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España: Más de 10.500 personas participaron en actividades del Área de Educación Ambiental

España /  ecoticias.com / 17 de Agosto de 2016

El programa de Educación Ambiental sigue siendo una actividad de referencia para colegios y demás colectivos de la ciudad, en el que se van introduciendo mejoras y actualizaciones de forma constante.

El concejal de Medio Ambiente y Eficiencia Energética, Jesús Ruiz Tutor, ha presentado el balance de la red de recursos del Área de Educación Ambiental, del último ejercicio y ha informado sobre novedades en este ámbito. Ha destacado que han sido 10.513 las personas que han participado en esta área. El programa de Educación Ambiental sigue siendo una actividad de referencia para colegios y demás colectivos de la ciudad, en el que se van introduciendo mejoras y actualizaciones de forma constante. A lo largo de 2015, se han realizado numerosas actividades en los centros educativos, asociaciones y diferentes colectivos, con la sección de Aguas, Vivero y Parque de Jardinería. En total, 1.041 participantes acudieron a visitar esta sección durante el año pasado, repartidos en 54 visitas. Estas instalaciones han sido visitadas, principalmente, por centros escolares. Tanto la ETAP (Estación de Tratamiento de Agua Potable) como la EDAR (Estación depuradora de Aguas Residuales) son visitadas por niveles superiores y adultos, quienes toman conciencia del cierre del ciclo del agua, desde la toma hasta la depuración. Por la primera pasaron 11 visitas con 215 participantes, y la segunda 20 visitas con 410 participantes. Por otro lado, el Vivero Municipal recibió 119 participantes repartidos en 6 visitas, y el Parque de Jardinería 297 a través de 17 grupos. En cuanto a Parques, Jardines, Residuos y Reciclaje, las actividades se desarrollan a lo largo de todo el año, aunque en mayor medida durante el curso escolar. Durante 2015 participaron un total de 2.063 personas, 385 participaron en actividades de Parques y Jardines, repartidas en 17 visitas y 1.678 en Residuos y Reciclaje, en 72 visitas. «Seguimos ofreciendo la posibilidad de incluir junto con la actividad de Residuos y Reciclaje visitas al Punto Limpio fijo y a los Puntos Limpios Móviles», ha señalado Ruiz Tutor, «y existe la posibilidad también de realizar la actividad en el Ecobús». Durante el mes de otoño se realizó una campaña destinada a alumnos de ESO, denominada ‘El abrazo del Otoño’, consistente en un recorrido didáctico por un parque de la ciudad desarrollando juegos interactivos. Las actividades realizadas en el Aula Didáctica de La Grajera se han organizado en función de los colectivos a los que han estado dirigidas: visitas guiadas para colegios en período escolar, para colectivos de personas adultas y mayores y actividades de fin de semana, entre las que destacan Manualidades con materiales de reciclaje, Pequeños artistas prehistóricos y el Día de la madre Tierra, entre otros. En total, 4.236 personas han participado en las actividades del Parque de La Grajera. También se han realizado actividades específicas como el taller ‘En-torno a La Grajera’, y la celebración de varios días internacionales sobre temas medioambientales, como el Día Mundial de los Humedales, el 2 de febrero, con el taller ‘El detective de los humedales’, el Día Forestal Mundial, el 21 de marzo, o el Día Mundial del Agua, el 22 del mismo mes, etc. «La nueva programación ha sido un éxito. En total, el Aula ha sido visitada por 745 adultos y 598 niños. Han participado en los talleres 513 adultos y 833 niños, y en las visitas guiadas 15 adultos y 1.532 niños. OTRAS ACTIVIDADES El Punto de lectura, situado en la ‘pajarera’ del Parque del Carmen, abrió sus puertas el Día del Libro, el 23 de abril, y fue clausurado el 31 de octubre con una fiesta de Halloween, en la que se elaboraron pins y se escenificaron cuentos de terror. Durante el pasado año registró 6.986 usuarios. La mayor afluencia de menores se registró en el mes de julio, con la llegada de las vacaciones; la mayoría de las visitas se realizaron por la tarde durante los meses de mayo, junio, septiembre y octubre, debido al horario escolar. «La evaluación de su funcionamiento es muy positiva. Han sido muchas las personas que han conocido y se han interesado por el uso del Punto de Lectura y han animado a sus hijos a venir, o los niños a sus amigos, por lo que los visitantes han sido de perfiles muy diferentes, ya que por las mañanas era visitado por gente más mayor, y por las tardes había padres, madres y niños de diferentes edades», ha explicado el concejal de Medio Ambiente. La campaña Ecoembes, promovida por la Dirección General de Medio Ambiente del Ayuntamiento se ha dividido en dos partes: la primera durante el mes de julio y la segunda en otoño. El objetivo ha sido informar sobre cuestiones medioambientales y el propósito de educar y sensibilizar en el cuidado y respeto del medio ambiente. Un total de 1.261 personas han participado en los talleres, en la visualización de vídeos y en los juegos de ordenador relacionados con el reciclaje. Entre las actividades organizadas destacan la Creación de Anuncios y el Musical. Por otro lado, el Día del árbol, el 21 de marzo, 200 niños de varios colegios realizaron la plantación de otros tantos plantones de árboles en la Plantación de La Grajera. También un grupo de de alumnos del colegio ‘Los Ángeles’ participó en la plantación de ‘Quince cerezos con nombre propio’. «Con esta actuación se pretende que cada niño se sienta una parte de la naturaleza a través de su propio árbol, con su nombre, concienciándose y sensibilizando acerca del respeto de nuestras zonas verdes y la naturaleza», ha explicado el concejal. La Granja de La Grajera abrió desde el mes de marzo hasta octubre, en su segundo año de creación. Alberga ovejas, cabras, cerdos, burros, conejos y gallinas y el año pasado, como novedad, palomas mensajeras. Es un espacio que tiene mucho éxito, ya que es muy visitado por los logroñeses, incluso con visitas guiadas incorporadas al programa de educación ambiental. En 2015, además, se organizaron nuevas actividades como el Foro por la bicicleta o el Proyecto Mobilab, de difusión de la cultura científica, y fue el segundo año del Proyecto FIESTA (Family Intelligent Energy Saving Targeted Action). Además, se ha continuado con el programa de Huertos Sociales, iniciado en 2012 para, según ha explicado Ruiz Tutor, «promover la convivencia social en torno al cultivo de pequeñas parcelas destinadas a la producción de hortalizas para autoconsumo y plantas ornamentales utilizando técnicas respetuosas con el medio ambiente». Del mismo modo, se continúa con la supervisión de los Huertos Escolares.

Fuente: ecoticias.com

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Inscripciones abiertas: Taller de formación para profesores de secundaria «El Planeta Azul»

Unesco/ unesco.org / 11 de agosto de 2016.

Convocamos a un taller de formación de 1 y ½ jornada de duración, en el marco de CILAC 2016, Foro Abierto de Ciencias Latinoamérica y el Caribe: “El Planeta Azul” que consiste en un modelo para el estudio de temas relacionados con el agua, basado en una metodología de “educación al aire libre”, adecuado al nivel de enseñanza secundaria.

Esta metodología incluye talleres integrales, donde los alumnos y docentes realizan actividades fuera del aula siendo el aire libre el principal ambiente educativo, estimulando las diferentes capacidades de aprendizaje de los estudiantes y promoviendo la habilidad del docente en lo referente a la enseñanza basada en el razonamiento y orientada hacia el desarrollo de un nivel superior de reflexión, con especial énfasis en el agua y el medio ambiente. El objetivo a través de este enfoque es generar capacidades en torno al recurso agua y promover el aprendizaje para una ciudadanía activa y responsable.

En esta oportunidad, el Programa Hidrológico Internacional de la UNESCO para América Latina y el Caribe junto con la Comisión Nacional para la UNESCO (Red de Escuelas Asociadas de la UNESCO) y el Centro de Formación de la Cooperación Española convocan a un taller de formación liderado por docentes uruguayos.

Estos docentes se formaron inicialmente en la iniciativa “El Planeta Azul”, desarrollada por el Instituto Weizmann de Ciencia de Israel en colaboración con la Universidad Ben Gurión del Neguev de Israel, que enfatiza en la educación al aire libre, y han adaptado esta metodología a la realidad y contexto del Uruguay. Desde el 2012 hasta la fecha han realizado diversos talleres educativos con docentes y estudiantes, con el apoyo de UNESCO, por medio de los Programas de Participación y de ANEP,  a través del Programa Prociencia.

El taller tendrá lugar en el Centro de Formación de la Cooperación Española (25 de mayo 520) los días 9 (jornada completa) y el 10 de septiembre de 2016 (media jornada) incluyendo una salida de campo en una localidad cercana a Montevideo en la tarde del día 9 de septiembre. Está dirigido a profesores de enseñanza media en las áreas de ciencias sociales y ciencias naturales (química, biología, física, geografía, educación ciudadana, historia, astronomía, filosofía, matemática y otras asignaturas). El eje central será el agua y su interacción con los diferentes subsistemas terrestres.

Invitamos a los interesados inscribirse en http://bit.ly/2aDuemn hasta el día 25 de agosto de 2016. El proceso de selección basado en los cupos disponibles y los perfiles de los postulantes estará a cargo de los Organizadores y notificado a los profesores seleccionados antes del 30 de agosto de 2016.

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FAO: Agricultura comercial generó casi el 70 % de la deforestación en América Latina

Agosto del 2016/Artículo/ecoportal.net

América Latina, la agricultura comercial es la principal causante de la deforestación, según el nuevo informe de la FAO, El estado de los bosques del mundo2016 (SOFO, por sus siglas en inglés).

El SOFO señala que la agricultura comercial generó casi el 70 % de la deforestación en América Latina entre el periodo 2000-2010, pero solo un tercio en África, donde la agricultura a pequeña escala constituye un factor más significativo de la deforestación.

En la Amazonia en particular, la producción de agronegocios para los mercados internacionales fue el principal factor de deforestación posterior a 1990, producto de prácticas como el pastoreo extensivo, el cultivo de soja y las plantaciones depalma aceitera.

“La agricultura comercial de la región no puede continuar creciendo a expensas de los bosques y recursos naturales de la región” explicó Jorge Meza, Oficial Forestal Principal de la FAO.

Meza -quien dirige la iniciativa regional de la FAO de uso sostenible de los recursos naturales- destacó que políticas como la vinculación de incentivos agrícolas asociados a criterios ambientales, la adopción de prácticas silvopastoriles, el pago por servicios ambientales y la recuperación de las pasturas degradadas pueden evitar la ampliación de la frontera agrícola a costa de los bosques.

«La seguridad alimentaria puede lograrse mediante la intensificación agrícola y medidas como la protección social, en lugar de a través de la expansión de las áreas agrícolas a expensas de los bosques«, explico Meza.

Aunque la deforestación sigue siendo alta en la región, a 2015 su tasa se ha reducido en casi 50% comparada a 1990. Esta reducción también ha sido significativa en el Amazonas, producto de las políticas de desarrollo sostenible impulsadas por los países que comparten la cuenca amazónica.

Según el SOFO, desde 1990 más de 20 países a nivel global mejoraron su seguridad alimentaria y mantuvieron o aumentaron su cobertura forestal, demostrando que no es necesario cortar bosques para producir más alimentos.

Ampliación de pasturas: principal causa de la deforestación

Un estudio citado por el SOFO sobre las causas de la deforestación en siete países de América del Sur (De Sy et al., 2015) evidenció la relación entre la deforestación y la expansión del pastoreo extensivo.

Según el estudio, en el período 1990-2005, el 71 % de la deforestación en Argentina, Colombia, Bolivia, Brasil, Paraguay, Perú y Venezuela se debió al aumento de la demanda de pastos; el 14 %, a los cultivos comerciales; y menos del 2 % a la infraestructura y a la expansión urbana.

La expansión de los pastos causó la pérdida de al menos un tercio de los bosques en seis de los países analizados. La excepción fue Perú, donde el aumento de las tierras de cultivo en pequeña escala fue el factor dominante de la deforestación, causando el 41 %.

En Argentina, la expansión de los pastos fue responsable del 45 % de la deforestación, mientras que la expansión de las tierras de cultivo comerciales respondió por más del 43 %. En Brasil, más del 80 % de la deforestación se asoció a la conversión de tierras en terrenos de pastoreo.

Vincular las subvenciones agrícolas a las normas ambientales

En varios países del mundo, las subvenciones agrícolas a gran escala han fomentado la deforestación ya que aumentan la rentabilidad de la producción agropecuaria y generan presión por ampliar la frontera agrícola. Ejemplos de ello en la región son el pastoreo extensivo y la producción de soja a escala industrial.

Una opción de política para evitar esto es vincular los incentivos y mecanismos de fomento público que recibe la agricultura comercial al cumplimiento de normas ambientales.

El SOFO destaca que sólo una reforma de este tipo en Brasil, que vinculó las subvenciones al crédito rural con criterios ambientales, evitó la pérdida de 270 mil hectáreas de bosques que habrían sido deforestadas para incrementar la producción de carne de vacuno.

La iniciativa “Bolsa Verde” de Brasil es otro ejemplo: un programa de transferencia condicionada de efectivo que entrega recursos a miles de familias pobres a cambio de que mantengan la cubierta vegetal y gestionen de forma sostenible sus recursos naturales.

Costa Rica: el valor de los servicios ambientales

Según el SOFO, luego de que la deforestación alcanzara su valor máximo en Costa Rica en la década de 1980, hoy los bosques cubren el 54 % de su superficie, gracias a cambios estructurales realizados en la economía y la prioridad otorgada a la conservación y la gestión sostenible de los bosques.

Los incentivos forestales destinados al desarrollo de plantaciones se sustituyeron a mediados de la década de 1990 por el Programa de Pago por Servicios Ambientales, PSA. Este programa se ha utilizado para reforzar el sistema de áreas protegidas y crear corredores biológicos que abarcan 437 mil hectáreas.

El programa ofreció incentivos a los agricultores para que plantaran 5,4 millones de árboles, además de apoyar la conservación de los bosques en territorios indígenas.

En total, entre 1996 y 2015, las inversiones en proyectos PSA relacionados con los bosques en Costa Rica alcanzaron los 318 millones de dólares USD ; el 64 % de estos fondos procedió de los impuestos a los combustibles fósiles y el 22 %, de créditos del Banco Mundial.

“Este tipo de iniciativas han sido desarrolladas también por otros países de la región, como el Programa Sociobosque de Ecuador y las políticas de fomento forestal de Guatemala” dijo Meza.

El rol de los privados y las plantaciones

Una forma de reducir la presión sobre los bosques nativos es el desarrollo de plantaciones forestales.

En Uruguay, por ejemplo, la superficie de plantación forestal aumentó alrededor de 40 mil hectáreas al año en el período 2008-2011, una inversión anual estimada de 48 millones de dólares.

En Chile, desde 1990, se ha establecido más de 1 millón de hectáreas de plantaciones. A partir de 2025, se prevé que las plantaciones produzcan de forma sostenible unos 50 millones de metros cúbicos de madera al año.

Según el SOFO, las plantaciones en Chile han reducido la presión sobre los bosques naturales, en los cuales la explotación forestal industrial se redujo del 16,1 % de la explotación forestal total en 1990 al 0,8 % en 2013.

Desde 1990 se ha producido un aumento del 8 % de la superficie de bosques primarios y otros bosques regenerados de forma natural en Chile. Sin embargo, el SOFO advierte que en algunos casos las plantaciones han reemplazado a los bosques naturales.

Fuente: http://www.ecoportal.net/Temas-Especiales/Biodiversidad/FAO-Agricultura-comercial-genero-casi-el-70-de-la-deforestacion-en-America-Latina

fuente imagen. http://cdn.ecoportal.net/var/ecoportal_net/storage/images/temas-especiales/biodiversidad/fao-agricultura-comercial-genero-casi-el-70-de-la-deforestacion-en-america-latina/2090869-1-esl-ES/FAO-Agricultura-comercial-genero-casi-el-70-de-la-deforestacion-en-America-Latina.jpg

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México: Invento que puede ser la solución a la sequía en el mundo

América del Norte/México/31 Julio 2016/Fuente y Autor: Diarioecologia

El ingeniero mexicano, Sergio Rico, ha creado un polvo cuyas propiedades permiten almacenar agua durante más de un mes con el fin de resolver los problemas de escasez de agua que sufren muchas regiones del país. Este singular método de riego controlado, bautizado como lluvia sólida, está siendo utilizado con éxito por agricultores mexicanos y ya se exporta a otros países del mundo como España.

Su capacidad para absorber hasta 200 veces su peso en agua, convierte este polímero inocuo biodegradable en una potencial herramienta de retención de agua, para luego liberarla de forma paulatina en el momento oportuno de la siembra. El Acrilato de Potasio, al hidratarse con agua de lluvia, se transforma en un gel capaz de retener este preciado líquido durante 40 días. De forma que las raíces puedan estar hidratadas sin tener que esperar a la temporada de lluvias, dándole a la planta mayor tiempo para su desarrollo y posterior recolección.

La técnica de aplicación de este producto es bastante simple, y se reduce a extender el polímero sobre la base de los árboles y plantas, a la espera de que se hidrate con las lluvias y retenga el líquido suficiente como para garantizar el grado óptimo de humedad en las raíces durante las próximas 6 semanas.

El sistema reutiliza el agua de las precipitaciones ocasionales, que de otra forma se perderían en el subsuelo. Pero se puede utilizar también como método alternativo al riego por goteo, por su capacidad de controlar el grado de hidratación de los cultivo sin tener que recurrir a la compleja infraestructura hidráulica de este sistema de riego, o también, como solución paliativa para aquellos terrenos de cultivo, que por su ubicación, presentan serias dificultades para acceder a la red de riego.

Tras los ensayos realizados en varios cultivos de maíz del estado mexicano de Jalisco, la lluvia sólida consiguió multiplicar hasta por cinco la productividad obtenida con el sistema tradicional de riego a manta.

Según el responsable del invento, tan solo se requieren 25 kg de producto por hectárea de cultivo, permitiendo un ahorro del 80% en los costes de producción. Asegura que se reduce el volumen de agua y de fertilizantes a lo estrictamente necesario, y requiere menor mano de obra y consumo de energía durante el proceso.

El director de Ingeniería en Desarrollo Sustentable del Tecnológico de Monterrey, Carlos Ortiz, avala el éxito de la lluvia sólida en la zona sur y sureste del país, pero también pone de relieve las reticencias de los productores mexicanos a utilizar este polímero biodegradable de riego por su arraigo a los métodos tradicionales de cultivo.

Rico fundó la empresa Silos de Agua en 2002 con el fin de comercializar el producto entre los productores mexicanos. La eficacia de la lluvia sólida ha traspasado las fronteras del país y ya se comercializa en Argentina, Ecuador, India, Rusia, Perú, España, Emiratos Árabes Unidos y próximamente se espera llegar también a Haití.

 

Fuente de la noticia: http://diarioecologia.com/el-invento-mexicano-que-puede-ser-la-solucion-a-la-sequia-en-el-mundo/?doing_wp_cron=1469500216.2693729400634765625000

Fuente de la imagen: http://farm2.staticflickr.com/1589/24800186695_e29f0b7710_z.jpg

 

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Las inseguridades en la sociedad del conocimiento

 

 Eurpa/Suecia/Julio del 2016/Articulo/file:/C:/Users/Administrador

Las inseguridades en la sociedad del conocimiento

Se nos está diciendo que vivimos en una sociedad del conocimiento y también que vivimos en una sociedad del riesgo. Ambas afirmaciones tienen algo de verdad. Por un lado, la información y el conocimiento se están acumulando a un ritmo sin precedentes y han adquirido nuevas funciones en la economía y en otros procesos sociales.

Por otro, cada vez se presta más atención en la vida pública a los riesgos y a las inseguridades. Sin embargo, al menos aparentemente, las expresiones “sociedad del conocimiento” y “sociedad del riesgo” parecen contradictorias.

En una “sociedad del conocimiento”, cabría esperar que los encargados de la adopción de decisiones supieran cómo lograr sus objetivos, mientras que en una “sociedad del riesgo” cabría esperar que los acontecimientos imprevisibles e incontrolables hicieran esa tarea imposible.

Con este artículo se pretende contribuir a clarificar la índole de esta contradicción aparente. Para ello, hemos reflexionado también sobre la función del riesgo y la inseguridad en una sociedad del conocimiento. El concepto de conocimiento El conocimiento es un concepto complejo.

En primer lugar, el conocimiento es una especie de creencia. Lo que uno no cree no puede ser conocimiento. Por lo tanto, si tengo acceso a una información correcta, pero no creo en ella, para mí no constituye un conocimiento.

Por otra parte, las creencias incorrectas tampoco se pueden considerar conocimiento. Si alguien cree que la tierra es plana, está claro que no se trata de un conocimiento. Además, lo que se considera conocimiento tiene que estar justificado.

Si alguien cree que el número atómico del oro es un número primo porque cree que el núcleo del átomo del oro tiene 61 protones, eso no es un conocimiento. Por lo tanto, el conocimiento tiene elementos tanto subjetivos como objetivos. Para nuestros propósitos actuales, podemos definir el conocimiento como una creencia verdadera y justificada. Se podrían añadir más cualidades para que la definición fuera exacta, pero no viene al caso en este momento.

En su lugar, será de utilidad centrarnos en dos aspectos junto a los cuales el concepto de conocimiento se puede debilitar. El primero es el de la asimilación cognitiva. Para que algo se considere como conocimiento tiene que ser integrado en el sistema de creencias del sujeto.

Mientras estoy escribiendo este artículo tengo sobre mi mesa un libro sin leer que trata de los hábitos viajeros de los habitantes de Estocolmo. Esto significa que tengo acceso a la información sobre este tema, pero no conocimiento. Si leo el libro, entonces es probable que la información se transforme en conocimiento.

Ahora bien, esta transformación de la información en conocimiento sólo se producirá si entiendo la información de manera que pueda integrarla en mi sistema de creencias de forma adecuada. Si me aprendo el texto de memoria, sin entenderlo, entonces tendré información sobre el tema, pero no conocimiento.

Los datos se diferencian de la información en que no tiene n que estar en una forma determinada, adecuada para la asimilación. Si en lugar del libro tuviera sobre mi mesa los 10000 cuestionarios en los que se basa, entonces tendría datos en lugar de información.

En resumen, los datos tienen que ser asimilables cognitivamente para que se puedan calificar de información, y cognitivamente asimilados para que se puedan calificar de conocimiento. En general, es difícil trazar una línea clara de separación entre el conocimiento y la mera información, y lo mismo ocurre entre la información y los meros datos.

Sin embargo, no por ello la distinción es menos importante. Es lamentable que en la ciencia informática, el “conocimiento” y la “información” se empleen frecuentemente como sinónimos. Quizá es por esto por lo que no siempre se distingue claramente entre “sociedad del conocimiento” y “sociedad de la información”.

El segundo aspecto es el grado de creencia del sujeto. El conocimiento implica creencia, y ésta requiere un alto grado de seguridad (subjetiva). Si no estoy seguro de si el número atómico del oro es 79, no se puede decir que tenga una creencia – o conocimiento – de que es así. Cuando la necesidad de seguridad no está satisfecha, sentimos en su lugar inseguridad, el estado epistemológico de no creer (o saber) algo seguro.

Hay que señalar que la inseguridad es un estado subjetivo, no objetivo. Si no estoy seguro de si hoy es el cumpleaños de mi prima, estoy en un estado de inseguridad, al margen de cuándo ella haya nacido.

En teoría de la decisión, el término “ignorancia” se usa corrientemente para referirse a la inseguridad en su grados más altos, es decir para estados en los que uno no tiene ni siquiera un grado de creencia en la afirmación en cuestión (no sabe el grado de probabilidad o improbabilidad).

Este uso puede dar lugar a confusión, pues en el lenguaje corriente “ignorancia”, contrariamente a “inseguridad”, expresa la distinción entre verdadero y no verdadero. (Una forma de ser ignorante, en el sentido corriente de la palabra, es estar seguro de algo que no es verdadero.) Ahora bien, por falta de una buena alternativa terminológica, usaremos “ignorancia” también para los altos grados de inseguridad (subjetiva).

Las dos formas de debilitar el concepto de conocimiento se resumen en el Diagrama 1. Diagrama 1. Dos maneras de debilitar el concepto de conocimiento Las complejidades del riesgo ¿Qué tiene que ver aquí el “riesgo”? Desgraciadamente, esta pregunta es difícil de contestar, pues el término “riesgo” tiene varias acepciones muy arraigadas.

Se suele emplear “riesgo” para expresar, en general, una situación en la que algo inoportuno puede ocurrir o no, pero no sabemos si ocurrirá. En este sentido, “riesgo” está estrechamente relacionado con “inseguridad”; pero ambos conceptos no son sinónimos. Mientras que “inseguridad” pertenece al ámbito subjetivo, “riesgo” tiene un fuerte componente objetivo.

Si no sé si una culebra es venenosa, me encuentro en un estado de inseguridad con respecto a la posibilidad de que me envenene. Ahora bien, como esta especie no tiene veneno, no existe tal riesgo, pero sí existe la inseguridad. La relación entre estos dos conceptos “riesgo” (en este sentido) e “inseguridad” se parece en parte a la que existe entre “verdad” y “creencia”.

En otras ocasiones, “riesgo” expresa la probabilidad de que se produzca un acontecimiento indeseado. Es el uso que se hace, por ejemplo, cuando se pregunta al médico qué riesgo hay de que fracase un tratamiento. Éste es también el significado estándar del término en la teoría de la decisión; por “decisión en condiciones de riesgo” se entiende “decisión con probabilidades definidas”. Un tercer uso es corriente en el análisis profesional del riesgo.

En esta disciplina, “riesgo” suele denotar una representación numérica de exactitud, que se obtiene multiplicando la probabilidad de que se produzca un acontecimiento indeseado por una medida de su valor negativo. Cuando, por ejemplo, los riesgos de la energía nuclear se comparan en términos numéricos con los de los combustib les fósiles, “riesgo” se entiende normalmente en este tercer sentido técnico. Así pues, en los tres sentidos de “riesgo”, el uso de este término se basa en una mezcla sutil de conocimiento e inseguridad.

Cuando existe un riesgo, tiene que haber algo que es desconocido o que tiene un resultado desconocido; por lo tanto, tiene que haber inseguridad. Pero para que esta inseguridad constituya un riesgo para nosotros, tiene que haber algo conocido en ello. En el primero de los tres sentidos de “riesgo”, tenemos que saber que la inseguridad es “real” al menos en el sentido de que no se puede hacer desaparecer con la ayuda del conocimiento que se tiene.

En los dos últimos, más técnicos, tenemos que tener una representación numérica de la Conocimiento Información Datos Inseguridad Ignorancia inseguridad. Las intrincadas relaciones entre el riesgo y los otros conceptos están sólo apuntadas en el Diagrama 2 con la colocación del “riesgo”. Diagrama 2. El papel del “riesgo” en los conceptos epistemológicos.

Poner etiquetas a las sociedades De los seis términos del Diagrama 2, tres se suelen emplear para referirse a la sociedad en la que vivimos. Vivimos en una “sociedad del conocimiento”, en una “sociedad de la información”, y en una “sociedad del riesgo”. ¿Hasta qué punto, y en qué sentido, son adecuadas estas denominaciones?

El término “sociedad X” se puede interpretar de muchas formas. Puede expresar una sociedad en la que …X es más común o más prevalente que en las sociedades anteriores. …se presta más atención a X que en las sociedades anteriores. …la función de X es mayor en las estructuras sociales de poder que en las sociedades anteriores. etc.

Por lo tanto, para cualquier X dada (como riesgo, información, conocimiento…) no puede haber una única respuesta correcta a la pregunta de si vivimos o no en una sociedad X. La respuesta dependerá de qué tipo de definición escojamos, e incluso después de haber escogido (por ejemplo) una de las tres definiciones vistas anteriormente, son necesarias más especificaciones pues pueden ser esenciales para la respuesta.

¿Vivimos en una sociedad del conocimiento? Tanto la respuesta positiva como la negativa son posibles. La primera porque la cantidad total de conocimiento humano acumulado va en aumento. Pero, por otra parte, se puede afirmar que la información se está acumulando a una velocidad mucho mayor que el conocimiento y que la transformación de la información en conocimiento se está quedando atrás.

Desde ese punto de vista, la “sociedad de la información” (o incluso quizá la “sociedad de los datos”) sería una definición más precisa. Conocimiento Información Datos Insegurida d Ignorancia Riesgo Del mismo modo, si escogemos otra definición, podemos afirmar que nuestra sociedad es una sociedad del conocimiento debido a la importancia creciente de éste en las estructuras sociales de poder.

Pero en ese caso, por otra parte, se puede afirmar que esto se aplica solamente a ciertos tipos de conocimiento, y que la importancia de otros tipos de conocimiento está disminuyendo, de manera que lo que está ocurriendo es que hay un cambio entre los diferentes tipos de conocimientos y no que estemos pasando de depender menos del conocimiento a depender más.

Campesina con su hijo cerca de la central nuclear Three Mile Island, marzo 1979. La región fue evacuada después de un accidente nuclear. AFP/UPI ¿Vivimos en una sociedad de riesgo? Por motivos parecidos, esta pregunta no tiene una respuesta unívoca. De entrada, ¿están los riesgos más extendidos o son más importantes que en las sociedades anteriores? Evidentemente, los cambios tecnológicos han impuesto nuevos riesgos a la humanidad.

La mayoría de los riesgos actuales no existían hace cincuenta o cien años– los misiles teledirigidos, las centrales de energía nuclear, los pesticidas orgánicos, los accidentes aéreos, etc. La conclusión natural parece ser que en las zonas industrializadas del mundo, los avances tecnológicos han dado lugar a un aumento de los riesgos.

Sin embargo, cabe hacer la observación de que este aparente aumento depende en gran medida de nuestro punto de mira. Por diversos motivos, prestamos más atención al aumento de riesgos que a su disminución.

En las zonas industrializadas del mundo, el hambre ya no es una amenaza grave, ni tampoco lo es la larga lista de enfermedades que antes eran incurables y ahora tienen curación. La navegación y la minería son menos peligrosas que antes, aunque todavía se pueda hacer mucho para reducir riesgos.

Si algunos riesgos están aumentando y otros disminuyendo, ¿cómo podemos medir la cantidad total de riesgo? Una medida razonable, en lo referente a la salud, es la esperanza de vida. Si se mide de esta forma, en las zonas ricas del mundo, los riesgos totales han disminuido.

¿Es la sociedad del riesgo algo que dejamos atrás hace ya tiempo? No necesariamente. Hay otras acepciones de “la sociedad del riesgo”, como la de sociedad en la cual los problemas sociales se tratan y analizan con referencia al concepto de “riesgo”. En este sentido, desde luego, vivimos en una sociedad de riesgo en mucha mayor medida que en cualquier generación anterior. Pero lo mismo que “sociedad de la información” puede ser en algunos aspectos una expresión más adecuada que “sociedad del conoc imiento”, se puede decir que la expresión “sociedad de la inseguridad” sería más precisa que la de “sociedad del riesgo”, al menos si entendemos la palabra “riesgo” en su sentido técnico de inseguridad cuantificada.

La ciencia y la tecnología modernas nos han hecho conscientes de muchas inseguridades y no a todas ellas se las puede denominar riesgos con propiedad. La inseguridad científica La ciencia nos brinda conocimientos nuevos. Pero desgraciadamente, este conocimiento nuevo genera más inseguridades.

Además de contestar a algunas de nuestras preguntas, la ciencia produce, a un ritmo siempre creciente, nuevas preguntas sin respuesta. Si vivimos actualmente en una “sociedad de la inseguridad” se debe básicamente a las inseguridades hacia las que la ciencia llama nuestra atención.

Algunos de los objetos del estudio científico son extremadamente complejos, y esta complejidad es la causa principal de la inseguridad científica. El efecto invernadero antropogénico es un ejemplo muy claro. Es necesario tomar en cuenta una larga serie de factores causales y mecanismos potenciales para determinar los efectos del aumento de concentraciones de gas invernadero en la atmósfera.

Algunos sistemas naturales muy complejos como los mares, bosques, y suelos interactúan con el sistema atmosférico, y lo mismo ocurre con actividades humanas como la producción de alimentos y energía. También hay que estudiar factores sociales como el comercio, la población, la migración y las formas de vida. Evidentemente, toda predicción acerca del resultado de todas estas interacciones tiene que estar cargada de inseguridad.

Una gran parte de la ciencia moderna se dedica al estudio de sistemas compuestos que son al menos tan complejos como el sistema climático: los ecosistemas, el cuerpo humano, la economía mundial, etc. Cada uno de éstos contiene tantos componentes e interacciones posibles que en la práctica son impredecibles. Algunos de estos sistemas son impredecibles no sólo en la práctica, sino también en principio, debido a los fenómenos caóticos.

El resultado de la evolución biológica es impredecible por este motivo. El sistema climático es también un sistema caótico, y está claro hasta qué punto esto limita la posibilidad de predecir el efecto invernadero.

Además, la ciencia está siempre sujeta a otro tipo de inseguridad, la de los factores desconocidos. Sólo muy rara vez tenemos buenas razones para creer que nuestros modelos científicos están completos, en el sentido de que no se nos ha pasado por alto ningún componente importante o interacción.

Incluso aunque podamos hacer cálculos exactos y fiables de los efectos combinados de todos los factores conocidos que influyen en el clima futuro, ¿cómo podemos saber que no hemos olvidado ningún proceso físico, químico o biológico que habríamos debido tener en cuenta?

Las vicisitudes del azar En algunos casos, se puede llegar al conocimiento sobre sistemas complejos por medio de la experiencia sistematizada. Esto ocurre, por ejemplo, cuando se estudian los efectos de los agentes terapéuticos en el cuerpo humano. Debido a la complejidad del cuerpo, es imposible, en la práctica, predecir teóricamente los efectos de una nueva droga.

Por eso, después de haber realizado ensayos preliminares, se prueban las medicinas de forma experimental en grupos de pacientes. Basándose en las estadísticas de estos estudios (ensayos clínicos) se pueden asegurar los efectos de las drogas médicas con una seguridad razonable. Evidentemente, hay muchos casos en los que este tipo de “desvío estadístico” para el conocimiento de sistemas complejos no es posible.

No tenemos acceso a un centenar de Tierras en las cuales poder experimentar para determinar cuál es el nivel tolerable de emisiones de gas invernadero. Es más, incluso en los casos en los que se dispone de información estadística, ésta no siempre reduce las inseguridades con tanta eficacia como cabría esperar. Consideremos el ejemplo de los efectos de las sustancias químicas en la salud.

¿Hasta qué punto es posible determinar la presencia o ausencia de estos efectos por medio del estudio directo de las personas expuestas? Desgraciadamente, la respuesta a esta pegunta es bastante desconcertante. Para abreviar, centrémonos en los riesgos mortales producidos por algunas sustancias tóxicas.

Para empezar, supongamos que 1000 personas están sujetas a la exposición química que produce el angiosarcoma hepático (un tipo poco frecuente de cáncer de hígado) en 0.5 % de las personas expuestas. Entre las personas no expuestas, la frecuencia de esta enfermedad está muy próxima a cero.

Si se realiza una investigación adecuada, hay muchas posibilidades de que se descubra una mayor presencia de esta enfermedad entre la población expuesta. A continuación, supongamos que otras 1000 personas están sujetas a una exposición que aumenta la incidencia de cáncer de pulmón de 10,0 a 10,5 %.

El número adicional de casos de cáncer es el mismo que en el caso anterior. Sin embargo, como se ve con el cálculo de probabilidades, la diferencia entre 10,0 y 10,5 % en este caso no se puede distinguir de variaciones fortuitas. Así pues, los efectos de esta sustancia no se pueden detectar estudiando a la población expuesta. En la práctica, los estudios epidemiológicos pueden detectar con fiabilidad el exceso relativo de riesgos solamente si está en torno a 10 % ó más.

Para los tipos más comunes de enfermedades mortales, como la enfermedad coronaria y el cáncer de pulmón, el riesgo de mortalidad es de un orden de magnitud de aproximadamente 10%. Por lo tanto, incluso en los estudios más afinados, un aumento del riesgo de mortalidad de 10-2 (10 % de 10 %) o menor puede ser indetectable (es decir, no se puede distinguir de variaciones fortuitas).

En experimentos con animales tenemos problemas experimentales parecidos, además de los problemas de extrapola ción de una especie a otra. ¿Cuál es la incidencia mínima en la salud para que el riesgo no nos parezca preocupante? Se han hecho muchos intentos de establecer un límite de preocupación, expresado como “riesgo aceptable” o “riesgo mínimo”.

La mayoría de nosotros estaría de acuerdo en que si una población humana estuviera expuesta a un factor de riesgo que estadísticamente costara la vida de una persona de cada 109 , este riesgo no sería cuestión de gran prioridad. Razonablemente, no sería un desastre que nuestros métodos de evaluación de los riesgos fueran insuficientes para descubrir riesgos de ese orden de magnitud.

Pero, por otra parte, la mayoría de nosotros consideraría un grave problema que no se pudiera detectar un factor de riesgo que costara la vida de una persona de cada 100 ó 1000. Las propuestas más comunes para fijar los límites de preocupación por los riesgos mortales son de 1 por 100 000 y 1 por 1000 000.

Es difícil encontrar propuestas de 1 por 10 000. Estos valores desde luego no son límites objetivos o científicos; pertenecen al ámbito de la ética. Sin embargo, es importante Diagrama 3. El “vacío ético” del conocimiento toxicológico. señalar la existencia de lo que se puede llamar un vacío ético, un vacío entre los niveles que son detectables científicamente y los que normalmente se consideran éticamente aceptables o al menos de preocupación menor.

Este vacío ético, ilustrado en el Diagrama 3, tiene un espacio de 2–4 órdenes de magnitud. Por todo esto, la ciencia nos deja con una cantidad considerable de inseguridad: aunque no se hayan encontrado efectos adversos en la población expuesta, puede seguir habiendo efectos en unos niveles de riesgo que son al menos entre 100 y 1000 veces más altos que los comúnmente propuestos de preocupación o aceptabilidad. La inseguridad científica en la adopción de decisiones Cuando pasamos de la ciencia al terreno práctico de la adopción de decisiones, encontramos aún más inseguridades.

Hay al menos cuatro tipos de inseguridad que se tienen que tener en cuenta en la práctica de la adopción de decisiones: la inseguridad en cuanto a las consecuencias, la inseguridad por falta de confianza, la inseguridad en cuanto al campo de decisión, y la inseguridad en cuanto a los valores. Los dos primeros están en estrecha relación con las inseguridades de la ciencia.

Por inseguridad de consecuencias se entiende que las consecuencias de las opciones que se le ofrecen al decisor no son conocidas. Este tipo de inseguridad se puede categorizar en cuatro grados. En el primero, el grado más bajo de inseguridad de 1 10-1 10-2 10-3 10-4 10-5 10-7 10-9 10-8 10-6 Detectable Aceptable consecuencias, se sabe qué resultados son posibles y cuáles son sus probabilidades. (Como dijimos antes, el término técnico para esto es “adopción de decisiones en condiciones de riesgo”.) El segundo nivel es el de adopción de decisiones con conocimiento incompleto de las probabilidades.

(El término técnico es “adopción de decisiones en condiciones de inseguridad”.) Por ejemplo, alguien que construye una casa en Lima desconoce la probabilidad exacta de que la casa sufra un terremoto importante, pero puede saber que la probabilidad es superior a 5 por ciento. En el tercer nivel de inseguridad de consecuencias, se sabe cuáles son los posibles resultados de las diversas opciones, pero todo lo que se sabe en cuanto a sus probabilidades es que no son cero. (El término técnico es “adopción de decisiones en condiciones de ignorancia”.)

En el cuarto y más alto nivel, adopción de decisiones con posibilidades desconocidas, no se sabe cuáles son las consecuencias posibles. Aunque la teoría de la decisión se ha centrado esencialmente en el nivel más bajo de inseguridad de consecuencias, en muchas decisiones prácticas, el nivel más alto de inseguridad puede ser, al menos, igual de importante. La distinción entre los niveles tercero y cuarto no siempre está clara, como se puede ver en las series siguientes de problemas posibles con la ingeniería genética: · consecuencias catastróficas imprevistas · emergencia de nuevas formas de vida, con consecuencias catastróficas imprevistas · emergencia de nuevos virus, con consecuencias catastróficas imprevistas · emergencia de nuevos virus, que pueden costar muchas vidas  emergencia de virus mortales que se extiendan como los virus de la gripe · emergencia de virus del SIDA modificados que se extiendan como los virus de la gripe Aunque algunas interpretaciones del nivel alto de inseguridad de consecuencias se puedan revelar desdeñables, la inseguridad fundamental más general puede permanecer.

Supongamos, por ejemplo, que alguien propone la introducción de una especie de lombriz modificada genéticamente que desplazará a la lombriz común y que aireará mejor el suelo. No dejaría de ser razonable tomar en consideración la posibilidad de que esto pudiera tener consecuencias imprevistas negativas. Siguiendo con la suposición, imaginemos que todas las preocupaciones concretas pueden ser neutralizadas.

Se puede demostrar que la nueva especie no provoca una mayor erosión del suelo, no será más susceptible a las enfermedades, etc. Aun así, sería razonable pensar: “Sí, pero puede tener otros efectos negativos que ni siquiera se nos han ocurrido. Por lo tanto, la nueva especie no debe ser introducida.” Del mismo modo, si alguien propusiera lanzar una sustancia química a la estratosfera por alguna razón, buena o no, no sería irracional oponerse a esta propuesta por el mero hecho de que podría tener consecuencias imprevistas, y esto suponiendo que todos los problemas pudieran ser neutralizados.

Nuestro segundo tipo de inseguridad es el relativo a la confianza. Los encargados de la adopción de decisiones suelen tener que basarse en la opinión de los expertos, que en la mayoría de los casos deben su saber a una combinación de formación científica y experiencia práctica. Se suele dar por sentado que un decidor sensato tiene que admitir que los expertos tienen razón, pero de hecho, no hay buenas razones para ello. Abundantes pruebas históricas nos muestran que los expertos se han equivocado a veces.

Un decidor sensato no debería excluir la posibilidad de que esto pueda volver a ocurrir. Cuanto menos sepa o entienda Ud. de aquello de lo que hablan los expertos, mayor inseguridad y desconfianza sentirá Ud. si es un decisor sensato. Esto no siempre ha sido bien entendido por los que tienen un conocimiento tecnológico y científico privilegiado. Otros dos tipos de inseguridad en la decisión Todas las decisiones tienen un campo limitado. Un decisor puede escoger entre tomar muchas pequeñas decisiones o reunirlas en menos decisiones pero más amplias. Cuando se toma una decisión, siempre hay que trazar la línea en alguna parte, y escoger (implícita o explícitamente) un “campo” para la decisión. Los diferentes grupos de interés trazan la línea en distintos sitios. La cuestión de los desechos nucleares es un buen ejemplo. En el debate público sobre este tema, hay al menos cuatro campos de decisión en competencia, que se ofrecen a continuación ordenados de menor a mayor amplitud:

1. El campo de eliminación de los desechos: Dados los reactores nucleares que tenemos, ¿cómo se deberían eliminar los desechos radioactivos de manera segura? 2. El campo de producción de energía: Dado el sistema que tenemos para la distribución y consumo de energía, ¿cómo se debe producir la energía? ¿Qué nos enseña la cuestión de los desechos nucleares sobre esto? 3. El campo del sistema de energía: Dado el resto de nuestro sistema social, ¿cómo debemos producir, distribuir y consumir la energía? ¿Qué nos enseña la cuestión de los desechos nucleares sobre esto? 4. El campo del sistema social: ¿Cómo debería organizarse nuestra sociedad? ¿Qué nos enseña la cuestión de los desechos nucleares sobre esto? La industria nuclear suele preferir los dos campos más estrechos, mientras que los adversarios de la energía nuclear prefieren normalmente los dos más amplios.

Es importante señalar que cada uno de los cuatro campos de decisión es compatible con una adopción de decisiones sensata. Por lo tanto, entre los diferentes decisiones sensatos puede haber distintas opiniones acerca de lo que trata realmente esta cuestión. Este ejemplo puede ser inusualmente claro, pero su estructura básica no es atípica. En las cuestiones controvertidas suele haber campos de decisión en competencia, como el campo nacional y el internacional. Como no hay elección de campo objetiva o independiente de los valores, esto contribuye a la inseguridad en la adopción de decisiones.

En su mayoría, los teóricos de la decisión parten de la base de que hay una serie de valores bien definidos en los que debe basarse la decisión. Pero en la práctica, suele haber una inseguridad considerable con respecto a los valores. La mayoría de las decisiones en cuestiones sociales requieren la evaluación de resultados complejos que difieren según las diversas categorías, como el dinero, las vidas humanas, el bienestar de la humanidad, la protección del medio ambiente, etc. Nuestras intuiciones éticas no bastan para sopesar de manera inequívoca todas las combinaciones posibles de estos factores.

Como ejemplo, citaremos las cuestiones medioambientales del tercer mundo, como la erosión del suelo, que suelen entrar en conflicto con las necesidades humanas inmediatas. En estos casos, pocos de nosotros tenemos una solución preparada para conciliar los valores que entran en conflicto. En algunos casos, la inseguridad del valor se puede reducir por medio de la reflexión moral informada, pero también hay casos en los que esto no parece posible.

Otra complicación entra en juego cuando las decisiones afectan a las generaciones futuras. Parecería razonable juzgar los efectos en las generaciones futuras de acuerdo, al menos en parte, con los valores (preferencias) de las futuras personas afectadas y no de acuerdo con nuestros propios valores (preferencias). Pero la evolución futura de los valores humanos es extremadamente difícil de predecir. Las decisiones que intentan respetar los valores de las generaciones futuras son por lo tanto decisiones forzosamente inseguras respecto a los valores.

Conclusión La acumulación masiva y extendida de información y –en menor medida– de conocimiento es una característica evidente de las sociedades actuales. Igualmente lo es la presencia de riesgos e inseguridades en cuestiones de debate público y en la adopción de decisiones. Auque estas dos tendencias – más informac ión y más inseguridad – pueden parecer contradictorias, hay una sencilla razón para que coexistan: aunque la nueva información, especialmente la que nos brinda la ciencia, resuelva en ocasiones viejas inseguridades, va suscitando otras nuevas a un ritmo mucho más rápido. El conocimiento sobre la inseguridad, y concomitantemente, el conocimiento sobre el riesgo, es una categoría epistemológica propia de nuestra era. Para solucionar toda esta inseguridad, es necesario elaborar estrategias para procesar la información y la adopción de decisiones, que tomen esto en cuenta. El análisis del riesgo cuantitativo, el principio de precaución, las opciones reversibles de decisión, la implicación del destinatario, y los procesos participativos son indicios de los planteamientos que los investigadores y los profesionales han adoptado para el desarrollo de estas estrategias.

No hay duda de que, para solucionar los problemas suscitados por la inseguridad y el riesgo, es necesario entender mejor los flujos de la información en la sociedad moderna y sus repercusiones sociales.

Traducido del inglés Sugerencias de lectura

HANSSON, S. O., Decision-Making Under Great Uncertainty, [La adopción de decisiones en condiciones de gran inseguridad]. Philosophy of the Social Sciences 26 (1996): 369-386.

HANSSON, S. O., The Limits of Precaution, [Los límites de la precaución] Foundations of Science 2 (1997): 293-306.

HANSSON, S.O. The Moral Significance of Indetectable Effects, [El significado moral de los efectos indetectables]. Risk 10:101-108, 1999.

JELLINEK, S. D., On The Inevitability Of Being Wrong, [Sobre lo inevitable de equivocarse]. Annals of the New York Academy of Science 363 (1981): 43–47.

LOASBY, B. J. Choice, Complexity, And Ignorance: An Enquiry Into Economic Theory And The Practice Of Decision-Making, [Elección, complejidad e ignorancia: estudio de la teoría económica y la práctica de la adopción de decisiones]. Cambridge: Cambridge U.P. 1976.

SCHELLING T.C., Research By Accident, [Investigación por casualidad]. Technological Forecasting And Social Change 53/1 (1996): 15-20.

SIMON, H.A., The New Science of Management Decision, [La nueva ciencia de la decisión de gestión]. Nueva York: Haper, 1960.

THOMPSON, P. B., Risking or Being Willing: Hamlet and the DC-10, [Los riesgos de la decisión: Hamlet y el DC-10] Journal of Value Inquiry 19 (1985): 301-310.

WAGNER, W. E., The Science Charade In Toxic Risk Regulation, [La charada científica en la regulación de los riesgos tóxicos]. Columbia Law Review 95 (1995): 1613-1723.

WEINBERG, A. M., Science and Trans -Science, [La ciencia y la trans-ciencia]. Minerva 10 (1972): 209-222.

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Ecologically Sustainable Growth Is Possible: An Interview With Robin Hahnel

Mundo / 10 de julio de 2016 / By Kevin Young

While the world must reduce its resource consumption and output of pollution in the face of climate change, we don’t need to demand that people sacrifice their economic well-being, says radical economist Robin Hahnel. «Green growth is possible.»

Can we have economic growth while confronting climate change? In this interview, radical economist Robin Hahnel argues that ecological sustainability is perfectly compatible with increases in economic well-being. While we must drastically reduce the physical matter used and discharged within the global economy («throughput»), we can simultaneously improve life for most people. Fighting for an ecologically sustainable form of growth must be central to the work of the climate justice movement.

Kevin Young: Many environmentalists argue that we must limit economic growth or even undergo de-growth in order to adequately reduce greenhouse gas (GHG) emissions. Many economists argue that it’s possible to «decouple» growth and emissions. Who’s right?

Robin Hahnel: With few exceptions economists were completely oblivious to the fact that our economic train was barreling toward environmental disaster. So we owe a huge «thank you» to environmentalists for warning us that the kind of economic growth we have been pursuing will not only continue to damage the environment in myriad ways, it is on course to trigger irreversible, cataclysmic climate change within a few decades.

However, those who point out that it is possible for economic well-being per capita to grow indefinitely while protecting the environment are correct. Yes! Green growth is possible. When spokespeople for the steady-state and de-growth movements deny that green growth is possible and say that we must reconcile ourselves to stagnant or declining living standards to avoid environmental disaster, they are wrong, and do the environmental movement great harm.

What cannot continue to grow indefinitely is throughput. Ecological economists define throughput as physical inputs from the natural environment (e.g., iron ore or topsoil) used in production processes, as well as physical outputs of production (usually thought of as waste or pollution) such as airborne particulate matter and greenhouse gases released back into the environment where they are absorbed in natural «sinks.» Throughput must be measured in some appropriate physical units such as tons of iron ore, cubic meters of topsoil, and cubic tons of carbon dioxide.

What economists define as economic growth is not the same as growth of throughput. When economists refer to economic growth they mean growth of GDP, the value of the final goods and services produced during a year. Of course, growth of GDP fails to represent growth of economic well-being for a host of reasons that are well known. Nonetheless, assuming it could be measured properly, economic well-being can grow even as throughput remains constant or decreases. In the literature this is called decoupling, which means separating the growth of the value of what we produce from the quantity of throughput we use to produce it.

Where critics are correct is that business-as-usual economic growth has failed to decouple. In fact, it has us on a suicidal trajectory! But that does not mean that a different kind of growth — growth that increases throughput efficiency at the same rate that it increases labor productivity, and therefore puts no more strain on the environment — is impossible. And that is what decoupling means: increasing throughput efficiency as much as we increase labor productivity. (As long as the rate of growth of productivity rises no faster than the rate of growth of throughput efficiency, throughput will not increase.) Moreover, there is plenty of evidence that decoupling is possible. We are doing it right now for greenhouse gas throughput. Of course we have to reduce GHG throughput much faster still to avoid cataclysmic climate change. The name of the game is to decouple increases in economic well-being from throughput big time. But anyone who argues that decoupling is impossible is wrong on both theoretical and empirical grounds.

From the perspective of the climate justice movement, what are the concrete implications of the debate about growth?

Those who deny the possibility of decoupling are both wrong and detract us from the task at hand. Worse still, they make it impossible to build a political coalition sufficiently numerous and powerful to prevent climate change. Why would lower classes in advanced economies support a movement that says their children cannot aspire to a higher standard of living? Why would any of the four billion people living in less developed economies who have yet to enjoy the benefits of economic development sign onto a movement that tells them they must give up any hope of enjoying those benefits? The answer is they won’t! Because economic growth is necessary to improve the lives of most of the world’s population, a «de-growth» platform is suicidal when trying to build a mass movement to prevent climate change. The tragedy is that our environmental movement does not have to preach this self-defeating sermon. Preventing climate change, and better protecting the environment in general, is perfectly compatible with increases in economic well-being.

Some argue that while ecologically sustainable growth is hypothetically possible, it is impossible within a capitalist system. Richard Harris, for instance, claims that green-growth advocates «assume that capitalism is sufficiently malleable that capitalist fundamentals can be ‘inverted’ such that corporations can, in one way or another, be induced to subordinate profit-making to ‘saving the Earth.'»

Capitalism can become a lot more green than it has been to date — which is damn lucky since replacing capitalism with eco-socialism isn’t going to happen fast enough to prevent climate change. Capitalists pursue profits via the easiest route. Of course they are not going to save the Earth out of the goodness of their hearts. But there is no reason we cannot make the route to profits from extracting and burning fossil fuels more difficult or impossible. And there is no reason we cannot make the route to profits by producing renewable energy and retrofitting buildings much more lucrative. There are many ways to intervene in markets to change results, and we will have to use all of them over the next decades because the kind of green new deal we need is going to have to be launched while economies are still very much capitalist.

What would a «green new deal» look like under capitalism? And are there any precedents for that kind of massive shift in economic priorities?

Replacing fossil fuels with renewables, transforming not only transportation but industry and agriculture as well to be much more energy efficient, and rebuilding our entire built infrastructure to conserve energy, will be an immense, historic undertaking. What is needed if we are to avoid unacceptable climate change is the greatest technological «reboot» in economic history. This is the only way to avoid literally broiling ourselves to death at some point in the century ahead, and, I might add, the only way to re-employ the tens of millions who lost their jobs in the Great Recession and the hundred million young people who will need jobs over the next two decades. The precedent is the massive shift of economic priorities the US economy went through between 1939 and 1942. Just as we responded to the menace of global fascism by shifting over 50 percent of production from consumption goods to war materials, we need a similar response to the equally dangerous menace of cataclysmic climate change.

Robert Pollin and collaborators at the Political Economy Research Institute have fleshed out the details of what a Green New Deal would look like not only for the United States, but also for many other parts of the world economy. A major finding is how little it would cost over the next several decades for the world to become free of fossil fuels. In short, Pollin and his collaborators demonstrate that the barriers to preventing climate change are political, not technological.

To what extent does confronting the climate crisis require changes in the consumption of the average working person in the global North?

What we consume will have to change. Where and how we live and work and transport ourselves will have to change. We will live more compactly. We will share larger, superior open spaces than we have today. We will consume more public and fewer private goods. But there is no reason that economic well-being cannot increase for future generations in the global North while adequately protecting the environment. Decarbonization will require that we live differently, but we can all live far better — and that is the message the environmental movement needs to emphasize.

You’ve also written a lot about international climate policy. Could you comment on the strategy of the Climate Justice Movement (CJM) vis-à-vis the 2015 COP 21 meeting in Paris?

The Climate Justice Movement made a strategic blunder. After every country announced its emission reduction pledge, the CJM had the opportunity to launch a major international campaign explaining which pledges were consistent with a country’s responsibilities (for creating the problem) and capabilities (for making contributions toward solving the problem.) Before the Paris meetings equity researchers had reached a broad consensus for how to judge proposals, and evaluations were readily available (see for example the Climate Equity Calculator). These evaluations showed that the pledges of more developed countries in most cases fell far short of their fair shares, while most pledges from less developed countries were consistent with their fair shares. The CJM should have made support for countries making fair pledges, and criticism of countries whose pledges fell short, its major priority in Paris. Progressives’ suspicions of global climate deals stem partly from the carbon trading mechanisms included in prior accords. Most leftists in the global North seem to reject carbon trading unequivocally, as a scam devised by polluters to thwart real change. But you’ve argued that carbon trading can be an effective short-term way to cut emissions while we work toward the longer-term goal of replacing the capitalist system.

The amount of ill-informed criticism of carbon markets, carbon trading, carbon offsets, etc., from the left over the past two decades would fill an ocean. Two things drive this fury: (1) None of us likes the idea of placing a price on nature and putting nature up for sale. In other words, rejection of carbon markets in any form is part of a justifiable disgust with the commercialization of life. (2) Many on the left — although by no means all — understand that markets are part of the problem. The problem is not just private ownership of the means of production. Coordinating our economic activities through markets is also an integral part of the economics of competition and greed we need to extricate ourselves from. So, people reason, if markets are part of the problem, how can a carbon market be part of the solution?

But besides massive ignorance regarding how carbon markets do and can work, here is what many leftists fail to understand: We live in a market system. And until we do not, the only way to change what happens is to intervene in or regulate markets. Do socialists denounce campaigns to raise the minimum wage on grounds that anything short of eliminating wage slavery altogether is a «false solution?» No. We recognize that until we can eliminate wage slavery, a higher price for wage-slaves is better than a lower one. The same holds for cutting carbon emissions. Until we can replace the market system we need to intervene in the market system to reduce GHG emissions. Right now those who find it in their interests to abuse nature by releasing GHGs into the atmosphere do so without paying a cent. In a market system one way to reduce emissions is to force emitters to pay for the damage they cause by charging them a tax per unit of emissions. Another way is to cap total emissions and require emitters to purchase permits for whatever they emit. In both cases we are selling off rights to abuse nature. Sorry about that, but until we replace the market system there is no alternative except to allow businesses to abuse nature.

Publicación original: http://www.truth-out.org/news/item/36723-ecologically-sustainable-growth-is-possible-an-interview-with-robin-hahnel

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Venezuela: Árboles Talados en Tucacas

Autor: Werther Sandoval

América del Sur/Venezuela/0/ Julio de 2016// Correo del Orinoco

A la progresiva invasión de cayos por lancheros sedientos de dinero rápido y la construcción de marinas de hasta mas de 10 pisos de altura en las aguas del Parque Nacional Morrocoy, bien acompañada por el vertido de una lápida de concreto sobre los cangrejos azules que habitaban en el patio frontal del Liceo Bolivariano José Leonardo Chirinos, se unió la tala de los pocos árboles de la especie manglar que brindaban sombra y frescor a quienes caminaban por la avenida principal de Tucacas.
Ninguno de los consultados en el pueblo supo quién cometió este nuevo delito ambiental y mucho menos explicar porqué talaron los pocos manglares que quedaban en la avenida. Lo único que expresaron es que nada extraño tiene tal desafuero en el uso mercantil del Parque, sometido sin desmedro a la invasión de sus cayos por parte de lancheros cargados de turistas intoxicados por una cultura consumista y aplastante de las arenas donde otrora desovaban la tortuga carey y el casi extinto caimán del Caribe.
El solo hecho de haber talado los manglares de la avenida sin informar a nadie, tal como es práctica común en estos actos de deforestación, indica que es el manejo turbio e irrespetuoso el encargado de guiar machetes y motosierras; vale decir, la misma conducta ética que faculta al Municipio Silva e Inparques para autorizar la edificación de marinas en las aguas protegidas del Parque.
Para muestra, basta pararse en El Palito y observar desde esa distancia marinas de hasta 15 pisos construidas en Tucacas, que dejan al pueblo cual Bahía de Cata cualquiera, con su mole de concreto enclavada en un pueblo que, por fisonomía arquitectónica, no debería poseer edificaciones mayores a tres pisos. Indagar en el registro del Municipio Silva cómo fueron otorgados los permisos sería un primer paso para seguir la ruta del dinero, tal como recomienda el periodismo de investigación para averiguar los casos de corrupción.
Y lo peor, no tanto por el daño ecológico directo sino por quiénes y dónde lo cometieron, fue el atropello ejecutado en contra del patio frontal de arenas arboladas y húmedas del Liceo Bolivariano José Leonardo Chirinos, espectáculo que era deleite observar desde la avenida principal de Tucacas.
La vanguardia intelectual, los llamados a formar el nuevo hombre bolivariano, a crear sentido de pertenencia y salvar la especie humana, descargaron una capa de concreto sobre un suelo donde habitaban diversas especies de cangrejos, entre ellas el ya extinto Azul.
Ni a la dirección del plantel, ni al cuerpo docente en ciencias generales, ni al Departamento de Biología se les ocurrió aprovechar esa fuente inagotable de conocimientos para incorporarlo a los programas de estudios y así crear un laboratorio productor de alimentos, en el que se puedan formar a los jóvenes de Tucacas en los valores de solidaridad, honestidad y amor por la Patria. Pero no. Era demasiado pedir. Nada de esto podría estar en la mente de quienes desde ya sientan las bases ideológicas de la corrupción y el atropello a la vida, sin las cuales son imposibles la voracidad pesetera y el lucro inmediato.
Fuente: http://www.correodelorinoco.gob.ve/opinion-libre/arboles-talados-tucacas-opinion/

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