África/ 23.10.2018/Por: Sofía Lobo/ Fuente: www.vaticannews.va.
Los avances en el acceso a la educación para todos los africanos se ha visto ralentizado como consecuencia de la crisis económica que afecta a gran parte del continente, según los datos más recientes compilados por el Instituto de Estadística de la UNESCO (IEU), que muestran que 61 millones de niños en edad de cursar los estudios primarios permanecían sin escolarizar en 2015, una cifra equivalente a la de años atrás en 2010.
Es un dato muy significativo, teniendo en cuenta que el número de niños sin acceso a las aulas en África había disminuido regularmente a lo largo de los últimos 15 años.
Las niñas, que en el año 2000 representaban el 58% de los menores sin escolarizar y en 2010 eran el 53%, fueron las más beneficiadas por los esfuerzos encaminados a mejorar el acceso a la enseñanza. Pero lamentablemente los progresos en ese ámbito se han detenido.
Millones de niños sin oportunidad de estudiar
La mayor parte del estancamiento puede atribuirse a la situación que prevalece en el África subsahariana, región donde vive la mayoría de los niños sin escolarizar.
Casi uno de cada cuatro niños en edad de cursar la enseñanza primaria (el 23%) nunca ha asistido a la escuela o abandonó los estudios antes de terminar el ciclo de primaria, en esta región donde el número de párvulos sin escolarizar aumentó de 29 millones en 2008 a 31 millones en 2010. En Nigeria hay 10,5 millones de niños sin escuela y en Etiopía, 2,4 millones.
“A pocos meses de cumplirse el plazo para lograr la educación primaria universal, este hecho es motivo de grave preocupación. El acceso a la educación no es sólo un derecho humano. Es una vía de escape de la pobreza que abre la puerta a una amplia gama de posibilidades de desarrollo a lo largo de toda la vida», afirma Irina Bokova, quien fue la Directora General de la UNESCO hasta 2017.
La moraleja que encierran estos datos empíricos resulta evidente: es necesario un compromiso mundial mucho más enérgico, así como políticas nacionales que den prioridad a la tarea de llegar a los niños más marginados y velar por su formación.
Luchando por un derecho humano
Pero el actual panorama no es totalmente negativo, ni el futuro de la educación mundial es tan desolador.
Los estudios también revelan que en Asia Meridional y Occidental se lograron mejoras significativas y el número de niños sin escolarizar disminuyó de 39 a 13 millones entre 1990 y 2015.
Las demás regiones del mundo tienen un número mucho menor de no escolarizados: 5 millones en los Estados Árabes, 2,7 millones en América Latina y el Caribe, 1,3 millones en América del Norte y Europa Occidental, 0,9 millones en Europa Central y Oriental, y 0,3 millones en Asia Central.
El IEU calcula que de los 61 millones de niños en todo el mundo que no forman parte del sistema escolar, sólo el 27% podría llegar a tener acceso a la enseñanza. Otro 26% de ellos empezará los estudios pero no lo terminará, mientras que el 47% nunca tendrá oportunidad de estudiar.
Trabajando por un futuro sin marginación
La imposibilidad de acceder al sistema educativo suele deberse a la situación de marginación que padecen los más pequeños de cada sociedad.
Habitualmente, son los habitantes de las zonas rurales remotas y pobres, las personas afectadas por los conflictos, o los miembros de las minorías étnicas, raciales o lingüísticas quienes suelen quedar marginados de la enseñanza.
Si el cometido de velar por la instrucción de cada niño es un imperativo moral en sí mismo, el logro de la instrucción primaria universal también tendría consecuencias de largo alcance en materia de desarrollo. En los países de rentas bajas, cada año adicional de escolaridad añade un 10% al ingreso promedio de cada persona.
Beneficios de la educación en la salud
Por otro lado, los informes del IEU, explican que la educación beneficia además a la salud y el bienestar.
Se ha demostrado fehacientemente que la formación básica de las madres, hace que disminuya la mortalidad infantil. Cada año adicional de instrucción puede reducir el riesgo de mortalidad infantil entre un 7 y un 9%.
Las madres instruidas tienen más probabilidades de dar a luz en condiciones seguras. También es mucho más probable que vacunen a sus hijos.
En cuanto a la problemática mundial frente a enfermedades como el VIH y el SIDA, si bien es cierto que la educación por sí sola no puede erradicarlas, sí puede contribuir a limitar la difusión del virus.
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