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OMEP Argentina: Foro sobre educación intercultural, primera infancia, políticas educativas y derecho a la educación en CLACSO 2018

Por: OMEP Argentina. 

Compartimos la presencia de OMEP en la 8va Conferencia Latinoamericana y Caribeña de Ciencias Sociales y Primer Foro mundial del Pensamiento Crítico, organizado por Clacso – Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales . #CLACSO2018

Con Alejandra Castiglioni (OMEP Argentina), Jose Eduardo Machain(OMEP Latinoamérica), Iliana Lo Priore y Mitzi Flores (OMEP Venezuela).
Sobre educación intercultural, primera infancia, políticas educativas y derecho a la educación.

Fuente de la reseña: https://www.facebook.com/argentina.omep/

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12º Encuentro Internacional de Educación Infantil

Por OMEP Argentina.

 

OMEP Argentina invita a su
12º Encuentro Internacional de Educación Infantil
«Ambientes que habilitan la experiencia de aprender.
¿Cómo enseñar a las infancias hoy?»

– Especialistas nacionales e internacionales
– Conferencias, paneles, laboratorios, presentación de experiencias
– Vistas guiadas, muestras de libros y material didáctico

Más información: https://www.omep.org.ar/encuentro

Fuente de la reseña: https://www.facebook.com/argentina.omep/

 

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Serie Maestros de Maestros – Compartir Palabra Maestra (PDF)

Colombia/ Autor: Facultad de Educación de la Pontificia Universidad Javeriana y La Fundación Compartir / Fuente: Compartir Palabra Maestra

La Facultad de Educación de la Pontificia Universidad Javeriana y La Fundación Compartir se unieron para realizar la serie ‘Maestros de Maestros’, un especial en el que cada 15 días los lectores de Compartir Palabra Maestra encontrarán una entrega que resalta el trabajo, la labor y el legado de 10 personajes que, a lo largo de la historia, marcaron el camino formativo de la humanidad.

Immanuel Kant (1724-1804)

La educación debe interesarse por nosotros, por los demás, y por el mundo. Una educación moderna nos sacude de la pereza y nos arriesga a pensar por sí mismo

Pegado a Rusia, teniendo a Dinamarca como norte, a orillas del Mar Báltico existió Königsberg, capital de Prusia, región reclamada por alemanes y rusos.  Como testigos de estas disputas sólo quedan ruinas. Hoy se ha fundado una nueva ciudad, Kaliningrado, que ya no pertenece a Alemania, sino al vencedor de la Segunda Guerra mundial, Rusia. En esta ciudad nació Immanuel Kant; pero ya no hay rastro ni de la casa que habitó, ni donde nació, ni donde murió. Permanece una tumba visitada con frecuencia por parejas de recién casados. Durante el mundial de Rusia 2018 vimos de qué manera, antes entrar al Estadio para la gesta mundialista, los turistas visitaban su mausoleo con veneración y respeto.  Del pensador prusiano-alemán, nos queda nada más, pero nada menos, que su herencia filosófica, humanística y educadora testificada en sus libros.

Los libros de Kant son hoy de una gran actualidad, entre ellos destacamos Crítica de la Razón Pura, Crítica de la Razón práctica, Crítica de la capacidad de juzgar (Crítica del juicio). Hoy nos centramos en un pequeño tratado, poco estudiado por los filósofos de profesión, pero de mucho interés en la formación de maestros, “Sobre la Pedagogía” (1803). Se dice que se trató de unas lecciones que sus alumnos recogieron, entre ellos, D. Friedrich Theodor Rink y que fueron publicados con la aprobación de su autor.  Sin embargo, superando la discusión, por lo demás de vanidosa erudición, sobre la función que cumple este libro dentro de la obra de Kant, nos importa reconocer en él una recuperación valiosa del proyecto formativo que se gestaba al calor de una época, la Ilustración y que testifica el proyecto formador que va a producir la educación moderna.

Para Kant las preguntas fundamentales del ser humano tienen que ver con cuatro interrogantes: ¿Qué puedo saber? ¿qué debo hacer? ¿qué me cabe esperar? ¿Qué es el hombre? Con respecto, al momento que le tocó a vivir, la Ilustración, y con ello, el inicio de la época moderna, Kant cree que sólo es moderno quien aprende a pensar sin estar bajo la tutela o dependencia de alguien; cada ser humano debería tener como eslogan de combate el siguiente: arriésgate a pensar por ti mismo. En realidad, ser moderno sería salir de la minoría de edad, sería también sacudirse de la pereza y la cobardía que nos hace seguir lo que los otros dicen, lo que los otros piensan, lo que los otros hacen. Sólo la pereza y la cobardía nos hace menores de edad y a ésta hay que sacudirla para ser modernos para entrar en la Ilustración.

En este contexto es que tenemos que leer el Tratado de Pedagogía de Kant (1803).  Educarse sería construir una humanidad en cada uno. Esta humanidad no aparece espontáneamente, exige educación, es decir, un trabajo específico, bastante complejo y muy deliberativo, hecho de ciencia y de arte.  “Educación” es una palabra que empieza a aparecer como aquello que se hace con cada ser humano. La utiliza Locke, la utiliza Rousseau, y ahora Kant. Educar es cuidar, educar es instruir, educar es disciplinar, la unión de la instrucción con la disciplina origina la formación (Bildung). La formación es una parte de la educación, es también el resultado fundamental de todo el ejercicio educativo: formar a alguien no sería solamente competencia y habilidades; es también y sobre todo capacidad de considerar a cada ser humano, próximo o lejano, siempre como fin en sí mismo y nunca como medio para algo.

En Colombia, la gente no les cree a los informes económicos, pues dicen que sus balances muestran, que al País le va bien, pero a la gente le va mal. Esta forma irónica de leer la gestión de los estados, también, lo expresa Kant en su propio estilo; dice que las conquistas humanas han logrado la felicidad de los Estados y la desdicha de las gentes, “vivimos en un tiempo de disciplina, cultura y civilidad; pero aún no, en el de moralización (…) las felicidades de los Estados crecen al mismo tiempo que la desdicha de las gentes” (Kant, 1803/2005; pág. 39).

Para Kant no se educa para una región, ni para la familia, ni para una determinada sociedad, ni para una patria. Se educa para hacer de cada ser humano un ciudadano del mundo con capacidad de ver en cada ser extraño la humanidad que me hace falta. Mi vida sólo es buena sino la siento ligada a la humanidad. Por lo tanto, la humanidad es el tema de la educación de Kant. Y la humanidad implica una serie de efectos y condiciones que pueden ser sintetizadas así:

La educación tiene a la humanidad como destino. La educación tiene que ver con algo que está en el alma y nos hace interesarnos por nosotros, por los demás y por el mundo: “Hay algo en nuestra alma que hace interesarnos: a) por nosotros mismos; b) por aquellos entre quienes hemos crecido, y c) por el bien del mundo. Se ha de hacer familiares a los niños estos intereses y templar en ellos sus almas. Han de alegrarse por el bien en general, aun cuando no sea el provecho de su patria ni el suyo propio” (Kant, 1803/2005; pág. 93). La educación no es un asunto de patrioterismos, ni de nacionalismos ni de grupos cerrados, ni de nacionalismos; sino de la humanidad que está en el alma: de una humanidad cosmopolita.

La humanidad hay que desarrollarla. “Hay muchos gérmenes en la humanidad; y  a nosotros nos toca desarrollarlos; desplegar nuestras disposiciones naturales y hacer que el hombre alcance su destino” (Kant, 1803/2005; pág. 33). El desarrollo y el despliegue depende de la disciplina, pues ella “convierte la animalidad en humanidad” (Kant, 1803/2005; pág. 29). Recordemos que para Locke la falta de disciplina del entendimiento impide la conversación; para Kant esta disciplina y esta conversación está en función del desarrollo de una humanidad que está en el alma.

La humanidad es un asunto generacional. “Una generación educa a otra” (Kant, 1803/2005; pág. 30). La metáfora kantiana de la alteridad es significativa: “El árbol plantado solo en un campo, crece torcido y extiende sus ramas a lo lejos; por el contrario, el árbol que se alza en medio de un bosque, crece derecho por la resistencia que le oponen los árboles próximos, y busca sobre sí la luz del sol” (Kant, 1803/2005; pág. 37).  La humanidad no existe individualmente en cada uno de nosotros, la humanidad existe si nos la damos unos con otros, si nos apoyamos unos con otros, como los arboles próximos se dan resistencia, así somos los seres humanos, nos damos la humanidad si estamos próximos a los otros, y aprender a darnos humanidad es el trabajo de la educación.

La humanidad se interesa por un mundo mejor.  Existe una perfectibilidad, un progreso que es importante en Kant. “una buena educación es el origen de todo el bien en el mundo. Es necesario que los gérmenes que yacen en el hombre sean cada vez más desarrollados”. Por eso, no se educa para el presente, sino conforme a un estado mejor y posible en lo futuro de la especie humana; es conforme a la idea de humanidad y de su completo destino. Este principio es de la mayor importancia” (Kant, 1803/2005; pág. 36). ¿Por qué es este punto el de mayor importancia? Porque ni los padres, ni los príncipes educan.  Los padres cuidan la casa y los príncipes el estado; a ninguno de ellos les interesa la idea de humanidad, que sí le interesa la educación de Kant; al contrario, la educación debería ser no la vida presente, como hacen los padres y los príncipes, sino “la perfección a la que está destinada la humanidad y por la cual tiene sus disposiciones”. La afirmación es contundente: “Las bases de un plan de educación ha de hacerse cosmopolitamente” (Kant, 1803/2005; pág. 36).

Aunque no se refiere al maestro de una institución educativa como la conocemos hoy, sin embargo, Kant imprime destaca el carácter del maestro. Si el educando es fin en sí mismo y nunca medio, hay que salvar al niño de las mezquindades educativas de los Estados y del egoísmo educador de los padres. Hay que educar al niño para una humanidad mejor, y eso solo lo sabe hacer alguien que se forma específicamente para estos propósitos: “La aproximación lenta de la naturaleza humana a su fin, sólo es posible mediante los esfuerzos de las personas de sentimientos bastantes grandes para interesarse por un mundo mejor, capaces de concebir la idea de un estado futuro más perfecto” (Kant, 1803/2005; pág. 38). Kant introduce explícitamente la formación (Bildung) como propósito esencia de la educación. Con ello integramos una dimensión fundamental, si es auténtica, de la formación de maestros y la recuperación conceptual del saber pedagógico.

Comenio (1592-1670)

La educación es aquella que conduce los asuntos humanos hacia asuntos de paz. La educación sabia consiste en esto: en hacer algo, que sea digno de la vida. 

Juan Amos Comenio es el sabio más importante del Siglo XVII. Teólogo inspirado en las ideas reformadoras de Lutero y Calvino, siguió la pedagogía de Vives y Ratke.  Construyó el primer método científico de la enseñanza siguiendo a Bacon y Campanella. Escribió mas de 250 obras, entre las que destacamos la Didáctica Magna, Ángel de PazEl Paraíso del Mundo y el paraíso del corazón En la Didáctica Magna y Pampedia configura una estructura de la escuela, casi como la conocemos hoy.

Nace en Moravia, lo que hoy es la Republica Checa. Sufrió en carne propia la Guerra de los 30 años (1618-1648); una confrontación política y religiosa que dejó a Europa devastada y con millones de muertos. En la obra Puerta abierta a las lenguas trabajo en la enseñanza de las lenguas, También elaboró el primer manual con imágenes para la enseñanza de latín en las lenguas maternas (el latín era la lengua importante para el aprendizaje de las ciencias). Elaboró un tratado de reconciliación entre Inglaterra y Holanda llamado Ángel de Paz que siguió siendo un modelo de fin de las confrontaciones entre las naciones. El texto ha inspirado a la ONU para la elaboración de los tratados posteriores de paz.

Sin embargo, a pesar de sus aportes vivió exiliado, perseguido, proscrito, escondido. Por la guerra perdió a su primera esposa (Magdalena) como a sus dos hijos; más tarde moriría también Dorotea, su segunda esposa. Fue calumniado, incomprendido, tratado como embustero y loco. Sin embargo, el cansancio y la desilusión no puede ser la única suerte que le corresponda al ser humano; escribía con entusiasmo a pesar de estar muy enfermo, pues, decía, “la vida nos debe interesar por eso, para que hagamos de ella, algo que sea digno de la vida”.

Aunque muchos ven en el educador moravo el pionero de la pedagogía, o también, el primero en tratar la educación de una manera exhaustiva, hay que resaltar algo de fondo: con Juan Amos Comenio se inician los conceptos que fundaran la pedagogía moderna: escuela, maestro, el enseñar, el aprender, la infancia.  Se tratará, como lo resalta la maestra colombiana, Olga Lucia Zuluaga, de los objetos, los conceptos, los sujetos, que configuraran el saber pedagógico hasta Herbart.

También con Comenio obtendremos las herramientas epistemológicas, políticas y éticas para pensarla educación como constructora de humanidad universal.  Se tratará de proceder con método (ciencia) hacia una educación que reforme los asuntos humanos. Los asuntos humanos serán asuntos de paz.

A partir de Comenio, la educación tendrá algunas características:

Será Universal: Para todos: es el primero que señala que nadie debe estar excluido de la educación. La escuela permitirá una educación a todos. El conocimiento científico se democratiza, todo puede ser enseñado, “parece un sueño que todos los hombres consigan una educación universal, sólida y capaz de transformarles en hombres nuevos, en verdadera imagen de Dios” (Pampedia; pág. 38). El Pandidáscalo es un cultivador de lo universal de las inteligencias, es un maestro pampédico quien enseña todas las cosas totalmente. Con este fin debe formarse en lo universal, pues “debe formar a todos los hombres en todas las cosas que perfeccionan la naturaleza humana” (Pampedia; pág.139).

Será un conocimiento de todas las cosas: no existe ningún conocimiento que no pueda ser aprendido. Formarse en todas las cosas no es un saber libresco y erudito; es una sabiduría de vida. En efecto, señala al inicio del capítulo VII, que se trata de que no salgan con “libros doctos” sino con “corazones y manos eruditas” (Pampedia; pág.139); no basta tener libros buenos, sino manos y corazones eruditos/buenos. Expresamente habla del saber enciclopédico: “no queremos enseñar enciclopédicamente a unos pocos sino a todos” con el fin de que se diferencien de los animales en “la razón, por la palabra y por el obrar libre y variado” Pampedia; pág.64).

Una educación total: Lo universal es, también, formación total: todo el hombre. Según Comenio hay educación para algo: enseñan algunas cosas, algunas materias, pero no hacen al hombre sabio. Pero hay una educación que es total.  Lo total, es reconocimiento de que a cada hombre y todo hombre y toda mujer es “cuerpo… Sentido… Ingenio” “(Pampedia; pág.215).

La educación no se limitará a la escuela. Tanto en la Didáctica Magna como en Pampedia Comenio señala que la educación acompaña toda la vida del hombre. La sabiduría no se da de una vez por todas. De modo de que, si se trata de aprender todo, no todo se aprende de una vez. Además de que lo universal es lo total, también es lo continuo, lo permanente de la educación; no se educa de una vez, no hay edades privilegiadas de educación; se educa siempre, en todas partes, en cada etapa de la vida; no de la misma manera sino de acuerdo a las edades; cada edad aprende de modo distinto y distintas cosas; a lo universal le es inherente una vida entera: “será por tanto fácil conseguir que la vida entera se convierta en escuela. Basta dar a hacer a cada edad únicamente aquello para lo que es apta y durante toda la vida, el hombre tendrá algo que aprender, algo qué hacer, algo en lo qué progresar y donde coger los frutos de la vida” (Pampedia; pág.107).

Es una educación alegre. Necesitamos un juego universal, “universalis ludus” (Pampedia; pág. 1992; pág.159). Que los hombres se ejerciten en “pensamientos, dichos y obras” (pág. 65) con “gozo” (pág.65), “placer” (pág. 153) y juego.

Comenio se anticiparía a los planteamientos de la educación universal de Rousseau (1762) y a las propuestas de reconciliación de las naciones elaboradas por Kant en la Paz Perpetua (1804).  Sin embargo, hoy Comenio sigue siendo un estudio postergado. No ha bastado las recomendaciones de las Organización de Naciones Unidas, ni los estudios de Piaget sobre nuestro autor de la Didáctica.  Con Comenio se inauguran la pedagogía moderna; con él se instituirán los sujetos, los objetos, los métodos, las instituciones que configurarán la práctica pedagógica y las dimensiones para la formación de maestras y maestros en el saber pedagógico.

Jean-Jacques Rousseau (1712-1778)

La vida de Emilio es su educación. De las manos del maestro, no solo serán profesionales, sino, ante todo, con una vida que sea digna de vivir.

Con Rousseau, se inaugura un giro en el pensamiento sobre la educación. Pensador suizo, de habla francesa. Paradójico, conflictivo, escéptico frente al progreso de la ciencia y de su capacidad para la producción de la felicidad del hombre. Con él la infancia se instituye en sujeto de la educación. Las pasiones no son impedimento sino la fuerza que permiten su desarrollo. La formación del hombre para la vida social se realiza apartándose de ella. La naturaleza no obstaculiza la educación; al contrario, solo siguiéndola se puede alcanzar los propósitos que se persiguen. Rousseau es considerado como iniciador del romanticismo educativo, al centrarse en una concepción optimista de la naturaleza humana, e iniciador de lo que se llamará la educación moderna.

El autor del Emilio (1762) cree en el papel educador de la mujer, y dedica su obra a “una mujer que sabe pensar”. A la infancia no se llega por ideas, conceptos, modelos, teorías: “de la infancia nada sabemos, y cuanto más se habla, más se yerra”.  Es por eso, que el autor ginebrino no hace un tratado, ni una didáctica, ni unas prescripciones morales. Escribe una novela. Y es que no se educa para la vida, como si hubiera una existencia previa a la vida misma, como si se pudiera separar educación y vida. No se educa para la vida porque la vida es la educación. “Vivir es el oficio que yo quiero enseñarle; saliendo de mis manos el no será, convengo en ello, ni magistrado, ni soldado, ni sacerdote; será primeramente hombre: todo lo que este hombre debe ser y sabrá serlo en la necesidad tan bien como precise; y cuando la fortuna tenga a bien hacerle cambiar de lugar, el permanecerá siempre en el suyo” Rousseau, J. (1985 [1762] pág. 41).

Cuando Rousseau escribe el Emilio no estaba pensando en la organización escolar, ni en sus pedagogías, ni en las formas de educación conocidas en su tiempo. Más bien pensaba a contra corriente de todas ellas: en contra de las escuelas, de los colegios, los modelos pedagógicos, de las opciones morales que ya existían. La educación de su tiempo basaba la conducción de los niños en una disciplina directa sobre el cuerpo del niño, en la memorización, en la erudición y el encierro. Rousseau, en cambio, piensa en el ambiente del niño, en los espacios en los que se desarrolla, en la administración del espacio en los que despliega el aprendizaje. El maestro es formador, pero su trabajo es indirecto, produce interés, construye condiciones de libertad. Si en Locke solo hay libertad, si hay disciplina. En Rousseau solo hay disciplina si existe libertad. La libertad es el propósito, solo que por vías distintas. Pero la libertad solo llega si el maestro es vigilante conductor.

Se trata de un oficio de maestro que no lo sabe hacer ni los padres, ni el estado, ni las políticas educativas, que no piensen en el niño mismo y en los deberes como ser humano; por eso se necesita un maestro, quien, en un ejercicio de gobierno, lo conduzca hasta hacerlos hombres:

No existe otra ciencia que enseñar a los niños: esta es la de los deberes del hombre. (…) Por lo demás yo llamo más maestro (gouverneur) que preceptor al profesor de esta ciencia, porque se trata menos para él de instruir que de conducir. Él no debe dar preceptos, debe hacer que se descubran” Rousseau, J. (1985 [1762]. Pág. 53)

Luego el maestro se va haciendo innecesario, mientras Emilio no se gobierne a sí mismo “yo no le pierdo ya ni un momento de vista”, hasta que, “no tenga necesidad de otro guía que él mismo” y “no tenga la menor necesidad de mi” (1985 [1762] Pág. 52). Los modelos pedagógicos que se apoyan en Rousseau para crear educación centrada en el aprendizaje, o en un desprecio de la enseñanza, o en un desconocimiento del maestro, no han interpretado bien al Emilio, no han comprendido el trabajo de gobierno que realiza el formador.

La idea de naturaleza es el punto de partida de la educación del Emilio. “Nuestras pasiones son los principales instrumentos de nuestra conservación; es por tanto una empresa tan vana como ridícula querer destruirlas; es controlar la naturaleza, es reformar la obra de Dios. Si Dios dijese al hombre que destruyese las pasiones que él le ha dado. Dios querría y no querría; se contradeciría a sí mismo. Jamás ha dado esta orden insensata (…) según esto yo consideraría aquel que intentase impedir el nacimiento de las pasiones, casi tan loco como aquel que intenta destruirlas” (1985 [1762] pág. 241).

Por tanto, la educación para Rousseau:

  • Es una educación natural. Su fundamento es seguir el obedecer la naturaleza.
  • Es una educación libre: no se trata de ir a lo que salga, sino en que “el Espíritu de las reglas es dejar a los niños más libertad y menos imperio”.
  • Se trata de una libertad regulada pues no le quitara los ojos. El maestro está presente, de otro modo, no directo, pero si conduciendo la experiencia
  • Es una educación activa: hay que dejarlos que actúen y hay que tomarse su tiempo, “el hombre es libre en sus acciones”. El niño es agente y no simplemente paciente como lo encontraríamos en Comenio.
  • Es una educación para la felicidad: “Preciso es ser feliz” y para ello hay que ser dueño de sí mismo.

Rousseau tiene una desconfianza en la ciencia y en la forma como se busca dominar a la naturaleza. La manera como se domina la naturaleza y la forma como se busca torcer sus leyes logra que el mismo hombre se haga víctima de sus propios logros y tema los efectos de sus propias conquistas humanas.  Para Rousseau es mejor aprender a vivir que aprender a conocer. Sin embargo, el haber puesto el acento en la felicidad, en la necesidad de libertad, en la importancia del interés, en la potencia de las pasiones, el papel del amor y de la bondad de la naturaleza Rousseau construyó nuevas condiciones para pensar la formación de maestros y el saber pedagógico.

John Locke (1632-1704)

La educación requiere una mente disciplinada. Avanza más un corcho en un remolino que una mente que no es rigurosa y disciplinada mientras conoce.

 

John Locke es un pensador inglés, con una determinante influencia en la Europa de su tiempo. Sus ideas políticas inspiraron la Revolución francesa y la independencia de Estados Unidos. Creador de un pensamiento liberal marcó la filosofía política de las naciones que se emancipaban; sus ideas son la base de las concepciones sobre la sociedad civil y de la forma de organizar las naciones a partir de la libertad y de la tolerancia. Como médico y filósofo elaboró una reflexión sobre la educación que deben ser recogidos en el momento de recuperar el horizonte conceptual de la pedagogía.

No puede existir educación sin superar los obstáculos que presenta la mente. No hay educación sin disciplina.  Esta es una afirmación que no goza de prestigio ente la gente joven y a la que le tememos los adultos. Pero esta es la propuesta de Locke. Nuestro autor lo desarrolla en Pensamientos Acerca de la educación (1967. Ediciones de la lectura Madrid, Traducción de D. Barnés) y La conducta del entendimiento (1992, Anthropos, Barcelona). Saber disciplinar la mente es requisito para que ella nos ayude a hacernos libres. Pensar es importante en un nuevo orden de las sociedades; pero no se puede pensar de cualquier manera. La paradoja de que los pensamientos (thoughts) son libres, pero que se pueden convertir en la gran dificultad para el conocimiento (knowledge) es una de las preocupaciones en la que gira la reflexión de Locke.

A Locke le preocupa la tremenda capacidad de distracción que tiene la mente, el pasar de un lugar a otro sin ton ni son. Nos han hecho creer que eso es libertad de pensamiento, que se trata de espontaneidad; pero no para nuestro Autor, eso es distracción. La mente no puede pasar de un lugar a otro como dando palos de ciego, tiene que saber aplicarse a objetos con rigor y reglas precisas.

El entendimiento tiene trabas (clog) que retrasan la mente. Hay algo que la mente debe ser capaz de hacer que es “la transferencia de pensamientos” (1992, pág. 189, § 45); es decir, la capacidad de un hombre despierto de tener un objeto al cual aplicarse; la mente siempre debería estar libre y atenta para atender toda variedad de objetos que se le ofrecen, y concederles tanta consideración como se crea conveniente en ese momento” esto supone un dominio; supone no ser perezosos o apáticos.  No es que sean malas las pasiones y las inclinaciones naturales, lo que quiere Locke es que estén siempre en libertad y a la libre disposición del hombre “para hacerla actuar como y donde quiera” (1992, pág. 189, § 45).

Tres son las posibles causas de distracción:

  • Aficionarse a sí mismo: Son personas desconectadas de los demás, incapaces de tomar parte de una conversación, “no ven lo que pasa ante sus ojos, no oyen los discursos de los demás y, cuando dedicándoles un gran esfuerzo se despiertan un poco, parece que se les ha traído de alguna región lejana” (1991, pág. 189, § 45)
  • Aficionarse a actividades casuales que no tienen nada que ver con un trabajo educativo; dan mil vueltas antes de sentarse a trabajar, mil excusas antes de ponerse a la obra que le toca; postergar siempre la lectura, la escritura que no lo muestran activo sino disperso; cuando se da cuenta ha estado perdiendo el tiempo “y que todos los esfuerzos empleados en él son trabajo perdido” (1992, pág. 195, § 45).  Locke no conoció el internet, ni el Whatsapp, ni Netflix, sino tendría buenos ejemplos sobre este punto.
  • Aficionarse a fantasear. Se refiere Locke a una actividad pueril de quedarse en ideas fijas, una actividad aún más baja que las anteriores “zumbidos sin sentido de meros sonidos vacíos”. Es una actitud mecánica de tener una idea en la cabeza sin hacerla progresar, que hace que la mente se vuelva cautiva. Locke le dedica mucho tiempo a esta traba y es drástico con ella: “nunca debemos consentir esas ocupaciones triviales del pensamiento; tan pronto como veamos que la mente se emplea en vano, deberíamos interrumpirla y reprimirla inmediatamente, presentarle consideraciones nuevas y más serías” (1992, pág. 201, § 45).  No da lugar a contemplaciones: interrumpir y reprimir.  No hay de otra.

La vida distraída hace, dice Locke, que “avance más un caballo en una noria que nuestro pensamiento (1992, pág. 193, § 45). Existen tres actitudes que impiden la disciplina de la mente: pensar según otros, poner la pasión en lugar de la razón y ser corto de vista.

  • Pensar según otros: Son un grupo de personas que no razonan, sino que se guían por ejemplos de otros: padres, vecinos, guías espirituales y así “evitarse la incomodidad y la molestia de pensar e indagar por sí mismos” (1992, pág. 9, § 2).
  • Poner la pasión en lugar de la razón. Son los que se guían por sus propias razones, interés o partido. Al seguir sus argumentos no escuchan a nadie.
  • Ser corto de vista. Carecer de una visión amplia, global, profunda de las cosas de que trata. El asunto es que todos somos cortos de vista; no tenemos una visión total de lo que tratamos; pero esto se puede solucionar si renunciamos a nuestra arrogancia y “consultamos a otros, aun cuando sean más pobres que él en capacidad, rapidez y penetración” (1992, pág. 11, § 3).   No es rebajarse caer en cuenta que otros tienen nociones de cosas que se nos escapan.

Locke un gran optimismo por las capacidades humanas, todos tienen “las mismas capacidades naturales” sólo distintas por los distintos tipos de motivación que han recibido. ¿Quién es capaz? “Yo respondo que más gente de la que imaginan” (1992, pág. 21, § 3). Se necesita un trabajo paciente de habito, que permita ejercitar “la libertad de su razón y de su entendimiento tan ampliamente como éste y su mente deseen ser fortalecidos” (1992, pág. 21-22, § 3). Se trata de prácticas y hábitos que nos conducirán más lejos de lo que podemos imaginar (1992, pág. 23, § 4).

Con Locke hemos aprendido que se llega a la libertad a través de un ejercicio de disciplina. Que las pasiones son libres si están disciplinadas. Que es el entendimiento el que pone a las pasiones, a los intereses al servicio de la educación.  Con la disciplina del entendimiento, Locke nos entrega nuevos horizontes y nuevos conceptos para la construcción del saber pedagógico.

Michel Montaigne (1533-1592)

No solo instruir, también educar. No se puede hacer una educación que esté colmada de conocimientos, pero totalmente huecas de buen juicio. 

Michel Eiquem, Señor de Montaigne, es un humanista francés que, puede considerarse, la síntesis formativa, el espíritu educador de un Renacimiento que está llegando a su ocaso. Es, también, el anuncio del nuevo sol que se levanta con el nombre de Ilustración.  El espíritu educador moderno se anuncia en sus reflexiones los cuales interrogan los propósitos del conocimiento, la relación entre ciencia y naturaleza, y la importancia de la espontaneidad del espíritu humano.

Y es que la inquietud educativa se encuentra en todos sus Ensayos (1580). Durante veinte años habita sus libros y piensa en la educación de la humanidad; en especial podemos rastrear su aporte educativo en Sobre el Maestro (traducido por otros como Sobre el Pedantismo); sobre la educación de los niños (La institución de la infancia), sobre la influencia de los padres sobre los hijos (sobre los afectos de los padres sobre los hijos; Sobre la experiencia.

Montaigne inaugura una forma extraña de escribir. No hace tratados, ni exposiciones: ensaya una idea, se nutre de lecturas, compara puntos de vista, sopesa argumentos, articula proposiciones contrarias, hay buen humor y muchas paradojas. Escribe en primera persona, vive en soledad, habla consigo mismo, se contradice y, al final, no concluye nada; eso le toca al lector. El pensamiento es viaje donde no está determinado nada. Algunos lo consideran un escéptico; otros ven en él un inaugurador de otra escritura, como quien va de camino, preguntando, midiendo, sopesando, haciendo experiencia.  La subjetividad moderna se anuncia aquí.  No es el primero, ya San Agustín, en el siglo IV, había iniciado una forma de conocer que pasaba por el conocimiento de sí mismo. La advertencia de Sócrates, el primer pedagogo de Occidente, resuena aquí: una vida sin examen, no vale la pena ser vivida.

¿Instruir o educar? Es la preocupación que se encuentra en el espacio pedagógico del Renacimiento. Se trata de una época donde el conocimiento, la erudición y los saberes en todos los órdenes, políticos, artísticos, científicos, literarios, sociales, aparecen en una abundancia hasta ahora no conocidos. Una abundancia del conocimiento que produce en los que lo detentan una gran arrogancia. El Renacimiento es el momento en el que abunda el saber y escasea la modestia. La actitud autosuficiente del hombre del siglo produce en nuestro autor una crítica profunda de aquellos que se presentan como maestros del saber sin la suficiente humildad: “odio por encima de todo, un saber pedantesco”.

El aporte para la educación radica en que inaugura la pregunta por la forma de entender la erudición. Se educa para la ciencia y no para la virtud, se lamenta con frecuencia.  “Nuestros padres se preocupan de atiborrarnos la cabeza de ciencia; del juicio y de la virtud apenas se habla”.  Nos ahogamos de conocimiento, nos llenamos de saberes, pero perdemos la prudencia, no sabemos tomar decisiones, no aprendemos a vivir con otros; nos empalagamos de títulos, reconocimientos y honores; pero se pierde el sentido común y no sabemos vivir, “cabezas bastante llena de memoria más totalmente hueco el juicio”.

En el capítulo de los Maestros afirma que “nos esforzamos en llenar la memoria y dejamos vacío el entendimiento y la conciencia. Así como los pájaros van a veces en busca de grano y lo lleva en el pico sin probarlo, para alimentar a sus polluelos, así nuestros maestros picotean la ciencia en los libros poniéndosela en los bordes de los labios únicamente para desembucharla nada más, lanzándola al viento” (Capitulo 25).

No es que se trata de escoger entre instruir o educar, entre conocimiento y formación (la noción de formación aparecerá mucho después en el contexto del resurgir dela cultura alemana). Se refiere, en cambio, a lo complejo que es el proceso de la educación. En los ensayos todavía no aparecen los problemas que instauraran la educación moderna: todavía no hay maestro moderno, (el maestro al que se refiere no es al maestro de la escuela actual); ni tampoco habla de la escuela como la conocemos hoy.

Sin embargo, Montaigne nos importa porque para nuestras instituciones una pregunta que ha sido postergada por el afán de una educación de calidad que descuida la calidez de la misma. Nos preocupa más que nuestros niños, niñas y jóvenes alcancen los perfiles técnicos de los proyectos educativos y menos por la capacidad que ellos deben adquirir en términos de aprender a vivir juntos, el sentido de la colaboración y el cuidado de sí mismo.

Montaigne advierte que, además de conocimiento, la educación es la capacidad de tomar decisiones prudentes. El conocimiento se puede adquirir en un trabajo con otros, la prudencia tiene que ver en un trabajo consigo mismo. A prender a trabajar consigo mismo parece ser el proyecto que heredamos de Autor de los Ensayos.  Un trabajo necesario para que la ciencia no se vuelva contra nosotros mismos.  Con Montaigne se gana una inquietud, inaugurada por Sócrates, de una vida examinada y que nutrirá el horizonte formativo del saber pedagógico.

Links para las descargas en pdf:

https://compartirpalabramaestra.org/documentos/aliados/maestros-de-maestros/maestros-de-maestros-immanuel-kant.pdf

https://compartirpalabramaestra.org/documentos/aliados/maestros-de-maestros/maestros-de-maestros-comenio.pdf

https://compartirpalabramaestra.org/documentos/aliados/maestros-de-maestros/maestros-de-maestros-jean-jacques-rousseau.pdf

https://compartirpalabramaestra.org/documentos/aliados/maestros-de-maestros/maestros-de-maestros-john-locke.pdf

https://compartirpalabramaestra.org/documentos/aliados/maestros-de-maestros/maestros-de-maestros-michel-montaigne.pdf

Fuente de las Reseñas:

https://compartirpalabramaestra.org/especiales-tematicos/maestros-de-maestros

https://compartirpalabramaestra.org/especiales-tematicos/maestros-de-maestros/immanuel-kant-1724-1804

https://compartirpalabramaestra.org/especiales-tematicos/maestros-de-maestros/comenio-1592-1670

https://compartirpalabramaestra.org/especiales-tematicos/maestros-de-maestros/jean-jacques-rousseau-1712-1778

https://compartirpalabramaestra.org/especiales-tematicos/maestros-de-maestros/john-locke-1632-1704

https://compartirpalabramaestra.org/especiales-tematicos/maestros-de-maestros/michel-montaigne-1533-1592

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Libro: Paulo Freire y la Educación Liberadora (antología) / (PDF)

Brasil – México/ Autor: Miguel Escobar Guerrero / Fuente: RUFFYL

La antología que aquí se presenta contiene algunos de los textos centrales del pensamiento freiriano. La educación liberadora no es un modelo para aplicar como si fuese una receta: en por el contrario una propuesta epistemológica y política e ideológica en favor de los y las desarrapadas del mundo. Es una invitación, un desafío para analizar el conflicto educativo, para problematizar el conocimiento; para leer el mundo. La lectura de é les anterior a la lectura de la palabra y esta la continuación de la lectura del mundo. El ser humano, al conocer su mundo puede pronunciarlo, o sea, actuar sobre el como sujeto cognoscente y político para transformarlo para reinventar una sociedad que se construya de abajo hacia arriba.

Link para la descarga:

http://ru.ffyl.unam.mx/bitstream/handle/10391/657/1985_Paulo_Freire_y_la_Educacion_Liberadora.pdf?sequence=1&isAllowed=y

Fuente de la Reseña:

http://ru.ffyl.unam.mx/handle/10391/657

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Programación del Portal Otras Voces en Educación del Domingo 25 de noviembre de 2018: hora tras hora (24×24)

25 de noviembre de 2018 / Autor: Editores OVE

Recomendamos la lectura del portal Otras Voces en Educación en su edición del día domingo 25 de noviembre de 2018. Esta selección y programación la realizan investigador@s del GT CLACSO «Reformas y Contrarreformas Educativas», la Red Global/Glocal por la Calidad Educativa, organización miembro de la CLADE y el Observatorio Internacional de Reformas Educativas y Políticas Docentes (OIREPOD) registrado en el IESALC UNESCO.

 

00:00:00 – Estados Unidos: “¡No existimos!” en las estadísticas y en las historias que se cuentan en universidades, revelan dos indígenas

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/294816

 

01:00:00 – Libro: Paulo Freire y la Educación Liberadora (antología) / (PDF)

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/294802

 

02:00:00 – Día Universal del Niño dedicado a recaudar fondos para que menores puedan asistir a la escuela

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/294822

 

03:00:00 – El desafío de ser universitario de escasos recursos (Artículo de Christian Guijosa)

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/294825

 

04:00:00 – Argentina: Cuatro mujeres debatieron en una mesa convocada “En defensa de la educación pública”: “La educación no es mercancía, es un derecho”

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/294828

 

05:00:00 – Melina Furman: “Estamos enseñando a los niños y niñas a no pensar” (+Videos)

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/294819

 

06:00:00 – UNESCO en la “Tercera Conferencia Internacional sobre el futuro de la educación – Perspectivas de América Latina”

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/294931

 

07:00:00 – El Brasil de Paulo Freire, ¿sigue vigente la pedagogía del oprimido? (Artículo del Equipo/Colectivo Lectura de la Realidad)

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/294808

 

08:00:00 – ONU: La mitad de los 1300 millones de pobres en el mundo son niños (Audio)

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/294940

 

09:00:00 – Libro: El cuento como estrategia pedagógica: Una apuesta para pensar-se y narrar-se en el aula (PDF)

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/294928

 

10:00:00 – 4 claves para aprender: emoción, curiosidad, atención y memoria (Artículo de Salvador Rodríguez Ojaos)

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/294943

 

11:00:00 – Profesores, ¿nos robarán los robots nuestros trabajos? (Artículo de Josefina Santa Cruz)

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/294831

 

12:00:00 – El nuevo Informe GEM 2019 muestra que se necesita más progreso en la inclusión de migrantes y refugiados en los sistemas educativos nacionales

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/295005

 

13:00:00 – Libro: La Reforma Educativa a revisión: apuntes y reflexiones para la elaboración de una agenda educativa 2018-2014 (PDF)

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/294934

 

14:00:00 – Serie Maestros de Maestros – Compartir Palabra Maestra (PDF)

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/295008

 

15:00:00 – Los Escenarios de la Reforma Educativa 2018-2024 (Artículo de Juan Carlos Miranda Arroyo)

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/294925

 

16:00:00 – Yo no ahorro en educación (Artículo de Daniela Leiva Seisdedos)

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/295011

 

17:00:00 – Residente y su invitación a los estudiantes de Colombia

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/295021

 

18:00:00 – Sudamérica: Gobiernos neoliberales coinciden en el recorte del presupuesto a educación sugerido por el FMI

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/295014

 

19:00:00 – La financiación pública de la educación sigue bajando mientras las familias la sostienen (Artículo de Pablo Gutiérrez del Álamo)

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/294812

 

20:00:00 – 3,7 millones de niños afganos carecen de acceso a escuela: Unicef

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/295018

 

21:00:00 – Programa: Encuentros pedagógicos – sábado 17 noviembre 2018 (Video)

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/294937

 

22:00:00 – Documental vietnamita gana título especial del mayor concurso mundial televisivo sobre educación

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/295024

 

23:00:00 – Enseña Perú: Documental 2015

http://otrasvoceseneducacion.org/archivos/294805

 

En nuestro portal Otras Voces en Educación (OVE) encontrará noticias, artículos, libros, videos, entrevistas y más sobre el acontecer educativo mundial cada hora.

 

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Libro: La física del tiempo, ante las grandes cuestiones

Reseña: Richard A. Muller ofrece bases científicas para obtener respuestas

En su libro Ahora. La física del tiempo, Richard A. Muller plantea la existencia del libre albedrío, los límites del fisicalismo, la existencia de un alma que trasciende la realidad física y se enfrenta a las últimas preguntas: Dios o el sentido. No da respuestas, pero ofrece bases sólidas para obtenerlas. Por Juan A. Martínez de la Fe.

 “Ahora”, este momento preciso, es la unidad de creación temporal más compleja y fascinante a la que la mente humana puede enfrentarse. Richard Muller ha decidido analizar todo el potencial de ese instante aparentemente inasequible y que sin embargo conforma nuestro tiempo presente. Sus trabajos acerca del papel de la energía oscura en la aceleración del universo le han permitido aportar una visión distinta del tiempo y de cómo se constituye. Cómo el discurrir del tiempo aumenta el desorden en el universo. Cómo el futuro afecta al pasado. Son algunos de los aspectos que Muller desgrana con una claridad expositiva extraordinaria, muy poco habitual en el intento de la física, la filosofía e incluso de la religión por asir conceptualmente ese momento resbaladizo y crucial: el ahora.

La editorial Pasado & Presente ha publicado, hace ya algún tiempo, una excelente obra. Se trata del libro de Richard A. Muller Ahora. La física del tiempo que, aunque aparecida en Barcelona en 2016, mantiene total vigencia. Es el autor un profesor de física en la universidad de Berkeley, por lo que su estudio tiene una base eminentemente apoyada en esa ciencia, pero que da un paso más planteándonos cuestiones que la trascienden acercándonos a una meta-física o una filosofía, entendidas estas en los parámetros que define el autor; unas definiciones que no se ajustan exactamente con las que usamos habitualmente aplicadas a estas disciplinas.

¿Qué es el ahora? Se trata de una cuestión abordada por filósofos y por físicos; entenderla requiere conocer la relatividad, la entropía, la física cuántica, la antimateria, el viaje hacia atrás en el tiempo, el entrelazamiento, el Big Bang y la energía oscura. Gran variedad de conocimientos que, quizás, ajenos a algunos posibles lectores, les aparten de la lectura de la obra. Pero este supuesto inconveniente queda en gran medida resuelto gracias a la destreza del autor para explicar didácticamente cuestiones complejas. Huye a lo largo de sus páginas, en la medida de lo posible, de la aplicación de enrevesadas fórmulas matemáticas o físicas, que relega a uno de los varios apéndices que contiene, de manera que quien las maneje con facilidad pueda recorrerlas y comprobarlas, mientras que los no especialistas sean capaces de discurrir sin grandes dificultades por los capítulos que comprende.

Muller nos ofrece desde la primera página cuál es el objetivo que se propuso cuando decidió escribir su ensayo: “Mi propósito es recopilar en este libro la física esencial, juntando piezas como en un rompecabezas, hasta obtener una imagen clara del ahora. Para que el proceso sirva a su propósito tendremos también que localizar y desplazar piezas del rompecabezas que han sido erróneamente colocadas”. Y se trata, además, del único libro específico sobre el tiempo, escrito por un físico muy implicado en trabajos experimentales, proponiendo ciertas reflexiones sobre los retos y frustraciones que tal ocupación implica.

Cinco etapas

El autor nos propone cinco etapas para acceder a la intelección del ahora. Una primera etapa se denomina Tiempo asombroso, del que nos dice: “El mensaje más importante de la parte I es que entendemos bastantes cosas sobre el tiempo y que el comportamiento de este no es sencillo, pero está bien establecido”.

Flecha rota es la denominación que aplica para la segunda parte o etapa. Alude a la flecha del tiempo que Eddington relacionó con la entropía. El control de los itinerarios de la entropía es esencial para comprender el ahora.

La tercera parte es Física horripilante, donde aporta otro elemento esencial para la concepción de ese ahora: la misteriosa ciencia de la física cuántica, en la que el pasado ya no determina el futuro, al menos no del todo. En esta física surge el entrelazamiento cuántico, que “sugiere que la capacidad limitada para predecir el futuro seguirá siendo para siempre un punto débil de la física”.

Una exploración sobre los límites de la física se aborda en la parte cuarta de la obra, Física y realidad. En ella se presta especial atención al fisicalismo, esa negación de las verdades no físicas, no matemáticas que, paradójicamente, se basa en la fe y presenta las mismas trampas que la religión.

Ahora, como no podía ser de otra manera, es el título de la quinta y última parte de este más que interesante estudio. Ahora es el filo expansivo de vanguardia del tiempo. “Experimentamos el nuevo momento de forma distinta del precedente porque es el único en que podemos ejercer la opción, o libre albedrío, para afectar y alterar el futuro”. Sabemos que el libre albedrío es compatible con la física. “Podemos influir sobre el futuro utilizando no solo conocimiento científico, sino igualmente conocimiento no físico (empatía, virtud, ética, amabilidad, justicia) para encauzar el flujo de entropía y provocar un reforzamiento de la civilización o su destrucción”. Y la solución a esta problemática la encuentra Muller en el enfoque de un Big Bang en 4D.

Lo que sabemos y no sabemos del tiempo

Más en detalle. En la primera parte, nos encontramos con que el concepto del tiempo trajo de cabeza a los grandes filósofos, pero la física ha abierto esperanzas a su comprensión. Y de eso va este libro: sobre lo que sabemos del tiempo y lo que no.

Muller nos ofrece un conciso y acertado recorrido sobre la frustración de pensadores para comprender el ahora. Aristóteles, San Agustín, Einstein, Arthur Eddington y hasta Stephen Hawking. “Luchar a brazo partido con el concepto del ahora nos llevará a un viaje a través de la abstracta y asombrosa física, de la física del tiempo, del significado de la realidad y de un análisis actualizado sobre el libre albedrío”. Y aquí el autor aborda la siempre actual cuestión de si es posible desplazarse hacia atrás en el tiempo.

Un amplio capítulo se dedica a estudiar los planteamientos de Einstein y su teoría de la relatividad, de la deceleración del tiempo, con lo que implica de posibilidad de viajar hacia atrás. Porque si se cambian los sistemas de referencia, se producen saltos discretos en el tiempo de los sucesos distantes.

Por las páginas del libro discurre el espacio comprimido, junto al experimento de Michelson-Morley y el descubrimiento de la masa, como fuente desconocida de energía, cuya característica principal es la de su conservación. Velocidad de la luz y agujeros negros ayudan a arrojar claridad en las cuestiones que Muller plantea.

No podían faltar las paradojas; la relatividad parece inconsistente desde un punto de vista lógico, hasta que se la analiza de cerca y atentamente. Tres paradojas son las analizadas aquí: la del poste en el granero, la de los gemelos, uno de los cuales emprende un viaje al espacio, y el asesinato del taquión.

Como dice Muller, “no hay paradojas en el mundo regido por las ecuaciones de la física causal. El escenario presenta un problema solo si se piensa que las personas poseen libre albedrío”. Cree él en su libre albedrío, aunque reconoce la posibilidad de que sea una ilusión y que él solo sea un conjunto de complicadas moléculas que reaccionan a impulsos y empujes locales. Es curioso que este libre albedrío sea falsable científicamente, al menos en la manera en que él lo plantea, algo que no ocurre con otras teorías, como la del diseño inteligente.

¿Es posible superar la velocidad de luz? Para Muller, la distancia entre objetos cambia más rápido que la velocidad de la luz;  las distancias, medidas en sistemas de referencia acelerados, cambian con una alta velocidad arbitraria. Esto tiene repercusiones cosmológicas, en particular, según la formulación estándar de la teoría del Big Bang, por el hecho de que las galaxias no se mueven pero la distancia entre ellas va en aumento. El autor postulará que la expansión del espacio va acompañada de una expansión del tiempo y que dicha expansión explica el fluir del tiempo y el significado del ahora.

En el fondo, aquí se trata de la gravedad como aceleración, indistinguible una de la otra. Y lo que aportó Einstein fue la unificación de espacio y tiempo. Y Muller aborda el tiempo imaginario, el tema de los números irracionales e imaginarios, así como el espacio-tiempo en 4D. No da de lado a la extendida teoría de cuerdas, de la que dice que no es la solución de lo que se busca; con ella se han hecho muchas predicciones, ninguna correcta; pero la observación refleja el hecho de que esta teoría requiere la existencia del campo gravitatorio relativamente débil, comparado con otras fuerzas.

¿Y qué decir de los agujeros negros? Afirma que el tiempo próximo a ellos es mucho más extraño de lo que la gente se imagina. Por ejemplo, no atraen ni absorben, sino que se puede orbitar a su alrededor igual que lo haría en torno a cualquier otra masa. Es más, afirma: “no ha habido tiempo suficiente (desde nuestro sistema referencial propio) para que la materia caiga en la distancia infinita que caracteriza un auténtico agujero negro”. Aborda Muller, también, el asunto de los agujeros de gusano, negando que el hecho de atravesar uno de ellos permita viajar hacia atrás en el tiempo. Con lo que pasa a la segunda parte de su obra, Flecha rota, a fin de tratar por qué el tiempo fluye hacia adelante en lugar de hacia atrás.

PublicDomainPictures.

La flecha del tiempo
Este tema, el de la flecha del tiempo, la llama el autor flecha de confusión. Analiza con detenimiento la propuesta de Eddignton, que postulaba que un incremento de la entropía explica por qué el tiempo corre hacia adelante. Nos dice, desde el inicio, que “el tiempo no solo es una cuarta dimensión del espacio. Es intrínsecamente distinto: avanza. Además, el pasado es muy distinto del futuro”.

Por supuesto, para destripar la propuesta de Eddington hay que profundizar en el conocimiento de la entropía, que Muller pretende desmitificar mediante sus planteamientos de la entropía del flujo de calor y la entropía de mezcla, para desembocar en lo desconcertante que es y, por supuesto, en la física cuántica. Y se pregunta: “la entropía aumenta. El tiempo progresa. ¿Están correlacionados, o hay una relación causa-efecto?” Desde luego, para Eddington, el tiempo se mueve hacia adelante porque nuestro estado actual es altamente improbable, lo que deja mucho margen a la entropía.

Para que aumente la entropía, como requería Eddington, el universo actual tiene que tener una entropía baja. Aquí Muller se detiene en los estudios de Georges Lamaître y de Hubble, que parecen apuntar a que el Big Bang no fue una expansión de materia en el espacio, sino la expansión del propio espacio. ¿Existía antes del Big Bang el espacio? El autor se inclina por la negación, pero no tiene respuesta para la pregunta de dónde salió, sino que se podría asumir que “allí” hay una quinta dimensión desconocida por el humano.

El espacio no es un vacío, sino como una substancia no material, sino algo más fundamental que vibra de muy diversos modos: en forma de materia o de energía. “La creación de espacio es lo que hizo posible la materia. Antes de la creación del espacio no existía ninguna de las cosas que creemos ‘reales’”, nos dice Muller, aunque reconoce que estas ideas no forman parte de la ciencia, sino que son fruto de las meditaciones de un científico.

El universo entra en erupción, titula a su análisis de la naturaleza del Big-Bang. En él, recorre el principio cosmológico, según el cual el universo es homogéneo, que considera erróneo, así como el descubrimiento del fondo de microondas de la explosión inicial, sin el cual toda la teoría del Big Bang habría sido refutada. Se lanza a la búsqueda del principio del tiempo, una búsqueda que nos ha llevado, si no al principio, sí a tan solo medio millón de años después del principio, lo que nos ha permitido vernos como éramos, cómo era el universo, hace algunos miles de millones de años.

Y, sabiendo lo que ocurrió hace catorce mil millones de años, ¿qué se puede decir sobre los próximos cien mil millones de años? ¿Se seguirá así hasta el infinito o se producirá un Big Crunch? Esto lleva a Muller a ir ahora en busca del final del tiempo. Recorre el descubrimiento de que la expansión del universo se acelera, con lo que descarta el Big Crunch: “El espacio continúa para siempre, igual que el tiempo a menos que, por supuesto, quede otro fenómeno por descubrir”. No pasa por alto el error de Einstein en relación con su constante cosmológica y se detiene en la teoría de la inflación o de la creación de espacio intermedio entre puntos inmensamente alejados.

No soslaya sus reparos a la teoría de Eddington sobre la entropía como causa de la flecha del tiempo, ya que, a medida que el universo se expande, las microondas llenan más espacio, pero pierden energía, con el resultado de que su entropía permanece constante. Y llega hasta la partícula divina, el bosson de Higgs. Entonces, si la entropía no establece la flecha del tiempo, ¿qué lo hace? Ha habido varias alternativas: la flecha del agujero negro, la flecha asimétrica del tiempo, la de la causalidad, la de la radiación, la psicológica, la antrópica,  la cuántica o la cosmológica. Todas ellas son objeto de análisis por parte de Muller. De su análisis se desprende la necesidad de profundizar en la física cuántica, lo que en la tercera parte de su obra titula Física horripilante.

Física cuántica

Se trata, como dice el autor, de una introducción a la física cuántica empezando por el ejemplo más absurdo y más conocido, el del gato de Schrödinger, a raíz del cual desarrolla el concepto de medición y la que se ha dado en llamar la interpretación de Copenhague, finalizando este apartado con la idea de que la teoría cuántica vulnera la relatividad.

Muller aborda, como no podía der de otra manera, la misteriosa cuestión de la medición y lo mal que se puede probar la función de onda cuántica, asunto ya planteado por Einstein cuando sugirió la dualidad de la onda-partícula, lo que le lleva a desarrollar el principio de incertidumbre de Heisemberg, la longitud de Planck, el caos y su incertidumbre. Y comenta: “Toda teoría escrita sobre estos temas no pasa de ser una especulación fantasiosa. No es así como se desarrolló la física en el pasado. Puede que haya muchas fuerzas adicionales detrás de las cuatro fuerzas tradicionales (la electromagnética, la nuclear, la de la radioactividad, llamada también fuerza débil, y la gravedad”. Lo que sí parece tener claro es que algo causa el colapso de la función de onda mucho antes de que nos llegue a nosotros, pero que no sabe lo que es.

Einstein se equivocó en lo referido a la física cuántica. Pensaba que el electrón tiene en todo momento una posición real pero oculta y que la física cuántica, simplemente, no sabía lo que era. Estudia Muller este planteamiento y desemboca en el entrelazamiento, que acaba con esa variable oculta; más allá, piensa que toda la física, incluida la cuántica, y toda la ciencia son fundamentalmente incompletas, algo que aborda detenidamente más adelante. Pero sí profundiza en la computación cuántica, para la que no demuestra mucho optimismo.

Otro importante apartado es el que dedica a la observación del viaje hacia atrás en el tiempo. Feynman y su postulado de que un positrón es un electrón que recorre ese trayecto inverso ocupan varias páginas del libro; aunque se muestra poco receptivo a la idea de que el ser humano pueda hacerlo, ya que, se pregunta, de qué vale discurrir hacia el pasado si no se pueden cambiar las cosas; además, si todo en el futuro y en el pasado está determinado de antemano, ¿qué utilidad tiene ese viaje? Y concluye que, quizás, algún día alguien funde una religión basada en la idea de Wheeler: al morir, el alma vuelve hacia atrás en el tiempo, se dispersa y se convierte en un alma que se mueve hacia adelante en otra persona; tal vez haya una sola alma en el universo, con lo que adquiere valor la regla de oro, cualquier cosa que hagamos a los demás nos la hacemos a nosotros mismos.

Se llega, así, a la cuarta parte de la obra, Física y realidad, en la que se profundiza en las limitaciones de la física y del fisicalismo. Arranca con el teorema de Gödel, que reza que todas las teorías matemáticas son incompletas, lo que significa que cualquier sistema matemático que se idee, encerrará verdades indemostrables, que no pueden identificarse como verdades. Habrá afirmaciones verdaderas que no puedan verificarse ni demostrarse que son ciertas. La clonación y la teletransportación también son consideradas aquí.

Apasionante resulta la lectura de los apartados que dedica a la ciencia y a la existencia de un conocimiento al margen de la realidad física, algo que ya manejaban los pitagóricos. Y se pregunta si el ahora existe en el cerebro o solo en la mente. Lógicamente, su análisis se detiene necesariamente en el fisicalismo, que afirma que las observaciones no cuantificables son ilusiones; a lo que Muller contrapone que no todo requiere ser verificado empíricamente, pero podemos verificar sus consecuencias. Dice: “La ciencia dice que no tenemos libre albedrío. Tonterías. Esa afirmación está inspirada en la física, pero no tiene justificación en física”. Aborda, también, el problema de Dios, estudiando con más detenimiento los planteamientos de Dawkins; aunque reconoce que los fisicalistas tienen una razón práctica para negar el conocimiento no físico, pues, una vez que se admite, se abren las puertas al espiritismo, la pseudociencia y a la religión.

Repetidas veces se ha referido el autor al tema del libre albedrío y ahora lo aborda en mayor profundidad. Piensa que él lo tiene, pero no está totalmente seguro, porque aunque no podemos llegar a la conclusión de que existe, no hay nada en la ciencia que lo excluya. Y esto, naturalmente, lo lleva a tratar el tema de la ética y de su fundamento.

El Ahora

Todo el camino recorrido hasta aquí nos conduce hasta la quinta y última parte del libro, que toma su título del que figura en su cubierta: Ahora. Propone Muller que, a la par que el Big Bang crea nuevo espacio, crea también nuevo tiempo y ese nuevo tiempo es la clave del ahora. Siendo verdad que el Big Bang es una explosión del espacio en tres dimensiones, una asunción más razonable, más próxima al espíritu de la unificación espacio-tiempo, es que es una explosión del espacio-tiempo en dimensión 4.

A cada momento, el universo se agranda un poco más y hay un poco más de tiempo, siendo ese filo rector del tiempo lo que llamamos el ahora. El futuro no existe aún, se está creando; el ahora está en la frontera, en la vanguardia, es nuevo tiempo que sale de la nada, filo rector del tiempo. Pero no todos los ahora son simultáneos en todo el universo.

El tiempo, pues, está vinculado al espacio-tiempo, es su cuarta dimensión y, por lo tanto, cabe esperar que si aquel, el espacio-tiempo, se acelera, también lo haga el tiempo. Y por fluir del tiempo se entiende la continua adición de nuevos momentos, que nos confieren el sentido de que se mueve hacia adelante en una continua creación de ahoras.

Y este capítulo se cierra con una profundización en sus críticas al fisicalismo, al análisis de la empatía y al libre albedrío.

La obra culmina con una serie de apéndices, su mayoría dedicados a exponer fórmulas y ecuaciones que fundamenten los contenidos del libro, destinados a lectores con mayores conocimientos en estas materias. Así, el primero está dedicado a la matemática de la relatividad, el segundo a tiempo y energía, el tercero a demostrar la irracionalidad de la raíz cuadrada de 2, y el quinto a la matemática de la incertidumbre. El apéndice cuarto es una especie de poema sobre la creación, mientras que el sexto y último aborda el tema de la física y Dios.

En este último apéndice no elude aportar su opinión sobre el particular; quizá, se pueda resumir con estas líneas del texto: “¿Por qué hubo un Big Bang? Hay quien ha invocado el principio antrópico y otros invocan a Dios. No veo una respuesta clara. Si hubiera Dios, ello no da respuesta a la pregunta de si merece la pena adorar al Dios creador. ¿Veneramos a un Ser Supremo solo porque dispuso unas ecuaciones físicas y prendió la mecha? Yo no. Si adoro, adoro al Dios que se preocupa por mí y me da fuerza espiritual”.

Nos hallamos frente a un libro muy interesante. Aborda y nos pone al día sobre los problemas de la cosmología y de la física y lo hace con gran maestría y un considerable esfuerzo por hacer inteligibles cuestiones que no son fácilmente accesibles a quienes no están habituados a moverse en terrenos de fórmulas matemáticas y ecuaciones; y no rehúye el aportar las fórmulas que son necesarias por vía de un apéndice destinado a quienes están más habituados a recorrer estos senderos. Por otro lado, va más allá de la física, la meta-física, exponiendo conclusiones ya fuera de los límites de lo cuantificable para entrar en terrenos filosóficos; y lo hace con sencillez y humildad, reconociendo las fronteras hasta las que puede llegar, dejando un amplio campo de opciones para que el lector pueda optar por las que considere más fundamentadas.

En un rápido esbozo, podemos resumir algunas de las ideas que discurren por la obra, al margen de lo relacionado con el tiempo y el ahora: 1. La existencia del libre albedrío, con las consecuencias que tiene en los campos de la moral y la fundamentación ética; 2. Reconocer los límites del fisicalismo, abriendo la vía a la existencia de realidades no mensurables; 3. La existencia de un “alma”, no en sentido religioso, sino como algo que trasciende la realidad física. 4. Enfrentarse a las últimas preguntas, Dios o el sentido.

No es un libro religioso, evidentemente. Pero no cabe duda de que ofrece unas bases sólidas sobre las que asentar una postura con una robusta base conceptual.

Fuente: https://www.tendencias21.net/La-fisica-del-tiempo-ante-las-grandes-cuestiones_a44868.html

 

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Informe UNESCO Migración, desplazamiento y educación: CONSTRUYENDO PUENTES, NO MUROS

En el Informe GEM de 2019 se seguirán evaluando los avances realizados en la consecución del Objetivo de Desarrollo Sostenible relativo a la educación (ODS 4) y sus diez metas, así como de otras metas relacionadas con la educación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. En él también se presentará información sobre la magnitud y las características de los distintos tipos de migración y las diferencias entre las políticas y tendencias migratorias de los países en el ámbito de la educación. Se facilitarán nuevos datos sobre las disparidades que existen entre los estudiantes inmigrantes y sus compañeros del país de acogida en lo que respecta a las oportunidades educativas y los resultados de la educación. Se dará cuenta igualmente de la influencia que la educación ejerce en la migración, así como de los claros y complejos desafíos que los movimientos de población plantean para los sistemas educativos y la adquisición de competencias.

Los análisis empíricos se basarán en una amplia gama de nuevos conjuntos de datos procedentes de fuentes internacionales y nacionales. En los análisis y estudios se pondrán de relieve ejemplos de políticas y programas que recurren a la inclusión valorando al mismo tiempo el origen cultural y las experiencias de los alumnos migrantes. Para concluir, se formularán recomendaciones dirigidas a los países de acogida y de origen para la elaboración de políticas adaptadas al contexto.

INFORME COMPLETO (EN)

SPECIAL REPORTS

English / Français / Español / Русский /  العربية / 中文 (Ver todos los idiomas disponibles)

Fuente: https://es.unesco.org/gem-report/node/1878

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