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2,8 Millones de menores llevan 7 años sin escolarizar por la guerra en Siria

Siria / 29 de abril de 2018  /Autor: EFE / Fuente: La Vanguardia

Al menos 2,8 millones de menores no han sido escolarizados en los siete años de conflicto en Siria, según los datos publicados hoy por el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) antes del inicio, mañana, de una conferencia de apoyo a este país en Bruselas.

Unicef destacó en un comunicado que desde 2011 algunos menores no han ido nunca al colegio, mientras que otros han suspendido su educación todo este tiempo, con lo que va a ser «extremadamente difícil» que se pongan al día cuando puedan regresar a las aulas.

La nota subrayó que ir a clase puede ser «cuestión de vida o muerte» debido a la violencia.

Unas 309 instalaciones educativas han sido blanco de ataques, mientras que una de cada tres escuelas en Siria ha quedado completamente fuera de funcionamiento por haber sido destruidas, dañadas o usadas con propósitos militares o para acoger a familias de desplazados.

Según los datos de Unicef, el 40 % de los menores sin escolarizar tienen entre 15 y 17 años, con lo que sufren el riesgo de ser reclutados para combatir o ser obligados a casarse o a trabajar.

La agencia de la ONU explicó que estos problemas se están volviendo prevalentes conforme las familias recurren cada vez más a «medidas extremas de supervivencia».

Pese a estas dificultades, Unicef afirmó que 4,9 millones de menores siguen teniendo acceso a la educación dentro de Siria.

En los países vecinos, que acogen a refugiados sirios, los Gobiernos están abrumados por los casi dos millones de menores sirios que tienen que ser absorbidos por sus sistemas educativos en mitad de una situación económica inestable, indicó.

De los menores que están escolarizados tanto en Siria como en los Estados vecinos, el 90 % asisten a clase en colegios públicos e incluso comparten aula con los niños de esos países, como es el caso del Líbano y Jordania.

El director regional de Unicef para Oriente Medio y el Norte de África, Geert Cappelaere, alabó los esfuerzos de distintas partes para ayudar a los niños y adolescentes sirios.

«La financiación masiva de los donantes, la generosidad sin precedentes de los Gobiernos y comunidades de acogida, el trabajo implacable de profesores heroicos y la determinación de los menores sirios y sus familias han ayudado a millones de niños sirios lograr educación», apuntó.

No obstante, agregó, «como los líderes mundiales se reúnen en Bruselas esta semana para la Conferencia de Apoyo al Futuro de Siria y la Región, les hacemos un llamamiento para que no abandonen a los niños y jóvenes que ya han pasado por mucho».

Recordó que se necesita una financiación «continua, flexible, incondicional y a largo plazo» en el sector educativo para mejorar los sistemas ya existentes y aumentar las alternativas en Siria y en los países que albergan refugiados sirios de la región.

Sin embargo, advirtió, «solo con la generosidad no se pondrá fin a la crisis Siria. La protección y las necesidades de los menores debería ser una prioridad para quienes toman decisiones y para aquellos que luchan sobre el terreno».

Fuente de la Noticia:

http://www.lavanguardia.com/internacional/20180423/442895485376/28-millones-de-menores-llevan-7-anos-sin-escolarizar-por-la-guerra-en-siria.html

Fuente de la Imagen:

https://www.hispantv.com/noticias/sociedad/57244/unicef-millones-ninos-sirios-escuela-conflicto

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Aumentan tensiones en protestas en universidades de Francia

Europa/Francia/19 Abril 2018/Fuente: Prensa Latina

Las tensiones aumentan hoy en diversas universidades de Francia en medio de las protestas de estudiantes contra la reforma de acceso a la educación superior impulsada por el gobierno de Emmanuel Macron.
La movilización ganó amplitud al llegar al Instituto de Estudios Políticos de París (Science Po) y a sus sedes en otras ciudades como Rennes, un hecho simbólico al tratarse de uno de los centros universitarios más prestigiosos y elitistas del país.

Un grupo de estudiantes mantiene bloqueados total o parcialmente tres edificios de la sede capitalina de Sciente Po, con mensajes como ‘por el fin de la dictadura macronista’.

Otra consigna enarbolada es ‘Macron tu universidad está bloqueada’, pues el presidente y varios de los principales políticos del país son egresados de Science Po.

La movilización en este instituto forma parte de la cadena de bloqueos registrados desde marzo en universidades de esta capital y de ciudades como Montpellier, Rennes, Bordeaux y Toulouse.

El objetivo es rechazar la reforma impulsada por el gobierno, que pondría fin a los sistemas de sorteo para ingresar a la educación superior e introduciría un proceso selectivo sobre la base de una evaluación integral realizada por el personal universitario.

Según los detractores, ello generará un favoritismo para los jóvenes de las clases más acomodadas, mientras los provenientes de sectores más populares serán excluidos y discriminados.

Desde Science Po (que no está implicada en la reforma pues se trata de un instituto de post-grado), los estudiantes denuncian que ‘nosotros ya vemos las consecuencias de esta selección’, explicó uno de los huelguistas, citado por la prensa local.

‘La mayoría de los estudiantes aquí son hijos de personas de la clase dirigente y es un lugar de reproducción social’, denunció, mientras las pancartas desplegadas en los edificios se refieren al instituto como ‘la fábrica de la élite’.

Otra universidad especialmente activa dentro de la movilización es Nanterre, en las afueras de París, admirada en el país por ser el sitio desde el cual nació la protesta social de Mayo de 1968, la huelga de mayores dimensiones registrada en esta nación europea.

Más de mil alumnos votaron hoy a favor de mantener bloqueada la institución al menos hasta el 2 de mayo, una situación excepcional que de inmediato ha disparado las alertas.

Fuente: http://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=171595&SEO=aumentan-tensiones-en-protestas-en-universidades-de-francia
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La participación familiar en el centro, ¿indicador de calidad educativa?

Por: María Antonia Casanova

En un principio, ante la pregunta planteada en el título, creo que la mayoría de los lectores, como yo misma, contestaríamos afirmativamente. Con seguridad, las escuelas que cuenten con la participación de madres y padres conseguirán unos mejores resultados escolares.

Bien, pues parece que esto no solo no es así, sino que funciona en sentido inverso al deseado o pensado inicialmente.

En las conclusiones obtenidas por PISA en 2015, se plantearon diferentes cuestiones relacionadas con la implicación de las familias en el centro por diferentes motivos (comunicación, voluntariado, actividades extraescolares, ambiente, resultados de los hijos, etc.) y las actuaciones de la Dirección para comprometerlas e involucrarlas en su funcionamiento a distintos niveles.

Pareciera, como digo, que lo más lógico sería que cuando el padre o la madre asiste al centro para interesarse por el proceso educativo de sus hijos, fuera por interés (evidente) en el mismo y que, por lo tanto, redundara en su mejora. En consecuencia, la correlación que debiera aparecer es que cuanta mayor participación de la familia en ese centro, mejores resultados globales debería obtener este.

Pero, paradójicamente, los datos que nos ofrece PISA es que los centros más visitados por los padres en relación con los aprendizajes de sus hijos son los de peores resultados en rendimiento. Conclusión: la mayor asistencia al centro es indicador de mala calidad educativa. Resulta muy clara la explicación: la familia aparece por la escuela cuando el hijo no supera lo esperado, cuando suspende. Con lo cual, esa participación que todos deseamos para lograr un buen funcionamiento escolar se queda reducida al interés exclusivo por la calificación de los hijos, no sé ni siquiera si por su aprendizaje real.

Expuesto así, estadísticamente, resulta contradictorio que la mayor participación se manifieste en peores resultados. Es evidente. Pero es un hecho. Por lo tanto, en el momento de evaluar hay que replantear el modo de comprobar el tipo de colaboración entre familia y centro educativo, en términos más cualitativos, de manera que, aunque se sigan constatando informaciones como esta, también se pueda deducir si con una incorporación activa de las familias al quehacer escolar (en actividades extraescolares, mediación con otras familias, programas culturales, promoción del proyecto educativo propio…) efectivamente se mejoran los resultados esperados y requeridos.

Es muy importante mantener la coherencia del discurso educativo entre familias, centro y aula. Me atrevería a asegurar que supone un factor fundamental para conseguir una formación apropiada para el alumnado: que coincidan las ideas básicas en valores, modelo de sociedad, exigencias de esfuerzo, estudio, comportamiento… de ambas instancias. Sería perfecto que el contexto social general también coincidiera en este discurso, ya que lo exige permanentemente, aunque no colabore en nada para ello (más bien, lo contradice con demasiada frecuencia). Pero, al menos, centrándonos en nuestro comentario, me parece fundamental que escuela y familia sean coherentes en los planteamientos esenciales de la educación. Incluso llegando a un conocimiento suficiente, por parte de las familias, del modelo curricular que se lleva a cabo en las aulas en cuanto a la aceptación de la inclusión educativa, la atención a la diversidad, la aplicación de metodologías variadas, los procedimientos internos de evaluación, etc.

De esta forma, cualquier estudio que se hiciera ofrecería resultados diferentes a los expuestos con anterioridad. Cuando docentes y familia, junto con equipos directivos, caminan en una misma dirección, se alcanzan objetivos óptimos, inimaginables de otro modo. Ese es el camino para superar situaciones como la relatada. No solo hay que ir al centro para reclamar calificaciones. Hay que colaborar para contribuir a mejorar las actuaciones habituales que deriven en personas formadas integralmente y, además, con los mejores resultados posibles.

Fuente: http://revistainnovamos.com/2017/11/21/la-participacion-familiar-en-el-centro-indicador-de-calidad-educativa/

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De qué me sirve un 120 de cociente intelectual si tengo TDAH y me distraigo en clase

Por: www.abc.es/Carlota Fominaya/18-04-2018

«Tengo un cociente intelectual de 120 pero no me dice nada, ¿de qué me sirve si me distraigo?». Esa es la pregunta que se hace Gonzalo, de 18 años, diagnosticado desde los seis con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperatividad. Este joven forma parte del 7% de adolescentes españoles que padecen TDAH, uno de los trastornos más comunes entre la población escolar, y que se define por la presencia de dificultades atencionales y/o hiperactividad e impulsividad, entendiendo por esto las complicaciones que el alumno muestra para enfocar, sostener y regular su atención.

Son conductas que se entienden como normales en niños y adolescentes, pero que, según apunta Javier Quintero, jefe de Psiquiatría del Hospital Infanta Leonor (Madrid) y director del gabinete Psikids, «diferencian a los menores diagnosticados en que estos síntomas son consistentes en el tiempo, aparecen antes de los siete años y, además, provocan disfunción, es decir, que afectan al aprendizaje del niño o interfieren en el comportamiento y en la manera de relacionarse con sus iguales».
Medidas de adaptación curricular

La alta prevalencia de los diagnósticos de TDAH en nuestro país y las dificultades de estos menores —muy patentes en la etapa escolar— hicieron que, a finales de 2013, quedara recogido en la LOMCE el trastorno como una necesidad específica de apoyo educativo o NEAE. Entre las medidas indicadas por la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid, por ejemplo, se encuentran la adaptación de los tiempos (cada examen se podrá incrementar un máximo de un 35% sobre el tiempo previsto para ello), la adaptación del modelo de examen (tipo, tamaño de fuente, etc), la adaptación de la evaluación (pruebas orales, escritas, de respuesta múltiple) y facilidades técnicas y de materiales, además de la adaptación de los espacios.

Son medidas que, en opinión del psicólogo y director de Educatah (centro especializado en estos menores) Ángel Terrón, «están bien, pero se dejan otras en el tintero que quizá sean más importantes e, incluso, beneficiosas, como son las modificaciones que nosotros llamamos no significativas. Nos referimos a los factores ambientales dentro del aula, o la relación entre profesor y alumno. Esto no tiene un coste académico, pero sí es verdad que implica sensibilización y conocimiento del trastorno».

 Así lo corrobora Carlos González, director del madrileño colegio Nuevo Velázquez, especializado en este tipo de alumnos, para quien además «el uso del refuerzo positivo ante cualquier logro o avance son cruciales». La autoestima de estos chicos, prosigue, «suele estar muy tocada». Por eso es importante, añade Rosa García Bermejo, orientadora de Infantil del madrileño colegio Sagrado Corazón, «aumentar los elogios, la aprobación y el reconocimiento de estos alumnos. Pero cuidado, tenemos que subir su autoestima, que no su ego. No podemos perder de vista que tienen que aprender. Si se equivocan, tendrán que borrar lo que está mal e intentarlo de nuevo. Y si lo han hecho bien también se les puede decir “esto está correcto, pero, ¿a que lo puedes mejorar?”», sugiere.
Detección temprana

En esta línea hay un aspecto que, para García Bermejo, es importante resaltar, y es que a estos niños hay que ponerles en situaciones de éxito cuanto antes. «Suelen ser pequeños muy sensibles y más vulnerables de caer en la adolescencia en temas conflictivos. Pero si se realiza una buena y pronta intervención, en la que se les ofrezcan suficientes herramientas y estrategias, no tiene por qué pasar». «Insisto: Si se pone en situación de éxito al niño en Infantil y Primaria, cuando llegue a Secundaria sabrá que es capaz de adquirir el aprendizaje. Pero si solo ha tenido fracaso, pensará “soy el tonto de la clase, el que todo lo hace mal”».

De ahí la importancia de identificarlo cuanto antes, advierte el psiquiatra Javier Quintero. «Es fundamental. Detectarlo a los siete años implica que hay que hacer muy poquitas cosas, con 14 ya es más difícil. Hay una oportunidad muy clara de mejorar el pronóstico en función del periodo de diagnóstico. El problema es que muchos niños se pierden en Primaria y cuando el sistema se percata de sus dificultades ya ha pasado mucho tiempo y sus limitaciones son muy marcadas. Tiende a prevalecer el “ya madurará” y personalmente, creo que esto no es positivo».
En cualquier caso, concluye Quintero, «reconocer que estos alumnos tienen una necesidad específica de apoyo educativo, que habitualmente será suficiente con un plan de adaptaciones metodológicas en el aula, tal y como se hace mención la LOMCE, es la clave. Tenemos que tener en cuenta que dentro del abordaje multimodal del TDAH, la participación de los centros educativos es fundamental. Porque si se aplican adecuadamente, estos niños funcionarán sin mayores dificultades».
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No tienen tiempo de jugar

Por: Jaume Carbonell

La infancia tiene derecho al tiempo libre y al juego. Pero en la sociedad actual este bien común es cada vez más escaso.

“Javier, de 6 años, de Bogotá, al cabo de unos meses de ir a la escuela primaria, le dice a su madre: ‘Mamá, quiero ir a la escuela un día a la semana porque en un día aprendo lo que me enseñan y los demás días los necesito para jugar’. Un análisis sin complacencias y tristemente cierto de lo que a menudo es la escuela. Períodos larguísimos en los que, a menudo, se aprende poco y mal. Un lugar donde, muchas veces, se aprende a no amar lo que se estudia. Un tiempo robado al juego en libertad con el que, sin duda, los niños y niñas aprenden mucho y sientan las bases de lo que en casa, en la escuela y en la ciudad podrán aprender.”

Así encabeza Frato-Tonucci -el psicólogo-investigador dibujante que, con tanto humor como agudeza, da voz a los pensamientos infantiles- uno de los apartados de su último libro de viñetas Los niños y las niñas piensan de otra manera (Graó, 2017). Esta crítica a la escuela primaria se anticipa ya en los primeros años de institucionalización escolar, en la mal llamada “guardería”, que ilustra, por ejemplo, con una niña que, con rostro agotado y con la lengua fuera, suelta: “Más que jugar, ¡Aquí trabajamos de sol a sol”.  Y huelga decir que en secundaria se considera una pérdida de tiempo, un anatema. No hay tiempo para el juego; y menos aún para el que requiere cierta dosis de libertad e imaginación. El mundo adulto, junto a la creciente y poderosa industria del ocio infantil, lo regula y lo controla todo, hasta el más mínimo detalle: los tiempos y espacios, cualquier fiesta o actividad. Como en todas las obras anteriores de Tonucci-Frato fluye esta crítica a la negación de la infancia, así como al derecho que tiene al tiempo libre y al juego, tal como establece la Convención de los Derechos del Niño (artículo 31).

Este posicionamiento está muy presente en las narrativas pedagógicos del siglo XX, y más recientemente ha sido replicado por el movimiento de la lentitud, que nace en las ciudades y se extiende a otros campos como el de la alimentación y la educación. Carl Honoré, en Bajo presión (RBA, 2008) muestra, a partir de numerosos estudios científicos, observaciones  y entrevistas personales, hasta qué punto se ha destruido la magia y la inocencia de la niñez -o lo que es lo mismo: su calidad de vida y felicidad- para compensar imaginarios y expectativas frustradas del mundo adulto.  El resultado es conocido. Niños y niñas con sobrecarga de actividades extraescolares y agendas de ejecutivos. Padres y madres helicópteros que andan siempre con prisa de aquí para allá. Infancias que no tienen tiempo de reflexionar, de divertirse e, incluso, de aburrirse. Familias con una hiperprogramación del tiempo libre de sus hijos. Tiempos invertidos donde la rigidez sustituye la espontaneidad, los lugares cerrados a los lugares abiertos y el asfalto a la naturaleza. Estas disociaciones las explica muy bien Heike Freire en Educar en verde. Ideas para acercar a niños y niñas a la naturaleza (Graó, 2011).

Carl Honoré ilustra con una anécdota muy elocuente  el rechazo que ejerce la obligatoriedad prematura de asistir a actividades escolares: “El otro día observaba cómo una madre arrastraba a su hija de tres años desde un jardín cercano a nuestra casa. La niña sollozaba y gritaba: ‘No quiero ir al ballet. Quiero ir a casa a jugar’”.  O muestra a dónde conduce la soledad e individualismo tecnológico con esta otra anécdota aún más jugosa: “Los jóvenes de hoy tienen 400 amigos en Facebook, pero ni uno solo para bajar a jugar al parque”.

Hay encuestas recientes que confirman con datos y cifras esta tendencia. Una de ellas es la que se ha pasado a 4.000 niños y niñas de 10 a 12 años en Barcelona que revela que la cantidad de tiempo libre es uno de los elementos de su vida que valoran más negativamente. En concreto, el 53% no se siente satisfecho con el tiempo de que dispone para decidir él mismo a qué lo dedica (Institut Infància i Adolescència de Barcelona, Parlen els nens i nenes: el benestar de la infància a Barcelona). Probablemennte si la encuesta se hiciera en Buenos Aires, París o Madrid se obtendrían similares resultados. Eso sí, la infancia de la pobreza conforma un relato diferente, porque sólo excepcionalmente accede a la oferta de las actividades extraescolares. ¿Qué hacer para ralentizar estas dinámicas tan aceleradas y para que la infancia, desde su legítimo derecho de soberanía para tomar sus propias decisiones,  recupere el lugar y el protagonismo que le corresponden?  Existen cantidad de propuestas para abrir la escuela al entorno, para paliar los déficits de naturaleza  o para convertir los patios cuadriculados en espacios de aventura. Aunque también sirven los rituales simbólicos: ¿qué tal si se organiza una semana libre de deberes y actividades extraescolares? ¿O se declara el día sin móviles u otras tecnologías? ¿O se pide a los Reyes Magos estas tres cosas: más tiempo para jugar, espacios menos artificiales y más naturales y más amigos y amigas? ¿Qué perderíamos y ganaríamos con ello? A jugar, que el tiempo apremia.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/pedagogiasxxi/2017/12/13/no-tienen-tiempo-de-jugar/

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La buena educación de los chicos es buena para la salud social

Por: Elena Simón

No se les puede seguir alimentando con el tocino y la manteca del machismo, porque este engorda demasiado y, como no puede exigir privilegios e impunidad por ser hombre, se desborda por otros lados muy dañinos.

El concepto de “buena educación” ha cambiado, pasando de tener un carácter de élite distinguida pasada por colegios distinguidos de élite y por universidades minoritarias, a ser patrimonio de toda la humanidad y, más concretamente en los países democráticos, a ser universal y extendida en el tiempo, con un currículum que excede con mucho el hecho de saber leer escribir y contar. En esta educación actual debería de contemplarse muy en serio el hecho de un currículo coeducativo que ponga a mujeres y hombres en el lugar que les corresponde como mitad de la humanidad que somos unos y otras, archivando definitivamente los estudios y lenguajes que presuponen que los hombres y lo masculino dominante y hegemónico representan al conjunto de la humanidad: a los hombres dominados o no hegemónicos y a todas las mujeres de cualquier clase y condición.

Según las reglas del juego democrático, no nos salen las cuentas: una minoría invade y domina el currículo de la totalidad de la población y, en particular, articula un lenguaje simbólico para todos los varones y es que ellos son los hacedores de lo humano, dominan la naturaleza y el conocimiento, son visibles en todas las estanterías de la cultura y del poder y libres para hacer lo que deseen, incluyendo la colonización de las mujeres, con lo que ello comporta de apropiación indebida y de abuso.

Los niños y los jóvenes varones actuales no necesitan más de gestas victoriosas y de modelos de prepotencia, porque la sociedad actual les reclama para la cooperación, la corresponsabilidad, el amor como empatía y el éxito relacional placentero y constructivo. La superioridad indiscutida y la prepotencia que de ello se deriva, – conocida como machismo- han caído en desgracia. En este momento no es un timbre de gloria ser o ejercer de machista. Incluso algunas de sus acciones son condenadas, tipificadas como delito y penalizadas conforme a leyes recientes.

Así es que es evidente que a los niños y a los jóvenes varones no se les puede seguir alimentando con el tocino y la manteca del machismo, porque este engorda demasiado y, como no puede exigir privilegios e impunidad por ser hombre, se desborda por otros lados muy dañinos, incluso para ellos mismos. Los chicos han de comenzar a aprender muchas de las cuestiones que se les enseñaba solo a las niñas y a las jóvenes, para que cubrieran las necesidades, gustos, deseos o caprichos de quienes les rodeaban, especialmente de los hombres de su entorno.

A ellas seguimos haciéndolas “seres para otros”, mediante la Ley del Agrado. Pero a ellos les enfatizamos el “ser para sí mismos”, que aprenden unos de otros y unos con otros, tanto intra como intergeneracionalmente. Mientras tanto prevenimos a las chicas contra sus iguales los varones como “peligrosos”, pero no ponemos el espejo frente a la masculinidad hegemónica y heredada por los cuatro costados, para no repetirla. De este modo se reproduce como por esporas y, sobre todo, mediante alianzas explícitas e implícitas entre varones tintadas de misoginia, que excluyen a las mujeres como sus iguales. La mayoría de los chicos siguen desarrollando la “Ley del dominio” en las múltiples facetas de sus vidas, mirándose en sus iguales.

La buena y nueva educación para los niños y los chicos de estos tiempos convulsos que vivimos tendría que romper con la falsa creencia de que los comportamientos violentos frecuentes entre los hombres tienen su causa en la testosterona y que eso no tiene remedio; así es que hay que seguir previniendo a las chicas “por su bien” para que no provoquen y no se expongan.

Para lograr, al menos, una mejor educación masculina de la que tienen ahora, ya que una mayoría de ellos carecen de ciertos aprendizajes necesarios para la autonomía y el equilibrio personal, sin tener que dominar o seducir a nadie para conseguir adhesión y servicio; para lograr al menos una mejor educación masculina, propongo incidir en las siguientes líneas educativas para los chicos:
  1. Desarrollo de la empatía hacia sus personas próximas.
  2. Neutralización del estrés y la ansiedad producida por la obsesión en conseguir ser los primeros a costa de lo que sea, incluso de sus propias vidas o de vidas ajenas.
  3. Adquisición de habilidades de autocuidado de su salud, higiene, aspecto y entorno inmediato.
  4. Aprendizaje de destrezas para el cuidado de cosas y personas.
  5. Disminución del nivel de agresividad verbal y gestual.
  6. Manejo positivo de las emociones agresivas o negativas para que no deriven en actitudes violentas y dicotómicas (ganar-perder) y en soluciones inadecuadas a los conflictos vitales e interpersonales.

Siempre vamos diciendo que toda mejora humana es cuestión de educación y que hay que salir de la zona de confort para innovar, pero no ponemos en cuestión que las inercias androcéntricas, misóginas, machistas y sexistas se reasientan en su zona de confort y están normalizadas en los centros educativos de cualquier nivel.

En estos tiempos y lugares que habitamos podemos afirmar que son perjudiciales para la salud física, mental y social, mucho más que el tabaco.

Fuente noticia: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/12/18/la-buena-educacion-de-los-chicos-es-buena-para-la-salud-social/

Fuente imagen: http://labuenaeducacion.pe/repositorio/PG-205—FOTO-BANNER.jpg

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‘De lejos, de cerca’, una dinámica grupal para reír y distender

Por: Haydee Mesa

Sigue riendo y practicando los beneficios del vínculo en el aula con esta nueva actividad que explico a continuación. Súmala a las anteriores propuestas, añádele tu “toque personal” y hazte con tu propio repertorio de juegos vinculantes.

Tenerlos ya en cabeza te dará rapidez y agilidad para solventar situaciones de estrés en un momento concreto. Por ello, aquí tienes “De lejos, de cerca” un divertido ejercicio cuyo objetivo es potenciar la cohesión grupal desde el trabajo con el control del desplazamiento espacial y la mirada. Además, practicándolo, conseguirás descargar mucha adrenalina y tensiones.

Actividad a partir de 6 años y para todas las edades

Para realizar en un espacio amplio con suelo blando (césped o colchonetas)

Pautas:

(Las miradas han de mantenerse todo el tiempo que dura el ejercicio)

1. Caminar por el espacio sin rumbo fijo demostrando el estado emocional en el que se encuentran cada uno.

2. Si ves que los desplazamientos se hacen fijos y automáticos pídeles que cambien de dirección y velocidad.

3. Cuando tú digas, pararán de caminar y se distanciarán unos de otros ocupando cada uno un lugar desde el que mantendrán el contacto visual con el compañero en cuestión. Se trata de sostener la mirada en todo Lo cual no es fácil sin que surja la risa. Y si surge, pues bienvenida sea, pero que no evite el contacto visual.

4. Entonces deben correr para darse un abrazo “de película” con la pareja de Insisto, lo más “peliculero” posible.

5. Acabado el abrazo y sin dejar de mirarse en ningún momento, juntarán nariz con nariz.

6. Luego se mirarán poniendo cara de asco.

7. Posteriormente, cara de enamoramiento.

8. Si el peso lo permite, por parejas, el más pesado coge al más ligero a “Caballito” y juntos se dirigen a intentar derribar con suavidad a las otras parejas con sus respectivos “caballitos”.

9. Los que caen al suelo se concentran en sentir la conexión de sus cuerpos con la tierra (ya no tienen que seguir mirándose, ahora pueden cerrar los ojos), en cómo cada músculo de la espalda, de la cabeza, de las piernas, pies y brazos se unen al suelo. Descansan así hasta que todo el grupo acaba en la misma posición de relax.

Fuente: http://www.educaciontrespuntocero.com/recursos/educacion-emocional/lejos-cerca-una-dinamica-grupal-reir-distender/42091.html

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