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Informe Unicef: La infancia mundial sufre su peor momento de los últimos 30 años

Europa/España/larazon.es/

Un informe elaborado por Unicef detalla que esta situación se debe a que actualmente el número de conflictos bélicos es el más alto de las últimas tres décadas

La organización Unicef ha advertido este martes que la situación de los niños en el mundo es la peor en los últimos 30 años por las crisis humanitarias, cada vez más complejas, y porque el número de países implicados en conflictos bélicos es el más alto en las últimas décadas.

La coordinadora de emergencias del comité español de Unicef, Lorena Cobas, y la coordinadora del comité catalán de Unicef, Quima Oliver, han presentado el informe Acción humanitaria para la infancia 2019 de la organización, que en 2018 prestó servicios de salud mental y apoyo psicosocial a más de 3,1 millones de niños y cuidadores. Cobas y Oliver han resaltado que para este año 2019 necesitan 3.900 millones de dólares para atender a 73 millones de personas, 41 de ellos niños en 59 países, y han alertado sobre las trágicas situaciones que atraviesa la infancia en Bangladesh, por la persecución a los rohingyas, en Sudán, Siria, Congo y Yemen, por los conflictos armados. «Cada vez hay más problemas para proteger a los niños y niñas», ha advertido Quima Oliver, que ha destacado la situación de los menores de estos países, ya que «son los más vulnerables en una situación de emergencia».

Por su parte, la organización ha propuesto, en el informe, una hoja de ruta para asistir a estos niños que se encuentran en situación de riesgo, habida cuenta de que se estima que son necesarios 27 años para que un país se recupere de una crisis humanitaria. El plan de acción para 2019, presentado hoy en rueda de prensa en Ginebra, busca brindar acceso a agua potable, comida, educación, y servicios sanitarios para niños estos 59 países, así como garantizar su seguridad. La principal partida, de 904 millones de dólares, se destinará a comunidades de acogida de refugiados sirios en Egipto, Jordania, Líbano, Irak y Turquía, seguida de las dirigidas a Yemen (542,3 millones de dólares), la República Democrática del Congo (326,1 millones de dólares), Siria (319,8 millones de dólares) y Sudán del Sur (179,2 millones).

Unicef aspira a lograr junto a sus donantes y socios en 2019 objetivos como apoyo psicosocial a 4 millones de niños, educación básica para 10,1 millones, la inmunización de 10,3 millones contra el sarampión o el tratamiento de 4,2 millones de menores con desnutrición aguda grave. Además, calcula que más de 34 millones de niños que viven en situaciones de conflicto y desastre, carecen de acceso a servicios de protección de la infancia, a los cuales considera «fundamental que se produzca una acción internacional considerable y sostenida».

En cuanto a la situación de conflicto en la que se encuentra Venezuela, la organización pide 61 millones para atender a los niños venezolanos desplazados debido a la inestabilidad política, la crisis económica y la hiperinflación que afecta al país, que obliga a muchos venezolanos a buscar refugio en territorios vecinos.

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Tener agua cerca significa ir al colegio

Por: El país

La instalación de 212 grifos y un tanque en la zona del Alto Nilo de Sudán del Sur evita que las niñas pasen cuatro horas de camino al río

Ellas son lo primero. Nyanbol, de 14 años, y Acha, de 13, han sido liberadas. Ya no les atormentará más la tarea de la que se han encargado generaciones de mujeres en Sudán del Sur. ¿De qué estamos hablando? Del trabajo diario de andar hasta el río, unas cuatro horas a través de un terreno hostil, que obligaba a las niñas a dejar el colegio y perder el resto de su infancia. El miedo que las mujeres sentían por lo que pudiera haber escondido en los arbustos a lo largo del camino, el terror a ser violadas, o incluso el pánico a los hipopótamos o cocodrilos que podían atacarlas mientras cogían agua sucia con sus cubos, ha acabado. Por primera vez en sus vidas, más de 23.000 personas que huyeron del conflicto en el estado del Alto Nilo de Sudán del Sur están recibiendo agua potable de grifos de la comunidad cerca de las puertas de su casa. Un hecho que nunca habían imaginado.

Nyadhiang Athiei Deng no sabría decir qué edad tiene con exactitud, pero su cabello gris, su espalda encorvada y el recuerdo de los acontecimientos del pasado lejano sugieren que está cerca de sus 80 años. Señala unas marcas en la parte superior de su cabeza, «del agua» y explica que durante toda su vida, ha traído agua del río en dos contenedores de 40 kilos y los ha transportado balanceándolos sobre su cabeza. Sus hijas sentadas a su lado, de entre 30 y 40 años, tienen sentimientos similares. En esta comunidad, ir a buscar agua es una responsabilidad totalmente femenina. Sin embargo, la próxima generación no tendrá que pasar por esto. «Ahora, sabemos que nuestras hijas podrán ir a la escuela y continuar estudiando en el futuro porque no tienen que irse lejos para obtener agua», dice Abeuk, una madre de 30 años con cinco hijos y una de las nueras de Nyadhiang. «No he recibido educación debido a esas responsabilidades que tenía en el pasado. No puedo comparar las vidas de mis hijas con la mía, ellas estarán mucho mejor», dice con la esperanza reflejada en sus ojos.

Nyadhiang Athiei, a sus 80 años, tiene marcas en la parte superior de su cabeza de acarrear el agua

Hace tres años, la vida se vino abajo para Nyadhiang, sus hijas y nietos. El hogar que conocían, aquel en el que habían vivido durante generaciones, fue atacado y las casas incendiadas; su pueblo, Baliet, quedó atrapado en el conflicto dentro de Sudán del Sur. «Todos corrieron», dice Nyadhiang. «Me quedé sola», dice. Nyadhiang cojeaba, preocupada. No podía moverse rápido. Dudaba de que pudiera llegar a los campos de los que había oído hablar (una zona segura para las personas desplazadas por el conflicto), que estaba a una semana de distancia. «Conocí a personas que me ayudaron y vine con ellos», añade. «Después de que todos nos dispersáramos, nos encontramos aquí de nuevo». Pero no todos estaban allí. El hijo de Nyadhiang fue asesinado en el conflicto. Otra nuera murió en la fuga. Esos campos seguros son ahora una aldea improvisada, hogares para 13.700 personas que escaparon inicialmente del conflicto.

Obtener agua potable era uno de los principales desafíos: «Cuando llegamos, bebíamos agua directamente del río. Los niños y ancianos tuvieron diarrea, la gente a menudo enfermaba», dice Malech Thon, de 43 años, hija de Nyadhiang. «Sin embargo, si no hubiéramos cogido agua de allí, la gente habría muerto de sed», agrega Abeuk. Para las agencias humanitarias que respondieron al aumento de la llegada de refugiados, proporcionar agua potable a las personas se convirtió en una prioridad. Se estableció un servicio de agua de emergencia gracias a los donantes, se desplegaron enormes piscinas de goma inflables, se bombearon 20.000 litros de agua de río y el agua se trató con sulfato de aluminio y cloro. Los especialistas de World Vision controlaban rutinariamente el agua para asegurarse de que fuera segura para el consumo humano.

«Ese primer día que dimos agua a la gente, 3.000 personas se reunieron e hicieron cola. Estaban visiblemente felices de tener agua potable cerca de sus hogares», dice Jimmy Warren, gerente de Agua, Saneamiento e Higiene de World Vision en Melut. En los meses siguientes, World Vision amplió a cuatro el número de sistemas de tratamiento de aguas superficiales, instaló una planta de tratamiento en la ciudad cercana para que la comunidad anfitriona evitara futuros conflictos por el agua, construyó un tanque elevado de 72.000 litros e instaló 212 grifos en todo el asentamiento de refugiados y la comunidad cercana. Hoy en día World Vision continúa brindando agua a 28.153 personas todos los días. Para las mujeres y niñas, los grifos han cambiado sus vidas. Dene, de 11 años, dice que en el pasado solía sentir miedo cuando acompañaba a su madre al río: «Ahora está bien, ya no tenemos miedo”.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2018/03/21/africa_no_es_un_pais/1521631482_312251.html

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Desplazamiento forzado: Una crisis del mundo en desarrollo

22 de septiembre de 2016/ Fuente: Banco Mundial

La mayoría de los refugiados por causa de 10 conflictos han encontrado acogida en 15 países, según se afirma en un nuevo informe del Banco Mundial

El desplazamiento forzado es una crisis centrada en los países en desarrollo, los que acogen al 89 % de los refugiados y al 99 % de los desplazados internos, según se afirma en un nuevo informe del Banco Mundial. La causa profunda de esta crisis son los mismos 10 conflictos responsables de la mayoría de las víctimas anuales de desplazamiento forzado desde 1991, que son acogidas de manera incesante por alrededor de 15 países, la mayoría de ellos también del mundo en desarrollo.

“Forcibly Displaced – Toward a development approach supporting refugees, the internally displaced, and their hosts” (Las víctimas de desplazamiento forzado: Hacia un planteamiento del desarrollo en respaldo de los refugiados, los desplazados internos y las comunidades de acogida) es un estudio pionero realizado en asociación con la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), en el que se examina el papel del desarrollo en la superación del desafío del desplazamiento forzado. Responde a la creciente necesidad de administrar mejor estas crisis en su calidad de desafío importante en materia de desarrollo, como parte de un esfuerzo general para reducir la pobreza y alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible. El objetivo del respaldo al desarrollo es abordar las dimensiones sociales y económicas a largo plazo del desplazamiento, en estrecha colaboración con los asociados para la acción humanitaria y otros asociados en forma complementaria.

Si bien la crisis actual es grave, con un número notificado de 65 millones de personas en situación de desplazamiento forzado, el informe concluye que en los últimos 25 años la mayoría de los refugiados y de los desplazados internos abarcados por el mandato del ACNUR pueden atribuirse a tan solo unos pocos conflictos en las siguientes zonas: Afganistán, Iraq, Siria, Burundi, la República Democrática del Congo, Somalia, Sudán, Colombia, el Cáucaso y la ex-Yugoslavia.

Como las personas comúnmente huyen a naciones vecinas de sus países de origen, la responsabilidad de la acogida no se ha distribuido en forma pareja. Alrededor de 15 países han dado constantemente acogida a la mayoría de los refugiados. A fines de 2015, Turquía, Líbano y Jordania, los países vecinos de Siria, acogieron al 27 % del total de refugiados de todo el mundo; Pakistán e Irán, las naciones vecinas de Afganistán, al 16 % de ellos; y Etiopía y Kenya, los países vecinos de Somalia y Sudán del Sur, al 7 % de dicho total de refugiados.

“El desplazamiento forzado priva de oportunidades de desarrollo a millones de personas, y crea un gran obstáculo para nuestros esfuerzos encaminados a poner fin a la pobreza extrema a más tardar en 2030″, afirmó el presidente del Grupo Banco Mundial, Jim Yong Kim. «Estamos empeñados en trabajar con nuestros asociados para ayudar a las personas desplazadas a superar su penosa experiencia y aprovechar las oportunidades económicas, y en asegurar al mismo tiempo que las comunidades de acogida también puedan beneficiarse y seguir procurando su propio desarrollo».

«La búsqueda de soluciones duraderas para los refugiados, desplazados internos y apátridas es una parte fundamental de nuestro mandato», afirmó el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Filippo Grandi. «Posibilitar que las personas tengan una vida digna y productiva gracias a la inversión en el desarrollo es esencial para este desafío. Trabajando en una asociación complementaria y de cooperación, espero que los organismos humanitarios y de desarrollo puedan influir verdaderamente en la vida de las poblaciones más pobres y más marginadas del mundo».

A diferencia de los migrantes económicos que se trasladan a lugares donde hay empleos, las personas víctimas de desplazamiento forzado huyen de los conflictos y la violencia, y suelen sufrir la pérdida de activos, la falta de derechos legales, la ausencia de oportunidades y una perspectiva de planificación a corto plazo. Necesitan apoyo especializado para superar estas vulnerabilidades y recuperar la confianza en su futuro, para poder trabajar, enviar a sus hijos a la escuela y tener acceso a servicios. Si no se les presta apoyo, las personas desplazadas pueden sufrir penurias y marginación, como aquellas de las comunidades de acogida que se vean afectadas negativamente, lo que puede obstaculizar la labor en pos del desarrollo.

En el informe se identifican tres fases del desplazamiento forzado en que las instituciones de desarrollo pueden intervenir para contribuir a la reducción de los costos de la crisis.

1. Prevención y preparación:

·   Ayudar a las posibles comunidades de acogida a prepararse antes de la llegada de grandes números de personas mediante la planificación para contingencias, el desarrollo de instrumentos para transferir recursos rápidamente, y la creación de «capacidad de reacción» para la prestación de servicios. El desplazamiento forzado alcanza su punto máximo en un promedio de 4,1 años después de su inicio, lo que da a los países tiempo para prepararse.

·   Fortalecer la resiliencia de los que no se han desplazado, financiando inversiones en partes estables de países inestables para mantener los medios de subsistencia. Las personas ponderan los riesgos de quedarse frente a los riesgos de irse, y la mayoría se queda y resiste hasta agotar todas las demás opciones.

2. Medidas a mitad de la crisis:

·   Prestar apoyo a las comunidades de acogida para abordar cuestiones del desarrollo de larga data, por ejemplo, mejorando el clima para los negocios y reduciendo las desigualdades, que pueden exacerbarse por la presencia de víctimas de desplazamiento forzado.

·   Reforzar y ampliar la prestación de servicios de educación, salud, urbanos y ambientales para hacer frente al aumento de la población.

·   Fomentar políticas que aumenten la libertad de movimiento y afiancen el derecho al trabajo de las personas desplazadas, y que favorezcan asimismo los intereses de las comunidades de acogida.

·   Ayudar a las personas desplazadas a trasladarse a lugares donde haya oportunidades, crear empleos en las zonas de acogida, o invertir en las habilidades y la formación de las que haya demanda en el mercado de trabajo.

3. Reconstrucción de vidas:

·  Respaldar el retorno satisfactorio creando empleos y oportunidades en las comunidades que reciben repatriados, y prestar asistencia a los esfuerzos de recuperación.

·  Ayudar a las personas en situación de desplazamiento a integrarse localmente, prestando apoyo al desarrollo a los países que estén dispuestos a proporcionar a los refugiados el amparo del estatuto jurídico adecuado.

El financiamiento de la respuesta mundial insumirá recursos considerables. Las instituciones de desarrollo pueden ampliar las modalidades de financiamiento e incluir el destinado a contingencias en apoyo de la preparación; el financiamiento en apoyo de las reformas de políticas o el basado en los resultados; y garantías para estimular una inversión privada más firme. Los países de acogida de ingreso mediano necesitan tener acceso a financiamiento en condiciones concesionarias, y los países de acogida de ingreso bajo precisan recursos adicionales.

Fuente: http://www.bancomundial.org/es/news/press-release/2016/09/15/forced-displacement-a-developing-world-crisis

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