge, y globalmente: los científicos están haciendo lo mejor que pueden».

Y no se trata solo de especialistas dentro de los laboratorios, sino de los doctores y todo el personal médico que atienden a los pacientes y que están «ayudando a responder las preguntas que necesitamos esclarecer».

La prioridad no ha cambiado

Uno de los estudios relacionados con el coronavirus que Gupta y su grupo de investigadores realizaron fue ensayar una plataforma de pruebas rápidas llamada SAMBA II, la cual fue desarrollada por una compañía fundada desde la Universidad de Cambridge y que ya ha sido adoptada por varios hospitales de Reino Unido.

Tras tomar una muestra de la nariz o la garganta, el resultado está listo en 90 minutos.

La idea es hacer esas máquinas accesibles no solo para los centros de salud sino, por ejemplo, para residencias de adultos mayores.

Así se evitan, por una parte, los retrasos propios de tener que transportar las pruebas y los resultados de un lugar a otro y, por la otra, tener que depender siempre de un laboratorio.

Y es que poder determinar con rapidez quién tiene el virus hace una «diferencia enorme».

«(Hacer pruebas) es la prioridad porque necesitamos limitar la transmisión (de la infección). Sabemos que muchos de los contagios suceden probablemente a través de personas asintomáticas. Y eso hace las cosas más difíciles porque necesitas someter a pruebas a muchas más personas y eso implica más tests. Pero ahora mismo, no hay otra opción«.

Saber quién está infectado no solo permite concentrarse en esa persona, sino hacerle un seguimiento a su entorno y, de esa manera, bloquear una potencial propagación.

«Por el momento» -indicó el profesor- hacer pruebas «es la única forma de intervención que tenemos».

«No tenemos fármacos mágicos»

El objetivo es poder desarrollar lo antes posible fármacos eficaces y una vacuna, pero mientras eso se concreta, se debe evitar al máximo llegar a la etapa que amerita un tratamiento.

«Una vez las personas se enferman gravemente, no tenemos fármacos mágicos. Aunque algunos han mostrado ser prometedores, es una enfermedad que no quieres contraer».

«Considero que no ha habido suficiente discusión en términos realistas sobre cómo podemos hacerle pruebas a la población de países de ingresos bajos y medianos».

En su opinión, en ese aspecto no ha habido liderazgo por parte de las grandes organizaciones internacionales.

«En muchos de esos países, toma una semana obtener el resultado de esas pruebas (…) Eso es mucho tiempo«.

De acuerdo con el experto, es fundamental discutir las opciones que existen de pruebas rápidas o encontrar la manera de usar las tecnologías existentes para ayudar con el diagnostico.

Y «pese a que ha habido muchas muertes», trata de sentir un poco de optimismo por todos los esfuerzos científicos que se están dando para luchar contra el coronavirus.

Pero «necesitamos prevenir más muertes«, nos dijo.

En el futuro, quiere seguir dedicado a la covid-19 y al VIH, no solo porque hay mucho que investigar y que aprender de ellos frente a otros virus sino porque, como escribió:

«La próxima pandemia podría ser un virus relacionado, por eso necesitamos seguir esforzándonos y perseverando».

Fuente: https://www.bbc.com/mundo/noticias-53367946

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Venezuela’s Education Under Siege: A Conversation with Luis Bonilla-Molina

Por: https://venezuelanalysis.com

A professor and researcher who advised Chavez on education issues talks to VA about Venezuela’s pedagogical model.

Luis Bonilla-Molina is a researcher and prolific writer whose work takes a critical look at educational and pedagogical models. He coordinated President Chavez’s international advisors team from 2004 to 2006 and was director of the Miranda International Center (CIM), an internationalist research initiative in Caracas, from 2006 through 2019. Bonilla-Molina is also the former president of the Governing Council of UNESCO’s International Institute for Higher Education in Latin America and the Caribbean, and the current co-director of the Latin American Council for Social Sciences’ (CLACSO) International Investigation Center “Other Voices on Education.”

The essence of the Bolivarian Revolution was a process involving the radical expansion of democracy. Of course, in a process of substantive democratization, education plays a key role. What can you tell us about the educational reform that Hugo Chavez promoted and its relation to the wider democratization of society?

Education is an enabling right [“derecho habilitante”] to all other human rights and Chavez understood this. Broadening access to education opens the path towards the expansion of all other rights.

When Chavez came to power, in the midst of a profound social crisis, there were many problems to be addressed but he focused on educational inclusion. He understood that the democratization of society, which was the driving force for the Bolivarian Process, would only happen through educational inclusion.

From the early days of his presidency, Chavez promoted an inclusive model, but this model clashed with the Education, Culture, and Sports Ministry dynamics. In fact, he was clashing head-on with the existing institutional framework as a whole. That is why he developed the educational missions model: those, in fact, became the route to bypass institutional barriers, and they were tremendously efficient at reaching the people.

There were so many achievements in this period! In fact, I doubt that any other country in the world achieved such widespread educational inclusion in so brief a period. One of the goals was the end of illiteracy, from which about a million people suffered. UNESCO declared Venezuela “territory free of illiteracy” in 2005 [the literacy program was launched in 2003 with Cuban support].

After the literacy program, which came to be known as Mision Robinson, there was an effort to open the doors to those men and women who had wanted to go to college or high school or even primary school, and who had been expelled from the system. The Ribas [pre-university level schooling] and Sucre [university level] Missions worked to widen access.

I remember that I once visited a Mision Sucre education center in Tachira state, where I met a 70-year-old student. When I asked her why she was studying, she told me: “More than merely having a title, what I want is to know what it feels like to be a university student.” Her words evoke the profoundly human character of inclusion.

Robinson Mission classroom, 2013. (VTV)
Robinson Mission classroom, 2013. (VTV)

It is clear that there were huge advances in educational inclusion. Nonetheless, as a professor at the Bolivarian University, I’m aware that there are still many problems to be resolved. What are the pending tasks in the educational reform promoted by Chavez?

The problem for me lies in that we, the left, didn’t come up with an educational project beyond inclusion. Inclusion is fundamental to achieve all other political and social demands, but there wasn’t enough debate about the pedagogical model. Around 2008 we promoted a space to debate the model. We were concerned that much of the public discourse around education centered around the need to move toward the “Venezuelan pedagogical model”… but what does that really mean?

Talking about the “Venezuelan pedagogical model” was a profoundly depoliticized and problematic way to address the issue at hand. What do Simon Rodriguez and Cecilio Acosta [a 19th century liberal reformer] have in common? What connects Andres Bello and Luis Beltran Prieto Figueroa [*]? The history of the pedagogical movement has to do with the correlation of forces, which didn’t favor the popular classes for most of our history. In other words, in Venezuela, most of the pedagogical thought has been closer to [established] power than to the popular masses.

The euphemism “Venezuelan pedagogical thought” is profoundly empty. This becomes evident, for example, when Prieto Figueroa is referred to as a “theorist of socialist education.” Yet Prieto Figueroa’s educational project is a clear expression of the bourgeois education system that would emerge after the 1958 liberal democratic revolution. It is true that at the end of his life, in the 1970s, Prieto Figueroa embraced the socialist project, but his work in education goes hand in hand with bourgeois liberalism!

So, again, there was some debate in 2008 and 2009, but we ran into a bottleneck. The left does not seem to understand that debate is inherent in class struggle. We seem to think that a public debate hurts the revolution, when, on the contrary, it is silences and complacencies that hurt the revolution.

Those were years when there were many latent debates, with some becoming public but, at the same time, those debates were shunned. In fact, there was one debate in which Chavez participated, at the International Miranda Center… Years later, in 2011, Chavez publicly acknowledged that the debate had been useful.

But going back to the educational model itself: we are in a sort of limbo!

Mind you, I’m not talking about curricular reform. When Rodulfo Perez [2016] was minister, we had a debate about the issue of curricular reform. My position is that a curricular reform does not solve anything. Changing the curricula is not the solution because the contents are not the key problem. Changing the Koran for the Bible won’t bring about a real change. Instead, we must reconceptualize the educational model as a whole.

To give you an example, we advocate school autonomy to address both local and national needs, and to permit innovation. We are not talking about autonomy as is proposed by neoliberalism, so that every school becomes a corporation. We advocate autonomy so that communities can define priorities according to their conditions and needs. Needless to say, all that has to happen within the framework of a national educational project with input from teachers, students, and the nation as a whole. A new national debate from below is urgent.

Nobody, not even the Venezuelan right-wing, can deny the tremendous advances in inclusion in the first years of the Bolivarian Revolution, but there is a big deficit in the construction of a pedagogical project with a revolutionary horizon.

The lack of a pedagogic model led to other errors, such as the canaimitas. Chavez understood that computers and access to the internet should be democratized. However, there was a problem and I actually expressed my concern to him. Computers were given to students. Meanwhile neither teachers nor educational centers had computers. That was a defective strategy, and we are paying the consequences now. For a pedagogic strategy to be successful, it has to be lasting and incorporate both the teachers and the educational centers. Today, most teachers continue without computers, which is all the more serious in the context of the lockdown.

We have an additional problem not only among the government leadership but within the left as a whole. We talk about capitalism and imperialism, but we don’t study the phenomena and we end up reproducing its logic. The US is the big unknown for us in what relates to culture and the debates within US society. As it turns out, third-wave capitalism had already proposed that education in schools should be eliminated, that there should be a shift towards education at home. To give you an example, in 2015, the Interamerican Development Bank proposed that a model of education-at-home should be implemented in the continent.

This is what we call a “global pedagogic blackout,” and we warned about its danger in 2016 and 2017.

To give you another example, for years prior to her appointment as US secretary of education, Betsy DeBos had been arguing for cutting back funding for schools and teacher formation because, according to her, virtual classrooms would allow a shift to an at-home system that would strengthen US values.

In other words, global capital’s intention to impose homeschooling is evident. We have been warning of this danger. Now, the COVID-19 pandemic made it a convenient imperative to shift away from schools. The virtual education-at-home agenda imposed itself and we are complying.

This is very dangerous since 99.9% of virtual educational contents are in private hands. Google Education, Pearson Education, and Discovery Education are knowledge transnationals that basically own the virtual education-at-home model. Countries in Latin America, including Venezuela, didn’t prepare for this. We can call this a global crisis of educational sovereignty, which is all the more dangerous in a country that proposes to transition to a new social model.

 

Hugo Chavez and two children who received the canaimita computer. (MinCI)
Hugo Chavez and two children who received the canaimita computer. (MinCI)

The blockade and sanctions affect all aspects of life, including the educational system. Further, there is a social debt with teachers in Venezuela, whose salaries often fail to cover the cost of the transportation to school. How can this be solved in a country that continues to be besieged, and in which we must seek creative and popular solutions to the problems we face?

The US’ criminal blockade affects not only the economy but also daily life for the population, including, of course, education. There are two ways to solve this problem. One is to make a pact with the bourgeoisie, and the other one is to rekindle the socialist project by pushing forward anti-capitalist measures. I advocate for the second option, and this is not an “ultra-leftist” attitude.

For example, 2018 World Bank data show the Venezuelan debt to be around 150% of its GDP. Two years later, international debt seems to be above 200%. Anti-capitalist solutions are not utopian proposals that might only be carried out without sanctions. For instance, we could refuse our external debt. It is not really possible to pay our debt unless we surrender our assets here in Venezuela as payment to capital. To say the obvious, that can be equated with giving up sovereignty and independence.

As I see it, the blockade gives us the opportunity to push socialist policies forward.

I visited Cuba during the special period, and one of the things that most impacted me was how the people in the government and party leadership lived. The leadership lived just as the common people lived. I think it is very important for us to highlight this in our current situation. We should learn from Cuba: when the blockade hit them hard, the leadership didn’t turn over the nation’s assets. Instead, they sacrificed themselves with the pueblo, and they channeled a great deal of their very limited resources to education.

Regarding teachers’ salaries, capitalism likes to present teachers as people with extraordinary vocations. That is how the system tries to justify overexploitation. Instead, we have always defended the idea that we are education workers, and as workers, we deserve a dignified salary in the working world.

A teacher’s salary today is outrageously low, but in fact, this is not new. We were already concerned about teachers’ wages having lost their purchasing power in 2009! Also, compensation should be holistic: teachers need computers… and internet connections… We cannot have one discourse for the outside world and one for the internal one. We support the teacher’s strike in Bolivia when they criticize the government because it is outsourcing the cost of computers and internet onto teachers. However, if we criticize the situation in Bolivia, we have to be coherent and be critical here too!

Even before the financial sanctions began in 2017, there was already a serious problem with student attrition. The sanctions seem to have accelerated the drop-out rate. Is there any good data about this?

No, there are no numbers available and that is a very serious problem. Like many others, I have been demanding that the state release data in general, and particularly regarding dropout rates. It is not possible to solve problems if we don’t understand the dimensions of the crisis we are facing. Recently the UCAB [Andres Bello Catholic University], hand-in-hand with the UN, produced a report with dramatic numbers. Are they correct or not? We can only guess…

The state stopped publishing school data around 2013. By now, nobody who has been near a school can have any doubts. Empirical evidence points to a dramatic dropout rate. There are many reasons for this, ranging from teachers abandoning their posts (due to their low wages and problems with transportation) to problems with electricity and general infrastructure. On top of that, there are important problems with the PAE [“Programa de Alimentacion Escolar,” school meal program]. For a while, almost 100% of public school children received their meals in school, but that has changed dramatically.

To address this situation, we first have to understand where we are. We need the data to be released. This is not a problem of faith or discourse. This is an education crisis, and we need access to the numbers so that we can look for solutions.

You have reflected on the students «disappeared» from education in the context of the COVID-19 lockdown. Internet access in Venezuelan households, as in much of our continent, is below 50 percent. How does the current emphasis on education-at-home affect the different social classes?

Indeed, some 50% of students around the world have technological barriers to access that cannot be overcome overnight. In April, the director of UNESCO Audrey Azoulay said that of the 1.37 billion children and teens out of school due to the pandemic, 800 million don’t have access to a computer, and 700 million don’t have access to the internet. This represents a global “educational blackout.”

All of this holds for Latin America. Ecuadorian teachers are demanding the destitution of the education minister because 70 percent of children are falling by the wayside. In Bolivia, there is a teachers’ hunger strike because more than 80 percent of the students don’t have access to the tools needed to study from home. The SENA [Colombia’s national education system] declared that of the more than 800,000 children in school in February, 528,000 have effectively dropped out. Venezuela is part of this whole picture. Our situation is critical, and anybody who is teaching in Venezuela can attest to this. We cannot be solidarious with teachers struggling in the continent while turning a blind eye toward our own problems.

In fact, these are not times for celebrating. Chavez taught us that our main concern should be for those who are left outside. With this in mind, let’s take a critical look at the concept of “school at home” and “university at home.” Neoliberalism coined these terms with its desire to transfer the responsibility of the state to families.

When the lockdown set in, I pointed out that hundreds of thousands of children would not have the tools to continue studying and this was taken as an attack… Again, this goes back to the left’s fear of debate. We shouldn’t unlearn what we learned from Chavez: we can have 99 children in school, but if one is missing, that one kid should be a concern to revolutionaries.

It is true that the work of teachers is extraordinary. They are sacrificing themselves in order to go on teaching. That should be recognized. Nonetheless, our main concern should be the thousands of children who are falling by the wayside.

Those of us who continue to teach, we know that at the very least half of our students are unable to keep up. I say that with the aim of awakening concern. I think, for instance, that Robinson, Ribas, and Sucre Missions should be going house by house, to figure out who has access to technology and who does not.

Again, teachers and university professors deserve recognition and dignified salaries. They have been bearing the brunt of the crisis on their shoulders. What they are doing is marvelous and it shows that they have energy and commitment. In many cases, teachers are doing what the state should be doing… Their self-sacrifice should be celebrated, but that is not enough.

The truth is revolutionary if we talk about problems and look for real solutions for the people. We have to understand how things really are, and we have to develop a plan to reach the people. We cannot be ostriches, sticking our heads in the ground to avoid seeing problems. We have to face reality as it is.

There are ways to solve our problems, but we need to have a debate. Unfortunately in the left we have a culture that interprets debate as giving ammunition to the enemy. Let’s remember Chavez, who was most concerned by those left behind by the system and also Che Guevara who said, “Truth is the most revolutionary act that we can engage in.”

 

Akaiz Zambrano receives her Sucre Mission university diploma. (YVKE)
Akaiz Zambrano receives her Sucre Mission university diploma. (YVKE)

Note

[*] Simon Rodriguez (1769-1854) was the teacher of Simon Bolivar and a creative independence era pedagogue. Andres Bello (1781-1865) was a linguist with a classist conception of the world. Cecilio Acosta (1818-1881) was a liberal reformer. Luis Beltran Prieto Figueroa (1902-1993) was an education reformer who implemented the technical education system in Venezuela.

*Fuente: https://venezuelanalysis.com/analysis/14946
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Florencia Saintout «Nunca más discutamos si las Universidades sirven o no»

Al frente del Consejo Provincial de Coordinación con el Sistema Universitario y Científico, la ex decana de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP destaca el trabajo de las universidades en la emergencia sanitaria y habla del rol de estas instituciones tras el paso del coronavirus.

Florencia Saintout  llevaba más de una década de carrera política cuando fue elegida al frente del Consejo de Coordinación con el Sistema Universitario y Científico de la Provincia de Buenos Aires, el 12 de diciembre de 2019. Nada hacía pensar cuál sería el desarrollo de los acontecimientos en esos días. Pandemia, cuarentena y coronavirus eran palabras impensadas. Todo cambió, menos el trabajo entre las universidades y el Estado como garante de derechos e inclusión, reforzado en un contexto de emergencia sanitaria.

Ya pasaron casi cuatro meses de cátedras remotas para más de medio millón de estudiantes y 42 mil docentes en toda la Provincia. El foco no estuvo puesto en este tiempo de cuarentena sólo en la parte pedagógica, las universidades se pusieron en un rol activo desde y para la comunidad.

«Lo que me planteó Axel (Kicillof) era trabajar en la articulación entre el sistema científico, el universitario y el Ejecutivo. Que eso no quedara librado a la buena voluntad y al azar”, le contó al Suplemento Universidad la diputada provincial y ex decana de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de Universidad de La Plata.

– ¿En cuánto afectó la aparición del COVID-19 a aquellas ideas que tenía para el Consejo, en diciembre pasado?

– Más que nada, lo que hizo este contexto es acelerar procesos. Cuando surgió el coronavirus, todas las universidades empezaron inmediatamente a dar clases. Desde el Consejo tuvimos que reunirnos con todos los rectores via Zoom, no pudimos hacerlo presencial. Pero además de acelerar, se demostró que la articulación de las políticas públicas anti neoliberales (porque no es cualquier política pública) y el sistema científico-universitario, cuando trabajan juntos, resuelve problemas concretos de la sociedad.

Si alguien tenía dudas si eran necesarias tantas universidades o quiénes iban y quiénes no, en este periodo se demostró su valor. Todas las universidades, incluso desde diferentes conducciones políticas, están respondiendo en diferentes áreas y a diferentes problemas.

– ¿La continuidad pedagógica mediante plataformas es algo definitivo?

– Para eso es esencial disminuir la brecha digital. Tenemos un proyecto de ley que va en ese sentido, que surge a partir de la demanda de los estudiantes. La brecha digital con la que nos encontramos era incluso más grande de lo que habíamos imaginado, y obviamente se corresponden con brechas sociales y económicas. Esa es una de las preocupaciones en educación tanto de Nación como de Provincia, que están haciendo un trabajo estupendo con las plataformas AR. Hay que tomar una decisión política en ese sentido muy fuerte para acortar esa brecha. Incluso pensar distintas plataformas que nos permitan no ser tan dependientes del mercado, apuntando al desarrollo científico y tecnológico.

– ¿Cómo se preparan para la pospandemia?

– Es difícil pensar en la pospandemia hoy y en esta zona tan complicada como es la Provincia. Pero no hay que solo pensarlo sino ponernos en acción. Creo que hay un aprendizaje de esta articulación entre Estado y universidades. Incluso de los no universitarios. La universidad tiene que ser un derecho para ellos. Y eso no significa solo acceder a la universidad, sino el derecho a usufructuarla, a gozarla, a utilizar el conocimiento que allí se genera.

Hoy las universidades empezaron a hacer máscaras, alcohol en gel, test de todo tipo, pero también investigaciones junto con espacios académicos internacionales para encontrar las vacunas.

Por eso digo que para lo que viene se va a necesitar un tipo de saber orientado al desarrollo, a la producción. Y desarrollo entendido en un sentido amplio, no solo desde una mirada economicista.

-¿Se viene una mirada de universidades enfocada tanto en lo urgente como en el desarrollo a futuro?

– Claramente. Algo que a mí me impactó mucho fue ver las universidades que se transformaron en hospitales de campaña, entonces este aprendizaje tiene que estar para lo que viene. ¿Qué quiero decir con eso? Que no será solamente aprender a cómo diseñar un test, sino en términos de que ese saber valioso sirva para transitar este tiempo que viene que es tan difícil.

En términos de desarrollo económico, hay universidades que están haciendo estudios de cómo será el impacto económico después de la pandemia. Incluso hasta desde la perspectiva de género. Eso después, para hacer políticas económicas focalizadas, va a ser fundamental.

Podemos tener universidades maravillosas y papers increíbles, pero si no tenemos un Gobierno que las convoque, no estamos al servicio de la población.

– Entonces se puede hablar de un nuevo enfoque de un sistema más apuntado a la sociedad…

– Hoy hay una gran conciencia en las universidades. Yo nunca vi una comunión tan fuerte entre instituciones tan distintas dispuestas a llevar adelante una política de cuidado de la población. Esos son los acuerdos de base para lo que viene. Creo que el aprendizaje de este momento histórico tiene que ser que podamos decir “nunca más discutamos si las universidades sirven o no sirven”.

En la universidad se debe discutir todo, pero si hay algo seguro es que es un derecho. El derecho a que ese conocimiento resuelva problemas concretos. Que ayuden al bienestar de la población y que eso que sucede no quede enclaustrado. Y eso tiene que ver con una posición política, del Gobierno Provincial y Nacional, que supieron que las universidades tenían que estar en las políticas públicas, mucho antes de la pandemia; y la creación del Consejo va en esa dirección. En tomar esa idea que esto es de todos y de todas.

Fuente: https://www.pagina12.com.ar/278658-nunca-mas-discutamos-si-las-universidades-sirven-o-no

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Laura Farré: «Las matemáticas y la música se retroalimentan, debe haber más fusión entre disciplinas»

Por Diario de la Educación:

Detrás el sonido invisible de una sonata, Laura Farré (Vilanova y la Geltrú, 1990) observa patrones y estructuras para adelgazar la melodía, y así simplificar el proceso de memorización de la pieza. No debe ser fácil cuando eres pionera en la materia. Pero Laura Farré persiste en desarrollar su método para que las escuelas puedan aplicarlo en un futuro. Entre estudio e investigación, Laura Farré ha publicado The french Reverie, su último disco, donde revisa obras contemporáneas del siglo XX. Laura Farré rompe fronteras.

Cuéntanos tu método.

Me he especializado en el repertorio de los siglos XX y XXI, una música muy compleja alejada de la tradición musical anterior, que no se basa en la armonía tradicional. Como los métodos para analizar una obra de música clásica no me servían para este repertorio, estoy utilizando estrategias matemáticas para simplificar el proceso de memorización.

Por lo tanto, buscas un método para…

Desarrollar mejor la memoria y no tener que recurrir a la partitura. Los intérpretes de clásica tocamos de memoria para cualquier audición, prueba o examen. Si tocas de memoria, tienes unas ventajas. Pero, en cambio, los intérpretes de música contemporánea de los siglos XX y XXI, que se enfrentan a obras tan complejas y difíciles, tienen que tocar casi siempre con partitura. Yo quería tapar este agujero, y que los músicos de contemporánea tuvieran los mismos beneficios que los músicos de clásica.

¿Y qué papel juegan las matemáticas en tu método?

Las matemáticas me permiten establecer una jerarquía de lo que es importante y secundario en la partitura. Y cuando lo establezco, me resulta más fácil memorizarlo. Hasta ahora, he probado el método conmigo misma, pero ahora estoy investigando si puede ser útil para otros músicos.

¿Se te escapa algo? No parece fácil.

¡Espero que no! Llevo mucho tiempo investigando y trabajando [risas]. Ahora bien, en investigación debes tener la mente muy abierta y lúcida, porque lo que menos te esperas es lo que acaba pasando.

¿Crees, sin embargo, que podría ser un método aplicable a la enseñanza primaria y secundaria? No todo el mundo sabe de matemáticas.

Espero que sí. Para desarrollar el método yo sí necesito saber matemáticas. Por ejemplo, ahora estoy viendo cómo traduzco estrategias matemáticas muy obvias para mí, para que un músico las pueda comprender y pueda aplicarlas.

Siempre se ha relacionado mucho la música y las matemáticas. ¿Hasta qué punto son cercanas?

El esqueleto de la música son las matemáticas. ¿Por qué? A nivel teórico, por las proporciones rítmicas, de armonía, etcétera. A nivel práctico, también. Por ejemplo, cuando hablamos de generar sonido y diseñamos instrumentos con unas determinadas propiedades y proporciones; o cuando construimos unos espacios y unas salas con unas determinadas formas y materiales para propagar el sonido.

¿Y si hablamos de la parte creativa?

Hablamos de matemáticas cuando se aplican directamente para crear composiciones. Hay músicos que diseñan un algoritmo y componen a partir de ahí, como Milton Babbitt. Otros, por ejemplo, a raíz de un efecto matemático. ¿Conoces el efecto mariposa?

Sí. Habla de cómo pequeñas variaciones iniciales pueden producir grandes variaciones a largo plazo. El aleteo de una mariposa en Hawai puede provocar un terremoto aquí.

Exacto. Toda la música de Steve Reich se basa en este proceso. Él introduce pequeños cambios hasta que la textura musical cambia completamente. Ahora bien, hay otros músicos que no son matemáticos, pero que han aplicado igualmente las matemáticas en sus creaciones. Pienso en Debussy, que se basa en la proporción áurea en su ópera dedicada a la belleza.

En tu doctorado, sin embargo, ¿te interesas por la relación entre matemáticas y música de una manera más conceptual?

Sí. Por ejemplo, cómo utilizamos las matemáticas para la memoria musical, cómo creamos estructuras que permitan que el músico tenga un esquema mental de la obra. O también, qué recursos conceptuales pueden ayudar a la interpretación de una pieza musical. De hecho, estamos hablando del pánico escénico.

¿Del pánico escénico? Me pierdo. Cuéntamelo, por favor.

Hablo del miedo de equivocarte en un escenario delante de muchas personas en una pieza que has memorizado durante muchísimas horas: el pánico escénico de equivocarte en una nota de la enorme cantidad de las que tienes que tocar. Si no tienes estructuras mentales para cogerte…

Te encuentras en una situación muy vulnerable.

Sí, porque el mínimo error lo rompe todo.

Existe la memoria muscular de los músicos.

Sí, esta te da una capa extra de seguridad para interpretar la obra, pero tú necesitas un esquema mental. Y esto muchas veces no te lo enseñan. En el conservatorio te enseñan estrategias para analizar la obra, útiles de una manera teórica, pero no para aplicarlo a la práctica. Y creo que esto es lo que falta, el agujero en la enseñanza que te explicaba antes.

Por lo tanto, tu método desarrolla recursos para reducir el pánico escénico.

Exacto. ¿Cómo? Construyendo estos esquemas mentales. Si tienes la estructura clara de lo que tienes que tocar, siempre disfrutas de más recursos para agarrarte en un mal momento. Y también, puedes dedicar menos horas de estudio, ya que no memorizas por repetición, sino que estás memorizando a partir de unos esquemas mentales. Además, alcanzar esta estructura reduce las posibilidades de sufrir cualquier lesión, sea de espalda o muscular.

Desde la educación, hay que trabajar por el valor de la cultura

Sorprende cómo tu método insiste en la memoria.

Sí. No es lo mismo aprender 10 números, cada uno de los números del 1 al 10 progresivamente, que aprender cuál es la relación entre ellos. En este sentido, las matemáticas me dan las estrategias para encontrar los patrones que tienen sentido en un contexto musical. Y así lo memorizo ​​todo mucho más rápido.

Queda la incógnita que te he preguntado antes, si será aplicable a las escuelas.

Tal como lo estoy enfocando, se orienta para músicos especializados. Al final, sin embargo, la metodología debe poder adaptarse en diferentes niveles. Es el objetivo que tengo.

¿Sería aplicable con otros instrumentos?

Yo lo hago en música, en el piano, pero se debería aplicar en otros instrumentos y aplicarlo también fuera de la música, en otras temáticas, pero hay que saber cómo.

¿Cuál es el valor de la música? ¿Y de las matemáticas?

La música fomenta la creatividad, la expresión y modela tu personalidad. Las matemáticas también son creación. Por ejemplo, hay muchas maneras de demostrar un teorema: unas más elegantes y atractivas, y otras más explosivas y sorprendentes. Si necesitas creatividad en una disciplina tan racional como las matemáticas, ¿por qué no es necesario que exista en otra disciplina? Un ser humano es un ser racional y creativo. Desde la educación, hay que trabajar por el valor de la cultura. En cualquier nivel de la educación, básicamente todo es empollar y vomitar el día del examen. Y entonces perdemos la acción de reflexionar, de entender lo que estudiamos y poder recordarlo en el futuro.

Foto: Motiejus Salkauskas

Quizás, porque de pequeños ya nos hacen elegir demasiado rápido y todavía no sabemos qué y cómo, como si cortaran el proceso de conocerse a uno mismo. Se pierde la idea de conjunto, una visión más holística de la enseñanza. Y entonces, un poco perdidos y desorientados, sólo tenemos el recurso de la memoria.

Sí, es posible. Por eso, tal vez, hemos tardado tanto en crear una doble titulación de música y matemáticas. Recuerdo que cuando yo explicaba cuáles eran mis estudios, muchas personas me miraban de una manera marciana. Incluso algunos profesores. Como si estuviera perdiendo el tiempo. Y tenía esta impresión a dos bandas, tanto en una disciplina como en la otra. Cuando tienes unos estudios tan rígidos e independientes unos de otros, sin retroalimentación, pierdes posibilidades. Además, las profesiones que ahora se están desarrollando vienen de relacionar conocimientos que nunca hubiéramos podido imaginar. Tiene que haber más fusión entre las disciplinas. Entiendo cierta autonomía, porque te tienen que dar unas herramientas, pero no hay que cerrar las puertas, porque las buenas ideas pueden venir de otras disciplinas.

Estudias en Birmingham. ¿Cómo se valora la música allí? ¿Has tenido más facilidades?

La música tiene más presencia en el instituto. Los estudiantes desarrollan más asignaturas artísticas, como teatro o fotografía. Todo está más incorporado. Por ejemplo, si tú quieres hacer una carrera artística, te dan más herramientas para que la puedas desarrollar de jovencito y disfrutes de apoyo académico.

En nuestra enseñanza, las asignaturas artísticas parecen lo que sobra, ¿no?

Sí. Si nos sobra una hora, pues ponemos música. Cuando yo era pequeña, todos tocábamos la flauta. Pero debería haber recursos para que todos tocáramos otros instrumentos si quisiéramos. Si todos tocamos el mismo, todo se vuelve demasiado homogéneo y corta un poco el desarrollo creativo que debería tener la asignatura.

Háblanos un poco de la música contemporánea. Tu método comienza a pensarse en esta tradición. Y además, no es un repertorio muy conocido.

En el siglo XX aparece una explosión de creatividad en la que cada compositor tiene un estilo propio dentro de la música contemporánea. De hecho, tras la II Guerra Mundial hay una ruptura con la tradición anterior. Y cada autor crea su propio lenguaje.

Pero ¿hay escuelas?

Sí, hay, pero existe una gran pluralidad. De ahí que se necesite un método para analizar y memorizar las obras. Un aspecto bueno del método es que puede aplicarse independientemente del estilo musical, ya que se basa más en la textura, en saber cuál es la disposición de las diferentes líneas melódicas dentro de las partituras.

La música contemporánea invita a escuchar de otra manera. No estamos acostumbrados. Por ejemplo, cuando escuchamos un blues, sabemos casi por intuición cómo será la progresión de acordes. Otro ejemplo: las estructuras de la canción popular con tonada y estrofa.

¿Y por qué lo sabes? ¿Por qué cuando escuchas una canción popular o un blues ya intuyes hacia dónde irá la melodía?

¿Por la tradición?

Porque hay un conocimiento implícito que se ha ido construyendo durante toda tu vida. Has identificado como un blues, todos los momentos que has escuchado blues. Pero hay algo muy curioso.

¿Qué?

Que a los bebés, antes de tener tiempo de alcanzar el bagaje cultural estructurado de una determinada manera, les da igual si escuchan una música atonal o tonal.

¿Dicho de otro modo?

Que los bebés son vírgenes, inocentes, puros. Es una cuestión cultural. Hay reticencia con la música contemporánea porque hay esta visión de una música para cuatro elitistas y cuatro locos, y que si no te gusta es porque no la entiendes y no tiene valor.

Habría que eliminar estereotipos musicales, ¿no?

Como pianista, con mi primer disco quise hacerlo. Fue como una especie de manifiesto: que la música contemporánea también puede ser por el gran público. Y difundirla debería hacerse a gran escala, porque existen obras maravillosas. Habría que recuperar la capacidad de sorprenderse que sentimos en otras expresiones artísticas, como la danza o el teatro.

¿Cómo podemos comprender la música contemporánea?

Ofrecer un contexto ayuda mucho. Durante los conciertos introduzco y explico los motivos de la obra, la historia de fondo, lo que hay detrás, en qué detalles de la pieza se pueden fijar. Ahora bien, también se debería promocionar más en las escuelas y en los medios. Cada vez se enseña más la música de manera reducida. Hay que estimular la curiosidad por descubrir estilos musicales. La contemporánea te lleva al límite para explorar los contornos. Y también, es necesario que los compositores se conecten más con la sociedad.

¿Y la clásica?

También, porque todavía funciona con unos códigos del siglo pasado. En parte, esto está bien, porque es una tradición, pero a la vez debe ser más abierta y flexible, con ganas de divulgar y dar a conocer ella misma. Y explicar cuál es su valor y porque se debe preservar.

En una sociedad de consumo como la actual parece una tarea difícil.

Sí. Se deben crear nuevas plataformas. La media de edad del Liceu y del Auditorio es de 60 años en adelante. Dentro de 40 años, la música clásica debe seguir teniendo público. Es una música que te hace reflexionar, no es una música de ambiente. Hay paciencia para entender sus códigos. La clásica se debe difundir y divulgar porque es una música que puede enriquecer mucho. No se debe mitificar tampoco, se debe explicar como es y dar los mecanismos para que la gente lo entienda, la disfrute y le guste. Incluso, que entendiéndola, podamos decir que no nos gusta. Se debe permitir que también exista la opción de decir no. Pero que las personas que escuchen no se limiten a un «no lo entiendo, me siento estúpido».

Tú haces una tarea de difusión importante en tus conciertos. Háblanos de tu disco ‘The French Reverie’ (2018).

Es un disco conceptual. La primera y la última obra están relacionadas. Durante todo el disco reviso diferentes estéticas musicales que representan la música francesa. Intento contextualizar. Al final del disco, termino con un compositor de Bulgaria. ¿Por qué? La idea final es circular: he ido de Francia hasta Bulgaria, he revisado diferentes estéticas y sensibilidades y encuentro, finalmente, dos creadores que están utilizando el mismo recurso, pero de una manera muy diferente. Con ello planteo un paralelismo entre dos culturas y sensibilidades, dos maneras de entender un mismo recurso, y la idea de que la música no es de nadie, porque es de todos: una mezcla de culturas y de influencias que siempre son mutuas .

¿Y qué te gusta de tocar el repertorio en directo?

Que la música es al instante. El concierto es lo irrepetible. Pese tocamos el mismo repertorio, convertirá diferente. Influye el estado anímico tu, el del público, etc. De hecho, el miedo de construir todo desde cero provoca que todo sea tan emocionante. Y también, no saber cómo reaccionará el público y tú misma.

Una última pregunta. ¿Cuál es tu frustración como intérprete?

La gran frustración que tenemos los intérpretes es que estudiamos horas y horas, montamos la obra y hacemos el concierto, y si no seguimos practicando aquella obra después, lo se va quedando en nada. Uno de los motivos para querer hacer el disco era que yo hacía unas maratones de ensayo enormes, y cuando lo dejaba de practicar, aquello ya era humo. Necesitaba fijar el trabajo que yo hacía.

Y aquí el método.

El método fue supervivencia por falta de recursos. No tenía donde cogerme. No había nadie que lo hubiera hecho antes que yo. Y no tenía apoyo institucional.

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