Diabetes afecta más a indígenas mayas mexicanos, revela estudio

América del Norte/ México, Prensa Latina
Entre la población indígena mexicana la de los maya-hablantes es la que refleja un alza en la detección y mortalidad de la diabetes mellitus tipo dos, revela hoy un estudio.

El problema de la Diabetes Mellitus-T2 entre maya-hablantes de las tierras bajas. Algunas cuestiones de política pública, es el título de la pesquisa.

Fue realizada por el doctor Sergio Lerin, del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social.

Indica que aunque la relación entre diabetes y población indígena es imposible especificarla por falta de un indicador étnico, en el estado de Quintana Roo la enfermedad ocupa el segundo lugar en causas de muerte con una tasa de 35,7.

Mientras, en Campeche, con una elevada población maya-hablante, ese padecimiento está en segundo lugar con una tasa de 59,5, explicó el especialista.

Dijo que en Yucatán, el estado con el mayor número de maya-hablantes, la letalidad por diabetes aumenta año tras año, ‘al ocupar el tercer lugar de muertes con una tasa de 58,3, datos alarmantes ante la nacional de 70,9’.

En cuanto a Yucatán, el aumento de la diabetes, complicaciones y letalidad crece en zonas rurales, resaltó.

La dieta diaria, el estilo de vida y una falta de prevención oportuna de la enfermedad propician su aparición en estados como Campeche, Quintana Roo y Yucatán.

Además, este último es un caso particular por tener el primer lugar en obesidad del país, agregó.

Parte del problema está en la poca comunicación intercultural entre los servicios médicos y esas comunidades, así como la falta de materiales en maya que puedan leer los pacientes, y especialistas que no hablan la lengua.

El próximo 14 de noviembre es el Día Mundial de la Diabetes, declarado en 2006 por la Organización de las Naciones Unidas.

Fuente: http://www.prensa-latina.cu/index.php?o=rn&id=41144&SEO=diabetes-afecta-mas-a-indigenas-mayas-mexicanos-revela-estudio

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Causan placer y generan daños

Miguel Angel Ferrer

El sobrepeso, la obesidad y la diabetes son fenómenos multifactoriales. En general son producto de la vida sedentaria moderna y de la ingesta calórica excesiva. De modo que el incremento en la actividad física y el decremento en la ingesta calórica serían las primeras recomendaciones para combatir exitosamente esas tres patologías que en México y en muchos otros países constituyen una verdadera epidemia.

Pero conseguir que la población incremente su actividad física no es tarea sencilla. Son una inmensa minoría las personas que hacen deporte sistemáticamente. Y lo mismo puede decirse de otros tipos de actividad física. La vida moderna no implica la necesidad del esfuerzo físico.

Y lograr que la población renuncie voluntariamente a una ingesta alimenticia abundante y sobreabundante es, como lo prueba la experiencia mexicana y universal, una tarea de muy difícil cumplimiento.

La cantidad de alimentos ingeridos, sin embargo, no explica del todo la existencia y crecimiento de esas tres patologías. También cuenta la calidad, es decir, el tipo de alimentos consumidos.

Se sabe bien que la comida rica en carbohidratos y particularmente las bebidas azucaradas que produce la industria refresquera son los factores más importantes de sobrepeso, obesidad y diabetes.

Por eso es que hace más de diez años las autoridades de salud mexicanas emprendieron una cruzada para desestimular el consumo de esas bebidas. El punto central de esa campaña desestimulante fue la vía fiscal. Se creó por ley un impuesto de un peso por litro de refresco. Es decir: se encareció el producto sabiendo, como se sabe, que el sobreprecio sería pagado por el consumidor final.

La lógica económica de la medida era impecable: un aumento de precio debe conducir a una disminución de la demanda. Pero este postulado económico no siempre se cumple. Existe abundante experiencia histórica demostrativa de que a pesar del aumento de precio de equis producto no cae la demanda del mismo. Es el caso paradigmático de las gasolinas y, en general, de los combustibles.

Luego de casi diez años de haber entrado en vigor el impuesto desestimulante los resultados en la baja en el consumo son bastante pobres. Según se nos dice en los medios de comunicación, la Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que gracias a ese gravamen el consumo de refrescos descendió en seis por ciento en 2014 y en ocho por ciento en 2015.

Los resultados, como es claro, resultan decepcionantes. Pero ahora los promotores de la vía impositiva plantean la necesidad de incrementar el impuestos en ciento por ciento: de un peso a dos pesos por litro. ¿De aprobarse el nuevo gravamen habrá buenos resultados? Quizás tan decepcionantes como los ya conseguidos.

¿Qué hacer entonces? ¿Más información sobre los perjuicios que causan las bebidas azucaradas? Ya hay suficiente, pero nunca saldrá sobrando que haya más. Como en el caso del tabaquismo, el alcoholismo y la afición a las drogas no etílicas el punto central del problema radica en ese gusto humano por consumir productos que al mismo tiempo causan placer y generan daños. Y contra ese gusto no parece haber armas suficientes.

Y lo mismo puede decirse del gusto por comer en exceso. Las raciones grandes y notoriamente excesivas son el pan nuestro de cada día. La moderación y  el raciocinio al comer y beber no parecen ser cualidades del ser humano moderno.

Moderación y raciocinio serían las medidas adecuadas para combatir y vencer estos flagelos patológicos que nos agobian. ¿Queda espacio para la esperanza? ¡Ah!, el placer de comer y beber en exceso.

Fuente del articulo: http://www.telesurtv.net/bloggers/Causan-placer-y-generan-danos-20161021-0001.html

Fuente de la imagen: http://atusaludenlinea.com/wp-content/uploads/2016/10/los-refrescos.jpg

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