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La enseñanza de la Historia de Venezuela y la población afrodescendiente

Mailyng Bermúdez Sculpi (*)

El presente artículo intenta analizar, en forma preliminar, algunos factores que han condicionado la exclusión de la comunidad afrodescendiente en la sociedad venezolana y específicamente en la enseñanza de la historia de nuestro país. Dadas las limitaciones de espacio, intentamos esbozar a continuación un análisis introductorio de este problema, sin que podamos ahondar en muchas de sus derivaciones.

La exclusión Como referente de la cotidianidad

Para muchos y, en particular, para los sectores hegemónicos de la sociedad, Venezuela es un país mestizo, donde no existe el racismo y la discriminación racial y en donde se han impuesto, sobre una base étnicamente heterogénea de la población, diversas formas de “democracia racial”. Según Serbin, (1991), esta democracia racial, se presenta como un modelo de relaciones interétnicas, donde aparentemente impera la armonía entre los diversos grupos y donde los conflictos se caracterizan por su carácter socioeconómico, político, ideológico, pero rara vez étnico – racial.

Este mito de la “armonía y de la democracia racial” contrasta con una realidad radicalmente distinta; que es la persistencia de formas de opresión colonial interna, de discriminación étnica y de negación del pluralismo cultural que atenta contra la identidad, y con frecuencia, la propia supervivencia física de las etnias.

Este proceso se ha articulado con una creciente toma de conciencia a nivel planetario de la situación de las etnias y nacionalidades oprimidas en distintas latitudes; y de la emergencia de distintas formas de organización y de movilización política de las mismas, en sociedades de características muy diversas.

Paradójicamente, en América Latina, con la excepción de Brasil, no han emergido organizaciones ni movimientos reivindicativos similares que visibilicen a nivel político y social la identidad étnica de la población afrodescendiente, no obstante el impacto  que a través de los medios de comunicación han tenido movimiento de este tipo en EE.UU., Gran Bretaña y el Caribe. (Serbin, 1991. p.149).

La invisibilización de la comunidad Afrovenezolana

Algunas personas que lean estas líneas pueden argumentar que este problema no es parte de realidad social venezolana. Ahora, el solo hecho de pretender ocultar o en el mejor de los casos obviar el racismo como; y la discriminación racial, es producto de dispositivos culturales que buscan normalizar/naturalizar esta situación.

Esta actitud parte de la existencia de patrones colectivos para no ver realidades evidentes, siendo uno de ellas la discriminación racial, situación que dentro de la dinámica actual, posee variados ejemplos que a veces no son tan fácilmente descifrables (Montañés. 1993); por lo cual se produce la desestimación de la exclusión como hecho social y su aceptación como normal.

Asimismo, algunos analistas no dudan en limitar la presencia histórica de significativos contingentes de población negra en América Latina y específicamente en Venezuela, sólo con áreas de asentamiento y expansión de las plantaciones.

No obstante, la literatura disponible sobre el impacto contemporáneo de la población afrodescendiente en América Latina y en Venezuela, es extremadamente limitada, al punto que un historiador no duda en aseverar que “en lo que se refiere a América hispánica, los historiadores parecen haber perdido todo interés en los negros tan pronto como se consumó la abolición de la esclavitud” (Morner. 1969. p. 132). Esta situación contrasta marcadamente con la abundante literatura existente sobre la población indígena, el indigenismo y la indianidad.

La situación de la población afrodescendiente, más allá de la invisibilidad socio-histórica que le fue impuesta, responde en función de las particularidades señaladas, a una situación de opresión racial básicamente asociada con la discriminación social sobre la base de una diferenciación fenotípica y de un sistema de estratificación sociorracial nacido en el período colonial (Montañés. Op. cit).

Habla la producción historiográfica

Si bien es cierto que la historiográfica nacional ha producido escritos sobre la esclavitud de la población africana y su descendencia en Venezuela, éstos giran en torno a temas recurrentes como la abolición y el alzamiento de los negros de Coro, liderados por José Leonardo Chirinos; dejando de lado el aspecto humano y por consiguiente cultural de este grupo étnico.

Esta situación, a nivel historiográfico produce y reproduce una imagen deformada, inconclusa y limitada de este aspecto en todos aquellos que urgen en el pasado del país, trayendo consigo su reflejo en la construcción de la identidad nacional.

En tal sentido, Blanco y Blanco (s/a) movilizaron esfuerzos para iniciar un acercamiento al tema, en su trabajo titulado Historiografía y Cimarronaje. 1750-1800 (aproximación al tema), donde se analiza un conjunto de autores y sus respectivas obras, generando una clasificación en tres corrientes: marxista, otras corrientes (que identifican también como positivista) y otras visiones globales.

Tal estudio deja en evidencia que la lectura y la relectura del tema, será una aproximación un tanto deformada con respecto al papel de la comunidad afrovenezolana en la construcción del país, visión sobre la cual el lector sustentará sus propios criterios de análisis e interpretación, y por tanto su actitud con respecto al devenir de esta población dentro de la cotidiana.

Identidad Nacional y discriminación racial

Según Vargas y Sanoja (1993) la identidad es: un proceso que permite no sólo acumular y organizar la experiencia humana dentro de una realidad inteligible, funcional e histórica, sino que tiende así mismo a construir una base de diferenciación, de particularización de la vida de los pueblos, confiriéndoles lo que llamamos el sentido de identidad, de asimilación con una historia y con una cultura determinada. (p.45).

En consecuencia, parecen obvias las limitaciones de un pueblo cuando su pasado es mostrado y por tanto reconocido, de manera fragmentaria, dispersa e inconclusa como lo ha sido en el caso de Venezuela.

Lamentablemente, el proceso identitario nacional se presenta débil y discriminatorio hacia la figura de la mujer y las personas con discapacidad por citar algunos grupos, y racista hacia el indígena y la población negra, de allí su escasa efectividad al momento que la sociedad venezolana se sienta única e irrepetible, como en realidad es; y poder así insertarse de manera más humana, sólida y consciente a la nueva dinámica económica y cultural, y por tanto ideológica promovida por la globalización y sus consecuentes agentes socio económicos.

La enseñanza de la Historia

La producción historiográfica nacional, es un elemento clave para reflexionar en torno a estos planteamientos, pues de sus aguas se nutre el personal docente, con el objetivo de dar soporte conceptual a su accionar en el aula. A continuación presentamos algunos aspectos relevantes sobre la presencia y tratamiento, que se le da a la comunidad afrodescendiente, dentro de los textos de historia y su aplicación en la enseñanza de la misma.

Según Montañés, (1993) la visión de José Gil Fortul en su obra Historia Constitucional de Venezuela, respecto a la figura del negro esclavo, posee la connotación de mercancía, pues si bien hace referencia a las privaciones y maltratos sufridos por estos, no es menos cierto, que el autor no brinda mayor significación a la figura de la población africana y su descendencia desde el punto de vista sociocultural, político y demográfico; ocupándose tan sólo de manera general de su rol, como mano de obra barata y sumisa dentro para la estructura económica de la época.

Semejante situación se presenta en la obra de Siso Martínez, titulada Historia de Venezuela (1973), referencia casi obligatoria del personal docente en el área de Historia de Venezuela, quienes al consultarlo, se topaban  con la ausencia casi total de la población afrodescendiente; que era presentada como simple pieza de un lote, y por ende, como mercancía.

Otro aspecto importante de resaltar es la carga conceptual del profesorado de Historia de Venezuela, la cual responderá a los documentos a los que se remita, que según lo expresado por Blanco y Blanco (s/a), presentan una visión incompleta, prejuiciada y que en algunos casos justifica la exclusión y maltrato de la población negra en la colonia, y por tanto reproduce el paradigma discriminatorio que presenta la sociedad venezolana.

Ahora bien, esta realidad puede agravarse si se toma en cuenta la desactualización en cuanto a temas y fuentes de los docentes del área de ciencias sociales; así mismo, su resistencia a introducir modificaciones en el contenido; la deficiente formación teórico-conceptual de la cual son objeto; o su inconsecuencia, falta de motivación y tiempo a la hora de planificar y llevar a cabo la praxis pedagógica, entre otras. (Rojas, 2000).

Esta situación es influenciada a su vez por la condición del docente como ser humano, producto y parte de la dinámica socio económica, educativa y cultural de Venezuela, por ende es poseedor y trasmisor de un conjunto de valores, conocimientos, experiencias y tradiciones que influyen en la capacidad de ver la exclusión social y la discriminación racial, hacia la población afrovenezolana.

La responsabilidad del docente es compartida, ya que a su ejercicio profesional debe agregarse el diseño curricular en el que se sustenta el contenido teórico y valorativo de las clases de historia, y por tanto la práctica docente. No obstante, esta afirmación no debe ser asumida al pie de la letra, posee cierta independencia al planificar y evaluar, en función de lo cual puede incluir, reformular y reestructurar contenidos, basándose en las necesidades y expectativas del alumno, así como de la realidad del medio en que se desarrolla la actividad educativa.

Con respecto a los programas educativos, si bien no funcionan como camisas de fuerza en el desarrollo de la dinámica escolar, hasta ahora han contribuido en mayor o menor medida con la reproducción, si no de la discriminación de manera directa, sí lo son de la exclusión de la figura de la comunidad afrovenezolana, como sujeto histórico significativo y relevante en el devenir histórico de la nación como totalidad.

Evidenciamos así, que los programas vigentes hasta julio de 2016, en el área de historia sólo hacen referencia a la comunidad afrovenezolana en contadas ocasiones.Dando una mirada a los programas de estudio (1987) de Educación Media General en el área de sociales, y más específicamente en la asignatura de Historia de Venezuela, vigente hasta julio de 2016 encontramos lo siguiente:

  1. En el séptimo grado, se abordaba la existencia de la población afrodescendiente en el objetivo 3.3, referido a la organización económica durante la colonia, en tanto mano de obra. En el objetivo 3.4 titulado: Especificar la organización social de la época y, en el objetivo 3.6 donde se aborda el folklore como producto del mestizaje, y por consiguiente se habla del “africano y su descendencia”, como comunidad que contribuyó a su conformación.
  2. Ningún material bibliográfico recomendado por el manual tocaba de manera directa a esta población.
  3. En el octavo grado, la Historia de Venezuela, según el criterio del docente, podría haberse ocupado de lo afrovenezolano en los objetivos 1.2 y 1.3; que se refieren a las características sociales, económicas, políticas y culturales del país en el período comprendido entre 1830-1864.
  4. El aspecto bibliográfico, reseña los textos de Salvador De La Plaza, “Formación de las Clases Sociales en Venezuela” y, “Historia Económica y Social de Venezuela”, de Brito Figueroa; los cuales analizan la situación del contingente africano y su descendencia, en algunos momentos del proceso histórico venezolano.
  5. En lo que respecta a Cátedra Bolivariana, solo se menciona la presencia de la comunidad afrovenezolana de forma indirecta en el análisis de las proclamas y discursos del Libertador.
  6. Así mismo, en el Programa de articulación del nivel de Educación Básica, Media, Diversificada y Profesional (1990), se evidencia la ausencia casi total de la comunidad afrovenezolana.

En pocas palabras, estamos en presencia de una escasa elaboración conceptual y teórica dentro de estos programas de Historia de Venezuela, con respecto a la población afrodescendiente en Venezuela y su participación en el desarrollo del proceso socio-histórico nacional a través de sus diferentes etapas de consolidación.

A MANERA DE CONCLUSIÓN

Este escrito es el producto de reflexiones preliminares sobre el tratamiento dado a la comunidad afrodescendiente en la enseñanza de la historia de Venezuela y su valoración en la formación del proceso identitario cultural, social e histórico del ciudadano.

Esta realidad, contribuye a mantener una sociedad fragmentada, desigual, discriminatoria, racista, excluyente, negadora de una Democracia multiétnica y pluricultural, basada en el marco referencial de los Derechos Humanos.

Es importante apuntar, que el racismo no debe ser sólo visto desde la esfera de la exclusión que genera, sino de las diversas formas de violencia entre los grupos sociales. Por tanto, se hace necesaria una revisión profunda, consciente y valiente de cualquier programa o propuesta curricular, no sólo de formación de los alumnos sino de los docentes en su proceso de preparación profesional. La meta es participar activamente en la reconstrucción de un proceso identitario más cónsono, auténtico y actual con los vientos globalizadores se siente desde hace varias décadas.

Si bien es cierto que buena parte de la responsabilidad de esta situación recae en los enfoques historiográficos parcializados, no es menos cierto, que aunque en menor grado, existen producciones de mucho valor, que han tratado de hacer una contribución teórico-conceptual más cónsona con la realidad histórica.

Se trata más que de cazar y excomulgar a instituciones y sujetos, de fijar una posición real, consciente y reflexiva, la cual finalmente conduzca a una historia con una visión integral y justa, donde no sea necesario referir títulos como la historia de los excluidos.

REFERNCIAS BIBLIOGRAFICAS

BLANCO, J. y Blanco, S. (s/a). Historiografía y Cimarronaje. 1750 –1800.             (Una aproximación al tema). Trabajo de grado de maestría no publicado. U.C.V. Facultad de Humanidades y Educación. Escuela de Historia.

GIL FORTOUL, J. (1997). Historia constitucional de Venezuela. México: Volumen I. 2da. Edición. Editorial Culres.

MINISTERIO DE EDUCACIÓN CULTURA Y DEPORTE. (1987). Programas de estudio. Caracas: Autor.

________________________ . (1990). Programa de articulación del nivel de educación básica, media, diversificada y profesional. Caracas. Autor.

MONTAÑÉS, L. (1993). El racismo oculto en una sociedad no racista. Caracas. Fondo Editorial Trópykos.

ROJAS, R. (2000). La enseñanza de la historia: Algunas reflexiones en torno al tema. Revista de Ciencias Sociales de la Región Centroccidental, (5), 5-23.

SERBIN, A. (1991). ¿Por qué no existe el poder negro en América Latina?. México. Editorial Libertad.

SISO MARTINEZ, J.M. (1977). Historia de Venezuela.  Caracas. Distribuidora Escolar.

VARGAS, I. y SANOJA, M. (1993). Historia, Identidad y poder. Caracas. Fondo Editorial Tropykos

(*) Mailyng Bermúdez Sculpi

La autora forma parte del  Doctorado Latinoamericano en Educación Políticas Públicas y Profesión Docente.

El presente es un artículo inedito, publicado con el consentimiento de la autora.

Fuente de la imagen: http://bit.ly/2usvvGr

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La población afrodescendiente y la desigualdad en América Latina

Uruguay/19 de Junio de 2017/El Observador

Las brechas entre los marcos legales y la vida cotidiana de las personas afrodescendientes siguen siendo profundas.

Según los censos de los diferentes países de América Latina y el Caribe, se estima que la población afrodescendiente en la región en 2010 era de 111 millones de personas, un 21,1% de la población total. Sin embargo, para el informe, Panorama Social de América Latina, edición 2016 de la CEPAL, debido a las limitaciones que aún persisten en la región en la cuantificación de estas poblaciones consideradas minorías, se estima que a 2015, había en la región al menos 130 millones de personas afrodescendientes

La falta de precisión de la composición racial en la región evidencia cómo la desigualdad étnico-racial, así como la socioeconómica, la de género o territorial, “constituye uno de los ejes de la matriz de la desigualdad social en América Latina”. La región es la más desigual del mundo y ello se manifiesta en diversos ámbitos del desarrollo social, entre ellos la posición socioeconómica, la salud, la educación y el trabajo. Como ejemplo, en los cuatro países de los cuales se dispone de información, se percibe una concentración significativamente más elevada de la población afrodescendiente en el quintil de menores ingresos.

En el ámbito de la salud, uno de los indicadores que más evidencia la desigualdad entre los afrodescendiente y el resto de la población son las tasas de mortalidad infantil. Con la excepción de la Argentina, la probabilidad de que un niño afrodescendiente muera antes de cumplir un año de vida es superior que la de los no afrodescendientes. Las mayores brechas se registran en Colombia, Uruguay, Panamá y Brasil, países donde la probabilidad es de entre 1,6 veces y 1,3 veces mayor entre niños afrodescendientes que entre niños que no pertenece a este grupo racial.

Las desigualdades étnico-raciales también se manifiestan en la educación, donde la proporción de jóvenes de raza negra de entre 18 y 24 años que asisten a un establecimiento educativo es menor al porcentaje de los jóvenes que pertenecen a otras razas. Según el mismo informe de la CEPAL, la brecha se profundiza en el caso de la asistencia a la educación superior. En cuanto al mercado de trabajo, las tasas de desempleo de los afrodescendientes son superiores a las de los no afrodescendientes en la mayoría de los países considerados. Y a modo de ejemplo, los ingresos de los hombres de raza negra que cuentan con educación terciaria representan apenas el 73% de los hombres no afrodescendientes.

A pesar de las persistentes desigualdades, desde mediados del siglo pasado se han venido emprendido acciones y se han asumido compromisos internacionales para intentar revertir la situación. Pero ha sido en los últimos 15 años, tras la Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia, celebrada en 2001, que la presión de movimientos sociales y diferentes organismos internacionales han logrado que los gobiernos de la región fortalezcan los mecanismos relacionados con las poblaciones afrodescendientes.

En los últimos años, algunos países han reformado su legislación para combatir el racismo y fomentar la igualdad. Algunas de estas políticas implican la reserva de cupos para personas afrodescendientes en universidades y puestos laborales. También, según el informe de la CEPAL, se han implementado políticas como la instauración de días oficiales de celebración de la afrodescendencia, y la enseñanza de historia y cultura africana. Y en algunos países se fomenta la participación de organizaciones afrodescendientes en las decisiones, “a través de la articulación, aunque incipiente, de los mecanismos gubernamentales”.

A pesar de los avances, las brechas entre los marcos legales y la vida cotidiana de las personas afrodescendientes siguen siendo profundas. Y de hecho, todavía hay países que carecen de cualquier normativa al respecto.

Fuente: http://www.elobservador.com.uy/la-poblacion-afrodescendiente-y-la-desigualdad-america-latina-n1084632

 

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México: la discriminación de los afrodescendientes.

América del Norte/México/18.04.2017/Autor: Raúl García Álvarez/ Fuente: http://www.prensa-latina.cu
El 51 por ciento de los cerca de siete millones de afrodescendientes que viven en México son mujeres con un bajo nivel educacional, falta de recursos y discriminadas, denuncia hoy la organización México Negro.

Según el Instituto Nacional de Estadística y el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, el 39 por ciento tiene rezago educativo; las morenas o mestizas de seis a 24 años de edad no asisten a la escuela por tener que ayudar al sustento familiar.

Las afromexicanas son excluidas para ejercer o cumplir tareas en entidades de alta remuneración. El 68 por ciento realiza obligaciones del hogar.

Un poco más del 50 por ciento del total de esta población es económicamente activa: el 40 por ciento son mujeres y el resto hombres, que se ocupan de actividades de comercio y servicios.

Las parejas de 15 a 49 años procrean un promedio 1,7 hijos, muy por debajo de la tasa nacional, que es de 3,3.

La población negra tiene presencia en México desde hace más de cinco siglos con la emigración en calidad de esclavos, de hombres y mujeres de Gambia, Senegal, Guinea, Congo, Guinea Ecuatorial, Angola y Mozambique.

Las principales comunidades se encuentran en las zonas costeras y en los poblados a las orillas de los ríos en los estados de Guerrero, Oaxaca, Michoacán, Coahuila, Chiapas y Veracruz.

Según el Consejo Nacional, junto con los indígenas, son uno de los grupos más discriminados del país.

La organización México Negro lucha por su reconocimiento constitucional como una etnia más de la República mexicana. Su sede principal está en la ciudad de Cuajinicuilapa, estado de Guerrero.

Para los miembros de esta institución social, sus pueblos viven en situación de marginalidad, sin apoyo suficiente para hacer producir la tierra y sin acceso a todos los beneficios gubernamental para elevar su estándar de vida, social y cultural.

Mientras los especialistas avalan como gran aporte la influencia de las costumbres heredadas de África, el negro, patentizan, introdujo además nuevas formas artísticas, técnicas y una nueva concepción filosófica de la música.

Fuente: http://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=78753&SEO=mexico-la-discriminacion-de-los-afrodescendientes

Imagen: http://www.prensa-latina.cu/images/2017/abril/15/Mexico-afrodescendientes.jpg

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