Por: Ivan Brunet Cubillos
Cierto escándalo ha provocado un extraño ppt emanado del Ministerio de Educación donde aparece la propuesta de eliminar la asignatura de Filosofía como obligatoria en el plan común de enseñanza. Se sugiere que sus contenidos sean absorbidos por una nueva asignatura: Educación Ciudadana. Los argumentos dados desde el ministerio y apoyados, al parecer, por Educación 2020, sostienen que es una sugerencia de la comisión Engel y que, además, perseguiría un principio de Equidad en la educación al hacer esta nueva asignatura obligatoria en el currículo de la Educación Técnica.
En otras palabras: una comisión destinada a prevenir la corrupción de nuestra clase política hace sugerencias en el ámbito de la Educación, entre otras muchas sugerencias que hasta ahora son resistidas por los acusados de corrupción, pretende cambiar la asignatura de Filosofía por otra que absorberá solo una parte de sus contenidos, supongo que lo relativo a Ética y Filosofía Política, dejando fuera de sus márgenes la Lógica, la Teoría del Conocimiento, la Psicología y la Metafísica, las que serían ahora parte de un electivo.
Lo interesante y paradójico es que esta propuesta, en extremo vaga y sin fundamentos desde el mundo académico e intelectual del país, se da en los mismos días en que es removido el fiscal Arias, que pretendía llevar una investigación a fondo de la corrupción en la promulgación de la Ley de Pesca y en que el país completo debate acerca del tipo de sociedad que hemos formado, que se olvida y condena a los niños desvalidos a deshumanizarse en una institución como el Sename y a nuestros ancianos a vivir en la mendicidad producto de un sistema que ocupa los ahorros previsionales de los chilenos para aumentar la riqueza de una élite económica que compra a políticos, ministros y leyes, coimeando a todo el espectro ideológico de la clase política.
O sea, se pretende hacer electiva la reflexión acerca de los temas fundamentales de la vida, que no son tratados por otra asignatura, para combatir una corrupción que por otro lado cuenta con la protección del Estado a través de sus leyes y sus estructuras burocráticas de poder. A lo menos sospechoso.
También se apela al principio de Equidad, y esto es el peor de los argumentos: se elimina algo que solo tenían unos pocos para que todos tengan un poco de lo mismo, pero en un nivel inferior. Sería tan absurdo como eliminar las pensiones sobre los $500.000 y hacerlas todas de $150.000, para que haya equidad. Empobrecer más nuestra ya pobre educación bajo el principio de la equidad es un sofisma carente de respeto a la inteligencia del país.
Si se quiere realmente equidad y si realmente inspira esta agenda educativa el afán de perfeccionar el desarrollo moral e intelectual de niños y jóvenes debería enseñarse a pensar y filosofar desde la educación básica, como lo hacen los colegios donde asisten los hijos de las élites política y económica, los que son educados para mandar, heredar y dirigir las posiciones de sus progenitores.
¿Los que están detrás de este diseño tienen a sus hijos en la educación pública? Sin investigar el tema mi apuesta va a que sus hijos estudian en colegios particulares pagados donde sus propuestas son descartadas a priori y debe provocar regocijo al saber que el Estado y sus políticas no son una competencia para ellos y que cada día se programa más la distancia entre una educación hecha para hegemonizar y otra programada para gente destinada a obedecer sin pensar.
Por otra parte, tiempo atrás se preguntaba en qué están los filósofos chilenos en una época de crisis moral y sistémica como la nuestra. La respuesta venía a decirnos que los doctos de la filosofía están investigando y leyendo textos de otros filósofos, por lo general europeos o estadounidenses, y publicando papers que pocos leen, con un lenguaje sin muchas sutilezas retóricas, en un estilo académico seco, llenos de citas y bibliografías extensas como desiertos en revistas especializadas con ‘puntajes’ de acuerdo a su indexación. La extensa masa humana se queda afuera del banquete filosófico de la academia.
Así, la Filosofía universitaria en la época del mercado totalizador se transforma en ejercicio de lectura, comentarios y análisis de las mismas. Lo que en sí no podemos decir que sea bueno o malo. La Filosofía como ejercicio hermenéutico es una necesidad del pensamiento.
Lo empobrecedor del pensamiento es la reclusión en sí mismo, en total abstracción del ser que somos en lo inmediato. De ahí la grandeza de Marx, Nietzsche, Darwin y Freud: somos seres naturales que necesitan trabajar para vivir, que necesitan del otro desde antes de la gestación hasta que se deshacen de sus huesos; seres sintientes, pensantes, sentipensantes que son dominados por sus instintos y emociones, por sus deseos inconscientes; seres sexuados y deseosos de dominio sobre otros, aunque la consciencia y sus desarrollos morales los conflictúen en nuestra cabeza. Seres de carne y hueso, “existentes”, donde parece concluir la evolución inconsciente y comenzar la evolución consciente de la naturaleza.
Una Filosofía recluida y exiliada del Ágora se hace sustancial para el normal funcionamiento del mercado. Se subvenciona el trabajo bibliotecario-filosófico y se diluye el impacto que el análisis filosófico puede tener sobre los acontecimientos del mundo histórico en el que fluimos operacionalmente.
Hemos creado una sociedad trastornada de acuerdo a los principios y valores guías de la Razón: Libertad, Igualdad y Fraternidad.
Parece triunfar el egoísmo en su versión más atávica y reptiliana: ataca, coge y corre, aunque el mercado y sus luces disfrazan de modo más civilizado y cristiano estos procesos de depredación como estrategia de sobrevivencia.
En este marco contextual, en este escenario teórico, el pensar el pensamiento y luego publicar en revistas especializadas textos que esperan ser citados en otros textos de esa u otra revista, es el ejercicio propio reservado a una elite intelectual que parece no reflejar directamente ni interpretar las más profundas necesidades del ‘existente’ de nuestros días, de nuestros días históricos. Nos hace falta otra filosofía también, otras disposiciones del pensamiento.
El principal filósofo vivo que tenemos es un biólogo, el principal, tal vez, de los que nos han dejado, un biólogo y místico meditador ebrio de Budismo. Si se busca el Conocimiento, la Episteme, la Complejidad se hace la nueva estrategia del pensamiento: es necesaria información de los otros campos del conocimiento para sistematizar el nuevo contexto histórico y poder intervenir operacionalmente en los acontecimientos, crear o provocar agendas o sucesos cuyo poder simbólico sirva para llegar a cierto Orden que confiera mayor estatus a los valores de la Razón.
La Libertad, la Igualdad (o Equidad, mucho mejor conceptuada) y la Fraternidad (solidaridad, empatía, consideración, respeto y cuidado por el prójimo) son las Ideas-Fuerza que mueven el desarrollo de la Consciencia desde que desacralizamos los mitos y descubrimos la poderosa herramienta de transformación interna y externa que es el Logos.
Somos el animal que conversa y que en el conversar crea su mundo y su sentido. La Filosofía es, en tanto su esencia es la pregunta por el ser en sus distintas manifestaciones, la síntesis del pensamiento humano. La Filosofía es el concepto singular de las filosofías o reflexiones profundas que ha desarrollado la humanidad. Son tan filósofos Tales como Pitágoras, Lao Tse como Bertrand Russell, Nagarjuna como Nietzsche, Siddhartha como Maturana. Privarnos de esta genial capacidad de abrir mundos, crear culturas, crear sentidos, es hacernos programadamente carentes de la riqueza del espíritu humano, es simplemente programar a la sociedad a someterse acríticamente a las normas exclusivas del mercado.
No es la Filosofía que necesitamos esa sepultada en papers, lejos de los acontecimientos ‘existenciales’, vitales. La Filosofía debe incitarnos a ‘pensar’ más que a divagar. La Filosofía en este momento de decadencia de un paradigma construido durante tres milenios, es una necesidad del Espíritu: de nuestra esencia sentipensante.
Necesitamos de la Filosofía tanto como de la Ciencia, del Arte, la cultura física, la Consciencia. Necesitamos Filosofía porque nuestra esencia es la ‘conversación’. Somos el animal que conversa y a través de la conversación formamos mundos, formamos el mundo en el que vivimos. A esta esencia apuntaba Heráclito y a partir de ahí se le ha llamado Logos. Logos es ‘recoger’, seleccionar y dar sentido, a través del lenguaje, de la conversación, a la naturaleza circundante, a nuestro lugar en el Cosmos. Dejar de pensar es someterse a una estructura negadora de nuestra esencia, alienarse y transformarse en una pieza más de un entramado técnico-económico. Ahí sí: el Hombre ha Muerto.
El problema fundamental de nuestra educación, de nuestra ‘mala’ educación, no se circunscribe principalmente a una falta de recursos e inversión en el desarrollo del Conocimiento, cosa evidente, sino que aún más profundamente a la carencia de una Paideia, de un modelo de hombre digno que se quiera formar.
Desde que irrumpió como una marea totalizadora el ‘pensamiento’ neoliberal y se impuso violentamente en nuestra sociedad, el conocimiento se hizo un lujo. Se mercantilizó. Sometió a la academia. Para sobrevivir había que hacerse funcional al sistema.
El modelo neoliberal no requiere filosofía, aborrece del pensamiento crítico, no tolera la divergencia, hace que las palabras vayan perdiendo su significado, que la conversación se haga irrelevante, salvo para negociar, en el sentido mercantil de ‘negociar’. Negación del Ocio: de la reflexión, del autoconocimiento, del Arte, de la Ciencia que no vende a las exigencias de un complejo técnico-farmacéutico-militar dominante. No se requiere seres críticos, conversaciones cuestionadoras.
El pensamiento, la cultura, son suplantadas por el espectáculo, por la explosión de estímulos audiovisuales que llenan de ruido la mente, que silencian el espíritu, la esencia nuestra, lo inasible, ininteligible y sentido profundamente que se materializa en el habla, la escritura, la lectura, el diálogo, en los besos y abrazos y la risa y las lágrimas.
El neoliberalismo entendido como mercantilización y depredación de la vida y sus recursos es una negación del proceso de desarrollo moral, intelectual y emocional del ser humano. Por eso es que corrompe todo lo que invade: negocios, política, religión, salud, educación.
Por eso, por esa carencia de proyecto digno de persona que resulta funcional al sistema neoliberal, depredador y corruptor, en Chile ‘No’ tenemos Educación de calidad: no hay formación humana, no hay un sistema que tenga como objetivo desarrollar las potencialidades del ser humano, sino que hay un sistema que agobia a niños y jóvenes mientras afuera son bombardeados de estímulos distractivos, hipnóticos e idiotizadores (recluidos en sí mismos –en algún sentido similar al aislamiento de la filosofía y la cultura en la academia de mercado–). No hay un ideal humano inspirador, dignificador, esencializador, sino su opuesto: la producción en masa de empleados alienados y consumidores temerosos de perder su celular y su empleo.
El Ágora de la filosofía hoy en Chile es el aula e Internet: ahí parece transcurrir más que nada la conversación de la sociedad hoy. Tanto el aula como la plataforma electrónica tienen sus códigos conversacionales.
Hoy, con la explosión de la información en la palma de la mano, el pensamiento filosófico tiene que adaptar su lenguaje y formato al momento que vivimos: debe entregar las herramientas apropiadas a un pensamiento que se haga operativo positivamente en el desarrollo de la sociedad.
El pensamiento filosófico se ha manifestado en distintos programas de pensamiento de acuerdo a época, idioma y lugar. Nació la filosofía de la mano de la poesía con Jenófanes, Parménides, Heráclito y otros. Después se hizo Diálogo, debate en la plaza pública, texto, conversación al caminar, elaboraciones lógicas y experiencias místicas, ensayo, tratado, novela… la plasticidad del pensamiento y nuevas estrategias operativas en coherencia al ‘dónde’ y ‘cuándo’ se exige pensar: buscar la respuesta apropiada a la pregunta correcta.
El ‘Hoy’ nuestro exige al pensar operar para salvar la consciencia, para desarrollar un nuevo paradigma que posibilite el máximo de cooperación y armonía entre los seres humanos.
Se trata de elevar la conversación bajo el supuesto de que estamos en peligro, que el grave peligro que afrontamos somos nosotros mismos: nuestra estupidez o estrechez epistemológica que corrompe la conversación con las mentiras, las falacias, los dogmas, las creencias mesiánicas y la voluntad de poder.
A todo nivel institucional la corrupción de la conversación lleva a toda otra corrupción y así se termina por no creer lo que se escucha y no decir lo que realmente se piensa y se cree. La esencia de la Incomunicación operando entre las instituciones y los ciudadanos. La filosofía tiene un rol fundamental al momento de llevar la conversación, la comunicación y el entendimiento a un nivel que facilite el desarrollo armónico de la sociedad y entre las distintas sociedades.
Como asignatura de aula es la gran privilegiada con el deber de ocupar nuestro Logos en la búsqueda de respuestas y sentido a las grandes interrogantes de la existencia humana, provocar conversaciones que alimenten el desarrollo espiritual en valores y capacidades argumentativas. Sacar la filosofía bajo cualquier pretexto es despreciar el valor del Logos, es jibarizar la sociedad con fines económicos basados en el actual modelo depredador, extractivista y banalizador de la existencia humana.
Sin embargo algo muy bueno ha brotado explosivamente a partir de este exabrupto ministerial que pretende incentivar la falta de pensamiento. Desde el mundo académico y cultural, y también desde el mundo ciudadano, hastiado de la corrupción, de las mentiras, de la incoherencia entre el discurso político y sus retóricas artificiosas que trivializan la conversación al hacer todo lo contrario de los principios que predican, ha emergido una defensa aplastante de la filosofía como parte esencial del desarrollo humano que debe fomentar una verdadera educación, de la cual se pretende alejarnos constantemente bajo el sometimiento ideológico a una élite corrupta, codiciosa y tacaña que se aferra a su poder desde todos sus medios.
La sociedad comienza a despertar de un letargo programado por la clase hegemónica con el fin de someter ‘pacíficamente’ a los ciudadanos a través del miedo y la alienación. Se ha despejado ya toda duda al respecto, ya queda claro de qué es continuidad este sistema. Ya no se trata de quemar los libros, como lo hacía la dictadura para prevenir el peligro de que la gente piense. Eso quedó obsoleto: ahora se hacen reformas educacionales.
Fuente: http://www.elmostrador.cl/noticias/opinion/2016/08/29/es-peligroso-pensar-amigo/
Fuente de la imagen: http://hombre.starmedia.com/interesante/cosas-que-gente-que-sobrepiensa-cosas-esta-harta-pensar.html