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Entrevista a Emanuele Coccia: «La Tierra puede deshacerse de nosotros con la más pequeña de sus criaturas»

Por: Nicolas Truong

El filósofo explica por qué, en su opinión, la actual pandemia devuelve al ser humano a la naturaleza. Y cómo la ecología necesita ser repensada, para alejarla de la ideología patriarcal basada en el “hogar”

El filósofo Emanuele Coccia es profesor en la École des hautes études en sciences sociales y uno de los intelectuales más iconoclastas de su tiempo. Autor, en la editorial Payot et Rivages, de las obras La Vie sensible (2010), Le Bien dans les choses (2013), La Vie des plantes. Une métaphysique du mélange (2016), acaba de publicar Métamorphoses (Payot et Rivages, 236 páginas, 18 euros), un libro que recuerda cómo se relacionan entre sí las especies vivas, incluyendo los virus y los humanos, porque, según escribe “somos la mariposa de esta enorme oruga que es nuestra Tierra”. En la entrevista que sigue a continuación analiza los impulsores de esta crisis sanitaria mundial, y explica por qué, por mucho que sea necesaria, “la orden de quedarse en casa es paradójica y peligrosa”.

Se están tomando medidas importantes para asegurar que la economía no se derrumbe. ¿Debería hacerse lo mismo para la vida social?

Frente a la pandemia, la mayoría de los gobiernos han tomado medidas firmes y valientes: no solo la vida económica se ha detenido en gran medida o se ha visto fuertemente ralentizada, sino que también la vida social pública ha quedado ampliamente interrumpida. Se ha instado a la población a quedarse en casa: se han prohibido las reuniones, las comidas compartidas, los ritos de amistad y de debate público y el sexo entre desconocidos, pero también los ritos religiosos, políticos y deportivos. De repente, la ciudad ha desaparecido o, mejor dicho, se la han llevado, ha sido sustraída del uso: se presenta ante nosotros como tras un escaparate. Ya no hay espacio público ni lugares para la libre circulación, abiertos a todos y a las actividades más populares y dispares, dedicadas a la producción de la felicidad tanto individual como compartida. La población se ha quedado sola frente a este enorme vacío, y llora la ciudad desaparecida, la comunidad suspendida, la sociedad cerrada junto con las tiendas, las universidades o los estadios: los directos de Instagram, los aplausos o los cánticos colectivos en el balcón, la multiplicación de  las arbitrarias y alegres carreras semanales son en su mayoría rituales de elaboración de duelo, intentos desesperados de reproducir la ciudad en miniatura.

Esta reacción es normal y fisiológica. La interrupción de la vida económica –que ya venimos experimentando cada domingo– ha sido objeto de un número infinito de reflexiones y medidas de anticipación y reconstrucción. En cambio, el gesto de suspender la vida en común, mucho más inédito y violento, ha sido abrupto y radical: sin preparación, sin seguimiento.

La necesidad de estas medidas está fuera de toda discusión: solo de esta manera seremos capaces de defender a la comunidad. Pero se trata de medidas muy serias: relegan a toda la población al hogar. Y, sin embargo, no ha habido ningún debate, ningún intercambio ni ningún otro discurso más allá del de la muerte y el miedo, por uno mismo y por los demás.

¿Cuál es la responsabilidad de los gobiernos en este olvido social del confinamiento? 

Es bastante infantil imaginar que se puede mantener a millones de vidas bajo arresto domiciliario únicamente a través de amenazas o difundiendo el miedo a la muerte. Es muy irresponsable por parte de estos mismos gobiernos el pretender obtener la renuncia de una comunidad a sí misma haciéndola sentir culpable o infantilizándola. El coste psíquico de esta forma de proceder será enorme. No se han tenido en cuenta, por ejemplo, las diferencias en cuanto al tamaño de los apartamentos, su ubicación, el número de individuos de diferentes edades que conviven en ellos: es casi como si, al tomar medidas en relación con la vida económica, hubiéramos optado por ignorar las diferencias en cuanto al volumen de negocio o al número de empleados de cada empresa.

No se ha tenido en cuenta la soledad, las angustias y especialmente la violencia que todo espacio doméstico a menudo oculta y amplifica. Invitar a cada uno a coincidir con el propio hogar significa producir las condiciones para una futura guerra civil. Podría estallar de aquí a unas pocas semanas.

Además, si para la vida económica hemos tratado de buscar un compromiso entre la necesidad de mantener a la sociedad viva y la de protegerla, para la vida social, cultural o psíquica hemos afinado mucho menos. Por ejemplo, hemos dejado abiertos los estancos, pero no las librerías: la elección de lo que se consideran “necesidades básicas” traslada una imagen bastante caricaturesca de la humanidad. Hay un tema iconográfico que ha atravesado la pintura europea: el de “San Jerónimo en el desierto”, representado con una calavera y un libro –la Biblia que estaba traduciendo–. Las medidas hacen de cada uno de nosotros y nosotras “jerónimos” que contemplan la muerte y sus miedos, pero que ni siquiera tienen derecho a llevar consigo un libro o un vinilo.

“¡Quédense en casa!”, dice el presidente. Ahora bien, en Métamorphoses, haces una crítica de este “todos para casa”, y de esta obsesión con asignar la vida a la residencia. ¿Por qué razones?

Esta experiencia inaudita de arresto domiciliario indeterminado y colectivo que se extiende de golpe a miles de millones de personas nos enseña muchas cosas. En primer lugar, experimentamos el hecho de que el hogar no nos protege, no es necesariamente un refugio: también puede matarnos.

Podemos morir por exceso de hogar. Y la ciudad, la distancia que implica cualquier sociedad, nos protege normalmente contra los excesos de intimidad y de proximidad que cualquier casa nos impone. Así que no hay nada extraño en el malestar que vive la gente estos días. La idea de que el hogar, la casa, es el lugar de la proximidad a la “naturaleza” es un mito de origen patriarcal. La casa es el espacio dentro del cual conviven una serie de objetos e individuos sin libertad, en el seno de un orden orientado a la producción de una utilidad. La única diferencia que existe entre las casas y las empresas es el vínculo genealógico que une a los miembros de las unas pero no de las otras. También por esto, cualquier casa es exactamente lo opuesto a lo político: de ahí que la orden de quedarse en casa sea paradójica y peligrosa.

¿En qué sentido el análisis ecológico de la crisis sanitaria te parece inapropiado, romántico en el mejor de los casos y reaccionario en el peor? 

La experiencia de estos días debería por lo tanto enseñarnos que la ecología, la ciencia que debería ayudarnos a reparar el planeta, debe ser completamente reformada, empezando por su nombre, que todavía alberga la imagen de hogar (oikos en griego significa hogar, casa). La ecología no solo es romántica, sino que sigue siendo esa ciencia profundamente patriarcal que, a pesar de todos los esfuerzos del ecofeminismo, no ha logrado liberarse de su pasado.

De hecho, al seguir pensando que la Tierra es el hogar de lo vivo, y que todas las especies tiene la misma relación privilegiada con un territorio que un individuo humano tiene con su apartamento, no solo nos empeñamos en someter a arresto domiciliario a la totalidad de las especies vivas, sino que además estamos proyectando un modelo económico en la naturaleza. La ecología y la economía de mercado nacieron al mismo tiempo, son dos gemelos siameses que comparten los mismos conceptos y un mismo marco epistemológico, y es ingenuo pensar que, desde la ecología, tal y como está estructurada hoy en día, se pueda llegar a luchar contra el capitalismo.

No, no hay casas u hogares ontológicos, ni para nosotros, los humanos, ni para los no humanos; en la Tierra solo hay migrantes, porque la Tierra es un planeta, es decir, un cuerpo que está constantemente a la deriva en el cosmos. En tanto que ser planetario, cada ser vivo está a la deriva, cambia de lugar, de cuerpo y de vida, constantemente. Es imposible protegerse de los otros, y esta pandemia lo demuestra. Solo podemos evitar algunas de las consecuencias del contagio, pero el contagio como tal, nosotros, como seres vivos, nunca podremos evitarlo.

Contrariamente a lo que nos gustaría imaginar, esta pandemia no es la consecuencia de nuestros pecados ecológicos: no es un azote divino que nos envía la Tierra. Es solo la consecuencia del hecho de que toda vida está expuesta a la vida de los otros, que todo cuerpo alberga la vida de otras especies, y es susceptible de ser privado de la vida que lo anima. Nadie, entre los vivos, está en su casa: la vida que habita en el fondo de nosotros y que nos anima es mucho más antigua que nuestros cuerpos, y también es más joven, porque seguirá viviendo cuando nuestro cuerpo se descomponga.

El virus se percibe como algo preocupante, por supuesto, pero también radicalmente diferente a nosotros. Y, sin embargo, en tu libro muestras que él es parte de nosotros. ¿En qué sentido es una de las caras de la metamorfosis de lo vivo?

Todos los seres vivos, cualquiera que sea su especie, su reino, su estadio evolutivo, comparten una sola y misma vida: es la misma vida que cada ser vivo transmite a su descendencia, la misma vida que una especie transmite a otra especie a través de la evolución. La relación entre los seres vivos, no importa si pertenecen a especies diferentes, es la que existe entre la oruga y la mariposa. Toda vida es tanto repetición como metamorfosis de la vida que la precedió. Cada uno de nosotros (y cada especie) es al mismo tiempo la mariposa de una oruga que se ha formado en un capullo y la oruga de mil futuras mariposas. Si somos mortales es únicamente por el hecho de que compartimos la misma vida. Porque la muerte no es el final de la vida, sino solo el paso de esa misma vida de un cuerpo a otros. Aunque no lo parezca, este virus también es una vida futura en ciernes –no necesariamente idéntica a la que conocemos, ni desde un punto de vista biológico, ni cultural–.

El virus y su propagación pandémica también tienen una importancia crucial desde otro punto de vista. Llevamos siglos contándonos a nosotros mismos que estamos en la cima de la creación –o de la destrucción–. Muy a menudo, el debate en torno al antropoceno ha derivado en el empeño por parte de unos moralistas perversos en pensar la magnificencia del hombre en la ruina: somos los únicos capaces de destruir el planeta, somos excepcionales en nuestro poder nocivo, porque ningún otro ser posee un poder semejante.

Con el brote del nuevo coronavirus, ¿estamos experimentando nuestra extrema vulnerabilidad?

Por primera vez en mucho tiempo –y a una escala planetaria, global– nos hemos topado con algo que es mucho más poderoso que nosotros, y que nos va a dejar paralizados durante meses. Tanto más porque se trata de un virus, que es el más ambiguo de los seres que pueblan la Tierra, un ser que es incluso difícil calificar de “vivo”: habita en el umbral entre la vida “química” que caracteriza a la materia y la vida biológica, y no alcanzamos a definir si pertenece a la una o a la otra. Es demasiado animado para la química, pero demasiado indeterminado para la biología.

Resulta perturbador constatar, en el propio cuerpo del virus, la clara oposición entre la vida y la muerte. Y, sin embargo, este agregado de material genético se ha liberado y ha puesto a la civilización humana –la más desarrollada, desde el punto de vista técnico, de la historia del planeta– de rodillas. Soñábamos que éramos los únicos responsable de la destrucción…. y estamos cayendo en la cuenta de que la Tierra puede deshacerse de nosotros con la más pequeña de sus criaturas. Es muy liberador: por fin nos hemos liberado de esa ilusión de omnipotencia que nos obliga a imaginarnos como el principio y el fin de cualquier acontecimiento planetario, tanto para bien como para mal, y a negar que la realidad que tenemos delante sea independiente de nosotros.

Incluso una minúscula porción de materia organizada es capaz de amenazarnos. La Tierra y su vida no nos necesitan a la hora de imponer órdenes, inventar formas o cambiar de dirección.

Fuente e imagen: http://lobosuelto.com/la-tierra-puede-deshacerse-de-nosotros-con-la-mas-pequena-de-sus-criaturas-entrevista-a-emanuele-coccia/
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Francia: segunda noche de protestas en los suburbios de París

Europa/ Francia/ 21.04.2020/ Fuente: www.mdzol.com.

Desde hace días, varios especialistas insisten en el riesgo de incendios y estallidos de violencia en los tres grandes departamentos que rodean a la famosa ciudad. En esos barrios la cuarentena es difícil de cumplir por el hacinamiento,la pobreza y la mala relación entre policías y vecinos.

Todos saben que se trata de zonas difíciles: en los alrededores de Paría, hay barriadas pobres, con familias hacinadas, que tienen mucha dificultad para cumplir con la cuarentena. Además, la relación con la policía francesa es históricamente pésima.

ya van dos noches de «incidentes» en Villeneuve-la-Garenne (24.000 habitantes, al noroeste de París, en un suburbio problemático), que vuelven a comenzar con fuegos de artificios para terminar horas más tarde con cargas policiales y utilización de gases lacrimógenos para «pacificar» a bandas de jóvenes incontrolados.

Tras un largo de rosario de incidentes en toda la «banlieue» parisina, los suburbios de la capital, la noche del sábado al domingo culminó con un accidente grave: un joven que corría, en moto, a cierta velocidad, se estrelló contra la puerta de un coche de la policía que intentaba detenerlo.

«¡Lo vas a pagar muy caro..!», gritaba el joven, herido de cierta gravedad, mientras forcejeaba, intentando liberarse, esperando una ambulancia. El primer joven herido, en Villeneuve-la-Garenne, pudo ser operado con urgencia, satisfactoriamente. Sus padres han decidido presentar una querella contra la policía, acusada de «violencias incontroladas».

La noche / madrugada del domingo al lunes, volvieron a estallar incidentes violentos en Villeneuve-la-Garenne y otra ciudad problemática, Aulnay-sous-Bois, en la «banlieue» / suburbios parisinos. Y anoche volvieron a repetirse.

A los primeros fuegos de artificios, de carácter «festivo», siguieron incendios de coches y cubos de basura. Las fuerzas del orden intervinieron con relativa rapidez y expeditivamente, usando gases lacrimógenos en varias ocasiones.

En pleno confinamiento, los jóvenes salieron a la calle, quemaron el mobiliario urbano de las cercanías de sus edificios. Así comenzó el incendio de vehículos de los vecinos, que estaban estacionados en el parking de los edificios, en un fenómeno similar al del estallido social del 2005 en los suburbios de París y las grandes ciudades francesas.

Desde hace días, varios especialistas insisten en el riesgo de incendios y estallidos de violencia en los tres grandes departamentos de la «banlieue» parisina: Seinte-Saint-Denis (93), Val de Marne (94) y Hauts-de-Seine (92).

Fuente de la noticia: https://www.mdzol.com/mundo/2020/4/21/francia-segunda-noche-de-protestas-en-los-suburbios-de-paris-74142.html

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Francia reabrirá gradualmente instituciones educativas en Mayo

Redacción: La Prensa de Lara

 El presidente de FranciaEmmanuel Macron, anunció por redes sociales medidas que se implementarán después del 11 de mayo en todo el país, donde se destaca que se reabrirán guarderías, escuelas, colegios y escuelas secundarias.

Así lo dijo por medio de la red social Twitter, donde comunicó también que las clases de educación superior se «reanudarán físicamente» en el verano. Acotó por la misma vía que luego del 11 de mayo el «Estado deberá permitir que cada personas francesa obtenga una máscara«. Esto a modo de prevención por el coronavirus.

Pese a que reabrir instituciones de varios niveles de educación y formación constituye una medida para retomar la cotidianidad de la vida de los franceses, dejó claro que no sabe cuándo se volverá a la «vida de antes»

«¿Cuándo podemos volver a la vida antes? Con toda humildad, no tenemos una respuesta definitiva a esto. Estamos trabajando activamente para encontrar una vacuna y una cura. No se pasa por alto ninguna pista», consideró.

Macron publicó una serie de tuits con información de importancia para la población francesa, la cuarta más afectada por la pandemia del coronavirus, siendo el cuarto país con más casos positivos confirmados y ocupa la misma posición con respecto la cantidad de muertes que alcanzan las 14 mil 967. Francia se mantiene en confinamiento para frenar el brote de COVID-19.

Fuente: https://www.laprensalara.com.ve/nota/15025/2020/04/francia-reabrira-gradualmente-instituciones-educativas-en-mayo

 

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Francia prepara el complejo reinicio del curso escolar a partir del 11 de mayo

Europa/Francia/16 Abril 2020/elpais.com

La vuelta a las aulas es considerada por Macron como una medida social para acabar con las desigualdades del confinamiento, pero los profesores exigen garantías ante los riesgos para la salud

Francia saldrá el 11 de mayo del confinamiento estricto en el que vive desde mediados de marzo, según anunció el lunes el presidente, Emmanuel Macron. Pero los detalles de este inicio del regreso a la normalidad todavía están en el aire. Un lugar en el que este retorno puede resultar especialmente complicado es en las escuelas.

Sindicatos de profesores y asociaciones de padres alertaron el martes de los riesgos sanitarios que implica la decisión, si se realiza con precipitación y sin la preparación suficiente para proteger a alumnos y docentes del coronavirus. El Gobierno insistió en que la vuelta será progresiva, mientras busca fórmulas para garantizar la distancia social en las aulas, con clases reducidas, por ejemplo.

“Las cosas no ocurrirán de la noche a la mañana”, ha advertido el ministro de Educación, Jean-Michel Blanquer, en una entrevista con la cadena de televisión France 2. El mensaje del Gobierno es que el 11 de mayo no es la fecha del reinicio del curso escolar, sino el primer día de una reincorporación que se desarrollará durante semanas. Las modalidades están por definir.

Blanquer debe empezar a reunirse con representantes de profesores y alumnos. Se ha dado un plazo de 15 días para decidir cómo será esta peculiar rentrée de 12,4 millones de alumnos —de preescolar al instituto— y de unos 880.000 profesores que, en esta fecha, llevarán casi dos meses encerrados en sus casas.

Tras anunciar que, a partir del 11 de mayo, se reabrirían “progresivamente” los centros educativos, Macron ha considerado esta decisión como una medida social. “Demasiados niños, sobre todo en los barrios populares y en el campo, están sin escuela y no tiene acceso a Internet ni pueden recibir la misma ayuda de sus padres», ha argumentado. «En este periodo, las desigualdades de alojamiento y las desigualdades entre familias todavía están más marcadas”.

Los sindicatos de profesores ven con inquietud los planes del presidente. “El retorno no debe ser precipitado”, ha declarado en un comunicado Stéphane Crochet, del sindicato SE-UNSA. “Antes de hacer nada, se deben reunir las condiciones de seguridad”.

Francette Popineau, del sindicato SNUipp-FSU, mayoritario en la educación primaria, sostiene en Le Monde que “las condiciones [para abrir las escuelas] no existen, puesto que los cines seguirán cerrados”. Teatros, museos, restaurantes y cafés —además de todos aquellos espacios donde puedan producirse aglomeraciones— también seguirán cerrados. Popineau añade: “Se reabren las escuelas para relanzar la actividad económica y se sacrifica demasiado rápido a los profesores”.

“La escuela es el pulso y el pulmón de nuestro país. Todo transita por ella”, ha dicho en la cadena RTL Rodrigo Arenas, copresidente de la asociación de padres FCPE. “Los niños pueden contaminarse entre ellos y contagiar a personas de más edad. No hay que entrar en una segunda ola de contaminación”.

“Harían falta test para todo el mundo. Es un mínimo», opina Benoît Teste, secretario general del sindicato FSU, en un vídeo difundido en las redes sociales. Macron ha anunciado el objetivo de disponer de test solo para las personas con síntomas, además de máscaras para todos los franceses. «Y no podemos tener 35 alumnos por clase: las aulas no están hechas para respetar los gestos barrera”, añadió Teste.

El ministro Blanquer ha explicado que, antes de la apertura de las escuelas, será necesaria una limpieza de las aulas y una preparación pedagógica. Blanquer contempla reducir el número de alumnos por clase e incorporar a los estudiantes poco a poco y en función del nivel educativo. Entre un 5 y un 8% de alumnos han perdido el contacto con la escuela y no siguen las clases en Internet ni las instrucciones de los docentes. Estos podrían ser los prioritarios.

Que el debate en Francia sobre el fin del confinamiento se haya centrado en la escuela —más que el mundo económico—, no es casualidad. La llamada educación nacional es el núcleo de este país, el gran igualador últimamente medio averiado, la institución que regula todos los ritmos de la sociedad. Y, en las circunstancias actuales, la llave sin la cual la maquinaria productiva no puede arrancar.

“El objetivo es que entre el 11 de mayo y el 4 de julio, día de inicio de las vacaciones de verano, logremos la resocialización que permita volver al aprendizaje», ha explicado el ministro. «Si no, el daño social y humano puede ser muy importante”.

Esta apertura de las escuelas evitaría también que los padres y madres que deban desplazarse para trabajar dejen a los hijos solos en casa. Para la apertura de las universidades no hay fecha.

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Entrevista a Bertrand Badie: ¿Quién gestionará políticamente el miedo?

Por: Eduardo Febbro

La impotencia de las potencias, la disputa por capitalizar el miedo, la crisis de Europa, los esfuerzos de China por sacar provecho de su lucha contra la pandemia y la expansión del virus hacia el Sur: estos son algunos de los temas en juego en la «geopolítica del coronavirus». El destacado académico Bertrand Badie los analiza en esta entrevista.

El trastorno planetario provocado por la propagación del Covid-19 no tiene espejos en la historia. Siete años después de que China pusiera en marcha su programa más ambicioso de reconquista del mundo reactualizando el mito de la Ruta de la Seda, esa ruta se convirtió en un sendero de muerte. En 2013, Beijing desplegó una red de infraestructuras repartida por los cinco continentes mediante comunicaciones marítimas y ferroviarias entre China y Europa, pasando por Kazajistán, Rusia, Bielorrusia, Polonia, Alemania, Portugal, Francia o el Reino Unido. El sueño de 1.000 millones de dólares dio lugar a la tercera extinción del siglo XXI: la primera fue financiera, con la crisis bancaria de 2008; la segunda fue la extinción de las libertades cuando el ex-analista de la Central de Inteligencia Americana (CIA) Edward Snowden reveló la extensión y la profundidad del espionaje planetario orquestado por Estados Unidos y sus agencias de seguridad; la tercera es sanitaria.

Ya nadie se pregunta hacia dónde va el mundo sino, más bien, si mañana habrá un mundo. Las máscaras del tecnoliberalismo y su construcción global, es decir, la globalización, se han caído. La máscara, ese objeto tan precioso para sobrevivir, se volvió el revelador del abismo mundial; sin máscaras se corrió el telón de la ausencia de consenso a escala europea para enfrentar la crisis sanitaria y financiera, o pactar ordenadamente el cierre de las fronteras; sin máscaras, la Organización Mundial de la Salud (OMS), supuestamente a cargo de la salud del planeta, demostró que era un gigante burocrático sin incidencia en la realidad; sin máscaras, la cooperación internacional apareció como una ficción desesperada. Las divergencias entre estadounidenses y europeos nunca fueron tan insuperables, tanto como las que atraviesan a los Estados que componen la Unión Europea. Entre insultos, incomprensión, golpes bajos y visiones antagónicas entre la preservación de la vida o la salud o la de la economía y las finanzas, los dirigentes de las potencias sobresalieron por su incapacidad para diseñar un horizonte.

El mundo que existía desde la Segunda Guerra Mundial dejó de respirar. Donald Trump enterró el multilateralismo heredado del siglo XX, mientra el coronavirus ponía la cruz sobre un sistema internacional que de «sistema» solo tenía el nombre.

Muchos de estos acontecimientos han sido anticipados por Bertrand Badie a lo largo de una obra consagrada a las relaciones internacionales. Profesor en Sciences Po París y en el Centro de Estudios e Investigaciones Internacionales (CERI), Badie desarrolló una obra del otro lado de los consensos. En 1995 se adelantó en La fin des territoires [El fin de los territorios], en 1999 exploró cómo sería Un monde sans souveraineté [Un mundo sin soberanía] y en 2004 empezó a tejer el análisis sobre la inercia de los poderosos, es decir, la impotencia de los potentes y publicó L’Impuissance de la puissance. Essai sur les incertitudes et les espoirs des nouvelles relations internationales. Los ensayos siguientes lo acercaron a la configuración actual: El tiempo de los humillados. Una patología de las relaciones internacionales y Diplomacia del contubernio. Los desvíos oligárquicos del sistema internacional (ambos editados por la Universidad Nacional de Tres de Febrero). En esta entrevista, realizada en plena crisis mundial, el profesor le sigue los pasos a un mundo que se cae y esboza los contornos del próximo.

Hemos cambiado de paradigma con esta crisis sanitaria. Usted sugiere que, desde ahora, la seguridad de los Estados ya no es geopolítica sino sanitaria.

Así es, y hay un conjunto de cosas. Están la seguridad sanitaria, la seguridad medioambiental, la seguridad alimentaria y la seguridad económica. Conforman varias seguridades que ya no son militares sino de naturaleza social. Se trata de un gran cambio con respecto al mundo de antes. En este momento, por primera vez en la historia, estamos descubriendo la realidad de la globalización. Este descubrimiento no atañe a los Estados, sino que toca a cada individuo. Esto es lo nuevo. En la historia, es raro que los individuos aprendan en directo, en su propia carne, en su vida cotidiana, cómo son realmente las transformaciones de la vida internacional. Antes estaban las guerras para acercar este aprendizaje, pero las guerras afectaban indirectamente a la población. Aquí, todo el mundo está afectado. Podemos entonces esperar un cambio de la visión del mundo y de los comportamientos sociales. Esta tragedia puede conducir a una transformación brutal de la visión que tenemos del mundo y de nuestro medio ambiente. Tal vez, se dejarán de lado todos los viejos esquemas, es decir, los esquemas como el de la concepción militar y guerrera de la seguridad, entiéndase, un mundo fragmentado entre Estados-nación en competencia infinita y una concepción de las diferencias que remite siempre a esa dualidad de la vida entre amigos y enemigos. Hoy ya no hay amigo o enemigo sino asociados que están expuestos a los mismos desafíos. Esto cambia completamente la gramática de la sociología y de la ciencia de las relaciones internacionales. El otro ha dejado de ser un rival, el otro es alguien de quien dependo y que depende de mí. Esto nos debe conducir hacia otra concepción de las relaciones sociales y de las relaciones internacionales, en la que estoy obligado a admitir que, para ganar, necesito que el otro gane; tengo que admitir que, para no morir, necesito que el otro no caiga enfermo. Esto es algo completamente nuevo.

Sin embargo, los desacuerdos entre los Estados nunca habían sido tan abismales. Las relaciones entre Europa y Estados Unidos han empeorado con esta crisis sanitaria mientras que, dentro de la Unión Europea, los antagonismos se han profundizado en el momento más dramático de la humanidad.

En la situación actual nos encontramos con desacuerdos entre Estados Unidos y el resto del mundo a los que ya estamos acostumbrados. Pero también vemos profundos desacuerdos dentro de Europa con, por ejemplo, el rechazo de Alemania a los famosos «coronabonos», es decir, la mutualización de las deudas. Ese será justamente el gran enigma cuando salgamos de la crisis. Seguimos estando coyunturalmente en un esquema de desacuerdos enormes y de competencia tal vez más agudos que antes. Pero eso es porque estamos en una situación de urgencia y, en estos casos, el reflejo natural es esconderse detrás de un muro, cerrar las puertas y las ventanas. Podemos esperar que el miedo suscitado por esta crisis conduzca a que se reconozca que no será viable enfrentar en forma duradera este tipo de nuevo desafío sin una profunda cooperación internacional. Es comprensible que los desacuerdos y la competencia entre los Estados sean densos en medio del incendio. Sin embargo, es necesario entender que, a corto plazo, habrá que cambiar de programa.

Queda entonces la tarea de redefinir una nueva geopolítica.

La geopolítica ha muerto. La visión tradicional, geográfica, de las relaciones internacionales no vale más porque estamos en un mundo unido. La realidad ha dejado de ser la confrontación entre regiones del mundo y Estados para volverse la capacidad o la incapacidad de gestionar la globalización.

El colapso sanitario explotó en un mundo ya muy trastornado por el surgimiento casi planetario de movimientos sociales y por la redefinición de las propuestas políticas marcadas por la nostalgia nacionalista. Las tres figuras emergentes de este contexto son los negacionistas de la pandemia: Donald Trump, Boris Johnson y Jair Bolsonaro.

La pandemia intervino en un contexto doble que no se debe olvidar. El primero es el ascenso vertiginoso del neonacionalismo en diferentes latitudes: en Estados Unidos, Gran Bretaña, Brasil, Europa e incluso en los países del Sur. Ese nacionalismo lleva a los dirigentes en el poder a promover o halagar a las opiniones públicas fomentando la ilusión de una respuesta nacional o de protección frente a los peligros. Ello agrava la situación porque esta tentación demagógica viene a complicar la gestión multilateral de esta crisis. El segundo contexto remite a que recién salimos de un año 2019 absolutamente excepcional. 2019 fue el año en que se dieron una multitud de movimientos sociales a través del mundo: América Latina, Europa, Asia, África, Oriente Medio. Estos movimientos sociales reclamaban lo mismo: un cambio de políticas. Las revueltas sociales denunciaban el neoliberalismo y la debilidad de la respuesta de los Estados y, también, de las instituciones y de las estructuras políticas. Hoy, para los Estados, la gran dificultad se sitúa en el hecho de que tratan de responder a corto plazo y con un perfil nacionalista mientras que, al mismo tiempo, cuentan con muy poca legitimidad en el seno de sus sociedades. La consecuencia de este esquema han sido las dudas, los tanteos y la ineficacia demostrada por los gobiernos. Una situación semejante obligará a cambiar la gramática de los gobiernos.

Hay, en toda esta tragedia, una contradicción cruel: justo antes de la crisis sanitaria, China se encontraba en plena expansión. En 2013 empezó a reactualizar el mito de la Ruta de la Seda y para ello desplegó una impresionante red de comunicación y de infraestructuras a través del mundo. Pero esa Ruta de la Seda mutó en ruta de la muerte.

Es cierto y hay dos puntos esenciales. En primer lugar, esta crisis que se inició en Wuhan golpeó muy fuerte a la economía china y, diría, a la propia credibilidad de los políticos chinos y sus políticas. La crisis también reveló las debilidades del sistema chino. No olvidemos que el virus nació debido a la fragilidad del sistema sanitario y alimentario de China: el coronavirus nació en esos mercados que no responden a las reglas elementales de higiene. Fue la base de su propagación. La credibilidad china se vio disminuida debido a esta fragilidad sanitaria. Al mismo tiempo, hay una paradoja: China ingresó antes que nadie en esta crisis, pero también salió de ella antes que los demás y de forma eficaz. No estoy seguro de que Europa tenga la misma capacidad de reacción que China. Salvo si, por desgracia, China conoce una segunda ola de contaminación, es muy probable que esté de pie cuando Estados Unidos y los países de Europa sigan de rodillas. China está tratando de probarlo enviando médicos y equipos y ofreciendo ayuda a los países que están en plena tormenta. Esto puede significar que cuando nosotros continuemos peleando contra el virus China se habrá levantado y tendrá, entonces, una ventaja frente a las viejas potencias.

A lo largo de esta crisis hemos asistido a una suerte de geopolítica de chez zoi, es decir, una geopolítica de casa para adentro. Cada país se concentró en su problemática cuando el imperativo no era financiero como en la crisis de 2008, sino sanitario.

La urgencia es doble. Es sanitaria ahora y será económica y financiera muy rápidamente. El problema radica en que Europa ha sido la primera víctima del coronavirus. Europa fue el primer muerto. Todos los reflejos que se esperan de Europa están ausentes. La primera intervención de Christine Lagarde, la directora del Banco Central Europeo (BCE), fue catastrófica. Hasta llegó a invitar a los Estados a que se las arreglaran por su cuenta. Luego, la respuesta de la Comisión Europea resultó igualmente débil. El desacuerdo entre los principales países europeos (Alemania, Francia, España, Italia, Países Bajos) en torno de la gestión de la mutualización de las deudas muestra hasta qué punto se carece de un resorte europeo. Luego de la Segunda Guerra Mundial, Europa se construyó por primera vez en su historia porque los europeos tenían miedo de una tercera guerra mundial y sabían que no podría reconstruirse ni salir de las ruinas únicamente con el esfuerzo nacional. Por eso se eligió una reconstrucción colectiva. Hoy, como todas esas metas han sido alcanzadas, la dinámica europea ha dejado de existir. No obstante, es precisamente allí donde está la clave de su porvenir. El miedo que los europeos tenían en 1945 lo vuelven a sentir ahora con el coronavirus. Los europeos van a descubrir que esa necesidad de reconstrucción que había en 1945 persistirá en cuanto salgamos de este drama sanitario. Tal vez, la conjugación de estos dos factores conduzca a que Europa renazca al final de esta crisis. Pero claro, cuando llegue ese momento habrá que cambiarlo todo.

Aunque los paralelismos puedan resultar tramposos, muchos analistas trazan un paralelo entre la situación actual y la crisis de 1929. Luego de aquella hecatombe vino la Segunda Guerra Mundial y, justo antes, el ascenso del nacionalismo. ¿Acaso el virus no podría volver a fecundar un contexto semejante?

Es demasiado pronto para saber cómo serán las consecuencias. Las cosas pueden ir en los dos sentidos. Pero quisiera igualmente señalar que, antes del fascismo y el nazismo, el primer resultado de la crisis de 1929 fue el keynesianismo y Franklin D. Roosevelt, es decir, la reorientación de la economía mundial que permitió su salvación. No hay que tener una visión exclusivamente pesimista sobre los efectos de esta crisis. Creo que todo dependerá de la manera en que el miedo actual evolucione y de cómo ese miedo sea gestionado políticamente. Si el miedo desaparece rápidamente, se corre el riesgo de que volvamos a comenzar con el viejo sistema. Si el miedo perdura, tal vez esto nos conduzca hacia las transformaciones que necesitamos. Sin embargo, desde ahora, se plantea el gran problema de la gestión política del miedo. ¿Quién se hará cargo? Seguramente, la extrema derecha utilizará ese miedo como recurso electoral explicando que es urgente reconstruir las naciones, los Estados y restaurar el nacionalismo. No obstante, la extrema derecha no es la única oferta política existente.

Sí, pero ya antes de esta crisis la extrema derecha se erigió como planteo político reestructurado y con mucha legitimidad.

Hay mucho de eso. Si se observan los Estados europeos, todos tienen un sistema político descompuesto. En Francia no hay más partidos políticos, en Alemania la socialdemocracia no cesa de debilitarse mientras que los demócrata-cristianos de la canciller Angela Merkel están sumidos en una crisis, en Italia la democracia cristiana y el Partido Comunista desaparecieron, e incluso en Gran Bretaña el sistema partidario que antaño estaba tan bien estructurado ya no existe más. Estamos en plena recomposición política. La versión optimista quiere que esta recomposición política desemboque en el nacimiento de partidos con capacidades de llevar las riendas de la globalización. De hecho, actualmente, ningún partido político sabe qué es la globalización. Tal vez advenga un keynesianismo político. Por el contrario, el horizonte negativo sería que esa recomposición no se lleve a cabo.

En uno de sus últimos libros y, más recientemente, cuando estallaron las insurgencias sociales en 2018 y 2019, usted planteó que estábamos ingresando en el segundo acto de la globalización. ¿Acaso esta crisis no ha barrido con ese segundo acto?

No, para nada, es el mismo. No hay que disociar lo que ocurrió en 2019 de lo que está pasando ahora. Es lo mismo, es decir, el redescubrimiento angustiado de una urgencia social. Ese es el segundo acto de la globalización, el cual consiste en distinguir globalización de neoliberalismo, es decir, dejar de confiarle al mercado la gestión exclusiva de la globalización. En el curso de este segundo acto se trata de construir una globalización humana y social. Estas fueron las demandas de 2019 y los mismos reclamos vuelven ahora con urgencia ante la crisis del coronavirus. Si somos optimistas, podemos esperar que esta crisis termine por acelerar el advenimiento del segundo acto de una globalización humana y social. De lo contrario, cabría pensar que la catástrofe sanitaria no hizo sino complicar y atrasar la marcha hacia la segunda secuencia.

2019 nos mostró a una humanidad ligada por lo que usted llamó un perfil intersocial. ¿Persiste aún esa dimensión de conexión, de diálogo y de compenetración entre identidades sociales?

Sí, claro, tanto más cuanto que esta crisis nos revela que las relaciones intersociales se vuelven determinantes a través del planeta. Estas relaciones intersociales son incluso más importantes que las relaciones entre los Estados, los gobiernos o los militares. El porvenir del planeta está en las interacciones sociales, en la tectónica de las sociedades, es decir, en esa capacidad propia de las sociedades para interactuar entre ellas más allá de la voluntad de los gobiernos.

Uno de los ejes constantes de su reflexión ha sido plantear la forma en que, en las relaciones internacionales modernas, es el Sur quien fija la agenda del Norte y, también, cómo ello desembocó en una representación geopolítica marcada por la impotencia de los poderosos. El coronavirus ha dejado al desnudo esa impotencia.

¡Estamos más que nunca en ese esquema!. Estamos viendo cómo los instrumentos clásicos de la potencia no pueden hacer absolutamente nada frente al coronavirus. Estados Unidos, que es la superpotencia de las potencias, conoce una propagación de la infección superior a la de China y Europa. Hemos dejado de estar en el registro de la potencia. Los recursos clásicos de la potencia nada pueden hacer. Debemos pasar ahora de la potencia a la innovación. Solo ganaremos si convertimos la vieja concepción de la potencia en capacidad de innovación para encontrar nuevos tratamientos, una vacuna, así como los medios técnicos capaces de remodelar la globalización para que esta no sea, como hoy, una fuente de dramas. Estamos ante un nuevo umbral de la historia.

Un nuevo umbral con un interrogante dramático: ¿qué ocurrirá cuando el coronavirus se expanda en los países del Sur carentes de toda estructura sanitaria?

Esa eventualidad anuncia una catástrofe. Si la pandemia llega al Sur, será todavía más dramática y lastimará más profundamente al planeta entero. Ello prueba que los centros de gravedad de nuestra historia y de nuestro porvenir están en el Sur. El auténtico momento de la verdad se planteará cuando África se vea confrontada masivamente a esta tragedia.

Se han caído tantas máscaras con esta crisis global. La búsqueda de una vacuna, por ejemplo. Cada país la elabora por su cuenta: Francia, Estados Unidos, Rusia, China, Cuba. Y en el medio está el espectáculo indecente de la OMS: no tiene voz, ni influencia, ni capacidad alguna de organizar acciones coordinadas. Se ve como un monstruo vacío y burocrático.

Este tipo de anarquías son frecuentes en las situaciones de urgencia porque se establece una competencia entre un conjunto de actores que trata, más o menos sinceramente, de encontrar un remedio. Es algo paradójicamente normal porque así se estimula y se aceleran las investigaciones. Ahora claro, si estuviésemos en un mundo ordenado, la OMS habría debido encargarse de la definición de los protocolos de investigación y de los protocolos terapéuticos. Pero la OMS se ha vuelto alguien que cada tarde lee comunicados carentes de interés. Pero la naturaleza humana termina siempre por triunfar. El problema consiste en saber qué sacrificio habrá que hacer para todo esto. Un muerto es un muerto de más y ahora vamos ya por miles de muertos. Pienso que la humanidad renacerá de todo esto más fuerte y más consciente.

Fuente e imagen: https://nuso.org/articulo/entrevista-bertrand-badie-febbro-coronavirus-geopolitica-capitalismo/

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Covid-19, la peor crisis desde la Segunda Guerra Mundial: OMS

Europa/Francia/02/04/2020/Autor y fuente: La Jornada.

París. El nuevo coronavirus que cobró más de 30 mil muertos solamente en Europa, con España alcanzando un nuevo récord diario este miércoles, y ha sumido al planeta en la peor crisis desde la Segunda Guerra Mundial según la ONU.

Con 864 muertos en las últimas 24 horas, para un total de nueve mil 53 decesos, y más de 100 mil casos oficialmente declarados, España sigue el trágico ritmo de Italia (12 mil 428 muertos hasta el martes), y son los dos países europeos más afectados por la Covid-19.

«Es un poco ‘escóndete, que viene el bombardeo’, es un virus en vez de bombas», afirmó en una cruda comparación Pepa Peña, de 61 años, en Madrid, la región más golpeada de España por el virus.

En Italia se formaban largas colas delante de comedores populares mientras algunos supermercados fueron blanco de pillajes, según la prensa.

Otro medio millón de italianos necesita ayuda para poder comer, que se suma a los 2,7 millones de personas necesitadas el año pasado, indicó el mayor sindicato de agricultura del país Coldiretti.

«Normalmente servimos a 152 mi, 525 personas. Ahora tenemos 70 mil peticiones más», ilustró Roberto Tuorto, al frente de un banco de alimentos.

En Estados Unidos, el presidente Donald Trump pidió a sus compatriotas estar «listos para los días muy difíciles que nos esperan», y agregó que las próximas «serán dos semanas muy, muy dolorosas».

Las muertes en Estados Unidos por la Covid-19 superaron las cuatro mil en la madrugada del miércoles, cifra que se duplicó en tres días, de acuerdo con el recuento que realiza la Universidad Johns Hopkins.

En todo el mundo, el coronavirus ya dejó más de 41 mil muertos, con otros países muy golpeados como Irán, que superó los tres mil.

Cerca de la mitad de la población del mundo se encuentra bajo algún tipo de confinamiento, mientras los países buscan desesperadamente detener el avance del virus que ya infectó a más de 830 mil personas en el planeta desde que se desató en diciembre en China.

Pero el confinamiento es difícil de cumplir en numerosos países, en especial en África y América Latina, donde millones de personas viven gracias a una economía sumergida y habitan en lugares superpoblados.

– Los estragos económicos –

El cierre temporal de empresas y el parón de la actividad económica que ha provocado tales medidas ha dejado a muchos trabajadores sin ingresos y sus consecuencias empiezan a notarse en los países más golpeados.

Por ejemplo, la industria del automóvil registró una caída histórica de más del 70 por ciento en el mercado francés.

La ansiedad por el avance de la pandemia volvía este miércoles con fuerza a los mercados, con fuertes pérdidas en las bolsas europeas y de Asia.

Mientras en Italia y en España deberían avecinarse el pico de contagios después de varias semanas de confinamiento, este no se avizora en Norteamérica.

Estados Unidos registraba unos 189 mil contagios, una cifra que se duplicó en apenas cinco días.

Integrantes del equipo especial de lucha contra la pandemia del gobierno de Trump difundieron un sombrío pronóstico de entre 100 mil y 240 mil muertes en el país en los próximos meses, si se respetan las restricciones actuales.

Nueva York inició una carrera contrarreloj para aumentar la capacidad de sus hospitales antes del pico de la epidemia, esperado «de aquí a entre siete y 21 días», según el gobernador del estado, Andrew Cuomo.

En Manhattan se levantaron hospitales provisorios en un centro de conferencias y en pleno Central Park, en tanto se proyecta otro en el centro deportivo de Flushing Meadows.

«Es como una zona de guerra», dijo Donald Trump.

– «La humanidad está en juego» –

En América Latina, donde se han registrado poco menos de 19 mil infectados y más de 500 muertos, varios países anunciaron una prolongación de las medidas, en un intento de evitar el colapso de sus sistemas sanitarios.

Cuba anunció incluso la cancelación del emblemático acto del Día de los Trabajadores el 1 de mayo.

Las turbulencias económicas y políticas que provoca el virus suponen un peligro real para la relativa paz que el mundo ha vivido en las últimas décadas, dijo el martes el secretario general de la ONU, Antonio Guterres.

«Se trata de una combinación, por un lado, de una enfermedad que es una amenaza para todos en el mundo, y en segundo lugar, porque tiene un impacto económico que provocará una recesión sin precedentes en el pasado reciente», dijo Guterres.

«La humanidad está en juego», advirtió.

«La combinación de esos dos factores y el riesgo de que contribuya a una creciente inestabilidad, una creciente violencia y un creciente conflicto lo que nos hace creer que esta es, de hecho, la crisis más retadora que hemos enfrentado desde la Segunda Guerra Mundial», explicó.

Los ministros de Finanzas y gobernadores de los bancos centrales del G20, que se reunieron el martes por teleconferencia, prometieron ayudar a los países más pobres a soportar el fardo de su deuda y asistir a los mercados emergentes.

La semana pasada, los líderes de este grupo de países más ricos y emergentes había dicho que inyectarían 5 billones de dólares en la economía global para disipar los temores de una recesión.

– Casos asintomáticos en China –

En Wuhan, la ciudad en la que se originó la pandemia, las medidas de confinamiento se iban levantando progresivamente, y los primeros pasos al aire libre de sus habitantes son para homenajear a los muertos.

Paralelamente, China reportó este miércoles mil 367 casos asintomáticos de coronavirus que se suman a los 81 mil 554 contagios registrados, al publicar por primera vez el número de personas actualmente positivas pero sin manifestar fiebre y tos características de la Covid-19.

En tanto, la escasez derivada de la pandemia ha provocado protestas en algunos países pobres, por ejemplo en África. «En Nigeria, cuando uno trabaja ya pasa hambre. Imagínese cuando no puede trabajar», dice Samuel Agber, reparador de aparatos de aire acondicionado.

En Port Elizabeth, Sudáfrica, una anciana se indigna: «Qué nos importa este virus, si tenemos hijos y nietos que alimentar».

Fuente e imagen: https://www.jornada.com.mx/ultimas/mundo/2020/04/01/covid-19-la-peor-crisis-desde-la-segunda-guerra-mundial-oms-3661.html

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Chalecos amarillos marchan en vísperas de elecciones en Francia

Europa/Francia/15-03-2020/Autor(a) y Fuente: www.telesurtv.net

La movilización se efectuó un día antes a la primera ronda de las elecciones municipales en el país y cuando el presidente había prohibido las concentraciones por el coronavirus.

Activistas de los chalecos amarillos de Francia, marcharon este sábado por las principales vías de París (capital) expresando su rechazo a las políticas impulsadas por el presidente Emmanuel Macron.

La jornada suscitó un día antes de la primera ronda de las elecciones municipales, asimismo, se efectuó en medio del anuncio del Ejecutivo que prohibía cualquier concentración que superara las 100 personas a causa del coronavirus.

Asimismo, varias organizaciones sindicales se unieron a la manifestación, la Cerveaux Non Disponibles, reiteró que las manifestaciones son un derecho Constitucional, «la democracia no puede ser aplazada por el coronavirus», agregan.

©halecos Amarillosᴳᴸᴼᴮᴬᴸ 🔥ʷAͤNͣOͬNͤYˡMͤOᵍUͥSͦⁿ🔥@ChalecosAmarill

📽🆘 🔺 ✊🏼✊🏼

🔥Pese a la crisis del por 70 semana consecutiva en pie!!!

😡Al menos 36 personas detenidas

Video insertado

388 personas están hablando de esto
La Prefectura de Policía de París, informó que durante la jornada se realizaron cerca de 1.200 controles, 76 denuncias y 52 detenciones.

Las masivas movilizaciones completan más de un año a nivel Nacional, inicialmente fue provocada por el aumento arancelario al combustible y posteriormente, por la polémica reforma pensional que finalmente se aprobará por decreto por parte del presidente.

Fuente e Imagen: https://www.telesurtv.net/news/francia-chalecos-amarillos-marchan-visperas-elecciones-20200314-0014.html

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