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Francia: Aumentan en Francia protestas de los profesores que exigen un aumento salarial

Europa/ Francia/ 22.01.2019/ Fuente: mundo.sputniknews.com.

En Francia crece cada vez más la ola de protestas de los profesores que exigen un aumento salarial y mejoría de sus condiciones de trabajo, los llamados ‘bolígrafos rojos’, movimiento creado el pasado 12 de diciembre gracias a un grupo de Facebook, según revelo a Sputnik un miembro del gremio, Nicolas Glière.

‘Les stylos rouges’, como se denominan en francés, cuentan ya con unos 65.000 participantes deseosos de hacer público su descontento con la situación en las aulas.

«Durante 35 años nuestra capacidad adquisitiva disminuye cada vez más, nuestro sueldo perdió más del 40% en esos 35 años, por lo que exigimos que se restablezca nuestra capacidad adquisitiva y nos devuelvan de esa manera el dinero que nos deben», declaró el profesor, que imparte idioma y literatura franceses.

Glière advirtió que su profesión debe ser respetada en la sociedad y los profesores necesitan recibir más apoyo, sobre todo en centros docentes que arrastran problemas, entre ellos un número excesivo de estudiantes en las aulas.

«Pedimos que haya unos 25 alumnos», advirtió, agregando que se trata de un movimiento democrático y «horizontal», que no tiene nada en común con los chalecos amarillos ni lucha contra el Ministerio de Educación francés.

El representante del movimiento advirtió que no están en contra de nadie, sino a favor de que se produzcan cambios en el sistema de educación nacional de Francia.

Fuente de la noticia: https://mundo.sputniknews.com/europa/201901171084806049-profesores-franceses-protestan-por-aumento-salarial/

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Estudiantes inundan las calles de París para protestar contra la reforma educativa

Redacción: Mundo. Sputniknews

Los estudiantes salen a las calles de la capital francesa este 17 de enero para protestar contra las reformas educativas.

https://www.facebook.com/sputnik.mundo/videos/312083779417562/

Los alumnos de secundaria protestan contra una reciente reforma que complica el proceso de selección para ingresar a las instituciones de educación superior, e implica un aumento significativo de las matrículas para los estudiantes extranjeros.

Fuente: https://mundo.sputniknews.com/europa/201901171084793321-protestas-estudiantiles-en-francia/

 

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Francia: La disputa de la escuela en casa

Redacción: La Vanguardia

El Tribunal de Estrasburgo avala a Alemania ante una familia que alegó violación de derechos

Enseñar a los niños en casa en vez de enviarles a la escuela es una opción educativa controvertida, totalmente legal en muchos países del mundo, que sus defensores equiparan a libertad de escoger el tipo de educación más adecuado para los hijos, y que sus detractores ven como un posible riesgo para el desarrollo social y el bienestar de los menores. Una sentencia emitida ayer por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH), con sede en Estrasburgo, ha vuelto a agitar el debate al respecto, al avalar que las autoridades alemanas retiraran parcialmente la autoridad parental durante tres semanas en el 2013 a una pareja que se negaba “persistentemente” a enviar al colegio a sus cuatro hijos. La escolarización en casa ( homeschooling , según el término anglosajón abundantemente usado para enmarcar el fenómeno) es ilegal en Alemania desde 1919, año en que se estableció por ley la obligatoriedad de asistir a una escuela. Actualmente, sólo se admiten algunas excepciones en caso de niños gravemente enfermos, hijos de diplomáticos extranjeros o menores que trabajan, como los niños actores.

Petra y Dirk Wunderlich, un matrimonio alemán que está ahora en la cincuentena, tiene cuatro hijos nacidos entre 1999 y el 2005 y un largo historial de litigio con las autoridades de su país para educarlos en el hogar. Finalmente, en el 2015 los Wunderlich decidieron demandar a Alemania ante el TEDH por presunta violación del artículo 8 del Convenio Europeo de Derechos Humanos, que recoge el “derecho al respeto a la vida privada y familiar”.

La escolarización en casa en Alemania es ilegal desde 1919; sólo hay raras excepciones

Por unanimidad, la sala del Tribunal de Estrasburgo que analizó el caso no apreció tal vulneración. En la sentencia hecha pública ayer, la sala razona que, en aquel momento del 2013, “había razones relevantes y suficientes para la retirada parcial de la autoridad parental, y para el traslado temporal de los niños fuera del hogar familiar”. El Tribunal de Estrasburgo también estima que las autoridades germanas alcanzaron un equilibrio justo entre el mejor interés de los niños y el de sus padres, sin sobrepasar el margen de apreciación que se otorga a las autoridades nacionales.

“Tras tantos años de luchas legales, esta sentencia es muy frustrante para nosotros y para nuestros hijos”, afirmó ayer Dirk Wunderlich en conversación telefónica desde su casa en un pueblo de 500 habitantes en el área de Frankfurt (land de Hesse). Él y su esposa, jardineros de oficio, cristianos practicantes, consideran decisivo en su demanda ante el TEDH por vulneración del artículo 8 un episodio concreto que para ellos resultó dramático. “El 29 de agosto del 2013 fue para nosotros el día más terrible; a las ocho de la mañana se presentaron en nuestra puerta 20 policías y funcionarios para llevarse a nuestros hijos”, rememora el padre. Los cuatro niños, que tenían entonces entre 7 y 14 años, fueron alojados en un centro juvenil durante tres semanas, en las que acudieron a la escuela pública.

Dirk (con perilla) y Petra, con sus hijos y los abogados en Estrasburgo en el 2017

Dirk (con perilla) y Petra, con sus hijos y los abogados en Estrasburgo en el 2017 (.)

Los cuatro hijos de la pareja tienen ahora 19, 18, 16 y 13 años y han estudiado casi toda su vida en el hogar. Cuando en el 2005 la hija mayor alcanzó la edad escolar, sus padres no la inscribieron en la escuela y optaron por pagar multas y mantener su postura. Entre el 2008 y el 2011 los Wunderlich residieron en el extranjero, hasta que en el 2012, nuevamente establecidos en Alemania, el tribunal de familia de Darmstadt transfirió a la oficina de juventud una parte de la autoridad parental de Petra y Dirk sobre los niños: el derecho a decidir el lugar de residencia y las decisiones sobre escolarización. La familia quiso mudarse a Francia, donde la escolarización en casa está permitida, pero el tribunal de Darmstadt no lo autorizó. Los Wunderlich apelaron contra esta retirada parcial de su autoridad como progenitores, hasta que finalmente, el citado 29 de agosto del 2013, el tribunal envió a funcionarios al hogar familiar a ejecutar la decisión.

En el 2013 un tribunal de Hesse retiró por un tiempo la autoridad parental a la pareja

Tras tres semanas en el centro juvenil y yendo a la escuela, y tras comprobarse que “su nivel de conocimientos no era alarmante”, los niños fueron devueltos a sus padres, que accedieron entonces a enviarlos al colegio. “En el curso 2013-2014 fueron a la escuela nueve meses, luego ya volvieron a ser educados en casa”, aclara Wunderlich, para quien “no es normal, es antinatural, un sistema como el colegio, que separa cada día a los niños de sus familias durante muchas horas”. Los cuatro han estudiado en casa desde entonces con el apoyo de una escuela cristiana a distancia. Wunderlich no considera que sus creencias religiosas hayan ­influido en las decisiones de los ­tribunales alemanes ni europeo.

Este defensor de la escolarización en casa argumenta que “no todo el mundo necesita ir a la escuela para aprender, sino que es posible formarse de muchas maneras siguiendo los propios intereses”, y que eso es lo que él y su esposa han querido siempre para sus hijos. “Por supuesto, para ser médico y ejercer es necesario ir a la universidad y sacarse el diploma del Estado, pero se pueden obtener muchos conocimientos médicos sin acudir a una institución educativa”, sostiene. La Conferencia de Ministros Alemanes de Cultura (KMK), que recalca que la escolarización en casa es ilegal, estima que hay entre 500 y 1.000 familias que enseñan a sus hijos en sus hogares en Alemania, informa la Deutsche Welle.

“No todo el mundo necesita ir a la escuela para aprender”, sostiene el padre

Wunderlich considera hiriente que la sentencia de Estrasburgo haya utilizado una expresión usada por los tribunales alemanes; la sentencia del TEDH señala que “los padres pusieron en riesgo a sus hijos al no enviarlos a la escuela y mantenerlos en un sistema familiar ‘simbiótico’”. Para los jueces europeos, los hijos de Petra y Dirk Wunderlich vivían aislados, sin contacto con nadie que no fuera su familia, y con riesgo para su integridad física. “¿Qué quieren decir con ‘simbiótico’?”, protesta el padre, airado.

Lo cierto es que, en artículos aparecidos en aquella época en prensa alemana, se recogen declaraciones de vecinos de la pareja encantados de que sus hijos jugaran con los niños Wunderlich, que no estaban todo el día ante el ordenador, leían mucho y pasaban mucho tiempo en el jardín.

“Petra y Dirk Wunderlich simplemente querían educar a sus hijos en línea con sus convicciones, y decidieron que el entorno familiar sería el lugar más adecuado”, dijo en una nota Robert Clarke, abogado de la ADF International (Alliance Defending Freedom), entidad cristiana con origen en Estados Unidos que apoya a los Wunderlich junto a la también estadounidense Asociación para la Defensa Legal de la Escuela en Casa (HSLDA, por sus siglas en inglés). La familia sopesa apelar ante la denominada Gran Sala del Tribunal de Estrasburgo, pues la sentencia emitida ayer es de sala (en el TEDH, las salas tienen 7 jueces, y la Gran Sala tiene 17), para lo cual tiene tres meses de plazo. Mientras, como hasta ahora, los hijos seguirán estudiando en casa.

Fuente: https://www.lavanguardia.com/vida/20190111/454070130224/educacion-hijos-casa-escuela-sentencia-alemania-homeschooling.html

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Preocupación por alza de matrículas universitarias para extranjeros en Francia

Europa/Francia/10 Enero 2019/Fuente: Gestión

Para acallar las voces críticas, el gobierno prometió triplicar el número de becas para los estudiantes extranjeros (de 7,000 a 21,000).

Jennifer Rojas se quedó de piedra cuando escuchó hablar de la exorbitante alza de las matrículas en las universidades francesas para los extranjeros. «No lo podía creer», cuenta esta colombiana que trabaja desde hace un año para poder pagarse una maestría enFrancia .

«Con lo que tenía ahorrado tenía suficiente para hacer todo el papeleo, comprar los pasajes, pagar la maestría y sobrevivir durante dos años… ahora no me alcanza», explica preocupada esta joven de 25 años. «Me tocará buscar una beca o pedir un préstamo», suspira.

El aumento de las matrículas para los estudiantes extranjeros extra-comunitarios (fuera de la Unión Europea) anunciado a mediados de noviembre por el gobierno francés cayó como un balde de agua fría entre los latinoamericanos que planeaban ir a estudiar a Francia.

Para ellos, la matrícula en licenciatura pasará desde septiembre de este año a 2,770 euros (US$ 3,153) y en maestría o doctorado a 3,770 euros (US$ 4,291). Es decir 16 veces más de lo que costaba hasta ahora.

Fuente: https://gestion.pe/mundo/internacional/preocupacion-alza-matriculas-universitarias-extranjeros-francia-254571

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Francia apuesta por enseñar en los colegios cómo luchar contra las noticias falsas

Por: Miguel Ángel Ossorio Vega.

Periodistas y medios de comunicación, con apoyo gubernamental, imparten talleres en los que se enseña a escolares a identificar noticias falsas. También muestran cómo trabajan los profesionales de la información para recuperar su credibilidad y superar el escepticismo hacia los medios que sufren las nuevas generaciones.

La mentira es algo connatural al ser humano, en parte por esa curiosa y dual característica que permite que sea al mismo tiempo mecanismo de ataque y de defensa. Con una mentira es posible lograr fines, del mismo modo que con una mentira es posible evitar problemas. Apenas se diferencia, en este sentido, de una pistola o un fusil: permite lograr objetivos a la par que evitar amenazas. Las mentiras son un arma, visto así. Y contra las armas solo caben como respuestas más armas o escudos. Ninguna de las dos opciones es infalible.

En la actualidad, todos somos víctimas de estas armas, en lo que muchos expertos identifican con una guerra global suave que busca esa misma imposición de ideas mediante las armas, con la salvedad de que aquí no se cuentan muertos, sino cerebros y corazones colonizados. Tal vez terminemos viendo la muerte como consecuencia de la sociedad que emergerá cuando amaine la tormenta de la mentira, en la que estamos inmersos con un pequeño paraguas como único escudo. Algunos, ni eso: se enfrentan a la lluvia con la ilusión de un niño que se moja al saltar sobre los charcos. Aunque en este caso el ejemplo más adecuado sería el del gorrino que se reboza en barro, y lo goza.

Para evitar que los niños, el futuro de la sociedad, terminen comportándose no como una piara embarrada, sino como un rebaño teledirigido, el Gobierno francés y el sector mediático han decidido impulsar una serie de talleres en colegios para enseñar a los más jóvenes a identificar, desmontar y combatir noticias falsas. Una encomiable tarea que cuenta con más de 150 periodistas voluntarios, de medios como ‘Le Monde’, que acuden a las aulas a enseñar a los jóvenes lo vulnerables que son cuando hacen de las redes sociales su periódico del día sin cuestionarse absolutamente nada. No se trata de hacer proselitismo en favor de los medios tradicionales, sino de demostrar con ejemplos que hay mentiras tan bien elaboradas que cualquiera podría caer en ellas. Un buen ejemplo es pensar que todo perfil verificado es potencialmente creíble, y luego leer algunas publicaciones de Donald Trump o Marine Le Pen para constatar exactamente lo contrario. Una alumna, citada por ‘The New York Times’ en un reportaje que explica estos programas, arroja la clave del comportamiento comunicativo de estos políticos: escogen un tema real, lo exageran y proponen a la gente convertirse en la solución. Funciona.

No obstante, estos talleres también enseñan los procedimientos de trabajo que utilizan los medios de comunicación con el objetivo de demostrar a los jóvenes que detrás de los mismos periódicos a los que critican por tener supuestos intereses ocultos, hay en realidad profesionales formados para recopilar la realidad y explicársela a los ciudadanos de la mejor manera posible.

Enseñar verificación a los más jóvenes

Como de verificar trata el juego, en estos talleres (ya van más de 500) se aportan herramientas para realizar comprobaciones y evitar ser estafado. Y también se entrenan los propios instintos, aquellos de los que se alimenta la mentira para lograr un retuiteo o reenvío instantáneo que activará el virus y contaminará a más incautos, cuyo principal síntoma será, posiblemente, caer en las garras de algún político extremista que mediante la mentira consigue los votos necesarios para imponer una agenda que beneficiará a quienes idearon en un laboratorio (de ideas) la estrategia de la falsedad.

Pero este proyecto no solo alcanza a los jóvenes, sino al resto de implicados en la educación. Más de 30.000 maestros franceses reciben capacitación en nuevas tecnologías y uso de Internet cada año. En algunas regiones es imprescindible demostrar estar en condiciones de utilizar con responsabilidad Internet para acceder a beneficios sociales. El Ministerio de Cultura de Francia destina 6 millones de euros al año a formación en alfabetización digital. En paralelo, el Ministerio de Educación está ultimando la inclusión de asignaturas relacionadas con la alfabetización digital en las aulas, en principio como algo puntual, aunque el sector educativo presiona para que sea una asignatura equiparable a Matemáticas o Historia, lo que en cierto modo está en juego con las mentiras.

Fuente del artículo: https://www.media-tics.com/noticia/8688/medios-de-comunicacion/francia-apuesta-por-ensenar-en-los-colegios-como-luchar-contra-las-noticias-falsas.html

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“Chalecos amarillos” La peculiaridad de lo francés

Por: Atilio Boró

Alemania y Japón tienen el dudoso honor de ser dos países en los que jamás triunfó una revolución. No por casualidad fueron también los que, precisamente a causa de ello, dieron nacimiento a regímenes tan oprobiosos como el nazismo y el militarismo fascista japonés. Por contraposición la historia francesa está signada por recurrentes revoluciones y levantamientos populares. Aparte de la Gran Revolución de 1789 hubo estallidos revolucionarios en 1830, otro mucho más vigoroso en 1848 y la gloriosa Comuna de París de 1871, el primer gobierno de la clase obrera en la historia universal. Luego de su sangriento aplastamiento pareció que la rebeldía del pueblo francés se había apagado para siempre. Pero no fue así. Reapareció en la heroica resistencia a la ocupación alemana durante la Segunda Guerra Mundial y luego, con una fuerza arrolladora, en el Mayo francés de 1968.

¿Es esto lo único que hace de Francia un país tan peculiar? No. Más importante que este incesante fermento insurreccional que históricamente distingue a las capas populares francesas es que sus luchas resuenan como ninguna otra en la escena mundial. Ya lo había advertido Karl Marx en 1848 cuando, observando la revolución en Francia, dijera que “el canto del gallo galo despertará una vez más a Europa”. Y la despertó, aunque esos sueños fueron aplastados a sangre y fuego. Miremos la historia: la Revolución Francesa retumbó en Europa y América, con fuerza atronadora; la Comuna se convirtió en una fuente de inspiración para el movimiento obrero mundial, sus enseñanzas reverberando inclusive en algunos rincones apartados de Asia. El Mayo francés se reproduciría, con las lógicas características nacionales, por todo el mundo. En otras palabras: Francia tiene esa única capacidad de convertir lo suyo en un acontecimiento histórico-universal, como gustaba decir a Hegel. Y esa es, precisamente, la inimitable peculiaridad de lo francés.

La rebelión de los “chalecos amarillos” que comenzó hace pocas semanas cuando dos camioneros y la dueña de un pequeño comercio -desconocidas entre sí y habitando en distintos lugares del interior de Francia- lanzaron a través de las redes sociales una convocatoria a protestar en las rotondas de entrada de sus pequeñas ciudades por el aumento del precio del combustible. A los pocos días una de ellas tenía casi un millón de seguidores en su cuenta de Facebook. Luego vino la convocatoria del 17 de Noviembre en París y, a partir de allí, la protesta adquiriría una dimensión fenomenal que puso al gobierno de Macron entre la espada y la pared. Lo que no habían podido hacer en tres meses los sindicatos del ferrocarril lo lograron los “chalecos amarillos” en pocas semanas. Y la cosa sigue, y el “contagio” del virus rebelde que llega desde Francia ya se vislumbra más allá de sus fronteras. Se ha insinuado en Bélgica, Holanda y ahora en Polonia, con ocasión de la Cumbre del Clima en Katowice. En Egipto el régimen de Al Sisi prohibió la venta de chalecos amarillos en todo el país como una medida precautoria para evitar que el ejemplo francés cunda en su país.

La revuelta, de final abierto, no es sólo por el precio del combustible. Es una protesta difusa pero generalizada y de composición social muy heterogénea contra la Francia de los ricos y que en cuya abigarrada agenda de reivindicaciones se perciben los contornos de un programa no sólo pos sino claramente anti-neoliberal. Pero hay también otros contenidos que remiten a una cosmovisión más tradicional de una Francia blanca, cristiana y nacionalista. Ese heteróclito conjunto de reivindicaciones, inorgánicamente expresadas, alberga demandas múltiples y contradictorias aspiraciones producto de una súbita e inesperada eclosión de activismo espontaneísta, carente de dirección política. Esto es un grave problema porque toda esa enorme energía social liberada en las calles de Francia podría tanto dar lugar a conquistas revolucionarias como naufragar en un remate reaccionario. Sin embargo, más allá de la incertidumbre sobre el curso futuro de la movilización popular y la inevitable complejidad ideológica presente en todos los grandes movimientos espontáneos de masas no caben dudas de que su sola existencia ha socavado la continuidad de la hegemonía neoliberal en Francia y la estabilidad del gobierno de Emmanuel Macron.

Y en un mundo de superpoblado de esperpentos como los Trumps y los Bolsonaros, los Macris y los Macrones todo esto es una buena noticia porque el “canto del gallo galo” bien podría despertar la rebeldía dormida –o premeditadamente anestesiada- de los pueblos dentro y fuera de Europa y convertirse en la chispa que incendie la reseca llanura en que las políticas neoliberales han convertido a nuestras sociedades, víctimas de un silencioso pero mortífero holocausto social de inéditas proporciones. No es la primera vez que los franceses desempeñan esa función de vanguardia en la escena universal y su ardorosa lucha podría convertirse, sobre todo en los suburbios del imperio, en el disparador de una oleada de levantamientos populares –como ocurriera principalmente con la Revolución Francesa y el Mayo de 1968- en contra de un sistema, el capitalismo, y una política, el neoliberalismo, cuyos nefastos resultados son harto conocidos. No sabemos si tal cosa habrá de ocurrir, si el temido “contagio” finalmente se producirá, pero los indicios del generalizado repudio a gobiernos que sólo enriquecen a los ricos y expolian a los pobres son inocultables en todo el mundo. No habrá que esperar mucho tiempo pues pronto la historia dictará su inapelable veredicto.

Más allá de sus efectos globales la brisa que viene de Francia es oportuna y estimulante en momentos en que tantos intelectuales y publicistas de Latinoamérica, Europa y Estados Unidos se regodean hablando del “fin del ciclo progresista” en Nuestra América, que supuestamente sería seguido por el comienzo de otro de signo “neoliberal” o conservador que sólo lo pronostican quienes quieren convencer a los pueblos que no hay alternativas de recambio y que es esto, el capitalismo, o el caos, ocultando con malicia que el capitalismo es el caos en su máxima expresión. Por eso los acontecimientos en Francia ofrecen un baño de sobriedad a tanta mentira que pretende pasar por riguroso análisis económico o sociopolítico y nos demuestran que muchas veces la historia puede tomar un giro inesperado, y que lo que aparecía como un orden económico y político inmutable e inexpugnable se puede venir abajo en menos de lo que canta un gallo … francés.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=250445

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¿Qué pasa en Francia?

Por: Franklin González

El título de este artículo viene a cuento porque se piensa que en los países del primer mundo todo lo que pasa es bueno, siempre en nombre de la providencia.

Lo malo está asociado con el tercer mundo y por eso desde el gobierno de Francia se hacen afirmaciones sobre Venezuela y su presidente, que incluyen verdades y muchas Fake News.

Nosotros, desde Venezuela, haremos a continuación algunas consideraciones sobre lo que actualmente ocurre en el país galo.

Francia se ha caracterizado por ser históricamente noticia internacional. Impactó al mundo, cuando en 1789 tuvo lugar la revolución burguesa contra el anciano régimen. También lo fue cuando un movimiento insurreccional se levantó en París, puso en jaque los cimientos de la burguesía y gobernó esa ciudad entre el 18 de marzo y el 28 de mayo de 1871 con la primera experiencia socialista de autogestión. Fueron, para Carlos Marx, los «valientes hasta la locura» y «dispuestos a tomar el cielo por asalto».

Y el 3 de mayo de 1968 dio comienzo al movimiento conocido como mayo francés, que estremeció al mundo académico y en particular a las universidades de ese país con amplias repercusiones internacionales.

Charles de Gaulle tuvo que disolver el parlamento y adelantó las elecciones legislativas.

El 27/05 se firmaron los «acuerdos de Grenelle» que establecieron, entre otras medidas, un aumento salarial y la reducción de la jornada de trabajo.

El «mayo francés» dejó para la posteridad eslogan que hoy siguen retumbando en el imaginario de las protestas populares como: «Bajo los adoquines está la playa», «¡Haz el amor y no la guerra!» o «¡Prohibido prohibir!».

Hoy, el país galo es noticia, pero no sólo por el avance de los movimientos xenófobos y chovinista que allí pululan y por haber obtenido el triunfo del mundial de futbol este mismo año. También lo es por la información que circula sobre el movimiento formado de entre unas pocas personas de la Francia rural de clase media baja, que protestaba contra un nuevo impuesto ecológico sobre el combustible.

Ese movimiento lleva el nombre de lo que los automovilistas franceses deben llevar en sus vehículos, «chalecos amarillos» (Gilets Jaunes), y se ha transformado en un movimiento de muchos colores.

Las demandas también se han ampliado, incluso con la participación de estudiantes, que exigen cambios en los exámenes de la escuela secundaria francesa y los procedimientos de ingreso a la universidad.

Entre los manifestantes se encuentran anarquistas, grupos populistas antiinmigrantes y fascistas de núcleo duro. Participan allí obreros de fábricas, desempleados, trabajadores por cuenta propia, artesanos, jubilados, pensionados de provincias, personas de clases medias y jóvenes de la periferia de París y otras grandes ciudades, simpatizantes de izquierda y derecha. Incluso hay grupos en redes sociales que se hacen llamar «chalecos amarillos».

Algunos los llaman la «primavera francesa» o el movimiento de los «indignados» franceses.

Aunque se definen como un movimiento «transversal y sin cabezas visibles», sus «líderes» son una aficionada al acordeón (Jacline Mouraud, de 51 años), una vendedora de cosméticos (Priscillia Ludosky de 33 años) y un camionero (Eric Drouet de 33 años).

Los representantes de las «teorías conspirativas», como siempre, tocando la sensibilidad del «sentido común», están afirmando que la élite satánica está detrás de todos los acontecimientos de envergadura, y este es uno de ello.

La primera afirmación que nos surge es que este movimiento se armó y se viene articulando a través de las redes sociales, las cuales constituyen el principal vehículo de noticias e información y también un actor internacional de primera línea.

Al respecto, Umberto Eco, el gran filósofo y escritor italiano, en una colección de ensayos, titulado: Apocalípticos e integrados, publicados en 1964, describe las dos actitudes más comunes frente a la llamada «cultura de masas», ejemplificada, en esa década, en la televisión, la música grabada, la literatura comercial y los tebeos de Superman. De un lado, se encuentran los apocalípticos, que consideraban que la cultura de masas, promovida por los medios masivos de comunicación, era nociva y perjudicial para el adecuado desarrollo de la sociedad y, de otro, los integrados, quienes asumían que la cultura de masas era un paso adelante en el proceso de democratización de la sociedad.

Ante ambas actitudes, Eco asume una postura crítica y equidistante. En el caso de los apocalípticos por su concepción «elistesca» de la cultura y a los integrados por su aceptación acrítica y sin filtros de los defectos y problemas que esos cambios y avances generan.

Frente a esos dos relativismos, lo recomendable es analizar en profundidad y con rigor cualquier proceso de «masificación» de la sociedad, con la finalidad de entenderlos para rescatar y aprovechar sus aspectos positivos, pero también para encontrar fórmulas que permitan superar sus debilidades.

En pleno siglo XXI, estamos en presencia de nuevos avances tecnológicos, cuyas máximas expresiones lo son el internet y las redes sociales. Esta realidad ha generado casi la misma reacción que la descrita por Eco. Los apocalípticos de nuestros tiempos, demonizan esas nuevas formas de comunicación, y los actuales integrados, las celebran sin reflexión crítica y responsable.

Por tanto, hace falta trascender estos maniqueísmos. Digamos que la tecnología es inerte por sí misma, necesita de los humanos para poder desempeñar un uso. «Esta no es buena o mala en sí misma, está sujeta a la ética de los que la utilizan. Así pues, las TIC hacen que millones de personas puedan salvarse gracias a ciertos avances médicos pero al mismo tiempo da pie al cyberacoso y otras formas de degradación humana más siniestras» (Cantó A. G. y R. Carrió P., p. 15).

En este mundo prevalece la complejidad y se desarrolla con manipulación de emociones, a través de mentiras, en donde los hechos y la realidad no cuentan porque no se usan los argumentos para convencer, sino las emociones de los ciudadanos. Predominan la posverdad, esto es, el arraigo de creencias y convicciones, basadas en la emoción, que no logran ser refutadas por la evidencia y los hechos objetivos. La gente se obstina en creer algo que no es cierto y por lo general se acompañan de grupos que comparten y refuerzan sus sentimientos; lo hacen en forma militante y fervorosa; y justifican sus actuaciones como reacciones legítimas contra poderosas fuerzas que consideran hostiles.

El movimiento de los «chalecos amarillos» debe inscribirse en la realidad de un mundo complejo como el que se desarrolla en estos tiempos. Las redes sociales han sido el medio o instrumento utilizado para el desarrollo de las protestas parisinas.

Francia, «por muy exquisita que sea», no podía escapar a esa realidad y el movimiento en cuestión» tiene en la picota al gobierno de ese país.

La desesperación gubernamental comenzó a hacer presencia y el 7/12/2018, los medios de comunicación internacional informaron que autoridades policiales francesas obligaron a los menores a arrodillarse, con las manos en la nuca e incluso hubo algunos jóvenes, entre 14 y 18 años de edad, esposados de cara a un muro.

Ese se convirtió en noticia que se difundió por las redes sociales y defensores de los derechos humanos calificaron este hecho de «horrendo, inadmisible y propio de una dictadura militar».

El Presidente francés Emmanuel Macron, obligado por las circunstancias, dijo el lunes 10 de diciembre, que: «La cólera que hoy se expresa es justa en muchos aspectos» y anunció algunas medidas, entre las cuales se encuentra, la subida del salario mínimo de cien euros, hacer exenciones de impuestos y contribuciones sociales de las horas extra. También que pedirá a los empresarios el pago a los trabajadores de una prima de fin de año libre de impuestos. Y el impuesto para financiar la protección social se verá reducida para los jubilados que cobran menos de 2.000 euros al mes.

Con anterioridad, este movimiento había logrado que el gobierno francés anunciara que la medida de aumento de los impuestos de los carburantes se cancelaba, incluso se eliminó de la ley de presupuesto para 2019.

Pero este presidente, que se hace esos anuncios, en lo que algunos analistas consideran su peor crisis institucional desde que llegara al poder en Francia hace menos de dos años, es el mismo que se ha referido a los ciudadanos que han perdido la esperanza en su gestión gubernamental como «los que no son nada», los «vagos» o «los galos refractarios a las reformas».

De hecho, pese estos anuncios, nada asegura que este movimiento se desactive. La popularidad de Macron está en picada y difícilmente levante vuelo con estas medidas. Se afirma con mucha insistencia que el rechazo hacia el presidente francés es visceral y su dimisión es una opción que cada vez ganas más adeptos.

Unos de los líderes de los «chalecos amarillos», el camionero, ya mencionado, Eric Drouet,

ha dicho con firmeza: «Y si llegamos, entramos», refiriéndose al Palacio del Elíseo, sede del gobierno francés.

La historia puede repetirse, porque cuando el río suena, piedras trae.

No sólo en el tercer mundo pasan cosas, también pasan en el primer mundo.

Fuente: https://www.aporrea.org/internacionales/a272984.html

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