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Francia: Aumentan en Francia protestas de los profesores que exigen un aumento salarial

Europa/ Francia/ 22.01.2019/ Fuente: mundo.sputniknews.com.

En Francia crece cada vez más la ola de protestas de los profesores que exigen un aumento salarial y mejoría de sus condiciones de trabajo, los llamados ‘bolígrafos rojos’, movimiento creado el pasado 12 de diciembre gracias a un grupo de Facebook, según revelo a Sputnik un miembro del gremio, Nicolas Glière.

‘Les stylos rouges’, como se denominan en francés, cuentan ya con unos 65.000 participantes deseosos de hacer público su descontento con la situación en las aulas.

«Durante 35 años nuestra capacidad adquisitiva disminuye cada vez más, nuestro sueldo perdió más del 40% en esos 35 años, por lo que exigimos que se restablezca nuestra capacidad adquisitiva y nos devuelvan de esa manera el dinero que nos deben», declaró el profesor, que imparte idioma y literatura franceses.

Glière advirtió que su profesión debe ser respetada en la sociedad y los profesores necesitan recibir más apoyo, sobre todo en centros docentes que arrastran problemas, entre ellos un número excesivo de estudiantes en las aulas.

«Pedimos que haya unos 25 alumnos», advirtió, agregando que se trata de un movimiento democrático y «horizontal», que no tiene nada en común con los chalecos amarillos ni lucha contra el Ministerio de Educación francés.

El representante del movimiento advirtió que no están en contra de nadie, sino a favor de que se produzcan cambios en el sistema de educación nacional de Francia.

Fuente de la noticia: https://mundo.sputniknews.com/europa/201901171084806049-profesores-franceses-protestan-por-aumento-salarial/

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Francia investigará detención de 146 estudiantes durante las protestas

Europa/ Francia/ 1.12.2018/ Fuente: www.radiomundial.com.ve.

El Gobierno de Francia comenzará las investigaciones de la detención ocurrida este jueves de 146 estudiantes durante las protestas que se llevan a cabo en la nación desde hace dos semanas tras el anuncio del aumento del combustible.

De acuerdo con la agencia española EFE, citada por medios internacionales, el ministro de Educación, Jean-Michel Blanquer, informó que se realizará la investigación, tras la difusión de imágenes de varios jóvenes obligados por las fuerzas de seguridad a arrodillarse.

«La imagen es forzosamente chocante», admitió Blanquer en una entrevista concedida a la emisora France Inter, citado por la agencia de noticias española.

A pesar de las investigaciones, el Gobierno encabezado por el presidente francés Emmanuel Macron se prepara para un fin de semana de protestas por parte de los denominados «chalecos amarillos», por lo que se desplegó un total de 89.000 policías, de los cuales ocho mil estarán desplegados en la capital.

Por la protestas, que se han convertido en violentas, el pasado martes el Gobierno francés ordenó suspender, por seis meses, el impuesto sobre al gas. El primer ministro de Francia, Édouard Philippe informó este martes que el Gobierno congelará los precios de la luz y la electricidad durante el invierno.

«Suspendo por seis meses la aplicación de estas medidas fiscales. (…) Ningún impuesto merece poner en peligro la unidad de la Nación», dijo Philippe en una declaración televisada. «Hay que estar sordos» para «no escuchar la cólera» de los franceses, agregó. En un principio, tanto él como Macron se habían mostrado renuentes a suspender el alza.

En búsqueda de una salida política a la crisis, el lunes el primer ministro Édouard Philippe se reunió con los partidos de la oposición mientras los manifestantes bloqueaban depósitos de combustibles de la petrolera Total, que reportó 75 gasolineras desabastecidas.

El ministro de finanzas, Bruno Le Maire, informó que las protestas afectaron a tiendas, hoteles y restaurantes.

Le Maire señaló que las ganancias del sector se vieron afectadas entre 15 y 50% y la industria hotelera tuvo una caída en las reservaciones de habitaciones de entre 15 y 25 %.

Desde que comenzaron las manifestaciones hace dos semanas,cuatro personas fallecieron en incidentes de violencia en todo el país, incluyendo una mujer de 80 años que fue golpeada por una lata de gas lacrimógeno al intentar cerrar las persianas de su ventana.

Más de 100 personas resultaron heridas en la capital francesa, incluidos 23 miembros de las fuerzas de seguridad, y cerca de 400 personas fueron arrestadas este fin de semana, dijo la policía.

Fuente de la noticia: http://www.radiomundial.com.ve/article/francia-investigar%C3%A1-detenci%C3%B3n-de-146-estudiantes-durante-las-protestas

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De rodillas: la detención de estudiantes contra Macron que divide a Francia

Europa/ Francia/ 11.12.2018/ Fuente: larepublica.pe.

En Youtube se muestran imágenes de estudiantes detenidos que el ministro de Educación de Francia ha calificado como “chocantes. El video muestra a jóvenes que participaron en las manifestaciones contra Emmanuel Macron de los ‘chalecos amarillos‘ y sus políticas de gobierno de rodillas y con las manos sobre la cabeza, mientras los policías los rodean.

El video de la red social fue grabado junto al centro educativo Jules Saint Exupéry, ubicado en París, la capital de Francia. La grabación subida a Youtube muestra a decenas de estudiantes organizados en filas, con buzo de uniforme escolar, que han sido detenidos por efectivos policiales. Algunos están arrodillados frente a un muro, y todos tienen ambas manos a la altura de la nuca.

“La imagen es forzosamente chocante”, comentó Jean-Michel Blanquer, el titular de la cartera de Educación de Francia, según recogió Infobae. Un total de 146 alumnos habían sido detenidos de esa forma porque habían participado en protestas organizadas cerca a un liceo en Mantes la Jolie, vinculadas a la de los ‘chalecos amarillos’.

El ministro de Educación francés dijo que estos estudiantes fueron involucrados por otros “profesionales de la violencia” y que debido a las protestas se estaba viviendo un “clima de violencia excepcional”, tal como recogió el medio citado.

A través de Youtube se ha registrado el actuar de la policía frente a los ‘chalecos amarillos’ y otros protestantes que no están de acuerdo con las políticas del actual régimen.

Tal como lo registraron las imágenes de la red social Youtube, los estudiantes también han participado de los altercados. Cerca de 80 centros educativos han sido bloqueados, aunque 300 se han visto afectados.

El movimiento de los ‘chalecos amarillos’ no tienen líder visible. Se inició con las protestas contra el alza de los impuestos al combustible, pero se ha convertido en una dura crítica a las políticas del actual gobierno del presidente de Francia, Emmanuel Macron.

Fuente de la noticia: https://larepublica.pe/mundo/1372060-youtube-rodillas-detencion-estudiantes-macron-divide-francia-yt-video

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Francia: Los chalecos amarillos y las «lecciones de la historia»

Por: Gérard Noiriel.

El movimiento de los chalecos amarillos sitúa a los sindicatos y partidos de izquierda frente a sus responsabilidades

En un artículo de opinión publicado por el diario Le Monde (el 20 de noviembre de 2018) el sociólogo Pierre Merle escribe que “el movimiento de los «chalecos amarillos» recuerda a las jacqueries (1) del Antiguo Régimen y de los periodos revolucionarios”. Y se pregunta: “¿se pueden comprender todavía las lecciones de la historia?”.

Yo también estoy convencido de que poner en perspectiva este movimiento social nos puede ayudar a comprender. Es la razón por la que no me parece pertinente el término “jacquerie” (utilizado por otros comentaristas y sobre todo por Eric Zemmour, el historiador de Le Figaro recientemente consagrado por [la emisora de radio pública francesa] France Culture en el programa de Alain Finkielkraut que ilustra perfectamente el título de su libro sobre “la derrota del pensamiento”). En mi libro Histoire populaire de la France señalé que todos los movimientos sociales desde la Edad Media habían sido objeto de una intensa lucha entre los dominantes y los dominados a propósito de la definición y la representación del pueblo en lucha. La palabra “jacquerie” sirvió para designar los levantamientos de esos campesinos a quienes las élites apodaban “jacques”, término despectivo que volvemos a encontrar en la expresión [francesa] “faire le jacques” (comportarse como un campesino bruto y estúpido).

El primer gran movimiento social calificado de “jacquerie” tuvo lugar a mediados del siglo XIV, cuando los campesinos de la Isla de Francia se levantaron contra sus señores. La fuente principal que durante siglos alimentó la mirada peyorativa sobre los levantamientos campesinos de esta época es el relato de Jean Froissart, el historiador de los poderosos de su tiempo, escrito a lo largo de la década de 1360 y publicado en sus famosas Crónicas. Así es cómo Froissart presenta la lucha de estos campesinos: “Entonces se reunieron y se marcharon, sin otro consejo y sin armadura alguna aparte de barras de hierro y cuchillos, a casa de un caballero de vivía cerca de ahí. Destrozaron la casa y mataron al caballero, a la dama, a los niños, grandes y pequeños, y prendieron fuego a la casa […]. Estas malas gentes reunidas sin jefe y sin armaduras robaban y quemaban todo, y mataban sin piedad y sin compasión, como perros rabiosos. Y habían hecho a uno de ellos rey, como se dice de Clermont a Beauvoisis, y eligieron al peor de los malos; llamaba a este rey Jacques Bonhomme [palurdo]”.

Este desprecio de clase que presentaba al jefe de los jacques como “el peor de los malos” queda invalidado por los archivos que demuestran que los campesinos en lucha eligieron como portavoz principal a Guillaume Carle “que tenía conocimientos y hablaba bien”. En la misma época un tejedor, Pierre de Coninck, dirigió la lucha de los artesanos de Flandres. Se le describe así en Les Annales de Gand : “Pequeño de cuerpo y de pobre linaje, tenía tantas palabras y sabía hablar tan bien que era una maravilla. Y por eso los tejedores, los batanes y los esquiladores le creían y querían tanto que no podía decir o mandar algo que no hicieran”.

Se trata de una constante en la historia de los movimientos populares. Para que su lucha no fuera estigmatizada los rebeldes siempre eligieron unos líderes “respetables” y capaces de decir en voz bien alta lo que el pueblo piensa en voz baja. Otros ejemplos más tardíos confirman la importancia del lenguaje en la interpretación de las luchas populares. Por ejemplo, las élites llamaron al levantamiento que agitó todo el Périgord a principios del siglo XVI el levantamiento de los “croquants” [palurdos], término que los campesinos y artesanos rechazaron presentándose a sí mismos como personas de lo “común, del pueblo”. Este fue uno de los puntos de partida de los usos populares del término “commune” que fue retomado en 1870-71 en París por los “Communards” (2).

Los comentaristas que han utilizado la palabra “jacquerie” para hablar del movimiento de los “chalecos amarillos” han querido destacar un hecho indiscutible: el carácter espontáneo y no organizado de este conflicto social. Aunque la palabra sea inapropiada, es cierto que a pesar de todo existen puntos en común entre todas las grandes revueltas populares que se han sucedido a lo largo del tiempo. Basándome en los múltiples reportajes difundidos por los medios sobre los chalecos amarillos he constatado varios elementos que ilustran esta permanencia.

El principal concierne al objetivo inicial de las reivindicaciones: el rechazo de los nuevos impuestos sobre el carburante. Las luchas antifiscales han desempeñado un papel extremadamente importante en la historia popular de Francia. Incluso pienso que el pueblo francés se ha construido gracias al impuesto y contra él. Por consiguiente, el hecho de que el movimiento de los chalecos amarillos haya estado motivado por el rechazo de los nuevos impuestos sobre el carburante no tiene nada de sorprendente. Este tipo de luchas antifiscales siempre ha llegado a su paroxismo cuando el pueblo ha tenido la sensación de que debía pagar sin obtener nada a cambio. Bajo el Antiguo Régimen el rechazo del diezmo estuvo unido frecuentemente al descrédito que tenían los curas que ya no cumplían su misión religiosa y cuando los señores ya no garantizaban la protección de los campesinos a menudo estos se negaron a pagar nuevas cargas. No es casual, por lo tanto, que el movimiento de los chalecos amarillos se haya seguido particularmente en aquellas regiones en las que es más manifiesta la disminución de los servicios públicos. La sensación, muy compartida, de que el impuesto sirve para enriquecer a la pequeña casta de los superricos alimenta en las clases populares un profundo sentimiento de injusticia.

Por consiguiente, es cierto que estos factores económicos constituyen una de las causas esenciales del movimiento. Con todo, hay que evitar reducir las aspiraciones del pueblo a unas reivindicaciones únicamente materiales. Una de las desigualdades más importantes que penalizan a las clases populares concierne a su relación con el lenguaje público. Las élites dedican su tiempo a interpretar en su propio lenguaje lo que dicen los dominados haciendo como si siempre se tratara de una formulación directa y transparente de su experiencia vivida. Pero la realidad es más compleja. Basándome en los análisis de Pierre Bourdieu he demostrado en mi libro que la Reforma protestante había proporcionado a las clases populares un nuevo lenguaje religioso para nombrar unos sufrimientos que eran multiformes.

Los campesinos y artesanos del siglo XVI decían “me duele la fe en vez de decir me duele todo”. Hoy los chalecos amarillos gritan “me duele el impuesto en vez de decir me duele todo”. Evidentemente, no se trata de negar el hecho de que las cuestiones económicas son absolutamente esenciales porque desempeñan un papel determinante en la vida cotidiana de las clases dominadas. Sin embargo, basta con escuchar los testimonios de los chalecos amarillos para constatar la frecuencia de las declaraciones que expresan un malestar general. En uno de los reportajes difundidos por [el canal de televisión francés que emite noticias 24 horas al día] BFM-TV el 17 de noviembre el periodista quería a toda costa hacer decir a la persona a la que estaba entrevistando que luchaba contra los impuestos, pero este militante repetía sin cesar “Estamos hartos, hartos, hartos, hartos de todo”.

Que te “duela todo” también significa sufrir en la dignidad y por eso la denuncia del desprecio de los poderosos vuelve a aparecer casi siempre en las grandes luchas populares y la de los chalecos amarillos no hace sino confirmar la regla. Se han oído muchas declaraciones que expresaban un sentimiento de humillación, el cual alimenta el enorme resentimiento popular respecto a Emmanuel Macron. “Para él no somos más que mierda”. El presidente de la República ve así volver en bumerán el etnocentrismo de clase que analicé en mi libro.

No obstante, estas similitudes entre unas luchas sociales de diferentes épocas ocultan profundas diferencias. Me voy a detener un momento en ellas porque permiten comprender qué es lo específico del movimiento de los chalecos amarillos. La primera diferencia con las “jacqueries” medievales radica en el hecho de que la gran mayoría de las personas que participaron en los bloqueos del sábado pasado [17 de noviembre de 2018] no pertenecen a los medios más desfavorecidos de la sociedad. Provienen de medios modestos y de la pequeña clase media que posee al menos un coche, mientras que “la gran jacquerie” de 1358 fue un arrebato desesperado de los mendigos que estaban a punto de morir de hambre en un contexto marcado por la Guerra de los Cien Años y la peste negra.

La segunda diferencia y, en mi opinión, la más importante concierne a la coordinación de la acción. ¿Cómo logran unos individuos relacionarse entre sí para participar en una lucha colectiva? Es una pregunta trivial, sin duda demasiado banal como para que los comentaristas la tomen en serio. Y, sin embargo, es fundamental. Que yo sepa, nadie ha insistido en lo que es verdaderamente novedoso de los chalecos amarillos, a saber, la dimensión desde el primer momento nacional de un movimiento espontáneo. En efecto, se trata de una protesta que se desarrolló simultáneamente en todo el territorio francés (incluidos las provincias y territorios franceses de ultramar), aunque con una representación local muy débil. El día de acción reunió en total a menos de 300.000 personas, una cifra modesta comparada con las grandes manifestaciones populares. Pero este total es la suma de miles de acciones grupusculares repartidas en todo el territorio.

Esta característica del movimiento está estrechamente relacionada con los medios utilizados para coordinar la acción de los actores de la lucha. No son las organizaciones políticas y sindicales quienes lo garantizaron con sus propios medios, sino las “redes sociales”. Así, las nuevas tecnologías permiten volver a entroncar con las antiguas formas de “acción directa”, pero a una escala mucho más vasta puesto que relacionan a individuos que no se conocen. Facebook, twitter y los smartphones difunden mensajes inmediatos (SMS) sustituyendo así la correspondencia escrita, sobre todo los panfletos y la prensa militante que hasta ahora eran los principales medios de los que disponían las organizaciones para coordinar la acción colectiva; la naturaleza instantánea de los intercambios restituye en parte la espontaneidad de las interacciones cara a cara de antes.

Con todo, las redes sociales por sí solas nunca habrían podido proporcionar semejante magnitud al movimiento de los chalecos amarillos. Los periodistas destacan constantemente estas “redes sociales” para ocultar el papel que ellos mismos desempeñan en la construcción de la acción pública. Más precisamente, lo que ha dado a este movimiento su dimensión de inmediato nacional ha sido la complementariedad entre las redes sociales y las cadenas de información continua. Su popularización es en gran parte producto de la intensa “propaganda” orquestada por los grandes medios los días previos. Los grandes medios se hicieron cargo inmediatamente de este acontecimiento (que había partido de la base, primero en el seno de pequeñas redes vía facebook) y anunciaron su importancia antes incluso de que se produjera.

Las cadenas de información continua siguieron desde que comenzó el día de acción del 17 de noviembre, minuto a minuto, “en directo” (término que se ha convertido ahora en sinónimo de comunicación a distancia de acontecimientos que se están produciendo). Los periodistas que hoy en día encarnan el grado sumo del populismo (en el verdadero sentido del término), como Eric Brunet que hace estragos a la vez en BFM-TV y en [la emisora de radio privada franco-monegasca] RMC, no dudaron en lucir públicamente un chaleco amarillo transformándose así en portavoz autodesignado del pueblo en lucha. Esa es la razón por la que la cadena presentó este conflicto social como “un movimiento inédito de la mayoría silenciosa”.

Sería muy instructivo un estudio que comparara cómo trataron los medios de comunicación la lucha de los ferroviarios la pasada primavera y la de los chalecos amarillo. No se siguió de forma continua ninguna de las jornadas de acción de los ferroviarios y se acribilló a los telespectadores con testimonios de usuarios indignados con los huelguistas, mientras que se ha oído muy poco a conductores indignados con quienes bloqueaban las carreteras.

Estoy convencido de que el tratamiento mediático dado al movimiento de los chalecos amarillos ilustra una de las facetas de la nueva forma de democracia en la que hemos entrado y que Bernard Manin denomina la “democracia del público” (cf su libro Principe du gouvernement représentatif, 1995). Igual que los electores se pronuncian en función de la oferta política del momento (y cada vez menos por fidelidad a un partido político), los movimientos sociales estallan hoy en función de una coyuntura y de una actualidad precisas. Puede que con la perspectiva que nos ofrece el paso del tiempo nos demos cuenta de que la era de los partidos políticos y de los sindicatos correspondió a un periodo limitado de nuestra historia, la época en la que las relaciones a distancia se materializaban por medio de la comunicación escrita. Antes de la Revolución Francesa estalló una cantidad increíble de revueltas populares en el reino de Francia, pero siempre eran localizadas porque la forma de relación que permitía coordinar la acción de los individuos en lucha se basaba en relaciones directas: la palabra, el conocimiento mutuo, etc. El Estado real siempre lograba reprimir estos levantamientos porque controlaba los medios de acción a distancia. La comunicación escrita, monopolizada por los “agentes del rey”, permitía desplazar a las tropas de un lugar a otro para masacrar a los sublevados.

En esa perspectiva se puede considerar la Revolución Francesa un momento absolutamente particular ya que la antigua tradición de las revueltas locales se pudo combinar entonces con la nueva práctica de contestación transmitida y coordinada por la escritura (véase los cuadernos de quejas) (3).

La integración de las clases populares en el seno del Estado republicano y el nacimiento del movimiento obrero industrial hicieron disminuir las revueltas locales y violentas, aunque nunca hayan desaparecido totalmente (véase el levantamiento del “Midi Rojo” en 1907) (4). La politización de las resistencias populares permitió una dirección, una disciplina, una educación de los militantes, pero la contrapartida fue la delegación del poder a beneficio de los líderes de los partidos y los sindicatos. Los movimientos sociales que se sucedieron entre las décadas de 1880 y 1980 abandonaron la esperanza de una toma de poder por la fuerza, pero a menudo lograron que los dominantes cedieran gracias a unas huelgas con ocupación de las fábricas y gracias grandes manifestaciones que culminaron durante unas “marchas sobre París” (“de la Bastilla a Nation”).

Una de las preguntas que nadie ha planteado aún a propósito de los chalecos amarillos es por qué unas cadenas privadas, cuyo capital pertenece a un puñado de millonarios, fomentan hoy este tipo de movimiento popular. La comparación con los siglos precedentes lleva a una conclusión evidente. Vivimos en un mundo mucho más pacífico que antes. Aunque la jornada de los chalecos amarillos provocara víctimas, estas no fueron fusiladas por las fuerzas del orden. Son el resultado de los accidentes provocados por los conflictos que opusieron al pueblo bloqueador y al pueblo bloqueado.

Esta pacificación de las relaciones de poder permite a los medios dominantes utilizar sin riesgos el registro de la violencia para movilizar las emociones de su público porque la razón principal de su apoyo al movimiento no es político sino económico: generar audiencia mostrando un espectáculo. Desde primeras horas de la mañana BFM-TV señaló unos “incidentes”, después repitió machaconamente el drama de esta mujer atropellada por una conductora que se negaba a ser bloqueada. Una ventaja añadida para estas cadenas a las que se suele reprochar su obsesión por los sucesos, los crímenes y los escándalos sexuales: apoyando al movimiento de los chalecos amarillos han querido demostrar que no descuidaban en absoluto las cuestiones “sociales”.

Más allá de estos retos económicos, evidentemente a la clase dominante le interesa privilegiar un movimiento que se presenta como hostil a los sindicatos y los partidos. Es cierto que entre los chalecos amarillos existe este rechazo. Aunque sin duda no fue intencionado, la elección del color amarillo (en vez del rojo) y de la Marsellesa (en vez de la Internacional) recuerda desafortunadamente la traición de los “amarillos”, término que durante mucho tiempo designó a los sindicatos a sueldo de la patronal. No obstante, este rechazo de la “recuperación” política también se puede inscribir en la prolongación de las luchas que las clases populares llevaron a cabo desde la Revolución Francesa para defender una concepción de la ciudadanía basada en la acción directa. Los chalecos amarillos que bloquean las carreteras rechazando toda forma de recuperación de los partidos políticos asumen así confusamente la tradición de los sans-culottes (5) en 1792-93, de los ciudadanos-combatientes de febrero de 1948, de los Communards de 1870-71 y de los anarcosindicalistas de la Belle Epoque.

La utilización de esta ciudadanía popular siempre ha sido lo que ha permitido la irrupción en el espacio público de portavoces que estaban destinados socialmente a permanecer en el sombra. El movimiento de los chalecos amarillos ha hecho surgir gran cantidad de portavoces de este tipo. Lo que sorprende es la diversidad de sus perfiles y, sobre todo, la gran cantidad de mujeres, mientras que antes lo más frecuente era que la función de portavoz estuviera reservada a los hombres. La facilidad con la que estos líderes populares se expresan hoy ante las cámaras es una consecuencia de una doble democratización: el aumento del nivel escolar y la penetración de las técnicas de comunicación audiovisual en todas las capas de la sociedad. Hoy las élites niegan completamente este competencia, lo que refuerza la sensación de “desprecio” en el seno del pueblo. Aunque los obreros todavía representan el 20 % de la población activa, ninguno de ellos está hoy presente en la Cámara de los Diputados. Hay que tener en mente esta discriminación generalizada para comprender la magnitud del rechazo popular de la política politiquera.

Pero este tipo de análisis ni siquiera se les pasa por la cabeza a los “profesionales de la palabra pública” que son los periodistas de las cadenas de información continua. Al difundir de forma continua las palabras de los manifestantes que afirman su negativa a ser “recuperados” por los sindicatos y los partidos, prosiguen su propia lucha para apartar los cuerpos intermedios y para instalarse ellos mismos como portavoces legítimos de los movimientos populares. En este sentido avalan la política liberal de Emmanuel Macron cuyo objetivo es también desacreditar las estructuras colectivas de las que se han dotado las clases populares a lo largo del tiempo.

Dado el papel crucial que desempeñan actualmente los grandes medios en la popularización de un conflicto social, quienes los dirigen saben bien que podrán decretar el fin del recreo en cuanto lo consideren necesario, es decir, en cuanto la audiencia les exija que cambien de caballo para seguir estando en la vanguardia de la “actualidad”. En efecto, este movimiento está abocado al fracaso porque quienes lo animan están privados de toda tradición de lucha autónoma, de toda experiencia militante. Si el movimiento gana fuerza, chocará cada vez más con la oposición del pueblo que no quiere ser bloqueado y estos conflictos estarán presentes de forma continua en todas las pantallas, lo que permitirá al gobierno reprimir los abusos con el apoyo de la “opinión pública”. La ausencia de un marco político capaz de definir una estrategia colectiva y de nombrar el descontento popular en el lenguaje de la lucha de clases es otro signo de debilidad porque deja la puerta abierta a todas las derivas. A pesar de los historiadores (o de los sociólogos) que idealizan la “cultura popular”, el pueblo siempre está atravesado por unas tendencias contradictorias y unos juegos internos de dominación. Durante esta jornada de los chalecos amarillos se oyeron palabras xenófobas, racistas, sexistas y homófobas. Es cierto que eran muy minoritarias, pero basta que los medios se apropien de ellas (como hicieron desde el día siguiente) para que todo el movimiento esté desacreditado.

Sin embargo, la historia demuestra que una lucha popular nunca es completamente vana, ni siquiera cuando es reprimida. El movimiento de los chalecos amarillos sitúa a los sindicatos y partidos de izquierda frente a sus responsabilidades. ¿Cómo adaptarse a la nueva realidad que constituye la “democracia del público” para procurar que este tipo de conflicto social (que es de prever que se reproducirá frecuentemente) se integre en una lucha más vasta contra las desigualdades y la explotación? Esta es una de las grandes preguntas a la que tendrán que responder.

Notas de la traductora:

(1) Las jacqueries es el nombre con el que se conocen los levantamientos de los campesinos franceses contra sus señores en 1358, de donde pasó a designar los levantamientos campesinos en general. Como explica más adelante el autor, el nombre proviene del nombre de pila “Jacques” (Santiago, en castellano) con el que los nobles llamaban desdeñosamente a todos los campesinos. (N. de la t.).

(2) El término “commun” en francés tiene el sentido de lo que en nuestra lengua sería “pueblo”. El término “commune”, a su vez, tiene el sentido de “conjunto del pueblo”. Proviene de la palabra latina communia, “ reunión de personas que tiene una vida en común”. Es el nombre que adoptó la llamada Comuna de París (“Commune de Paris”) en 1870-71, cuyos miembros se llamaban “Communards” .

(3) Los Cuadernos de Quejas (“cahiers de doléances”) eran los registros en los que las asambleas que elegían a los diputados para los Estados Generales franceses escribían sus deseos y quejas. Su uso se remonta al siglo XIV. Los más conocidos son los de 1789.

(4) Se refiere a l levantamiento de los viticultores de Languedoc y los Pirineos Orientales (el “ Midi ” francés)en 1907 motivad o por una grave crisis vitícola en esta zona que se arrastraba desde principios de siglo . El movimiento fue reprimido por el gobierno de Clemenceau. Destacó la fraternización del 17 Destacamento de Infantería con los manifestantes en Béziers. La revuelta cesó el 29 de junio de 1907 tras la aprobación de la ley que regula la elaboración de los vinos franceses, todavía en vigor .

(5) Se llamaba así a los revolucionarios del inicio de la Revolución Francesa. La expresión hace referencia a que en vez de llevar el culotte , el pantalón corto que vestían los aristócratas, llevaban los pantalones largos que solía usar la gente del pueblo y los artesanos. Los sans-culottes formaron la mayor parte del ejército revolucionario durante la Revolución Francesa.

Fuente del artículo: https://www.lahaine.org/mm_ss_mundo.php/francia-los-chalecos-amarillos-y

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Francia: estudiantes secundarios y universitarios se suman a la lucha para enfrentar a Macron

Por: Izquierda Diario/05-12-2018

Tras varias semanas de movilización de los «chalecos amarillos», los estudiantes secundarios entran en escena y contagian a los universitarios.

Los estudiantes secundarios franceses salieron masivamente a las calles de algunas de las principales ciudades dando un nuevo clima a la situación, caldeada por la lucha de los «chalecos amarillos». El ingreso a escena de los secundarios, que luchan por el ingreso irrestricto a las facultades, contagió a los estudiantes universitarios que desde el martes comenzaron a realizar asambleas masivas en varias de las principales universidades contra el arancel a los estudiantes extranjeros y en solidaridad con los chalecos amarillos.

El gobierno de Macron acaba de retroceder por primera vez desde que asumió la presidencia tras tres jornadas de batalla campal en París y bloqueos en todo el país de parte de los chalecos amarillos. Sin embargo el retroceso de Macron es considerado tardío y escaso. Los manifestantes piden por todas sus demandas y el gobierno prepara el aparato represivo contra las movilizaciones del próximo sábado. Por eso lo último que esperaba Macron era que a los chalecos amarillos se le sume la luchas de otros sectores. La entrada en escena de los secundarios y universitarios es un balde de agua helada.

Si bien desde el viernes pasado algunos estudiantes secundarios bloquearon escuelas en distintos puntos del país, fue este lunes que el movimiento se hizo realmente masivo. Los secundarios no solo entraron en escena sino que enfrentaron una feroz represión.

Este martes, más de 330 escuelas secundarias fueron bloqueadas en toda Francia, y al menos 100.000 jóvenes se manifestaron. Los secundarios salen contra lo que consideran un futuro sombrío si quisieran ingresar a la universidad, lo que no solo incluye un sistema de selección restrictivo, sino el aumento en las matriculas que recaerá en los que ingresen a la educación superior en los próximos años.

Por ahora, las escuelas secundarias más movilizadas son aquellas en los suburbios y fuera de los centros urbanos, especialmente en Seine-Saint-Denis, o alrededor de Toulouse. Y es la región de Toulouse la que aparece hoy como el epicentro de esta ira con más de cuarenta escuelas tomadas desde el lunes.

Una brutal represión para evitar que confluyan los movimientos

En Toulouse las movilizaciones fueron duramente reprimidas por la policía el lunes y los estudiantes se reunieron nuevamente el martes para marchar, esta vez junto a los chalecos amarillos, universitarios y trabajadores (particularmente docentes y trabajadores de la salud). Una vez más, la violencia de las fuerzas represivas fue brutal, con una lluvia de gases lacrimógenos que cayeron continuamente sobre las columnas y terminó con varios detenidos.

La misma represión se desató violentamente en Burdeos y en Grenoble, donde muchos estudiantes secundarios terminaron heridos.

Esta respuesta del gobierno tiene el objetivo de evitar que el movimiento juvenil confluya en las calles con los chalecos amarillos, dinamizando y extendiendo la lucha y las demandas a otros sectores y convirtiendo la jornada de próximo sábado en un polvorín aún mayor del visto hasta ahora.

El temor del gobierno a esta confluencia es tal que en Toulouse la prefectura le pidió a la empresa de transporte que bloquee todo el tráfico (metro, tranvía y autobús), antes del comienzo de la manifestación de los secundarios para evitar que puedan llegar en forma masiva.

Se suman los universitarios

La entrada en escena de los secundarios retumbó en los pasillos de las universidades haciendo que se convoquen asambleas en varias de las mas importantes. Siguiendo el ejemplo de los liceistas, cientos de estudiantes universitarios votaron en cada una de las asambleas generales distinto tipo de medidas que incluyen bloqueos y movilizaciones conjuntas, adicionando sus demandas que van desde el rechazo a las matriculas para estudiantes extranjeros y el apoyo a la lucha de los chalecos amarillos.

La universidad París 1 Tolbiac, amaneció bloqueada este miércoles tras la asamblea del martes que comenzó con 300 estudiantes gritando «Macron dimisión» y «Solidaridad con los extranjeros» y culminó con más de 800 reunidos en el anfiteatro donde votaron el bloqueo de la facultad y la participación en la marcha del sábado junto a los chalecos amarillos.

En este contexto político y social, donde Macron y su gobierno están claramente abrumados y debilitados por la situación, y donde la ira se propaga como un incendio forestal, los jóvenes pueden jugar un papel determinante. Además, la represión que sufren los secundarios es rechazada masivamente por la población, especialmente entre los chalecos amarillos que llaman a apoyarlos y no dejarlos solos frente a la represión policial.

Todo indica que el próximo sábado, cuando se consume la cuarta gran jornada de protesta, los estudiantes secundarios y universitarios estén en la calle de forma organizada junto a los chalecos amarillos. Resta ver si esas fuerzas confluyendo juntas en las calles pueden impactar sobre los trabajadores obligando a las direcciones sindicales, que por ahora se vienen negando a coordinar una lucha en común, a convocar una huelga general que haga realidad el grito de «Macron Dimisión» que ha venido ganando fuerza en todo Francia.

*Fuente: http://www.laizquierdadiario.com.ve/Francia-estudiantes-secundarios-y-universitarios-se-suman-a-la-lucha-para-enfrentar-a-Macron?id_rubrique=5442

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La protesta de ‘los chalecos amarillos’ se torna violenta en calles y plazas de París

Redacción: La información

Los enfrentamientos tuvieron lugar en el perímetro de seguridad levantado por la policía cuando los manifestantes trataron de llegar al Elíseo

Las fuerzas del orden francesa lanzaron hoy en París gases lacrimógenos y usaron un cañón de agua para rechazar el avance de miles de personas que se manifestaban contra el alza de los carburantes, los llamados ‘chalecos amarillos’, que trataban de acercarse al palacio del Elíseo, residencia presidencial.

Los enfrentamientos tuvieron lugar en el perímetro de seguridad levantado por la policía cuando decenas de manifestantes trataron de superarlo para llegar a la residencia del presidente, Emmanuel Macron, cuya dimisión pidieron en pancartas y en cánticos.

Las autoridades habían prohibido la concentración en los alrededores del Elíseo y habían señalado los Campos de Marte, situados frente a la torre Eiffel, como lugar permitido para la concentración. Pero los portavoces del movimiento, que comenzó como protesta contra el alza de impuestos a los carburantes pero que se ha ido diversificando con el paso de los días, rechazaron ese punto de concentración y pidieron acercase a la residencia de Macron.

Ataques contra las fuerzas del orden

Una consigna que han seguido centenares de ‘chalecos amarillos’, que utilizaron mobiliario urbano para lanzarlo contra los antidisturbios que habían establecido un cordón de seguridad. Las autoridades indicaron que entre los manifestantes pueden haberse infiltrado grupúsculos de extrema derecha para radicalizar el movimiento.

La respuesta de las fuerzas de seguridad vino en forma de gases lacrimógenos y del uso de un cañón de agua para rechazarlos, lo que provocó escenas de gran tensión. Según los primeros datos del Ministerio del Interior, a media mañana había en la capital unos 3.000 ‘chalecos amarillos’, la mayor parte concentrados en los Campos Elíseos y en los aledaños de la plaza de la Concordia.

En el resto del país continúan los bloqueos de centros logísticos y carreteras iniciados hace una semana, pero con menos intensidad que el pasado sábado, cuando los cálculos oficiales lo cifraron en casi 300.000 manifestantes.

Fuente: https://www.lainformacion.com/mundo/protesta-chalecos-amarillos-se-torna-violenta/6441268

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