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Cine y educación. Una compleja relación de extremos.

España / 4 de marzo de 2018 / Autor: Oposiciones / Fuente: Preparadores Oposiciones

Cine y educación, terreno pantanoso el que nos proponemos pisar en este artículo. La interrelación entre ambas fuentes de cultura ha sido celebrada y criticada a partes iguales; todos recordamos el revuelo causado a finales de la década pasada con el lanzamiento del filme alemán La ola. Se la acusó de provocadora, morbosa e irrespetuosa con temas especialmente sensibles, y con pretensiones de provocar un debate más sociológico que cinematográfico. Lo que realmente molestó a muchos fue la sensación de sentirse insultados como individuos inteligentes y racionales, al mostrar con suma facilidad como se puede dirigir el pensamiento humano, en un momento en el que se supone la mente humana está más que alerta ante cualquier atisbo de movimiento autoritario, en base a las dramáticas experiencias del pasado.

Posteriormente, el cambio de década nos agasajó con la incipiencia de unos movimientos políticos radicales que cristalizaron a lo largo de la misma en varios países de la Europa ilustrada, por lo que quizás la película, y en general el movimiento de la tercera ola -en el que se enmarca- no estaba tan desencaminado.

En contraposición a esto, cualquier amante del cine recuerda con una mezcla de felicidad y melancolía ese “Oh, capitán, mi capitán”, dirigido al profesor Keating y que enmarca uno de esos finales de película. Es más; desde Preparadores de Oposiciones estamos seguros de que más de uno ha descubierto -o al menos reafirmado- su vocación como maestro imaginándose despertando y alentando las infinitas mentes de unos infantes al estilo del mejor Robin Williams que hayamos visto en una pantalla.

John Keating, paradigma del docente en cine y educación

Así pues, sensaciones encontradas, como en todo aquello que despierta inquietudes reales y profundas en el ser humano, las que nos aporta esta relación simbiótica entre el séptimo arte y la enseñanza. Y en este contexto vamos a intentar aportar nuestro granito de arena elaborando una lista de películas que tratan esta estrecha relación cine y educación, pero desde puntos de vista opuestos: por una parte de una manera idealizada, con películas en las que se muestra al espectador una relación profesor-alumno perfecta, con un maestro apasionado por enseñar y un alumno dispuesto a aprender, y por otra centrándonos en los extremos, cuando una de las dos vías entiende su parte del trato de manera disfuncional.

La idílica relación profesor-alumno en la mezcla cine y educación.

En esta primera subdivisión trataremos a los profesores modelo, centrándonos en películas cuya visualización retrotrae al espectador a su infancia, en busca de aquel profesor al que equiparar al héroe de la ficción.

Generalmente, y sin que esto se entienda como una crítica, todas siguen un patrón muy similar: profesor entrañable con métodos novedosos y apasionados -y por tanto mal vistos por una institución tradicional y estricta-, es puesto a cargo de un grupo de alumnos que son vistos como problemáticos, o en su defecto desencantados con el sistema educativo. Después de un breve período de aclimatación -partiendo de una inicial indiferencia hasta el momento en que la pasión del maestro hace mella en ellos-, retoman el interés por el aprendizaje, uniéndose ambos contra un elemento externo traumático -probablemente la institución antes descrita- que pone en riesgo los extravagantes, aunque efectivos, métodos del maestro.

Este paradigma lo cumplen a la perfección tres películas de las que hemos seleccionado: El club de los poetas muertos, El indomable Will Hunting y El profesor.

El club de los poetas muertos, de Peter Weir, es una película hermosísima, un canto al placer de enseñar y a cómo la pasión por la enseñanza, el don de comunicar y el carisma pueden transformar las vidas de unos alumnos desapasionados y acostumbrados a la rigidez de un mundo estricto y basado en lo normativo. La dirección del maestro Weir, con unos escenarios espectaculares y una representación de la amistad envidiable, es -como siempre- genial.

El argumento es sencillo: el nuevo profesor de literatura John Keating -un Robin Williams espectacular- llega a la Welton Academy, una prestigiosa a la par que tradicional institución norteamericana. Sus novedosos métodos de enseñanza calan en los alumnos, que comienzan a descubrir la belleza presente en la poesía y la importancia de disfrutar del ahora.

En El indomable Will Hunting repite Robin Williams -que ganaría aquí el Oscar- como un pintoresco terapeuta que ayuda a un joven genio, Will Hunting, a superar sus traumas infantiles y la impenetrable coraza que desde entonces carga consigo, así como a escoger la mejor opción para un futuro que se le presenta brillante. A destacar el guion escrito por unos jovencísimos Matt Damon y Ben Affleck, que también ganó el Oscar.

 

 

 

 

 

El profesor es un filme de Tony Kaye -al que recordamos de la magnífica American History X- que narra un extracto de la vida del profesor Henry Barthes -un carismático y desencantado Adrien Brody-. Henry posee un don natural para la enseñanza, pero sus constantes sustituciones en instituciones marginales lo han llevado a un permanente estado de nihilismo y negación de sus talentos, sin poder además pasar el tiempo necesario con sus alumnos como para llegar a desarrollar una relación con ellos. Además de esto, su encuentro con una joven que vive en la calle y su posterior relación también tienen mucho peso en la película.

Por último, hablaremos de dos películas que, si bien poseen menos categoría cinematográfica que las anteriores, resultan entrañables al espectador por la relación de paternalismo que se crea entre el profesor y unos alumnos adorables (hay que tener en cuenta que estamos hablando de niños de unos diez años).

Los chicos del Coro se ambienta en un internado para niños problemáticos de la Francia de mitad del siglo pasado. A ella llega Clément Mathieu, un músico reconvertido a profesor, quien gracias a la formación de un Coro termina desarrollando una estrecha y afectuosa relación con sus alumnos, entre los que destacan dos, el adorable Pépinot y Pierre Morhange, quien se convierte en el alma del Coro debido a su prodigiosa voz.

Por último, Escuela de rock es el exponente más gamberro de esta relación cine y educación. Ni el profesor es el típico de este tipo de películas -Jack Black en el papel de Dewey Finn, un fracasado guitarrista de un grupo de rock al que sus compañeros echan del mismo y que termina suplantando a su compañero de piso, profesor, en un colegio privado muy elitista-, ni tiene unas intenciones honestas -al principio solo piensa en el cheque a cobrar a final de mes, y posteriormente, al ver las habilidades musicales de los pequeños, en utilizarlos para ganar un concurso de bandas-.

Pero conforme avanza la película, se desarrolla una relación extraordinaria entre profesor y alumnos, y bajo el contexto de la cultura rock, Dewey enseña a los niños, demasiado cuadriculados y “adultos” por culpa de unos padres y una institución en extremo estrictos, a disfrutar y a dejarse llevar. Además, la banda sonora es maravillosa, y posee una escena que se queda en el corazón de todo aquel amante de la música que se precie.

 

 

 

 

 

 

Cine y educación, también una relación tóxica.

En el otro extremo del espectro nos encontramos a aquellos profesores que se pasan de la raya en su método. Antes hacíamos referencia a la “pasión” del maestro como algo bueno, ya que contagiaba a sus alumnos. Pero esta también puede írsele de las manos, y o bien ser mal entendida por el docente, excediéndose en sus límites, o bien contagiando y animando en demasía al alumno. Ambas vertientes suelen llevar a un mismo final, el descontrol fatal de la situación.

Cuando la mezcla cine y educación se convierte en abusiva. Terence Fletcher

La ola narra el bienintencionado y posteriormente descontrolado proyecto de un profesor alemán, creando una suerte de movimiento totalitario en clase, con la intención de mostrar su forma de actuación a los alumnos. Todo se descontrola cuando los adolescentes comienzan a tomárselo más y más en serio.

El filme francés En la casa nos trae la relación entre un profesor de literatura francesa, escritor frustrado y hastiado del mundo de la enseñanza, en el que sólo se encuentra con las mediocres y desganadas redacciones de sus alumnos, y uno de ellos, en el que descubre una brillante capacidad de observación. Prendado de esta, lo anima cada vez más y más en las descripciones que hace de la vida de unos de sus amigos, también compañero de clase, y de su familia, llegando a un punto en el que la línea existente entre realidad y ficción se difumina.

Por último, y como el más novedoso exponente hollywoodiense acerca de cine y educación, nos encontramos con Whiplash, de uno de los directores de moda norteamericanos, Damien Chazelle. Trata la demencialmente tóxica relación entre un joven baterista de jazz, Andrew Neiman -el incipiente Miles Teller- que aspira a una plaza titular en un Conservatorio de Música muy exclusivo, y su profesor Terence Fletcher -excesiva y maravillosa a partes iguales la interpretación de un J.K. Simmons que se llevó el Oscar sin oposición-. Los métodos de Fletcher incluyen el maltrato, tanto físico como verbal, la humillación pública y el obligar a sus pupilos a trabajar hasta la extenuación, y siempre bajo un ritmo de presión brutal, pues considera que sólo así se conseguirá algo realmente trascendente.

La película tiene su dosis de polémica, ya que los métodos deleznables de Fletcher terminan cristalizando en un final apoteósico, en el que el talento del joven Neiman desborda la pantalla, por lo que la lectura que se haga del filme puede llegar a ser muy errónea.

 

 

 

 

 

 

 

Finalizamos aquí este amplio artículo, esperando que os haya entretenido, y aún más importante, que os quedéis con alguna recomendación de las aquí mencionadas. Y ya sabéis, en vuestra carrera hacia convertiros en un docente -particularmente os animamos a seguir la corriente del maestro Keating-, contáis con nosotros para ayudaros en el camino.

¡Ánimo futuros docentes!

Fuente de la Reseña:

Cine y educación. Una compleja relación de extremos.

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Película: ‘Criadas y señoras’

Reseña: Criadas y Señoras, película estadounidense dirigida por Tate Taylor, un drama sureño ganador de una buena cantidad de premios en el año 2011 e interpretado por un reparto coral que pivota alrededor de la actriz Enma Stone (‘Lalaland’).

Se ambienta en el Mississippi de los años años 60. Skeeter es una joven universitaria con la aspiración de ser escritora que encuentra el mejor argumento para su novela en su propio entorno. De forma clandestina comenzará a recoger testimonios de las criadas negras que se han pasado la vida al servicio de las grandes familias sufriendo todas las formas de discriminación racial y de género. Su iniciativa causará un gran revuelo en la ciudad.

La proyección de la película será seguida por un coloquio coordinado por María Castejón, doctora en Historia, escritora, profesora y bloggera, especialista en historia de mujeres y representaciones de género en los medios audiovisuales. Esta es la séptima y última de las sesiones previstas en este cuatrimestre y, como en el resto de las proyecciones del ciclo, la entrada será libre previa retirada de invitación desde una hora antes, con un máximo de dos invitaciones por persona. La cinta se proyectará a las 18 horas en civivox Iturrama.

Desde el III Plan de Igualdad se han programado más actividades dentro de este ciclo para el próximo cuatrimestre, en colaboración con la red Civivox.

 

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Película: «Merli» críticas del sistema educativo

Película Merli.

La llegada de Merlí Bergeron, nuevo profesor de filosofía, al Instituto Ángel Guimerá provoca reacciones adversas. Mientras cautiva y se gana a los alumnos, al profesorado le molesta su manera de ser y de relacionarse con la plantilla. En casa, Merlí intenta recuperar la relación con Bruno, su hijo adolescente.

Fuente: https://www.youtube.com/watch?v=e3N7YVTWw-

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10 películas para aprender sobre cultura clásica en el aula

Por

¿Y qué mejor manera de aprender cultura clásica en el aula que a través del cine? Sin duda, para comprender mejor el mundo occidental actual (porque debemos recordar que el concepto decultura clásica es propio de la civilización occidental), es necesario conocer cómo vivían y se organizaban las primeras civilizaciones en el mundo clásico. ¡Te hacemos 10 interesantes propuestas!

El cine es una estupenda herramienta para trasladar a nuestros estudiantes a otras realidades históricas, ya que les permite sumergirse de lleno en su ambiente, sus costumbres y su forma de vida. Aunque no todas son del todo históricamente exactas, pueden ser igualmente de utilidad para plantear interesantes preguntas y debates sobre estas civilizaciones.

No te pierdas las 10 películas que te proponemos y que te ayudarán a que tus alumnos aprendan más sobre cultura clásica:

  • Astérix y la sorpresa del César, basada en los cómics Astérix gladiador y Astérix legionario: Seguro que tu primer contacto con la Antigüedad vino de la mano de esta singular pareja de galos, y es que es una estupenda manera de que los más pequeños conozcan los elementos culturales de la Antigua Roma. Además, existe incluso un libro que reflexiona sobre las verdades históricas (o no) de los cómics de René Goscinny.
  • La Odisea: Aunque se trata de una miniserie y no de una película, merece la pena echar un vistazo a este recurso por la excelente ambientación basada en los restos arqueológicos de las antiguas civilizaciones del Egeo. La serie recrea el antiguo poema épico atribuido normalmente a Homero.
  • Espartaco: ¿Cómo era la esclavitud en la Antigua Roma? Espartaco fue un esclavo tracio vendido para luchar como gladiador y que dirigió la rebelión más importante contra la República romana, la III Guerra Servil o Guerra de los Esclavos. Todo un clásico del cine de la mano de Stanley Kubrick y con el que aprender sobre la organización política y social de este periodo histórico.
  • Gladiator: Seguro que ya conoces este clásico del cine moderno, la película dirigida por Ridley Scott en el año 2000. Sin embargo, no puedes perderte la guía didáctica que te proponemos, donde además de varias actividades relacionadas, incluye un listado de fallos históricos que aparecen en el film. ¡Reta a tus estudiantes a encontrarlos todos!
  • Ágora: En esta película encontrarás, además de la apasionante historia de la brillante astrónoma Hipatia, varias escenas en las que conocer cómo era Alejandría en el siglo IV bajo el Imperio Romano, y su conocidísima biblioteca. No podemos olvidarnos tampoco de su gran utilidad como recurso para reflexionar sobre la situación de las mujeres en la Antigüedad.
  • Troya: ¿Sabes quiénes son Aquiles, Héctor o Paris? Esta película está basada en La Ilíada de Homero y, a pesar de mantener algunas diferencias con la epopeya griega, nos acerca a la legendaria Guerra de Troya para mostrarnos el motivo por el que, según la mitología, se enfrentaron aqueos y troyanos.
  • Golfus de Roma: Esta película de 1966, desconocida para muchos, no es una reconstrucción fiel o arqueológica de la obra de teatro de Plauto, sino una reinterpretación de la mano de los mejores cómicos británicos del momento. No recomendada para menores de 12 años.
  • Alejandro Magno: Si quieres conocer más sobre la vida de este famoso rey macedonio, no te puedes perder este estupendo largometraje. ¿Sabías que, aunque parezca increíble, Alejandro Magno nunca perdió una sola batalla? De hecho, recibió el título de “Magno” por conseguir extender sus conquistas desde Grecia, Egipto y Babilonia hasta Asia Central llegando incluso a la India.
  • 300: Una película imprescindible para conocer las características de la sociedad espartana, a pesar de que al estar basada en el cómic de Frank Miller del mismo título no debemos buscar en ella una explicación histórica exacta de la batalla de las Termópilas. Debido a algunas escenas violentas, es recomendable utilizarla únicamente con estudiantes mayores de 16 años.
  • Julio César: Fiel adaptación para el cine en 1953 de la obra homónima de Shakespeare. La película fue dirigida por Joseph L. Mankiewicz y contó con Marlon Brando en el papel de Marco Antonio y James Mason en el de Bruto. ¡Todo un clásico!

Y si quieres algo más de información sobre cultura clásica y recursos audiovisuales, te recomendamos que eches un vistazo a este trabajo del docente Fernando Lillo Redonet, autor de numerosos libros y artículos sobre el Mundo Antiguo.

¿Te animas a proponer algunas más? ¡Comparte tus ideas y recursos con otros docentes de la comunidad educativa en Tiching!

Fuente: http://blog.tiching.com/10-peliculas-para-aprender-sobre-cultura-clasica-en-el-aula/?utm_content=CMPPeliculasCulturaClasica&utm_medium=referral&utm_campaign=cm&utm_source=twitter

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Escenas para pensar la secundaria (fuera de serie)

Por: Gabriel Brener

Reflexiones sobre la serie catalana Merlí,  estrenada en 2015. Creada y escrita por Héctor Lozano y dirigida por Eduard Cortés.

Ser sujeto de contradicciones

Esta atrapante serie catalana hace zoom en Merlí Bergeron, un profe de secundaria que nos permite  ser testigos de un viaje, el de un enseñante y los singulares relieves que van asumiendo las contradicciones de este docente de filosofía, y por tanto de la condición imperfecta ( y siempre inacabada) de las decisiones pedagógicas en el contexto escolar. Con el adicional ingrediente de la “incorrección política” como modus operandi. Rasgo del modo de estar y hacer de Merlí, aunque para  aprovechar la trama como espectador y también para cualquier mirada crítica sugiero como primer intento acompañar, probar comprender antes que juzgar y condenar(lo), ya que estos últimos dos verbos cotizan en alza en los tiempos que corren.

Innumerables escenas áulicas en las que Merlí ofrece aciertos, tropezones pero también la embarra sin concesiones. Aciertos en las preguntas que saca a pasear ( sin correa) por la clase, que despabila adolescentes, hasta tal punto que deja en pausa la tentación por seguir con el celular, porque algunos/as estudiantes aprovechan el watsap para seguirla entre ellos, conmovidos por aquellas preguntas, y aun sin ánimo de hacer públicas sus ocurrencias. Aciertos que erosionan certezas y habilitan la interrogación como fuente de construcción de un razonamiento cuentapropista, que se aleja de ese cómoda aunque dominante lógica (tan mediática) en la que suelen pensar por uno/a, como si un par de zócalos alcanzaran para explicar el mundo.

Desmarcándose de las ficciones que tienden a idealizar la figura de un docente en aquel pedestal del superhéroe o que suelen ridiculizarlo hasta convertirlo en caricatura, el director de Merlí se le anima a un profe de a pie o de traspié, que vive como puede, la pelea en lo personal, y va sorteando claros y oscuros, como cualquiera. Me gusta a partir de algunas escenas, cómo se le hace lugar a la contradicción como forma de estar en un mundo que nos cuesta vivir, en una realidad que se torna líquida y a veces seguimos sólidos en el intento de dar con la respuesta, o viceversa.

La frontera entre lo público y lo personal

Con la misma intensidad de sus preguntas que abren mundos suele cometer errores, en especial al caminar en el borde de la frontera que separa lo personal de lo profesional. Nadie (o al menos yo) recomendaría que padre e hijo compartan el aula (bastante lio ya lo es por fuera de ella), ha sucedido y en este caso suma fichas para seducir al espectador de esta serie, aunque también evidencia aquello de la intimidad que se hace pública y viceversa. Merlí donde más la pifia es en ese difícil tránsito, a veces incómodo, del rol de padre de un adolescente, conjuntando dicha travesía con la de ser profesor del propio hijo. Aunque creo, lo más difícil allí es ser alumno de tu propio padre[1]. Merlí trastabilla cuando no puede separar con claridad labor pedagógica y vínculos de intimidad. Comienza una relación afectiva con Gina la mamá de un alumno de la clase, y en una situación problemática con el celular del estudiante, lo reprende pidiéndole que sea su madre quien venga fuera de clase a solicitar el teléfono incautado, por transgredir la norma. Por cierto, en toda la serie y en las clases, los celulares ponen en evidencia no solo la dificultad de sostener una norma, sino su presencia como un analizador de aquello que ocurre en el aula, entre pibes/as y docentes, válvula de escape para unos, atajo para un contradebate silencioso, carril para circular lo prohibido o el deseo.

Merlí, al igual que  aquella profesora  que afectada por su impotencia bofetea a un alumno en “Luna de Avellaneda”,(https://www.youtube.com/watch?v=zhcjEMOgJRIhttp://fundacionfepais.org.ar/convivir-mejor-en-las-escuelas-por-gabriel-brener/  ofrece algo de la trastienda, lo que ocurre detrás de escena, que nos muestra más frágiles, más creíbles,  menos omnipotentes, asunto que a la pedagogía moderna y a los docentes  nos viene muy bien.  Para permitirnos mirar(nos) como docentes en el contexto no solo de la institución de la que formamos parte sino también en la vida personal, haciendo como podemos, ensayando en forma permanente con vidas liquidas que ya no encastran con mandatos de modernidad sólida del trabajo y el matrimonio para siempre, de familias “bien constituidas”, de relatos duraderos y una sensación permanente de certezas, aquello que cada tanto parece anhelarse  porque ofrecía cobijo, cierta seguridad o tranquilidad , combo que solía completarse con cierta dosis anesteciante, de las que va secando esa sed de salirse del molde, que a veces , mueve mundos o un cacho de vida.

Filosofía (no tan barata) y ubicar la piedra en cada zapato

A contramano de la profesora de Luna de Avellaneda, Merlí sabe hacia dónde quiere conducir a sus pasajeros/as, hay sentido en lo que elige para enseñar y conversar con este grupo, está convencido de la intención de despertar adolescentes con las ocurrencias de la filosofía, ubicando una pregunta en torno al deseo con Schopenhauer, hilando el razonamiento del filósofo con los propios deseos de los pibes/as, o con Michel Foucault para  poner en jaque la noción de normalidad, tan fértil, dolorosa pero necesaria de interpelar en la adolescencia, especialmente allí donde los pibes/as ensayan múltiples personajes , que entonan y desentonan con los valores instituidos de los adultos/as. Adultos/as que simulan estar centrados, que reprimen por no bancar sus temores, que se resisten a permitir o que permiten para no dejar de ser queridos. Adultos juvenilizados, restauradores del orden, los de tibia presencia, aquellos que administran (todo) el día, los ausentes (con y sin justificación), adultos de todos colores resisten o acompañan esos modos transitorios de cada adolescente de probarse ante el mundo.

Un colega, su archirrival desde un comienzo, un padre y otros/as profes de un modo más intermitente  lo acusan de corromper la tradición, la familia y las buenas costumbres,  ponen de manifiesto su rechazo ante Merlí a quien consideran un transgresor que busca hacer amistad con sus estudiantes. Tensión interesante para explorar como espectador/a, y más si somos docentes. A pesar de los desaciertos que se reiteran en  Merlí, no se trata de una relación de amistad, ni siquiera una demagogia condescendiente, es un profe que construye su autoridad en la enseñanza de algunos trazos de la filosofía, la atenta mirada en lo situacional[2] y en especial, el respeto y afecto hacia cada adolescente. Aunque también es cierto, no se detiene en ciertos cálculos preventivos respecto de algunos señalamientos que a veces deberían estar sujetos a derecho de admisión entre su irrupción en estado primitivo  y su verbalización. Merlí como cualquier docente puede tener pensamientos incorrectos, el arrebato que a veces nos provocan ciertas actitudes de los adolescentes, pero lo que no funciona en este profe y es clave en la relación pedagógica es la represión de aquello que irrumpe como impulso. Sería conveniente guardarlo, poner pausa, no verbalizarlo, o mejor aún, transformarlo en una señal que enseñe, un gesto, palabra o indicación como medio de orientación y no como descalificación. Merlí tropieza y se equivoca, y padecen los otros/as.

Algunas sombras que no llegan a oscuridad

Lo que nuestro querido Merlí no contempla en la medida de lo necesario es aquello de  planear sus viajes en esta escuela siendo parte de una tripulación y no un eterno outsider. El se involucra de un modo muy interesante con los pasajeros/as, incluso con algunos/as adultos pero es esquivo con sus colegas, parece no sentirse cómodo siendo parte de un colectivo, mostrando ser más partidario de jugar la propia, como a veces  Messi en el Barça, apostando su diferencia en el despliegue y la consagración individual. Con la tripulación solo aparece indiferencia, una actitud reacia para involucrarse, declarada enemistad con un profesor al minuto cero de conocerse, un encuentro amoroso con una colega y bastante desconfianza mutua. Es probable que los desaciertos en algunas de sus decisiones o intervenciones encuentren tierra fértil en la dimensión del trabajo colectivo de los docentes que en Merlí brilla por su ausencia. Haciendo aún más grave su individualismo al prestarse a conversar/ desautorizar a otro colega con los/las estudiantes. Aunque en tren de sincerarnos, el trabajo individual en las escuelas es parte de su ADN y diseño histórico y no culpa de Merlí o del de física o la de literatura. Este flanco débil en Merlí nos sirve como excusa para pensar en el trabajo colectivo como condición indispensable para fortalecer y transformar la escuela secundaria. La eficacia de la tarea individual del docente reside en cuánto y de qué manera se liga y reconoce como parte de un colectivo y no se libra a la suerte de “cada maestrito con su librito”. Y allí el papel de la conducción de una institución es vertebral, definitoria, que dista de ser el caso del director en esta serie que parece correr detrás de los acontecimientos o evitar conflictos más que decidir aprovecharlos.

Otra sombra que no llega a oscuridad pero bien vale destacar se relaciona a ciertos estereotipos de género que podemos advertir en esta serie. En un artículo reciente (http://zena.cat/es/machismo-y-estereotipos-de-genero-en-merli/) con el cual comparto algunas críticas que formulan y disiento en otras,  se señala con pertinencia la desproporcionada presencia masculina (10 a 3) respecto a la femenina, al mismo tiempo que indica que las mujeres están  infrarrepresentadas entre estudiantes y profesores y sobrerrepresentadas en el ámbito familiar, así como ciertas marcas de seducción que se “masculinizan” solamente o el lugar de la mujer inferiorizada o solo como efecto de lo que hace un hombre (sea una ex pareja, entre estudiantes, etc.).

Merlí, al igual que el profesor de la película “Entre los muros” (Francois)(https://denadiesyderechos.files.wordpress.com/2010/02/pensarentremuros_brener.pdf)  , ensaya diversos modos de construir una labor pedagógica diferente a la tradicional, se le anima más a la incomodidad del cambio que al confort de la permanencia, del siemprelomismo. A ambos los traiciona, por momentos, la omnipotencia de la pedagogía moderna, la propia condición machista de una sociedad patriarcal. Estas críticas de género bien valen para revisar la naturalización de ciertas respuestas, de modos de estar, ser y encarar en las que a pesar de portar una palabra y gesto democrático nos traicionan los actos de la tradición en la que nos formamos. Como con la gramática de la lengua, su virtud reside en que no somos conscientes de las reglas gramaticales cuando hablamos y en aquello que es invisible y se automatiza reside tanto su eficacia como su límite. Buena señales para aprovecharlo como asunto de debate entre colegas.

Con todos juntos y con cada uno

La escuela, tal como la conocemos ha sido siempre una tecnología moral, de disciplinamiento (vigilar y castigar[3]) aunque también pastoral( herencia eclesiástica del pastor y su rebaño, allí el cuidado, también el paternalismo del falso amor diría Richard Sennett[4]), en la que ha prevalecido una lógica del todos juntos y al mismo tiempo. La inclusión (en el siglo XX) ha sido sinónimo de homogeneización. Todos adentro, de un mismo modo y cada cual en su escalón. Por cierto una inclusión bastante excluyente, negando o demonizando la diferencia. Casi siempre ha sido muy difícil combinar el todos juntos con el cada uno/a, más bien parecían dos cuestiones mutuamente excluyentes. La inclusión más democrática es un claro desafío escolar para este siglo XXI, y eso supone derribar esa condición binaria excluyente y pensar /poner en acción una escuela en la que todos juntos y con cada uno/a se practique al mismo tiempo. Hay que ir por una otra distribución de tiempos, espacios y responsabilidades, que interpelen la gramática escolar secundaria con otros formatos que acompañen y fortalezcan las trayectorias de los y las estudiantes.  Estos cambios de formas y fondo en la escuela también suponen cambios en la mentalidad pedagógica imperante.

Merlí ofrece algunos auspiciosos pasajes de un trabajo de enseñanza con todos juntos así como deliciosos  intercambios en el uno a uno. Hay momentos muy auspiciosos en su relación con Iván, el estudiante que abandonó la escuela por sus ataques de pánico que él comienza a visitar y al que logra poner de pie y su regreso a la escuela. Además ejerce el rol de tutor en el colegio, lo cual nos permite explorar esa interesante función escolar que se ubica en un lugar de terceridad, clave para interferir y acompañar las trayectorias de estudiantes. Merlí provoca situaciones de encuentro, hay diálogos conmovedores. Aunque lo traiciona cierto egocentrismo y algún aire de soberbia, también (lo inte) irrumpe un profundo humanismo, le duele el dolor de los demás y  hay deseo genuino por hacer pensar al otro/a, cambiarlo de lugar, construir empatía, incomodarlo para mirar al mundo y a sí mismo desde otra perspectiva. Merlí acompaña la sinuosidad de los procesos de aprendizajes escolares pero también ofrece una escucha atenta y sensible a los pesares, angustias, conflictos y tantas aventuras que supone el tránsito por la adolescencia, la convivencia con los otros en el aula. Es férreo cuando se opone a cualquier discriminación entre estudiantes,  intenta sincerar el vínculo entre generaciones, ya sea con profes o en las familias y la comunidad, aunque también caiga en manipulaciones ingeniosas, con buenas intenciones pero más cinematográficas (al estilo “Los simuladores”) que eficaces en lo pedagógico.

“Existe una cita secreta entre las generaciones que fueron y la nuestra(…)”[5]

Hay algo en Merlí que lo habilita a esta cita secreta entre generaciones. Salir al encuentro de ciertos gestos o señales de este profesor es una ocasión para los y las que  nos seguimos emocionando con adolescentes que  disfrutan, se divierten, y al instante se apagan, se confunden y vuelven a encender,  que ensayan sin estrenar nunca y vuelven a reír, o siguen llorando. Pibes y pibas de tonos y colores diversos, amarrados y desamarrados, que ya estaban, que están llegando o aun no vinieron.

Merlí es una parada para quienes nos sentimos con la responsabilidad de ofrecernos como adultos, reinventando otra presencia en tiempos de tanta ausencia. Adultos disponibles, para escuchar por fuera de lo esperado, para poner los puntos, bancándonos amagues, también ninguneos, adultos que estamos convencidos de divorciamos de la omnipotencia de quien se asegura protector y solo ofrece confianza a quienes aceptan ser una réplica o repiten lo que uno quiere escuchar.

Merlí es una imperfecta ocasión para seguir ensayando otra pedagogía para transformar la secundaria.


[1] Si bien la cámara hace zoom en Merlí, su hijo padece sus torpezas para ubicarse en el rol de padre o profe según la circunstancia. Hermoso es aprender de tu padre pero quizás no porque aquel tenga el papel de enseñante, lo mismo que no hay mejor que enseñarle a un hijo sin ese forzamiento de que sea uno de tus alumnos. Difícil frontera, que en lo posible habría que evitar.

[2] Cuando planteo lo situacional, lo reivindico, aunque también hay una límite a considerar. Muchos docentes seguimos, a veces, enfrascados en aquella lógica de un presente como inversión para el futuro, descuidando las rugosidades de lo que está aconteciendo, desaprovechando la potencia de lo situacional, enorme o diminuta, pero eficaz oportunidad que desafía habilidades de sortear imprevistos, pero que especialmente permite satisfacer este momento y no demorarlo solo porque lo que hacemos hoy es un bien a largo plazo. Aunque agotar toda la energía en lo situacional puede empañar algunos trazos de mayor alcance en el tiempo, algo de lo estratégico. Para ello es menester sentirse parte de algo que me excede, de un grupo, de una institución. La gambeta individual que caracteriza a Merlí impide que forme y se sienta parte de un equipo, y por tanto de una estrategia que supere lo situacional y/o individual.

[3] M.Foucault en su inigualable obra  nos permite comprender la condición disciplinaria de la organización escolar moderna.

[4] La autoridad de Richard Sennett (1998.  Editorial Anagrama,Madrid,2000) es lectura necesaria para comprender como se construye la autoridad moderna, y aporte sustantivo para aprovechar sus notables trazos parta mejor entender la autoridad pedagógica.

[5] Walter Benjamín (1892-1940) Tesis de filosofía de la historia. “Existe una cita secreta entre las generaciones que fueron y la nuestra. Y como a cada generación que vivió antes que nosotros, nos ha sido dada una flaca fuerza mesiánica sobre la que el pasado exige derechos. No se debe despachar esta exigencia a la ligera. Algo sabe de ello el materialismo histórico.” 1940. Traducción de Jesús Aguirre. Taurus, Madrid 1973

Fuente artículo: http://www.alainet.org/es/articulo/183000

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Reseña de Película: Al Maestro Con Cariño Parte 2.

América del Norte/Estados Unidos.

Es una película estadounidense de 1996 para la televisión, lanzada por la cadena CBS. Se trata de una secuela de la exitosa película británica 1967, To Sir, with Love. Al igual que la historia original, el filme se ocupa de cuestiones sociales en una escuela de un centro urbano. Fue dirigida por Peter Bogdanovich (su primera película hecha para la TV) y cuenta una vez más con el papel estelar de Sidney Poitier retomando el papel de Mark Thackeray.

A diferencia de la primera película, esta secuela se basó en muy pocos elementos del libro homónimo de E. R. Braithwaite que le dio origen (salvo las obvias caracterizaciones), y su éxito comercial fue notablemente menor. Sin embargo, buena parte del elenco de 1967 volvió a reaparecer en esta segunda producción.

La historia es una especie de continuación cronológica de la anterior: después de treinta años enseñando en Londres, Mark Thackeray se jubila y regresa a su natal Chicago. A pesar de ello, aún tiene un reto académico similar, al llegar a educar a los niños de una escuela de una ciudad del interior, donde demuestra su capacidad para resistir la adversidad.

Mark Thackeray (Sidney Poitier) es un ciudadano de las Indias Occidentales Británicas, que en la película de 1967 tomó un puesto de profesor en una escuela del East End de Londres. Él pasó veinte años enseñando y diez en las funciones administrativas. Ha sido profesor de los hijos de sus antiguos alumnos, y ahora se retira.

Antiguos alumnos de Thackeray, Pamela Dare y Barbara Pegg (Judy Geeson y Lulu retomando sus papeles de la película original), han venido a la fiesta de despedida. Thackeray anuncia que se va para una escuela del centro de la ciudad de Chicago, donde enseñará de nuevo. En Chicago, se encuentra con su ex colega Horacio Weaver (Daniel J. Travanti) quien es el director de la escuela. Thackeray se entera de que hay una clase A con buenos estudiantes y una clase H (por «horror») para los estudiantes «marginados». Él convence al director que le permita tomar la clase H como profesor de historia. Sus nuevos alumnos son estudiantes hispanos, negros y blancos que son ruidosos, rebeldes y empeñados en comportamientos destructivos. Como hizo en Londres, él comienza enseñándoles el respeto por los demás. Se dirige a ellos como el señor X o la señorita Y, y espera a ser llamado el Sr. Thackeray o Sir (de ahí los títulos).

Poco a poco se entera de sus historias personales: Wilsie (Christian Payton) es el líder de la banda que protege a su hermano menor. Otra es una mujer afroamericana que lucha doblemente contra los prejuicios. Evie (Dana Eskelson) está creciendo sin padres y esconde esto para evitar ser adoptada. A diferencia de la película británica, no hay enamoramiento con él entre sus alumnos, pero una compañera maestra Louisa Rodríguez (Saundra Santiago) lo admira.

También aprendemos un poco de la historia del Sr. Thackeray. Siendo un adolescente en la Guayana Británica, se enamoró de una chica de Chicago cuyo padre había llegado a construir un centro comercial. Perdieron contacto y se fue a Inglaterra a estudiar, se convirtió en un maestro y se casaron. Ahora es un viudo, pero decidió tomar esta oportunidad de enseñanza para encontrar a su amor de juventud.

En la escuela se dispone a enseñar a estos chicos problema acerca de su verdadero potencial si toman su destino en sus manos. Él les enseña acerca de la resistencia no violenta de los históricos combatientes de los derechos civiles. Cuando descubre a Wilsie introduciendo de contrabando un arma en la escuela, él se enfrenta a él y lo convence para entregarla. El Sr. Thackeray la entrega a un policía como un objeto encontrado.

Más tarde, la policía lo presiona para que de el nombre del chico armado, ya que el arma estaba involucrada en el asesinato de un policía. Él se niega a dar el nombre del estudiante y tiene que abandonar la escuela.

Mientras tanto, Evie ha aceptado un empleo en un periódico y decide investigar el antiguo amor de Thackeray en Chicago. La chica arregla una cita para él. Thackeray se encuentra con el hijo de su antiguo amor en un hospital. Su madre, Emily Taylor (Cheryl Lynn Bruce), está enferma. Thackeray se entera de que ella también lo amaba pero su padre conservaba todas sus cartas, porque ella había quedado embarazada, por lo que el joven al que acababa de conocer es su hijo.

Thackeray se entera de que Wilsie está oculto porque piensa que la policía está detrás de él. Su hermano conduce a Thackeray al escondite para explicarle la situación real y evitar que Wilsie arruine su vida. Por medio de consejos y pláticas, el profesor convence a Wilsie para entregar su nueva arma y enfrentar a una banda rival que había venido a luchar con Wilsie. Wilsie y el amigo que le había ayudado a conseguir el arma explican todo en la comisaría.

Los alumnos han estado haciendo una «huelga» y obligan al director a aceptar su querido maestro de vuelta.

La película termina con la ceremonia de graduación y el baile. Sr. Thackeray anuncia que no va a volver a Gran Bretaña, pero permanecerá en Chicago para enseñar a la nueva generación.

Fuentehttps://youtu.be/_IVZNvVIhNs

Imagen: https://s-media-cache-ak0.pinimg.com/originals/ac/b6/e5/acb6e5ca638c2f1ec6163e09855500c5.jpg

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Reseña de Película: La esperanza de navidad.

TÍTULO ORIGINAL: The Christmas Hope
otro titulo: La Esperanza De Navidad
AÑO: 2009
DURACIÓN: 89 min.
PAÍS: Estados Unidos
DIRECTOR: Norma Bailey
GUIÓN: Wesley Bishop (Novela: Donna Van Liere)
MÚSICA: Lawrence Shragge
FOTOGRAFÍA: Mathias Herndl
REPARTO: Madeleine Stowe, James Remar, Tori Barban, Ian Ziering, Jayne Eastwood, Devon Weigel, Aaron Hughes, Phillip Jarrett, Alicia Johnston, Daniel Boiteau, Rebecca Gibson, Omar Khan
PRODUCTORA: Lifetime Television
WEB OFICIAL: mylifetime.com/movies/the-christmas-hope
GÉNERO: Drama | Familia. Navidad.

Una pareja al borde del divorcio a causa de la muerte de su hijo acoge en su casa a una niña de ocho años sin madre. Poco a poco todos se recuperarán de la pérdida de sus seres queridos y Emily será el motivo de la pareja para seguir adelante y superar el aniversario de la muerte del pequeño.

Fuente: https://youtu.be/kbzzOUENiYg

Imagen: https://www.peliculasflv.tv/wp-content/uploads/2015/03/Una_vida_para_sonar.jpg

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