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El cambio climático convierte los ríos africanos en epicentros de conflictos

 

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El cambio climático convierte los ríos africanos en epicentros de conflictos

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Por Maina Waruru | 28/10/2023 | Ecología social

 

Fuentes: IPS [Imagen: Restos de ganado muerto en los pastizales de Kitengela Masái, en Kenia, durante la gran sequía de 2009. Un nuevo informe muestra que los principales ríos de África se han convertido en fuentes de conflicto debido a su desecación originada por el cambio climático y la degradación ambiental. Imagen: Ilri]

NAIROBI – Casi todas las grandes cuencas fluviales de África se han convertido en epicentros de conflictos en los últimos 20 años, y el rendimiento agrícola en el continente podría caer hasta 50 por ciento en el futuro próximo debido al agotamiento de las fuentes de agua «tradicionales».

 

Ello sucede en parte por los efectos del cambio climático y la degradación del medioambiente, según el Informe sobre el Estado del Ambiente en África 2023, publicado en Nairobi, sede entre otros organismos internacionales del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.

 

Al mismo tiempo, la degradación medioambiental y la pérdida de biodiversidad afectan sobre todo al continente, con una pérdida de cuatro millones de hectáreas de cubierta forestal cada año, el doble de la tasa media mundial.

 

Esto, en parte, ha contribuido a que más de 50 millones de personas hayan emigrado de las zonas degradadas del África subsahariana al norte de África y Europa hasta 2020, según el informe elaborado por el indio Centro para la Ciencia y el Medio Ambiente (CSE), lanzado en esta capital keniana el 13 de octubre.

 

En él se constata que todas las cuencas hídricas críticas de África experimentaban al inicio de esta década dificultades y turbulencias a causa, entre otras razones, al uso insostenible de los recursos, además del clima, convirtiéndose en focos de competencia por el agua.

 

Las cuencas incluyen el lago Chad, compartido por Chad, Nigeria, Camerún y Níger; el río Nilo, compartido por Egipto, Uganda, Sudán y Etiopía; el lago Victoria, compartido por Kenia, Uganda y Tanzania; y el río Níger, utilizado por comunidades de Níger, Mali y Nigeria.

 

También figuran en la lista la cuenca del río Congo, un recurso conjunto utilizado por Camerún, la República Centroafricana, la República Democrática del Congo, Guinea Ecuatorial y Gabón, y la cuenca del lago Malauí, compartida por Tanzania y Malauí. También figura en la lista la cuenca del lago Turkana, en Kenia y Etiopía.

 

Los conflictos en la cuenca del lago Chad comenzaron en 1980, después que la masa de agua ha disminuido un 90m% desde los años 60 debido a la sobreexplotación y a los efectos del cambio climático.

 

«Durante años, el lago ha sustentado el agua potable, el riego, la pesca, la ganadería y la actividad económica de más de 30 millones de personas; es vital para las comunidades indígenas, pastoriles y agrícolas de uno de los países más pobres del mundo”, señala el informe.

 

De hecho, añade, “el cambio climático ha alimentado crisis medioambientales y humanitarias masivas en la región».

 

Señala que los actores internacionales y los gobiernos regionales han ignorado durante mucho tiempo la interacción entre el cambio climático, la violencia comunitaria y el desplazamiento forzado de civiles.

 

«Los conflictos entre pastores y agricultores se han hecho habituales a medida que se pierden los medios de subsistencia, y las familias que dependen del lago emigran a otras zonas en busca de agua», señala el nuevo reporte del CSE.

 

«En la cuenca del Congo, las disputas comenzaron en 1960. La cuenca es testigo de crisis polifacéticas, como desplazamientos forzosos, conflictos violentos, inestabilidad política e impactos del cambio climático», determina.

 

Por otro lado, en la cuenca del Níger los conflictos se remontan a 1980, se remarca, y se culpa al cambio climático de los desacuerdos por «los daños a las tierras de cultivo y el acceso restringido al agua, mientras que en el Nilo, los desacuerdos comenzaron en torno a 2011 a raíz de la construcción de la presa del Gran Renacimiento por parte de Etiopía, que Egipto teme que afecte al caudal de agua».

 

Los conflictos por los recursos del lago Turkana son bastante recientes, y se remontan a 2016, cuando se observó que, con 90 % de su agua procedente del río Omo, en Etiopía, el aumento de las temperaturas y la reducción de las precipitaciones han contribuido al «retroceso» del lago hacia Kenia.

 

Para sobrevivir, las tribus de pastores etíopes empezaron a seguir el agua, lo que provocó conflictos intertribales con sus pares keniatas. La construcción de la presa etíope Gilgel Gibe III en el río solo empeoró las cosas.

 

El informe señala que, en 2020, se proyectaba que entre 75 y 250 millones de personas del continente estaban «expuestas a un mayor estrés hídrico» debido al cambio climático.

 

El documento advierte que, en algunos países, el rendimiento de la agricultura de secano podría disminuir hasta un 50 % debido a la desecación de las fuentes tradicionales de agua, como lagos, ríos y pozos.

 

«La forma en que África gestione sus recursos hídricos definirá la seguridad del agua en el mundo. Los acuíferos africanos contienen 0,66 millones de kilómetros cúbicos de agua. Esto es más de 100 veces los recursos anuales renovables de agua dulce almacenados en presas y ríos», remarca el estudio.

 

Como ejemplo está el ejemplo de Etiopía. Este país, conocido como la torre de agua del continente, se enfrenta al enorme reto de la desaparición de lagos y ríos.

 

África, el segundo continente más grande y poblado del mundo, alberga una cuarta parte de la fauna y la flora del planeta, pero la extinción de especies y la tasa general de pérdida de biodiversidad en el continente son mayores que en el resto del mundo.

 

Como resultado, del total de muertes por condiciones meteorológicas extremas, clima o estrés hídrico en el mundo en los últimos 50 años, 35 % de ellas se produjeron en África.

 

Como era de esperar, además, África concentrará 40 % de las migraciones mundiales debidas al cambio climático.

 

«Aunque el Sur global soportará la carga máxima de la migración interna, las razones podrían variar de una región a otra, dependiendo de cuestiones relacionadas con el cambio climático como la escasez de agua o la subida del nivel del mar”, explica el informe.

 

Sin embargo, alerta que “la escasez de agua será el principal motor de la migración total”

 

Citando el ejemplo de los chimpancés, el Estado del Ambiente en África 2023 informa de que solo hay entre 1,05 y 2,05 millones de ejemplares de esta especie en el continente, limitados a Gabón, República Democrática del Congo y Camerún, mientras sus poblaciones que han desaparecido en Gambia, Burkina Faso, Benín y Togo.

 

En el lado positivo, afirma que los países africanos cuentan con algunos modelos de conservación pioneros que, entre otras cosas, sitúan a las comunidades en el centro de los esfuerzos de conservación.

 

Añade que si África protege su biodiversidad, el mundo entero también saldrá ganando.

 

Las zonas protegidas del continente, si se utilizan de forma sostenible, pueden erradicar la pobreza y traer la paz, afirma.

 

Sudáfrica será la más afectada por los fenómenos meteorológicos extremos, que harán inhóspitas algunas zonas, donde ya hay personas que se ven obligadas a emigrar dentro de sus propios países o regiones en busca de condiciones de vida más hospitalarias y mejores, afirmó Sunita Narain, directora general del CSE, con su base principal en India.

 

Narain explicó los motivos del informe: «Hoy podemos leer y obtener la historia inmediata, pero a menudo no tenemos la visión de conjunto. El informe nos ayudará a tener esa visión de conjunto. Nos permitirá comprender los distintos aspectos del medio ambiente al ofrecer una visión global que aclare los vínculos entre el medio ambiente y el desarrollo. Medioambiente y desarrollo son dos caras de la misma moneda».

 

Añadió que el informe, elaborado con aportaciones de científicos y periodistas afincados en África, también ayudaba a la gente a apreciar el vínculo entre desarrollo y ambiente.

 

Según Mamo Boru Mamo, director de la Autoridad Nacional de Gestión Medioambiental de Kenia, las cuestiones planteadas en el informe son importantes y pertinentes para el medio ambiente en África.

 

Entre otras cosas, el Estado 2023 captó la difícil situación de las comunidades agropecuaria de África oriental, cuya migración de las zonas áridas y semiáridas del continente a los centros urbanos y fuera del continente ha aumentado en los últimos años, gracias en parte a la acelerada degradación del medio ambiente.

 

«El continente tiene la responsabilidad colectiva de gestionar el medio ambiente de forma sostenible, al tiempo que orienta la posición que debe adoptar África en la próxima COP28 de la ONU en Dubái», afirmó, en referencia a la 28 Conferencia de las Partes sobre cambio climático que acogerá ese emirato desde el 30 de noviembre.

 

Citando el «Estado provisional del clima mundial 2022» de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), el funcionario keniata subrayó que en África oriental las precipitaciones han estado por debajo de la media durante cuatro estaciones húmedas consecutivas, la secuencia más prolongada en 40 años.

 

La región registró cinco estaciones lluviosas deficitarias consecutivas hasta finales de 2022, siendo la estación lluviosa de marzo a mayo de 2022 la más seca en más de 70 años para Etiopía, Kenia y Somalia, en parte debido a la destrucción del ambiente y al cambio climático.

 

En general, el informe confirma que la crisis climática en África es lo que califica como «un problema existencial», al que se enfrentan millones de personas que llevan años soportando una naturaleza airada.

 

Más de 100 periodistas, investigadores y expertos de toda África han contribuido a la elaboración de esta publicación anual.

Fuente: https://ipsnoticias.net/2023/10/el-cambio-climatico-convierte-los-rios-africanos-en-epicentros-de-conflictos/

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Los niños del 98% de los países africanos están entre los más expuestos a los efectos del cambio climático

Además de un acceso limitado a los servicios esenciales, fisiológicamente los niños tienen más dificultades para hacer frente a los cambios y la contaminación, recuerda la agencia de la ONU para la infancia en víspera de la cumbre africana del clima.

El Fondo de la ONU para la Infancia (UNICEF) advirtió este viernes en un informe que los niños del continente se encuentran entre los más expuestos a los efectos del cambio climático, pero continúan desatendidos por los principales flujos de financiación necesarios para ayudarles a adaptarse, sobrevivir y hacer frente a la crisis climática.

Según el documento, los niños de 48 de los 49 países africanos evaluados están clasificados como en riesgo alto de sufrir los efectos del calentamiento global.

Hora de actuar: Los niños africanos en el punto de mira del cambio climático evalúa los países en función de la exposición de los niños a las perturbaciones del clima y medioambientales, como ciclones y olas de calor, así como su vulnerabilidad a esos cambios en función de su acceso a los servicios esenciales.

Físicamente son menos capaces de resistir y sobrevivir a las perturbaciones, y fisiológicamente son más vulnerables a sustancias tóxicas como el plomo y otras formas de contaminación. Según los autores, los que viven en la República Centroafricana, Chad, Nigeria, Guinea, Somalia y Guinea-Bissau son los que corren mayor riesgo.

En respuesta a este riesgo, el informe examinó la forma en que los fondos multilaterales para el clima destinan sus recursos. Sólo el 2,4% de esta financiación mundial clave para el clima puede clasificarse como destinada a apoyar actividades que tengan en cuenta a los niños, con un valor medio de apenas 71 millones de dólares al año. Si se amplía el grupo destinatario para incluir a los jóvenes, la cifra aumenta a sólo el 6,6% del gasto total de los fondos, advirtió el organismo.

La era de la migración climática
Por su parte, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) pidió este viernes medidas concretas para hacer frente al cambio climático y a los retos de la movilidad humana.

«Hemos entrado oficialmente en la era de la migración climática», dijo la directora general electa de la agencia. «Urgen soluciones para abordar el nexo entre el cambio climático y la movilidad humana a escala continental», añadió Amy Pope.

Según el Banco Mundial, sin una acción climática eficiente y sostenida, hasta 105 millones de personas podrían convertirse en migrantes internos para 2023 solo en África.


© UNOCHA/Yasmina Guerda

Unas mujeres cruzan una masa de agua en Rann, estado de Borno, Nigeria.
La oportunidad de alzar la voz
En este contexto, este viernes ha comenzado la Asamblea Juvenil Africana sobre el Clima 2023, que se extenderá hasta el 3 de septiembre, justo antes de la Cumbre Africana sobre el Clima que tendrá lugar en Nairobi, Kenia.

Con motivo de la Asamblea, el Secretario General de la ONU recordó que «los países africanos no han contribuido casi nada a las emisiones globales. Sin embargo, están sufriendo un calor abrasador, inundaciones feroces y sequías mortales”.

Dirigiéndose en particular a los jóvenes, António Guterres aseguró que la humanidad tiene el poder de cambiar el rumbo y que la pasión y la determinación de los jóvenes de todo el mundo son responsables de gran parte de la acción climática que ha tenido lugar.

“Les pido que suban el volumen para pedir el cambio; movilicen a sus amigos, colegas y redes; y aprovechen esta Asamblea para establecer contactos y hacer oír su voz”.

Hacer frente a la crisis en el continente
Tras la Asamblea, los líderes africanos se reunirán para debatir formas de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y cómo adaptarse a las crecientes consecuencias de la crisis climática.

El acto, que se realizó el 4 de septiembre, contó con la presencia de políticos, empresarios y defensores del medio ambiente de todo el continente. Se celebra en un momento en que las temperaturas están aumentando más rápidamente que en muchas otras partes del mundo, lo que provoca fenómenos meteorológicos extremos más frecuentes y sequías prolongadas, con la consiguiente escasez de alimentos y pérdida de vidas humanas.

África en su conjunto es responsable de menos del 3% del total de las emisiones mundiales, y se espera que los líderes redoblen sus llamamientos a la ayuda financiera para ayudar al continente a adaptarse a la crisis climática.

“En la Cumbre Africana sobre el Clima de Nairobi instaré a todos los líderes a actuar”, declaró António Guterres. “Los países desarrollados también deben proporcionar justicia climática: Tomar medidas para garantizar que los países en desarrollo reciban una financiación asequible; aportar los 100.000 millones de dólares anuales prometidos para la acción climática y duplicar la financiación para la adaptación”, añadió.

Fuente:

 

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Estudio: El 40 % de jóvenes en el mundo ve empleo y educación esenciales para su bienestar

Un 40 por ciento de los jóvenes de todo el mundo identifica la educación, las competencias profesionales y el empleo como principales vías para garantizar su estabilidad futura en un contexto marcado por la pandemia, los conflictos y el cambio climático, según un sondeo global publicado hoy.
Los resultados preliminares de la encuesta, realizada entre más de 823.000 jóvenes por la Alianza Mundial para la Salud y el Bienestar de las Mujeres, los Niños y los Adolescentes y con respaldo de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se publican en vísperas del Día Internacional de la Juventud, este 12 de agosto.
El sondeo quiere llegar hasta el millón de encuestados, y desde hoy un tablero interactivo actualizará a tiempo real sus resultados.
Preguntados sobre qué es lo que desean para mejorar su bienestar, los encuestados también mencionaron «seguridad y entorno de apoyo» (21,2 %) y «buena salud y nutrición óptima» (16,3 %).
Los datos se recopilaron en muchos países de forma digital, a través de dispositivos como móviles inteligentes, aunque en países donde no están tan generalizados, caso de algunos africanos o la India, se optó por sondeos en persona.
«Con la publicación de los resultados lo que queremos es maximizar la importancia del Día Internacional de la Juventud y mostrar lo que los jóvenes quieren», concluyó la directora ejecutiva de la Alianza Mundial para la Salud y el Bienestar de las Mujeres, los Niños y los Adolescentes, Helga Fogstad.
Los organizadores del proyecto esperan recopilar al menos 1 millón de respuestas para octubre con el objetivo de presentar los resultados finales y servir de base a una agenda de acción que se presentará en el Foro Mundial de Adolescentes los días 11 y 12 de octubre.
En la presentación del informe, el miembro del Consejo Juvenil de la OMS, David Imbago Jácome, subrayó que el actual contexto postpandémico supone nuevos retos para los jóvenes.
«En 2022, en los países de ingresos bajos y medios, las pérdidas en el aprendizaje a causa del cierre de escuelas por el COVID-19 dejaron hasta un 70 % de niños de 10 años incapaces de leer o comprender un texto sencillo, frente al 53 % anterior a la pandemia», advirtió.
Fuente: https://planoinformativo.com/940212/el-40-de-jovenes-en-el-mundo-ve-empleo-y-educacion-esenciales-para-su-bienestar
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Lo nuevo normal climático es amenazador

Por: LEONARDO BOFF

No es que estemos yendo al encuentro del calentamiento global y del cambio climático. Es que estamos ya dentro. Rompimos la soportabilidad de la Tierra (planetary boundaries) que podrá llevar el sistema-vida al colapso. Hemos pasado el punto crítico y estamos en un camino sin retorno. El planeta Tierra está siendo superexplotado por la voracidad industrialista, que beneficia a una pequeña parte de la humanidad, ha excluido de la mesa de la comensalidad a las grandes mayorías y nos ha llevado a esta situación amenazadora.

Grandes climatólogos y otros científicos, recogidos en el severo libro de Elizabeth Kolbert, Bajo un cielo blanco: la naturaleza del futuro (Crítica 2021) y La sexta extinción: una historia nada natural (Crítica 2016), se han vuelto clima-escépticos y resignados: aún con la ciencia y la tecnología estamos llegando con retraso. No hay cómo evitar la escalada del nuevo régimen climático. Solo podemos disminuir los efectos dañinos, hacer prevención y adaptarnos a él. Las consecuencias generales para la humanidad, de modo especial para los desvalidos, serán infernales.

Lo que se había concertado en 2015 en la COP de París de esforzarnos para para impedir que el calentamiento subiese 1,5 ºC hasta 2030 se ha frustrado. La gran mayoría, dominada por los lobbies de las grandes empresas de extracción de petróleo y de energía, no ha hecho los deberes. En la COP de Egipto en 2023 los tres países que más contaminan, Estados Unidos, India y China, ni siquiera se presentaron.

Ante la crisis energética mundial, han vuelto las tecnologías altamente contaminantes del pasado, como el carbón.

El informe del IPCC de febrero de 2022 advirtió: como se ha hecho muy poco, el calentamiento global subirá 1,5-2 grados ºC hacia 2027. Otros científicos tomando en cuenta la presencia del metano, que es 28 veces más dañino que el CO2, por el deshielo de los cascos polares y del permafrost, sugieren que este aumento de la temperatura nos llegará ya en 2025. De ser verdad, tenemos poco tiempo para prepararnos y para inventar estrategias de adaptación. ¿Cuál es el costo en términos de vidas humanas y de inversiones financieras?

Los eventos extremos que han sucedido recientemente son señal de este cambio de régimen climático. En esta semana de carnaval de 2023, solo en 24 horas han llovido 686 mm en Bertioga y 627 mm en São Sebastião, ciudades marítimas en el norte del estado de São Paulo con consecuencias altamente desastrosas.

Simultáneamente un tifón furioso barrió Indonesia, matando a más de 800 personas. Las calles de agua de Veneza están secas.Recordemos los grandes incendios de 2022 que hubo en California, en toda Europa, inclusive en Siberia, Australia y la Amazonia. Se habla de la nueva era del piroceno (del fuego), como efecto del calentamiento global que ha calentado el suelo y las piedras. Las ramitas y hojas secas se prenden fuego y desencadenan grandes incendios. Si esto se confirma, podremos conocer un armagedón ecológico.

Por eso, nuestro futuro no es halagueño. El climatólogo Carlos Nobre ya advirtió en la COP 26 en Glasgow: “En esta década se decidirá el futuro de la humanidad”. Recordemos a los incrédulos del tiempo de Noé que anunciaba el diluvio y ellos continuaban con sus fiestas y bodas, hasta ser tragados por las aguas. Hoy hay un desconocimiento general de la amenazas que pesan sobre nuestro futuro. La mayoría de los jefes de estado no toman en serio tales cambios. Los CEOs de las grandes corporaciones no quieren ni saber de ello. Y si saben, se dan cuenta de que deberían cambiar sus formas de producción, pero temen perder sus negocios y ser tragados por otros más grandes si lo hicieran. Prefieren caminar despreocupadamente hacia la eventual fosa común en vez de cambiar de sistema. El “Titanic” se puede estar hundiendo, pero no les impide hacer sus negocios rentables. Y van a perecer como los otros al son de la música clásica.

No faltan científicos y sabios que nos advierten, mostrando la conexión entre los desastres en São Paulo y las inundaciones del año pasado en Minas Gerais, Bahía y Pernambuco y el cambio de régimen climático. Quien lo hizo claramente por la televisión es uno de nuestros mejores científicos, Antonio Nobre.

Decimos con razón que la Tierra es nuestra madre, pues nos da todo lo que necesitamos. Pero como todas las madres puede darnos serias lecciones para que aprendamos a tratarla como madre, cosa que no hemos hecho durante siglos. El coronavirus ha sido una de esas señales, hasta ahora mal comprendida, por lo que nuestro mejor científico, Miguel Nicolelis, nos alerta siempre: el virus está ahí y puede conocer variantes peligrosas. Tenemos que estar vigilantes. Pero seguimos como si nada hubiese sucedido, como se nota en el carnaval actual, dando por supuesto de que ya hemos vuelto a la antigua normalidad. Esta es nuestra mayor ilusión, pues el nuevo régimen climático será inexorable. Vendrá con nuevos virus, bacterias y enfermedades. Cobrará muchas vidas y nos forzará a cambiar nuestros modos de vida y de consumo.

Los nuevos gobernantes de las naciones (los nuestros inclusive) deben considerar en sus proyectos este hecho nuevo: la Tierra ya no es la misma. No podemos hacer las mismas cosas que antes. En caso contrario, conoceremos desastre tras desastre y frustraciones en lo que emprendamos.

La Tierra-madre se nos presenta como algo enigmático. En los últimos 570 millones de años ocurrieron 15 grandes extinciones masivas. Dos de ellas eliminaron el 50% de las especies de la Tierra y reorganizaron totalmente los ecosistemas. Muchos científicos (cf. Peter Ward, La evolución del ser humano ha llegado a su fin: extinciones masivas y preservación de la biodiversidad, 1977) aseguran que eso ocurrió por un lento e inexorable cambio climático (p.XVII). ¿No estaremos actualmente en una situación semejante, esta vez por el descuido de poderosos grupos humanos? En su hambre de enriquecimiento han agotado los bienes y servicios naturales, volviéndose así el Satán de la Tierra.

Generalmente eran inmensos asteroides los que producían tales desastres. «Este asteroide -comenta Ward- se llama homo sapiens. Todas las especies evolucionan hasta morir. La extinción es el fin de la evolución» (P.XIX). ¿No será que ha llegado nuestro turno?

Nos comportamos de forma tan depredadora con nuestra Madre Tierra que es posible que ella no nos quiera más aquí. Así las otras especies no se verían amenazadas y seguirían su curso evolutivo. No es imposible que, después de miles de años, surja un ser más evolucionado que pueda soportar el espíritu y construir un modo de vida más amigable con todos los seres y con la Tierra.

De continuar como está, nuestra situación puede llevarnos al encuentro de lo peor. La Tierra seguirá girando alrededor del sol, con todo su esplendor, pero sin nosotros.

*Leonardo Boff ha escrito con Jürgen Moltmann, ¿Hay esperanza para la creación amenazada?, Vozes 2014.

Traducción de MªJosé Gavito Mestá siendilano

Fuente de la información: https://leonardoboff.org

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Educación en medio del conflicto, una crisis sin atención

Por: Adriana Berna

La enseñanza es la base del futuro, pero esta se ve en peligro cuando las emergencias humanitarias toman prioridad, ¿cómo asegurar un ambiente educativo estable en medio de la crisis?

“Cuando un país se ve afectado por un conflicto o un desastre, sus niños y sus jóvenes son víctimas por partida doble. A corto plazo, sus escuelas sufren daños, son destruidas, ocupadas por fuerzas militares o incluso atacadas deliberadamente. Debido a ello, se suman a los millones de jóvenes que no asisten a la escuela y que, a medida que pasan los años, rara vez regresan. A largo plazo, ellos y los países donde viven, seguirán enfrentándose a ciclos perpetuos de pobreza”, señaló Henrietta Fore, mientras se desempeñaba como directora ejecutiva del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef, por sus siglas en inglés).

Situaciones de emergencia como la guerra, los desastres naturales causados por el cambio climático y el desplazamiento que también pueden resultar en trabajo infantil, la trata de blancas y matrimonios forzados son las causantes de que millones de niños alrededor del mundo pierdan su derecho a entrar al sistema escolar y sus oportunidades a futuro. De acuerdo con el estudio de Unicef ‘A Future Stolen: Young and out-of-school’, la educación puede hacer o deshacer el futuro de los niños y jóvenes, por lo que es necesario invertir de manera urgente en la seguridad de la enseñanza.

De acuerdo con este mismo reporte, 8,9% de niños en edades de escuela primaria no está yendo a clases, así como el 15,9% de niños con edades de escuela pre-media y el 36,3% de niños en edades de escuela media o bachillerato.

Según las últimas declaraciones del secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), António Guterres, en la Conferencia de Alto Nivel sobre Financiación de la Fundación Education Cannot Wait (ECW) de este año, 78 millones de niños alrededor del mundo de edad preescolar hasta secundaria no han ido nunca a la escuela, mientras que 222 millones de infantes presentan carencia de una educación adecuada, ya que no llegan a los estándares mínimos de competencias en lectura o aritmética.

Educación en medio del conflicto, una crisis sin atención
Actualmente, 78 millones de niños no han entrado al sistema educativo alguna vez en su vida.Pixabay

Una responsabilidad con el futuro

La guerra entre Rusia y Ucrania, el conflicto armado más reciente, ha sido el causante del deceso de la escolaridad en lugares como Kiev y otras zonas de Ucrania que han quedado reducidas a escombros.

Desde 2019, Rusia ha bombardeado centros educativos y al sol de hoy los ataques de la potencia europea, así como los cortes de electricidad en medio de las jornadas escolares son ocurrencias comunes tanto para profesores como para alumnos, reporta el periódico estadounidense The New York Times.

La situación entre ambas naciones ha afectado académicamente a los niños que están injustamente involucrados gracias al cierre obligatorio al que tuvieron que recurrir escuelas a lo largo de Kiev en enero de este mismo año. Algunos profesores han tratado de dar clases en línea para no atrasar a sus estudiantes, mientras que otras escuelas se han reincorporado, pero con una matrícula inferior a la usual. Mientras tanto, niños de zonas afectadas por los bombardeos también han sido trasladados a la capital de Ucrania para poder seguir asistiendo a clases.

Educación en medio del conflicto, una crisis sin atención
Las guerras, los desastres debido al cambio climático y el desplazamiento son algunas de las causas que llevan a los niños a salir de la escuela.Pixabay

Aunque no mucho ha cambiado en el currículum de las escuelas, ahora los niños de Ucrania reciben cursos de primeros auxilios entre clases para saber cómo ayudar en caso de un ataque aéreo por parte de los rusos.

En circunstancias como la de Ucrania, niñas se enfrentan a barreras como la violencia de género, la presión de ser las responsables por el cuidado del hogar, la falta de servicios básicos como el agua y saneamiento, y el matrimonio infantil, truncando sus futuros.

Por otro lado, a los niños se les presiona a ser proveedores desde muy jóvenes y se les sobreponen otros estereotipos de género que resultan en el ausentismo escolar. En tiempos de guerra, muchos jóvenes también terminan siendo soldados infantiles, lo que les impide reintegrarse al sistema educativo.

Según los datos proporcionados por la Unicef, menos del 4% de los llamamientos humanitarios que se realizan se dedica a la educación.

Esta realidad no permite que se invierta adecuadamente en una educación de calidad y capaz de brindar seguridad a los niños en países de crisis. De acuerdo con ‘A Future Stolen: Young and out-of-school’, la escuela es una forma de brindarles estabilidad a los infantes, también puede ser una estrategia de afrontamiento para el trauma que les deja la situación que viven actualmente y brindarles las herramientas a futuro para reconstruir sus países una vez el desastre haya terminado.

Iniciativas como Education Cannot Wait (ECW) son cruciales para devolver el derecho de la educación a los niños.

Hasta el momento, ECW ha impactado la vida de 6,8 millones de niños, con un 48% de estos siendo niñas. De estos, un 13% son niños de familias desplazadas, 30% son refugiados y más del 50% son niños afectados por otros tipos de crisis humanitarias de al menos 40 países, de acuerdo con la información del último reporte de la fundación.

Durante la pandemia, ECW también fue capaz de ayudar a 31,2 millones de infantes para retornar a sus estudios, de los cuales más de la mitad fueron niñas, y además de esto donó $45,4 millones a 32 países como respuesta a la covid-19 y las emergencias educativas del aislamiento social.

https://www.laestrella.com.pa/nacional/230221/educacion-medio-conflicto-crisis-atencion

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El tratado mundial de la OMS contra las pandemias: ¿qué debemos aprender de los errores de la conferencia sobre el cambio climático?

Nature

El proyecto de acuerdo de la OMS propone un proceso similar al de la COP. Es poco probable que mejore la desastrosa respuesta mundial a la COVID.

La Organización Mundial de la Salud ha redactado un borrador de tratado sobre pandemias para evitar que se repita lo que denomina el «catastrófico fracaso de la comunidad internacional a la hora de mostrar solidaridad y equidad» durante la COVID-19. Las decisiones se tomarían a través de una conferencia de las partes (COP), un proceso caro y lento. Como han demostrado las COP sobre el clima y la biodiversidad, un foro de unos 200 países no es la mejor manera de garantizar el cumplimiento, argumenta un editorial de Nature, sobre todo cuando la responsabilidad de actuar recae en un pequeño número de naciones de altos ingresos.

Editorial Nature

La respuesta mundial al COVID-19 representó un «fracaso catastrófico de la comunidad internacional a la hora de mostrar solidaridad y equidad». La Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó la semana pasada el primer borrador de un nuevo acuerdo internacional sobre pandemias. El acuerdo pretende ayudar al mundo a prepararse mejor para futuras pandemias. Las negociaciones sobre los detalles comenzarán a finales de este mes y es probable que duren al menos un año.

Aunque no lo dice explícitamente, la declaración de la OMS puede interpretarse como una reprimenda a los líderes de los países ricos, subrayando el hecho de que su respuesta a la pandemia en curso no ha sido un modelo de cooperación o compasión. La promesa de apoyar adecuadamente un plan de distribución de vacunas llamado COVAX no se cumplió, socavando su potencial. Los países ricos hicieron pedidos excesivos y acapararon vacunas, impidiendo que llegaran a personas de otros países que las necesitaban. Algunas de las empresas farmacéuticas más conocidas y respetadas del mundo lucharon para impedir que se compartiera la propiedad intelectual. Si no lo hubieran hecho, más fabricantes podrían haber producido vacunas y tratamientos, y se habrían salvado más vidas. El tratado redactado por la OMS pretende garantizar que este comportamiento no vuelva a repetirse. Pero, como ya ha argumentado Nature, un tratado por sí solo no ofrece ninguna garantía de que se cumplan las promesas.

Compartir y compartir

El proyecto de texto fomenta la renuncia a los derechos de propiedad intelectual aplicables durante un periodo definido durante una pandemia. Además, al menos una quinta parte de las vacunas pertinentes deben depositarse en la OMS, para garantizar que un número suficiente llegue a las personas más pobres y vulnerables del mundo al mismo tiempo que a los habitantes de los países más ricos. Los precios y los contratos deben hacerse públicos, algo que no ocurrió durante la pandemia de COVID-19, lo que permitió a los países pujar más que otros por las vacunas ofreciendo precios más altos de los que sólo formaban parte las empresas farmacéuticas.

La redacción actual también reconoce la importancia de una ciencia abierta y de compartir datos como las secuencias del genoma viral. El mes pasado, la OMS instó a las autoridades chinas a compartir los datos de las secuencias, así como la información sobre casos, hospitalizaciones y tasas de vacunación. Otro punto destacado en el borrador cero es que los países que comparten sus conocimientos científicos -como hicieron muchos países de bajos ingresos durante la pandemia- también deberían participar en los beneficios.

Todo esto es necesario y debería haberse hecho hace tiempo, y cuenta con el respaldo de científicos y organizaciones activistas. Pero a los investigadores les preocupa, y con razón, la falta de claridad sobre cómo funcionará el tratado en la práctica y cómo se exigirá a los firmantes que cumplan sus promesas. La OMS recomienda que los países tomen decisiones a través de una conferencia de las partes (COP), un foro democrático en el que todos los países tienen la misma voz en la toma de decisiones.

Pero el funcionamiento de las COP es costoso, y la creación de un marco de este tipo significaría que la OMS -que se enfrenta a una lucha constante para conseguir que los países la financien adecuadamente- tendría aún más dificultades. Las COP también tardan en tomar decisiones, como bien sabemos por las que rigen la acción internacional en cuestiones como el cambio climático y la pérdida de biodiversidad.

Quizá lo más importante de todo sea que un foro de 200 países, más decenas de miles de observadores y grupos de presión, no es la mejor manera de garantizar el cumplimiento de un acuerdo, sobre todo cuando la responsabilidad de actuar recae en un número relativamente pequeño de países de renta alta. El proceso de la COP sobre el cambio climático ha demostrado que ni siquiera los acuerdos jurídicamente vinculantes pueden obligar a los países a cumplir sus compromisos.

Sensatamente, la OMS quiere que los países acuerden algún tipo de sistema de seguimiento, una forma de que informen sobre si se están cumpliendo las promesas de financiación, propiedad intelectual o vacunas. Pero los negociadores y sus equipos también harían bien en explorar vías alternativas para alcanzar los objetivos del acuerdo. Los investigadores que estudian el impacto de los tratados internacionales podrían asesorar sobre otros posibles modelos.

Del borrador cero de la OMS se desprende claramente que el organismo está decidido a evitar que se repitan algunos de los peores comportamientos observados durante la pandemia. Y es tranquilizador ver que en todo el texto se anima a gobiernos y empresas a ser transparentes y estar dispuestos a compartir, sobre todo cuando se trata de conocimientos técnicos y productos basados en investigaciones financiadas con fondos públicos. Si esto hubiera ocurrido antes, la pandemia de coronavirus bien podría haber quedado atrás.

El mundo tiene poco más de un año para convertir el borrador en un texto acabado. Es probable que los compromisos de la versión actual se diluyan antes de llegar a un acuerdo. Pero mientras los investigadores se preparan para publicar sus estudios y los activistas se apresuran a acelerar las campañas, es fácil olvidar la necesidad de determinar los tipos de institución y estructura esenciales para garantizar que se cumpla un acuerdo. Las estructuras institucionales son tan importantes como el contenido de los tratados. La OMS y los negociadores nacionales deben preguntarse qué valor tiene un acuerdo si incluye todo lo que figura en el borrador cero de la OMS, pero resulta inviable en la práctica.

7/2/2023

Nature 614, 195-196 (2023)

Global pandemic treaty: what we must learn from climate-change errors

doi: https://doi.org/10.1038/d41586-023-00339-z

https://www.nature.com/articles/d41586-023-00339-z

+ Info:

Seth Berkley. Even after COVID, the world’s vaccine strategy is failing. Without a global, publicly funded strategy, the market will fail to deliver vaccines to stop pandemics before they surge.

https://www.nature.com/articles/d41586-022-04423-8

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Amia Srinivasan, filósofa: “Hay que crear una cultura sexual que desestabilice la jerarquía del deseo”

El más íntimo de los actos es en realidad algo público, afirma esta pensadora de 37 años en ‘El derecho al sexo’. Defiende un feminismo en la intersección del género, la clase y la raza.

Amia Srinivasan (Baréin, 37 años) es una ráfaga que no cesa de fogonazos de inteligencia que deslumbran al interlocutor, lo arrinconan en sus prejuicios y lo sacan de pronto de esa esquina acorralada con ideas y propuestas provocadoras e inesperadas. Hija de un banquero de inversión y de una bailarina clásica, ambos de origen indio y educados en el hinduismo, su recorrido vital por medio mundo —Baréin, Nueva York, Taiwán, Londres— la empujó hacia la filosofía analítica, que estudió en Yale y en Oxford, para buscar una manera de explicarse a sí misma y su lugar en el mundo. La halló en el feminismo, que ha estudiado a fondo para ser capaz de hacer viajes de ida y vuelta entre cada una de sus etapas históricas y dibujar la coherencia de una lucha política que nunca termina.

En 2019 obtuvo, después de un examen de rigor extremo, la cátedra Chichele —en honor del fundador, Henry Chichele— de Teoría Política y Social, en el All Souls College de la Universidad de Oxford. El mismo y preciado puesto que ocupó previamente el filósofo rusobritánico Isaiah Berlin. La primera mujer de raza no blanca, y la persona más joven en alcanzar esa posición académica.

Srinivasan recibe a EL PAÍS en su refugio universitario, una estancia de paredes forradas en madera noble, chimenea, sillones chéster, vidrieras emplomadas que dan a uno de los claustros del edificio de medio siglo de historia y libros, muchos libros, en estanterías, en cajas por desembalar, sobre la mesa de estudio.

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En el club de los señores serios y circunspectos, de chaqueta de tweed y pajarita, con todo el peso de la filosofía clásica de Occidente a sus espaldas, ha irrumpido una mujer mediática y avasalladora. Su libro El derecho al sexo (Anagrama), con una escritura ágil, punzante, certera e inteligente, ha despertado un interés y entusiasmo en la literatura feminista como no se recordaba en mucho tiempo. Srinivasan abarca como ensayista muchos otros asuntos, pero como ella misma señala, citando a Michèle Le Dœuff, “cuando eres mujer y filósofa, resulta útil contar con el feminismo para entender todo lo que te ocurre”.

La filósofa y escritora Amia Srinivasan, el viernes en la Universidad de Oxford.
La filósofa y escritora Amia Srinivasan, el viernes en la Universidad de Oxford.IONE SAIZAR

Pregunta. ¿Qué es el feminismo?

Respuesta. El feminismo no es una idea, una teoría ni una creencia. Algunos piensan que es la creencia de que los hombres y las mujeres deberían ser iguales. Pero eso deja abiertas muchas interrogantes. Las mujeres deben ser iguales… ¿respecto a qué clase de hombres? Porque no existe igualdad entre los hombres. ¿Y qué tipo de igualdad? ¿Material? ¿Económica? ¿Política? ¿Legal? Incluso puede ser que creas que las mujeres deben aspirar a la igualdad con los hombres, pero no quieras luchar por ello. Por eso sostengo que el feminismo debe ser contemplado en primer lugar y sobre todo como una lucha política. Una serie de movimientos que ocurren por todo el mundo, en diferentes momentos históricos, con sus altibajos y con diferentes tipos de compromisos. En definitiva, un movimiento que pretende acercar a la realidad una serie de posibilidades aún no imaginadas.

P. El nuevo feminismo ha establecido el consentimiento como criterio fundamental en las relaciones sexuales. En España, ha sido el resultado de la llamada ley del solo sí es sí.

R. Es un asunto de extrema importancia. La permisibilidad legal del sexo, en lo que se refiere al consentimiento, ha supuesto un gran avance del feminismo, frente al modo histórico en que se planteaban estos supuestos, cuando la fuerza era el criterio fundamental en la agresión sexual. Ya sabemos que hay casos en los que la fuerza no se usa, como cuando las víctimas son personas vulnerables o niños, pero que suponen, sin embargo, una violación obvia. En este sentido, avanzar hacia el consentimiento ha supuesto una victoria.

P. Pero…

R. Pero plantea varios problemas. En una sala de justicia, necesitas tener criterios claros. Criterios que resulten operativos y que te permitan tomar decisiones en las que quede clara la distinción entre casos de sexo legal e ilegal. Pero cuando sales de esa sala de justicia, en una relación interpersonal real, las cosas son mucho más complicadas. Hay casos en los que uno de los dos no solamente no dirá “no” ni se resistirá, sino que incluso dirá “sí”, pero será un “sí” producto de ciertas expectativas de comportamiento social que, a lo mejor, la otra persona ni siquiera comparte. Es algo que puede observarse especialmente en mujeres jóvenes, que han consentido activamente, y, sin embargo, no quieren tener esa relación.

A veces algunas feministas son culpables de apoyar excesos de regulación. Quieren utilizar la ley —o sucedáneos de la ley, como la normativa en centros universitarios— para forzar a las personas a actuar como debieran hacerlo en una situación moral ideal. Por eso uno de los temas centrales de mi libro versa sobre los límites de la ley a la hora de cambiar esos hábitos culturales, y sobre los modos alternativos que tenemos para lograrlo.

P. En determinadas sociedades, hay sectores que no entienden el tono excesivamente combativo del feminismo. Creen percibir una agresividad que no ven necesaria.

R. El objetivo de un movimiento político no siempre consiste en convencer a tus oponentes, ¿no? Puede haber un valor, y de hecho hay un valor, en la idea de expresar o experimentar ciertos tipos de emociones políticas extremas, como modo de movilizar a un grupo de personas. Un ejemplo obvio es el caso de Malcolm X y el Black Power en Estados Unidos. Un modo extremo de desconcertar y asustar al pensamiento predominante, blanco y masculino. Resultó ser bastante eficaz porque logró que Martin Luther King, un político bastante radical por sí mismo, sobre todo en sus planteamientos económicos, pareciera alguien moderado.

¿Deberíamos pensar del mismo modo en la rabia que usted señala acertadamente como elemento central de los movimientos feministas? Por supuesto. Puede resultar desconcertante, pero también puede galvanizar a las personas. Y, en ocasiones, resultar muy persuasiva. La gente puede acabar respondiendo simplemente por miedo a no hacer lo correcto. O, por puro contraste, puede lograr que algunas exigencias resulten moderadas y sensatas. Y, finalmente, esa rabia, aunque a veces sea contraproducente, puede ser justamente la emoción que necesitamos sentir.

P. Uno de sus ensayos, motivado por la aparición del movimiento incel [celibato involuntario: foros en red de hombres rabiosos por ser ignorados sexualmente], plantea un debate provocador: ¿existe un derecho al sexo?, ¿qué pasa con todas aquellas personas a las que se niega?

R. Ya está muy documentado, por ejemplo, el modo en que las personas de cierta raza resultan discriminadas en las aplicaciones para ligar. Sabemos que las mujeres, a partir de cierta edad, ya no se consideran deseables para los hombres de esa misma edad. Nuestro mercado sexual está organizado por una jerarquía del deseo sobre los ejes de raza, género, rasgos de discapacidad, etcétera. ¿Qué hacemos a ese respecto? En los años setenta, algunas feministas experimentaron con soluciones separatistas, como el celibato forzado en las mujeres de su grupo, o la exigencia de que se practicara un lesbianismo político. Pero esos proyectos siempre acaban mal e ignoran otras realidades. Por eso me gustaría recalcar dos cosas. La primera: nos corresponde a todos crear una cultura sexual que desestabilice la noción jerárquica actual. Y dos: quiero que la gente recuerde esos momentos que la mayoría hemos experimentado alguna vez, donde nos hemos visto atraídos —sexual, romántica o amistosamente— hacia alguien que no nos debería atraer de acuerdo con el marco político que nos condiciona. Porque su cuerpo no es el tipo de cuerpo al que aspiramos, porque su raza no es la que nos tiene que atraer, porque su entorno social o la clase de la que procede no son las indicadas. Todos hemos tenido esa clase de experiencias.

P. ¿Se trataría entonces de reeducar nuestro deseo?

R. Sí, pero no en el sentido de autoimponernos una cierta disciplina. Se trata simplemente de recordar de modo crítico esos sentimientos que tuvimos en algún momento y que luego hemos negado. Es una experiencia que resulta muy familiar para las personas queer. Todas ellas han crecido con emociones y sentimientos que la sociedad y la política les decían que no debían tener, y que silenciaban. Ese acto de romper el silencio, de rememorar en su plenitud nuestros deseos y afinidades, es algo bueno.

P. Hay una batalla en ciernes entre el feminismo nuevo y el tradicional en torno a las mujeres trans que confunde y angustia a mucha gente.

R. Al igual que ocurrió con la incorporación de la mujer al mercado laboral, o con el matrimonio homosexual, las personas trans suponen una amenaza a la vida tradicional o al orden establecido. Alteran el sistema de género, sexualidad e identidad que forma parte fundamental de una visión tradicional y patriarcal del mundo. Las personas trans se dirigen directamente a una ansiedad que sufrimos muchos, aunque nos veamos decididamente a nosotros mismos como mujeres u hombres. Una ansiedad que sentimos respecto a nuestra relación con el género y el sexo. A veces tenemos sueños sexuales con las personas equivocadas, con los cuerpos equivocados, con los deseos equivocados, y para regresar a la vida política y social predominante necesitamos reprimir todo eso.

Por eso mi mensaje para aquellas feministas que oponen resistencia a la gente trans es que deben comenzar a detectar los lazos de continuidad que existen entre las personas cis [que se identifican con el género asignado al nacer] y las personas trans, y comenzar a trabajar a partir de esos puntos comunes. Por supuesto que deberán establecerse determinadas normativas concretas, pero creo que este pánico desatado respecto a asuntos como los cuartos de baño comunes, o los bloqueadores de la pubertad para los menores que deciden llevar a cabo la transición, nos alejan de la conversación fundamental que debemos tener entre nosotros: ¿Tan segura estás de ser una mujer? ¿Tan seguro estás de ser un hombre? ¿Y qué significa realmente ese sentimiento?

P. ¿Qué hay detrás del debate de las falsas denuncias? ¿Es un problema? ¿Un efecto no deseado?

R. Es difícil hacerse con buenas estadísticas, pero en Estados Unidos, por ejemplo, cuando buscas casos de personas condenadas y luego exoneradas —por ejemplo, con el uso de pruebas de ADN—, los hombres negros representan una proporción inmensa. De hecho, representan una proporción inmensa en todo tipo de delitos que luego se demuestran falsos. Quizá al hablar de acusaciones falsas deberíamos centrarnos más en los fallos generales del sistema. Pero, en cualquier caso, yo sí quiero centrarme, dedicar tiempo y tomarme en serio el hecho de que una falsa acusación de violación es algo terrible. No podemos ignorarlo. En parte, porque comparte puntos comunes con la experiencia de una mujer violada, que consisten sobre todo en el hecho de que no te crean. Ambos, el hombre falsamente acusado y la mujer que ha sido violada, se enfrentan a una misma conspiración de incredulidad. Pero preguntémonos a la vez quiénes son los hombres que más sufren esta situación y por qué. La respuesta, muy a menudo, es que suelen ser hombres negros o de clase trabajadora.

P. Pensado con cierta lógica, la crisis de 2008 tiene mucho que ver con el renacer del feminismo.

R. Así es, y es un resurgir del feminismo que reside en dos motivos. Las crisis económicas siempre afectan de modo concreto a determinados grupos, entre los que se encuentran las mujeres pobres. Suelen ser las responsables de lograr la cuadratura de un círculo imposible de salarios decrecientes, desigualdad en aumento, mayor coste de la vida o desaparición de la protección social. Son las mujeres las que deben arreglárselas para alimentar a sus hijos, para que sus maridos trabajen y para encontrar trabajo ellas mismas. Pero es que, además, la crisis de 2008 fue el fin de ciertas verdades ortodoxas, como que siempre habría un crecimiento económico, o que los tecnócratas iban a asegurarse de que nos llegaran a todos las ventajas del motor del capitalismo. En países en los que el socialismo era casi una palabra maldita, como EE UU, ha surgido un interés creciente, especialmente entre los jóvenes, por un socialismo radical marxista y por alternativas feministas marxistas. Del mismo modo que ha surgido un mayor impulso contra el cambio climático.

P. Y, sin embargo, hay una izquierda tradicional que considera que el debate identitario —o fragmentado— ha acabado arruinando el discurso progresista.

R. Más bien al contrario. Creo que no tenemos ninguna duda de que el capitalismo se ha apropiado con éxito de la energía radical que suponen el feminismo o el movimiento antirracista, ¿no? En el propio interés de las empresas está el deshacerse del racismo o el machismo, para lograr que funcione de modo más fluido el sistema de la meritocracia y lograr mejores trabajadores. Otra cosa es el análisis de clase, que siempre queda fuera. Hablar de la clase trabajadora, de su opresión o de su poder, resulta bastante amenazador para el capital. Pero si la vieja izquierda busca simplemente un análisis basado en las relaciones salariales, o en la relación entre los propietarios del capital y los que venden su fuerza laboral, nunca acabará de entender la estabilidad del capitalismo. ¿Por qué Estados Unidos no ha tenido nunca un movimiento potente de la clase trabajadora? Por un racismo que permitió a los propietarios segregar entre obreros blancos, negros y latinos y forjó líneas de animosidad entre ellos. Del mismo modo que no se puede pensar en la fortaleza del capital sin tener en cuenta el trabajo no retribuido de las mujeres en el hogar. El análisis completo que persigue la izquierda tradicional no se puede lograr sin incluir las llamadas políticas identitarias.

Fuente: https://elpais.com/ideas/2022-12-04/amia-srinivasan-filosofa-las-mujeres-deben-ser-iguales-a-que-hombres-tampoco-hay-igualdad-entre-los-hombres.html

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