Libro(PDF): «Tendencias sobre la desigualdad. Aportes para pensar la Argentina actual»

Reseña: CLACSO

Los trabajos que integran este libro analizan desde una perspectiva estructural aspectos fundamentales para pensar la desigualdad en Argentina durante la postconvertivilidad, comparando en algunos casos las tendencias registradas en esta etapa con aquellas propias de la década de los noventa y con las de otros países. Los estudios abarcan aspectos económicos y socio-ocupacionales, al igual que otros asociados al bienestar de los hogares y de sus individuos, y al mercado de trabajo. A través de este amplio recorrido temático se persigue dar cuenta de la persistencia en el tiempo de una desigualdad estructural que los distintos modelos políticos-económicos no han logrado superar.

Autores (as): Agustín Salvia. María Berenice Rubio. [Compiladores].
Agustín Salvia. María Berenice Rubio. Emilio Jorge Ayos. Jésica Lorena Pla. Santiago Poy. Guillermina Comas. María Noel Fachal. Ramiro Robles. Eduardo Chávez Molina. Juan Ignacio Bonfiglio. Agustina Marquez. [Autores de Capítulo].

Editorial/Editor: CLACSO. Instituto de Investigaciones Gino Germani.

Año de publicación: 2019

País: Argentina

Idioma: Español

ISBN: 978-950-29-1733-7

Descarga: Tendencias sobre la desigualdad. Aportes para pensar la Argentina actual.

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El día que supe que no era pobre

Por: Ilka Olivia Corado

Eran los primeros días de la década del noventa y Ciudad Peronia comenzaba a llenarse de champas, de gente que llegaba de otros arrabales y del occidente del país a invadir el sector al que ahora se le conoce como El Mirador. Aquellos eran montarrales, calles de talpetate y un mercado al aire libre, un tierrero donde los vendedores tiraban costales y cajas de cartón para que sirviera de mesa para poner sus ventas.

Una parada de buses con dos o tres ruleteros, una gran planada a la orilla del basurero del barranco del mercado, a la que con el tiempo convirtieron a punta de pelotazos en el campo de fútbol del arrabal. Ciudad Peronia era el rostro vivo de la miseria y el olvido. Colindaba con la aldea La Selva y el Calvario, más arriba al pie de las montañas verde botella se instaló una base militar, soldados en su mayoría del occidente del país, que apenas hablaban español, niños juguetones a los que nunca les tuvimos miedo. Niños a los que con los años les íbamos a vender helados, pupusas de chicharrón, atoles y choco bananos y nos pagaban a fin de mes.

Para esos años comenzamos a vender helados en el mercado, en las escuelas, en las aldeas, en el destacamento, en donde fuera. Apenas teníamos para comer, tortilla con sal y caldo de frijoles toda la semana, los frijoles no se tocaban porque había que hervirlos y echarles agua para el siguiente día.

Los días de suerte, mi papá llegaba con un poco de dinero extra y me iba con él a La Terminal a comprar vísceras de vaca, el caldo de patas era el manjar de aquellos años. Pero eran rarezas, sucedía de cuando en cuando.
Nuestra casa era un cajón de block, con un cancel de tela dividíamos nuestro cuarto de la cocina. En una cama de metal que tenía un pata coja, dormíamos los 4 hijos de la Lila y el Guayo, para las 3 de la madrugada cuando nos levantábamos a hacer el oficio de la casa y a preparar la venta, ya nos habían mojado las sábanas y la ropa de orines los cumes. Las puertas y las ventanas las cubríamos con pedazos de cartón.

El suelo era de talpetate donde caminaban cabras, gallinas, patos, perros, ahí mismo gateaban los cumes. Una mesa de pino y una estufa de mesa de tres hornillas eran todo lo que teníamos en la cocina. Dos o tres trastos. Afuera un medio tonel servía de polletón, donde mi mamá echaba las tortillas y nos comenzaba a enseñar a tortear. Que cuando nos salían las tortillas en forma caites (decía mi Nanoj) las sacaba del comal a medio cocer y las volvía a echar en la masa para que las volviéramos a hacer hasta que salieran como ella quería. Como tortillas y como todo nuestra cara (decía mi Nanoj).

Los cumes recién nacidos parecían pollitos pelucos, blancos como la leche, nos íbamos a la aldea a las cuatro de la mañana a comprarles un litro de leche de vaca, recién ordeñada, solo para ellos, no alcanzaba para nadie más.
Una tarde llegó un bus con gente que decía que llegaba por parte del gobierno y que teníamos que ir a una casa en la calle Usumacinta a registrarnos para que nos dieran comida, productos de la canasta básica. Nosotras sin avisarle a mi Nanoj, agarramos camino para el lugar y nos inscribimos, dijimos cuántos miembros habíamos en la familia y de qué trabaja mi papá, la comida la daban racionada dependiendo los miembros de la familia y si trabajan los papás o solo uno.

Aquella tarde llegamos a la casa emocionadas, con una bolsa de maíz amarillo, una lata de jamón, una lata de queso amarillo y una bolsa de leche en polvo, cuando mi mamá nos vio llegar con nuestras once ovejas, nos preguntó de dónde habíamos sacado todo eso, le explicamos emocionadas; y mi mamá enfureció tanto que al típico estilo de Jutiapa, agarró el palo de la escoba y nos gritó: ¡Hijas de la gran puta, ustedes no son pobres, no tienen necesidad, tienen trabajo, hay gente que de verdad lo necesita! ¡Ya se me van a devolver esa comida si no quieren que las muela a palos!

Sin tiempo para reaccionar zampamos la carrera de regreso y en un santiamén ya estábamos en el lugar devolviendo la comida. Aquella ración nos la iban a dar una vez al mes, pero ahí mismo hicimos que nos borraran de la lista. Eran colas y colas de gente que recién invadía, esperando que les dieran los alimentos.
Aquella tarde, yo supe que la carencia en la que vivíamos no era pobreza, era solo escasez, que había gente viviendo en la miseria, gente realmente necesitada de aquellas bolsas de alimentos.
Y lo aprendí de niña, mi Nanoj me lo enseñó con el palo de la escoba en la mano. Me enseñó a ver a mi alrededor. Nunca lo he olvidado.

Audio: https://cronicasdeunainquilina.files.wordpress.com/2017/08/el-dc3ada-que-supe-que-no-era-pobre.m4a
Blog de la autora: https://cronicasdeunainquilina.com/2017/08/05/el-dia-que-supe-que-no-era-pobre/
Ilka Oliva Corado. @ilkaolivacorado contacto@cronicasdeunainquilina.com

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=230295&titular=el-d%EDa-que-supe-que-no-era-pobre-

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Argentina: La sustentabilidad del sistema depende del crecimiento

Por: El clarin / Emmanuele Alvarez Agis

La cuestión previsional vuelve a estar en debate y el principal problema sería el déficit del sistema. Afortunadamente el fracaso de la capitalización privada (AFJP) en Argentina y en el mundo permite que hoy exista un amplio consenso sobre la conveniencia de un sistema público y solidario como el actual. Solidaridad significa que todos los argentinos decidimos hacernos cargo, con los recursos del presente, de los jubilados del presente.Tanto los trabajadores como los desocupados (cuando pagan el IVA, por ejemplo) y los empresarios financiamos con impuestos a los jubilados de hoy. Sin embargo, las verdaderas implicancias de la solidaridad no parecen estar claras.

Supongamos que un padre reclamara que, dado que paga impuesto a las Ganancias, su hijo merece mejor educación pública que sus compañeros, cuyos padres son informales y solo pagan impuestos como el IVA. El planteo no tiene sentido. Nuestra educación pública es solidaria: todos recibimos la misma calidad, independientemente de los impuestos que pagamos. Pero lo que es claro para la educación no lo es para las jubilaciones. Algunas propuestas de reforma buscan relacionar el haber jubilatorio con la cantidad de aportes que realizó el trabajador, sin acusar recibo de que, en el sistema actual, el haber de un jubilado no se financia con sus propios aportes. Esos aportes financiaron, digamos, a los abuelos de ese trabajador; cuando se jubila, su jubilación es financiada por los aportes de, por así decirlo, sus hijos y nietos. La solidaridad tiene entonces carácter intergeneracional. Avanzar hacia una reforma del sistema que permita mejorar la igualdad significa universalizar un haber jubilatorio digno, con independencia de la trayectoria activa de cada trabajador. Es decir, establecer un piso mínimo y universal de protección previsional.

Lo segundo que se discute es la sustentabilidad. Se argumenta que el sistema previsional tiene déficit, puesto que no se autofinancia. Ergo, se deben adecuar los haberes y la cobertura previsional a los recursos propios del sistema. Imaginemos nuevamente este mismo planteo para la educación. La educación pública es absolutamente deficitaria, ya que no hay impuestos con esa asignación específica. Sin embargo, la educación sigue siendo un valor para nuestra sociedad, por lo que el Estado recauda impuestos y destina una porción del gasto público a la educación. Para el sistema previsional es lo mismo: lo que importa no es el déficit del sistema, sino el déficit fiscal total del sector público, puesto que el dinero es fungible. Lo que sí puede discutirse es si Argentina gasta mucho o poco en previsión. En 2015 Argentina destinó 9% de su PBI para los jubilados, mientras que el promedio de la OCDE fue de 8%. En este sentido, nuestro gasto previsional parece excesivo, pero no lo es. El problema es nuestro PBI, es decir, el tamaño de nuestra economía y su capacidad de crecer.

Ante esto, la opción obvia sería bajar las jubilaciones. Pero el efecto más probable de tal política sería una baja más que proporcional del PBI. Luego del ajuste, el peso del gasto previsional aumentaría. Para muestra baste decir que durante 1980-2002, el promedio del gasto previsional fue 5,3%, con una cobertura menor al 78%. Sin embargo, entre 2006 y 2015 el gasto previsional promedió 7%, con una cobertura de casi 100%. La diferencia es, básicamente, el crecimiento. El déficit fiscal entre 1980 y2002 promedió 1,7% porque el PBI per cápita creció 0,8% anual. En cambio, en 2003-2015 el superávit fiscal fue de 1,4% porque el PBI per cápita creció 4,6% anual. Si queremos parecernos a la OCDE, en vez de entrar en una dinámica donde los ajustes bajan el PBI y empeoran la relación gasto previsional/producto, lo que se debe hacer es retomar un programa de crecimiento que permita una expansión sostenida del producto y del poder adquisitivo de las jubilaciones, para que el peso de estas últimas sobre PBI sea cada vez menor.

#Ex viceministro de Economía

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