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En el día del niño traemos seis ideas de propósitos para compartir con la familia

En el día del niño traemos seis ideas de propósitos para compartir con la familia

Los pequeños también pueden enlistar sus metas, hacer este ejercicio puede llegar a comprometerlos aún más para cumplirlos.

Los niños pueden realizar propósitos como parte de una divertida actividad manual.

Usted, como padre de familia, puede que quiera que su hijo o hija se comprometa con una meta o simplemente poder inducirlo a realizar ciertos cambios de una manera fluida y lo menos trastabillada posible. Por ejemplo, que deje de comer tantos dulces e incluya más verduras en su dieta diaria. Por más que esto es también responsabilidad de los adultos, la voluntad que el pequeño ponga es clave por los procesos más pequeños y fáciles, así como para los complejos.

Por ello, una buena alternativa es que los niños escriban propósitos con los que se quieren comprometer por lo que queda del año. Esto podría parecer una actividad para el final o inicio del año, sin embargo, nunca es tarde para tener y encaminar las metas, sobre todo para realizar el primer paso que es fijarlas, y lo podemos hacer en un papel para que no solo quede en una idea.

Aquí le presentaremos seis propósitos guía para que se los pueda plantear a su pequeña o pequeño; pero en esa lista también deberá incluir propósitos que verdaderamente ellos quieran intentar cumplir, mas no que predominen sus deseos como padre. Poco a poco el infante irá desarrollando sus perspectivas y deseos de metas. No olvide que el método de compensación por haber cumplido los propósitos es válido y actúa como motivación para ellos, todo con mesura.

Propósitos para los niños:

1) Enfocarse más en los estudios

Los tiempos han cambiado y la casa es la nueva escuela, por ello, los pequeños pueden perder concentración de manera rápida (también puede ser producto de la falta de motivación). Sin embargo, si su hijo o hija acostumbra a pararse mucho durante las clases y no prestar atención, o no hace las tareas, sentarse y escribir este pr opósito puede ser de gran ayuda.

2) Disfrutar más del tiempo que pasamos con los hermanos

Al pasar más tiempo en casa las peleas entre hermanos podrían incrementar, por ello, convivir en paz y armonía y poner la voluntad en intentarlo es importante.

3) Hacer cosas en casa

Ayudar en casa desde pequeño es parte de la formación. Los pequeños y jóvenes pueden contribuir con tareas del hogar como poner la mesa, barrer, limpiar un anaquel, etc., de acuerdo a la edad y sus capacidades. Así también desarrollarán el sentido de trabajo en equipo, cuando todos los integrantes se repartan funciones.

4) Leer más libros físicos o jugar en el parque

Las nuevas tecnologías han atrapado a los pequeños por las atractivas imágenes y formas de jugar y consumir contenido, pero refrescarse de eso también es importante. Así que leer un buen libro en físico o salir a jugar con los amigos por un rato también es una opción saludable.

5) Aprender a hacer cosas solos

Esto es perfecto para los pequeños que ya se van haciendo mayores. Intentar hacer, por ejemplo, los deberes o un rompecabezas solos les dará autonomía y confianza en sí mismos. También podemos adaptarlo a los más pequeños: ponerse los zapatos, quitarse el abrigo, ir al baño solos.

6) Ser solidario

Hay muchas formas de ser solidario. Podemos ayudar a nuestra vecina a subir la compra a casa, podemos donar juguetes en Navidad y en cualquier otra época del año, podemos ayudar a un niño que se ha caído en el parque, recoger alimentos para los más necesitados o visitar a un familiar en la residencia de ancianos. Aprender a ser solidarios y a hacer cosas buenas por los demás nos ayudará a nosotros mismos a ser mejores personas. (I)

Fuente: https://www.guiainfantil.com

Fuente de la Información: https://www.eluniverso.com/larevista/orientacion/en-el-dia-del-nino-traemos-seis-ideas-de-propositos-para-compartir-con-la-familia-nota/

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¿Extinción de la mente crítica o del diálogo humano?

¿Extinción de la mente crítica o del diálogo humano?

Fuentes: Rebelión

 

http://revistafuturos.noblogs.org

Franco Bifo Berardi anota una cuestión clave de nuestra modernidad: “la extinción de la mente crítica”.[1]

Su sola enunciación nos da la pauta de la trascendencia de su planteo.

Berardi observa con sagacidad y precisión una serie de pautas que ilustran ese proceso de extinción.

Fundamentalmente, registra “la saturación de la atención social” dada por “la velocidad y la intensidad de la infoestimulación” que nos absorbe casi permanentemente.

Mirado etimológicamente, el fenómeno desnuda toda su gravedad: eso que nos absorbe, so pretexto de nutrirnos informacionalmente, nos deja absortos. Y por lo tanto anonadados. Y esa absorción a que somos sometidos capta nuestra mente casi ininterrumpidamente; y es lo que nos elabora ya no sólo absortos sino mentecatos. Porque el origen de esa palabreja es tener la mente captada: mente captus, mente captada. Mentecato.

Imagen y/o palabra

Aun bien diagnosticado el fenómeno, entiendo hay un fallo en el abordaje de Berardi: en todo caso, observa una vía de extinción de la mente crítica, pero entiendo deja a un lado por lo menos otra, no menos importante: la sustitución de la palabra por la imagen en nuestra relación con la realidad (y su insoslayable temporalidad). Sustitución o desplazamiento que implica la presentización de nuestra relación con el mundo.

Cuando sobreviene el auge de la imagen, a mediados del s XX, había un motto que abonaba esa expansión formidable de lo comunicacional: “una imagen vale, otorga el conocimiento vivencial, más que mil palabras”.

Y es cierto. Lo que obviábamos entonces es que una palabra, la palabra, también puede brindarnos mil imágenes, enriquecer nuestro interior, mediante asociaciones, derivaciones. A diferencia de la imagen que nos impacta y a menudo nos deja “sin palabras”, la palabra no nos da la imagen sino que nos permite a nosotros “hacerla”; véase por ejemplo, esta frasecita (atribuida a Eduardo Galeano): “La realidad imita a la tele.” Todo el mundo que se abre a nuestro discurrir…

Una buena verificación de la elaboración de imágenes desde la palabra nos la da la lectura de, por ejemplo, una novela que, después de nuestra lectura, se pasa al cine y alcanzamos a ver dicha versión. Vemos entonces  cómo habíamos hecho “la película” antes, en nuestro interior; a menudo mucho más rica y variada que la confección cinematográfica.

La palabra, entonces, despierta nuestras reflexiones y consiguientes imágenes, y en los mejores casos, nos embarca en nuevas búsquedas. Abre nuestras mentes.

La imagen tiene todo el atractivo de lo visual, y por eso mismo no necesita tanto de la palabra como de la emoción desnuda. Es más elemental. Tiene enorme carga emocional, evocativa.

La palabra, en cambio, es la que caracteriza nuestra humanidad. Somos humanos porque tenemos la palabra. La imagen es algo compartido con buena parte del mundo animal.

Pero los animales viven en el puro presente porque la temporalidad, hasta donde sabemos, les es ajena, al menos relativamente ajena. Los animales que llamamos “superiores” tienen por ejemplo pasado, porque es lo que revela el ejercicio de la memoria, tan presente. Que revela su experiencia.

Pero nuestra temporalidad; pasado, presente, futuro, es algo específicamente humano. Que podemos plasmar en imagen y en palabra.

Esas dimensiones temporales, totalmente asimétricas, –por cuanto lo pasado ya no existe y lo futuro, precisamente por su condición futura, tampoco existe y por lo tanto es totalmente inasible– no nos permiten ninguna norma o ardid de simetría.

La palabra apenas si nos permite acercarnos (a lo más, asintóticamente) al pasado y, respecto de lo futuro, ni siquiera eso; ni acercarnos (salvo mediante el viejo oficio –tan atractivo– de adivinar, intuir, apostar, y en general, errar).

Berardi se concentra en el muy real fenómeno de la saturación informativa y cómo eso nos dificulta la capacidad crítica mediante el anegamiento de nuestra conciencia.

La invasión de la imagen, opera, a mi modo de ver, como otro fuerte distractor, y encierra, además, un peligro todavía mayor, porque de algún modo establece otro camino de intelección cargado emocionalmente pero empobrecido en palabras, en conceptos.

Y ante el problema que plantea Berardi como principal; “la descomposición de la mente crítica, cuyos efectos incluyen la credulidad entre las muchedumbres y la agresividad autoconfirmatoria de la multitud”, la descomposición del discurso  y su sustitución por la imagen, constituyen elementos a tener muy en cuenta.

Porque está comprobado que la falta de palabras genera una enorme frustración e irritación, y veo, precisamente en lo que Berardi califica “agresividad autoconfirmatoria de la multitud” una debilidad o ausencia de la palabra, del discurso. Debilidad o ausencia de cierta abstracción, inevitable ”cuando nos faltan las palabras”.[2]

Fiebre de chequeado, verificado, comprobado

Berardi lidia en su artículo con otro fenómeno actualmente insoslayable; la proliferación de las fake news.

Y es muy escéptico ante la tarea de crear guardias o aduana conceptuales de “lo verdadero”. Coincidimos con su escaso entusiasmo ante la idea policial de preservación de la verdad, aunque no compartamos la irrelevancia que le atribuye a la verdad. De cualquier modo, no necesitamos guardias sino criterios.

La preeminencia de la imagen nos plantea otra dificultad. Relacionada con una crisis del diálogo.

El diálogo es condición sine qua non de toda posibilidad crítica.

Entendemos que la extinción de la mente crítica puede estar muy relacionada, también, con una crisis del diálogo.

Innegable el proceso de tecnologización galopante de nuestras sociedades. Con distintos ritmos e intensidades, en el mundo entero.

Este proceso coincide, se solapa o se expresa de diversos modos; modernización, automación, miniaturización, computarización, entre otros.

La crisis a que me refiero sobreviene lentamente, de manera no expresa, incluso como si se tratara de ventajas y mejoras en la comunicación humana, generalmente esgrimidas sobre la base de ventajas que se ofrecen al usuario, al particular, al comprador, al consumidor, al cliente.

Examinemos una de estas manifestaciones. Las empresas buscan siempre abaratar costos. Factor que suele tener preeminencia sobre otras consideraciones.

Telefonista versus cinta grabada

El complejísimo mundo de las comunicaciones telefónicas, increíblemente expandido en las últimas décadas, estuvo basado hasta hace pocas décadas, en una red de teléfonos, internos y derivados, atendidos por equipos de telefonistas.

En el mundo empresario, el cliente llamaba a un número; el telefonista lo derivaba a la sección respectiva.

Tecnologización mediante, se fueron instalando centrales o centralitas telefónicas que respondían sin voz humana, con programas de opciones. Con enorme abundancia informativa sobre una serie de puntos a aspectos totalmente ajenos e irrelevantes para quien ha intentado el contacto telefónico.

Un ejemplo prístino de “la sociedad del cansancio” del filósofo coreano Byung-Chul Han: uno tiene que gastar su tiempo escuchando opciones que de nada le sirven; una fluidez extraordinaria no garantiza movimiento real.

La oferta de opciones frente al intento de comunicación telefónica con el mundo empresario puede llevar minutos, cuartos de hora que, tratándose de llamadas internacionales pueden ser además muy onerosas para el particular. Todo ese esfuerzo  y tiempo aplicado por el cliente, el particular, el paciente  –que se ahorra la empresa– tiene un costo psíquico, no sólo material. Muy a menudo el menú ofrecido no satisface al demandante, quien en todo caso, deberá repetir la intentona comunicacional para ver con qué se queda. Porque se trata de aceptar lo que se le ofrece. Cuando uno repasa las 6, 7 u 8 opciones brindadas, a veces con habilidad logra la opción de hablar con una voz humana, y en ese caso es probable que la demora se agigante y deba prepararse psíquicamente para oír que hay 16 personas antes que él o que la demora estimada es de 35 minutos…

El mundo empresario, cada vez más atrincherado ha ido sustituyendo cualquier relación más o menos espontánea por una relación de poder.

Basado en términos comunicacionales, que procuran funcionalizar las relaciones, pero que afectan el estado anímico de los particulares, de aquellos que todavía responden con su humanidad.

Desigual, el presunto diálogo entre el particular y el robot, la cinta grabada o el dispositivo electrónico movido con algoritmos.

Los presupuestos comunicacionales de las cintas grabadas y del lenguaje-e reposan en que la intercomunicación se puede hacer con exactitud. Pero la comunicación humana no es una ciencia exacta. Por eso, por ejemplo, no existen, prácticamente sinónimos, al menos totales, totalmente equivalentes, en las lenguas que hablamos los humanos.

El lenguaje, como entidad intercomunicadora, es como un trabajo de orfebrería, se puede siempre pulir y tallar, para apenas aproximarnos. A diferencia de la comunicación electrónica, que busca, y expresa, la exactitud.

Atender a la clientela de las empresas mediante un contestador automático, con sus opciones, revela el desprecio del diseñador por el alma humana (y por los tiempos de los humanos, objeto de las empresas), frustrada en un porcentaje de casos y situaciones.

No en la mayoría, ciertamente, si el contestador automático ha sido medianamente bien programado: Podrá responder, con efectividad al 60% o al 85% o, pongamos, al 92 % de las consultas. Pero “cansará” a unos cuantos.

¿Por qué este afán tecnocratizador?

Para tener todo (cada vez más) bajo control. Para que todo lo que los humanos podamos hacer, resulte cognoscible y por lo tanto, predecible.

La erección de tales centros comunicacionales implica, aunque no se lo diga expresamente, erradicar toda comunicación no computarizable, es decir, ajena al control.

¿Qué control? El establecido por la creciente red de algoritmos, registros, opciones que ofrecen los sistemas cibernéticos para que nos movamos en una suerte de parque zoológico humano, al decir de Peter Sloterdijk.[3]

El “todo bajo control” de nuestra era cibernética deja como proyecto rudimentario un diseño como el 1984 de George Orwell.

A la vez, los gigantes GAFA,[4] titulares de las conexiones neurales de nuestro novel “cuerpo social”, han generado, con la tecnologización galopante, un negocio de dimensiones jamás entrevistas. Y una adhesión incondicional de todas las redes y los individuos que creen a pie juntillas en el poder establecido o se sienten gananciosos con ello.

Con lo cual, en última instancia, el interés crematístico y el político recaen en el mismo núcleo de poder.

Debilitamiento del  diálogo humano,  saturación progresiva de la mente crítica,  los seres humanos vamos teniendo que enfrentar  modos cada vez más complejos de dominio, cada vez más alejados de lo que tradicionalmente se había considerado el poder sobre mentes y pueblos.

El sistema de la hipermodernidad cibernética sin límites ni fronteras nos ofrece todas las ventajas, todos los placeres,  todas las oportunidades como nunca antes.

Los motores de nuestra hipertecnologizada sociedad pasan por la velocidad, el traslado, el goce. Y el desvanecimiento  de toda idea de opresión, injusticia, y rebeldías consiguientes.

La cuestión es, apenas, si a la vuelta inesperada de alguna esquina, nos toparemos con la realidad de nuestra heteronomía, cansancio, saturación, y una ya inocultable contaminación generalizada, extinguida nuestra capacidad crítica, como denunciara Franco Berardi.


[1]   “La extinción de la mente crítica”, Caja Negra, Difundido desde PostaPorteña, no. 2200, 24 abr. 2021.

[2]  Hay ejemplos dramáticos de cómo la escasez o falta de vocabulario genera irritación, frustración y de allí la violencia está a un paso: los niños que procesan una muy baja instrucción y educación, y llegan a la adolescencia con escaso vocabulario; por ejemplo, analfabetos en una sociedad alfabetizada, sufren un doble impulso a la delincuencia: carecen de las herramientas intelectuales básicas para las tareas “normales” de una sociedad y el recurso del robo se les hace casi único modo de sobrevivencia.

Y los extranjeros habitando un país con idioma desconocido, quedan mudos ante observaciones o reconvenciones de la sociedad que viven, y las sufren en un idioma que no entienden; eso, despierta enorme frustración  y agresividad.

[3]   Normas para el parque humano, Ediciones Siruela, Madrid, 2000.

[4]   “Google, Apple, Facebook y Amazon: cómo funciona el ‘grupo GAFA’». https:// www.bbc.com, 6 jun 2019.

Fuente de la Información: https://rebelion.org/extincion-de-la-mente-critica-o-del-dialogo-humano/
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Mundo: Cómo un estilo de vida saludable, puede aumentar su inteligencia

Cómo un estilo de vida saludable, puede aumentar su inteligencia

Sin que la mayoría de la gente lo sepa, la inteligencia se presenta en dos formas diferentes. Hay inteligencia cristalizada que es información almacenada y crece a medida que envejece. La segunda forma es la inteligencia fluida, que alcanza su punto máximo en la edad adulta temprana y luego declina lentamente con el tiempo. Los psicólogos han descubierto recientemente que la inteligencia fluida se puede mejorar, ¡así que hay esperanza! Llevar un estilo de vida saludable es clave para mantener su inteligencia fluida y mantener su coeficiente intelectual. Aquí están las 10 mejores formas saludables de aumentar su coeficiente intelectual:

Sea más activo

Participar en solo 30 minutos de ejercicio cada día muestra una correlación positiva con una mejor salud física y mental. Mantener su cuerpo sano es necesario para desarrollar una mejor inteligencia. El ejercicio aumenta el flujo de sangre, glucosa y oxígeno al cerebro, lo que ayuda con el crecimiento de nuevas células cerebrales y aumenta las conexiones entre las células cerebrales, todo lo cual ayuda a aumentar su coeficiente intelectual.

Duerma lo suficiente

Junto con el resto de sus órganos, el cerebro trabaja las 24 horas del día, los 7 días de la semana, trabajando tan duro cuando está dormido como cuando está despierto. Dormir es cuando el cerebro consolida todo el aprendizaje que tuvo lugar ese día. Perder el sueño disminuye los beneficios de su experiencia de aprendizaje ese día y disminuye su capacidad para aprender y comprender material nuevo al día siguiente. Para tener las capacidades cognitivas máximas, necesita entre 7 y 9 horas de sueño cada noche.

Coma más omega-3

La carne magra y el pescado están llenos de creatina, lo que ayuda a aumentar la memoria y la inteligencia. Los frutos secos y el pescado azul, como el arenque, el salmón y la trucha, están llenos de ácidos grasos omega-3 que mejoran la memoria y la función cerebral. Estas proteínas aumentan la producción de neurotransmisores que aumentan el estado de alerta mental y el coeficiente intelectual.

Deje de fumar

Este es el primer paso para mantener y mejorar la salud general del cerebro. Las personas que fuman dos paquetes al día tienen el doble de probabilidades de desarrollar demencia en comparación con las que no fuman . Las personas que fuman pero luego deciden dejar de fumar no tienen mayor riesgo de demencia y tienen una actividad cerebral normal. Fumar disminuye en gran medida su coeficiente intelectual y conduce a innumerables problemas de salud.

Consuma alimentos ricos en antioxidantes

Existen numerosos alimentos saludables que son excelentes para mantener la salud del cerebro. Las investigaciones muestran que seguir una dieta saludable aumenta el coeficiente intelectual. Reducir la cantidad de alimentos procesados, bocadillos azucarados y comida rápida que consume aumentará la salud del cerebro. Si está buscando elevar su coeficiente intelectual, concéntrese en agregar alimentos con alto contenido de aminoácidos, antioxidantes y ácidos grasos omega-3. Los estudios también han demostrado que los productos orgánicos tienen un mayor contenido de antioxidantes.

Beba alcohol con moderación

Siguiendo el viejo dicho “todo con moderación”, el alcohol sigue su ejemplo, promoviendo la salud y la longevidad. Los estudios han demostrado que los ancianos que beben alcohol con moderación pueden disminuir su riesgo de desarrollar demencia en un 60%. Beber cantidades excesivas de alcohol reduce los niveles de coeficiente intelectual, así que sea inteligente y solo beba con moderación.

Sea social

Centrarse en construir y mantener buenas relaciones ayuda a desarrollar su memoria transactiva. Cuanto más diverso sea su grupo social, más continuamente se verá desafiado a pensar en nuevas formas y ser creativo. Socializar te ayuda a obtener nuevas perspectivas y mantiene tu mente abierta, mejorando la actividad sináptica del cerebro y elevando tu coeficiente intelectual.

Continúe su educación

Las investigaciones han demostrado que por cada año escolar que se completa, su coeficiente intelectual aumenta un promedio de 3.5 puntos. Incluso si está graduado, continuar sus estudios no significa que tenga que volver a la escuela. ¡Buscar nuevas oportunidades de aprendizaje y exponerse a nueva información aumentará su coeficiente intelectual de todos modos!

Leer y hacer acertijos

Mantener un alto nivel de actividad mental es clave para mantener su cerebro sano. Los estudios han demostrado que puede aumentar el coeficiente intelectual de su hijo simplemente leyéndoles interactivamente durante la semana. Leer solo 30 minutos al día aumenta tu inteligencia y hacer acertijos es una forma divertida de relajarte y poner a prueba tus habilidades.

Viaja más

Los estudios muestran que las personas que viajan experimentan un 75% más de estimulación cerebral que las que no lo hacen. Viajar aumenta su creatividad y puede estimular su memoria, especialmente si viaja a un país donde se habla un idioma diferente. Aprender un nuevo idioma es una excelente manera de aumentar tu inteligencia. Viajar le ayuda a desarrollar su sentido de la realidad y a aumentar su comprensión de las diferentes culturas.

Por HealthFitness Revolution. Artículo en inglés

Fuente de la Información: https://www.ecoportal.net/salud/saludable-aumentar-su-inteligencia/

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The fastest ways aviation could cut emissions

The fastest ways aviation could cut emissions
From switching the fuel they use to changing flight plans so they produce fewer contrails, airlines are searching for ways to cut their impact on the climate.

Aircrafts use an incredible amount of fuel. A Boeing 747-400 jumbo jet carries 63,000 gallons (240,000 litres) of jet fuel, equal to about a 10th of an Olympic sized swimming pool, and burns through it at a rate of 4 litres (0.9 gallons) per second.

This is why flying individuals, or goods, around the world is so very energy intensive – and so terrible for the climate. Just one flight can emit as much CO2 as many people do in a year, and the number of flights globally is expected to grow at an alarming pace over the coming decades.

Compared to other sectors, aviation is a relatively small contributor to global greenhouse emissions, but it is also one of the fastest growing. Between 2000 and 2019, there was a 5% average rise in flights per year; by 2019, it accounted for 2.5% of the world’s CO2 emissions.

With Covid-19, flights and passenger numbers plummeted, but the number of people flying is expected to return to 2019 levels within a few years and continue to grow. All this means that we need to start doing far more on aviation emissions, and fast. But bar gradually rising efficiency in planes, little progress has been made so far on how to actually decarbonise aeroplanes.

Everything, even if it’s more into the future, needs to start today and we need to do it swiftly – Maarten van Dijk

If the world hopes to limit global warming by meeting the ambitious cuts in carbon emissions set out in the Paris Agreement on climate change, aviation will need to move away from fossil fuels completely in the long term. Companies like Airbus have grand plans to develop hydrogen planes within 15 years, for example, but what can be done in the shorter term to curb the aviation industry’s impact on the climate? Can we find alternative fuels to burn in our aircraft or even change the way aircraft fly so they are kinder to the planet?

Switch the fuel

In 2010,  a venture founded by Dutch airline KLM and several other partners began one of the first efforts to develop more climate-friendly alternatives to conventional kerosene.

Little was known at the time about how to do this, says Maarten van Dijk, one of the three and managing director of SkyNRG. «But we knew that whatever happened, someone needed to get the fuel and get it into an aircraft and sell it. So that’s what we started focusing on.»

The numbers of flights and passengers is set to rise considerably in the coming years, increasing pressure for action to make aviation sustainable (Credit: Getty Images)

The numbers of flights and passengers is set to rise considerably in the coming years, increasing pressure for action to make aviation sustainable (Credit: Getty Images)

Eleven years on and SkyNRG is one of a handful of companies supplying «advanced waste» biofuels to airlines. These fuels are made from recycled waste such as used cooking oil, industrial waste and agricultural and forestry residues.

But industry-wide, the production of alternative fuels remains miniscule. The problem is that it takes time, investment and technology – as well as a strong policy push – to swap out a fuel as ubiquitous as kerosene. A recent paper from the International Council on Clean Transportation (ICCT) found that at most 5.5% of aviation fuel in the EU could come from sustainable sources by 2030, largely from advanced waste biofuels.

Alongside advanced waste biofuel, the other main short-term sustainable alternative to fossil jet fuel is synthetic fuel made using electrochemical reactions between water and captured carbon.

Known together as sustainable aviation fuels (SAFs), these have similar chemistry to conventional jet fuel, and can be blended with fossil fuels and used on conventional planes without needing any new onboard technology. Some are already certified for use in aircrafts up to a 50:50 blend with fossil jet fuel. But the reduction in emissions each of these sustainable fuels offer compared with fossil jet fuel varies depending on how they are made and sourced.

In 2019, 13 million gallons (50 million litres) of SAFs were used in flights, just 0.01% of global aviation fuel, meaning the industry missed a goal set in 2010 to reach 6% use by 2020. Several EU countries have already set blending mandates for SAFs: the Netherlands, for example, has said 14% of its aviation fuel must be sustainable by 2030.

The reason so little is currently used is that these fuels are both expensive and have very limited supply. The vast majority of sustainable fuels used in aviation today come from advanced waste biofuels, but there is demand for this from other sources such as cars, trucks and ships. And as countries aim to establish more sustainable economies, making biofuels in this way could become more difficult.

Concept design aircraft aim to shift flying to hydrogen power, but the technology to make that happen is decades in the pipeline (Credit: Airbus)

Concept design aircraft aim to shift flying to hydrogen power, but the technology to make that happen is decades in the pipeline (Credit: Airbus)

«There are competing uses for it and not a lot of availability, because who knows, in 2030, how much waste we will actually produce,» says Jo Dardenne, manager of aviation at the Brussels-based non-profit Transport and Environment (T&E). «We’re moving towards a more circular economy.»

T&E has warned against setting targets for clean aviation fuels too high, due to concerns over a lack of sustainable options in the short term. They warn that pushing the aviation industry to use more biofuels before reliable sources are in place could lead airlines to switch to low quality, unsustainable food-based biofuels – such as those made from palm oil and linked to deforestation.

Electrofuels

Synthetic fuels, on the other hand, have more potential to be scaled up. But there is almost no production right now. In order to be truly low carbon, these fuels also need to fit a strict sustainability criteria, made using clean electricity as well as a source of carbon captured from the atmosphere in the first place.

The first flight using sustainable e-kerosene only took place this year – and even this only used 5% of it in its fuel mix. «The big problem is that at the moment, it’s about three times the cost of kerosene,» says Chris Lyle, chief executive of the Air Transport Economics consultancy. When scaling up, this becomes a significant issue.

The ICCT paper sees only a small amount of synthetic fuels being used in aeroplanes by 2030, just 0.2% of the total 5.5% of SAFs it says could be used in the EU by 2030.

Further into the future, planes could be powered entirely on hydrogen or batteries. Airbus already has plans to develop the world’s first hydrogen commercial aircraft by 2035. But powering long haul flights with either of these technologies will be tricky.

SAFs have got off to a slow start, with the first flights to use the fuels, mixed with conventional fuel, only lifting off in 2021 (Credit: Getty Images)

SAFs have got off to a slow start, with the first flights to use the fuels, mixed with conventional fuel, only lifting off in 2021 (Credit: Getty Images)

«We think that there’s a role for them and breakthrough aircraft should be incentivised and innovation should help the sector decarbonise,» says Dardenne. «But we are quite sceptical of the timeframe and the costs of developing these aeroplanes.»

More efficient planes

All this means that other measures will be needed for the aviation industry to put a serious dent in its emissions in the next decade.

«Everything, even if it’s more into the future, needs to start today and we need to do it swiftly,» says van Dijk. «And then everything that’s left on the fossil fuel side needs to be replaced with sustainable [fuel].»

To date, the industry has made most progress on efficiency gains in planes, with new aircrafts today around 85% more efficient than those entering service in the 1960s, and the UN’s aviation agency aims to achieve 2% improvement in fuel efficiency a year up to 2050.

But growth in flights has so far strongly outpaced these efficiency gains, and the industry’s long-term projections for growth would see this continue. «Even if it’s a new generation of aircraft that are more efficient, if you add to the fleet in order to grow and you still burn kerosene, then you’re going to increase your emissions overall,» says Dardenne.

Flight routes

Flights today are largely optimised on a cost basis, but optimising them for CO2 levels could shave off further emissions. Technology can support this: airlines such as AirFrance and Norwegian Airlines have signed up to use Sky Breathe, an AI technology which analyses flight operations to reduce fuel consumption.

But there is also another way that adjusting flight routes could cut aviation’s climate impact: avoiding the conditions for making contrails.

As well as it’s CO2 impact, aviation also has a significant non-CO2 climate impact. A recent analysis for the EU Commission found these emissions may double or even triple the climate impacts of aviation compared with CO2 alone.

Some changes don't require significant technological breakthroughs to happen, such as prioritising carbon emissions when planning routes (Credit: Getty Images)

Some changes don’t require significant technological breakthroughs to happen, such as prioritising carbon emissions when planning routes (Credit: Getty Images)

They include particles, nitrogen oxides and sulphates, but their largest climate component is through the production of contrails, which in some conditions can spread out and persist over long periods of time, says Marc Stettler, a lecturer on transport and the environment at Imperial College London. «Essentially these contrails can alter the balance of radiation entering and leaving the Earth,» says Stettler.

But not all flights create contrails to the same extent: they form largely in humid and cold atmospheric conditions. A 2020 study modelling the Japanese airspace co-authored by Stettler found that just 2% of flights contributed to 80% of the contrail warming effect.

The study showed for the first time just how few flights make more contrails, says Stettler, and indicates that relatively simple changes to altitude to these few flights could vastly reduce this climate impact. «That’s something that we think that could be done easily within the next decade.»

An ongoing trial by the EU’s aviation authority, Eurocontrol and the German Aerospace Institute is already testing the feasibility of avoiding contrails using operational methods. «I can envisage some future where in the flight planning process of deciding exactly what the route should be, it accounts for fuel consumption, as it does already today, but it also accounts for the potential to form contrails,» says Stettler.

It’s worth noting that, even in a case where all kerosene is replaced with SAFs, contrails will still be a climate issue for planes.

Policy measures

The above measures can go some way to reducing the climate impact per flight, but industry roadmaps tend to show aviation emissions in 2030 as higher than 2019 levels even including these measures due to the expected growth in overall flights.

«Fundamentally, we have to face the fact that up until 2030, there are only a very limited number of options to cut aviation emissions,» says Dardenne.

Stronger policies could push a larger dent in emissions in the next decade. So far, the major global policy to address aviation emissions has been an offsetting scheme developed by the UN aviation agency ICAO. However, the scheme has long been slammed as inadequate by campaigners, who criticise its failure to incentivise airlines to cut their own emissions by instead allowing them to buy cheap offsets, and only for only applying to emissions above 2019 and 2020 levels. Last year the body changed this joint baseline year to 2019 due to the collapse of international air traffic in 2020. Since the scheme only promised to offset emissions above the baseline year, this means even offsetting will be non-existent until flight levels return to above 2019 levels.

With emissions from aviation set to rise, there are plenty of ways to become more efficient even before fossil fuels are phased out (Credit: Getty Images)

With emissions from aviation set to rise, there are plenty of ways to become more efficient even before fossil fuels are phased out (Credit: Getty Images)

«With the decision to base it on 2019, instead of the average of 2019 and 2020, it will not have any impact at all, for about five years now,» says Lyle, who is also a former official responsible for the environment at ICAO. Lyle believes international aviation should instead be added to the UN climate pledges of states under the Paris Agreement.

Other policies could also reduce demand for flying. Climate action group Possible is pushing for a frequent flier levy, which would see everyone get one tax-free return flight each year but add a gradually rising tax on any subsequent flights, a policy which proved popular at the UK’s citizen climate assembly last year. Others are calling for an end to the current tax exemption for kerosene.

Countries such as Austria and France have also made moves to curb short haul flights on routes where there is a rail connection.

Others consider even stronger policies are needed. «In all honesty, there’s one silver bullet to solve this all: we should simply say, ‘Stop getting that stuff out of the ground,'» says van Dijk. «You need one policy: cap fossil fuel. Just cap it and start reducing it.»

The emissions from travel it took to report this story were 0kg CO2. The digital emissions from this story are an estimated 1.2g to 3.6g CO2 per page view. Find out more about how we calculated this figure here.

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Fuente de la Información: https://www.bbc.com/future/article/20210525-how-aviation-is-reducing-its-climate-emissions

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Mundo: Relatoría del Seminario “Moderación de contenidos y protección de la libertad de expresión en redes sociales”

Mundo/28-05-2021/Autor(a) y Fuente: es.unesco.org

La Oficina de la UNESCO en México presenta la relatoría de este ejercicio organizado en conjunto con el OBSERVACOM.

El pasado 3 de mayo, las y los periodistas y otras partes interesadas de los medios de comunicación que participaron en la Conferencia Mundial de la Libertad de Prensa organizada por la UNESCO y el Gobierno de Namibia para conmemorar el Día Mundial de la Libertad de Prensa, hicieron un llamado a que se tomen medidas urgentes para contrarrestar las amenazas que están debilitando a los medios de comunicación independientes y locales de todo el mundo.

Debido a la preocupación que existe ante la creciente proliferación, a través de sistemas humanos y automatizados, de contenido digital potencialmente dañino, incluida la desinformación y la incitación al odio que socava los derechos de las personas y la calidad del debate público colectivo, otro de los resultados de la Conferencia titulada “La información como un bien público» fue la solicitud a los gobiernos de impulsar una mayor transparencia de las empresas de redes sociales y responsabilidad sobre cómo utilizan su poder de control.

En esta conferencia, la UNESCO presentó el informe titulado Dejar entrar al sol: Transparencia y rendición de cuentas en la era digital (Letting the Sun Shine In: Transparency and Accountability in the Digital Age), que incluye una selección de principios de alto nivel para mejorar la transparencia de las plataformas de Internet y se presenta como una tercera vía entre la sobrerregulación estatal del contenido (que derivó en restricciones desproporcionadas de los derechos humanos y un enfoque de laissez-faire y que falló en el manejo eficaz de contenido problemático, como la incitación al odio y la desinformación).

En ese contexto, la Oficina en México de la UNESCO en México y el OBSERVACOM presentan la relatoría del seminario “Moderación de contenidos y protección de la libertad de expresión en redes sociales”, celebrado en el país el 12 y el 24 de marzo del 2021 entre diversas partes interesadas: gobierno, academia, organizaciones de la sociedad civil, instancia de regulación y usuarios.

Este relato sistematiza los puntos de coincidencia y de controversia en torno a las propuestas de política pública y legislación que se han presentado en el país, y detona preguntas sobre la profundidad y alcance que, en caso de implementarse, estos mecanismos, regulaciones y procesos, deberían contemplar. Además, sintetiza los distintos marcos de referencia nacionales, regionales e internacionales, a tomar en cuenta en el diseño de cualquier acción que se construya alrededor de la libertad de expresión, el acceso a la información y la transparencia en línea y fuera de línea.

Dada la amplitud y la complejidad del debate, se evidenció la necesidad de diseñar un plan de acción y un calendario de trabajos para la construcción de mecanismos de moderación certeros, confiables y transparentes, que impulsen la construcción de una ciudadanía mejor informada, pluralista y diversa, y un ambiente que promueva el diálogo y el debate pacífico entre las personas.

La recuperación mundial ante los retos sociales, económicos, ambientales y humanos, impuestos por la pandemia de COVID-19, exige identificar las condiciones necesarias para que las comunicaciones favorezcan el desarrollo sostenible, el acceso público a la información y las libertades fundamentales. En conjunto, el informe Dejar entrar al sol: Transparencia y rendición de cuentas en la era digital, y la relatoría del ejercicio mexicano que reunió a múltiples voces expertas en la materia, constituyen un insumo fundamental para orientar la toma de decisiones en México.

Ese es el objetivo.

Relatoría Seminario Moderación de Contenidos en Internet  ( 813.56 KB)Descargar

Fuente: https://es.unesco.org/news/relatoria-del-seminario-moderacion-contenidos-y-proteccion-libertad-expresion-redes-sociales

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Mundo: Es necesario apoyar a los educadores de manera que puedan contribuir a forjar un mejor futuro del trabajo, dice la OIT

Mundo/28-05-2021/Autor(a) y Fuente: www.ilo.org

Los trabajadores de la educación precisan de un mayor apoyo si han de proporcionar el aprendizaje adicional necesario para construir una recuperación de la pandemia más sostenible y resiliente.

© Phil Roeder

GINEBRA (OIT Noticias) – Existe la necesidad urgente de invertir en la educación, en la formación y en el trabajo decente para los trabajadores de la educación de manera que puedan contribuir con la recuperación post COVID-19, puso de manifiesto la Reunión técnica sobre el futuro del trabajo en el sector educativo de la OIT .

El aprendizaje permanente eficaz y una educación de calidad para todos son esenciales para un futuro del trabajo mejor. Si los educadores, los formadores y el personal de apoyo han de satisfacer esta necesidad y preparar el camino para los desafíos del futuro, será necesario que dominen las nuevas tecnologías y técnicas de enseñanza, comprendan la demanda de competencias del mercado laboral y reciban el apoyo para hacer frente a sus nuevas responsabilidades.

“El futuro va a requerir inversiones en la educación y en las competencias, y necesitamos maestros y trabajadores de la educación motivados y que cuenten con un buen apoyo de manera que puedan preparar a los alumnos para la vida y el trabajo”, declaró Chad Blackman, Embajador de Barbados y Presidente de la reunión que congregó a gobiernos y organizaciones de empleadores y de trabajadores de todas las regiones.

La pandemia de COVID-19 ha representado un gran desafío para los educadores. La reunión puso de manifiesto la rapidez de los cambios que están teniendo lugar, en particular el uso masivo de la tecnología. Estos cambios, además de las funciones y responsabilidades adicionales, están revolucionando los empleos de los docentes, los administradores y el personal de apoyo de la educación.

El futuro va a requerir inversiones en la educación y en las competencias, y necesitamos maestros y trabajadores de la educación motivados y que cuenten con un buen apoyo de manera que puedan preparar a los alumnos para la vida y el trabajo.»

Chad Blackman, Embajador de Barbados y Presidente de la reunión

Otro desafío es poner en relación el mundo de la educación con las necesidades de los empleadores e invertir en la educación y la capacitación técnica y profesional.

“Garantizar que la educación y los sistemas de formación respondan a las necesidades de los mercados de trabajo es una prioridad absoluta”, explicó Santiago García Gutiérrez, vicepresidente empleador. “Existe la necesidad urgente de poner en contacto el sector privado con la educación y la formación a fin de proveer recursos y experiencia, y dotar a los alumnos con las competencias que requieren los empleadores”.

Los problemas que afectan las condiciones de trabajo de los educadores deben ser abordados, y la mejor manera de hacerlo es a través del diálogo social, destacaron los participantes a la reunión técnica.

“El diálogo social es fundamental para promover el trabajo decente, lo cual incluye estabilidad laboral, los salarios adecuados, el bienestar, la gestión de la carga de trabajo, las políticas educativas y la autonomía profesional”, señaló el vicepresidente trabajador, Jelmer Evers. “Las conclusiones de la reunión incluyen además disposiciones para la negociación colectiva sobre el uso de la inteligencia artificial y del aprendizaje automático, la protección de los datos y la privacidad, que serán importantes para garantizar que los educadores tengan una voz en los numerosos cambios que están configurando la educación”.

La reunión adoptó unas conclusiones que otorgan a los gobiernos, los empleadores y los trabajadores un fuerte mandato para invertir en la educación y la formación de calidad, así como en el trabajo decente para los educadores. Los participantes pusieron de manifiesto que la educación es un derecho humano, un bien y público y una responsabilidad pública, y no una mercancía. La reunión destacó además que el sector privado tiene un papel que desempeñar en el suministro de una educación de calidad.

“La adopción de estas conclusiones es muy importante”, declaró el vicepresidente gubernamental, el Embajador Mahlet Hailu Guadey de Etiopía. ¨Los educadores y el personal docente son los elementos fundamentales de los sistemas de educación de calidad. Ofrecerles trabajo decente es esencial para garantizar una educación de calidad”.

Fuente e Imagen: https://www.ilo.org/global/about-the-ilo/newsroom/news/WCMS_794442/lang–es/index.htm
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Mundo: Los hongos que matan a 1,6 millones de personas cada año

Los hongos que matan a 1,6 millones de personas cada año

Hongos, mohos y levaduras, son patógenos que matan a 1,6 millones de personas cada año, y tenemos pocas defensas contra ellos

Era la cuarta semana de junio de 2020, y la mitad de la segunda ola de la pandemia de COVID en los EE.UU. Los casos habían superado los 2,4 millones; las muertes por el nuevo coronavirus se acercaban a 125.000. En la oficina de su casa en Atlanta, Tom Chiller levantó la vista de sus correos electrónicos y se pasó las manos por la cara y la cabeza afeitada.

Chiller es médico y epidemiólogo y, en tiempos normales, jefe de sucursal de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU., A cargo de la sección que monitorea las amenazas para la salud de hongos como mohos y levaduras. Había dejado de lado esa especialidad en marzo cuando EE. UU. Comenzó a reconocer el tamaño de la amenaza del nuevo virus, cuando la ciudad de Nueva York se cerró y los CDC le dijeron a casi todos sus miles de empleados que trabajaran desde casa. Desde entonces, Chiller había sido parte del frustrante y frustrado esfuerzo de la agencia de salud pública contra COVID. Sus empleados habían estado trabajando con los departamentos de salud estatales, controlando los informes de casos y muertes y lo que las jurisdicciones debían hacer para mantenerse a salvo.

Encogiéndose de hombros por el cansancio, Chiller volvió a concentrarse en su bandeja de entrada. Enterrado en él había un boletín enviado por uno de sus empleados que lo hizo sentarse y apretar los dientes. Los hospitales cerca de Los Ángeles que estaban manejando una avalancha de COVID informaron un nuevo problema: algunos de sus pacientes habían desarrollado infecciones adicionales, con un hongo llamado Candida auris. El estado se había puesto en alerta máxima.

Chiller sabía todo sobre C. auris, posiblemente más que nadie en los Estados Unidos. Casi exactamente cuatro años antes, él y los CDC habían enviado un boletín urgente a los hospitales, diciéndoles que estuvieran atentos. El hongo aún no había aparecido en los EE. UU., Pero Chiller había estado charlando con compañeros en otros países y había escuchado lo que sucedió cuando el microbio invadió sus sistemas de atención médica. Resistió el tratamiento con la mayoría de los pocos medicamentos que se podían usar contra él. Prosperaba en superficies frías y duras y se reía de los productos químicos de limpieza; algunos hospitales donde aterrizó tuvieron que arrancar equipos y muros para derrotarlo. Causó brotes de rápida propagación y mató hasta dos tercios de las personas que lo contrajeron.

75.000 personas en los EE.UU son hospitalizadas por hongos cada año. 8,9 millones son atendidos de forma ambulatoria

Poco después de esa advertencia, C. auris entró en los EE. UU. Antes de finales de 2016, 14 personas la contrajeron y cuatro murieron. Desde entonces, los CDC han estado rastreando su movimiento, clasificándolo como una de las pocas enfermedades peligrosas que los médicos y los departamentos de salud tenían que informar a la agencia. A fines de 2020, se habían registrado más de 1.500 casos en los EE. UU., En 23 estados. Y luego llegó COVID, matando gente, abrumando hospitales y reorientando todos los esfuerzos de salud pública hacia el nuevo virus y lejos de otros organismos deshonestos.

Pero desde el comienzo de la pandemia, Chiller se sintió incómodo por su posible intersección con las infecciones por hongos. Los primeros informes de casos de COVID, publicados por científicos chinos en revistas internacionales, describían a los pacientes como catastróficamente enfermos y enviados a cuidados intensivos: farmacéuticamente paralizados, conectados a ventiladores, con vías intravenosas, cargados de medicamentos para suprimir la infección y la inflamación. Esas intervenciones frenéticas podrían salvarlos del virus, pero los fármacos que amortiguan el sistema inmunológico desactivarían sus defensas innatas y los antibióticos de amplio espectro matarían las bacterias beneficiosas que mantienen a raya a los microbios invasores. Los pacientes quedarían extraordinariamente vulnerables a cualquier otro patógeno que pudiera estar al acecho cerca.

Chiller y sus colegas comenzaron a comunicarse silenciosamente con colegas en los EE. UU. Y Europa, pidiéndoles cualquier señal de advertencia de que COVID estaba permitiendo que los hongos mortales se afianzaran. Las cuentas de infecciones llegaron desde India, Italia, Colombia, Alemania, Austria, Bélgica, Irlanda, Países Bajos y Francia. Ahora los mismos hongos mortales estaban apareciendo también en pacientes estadounidenses: los primeros signos de una segunda epidemia , superpuestos a la pandemia viral. Y no fue solo C. auris. Otro hongo mortal llamado Aspergillus también estaba comenzando a hacer estragos.

“Esto va a ser generalizado en todas partes”, dice Chiller. “No creemos que podamos contener esto”.

Es probable que pensemos en los hongos, si es que pensamos en ellos, como molestias menores: moho en el queso, moho en los zapatos empujados al fondo del armario, hongos que brotan en el jardín después de fuertes lluvias. Los notamos, y luego los raspamos o desempolvamos, sin percibir nunca que nos estamos comprometiendo con las frágiles franjas de una red que teje el planeta. Los hongos constituyen su propio reino biológico de alrededor de seis millones de especies diversas, que van desde compañeros comunes como la levadura para hornear hasta exóticos silvestres. Se diferencian de los otros reinos en formas complejas. A diferencia de los animales, tienen paredes celulares, no membranas; a diferencia de las plantas, no pueden producir su propia comida; a diferencia de las bacterias, mantienen su ADN dentro de un núcleo y empaquetan las células con orgánulos, características que las hacen, a nivel celular, extrañamente similares a nosotros. Los hongos rompen rocas.

Esa convivencia mutua se está desequilibrando ahora. Los hongos están surgiendo más allá de las zonas climáticas en las que vivieron durante mucho tiempo, adaptándose a entornos que alguna vez habrían sido hostiles, aprendiendo nuevos comportamientos que les permiten saltar entre especies de formas novedosas. Mientras ejecutan esas maniobras, se están convirtiendo en patógenos más exitosos, amenazando la salud humana en formas y números que antes no podían lograr.

La vigilancia que identifica infecciones fúngicas graves es irregular, por lo que es probable que cualquier número sea un recuento insuficiente. Pero una estimación ampliamente compartida propone que posiblemente haya 300 millones de personas infectadas con enfermedades fúngicas en todo el mundo y 1,6 millones de muertes cada año, más que la malaria, tantas como la tuberculosis. Solo en los EE. UU., Los CDC estiman que más de 75,000 personas son hospitalizadas anualmente por una infección por hongos, y otros 8,9 millones de personas buscan una visita ambulatoria, con un costo de alrededor de $ 7,2 mil millones al año.

Para los médicos y epidemiólogos, esto es sorprendente y desconcertante. La doctrina médica de larga data sostiene que estamos protegidos de los hongos no solo por las defensas inmunitarias en capas, sino porque somos mamíferos, con temperaturas centrales más altas de lo que prefieren los hongos. Las superficies exteriores más frías de nuestro cuerpo corren el riesgo de sufrir agresiones menores (piense en el pie de atleta, las infecciones por hongos, la tiña), pero en las personas con un sistema inmunológico sano, las infecciones invasivas han sido raras.

Eso puede habernos dejado demasiado confiados. “Tenemos un punto ciego enorme”, dice Arturo Casadevall, médico y microbiólogo molecular de la Escuela de Salud Pública Johns Hopkins Bloomberg. “Camine por la calle y pregunte a la gente a qué le tienen miedo, y le dirán que le temen a las bacterias, le temen a los virus, pero no temen morir de hongos”.

Irónicamente, son nuestros éxitos los que nos hicieron vulnerables. Los hongos explotan los sistemas inmunológicos dañados, pero antes de mediados del siglo XX, las personas con inmunidad deteriorada no vivían mucho tiempo. Desde entonces, la medicina se ha vuelto muy buena para mantener con vida a esas personas, a pesar de que su sistema inmunológico está comprometido por una enfermedad, el tratamiento del cáncer o la edad. También ha desarrollado una serie de terapias que suprimen deliberadamente la inmunidad, para mantener sanos a los receptores de trasplantes y tratar trastornos autoinmunes como el lupus y la artritis reumatoide. Ahora vive un gran número de personas que son especialmente vulnerables a los hongos. (Fue una infección por hongos, neumonía por Pneumocystis carinii , que alertó a los médicos sobre los primeros casos conocidos de VIH hace 40 años en junio de este año).

No toda nuestra vulnerabilidad es culpa de que la medicina haya preservado la vida con tanto éxito. Otras acciones humanas han abierto más puertas entre el mundo de los hongos y el nuestro. Limpiamos la tierra para cultivos y asentamientos y perturbamos lo que eran equilibrios estables entre los hongos y sus huéspedes. Transportamos mercancías y animales por todo el mundo, y los hongos hacen autostop en ellos. Empapamos los cultivos con fungicidas y mejoramos la resistencia de los organismos que residen cerca. Tomamos acciones que calientan el clima y los hongos se adaptan, reduciendo la brecha entre su temperatura preferida y la nuestra que nos protegió durante tanto tiempo.

Pero los hongos no arrasaron nuestro territorio desde algún lugar extranjero.

Siempre estuvieron con nosotros, entretejidos a través de nuestras vidas y nuestros entornos e incluso nuestros cuerpos: todos los días, cada persona en el planeta inhala al menos 1,000 esporas de hongos. No es posible aislarnos del reino de los hongos. Pero los científicos están tratando de comprender con urgencia las innumerables formas en que desmantelamos nuestras defensas contra los microbios, para encontrar mejores enfoques para reconstruirlos.

Es desconcertante que los seres humanos nos hayamos sentido tan a salvo de los hongos cuando sabemos desde hace siglos que nuestros cultivos pueden ser devastados por sus ataques. En la década de 1840, un organismo parecido a un hongo, Phytophthora infestans, destruyó la cosecha de papa irlandesa; más de un millón de personas, una octava parte de la población, murieron de hambre. (El microbio, antes considerado un hongo, ahora se clasifica como un organismo muy similar, un moho de agua). En la década de 1870, la roya de la hoja del café, Hemileia vastatrix,acabó con las plantas de café en todo el sur de Asia, reordenando por completo la agricultura colonial de India y Sri Lanka y transfiriendo la producción de café a América Central y del Sur. Los hongos son la razón por la que miles de millones de castaños estadounidenses desaparecieron de los bosques de los Apalaches en los Estados Unidos en la década de 1920 y que millones de olmos holandeses moribundos fueron talados de las ciudades estadounidenses en la década de 1940. Destruyen una quinta parte de los cultivos alimentarios del mundo en el campo cada año.

Sin embargo, durante años, la medicina observó la devastación que los hongos causan en el reino vegetal y nunca consideró que los humanos u otros animales pudieran correr el mismo riesgo. “Los fitopatólogos y los agricultores se toman los hongos muy en serio y siempre lo han hecho, y los agronegocios lo han hecho”, dice Matthew C. Fisher, profesor de epidemiología en el Imperial College de Londres, cuyo trabajo se centra en identificar las amenazas de hongos emergentes. “Pero están muy descuidados desde el punto de vista de las enfermedades de los animales salvajes y también de las enfermedades humanas”.

Entonces, cuando los gatos salvajes de Río de Janeiro comenzaron a enfermarse, nadie pensó en un principio preguntar por qué. Los gatos callejeros tienen vidas difíciles de todos modos, muerden, pelean y dan a luz interminables camadas de gatitos. Pero en el verano de 1998, decenas y luego cientos de gatos del vecindario comenzaron a mostrar horribles heridas: llagas en sus patas y orejas, ojos hinchados y nublados, lo que parecían tumores floreciendo en sus caras. Los gatos de Río viven entremezclados con los humanos: los niños juegan con ellos, y especialmente en los barrios pobres las mujeres los alientan a permanecer cerca de las casas y lidiar con ratas y ratones. Al poco tiempo, algunos de los niños y las madres también comenzaron a enfermarse. En sus manos se abrieron heridas redondas con bordes crujientes, y duros bultos rojos se arrastraron por sus brazos como si siguieran una pista.

En 2001, investigadores de la Fundación Oswaldo Cruz, un hospital e instituto de investigación ubicado en Río, se dieron cuenta de que habían tratado a 178 personas en tres años, en su mayoría madres y abuelas, por bultos similares y lesiones supurantes. Casi todos tenían contacto diario con gatos. Al analizar las infecciones y las de los gatos tratados en una clínica veterinaria cercana, encontraron un hongo llamado Sporothrix .

Las diversas especies del género Sporothrix viven en el suelo y en las plantas. Introducido en el cuerpo mediante un corte o rasguño, este hongo se transforma en una forma en ciernes que se asemeja a una levadura. En el pasado, la forma de levadura no se contagiaba, pero en esta epidemia sí lo era. Así era como los gatos se contagiaban entre sí y a sus cuidadores: las levaduras en sus heridas y la saliva volaban de gato en gato cuando peleaban, empujaban o estornudaban. Los gatos se lo transmitieron a los humanos a través de garras, dientes y caricias. Las infecciones se propagan desde la piel hasta los ganglios linfáticos y el torrente sanguíneo y hasta los ojos y los órganos internos. En los informes de casos recopilados por médicos en Brasil, hubo informes de quistes de hongos que crecían en el cerebro de las personas.

Al hongo con esta habilidad se le decretó una nueva especie, Sporothrix brasiliensis . Para 2004, 759 personas habían sido tratadas por la enfermedad en la Fundación Cruz; en 2011, el recuento llegó a 4.100 personas. Para el año pasado, más de 12,000 personas en Brasil habían sido diagnosticadas con la enfermedad en una franja de más de 2,500 millas. Se ha extendido a Paraguay, Argentina, Bolivia, Colombia y Panamá.

Una epidemia en expansión

“Esta epidemia no se detendrá”, dice Flávio Queiroz-Telles, médico y profesor asociado de la Universidad Federal de Paraná en Curitiba, quien vio su primer caso en 2011. “Se está expandiendo”.

Era un misterio cómo: los gatos salvajes deambulan, pero no migran miles de kilómetros. En el CDC, Chiller y sus colegas sospecharon una posible respuesta. En Brasil y Argentina, se ha encontrado esporotricosis tanto en ratas como en gatos. Los roedores infectados pueden subirse a los productos que se trasladan a los contenedores de envío. Millones de esos contenedores aterrizan en barcos que atracan en puertos estadounidenses todos los días. El hongo podría estar llegando a los Estados Unidos. Una rata enferma que escapó de un contenedor podría sembrar la infección en la ciudad que rodea un puerto.

“En los centros densamente poblados, donde hay muchos gatos salvajes, se podría ver un aumento en los gatos extremadamente enfermos que deambulan por las calles”, dice John Rossow, veterinario de los CDC, quien pudo haber sido el primero en notar la amenaza de Sporothrix para los EE. UU. “Y dado que los estadounidenses no podemos evitar ayudar a los animales callejeros, imagino que veremos mucha transmisión a las personas”.

Para un micólogo como Chiller, este tipo de propagación es una advertencia: el reino de los hongos está en movimiento, presionando contra los límites, buscando cualquier ventaja posible en la búsqueda de nuevos huéspedes. Y que, quizás, les estamos ayudando. “Los hongos están vivos; se adaptan ”, dice. Entre sus varios millones de especies, “hasta ahora, sólo unas 300 de las que sabemos causan enfermedades en los seres humanos. Eso es un gran potencial de novedad y diferenciación, en cosas que han existido durante mil millones de años “.

Torrence Irvin tenía 44 años cuando comenzaron sus problemas de hongos. Un hombre grande y saludable que había sido un atleta en la escuela secundaria y la universidad, vive en Patterson, California, un pueblo tranquilo en el Valle Central escondido frente a la Ruta 5 de Estados Unidos. Un poco más de dos años antes, Irvin había comprado una casa en una nueva subdivisión y se mudó con su esposa, Rhonda, y sus dos hijas. Fue gerente de almacén del minorista Crate & Barrel y locutor de partidos de fútbol juvenil locales.

En septiembre de 2018, Irvin comenzó a sentir que se había resfriado y no podía evitarlo. Se tomó una dosis de Nyquil, pero a medida que pasaban las semanas, se sentía débil y sin aliento. Un día de octubre, se derrumbó y cayó de rodillas en su dormitorio. Su hija lo encontró. Su esposa insistió en que fueran a la sala de emergencias.

Los médicos pensaron que tenía neumonía. Lo enviaron a casa con antibióticos e instrucciones para usar medicamentos de venta libre. Se debilitó y no pudo retener la comida. Acudió a otros médicos, mientras empeoraba constantemente, padecía dificultad para respirar, sudores nocturnos y una pérdida de peso similar a la de una víctima de cáncer. De 280 libras, se redujo a 150. Finalmente, una prueba arrojó una respuesta: una infección por hongos llamada coccidioidomicosis, generalmente conocida como fiebre del Valle. “Hasta que lo obtuve, nunca había oído hablar de él”, dice.

Pero otros lo habían hecho.

Irvin fue remitido a la Universidad de California en Davis, a 100 millas de su casa, que había establecido un Centro para la Fiebre del Valle. La dolencia ocurre principalmente en California y Arizona, el extremo sur de Nevada, Nuevo México y el lejano oeste de Texas. Los microbios detrás de él, Coccidioides immitis y Coccidioides posadasii, infectan a unas 150.000 personas en esa área cada año, y fuera de la región apenas se conoce la infección. “No es un patógeno nacional; no se contagia en Nueva York, Boston o DC densamente poblados”, dice George R. Thompson, codirector del centro Davis y médico que comenzó a supervisar la atención de Irvin. “Así que incluso los médicos lo ven como una enfermedad exótica. Pero en áreas donde es endémico, es muy común “.

Similar a Sporothrix, Coccidioidestiene dos formas, comenzando con una filiforme y frágil que existe en el suelo y se rompe cuando se altera el suelo. Sus componentes livianos pueden soplar con el viento durante cientos de millas. En algún lugar de su vida en el Valle Central, Irvin había inhalado una dosis. El hongo se había transformado en su cuerpo en esferas llenas de esporas que migraron a través de su sangre, infiltrándose en su cráneo y columna vertebral. Para protegerlo, su cuerpo produjo tejido cicatricial que se endureció y bloqueó sus pulmones. Cuando estuvo bajo el cuidado de Thompson, siete meses después de su primer colapso, respiraba con solo el 25 por ciento de su capacidad pulmonar. A pesar de lo potencialmente mortal que fue, Irvin tuvo suerte: en aproximadamente un caso de cada 100, el hongo desarrolla masas potencialmente mortales en los órganos y las membranas alrededor del cerebro.

Irvin había pasado por todos los tratamientos aprobados. Solo hay cinco clases de medicamentos antimicóticos, un número pequeño en comparación con las más de 20 clases de antibióticos para combatir las bacterias. Los medicamentos antimicóticos son tan pocos en parte porque son difíciles de diseñar: debido a que los hongos y los humanos son similares a nivel celular, es un desafío crear un medicamento que pueda matarlos sin matarnos a nosotros también.

Es tan desafiante que una nueva clase de antifúngicos llega al mercado solo cada 20 años aproximadamente: la clase de polienos, incluida la anfotericina B, en la década de 1950; los azoles en la década de 1980; y los medicamentos de equinocandina, el remedio más nuevo, a partir de 2001. (También está la terbinafina, que se usa principalmente para infecciones externas, y la flucitosina, que se usa principalmente en combinación con otros medicamentos).

Para Irvin, nada funcionó lo suficientemente bien. “Yo era un esqueleto”, recuerda. “Mi papá venía a visitarnos y se sentaba allí con lágrimas en los ojos. Mis hijos no querían verme “.

En un último esfuerzo, el equipo de Davis le consiguió a Irvin una nueva droga llamada olorofim. Se fabrica en el Reino Unido y aún no está en el mercado, pero se abrió un ensayo clínico para pacientes en los que todos los demás fármacos habían fallado. Irvin calificó. Casi tan pronto como lo recibió, comenzó a doblar la esquina. Sus mejillas se llenaron. Se puso de pie con un andador. En varias semanas, se fue a casa.

La fiebre del valle es ocho veces más común ahora que hace 20 años. Ese período coincide con una mayor migración hacia el suroeste y la costa oeste (más construcción de viviendas, más remoción del suelo) y también con aumentos en el clima cálido y seco relacionado con el cambio climático. “ Coccidioides es realmente feliz en suelo húmedo; no forma esporas y, por lo tanto, no es particularmente infeccioso ”, dice Thompson. “Durante los períodos de sequía, es cuando se forman las esporas. Y hemos tenido una gran sequía en la última década “.

Debido a que la fiebre del Valle siempre ha sido una enfermedad del desierto, los científicos asumieron que la amenaza de los hongos permanecería en esas áreas. Pero eso está cambiando. En 2010, tres personas contrajeron la fiebre del valle en el este del estado de Washington, 900 millas al norte: un niño de 12 años que había estado jugando en un cañón y respiró las esporas, un niño de 15 años que se cayó de un vehículo todo terreno y contrajo fiebre del Valle a través de sus heridas, y un trabajador de la construcción de 58 años cuya infección fue a su cerebro. La investigación publicada hace dos años muestra que estos casos podrían convertirse en una rutina. Morgan Gorris, un científico de sistemas terrestres en el Laboratorio Nacional de Los Alamos, usó escenarios de calentamiento climático para proyectar cuánto de los EE. UU. Podría convertirse en territorio amigo para Coccidioidesa finales de este siglo. En el escenario con el aumento de temperatura más alto, el área con condiciones propicias para la fiebre del Valle, una temperatura media anual de 10,7 grados Celsius (51 grados Fahrenheit) y una precipitación media anual de menos de 600 milímetros (23,6 pulgadas), llega a la frontera canadiense. y cubre la mayor parte del oeste de EE. UU.

Irvin ha pasado casi dos años recuperándose; todavía toma seis pastillas de olorifim al día y espera hacerlo de forma indefinida. Volvió a ganar peso y fuerza, pero sus pulmones siguen dañados y ha tenido que pasar por discapacidad. “Estoy aprendiendo a vivir con esto”, dice. “Estaré lidiando con eso por el resto de mi vida”.

Sporothrix encontró una nueva forma de transmitirse.

La fiebre del valle se expandió a un nuevo rango. C. auris , el hongo que se aprovechó del COVID, realizó un truco similar, explotando nichos abiertos por el caos de la pandemia.

Ese hongo ya era un mal actor. No se comportó de la forma en que lo hacen otras levaduras patógenas, viviendo en reposo en el intestino de alguien y subiendo a su sangre o membranas mucosas cuando su sistema inmunológico se desequilibró. En algún momento de la primera década del siglo, C. auris adquirió la capacidad de transmitirse directamente de persona a persona. Aprendió a vivir del metal, el plástico y las superficies rugosas de la tela y el papel. Cuando el primer ataque de COVID creó una escasez de máscaras y batas desechables, obligó a los trabajadores de la salud a reutilizar el equipo que generalmente desechan entre los pacientes para evitar portar infecciones. Y C. auris estaba listo.

En Nueva Delhi, el médico y microbiólogo Anuradha Chowdhary leyó los primeros informes de casos y estaba nervioso de que el COVID parecía ser una enfermedad tanto inflamatoria como respiratoria. La respuesta médica de rutina a la inflamación sería amortiguar la respuesta inmune del paciente, usando esteroides. Eso haría que los pacientes fueran invadidos por hongos, se dio cuenta. C. auris , letal y persistente, ya se había identificado en hospitales de 40 países de todos los continentes, excepto la Antártida. Si los trabajadores de la salud transportaran sin saberlo el organismo a través de sus hospitales en ropa reutilizada, habría una conflagración.

“Pensé: ‘Oh, Dios, las UCI estarán sobrecargadas de pacientes y las políticas de control de infecciones se verán comprometidas’”, dijo recientemente. “En cualquier UCI donde C. auris ya está presente, va a causar estragos”.

Chowdhary publicó una advertencia a otros médicos en una revista médica al comienzo de la pandemia. A los pocos meses, escribió una actualización: una UCI de 65 camas en Nueva Delhi había sido invadida por C. auris , y dos tercios de los pacientes que contrajeron la levadura después de ser admitidos con COVID murieron. En los EE. UU., El boletín que recibió Chiller señaló varios cientos de casos en hospitales e instalaciones de atención a largo plazo en Los Ángeles y el cercano condado de Orange, y un solo hospital en Florida reveló que albergaba 35. Donde había unos pocos, los CDC supusieron que había más, pero que las pruebas de rutina, su visión de ojo de cerradura en la propagación sigilosa del organismo, había sido abandonada por el exceso de trabajo de cuidar a los pacientes pandémicos.

Especies de hongos estimadas: 5 millones. Número conocido por causar enfermedades humanas: 300

Por muy malo que fuera, los médicos familiarizados con los hongos estaban atentos a una amenaza mayor: la amplificación de otro hongo al que COVID podría dar una ventaja.

En la naturaleza, Aspergillus fumigatus sirve como equipo de limpieza. Fomenta la descomposición de la vegetación, evitando que el mundo se sumerja en plantas muertas y hojas otoñales. Sin embargo, en medicina, se conoce al Aspergillus como la causa de una infección oportunista que se genera cuando un sistema inmunológico humano comprometido no puede eliminar sus esporas. En las personas que ya están enfermas, la tasa de mortalidad por aspergilosis invasiva ronda el 100 por ciento.

Durante la pandemia de gripe aviar H1N1 de 2009, Aspergillus comenzó a encontrar nuevas víctimas, personas sanas cuya única enfermedad subyacente era la influenza. En los hospitales de los Países Bajos, una serie de pacientes con gripe llegaron sin poder respirar y en estado de shock. En días, murieron. Para 2018, lo que los médicos llamaban aspergilosis pulmonar invasiva estaba ocurriendo en uno de cada tres pacientes críticamente enfermos de gripe y matando hasta dos tercios de ellos.

Entonces llegó el coronavirus. Limpió la superficie interior del pulmón como lo hace la gripe. Las redes de advertencia que vinculan a médicos y micólogos de enfermedades infecciosas de todo el mundo se iluminaron con relatos de aspergilosis que afectaban a pacientes afectados por COVID: en China, Francia, Bélgica, Alemania, los Países Bajos, Austria, Irlanda, Italia e Irán. Tan desafiante como lo fue C. auris como complicación, Aspergillus fue peor. C. auris acecha en los hospitales. El lugar donde los pacientes estaban expuestos a Aspergillus estaba, bueno, en todas partes. No había forma de eliminar las esporas del medio ambiente o evitar que la gente las inhalara.

En Baltimore, el médico Kieren Marr estaba muy consciente del peligro. Marr es profesor de medicina y oncología en el Centro Médico Johns Hopkins y dirige su unidad sobre trasplantes y enfermedades infecciosas oncológicas. Las infecciones que se apoderan de las personas que han recibido un órgano nuevo o un trasplante de médula ósea son un territorio familiar para ella. Cuando llegó el COVID, le preocupaba que aumentara el Aspergillus y que los hospitales de EE. UU., Si no estaban alertas a la amenaza, no lo detectarían. Johns Hopkins comenzó a evaluar a los pacientes con COVID en su UCI con el tipo de pruebas de diagnóstico molecular que se usan en Europa, tratando de ponerse al día con la infección a tiempo para tratar de tratarla. En los cinco hospitales que opera el sistema Johns Hopkins, se encontró que una de cada 10 personas con COVID grave estaba desarrollando aspergilosis.

Varios pacientes murieron, incluido uno cuya aspergilosis se fue al cerebro. Marr temía que hubiera muchos otros pacientes como ese, en todo el país, cuya enfermedad no se detectaba a tiempo. “Esto es malo”, dijo Marr esta primavera. “ Aspergillus es más importante en COVID en este momento que C. auris. Sin duda.”

El desafío de contrarrestar los hongos patógenos no es solo que son virulentos y furtivos, por malos que sean esos rasgos. Es que los hongos se han vuelto muy buenos para protegerse de las drogas que usamos para tratar de matarlos.

La historia es similar a la de la resistencia a los antibióticos. Los farmacéuticos juegan un juego de salto, tratando de adelantarse a las maniobras evolutivas que utilizan las bacterias para protegerse de las drogas. Para los hongos, la historia es la misma pero peor. Los hongos patógenos ganan resistencia contra los agentes antifúngicos, pero hay menos medicamentos para empezar, porque la amenaza se reconoció hace relativamente poco tiempo.

“A principios de la década de 2000, cuando pasé de la academia a la industria, la línea de productos antimicóticos era cero”, dice John H. Rex, médico y defensor desde hace mucho tiempo del desarrollo de antibióticos. Rex es el director médico de F2G, que fabrica el medicamento aún no aprobado que tomó Torrence Irvin. “No había antifúngicos en ningún lugar del mundo en desarrollo clínico o incluso preclínico”.

Ese ya no es el caso, pero la investigación es lenta; al igual que con los antibióticos, las recompensas económicas de llevar un nuevo fármaco al mercado son inciertas. Pero desarrollar nuevos medicamentos es fundamental porque los pacientes pueden necesitar tomarlos durante meses, a veces durante años, y muchos de los antifúngicos existentes son tóxicos para nosotros. (La anfotericina B recibe el nombre de “agitar y hornear” por sus extenuantes efectos secundarios). “Como médico, está tomando la decisión de lidiar con una infección por hongos a costa del riñón”, dice Ciara Kennedy, presidenta y directora ejecutiva de Amplyx Pharmaceuticals, que tiene un nuevo antifúngico en desarrollo. “O si no me ocupo de la infección por hongos, sabiendo que el paciente va a morir”.

El desarrollo de nuevos medicamentos también es fundamental porque los existentes están perdiendo su eficacia. Irvin terminó en el ensayo de olorofim porque su fiebre del Valle no respondió a ningún fármaco disponible. C. auris ya muestra resistencia a los fármacos de las tres principales clases de antifúngicos. El Aspergillus ha ido acumulando resistencia al grupo antifúngico más útil para tratarlo, conocido como azoles, porque está expuesto a ellos de manera persistente. Los azoles se utilizan en todo el mundo, no solo en la agricultura para controlar las enfermedades de los cultivos, sino también en pinturas, plásticos y materiales de construcción. En el juego de salto, los hongos ya están al frente.

La mejor forma de contrarrestar los estragos de los hongos no es el tratamiento, sino la prevención: no los medicamentos, sino las vacunas. En este momento no existe ninguna vacuna para ninguna enfermedad fúngica. Pero la dificultad de tratar a los pacientes a largo plazo con medicamentos tóxicos, combinada con un asombroso número de casos, hace que sea urgente encontrar uno. Y por primera vez, uno podría estar a la vista si no al alcance.

La razón por la que las tasas de fiebre del Valle no son peores de lo que son, cuando el 10 por ciento de la población estadounidense vive en el área endémica, es que la infección confiere inmunidad de por vida. Eso sugiere que una vacuna podría ser posible, y desde la década de 1940 los investigadores lo han estado intentando. Un prototipo que usaba una versión muerta de la forma que Coccidioides toma dentro del cuerpo —esferas de hongos llenas de esporas— funcionó de manera brillante en ratones. Pero fracasó estrepitosamente en humanos en un ensayo clínico en la década de 1980.

“Lo hicimos con muy poco dinero y todos querían que funcionara”, dice John Galgiani, ahora profesor y director del Centro de Excelencia de la Fiebre del Valle de la Facultad de Medicina de la Universidad de Arizona, que formó parte de esa investigación hace 40 años. “Incluso con [malas] reacciones y el estudio que duró tres años, conservamos al 95 por ciento de las personas que se inscribieron”.

Entran perros.

Tienen la nariz metida en la tierra todo el tiempo, y eso los pone en mayor riesgo de contraer la fiebre del Valle que los humanos. En varios condados de Arizona, cerca del 10 por ciento de los perros contraen la enfermedad cada año, y es más probable que desarrollen formas graves de bloqueo pulmonar que los humanos. Sufren terriblemente y es largo y costoso tratarlos. Pero la vulnerabilidad de los perros, más los estándares más bajos que las agencias federales requieren para aprobar medicamentos para animales en comparación con los humanos, los convierte en un sistema modelo para probar una posible vacuna. Y la pasión de los dueños por sus animales y su voluntad de vaciar sus billeteras cuando pueden puede convertir la posibilidad en realidad por primera vez.

Galgiani y su grupo de Arizona ahora están trabajando en una nueva fórmula de vacuna, gracias a las donaciones financieras de cientos de dueños de perros, además de un impulso de una subvención de los Institutos Nacionales de Salud y la asistencia comercial de una empresa de California, Anivive Lifesciences. Las pruebas no están completas, pero podrían llegar al mercado para su uso en perros el próximo año. “Creo que esta es una prueba del concepto de una vacuna contra los hongos: tenerla en uso en perros, ya que es segura”, dice Lisa Shubitz, veterinaria y científica investigadora del centro de Arizona. “Realmente creo que este es el camino hacia una vacuna humana”.

Esta inyección no depende de un hongo muerto de la fiebre del Valle. En su lugar, utiliza una versión viva del hongo del que se ha eliminado un gen que es clave para su ciclo reproductivo, CPS1 . La pérdida significa que los hongos no pueden propagarse. El gen fue descubierto por un equipo de fitopatólogos y más tarde fue identificado en Coccidioides por Marc Orbach de la Universidad de Arizona, quien estudia las interacciones huésped-patógeno. Después de crear un Coccidioides mutantecon el gen eliminado, él y Galgiani infectaron experimentalmente ratones de laboratorio criados para ser exquisitamente sensibles al hongo. El microbio provocó una fuerte reacción inmune, activando las células auxiliares T tipo 1, que establecen una inmunidad duradera. Los ratones sobrevivieron durante seis meses y no desarrollaron ningún síntoma de la fiebre del Valle, a pesar de que el equipo intentó infectarlos con Coccidioides inalterados . Cuando los investigadores realizaron la autopsia de los ratones al final de ese período de medio año, los científicos no encontraron casi ningún hongo creciendo en sus pulmones. Esa protección duradera contra la infección hace que el hongo con genes eliminados sea la base más prometedora para una vacuna desde el trabajo de Galgiani en la década de 1980. Pero convertir una vacuna desarrollada para perros en una que podría usarse en humanos no será rápido.

La fórmula canina está bajo el control del Departamento de Agricultura de EE. UU., Pero la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE. UU. Supervisaría la aprobación de una versión humana. Requeriría ensayos clínicos que probablemente se extenderían durante años e involucrarían a miles de personas en lugar de la pequeña cantidad de animales utilizados para validar la fórmula en perros. A diferencia del prototipo de la década de 1980, la nueva vacuna involucra un organismo vivo. Debido a que nunca se ha aprobado una vacuna fúngica, no existe una vía de evaluación preestablecida que los desarrolladores o las agencias reguladoras puedan seguir. “Estaríamos volando el avión y construyéndolo al mismo tiempo”, dice Galgiani.

Él estima que lograr una vacuna contra la fiebre del Valle para las personas podría llevar de cinco a siete años y alrededor de $ 150 millones, una inversión realizada contra una promesa incierta de ganancias. Pero un complejo exitoso podría tener una amplia utilidad, protegiendo a los residentes permanentes del suroeste, así como al personal militar en 120 bases y otras instalaciones en el área endémica, además de cientos de miles de migrantes “pájaros de las nieves” que visitan cada invierno. (Hace tres años, los CDC identificaron casos de fiebre del valle en 14 estados fuera de la zona endémica. La mayoría eran habitantes del suroeste de invierno que fueron diagnosticados después de regresar a casa). Según una estimación, una vacuna podría ahorrar potencialmente $ 1.5 mil millones en salud. -Costes de atención cada año.

“No veía la posibilidad de que tuviéramos una vacuna hace 10 años”, dice Galgiani. “Pero creo que ahora es posible”.

Si se logra una vacuna fúngica, abriría el camino para otra. Si las inmunizaciones tuvieran éxito, científicamente, como objetivos de la regulación y como vacunas que la gente estaría dispuesta a aceptar, ya no necesitaríamos estar en guardia constante contra el reino de los hongos. Podríamos vivir junto a él y dentro de él, con seguridad y confianza, sin temor a los estragos que pueda causar.

Pero faltan años para eso y los hongos se están moviendo ahora mismo: cambiando sus hábitos, alterando sus patrones, aprovechando emergencias como el COVID para encontrar nuevas víctimas. En el CDC, Chiller está preocupado.

“Los últimos cinco años realmente sentimos como si estuviéramos despertando a un fenómeno completamente nuevo, un mundo de hongos al que simplemente no estábamos acostumbrados”, dice Chiller. “¿Cómo nos mantenemos al tanto de eso? ¿Cómo nos cuestionamos para buscar lo que vendrá después? Estudiamos estas emergencias no como un ejercicio académico, sino porque nos muestran lo que podría venir. Necesitamos estar preparados para más sorpresas”.

Por Maryn McKenna. Artículo en inglés

Fuente de la Información: https://www.ecoportal.net/paises/los-hongos-que-matan/
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