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Entrevista a Maja Göpel: Una perspectiva ecosistémica frente a la crisis

Por: Claudia Detsch

En esta entrevista, la economista Maja Göpel plantea la necesidad de desarrollar un enfoque progresista ante la crisis climática y ambiental. Centrada en la realidad de Alemania, asume que la perspectiva de salida a esta problemática debe ser ecosistémica.

Su libro Unsere Welt neu denken [Repensar nuestro mundo, Ullstein, 2020] sobre la futura interacción entre economía, ecología y sociedad está, desde hace varios meses, en las listas de los más vendidos. ¿Eso también se debe a la crisis del coronavirus?

Creo que fue simplemente el resultado de la iniciativa Scientists for Future: esa necesidad de explicar de manera diferente y más fácil cómo se relacionan las cosas. Esa era también mi intención para el libro. También se trataba, para mí, de desintoxicar el discurso. Es por eso que he incluido especialmente los términos «Estado» y «mercado», «prohibiciones» y «desistimiento». Suelen usarse en el debate sobre la sostenibilidad para torpedear una discusión abierta. Pero lo que hay que preguntar primero es qué objetivos se deben alcanzar, para luego ver qué instrumentos resultan útiles. Así que miremos el contexto y no demonicemos un instrumento per se. Por cierto, creo que el éxito del libro también tiene que ver con el coronavirus. La gente necesita informarse porque siente que las cosas están cambiando rápidamente.

¿De dónde debemos partir en el camino hacia un nuevo modelo económico y social?

En las sociedades occidentales solemos tener un punto de vista que describimos como individualismo metodológico: observamos elementos individuales y de ello derivamos cómo funcionará un sistema general. Sin embargo, en muchas áreas, hemos notado que esto no funciona. Este es uno de los puntos críticos de la forma clásica de economía: no se indaga de dónde provienen realmente la orientación y la calidad de los elementos ni cómo estas cambian con el tiempo. Si hemos desarrollado todas las estructuras de la sociedad de tal manera que se habla del comportamiento de un homo oeconomicus, entonces no debería sorprendernos que lo que sale a la luz sea cada vez más el comportamiento del homo oeconomicus.

El segundo punto crítico se llama incorrección de la agregación: el desarrollo social no se puede predecir simplemente haciendo una sumatoria de comportamientos individuales. En su lugar, debo tener una visión sistémica que se centre principalmente en los circuitos de retroalimentación y los desarrollos no lineales, es decir, en las relaciones entre los elementos. El punto de la reflexividad también es importante en los sistemas humanos: cómo nuestras narrativas guían nuestra visión del mundo y nuestras acciones, y cómo las usamos para crear futuro y realidad. Tomar conciencia de esto una y otra vez es el impulso esclarecedor de una sociedad liberal y en aprendizaje. Entonces, si las condiciones marco han cambiado radicalmente, sería aconsejable volver a observar empíricamente qué modificaciones opera ese cambio en mis ideas y modelos de buen desarrollo.

Hemos visto durante la crisis del coronavirus que de pronto era posible dejar de lado viejas certezas de un día para otro. ¿Por qué la crisis climática aún no ha tenido una urgencia comparable?

No se puede comparar la crisis del coronavirus con el cambio climático porque la crisis del coronavirus afecta a la propia población en el corto plazo. Hay circuitos de retroalimentación muy claros que combinan una acción –el confinamiento– con una causalidad –el menor número de decesos– relativamente bien, y especialmente en el corto plazo. De todos modos, ahora hemos aprendido que tiene sentido intervenir en muchos de los sistemas antes de que las consecuencias se hagan sentir; de lo contrario, estas se escapan de control. Por lo tanto, no se puede suponer que en el momento en que todos nos quedemos en casa la infección se detendrá inmediatamente, o que en el momento en que detengamos el uso de combustibles fósiles que emiten dióxido de carbono podremos detener el cambio climático de inmediato. Hemos entendido este pensamiento anticipatorio y preventivo.

Sin embargo, con el cambio climático, queda el desafío de que las consecuencias siguen llegando desfasadas en tiempo y espacio. Tenemos que implementar el cambio estructural ahora. Esto genera costos de transacción. Es incómodo. Pero los efectos de la inacción solo podrían retrasarse. Especialmente aquellos que se benefician del statu quo dicen: ¿por qué tenemos que hacerlo ahora? Eso cuesta empleos y ganancias de corto plazo, incluso si el balance es positivo para ambos a largo plazo. Por lo tanto, necesitamos buenas políticas y acuerdos que opongan al cortoplacismo estructural una agenda de transformación vinculante.

Al comienzo de la crisis del coronavirus se habló de un cambio de era, incluso del fin del capitalismo. Esa euforia parece haber vuelto a aplacarse. ¿Entonces todo puede volver a ser como siempre?

Sí, esa posibilidad es real. En investigación, siempre hablamos de dependencias del camino, estructuras que nos empujan a todos en una dirección, incluso si hemos decidido individualmente que no nos gustan. Se necesita tiempo para salir de estos caminos. No sorprende que estén funcionando nuevamente las mismas estructuras. La pregunta es si continuaremos así hasta que la próxima crisis rompa otra vez nuestras rutinas. O si, habiendo aprendido, lograremos anticiparnos. Hoy vivimos en un sistema económico degenerativo, en una sociedad de riesgo mundial, pero nos gustaría vivir en una sociedad con seguridad de suministros, estable y confiable. ¿Cómo llegamos allí?

En el contexto de sus demandas, ¿cómo califica los programas de rescate actuales para empresas y empleados?

El programa actual dice: hay que liberar de cadenas a la economía. Pero sigue sin estar claro en qué dirección hacerlo. Se promueven algunas tecnologías, pero indiscriminadamente y sin apuntar a una economía circular, como es el núcleo del Green Deal [Pacto Verde]. En este momento se está otorgando mucho dinero, pero los más beneficiados son los actores que ya dominan en el camino actual. Si no cambiamos también el marco político, entonces es probable que sigamos manteniendo muchas de las estructuras que realmente queríamos transformar: reemplazar todos los automóviles a combustible por automóviles eléctricos e impulsar el uso de hidrógeno no configura un cambio rotundo en la movilidad.

Por lo tanto, me falta la estrategia rectora, tanto a escala sectorial como regional. Esto solo pudo haber sido el comienzo. Ahora tenemos la oportunidad de dar a las inversiones una dirección clara y sostenible, crear nuevos mercados según conceptos de utilización y no de propiedad, y estimular en las empresas procesos de reestructuración orientados a la economía circular. Para ello también debe haber objetivos vinculados al dinero. Es mucho más fácil lograrlo con el paciente capital estatal que con capital privado. Es por eso que un enfoque como el Green Deal es extremadamente importante para mí. Durante el otoño [boreal] discutiremos posiblemente el próximo programa. Entonces necesitamos una orientación clara.

¿Cómo es esto en la práctica?

Tome el sector automotriz como ejemplo. Este sector sabe que la electromovilidad producirá desplazamiento y reducción de puestos de trabajo. Alzar la voz como se hace ahora, solo porque el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) ya no quiere seguir promoviendo el motor de combustión, obedece puramente a motivaciones políticas. No se contempla honestamente qué le deparará el futuro a esta industria. La pregunta es cómo planificar los procesos de transición.

Pero en la sociedad también crece la protesta contra medidas ecológicas de largo alcance, como en el caso de Francia y los «chalecos amarillos». Por último, pero no menos importante, los populistas de derecha han descubierto el tema y se postulan como abogados de los ciudadanos de a pie, quienes deben pagar. ¿Cómo puede ganarse el favor de los escépticos para reestructurar la economía?

En primer lugar, me gustaría señalar que muchos estudios muestran que, por ejemplo, los sistemas de energías renovables o la agricultura regenerativa crearán más empleos que las soluciones actuales. Con la digitalización, que se declara como incuestionablemente necesaria, es diferente, pero en este caso nadie grita. Por lo tanto, se trata de intereses y procesos de transición, de garantizar un enfoque solidario. Solidaridad significa una mejor participación de los afectados en las decisiones y la implementación de estrategias de transformación, pero también igualdad de oportunidades para aquellos que no gritan tan fuerte o están menos organizados políticamente. Creo que son llamativas las fuertes quejas por la pérdida inminente de puestos de trabajo en la industria. Por otro lado, a todos los que trabajan como autónomos creativos o pequeños se les dice: ¡Ey, el acceso a subsidios por desempleo como ALG I y Hartz 4 se ha simplificado! ¿Por qué resulta inaceptable que un empleado de la industria automotriz acceda al ALG I? Se trata más bien de dejar de lado la estigmatización del subsidio por desempleo, que también se muestra en la discusión en torno de un ingreso básico.

Sin embargo, ambos trabajadores, el empleado de la industria automotriz y el creativo, corren el riesgo de perder el trabajo. A la gente pudiente le va mejor. Incluso después de esta crisis, se puede ver una imagen ya familiar: aquellos que ya estaban bien se beneficiarán aún más, por ejemplo, a través de ganancias bursátiles. Y los pobres lo serán cada vez más, tanto en Alemania como a escala mundial.

En la crisis del coronavirus siempre hacemos la analogía con la Segunda Guerra Mundial. Después de la Segunda Guerra Mundial, sin embargo, se hizo un análisis sistemático de cómo estaba repartido el esfuerzo. Creo que es dañino que ya se vuelva a especular sobre cómo reducir el endeudamiento. No tenemos ahora cómo hacer pronósticos en el ámbito macroeconómico: no sabemos cómo se comportarán las exportaciones y las cadenas de suministro, qué sucederá geopolíticamente este año, si habrá una segunda ola en otoño o si el público mostrará el mismo nivel de consumo, incluso si hay una baja transitoria de los precios.

Este es un momento extremadamente interesante para la economía porque los supuestos básicos de los modelos no funcionan. Lo que está sucediendo actualmente en las bolsas de valores no refleja la economía real. Se forman burbujas especulativas y el poder de mercado de algunos grupos empresariales sigue creciendo. Esto ya no tiene mucho que ver con la economía de mercado o con el comportamiento socialmente responsable de las empresas. Una distribución futura del esfuerzo debe indicar claramente estos efectos y corregirlos en consecuencia. No hay escasez de dinero, ni de buenas ideas, ni de tecnologías. Necesitamos voluntad política y responsabilidad de aquellos que pueden ceder.

¿Cómo ve la división de tareas entre el Estado y la sociedad? ¿Quién es la gran fuerza impulsora, el Estado o los movimientos de la sociedad civil como Fridays for Future?

Hasta ahora, se ha observado claramente que la política está reaccionando y no actuando. Es realmente desconcertante cuando nos fijamos en el discurso de algunos partidos políticos que no quieren dejarles el tema del clima a los Verdes solo porque hay protestas públicas. Desde una perspectiva científica, me produce consternación. No puede ser que se vea la importancia del problema del clima solo cuando la gente grita. Simplemente tengo que decir, sobre la base del conocimiento científico y según mi leal saber y entender, que tenemos un problema. Y si no queremos verlo como cuestión ambiental, sino como una cuestión de equidad de recursos, de estabilidad económica o de sana gestión de riesgos o de balances, ¡genial! Luego, cada partido debe presentar su propio marco para que haya una opción viable de abordaje del tema. Es esto lo que para mí significa asumir la responsabilidad política.

¿Cómo deberían reaccionar los sindicatos sobre una materia tan sensible?

Los sindicatos tienen que preguntarse qué procesos se necesitan ahora para que las personas afectadas por el cambio estructural hacia la sostenibilidad puedan desempeñar algunos de los trabajos del futuro. Por cierto, esto también se aplica a los efectos de la digitalización, que, sorprendentemente, casi no recibe críticas. Durante la crisis del coronavirus se ha hecho de pronto visible una flexibilidad completamente diferente. Antes siempre se decía: no podemos producir otra cosa, mucho menos a corto plazo: y, súbitamente, se hizo. Durante la crisis del coronavirus se le sacó la careta a todo este «No funciona» y se mostró el «No quiero» que escondía, es decir, hubo un desenmascaramiento de la comodidad y la preservación de privilegios adquiridos.

Pero estos cambios necesitan tiempo y los sindicatos tienen aquí una visión cortoplacista de la prevención de daños. ¿No es esa su misión?

Se trata de pensar: ¿cuál es la función del trabajo en nuestras sociedades? Los sindicatos no deberían tratar de preservar obstinadamente todos los empleos que existen hoy en día, sino defender los derechos de los trabajadores frente a la política. Luego tengo que ocuparme de los procesos de recapacitación, de los programas de calificación, de la cooperación creativa a escala regional entre Estado, ciencia, empresas y sociedad civil para que puedan surgir nuevos clusters e identidades. Pero, por supuesto, esto no debe suceder desconectándose de la sociedad. No sirve de nada si a los nuevos asentamientos industriales o a las oficinas centrales de Amazon llegan del exterior empleos bien pagos y la población local lo nota especialmente por el aumento de los alquileres.

En política y negocios, es importante superar la estrechez corporativa y reorganizar la participación; actuar y planificar nuevamente junto con los ciudadanos en lugar de hacerlo tomándolos solo como destinatarios. Usted mencionó antes el caso de Francia. Fue muy alentador que Emmanuel Macron dijera después de las protestas: haremos una convención ciudadana sobre política climática. Los participantes fueron seleccionados entre el público en general y se aprobaron 150 medidas y recomendaciones, que son mucho más radicales que lo que se discutió en el gobierno. Al mismo tiempo, los participantes informaron que habían aprendido mucho sobre diferentes perspectivas y ahora entendían cuánto necesita cambiar la sociedad y cuánto le importa a cada uno determinado cambio. Eso la gente lo toma en serio.

Tenemos una comprensión limitada de la innovación en esta república. El dinero y la tecnología dominan el paquete de estímulo económico. Pero estos son medios para un fin. Incluso se supone que la digitalización la que salvará al sistema de salud y no una nueva cooperación social que comience por la pregunta de por qué los empleados están allí siempre al límite de sus fuerzas y preocupados por la calidad. Así es como los afectados sienten que se los toma en serio, y no cuando los economistas calculan que la compensación o inversión total es suficiente.

¿Cómo ve el papel de la digitalización? ¿Cómo es posible asegurar que impulse la reestructuración social-ecológica y que no se convierta en su ataúd?

Resulta interesante que la Unión Europea proporcione actualmente orientación sobre este asunto. Los tres temas claves fueron fijados con los tres vicepresidentes y vicepresidentas: Green Deal, cuestiones digitales y cuestiones sociales. Al mismo tiempo, se puso el foco en la cooperación. Ahora están pasando muchas cosas especialmente en las áreas del Green Deal y la agenda digital. Es una característica distintiva y puede convertirse en una ventaja para Europa si la digitalización respalda los procesos de creación de valor ecológico y social. Los grandes grupos empresariales estadounidenses de tecnologías de la información operan en parte un sistema muy parasitario que se está expandiendo rápidamente, evitando la responsabilidad por las consecuencias, no pagando impuestos y teniendo un poder monopólico mediante efectos de red. Para sus propietarios, se han convertido en máquinas de enriquecimiento a las que no se les puede permitir seguir funcionando así. Lo que está ocurriendo allí ya no es una disrupción en el sentido de romper incrustadas dependencias del camino, sino una destrucción absoluta de estructuras sociales negociadas durante mucho tiempo y una estructura competitiva que apunta al mercado. A menudo no se trata ya de productos individuales, sino de infraestructuras que surgen allí. Ahí se debe, entonces, regular con coraje.

Además de cuestionarnos los modelos de negocio, también debemos preguntarnos qué problemas deberían ayudarnos a resolver las innovaciones digitales. ¿Plataformas de compras aún mejores y más mundos online? ¿O pueden la inteligencia artificial, la tecnología de sensores y el big data permitirnos comprender realmente bien los ecosistemas y el reciclado de materiales y su gestión transparente? Para esto se necesita dar un nombre a la misión: es nuestra versión europea de la digitalización. Debe tomar en serio los derechos civiles y servir a una economía social de mercado y, por lo tanto, cumplir con los objetivos de una mayor calidad de vida y respeto de las fronteras planetarias.

Actualmente, los populistas de derecha están en el poder en muchas partes del mundo. ¿Cómo puede Europa ejercer un contrapeso?

Reflexionando sobre los objetivos establecidos en los tratados de la Unión Europea. El punto de partida fue: nunca más guerra. Y alta calidad de vida y seguridad de la población. Para mí, esto implica una revolución educativa integral y honestidad. Siempre se nos dice que somos utopistas porque queremos una sociedad sostenible. Siempre pienso: ¿quién es el utopista aquí? ¿Cómo es posible suponer que se puede seguir así? El escenario de que todo continúe igual no es una opción deseable en ningún estudio que trate de manera diferenciada cuestiones ambientales o de justicia. Por el contrario, los Objetivos de Desarrollo Sostenible aprobados por casi todos los países del mundo relacionan objetivos sociales y ecológicos entre sí y plantean la cuestión de cómo podemos hacerlos compatibles mediante innovaciones integrales: culturales, sociales, políticas, económicas y tecnológicas. Esta es una agenda muy concreta tanto para los conservadores como para los progresistas, por lo que nadie tiene que temer quedarse atrás. Solo tenemos que tomarla en serio y ponernos a trabajar.

Traducción: Carlos Díaz Rocca

Fuente e imagen: IPG

 

 

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Documental: Hasta que la muerte nos separe

«Una mascarilla no protege al médico»

La gente fallece por culpa del coronavirus; los médicos y quienes están dispuestos a jugarse su salud por la de los demás caen plantándole cara. Los protagonistas de esta película ya no están entre nosotros: profesionales sanitarios que mucho antes de que se hablara de una pandemia, murieron por hacer su trabajo en ausencia de las medidas de seguridad que más tarde se revelaron necesarias. Sus seres queridos nos cuentan sus historias y les rinden el homenaje que no pudieron brindarles en su día.

Los primeros días de la pandemia de coronavirus a inicios de la primavera boreal del 2020 fueron los más difíciles para el personal sanitario en diferentes países, debido a que entonces no sabían con certeza a lo que se enfrentaban. Apenas había equipos de protección, zonas aisladas en hospitales especializados o reglas de distanciamiento social.

Los sanitarios se limitaban a hacer su trabajo y muchos fallecieron tratando de salvar la vida de otros. Es el caso de Mijaíl Lébedev, un intensivista infantil que trabajaba en una Unidad de Emergencias Sanitarias de Moscú. Mijaíl contrajo el covid-19 y falleció tras pasar 8 días conectado a un respirador artificial.

Debido a los protocolos sanitarios, su familia no pudo acompañarlo en sus últimos días ni estar presente en el funeral. «Quería verlo, darle un beso en la frente y despedirme de él como es debido. No me dejaron (…) No me siento como si hubiéramos enterrado a mi padre. Sigo esperándolo constantemente. Incluso lo sigo llamando de vez en cuando [a su número de celular]. Por la noche, te duermes y sueñas que llaman al timbre, que abres la puerta y ahí está tu padre», relata Vasili, hijo de Mijaíl.

«Una mascarilla no protege al médico»

En marzo del 2020, Italia era el país con más infecciones de coronavirus del mundo, y más adelante sería el de mayor número de fallecidos por la epidemia. En un hospital de la región de Véneto prestaba sus servicios Samar Sinjab, de origen sirio, quien fue el primer miembro del personal sanitario de esa región en morir debido a la pandemia.

Sinjab se contagió en el ambulatorio mientras atendía a un paciente con covid-19 pese a que llevaba mascarilla permanentemente. «Una mascarilla no protege al médico al 100 %. Ahora usamos mascarillas respiratorias tipo FFP2 o FFP3, pero al principio usábamos mascarillas simples para protegernos. Nos dijeron que bastaría con ella. Las mascarillas más seguras llegaron demasiado tarde, cuando mi madre ya estaba hospitalizada», recuerda Rafi el Mazloum, hijo de Samar y también médico.

Mijaíl y Samar no son los únicos profesionales sanitarios que han fallecido tratando de salvar a otras personas. Historias similares han ocurrido en varios países del mundo y, lamentablemente, siguen ocurriendo a causa de la pandemia del coronavirus.

Fuente e imagen:  https://actualidad.rt.com/programas/documentales/360230-hasta-muerte-separe-coronavirus

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España: La asombrosa desaparición de 7 millones de niños españoles por el coronavirus

La asombrosa desaparición de 7 millones de niños españoles por el coronavirus

El filósofo y profesor universitario analiza las claves del confinamiento infantil por el coronavirus. ¿ Los ha ignorado el Estado más que a los perros salvo para hacer deberes y comer pizzas?

¿Sabían que hay 7 millones de menores de 15 años en España? ¿Y que ahora mismo están todos encerrados en sus casas sin poder salir y con un montón de deberes? No, no es que el Estado les haya castigado a todos por mal comportamiento. O sí. Son la población invisible del confinamiento por coronavirus.

César Rendueles -ensayista, filósofo y profesor de sociología en la UCM- lleva días reflexionando en Twitter sobre el difícil equilibrio entre crianza, cuidados, tareas escolares, alimentación y niños encerrados. Rendueles, autor de libros como ‘Sociofobia’, analiza las claves infantiles del coronavirus en esta entrevista.

PREGUNTA. Critica que los estamentos oficiales no han tenido en cuenta las necesidades de los niños en esta crisis. ¿Deberían poder salir?

RESPUESTA. Me gustaría comenzar aclarando que en ningún caso deberíamos incumplir las instrucciones que han dado las autoridades sanitarias. Nadie que no cumpla las excepciones establecidas por la ley debería salir de casa. Dicho esto, sí creo que podemos plantear preguntas sobre algunas decisiones, sobre todo cuando afectan al bienestar de colectivos vulnerables. En concreto creo que es llamativo el enfoque tan adultocéntrico que está teniendo esta crisis. En ningún momento se ha tenido en cuenta las necesidades de la infancia, una población que normalmente es objeto de una especial protección.

La primera ministra noruega dedicó una rueda de prensa de media hora exclusivamente a los niños. En la comparecencia de Pedro Sánchez de la semana pasada mencionó varias veces a las mascotas y sus necesidades y ninguna a los niños. Desde el primer momento se autorizó a los dueños de perros a sacar a pasear a sus animales. Lo cual me parece muy bien, por supuesto. Pero lo cierto es que los dueños de los perros también contagian y estamos hablando de muchísima gente. En España hay 13 millones de mascotas registradas, más que niños menores de 15 años. Simplemente se confía en que esas personas actuarán con responsabilidad y no abusarán de ese privilegio.

En el caso de las madres y padres de niños no se ha tenido esa confianza. No se ha permitido, por ejemplo, que los niños salgan a pasear diariamente unos minutos con todas las medidas de seguridad que sean necesarias: de uno en uno, acompañados de cerca por un adulto, en cierta franja horaria, respetando la distancia de seguridad, sin usar parques ni zonas comunes… Tal vez ni siquiera se ha tomado en consideración esa posibilidad.

P. ¿Por qué?

R. Estamos acostumbrados a esperar que los niños sean invisibles, que no molesten, no hagan ruido y no alteren el mundo “normal”, que entendemos que es el de los adultos. La crisis del coronavirus es una especie de paraíso adultocéntrico. Los niños han desaparecido completamente de la vista pública, por fin son asunto exclusivamente privado de sus padres.

Y luego está esa especie de rencor social: como a los niños les afecta menos gravemente el coronavirus, no sólo están invisibilizados, sino que se les ve como minibombas biológicas. Parece como si todo el mundo hubiera hecho un curso de epidemiología a distancia para explicarte que tus hijos son “supercontagiadores asintomáticos”. Cuando, en realidad, cualquier persona puede ser un contagiador asintomático durante el periodo de incubación de la enfermedad, también la gente que va a trabajar en metro por la mañana.

Insisto en que hay que respetar las decisiones de los médicos. Pero en otros países como Francia, Bélgica, Suiza o Austria han optado por otras regulaciones más atentas a la infancia. Tal vez esos países pequen de imprudentes pero echo de menos al menos una explicación. Hay que tener en cuenta que el confinamiento tiene un fortísimo sesgo de clase. No es para nada lo mismo vivir el encierro en una casa amplia, luminosa, con terraza o incluso jardín que en diminutos pisos interiores sin luz natural.

P. Respecto a las tareas escolares durante el confinamiento. ¿Hay un problema de ‘deberitis’ en las casas?

R. El cierre de todos los centros educativos nos ha pillado con el paso cambiado a todos los profesores. Es una situación complicadísima y sin precedentes en la que mucha gente está haciendo grandes esfuerzos por encontrar soluciones razonables. Las situaciones educativas son muy distintas entre sí. No tiene nada que ver tratar con estudiantes de 16 o 17 años, que son mucho más autónomos que con niños pequeños, de 7 u 8. No tienen nada que ver tampoco las asignaturas en las que las prácticas tienen mucho peso con otras más teóricas. En cualquier caso, todos los docentes, pero especialmente los de primaria y secundaria, tenemos que ser conscientes de la tensión que supone esta situación para las familias, tanto para los niños como para los adultos.

Hay colegios y profesores que, como decía, están haciendo una labor increíble en ese sentido, a menudo con pocos medios materiales, a base de sacrificio personal. En otros casos… no tanto. Algunos colegios piden a los padres que teletrabajen mientras supervisan que sus hijos realizan tareas complejas que requieren un alto grado de conectividad con los típicos problemas técnicos sobrevenidos y todo ello completamente encerrados en sus casas. Conozco personalmente varios casos de madres solas con situaciones laborales y sociales complicadísimas que me han dicho que lo que peor están llevando de esta crisis no es la incertidumbre económica o el miedo a la enfermedad sino el estrés de ser incapaces de ayudar a sus hijos con la avalancha de tareas que les llegan desde el colegio.

P. ¿El bilingüismo ayuda?

El programa bilingüe de la Comunidad de Madrid lo agrava todo mucho. Si muchas familias tienen dificultades para ayudar a sus hijos normalmente, cuando las tareas se multiplican y además están en inglés la cosa se vuelve surrealista. Hay madres y padres que sencillamente no entienden qué es lo que tienen que hacer sus hijos en Science.

P. Dice que el confinamiento ha agravado la desigualdad educativa. ¿Cómo?

R. Un hecho bien conocido en sociología de la educación es que los deberes aumentan la desigualdad. Los deberes benefician a los estudiantes con la capacidad para estudiar autónomamente y deja completamente descolgados a los que más ayuda necesitan. El papel de las familias es crucial, en ese sentido. Aquellos estudiantes cuyos padres tienen conocimientos y tiempo para ayudarles tienen una ventaja enorme. El confinamiento ha hecho que la educación consista sólo en deberes. Así que creo que no es muy aventurado suponer que en este periodo las desigualdades se agravarán. Habrá niños que avanzarán más que si hubieran ido a clase. Y otros se habrán quedado mucho más descolgados de lo que ya estaban.

P. ¿Por qué no le gusta el plan Telepizza de Ayuso para los niños con beca de comedor? ¿No es eso mejor que nada?

R. Rebuscar en un basurero también es mejor que nada, creo que esa no es la cuestión. El hecho es que existía una alternativa facilísima: dar el dinero que se va a entregar a Telepizza y Rodilla a las familias que necesitan esa ayuda para que compren la comida que les parezca.

Es realmente la solución más rápida y fácil y la que se ha elegido en otras comunidades autónomas. También es la que les gusta a los liberales cuando les beneficia a ellos. El único motivo para no optar por esa vía es el puro clasismo. Ayuso y los suyos creen que los pobres gastan mal el dinero y que es mejor financiar a papá Telepizza para que los alimente.

P. ¿Se ha necesitado una pandemia para entender la importancia de la sanidad pública?

R. Con la sanidad y otros servicios públicos, como las residencias para mayores, ha pasado lo mismo que con la educación. El confinamiento hace que veamos concentrado en un periodo de tiempo muy rápido procesos que normalmente podemos ignorar porque se dan a cámara lenta. El 31 de enero de 2019 una plataforma en defensa de la sanidad pública madrileña presentó un escrito en el que denunciaba la pérdida de más de tres mil camas en los últimos seis años. Explicaban, por ejemplo, que los operadores del 061, que atienden llamadas de urgencias sanitaria, esos que ahora están desbordados, tienen un convenio de telemarketing.

Hasta hace quince días esa degradación de la sanidad pública o la educación nos preocupaban pero las tolerábamos porque eran dinámicas que nos afectaban esporádicamente. De repente esas camas que han desaparecido, las corruptelas en la privatización de servicios sanitarios, la precarización del personal sanitario… Todo eso se ha vuelto cuestión de vida o muerte. En realidad, ya lo era. Miles de personas llevan años padeciendo en su cuerpo las consecuencias de ese desastre. Simplemente ahora nos afectan a todos a la vez.

Fuente de la Información: https://www.elconfidencial.com/espana/2020-03-22/coronavirus-millones-ninos-espanoles_2509379/

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España: Derechas, explotación y racismo: entre todos lo mataron y él solo se murió

Derechas, explotación y racismo: entre todos lo mataron y él solo se murió

Pedro Luis López Sánches

Su nombre era Eleazar Blandón, nicaragüense solicitante de asilo. Huyó por la represión del régimen de Daniel Ortega dejando a Karen, su compañera embarazada de cinco meses, y cuatro hijos en su país. Tras llegar en avión a Bilbao, pasó por Almería para encontrarse con su hermana Anna y de ahí al trabajo en el campo del Guadalentín en la Región de Murcia. Murió el sábado de un golpe de calor tras 11 horas de trabajo a 44 grados en las peores horas, después de que lo dejaran solo en un ambulatorio en un estado lamentable.

Deberíamos tener la buena costumbre de buscar detrás de las palabras inmigrante, extranjero, mena, irregular o ilegal que tanto usa la derecha y la extrema derecha, que tanto hemos leído y oído en el último mes en esta tierra en una campaña de racismo institucional y mediático y poner caras y nombres, historias y afectos. Es la vacuna contra el odio y el miedo que llevamos soportando semanas y semanas en medios.

El Gobierno regional, en su inutilidad para controlar los brotes de COVID-19, en su dejadez interesada del control sobre las empresas del campo y hortofrutículas, como ha quedado claro con el caso de Fruveco en el Raal (Murcia) o en el último brote en la empresa Susaña de Mazarrón, donde trabajadores con síntomas estuvieron trabajando cinco días sin aclarar si habrá sanciones para la empresa, busca en el drama migratorio tirar balones fuera haciendo oposición al Gobierno central.

En una deriva de racismo institucional pone nacionalidad a los brotes, y habla día sí y día también de las pateras como si fueran un problema de salud pública. No hay ningún informe de carácter sanitario que pueda afirmar que la llegada de inmigrantes a nuestras costas suponga un riesgo de salud pública, pues conforme pisan tierra se les hacen pruebas y a los positivos se les confina. Los informes sí que nos avisan de los riesgos en las zonas cerradas y mal ventiladas, como son las empresas del sector primario cuya responsabilidad sanitaria es exclusiva del Gobierno regional.

Algunos medios de comunicación, que sobreviven gracias a la publicidad institucional del Gobierno regional, contribuyen día tras día con titulares y portadas sobreactuadas, amarillistas y en algunos casos escandalosamente racistas hasta el punto de dar a entender en algún titular la “responsabilidad” de la inmigración en el aumento de los delitos de odio en redes sociales, como “La inmigración dispara los delitos de odio en Internet”. La víctima del odio es a su vez la responsable.

Un arma peligrosa. El fin último del racismo no es evitar en este caso la llegada de inmigrantes, sino dirigir el malestar social hacia los más débiles en vez de hacia las élites, y buscar el consenso de la sociedad en el sometimiento de un sector de la población para explotarlos, deshumanizándolos, para tratarlos peor que a animales. Los nazis no buscaban en última instancia la pureza de la raza aria -vaya gilipollez, con perdón- sino la expropiación de los judíos y mano de obra esclava para su industria de guerra. No, no podemos lamentarnos de la desgracia sin antes denunciar y señalar la deriva racista institucional y mediática a la que están llegando las derechas y el establishment empresarial-político- mediático en la Región.

Ante el escándalo inhumano de esta muerte, que pone de relieve en qué condiciones se está trabajando en nuestros campos y huertas, parece que se apresuran en buscar un responsable, coloquialmente cargarle el mochuelo a alguien y que se quede ahí. El “jefe” es un ecuatoriano, en algunos medios incluso el dueño de la finca, aunque tiempo después corrigieron pues es el contratista, el empleador. Pero no, ni siquiera aunque sea así formalmente, en la esclavitud estaba el esclavo que llevaba el látigo, en los campos de concentración estaban los presos (normalmente comunes) distinguidos que maltrataban al resto. Es el capataz, no el patrón.

La figura del capataz autónomo es solamente un eslabón en la cadena de explotación en el campo. La figura laboral jurídica del jornalero o jornalera debería ser el fijo discontinuo, porque hacen su trabajo por temporadas de recogida. Las empresas solamente deberían contratar a través de ETTs justificando picos de producción, cosa que hacen todos los meses. Pero, ¿como puede haber personas sin contrato explotadas y que las empresas se laven las manos cuando ocurre algo?

En un conflicto laboral real en una gran empresa hortofrutícula de el Raal, Murcia, se puso de relieve este sistema. Llaman a un trabajador al despacho del jefe: “te vamos a ascender a capataz, te vamos a poner a cargo de 100 trabajadores pero tienes que hacerte autónomo y emplear a esos 100 trabajadores, nosotros corremos con todos los gastos de trámite”. Así en este caso el capataz autónomo aparece como empresario y jefe de 100 trabajadores y la gran empresa evita tener problemas si ocurren accidentes o se descubren las condiciones de explotación y/o maltrato. En este caso la inspección obligó a contratar directamente a los trabajadores no sin represalias posteriores por parte de la empresa.

No basta con mandar a la inspección cuando hay denuncias, es un sistema complejo y generalizado de explotación que pone en cuestión todo un sector del sistema productivo y no se puede atajar caso a caso. Las grandes beneficiarias, las cuatro o cinco multinacionales cuyos beneficios no repercuten en el desarrollo y bienestar del territorio, que están protegidas por las derechas que a su vez criminalizan al inmigrante, que maltratan nuestro entorno como el Mar Menor, en este sistema de explotación de subcontratas de las subcontratas no asumen nunca sus responsabilidades.

Pero no solo la explotación afecta a la población generalmente inmigrante en el campo. En 2018 murió otro trabajador con un golpe de calor en las obras de la “autovía del bancal”. En la última DANA asistimos como abrían centros comerciales poniendo en riesgo a sus trabajadoras y en ningún momento se decretó el cierre de la actividad no esencial cuando por otro lado se recomendaba no salir de casa. No paramos de ver brotes de COVID-19 en empresas con trabajadores con síntomas yendo a trabajar por miedo a represalias.

La explotación laboral nos atañe a todas y todos, mas si cabe ahora, que jugar con la salud de las trabajadoras es jugar con la salud de toda la sociedad.

Este tipo de muertes tienen muchas causas y muchos responsables. Esta campaña de racismo institucional y mediático interesado políticamente que deshumaniza a personas, esta inacción de la administración ante la explotación y maltrato no solo a la población inmigrante, si no en todo un sector, esta ideología de las élites políticas y empresariales que la salud de los trabajadores y trabajadoras es lo último tiene consecuencias. Y desgraciadamente estamos viviendo con horror su expresión mas grave.

En esta tierra hay suficiente memoria de emigración, de convivencia en la diversidad y de dignidad en las peores condiciones como para que miremos hacia otro lado. Mi solidaridad, mi cariño y un abrazo fraternal a la familia. Entre todos lo mataron y él solo se murió, no lo olvidaremos.

Fuente de la Información: https://vientosur.info/derechas-explotacion-y-racismo-entre-todos-lo-mataron-y-el-solo-se-murio/

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Cómo el País Vasco se ha convertido en una potencia mundial de la educación

Cómo el País Vasco se ha convertido en una potencia mundial de la educación

Siempre que se habla de las superpotencias en educación, los países que salen a relucir en la conversación suelen ser Finlandia, Corea del Sur, Singapur y Hong Kong, así como la municipalidad china de Shanghái.

Son los mismos nombres que encabezan la lista más reciente del Informe del Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes o Informe PISA, elaborada año por año por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), un organismo de cooperación internacional compuesto por 34 estados.

Y también se suelen mencionar a Vietnam y Polonia, quienes escalan con rapidez en los rankings.

¿Pero alguna vez escucharon hablar del sistema del País Vasco como la nueva estrella del firmamento educativo?

Fuerte inversión

Esta comunidad autónoma de España, situada en el extremo nororiental de la Península Ibérica y que linda en el norte con Francia, cuenta con un porcentaje de alumnos de alto rendimiento comparable al de los países antes mencionados.

El mismo estatuto de autonomía que reconoce a esta comunidad como una nacionalidad histórica otorga al gobierno vasco varias competencias, entre ellas la de la educación.

Y ese es uno de los sectores en los que más fuertemente ha invertido el gobierno autónomo.

Cristina Uriarte

Tanto que, si en las clasificaciones sobre educación el País Vasco fuera considerado una nación en sí misma, solo Dinamarca y Austria lo superarían en gasto por alumno.

Casi el 48% de aquellos que están en edad laboral posee una titulación universitaria, un nivel similar al de Finlandia y Noruega.

Además, casi la mitad de estos- algo inusual- estudiaron una carrera relacionada con ciencia, matemáticas o ingeniería.

Como consecuencia, el porcentaje de la población dedicado a la investigación y al desarrollo es tan alto como el de Finlandia y Dinamarca.

Por ello, el perfil educativo del País Vasco parece más el de un territorio de Escandinavia que el de una región del sur de Europa.

Comunidad Autónoma del País Vasco

Hasta expertos suecos, un país que ha visto perder puestos en las listas de los mejores sistemas educativos del mundo, han empezado a visitar escuelas vascas para aprender de sus lecciones.

¿Y cuáles son éstas?

Identidad nacional

Cristina Uriarte, la consejera de Educación, Política Lingüística y Cultura del Gobierno Vasco -ministra del gobierno autónomo-, dice que el compromiso con la educación está fuertemente vinculado a la identidad nacional.

«La educación es la clave para preservar nuestra cultura», dice, refiriéndose a la cultura vasca.

La represión del gobierno de facto de Francisco Franco, un régimen que duró casi 40 años- desde la guerra civil española (1936-1939) hasta su muerte y sucesión en 1975-, no fue sólo política sino también lingüística y cultural.

El euskera o lengua vasca fue prohibida en el ámbito público, y se refugió en el ámbito familiar, fundamentalmente en zonas rurales, algo que se prolongó durante la posguerra.

Lauaxeta Ikastola

Ese es el principal motivo, según los expertos, por el que de los poco más de dos millones de habitantes de la actual Comunidad Autónoma del País Vasco o Euskadi sólo el 37,6% hablan euskara, un idioma no indoeuropeo que no tiene relación conocida con ninguna otra lengua actual.

Y el porcentaje es aún menor en Navarra, una comunidad autónoma adyacente, y en los tres territorios de Francia, un conjunto al que se denomina comúnmente País Vasco-Francés.

Los consecutivos gobiernos vascos, tratando de escapar de esa larga sombra, se han servido de las transferencias de poder garantizadas por el estatuto de autonomía de 1979 para construir un sistema educativo que proteja el euskera, así como para desarrollar una autosuficiencia económica.

Así, el País Vasco supera a la mayoría de los países europeos en lo referente al presupuesto destinado a las escuelas y en cuanto al dinero que dirige a la investigación y al desarrollo de industrias de alta tecnología.

Menos desempleo

Con este enfoque la comunidad autónoma ha logrado desmarcarse del alto nivel de desempleo juvenil que sufre España.

Según los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) del primer trimestre del 2016, el 46,5% de los españoles menores de 25 años está en paro, así como el 19,7% de los ciudadanos entre 25 y 54 años.

Deusto

Mientras, en la Comunidad Autónoma del País Vasco es el 31% de los jóvenes menores de 25 años el que no tiene empleo, y el 12,7% de los que tienen entre 25 y 54 años.

La consejera Uriarte, doctora en ciencias químicas, explica que lo que han hecho es tratar de descubrir aquello que ha funcionado en otros sistemas educativos de alto rendimiento, y ponerse para ello en contacto con Finlandia, Corea del Sur y Estonia.

También han experimentado con diferentes tipos de escuelas.

Pago compartido

La mitad de las escuelas vascas son una mezcla entre públicas y privadas.

Se llaman centros educativos concertados y son financiadas en parte por el estado, pero los padres de los alumnos también contribuyen.

Maritere Ojanguren es la directora de uno de estos centros, Lauaxeta Ikastola, situado en Amorebieta-Etxano, a unos 35 kilómetros de Bilbao.

Maritere Ojanguren, directora de Lauxeta Ikastola, junto al árbol de Gernika.

La ikastola es gestionada por una cooperativa, constituida por 971 familias, y recibe el 60% de su presupuesto desde gobierno.

El resto proviene de la matrícula y las cuotas que pagan los padres de los alumnos, de entre 2 y 18 años.

En total estos pagan hasta US$1.300 y los que no pueden permitírselo pueden acceder a ayudas.

Ojanguren asegura que este sistema de pago compartido hace que los padres se involucren más en la gestión de la escuela.

Aunque este esquema tiene sus detractores, quienes denuncian que lo que hace es potenciar la brecha social.

Hace apenas cuatro meses que un centenar de personas en representación de las familias de todos los colegios públicos de Vitoria y todos los sindicatos, entre otros agentes sociales, leyeron un manifiesto contra la «guetización» de una veintena de centros públicos de la capital vasca.

«Se está produciendo un profundo desequilibrio entre las redes pública y concertada en Vitoria. Mientras la red pública está recibiendo de manera mayoritaria a la población más desfavorecida de la ciudad y particularmente a la población de origen extranjero, la red concertada se está convirtiendo en un refugio para muchas familias autóctonas de clase media y media-alta», dijeron el 15 de febrero los firmantes del manifiesto.

Según un informe enviado por la consejera Uriarte al Parlamento vasco en enero, 60 centros en Euskadi tienen aulas con más de un 50% de extranjeros y en Vitoria hay casos de colegios con más del 80%.

Lauaxeta Ikastola es un centro concertado.

Entretanto, la red concertada mantiene porcentajes de foráneos muy bajos, especialmente en el caso de las ikastolas.

«Todas las escuelas y ambas redes, la pública y la concertada, deben responder al reto que les corresponde de cara a la cohesión social» porque todas ellas se financian con impuestos públicos, añadieron los manifestantes.

Sin embargo, los defensores del modelo concertado insisten en que éste refleja el espíritu empresarial de la cultura vasca.

Región próspera

Durante años el espacio que la prensa internacional le ha dedicado al País Vasco ha sido para hablar de las actividades de Euskadi Ta Askatasuna (ETA, País Vasco y Libertad), un grupo de ideología nacionalista vasca e independentista, designada como organización terrorista tanto por España como por Francia y responsable de la muerte de cientos de personas.

Desde que el 20 de octubre de 2011 ETA anunciara el cese definitivo de su actividad armada, se encuentra inactiva.

Pero tantas noticias de esta naturaleza opacaron otra realidad: la de que el País Vasco es uno de los territorios más prósperos de Europa.

Sólo Luxemburgo y Austria tienen una renta per cápita superior a esta comunidad autónoma.

Guillermo Dorronsoro, el decano de la escuela de negocios y economía de la Universidad de Deusto, de Bilbao, explica que el País Vasco tiene algunos de los factores clave para desarrollar un sistema educativo exitoso.

Guillermo Dorronsoro insiste en que la identidad y el propósito común han sido claves en el desarrollo del modelo educativo vasco.

«Hay un fuerte sentido de identidad», lo que ayuda a crear un propósito común y un compromiso colectivo desde las escuelas, las familias y los políticos, dice.

El también vicepresidente ejecutivo del IK4, una alianza de centros tecnológicos del País Vasco, subraya que por su «historia» -en referencia al franquismo- los vascos tienen la capacidad de movilizarse y generar apoyo público.

«Cuando llegó la democracia todos estos sentimientos -de defensa de la cultura y la lengua vasca- se canalizaron en estas ideas e inversiones», asegura.

Y remarca que, si no hubiera adoptado esta estrategia educativa, el País Vasco estaría en una situación mucho más difícil.

«Propósito compartido»

Bilbao, la mayor ciudad del territorio, es ahora un importante imán turístico, gracias en parte por la espectacular arquitectura del museo Guggenheim.

Pero en su momento fue una ciudad en decadencia, caracterizada por el declive industrial.

El enfoque para regenerar la economía combinó la inversión en proyectos culturales con el apoyo a nuevas industrias relacionadas con la investigación científica.

El museo Guggenheim de Bilbao fue parte de la estrategia para regenerar una ciudad en decadencia tras el declive industrial.

Andreas Schleicher, el director de educación de la OCDE, reconoce que el País Vasco ha apoyado con fuerza en educación.

Pero también hace hincapié que esto ha tenido que ver en parte con la «enorme inversión en el proyecto político para promover la lengua vasca».

De acuerdo a Schleicher, las políticas educativas vascas han tenido como objetivo «diferenciar el País Vasco de otras regiones de España», midiéndose con estándares tanto internacionales como regionales.

Ante esto, Dorronsoro dice que la educación debe vincularse al sentido colectivo de un propósito compartido.

«La educación es una inversión a largo plazo y necesita una identidad», opina.

«Si no sientes que tienes una identidad, no haces el esfuerzo».

Fuente de la Información: https://www.bbc.com/mundo/noticias-36550903

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Right-wing academics feel threatened & censored at UK universities, says think tank demanding change

Europe/United Kingdom/09-08-2020/Author and Source: www.rt.com

Academic freedom in the UK is in peril, with universities increasingly hostile to right-wing views, a new study claims. Complaints about campus bias and ‘cancel culture’ are 10 a penny, but this one carries more weight than most.

“Britain’s universities are world-leading. Yet there is growing concern that academic freedom in these institutions is being undermined.” opens a report

According to the report, one in four social sciences academics would be willing to support a dismissal campaign against a colleague who expresses right-wing views on multiculturalism, imperialism, parenting, or diversity in organizations. Right-leaning professors, outnumbered three to one by their left-wing colleagues, say that the climate in universities is hostile to their views. More than 60 percent of ‘very right’ professors perceive this hostility, compared to only 16 percent of those who identify as ‘very left.’

A third of all right-leaning academics say they’ve refrained from airing their views in teaching and research, compared to 15 percent of left-wingers.

Academics lean further left than the general population. While less than one in ten Britons want increased immigration to the UK, nearly a third of academics support an increased influx. Conversely, while more than half of the population wants immigration lowered, only 16 percent of academics support this policy.

However, the most divisive issue on campus appears to be Brexit. With only 17 percent of academics admitting that they voted leave, these leavers feel that the campus isn’t the place to air their views. In fact, just over half of all respondents said they’d feel comfortable sitting in a meeting or taking lunch with a leave voter. “[I’ve] been told leavers are fascists,” one leave voter who identifies as a “centrist”

Across the board, only three in ten academics think that a leave supporter would be comfortable expressing their views on campus. “I told someone I had voted leave and they called me a racist,” one such supporter said. “I voted leave but was scared to reveal this as my colleagues were so aggressive in their attitude,” another said.

Trans issues are a hot-button topic too, with only 37 percent of respondents saying they’d have lunch with someone who opposes admitting transsexuals to women’s refuge centers.

That a right-leaning think tank would highlight these issues is unsurprising. Opposition to ‘cancel culture’ has grown in recent months, even among prominent leftists. The so-called ‘Harper’s Letter’ is the most high-profile example of this opposition, having been signed by figures like JK Rowling and Noam Chomsky. However, the letter has been criticized for its limp stance, and its vague calls for “open debate.”

The Policy Exchange paper has some more concrete recommendations. It calls for the government to appoint a director for academic freedom to the Office for Students, to investigate violations of freedom of speech, and for violators of this freedom to face civil action. The Office of Students is instructed to fine universities for breaches of academic freedom, and universities are asked to adopt a commitment to freedom, along the lines of the Chicago Principles, signed by 72 universities in the US.

Policy Exchange has succeeded in influencing actual policy before. The government adopted one of its papers on reviving traditional architecture in 2019, and in 2016, the government took on board its advice that military personnel in combat zones be protected from lawsuits for all but the most serious breaches of humanitarian law.

The organization’s latest report has been backed by some prominent public figures. “It does the country no good if our educators, our academics, our scholars and, most importantly, our students feel that they can’t speak or engage without fear of retribution,” former Labour MP Ruth Smeeth wrote in its foreword.

In a statement to the media, Universities Minister Michelle Donelan added: “It is deeply concerning the extent to which students and academics with mainstream views are being silenced and discriminated against in our universities,” promising to “strengthen free speech and academic freedom.”

However, some of the more determined leftists are unlikely to be won over. “The idea that academic freedom is under threat is a myth,” University and College Union Secretary Jo Grady responded in a statement. “The main concern our members express is not with think-tank-inspired bogeymen, but with the current government’s wish to police what can and cannot be taught at university.”

Source and Image: https://www.rt.com/uk/496983-right-wing-professors-censored/

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Alemania: Mascarilla: el requisito para el regreso a clases

Europa/Alemania/09-08-2020/Autor(a) y Fuente: lahora.com.ec

Redacción BERLÍN

Las clases se reanudarán en Alemania de forma escalonada, de acuerdo al calendario escolar diferenciado de cada «Land» -estado federado-.

Pese a la autonomía de decisión que goza cada estado, la ministra de Educación, Anja Karliczek, abogó por el uso de la mascarilla en la escuela.

La cartera de Educación en Alemania reconoce que en muchos recintos escolares no se podrá imponer, a la práctica, la norma de la distancia física. Para hacerlo, deberían «limitarse» las clases presenciales, lo que no es deseable, dijo Karliczek.

Ejemplo capitalino

Las autoridades de la capital alemana han impuesto el uso de la mascarilla en los recintos escolares, tanto para las zonas comunes, como el patio y pasillos. En el interior de las aulas, en cambio, se exime de esa obligación tras asegurarse de que los pupitres guardan la distancia necesaria.EFE

Fuente  e Imagen: https://lahora.com.ec/quito/noticia/1102324226/mascarilla-el-requisito-para-el-regreso-a-clases

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