Saltar al contenido principal
Page 1395 of 1653
1 1.393 1.394 1.395 1.396 1.397 1.653

Película: Tribunal (2014)

Usa/ España/ Julio del 2016/película/www.elseptimoarte.net/

Título original: Court
País: India
Estreno en USA:
Estreno en España: 11/03/2016
Estreno en India: 17/04/2015
Estreno en VOD: 06/07/2016
Productora: Zoo Entertainment
Director: Chaitanya Tamhane

 

Guión: Chaitanya Tamhane
Reparto: Vira Sathidar, Vivek Gomber, Geetanjali Kulkarni, Pradeep Joshi, Usha Bane, Shirish Pawar, Bipin Maniar,Panna Mehta
Calificación: Apta para todos los públicos

Sinopsis:

La película narra la historia de un anciano activista y cantante popular, conocido como el «poeta del pueblo»,arrestado y juzgado por una acusación surrealista: la letra de una de sus canciones ha incitado al suicidio a un trabajador de aguas residuales. A medida que el juicio avanza, conoceremos las vidas privadas de todos los afectados por el suceso.

Con un guion tan inteligente como reivindicativo y humano, ‘Tribunal’ muestra un detallado fresco de la sociedad de la India, al tiempo que cuestiona un sistema legal tan obsoleto como irracional. Y se distingue por su brillante elenco de actores profesionales y no profesionales; su combinación entre drama y comedia; y su mirada realista a los personajes y a la sociedad india en su conjunto, compleja y rica en contradicciones.

Premios y nominaciones:

Festival de Venecia 2014: Mejor película (Sección Orizzonti).
Candidata a los Oscar 2016 por India como Mejor Película de Habla No Inglesa.

fuente : http://www.elseptimoarte.net/peliculas/carteles/court-13846.html

fuente imagen http://www.elseptimoarte.net/carteles/tribunal_49144.jpg

Comparte este contenido:

Lógica femenina, política genuina

Por: Clara Vásquez Junquera.

“Puta barata podemita”, “Cállate, bonita, no tienes ni puta idea”, “Completamente analfabetas”, “Puta y mal follada”. Son ejemplos de los insultos que en los últimos meses han dirigido algunos periodistas y literatos a mujeres con cargos políticos. Este tipo de agresiones se ha dado en numerosas ocasiones. Sólo hay que recordar el famoso “Cada vez que le veo la cara y esos morritos pienso en lo mismo” que se lanzó contra Leire Pajín. Sin embargo, con el compromiso de las listas paritarias y formatos cremallera, que tanta alergia provocan en el Partido Popular, la verborrea machista ha alcanzado niveles alarmantes. Claro, nunca antes en este país habíamos visto tantas mujeres en puestos parlamentarios, alcaldías y listas políticas, y esta mayor presencia parece crispar a algunos.

Pero, ¿qué es lo que pone a estos hombres tan nerviosos, les hace perder los papeles y ofrecernos espectáculos bochornosos? Lo diré sin muchos rodeos: las prácticas de las mujeres gracias al asalto institucional introducen en la política una lógica femenina, es decir, otras formas de hacer, de habitar y de mirar lo común. Se atiende a lo singular; se pone en el centro de la responsabilidad política los cuidados, la cooperación, la empatía y liderazgos más flexibles y compartidos. No hablo de una lógica esencialista, no me malinterpreten, pero es de justicia señalar que históricamente las mujeres se han visto forzadas a poner en valor esas cuestiones. Tampoco se trata, por tanto, de una posición reactiva, refugiada en un afuera ideal. Estas mujeres han entrado en terreno político y están jugando con sus reglas tan bien o tan mal como los hombres, al tiempo que muchas de ellas abren una grieta: la de que en la pelea institucional no se puede eliminar la diferencia y la diversidad.

Me viene a la cabeza Clara Serra, diputada de la Asamblea de Madrid, cuando defiende con agallas lo que el feminismo puede aportar a nuestra sociedad o participa en una charla sobre porno, deseo y feminismo para dialogar y abrir preguntas en vez de ofrecer fórmulas mágicas. O Ada Colau interrumpiendo, estremecida, su intervención porque no encuentra palabras con las que nombrar el horror de los refugiados sirios, para acto seguido reponerse y afirmar con fuerza: “Se puede y se debe tener instituciones a la altura de una ciudadanía generosa que se deja la piel en demostrar que la humanidad y la vida pueden estar en el centro de nuestras ciudades y dejar atrás la especulación, la competitividad y la mentira”.

Estos gestos, y tantos otros, producen fisuras en la narración cerrada con la que hasta ahora nos decían cuál era la forma (machista) de hacer política. Y es que ustedes, señores, se aferran a un sentido totalitario y segregacionista, desde el que quieren marcar qué es ser mujer, e incluso hombre, un único modelo de familia, de amar y relacionarse. Ante la entrada de la alteridad que les interroga y abre espacios nuevos desde los que construir sentidos compartidos, se sienten amenazados y se revuelven como animales heridos para atacar desde sus tribunas públicas. Háganselo mirar o mentalícense, porque la irrupción de la lógica femenina es política genuina, la que la mayoría queremos. Ya lo dijo Teresa Rodríguez: igual, los que no tienen ni puta idea son ellos. O quizás sí, y por eso están desesperados: la política se está feminizando.

*Publicado en eldiario.es, el  8 de junio de 2016

Comparte este contenido:

España:Más del 70% de los jóvenes que trabajan tiene un contrato temporal

Europa/España/23 Julio 2016/Fuente:El Boletín /Autor: Marta Fernández 

España es el tercer país de toda la OCDE con mayor temporalidad laboral entre los jóvenes menores de 24 años.

La alta temporalidad laboral en España afecta especialmente a los trabajadores más jóvenes. El 70,4% de los asalariados con edades comprendidas entre los 15 y los 24 años tenía un contrato temporal en 2015, según los datos publicados por la OCDE en sus previsiones sobre la situación del empleo para el presente año.

De acuerdo a estos datos, de los que se ha hecho eco el Instituto de Estudios Económicos (IEE), España es el tercer país de la OCDE con la tasa de temporalidad en el empleo juvenil más alta, sólo por detrás de Eslovenia (75,5%) y Polonia (72,7%). La cifra española sorprende aún más si se tiene en cuenta que la media de asalariados jóvenes con un empleo temporal entre los países pertenecientes a dicho organismo es del 25%.

Otros países con elevada tasa de temporalidad juvenil en el empleo juvenil son Portugal, que registra un 67,5%, y Francia, con cerca de un 60%; mientras que Italia, Suecia, Alemania y los Países Bajos y Suiza superan el 50%. Entre los países de más baja temporalidad destacan Reino Unido (15,0%), Estonia (11,4%) y Letonia (10,9%), además de EEUU (8,1%) y Australia (5,5%).

En dicho informe de la OCDE que hoy recuerda el IEE, se alerta también sobre la alta temporalidad de los nuevos contratos en España, no sólo entre los más jóvenes, sino entre el conjunto de asalariados. Según el documento, la gran mayoría de nuevos empleos que se generan en nuestro país son temporales.

El organismo pone también el foco en el elevado porcentaje de los denominados ‘ni-nis’, aquellos ni estudian ni trabajan: un 12,9% de los jóvenes de entre 15 y 29 años que viven en España. En este sentido, la OCDE subraya que más del 50% de ellos no terminaron la educación secundaria y que más de un tercio de los jóvenes españoles que no tienen empleo y no se están formando viven en hogares en los que ningún familiar trabaja.

Fuente de la noticia: http://www.librered.net/?p=45578

Fuente de la imagen: http://www.librered.net/wp-content/uploads/2016/07/trabajoprecario.jpg

Comparte este contenido:

Feminización de la Política

Por: Clara Serra Sánchez, Justa Montero, Xulio Ferreiro, Ángela Rodríguez Pam y Silvia L. Gil

Vivimos tiempos de cambio, no solo de las correlaciones de fuerza en las instituciones, sino también de los modos de hacer política: sus estilos, contenidos, agentes y lugares. La irrupción pública de muchas mujeres con protagonismo político, la relevancia de una agenda de contenidos feministas como parte de un proyecto político transformador para todos y todas, junto con formas de hacer que desplazan la figura tradicional del liderazgo vertical, estereotipadamente asumida como “masculino”, han reabierto la vieja pregunta por la “feminización de la política”. ¿Nos sirve este término para pensar en una práctica política a la altura de los retos de los tiempos que corren? Con la intención de abordar estas cuestiones en un formato de diálogo hemos trasladado tres preguntas iguales a cinco personas diferentes en su relación con Podemos. Todas ellas comparten la apuesta por hacer de la mirada feminista una herramienta útil para la política que pone en el centro una transformación profunda del conjunto de la sociedad.

  1. SOBRE EL CONCEPTO. 

Clara Serra

Entiendo que la feminización de la política tiene que ver no sólo con la mayor presencia de las mujeres en la política sino también con la llegada de cuestiones y temas nuevos. Son dos cosas diferentes pero ambas están relacionadas y, por eso, no dejaría de enfatizar que la feminización de la política está ligada a que haya más mujeres en el espacio público. Eso lleva aparejadas consecuencias fundamentales para la política misma; que estemos todos y todas es la manera más eficaz de que estén representados todos los problemas y en una política hecha por hombres han faltado problemas fundamentales. Somos las mujeres las que estamos sobrerrepresentadas en el espacio privado de los cuidados, las que somos más capaces de provocar, con nuestra llegada al espacio público, una transformación de las prioridades políticas. Feminizar la política es traer al debate público y arrojar luz sobre aquellas cuestiones que han permanecido ocultas justamente por haber estado feminizadas, es decir, por haber sido llevadas a cabo por mujeres en la invisibilidad. Eso que hay que traer al centro de las prioridades políticas es la vida y el cuidado de las personas, lo que tiene que ver con las necesidades fundamentales que tenemos todos y todas y que, por lo tanto, no deberían haber estado fuera del conjunto de preocupaciones fundamentales de la política. Feminizar la política es restituir una ausencia que hacía a la política sorda a problemas comunes de todos y de todas.

Creo que con el concepto de feminización conviene tener ciertas cautelas antiesencialistas. Es fundamental que cuando defendamos la feminización de la política nos guardemos de aceptar con ello que hay algo así como una forma de hacer política que les corresponde propiamente a las mujeres. Obviamente no se trata de una cuestión biológica, eso es evidente, pero tendría también cuidado con ligarlo a algo así como una “cultura de las mujeres”. Cuando hablamos de liderazgos femeninos y los ponemos en valor no nos referimos a una forma de liderar que le correspondería a las mujeres, como si se tratara del modo femenino de hacerlo, al lado de otra forma de liderar que sería propia de los hombres. Los liderazgos que se construyen a través de la colaboración no son mejores para las mujeres, son mejores liderazgos sin más. Feminizar la política es quizás más bien des-masculinizarla, y son esas formas viejas de hacer política, formas masculinizadas, las que a veces hacen a los liderazgos incapaces y débiles.

Por otra parte, las mujeres tenemos muchas cosas que aportar cuando feminizamos la política, pero también tenemos aún mucho que reclamar y conquistar dentro de lo que la cultura masculina ha reservado en exclusiva para los hombres. Haríamos muy mal negocio si aceptáramos una distribución de cualidades para la política por la cual nuestras cualidades –la cooperación y la empatía– se debieran a la cultura en la que hemos sido pasivamente educadas como mujeres y, en cambio, las cualidades “masculinas” –la táctica y la estrategia– siguieran reservadas para ellos. Las mujeres que son excelentes políticas lo son no por el paquete cultural que han recibido, no por haber sido educadas así, sino también por sus propias decisiones y elecciones, porque tienen inteligencia política y porque, por ello, saben elegir las formas más eficaces de liderar. Es clave que no regalemos la inteligencia y la estrategia a los hombres mientras reclamamos, para las mujeres, una cultura recibida.

Justa Montero

En los discursos, la feminización de la política tiene distintos significados. El más primario es el que se refiere al objetivo de una mayor presencia de mujeres en las instituciones de representación política. Una acepción que se basa en la excepción (las mujeres) a la regla (los varones), y busca el efecto estético de una corrección política formal que evite el anacronismo que supone, en pleno siglo XXI, las fotos en blanco y negro. Pero no rompe el estereotipo hegemónico del ser mujer, no cambia la ética y por tanto ni introduce cambios en las formas de hacer política ni trasciende a modificar las condiciones de vida de las mujeres.

Frente a esas fotos en blanco y negro salpicadas de algo de color, algunas de esas instituciones nos devuelven hoy otra imagen y apuntan otro discurso. La disputa de significados está servida. Es la imagen de la irrupción de más mujeres y, muy particularmente, de más mujeres jóvenes, que han crecido en entornos más igualitarios que los de sus predecesoras, y están marcadas por la experiencia del 15-M y el impulso de una pasión colectiva por lograr una sociedad justa.
Con ellas el concepto se va ampliando y la feminización de la política define una voluntad de cambiar las formas de practicarla. Formas teñidas de mayor horizontalidad, participativas, colaborativas; valores aprendidos en el trabajo de cuidados que realizan, o en algún movimiento social. Y se abren paso con dificultad frente a las formas de la masculinidad hegemónica: agresiva, impositiva, testosterónica, con disponibilidad absoluta para la política porque son “otras” quienes realizan el trabajo de cuidados y doméstico que lo hace posible.

Así se empieza a entrelazar la estética y la ética, pero no es suficiente. En mi opinión para que la feminización de la política sea útil para los cambios a los que aspiramos, además de que más mujeres y personas LGTBI se incorporen a la política con nuevas formas de hacerla, que seduzcan al resto de mujeres y hombres, requiere otros dos aspectos.

En primer lugar, que provoque un revolcón en los contenidos, porque si la nueva política pone en el centro a las personas y la satisfacción de sus necesidades, tendrá que ser feminista en sus valores, discursos, propuestas y prácticas.

Y en segundo lugar que evite una visión reduccionista de la política que la limita a su acepción institucional e incorpore lo que la ciudadanía organizada y movilizada plantea y propone para disputar la hegemonía social y cultural. Porque las mujeres venimos haciendo política desde prácticas colectivas, como las PAH, el movimiento feminista, ecologista y muchos otros espacios que promueven cambios importantes en las vidas de las personas. Y no es algo nuevo.

Xulio Ferreiro

Feminizar la política es ir mucho más allá de la paridad, mucho más allá de garantizar el acceso en condiciones de igualdad de las mujeres a los espacios de responsabilidad, algo que, por cierto, todavía estamos lejos de conseguir, aunque no dejamos de intentarlo y de buscar nuevos mecanismos —tecnologías democráticas— que lo aseguren. Feminizar la política, cómo no, pasa porque las mujeres dejen de estar sobrerrepresentadas en el trabajo doméstico y los cuidados e invisibilizadas en el poder, pero tiene que ver también con hacer de la política otra cosa. Hacer de la política un lugar para la cooperación y no para la competición, un lugar de complejidad en el que es posible, y deseable, hacer preguntas y pedir ayuda. Feminizar podría significar hacer de la política un verbo, un “hacer juntas”, un organizar juntas la vida en común, y no un atributo calcificado de unos pocos. Hacer de la política algo compatible con la vida, conciliable en el sentido más amplio: con la familia, con el descanso, con la lectura, con las amistades.

Feminizar la política tiene que ver con introducir otras gramáticas en el lenguaje: la de los afectos, las emociones o la empatía. Tiene que ver con producir formas de participación política en las que la escucha activa, y no únicamente el puro decir ensimismado de los más capaces, tenga un lugar preferente. Tiene que ver con tejer otra relación con la palabra. Una política feminizada ha de ser una política que cuide de lo que el escritor Manuel Rivas llama “as voces baixas”, las voces bajas de la historia, que son muchas y muy diferentes entre sí. En todas partes: en las instituciones, en el tercer sector, en tu asociación de vecinas, en nuestras organizaciones políticas. Y tiene que ver, por supuesto, con la construcción de nuevos liderazgos y de otra gestión democrática —esto es vital— de esos liderazgos.

¿El riesgo? Es evidente, a la vista de mi propia respuesta; que nos dejemos llevar por la idealización del concepto, que lo convirtamos en un fetiche y acabemos por perder de vista tanto su potencia transformadora como sus contradicciones. Y que en esa sublimación nos olvidemos de hacer los deberes, claro.

Ángela Rodríguez Pam

Feminizar la política es algo que estamos haciendo con mucho esfuerzo, quizás no con suficiente éxito y no tanto como debiéramos. Feminizar la política tiene que ver con el cambio de paradigma que estamos viviendo en formas, contenidos, voces y horizontes en la política; en definitiva, implica muchas cosas diferentes e incluso, algunas de ellas, contradictorias.

Por un lado feminizar la política es, evidentemente, hacer que más mujeres estemos en los espacios públicos. No sólo se trata de hacer que nuestras organizaciones sean más paritarias, o incluso que haya en sus cargos más mujeres que hombres, sino que las mujeres ocupemos aquellos puestos a los que no hemos tenido acceso a lo largo de la historia, o lo que es lo mismo, que lideremos. Esto último tiene la suficiente potencia y calado como para ser el motor fundamental de ese cambio de paradigma del que hablábamos. Es algo muy simple y brutal: las mujeres no estábamos (lo suficiente) y nuestra presencia (de forma al menos paritaria) se ha convertido en condición sine qua non para que el espacio político que colectivamente ocupemos tenga legitimidad suficiente.

Pero no puede ser solo eso. No cabe duda de que es bueno que ocupemos puestos de visibilidad, como también lo es que haya alcaldesas y secretarias generales, pero no nos podemos quedar ahí. No conviene olvidar, por ejemplo, las lógicas y semánticas que ejercemos en la política —nuestro savoir faire, por decirlo de alguna manera. Tampoco podemos desentendernos de los contenidos de las políticas que queremos llevar a cabo. Ambas están muy relacionadas, pues no cabe duda de que hacer nuestras vidas más vivibles y devolverles dignidad tiene que ver en un plano semántico con feminizarlas, en tanto que asociamos esto último con otorgarle un mayor peso a aspectos como los cuidados, la conciliación o economizar el tiempo. A su vez, este plano semántico se relaciona con otro estético: hablar en un tono de voz maternal, sereno y tranquilo. Los dos anteriores cobran sentido cuando aparece un tercer plano, el de los contenidos, el de las políticas para la igualdad. La cosa se complica cuando asumimos que aquí hay dos o tres planos diferenciados, y es curioso porque son, sobre todo, los hombres quienes últimamente han querido reconocer cosas separables. Para las feministas, feministizar la política consiste en implementar aquellas políticas que son capaces de hacer la vida más vivible. Sin embargo, existe un cierto convencimiento en esto que llamamos nueva política de que feminizar la política tiene que ver, en cierta forma, mucho más y en primer lugar con esos planos semánticos y estéticos comentados, siendo esto lo que desemboca de algún modo en ese tercer plano de contenidos. Resumiendo; por un lado hay quien dice que la irrupción de las mujeres hace que sea posible y necesario hablar de conciliación; por otro, quienes defienden que, debido a que el feminismo se ha convertido ya en un punto de partida inesquivable, más mujeres hacemos política y esto hace que vayan desapareciendo o siendo señaladas como viejas esas masculinas formas en las que gritar y enfadarse tiene que ver con tener razón.

Ahora en los actos de campaña hacemos anti-mítines, hablamos de nuestros hijos y nuestras madres, lloramos y no señalamos al cielo sino que nos agarramos el corazón con la mano. Quizás el mayor riesgo sea pensar que esto es de lo que va feminizar la política. Como feminista, estoy muy de acuerdo en usar feminizar en lugar de feministizar, si es que esto sirve para que todas y todos, populistas e izquierdistas, hombres y mujeres, hablemos mucho de conciliación, igualdad y evitemos que sigan los asesinatos machistas. Pero el riesgo está ahí; pensar que feminizar la política es simplemente algo estético, comunicativo, y que puede no tener que ver con hacer políticas feministas. Y, con todo, este no sería el peor riesgo, aún incluso asumiendo que el término es el que mejor engloba todo eso que es feminizar, en las tripas de los espacios políticos lo masculino sigue muy presente cuando se toman decisiones fuera de los espacios colectivos, que sigue siendo casi siempre. El poder sigue siendo masculino y solitario. Creo, después de todo, que feminizar la política es un relato que hacemos en contraposición a esa vieja política de pocos. Si estamos las mujeres también, estamos todas y todos. Feminizar la política es sobre todo democratizarla.

Silvia L. Gil

La feminización de la política es la extensión de la práctica feminista al conjunto diverso de lo político. Para desentrañar el sentido de esta afirmación, lo primero que debe considerarse es que la práctica no es lo contrario a la teoría, sino un conjunto de saberes, discursos y modos de hacer materializados en situaciones concretas. Una práctica resulta inseparable de los momentos históricos y de las ubicaciones particulares en las que se inscribe. Y lo político no se refiere a lo institucional ni a la representación partidista. Se trata de la expresión de la capacidad humana para modificar las cosas.

En segundo término, su uso debe comprenderse vinculado más al desarrollo de los movimientos feministas –discursos, metodologías, problemáticas– que con una esencia femenina. Lo femenino puede oscurecer contenidos, proyectando una determinada figuración normativa de la Mujer sobre todas las mujeres. No producir nuevas exclusiones pasa por interrogar dichos contenidos, abrir el importante debate sobre cómo una sociedad prefigura lo femenino. ¿Qué imaginarios damos por sentado? ¿Qué cuerpos los encarnan y cuáles no? Los movimientos feministas han tratado de cuestionar esas imposiciones preguntando siempre: ¿Cómo es que una mujer llega a ser lo que es? ¿A través de qué dispositivos de poder y enunciados persistentes logra consolidarse la categoría de lo femenino como si fuese natural?

Por último, no se trata de que haya más mujeres en las instituciones o en los espacios de organización política. No cabe duda de que es importante a nivel simbólico la presencia de mujeres en un mundo dominado por hombres. No debemos dejar de insistir en ello. El hecho de que las regidoras de las dos principales ciudades del país sean mujeres disloca las creencias sobre los papeles asignados, como aquellos por lo que las mujeres deberían mantenerse en el hogar. Sin embargo, esto no puede constituir el epicentro de nuestra imaginación política. Y ello por dos motivos, uno más obvio que otro. Si no existen algo así como valores naturalmente femeninos, y tampoco algo que automáticamente los convierta en buenos, la presencia de mujeres no garantizará per se el cambio. Tenemos infinidad de ejemplos en la política actual de mujeres que se posicionan del lado del poder o que en nombre de determinada feminidad justifican interpretaciones reaccionarias del cuidado –recato, sumisión, vuelta al hogar, doble jornada o incluso aborto–.

Si apelar a valores dados puede ser una trampa, entonces deben ser procurados. Aquí cobra sentido el motivo menos obvio al que nos referíamos: al desencializar la feminización de la política, pasamos de una lógica descriptiva –donde se contabilizan las mujeres presentes o se presuponen cualidades innatas no cuestionadas– a una creativa, donde debemos poner a circular nuevos valores. Pero hacerlo no desde el vacío, sino escuchando, retomando y multiplicando los conocimientos y herramientas que brindan las prácticas feministas, así como los saberes de quienes habitan posiciones de subalternidad.

2. SOBRE LA SITUACIÓN ACTUAL.

Clara Serra

Creo que este último año se ha producido una significativa transformación de las prioridades políticas que ha consistido en poner los problemas cotidianos de la gente real en el centro del debate, también los de las mujeres. Para Podemos ha sido fundamental apostar por hablar de los cuidados desde su comienzo y hemos conseguido hacer que otros partidos nos siguieran en esto, colocando en la agenda política temas como los permisos de paternidad y maternidad, el acceso universal a la educación infantil, la atención a la dependencia, la conciliación laboral y personal o familiar, etc. La perspectiva crítica que el feminismo aporta al análisis social y económico ha vertebrado un discurso y unas propuestas que Podemos ha colocado en el centro y que, además, ha conseguido hacer ganadoras y hegemónicas. A día de hoy, podemos decir que están en la agenda política cuestiones que antes eran completamente invisibles, y eso se debe a una apuesta feminista de Podemos que ha sido capaz de cambiar ya muchas cosas, cosas que tienen difícil vuelta atrás. Siempre he pensado que Podemos era y es una herramienta capaz de transportar cuestiones feministas que han permanecido en el margen hacia el epicentro de la política y que ese debía ser el objetivo estratégico del Área de Igualdad.

Dificultades, por supuesto, seguimos teniendo muchas. Eso sí, creo que a veces nos olvidamos de celebrar los éxitos y lo cierto es que en un camino tan largo y accidentado como el que tenemos por delante las mujeres feministas que queremos cambiar la política no nos podemos permitir no bailar y sonreír cuando tenemos motivos para ello. No podemos dejar de criticar y denunciar los obstáculos y los retrocesos, pero esa denuncia será más efectiva si también sabemos reconocer los logros y celebrar los avances de los que podemos estar orgullosas. La alegría es a veces políticamente más transformadora que el enfado.

Justa Montero

Esos procesos de ida y vuelta, tienen en la situación actual, una enorme potencialidad. La existencia de referentes políticos alternativos, mujeres que llevan el feminismo al espacio público, en posiciones de poder para nombrar, para establecer políticas y prioridades; que defienden de forma valiente, decidida y de corazón la vida digna de las mujeres frente a la violencia machista, frente a la precarización de sus vidas, y la negación del derecho a decidir; que reclaman recomponer su vida fragmentada por esa forma masculina de entender la política, donde lo personal no es político; que huyen de la trampa de la “meritocracia” y reconocen y legitiman a otras mujeres, y la dimensión que introduce el feminismo en la búsqueda de cambios en la situación de todas las mujeres.

Ellas dan legitimidad a los esfuerzos de tantísimas otras mujeres que desde muchos espacios, de forma solidaria y colectiva plantan cara al individualismo atroz del neoliberalismo y al machismo en todas sus manifestaciones.

Y marca también la importancia de las mujeres movilizadas y organizadas, porque no sería posible la presencia de tantas mujeres en los espacios de poder político sin esas experiencias colectivas desde las que se les da autoridad por medio de una perspectiva necesariamente crítica, donde el ser mujer no es una garantía para el “Sí nos representan” si no va acompañada de políticas de transformación.

En el momento actual los riesgos para una feminización de la política son de muy diverso tipo. Uno de los efectos de la involución democrática, de la ofensiva patriarcal que acompaña a las políticas austericidas, es el intento de profundizar y naturalizar las desigualdades entre mujeres y hombres. Es decir, de reasignar valores asociados a la feminidad y masculinidad hegemónica a mujeres y hombres —como si de categorías irreductibles se tratara y prescindiendo de otras identidades—, donde esos valores “femeninos” se identifiquen con procesos de desvalorización y discriminación de las mujeres en lo político, lo social y lo simbólico, siguiendo el proceso inverso con aquellas que definen la masculinidad.

Esto plantea el reto de tener que movernos entre la tensión de rechazar elementos negativos de los valores tipificados como femeninos, por los efectos que tiene en la situación de las mujeres, y resignificar los que tienen una potencialidad positiva para el cambio, que deberían ser generalizables también para los hombres.

Hay otros riesgos en esta feminización, el de la integración por un sistema que ha demostrado fehacientemente su fuerte capacidad para ello, asimilando los aspectos más estéticos y frenando todo lo que apunte a cambios reales para las mujeres.

Y dificultades no faltan porque, pese a los cambios, el machismo está bien presente en la vida política: la condescendencia masculina, propia de quienes no están dispuestos a aceptar a mujeres con voz propia, ni liderazgos femeninos/feministas; la complicidad para invisibilizar la “agencia” de las mujeres (en las instituciones y en los movimientos); el machismo reactivo y violento que desvaloriza y ridiculiza a las mujeres, que las maltrata y que avala la impunidad de todo ello.

Xulio Ferreiro

La feminización de la política está en el código fuente de la revolución democrática en curso. Es tarea de todos y todas, ya lo hacíamos fuera de los ayuntamientos, en los movimientos, en nuestros propios procesos municipalistas, pero son ellas, son algunas de nuestras compañeras, las que están empujando con más fuerza. Y se lo agradezco, porque no es fácil. Cuando accedes a las instituciones como lo hemos hecho nosotros, además de un proyecto político y una emergencia gestionas también una expectativa, un deseo, y ese deseo no está hecho exactamente a tu medida. La sed de cambio es nuestra, en efecto, pero la percepción que la gente tiene de lo que un representante puede y debe hacer, lo que espera de ti a fin de cuentas, es una construcción del adversario. Lo han hecho ellos durante veinte, treinta años en los que no se ha movido una brizna de hierba. Y entonces llegas y dices: ahora lo haremos de otra manera, ya veréis. Muy bien, ¿y mientras tanto? Mientras tanto hay que apañárselas, porque los ayuntamientos no cierran nunca, son la democracia más próxima, la de primera necesidad, 24 horas, siete días a la semana. Eso es lo que no siempre se ve. Para que uno concilie, otro deja de hacerlo. Para liberar horarios que antes también le pertenecían a la política institucional —las comidas, las cenas, el horario en el que tus hijos van al cole, la última franja de la tarde—, hay que maximizar el rendimiento de otros. Ocurre lo mismo en las organizaciones. No siempre es compatible ir rápido con ir lejos. Cuidar las voces bajas, escuchar, como decía antes, a veces exige reducir una o dos marchas. Tengamos paciencia. Estamos haciendo lo que había que hacer. Juntas. Y con alegría.

Ángela Rodríguez Pam

Hay algo que me parece escandalosamente peligroso que es poder llegar a pensar que Soraya Sáenz de Santamaría o Susana Díaz son elementos a tener en consideración a la hora de valorar positivamente el nivel que actualmente tenemos de feminización de la política. La situación de partida era y es lo suficientemente precaria como para que la simple aparición de mujeres hablando de cuestiones de Estado en prime time se considere feminizar la política. Esto aparte de ser un riesgo muy grande, el cual creo que tiene que ver con eso que antes comentaba que feminizar no siempre equivale a feministizar, ofrece una gran oportunidad que es absolutamente ganadora. Son los hombres los que dan ahora también pasos adelante para poner en valor esas semánticas femeninas. Son también los hombres quienes hablan desde lo pequeño y lo cotidiano de lo social. Para mí es un orgullo enorme compartir espacios políticos con hombres que trabajan por los cuidados y la conciliación, a todas luces esto ha generado un discurso que nos hace ganar a todos y todas, pero sobre todo nos ha dado un poco de razón a las feministas cuando decíamos que la igualdad no era sólo cosa de mujeres.

Por supuesto esto tiene sus riesgos. Recuerdo los minutos finales del discurso de Pablo en la Caja Mágica en la campaña de las pasadas elecciones en el que se emocionaba y no podía evitar llorar recordando el sufrimiento que habían supuesto las políticas tristes y corruptas de los últimos años. Recuerdo también que lloré al ver las lágrimas de Ada Colau hablando de su hijo Luca y del poco tiempo que pasaba con él. De hecho, solíamos comentar en campaña hasta qué punto habíamos incorporado las emociones y los cuidados en política; resultaba maravilloso ver cada vez más niños y niñas correteando mientras esperaban a que acabásemos los actos. Fui consciente del gran riesgo que corríamos cuando escuché a mi madre decir que por fin Iglesias no sonaba agresivo. De algún modo siniestro se vinculó la emotividad a la feminidad y esto, a su vez, se convirtió en una máquina de emoción, alegría y votos. Desde luego da que pensar. Por una parte, me niego a asumir que esta es la gran aportación de las mujeres a la construcción de nuevos liderazgos y, por otra, no puedo evitar pensar que cuando veo a Rita Maestre o a Yolanda Díaz brillar, hay algo de eso, mujeres que emocionan.

Silvia L. Gil

La potencia de la feminización de la política radica en dos aspectos. Por una parte, se refiere a una victoria: el feminismo se ha convertido en un lugar más común. Se ha impuesto el prerrequisito de la igualdad, reivindicaciones antes marginales se han hecho ineludibles y los sentidos del ser mujer se han ampliado (expectativas vitales más allá de la familia, cuerpos disidentes que escapan a los marcos convencionales de comprensión del género, incorporación de saberes ligados históricamente a las mujeres y propuestas que se vuelven parada ineludible –por ejemplo, el asunto del cuidado–). Esta extensión del feminismo no se expresa necesariamente en términos de una ideología feminista. Incluso parecería que para que pueda extenderse necesita deshacerse de los aspectos más codificados o identitarios.

Por otra parte, se refiere al desafío de incorporar las lecciones feministas en la política. Cabría preguntarse, por tanto, cuál de tantas lecciones resulta relevante en nuestro tiempo. Y la primera sería hacer de las diferencias un asunto central. En otras palabras, permanecer alerta a los efectos de exclusión producidos por las categorías sexuales, raciales o de clase con las que se maneja una sociedad. La política debe ser una práctica que ensanche constantemente sus fronteras, creando espacios políticos que en lugar de constreñir u homogeneizar habiliten las diferencias. La segunda lección consistiría en poner el cuerpo. Históricamente, la política se ha interpretado más como un discurso que como un afecto en el que los modos de ser –también el género o la sexualidad– se ponen en juego. Es fundamental que los estilos no reproduzcan las figuras masculinizadas dominantes. Tercera: parcialidad e inacabamiento. Los feminismos enseñan al respecto que cabe un hacer no heroico, que, en lugar de impulsar proyectos de emancipación totalizantes –pensables solo desde posiciones desencarnadas– piensa el compromiso en el mundo donde cada individuo o colectividad están enraizados. Esto no significa abandonar el acceso a lo general ni ceder al relativismo; pero sí una crítica a los absolutos y a las posiciones definitivas –tan propicias para las batallas identitarias–. Y cuarta: situar el cuidado en el centro. No se trata de reproducir relaciones de cuidado generadas en la desigualdad –hay que preguntar siempre: cuidar, sí, pero, ¿en qué condiciones: sobre qué interpretaciones culturales del cuidado, desde qué estratificaciones sexuales?–. El cuidado debe entenderse como una palanca para la transformación: el capitalismo globalizado se sostiene sobre cantidades enormes de trabajo invisible organizado según una ideología heteropatriarcal. La economía no puede desmontarse sin desmontar esa ideología.

3. SOBRE EL CAMBIO DESEABLE Y SUS AGENTES. 

Clara Serra

Confío y deseo que el futuro sea la feminización de la política y que ésta sea, como ha dicho Ada Colau, una fuerza imparable. Creo que vendrá de la mano de mujeres, pero no sólo. También de hombres con una manera nueva y diferente de hacer política, convencidos de que eso que llamamos “feminización” es ahora la apuesta ganadora.

Feminizaremos la política si las mujeres estamos más presentes y si las feministas tenemos más protagonismo pero, también, si somos capaces de hacerlo bien. Y es que nosotras también podemos hacerlo mejor o peor, tenemos responsabilidad no solo en los éxitos sino también en los fracasos en el avance de una política feminizada y feminista. Mirando hacia el futuro diría que nos toca a las feministas seguir reflexionando sobre cómo hacer que el feminismo y la transformación que éste es capaz de producir en la política sea un proyecto de mayorías.

Yo tengo claro que Podemos no será mi proyecto si no es feminista, ahora bien, creo que el feminismo tiene muchas cosas que importar de Podemos. Podemos es un proyecto que aspira a ganar y creo que nuestro feminismo debe aspirar también a ganar, allí donde ganar significa ser un proyecto de mayorías que consiga colocarse en el centro y reordenar o rearticular la política desde ese centro. Conseguiremos cambiar la política y feminizarla si hacemos un feminismo ganador. Un feminismo, por ejemplo, que hable para las mayorías y, por tanto, que hable el lenguaje de la mayoría de la gente, que se haga entender, que parta de los consensos sociales y que aspire a transformar el sentido común, pero siempre con un pie en el sentido común existente. Un feminismo estratégico, esto es, que entienda la política como un juego que se da en el tiempo, que debe pensarse en el largo plazo y que está compuesto de diferentes fases, un feminismo que sepa elegir las batallas, que sea consciente de que no se gana todo desde el principio, que no pueden darse todas las batallas juntas, que unas conquistas nos ponen en mejores condiciones para abordar otras que no ganaríamos sin esos pasos previos, que a veces toca renunciar a dar algunas peleas para asegurar posiciones en otros terrenos y que, poco a poco, con inteligencia, con estrategia y con un plan a largo plazo es como podemos ganar. Eso es hacer política. Creo que es fundamental construir un feminismo que no impugne siempre, que no sea siempre en negativo, que no sea destituyente, que no se mantenga siempre en la crítica, que no se regodee en las malas noticias, en las decepciones, en los fracasos, un feminismo que no se aísle del proyecto político general, que no se convierta en algo separado, que no se vuelva un cuerpo extraño con lógicas propias. Necesitamos un feminismo comprometido e implicado en el proyecto de cambio general al que pertenecemos si queremos que sea transversal a dicho proyecto, necesitamos feministas implicadas en el proceso y no aisladas en espacios feministas o corremos el riesgo de ser una pieza marginal de este proceso de cambio. Necesitamos un feminismo imbricado y entrelazado con el discurso, la estrategia política, las apuestas y los retos de Podemos. Sólo si hacemos un “feminismo Podemos” haremos de este un proyecto político feminista.

Por último, necesitamos un feminismo que tome buena nota de algo que siempre ha estado presente en Podemos: no colocarnos allí donde el enemigo nos quiere. Forma parte de eso que entiendo por feminismo ganador; pensar cómo escapar de los clichés, las caricaturas, los encasillamientos, los tópicos en los que el feminismo ha sido colocado. Cómo escapar de esos lugares en los que las inercias colocan a las feministas, inercias del enemigo, sin duda, pero inercias que nos vuelven más impotentes. Escapar de esos lugares comunes donde el enemigo nos quiere colocar pasa por repensarnos con inteligencia, con estrategia, con la mirada larga y con la consciencia de que nuestra tarea es a largo plazo y tiene muchas fases.

Feminizar la política es, para mí, incorporar a la política cosas que han sido ajenas a ella, cosas que tienen que ver con lo que las mujeres somos capaces de traer e incorporar –los cuidados–, cosas que feminizan la política. Ahora bien, no habrá una verdadera revolución en la política si nosotras no entramos en ella de lleno y en plenas condiciones, es decir, con todos los recursos y las herramientas que forman parte inseparablemente del campo político. Feminizar la política pasa, por tanto, por desmasculinizar esas cosas que se nos han negado: la táctica, la estrategia, la inteligencia también son nuestras. Por eso debemos feminizar la política con un feminismo estratégico. Porque no podemos permitirnos no ganar.

Justa Montero

El horizonte de futuro pasa por encontrar una salida a la crisis económica y al régimen político que suponga un cambio radical, profundo del sistema. Urge, por tanto, materializar propuestas que respondan a los problemas globales y a los de la vida cotidiana, capaz de satisfacer el bienestar de las personas.

En estos procesos, las mujeres, las personas LGTBI, las y los inmigrantes, precarizados, afectados por las hipotecas, son parte de los actores y actrices que aportan elementos imprescindibles para esa nueva cultura política tan necesaria. Dan cuerpo a una ciudadanía movilizada y organizada que, confluyendo, impulsa una radicalización de la democracia, obliga a tratar lo que hasta ahora había sido invisibilizado y reclama la universalidad de los derechos desde el respeto a la diversidad y singularidad de las y los sujetos.

Si en este camino la nueva política instala en el centro de su discurso la feminización y, por tanto, se traduce en políticas reales de cambio para las mujeres, se abrirán nuevos horizontes de futuro para todas, lo que supondría una necesaria y extraordinaria manifestación del “Sí se puede”.

Xulio Ferreiro

El virus está inoculado, el proceso de cambio es imparable. Un ejemplo: Ada Colau no tiene vuelta atrás, decida lo que decida hacer Ada con su vida; su contribución, en este sentido, está hecha, y tendrá un recorrido larguísimo que todavía no somos capaces de anticipar con claridad. Como no tienen vuelta atrás las nuevas formas de organización y participación política, aunque unas plataformas desaparezcan y otras cambien de nombre o muten o corrijan su personalidad jurídica en las siguientes elecciones. Amador Fernández-Savater utilizaba una metáfora interesante para referirse a las transformaciones desencadenadas por el 15-M: el clima, el clima 15-M. En efecto, muchos de estos cambios tienen esa naturaleza meteorológica, no siempre visible pero constante, que permea y va calando y conquistando nuevas parcelas del sentido común. Si hacemos los deberes, quien venga detrás de nosotros tendrá que administrar una expectativa distinta a la estamos administrando nosotros. No tendrá que dar explicaciones si un alcalde quiere conciliar la carga de trabajo diaria con llevar e ir a buscar a sus hijos al colegio. Al revés, tendrá que darlas si no lo permite. Y habremos ganado. Otra vez.

Ana Rodríguez Pam

La feminización de la política es ya un hecho, no hay retorno posible en ello, lo dijimos y lo repetiremos hasta que sea una buena anécdota de un pasado peor: nunca más un país sin nosotras. Pero queda camino por recorrer. El horizonte pasa por la naturalización de todo esto. Aún hay feministas a las que les molesta que este movimiento se convierta en mainstream. Yo sólo espero que eso pase cuanto antes y las cosas de verdad cambien hasta tal punto que no sea interesante hacer una entrevista sobre este tema, porque ya lo hayamos ganado para todos y todas. Entre tanto, muchas más alcaldesas, muchas más lideresas, muchos menos gritos, mucha más alegría.

Silvia L. Gil

Cuando la feminización de la política se piensa en estos términos, inmediatamente deja de ser un asunto solo de mujeres –de su presencia, valores o cualidades–: interpela las fronteras de los espacios políticos que creamos, las representaciones de género naturalizadas en una sociedad, las normas sexuales inscritas en los cuerpos, la organización socioeconómica en su conjunto o la ausencia de democracia en el interior de los hogares. Nos encontramos, más que con la extensión de lo femenino, ante una apuesta política indispensable de nuestro tiempo por reconstruir la vida común desde otros criterios ético-políticos.

Por último, cabe preguntar, ¿por qué ahora esta reverberación del feminismo, inconcebible hace solo unos años? Vamos a lanzar una hipótesis: las condiciones actuales del capitalismo exigen algo de los feminismos. Pero no en el sentido de disponer de un ideario programático o de diseño institucional, sino en el de su capacidad para activar una política diferente; que recupera el cuerpo como lugar de resistencia, insiste en la profunda conexión entre poder y sujeto, piensa el cuidado de la vida en toda su diversidad, articula micropolítica con esferas globales, posibilita nuevos protagonismos, expresa las diferencias y piensa la vida común desde ellas.

El colapso civilizatorio lo es también de los valores masculinizados que han ido ligados a una determinada compresión del mundo –desarrollo, progreso, razón, dominio, individualismo–. Experimentamos su agotamiento en los efectos devastadores sobre la vida, y en un día a día más y más insostenible. Los feminismos ensayan visiones alternativas; intuiciones y propuestas tejidas por procesos, diálogos y afectos, movilizados en diferentes niveles para contrarrestar las políticas neoliberales. Necesitamos estas otras miradas. Por ello, más que feminización, quizá se trata de un necesario devenir feminista de la política.

*Tomado de: http://lacircular.info/feminizacion-de-la-politica/

Comparte este contenido:

Acceso a los medicamentos: Un reto colectivo

RSC/ Compromiso Empresarial/MARÍA LÓPEZ ESCORIAL

Uno de los caballos de batalla de las farmacéuticas es su papel a la hora de facilitar el acceso universal a los medicamentos. Según la OMS, uno de cada tres pacientes no accede a los fármacos necesarios para llevar una vida digna. En Asia o África este porcentaje sube al 50%. Alrededor de diez millones de muertes al año podrían ser evitadas mejorando el acceso a medicinas y vacunas; de ellas, cuatro millones en esos dos continentes.

El acceso a los medicamentos está reconocido como derecho fundamental de todo ser humano por la Organización Mundial de la Salud (OMS), sin embargo cada año millones de personas mueren de enfermedades prevenibles o con tratamiento conocido como el sida, neumonía, malaria o tuberculosis, entre otros.

Alrededor de 300.000 mujeres mueren a consecuencia de embarazos y multitud de personas sufren de enfermedades crónicas u olvidadas que podrían ser eliminadas.

Según la OMS, los países en desarrollo acogen a un 93% de los enfermos del planeta, teniendo solo un 18% de los ingresos y con el 11% del gasto sanitario. Pero las ONG y la sociedad civil alertan que el problema de acceso a los medicamentos afecta ya a todo el mundo y que si no se cambia el modelo de innovación médica muy pronto no se podrá garantizar el derecho fundamental de la salud en todo el mundo.

Los pacientes y los contribuyentes de decenas de países –ricos, emergentes y pobres– se preguntan si se desarrollarán los medicamentos que necesitan y de dónde saldrá el dinero para costearlos.

En los últimos años hemos sido testigos de cómo pacientes y sistemas públicos de salud de países desarrollados sufren para pagar facturas de cientos de millones de euros por nuevos medicamentos para la hepatitis C o el cáncer.

El alto coste de estos tratamientos, junto con la resistencia a los antibióticos, la escasa investigación desarrollada para generar nuevos o las peticiones de los pacientes con enfermedades raras, han puesto de manifiesto que se trata de un problema mundial y de carácter sistémico.

Esta situación se agrava en los países en desarrollo dadas sus severas carencias en los sistemas sanitarios, gobiernos e infraestructuras.

No solo se enfrentan a la dificultad de pagar el precio de los tratamientos: la falta de infraestructura hace imposible llegar a los pacientes; la escasez de agua potable, tomarlas; la falta de cadena de frío, conservar las vacunas; la inexistencia de dosis pediátricas adaptadas, administrarlas, y la carencia de beneficio para la industria, el desarrollo de soluciones para las enfermedades olvidadas causantes de la muerte de 8.000 personas al día.

Pero ¿en qué medida este problema y su solución son directamente atribuibles a la industria farmacéutica? El sector farmacéutico se mueve en el ámbito empresarial y, como cualquier compañía, realiza su actividad con una finalidad lucrativa.

Dada la naturaleza específica de este sector, este beneficio debe ser “responsable”. Y ahí radica el quid de la cuestión. ¿Se puede determinar un “beneficio adecuado”? ¿Cómo se incentiva la innovación, y por ende el riesgo en el que incurre la industria, sin el estimulo de los beneficios?

Juan José Rodríguez Sendín, presidente de la Organización Médica Colegial, declaraba recientemente que “el actual modelo de investigación no está dando respuesta a las necesidades de la población. Estamos protegiendo las patentes tan férreamente que estamos poniendo precio a la vida”.

Pero ¿puede la industria farmacéutica sobrevivir y tener beneficio para seguir investigando y distribuyendo los medicamentos sin la protección de las patentes? El profesor Nicholas Capaldi, en su tesis Corporate Social Responsibility and Business Ethics in the Pharmaceutical Industry, se pregunta: “¿Le pedimos a la industria armamentística asumir el coste de atacar al terrorismo igual que le pedimos a la industria farmacéutica subsidiar el coste de atajar las epidemias?”.

Cambio sistémico de modelo de investigación

Según las principales ONG involucradas en luchar por el acceso generalizado a los medicamentos, como Salud por Derecho, IS Global o Médicos sin Fronteras, el problema no radica solo en el acceso o en el aumento de la cobertura, sino en la reforma del actual sistema de investigación biomédica.

Para estas organizaciones, el sistema actual de innovación tiene algunas características que dificultan la falta de acceso:

• El sistema de patentes.

• La falta de transparencia en la investigación.

• Un sistema de fijación de precios poco transparente.

Según Vanessa López, directora general de Salud por Derecho, existen numerosas disfunciones del sistema que generan: altos precios de los fármacos; que no se desarrollen las medicinas que la población necesita; el uso ineficiente de los recursos, sobre todo de investigación, y el poco valor terapéutico de los nuevos fármacos.

“El sistema de patentes actual sobre el que se sostiene la industria corre el riesgo de convertirse en una amenaza para el acceso a la salud global”, advierte Gonzalo Fanjul, director de análisis de IS Global.

Por ello, las propuestas de las ONG para atajar este problema se centran entres soluciones principales:

• Impulsar la transparencia en el sistema para garantizar un debate público informado.

• La inclusión de criterios de interés general en las ayudas públicas.

• La promoción de nuevos modelos de innovación que no dependan exclusivamente de las patentes como incentivo a la innovación.

Estas se recogen en el manifiesto de la campaña No es sano, una iniciativa coral de estas organizaciones, que lucha para defender y promover el acceso universal a los medicamentos como parte indispensable del derecho a la salud, lanzada hace un año en España.

Las principales ONG reconocen el legítimo derecho de las compañías farmacéuticas a un beneficio razonable por su actividad.

Su propuesta se centra en separar el modelo de innovación del precio de los productos y financiar la innovación con incentivos distintos a los actuales,cuestionando que la recuperación del coste se base en el monopolio.

“Como la patronal farmacéutica expresa en público –señala Vanessa López–, parece que el sector está preocupado por ‘triangular innovación, acceso y sostenibilidad’; sin embargo, esta es una tarea imposible a menos que se introduzca en la ecuación modelos alternativos a los actuales para reconducir la innovación de medicamentos hacia áreas de mayor relevancia para la salud pública y desarrollar tecnologías sanitarias asequibles”.

Pero ¿puede la industria farmacéutica obtener un “beneficio razonable” si se sustituye el actual modelo? La primera discrepancia surge en relación con el coste y sobre quién financia actualmente la investigación farmacéutica. Según una reciente campaña de Pfizer en Reino Unido, crear un medicamento cuesta 1.300 millones de euros.

La respuesta de las ONG no se ha hecho esperar; Médicos sin Fronteras ha lanzado una contracampaña argumentando que el coste real se sitúa en los 150 millones de euros. La diferencia en las cifras se encuentra en los distintos criterios de imputación de costes.

Según las ONG, gran parte del gasto de investigación se financia con dinero público a través de universidades y gobiernos, sin repercutir el coste a la industria.

La segunda discrepancia surge en relación con el monopolio garantizado por las patentes. Según las ONG, la industria farmacéutica es la más rentable del mundo, debido a su protección por las patentes y su falta de transparencia a la hora de negociar el precio de los fármacos.

Según la industria, el modelo actual de patentes se puede revisar y mejorar, pero es necesario para incentivar la investigación, producción y distribución de medicamentos esenciales.

Como señala José Zamariego, director de la Unidad de Supervisión Deontológica de Farmaindustria: “Se puede abrir un debate sobre las patentes, qué aportan y si habría que mejorarlas premiando mejor a quien consigue introducir un medicamento innovador en el mercado. Pero la sociedad tiene que ser consciente de que la investigación y el medicamento son cada vez más complejos y tienen que ser retribuidos”.

“El incentivo, bien gestionado, tiene consecuencias positivas en la sociedad. No se puede estigmatizar la patente; este concepto es fundamental porque remunera y estimula la innovación. Desarrollar un medicamento es costoso, largo y de alto riesgo”, concluye.

La industria farmacéutica sí responde

Un estudio realizado por la Federación Internacional de la Industria Farmacéutica (IFPMA) y validado por el Centro de Salud y Cuidados de la London School of Economics en 2013 muestra la contribución total de la industria en los últimos cinco años.

Desde que se lanzara por Naciones Unidas la campaña para la consecución de los Objetivos del Milenio, las 126 alianzas creadas por los departamentos de I+D de las principales empresas farmacéuticas han prestado asistencia sanitaria a 539 millones de personas o, lo que es lo mismo, más de dos tercios de la población de los países subsaharianos.

En este periodo la industria ha proporcionado medicinas, vacunas, equipos, educación en salud y mano de obra por un valor estimado de 4.300 millones de dólares. Esta cifra supera a toda la ayuda oficial al desarrollo de Canadá durante el año 2004 o la de Holanda, y es tres veces mayor que la de Suiza. Y mucho más alta que el presupuesto conjunto de las principales ONG que trabajan en este campo.

En enero del 2012, trece empresas farmacéuticas, los gobiernos de UK, US y Emiratos Árabes, la Bill & Melinda Gates Foundation y el Banco Mundial anunciaban la donación durante la próxima década de 14.000 millones de tratamientos para diez enfermedades tropicales olvidadas, equivalente a 1.400 millones por año.

Este grupo confirmó también que mantendrán o expandirán los actuales programas de donación, compartirán conocimiento y componentes para acelerar la investigación y proveerán más de 785 millones de dólares para investigación, desarrollo de la distribución y programas de implementación.

Solo MSD ha donado desde 1987 más de 2.000 millones de tratamientos de Mectizan para ayudar a erradicar la ceguera del río, y acaba de anunciar la donación de un millón de dólares para realizar la verificación de su erradicación en África.

Los esfuerzos de las veinte principales farmacéuticas para responder a este desafío están siendo monitoreadas desde hace casi diez años por la Fundación Access to Medicine Index, con su índice de acceso a medicamentos.

El índice está especialmente diseñado para fomentar el desarrollo de estrategias por parte de la industria farmacéutica para incrementar el acceso a este derecho universal.

Lo hace a través de, por un lado, poner en valor los esfuerzos que se están haciendo y, por otro, compartir conocimiento entre la industria de las distintas estrategias y sus avances, para comunicar buenas prácticas e impulsar la industria en su conjunto.

El índice publica cada dos años un ranking de las veinte empresas farmacéuticas más grandes del mundo, midiendo el compromiso, la transparencia, la actuación e innovación en siete áreas técnicas que consideran como esenciales para impulsar el acceso a los medicamentos: gestión empresarial y estrategias de acceso, política pública e influencia en el mercado, investigación y desarrollo, política de precios, producción y distribución, gestión de patentes y políticas de licencias, mejora de las capacidades locales y donación y filantropía.

ranking acceso

Con GlaxoSmithKline (GSK) a la cabeza del ranking de 2014, seguida de Novo Nordisk, Johnson & Johnson, Novartis, Gilead Sciences y Merck, el índice señala que estos líderes tienen importantes proyectos de investigación, estrategias de precios focalizadas en los más desfavorecidos y gestionan cada vez más la propiedad intelectual de manera que estimule la competencia.

Según el informe, hay tres áreas con importantes avances: cada vez más compañías están experimentando con nuevos modelos de negocio enfocados a mejorar el acceso; se está incrementando el número de licencias concedidas para la fabricación de genéricos, y las empresas han mejorado el control interno sobre sus actividades y políticas para facilitar el acceso a los medicamentos.

Sin embargo no han avanzado igual en todas las áreas. El informe advierte quela industria sigue siendo muy conservadora en la gestión de patentes, y todas las compañías, exceptuando a dos, Gilead y Abbvie, han tenido casos relacionados con marketing no ético, soborno o corrupción en los dos últimos años.

La mayoría de las estrategias se focalizan en la falta de acceso en los países menos desarrollados, ya que es donde hasta ahora se había puesto el foco en este problema. Pero con la llegada del problema a los países desarrollados la industria tendrá que volver a repensar sus políticas y estrategias para incorporar el creciente coste de los fármacos en todo el mundo.

El acceso a los medicamentos en España

El precio de los medicamentos también es una variable de acceso importante en España. Según la campaña No es sano, en España 2,4 millones de ciudadanos tuvieron que interrumpir el año pasado al menos uno de sus tratamientos a causa del precio de los medicamentos y el 19% de los médicos de familia afirma que tuvo que cambiar sus prácticas de prescripción a causa de los problemas de sus pacientes para pagarlos.

El caso de la hepatitis C ha puesto de manifiesto además el problema de coste para el sistema sanitario de ciertos tratamientos. Según Elena Villanueva, de IS Global, se estima que unas 700.000 personas en España padecen hepatitis C, de las cuales unas 50.000 se encuentran en la fase avanzada de la enfermedad.

Las autoridades sanitarias establecieron inicialmente un presupuesto de 125 millones de euros para la compra del fármaco que cura la enfermedad en tasas superiores al 90% de los casos, Sovaldi (Sofosbuvir), a un precio estimado (el Ministerio de Sanidad no ha dado números oficiales) de 25.000 euros por cada tratamiento de tres meses.

Esta cantidad permitiría tratar a 5.000 pacientes durante el 2015, una cifra muy por debajo de las necesidades reales. Las asociaciones de pacientes en movilizaciones por todo el país, lograron que el Gobierno español se comprometiera a poner en marcha un plan nacional sobre hepatitis C por el que 11.000 pacientes adicionales accedieron al tratamiento durante ese año. En septiembre de 2015 ya se contabilizaban 30.000 pacientes tratados con Sovaldi.

Un gran logro pero todavía muy lejano de los 700.00 que lo necesitan.

Además, el Estado de las Autonomías hace que la existencia de 17 servicios de salud distintos provoque importantes desequilibrios. Cuando la AEMPS (Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios) aprueba un medicamento debería estar disponible en las farmacias de todos los hospitales de España, pero la realidad es muy distinta.

Entre los trámites de las comunidades autónomas y los de las farmacias de hospitales, pasan muchos meses hasta que finalmente llegan al paciente, dependiendo del lugar donde viva. “El paciente no alcanza a entender el porqué de la inequidad en función de dónde se viva, la comunidad, la ciudad o incluso el hospital donde se trate”, explica la secretaria de la Plataforma de Organizaciones de Pacientes, Esther Sabando.

Según un estudio presentado a finales del 2015 por la Sociedad Española de Oncología Médica, no se cumple el principio de equidad en el acceso a fármacos en los distintos centros de oncología de las 17 comunidades autónomas.

Una vez que un medicamento se aprueba por las agencias oficiales, debe fijarse el precio de reembolso; un proceso que varía en tiempo de espera dependiendo de las autonomías y de los propios centros hospitalarios. En un cómputo general, el rango de meses que transcurren desde la aprobación hasta la primera prescripción de los fármacos analizados muestra una variabilidad desde cero hasta 74 meses, con una media de 24.

Además, cada hospital español decide basándose en sus presupuestos si puede afrontar el coste de un fármaco y negocia individualmente con la industria el precio, con lo que el acceso depende de la capacidad de negociación y de gestión del presupuesto del hospital que tengas asignado por la Seguridad Social.

Estrategia de negocio de las farmacéuticas

Las empresas farmacéuticas ya reconocen el acceso a los medicamentos como un área clave en su estrategia y lo están gestionándolo como tal. Para ello, tiene que estar muy presente en la agenda de la alta dirección con una clara estrategia a medio y largo plazo, supervisado por sus órganos de dirección, e incluido en sus programas de incentivos.

Continuando con el Access to Medicine Index, por primera vez todas las empresas han establecido alguna forma de supervisión de esta cuestión por parte del consejo de administración y algunas tienen comités específicos para impulsarlo.

Es muy llamativo que siete de las principales empresas farmacéuticas liguen los incentivos de la alta dirección a la consecución de objetivos de acceso.

Además, algunas de las empresas han establecido unidades de negocio para este segmento y están en coordinación con los principales grupos de interés.

También el número de estrategias empresariales abordando este problema está creciendo. Es dudoso que las empresas farmacéuticas vayan a invertir grandes sumas en este tema si solo vieran un coste y no percibieran la posibilidad de un beneficio a largo plazo.

Por eso, como ocurre en otros sectores, los negocios en la base de la pirámide(negocios para proveer productos adecuados a las necesidades del segmento más bajo de la pirámide económica con ingresos inferiores a cuatro dólares al día) se están consolidando como una de las estrategias más sostenibles para involucrar al sector privado en la lucha contra los problemas sociales.

Un buen ejemplo en este sentido lo representa Novartis, que ha creado una división específica, Social Business Group, y lanzado el programa Familia saludable. El programa nació en la India en 2007, se extendió en 2012 a Kenia y Vietnam y actualmente cuenta con tres pilotos en Indonesia.

Para ello, Novartis ha establecido un grupo de Health Educators (educadores en salud) cuya misión es recorrer las zonas rurales de la India educando en nutrición, enfermedades infecciosas, alergias o tuberculosis.

Muchos de estos educadores son mujeres, favoreciendo también su empoderamiento. Además, ha creado Health Camps con médicos procedentes de la ciudad para hacer diagnosis una vez al mes en las zonas rurales.

Otra de las claves de éxito es que los productos estén disponibles en las zonas más remotas y alejadas de los centros urbanos. Para ello la farmacéutica ha desarrollado acuerdos con su red de distribuidores habitual para que extiendan su radio de cobertura a las zonas rurales a través de vendedores locales. Además, los medicamentos tienen que ser extremadamente asequibles.

En este sentido, Novartis ha ajustado precios y creado versiones con menor número de unidades para acomodar el flujo de caja de los clientes a la vez que incrementa el seguimiento y la educación en la importancia de terminar los tratamientos.

Según la empresa, el programa ha educado en salud a más de 4,5 millones de personas de zonas rurales en 2013, y más de 230.000 han sido diagnosticadas en los campos de salud. Los productos distribuidos incluyen una amplia gama de medicinas esenciales.

El programa comenzó a ser financieramente viable a los treinta meses de su lanzamiento. Esta estrategia, que está siendo exitosa en muchas otras industrias, podría constituir una buena opción para incrementar el acceso en las zonas más remotas de forma sostenible y rentable.

Estrategia de precios de los medicamentos

Uno de los factores clave del acceso es la capacidad de pago de los pacientes. Por mucho que el medicamento esté disponible, si los pacientes no lo pueden pagar no sirve de nada.

Para facilitar la asequibilidad de los medicamentos, las empresas farmacéuticas están diseñando estrategias para hacer sus productos más accesibles a los más desfavorecidos, predominando la diferenciación de precios para los segmentos o países más pobres.

El informe destaca algunos ejemplos, como Merck & Co, que ofrece a pacientes sin cobertura de salud en once localidades indias un precio más bajo unido a un crédito sin interés para la compra de su tratamiento contra la hepatitis.

GSK, por su parte, ha lanzado un microseguro de salud por un dólar al mes.Para favorecer su adopción, este se puede adquirir y mantener con ingresos continuos en el teléfono a lo largo del mes. Los pacientes pueden ir pagando el precio del seguro diariamente según van teniendo excedentes.

Entre otras políticas, Novo Nordisk ha lanzado dosis únicas de insulina; Merck, pastillas masticables que no requieren agua y son más baratas de producir, y Bayer un sistema de precios diferencial basado en variables de segmentación.

Patentes, el gran reto pendiente

Pero el hueso más duro de roer es el uso de patentes. Y en este punto es donde menos avances se han producido a pesar de la presión social. Las empresas farmacéuticas, en general, siguen sin publicar el estado actual de sus patentes: dónde están activas y cuándo caducan.

Esta información es clave para la introducción de los genéricos, y según el índice, ninguna empresa farmacéutica ha publicado información referente al estado de sus patentes en el periodo de estudio.

Además, están ejerciendo grandes presiones para la aplicación de tratados de comercio restrictivos como el TPP (Trans-Pacific Partnership) o para la regulación en la introducción de genéricos en determinados países, especialmente la India, que por su política de genéricos se ha convertido en “la farmacia de los países en desarrollo”.

Sin embargo, según el índice, sí se han producido avances muy relevantes en la concesión de licencias en determinados territorios.

Ocho empresas de las 16 que pueden legalmente proporcionar la información, han otorgado licencias para las enfermedades consideradas en el estudio, habiendo evidencia de 250 licencias.

Cada vez proporcionan más información pública sobre las licencias e incluyen cláusulas que fomentan el acceso. Aunque la amplia mayoría de las licencias son para los antirretrovirales, se están haciendo avances para expandir las licencias a otras enfermedades como la hepatitis C o el cytomegalovirus.

Las compañías líderes en este punto –según el índice–, Gilead y GSK, muestraninnovación, apertura y un modelo más abierto para la gestión de la propiedad intelectual; si ellas pueden, el resto más pronto o más tarde les seguirán.

Ambas empresas tienen patentes en algunas de las enfermedades clave y ambas han concedido voluntariamente licencias para facilitar la producción de genéricos en un gran porcentaje de ellas, teniendo acuerdos que cubren amplios territorios y alto grado de flexibilidad en las licencias. Por otro lado, no hay que olvidar que, según la OMS, el 96% de las “medicinas esenciales” (necesarias para satisfacer las necesidades prioritarias en países en desarrollo), están ya fuera de la protección de la patente.

Es muy difícil generar un cambio que afecte a los fundamentos de la industria. Aun así, el sector reconoce que debe aceptar un límite razonable a las patentes. Su razón de ser está en el fomento de la investigación, pero los monopolios a largo plazo van en detrimento de la innovación. Están de acuerdo en abrir la discusión, pero siempre con la premisa de compensar el riesgo en el que están incurriendo.

La clave se encuentra en mantener un diálogo claro y constructivo entre todos los actores sobre los límites económicos y técnicos de las patentes, teniendo en cuenta las diferencias entre las distintas industrias y la realidad económica. Como dice Óscar Fernández-Capetillo, director de innovación CNIO: “Sería importante definir marcos de coexistencia que además sean lucrativos para todos”.

¿De verdad otro modelo es viable?

Hasta ahora, los intentos por desarrollar un modelo alternativo al actual han sido infructuosos.

En el año 2000, Victoria Hale, que había trabajado como investigadora farmacéutica para la Food and Drug Administration y para el gigante de la biotecnología Genentech, decidió crear el Institute OneWorld Health, la primera compañía farmacéutica no lucrativa en los Estados Unidos.

“Las compañías farmacéuticas miden sus resultados en términos de beneficios, nuestra idea es poner en marcha una compañía que mida su éxito por el número de vidas salvadas y de enfermedades curadas”, declaraba Victoria.

Han transcurrido quince años y OneWorld Health no ha logrado consolidarse como empresa farmacéutica y se ha convertido en el brazo para el desarrollo de medicamentos de PATH, organización no lucrativa líder en innovación en el terreno de salud.

Años más tarde, en 2009, se lanzó Medicines360, una compañía farmacéutica no lucrativa con la misión de extender el acceso a las medicinas a todas las mujeres, independientemente de su estatus o situación geográfica. De momento han conseguido desarrollar y patentar un tratamiento contraceptivo hormonal que se está distribuyendo con éxito en África.

Existen otras iniciativas similares que persiguen la misma loable intención, pero lo cierto es que a día de hoy no se ha logrado consolidar un modelo viable fuera del sistema de patentes.

Si se quiere solucionar el problema puntual de la falta de agua potable de una aldea en África, un proyecto de una ONG podría ser la solución. Igualmente, si lo que se pretende es incrementar los niveles de escolarización de una comunidad específica en Latinoamérica, un programa de becas y desarrollo económico financiado por una fundación puede ser la respuesta más adecuada.

Pero el desafío actual no se encuentra en solucionar casos aislados, siempre urgentes y necesarios, sino en desarrollar modelos y estructuras que sean capaces de incidir en varios frentes al mismo tiempo y generar un cambio sistémico; por utilizar los ejemplos anteriores, de ofrecer una respuesta económicamente viable al problema de la carencia de acceso al agua potable de miles de millones de personas o a la falta de escolarización de millones de niños en las poblaciones del tercer mundo.

En este sentido, no es previsible que las propuestas de las organizaciones sociales (fundaciones, asociaciones, ONG, etc.) vayan a resolver los desafíos sociales del acceso a los medicamentos a una escala global sin la colaboración de la industria farmacéutica.

Ni siquiera la Fundación de Bill y Melinda Gates, que lleva años intentándolo, lo ha conseguido a pesar de sus ingentes recursos.

Diálogo y colaboración por el acceso a los medicamentos

Como se ha visto, la industria está haciendo grandes esfuerzos para mejorar el acceso tanto en la búsqueda de nuevas soluciones como en la donación de grandes sumas y dosis de medicamentos. Pero la encrucijada continúa.

Como señala IS Global y la campaña No es sano en su informe publicado en marzo 2016, Innovación biomédica y acceso a medicamentos esenciales: alternativas a un modelo roto, para desarrollar otro modelo la transparencia es clave en tres campos:

– Transparencia financiera. Datos fiables sobre su inversión, márgenes de beneficio y fondos públicos a los que tienen acceso.

Como ya se hace en otras industrias como la extractiva, deberían declarar todos sus impuestos, beneficios y subvenciones en cada uno de los países en los que operan.

– Transparencia en los acuerdos comerciales. Negociaciones de los tratados comerciales, bilaterales y regionales (con una influencia definitiva en las normas de propiedad intelectual).

– Transparencia en los mecanismos de compras públicas. Negociaciones entre los diferentes gobiernos y las empresas farmacéuticas para las compras de medicamentos con dinero público.

Para Vanessa López, estas medidas son importantes pero deben ir acompañadas por cambios legislativos propugnados por los gobiernos: “Es necesaria una transformación sistémica y sería deseable que la industria participara de esta visión para sumarse a la misma. No obstante, la mayoría de esos cambios tienen que ser propiciados por los gobiernos”.

Este documento contempla un paquete de 16 reformas del modelo actual de innovación y desarrollo de medicamentos. Entre ellas la condicionalidad de las inversiones públicas, premios a la innovación, investigación abierta o el pago por resultados, como se está proponiendo en Inglaterra con el uso de bonos de impacto social para financiar la investigación farmacéutica.

No se sabe cuántas de ellas serán asumibles por la industria y hasta dónde pueden llegar garantizando su beneficio y su incentivo a la innovación, pero lo importante es establecer un diálogo fructífero entre todos los actores implicados –industria, gobiernos, ONG, sociedad civil– que ponga de manifiesto las necesidades individuales y se intenten entender y acoger para acometer la reclamada reforma.

Se trata de desarrollar un programa de cambio paulatino sin estigmatizar a la industria farmacéutica. Porque el acceso a los medicamentos es un problema multidimensional y la responsabilidad de atajarlo debe repartirseequitativamente entre los diferentes actores –gobiernos, ONG, academia, empresas farmacéuticas, financiadores y organizaciones multilaterales como la OMS–.

La realidad actual es que el diálogo entre ellos es todavía muy pobre y los recelos mutuos siguen siendo importantes. Fomentar este diálogo y comprensión mutua es clave para desarrollar un modelo que tenga en cuenta: el coste real de investigar y fabricar los medicamentos; la investigación y producción de fármacos que cubran las necesidades más graves de la sociedad; el beneficio necesario para incentivar a la industria; los retos de los gobiernos para atajar los problemas de salud pública; los incentivos a los investigadores, o la sostenibilidad del sistema sanitario.

Ninguna de estas cuestiones puede contestarse aisladamente sin relación con el resto, ni tampoco puede abordarse la solución del problema global sin una colaboración entre los diferentes actores implicados: gobiernos, industria farmacéutica y ONG.

Cada vez existe un mayor consenso en la necesidad de identificar y desarrollar ecosistemas que permitan abordar de manera integral los problemas sociales. Solo descubriendo las interconexiones entre las diferentes variables que afectan a los problemas sociales y coordinando los esfuerzos entre los diversos actores será posible diseñar una estrategia eficaz de cambio social e incrementar exponencialmente el impacto.

Este compromiso colectivo no se crea por generación espontánea. Todos y cada uno de los actores implicados deben impulsar y facilitar las condiciones para que ese ecosistema de colaboración funcione y pueda darse el salto del impacto individual al colectivo. Ese es el reto que queda por delante.

Fuente: http://www.compromisoempresarial.com/carrusel/2016/07/acceso-a-los-medicamentos-un-reto-colectivo/

Comparte este contenido:

España: Aprender en igualdad

España/Julio de 2016/Diario Información

Una escuela de verano promueve la equidad de trato en hijos de víctimas de violencia de género

La Casa de la Dona de Elche lleva a cabo una particular escuela de verano educativa en la que promueve la igualdad de trato entre niños y niñas.

«El sueño de Paula» es el proyecto de dos recién graduadas del ciclo de Técnico Superior en Integración Social del IES Victoria Kent, Marta Izquierdo y Mónica Nortes, en el que están inculcando el respeto y la igualdad de trato a menores que son hijos e hijas de mujeres que han sufrido violencia de género.

Las especialistas en integración social elaboraron esta iniciativa que realizaron nada más egresar de sus estudios y que la Concejalía de Bienestar Social quiso impulsar este verano.

Izquierdo y Nortes basan su plan educativo en sesiones que durarán hasta el 5 de agosto y que se llevan a cabo tres veces por semana. Cada lunes, miércoles y viernes, de 10 a 13.30 horas, un grupo de aproximadamente 25 niños y niñas se reúnen en la Casa de la Dona, en el centro social de la plaza Barcelona, para trabajar la igualdad.

Cada sesión se divide en dos partes. En la primera, los pequeños están ensayando una obra de teatro inspirado en un cuento, «El sueño de Paula», que fomenta la igualdad de oportunidades entre todos los sexos y culturas. Marta Izquierdo explica que el lenguaje inclusivo es crucial en esta obra y que incluso tiene un personaje propio para potenciarlo.

La segunda parte de la sesión corresponde a actividades y juegos alejados de los tradicionales refuerzos escolares de matemáticas o lengua. Estos están encaminados a trabajar las emociones y a inculcar el respeto entre los participantes. De este modo, realizarán un «emocionario» en el que cada asistente ilustra emociones tan dispares como la decepción, la intriga, el miedo o el amor.

También están elaborando un libro de cuentos escritos por ellos con temas no sexistas y no violentos. «Y ha sido una odisea conseguirlo» explica la creadora del proyecto Marta Izquierdo.

Además, están creando un catálogo de juguetes no sexistas en el que han hecho recortes de catálogos reales para darles la vuelta e incluir a niñas en actividades en las que no suelen estar incluidas y viceversa.

También se leen cuentos tradicionales y les dan finales alternativos. Nortes explicó cómo los participantes dieron la vuelta al cuento de Caperucita Roja y se convirtió en una historia en la que «Caperucita y el lobo son amigos y van juntos a la Universidad a estudiar Magisterio».

Las integradoras sociales admiten que es difícil tratar estos temas entre un grupo de menores que van desde los 3 a los 13 años y en el que han llegado con unos roles de chicos y chicas muy marcados y con un contacto entre ambos sexos muy distante. No obstante, tras varias sesiones, ya han obtenido resultados y sus madres afirman que ya no llegan tan nerviosos a casa cuando acaban.

El alumnado del taller vino a través de los talleres de educación en habilidades de Bienestar e Igualdad a los que han asistido mujeres que han sufrido violencia de género o que se han enfrentado a situaciones traumáticas y necesitaban apoyo y un empuje para valorarse y salir adelante.

Todos los resultados de sus trabajos serán expuestos el próximo 5 de agosto en la Casa de la Dona de Elche.

Fuente: http://www.diarioinformacion.com/elche/2016/07/21/aprender-igualdad/1787531.htmlFuente de la Imagen: https://www.google.co.ve/search?q=Aprender+en+igualdad&espv=2&biw=1024&bih=667&tbm=isch&source=lnms&sa=X&ved=0ahUKEwj-saDp0YTOAhVEwiYKHR96BaAQ_AUIBigB&dpr=1#tbm=isch&q=ni%C3%B1os+y+ni%C3%B1as&imgrc=svVweDuZoJxYiM%3A

Comparte este contenido:

España: PP-A exige nuevos docentes en el próximo curso porque «las actuales plantillas no garantizan la normalidad»

España/23 de julio de 2016/noticias.lainformacion.com

Andalucía Partido Popular Partido Socialista Obrero Español Ciudadanos – Partido de la Ciudadanía Susana Díaz Profesores Escuelas Lenguaje Estudiantes.Confía en que el acuerdo sobre docentes «no quede en papel mojado» y sea «un primer paso para un Pacto por la Educación»

La portavoz de Educación del PP-A, Marifrán Carazo, ha exigido este viernes la incorporación de nuevos docentes en los centros andaluces para el próximo curso escolar, ya que «es de urgente necesidad y con las plantillas actuales no se garantiza la normalidad puesto que muchos centros están al límite».

En rueda de prensa, Carazo se ha felicitado por la iniciativa que se ha aprobado este jueves por unanimidad el Parlamento andaluz para la ampliación de las plantillas docentes, un acuerdo que confía que «no quede en papel mojado» y sea «un primer paso para lograr un Pacto por la Educación en Andalucía».

La portavoz popular ha señalado que «el Gobierno andaluz tiene que dar un paso al frente para aumentar una plantilla docente que está más castigada que en el resto de España». En este sentido, ha recordado que, según datos oficiales aportados por el propio Gobierno, «Andalucía ha perdido 7.379 profesores en cuatro años, lo que supone dos de cada tres profesores perdidos en el conjunto de España, el triple que la media nacional».

Carazo ha destacado la importancia de que la iniciativa del PP haya contado con el apoyo de todos los grupos parlamentarios y que «existe una enorme expectativa en las familias y en los docentes y no se puede fallar». «No tenemos que salir del paso sino afrontar con éxito oportunidades para tener un alumnos mejor formados y converger con el resto de España», ha resaltado.

En esta línea, ha afirmado que el acuerdo parlamentario debería ser «un primer paso y un estímulo para lograr el Pacto por la Educación en Andalucía que el presidente del PP-A, Juanma Moreno, le ha ofrecido desde el primer día a la presidenta de la Junta, Susana Díaz».

La portavoz popular ha instado a la Junta a «no conformarse con parchear sino elaborar una hoja de ruta para planificar y gestionar el futuro» y ha asegurado que con las actuales plantillas «es imposible desarrollar con éxito el programa de bilingüismo, implantar la segunda lengua extranjera, aumentar la oferta de Formación Profesional para que cada año no se queden fuera más de 40.000 alumnos o agilizar la FP Dual».

ESTARÁ «VIGILANTE» PARA SU CUMPLIMIENTO
Carazo también ha advertido que el voto en contra de PSOE y Ciudadanos (C’s) a uno de los puntos de la iniciativa, «siembra dudas sobre la voluntad del Gobierno andaluz de no continuar con los recortes en educación», por lo que ha pedido «marcha atrás en el recorte del programa de bilingüismo, que supondrá la expulsión de otros 800 docentes y que impedirá avanzar en un programa que sólo llega a dos de cada diez alumnos».

Así las cosas, ha asegurado que «vigilará que se cumple el acuerdo parlamentario», para lo que ya ha pedido información al Gobierno andaluz sobre el número de unidades educativas para que el próximo curso no ocurra como el anterior, «en el que se redujeron 206 unidades». También ha solicitado información sobre el número de aulas que sobrepasan la ratio incumpliendo la ley y sobre el cumplimiento de la norma sobre sustituciones, ya que «en Andalucía se está sustituyendo a los profesores a partir de los 25 días de baja y se está utilizando a los profesores de apoyo para hacer sustituciones».

Por último, la portavoz popular ha insistido en que la Junta «tiene que ejecutar todo lo que contempla el presupuesto educativo, ya que no es admisible que habiendo tantos problemas se hayan dejado sin gastar 1.216 millones de euros desde 2009 y 204 millones desde que gobierna Susana Díaz».

http://noticias.lainformacion.com/educacion/ensenanza-y-aprendizaje/profesores/PP-A-actuales-plantillas-garantizan-normalidad_0_937407060.html

Comparte este contenido:
Page 1395 of 1653
1 1.393 1.394 1.395 1.396 1.397 1.653
OtrasVocesenEducacion.org