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Subestimamos el impacto del cambio climático en la educación

Por: Irene Torres y Carole Faucher

No hay una vacuna o una mascarilla, o una medida igualmente concreta, para ayudar a los estudiantes a continuar su educación cuando las escuelas deben enfrentarse a la extraordinaria magnitud de los acontecimientos, debido al cambio climático. Revitalizar las visiones sobre la educación exige transgredir los límites tradicionales de la comprensión y la planificación educativa. ¿Los gobiernos y los actores clave en el ámbito de la educación a lo largo de América Latina y el Caribe están dispuestos a dar el paso adelante?

Además de arrasar con el ganado, los cultivos, las viviendas –en esencia, las fuentes de ingresos y las condiciones de bienestar de las personas–, los huracanes son especialmente crueles con la educación. Dañan y destruyen la infraestructura escolar, los equipos y el material didáctico, y las inundaciones y los desprendimientos de tierra que se producen impiden el acceso de profesores y alumnos a las escuelas. Tras el paso de los huracanes, las escuelas se utilizan a menudo como refugios, con lo que las clases se interrumpen aún más. Las cifras son escandalosas: en 2016, el huracán Matthew dañó 300 escuelas en Haití; en 2021, Eta e Iota afectaron a 76 escuelas en Nicaragua y 340 en Guatemala.

El cambio climático está causando fenómenos meteorológicos más frecuentes y graves, y 2022 no es una excepción. Como ejemplo, en 2020, la temporada de huracanes del Atlántico más activa de la que se tiene constancia, hubo 30 tormentas con nombre, incluidos 14 huracanes, de los cuales 7 se convirtieron en huracanes importantes. Las tormentas nunca vienen solas; ese mismo año coincidieron con el pico de la pandemia de COVID-19, que dejó a 170 millones de estudiantes sin uno de cada dos días efectivos de clase en más de dos años en la región. El impacto en la asistencia y, por tanto, en los logros de aprendizaje, no tiene precedentes, al igual que el aumento de las tasas de deserción. Se calcula que la pérdida equivale a 1,5 años de aprendizaje.

La repercusión del calor extremo en el desarrollo de los niños

También se espera que en América Latina y el Caribe siga habiendo fenómenos relacionados con el cambio climático lento, como el aumento de las temperaturas de la superficie y de los océanos, y de la frecuencia e intensidad de las olas de calor y las sequías. Sin embargo, los responsables de la toma de decisiones desconocen la repercusión del calor extremo en el desarrollo de los niños desde que están en el vientre materno y, durante los años escolares, en su capacidad de concentración en clase y en su bienestar general. Todo esto significa que completar la educación secundaria, un determinante clave de las oportunidades de vida, se ha vuelto más difícil.

Al mismo tiempo, debemos considerar que la escuela debe ser algo más que un lugar de aprendizaje: debe proporcionar un espacio para que los estudiantes desarrollen conexiones sociales y emocionales, tal y como se destaca en la recientemente publicada Evaluación Internacional de la Ciencia y la Educación Basada en la Evidencia (ISEE). Sin embargo, aunque este informe de la Unesco afirma que el cambio climático tiene el potencial de debilitar la cohesión e interacción social, no identifica explícitamente cómo. A la luz de esto, es crucial que todos concordemos en el hecho de que, sin infraestructura escolar o acceso físico a las escuelas, los estudiantes tienen menos oportunidades de crear las relaciones a través de las cuales puedan florecer.

Uno de los actos de resistencia más valientes en América Latina y el Caribe consistirá en proteger, cada vez más, el derecho de los estudiantes a permanecer físicamente en la escuela.

 

Lo relacionado con las Escuelas Promotoras de la Salud (EPS), de la Organización Mundial de la Salud (OMS), impulsó apropiadamente la noción de que la política y los programas educativos deben prestar atención al entorno físico de la escuela. Lamentablemente, el enfoque de las EPS nunca despegó, en realidad, en América Latina y el Caribe, a pesar de que en un alto porcentaje de escuelas el acceso a las necesidades más básicas, como el agua potable, el saneamiento y la higiene, sigue siendo extremadamente limitado.

Además, aunque las EPS proporcionan un enfoque teórico útil, su supuesto es que existe una infraestructura escolar (aunque sea básica) en la que un profesor solo o un equipo de directores, personal y profesores pueden trabajar para crear un sentido de comunidad y de empoderamiento para lograr cambios. Pero hay pocos indicios de que en la región se esté debatiendo al menos sobre cómo se percibe el futuro de las escuelas en la actual situación de emergencia por el cambio climático.

Como en una guerra, mientras la región sigue luchando por recuperarse de la pandemia de COVID-19, las carreteras, los caminos y las instalaciones escolares pequeñas y grandes seguirán siendo arrasados junto a los medios de subsistencia y las fuentes de ingresos. Después de ser testigos de cómo los gobiernos de América Latina y el Caribe tuvieron grandes dificultades para adaptarse al cambio durante la pandemia, por ejemplo, descuidaron la creación de otras opciones para el aprendizaje y la socialización, ¿cómo podemos esperar que los responsables políticos y de la toma de decisiones imaginen un futuro diferente y viable para las escuelas, que aborde seriamente la crisis del cambio climático que se desenvuelve ante nosotros?

Aunque las escuelas se enfrentan a diferentes obstáculos en la región, el cambio climático puede representar el mayor de ellos, al amenazar los fundamentos mismos de cómo pensamos que debería ser una escuela, una edificación que se encuentra en el corazón de una comunidad comprometida con las nuevas generaciones, aquella en la que los padres quieren que sus hijos estén seguros y sean felices. De hecho, uno de los actos de resistencia más valientes en América Latina y el Caribe consistirá en proteger, cada vez más, el derecho de los estudiantes a permanecer físicamente en la escuela.

No hay una vacuna o una mascarilla, o una medida igualmente concreta, para ayudar a los estudiantes a continuar su educación cuando las escuelas deben enfrentarse a la extraordinaria magnitud de los acontecimientos, debido al cambio climático. Revitalizar las visiones sobre la educación exige transgredir los límites tradicionales de la comprensión y la planificación educativa. ¿Los gobiernos y los actores clave en el ámbito de la educación a lo largo de América Latina y el Caribe están dispuestos a dar el paso adelante?

https://www.elmostrador.cl/noticias/opinion/2022/08/16/subestimamos-el-impacto-del-cambio-climatico-en-la-educacion/

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En Bangladés, desastres ambientales y trabajo infantil: el cambio climático amenaza los derechos de los niños

Los efectos del calentamiento global afectan a la salud, educación y protección de los más pequeños en muchos países en vías de desarrollo. Solo en Bangladés, y según Unicef, casi 20 millones de niños están en riesgo por las consecuencias del cambio climático.

Con sus 58 ríos fronterizos y situado en las tierras bajas del delta del Ganges, Bangladés cuenta con algunas de las llanuras más fértiles del mundo. Su territorio comprende selvas pantanosas, manglares y grandes arrozales. Sin embargo, estas tierras ricas que se funden con los ríos y el mar son también unas de las más afectadas por el cambio climático.

Desastres naturales como tifones e inundaciones se producen con cada vez más frecuencia y se unen a la erosión y la degradación del suelo. Esto supone un riesgo para millones de familias que viven en zonas inundables y que cada año se ven obligadas a abandonar sus hogares y sus medios de vida. Para los niños, la migración supone muchas veces el fin de su educación y el inicio de su vida laboral.

Los más vulnerables

De acuerdo con Unicef, más de 19 millones de niños bangladesíes están en riesgo por los efectos del cambio climático. Las amenazas derivan directamente de los propios fenómenos meteorológicos extremos (se calcula que más de 14.000 niños y niñas murieron ahogados en inundaciones solo en 2016) y de las consecuencias de la pobreza que estos generan.

A menudo, las familias que han perdido sus hogares migran a grandes ciudades como Dhaka y Chittagong con la esperanza de encontrar nuevos medios de vida. Allí, señala la ONG, “los niños se quedan a menudo atrás, en barrios marginales peligrosos e insalubres donde no existen servicios de cuidado infantil, de salud ni de educación”. Muchos menores se ven obligados a trabajar y, en el caso de las niñas, a casarse a pesar de su temprana edad.

Se calcula que al menos 1,7 millones de niños trabajan en Bangladés en la actualidad. Las niñas, muchas veces, ni siquiera figuran en las estadísticas, ya que se encargan de las tareas domésticas. Y este no es un problema que se limite a este país asiático: el número de niños que trabajan se sitúa en 160 millones en todo el mundo. La cifra ha aumentado significativamente durante los últimos años, sobre todo debido a la pandemia de COVID-19.

Retos, medidas y soluciones

Afganistán, India y Pakistán están, junto a Bangladés, entre los países del sur de Asia en los que los niños sufren más los efectos del cambio climático. Sus consecuencias ponen en riesgo su salud, su educación y su protección. Esta es una de las principales conclusiones del estudio de Unicef The Climate Crisis Is a Child Rights Crisis: Introducing the Children’s Climate Risk Index.

Este concluye que los menores de estos países están en peligro por impactos climáticos y ambientales, como inundaciones, ciclones y olas de calor, que afectan cada año a más de la mitad de la población de la región. Señala también que la situación es tan delicada que cualquier problema amenaza con revertir los avances de los últimos años.

Sin embargo, el informe deja también espacio para las soluciones: las inversiones en salud, nutrición y educación infantil pueden marcar una diferencia significativa a la hora de proteger a los niños del cambio climático.

Desastres ambientales y trabajo infantil: el cambio climático amenaza los derechos de los niños

Entre las medidas necesarias para mejorar la situación, Unicef destaca las siguientes:

  • Aumentar la inversión en medidas de resiliencia y adaptación climática, sobre todo en aquellas centradas en servicios clave para los niños.
  • Reducir las emisiones de gases de efecto invernadero para frenar el cambio climático.
  • Proporcionar a los niños educación climática y habilidades verdes, fundamentales para adaptarse y hacer frente a los retos del futuro.
  • Incluir a los jóvenes en las negociaciones y decisiones climáticas nacionales, regionales e internacionales, como las Cumbres del Clima (COP).
  • Garantizar que la recuperación de la pandemia de COVID-19 sea ecológica, baja en carbono e inclusiva.

Es necesaria también, la cooperación internacional para lograr un futuro más sostenible. Un mundo en el que los niños no se vean obligados a trabajar debido al cambio climático.

 Fuente: https://www.bbva.com/es/sostenibilidad/desastres-ambientales-y-trabajo-infantil-el-cambio-climatico-amenaza-los-derechos-de-los-ninos/

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El planeta en llamas

Por Sergio Ferrari

El Ártico se derrite aceleradamente

No por conocido deja de ser menos dramático. El planeta se quema y los plazos “infernales” se acortan día a día ante la indiferencia real de los que detentan el poder.

La segunda semana de abril, la Organización Meteorológica Mundial (OMM), con sede en Ginebra, informó que existe un 50% de probabilidad de que en alguno de los próximos cinco años la temperatura media del planeta supere en 1,5°C los índices preindustriales (1850-1900).

De concretarse, este aumento de temperatura marcaría así un punto de calentamiento global de no retorno y una bofetada al Acuerdo de París del 12 de diciembre del 2015, que entró en vigencia en noviembre de 2016.

La OMM constituye el organismo especializado de las Naciones Unidas que se dedica a la cooperación y la coordinación internacionales en lo referente al estado y el comportamiento de la atmósfera, su interacción con la tierra y los océanos, el tiempo y el clima que genera, y la consiguiente distribución de los recursos hídricos (https://public.wmo.int/es/nuestro-mandato/qu%C3%A9-hacemos).

Según el comunicado de la OMM del 9 de mayo, existe un 93% de probabilidad de que al menos uno de los años del período comprendido entre 2022 y 2026 se convierta en el más cálido jamás registrado, desplazando así a 2016 del primer puesto.

En su informe sobre el Estado del Clima Mundial en 2021, a publicarse la tercera semana de mayo, la OMM profundiza el balance del año pasado. Según la OMM, los episodios consecutivos del fenómeno de La Niña a inicio y a fines de 2021, causaron una reducción de las temperaturas mundiales. Sin embargo, este efecto de enfriamiento global es solo provisional y no invierte la tendencia de calentamiento planetario a largo plazo. Por otra parte, si este año ocurriera otro episodio de El Niño, el mismo provocaría un repunte inmediato de las temperaturas, como ya ocurrió en 2016.

Previsiones más que seguras

La afirmación del organismo de las Naciones Unidas especializado en el clima se fundamenta en las conclusiones del Boletín sobre el clima mundial anual a decenal (Global Annual to Decadal Climate Update, https://hadleyserver.metoffice.gov.uk/wmolc/ ), elaborado por la Oficina Meteorológica del Reino Unido, centro de referencia de la OMM para este tipo de proyecciones sobre la temperatura mundial. Esa Oficina Meteorológica también prevé en más del 90% la probabilidad de que la media de la temperatura del quinquenio 2022-2026 supere a la del periodo 2017-2021.

Participaron en la elaboración de este informe, además, grupos de predicción climática de España, Alemania, Canadá, China, Estados Unidos, Japón, Australia, Suecia, Noruega y Dinamarca. Ese cruce de pronósticos elaborados por entidades especializadas de diferentes regiones del mundo permite llegar a cálculos más precisos. Por otra parte, dicha colaboración multinacional se ve acompañada (y en cierta forma certificada) por el Programa Mundial de Investigaciones Climáticas (https://council.science/es/what-we-do/affiliated-bodies/world-climate-research-programme/), que se autodefine como “la única iniciativa de más larga duración dedicada exclusivamente a la coordinación de la investigación climática internacional”. De hecho, se trata de un programa que reúne a climatólogos de renombre internacional y que utiliza los mejores sistemas de predicción de centros climáticos de vanguardia en el mundo.

Este Boletín indica que para cada año entre 2022 y 2026, se prevé que la temperatura media anual en superficie será de alrededor de entre 1,1°C y 1,7°C superior a los niveles preindustriales.

Empeoramiento acelerado

En 2015, la probabilidad de que en algún momento puntual el calentamiento global superara en 1,5°C los niveles preindustriales era casi nula, pero desde entonces no ha dejado de aumentar. Mientras que para el período 2017 a 2021 la probabilidad de superación del umbral indicado fue del 10%, para el período de 2022 a 2026 se ha incrementado casi en un 50%.

En la misma línea, en abril pasado el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés) señaló a través de un comunicado emitido en Ginebra que “los próximos años son críticos”. “Si queremos limitar el calentamiento global a 1,5°C, agregó, este es el momento; es ahora o nunca…Sin una reducción inmediata y profunda de las emisiones en todos los sectores, será imposible”.

Según el análisis de esos especialistas, los escenarios que se evalúan para limitar el calentamiento a aproximadamente 1,5°C, implican “que las emisiones de gases de efecto invernadero a escala global alcancen su punto máximo antes de 2025, a más tardar”, y se reduzcan en un 43%, en 2030. Aunque esto suceda, sostienen, es casi inevitable que se supere temporalmente este umbral de temperatura, “pero podríamos volver a situarnos por debajo de él a finales de siglo”.

Esas evaluaciones son parte del Resumen para responsables de políticas del Grupo de Trabajo III del IPCC: Cambio climático 2022: mitigación del cambio climático, aprobado el 4 de abril de 2022 por sus 195 Estados Miembros, en una reunión virtual de dos semanas. El informe constituye la tercera entrega del Sexto Informe de Evaluación (IE6) del IPCC, que se completará a fines de 2022 (https://report.ipcc.ch/ar6wg3/pdf/IPCC_AR6_WGIII_PressRelease-Spanish.pdf).

Sin embargo, y aunque la información esencial no falta, las decisiones que toman los gobiernos siguen siendo tímidas e incongruentes, como se comprobó una vez más, por ejemplo, en la última Cumbre de la COP 26 de las Naciones Unidas, en Escocia, en noviembre del año pasado. Los Estados, especialmente los más poderosos (que son los más contaminantes) no dan los pasos suficientes para destrabar el drama ya explosivo del calentamiento global. Un cambio de fondo de paradigma climático los obligaría a confrontarse con la esencia mismo del sistema hegemónico mundial de producción y con el dilema, no menos esencial, de crecimiento versus decrecimiento.

Meteorólogos preocupados

Petteri Taalas, secretario general de la Organización Meteorológica Mundial, al comentar sobre las preocupantes proyecciones que se dieron a conocer esta semana, fue categórico: “Estamos, notablemente, más cerca de rebasar de forma transitoria el límite inferior del Acuerdo de París sobre el Cambio Climático”. Y agregó que “este umbral de 1,5°C no es una cifra aleatoria, sino que indica el punto en el que los efectos del clima serán cada vez más perjudiciales no solo para las personas, sino para todo el planeta».

El Acuerdo de París establece objetivos a largo plazo para ayudar a las naciones a reducir sustancialmente las emisiones de gases de efecto invernadero en todo el planeta y así mantener el aumento de la temperatura mundial en este siglo por debajo de 2°C, al tiempo que se prosigue con los esfuerzos máximos para limitar ese incremento a 1,5°C con respecto a los niveles preindustriales.

Si no cesan las emisiones de gases de efecto invernadero, “las temperaturas seguirán aumentando”, subrayó Taalas. En paralelo, los océanos continuarán calentándose y se volverán más ácidos; el hielo marino y los glaciares seguirán derritiéndose; el nivel del mar subirá y las condiciones meteorológicas serán cada vez más extremas.

Por su parte Leon Hermanson, experto de la Oficina Meteorológica del Reino Unido que elaboró el Boletín, aseguró que, si bien en un año determinado se superara ese valor de 1,5°C, no significaría que se hubiera rebasado el umbral simbólico del Acuerdo de París, aunque “sí evidenciaría que nos estamos acercando cada vez más a una situación en la que el límite de 1,5°C se podría sobrepasar durante un lapso de tiempo prolongado».

Según diversos estudios científicos, el calentamiento global se siente de forma particularmente desmesurada en el Ártico. Teniendo en cuenta las proyecciones correspondientes a los próximos cinco inviernos prolongados del hemisferio norte, el Boletín que acaba de publicar la OMM prevé que el aumento de la temperatura en el Ártico podría ser más del triple que el de la media mundial registrada entre1991 y 2020.

Por otra parte, el régimen pluvial previsto para 2022 sugiere una mayor probabilidad de condiciones más secas en el suroeste de Europa y el suroeste de América del Norte, y una mayor pluviosidad en el norte de Europa, el Sahel, el noreste de Brasil y Australia.

El planeta arde. Enfriarlo sería solo una cuestión de voluntad política consensuada a nivel mundial. Misión tan difícil como la misma modificación del rumbo productivo imperante. La consigna que prima parece ser “nada nuevo bajo el sol y sigamos jugando con el fuego”.

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Libro(PDF): Ambiente, cambio climático y buen vivir en América Latina y el Caribe

Reseña: CLACSO

*Disponible sólo en versión digital

Este libro es el resultado de la convocatoria lanzada por CLACSO en febrero de 2020 para el desarrollo de proyectos de investigación sobre «Ambiente, cambio climático y buen vivir en América Latina y el Caribe». Los ensayos presentados reúnen a más de veinte investigadoras e investigadores de ocho países latinoamericanos, que abordaron las temáticas propuestas desde diferentes perspectivas, considerando los vínculos entre el concepto de «buen vivir» y los fenómenos ambientales y económicos que están ocurriendo en todo el mundo, como el innegable cambio climático, y en particular en los países latinoamericanos, como el modelo extractivista de explotación de la naturaleza.

Autoras(es): Tatiana Cuenca Castelblanco. Letícia Larín. Juan Manuel Delgado Estrada. Luz Carina Durán Solarte. Cindy Vanessa Quintero Ramírez. Manuel Alejandro Henao Restrepo. Sara Latorre. Andrea Bravo. Marisabel García Acelas. Robert Adrián Quintero Leguizamón. Marisela Pilquimán Vera. Stepfanie Ramírez. Clarena Rodríguez Jaramillo. Melisa Argento. Ariel Slipak. Florencia Puente. Sarah Patricia Cerna Villagra. Agustín Carrizosa. María Irene Rodríguez. Stefannia Parrado Morales. [Autoras y Autores de Capítulo]

Editorial/Edición: CLACSO.

Año de publicación: 2022

País (es): Argentina.

ISBN: 978-987-813-158-0

Idioma: Español

Descarga: Ambiente, cambio climático y buen vivir en América Latina y el Caribe

Fuente e Imagen: https://www.clacso.org.ar/libreria-latinoamericana/libro_detalle.php?orden=&id_libro=2473&pageNum_rs_libros=0&totalRows_rs_libros=1609

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Google y Naciones Unidas muestran el impacto del cambio climático a través de obras artísticas

Como parte de la colección de arte «El latido de la tierra», la compañía presenta dos nuevas experiencias interactivas que buscan concientizar y enseñar a todas las personas en el mundo sobre el daño ambiental en el planeta

Con el objetivo de mostrar el impacto del daño ambiental en el planeta, Google Arts & Culture y la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCCC) invitaron a Refik Anadol y el colectivo artístico femenino Hyphen Labs a interpretar datos científicos sobre el clima a través de dos nuevas obras de arte interactivas.

Las experiencias están disponibles a partir de este jueves de manera online y gratuita, como parte de la tercera edición de la colección Heartbeat of the Earth (en español, “El latido de la tierra”). Las nuevas obras se suman a las ocho ya publicadas desde el inicio de la colección de Google Arts & Culture en 2020, con el propósito de hacer más accesibles y visibles los datos que explican la crisis del clima y su impacto en nuestro entorno.

“Con los impactos del cambio climático acelerándose y haciéndose más evidentes cada día, es más importante que nunca involucrar a los artistas y utilizar la cultura como un vehículo para el mensaje de que la situación en torno a la crisis climática es urgente”, dijo Ovais Sarmad, secretario ejecutivo adjunto para el Cambio Climático de la ONU.

Y agregó: “La ciencia y los datos complejos deben mostrarse de forma emotiva, de manera que permita comprender cómo el calentamiento global nos afecta a todos individual y colectivamente”.

Qué daños nos mostraría una resonancia magnética de la Tierra

En el experimento “Resonancia magnética de la Tierra, el artista Refik Anadol interpreta nuestro planeta como si de un “cuerpo” se tratase, mostrando el daño que le estamos infligiendo con el cambio climático. Anadol invita a reflexionar sobre la belleza de la Tierra a través de visualizaciones de paisajes naturales generados por aprendizaje automático y además nos motiva a actuar para un futuro de esperanza.

Cómo nos afectarán los efectos en cascada del deshielo de los polos

El colectivo global Hyphen Labs, junto con la artista inupiaq (indígena del norte de Alaska) Allison Akootchook Warden y la Union of Concerned Scientists, exploran en la experiencia Subida insidiosa los efectos en cascada que genera el calentamiento de los hielos polares. Y además explican cómo el calentamiento del clima no sólo desencadenará el colapso ecológico, sino que también ejercerá presión sobre los sistemas existentes que ya afectan de manera desproporcionada a los marginados.

De esta manera, con las obras artísticas se busca animar a la gente a aprender más sobre la crisis climática y que sirvan de motivación para tomar la iniciativa y cuidar el planeta.

Fuente: https://www.ambito.com/informacion-general/google/y-naciones-unidas-muestran-el-impacto-del-cambio-climatico-traves-obras-artisticas-n5411747

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Por qué Global Citizen quiere acabar con la pobreza extrema en África

«Contra todo pronóstico, incluidas las enormes desigualdades en el acceso a la vacunación, hemos sorteado el temporal del COVID-19 con resistencia y determinación, gracias a la larga historia y experiencia de África en el control de brotes», declaró el Dr. Matshidiso Moeti, director regional de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para África, a principios de febrero.

Como ha informado ampliamente Global Citizen, el COVID-19 ha repercutido en todos los aspectos de nuestras vidas y ha sido el principal factor responsable de hacer retroceder décadas de progreso para acabar con la pobreza extrema en África y en el mundo.

Con el telón de fondo de la pandemia de coronavirus, disturbios civiles, golpes de estado, impactos del cambio climático y otros retos a los que se enfrenta el continente en la actualidad, la resistencia y la determinación de los africanos a la que se refirió el Dr. Moeti, son las herramientas con las que África sigue siendo fuerte.

Teniendo en cuenta que 21 de los 25 países más pobres del mundo se encuentran en África, y que el impacto del cambio climático junto con la pandemia de coronavirus afectan con mayor intensidad a los países africanos, los plazos para acabar con la pobreza extrema y sus causas sistémicas deben adelantarse drásticamente, especialmente en esta parte del mundo.

Después de hacer campaña para que líderes mundiales y sus gobiernos, organizaciones empresariales, sociedad civil y organismos multilaterales se unan para acabar con el COVID-19 para todos y poner en marcha una recuperación mundial equitativa de la pandemia en 2021, Global Citizen redobla la apuesta para 2022.

Este año, con el lanzamiento de la campaña Pongamos fin a la pobreza extrema ahora: Nuestro futuro no puede esperar, Global Citizen está redefiniendo nuestra misión principal, pasando de abogar por el fin de la pobreza para 2030 a trabajar incansablemente para acabar con la pobreza AHORA. A lo largo de este año, Global Citizen y global citizens de todo el mundo actuarán para defender los compromisos de gobiernos, filántropos y el sector privado, centrándose en tres áreas temáticas clave:

  • Empoderar a las niñas AHORA moviendo a los líderes del G7 a satisfacer las necesidades de 50 millones de niñas; porque las niñas son la clave para romper los ciclos de la pobreza a través de inversiones específicas en su educación, nutrición y salud, incluyendo los servicios de salud sexual y reproductiva.
  • Romper las barreras sistémicas que mantienen a las personas en la pobreza y limitan su acceso a la justicia social, sanitaria y económica, abogando por la equidad en las vacunas para vencer a las variantes del COVID-19 y prevenir la próxima pandemia. Esto incluye áreas como compartir la propiedad intelectual de las vacunas con los países en desarrollo, fortalecer los sistemas de salud y llamar a la equidad financiera para financiar las necesidades esenciales y abordar los desafíos globales.
  • Adoptar medidas climáticas AHORA para llamar a los países más ricos a que den un paso adelante y cumplan la promesa, aún no cumplida, de destinar 100.000 millones de dólares anuales al financiamiento climático para apoyar la adaptación y la mitigación en las naciones más vulnerables; así como dar prioridad a la seguridad alimentaria, la nutrición y los medios de vida, destinando importantes recursos para la adaptación climática a las comunidades rurales y los pequeños agricultores.

En cada una de estas áreas nos centraremos en amplificar las voces de activistas y ciudadanos; en asegurarnos de que las voces de los más marginados del mundo se escuchen sin producir reacciones o consecuencias violentas, y en que los líderes mundiales rindan cuentas para cumplir sus promesas.

Pero, ¿qué significa todo esto para el continente africano? He aquí un desglose:

Empoderar a las niñas AHORA

«Romper las barreras sociales para las adolescentes tiene un profundo efecto en su capacidad para prosperar más adelante en la vida. Este periodo formativo es fundamental para permitirles nuevas libertades de elección, preparándolas para experimentar una mayor autonomía y ejercer su plena capacidad de acción para convertirse en miembros económicamente capacitados de la sociedad.

Es nuestra responsabilidad colectiva tomar medidas para las intervenciones e inversiones que nutran a las adolescentes, para que puedan impulsar el progreso y participar en la fuerza de trabajo como catalizadores en el centro de nuestro desarrollo».

— Chebet Chikumbu, directora regional de África Meridional y Oriental

Two sisters walk on the way to their school in October 2020, after months of school closures in Niger. In the heart of the Sahel, millions of children returned to school after months of closure due to COVID-19.
Two sisters walk on the way to their school in October 2020, after months of school closures in Niger. In the heart of the Sahel, millions of children returned to school after months of closure due to COVID-19.
Image: © Juan Haro/UN0397977/UNICEF

Siempre ha sido el momento de centrar la atención en las niñas y las jóvenes, verdaderas guardianas de nuestro futuro mundial y, sin embargo, uno de los grupos demográficos más vulnerables y desatendidos, son líderes que tienen un potencial increíble para hacer del fin de la pobreza un logro sostenible.

Sólo en los dos últimos años hemos sido testigos de cómo una pandemia ha extendido las injusticias de género y causado daños a las niñas, en África y en todo el mundo. En Sudáfrica se produjo un aumento sin precedentes de los feminicidios a raíz de las normativas de cierre nacional. Esto se produce después de años en los que las mujeres y las niñas del país han llamado al fin de la violencia de género (VG).

Zimbabue fue testigo de un aumento del 60% de las denuncias de violencia de género durante los cierres nacionales, y la tendencia es similar en varias naciones del sur de África, como Madagascar, Kenia y Malawi, esta última con un aumento del 150% de los casos de violación de menores.

El aumento de la violencia y los abusos contra las niñas relacionados con el COVID es un tema lamentable en todo el continente. Por ejemplo, el aumento de las tasas de embarazo precoz y de matrimonio infantil se está viendo como resultado directo de los cierres de escuelas y de los colegios. El Banco Mundial estima que África Occidental y Central serán de las más afectadas por el matrimonio infantil en el mundo en los próximos años.

La educación de las niñas ha estado siempre en peligro, y aunque se han hecho grandes avances en los últimos años, la pandemia ha revertido casi todos los logros alcanzados para garantizar el acceso a la educación de las niñas de África. La educación de las niñas es clave para acabar con el ciclo de la pobreza, es una inversión que puede mejorar la economía de un país, llevarnos a conseguir la igualdad global y ayudarnos a afrontar los retos globales existentes y sin precedentes.

Los obstáculos a la educación a los que se enfrentan las niñas en el continente africano son violencia de género, conflictos, matrimonio infantil, falta de acceso a los servicios de salud, nutrición, y la mutilación genital femenina (MGF).

De hecho, en África se encuentra Somalia, el país con las tasas más altas de MGF del mundo, una práctica que no sólo impide que las niñas vayan a la escuela (y en algunas tradiciones, es un requisito para el matrimonio infantil), sino que también pone en riesgo la salud de las niñas. La MGF se practica en casi todas las regiones de África, pero su prevalencia es mayor en la región subsahariana.

Un impacto brutal en la educación de las niñas son los conflictos y las crisis que siguen estallando en todo el continente, y que siguen vigentes en algunas regiones. Uno de cada cuatro niños en el mundo está afectado por una crisis, y los conflictos van en aumento en África. Por ejemplo, la guerra vivida en Etiopía, la violencia civil que rodea a la República Democrática del Congo, los golpes militares en el norte y el oeste de África. No se sabe lo que esto significa para el continente, y para las niñas que ya tienen dificultades para acceder a la educación en él.

Como consecuencia de la inseguridad y la violencia, el acceso seguro a las escuelas no está garantizado, y las niñas que faltan a la escuela debido a las crisis tienen menos probabilidades de regresar.

Global Citizen hace un llamado al G7 para que atienda las necesidades de 50 millones de niñas en todo el mundo, destinando un mínimo de 400 millones de dólares para ayudar a millones de mujeres jóvenes y niñas con asistencia inmediata para las comidas escolares, el acceso a la educación y la salud, incluidos los servicios de salud sexual y reproductiva.

Romper las barreras sistémicas AHORA

«Hasta que no estemos preparados para exponer las causas sistémicas de la pobreza extrema, seguiremos atravesando ciclos de desigualdad. Tenemos que comprometernos activamente y no tener miedo de llamar a la discriminación sistémica.  Como global citizens, es nuestra responsabilidad hacer que nuestros líderes rindan cuentas para evitar futuras injusticias y crear la sociedad que nos gustaría ver».

— Maimuna Maibe, directora de Global Citizen en Nigeria.

In this June 3, 2021, file photo an elderly patient receives a dose of the Pfizer COVID-19 vaccine, at a clinic at Orange Farm, near Johannesburg. Pfizer has announced that a South African firm will begin producing the Pfizer-BioNTech COVID vaccine.In this June 3, 2021, file photo an elderly patient receives a dose of the Pfizer COVID-19 vaccine, at a clinic at Orange Farm, near Johannesburg. Pfizer has announced that a South African firm will begin producing the Pfizer-BioNTech COVID vaccine, the first time that the vaccine will be produced in Africa.
Image: Denis Farrell/AP

Una de las mayores injusticias en materia de salud que se han producido en el mundo es que los países de bajos ingresos queden excluidos de la carrera por conseguir las vacunas COVID-19 que salvan vidas para sus poblaciones. África sigue estando drásticamente atrasada con respecto al resto del mundo en lo que se refiere al despliegue de vacunas. Mientras tanto, un pequeño puñado de naciones ricas ha dominado el mercado de las vacunas, algo que Sudáfrica y Kenia han llamado «apartheid de las vacunas».

El presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, llegó a decir: «El apartheid de las vacunas debe llegar a su fin. Porque al final, en todo el mundo, nadie está seguro hasta que todo el mundo esté seguro, así que todos debemos ser tratados por igual en todo el mundo y las vacunas deben ser tratadas como un bien público, disponibles a precios asequibles en todo el mundo».

Esta desigualdad sólo servirá para extender la pandemia innecesariamente. Sin la vacunación mundial, es seguro que surgirán nuevas variantes que seguirán suponiendo una amenaza para la salud pública, del mismo modo que lo hicieron Delta y Omicron.

Una y otra vez, África y sus líderes han llamado a las naciones que acaparan las vacunas a compartir las dosis de forma justa. No ha sido un llamado a la caridad, ha sido un llamado a la equidad. También han llamado a las empresas farmacéuticas para que compartan la información y la tecnología de producción de vacunas, especialmente cuando África tiene planes para aumentar su capacidad de fabricación de vacunas en los próximos años a través de un centro de ARNm respaldado por la Organización Mundial de la Salud, para que el continente pueda trabajar para fabricar sus propias dosis y ser autosuficiente en la batalla contra el COVID-19 y futuras pandemias.

La pandemia ha hecho estragos en las economías, y las naciones africanas se han endeudado aún más y luchan por recuperarse de los efectos de la COVID-19. Dos cosas que tienen que cambiar para ayudar a África a recuperarse (y prosperar) son el aumento de la ayuda oficial al desarrollo (AOD), en la que los gobiernos ricos se comprometen voluntariamente a ayudar a las naciones en desarrollo, así como una reasignación adecuada de los Derechos Especiales de Giro (DEG).

Los DEG son esencialmente un activo financiero de reserva asignado por el Fondo Monetario Internacional (FMI) que puede ser negociado entre países a cambio de liquidez o efectivo. Se trata de un salvavidas que puede salvar a las economías de los golpes que la pandemia les ha asestado y, en una primicia histórica, el FMI ha emitido 650.000 millones de dólares en DEG para la recuperación de la pandemia.

Pero la forma en que se asignan actualmente los DEG significa que los países más ricos (que no necesitan tanto los DEG) reciben la mayor parte, mientras que los países más pobres reciben la menor parte. Por tanto, sólo un puñado de países africanos se beneficiarán realmente de la asignación actual de los DEG. Puedes leer más sobre cómo funciona esto aquí.

Los dos mayores obstáculos sistémicos a los que se enfrentan África y el mundo en la actualidad, y que siguen alimentando a la creciente bestia de la pobreza, son la injusticia sanitaria y la desigualdad financiera. Global Citizen hace un llamado para que se compartan las dosis de vacunas y la información sobre la fabricación de vacunas esenciales con los países en desarrollo, para que se fortalezcan sus sistemas sanitarios y para que se reasignen los recursos financieros en beneficio de quienes más lo necesitan.

Tomar acción sobre el cambio climático AHORA

«Cuando crecía, el cambio climático no era un problema, nos enseñaban a amar nuestra tierra, nos animaban a reciclar el agua después de usarla, a tirar las cáscaras de las verduras en un compost para fomentar la fertilización de la tierra, y la basura estaba generalmente mal vista. Esta era la norma, no sólo para mí, sino para todas las familias de mi comunidad en el Cabo Oriental de Sudáfrica.

Por eso me entristece tener que luchar contra algo que debería ser tan obvio como es la protección de la tierra que nos da la vida, pero me siento orgulloso de formar parte de una organización que se enfrenta a esto de frente. Tenemos que hacer lo correcto por nuestro planeta y defenderlo AHORA».

— Sonwabise Mzinyathi, directora general de Política Global y Asuntos Gubernamentales para África Meridional y Oriental. 

A family take their belongings after their home was flooded after a week long of heavy rain, in Antananarivo, Madagascar, Monday, Jan. 24, 2022. Tropical storm Ana has caused widespread flooding in Madagascar, causing the deaths of 34 people and displacing more than 55,000, officials said Monday. With heavy rains continuing, rivers in Antananarivo are rising and officials are urging residents to leave low-lying areas of the capital city and surrounding areas.
Image: AP Photo/Alexander Joe

A finales de 2021, la imagen de unas jirafas kenianas sin vida se coló en nuestras redes sociales y nos recordó lo grave que es la sequía en el este de África. Aunque la imagen fue tendencia en todo el mundo durante unos días, el problema más profundo es algo más que una imagen que puedes pasar por tu línea de tiempo. El cambio climático y sus devastadores efectos en África deben ser objeto de medidas inmediatas.

Siempre se señala que, aunque África es la que menos ha contribuido al cambio climático, es la que peor está experimentando sus efectos, y esto es evidente en todo el continente.

«En los últimos años, he visto cada vez más cómo la crisis climática está afectando al continente africano. Lo cual es irónico, dado que África es el menor emisor de dióxido de carbono de todos los continentes, a excepción de la Antártida», señaló la activista climática ugandesa Vanessa Nakate en la Conferencia Juvenil sobre el Clima previa a la COP26 de 2021.

Y continuó: «Los africanos ya están sufriendo los impactos más brutales alimentados por la crisis climática: huracanes que se intensifican rápidamente, inundaciones devastadoras y sequías fulminantes. Muchos africanos están perdiendo la vida, mientras que muchos más están perdiendo sus medios de vida».

No hay una sola región de África que no esté viendo cómo la crisis climática provoca una destrucción masiva de primera mano. Por eso es tan importante ahora, más que nunca, que el mundo deje de hablar de las medidas que piensa tomar y se lance a tomarlas inmediatamente.

Todo el continente se enfrenta a la escasez de agua y a las sequías relacionadas con el clima, que no sólo afectan al acceso al agua potable, sino al agua para el saneamiento, para la agricultura y la producción de alimentos, y para las infraestructuras y el ganado. Las sequías por sí solas han provocado conflictos e inseguridad en el continente, como por ejemplo la actual violencia entre países que estalló en África Central y Occidental como consecuencia de la desecación del lago Chad.

También se ha producido un aumento desastroso del hambre en toda África, y esto puede estar directamente relacionado con el impacto del cambio climático en la seguridad alimentaria: según se informa, Madagascar está experimentando la primera «hambruna inducida por el clima» del mundo. Cuando el agua se seca, los cultivos se reducen y mueren, y lo mismo ocurre con el ganado. El precio de los alimentos aumenta exponencialmente a medida que la comida se hace más difícil de cultivar y alimentar, y con los índices de pobreza en continuo aumento en el continente, no todo el mundo puede permitirse alimentarse a sí mismo o a sus familias.

Por último, las catástrofes naturales están cambiando y desarraigando los medios de subsistencia de la población africana. Los ejemplos más recientes de esto son las tormentas tropicales AnaBatsiraiEmnati y el ciclón Gombe que destrozaron Mozambique, Malawi y Madagascar de forma consecutiva a principios de 2022. Los tres países aún estaban tratando de recuperarse de una temporada de tormentas tropicales que devastó la misma región en 2019. Las inundaciones y las tormentas están ahogando algunas zonas, las sequías y las nubes de langostas están causando una destrucción masiva en otras.

Estas catástrofes no sólo han arrasado las infraestructuras y los cultivos, sino que han sido la causa de desplazamientos masivos, ya que los ciudadanos afectados huyen de sus países de origen para encontrar refugio y un mejor acceso a recursos en otros. La necesidad de hacer frente a la crisis climática es urgente, la vida de los africanos depende de ello.

Global Citizen llama a las naciones ricas a cumplir sus compromisos financieros para ayudar a los países en desarrollo a adaptarse al clima, a dar prioridad a los pequeños agricultores y a las comunidades rurales y a darles poder financiero en un esfuerzo por impulsar la seguridad alimentaria, y a que las empresas mundiales que emiten grandes cantidades de carbono establezcan pasos claros que indiquen cómo planean alcanzar las emisiones netas cero.

Defender el activismo

People hold banners as they demonstrate on the street to protest against police brutality, in Lagos, Nigeria, Oct. 20, 2020. After 13 days of protests against police brutality, authorities have imposed a 24-hour curfew in Lagos, Nigeria’s largest city.
People hold banners as they demonstrate on the street to protest against police brutality, in Lagos, Nigeria, Oct. 20, 2020. After 13 days of protests against police brutality, authorities have imposed a 24-hour curfew in Lagos, Nigeria’s largest city.
Image: Sunday Alamba/AP

En un mundo perfecto, no sería necesario recabar el apoyo de la opinión pública en torno a soluciones específicas para hacer frente a la pobreza extrema, porque las necesidades básicas y los derechos de todas las personas estarían satisfechos y se respetarían.

Por desgracia, esta no es la realidad. En muchos países africanos, no es políticamente seguro ni popular abordar las causas sistémicas de la pobreza extrema y puede ser incluso una amenaza para la vida.

Seis activistas ugandeses fueron detenidos por protestar contra un proyecto de extracción de crudo que perjudicaría a los agricultores y dañaría a las comunidades locales, mientras que Chad, Malí, Guinea y Sudán sufrieron golpes de Estado exitosos (que suelen ir acompañados de cortes de Internet y supresión de los medios de comunicación) en 2021.

En octubre de 2020, oficiales del ejército nigeriano dispararon contra manifestantes pacíficos de #EndSARS en el peaje de Lekki, en Lagos, matando al menos a 12 personas e hiriendo a muchas otras; hasta la fecha no se ha responsabilizado a nadie de ese terrible suceso, calificado de «masacre» por un grupo creado para investigar.

Ya sea en la defensa del medio ambiente, contra la brutalidad policial o en la participación para la construcción de la nación, el espacio cívico en África se está reduciendo cada vez más y, con él, las voces críticas necesarias para derribar las barreras sistémicas que empujan a las personas a la pobreza y las atrapan en ella.

Además, ninguna de estas soluciones puede tener éxito sin la defensa de los ciudadanos y las alianzas locales, regionales y mundiales con otros activistas, porque el cambio profundo y duradero sólo se producirá cuando los ciudadanos lo exijan y sus voces sean escuchadas.

Por este motivo, la defensa liderada por los ciudadanos es esencial y, por eso, en 2022, Global Citizen también se asegurará de que nuestro trabajo en las tres áreas prioritarias ayude a proteger y elevar las voces de los activistas locales en los procesos de toma de decisiones internacionales, y ayude a los ciudadanos a participar en la toma de decisiones, a través de procesos políticos globales y regionales, así como en las elecciones.

Puedes unirte a la campaña Pongamos fin a la pobreza extrema AHORA: Nuestro futuro no puede esperar, inscribiéndote como global citizen (aquí o descargando la aplicación de Global Citizen) y uniéndote a nosotros para pasar a la acción, ahora.

Fuente: https://www.globalcitizen.org/es/content/global-citizen-end-extreme-poverty-now-africa/

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España: La contaminación química: otra emergencia planetaria

La contaminación química: otra emergencia planetaria

La era industrial ha sido también un motor indetenible de producción de decenas de miles de nuevos materiales y sustancias químicas, desconocidos en la naturaleza, creados para distintos fines y cuyos efectos sobre la vida humana y no humana, los ecosistemas y el planeta entero son, en la mayoría de los casos, totalmente desconocidos. Ha sido hasta en las últimas décadas que este aspecto, inexplorado y silenciado durante años, comenzó a ser analizado por equipos internacionales de investigación en toxicología ambiental o ecotoxicología. ¿Cómo entran en las cadenas de la vida sustancias como los nuevos materiales para la conducción, los metales pesados, los plásticos, los pesticidas o los antibióticos? Sobre todo: ¿cuáles son sus efectos a corto, mediano y largo plazo?

En un artículo científico publicado en la revista Science en 2009 por 29 autores de una docena de países (https://bit.ly/3p17160) se dio lugar a la noción de límite planetario. Este concepto logró definir para nueve procesos mayores los grados de perturbación que las actividades humanas provocan en la estabilidad y la resiliencia del ecosistema global ( Earth System), el cual se ha mantenido en equilibrio durante los últimos 11 mil 500 años (Holoceno). Los nueve fenómenos son: 1) cambio climático, 2) biodiversidad, 3) cambios en el uso del suelo, 4) uso del agua dulce, 5) flujos bioquímicos, 6) acidificación de los océanos, 7) aerosoles en la atmósfera, 8) destrucción de la capa de ozono y 9) contaminación química. Utilizando este novedoso marco conceptual, en la última década se han generado numerosos estudios que han contribuido a evaluar los niveles de incertidumbre y riesgo existentes en cada uno de los nueve ámbitos, a partir de la evidencia científica existente, y a señalar sus umbrales, es decir, el momento en que la afectación se torna irreversible. En los últimos años nuevos reportes sobre la contaminación por sustancias químicas han llamado la atención por lo preocupante de los datos revelados. La cantidad de nuevas sustancias que entran cada año al espacio planetario supera por mucho la capacidad científica para su análisis y monitoreo. La generación de sustancias se multiplicó por 50 de 1950 a la fecha y se triplicará hacia 2050.

Se estima que la sociedad humana ha inyectado, durante su fase industrial, unas 350 mil nuevas sustancias o materiales químicos desconocidos para el mundo natural, cuyo registro, impactos y trayectorias apenas se conocen. El inventario más avanzando es la base de datos de la Unión Europea conocida como Reach, la cual posee información de unas 150 mil sustancias con sólo un tercio de ellas con un monitoreo detallado. El caso más preocupante y relativamente nuevo es el de los plásticos cuya producción acumulada hoy excede 8 mil millones de toneladas, de los cuales apenas 9 por ciento ha sido reciclado, 12 incinerado y el restante 79 por ciento arrojado al ambiente. Los efectos de esta contaminación son especialmente alarmantes. Sobre los mares del mundo que regulan el clima global, absorben CO2 y ofrecen alimento a unos mil millones de seres humanos, se vierten 12.7 millones de toneladas de macro y microplásticos al año (https://bit.ly/3BCsWW8). Los estudios develan que los plásticos están presentes en 100 por ciento de las tortugas, 59 por ciento de las ballenas, 36 por ciento de los lobos y 40 por ciento de las aves marinas examinados. De gran impacto y preocupación ha sido el descubrimiento de un gigantesco torbellino o vórtice de basura plástica flotando en el océano Pacífico entre Hawai y California, resultado de los plásticos arrojados por China y otros países asiáticos y por Estados Unidos y Canadá. El tamaño de este vórtice es ¡tres veces el territorio de Francia!

El otro caso que causa alarma es el de los plaguicidas (herbicidas, insecticidas, fungicidas y reguladores del crecimiento vegetal), pues ha quedado demostrado que aunque las sustancias son aprobadas como seguras los impactos sobre la salud ambiental y humana no son monitoreados durante su uso masivo (https://bit.ly/3BMKUFK). Aquí destaca el caso del glifosato, cuya toxicidad ha quedado certificada por unos 150 artículos científicos y que ha sido declarado potencialmente cancerígeno por la Organización Mundial de la Salud. El glifosato es el herbicida más usado en el mundo dado que es acompañante obligado de los cultivos transgénicos (contaminadores genéticos). Hacia 2019 el glifosato se aplicó en 190 millones de hectáreas (casi el territorio de México) sembradas con soya, maíz, algodón y otros cultivos transgénicos en monocultivos producidos por cinco corporaciones biotecnológicas. En resumen, la contaminación química se viene a agregar a los factores que inciden sobre los límites del planeta, nuestra casa común.

Artículo publicado originalmente en La Jornada.

Fuente de la Información: https://www.elviejotopo.com/topoexpress/contaminacion-quimica/

 

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