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“Chalecos amarillos” La peculiaridad de lo francés

Por: Atilio Boró

Alemania y Japón tienen el dudoso honor de ser dos países en los que jamás triunfó una revolución. No por casualidad fueron también los que, precisamente a causa de ello, dieron nacimiento a regímenes tan oprobiosos como el nazismo y el militarismo fascista japonés. Por contraposición la historia francesa está signada por recurrentes revoluciones y levantamientos populares. Aparte de la Gran Revolución de 1789 hubo estallidos revolucionarios en 1830, otro mucho más vigoroso en 1848 y la gloriosa Comuna de París de 1871, el primer gobierno de la clase obrera en la historia universal. Luego de su sangriento aplastamiento pareció que la rebeldía del pueblo francés se había apagado para siempre. Pero no fue así. Reapareció en la heroica resistencia a la ocupación alemana durante la Segunda Guerra Mundial y luego, con una fuerza arrolladora, en el Mayo francés de 1968.

¿Es esto lo único que hace de Francia un país tan peculiar? No. Más importante que este incesante fermento insurreccional que históricamente distingue a las capas populares francesas es que sus luchas resuenan como ninguna otra en la escena mundial. Ya lo había advertido Karl Marx en 1848 cuando, observando la revolución en Francia, dijera que “el canto del gallo galo despertará una vez más a Europa”. Y la despertó, aunque esos sueños fueron aplastados a sangre y fuego. Miremos la historia: la Revolución Francesa retumbó en Europa y América, con fuerza atronadora; la Comuna se convirtió en una fuente de inspiración para el movimiento obrero mundial, sus enseñanzas reverberando inclusive en algunos rincones apartados de Asia. El Mayo francés se reproduciría, con las lógicas características nacionales, por todo el mundo. En otras palabras: Francia tiene esa única capacidad de convertir lo suyo en un acontecimiento histórico-universal, como gustaba decir a Hegel. Y esa es, precisamente, la inimitable peculiaridad de lo francés.

La rebelión de los “chalecos amarillos” que comenzó hace pocas semanas cuando dos camioneros y la dueña de un pequeño comercio -desconocidas entre sí y habitando en distintos lugares del interior de Francia- lanzaron a través de las redes sociales una convocatoria a protestar en las rotondas de entrada de sus pequeñas ciudades por el aumento del precio del combustible. A los pocos días una de ellas tenía casi un millón de seguidores en su cuenta de Facebook. Luego vino la convocatoria del 17 de Noviembre en París y, a partir de allí, la protesta adquiriría una dimensión fenomenal que puso al gobierno de Macron entre la espada y la pared. Lo que no habían podido hacer en tres meses los sindicatos del ferrocarril lo lograron los “chalecos amarillos” en pocas semanas. Y la cosa sigue, y el “contagio” del virus rebelde que llega desde Francia ya se vislumbra más allá de sus fronteras. Se ha insinuado en Bélgica, Holanda y ahora en Polonia, con ocasión de la Cumbre del Clima en Katowice. En Egipto el régimen de Al Sisi prohibió la venta de chalecos amarillos en todo el país como una medida precautoria para evitar que el ejemplo francés cunda en su país.

La revuelta, de final abierto, no es sólo por el precio del combustible. Es una protesta difusa pero generalizada y de composición social muy heterogénea contra la Francia de los ricos y que en cuya abigarrada agenda de reivindicaciones se perciben los contornos de un programa no sólo pos sino claramente anti-neoliberal. Pero hay también otros contenidos que remiten a una cosmovisión más tradicional de una Francia blanca, cristiana y nacionalista. Ese heteróclito conjunto de reivindicaciones, inorgánicamente expresadas, alberga demandas múltiples y contradictorias aspiraciones producto de una súbita e inesperada eclosión de activismo espontaneísta, carente de dirección política. Esto es un grave problema porque toda esa enorme energía social liberada en las calles de Francia podría tanto dar lugar a conquistas revolucionarias como naufragar en un remate reaccionario. Sin embargo, más allá de la incertidumbre sobre el curso futuro de la movilización popular y la inevitable complejidad ideológica presente en todos los grandes movimientos espontáneos de masas no caben dudas de que su sola existencia ha socavado la continuidad de la hegemonía neoliberal en Francia y la estabilidad del gobierno de Emmanuel Macron.

Y en un mundo de superpoblado de esperpentos como los Trumps y los Bolsonaros, los Macris y los Macrones todo esto es una buena noticia porque el “canto del gallo galo” bien podría despertar la rebeldía dormida –o premeditadamente anestesiada- de los pueblos dentro y fuera de Europa y convertirse en la chispa que incendie la reseca llanura en que las políticas neoliberales han convertido a nuestras sociedades, víctimas de un silencioso pero mortífero holocausto social de inéditas proporciones. No es la primera vez que los franceses desempeñan esa función de vanguardia en la escena universal y su ardorosa lucha podría convertirse, sobre todo en los suburbios del imperio, en el disparador de una oleada de levantamientos populares –como ocurriera principalmente con la Revolución Francesa y el Mayo de 1968- en contra de un sistema, el capitalismo, y una política, el neoliberalismo, cuyos nefastos resultados son harto conocidos. No sabemos si tal cosa habrá de ocurrir, si el temido “contagio” finalmente se producirá, pero los indicios del generalizado repudio a gobiernos que sólo enriquecen a los ricos y expolian a los pobres son inocultables en todo el mundo. No habrá que esperar mucho tiempo pues pronto la historia dictará su inapelable veredicto.

Más allá de sus efectos globales la brisa que viene de Francia es oportuna y estimulante en momentos en que tantos intelectuales y publicistas de Latinoamérica, Europa y Estados Unidos se regodean hablando del “fin del ciclo progresista” en Nuestra América, que supuestamente sería seguido por el comienzo de otro de signo “neoliberal” o conservador que sólo lo pronostican quienes quieren convencer a los pueblos que no hay alternativas de recambio y que es esto, el capitalismo, o el caos, ocultando con malicia que el capitalismo es el caos en su máxima expresión. Por eso los acontecimientos en Francia ofrecen un baño de sobriedad a tanta mentira que pretende pasar por riguroso análisis económico o sociopolítico y nos demuestran que muchas veces la historia puede tomar un giro inesperado, y que lo que aparecía como un orden económico y político inmutable e inexpugnable se puede venir abajo en menos de lo que canta un gallo … francés.

Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=250445

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¿Qué pasa en Francia?

Por: Franklin González

El título de este artículo viene a cuento porque se piensa que en los países del primer mundo todo lo que pasa es bueno, siempre en nombre de la providencia.

Lo malo está asociado con el tercer mundo y por eso desde el gobierno de Francia se hacen afirmaciones sobre Venezuela y su presidente, que incluyen verdades y muchas Fake News.

Nosotros, desde Venezuela, haremos a continuación algunas consideraciones sobre lo que actualmente ocurre en el país galo.

Francia se ha caracterizado por ser históricamente noticia internacional. Impactó al mundo, cuando en 1789 tuvo lugar la revolución burguesa contra el anciano régimen. También lo fue cuando un movimiento insurreccional se levantó en París, puso en jaque los cimientos de la burguesía y gobernó esa ciudad entre el 18 de marzo y el 28 de mayo de 1871 con la primera experiencia socialista de autogestión. Fueron, para Carlos Marx, los «valientes hasta la locura» y «dispuestos a tomar el cielo por asalto».

Y el 3 de mayo de 1968 dio comienzo al movimiento conocido como mayo francés, que estremeció al mundo académico y en particular a las universidades de ese país con amplias repercusiones internacionales.

Charles de Gaulle tuvo que disolver el parlamento y adelantó las elecciones legislativas.

El 27/05 se firmaron los «acuerdos de Grenelle» que establecieron, entre otras medidas, un aumento salarial y la reducción de la jornada de trabajo.

El «mayo francés» dejó para la posteridad eslogan que hoy siguen retumbando en el imaginario de las protestas populares como: «Bajo los adoquines está la playa», «¡Haz el amor y no la guerra!» o «¡Prohibido prohibir!».

Hoy, el país galo es noticia, pero no sólo por el avance de los movimientos xenófobos y chovinista que allí pululan y por haber obtenido el triunfo del mundial de futbol este mismo año. También lo es por la información que circula sobre el movimiento formado de entre unas pocas personas de la Francia rural de clase media baja, que protestaba contra un nuevo impuesto ecológico sobre el combustible.

Ese movimiento lleva el nombre de lo que los automovilistas franceses deben llevar en sus vehículos, «chalecos amarillos» (Gilets Jaunes), y se ha transformado en un movimiento de muchos colores.

Las demandas también se han ampliado, incluso con la participación de estudiantes, que exigen cambios en los exámenes de la escuela secundaria francesa y los procedimientos de ingreso a la universidad.

Entre los manifestantes se encuentran anarquistas, grupos populistas antiinmigrantes y fascistas de núcleo duro. Participan allí obreros de fábricas, desempleados, trabajadores por cuenta propia, artesanos, jubilados, pensionados de provincias, personas de clases medias y jóvenes de la periferia de París y otras grandes ciudades, simpatizantes de izquierda y derecha. Incluso hay grupos en redes sociales que se hacen llamar «chalecos amarillos».

Algunos los llaman la «primavera francesa» o el movimiento de los «indignados» franceses.

Aunque se definen como un movimiento «transversal y sin cabezas visibles», sus «líderes» son una aficionada al acordeón (Jacline Mouraud, de 51 años), una vendedora de cosméticos (Priscillia Ludosky de 33 años) y un camionero (Eric Drouet de 33 años).

Los representantes de las «teorías conspirativas», como siempre, tocando la sensibilidad del «sentido común», están afirmando que la élite satánica está detrás de todos los acontecimientos de envergadura, y este es uno de ello.

La primera afirmación que nos surge es que este movimiento se armó y se viene articulando a través de las redes sociales, las cuales constituyen el principal vehículo de noticias e información y también un actor internacional de primera línea.

Al respecto, Umberto Eco, el gran filósofo y escritor italiano, en una colección de ensayos, titulado: Apocalípticos e integrados, publicados en 1964, describe las dos actitudes más comunes frente a la llamada «cultura de masas», ejemplificada, en esa década, en la televisión, la música grabada, la literatura comercial y los tebeos de Superman. De un lado, se encuentran los apocalípticos, que consideraban que la cultura de masas, promovida por los medios masivos de comunicación, era nociva y perjudicial para el adecuado desarrollo de la sociedad y, de otro, los integrados, quienes asumían que la cultura de masas era un paso adelante en el proceso de democratización de la sociedad.

Ante ambas actitudes, Eco asume una postura crítica y equidistante. En el caso de los apocalípticos por su concepción «elistesca» de la cultura y a los integrados por su aceptación acrítica y sin filtros de los defectos y problemas que esos cambios y avances generan.

Frente a esos dos relativismos, lo recomendable es analizar en profundidad y con rigor cualquier proceso de «masificación» de la sociedad, con la finalidad de entenderlos para rescatar y aprovechar sus aspectos positivos, pero también para encontrar fórmulas que permitan superar sus debilidades.

En pleno siglo XXI, estamos en presencia de nuevos avances tecnológicos, cuyas máximas expresiones lo son el internet y las redes sociales. Esta realidad ha generado casi la misma reacción que la descrita por Eco. Los apocalípticos de nuestros tiempos, demonizan esas nuevas formas de comunicación, y los actuales integrados, las celebran sin reflexión crítica y responsable.

Por tanto, hace falta trascender estos maniqueísmos. Digamos que la tecnología es inerte por sí misma, necesita de los humanos para poder desempeñar un uso. «Esta no es buena o mala en sí misma, está sujeta a la ética de los que la utilizan. Así pues, las TIC hacen que millones de personas puedan salvarse gracias a ciertos avances médicos pero al mismo tiempo da pie al cyberacoso y otras formas de degradación humana más siniestras» (Cantó A. G. y R. Carrió P., p. 15).

En este mundo prevalece la complejidad y se desarrolla con manipulación de emociones, a través de mentiras, en donde los hechos y la realidad no cuentan porque no se usan los argumentos para convencer, sino las emociones de los ciudadanos. Predominan la posverdad, esto es, el arraigo de creencias y convicciones, basadas en la emoción, que no logran ser refutadas por la evidencia y los hechos objetivos. La gente se obstina en creer algo que no es cierto y por lo general se acompañan de grupos que comparten y refuerzan sus sentimientos; lo hacen en forma militante y fervorosa; y justifican sus actuaciones como reacciones legítimas contra poderosas fuerzas que consideran hostiles.

El movimiento de los «chalecos amarillos» debe inscribirse en la realidad de un mundo complejo como el que se desarrolla en estos tiempos. Las redes sociales han sido el medio o instrumento utilizado para el desarrollo de las protestas parisinas.

Francia, «por muy exquisita que sea», no podía escapar a esa realidad y el movimiento en cuestión» tiene en la picota al gobierno de ese país.

La desesperación gubernamental comenzó a hacer presencia y el 7/12/2018, los medios de comunicación internacional informaron que autoridades policiales francesas obligaron a los menores a arrodillarse, con las manos en la nuca e incluso hubo algunos jóvenes, entre 14 y 18 años de edad, esposados de cara a un muro.

Ese se convirtió en noticia que se difundió por las redes sociales y defensores de los derechos humanos calificaron este hecho de «horrendo, inadmisible y propio de una dictadura militar».

El Presidente francés Emmanuel Macron, obligado por las circunstancias, dijo el lunes 10 de diciembre, que: «La cólera que hoy se expresa es justa en muchos aspectos» y anunció algunas medidas, entre las cuales se encuentra, la subida del salario mínimo de cien euros, hacer exenciones de impuestos y contribuciones sociales de las horas extra. También que pedirá a los empresarios el pago a los trabajadores de una prima de fin de año libre de impuestos. Y el impuesto para financiar la protección social se verá reducida para los jubilados que cobran menos de 2.000 euros al mes.

Con anterioridad, este movimiento había logrado que el gobierno francés anunciara que la medida de aumento de los impuestos de los carburantes se cancelaba, incluso se eliminó de la ley de presupuesto para 2019.

Pero este presidente, que se hace esos anuncios, en lo que algunos analistas consideran su peor crisis institucional desde que llegara al poder en Francia hace menos de dos años, es el mismo que se ha referido a los ciudadanos que han perdido la esperanza en su gestión gubernamental como «los que no son nada», los «vagos» o «los galos refractarios a las reformas».

De hecho, pese estos anuncios, nada asegura que este movimiento se desactive. La popularidad de Macron está en picada y difícilmente levante vuelo con estas medidas. Se afirma con mucha insistencia que el rechazo hacia el presidente francés es visceral y su dimisión es una opción que cada vez ganas más adeptos.

Unos de los líderes de los «chalecos amarillos», el camionero, ya mencionado, Eric Drouet,

ha dicho con firmeza: «Y si llegamos, entramos», refiriéndose al Palacio del Elíseo, sede del gobierno francés.

La historia puede repetirse, porque cuando el río suena, piedras trae.

No sólo en el tercer mundo pasan cosas, también pasan en el primer mundo.

Fuente: https://www.aporrea.org/internacionales/a272984.html

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Francia: Estudiantes marchan contra reforma educativa

Europa/Francia/13 Diciembre 2018/Fuente: Aporrea

Este martes los estudiantes marcharon contra las reformas en el sistema educativo; medidas que restringe el acceso a la universidad y el aumento de matrículas, como parte de la crisis del gobierno de Emmanuel Macron.

Para el líder del partido de izquierda Francia Insumisa, Jean-Luc Melenchon, las disposiciones del actual mandatario no responden a las demandas de la población, ya que continúan los sectores más ricos siendo los más privilegiados.

Los estudiantes y el gremio de profesores mantienen cerradas las numerosas escuelas y tomaron las calles en la ciudad de París para expresar su repudio al proyecto de ley que impulsa el gobierno francés.

Esta iniciativa afecta a los estudiantes del bachillerato porque implementa un nuevo sistema de acceso a la educación universitaria y el aumento de matrículas a los jóvenes que no pertenecen a la Unión Europea.

El pasado 3 de diciembre iniciaron las manifestaciones en medio de una multitudinaria movilización del movimiento los chalecos amarillos, en contra de la política del Gobierno.

El viernes 7 de diciembre más de 700 estudiantes de secundaria fueron detenidos durante una jornada de protestas contra la gestión de Macron, mientras que otros 150 resultaron arrestados el jueves en Mantes-la-Jolie, al noroccidente de la ciudad de París.

Fuente: https://www.aporrea.org/internacionales/n335598.html

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Estudiantes franceses paralizan el sistema universitario

Por: Noticel/12-12-2018

En contra de medidas del gobierno

Miles de estudiantes franceses bloquearon hoy 450 institutos en todo el país, 60 de ellos de forma total, en una nueva jornada de protesta contra las últimas medidas educativas anunciadas por el presidente, Emmanuel Macron, según confirmó a Efe el Ministerio de Educación.

Se trata de unas cifras similares a las del pasado viernes, en que fueron alrededor de 400 los institutos afectados por las movilizaciones, 50 de ellos completamente bloqueados.

El sindicato de estudiantes de instituto UNL-SD cifró en decenas de miles los alumnos que se sumaron a su convocatoria de un «martes negro», que la organización calificó como la protesta «más grande desde el inicio de las movilizaciones» el pasado 3 de diciembre.

Los estudiantes piden dar marcha atrás a la reforma de la prueba final de bachillerato y del sistema de acceso a la universidad, previstas para 2021, así como la supresión del servicio nacional universal que pretende poner en marcha Macron y la gratuidad del transporte y del material escolar.

Algunas ciudades registraron incidentes relacionados con las protestas. En Saint-Ouen, a las afueras de la capital, un joven de 17 años resultó herido leve por una bala de goma.

En un liceo de Nantes (noroeste de Francia) la policía utilizó gases lacrimógenos para dispersar a los manifestantes tras un enfrentamiento entre ellos y las fuerzas del orden, y en Saint-Denis (afueras de París) una treintena de manifestantes fueron arrestados.

Otra de las reivindicaciones de los estudiantes es la anulación del aumento de las tasas de inscripción para los universitarios extranjeros de fuera de la Unión Europea, quienes pagarán unas diez veces más a partir del próximo curso.

Las facultades parisinas de Tolbiac y de la Sorbona fueron cerradas ayer como medida de seguridad y la universidad de París-Nanterre fue bloqueada por los estudiantes.

Las movilizaciones de este «martes negro» tienen lugar pocos días después de la detención de más de un centenar de jóvenes, supuestamente implicados en protestas, en un liceo en Mantes la Jolie, a 50 kilómetros de París, y que fueron obligados a arrodillarse por la policía.

El sindicato UNL-SD exhortó a los manifestantes protestar de rodillas y con las manos detrás de la cabeza en solidaridad con el centro, donde hoy se quemaron contenedores en forma de protesta.

Asimismo, instó a alumnos de instituto, universitarios y funcionarios docentes a sumarse a la huelga convocada por el Sindicato Nacional de Enseñanza Superior (SNESUP-FSU) el próximo jueves para conseguir una «convergencia de luchas».

*Fuente: https://www.noticel.com/mundo/estudiantes-franceses-paralizan-el-sistema-universitario/926030584

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Francia investigará detención de 146 estudiantes durante las protestas

Europa/ Francia/ 1.12.2018/ Fuente: www.radiomundial.com.ve.

El Gobierno de Francia comenzará las investigaciones de la detención ocurrida este jueves de 146 estudiantes durante las protestas que se llevan a cabo en la nación desde hace dos semanas tras el anuncio del aumento del combustible.

De acuerdo con la agencia española EFE, citada por medios internacionales, el ministro de Educación, Jean-Michel Blanquer, informó que se realizará la investigación, tras la difusión de imágenes de varios jóvenes obligados por las fuerzas de seguridad a arrodillarse.

«La imagen es forzosamente chocante», admitió Blanquer en una entrevista concedida a la emisora France Inter, citado por la agencia de noticias española.

A pesar de las investigaciones, el Gobierno encabezado por el presidente francés Emmanuel Macron se prepara para un fin de semana de protestas por parte de los denominados «chalecos amarillos», por lo que se desplegó un total de 89.000 policías, de los cuales ocho mil estarán desplegados en la capital.

Por la protestas, que se han convertido en violentas, el pasado martes el Gobierno francés ordenó suspender, por seis meses, el impuesto sobre al gas. El primer ministro de Francia, Édouard Philippe informó este martes que el Gobierno congelará los precios de la luz y la electricidad durante el invierno.

«Suspendo por seis meses la aplicación de estas medidas fiscales. (…) Ningún impuesto merece poner en peligro la unidad de la Nación», dijo Philippe en una declaración televisada. «Hay que estar sordos» para «no escuchar la cólera» de los franceses, agregó. En un principio, tanto él como Macron se habían mostrado renuentes a suspender el alza.

En búsqueda de una salida política a la crisis, el lunes el primer ministro Édouard Philippe se reunió con los partidos de la oposición mientras los manifestantes bloqueaban depósitos de combustibles de la petrolera Total, que reportó 75 gasolineras desabastecidas.

El ministro de finanzas, Bruno Le Maire, informó que las protestas afectaron a tiendas, hoteles y restaurantes.

Le Maire señaló que las ganancias del sector se vieron afectadas entre 15 y 50% y la industria hotelera tuvo una caída en las reservaciones de habitaciones de entre 15 y 25 %.

Desde que comenzaron las manifestaciones hace dos semanas,cuatro personas fallecieron en incidentes de violencia en todo el país, incluyendo una mujer de 80 años que fue golpeada por una lata de gas lacrimógeno al intentar cerrar las persianas de su ventana.

Más de 100 personas resultaron heridas en la capital francesa, incluidos 23 miembros de las fuerzas de seguridad, y cerca de 400 personas fueron arrestadas este fin de semana, dijo la policía.

Fuente de la noticia: http://www.radiomundial.com.ve/article/francia-investigar%C3%A1-detenci%C3%B3n-de-146-estudiantes-durante-las-protestas

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France detains 32 students protesting education reform

Europa/ Francia/ 12.11.2018/ Source: www.aa.com.tr.

Protests erupt after Macron administration unveils plans to change education system

French police detained 32 students Wednesday who were taking part in protests against government plans to overhaul the country’s approach to education.

Students in a number of cities have been protesting against President Emmanuel Macron’s educational policies. The major reforms by his administration include changes to the Baccalaureate Examination, which students must pass to be eligible to enter university.

Six students were detained in a demonstration in Stalingrad Square in Bordeaux after they damaged vehicles and threw projectiles at police.

In southern Toulouse, another 13 students were detained for harming the environment and attacking police.

Tensions were also high between the police and students in the Henin-Beaumont commune, where students set fire to a large number of waste bins in front of a high school. Thirteen students were detained in demonstrations.

Around 100 high schools throughout the country were blockaded Monday by students protesting the education reform, with lessons at the schools fully or partially disrupted.

Source of the notice: https://www.aa.com.tr/en/europe/france-detains-32-students-protesting-education-reform/1330753

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2018 en Francia, entre reformas y manifestaciones

Por: Luisa M. González.

Francia vivió el 2018 marcado por las sucesivas reformas sociales y económicas impulsadas por el gobierno, que en su mayoría fueron acogidas con indignación y rechazo por una parte importante de la población.

Desde la reforma ferroviaria hasta el aumento del impuesto de la Contribución Social Generalizada, desde las transformaciones para el ingreso a la universidad hasta los amplios recortes del gasto público (con la consiguiente disminución de personal), casi todos los cambios promovidos por el presidente Emmanuel Macron generaron malestar entre los ciudadanos.

En consecuencia, el país vivió una primavera agitada en la cual convergieron numerosas huelgas, justo cuando se conmemoró el aniversario 50 del legendario Mayo del 68, aquel movimiento de protesta social que trastocó la vida del país y tuvo además una influencia notable en Europa y a nivel internacional.

En esos días las universidades se bloquearon, las fábricas detuvieron la producción, y millones de estudiantes, obreros, sindicalistas y militantes salieron a las calles para reclamar un país diferente, un mundo mejor sin guerras como la de Vietnam, que por entonces mantenía en vilo a la comunidad internacional.

Muchos de aquellos jóvenes son hoy jubilados que volvieron a salir a las calles para protestar por las medidas de tendencia neoliberal del Ejecutivo de Macron.

Como ocurrió en el 68, las facultades de todo el país amanecieron muchas veces bloqueadas y en la periferia de París, la universidad de Nanterre se reveló nuevamente como uno de los epicentros de la acción.

‘Todo comenzó desde el fin del 2017. Los guardianes de prisión, el personal de Air France, los estudiantes ya estaban haciendo huelgas. En mi opinión, esto va a durar meses’, comentó el profesor de historia política Stéphane Sirot en medio de las movilizaciones.

De acuerdo con el especialista, ‘las condiciones están reunidas para que haya una multiplicación de las manifestaciones’.

El 19 de abril la Confederación General del Trabajo convocó a una manifestación nacional inter-profesional dirigida a impulsar la convergencia de luchas, y decenas de miles de franceses salieron a las calles en 130 ciudades y pueblos del país bajo un lema: ‘Para detener la regresión social: todas y todos a la acción’.

El mes de mayo comenzó con una agitada movilización a nivel nacional por el Día Internacional de los Trabajadores, y las acciones se multiplicaron semana a semana con la participación de obreros, profesionales, jubilados y estudiantes.

A ello se sumó la protesta contra la reforma de la Sociedad Nacional de Ferrocarriles, que implicó paros en dos de cada cinco días, desde abril hasta junio, lo que generó pérdidas a la compañía por un valor estimado de 790 millones de euros.

En la primavera también se desarrolló una huelga por reclamos salariales en la compañía Air France que llevó a la dimisión del entonces presidente, Jean-Marc Janaillac, y tuvo un costo de 350 millones de euros.

Otra reforma gubernamental que generó un férreo rechazo fue el recorte de presupuesto y de personal para el sector público, ante lo cual reaccionaron indignados los médicos, maestros, funcionarios y demás empleados.

Por su parte, los estudiantes se movilizaron contra la reforma del acceso a la educación superior: numerosas universidades y facultades se mantuvieron bloqueadas mientras los jóvenes denunciaron que los cambios implicarán una entrada selectiva y elitista que afectará a los alumnos de las clases más populares.

El movimiento llegó incluso al Instituto de Estudios Políticos de París (Science Po), uno de los más prestigiosos centros universitarios de Francia, donde los estudiantes colgaron pancartas con frases como: ‘fin a la dictadura macronista’ y ‘Macron, tu universidad está bloqueada’.

Tras la agitada primavera, los ciudadanos volvieron a las calles en octubre con una nueva movilización que incluyó unas 200 acciones a nivel nacional.

Los organizadores indicaron que fue ‘una jornada de huelga interprofesional y estudiantil’ para condenar ‘una explosión de las desigualdades y la ruptura de los derechos colectivos’.

En los últimos meses del año, los diversos partidos de oposición concentran fuerzas en prepararse para las venideras elecciones europeas previstas en mayo de 2019, la primera cita en urnas después de los comicios presidenciales y legislativos de 2017.

Los analistas consideran que esos escrutinios serán una prueba de fuego para Macron, pues permitirán tomar el pulso a la opinión pública tras de dos años de gestión.

Por el momento, los vaticinios no son los mejores para el presidente, cuya popularidad ha mantenido durante todo el año una incesante tendencia a la baja.

Los más recientes sondeos coinciden en que la confianza ciudadana en el jefe de Estado ni siquiera llega al 30 por ciento de la población, mientras la impopularidad ronda el 70 por ciento.

En cuanto a las encuestas sobre intenciones de voto en los comicios europeos, los resultados también lanzan alertas al movimiento gubernamental La República En Marcha.

Varias consultas pronostican que la formación de Macron ya no será la más votada, y estará superada por la ultraderechista Reagrupación Nacional, de Marine Le Pen.

Fuente del artículo: http://www.cubahora.cu/del-mundo/2018-en-francia-entre-reformas-y-manifestaciones

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