Cineasta Ai Weiwei: «La única conclusión es que hay mucha inhumanidad en nosotros»

El gran problema: ¿Cómo se asustó a los refugiados?

Ai Weiwei: No hay nadie que voluntariamente deje su hogar.Nadie renuncia a todo aquello con lo que está familiarizado, como su idioma o su religión, sin ser obligado por la fuerza.Todos los refugiados en este mundo son expulsados, como un árbol sacado de la tierra por una tormenta. Vemos cómo puede aparecer la naturaleza trágica después de que pasa una gran tormenta. La tragedia humana es cien veces mayorya que podemos compartir la tristeza y las dificultades que experimentan esas personas. Podemos ver cómo esos hombres, mujeres y niños han perdido el apoyo y la seguridad de su vida; podemos ver que están buscando refugio, pero no pueden encontrar uno. También vemos gente volteando intencionalmente la cara y proponiendo todo tipo de razones para no actuar. La única conclusión que se puede extraer es que hay mucha inhumanidad, cobardía y egoísmo dentro de nosotros.

¿Pueden las artes y los artistas cambiar el mundo más que la política y los políticos?

El arte es muy importante como actividad mental porque se relaciona con la salud de la moralidad y la filosofía. La comprensión del arte puede afectar profundamente las emociones, el comportamiento y el juicio racional del ser humano. Sin arte, la condición de racionalidad sería pobre y no reflejaría las emociones humanas. En ese sentido, el arte no solo cambia la sociedad, sino que es el ingrediente principal de uno.

La gente sabe que hay una crisis migratoria pero estos problemas pueden sentirse muy lejos. ¿Cómo podemos conectarnos con ellos?

Las mejores cualidades que tenemos son empatía y la capacidad de ayudar a los demás. La humanidad se convierte en una palabra vacía cuando esas cualidades no se aplican.Siempre ha habido personas que son desafortunadas o victimizadas por aquellos que se benefician del sistema establecido. Solo al crear una comprensión de que la humanidad es una, que debe ser compartida y protegida por todos, podemos comenzar a mejorar esta situación.

Una vez que la sociedad ha establecido los derechos humanos y la libertad de expresión, ¿se olvida inevitablemente de otros que todavía luchan por los suyos?

El mundo está dividido, y no solo por el territorio, las diferencias religiosas o la desigualdad económica. También está dividido en su comprensión de las necesidades de la humanidad. Sin estar bien informados o sin comprender realmente la verdadera condición humana, no puede haber ningún desafío a nuestra propia ideología. Esa ideología, si tiene algún valor, debe ser desafiada. La libertad y la libertad no son palabras vacías. Son valores que no solo necesitan protección, sino redefinición: un nuevo contexto y un nuevo significado. No existe la libertad o la libertad; inyectamos el significado. Esto requiere cada generación y el esfuerzo de cada individuo.

The Big Issue es una revista galardonada en múltiples ocasiones, editada por el Editor actual del año de la Sociedad Británica de Editores de Revistas (BSME).

Pero, ¿los individuos tienen algún poder?

El individuo tiene el máximo poder para decidir su destino y el tipo de sociedad en la que vive. Esta forma de pensar es la razón por la cual Occidente se ha desarrollado más rápido que otros lugares durante los últimos cien años. La ciencia y la creatividad, el conocimiento y la imaginación, han sido bien protegidos y nutridos. Más importante aún, esas ideologías y beneficios sociales deben volver a un individuo. Un individuo no es solo alguien que inicia una mejor comprensión, sino que también es un beneficiario de esa comprensión.

En este momento hay el mayor desplazamiento de personas desde la Segunda Guerra Mundial. ¿Está el mundo actualmente librando una guerra de otro tipo, que no siempre tiene que ver con el conflicto sino con la desigualdad, los prejuicios y el medioambiente?

Podemos ver que hay una guerra contra los valores humanos.Al sacrificar a las personas más débiles y vulnerables, aquellas que tienen poca educación, están desplazadas y carecen de poder, este es un desafío para la civilización, nuestras sociedades democráticas en funcionamiento y nuestra visión del futuro para los humanos. Este es probablemente el mayor desafío que los humanos hayan conocido; menos obvio que el derramamiento de sangre, pero que ha dejado una profunda herida psíquica.

Ai Weiwei viajó por todo el mundo para documentar la crisis de refugiados en el flujo humano

¿Los costos de ayudar serían eclipsados ​​por el precio que tendríamos que pagar al no ayudar?

El verdadero costo de no ayudar no es simplemente dejar a los necesitados en la oscuridad, sino que se puede ver el deterioro de la sociedad humana. Puedes ver las mejores partes de la mente humana desperdiciadas debido a la miopía, la búsqueda de ganancias, la cobardía y el egoísmo. Esto es realmente trágico para un individuo y la sociedad.

¿Es absurdo el concepto de fronteras entre diferentes áreas de la tierra?

Siempre habrá fronteras mientras haya ricos y pobres y mientras haya naciones de rápido desarrollo y menos motivadas. Los bordes son como montañas físicas y ríos. No desaparecerán pronto. Sin embargo, existen fronteras aún más severas en los corazones y las mentes de las personas, que pueden detener la capacidad de la humanidad de unirse.

El flujo humano de Ai Weiwei está en los cines ahora

Fuente: https://www.bigissue.com/interviews/ai-weiwei-conclusion-lot-inhumanity-us/

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El individuo alienado y la sociedad del control

Por: Enric Llopis

Los estudiosos de la obra del artista José Iranzo Almonacid (1931-2006), conocido como “Anzo”, subrayan 1967 como un año decisivo. El pintor valenciano hoy no figura en los grandes carteles, pero hace medio siglo participó en la prestigiosa Bienal de Sao Paulo; Y más aún, inició la serie “Aislamientos”, un conjunto de obras y grabados que recupera el Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) en una exposición que se prolonga hasta el cinco de noviembre. Esta fase de su obra durará algo más de dos décadas, hasta 1985. ¿En qué consiste el giro conceptual que inició entonces? Anzo comienza a pintar lienzos metafísicos, con calles desérticas y espacios urbanos de fantasmagoría. Representa así el pesimismo, la alienación moderna de un individuo incomunicado frente al régimen de dominación. Un óleo sobre lienzo, el “aislamiento” número diez, pone de manifiesto esta idea. Aparece un individuo que, aunque alejado, divisa una acera con las tapaderas de los sumideros abiertas. En otro óleo de 1967 (“aislamiento” número cuatro) se aprecia a un personaje que, desbordado por el tamaño de la gran vía urbana, camina solo por los adoquines. La crítica aplaudió la originalidad de esta forma de existencialismo pictórico.

La muestra del IVAM en colaboración con la Fundación Anzo consta de 80 pinturas, serigrafías, documentos de archivo, libros y películas documentales. Pero el recorrido de Anzo no se inicia con los “aislamientos”. Superada la etapa de formación, José Iranzo Almonacid es uno de los fundadores del grupo Estampa Popular en Valencia, integrado por artistas plásticos de ideología antifranquista; entre otros, Andreu Alfaro, Rafael Solbes, Manolo Valdés y Joan Antoni Toledo. Anzo abandonó pronto el grupo, aunque la crítica considera que éste le dejó una intensa huella. Muchos de los artistas también formaron parte de los célebres Equipo Crónica y Equipo Realidad. Utilizaron la sátira política en la crítica al franquismo, lo que incluía señalar las contradicciones en la naciente sociedad de consumo española. A esta época corresponden obras como “Vida amb nina” (1965), donde enfrenta el busto de una muñeca de juguete a una nevera llena de refrescos; “Senyoret, compre’m este rameiet” (1965), “També a ells els agrada tricotar” (1965), “El bes” (1966) o “El sant” (1966). En casi todos los casos, se trata de un óleo y esmalte sobre lienzo y tabla.

La fase que comienza un año después -los “aislamientos”- se caracteriza por el uso de nuevos materiales, poco habituales en la época: fotolitos, aceros pulidos, plásticos, rodamientos y hasta representaciones de circuitos de computadora. Con estos ingredientes, el artista valenciano se adentra en un debate recurrente en los años 60 y 70 del siglo XX: la expansión de los espacios alienantes, claustrofóbicos y distópicos. Según los paneles de la exposición del IVAM, “la soledad humana en un mundo tecnificado y masificado”. La idea cristaliza en el “aislamiento” 12, uno de los mejores ejemplos para entender la crítica que plantea el artista. En la pintura aparece un caminante, anónimo y solitario, que transita por una avenida. Él es pequeño, sobre todo si se compara con las tres moles de acero y cristal, las torres Trade de Barcelona: cuatro edificios de oficinas construidos entre 1966 y 1968, a la manera de los enormes rascacielos de Chicago y Nueva York. “Este icono de la arquitectura franquista opera como un gran espacio de deshumanización”, señala el comisario de la exposición, Joan Ramon Escrivà.

La muestra recoge junto a la mencionada pintura una reflexión del filósofo de la Escuela de Frankfurt, Herbert Marcuse: “Una ausencia de libertad cómoda, suave, razonable y democrática, señal del progreso técnico, prevalece en la sociedad industrial avanzada. ¿Qué podría ser, en realidad, más racional que la supresión de la personalidad en el proceso de mecanización?” Del mismo modo, un ejemplar de la revista “Novática”, de 1974, incluye el siguiente anuncio: “Es imposible en un anuncio exponer las ventajas de los multiprocesadores NCR”. Se intenta persuadir al lector de que si se pone en contacto con esta empresa, podrá beneficiarse hoy de la tecnología del futuro. Varios titulares de la revista “Triunfo”, de 1965, ahondan en el problema. “La civilización de los ordenadores”, afirma uno de los textos expuestos en las vitrinas. Califica a las computadoras como “indispensables”, pero además de una esperanza constituyen una amenaza.

En plena época de incertidumbre, la citada publicación de izquierdas recogía un informe del escritor y periodista Jean Francis Held, de titular elocuente: “Una amenaza del futuro. El fin de la vida privada”. Sostiene que ante los “viejos” sistemas de investigación, el ser humano tenía posibilidad de defenderse, pero no ocurre lo mismo con el megacomputador; “Objetivo, glacial y sin fallos de memoria”, el individuo sometido a esta máquina perderá el control sobre su vida. En los “aislamientos” de finales de los años 60 e inicios de los 70, elaborados con técnicas mixtas (por ejemplo, acero con chorro de arena y esmalte acrílico), José Iranzo Almonacid expresa todas estas inquietudes. Lo hace en las obras artísticas (más depuradas en los años 70), pero también en los textos: “Padece aislamiento el encargado de las computadoras, el que no encuentra quién escuche sus problemas, el que se siente un ser anónimo al cruzar la calle entre una inmensa masa que camina ingobernable”. Además el artista aborda el significado de la oficina, que considera otro “lugar de alienación y control del ser humano”, explica el comisario de la exposición. Y las metáforas del círculo y el laberinto, donde se halla recluido el individuo en el actual sistema de producción y consumo. Esta realidad se plasma en composiciones grises, planas y frías.

El pintor participa en numerosísimas exposiciones y muestras durante estos años. La muestra del IVAM se detiene en una de las primeras, la Bienal de Venecia de 1968, a la que Anzo fue invitado. Durante más de cien días, los alumnos de la Escuela de Bellas Artes ocuparon las calles y las aulas. El artista presentó en la Bienal una decena de obras sobre su gran preocupación: la soledad individual ante el avance del progreso tecnológico. Refuerzan este punto de vista algunos libros recogidos en la exposición: “Vigilar y castigar”, de Foucault; “Ideología, praxis y mito de la tecnocracia”, de Juan Vallet de Goytisolo; y un texto de Siegfried Kracauer, “Los empleados”. El cine también aporta argumentos similares. Un fragmento de la película “Playtime” (1967), del realizador Jacques Tati, narra la peripecia del señor Hulot por un edificio de oficinas, donde los empleados –estandarizados y debidamente uniformados- desarrollan mecánicamente sus rutinas. El filme “Mechanical Principies”, de Ralph Steiner encuentra un hueco en la muestra, al igual que el vídeo de una rata aprisionada en un engranaje circular que rueda sin pausa. “Es el aislamiento de los integrados; es la soledad de los engranajes de las piezas que funcionan al unísono con las restantes del mecanismo”, subraya José Iranzo Almonacid. Así, individuos eficientes controlan al prójimo mientras son objeto de control. “Archivan, registran, clasifican e incluso a veces deciden algo”.

La cuestión tenía vigencia en la época. De ahí la floración de novelas que seguían el precedente de los clásicos: “1984”, de Orwell; “Un mundo feliz”, de Huxley; “Farenheit 451”, de Ray Bradbury; o “Nosotros”, de Yevgeni Zamiatin, entre otros. La exposición del IVAM incluye los ecos que esta literatura encontró en el estado español, desde la mitad de los años 60, en novelistas como Miguel Espinosa (“Escuela de mandarines”), Juan José Plans (“Paraíso final”), Antonio Burgos (“El contrabandista de pájaros”), Miguel Delibes (“Parábola del náufrago”), Enrique Jarnés, Jorge Ferrer-Vidal (“Los papeles de Ludwig Jäger) o Manuel García-Viñó. El cine español de los años 60 y 70 también se hace eco de la angustia por una sociedad deshumanizada. Dos de los ejemplos fueron “El asfalto” (1966), de Narciso Ibáñez Serrador; y “La cabina” (1972), de Antonio Mercero. En esta película José Luis López Vázquez queda enclaustrado en una cabina telefónica de la vía pública, que opera como metáfora. A partir de 1985, y hasta 1993, Anza desarrolló una nueva fase de su obra, que los críticos han llamado de “Geometría Lírica”. Además trabajó las piezas escultóricas y el arte monumental en los espacios.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=229481&titular=el-individuo-alienado-y-la-sociedad-del-control-

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