Por: Heriberto Rivera
Entre los temas a debatir en el Congreso de la Patria esta el correspondiente a la suprema felicidad social, además de la agenda económica y la política en general.
La suprema felicidad social conforma una de las directrices para la construcción del socialismo del siglo XXI «a partir de la construcción de una estructura social incluyente, un nuevo modelo social, productivo, humanista y endógeno, se persigue que todos vivamos en similares condiciones»; con el nuevo modelo productivo socialista, se buscara la eliminación de la división social, de la estructura jerárquica y de la disyuntiva entre satisfacción de las necesidades humanas y la producción de riqueza subordinada a la reproducción del capital.
En ese sentido el gobierno bolivariano viene implementando diversas políticas dirigidas a establecer y darle el cauce necesario a la felicidad social de nuestra gente; hoy Venezuela se encuentra en situación critica al estar sometida a una brutal guerra económica, la cual responde a los intereses económicos de quienes dominan el escenario del mercado en la cual también hay factores endógenos infiltrados en la revolución bolivariana.
En el Congreso de la Patria, se exhorta a sus participantes a generar propuestas de acción sobre la agenda económica Bolivariana y sus los diversos motores de impulso económico, las misiones sociales y propuestas para enfrentar la guerra económica en lo interno y externo.
El pueblo militante de la Revolución Bolivariana, que va mucho más allá de la militancia en un partido político, valora y se siente identificado con los esfuerzos que hace el gobierno y sus dirigentes por librar esta guerra apátrida, pero le surgen inquietudes al palpar en lo cotidiano, que los grandes obstáculos impiden avanzar con lograr los objetivos para obtener la suprema felicidad social.
La revolución necesita cada vez más el Estado socialista de nuevo tipo, y cada vez menos el burocratismo y los burócratas; cada vez que el pueblo requiere ser atendido en cualquier oficina publica, se encuentra con ese burocratismo que ha logrado infiltrarse en el gobierno, presentándose como no como problema sino como una solución; de se modo comienzan a prevalecer las soluciones ejecutivas, el hábito de cumplir sin discutir, las ordenes «de arriba», creando ilusiones de eficiencia; ese burocratismo significa la colocación de personas y funciones por encima del control y la critica, llenas de autoritarismo e impunidad apoyados en la reproducción de los «valores» del capitalismo.
El papel del estado como instrumento político es necesario para hacer posible la felicidad social, pero para ello se requieren funcionarios honestos, con trayectoria y capaces, que permitan a la vez conjugar la eficiencia gubernamental y la construcción del SSXXI con sus directrices, de lo contrario es caer en desviaciones que nos llevan hacia el «SOCIALISMO», es decir el egoísmo, la ventaja material y la arbitrariedad.
Un verdadero revolucionario, prefiere buscarse problemas para solucionar los problemas de la gente, lo cual es una virtud digna de reconocimiento social y no un estigma acusatorio y descalificador; problemas que logra resolver con una dinámica de competencia generativa, creadora y revolucionaria, donde en la toma de decisiones e instrumentación de las políticas predomine la democratización y no el centralismo burocrático, este, mutila la creatividad de las bases, fomenta el desinterés y frena las iniciativas de la militancia y de las direcciones locales.
Es importante tener en cuenta que la igualdad es un principio socialista que le da sentido a la vida, mientras que el igualitarismo pequeño burgués es su sepultura: Sin rigor y competencia socialista no habrá socialismo triunfante. Debe entenderse que el poder es una relación entre iguales, el burocratismo confunde poder con dominación, lo cual es una aberración, porque crea castas estimulando el feudalismo administrativo, originando exclusividades y hasta una «nueva clase imprevista»
Para el Ché, el único antídoto para evitar el exclusivismo de los grupos dirigentes, además de la conciencia, era el más estrecho y permanente contacto con las masas: …» que los funcionarios estén en contacto directo con la producción (por lo menos una semana de sus vacaciones al año), sepan lo que es la producción, lo que es producir, los problemas que hay, todos los problemas que vive nuestro pueblo. Para que no se establezcan capas, estructuras, niveles diferentes que vayan creando una burocracia insensible a los problemas que tiene el pueblo, sino que constantemente vayan intercambiando experiencias…»
Preguntas generadoras: ¿cómo desarrollar en nuestros administradores y directivos la cultura del servicio a los demás, la «servidumbre honrosa» a la que se refería Martí, el poder del amor y no el amor al poder?, ¿cómo mandar obedeciendo?, ¿cómo utilizar el poder para servir, y no servirse del poder?, ¿cómo convertir el Código de Ética en un hecho de conciencia y no en una declaración doctrinal que se enseña como resguardo, pero no se siente y practica como ideología existencial?, ¿cómo evitar que la maldición corruptora del poder contamine con sus toxinas venenosas el tejido ético de muchos directivos y funcionarios?
Fuente: http://www.aporrea.org/actualidad/a227152.html
Fuente de la imagen: http://thumbs.dreamstime.com/z/burocracia-7610899.jpg