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Por qué los especialistas dicen que es un momento decisivo para los bosques

Por Emilio Godoy | 25/05/2021 | Ecología social

Fuentes: IPS [La pandemia de covid exacerbó las presiones de deforestación y aumentó la urgencia de tomar medidas para apoyar la ordenación forestal sostenible. En la imagen, el bosque de la Sierra Juárez, en el estado de Oaxaca, en el sur de México. Foto: Emilio Godoy /IPS]

Un nuevo informe mundial sobre los bosques afirma que la pandemia de covid-19 es la última amenaza para alcanzar los ambiciosos objetivos de protección de los bosques, ha puesto de manifiesto la importancia de los bosques para el bienestar mundial, y que este reconocimiento debe ser respondido ahora con una acción colectiva.

El reporte anual sobre los Objetivos Forestales Globales se presentó durante la 16 sesión del Foro de las Naciones Unidas sobre los Bosques (FNUB), que se celebra  desde el lunes 26 y hasta el viernes 30 de abril, parte en forma presencial en la sede del organismo mundial en Nueva York.

Se basa en datos e información presentados por 52 Estados miembros que engloban 75 % de los bosques del mundo.

El informe concluye que, si bien los países han tomado medidas para proteger sus bosques, esos esfuerzos deben acelerarse para alcanzar objetivos mundiales ambiciosos.[pullquote]3[/pullquote]

El documento sigue el progreso de los países en el cumplimiento de los ambiciosos objetivos establecidos en el Plan Estratégico de las Naciones Unidas para los Bosques 2030.

En el marco de ese plan, los países se comprometieron a acelerar el ritmo de la protección de los bosques, pasando del objetivo inicial de lograr la deforestación neta a aumentar la superficie forestal mundial en 3 % para 2030 y a erradicar la pobreza extrema para todas las personas que dependen de los bosques.

Aunque el reporte anual reconoce el trabajo realizado por los países en áreas como la reducción de la pobreza de las personas que dependen de los bosques, las iniciativas para aumentar la financiación de los bosques y la cooperación en la gestión sostenible de los mismos, afirmó que aún queda mucho por hacer.

Tras señalar que África y América del Sur perdieron cubierta forestal durante el periodo de referencia, la publicación afirmó que los bosques siguen estando amenazados.

“Cada año, siete millones de hectáreas de bosques naturales se convierten en otros usos de la tierra, como la agricultura comercial a gran escala y otras actividades económicas. Y aunque la tasa mundial de deforestación ha disminuido en la última década, se siguen perdiendo bosques en los trópicos, en gran medida por causas humanas y naturales”, afirma el documento.

La vicesecretaria general de las Naciones Unidas, Amina J. Mohammed, resaltó que el documento se presenta en un momento crucial para los bosques del mundo.

El informe lanzado durante el FNUB menciona la creciente preocupación de algunos países de que las repercusiones económicas de la pandemia conduzcan a una reducción de la financiación de los donantes para los bosques.

Afirma que África, la región de Asia-Pacífico y algunos países de América Latina se enfrentan a una disminución de la financiación de los bosques, ya que los escasos fondos públicos se están priorizando en las necesidades inmediatas de salud pública.

Mohammed afirmó que, si bien la crisis de la covid ha supuesto un golpe para la mitigación de la pobreza y los objetivos de desarrollo sostenible, está presentando una oportunidad para hacer las paces con la naturaleza a través de una recuperación verde, con bosques sanos como base sólida.

“Nos encontramos en un momento decisivo. 2021 nos ofrece una oportunidad única para detener la rápida pérdida de biodiversidad y la degradación de los ecosistemas, al tiempo que abordamos la emergencia climática y la desertificación y hacemos más sostenibles nuestros sistemas alimentarios, con los objetivos de desarrollo sostenible como guía”, dijo la jefa adjunta de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

El impacto de la pandemia

El responsable de la Secretaría del FNUB, Alexander Trepelkov, hizo una presentación sobre el impacto de la covid en los bosques y el sector forestal.

Concluyó que la pandemia ha agravado las dificultades de las personas que dependen de los bosques y ha puesto de manifiesto las lagunas y vulnerabilidades sistémicas.

Se pedía la integración de soluciones basadas en los bosques en la recuperación de la pandemia, la aceleración de la aplicación de los objetivos internacionales relacionados con los bosques y recursos adecuados para la silvicultura.

Mientras tanto, al margen en paralelo al Foro, un grupo de 15 organizaciones internacionales lanzó en otro encuentro una declaración conjunta sobre los retos y las oportunidades que supone detener la deforestación.

Se produjo durante una reunión de la Asociación de Colaboración en materia de Bosques, que encabeza la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

La directora de la División de Bosques de la FAO, Mette Wilkie, dijo a IPS que como ecosistemas que albergan la gran mayoría de la biodiversidad terrestre y 75 % del agua dulce, sin los bosques no se pueden alcanzar los objetivos climáticos.

“Los bosques también proporcionan numerosos productos para la vida cotidiana, desde el uso tradicional de la madera hasta las mascarillas, guantes y desinfectantes de manos que todos utilizamos durante la actual pandemia de covid-19. Proporcionan más de 86 millones de puestos de trabajo ecológicos y apoyan el sustento de muchas más personas en todo el mundo”, dijo Wilkie.

Remarcó que “a medida que invadimos cada vez más los bosques y los hábitats de la fauna silvestre para ampliar la producción agrícola, los asentamientos y las infraestructuras, el riesgo de que las enfermedades pasen de los animales a las personas aumenta exponencialmente”.

“Es evidente que no podremos alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible y el futuro que queremos a menos que detengamos la deforestación y la degradación de los bosques y aumentemos nuestros esfuerzos para proteger, gestionar y restaurar nuestros bosques», planteó.

Wilkie, presidenta de la Asociación de Colaboración en materia de Bosques, dijo a IPS que la pandemia de covid-19 ha exacerbado las presiones de la deforestación y ha aumentado la urgencia de la acción para apoyar la gestión sostenible de los bosques.

“Los confinamientos han provocado interrupciones en los mercados y en las cadenas de suministro y han causado pérdidas de puestos de trabajo, lo que ha desencadenado una migración inversa hacia las zonas rurales y ha aumentado la presión sobre los bosques para proporcionar medios de subsistencia”, dijo

Añadió que, por otro lado, “la inversión en la restauración de los bosques y la gestión sostenible de los mismos puede crear puestos de trabajo y medios de subsistencia ecológicos y, al mismo tiempo, crear hábitos para la biodiversidad y mitigar el cambio climático y adaptarse a él”.

T: MF / ED: EG

Fuente: http://www.ipsnoticias.net/2021/04/los-especialistas-dicen-momento-decisivo-los-bosques/

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Mundo: ‘Momento decisivo’ para los bosques

Mundo/30-04-2021/Autor(a) y Fuente: news.un.org

Los bosques son el núcleo de nuestros esfuerzos para restaurar nuestra relación con el mundo natural, dijo el lunes el subjefe de la ONU en el Foro de la ONU sobre Bosques . 

La Vicesecretaria General Amina Mohammed dijo que estábamos en un “momento decisivo” y agregó que los bosques cumplen funciones vitales, incluso como guardianes de las fuentes de agua dulce y la protección de la biodiversidad. 

“Los bosques están en el centro de las soluciones que pueden ayudarnos a hacer las paces con la naturaleza”, subrayó, y enfatizó que “necesitamos la mano de obra” para apoyar a los bosques en todo el mundo. 

Además, no protegerlos tendría un impacto negativo importante en las emisiones de carbono dañinas y crecientes. 

El subjefe de la ONU dijo que los bosques deben ser financiados adecuadamente, incluso mediante el alivio de la carga de la deuda de aquellos Estados que se espera que hagan más por la protección de los bosques y la agricultura sostenible en general.  

‘Crisis globales de amplio alcance’ 

Al señalar que el mundo se enfrenta a «crisis globales de gran alcance» que están «intrínsecamente vinculadas» a la salud y la sostenibilidad de nuestro medio ambiente, el presidente de la Asamblea General, Volkan Bozkir, calificó la discusión como «particularmente oportuna».  

“Claramente nuestro mundo nos está diciendo que hay un problema en nuestra relación con la naturaleza”, dijo, y señaló el impacto de COVID-19 , una enfermedad zoonótica que resalta los riesgos asociados con la invasión humana; tasas de extinción de especies, que oscilan entre 100 y 1000 veces por encima de la tasa de referencia; y el aumento del calentamiento global, con 2016 y 2020 empatados como los años más cálidos registrados. 

“Desafortunadamente, como sociedad, tendemos a enfocarnos en los síntomas y no en las condiciones subyacentes, y hemos ignorado los mensajes de la Tierra durante demasiado tiempo”, dijo el presidente de la Asamblea. «Con suerte, podemos ayudar a cambiar eso».   

Generar impulso político 

El funcionario de la ONU llamó la atención sobre un diálogo de alto nivel el 20 de mayo que se centrará en la recuperación de la pandemia y destacará cómo ayudar a abordar la desertificación, la degradación de la tierra y la sequía.  

Abarcará un «fuerte impulso en torno a la necesidad de utilizar este esfuerzo de recuperación trascendental para crear puestos de trabajo y proyectos listos para comenzar que apoyen la restauración de la tierra, la agricultura regenerativa, la energía renovable y la eficiencia energética, así como las inversiones en la gestión sostenible de la tierra», dijo el Sr. .Bozkir.  

Esperaba que la discusión también ayudara a respaldar la Convención de las Naciones Unidas para Combatir la Desertificación , los objetivos de neutralidad de la degradación y los planes nacionales de sequía , en línea con el Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres , las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional de los compromisos de los países para incrementar las acciones climáticas hasta 2015 Acuerdo de París y compromisos futuros en el marco del Marco Mundial para la Diversidad Biológica posterior a 2020 . 

El presidente de la Asamblea señaló que 2021 será “un año histórico para las tres Convenciones de Río sobre Desertificación, Biodiversidad y Cambio Climático ”, y agregó que estos importantes temas están vinculados y las acciones deben coordinarse para lograr el máximo impacto.  

Los bosques ofrecen esperanza para sanar a las personas, el medio ambiente y la economía: jefe de la FAO

“Al pasar de la Década de la Lucha contra la Desertificación a una nueva Década de Restauración de Ecosistemas , aprovechemos esta oportunidad para renovar nuestro compromiso de crear un futuro más equitativo, donde todas las personas se beneficien de vivir en armonía con la naturaleza”, dijo. 

Avanzando 

Liu Zhenmin, jefe del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU , habló sobre una nueva investigación que vincula la restauración forestal exitosa con la reducción de la pérdida de biodiversidad y la extinción de especies.  

Sostuvo que los hábitats bien conservados y la agricultura saludable son caminos clave a seguir y también subrayó la importancia de los pueblos indígenas en la protección y preservación de los bosques, calificando su función de “primordial”. 

“Invertir en bosques es invertir en nuestro futuro”, dijo. “Debemos fortalecer nuestros esfuerzos globales para proteger y restaurar los bosques y apoyar los medios de vida de las comunidades que dependen de los bosques. Sólo entonces podremos hacer realidad nuestra visión compartida de un mundo más justo, equitativo y sostenible ”. 

© FAO / Xiaofen Yuan
El progreso en la protección de los bosques del mundo está en riesgo debido a los devastadores impactos de la pandemia COVID-19 y la escalada de las crisis climáticas y de biodiversidad, según el Informe de los Objetivos Forestales Mundiales 2021.

Los bosques son clave

En su mensaje en video , QU Dongyu, Director General de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación ( FAO ), dijo que los bosques saludables son la clave para “reconstruir mejor”.

Dado que proporcionan energía, seguridad alimentaria e ingresos al mismo tiempo que almacenan carbono y albergan la mayor parte de la biodiversidad terrestre de la Tierra, dijo que «los bosques ofrecen esperanza para sanar a las personas, el medio ambiente y la economía». 

«Nuestra generación debe ser la que detenga la deforestación, la pérdida de biodiversidad y el cambio climático … y logre una mejor nutrición, una mejor producción, un mejor medio ambiente y una mejor vida», dijo el jefe de la FAO.

Informe sobre los objetivos forestales mundiales 

El evento también lanzó el Informe de los Objetivos Forestales Globales 2021 , que evalúa la situación del mundo en la implementación del Plan Estratégico de las Naciones Unidas para los Bosques 2030 . 

Si bien el mundo ha estado progresando en áreas clave, como el aumento de la superficie forestal mundial a través de la forestación y la restauración, los hallazgos revelan que el empeoramiento del estado de nuestro entorno natural amenaza estos y otros logros.  

“Antes de la pandemia, muchos países estaban trabajando arduamente para revertir la pérdida de bosques nativos y aumentar las áreas protegidas designadas para la conservación de la biodiversidad”, escribió el Secretario General António Guterres en el prólogo del informe.  

“Algunas de esas ganancias están ahora en riesgo con las preocupantes tendencias de una mayor deforestación de los bosques tropicales primarios”.

Fuente e Imagen: https://news.un.org/en/story/2021/04/1090622

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Los indígenas protegen mejor los bosques de América Latina

Las tasas de deforestación en América Latina y el Caribe son más bajas en las áreas indígenas y tribales donde los gobiernos han reconocido formalmente los derechos colectivos territoriales, de acuerdo con una revisión de más 300 estudios realizada en conjunto por la FAO y el FILAC.

Los pueblos indígenas y tribales, “y los bosques en sus territorios, cumplen un papel vital en la acción climática global y regional, y en la lucha contra la pobreza, el hambre y la desnutrición”, señaló Julio Berdegué, representante regional de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura).

Sus territorios “contienen alrededor de un tercio de todo el carbono almacenado en los bosques de América Latina y el Caribe y 14 por ciento del almacenado en los bosques tropicales de todo el mundo”, agregó Berdegué.

La FAO y el FILAC (Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y el Caribe), presentaron este jueves 25 en esta capital su informe “Los pueblos indígenas y tribales y la gobernanza de los bosques”.

La conclusión central del informe, con análisis de más de 300 estudios científicos realizados en los últimos 20 años, es que los pueblos indígenas y tribales han sido mejores guardianes de sus bosques en comparación con los responsables de los demás bosques de la región.

Los mejores resultados se observaron en los territorios de los pueblos indígenas que cuentan con títulos legales colectivos reconocidos: entre 2000 y 2012 las tasas de deforestación en varios de estos territorios en la Amazonia fueron solo entre la mitad y un tercio de las de otros bosques con características ecológicas similares.

Según los análisis de FAO-FILAC, la tasa de deforestación en los bosques indígenas donde se ha asegurado la propiedad de la tierra es 2,8 veces menor que fuera de esas áreas en Bolivia, 2,5 veces menor en Brasil y dos veces menor en Colombia.

Los territorios colectivos titulados evitaron cada año, en esos tres países, entre 42,8 y 59,7 millones de toneladas métricas de emisiones de dióxido de carbono (CO2), gas de efecto invernadero que causa calentamiento global.

Esas emisiones ahorradas equivalen a sacar de circulación entre nueve y 12,6 millones de vehículos durante un año.

De las 404 millones de hectáreas ocupadas por los pueblos indígenas, los gobiernos han reconocido formalmente sus derechos de propiedad colectiva o usufructo sobre cerca de 269 millones de hectáreas.

En la cuenca amazónica “45 por ciento de los bosques intactos se encuentran en territorios indígenas, y la evidencia de su papel vital en la protección forestal es clara como el agua”, según Myrna Cunningham, presidenta de FILAC.

“Mientras que el área de bosque intacto disminuyó solo 4,9 por ciento entre 2000 y 2016 en las áreas indígenas de la región, en las no indígenas se redujo en 11,2 por ciento”, dijo Cunningham.

Agregó que “eso hace evidente por qué su voz y su visión deben tenerse en cuenta en todas las iniciativas y marcos globales relacionados con el cambio climático, la biodiversidad y la silvicultura, entre muchos otros temas”.

Los pueblos indígenas y tribales participan en la gobernanza comunal de entre 320 y 380 millones de hectáreas de bosques en la región, que almacenan alrededor de 34 000 millones de toneladas métricas de carbono, más que todos los bosques de Indonesia o de la República Democrática del Congo.

Mientras que los territorios indígenas de la cuenca del Amazonas perdieron menos de 0,3 por ciento del carbono en sus bosques entre 2003 y 2016, las áreas protegidas no indígenas perdieron 0,6 y otras zonas que no eran territorios indígenas ni áreas protegidas perdieron 3,6 por ciento.

Como resultado, a pesar de que los territorios indígenas cubren 28 por ciento de la cuenca del Amazonas, solo generaron 2,6 por ciento de las emisiones brutas de carbono de la región.

Sin embargo, la investigación sugiere que su función protectora está cada vez más en riesgo, en un momento en que la Amazonia se acerca a un punto de inflexión, que podría tener impactos preocupantes en las precipitaciones y en la temperatura y, eventualmente, en la producción de alimentos y el clima global.

El informe pide a los gobiernos, a los financiadores climáticos, al sector privado y a la sociedad civil que inviertan en iniciativas que fortalezcan el papel de los pueblos indígenas y tribales en la gobernanza forestal, refuercen sus derechos territoriales comunales y los compensen por los servicios ambientales que brindan.

Fuente: https://rebelion.org/los-indigenas-protegen-mejor-los-bosques-de-america-latina/

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Honduras: El grito de los bosques en tierra Tolupán: 100 asesinados por protegerlos

La etnia más antigua de Honduras se enfrenta al Estado y a empresas madereras al oponerse a la tala indiscriminada. Son apenas unos 20.000 indígenas en un territorio que posee uno de los mejores pinares del país. Más de un centenar de ellos han sido víctimas mortales de esa violencia que enfrentan todos los días los defensores ambientales en América Latina.

Ángela Murillo y José María Pineda necesitan un día completo para llegar desde San Francisco Locomapa en el departamento de Yoro, a la ciudad de San Pedro Sula, al norte de Honduras. En bus, a pie o en mula, tienen que atravesar caminos inexistentes donde el Estado no llega con unos mínimos servicios básicos. Pertenecen a uno de los pueblos originarios más antiguos de América Latina, el Tolupán, y el territorio donde viven se caracteriza por tener uno de los mejores bosques de pino del país y ser una región rica en oro, óxido de hierro y plata.

“No somos pobres, el sistema nos ha empobrecido”, cuenta Pineda en videollamada. El líder tolupán tiene 61 años y trabaja por la defensa del territorio desde hace más de 30, cuando las empresas madereras y mineras empezaron a dejar los cerros pelados, extrayendo los recursos de manera ilegal en un territorio cuyo título de propiedad pertenece al pueblo Tolupán. Un documento que data de 1874 y que la ley hondureña actual no reconoce.

Los tolupanes denuncian que la deforestación de sus bosques se inicia a través de los planes anuales de manejo forestal, aprobados por el Instituto de Conservación Forestal (ICF), y otorgados a poderosas madereras como Velomato o Inmare, propiedad de terratenientes locales. Pineda ya ha sido acusado en tres ocasiones del delito de obstaculización de la ejecución de un plan de manejo forestal. Unos procesos de criminalización donde fue defendido por el Movimiento Amplio por la Dignidad y la Justicia (MADJ), una organización que acompaña a los tolupanes en la defensa de sus derechos. “Si no fuera por este apoyo, ya llevaría ocho años de estar preso”, recalca el líder.

Un tercio de los bosques vírgenes que quedan en el mundo se encuentra en tierras administradas por pueblos indígenas o que les pertenecen

Agrupados en 31 tribus, repartidas por los departamentos de Yoro y de San Francisco Morazán, los tolupanes cuentan con una población de unas 20.000 personas. Cada tribu cuenta con un consejo directivo que decide sobre la gestión de los recursos naturales. Sin embargo, las 996 familias de las 19 comunidades que forman el municipio de San Francisco de Locomapa se encuentran parcialmente divididas. Su Consejo Directivo ha sido acusado de negociar los bosques a espaldas de las asambleas. Y cuando se dieron cuenta, dice Pineda, ya tenían las máquinas en el territorio, sin informarles de los derechos que tienen como pueblo y vulnerando el derecho a la consulta previa, libre e informada. Así, Pineda y Murillo, junto a buena parte de la comunidad, conformaron un Consejo Preventivo de Tribu, como manera de seguir luchando y protegiendo el territorio sin atender a los intereses empresariales, tanto nacionales como internacionales.

“Un trabajo que vale la pena”, dice Murillo, que a sus 42 años ya ha pasado también por uno de estos procesos de criminalización por parte de las empresas. “Nos mandan amenazas continuas, gasean a las comunidades y asesinan a nuestras compañeras”, y recuerda a través de la videollamada el asesinato en 2013 de la lideresa María Enriqueta Matute, junto a dos compañeros más, a manos de sicarios.

Es la alarmante realidad que viven los tolupanes, denunciada reiteradamente por Naciones Unidas como parte de esa violencia que enfrentan todos los días los defensores ambientales en América Latina por luchar contra un modelo extractivista, impulsado por unos Estados que no tienen en cuenta los derechos de los pueblos. Particularmente en Honduras donde, así como la activista Berta Cáceres fue asesinada hace cinco años por defender un río de una empresa hidroeléctrica, más de 100 indígenas tolupanes han pagado con su vida por luchar contra el despojo forestal en las últimas décadas, según el MADJ.

No respetan los límites con las fuentes de agua. Además, si marcan un árbol, se llevan tres. Estas empresas son incontrolables”

JOSÉ MARÍA PINEDA, LÍDER INDÍGENA

“Recibimos discriminación, destierro y muerte cuando buscamos defendernos. Queremos una vida digna, no como la de ahora. Se sorprenderían si vieran cómo vivimos aquí, a pesar de estar rodeadas de tanta riqueza”. Y luchan, no solo por la salida de las empresas de los territorios, sino también contra la contaminación de los ríos, por el abandono estatal en educación, sanidad y demás servicios básicos, y por el racismo que sufren a la hora de exigir sus derechos. “Es una odisea llegar al hospital más cercano, a ocho horas de camino. Y cuando llegas, ves como primero atienden a la persona andina antes que a la indígena”, asegura Murillo.

“Recuerdo las palabras de Matute cuando le preguntaba si tenía miedo”, dice Pineda, “ella me decía que no, porque quería que sus hijos vivieran de manera libre en esta tierra”. Y también evoca las palabras de otro compañero asesinado cuando estaba frente al sicario: “No me mates, porque yo también defiendo tus derechos”. Y el sicario le disparó en la cabeza. “Estas palabras y la lucha de los caídos nos dan más fuerza. Si no nos defendemos nosotros, nadie más lo va a hacer”.

Al hablar sobre si la justicia existe en Honduras, ambos ríen. “Vale más la vaca de un rico que un indígena. Tenemos la madera detrás de la casa, pero no tenemos dinero para salvarla”, dice Pineda. “El Gobierno es responsable de las vidas que han dado los compañeros y compañeras, porque no nos ha protegido y nos ha matado”, destaca Murillo.

El territorio donde viven los tolupanes se caracteriza por tener uno de los mejores bosques de pino de Honduras

Honduras es un país señalado por organizaciones defensoras de derechos humanos por negar la existencia de los pueblos indígenas y facilitar las condiciones del extractivismo. “Al sistema no le interesa que nosotros vivamos, más bien que desaparezcamos para hacer uso de estos territorios”, afirma Pineda. De poco o nada sirve estar bajo el amparo del Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), firmado también por el propio país, que exige no adelantar proyectos en sus territorios sin un consentimiento tácito. Sin embargo, un informe de Intermón señala que cerca del 20% de las concesiones mineras y de producción de energía e hidrocarburos se encuentran en tierras indígenas.

La importancia de los bosques

Naciones Unidas recordó el pasado 3 de marzo, Día Mundial de la Vida Silvestre, que la pérdida anual de bosque equivale a una superficie mayor que la de Dinamarca y que esta destrucción implica, no solo una merma enorme de la biodiversidad, sino también un freno menos al avance del cambio climático y la destrucción del sustento de millones de familias en el mundo. Hoy, Día Mundial de los Bosques, lo vuelve a reiterar poniendo en valor los conocimientos de las comunidades ancestrales que los han gestionado a lo largo del tiempo. Un aspecto reforzado por un nuevo estudio publicado en la revista Frontiers in Ecololgy and the Environment que afirma que más de un tercio de los bosques vírgenes que quedan en el mundo se encuentra en tierras administradas por pueblos indígenas o que les pertenecen. La investigación insta al reconocimiento universal de sus derechos a la propiedad de la tierra, a elaborar políticas que tengan en cuenta su rol en la conservación y a reducir urgentemente la deforestación para frenar el cambio climático y la pérdida de biodiversidad. Todo lo contrario de lo que sucede en territorio tolupán.

Lugar donde descansan los restos de José Salomón Matute y Juan Samael Matute, miembros del pueblo tolupán asesinados en febrero de 2019.
Lugar donde descansan los restos de José Salomón Matute y Juan Samael Matute, miembros del pueblo tolupán asesinados en febrero de 2019.FOTOS CEDIDAS POR EL MADJ

“Cuando la empresa entra en el bosque nosotros nos quedamos con la deforestación indiscriminada. Esto significa que el río y la quebrada van a desaparecer. Si dejamos que esto continúe así, vamos a desaparecer también”, destaca Pineda. “No respetan los límites con las fuentes de agua. Además, si marcan un árbol, se llevan tres. Estas empresas son incontrolables”. Efectivamente, el negocio de la explotación de la madera en territorio tolupán no es nada transparente. Así lo señala una investigación del Centro de Estudios para la Democracia (CESPAD) que asegura que de enero a mayo de 2019 se habrían cortado 13.499 árboles, 4.500 más de lo previsto en el Plan de Manejo.

Naciones Unidas recuerda que la pérdida anual de bosques equivale a una superficie mayor que la de Dinamarca

Los recientes huracanes Iota y Eota vinieron a agravar la situación. Causaron la pérdida de casas y escuelas, la destrucción de caminos y cultivos de café, maíz y yuca. Y se sumaban a los efectos de una pandemia que no pueden asegurar que haya llegado al territorio, porque no hay acceso a pruebas. “Todo esto nos ha dejado en una miseria total. Nos curamos con la naturaleza, porque es imposible acceder a los servicios de salud. Entonces, si nuestro entorno desaparece, nosotras también con él”, dice la lideresa tolupana. Un cúmulo de factores que han hecho que, ante la falta de oportunidades, muchos jóvenes se hayan visto obligados a migrar en busca de mejores condiciones de vida.

La educación en tiempos de pandemia

La dificultad para acceder a los servicios básicos se extiende a la educación. No tienen recursos para poder comprar un teléfono y las pocas personas que tienen uno, raramente pueden conectarse a la red. “Como pueblo tolupán estamos fuera del sistema porque no tenemos esa capacidad y nos preocupa tener un grupo de personas analfabetas en un futuro”, afirma Pineda.

Más de 100 indígenas tolupanes han sido asesinados por la defensa de sus bosques, según denuncia el Movimiento Amplio por la Dignidad y la Justicia (MADJ)
Más de 100 indígenas tolupanes han sido asesinados por la defensa de sus bosques, según denuncia el Movimiento Amplio por la Dignidad y la Justicia (MADJ)FOTOS CEDIDAS POR EL MADJ

Hace unos meses, a raíz de la falta de acceso a la educación en este pueblo, desde el área de formación del MADJ se inició un proyecto de una escuela de alfabetización que tuvo buen resultado. “Los indígenas tolupanes no han tenido la oportunidad de poder formarse. El primer curso fue muy bien, con más de 50 personas, entre ellas un hombre de 85 años que no falló a ninguna clase, a pesar de estar a más de dos horas y media de camino montaña arriba”, explica por videollamada Darwin Alachán, coordinador del equipo operativo del MADJ. A pesar de que la pandemia obstaculiza el inicio del segundo módulo, Alachán recalca la importancia de que estos procesos se sostengan en el tiempo, a pesar de que las comunidades tengan que salir a otros territorios por la falta de energía eléctrica en las áreas del pueblo Tolupán. De esta manera, se podrán ir consolidando proyectos como el de la radio comunitaria, estancada debido al asesinato de Juan Samael Matute, a quien se le había formado en nuevas tecnologías.

Una formación educativa que también pasa por el respeto a la lengua y la cultura tolupana. En su lengua, el tol, tolupán significa “ser lleno de color producto de la tierra”. Este idioma está en situación crítica de extinción, según el Atlas UNESCO de las lenguas del mundo en peligro. “Se mantiene vivo entre los ancianos, pero la juventud apenas habla palabras sueltas. No queremos perder nuestra cultura propia, esa es nuestra riqueza”, señala Pineda.

En medio de los mejores bosques de pino de Honduras, los tolupanes sueñan con tener por fin la radio comunitaria, viviendas dignas, educación y sanidad de calidad, y que sus hijos e hijas puedan disfrutar de una vida libre. Esos sueños que ya tenían María Enriqueta Matute y la propia Berta Cáceres, quien también estuvo al lado del pueblo Tolupán, tal y como recuerda Murillo. “Son ejemplos de mujeres valientes indígenas que han dado su vida por un derecho que nos pertenece a todas. Las generaciones venideras vamos tras sus pasos, con la conciencia de continuar protegiendo los bosques y la vida”.

Fuente: https://elpais.com/planeta-futuro/2021-03-20/el-grito-de-los-bosques-en-tierra-de-los-tolupanes.html

 

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Perú, IGP: La mejor estrategia para ayudar a los bosques es la educación

América del Sur/Perú/06-09-2020/Autor(a) y Fuente: www.andina.pe

Investigador James Apaéstegui alerta sobre deforestación, minería ilegal y avance de cultivos industriales.

La mejor estrategia para ayudar a los bosques es la educación, asegura el ingeniero James Apaéstegui, investigador científico del Instituto Geofísico del Perú (IGP), al conmemorarse hoy, 1° de setiembre, el Día del Árbol.

En un artículo titulado ‘La Amazonía: reserva de Agua para los Andes’, el investigador aboga por una educación “que considere a la naturaleza como parte vital de un sistema para mejorar la calidad de vida de las personas y que fomente el desarrollo sostenible de los bosques”.
El 60 % del territorio peruano está cubierto de bosques, característica que coloca al Perú en el noveno lugar entre los países con mayor extensión forestal del planeta, resalta Apaéstegui, al plantear la necesidad de un mayor esfuerzo colectivo para defender la Amazonía.
Importancia de la Amazonía
Conmemorar el Día del Árbol nos lleva directamente a pensar en la Amazonía y en su importancia para la humanidad, escribe.
“El 70 % de las plantas alimenticias y el 80 % de las especies medicinales del Perú proceden de sus bosques, los que no solo consiguen capturar los gases del efecto invernadero, sino que también sirven como hábitat para especies endémicas”, continúa.
El texto deja en claro que la importancia del bosque se sitúa bastante más allá del valor monetario de sus recursos forestales y su materia prima.
“Los bosques disminuyen los procesos de erosión y pérdida de los suelos”, añade el investigador del IGP, quien resalta, además, que “son parte de nuestra identidad cultural e importantes en la economía del país”.
Andes y Amazonía
Entre los roles vitales de los bosques, el artículo destaca la regulación del ciclo hidrológico, de particular interés en el territorio peruano.
“Recientes investigaciones han puesto en evidencia que aproximadamente el 50 % de la humedad que llega a la región andina proviene de procesos asociados al reciclaje de humedad en el bosque amazónico”, puntualiza Apaéstegui.
“No obstante, este enfrenta severas amenazas: la deforestación, la minería ilegal y el avance de los cultivos industriales”.
 
Riesgo latente
“Los árboles empiezan a alterar su dinámica natural para adaptarse, lo que sumado a los impactos antrópicos podría generar daños irreversibles en el ecosistema y devenir en la probable pérdida de la Amazonía”, observa el investigador del IGP con preocupación.
Fuente e Imagen: https://www.andina.pe/agencia/noticia-igp-mejor-estrategia-para-ayudar-a-los-bosques-es-educacion-812171.aspx
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México/Repechique: los rarámuri que defienden el bosque y su territorio ancestral

Texto y fotos: Patricia Mayorga / Mongabay

Al norte de México, en la Sierra Tarahumara, una comunidad indígena ha recorrido un largo camino para que se reconozca su territorio ancestral; eso los ha llevado a levantar la voz en contra de un aeropuerto, un gasoducto y la tala que se realiza en los bosques donde ellos han forjado su historia. Un taller de costura comunitario es hoy uno de sus símbolos de lucha.


CHIHUAHUA.- Teresa González Parra defiende su derecho a soñar. Ella es rarámuri y por años ha hecho todo lo posible para que su comunidad, Bosques de San Elías Repechique, logre el reconocimiento de su territorio ancestral. Su otro anhelo está a un paso de hacerse realidad: abrir un taller de costura comunitario.

La construcción del taller, que tiene un avance del 90 por ciento, se detuvo el pasado 13 de agosto. Ese día alrededor de 15 policías del estado de Chihuahua clausuraron la obra e intentaron detener a Teresa González. La indígena rarámuri tiene una demanda en su contra; el empresario Fernando Cuesta la acusa de haberlo despojado del terreno donde se construye el taller.

“No quieren que construyamos aquí nuestra casa (el taller) que es de la comunidad. No quieren porque nos dicen que (el terreno) es de otro señor… Pero nosotros (los rarámuri) somos los primeros que somos de aquí”. Es la voz de Teresa; su vestimenta colorida contrasta con la serenidad y fortaleza que muestra cuando habla de las agresiones que, desde hace décadas, enfrenta su comunidad.

El 13 de agosto de 2020, policías del estado de Chihuahua clausuraron el taller de costura comunitario. Foto: Patricia Mayorga.

Los habitantes de Bosques de San Elías Repechique —municipio de Bocoyna, al norte de la Sierra Tarahumara, en el estado de Chihuahua— han luchado desde hace décadas para que no les arrebaten las tierras de las que tienen posesión, pero no los documentos que avalen la propiedad.

En su reclamo por el reconocimiento de su territorio ancestral, la comunidad indígena ha enfrentado a empresarios de la región, a “chabochis” —como los rarámuri les dicen a los mestizos— que aseguran ser los dueños de buena parte del territorio y a quienes la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) ha entregado permisos de aprovechamiento maderero, pese a los reclamos y denuncias de los indígenas.

Apropiarse de un bosque ancestral

En 2014, la comunidad ganó un amparo contra el aeropuerto de Creel. Foto: Patricia Mayorga.

En la Sierra Tarahumara, a muchas comunidades originarias no se les reconoció su territorio ancestral durante la Reforma Agraria, explica el biólogo Salvador Anta, del Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible (CCMSS) y de la organización Política y Legislación Ambiental (Polea A.C.).

Esa falta de reconocimiento provocó, entre otras cosas, que gente externa a las comunidades originarias se apropiara de los territorios y también aprovechara los recursos naturales de esos lugares.

Al igual que Bosques de San Elías Repechique otras comunidades sostienen luchas históricas por su territorio ancestral y recursos naturales. Algunas de ellas son Choréachi y Coloradas de la Virgen en el municipio de Guadalupe y Calvo, las cuales han sido acompañadas por la organización Alianza Sierra Madre.

Choreachi logró llegar a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), organismo que en marzo de 2017 emitió medidas provisionales para toda la comunidad, con el objetivo de salvaguardar la integridad física de sus habitantes. Y Coloradas de la Virgen es la comunidad indígena que más líderes asesinados ha aportado en la lucha por el territorio.

En el municipio de Carichí, comunidades como Baqueachi, acompañadas por la organización Bowerasa, ha ganado ocho juicos agrarios contra caciques. El último fue en mayo de 2018, cuando recuperaron 350 hectáreas de agostadero y 100 hectáreas agrícolas que ya estaban devastadas.

En el caso de Bosques de San Elías Repechique, hace más de cuarenta años, empresarios de la región adquirieron 12 propiedades —poco más de 11 mil 500 hectáreas—, sin importar que esas tierras ya eran habitadas desde mucho tiempo atrás por los rarámuri, explica Diana Villalobos, directora de Consultoría Técnica Comunitaria (Contec), organización que da acompañamiento legal a la comunidad.

De esos 12 predios, ocho han obtenido permisos de aprovechamiento forestal en forma constante. “Desde que era niña veíamos camiones que llevaban bolillos (troncos); que cortaban pinos. Nos quejábamos con los gobernadores (líderes indígenas), pero nunca les hacían caso. Han seguido cortando el bosque, también se llevan las piedras”, explica Teresa González.

Los nombres de quienes aparecen como dueños de esos ocho predios, de acuerdo con datos de la Secretaría de Desarrollo Rural del gobierno de Chihuahua, son: Manuel Navarro Trieste (predio San Javier), Mireya Ayala Torres (predio Rinconcito Lejano o Batuivo), Carlos Aguilar Pérez (predio La Merced), Lorenzo Sandoval Valenzuela (predio Aguizania), Pedro Parra Ramos (predios San Antonio y Gomegó), Laila Miledi Pérez (predio Pino Gordo) y Fernando Higinio Cuesta Miledi (predio El Venado).

Los mismos datos de la Secretaría de Desarrollo Rural muestran que, tan solo en 2019, esos predios registraron volúmenes de aprovechamiento maderable que van de los 326 metros cúbicos de madera (predio La Merced) hasta los 1 213 metros cúbicos (predio San Javier).

Quienes aprovechan la madera de Repechique no viven en el lugar, solo mandan trabajadores a cortar los árboles; tampoco realizan acciones que garanticen la recuperación y el cuidado del bosque.

“Los que talan, ellos no cuidan nada”, dice indignada Teresa González. “Por ejemplo, cuando hay incendio normalmente nosotros, los de la comunidad, somos los que estamos más al pendiente y los que talan nomás lo que buscan son los pinos o donde hay bosque muy cerrado, por ahí entran. Donde está muy escondido, ahí se van a talar”.

Mujeres rarámuri cocinan durante una manifestación para denunciar la tala. Foto: Patricia Mayorga.

Al preguntarle sobre las denuncias de los rarámuri, el delegado de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) en Chihuahua, Gustavo Heredia, respondió que no está autorizado para dar esa información, solo a través de las oficinas centrales. Mongabay Latam solicitó entrevista a la oficina de prensa de Semarnat, pero hasta el momento de la publicación del reportaje no se tuvo respuesta.

“Todos somos Teresa”

El predio Pino Gordo, que comprende poco más de 2 500 hectáreas, está a nombre de Laila Miledi Pérez, de acuerdo con datos de la Secretaría de Desarrollo Rural del gobierno de Chihuahua. Es dentro de la superficie de ese terreno en donde las mujeres de Bosques de San Elías Repechique construyen su taller de costura y por el que Teresa González está demandada por despojo.

El día en que los policías estatales llegaron por ella y colocaron los sellos de clausura, la comunidad la protegió. “Todos somos Teresa”, respondieron. Los agentes advirtieron que los arrestarían a todos; los rarámuri no bajaron la guardia: “Todos somos Teresa”, repitieron.

Alrededor de 50 mujeres, hombres, niñas, niños y adultos mayores caminaron por el sendero de terracería que va de la comunidad a la carretera. Siguieron andando durante cerca de dos horas hasta llegar a la ciudad de Creel, donde se encuentra la oficina del Ministerio Público. Los acompañaron dos abogadas de Contec, entre ellas Diana Villalobos.

Algunos medios locales publicaron lo que ocurría. Cuando la caravana de Repechique entró a Creel, los policías de la Fiscalía General del Estado los dejaron. Los indígenas decidieron ir a la plaza principal; ahí esperaron durante más de media hora al agente del Ministerio Público, quien les dijo que ya no tenía la carpeta de investigación, por lo que tendrían que ir a Cuauthémoc, municipio ubicado a tres horas de Creel.

Hasta mediados de agosto, las abogadas que acompañan a la comunidad no han logrado tener acceso al expediente. La Fiscalía General del Estado informó a Mongabay Latam que Fernando Cuesta Miledi es quien demandó a Teresa González.

Al día siguiente, el gobierno estatal emitió un comunicado en donde aseguró que los indígenas de Repechique nunca fueron arrestados y que, por su seguridad, los resguardaron hasta Creel. Sin embargo, cuando los rarámuri regresaron a su comunidad ninguna autoridad los resguardó, pese a que era de noche y caminaron por una zona donde existe una fuerte presencia de grupos de la delincuencia organizada.

Mongabay Latam contactó a Fernando Cuesta Miledi para entrevistarlo sobre la denuncia y la compra de predios en la comunidad de Bosques de San Elías Repechique. En entrevista telefónica aseguró que su familia compró esas tierras en la década de los sesenta y que tienen evidencia de que, desde hace más de 150 años, los terrenos ha pertenecido a particulares.

El predio Pino Gordo, señaló, lo adquirió su tío Salomón Miledi Pérez en 1961; quién se lo dejó a él y a otros sobrinos. Otros dos predios, El Águila y El Venado, los adquirió en esa misma época su papá, Gregorio Cuesta.

Para el empresario, la comunidad Bosques de San Elías Repechique no vivía en el lugar hasta hace pocos años. “El juez no dice que ellos son dueños de las tierras o que sean propietarios de ciertas tierras. No tienen nada que compruebe que ellos son los dueños de esas tierras… A nosotros nadie nos ha quitado la propiedad, nadie nos ha dicho en un juicio que no es nuestra, nadie nos ha dicho que no nos pertenece en ninguna forma”.

Fernando Cuesta acusa a la comunidad indígena de usar la madera, de los árboles que están en los predios que reclama de su propiedad, para construir sus casas. “Nosotros no podemos talar un solo árbol si no están autorizados por la Semarnat, por la Conafor”. Cuesta señala que la denuncia contra Teresa González Parra la interpuso porque ser ella quien promovió el proyecto del taller de costura. “Si tienen algo que comprueben por qué están invadiendo el terreno, que resuelva el juez, y acatamos”.

Denuncias que se quedan en el aire

Luis Enrique Pérez, segundo gobernador de Bosques de San Elías Repechique, recuerda lo que le decían sus abuelos y padres: “La historia cuenta que cuando llegó el tren (a la Tarahumara) comenzaron a tumbar los árboles. También llegaron muchos aserraderos y ponían a trabajar a las personas de una manera muy violenta”.

Los mayores también le contaron que las personas que llegaban de fuera les quitaban su producción de maíz: “Mis ancestros tenían que levantar la cosecha antes de tiempo, antes de que llegaran a quitarles. Otras personas murieron por defender. Ha sido una lucha muy triste. Cuando estaba chiquito, me decían: ‘vamos por la carretera, si ves personas mestizas, escóndete’. Crecimos con ese miedo”, dice el joven rarámuri.

Como segundo gobernador de Bosques de San Elías Repechique, Luis también tiene la responsabilidad de seguir con las demandas que, desde hace décadas, han puesto otras autoridades tradicionales para reclamar el derecho a su territorio ancestral, pero también para denunciar la tala en el bosque donde ellos siempre han vivido.

Las denuncias por la tala se han presentado en diferentes instancias, tanto federales como estatales, pero la gran mayoría no han prosperado.

“Ha sido muy difícil, porque nuestra palabra y exigencia no ha sido respetada. Pero cuando vienen personas de fuera, como el caso que pasó aquí con el taller de costura, llegaron ministeriales y luego luego cerraron. Y nuestras exigencias ahí están, vamos y venimos y pura vuelta. A veces ni siquiera nos hacen un documento, nada. Vamos al Ministerio Público y nada más nos oyen, nunca ha habido una resolución”, resalta Luis.

La extracción de árboles no cesa. El corte de pinos sigue, incluso, durante la temporada de emergencia sanitaria provocada por la pandemia de COVID-19.

La comunidad, por su parte, hace uso del bosque como les enseñaron sus abuelos: recolectan quelites, hongos y madera para hacer leña. Tienen veredas que utilizan para el pastoreo de animales. Han creado zonas donde se encuentran sus centros ceremoniales, donde hacen sus juegos ancestrales.

Luis Pérez explica por qué su defensa del territorio es también una defensa del bosque: “Los árboles retienen la tierra. De otra forma, sería pura laja y no tendríamos ni dónde sembrar. Los árboles detienen la humedad, que no haya deslave. Ya hay partes que están secas por los incendios o por la tala indiscriminada. Hay lugares donde casi no hay tierra para sembrar. Ya hay una zona que mucho tiempo talaron, ahora casi no hay tierra, hay muchas manchas ya en la comunidad”.

Mujeres de Repechique esperan que pueda continuar la construcción del taller de costura comunitario. Foto: Patricia Mayorga.

A los rarámuri que viven en Bosques de San Elías Repechique les preocupa la deforestación que hacen los mestizos, porque cada vez hay menos agua.

En varias ocasiones han solicitado a la Semarnat que cancele los permisos de aprovechamiento forestal que se han otrogado en el área. Solo en una ocasión la dependencia federal canceló los permisos, pero fue de manera provisional. Eso sucedió cuando la comunidad consiguió una victoria en la lucha por la defensa de su territorio.

Reconocimiento del territorio comunitario

En abril de 2014, el juez Octavo de Distrito, Ignacio Cuenca Zamora, falló a favor de la comunidad de Bosque de San Elías Repechique porque no fueron consultados para la construcción del aeropuerto de Creel. El amparo favoreció a 33 rancherías de la región.

En la sentencia, el juez reconoció la posesión ancestral del territorio de la comunidad demandante y ordenó al gobierno estatal la creación de un fideicomiso, por 65 millones de pesos (alrededor de 2 millones de dólares), como reparación por el daño causado. Un comité técnico revisa y da seguimiento a ese fideicomiso que comenzó a ser efectivo hasta 2017.

El juez también ordenó que la comunidad tenía que presentar una serie de proyectos comunitarios en los que se invertiría el dinero. El plan primero fue aprobado por la asamblea rarámuri y después por el comité técnico, del que forman parte cuatro secretarías del gobierno estatal: Hacienda, Desarrollo Municipal, Innovación y Desarrollo Económico y la Secretaría General. Los funcionarios que están al frente de esas cuatro dependencias conocen la sentencia del juez Cuenca Zamora, donde se reconoce que la comunidad tiene posesión ancestral del territorio.

En 2019, la comunidad recibió los primeros recursos del fideicomiso: 1 300 000 pesos (alrededor de 59 mil dólares). Primero, construyeron un salón de usos múltiples. El taller de costura es otro de los proyectos aprobados y su realización está a cargo de Teresa González, quien cuenta con apoyo contable externo para que todas las facturas que debe entregar estén a tiempo y, además, para tener transparencia en el uso del dinero.

Otros de los proyectos contemplados es un programa de apoyo mensual para personas con discapacidad y adultos mayores. Durante la pandemia, lograron que se apoyara a 220 personas. Además, avanzan en la construcción de una casa comunal, así como en la instalación de una huerta de manzana para la ranchería Ratuivo, en el que trabajarán 20 personas.

En 2018, la comunidad de Bosques de San Elías Repechique interpuso otra demanda de amparo, ante el Juzgado Décimo de Distrito. En esa ocasión fue para exigir la cancelación de las escrituras de los 12 predios; además, solicitan la titulación de esas tierras.

La jueza les negó el amparo. La comunidad impugnó. El caso estaba a punto de entrar a un Tribunal Colegiado, pero llegó la pandemia y paralizó la actividad judicial. El caso podría llegar a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, señala Diana Villalobos, de Contec, organización que acompaña legalmente a Bosque de San Elías Repechique.

Seguir en el camino

La comunidad ha exigido el reconocimiento del territorio ancestral ante diferentes instancias. En 2014 acudieron al Senado de la República y denunciaron el aprovechamiento que hacían los “chabochis” de su bosque, pero también denunciaron que, sin consultarles, se pretendía instalar un gasoducto en su territorio. Con marchas y otras acciones legales, Repechique consiguió que el gasoducto no pasara por su comunidad.

El 2018, los particulares que tienen a su nombre los 12 predios presentaron dos denuncias en contra de los rarámuri, por “falsedad de declaraciones”. Cuando se hizo el peritaje y se comprobó que la comunidad indígena sí existe y está en el territorio, las denuncias se archivaron.

Después vino la demanda en contra de Teresa González. Agentes de la Fiscalía Zona Occidente han acudido en tres ocasiones al taller de costura para clausurar la construcción que está a cargo de la misma comunidad.

Teresa no entiende por qué la acusan de despojo: “Nosotros somos los primeros que somos aquí. Nosotros vivimos cuidando todo el bosque, trabajando la tierra y haciendo quehaceres, cuidando nuestro hogar y no nomás como dicen (…) nosotros no compramos un terreno para estarnos nada más ahí. Nosotros cuidamos alrededor del territorio. Ellos compraron según el territorio, cuando ya existíamos aquí, pero ellos quiénes son o qué”.

Por un momento, Teresa González reconoce que “a veces quisiera una tirar la toalla”. Pero esas palabras se desvanecen cuando recuerda las agresiones que ha recibido por defender su territorio y sus sueños. Y entonces cuenta sus planes con entusiasmo:

“El taller de costura lo soñamos muy bonito. Las señoras dicen: ‘qué bueno que esta vez va a existir este taller’. Las personas van a aprender mucho, van a aprender a usar máquinas. Es un espacio para las señoras”.

La comunidad ya eligió el nombre que tendrá el taller de costura. Lo llamaran “Najativo”, palabra rarámuri que significa “seguir el camino”. Un vocablo que representa, también, lo que ha sido su lucha: “Es un camino largo y a pesar de todo —dice Teresa—, estamos con la esperanza de que se respete el territorio”.

Mientras las demandas siguen su curso—o se archivan en alguna dependencia pública— la gente de Bosques de San Elías sigue con su vida cotidiana, con la milpa, con el cuidado de sus animales, con la recolección de leña, haciendo sus artesanías y, también, mirando cómo los que llegan de fuera “empiezan a tumbar madera, a prohibir a la gente de la comunidad que no tire árboles, como si nosotros fuéramos los extraños —reclama Teresa—, como si nosotros viniéramos de fuera. Eso sí causa tristeza”.

Actualización:

Después de la publicación del texto, Fernando Cuesta Miledi respondió a la solicitud de entrevista que se le había hecho con anterioridad; por lo que se agregó su versión al texto.

Fuente e imagen: Mongabay

 

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Tailandia bombardea el país con semillas de árboles

Asía/Tailandia/02 Julio 2017/Fuente y Autor : ecocosas

La deforestación es un problema recurrente en prácticamente todo el mundo. Recuperar el daño hecho en los últimos años como consecuencia de las grandes industrias y de la tierras depredadas para la agricultura y la ganadería es una tarea difícil. Pero Tailandia cree haber encontrado la mejor solución, rápida, simple y efectiva.

Hace poco más de un mes, el país ha utilizado aviones militares para bombardear el bosque, pero no con fuego destructivo sino con bombas de semillas, las mismas fueron hechas con especies nativas con el fin de recuperar las zonas degradadas.

El gobierno tailandés piensa ejecutar proyecto piloto para los próximos cinco años en los que serán evaluados y monitoreados los resultados de la reforestación desde el aire. Sin embargo, la expectativa es que los beneficios ya sean visibles para finales del 2017.

La primera misión se llevó a cabo en la región boscosa de Phitsanulok, los aviones volaron sobre una superficie de más de 800 hectáreas, lanzando las bombas de semillas. La técnica utilizada es sembrar semillas ya preparadas y con grandes condiciones para legar a transformarse en un árbol.

El concepto de “bombas de semillas” fue creado por un japonés llamado Fukuoka, autor de un método de agricultura natural. Con el tiempo la técnica se ha desarrollado y perfeccionado con las estrategia de los aviones se puede lograr plantar aproximadamente 900.000 árboles en un día. Las bombas incluyen semillas de árboles locales, envueltas en una mezcla de tierra, arcilla y compost, para facilitar la germinación.

Los tailandeses esperan que con esta iniciativa se logre recuperar los bosques degradas y vuelvan a reverdecer como antaño.

Video de como funciona: 

https://www.youtube.com/watch?v=PgnqOJaM8cs

Fuente de la noticia: https://ecocosas.com/eg/tailandia-bombardea-el-pais-con-semillas-de-arboles/

Fuente de la imagen: https://ecocosas.com/wp-content/uploads/2016/07/aviones-semillas-bombas.p

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