Alfabetización académica: ¿por qué y para qué?

Por: Emilio Vargas Santiago 

Nadie puede enseñar lo que no sabe, por tanto, los docentes actuales de la Educación Secundaria y la Educación Superior tendrían que recibir la formación previa necesaria.

Según la RAE, el término alfabetización proviene del verbo alfabetizar y trata de la acción de enseñar a leer y escribir. ​ Para Richard L. Venezky, alfabetizar “es la habilidad mínima de leer y escribir una lengua específica, como también una forma de entender el uso de la lectura y la escritura en la vida diaria”. De modo que la alfabetización es tanto el acto de enseñanza como la capacidad adquirida para leer y escribir por cuenta propia.

Desde hace tiempo, la alfabetización de la población se ha visto como un imperativo, una obligación del Estado y un derecho que ciudadanas y ciudadanos deben ejercer, pero esta ha estado pautada por una enseñanza y un aprendizaje tradicionales, porque la lectura ha sido mecánica y la escritura repetitiva.

Las Naciones Unidas declararon el período 2003-2012 como la Década de la Alfabetización y se plantea como un largo proceso que abarca el desarrollo individual y está determinada por los cambios tecnológicos, científicos, políticos y culturales. Pero ese cambio resulta difícil, porque los docentes la enseñan como a ellos les enseñaron; tratan que niñas y niños  lleven el código escrito al código oral y transcriban lo ya escrito.

En la actualidad, la alfabetización comprende el desarrollo de saberes, capacidades, competencias para leer críticamente y escribir académicamente. Por tanto,  el cambio debe ser primero asimilado por los docentes, para después transmitirlo a sus estudiantes. La lectura crítica y la escritura académica van perfeccionándose a lo largo de la vida y su uso está determinado por la enseñanza y el aprendizaje.

La problemática de la lectura y la escritura viene siendo objeto de discusión en muchas partes del mundo. Pero donde más se ha adelantado con propuestas metodológicas ha sido en los países anglosajones, principalmente en Estados Unidos, Australia y Canadá. En los últimos años, también en Latinoamérica se han desarrollado propuestas en procura de mejorar el desempeño de los estudiantes en cada una de ellas.

Cabe señalar que en 1874, la Universidad de Harvard aplicó el primer examen de inglés escrito para ingresar a sus aulas. La mitad de los estudiantes falló, lo cual cuestionó los niveles educativos básicos y medios, y con la presión de las universidades  lograron una importante reforma educativa para que los estudiantes llegaran mejor preparados en lectura y escritura.

Después de la Segunda Guerra Mundial accedieron muchos soldados a las aulas universitarias, evidenciando la necesidad de desarrollar destrezas comunicativas escritas, pues una escritura pobre limitaba el desempeño laboral. Esto favoreció la creación de un movimiento para el mejoramiento de la calidad de la enseñanza de la escritura en la educación superior en ese país.

Estos dos procesos, lectura y escritura, constituyen la denominada alfabetización académica, entendida como el proceso mediante el cual los estudiantes adquieren las competencias necesarias para manejar con autonomía un determinado tema, expresándose con propiedad, propiciando el intercambio de ideas en el área en discusión y comunicándolo al entorno (Rosales Mora, 2016).

La alfabetización académica se plantea para afrontar la necesidad que tienen las instituciones educativas de desarrollar en los estudiantes habilidades para interpretar y/o producir textos científicos y académicos. Esto así, porque se observa que los alumnos tienen dificultades para configurar sentidos cuando escriben, y suelen producir numerosas interpretaciones erróneas cuando leen, se reporta en la literatura.

La medida para encarar esta situación ha sido desarrollar la lectura y la escritura en todas las disciplinas de cada carrera durante la educación superior. Sin embargo, como es notoria la ausencia de conocimientos básicos acerca del lenguaje y la cultura escrita de los estudiantes, algunos autores proponen extender el concepto de alfabetización académica al nivel secundario, porque es un mandato ético dotar al bachiller de recursos idóneos para enfrentar los textos disciplinares, afirma la profesora de Comunicación de la Escuela Superior Politécnica del Litoral de Guayaquil, Ecuador, Martha Espinoza.

Una alfabetización académica temprana proporcionaría al estudiantado: a) Acceso a las diferentes culturas escritas de las asignaturas; b) Amplía las lecturas y escrituras, al incluir los textos de estudio; c) Al implicar a todos los profesores, estos se harían más conscientes de que la lectura y la escritura son herramientas de aprendizaje.

Algunos docentes creen que una vez que el educando aprende a leer, la competencia está lograda y es posible aplicarla indistintamente a todo tipo de texto; “este concepto es errado, pues la lectura responde a una capacidad abierta como la inteligencia”. De ahí la importancia de capacitar a los docentes de todas las asignaturas para que cada uno, desde su disciplina/asignatura, proponga procesos de lectura y escritura, así como propiciar la escritura académica a través de blogs, periódicos escolares, presentaciones con apoyo de Power Point, entre otros, recomienda Martha Espinoza.

Con respecto a los textos de estudio es necesario que se apliquen estrategias específicas de interpretación, para que los estudiantes se familiaricen con el lenguaje propio de los temas abstractos, con los discursos explicativos y argumentativos, y con la retórica académica. También hay que abandonar la  concepción de que leer para aprender es extraer datos, y reemplazarla por la comprensión de que leer es interpretar relaciones y conceptos, afirman algunos especialistas.

En conclusión, nadie puede enseñar lo que no sabe, por tanto, los docentes actuales de la Educación Secundaria y la Educación Superior tendrían que recibir la formación previa necesaria para llevar a cabo la alfabetización académica en las distintas asignaturas que enseñan a sus estudiantes. El desarrollo de las competencias para lograr una auténtica formación en lectura crítica y escritura académica, es una vía importante hacia el mejoramiento de la calidad de la educación del país. ¡Mano a la obra!

Fuente: https://acento.com.do/opinion/alfabetizacion-academica-por-que-y-para-que-8948704.html

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Reseña: Alfabetización académica: Un cambio necesario, algunas alternativas posibles

Por Paula Carlino

El objetivo de este trabajo es plantear los cambios institucionales y curriculares necesarios para hacer frente a la reiterada queja de los profesores sobre las dificultades de lectura y escritura de los universitarios. En una primera parte, analizo que no se trata de diseñar soluciones remediales sino de entender qué es lo que está en juego cuando se lee y se escribe en la educación superior.

Existen dos creencias generalizadas que llevan a responsabilizar al nivel educativo previo por los problemas constatados en los universitarios. Estos presupuestos también justifican la tendencia de nuestras universidades a no hacerse cargo de cómo comprenden y producen los escritos sus alumnos. Se parte de la falsa suposición de que interpretar y elaborar textos es una habilidad básica y general, que necesita haberse aprendido en niveles educativos anteriores, con independencia de todo contenido disciplinar.

También, se piensa que la escritura es sólo un medio de registro o comunicación del saber, desconociendo así el potencial epistémico de la composición escrita. Sin embargo, tales suposiciones son cuestionadas por los estudios en alfabetización académica. Éstos señalan que la lectura y escritura no son técnicas aislables y autónomas de una disciplina sino prácticas discursivas propias de cada campo del conocimiento. Los desafíos que plantea el lenguaje escrito en la universidad no son similares a los de otros niveles educativos, ya que forman parte de una particular cultura académica.

Por ello, exigen continuar aprendiendo y enseñando a leer y a escribir. Además, existen investigaciones que señalan las condiciones en que producir un texto sirve simultáneamente para elaborar las ideas en él desplegadas. En contraposición, las universidades argentinas tienden a no ofrecer el contexto necesario en el cual los alumnos puedan escribir para aprender. Si nuestras casas de altos estudios promovieran la redacción académica como una herramienta para desarrollar el conocimiento (y no sólo para evaluarlo), aprovecharían el poder cognitivo de la escritura. Es decir, los problemas para analizar y elaborar textos académicos no pueden ser considerados sólo como incompetencias (de los alumnos o de los niveles educativos previos) sino que han de ser reconocidos como intrínsecos a los estudios universitarios. Para comenzar a abordar estos obstáculos, es preciso reanalizar qué estamos omitiendo enseñar en nuestra formación superior.

Las alternativas para enfrentarlos deben plantearse en una nueva agenda política y curricular. En la segunda parte de mi trabajo, presento los resultados de una investigación sobre 90 universidades angloparlantes, que han llevado a cabo reformas institucionales logrando implementar diversos sistemas para afrontar retos similares. Además de talleres introductorios, estas instituciones han creado programas que entrelazan la enseñanza de la alfabetización académica con las diversas asignaturas ofrecidas por sus departamentos; reseñaré el sistema de Tutores de Escritura, el de Compañeros de Escritura en las Materias y el de Materias de Escritura Intensiva. El valor de estos modelos no es el de ser simples alternativas probadas para ocuparse de la cultura escrita en el nivel superior sino el de aportar una perspectiva, no divulgada entre nosotros, que nos permite iluminar con otras premisas lo que estamos acostumbrados a dejar de ver.

Link para descargar la investigación: https://www.aacademica.org/paula.carlino/23.pdf

Fuente de la reseña: https://www.aacademica.org/paula.carlino/23

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