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YouTube prohíbe los videos que difundan odio, racismo y discriminación

Redacción: Clarín

Pese a la medida, la compañía reconoce que parte de este contenido tiene “gran valor” para investigadores y ONG que buscan entender el odio y así combatirlo, por lo que están “explorando opciones para ponerlo a su disposición en el futuro”

Los vídeos que difunden o promueven el racismo y la discriminación están específicamente vetados desde este miércoles en YouTube, según la nueva actualización de sus políticas, informó la compañía en un comunicado.

Con el fin de «eliminar el odio y el supremacismo de YouTube», la web ha decidido prohibir «específicamente los vídeos que afirman que un grupo racial es superior a otro para justificar la discriminación, segregación o exclusión, basada en cualidades como edad, género, raza, casta, religión, orientación sexual o condición de veteranía».

De esta manera quedan fuera de la plataforma vídeos como los que promueven o hacen apología de la ideología nazi, que es «inherentemente discriminatoria», indicó la agencia EFE.

La medida alcanza también el contenido «que niegue que se produjeron eventos violentos que han sido documentados, como el Holocausto o el tiroteo en la Escuela Primaria de Sandy Hook» (EEUU) en 2012 donde murieron 20 niños y seis adultos.

YouTube reconoce que parte de este contenido tiene «gran valor» para investigadores y ONG que buscan entender el odio y así combatirlo, por lo que están «explorando opciones para ponerlo a su disposición en el futuro».

Sin embargo, señaló que «algunos vídeos podrían mantenerse ya que generan debate sobre la legislación pendiente y tienen por objetivo condenar y exponer el odio o proporcionar un análisis de los acontecimientos que son de actualidad».

Aunque la nueva política actualizada entra hoy mismo en vigor, Youtube admite que «llevará un tiempo» que sus sistemas «se pongan en marcha por completo» y poco a poco expandirán la cobertura en los próximos meses.

La plataforma también quiere reducir «la difusión de contenido delicado que se encontraría en el límite de lo permitido», por lo que en enero pasado pusieron a prueba una actualización de sus sistema en Estados Unidos y espera que esté disponible en más países a fin de año.

El objetivo es limitar las recomendaciones de este tipo de contenidos y la información errónea, «como es el caso de los vídeos que promueven una cura milagrosa para una enfermedad grave que resulta ser falsa o en los que se afirma que la Tierra es plana».

Una vez aplicado este último cambio, asegura la nota, la cantidad de visitas que llegan a esos vídeos a través de las recomendaciones se ha visto reducida en más de un 50% en Estados Unidos.

Fuente: https://www.clarin.com/tecnologia/youtube-prohibe-videos-difundan-odio-racismo-discriminacion_0_8SRfJeWpf.html
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Informe: En Uruguay, casi 5.000 estudiantes de primaria son inmigrantes

Redacción: La Diaria

Son 1,4% de la matrícula de primaria; un tercio proviene de países de origen latinoamericanos.

4.746 inmigrantes cursaron primaria y educación inicial el año pasado, según un informe publicado en mayo por el Departamento de Investigación y Estadística Educativa del Consejo Directivo Central (Codicen), lo que significa 1,4% de la matrícula total del Consejo de Educación Inicial y Primaria (CEIP).

Entre los niños inmigrantes, 54,2% se encuentra en el interior y 45,8% en Montevideo, el departamento donde hay mayor cantidad de niños migrantes escolarizados (2.172); lo siguen Canelones (786), Rivera (287), Maldonado (273), Colonia (219) y Rocha (183). Los departamentos con menos niños inmigrantes escolarizados son Flores (16), Treinta y Tres (27) y Durazno (31). En Montevideo notoriamente los inmigrantes se concentran en las escuelas de la región centro y este, mientras que en Canelones también están en mayor medida en la región este.

Según el informe, los niños provienen de 63 países diferentes, aunque 87% llega de ocho países: España, Argentina, Venezuela, Brasil, Estados Unidos, Cuba, República Dominicana y Perú (ver tabla). Argentina y Brasil son países de origen tradicionales para el sistema educativo uruguayo (de allí llegan 32,5% de los escolares inmigrantes), mientras que España y Estados Unidos son países del que los uruguayos retornan, en estos casos con hijos nacidos en el exterior (30,2% de los inmigrantes llegan de estos dos países). La novedad son los países que el informe identifica como nuevos orígenes latinoamericanos, que constituyen los países de origen de 31% de los niños inmigrantes: Venezuela, Cuba, República Dominicana y Perú.

 

El informe compara a los niños inmigrantes con los nativos en algunas variables, por ejemplo la extraedad. El comportamiento es casi similar: entre los nativos en promedio hay 20,8% de extraedad, mientras que entre los inmigrantes el porcentaje es de 21,6%. La tasa de repetición también es similar: entre los inmigrantes es de 3,4%, mientras que entre los nativos es levemente superior: 3,8%. De todas formas, surgen diferencias al analizar la repetición según el país de origen de los niños: es baja entre quienes llegan desde países de retorno (1,6%) y entre quienes vienen de los países de origen tradicionales (3,2%), pero aumenta (5,9%) en el caso de los niños que vienen de los nuevos países de origen latinoamericanos.

Fuente: https://educacion.ladiaria.com.uy/articulo/2019/6/casi-5000-estudiantes-de-primaria-son-inmigrantes/
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República Dominicana: Reprimen con bombas lacrimógenas a médicos y estudiantes frente a Congreso

Reseña: Proceso

Médicos y estudiantes de la Universidad Autónoma de Santo Domingo fueron reprimidos con bombas lacrimógenas luego de que tratarán de entrar al Congreso Nacional, para llevar su posición de rechazo a un examen único de residencias médicas y a la eliminación de la pasantía.

“Simplemente un objetivo de transferir lo poco que queda de la salud al sector privado, para hacer negocios con él, para lucrarse y eso es lo que se está haciendo con la salud y ahora quieren hacer lo mismo con el recurso humano”, dijo Wilson Roa, presidente CMD.

Durante la manifestación en la que además, fueron lanzadas piedras y botellas de agua, resultó herido en el rostro el agente de la Policía Nacional, Fernando Antonio Rodríguez Cruz, quien fue llevado al Hospital General de la Policía Nacional, pero más tarde retornó a sus labores.

Una comisión que encabezaba el presidente del Colegio Médico, Wilson Roa fue recibida en la Cámara de Diputados, donde el proponente del proyecto, el diputado por La Vega, Mario José Hidalgo Beato, negó que con la iniciativa vulneren el derecho de los galenos.

“Aquí no hay nada impositivo, aquí no hay nada que se busque establecer, ni privatizar nada en lo absoluto, aquí lo que buscamos es viabilizar una situación que según algunos datos que tenemos amerita este tipo de reuniones”, aseguró el diputado de La Vega, Mario Hidalgo.

Los Médicos y estudiantes de la UASD, advirtieron que no permitirán que el proyecto de ley sea aprobado.

Fuente: https://proceso.com.do/2019/06/06/reprimen-con-bombas-lacrimogenas-a-medicos-y-estudiantes-frente-a-congreso/

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55 cursos online gratis sobre Ciencias Sociales

Redacción: Hatsnew

La última lista de los cursos que pueden hacerse gratis durante este mes de julio hace referencia a las ciencias sociales. Entre ellos tenemos cursos sobre la historia de México, o sobre las reglas del fútbol… hay para todos los gustos.

Recordad que es una selección de cursos de varias plataformas, por lo que será necesario registrarse en la correspondiente y seleccionar la opción “sin certificado” para hacer el curso sin coste:

en español

en inglés

Otras propuestas:

Fuente: https://wwwhatsnew.com/2019/06/06/cursos-online-gratis-ciencias-sociales/

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#Documental: Ella es hermosa cuando está enojada

Reseña: Onda Feminsita

Esta película narra la historia de la segunda ola del movimiento feminista especificamente en Estados Unidos, pero los temas que tocan, los grupos que crearon, y el trabajo que hicieron, es ciertamente universal.

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Nos muestran desde la mirada de decenas de activistas y grabaciones reales de la época la gran diversidad de los movimientos feministas, y como las diferentes visiones y estrategias para acabar con el sexismo suman y se complementan. Además, comenta sobre los obstáculos, dilemas internos, errores, todo con una visión humana y realista.

Deja claro que es posible construir grandes cambios, y hasta nos da mil ejemplos de cómo lo lograron ellas. Y nos recuerda que la lucha sigue y que está en las manos de cada nueva generación lograr los cambios que aún hacen falta, alzar la voz,  y asegurarnos que los derechos alcanzados no sean revocados.

 

Fuente: https://ondafeminista.com/2016/06/04/documental-ella-es-hermosa-cuando-esta-enojada/

 

 

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La ciencia busca diferencias entre sexos y se topa con los prejuicios

Redacción: Noticias de la Ciencia

“Una vez asistí a un congreso sobre feministas en biología”, cuenta el biólogo evolutivo británico John Maynard Smith a su colega Richard Dawkins. “Eran gente amable, no me agredieron”. La conversación tiene lugar a mediados de la década de 1990. Maynard Smith, de unos 76 años entonces, admite coincidir con dos de las principales ideas feministas en ese encuentro: que “algo debe hacerse” contra la discriminación de las científicas; y que, si entre los estudiosos del comportamiento animal hubiera habido más mujeres, “habrían visto cosas distintas”.

Ha pasado un cuarto de siglo y los sesgos siguen centrando el debate en torno a si hay o no diferencias en el comportamiento entre sexos –diferencias además de la gestación, parto y lactancia–. La brecha entre quienes niegan grandes variaciones cerebrales y quienes, en cambio, las consideran demostradas, sigue hoy día más abierta que nunca, y para muchos la causa está en los profundos prejuicios que lastran el área.

La discusión es acalorada y no solo entre el público, sino entre científicos con el máximo pedigrí. La última muestra se vio hace unas semanas, en las reacciones a la publicación del libro de Gina Rippon. Esta experta en neuroimagen cognitiva de la Universidad de Aston (Reino Unido) afirma que se han buscado diferencias “vigorosamente a lo largo de los años con todas las técnicas al alcance de la ciencia”, sin que nada de lo hallado pueda ser extrapolado al comportamiento ni servir de base a las históricas y actuales desigualdades sociales entre sexos.

Rippon se suma así a una reciente oleada de autoras, como Cordelia Fine, psicóloga y catedrática de historia de la ciencia en la Universidad de Melbourne (Australia) y madre del término neurosexismo, y la periodista Ángela Saini, que denuncian que los prejuicios sobre las diferencias entre hombres y mujeres condicionan estudios que acaban mostrando solo lo que se quiere ver.

Como resultado se genera “neurobasura” –dice Rippon– que refuerza estereotipos que ya se han demostrado falsos, como que ellos destacan en matemáticas y ellas en comunicación verbal, o que ellos son más promiscuos y tienen más tendencia al liderazgo.

Para los autores de esos estudios el sesgo está en negar las evidencias que ellos aportan. Larry Cahill, neurocientífico de la Universidad de California (EE UU), afirmaba en 2015 en la prestigiosa revista Neuron: “La cuestión de la influencia del sexo en el cerebro se está moviendo rápidamente hacia el primer plano, impulsada por los abundantes resultados que demuestran que el sexo del individuo altera, e incluso revierte, los hallazgos de la neurociencia”.

Para Cahill está más que demostrado que el sexo de la persona influye marcadamente en la función cerebral. También para Simon Baron-Cohen (Universidad de Cambridge) y Ruben Gur (Universidad de Pensilvania), que aseguran poder demostrar que los hombres son “sistematizadores” y las mujeres “empáticas” (Baron-Cohen); y que las conexiones cerebrales en ambos sexos son distintas para garantizar su “complementariedad” (Gur).

Las réplicas y contrarréplicas que generan en las propias revistas científicas los trabajos de estos investigadores, y los de quienes restan peso a las diferencias, son de una fiereza inusual. En una publicación, Cahill, sintiéndose llamado neurosexista, se refiere a Fine, Rippon y otras investigadoras como “mujeres académicas”, sin más; en otra, Baron-Cohen critica el “determinismo social extremo” de Fine, basado “más en la política que en la ciencia”.

No ayuda a la calma, probablemente, que el estudio de las bases biológicas del comportamiento humano –desde la neurociencia u otros ámbitos, como la biología evolutiva– haya servido de base históricamente a injusticias contra las mujeres e incluso, ya en el siglo XXI, para explicar la violencia sexual en términos que fácilmente pueden interpretarse como una justificación.

El biólogo evolutivo Randy Thornhill postuló en su Historia Natural de la Violación (2000, The MIT Press) que todos los hombres, por una mera cuestión evolutiva, sienten la pulsión de violar –esta teoría, decía Thornhill, ayudaba a las mujeres a decidir cómo vestirse, pues las hacía conscientes de que “su blusa ajustada puede ser interpretada como una invitación al sexo”–.

Pero incluso admitiendo que la historia del área encienda los ánimos, ¿por qué ni una mejor tecnología, ni más datos, ni el sistema de peer review zanjan la polémica sobre las diferencias entre sexos?

Sucede que el sexo “es especial”, afirma Melissa Hines, psicóloga experta en neuroendocrinología de la Universidad de Cambridge y autora de Brain Gender, publicado en 2005 y obra de referencia indiscutida para ambos bandos. “Los individuos tienen sus propias perspectivas y opiniones sobre las diferencias de sexos, estén o no estudiándolas científicamente. Esto no suele ocurrir en física nuclear o en lingüística”.

“Todo el mundo está interesado en las diferencias entre sexos y tiene prejuicios cognitivos al respecto que, aunque inconscientes, ejercen una influencia poderosa sobre la percepción”, dice Hines. Ella no habla de neurosexismo, pero coincide en que se tiende a “sobreenfatizar los hallazgos de la neurociencia excluyendo los factores sociales”.

 

La brecha entre quienes niegan grandes variaciones cerebrales entre sexos y quienes, en cambio, las consideran demostradas, sigue hoy día más abierta que nunca. (Ilustración: Wearbeard / SINC)

 

Denunciar sesgos en el área no es nuevo ni exclusivo de la neurociencia. En aquel encuentro sobre feminismo y evolución de mediados de los años 90 con el que comienza este reportaje hubo abundantes ejemplos de comportamiento animal que contradecían uno de los paradigmas más sólidos de la biología evolutiva.

Las hembras generan menos óvulos (muy grandes) que los machos espermatozoides (muy pequeños). La reproducción es más costosa para ellas que para ellos. Según las ideas aceptadas, eso hace que ellos sean promiscuos y compitan entre sí para acceder a las hembras, mientras ellas, que se juegan más, son selectivas y monógamas.

Sin embargo, los muchos ejemplos discordantes en la naturaleza estaban a la vista –señalaron las ponentes en el congreso feminista– y habían sido básicamente ignorados.

El propio Maynard-Smith reconoció entonces –según la crónica del New York Times– sentirse “molesto” consigo mismo porque “simplemente nunca se me había ocurrido” dudar del saber establecido.

La organizadora de ese encuentro, la bióloga evolutiva Patricia Adair Gowaty, de la Universidad de California en Los Ángeles, sí cuestionó el paradigma, y en 2012 halló –y publicó en PNAS– que el principal experimento en que se sustenta, un estudio con moscas de la fruta realizado en 1948 por el británico Angus Bateman, era irreproducible.

Tenía graves fallos de diseño que invalidaban los resultados, “y a día de hoy me persigue la pregunta de cómo nadie los vio antes, por qué pasó tanto tiempo antes de que alguien intentara replicar exactamente el experimento, dado su impacto”, dice Gowaty a Sinc.

El Times recogió en 1994 esta cita suya: “Decir ‘bióloga evolutiva feminista’ tiene connotaciones peyorativas; se podría pensar que hago ciencia por política, en lugar de por la ciencia misma. Yo creo que ser consciente de mis sesgos me hace mejor científica”.

“Decir ‘bióloga evolutiva feminista’ tiene connotaciones peyorativas; se podría pensar que hago ciencia por política, en lugar de por la ciencia misma”, dijo Gotawy

Hoy dice Gowaty: “Muchas cosas han cambiado desde ese encuentro, pero algunas parece que no cambian nunca”. Alude a la fuerte reacción que provocó su demostración de que Bateman basó sus conclusiones en datos erróneos, un caso claro, en su opinión, de “tenacidad de la teoría”, esto es, de “adhesión persistente a una teoría a pesar de las evidencias contrarias”.

También de esencialismo biológico, “la idea de que hay diferencias determinantes, necesarias, intrínsecas, fundamentales entre entidades, como machos y hembras”.

El esencialismo funciona como “un potente y a menudo inconsciente marco conceptual para los biólogos evolucionistas”, dice Gowaty, una “trampa filosófica que impide pensar en hipótesis alternativas” e incita a diseñar experimentos que confirmen las propias creencias, el llamado sesgo de confirmación. Esta forma de hacer ciencia “viola el método hipotético deductivo (…)”.

Lo cierto es que en la publicación seminal de Bateman (Heredity, 1948) se explicita como objetivo el explicar “por qué es una ley general que el macho está ansioso por cualquier hembra, sin discriminación, mientras que la hembra escoge al macho”.

También en la investigación de las diferencias psicológicas entre sexos se han abordado los sesgos. Una obra de 1974, The Psychology of Sex Differences, ya señala “muchos problemas que persisten hoy”, escribe Hines. Como la “tendencia a publicar estudios que encuentran diferencias, pero no trabajos similares que no las muestran”; las “distorsiones de la percepción” –ignorar evidencias contrarias al estereotipo–; u obviar que el contexto influye en el resultado –niños y niñas pueden mostrar diferencias en una situación y no en otra–.

Hines insiste en un concepto a menudo ignorado en los mensajes al público: “La mayoría de diferencias comportamentales entre sexos son de grado, no de naturaleza”.

Salvo la identidad de género y la orientación sexual –la mayoría de las mujeres se sienten atraídas por hombres y una mayoría de los hombres por mujeres–, en los demás rasgos la diferencia es mucho menor que la media de altura entre sexos. Así, si la diferencia en la media de altura vale 2, la diferencia en habilidad para visualizar rotaciones de objetos en 3D vale 0,9. Y es el rasgo cognitivo o comportamental que muestra más diferencias. En otras palabras, el grupo de hombres y el de mujeres se solapan casi en su totalidad.

Para Hines, que los investigadores sean o no conscientes de sus propios sesgos depende en gran parte de su formación al margen de su propia especialidad. Fines y Rippon dan más recomendaciones, sobre todo para quienes trabajan con neuroimagen. En un artículo de 2014 recuerdan que “el género es una categoría fuertemente esencializada” y que “también los neurocientíficos son público no experto en lo referido al estudio del género y son susceptibles de caer en el pensamiento esencialista”.

De hecho, la investigación actual con neuroimagen parece asumir –advierten– “que la visión esencialista de los sexos es correcta” al dar por demostrado –erróneamente– que el cableado cerebral es claramente distinto entre hombres y mujeres.

Para estas autoras, los investigadores deberían recordar que los datos muestran en general mucho más solapamiento entre sexos que rasgos diferenciales; y que lo habitual es que cada individuo sea un mosaico de rasgos –anatómicos, psicológicos– catalogados como típicamente femeninos o masculinos.

Cabe resaltar que Cahill, por ejemplo, admite explícitamente su rechazo a la hipótesis de un cerebro sin diferencias funcionales entre hombres y mujeres: “La evolución ha producido cerebros de mamífero con similitudes y diferencias biológicas (…). Insistir en que de alguna forma, mágicamente, la evolución no produjo influencias biológicas de todo tipo y clase basadas en el sexo en el cerebro humano, o que esas influencias no produjeron apenas efectos en la función cerebral –comportamiento– equivale a negar que la evolución se aplica al cerebro humano”.

Baron-Cohen, por su parte, va innegablemente mucho más allá de lo que dicen sus propios datos al afirmar en su libro “La gran diferencia” que las personas “con cerebro femenino son mejores profesores de primaria, enfermeros, cuidadores, terapeutas, trabajadores sociales y asistentes”, mientras que aquellas con cerebro masculino son mejores “científicos, ingenieros, mecánicos, banqueros, programadores e incluso abogados”.

Gowaty tiene una cita favorita del físico Richard P. Feynman referida a la ciencia: “El primer principio es que no debes engañarte a ti mismo y tú eres la persona más fácil de engañar”. Pues eso.

El estudio de las diferencias entre sexos puede abordarse desde la vía de entrada –los genes, el cerebro– y la de salida –el comportamiento–. En esta última, uno de los trabajos más citados es el de la psicóloga Janet Hyde (University of Wisconsin-Madison), que tras una revisión de 46 metaanálisis de estudios sobre diferencias psicológicas entre géneros concluyó que en el 78 % de las variables las diferencias tenían valor próximo a 0. En 48% de ellas el valor estaba entre 0,11 y 0,35. Como referencia, el valor asignado a la diferencia entre la altura media de mujeres y hombres es 2.

Es decir, entre hombres y mujeres hay diferencias nulas o triviales en la gran mayoría de rasgos psicológicos medidos hasta ahora. No solo en desempeño matemático y habilidades verbales, sino también en aspectos de la personalidad como gregarismo, escrupulosidad, agresividad relacional –la que busca dañar las relaciones del agredido y que el estereotipo asocia a una supuesta astucia femenina– o estilos comunicativos –más impositivos o asertivos–.

Ni siquiera en cuestiones como la sensibilidad –considerada típicamente femenina– o el liderazgo –masculino– hay una frontera: “Aunque los estereotipos mantienen que hay grandes diferencias de género en emociones como el miedo y el orgullo, los datos, en niños y en adultos, indican que las diferencias de género en experiencias emocionales son pequeñas o, en muchos casos, triviales”, escribe Hyde.

Basándose en estos datos, Hyde postuló en 2005 la teoría de las similitudes de género, que no descarta posibles diferencias, pero defiende que mujeres y hombres “son similares en la mayoría de las variables psicológicas”. Estudios posteriores de otros autores han seguido encontrando datos a favor de este modelo.

Sin embargo, los estereotipos perviven, y los expertos los asocian a desigualdades sociales. Muchas más mujeres abandonan la carrera científica cuando son madres. Muchas menos mujeres acceden a puestos de poder (en ciencia y en general). En las universidades españolas el número de mujeres matriculadas en informática o ciencias de la computación sigue bajando: de 30 % en 1985-87, a 12 % en 2016-17. A finales de 2018 el físico Alessandro Strumia dijo en el CERN que las mujeres tenían menos aptitudes para la física.

La búsqueda de diferencias anatómicas en el cerebro de hombres y mujeres tiene una larga historia. En general hay consenso en que existen diferencias, aunque no del calibre de las que se observan, por ejemplo, en los genitales masculinos y femeninos. No hay consenso, en cambio, en la valoración de si realmente son significativas estas diferencias, ni mucho menos en la interpretación de su función.

Entre los trabajos más recientes y más discutidos están los de Simon Baron-Cohen, que parte del hecho de que el autismo se da sobre todo en hombres para concluir que, según sus datos, “la mujer típica es de media más empática y el hombre típico, de media, más sistematizador [definiendo esto como “el impulso de analizar o construir un sistema basado en reglas”].

Otro trabajo reciente es Madhura Ingalhalikar, que asegura que “los cerebros de los hombres están estructurados para facilitar la conectividad entre percepción y acción coordinada”, y los de las mujeres “están diseñados para facilitar la comunicación entre modos analítico e intuitivo” –explicar qué significa eso requeriría otro artículo–.

Muy distintos son los resultados de Daphna Joel, de la Universidad de Tel Aviv, que, tras un análisis de varias regiones cerebrales, concluye que no existen cerebros masculinos y femeninos sino cerebros “mosaico”, mezcla de rasgos anatómicos asociados a cada género. “Los humanos no tenemos cerebros con rasgos “típicamente femeninos” o “típicamente masculinos””, escribía Joel en un reciente artículo con Cordelia Fine en The New York Times. (Fuente: Mónica G. Salomone / SINC)

Fuente: https://noticiasdelaciencia.com/art/33052/la-ciencia-busca-diferencias-entre-sexos-y-se-topa-con-los-prejuicios

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Andrew McAfee: «No debemos cortar las alas a la tecnología por no saber lidiar con la desigualdad»

Redacción: ABC

El cofundador y codirector de la Iniciativa sobre la Economía Digital del MIT Sloan School of Management defiende que la automatización no es el enemigo de la sociedad y anima a fomentar su enseñanza en las escuelas.

Nadie duda de que la automatización cambiará el modelo económico; el debate está en si esta Cuarta Revolución Industrial hará del mundo un lugar mejor. Por lo pronto, el World Economic Forum vaticina que los robots crearán 58 millones de empleos netos para 2022; y PwC augura un aporte a la economía mundial de 15,7 billones de dólares para 2030. Todo ventajas, a priori. Pero… ¿no hay claroscuros en el avance tecnológico? Andrew McAfee, cofundador y codirector de la Iniciativa sobre la Economía Digital y principal científico de investigación del MIT Sloan School of Management, trata de arrojar luz sobre hacia dónde avanzamos, qué retos se plantean y, lo que es más importante, cómo afrontar los problemas derivados de la automatización.

¿Cuál será el futuro de nuestra economía, en relación con la automatización, los robots y la inteligencia artificial?

Mi predicción es que la economía va a crecer y va a ser más productiva a nivel mundial gracias a estas nuevas tendencias tecnológicas. La economía tiene una obsesión con la productividad, y es normal porque esta logra sacar un mayor rendimiento con los mismos recursos, que pueden ser una hora de trabajo, un litro de agua o un kilo de fertilizante. Siempre queremos sacar más rendimiento y la inteligencia artificial y los robots nos van a permitir aprovechar mucho más los recursos de los que disponemos. También podemos decir que su función va a ser la de enriquecernos más con los mismos bienes.

Por lo tanto, ¿no hay que temer a la automatización?

Cuando presenciamos cambios tan profundos, siempre aparecen retos. La automatización incrementa la pérdida de empleos y no podemos evitarlo. De todos modos, ya se han automatizado muchas tareas anteriormente, pero los emprendedores y la innovación están desarrollando nuevas industrias constantemente y esto crea nuevos puestos de trabajo, lo que permite que la gente no sufra por el desempleo. Aunque con estos patrones de cambio tan vertiginosos es cierto que vemos cómo la automatización va destruyendo empleabilidad y creando alteraciones, no creo que sea una preocupación presente, ya que en los próximos cinco o diez años vamos a seguir necesitando de la mano de obra para impulsar el crecimiento económico. Lo que tenemos que hacer es centrarnos en educar a la población para los trabajos del futuro, porque aún no debemos preocuparnos por un desempleo masivo debido a la mecanización.

¿Deberíamos incluir a los robots y la automatización en la enseñanza?

De alguna manera ya lo hacemos enseñando programación. Además, en países como EE.UU. y China hay ligas de secundaria en las que los equipos de diferentes institutos compiten por construir el mejor robot. Estas competiciones me encantan, y no solo porque enseñemos robótica a los más jóvenes, sino porque les enseñamos a pensar, a resolver problemas y a trabajar en equipo. Así que, sí, creo que deberíamos potenciar estas actividades.

Andrew McAfee, durante la entrevista con ABC en el evento Hoy es marketing, organizado por ESIC
Andrew McAfee, durante la entrevista con ABC en el evento Hoy es marketing, organizado por ESIC – BELÉN DÍAZ

Hay expertos que afirman que la automatización va a incrementar la desigualdad. ¿Comparte esta visión?

Sí. Mire, el primer galardonado con el Premio Nobel de Economía dijo: «La desigualdad es una carrera entre la educación y la tecnología». Lo que quiere decir es que cuando encontramos el equilibrio en otros aspectos, la tecnología suele desestabilizar la balanza y llevar a la desigualdad. La educación, por otro lado, tiende a equilibrar la balanza proporcionando a la gente nuevas habilidades que les harán más valiosos. Lo que quiero decir es que la tecnología nos puede hacer ricos y si no nos gusta la distribución de esta riqueza y cómo se comparte, podemos arreglarlo con las herramientas de las que disponemos. Pero, porque no nos guste el reparto, no debemos enemistarnos con la tecnología o cortarle las alas por no saber lidiar con la desigualdad. Por ejemplo, sería como renunciar a ser ricos si tuviésemos la oportunidad de serlo. No es una buena idea, desde mi punto de vista.

¿Los robots acabarán pagando las pensiones de jubilación?

Hay muchas formas de asegurarnos la jubilación. Tenemos el sistema de impuestos, que nos la garantiza, pero yo no estoy a favor de gravar con impuestos la actividad de los robots. Creo que debemos gravar los valores añadidos, y estos valores pueden cambiar. Por ejemplo, me encanta la idea de recaudar impuestos con las emisiones de carbono, porque las reduciría y aplacaría el calentamiento global, por no hablar de que conseguiríamos fondos que podríamos destinar a cualquier cosa, como pagar las jubilaciones. Tenemos diferentes soluciones a nuestra disposición si queremos garantizarnos una buena vejez o cuidar de aquellos que perciben menos ingresos. Lo que quiero decir es que podemos lograr un equilibrio si nos convertimos en una sociedad rica para estar en disposición de pagar por un Estado del Bienestar, y la tecnología es nuestra aliada para enriquecer nuestra sociedad.

Fuente: https://www.abc.es/economia/abci-andrew-mcafee-no-debemos-cortar-alas-tecnologia-no-saber-lidiar-desigualdad-201906020220_noticia.html

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