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Bangladesh: Los niños y niñas rohinyás consiguen acceso a la educación

Asia/Bangladesh/amnesty.org

El gobierno de Bangladesh ha anunciado que ofrecerá oportunidades de escolarización y formación profesional a los niños y niñas rohinyás refugiados, dos años y medio después de que se vieran obligados a huir de crímenes de lesa humanidad.

Advirtiendo del coste de crear una “generación perdida”, Amnistía Internacional y otras organizaciones de derechos humanos hacen campaña en favor del casi medio millón de niños y niñas rohinyás de los campos de refugiados de Bangladesh a fin de que se les permita disfrutar de su derecho a educación de calidad,.

“Se trata de un compromiso importante y muy positivo del gobierno de Bangladesh, que permite a los niños y las niñas el acceso a la escolarización y perseguir sus sueños para el futuro. Han perdido ya dos cursos académicos y no están en condiciones de perder más tiempo sin clase”, ha señalado Saad Hammadi, responsable de campañas de Amnistía Internacional para Asia meridional.

“Es importante que el acceso a educación apropiada, acreditada y de calidad se haga extensivo a todos los niños y niñas de la zona de Cox’s Bazar, incluidos los de la población refugiada rohinyá y los de la comunidad de acogida. La comunidad internacional tiene un papel clave que desempeñar a este respecto garantizando que el gobierno de Bangladesh dispone de los recursos necesarios para alcanzar su objetivo.”

Hasta ahora el gobierno bangladeshí se venía resistiendo a los llamamientos en favor de conceder a los niños y niñas rohinyás el acceso a la educación y limitaba las oportunidades de aprendizaje a unos cuantos centros educativos provisionales que ofrecían clases de enseñanza primaria básica con recreo por los campos de refugiados del distrito de Cox’s Bazar. Algunos niños y niñas que consiguieron tener acceso a centros de enseñanza secundaria fueron expulsados por orden del gobierno.

No pueden subestimarse los beneficios de impartir educación a los niños y las niñas, cuyos efectos positivos se propagan por las comunidades y la sociedad en general. Pueden hablar por sí mismos, reivindicar sus derechos, salir adelante y sacar a otras personas de una situación difícil. Pero los costes de negar la educación a los niños y las niñas pueden ser duros, siendo uno de ellos que queden expuestos a sufrir pobreza y explotación. Acogemos con satisfacción este significativo avance y esperamos que el gobierno cumpla sus compromisos.
Saad Hammadi

En medio de temor a ser devueltos a Myanmar o reubicados en la cenagosa isla deshabitada de Bashan Char, estos menores tenían ante sí un futuro incierto. Muchos estaban a punto de terminar sus estudios cuando el ejército de Myanmar atacó sus pueblos, obligándolos a huir a Bangladesh y vivir en una situación de incertidumbre.

El ministro de Asuntos Exteriores de Bangladesh, Masud bin Momen, ha dicho hoy a la prensa: “El gobierno ha creído necesario mantener viva la esperanza de los niños y niñas rohinyás en el futuro haciendo extensivas la educación y la formación profesional a ellos.”

Según los planes del gobierno, los niños y niñas rohinyás recibirán enseñanza escolar hasta los 14 años aplicando el plan de estudios de Myanmar, y los mayores de 14 recibirán formación profesional. Las escuelas necesitarán profesorado debidamente formado, que sepa utilizar el plan de estudios de Myanmar y enseñar en birmano.

Se pondrá en marcha un proyecto piloto de UNICEF y el gobierno de Bangladesh en el que participarán 10.000 niños. El sistema se hará extensivo luego a otros niños y niñas, incluidos los de la comunidad de acogida, a los que se enseñará por separado con el plan de estudios de Bangladesh

La Convención sobre los Derechos del Niño, tratado vinculante que Bangladesh ha ratificado, deja claro que la educación puede y debe garantizar el desarrollo de la personalidad, las aptitudes y la capacidad mental y física del niño o niña hasta el máximo de sus posibilidades, al mismo tiempo que se les inculca el respeto a los derechos humanos y se los prepara para asumir una vida responsable en una sociedad libre.

“No pueden subestimarse las ventajas de educar a los niños y las niñas, cuyos efectos positivos se propagan por las comunidades y la sociedad en general. Pueden hablar por sí mismos, reivindicar sus derechos, salir adelante y sacar a otras personas de una situación difícil. En cambio, los costes de negar la educación a los niños y las niñas pueden ser muy grandes, siendo uno de ellos que queden expuestos a sufrir pobreza y explotación. Acogemos con satisfacción este significativo avance y esperamos que el gobierno cumpla sus compromisos”, ha afirmado Saad Hammadi.

Campaña de Amnistía Internacional por el derecho a la educación

  • El año pasado, el Día Mundial de los Refugiados Amnistía Internacional organizó un “campo de arte” para los niños niñas de los campos de refugiados de Cox’s Bazar. Trabajando con un grupo de artistas bangladeshíes, pasaron dos días haciendo dibujos que representaban sus aspiraciones para el futuro; querían dedicarse a la docencia, la medicina, el pilotaje o la enfermería. En colaboración con UNICEF, las creaciones artísticas se expusieron en Dacca y se llevaron después a Washington D. C., Londres y otras grandes ciudades del mundo.
  • En agosto de 2019, Amnistía Internacional publicó un documento, “I don’t know what my future will be”: Rohingya refugees in Bangladesh, en el que detallaba las condiciones de vida en los campos, en especial para los niños y niñas que no habían visto un aula desde que llegaron a los campos en 2017.
  • Dos de las estrellas de YouTube más conocidas de Bangladesh hicieron un vídeo de hip-hop en colaboración con Amnistía Internacional, haciéndose eco del llamamiento de la petición: https://www.youtube.com/watch?v=1r9DZp8WStc

Fuente: https://www.amnesty.org/es/latest/news/2020/01/bangladesh-rohingya-children-get-access-to-education/

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África, Medio oriente: 303 millones de niños no asisten a la escuela, y vive en un estado de emergencia

Redacción: Tyn Panamá

En el mundo de un niño de la escuela primaria a la edad de cinco años es de excluidos del sistema escolar; en los Países afectados por conflictos o desastres, este número se eleva a uno de cada tres niños. Según UNICEF, se 303 millones de niños no asisten a la escuela, 104 de ellas se concentran en los Países afectados por situaciones de emergencia humanitaria. Con el objetivo número 4 de la Agenda Global 2030 las Naciones Unidas para el desarrollo sostenible de los Países firmantes se comprometen a «proporcionar una educación de calidad, equitativa e inclusiva de crecimiento, de aprendizaje y de oportunidades para todos». Sin embargo, en 2012, el número de niños fuera del sistema escolar se mantuvo sin cambios.

El proyecto. Con la Campaña «escuelas de salvar la vida», INTERSOS con el objetivo de informar y sensibilizar sobre la importancia de la educación para los niños en contextos de emergencia, para que puedan recibir los conocimientos necesarios para construir de una manera digna para el futuro. Durante una emergencia, la inestabilidad y la escasez de recursos inducir a la gente a centrarse exclusivamente en la supervivencia, y en el día a día, y a menudo la escuela se interrumpe. En estas situaciones, en realidad, el acceso a la educación, no sólo cumple con el derecho de todos los niños en cualquier contexto, pero ofrece la protección en varios niveles, vuelve a ellos un sentido de estabilidad y normalidad, y le puede enseñar cómo gestionar el riesgo mediante el uso de un lenguaje apropiado y comprensible, y representan una forma de escapar de las formas de explotación como el trabajo infantil y el comercio del sexo.

La prioridad de la educación. «En los contextos de los conflictos prolongados o emergencias complejas – soporta Kostas Moschocoritis, secretario general de INTERSOS – el trabajo de la educación es una prioridad, ya que proporciona al niño con la estabilidad que les ayuda a responder al trauma y en el largo plazo, los equipa con el conocimiento de que serán indispensables para reconstruir su país. Además, las escuelas y espacios de aprendizaje puede actuar como un punto de partida fundamental para la prestación de apoyo esencial, más allá del sector de la educación, tales como la protección, la salud, la nutrición y los servicios de agua/la salud y la higiene, debido a que los niños y las niñas, concluyó, Moschocoritis – puede transmitir a sus familias y a la comunidad lo que aprenden día a día».

Algunos ejemplos de intervención INTERSOS

SUDÁN del SUR
Es el país con el mayor número de niños fuera del sistema escolar. La tasa de descolarizzazione de los niños que deben asistir a la escuela primaria en algunas áreas, tales como el Estado de Unidad, han sido especialmente afectadas por el conflicto en los últimos años, hasta el 90%. INTERSOS está trabajando en los Estados de Jonglei, Unidad, alto Nilo, Guinea Occidental y Central de Guinea con programas de protección infantil y de educación primaria y secundaria para la reintegración de los niños en el sistema escolar y para la reconstrucción/rehabilitación de escuelas.

IRAK
Como Siria, Irak representa un ejemplo de un país con un sistema escolar desarrollado previamente en la cual la guerra amenaza con dejar a toda una generación sin educación. En particular INTERSOS dirigió su discurso a los niños y niños que se ven obligados a vivir en campamentos de desplazados en la gobernación de árabe) jefe, después de la batalla por el control de Mosul. Continuando con el trabajo iniciado todavía es una batalla que se libra con la activación de los Espacios Temporales de Aprendizaje en los campos de Nimrod y de Salamiya, la intervención tiene el objetivo de garantizar la continuidad de la jornada de aprendizaje para los niños desplazados.

REPÚBLICA centroafricana
En un País en el último lugar en el Índice de desarrollo humano y donde un niño de cuatro años es desplazados, un caso particular que se refiere el ex niño soldado. Hay miles de niños arrancados de sus familias y obligados a empuñar un arma. Un abuso que, aun cuando no deja marcas en el cuerpo, expone a los niños a los traumas psicológicos que son difíciles de sanar. En las prefecturas de Kemo y Nana Gribizi, en la parte central del país, INTERSOS les ayuda a volver a una vida normal, tratando de unirlos de nuevo en sus propias comunidades, cuando sea posible, y darles la oportunidad de aprender un oficio que les hacen independientes.

«La República va a luchar siempre en defensa de la libertad de información, a sus lectores y a todos aquellos que tienen en el corazón los principios de la democracia y de la convivencia civil» .

Fuente: http://www.tynpanama.com/opinion/Africa-Medio-oriente-303-millones-de-ninos-no-asisten-a-la-escuela-y-vive-en-un-estado-de-emergencia-h6094.html

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Una maestra sigue firmemente comprometida con sus estudiantes, ante el cierre de una escuela de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA)

Nesrin Ayoub es la directora de una escuela primaria dirigida por el OOPS de 450 niñas de 6 a 16 años de edad en el campo de refugiados de Ein Hilweh, en el Líbano. Todos los niños son todos refugiados palestinos del Líbano y Siria. Las personas en el Campamento Ein Hilweh viven en condiciones difíciles de desafíos socioeconómicos y condiciones de seguridad inestables donde los enfrentamientos armados y disturbios estallan muchas veces al año.

Nesrin encabeza nuestra campaña #EducationOnTheMove, que rastrea a los migrantes y refugiados de todo el mundo cuando intentan acceder a la educación en sus nuevos países. Su objetivo es ayudarnos a comprender los mensajes del próximo Informe GEM 2019, Migración, desplazamiento y educación: construir puentes, no muros , en el contexto de las experiencias de la vida real de las personas.

Ella ha sido testigo de balas perdidas que ingresan a su clase cuando enseña, enfrentamientos armados en erupción mientras están en la escuela, con la escuela a veces golpeada y ventanas destrozadas. Tales disturbios llevan a los estudiantes a ser evacuados a refugios, e incluso ayudan a escapar fuera del campamento para buscar refugio en otro lugar. Las escuelas en el campamento cierran durante varios días durante el año escolar.

La propia Nesrin tuvo pesadillas desde las experiencias de su infancia hasta los 40 años, y ahora se encuentra con muchos niños traumatizados por la lucha. Al igual que con los otros maestros en el campamento, enfrenta numerosos desafíos para ayudar a los niños a regresar nesrina la escuela, brindar apoyo psicosocial a los niños y encubrir los días de enseñanza perdidos.

Los alumnos de Nesrin son los pocos afortunados. Nesrin no solo se ha beneficiado de la capacitación psicosocial y de emergencia, sino que, como refugiada palestina nacida en el campamento, siente una empatía natural con ellos. En este blog ella describe algunos de los altibajos del nuevo término.

“ El primer día de septiembre, mi corazón latía con alegría cuando crucé el puesto de control del ejército en la entrada del campamento. Mi escuela primaria había abierto sus puertas para el nuevo año académico, contra todo pronóstico. No es un secreto que UNRWA se enfrenta a una crisis de financiamiento sin precedentes y se temía que alrededor de 500,000 estudiantes que asisten a sus escuelas en todo el Medio Oriente (incluidos los estudiantes de mi escuela) se verían obligados a quedarse en casa este término , perdiendo la educación. Ese es su derecho.

nesrin blog 1Es cierto que algunas de nuestras clases estarán llenas de hasta 45 estudiantes o más; Pero haremos lo mejor de la situación. Siendo un antiguo alumno de la UNRWA y un maestro capacitado por la UNRWA, ahora maestro en jefe, me siento en deuda con la generosidad de la comunidad internacional y su continuo apoyo a los refugiados palestinos. Esta generosidad me motiva a trabajar tan duro como pueda para darles a los estudiantes la oportunidad de un futuro mejor «. 

Como ocurre todos los años, UNRWA proporcionó a los 450 estudiantes de mi escuela (y de todas las demás escuelas de UNRWA) libros, estacionarios, incluidos a todos los estudiantes de Siria. Todos mantenemos nuestras esperanzas de que la escuela permanecerá abierta durante este año académico. El primer día fue fenomenalmente bien, y el segundo día, tuvimos una ceremonia de graduación para los estudiantes de noveno grado que habían aprobado los exámenes oficiales. La celebración fue muy alegre y fue generosamente financiada por el gobierno belga. 

Pero nuestra alegría no duró mucho. Debido a la inestable situación de seguridad en el campamento, perdimos 4 de los 23 días que debíamos enseñar para el cierre forzado. Y para cada día que cerramos, necesitamos otro día para restablecer el sentido de normalidad en las clases.

Realizamos sesiones de apoyo psicosocial, establecemos árboles de comunicación para comunicaciones de emergencia con los padres, reflexionamos sobre los simulacros de evacuación y acordamos cómo compensar a los estudiantes por las horas de enseñanza perdidas. Dentro de las iniciativas de reforma, UNRWA nos ha capacitado bien para liderar la Educación en Emergencias, pero todavía tenemos que recurrir a la capacidad de nuestra propia persona para hacer frente a revivir este escenario una y otra vez. 

En la Asamblea General de las Naciones Unidas, el mundo había mostrado su amor y apoyo a los Refugiados de Palestina y al OOPS . El 5 de octubre, Día Mundial de los Maestros, mi corazón latía de nuevo. Soy un refugiado que sirve a refugiados y nada me impedirá crear recuerdos felices para mis alumnos. ¡La esperanza es eterna! 

Fuente: https://gemreportunesco.wordpress.com/2018/10/17/a-teacher-remains-fiercely-committed-to-her-students-as-unrwa-schools-face-closure/

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Refugiados ilusionados se amontonan en aulas abarrotadas en una escuela ugandesa

Uganda/14 septiembre 017/Fuente: Acnur

La Escuela Primaria Yangani en el asentamiento de refugiados Bidibidi en el norte de Uganda tiene 5.000 estudiantes y un personal de sólo 38 personas.

 A primera luz, el maestro Patrick Abale abandona su tienda de campaña, situada en medio de otras en el borde de la Escuela Primaria Yangani en el asentamiento Bidibidi en el norte de Uganda.

Avanza hacia el bloque de la administración, deja sus libros en la oficina que comparte con el director de la escuela y se vuelve para mirar a los primeros alumnos que llegan.

“Cuando me uní aquí había más de 6.000 alumnos en esta escuela”, dice, mientras el sonido de los pasos que vienen en estampida gradualmente llena el frío aire de la mañana.

El goteo de llegadas se convierte en un torrente. Ahora los estudiantes están llegando de todas las direcciones.

Cuando se abrió por primera vez hace varios meses, hubo prisa por matricularse y la escuela se vio obligada a dejar a algunos niños por fuera debido a la falta de espacio, reduciendo el número a unos 5.000 hoy en día, lo que para Patrick, es “un número muy grande”.

Patrick, ugandés, es un subdirector encargado de los estudios académicos y la administración en Yangani. Es una escuela pública ugandesa y, aunque los niños son en su mayoría refugiados, también hay algunos alumnos locales.

A pesar de la cantidad de alumnos, la escuela tiene un personal de sólo 38 personas. En 10 años de enseñanza, Patrick ha trabajado en algunos ambientes difíciles, pero Yangani está en una escala diferente.

Distribuida en más o menos dos hectáreas, la escuela es un mosaico de tiendas de plástico hechas jirones, muchas con agujeros, aleteando al viento. Un valle inclinado separa el área de administración y las clases primarias superiores por un lado, de las clases primarias más bajas por el otro. Dentro de las aulas la temperatura se levanta pronto y los niños se retuercen por la incomodidad.

“Simplemente no hay suficiente espacio para todos los estudiantes”.

“Las cosas son realmente difíciles aquí porque simplemente no hay suficiente espacio para todos los estudiantes”, dice Patrick, haciendo gestos en una de las aulas.

Una mirada dentro revela una escena llena: los niños ocupan cada espacio disponible, con hasta cinco compartiendo un escritorio. Algunos se sientan en el suelo, otros se colocan en la parte posterior y en los pasillos, aferrando sus libros a sus pechos.

“A veces, debido a la congestión, están al lado del maestro al frente de la clase”, dice Patrick.

Yangani abrió sus puertas en febrero de este año para atender al creciente número de refugiados sursudaneses. Uganda ha sido uno de los países más generosos en su respuesta a la afluencia, dando la bienvenida a los refugiados, dándoles parcelas y acceso a los servicios públicos, incluyendo la educación.

Ahora que aloja a casi 2 millones de personas que han huido de Sudán del Sur, siendo el 60 por ciento de ellos niños, Uganda está luchando para mantenerse al día.

Según el ministerio de educación, la proporción estándar de maestro a estudiante debería ser de uno a 45. Debe haber tres niños por escritorio y 14 por cada baño.

Yangani rompe estas reglas por un amplio margen. Como administrador, Patrick trata de asegurar que los materiales de aprendizaje se comparten por igual en todas las clases. “Ahora tenemos 279 libros de texto para todos los estudiantes, así que puedes imaginar lo difícil que es compartir”, dice. Ése es un libro de texto a cada 18 niños.

El ACNUR, el Ministerio de Educación de Uganda y las organizaciones socias están buscando maneras de aumentar la capacidad, crear más escuelas y trabajar con funcionarios nacionales y locales para identificar los ya existentes que puedan expandirse.

“Escuelas como Yangani están llenando un vacío crucial”.

De esta manera, esperan traer más niños refugiados al sistema educativo nacional y elevar los estándares para los refugiados y las comunidades locales. Uganda no puede hacer esto por su cuenta. “El gobierno ya está haciendo lo mejor posible, por lo que estamos pidiendo más apoyo de los donantes para llenar los vacíos”, dice Julius Okello, un oficial en el terreno del ACNUR en Bidi Bidi.

Me han presentado a Bashir, de 17 años, que huyó de su casa en Sudán del Sur en noviembre pasado. Ahora vive en Bidi Bidi como menor no acompañado. Sus padres se quedaron atrás, pero no tiene idea de lo que les ha pasado.

No había otras escuelas cerca, por lo que tuvo que esperar meses antes de que Yangani abriera y pudiera inscribirse. Bashir está en su último año de primaria y dice que está haciendo todo lo posible por estudiar diligentemente, pero admite que puede ser difícil.

“No tenemos suficientes libros”, dice. “Si recibes un poco de dinero, puedes comprar algunos, pero la mayoría de los estudiantes no pueden pagarlos. Algunos de nosotros que no tenemos padres aquí, tenemos que luchar”.

Las aulas abarrotadas son evidencia de que hay mucha demanda de educación. La mayoría de los refugiados se establecen en áreas muy alejadas de las escuelas estatales existentes. La creación de nuevas escuelas no sólo incorpora a los niños refugiados al sistema educativo nacional, sino que también aumenta la capacidad y los estándares para las comunidades locales. “Escuelas como Yangani están llenando un vacío crucial”, dice Okello.

Sin embargo, es difícil para los niños aprender en circunstancias tan limitadas. “No hay límites para separar las clases. Dos clases diferentes tienen lugar una al lado de la otra, así que lo que se enseña en una clase se escucha en la siguiente”.

Patrick examina las filas de los niños antes de salir a enseñar a otra clase. “Imagínense sólo treinta y ocho maestros para todos estos estudiantes”, dice. “Puedes sentirte abrumado”.

Fuente: http://www.acnur.org/noticias/noticia/refugiados-ilusionado-se-amontonan-en-aulas-abarrotadas-en-una-escuela-ugandesa/

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Sahara Occidental. La juventud saharaui, muy formada, pero (casi) sin futuro

Africa/ Sahara Occidental/ Por Eugenio García Delgado

Son las 9.00 de la mañana y los niños empiezan a recibir en las escuelas la educación gratuita y obligatoria que ha sido asegurada en los campamentos de refugiados saharauis por el Frente Polisario durante los 42 años que llevan sobreviviendo cerca de Tinduf (Argelia), después de que España abandonara el Sahara Occidental sin descolonizar […]

Son las 9.00 de la mañana y los niños empiezan a recibir en las escuelas la educación gratuita y obligatoria que ha sido asegurada en los campamentos de refugiados saharauis por el Frente Polisario durante los 42 años que llevan sobreviviendo cerca de Tinduf (Argelia), después de que España abandonara el Sahara Occidental sin descolonizar y fuera invadido por Marruecos.

En la hamada negra (desierto pedregoso) viven, aproximadamente, 180.000 refugiados, el 60% por debajo de los 30 años, según la agencia para los refugiados de la ONU (ACNUR). El Frente Polisario asegura que el 100% de los niños están escolarizados y que el abandono escolar es “casi inexistente”.

Los más pequeños, de 3 a 6 años, ya están sentados en la tarbía (guardería). Para los de 6 a 12, en Primaria, toca asistir a la madrasa. Los horarios -que no siempre se cumplen- son de 9 a 13 y de 16 a 18 horas. Esta parte de la educación, mixta y en la que hay tiempo para una clase de español, se desarrolla en los propios campamentos y a los padres no les cuesta nada de dinero.

“Es un éxito que nuestra juventud esté educada, aunque siempre hay cosas que mejorar. Falta formación en el profesorado, hay escasez de material y no todas las familias se preocupan de la educación de sus hijos. Muchas veces se van dos o tres meses al desierto y sus hijos no asisten a clase en ese tiempo”, señala Abba Lehibib, director general de las tarbías de los campamentos de refugiados.

África Sánchez Hijón, educadora infantil y cooperante de la ONG Rivas-Sahel, apunta que la asistencia depende mucho de cómo sea la familia: “Si la madre es joven, se preocupa más de que sus hijos vengan a clase. Si son mayores, les cuesta”.

La profesora madrileña, que vive en los campamentos desde hace casi un año y es responsable de un proyecto para mejorar las guarderías y la formación de las educadoras, ofrece datos de primera mano: “Las clases están masificadas, con más de 30 niños; no existe un programa educativo coordinado y estable, y las maestras cobran muy poco, 50 euros cada tres meses”.

Estudiando en Argelia

El país que acoge a los refugiados, Argelia, también es el que paga la educación secundaria y el bachillerato de los saharauis a partir de los 12 años.

“Paga su alojamiento, su manutención, los libros y los desplazamientos”, afirma Buda Sidi Mohamed, director general de los estudiantes saharauis en el extranjero hasta diciembre de 2016. El ahora responsable de las guarderías, Abba Lehibib, ha pasado por varios cargos en el Ministerio de Educación y reconoce que “en los campamentos no hay suficientes recursos y el nivel es más bajo. Por eso salen”.

En lo más parecido que hay en el campamento de refugiados saharauis de Smara a un bar chill out con vistas al desierto -cuatro palés pintados de colores son los asientos-, Saleh se está tomando un café. Él es uno de los pocos que ha conseguido completar todo el ciclo educativo. “Solo un 10% llegamos a la universidad”, señala este joven de 29 años que estudió Literatura Inglesa en Argelia y que habla árabe, español, alemán, inglés y hasanía -el idioma saharaui-.

Y después de la universidad, ¿qué?

Ese 10% son 350 alumnos universitarios con beca en 2016, confirma Buda. Es decir, en el curso anterior hubo 3.500 estudiantes de bachillerato y secundaria. “De esos 350 alumnos, 343 fueron becados por Argelia, cinco por Cuba y dos por España. De allí regresan a los campamentos como ingenieros, contables, abogados, profesores o médicos”, recalca orgulloso Buda Sidi Mohamed. Sin embargo, esta bien formada juventud llega a un lugar donde casi no hay trabajo ni expectativas. “Quiero ser útil a mi gente y a mi sociedad. Durante un año fui maestro, pero no me llegaba el dinero, así que tuve que buscar otros trabajos en la construcción y en lo que vaya saliendo”, lamenta Saleh.

El Frente Polisario reconoce que no hay puestos especializados para todos los licenciados, pero sí asegura que casi todos encuentran trabajo en la Administración, en sanidad o en el ejército.
“La educación nos ha ayudado a que los jóvenes se integren y no piensen en el crimen, en las drogas o en los grupos radicales. Es un pilar fundamental para la prevención”, dice el exresponsable de las becas saharauis en el extranjero.

Parece que lo están consiguiendo. “Después de estudiar, nuestro deber es volver con nuestras familias a los campamentos hasta que juntos consigamos regresar a nuestro país”, comenta en el chill out Hafdala, amigo de Saleh, apurando su café. Él trabaja en un centro especializado en celiacos en el campamento de El Aaiún.

Alternativas de tiempo libre

La educación de los refugiados incluye también interesantes proyectos como el de formación de monitoras de ocio y tiempo libre que dirige Lala Saleh, joven de 24 años. “Estamos formando a 20 chicas que se ocupan de niños de hasta 11 años. Hay futuro para los niños saharauis. Si no crees en algo, nunca va a existir. Por eso hay que creer”, sostiene la coordinadora.

También podrás ver por los campamentos al bibliobús del Bubisher, un camión cuya caja de mercancías está adaptada con estanterías para libros y mesitas para que los niños lean y pinten. Y no hay que olvidar la importante labor educativa que realiza Vacaciones en Paz, el proyecto por el que aproximadamente 250 niños son acogidos por familias españolas cada año durante los meses de julio y agosto para alejarles del calor del desierto argelino en verano, que alcanza los 50º C.

Fuente: http://www.bez.es/214625815/juventud-saharaui-formada-sin-futuro.html

Imagen tomada de: http://estaticos.elperiodico.com/resources/jpg/4/9/jovenes-saharauis-junto-una-cisterna-que-reparte-agua-precario-campamento-dajla-tinduf-una-imagen-archivo-1455131890294.jpg

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Seis años de la guerra en Siria: 2016, el peor año para los niños

Fuente: UNICEF

En 2016 se batió el récord de violaciones contra los niños en Siria. Así lo refleja la terrible evaluación que ha hecho UNICEF del impacto del conflicto en los niños, coincidiendo con el sexto aniversario de la guerra.

Seis años después, cerca de 6 millones de niños dependen ahora de la ayuda humanitaria, 12 veces más que en 2012. Millones de niños se han visto obligados a desplazarse, algunos hasta siete veces. Más de 2,3 millones de niños viven como refugiados en Turquía, Líbano, Jordania, Egipto e Iraq. Los casos verificados de asesinatos, mutilaciones y reclutamiento de niños aumentaron considerablemente el año pasado, debido a la drástica intensificación de la violencia en el país.

• Al menos 652 niños fueron asesinados –un 20% más que en 2015-, lo cual convierte a 2016 en el peor año para los niños de Siria desde que en 2014 se empezaron a verificar oficialmente las víctimas infantiles.
• 255 de estos niños fueron asesinados en o cerca de una escuela.
• Más de 850 niños fueron reclutados para combatir en el conflicto, más del doble que en 2015. Los niños están siendo utilizados y reclutados para luchar directamente en primera línea; cada vez participan más en el combate, en casos extremos como ejecutores, terroristas suicidas o carceleros.
• Se produjeron al menos 338 ataques contra hospitales y personal médico.

“La magnitud del sufrimiento no tiene precedentes. Millones de niños de Siria son víctimas de ataques a diario, sus vidas están del revés”, explica desde Homs Geert Cappelaere, director regional de UNICEF en Oriente Medio y Norte de África. “Cada niño está marcado para el resto de su vida con consecuencias terribles para su salud, su bienestar y su futuro”.

Las dificultades de acceso a algunas partes de Siria siguen obstaculizando la valoración a escala del sufrimiento de los niños y la asistencia humanitaria a los más vulnerables. Más allá de las bombas, las balas y las explosiones, los niños están muriendo en silencio, a menudo debido a enfermedades que de otra manera se habrían prevenido fácilmente. El acceso a atención médica, suministros vitales y otros servicios básicos sigue siendo muy difícil.

De todos los niños de Siria, los más vulnerables son los 2,8 millones que se encuentran en las zonas de difícil acceso. De ellos, 280.000 viven bajo asedio, casi completamente aislados de la ayuda humanitaria.

Dentro de Siria y más allá de sus fronteras, los mecanismos de ayuda se están debilitando. Las familias están adoptando medidas extremas simplemente para sobrevivir, a menudo empujando a los niños al matrimonio o al trabajo infantil. En más de dos tercios de los hogares los niños trabajan para apoyar a sus familias, a veces en condiciones extremadamente duras incluso para los adultos.

Y sin embargo, pese al horror y al sufrimiento, todavía hay historias extraordinarias de niños decididos a perseguir sus sueños y aspiraciones. Darsy, de 12 años, refugiada en Turquía, lo demuestra: “Quiero ser cirujana para ayudar a la gente de Siria enferma y herida. Sueño con una Siria sin guerra, para poder volver a casa. Sueño con un mundo sin guerras”.

“Seguimos viendo la valentía de los niños de Siria. Muchos han atravesado la primera línea de combate para presentarse a exámenes. Insisten en seguir aprendiendo, incluso en escuelas subterráneas. Hay mucho más que podemos y debemos hacer para cambiar la situación de los niños de Siria”, recuerda Cappelaere.

En nombre de los niños de Siria, UNICEF hace un llamamiento a todas las partes en el conflicto, a quienes tienen influencia sobre ellos, a la comunidad internacional y a cualquiera que se preocupe por los niños, para lograr:

• Una solución política inmediata que acabe con el conflicto en Siria.
• El fin de las graves violaciones contra los niños, incluyendo las muertes, mutilaciones, reclutamientos y ataques contra escuelas y hospitales.
• El levantamiento de todos los asedios para tener un acceso incondicional y constante a todos los niños que lo necesitan en Siria, estén donde estén.
• Un apoyo sostenible a los gobiernos y comunidades de acogida para los niños vulnerables, independientemente de su estatus.
• Apoyo financiero continuado a UNICEF para la asistencia de los niños de Siria.

Fuente: https://www.unicef.org/spanish/media/media_95077.html

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España: Una escuela de solidaridad.

La escuela La Llacuna del Poblenou llena una furgoneta con material escolar, de higiene y de abrigo para los campos de refugiados. Un padre parte hacia Belgrado para entregar personalmente el material y el dinero recogido durante una semana en el colegio.

Europa/España/31.01.2017/Autor: Helena Lopez/Fuente: http://www.elperiodico.com/

Este miércoles los niños de la escuela La Llacuna del Poblenou han madrugado un poco más que de costumbre. A las nueve menos diez estaban citados en la puerta para, entre todos, llenar la furgoneta y despedir a Pere. Pese al frío, allí estaban todos. Todos querían participar. Ayudar. «Más frío pasan en los campos», susurraba una madre a otra mientras hacían fotos a los pequeños mientras se iban pasando de mano en mano las cajas que durante toda la semana han ocupado la entrada del colegio. Pere es Pere Tafalla, el aventurero padre de un alumno de tercero de primaria de este centro que este miércoles ha partido hacia Belgrado con una furgoneta literalmente a rebosar de la solidaridad de la comunidad educativa de la escuela de su hijo pequeño entre los refugiados sirios.

Tafalla -quien insiste en que se trata de un proyecto colectivo- tiene una tienda de bicicletas en el Poblenou. Hace unos días recibió un mensaje sobre la recogida de material que hacían unos vecinos de la calle de Muntaner y decidió colaborar, recogiendo material en su local. Cuando llevó todo lo reunido entre sus clientes y vecinos al punto de recogida de Sarrià le dijeron que muchísimas gracias, pero que ya podía llevárselo, que estaban desbordados. «En un primer momento me frustré porque mucha gente me había traído cosas, pero después pensé: ¿por qué no las llevo yo mismo en la furgo?», explica Tafalla. Dicho y hecho. Compartió la idea con Alicia Polo, activa madre de la clase de su hijo, pensando que le diría que estaba loco, pero oh, sorpresa. «Me emocioné y le animé. Y animé a las familias del colegio, que se volcaron desde el primer momento», cuenta Polo.

COSA DE TODOS

En solo una semana -la primera reunión en el colegio para preparar la microexpedición se celebró el miércoles pasado- han recogido 2.000 euros y muchas más cajas de ropa de las que caben en la pequeña furgoneta de Pere. «Ya nos hemos puesto en contacto con asociaciones del barrio para repartir aquí todo el material que no hemos podido llevar a los campos», explica Alicia, muy orgullosa de la colaboración tanto de las familias como del equipo directivo y docente de la escuela, que ha puesto todas la facilidades, como de los alumnos. «Los niños saben más que nosotros -cuenta esta madre-; el otro día un niño nos preguntó mientras ordenábamos ropa que a qué campo iríamos. ‘A Idomeni no vayáis, que lo han desmantelado'».

Y lo de la solidaridad parece algo contagioso. Tafalla explica que cuando llevó la furgoneta al taller para ponerla a punto para el largo viaje -calcula que estarán dos días en la carretera hasta llegar a Belgrado-, y le explicó el proyecto al mecánico, este no le cobró. «La gente tiene ganas de ayudar y no sabe cómo. Cuando ven la oportunidad se vuelcan», comenta.

Además de ordenar cajas, las familias se han organizado también para encontrar contactos allí -la clave del éxito de la expedición-, lo que les ha resultado más difícil. «Nos ha costado mucho encontrar el contacto para que nos dijeran dónde ir exactamente y qué necesitaban. La información era muy contradictoria. Tengo ganas de llegar allí y verlo con mis propios ojos», aseguraba Tafalla este miércoles justo antes de partir. «Una vez sobre el terreno, con el dinero que hemos recogido, compraré lo que vea que es realmente necesario y útil», prosigue el hombre.

LA MALETA DE IDOMENI

Que conozcan la realidad -muchas veces dura- más allá de las paredes de la escuela es uno de los objetivos de La Llacuna. «Con los alumnos que ahora hacen quinto en tercero hicimos un proyecto sobre los muros, a partir de las imágenes de la valla de Ceuta. Sobre los muros visibles y los invisibles, los que no se ven pero también nos separan -explica Maite Dieste, secretaria del centro-; y este curso trabajamos el tema de los refugiados con los de sexto con el proyecto de la Maleta de Idomeni«.

Este miércoles, en el colegio, detrás de las muchas cajas que no han cabido en la furgo de Pere, una exposición de los trabajos de los alumnos de sexto. En ella, además de información sobre campos como Idomeni o Eko, «la gasolinera refugiso», viejas maletas abiertas muestran las pertenencias elegidas por los niños con las que llenarían sus propias maletas si tuvieran que abandonar hoy Barcelona por una guerra. Billetes, calcetines, galletas y navajas junto a escritos y poemas escogidos también por ellos. «No precisamente de Teo va a la escuela», precisa la profesora.

«Una esperança desfesta, una recança infinita. I una pàtria tan petita que la somio completa», recuerda a Joan Oliver un trozo se papel en una de las maletas.

Eso, «formarse e informar», colaborar en extender la preocupación por esta crisis humanitaria, es el primer punto del decálogo de Lafede.cat, la federación de oenegés por el desarrollo, sobre qué pueden hacer los catalanes para ayudar a los refugiados.

Fuente: http://www.elperiodico.com/es/noticias/barcelona/poblenou-vuelca-con-los-refugiados-sirios-5764312

Imagen: http://estaticos.elperiodico.com/resources/jpg/2/6/zentauroepp37033512-barcelona-2017-pere-tafalla-padre-escuela-170125112705-1485340220762.jpg

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