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(Vídeo) Entrevista. José Luis Carretero Miramar, desde España: «Tenemos que estar insertos en las luchas sociales. Estuvimos demasiado tiempo fuera»

Redacción: Kaos en la Red

Entrevistamos a José Luis Carretero Miramar, secretario del sindicato Solidaridad Obrera, que es la tercera central anarcosindicalista del estado.

Pensamos que es prioritario que desde los ámbitos libertarios se pronuncien acerca de nuestros problemas cotidianos, escuchar cuanto saben de lo que nos pasa, que cerca están de nosotrxs, que proponen, cual es su compromiso. La charla con José Luis Carretero Miramar fue un grato momento, la comparto con vosotras y vosotros.

Fuente: https://kaosenlared.net/video-entrevista-tenemos-que-estar-insertos-en-las-luchas-sociales-estuvimos-demasiado-tiempo-fuera/

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¿Hacia donde se mueve la clase obrera?

Por: Luis Bonilla-Molina.

Ensayos sobre las izquierdas desde América Latina y el Caribe

  1. El portentoso trabajo de Marx

Cuando vemos con más de 150 años de distancia la obra de Carlos Marx (1818-1883) reconocemos el trabajo de un portento de las ciencias sociales, quien realizó uno de los más importantes esfuerzos por conocer y comunicar la dominación, la explotación del hombre por el hombre, la constitución del capitalismo y la conformación de las clases sociales en el nuevo periodo histórico en el que le correspondió vivir. Marx es un gigante de su tiempo cuya producción intelectual continúa contribuyendo al estudio de la lucha de clases.

Marx insistió siempre en la necesidad de vincular todo pensamiento a las relaciones de producción existentes en una sociedad, en un tiempo histórico. La mayor potencia de su trabajo está en la construcción de un método, un camino para comprender la dialéctica relación entre opresores y oprimidos. Acercarnos a la producción teórica de Marx como textos cerrados e inamovibles sería un insulto a su trabajo. Es urgente una aproximación al pensamiento de Marx como trabajo vivo, en permanente actualización.

Un aspecto central del trabajo de Marx es su definición de clase obrera y el rol protagónico de ésta en la transformación estructural de la sociedad capitalista de la primera y segunda revolución industrial. Marx trabajó y redimensionó el trabajo de Hegel (1770-1831) heredando de este su esperanza en el mañana. Marx valoró la voluntad para el cambio e insistió hasta la saciedad en la necesidad de vincular la voluntad con la conciencia y el pensamiento crítico.

Precisamente desde el pensamiento crítico es necesario y urgente, volver a estudiar no solo la estructura de clases existente en el capitalismo del siglo XXI, sino la fisonomía y características que ha adquirido la clase obrera en la actualidad, en el marco de la tercera revolución industrial y los prolegómenos del cuarto giro tecnológico en el modo de producción capitalista. Este no puede ser un esfuerzo ocioso, ni meramente académico, sino profundamente asociado al proyecto histórico de construcción de otro mundo posible.

  1. El concepto de clase. Clase en sí, Clase para sí

El primer dilema es ¿a cuál clase obrera se refería Marx?, si a la fabril e industrial o a todos los trabajadores que convierten su fuerza de trabajo en mercancía. Desde de mi punto de vista, Marx se refería a la clase obrera fabril, industrial, cuando hablaba del sujeto histórico de la revolución proletaria. La condición de asalariado o de trabajador (tipo individual, de servicios, empleados públicos, ocasionales) en el mejor de los casos logra hacer posible, desde el enfoque marxista, una toma de conciencia sobre su condición en sí, pero difícilmente lograrían tomar conciencia de “clase” para sí. El proceso de toma de conciencia para sí, no es un acto que se pueda simplificar con el estar juntos, sino todo un proceso de aprendizaje reflexivo que se genera alrededor de la organización en el mundo del trabajo en la fábrica, la industria. Los empleados de Microsoft, en las oficinas del Banco Mundial, la cadena de comida rápida o los supermercados, un Ministerio e incluso de la universidad, que realizan juntos su labor y se encuentran en el sitio de trabajo, no por ello adquieren una conciencia en sí de clase obrera que vende como mercancía su fuerza de trabajo. Marx elaboró su concepto de trabajo asalariado no solo en la producción, sino también en la distribución y venta de mercancías, pero considero que su noción de clase obrera como sujeto revolucionario central, era mucho más restringida al proceso productivo. El agruparse como masa, no es sinónimo de toma de conciencia. Respecto a la clase obrera Marx señalaba: “esta masa es ya una clase respecto al capital, pero aún no es una clase para sí”[i] debido a que “los diferentes individuos sólo forman una clase en cuanto se ven obligados a sostener una lucha común contra otra clase”[ii], “en la lucha […] esta masa se une, se constituye como clase para sí”[iii]. (p.34, )

Los procesos de conformación y constitución de las clases sociales son aplicables no solo a la clase obrera. Las incomprensiones al respecto llevaron por ejemplo en Venezuela, a generar reiterados y fallidos intentos por conformar a gran escala el campesinado como clase social, disminuida como había ocurrió en el último siglo producto del rentismo petrolero. Para ello se pensó que, con incentivos crediticios, dotación de tierras y conformación de asociaciones cooperativas sería suficiente para construir desde afuera a una renovada clase campesina. Ello se hizo obviando factores culturales de carácter histórico inherentes a un Estado que había anidado a la burguesía alrededor de la importancia de mercancías producidas ya y listas para el consumo. En esta realidad la mayoría de los ciudadanos a quienes se le pretendía inducir a convertirse en campesinos, valoraban mucho más las facilidades que giraban alrededor del consumo de lo importado que de lo sembrado. La relación de los hombres y mujeres que trabajan la tierra y se constituyen en campesinado demanda unas condiciones de trabajo material sustantivamente distintas a las citadinas. El campesinado que persiste y garantiza su aporte en volúmenes de comida al resto de la población, tiene un conjunto de comportamientos y prácticas asociadas a su relación productiva con la tierra, propios de una clase que no se adquirieron de la noche a la mañana. Estos campesinos cuando han ido tomando conciencia de clase, se han movilizado contra los agro tóxicos o contra la industrialización del agro que los haría desaparecer.

Algo parecido ocurrió con intentos por conformar una clase obrera para sí, de manera simplificada o fast track. Las empresas autogestionadas que fueron puestas en marcha y funcionaron fueron aquellas que venían de relación pre existente entre capital y trabajo que les había permitido a sus integrantes ser una clase en sí. Fue a partir de la toma de conciencia de su condición de clase para sí, en intentos por romper con la dominación contra la especulación y explotación del capital cuando se plantearon tomar el control de la producción. Es cuando inician enlazamientos con cadenas productivas y de circulación de mercancías que le permitieran apropiarse de todo el circuito de producción. Y entonces entendieron la necesidad de redistribuir socialmente el plusvalor de estas mercancías. No bastaba con dar la fábrica para que fuera conducida por hombres y mujeres trabajadoras que no se habían constituido aún como clase en sí. Esto viene a ser significativo para comprender dialécticamente los avances y retrocesos en la conformación de la cultura proletaria. La propia organización autogestionaria de los trabajadores en el marco de una sociedad capitalista les permitió entender a los trabajadores la relación entre Estado y supremacía de la ideología burguesa y saber que la contradicción también escala y hay que prepararse para ello.

Marx insistía que una clase social no está determinada mecánicamente por su lugar en la estructura social. Una clase social no es el resultado de una reingeniería social realizada desde un centro de poder por simple deseo, al mejor estilo de las ciencias sociales positivistas, sino la consecuencia de cómo se estructura el modo de producción dominante y las tensiones entre capital y trabajo. Las clases sociales desarrollan una cultura, un performance, unos rituales e imaginarios que demandan una temporalidad, es decir, no se hacen de la noche a la mañana. Esa incomprensión ontológica sobre el ser colectivo obrero, llevó incluso a organizaciones revolucionarias a considerar que si un profesional militante hacía unas “pasantías” en la fábrica se proletarizaba y se convertía en militante obrero mientras estuviera laborando junto a la clase. Esto generaría serias limitaciones epistemológicas para entender luego las transformaciones del sujeto revolucionario en el marco de la tercera revolución industrial.

En el tiempo de Marx era precario el desarrollo tecnológico, en comparación con la aceleración que ha adquirido la innovación en este campo en los últimos setenta años. La escala de innovaciones tecnológicas de la primera y segunda revolución industrial construyeron un imaginario de futuro en el cual era previsible la multiplicación de fábricas por doquier para poder cubrir las necesidades fundamentales y el consumo alienado que generaba el capitalismo. Este crecimiento exponencial de las fábricas e industrias situaría a la clase obrera en todos los lugares y territorios haciendo posible la revolución proletaria y la sociedad comunista. Pero ello no ocurrió así.

  1. La clase obrera

Al lograr constituirse el capitalismo avanzado a escala planetaria, el mundo se estructuró en a) lugares orientados a la extracción de materias primas; b) centros de transformación de las materias primas en insumos; c) sitios y cordones fabriles donde se producían las mercancías; d) un universo en expansión de servicios alrededor de la producción y el consumo. La clase obrera se convirtió en la fuerza de trabajo que producía las mercancías, generándose plusvalía y la espiral de expansión capitalista.

Como lo pensó Marx la clase obrera por un largo periodo, construiría una cultura propia que posibilitaba su toma de conciencia para auto convertirse en sujeto revolucionario. El partido revolucionario como lo haría la I y II Internacional y un periodo significativo de la III antes de su burocratización y liquidación cumpliría el papel de síntesis histórica para garantizar la transición revolucionaria entre períodos de repliegue de la lucha proletaria a situaciones revolucionarias. En muchos casos la “vanguardia” sería incapaz de acompañar el emerger de la propia revolución, pero ello no desmerita la importancia de su rol transicional. La cuarta internacional fundada por León Trotsky (1879-1940), solo dos años antes de su asesinato, aunque representa hoy el acumulado histórico de las luchas proletarias del siglo XX, no ha podido cumplir su rol de Internacional con influencia de masas.

La organización de las rutinas de la fábrica y la industria iban generó el agenciamiento del nuevo estrato, desterritorializando a los hombres y mujeres de la fábrica respecto a sus orígenes y creando un nuevo territorio donde se ejercía el trabajo. El trabajo material concreto requería la conformación de una máquina ideológica abstracta. Pero ese proceso construía como lo señaló Marx, una dinámica rizomática en el cual se constituía la clase obrera en sí. Cada cierto tiempo se quebraban los dispositivos de control cuando la clase adquiría conciencia para sí y, se daba inicio a formas diversas de acción revolucionaria.

¿Cuales eran estas rutinas que cohesionaban a la clase hasta hacerla tomar conciencia de sí? Cronos, el tiempo como organizador del espacio, del lugar. Para que el sistema funcionara había un tiempo para todo, para llegar a la fábrica, para saludarse y reconocerse desde la última presencia. Quien escapaba al rigor del tiempo ponía en peligro la eficacia, el cumplimiento de la tarea, la seguridad y hasta el salario del otro, de los otros. La precisión en la rutina, el adecuado manejo del fragmento que a cada uno le correspondía fusionaba al individuo con lo colectivo. El uso racional de los grados de libertad que cada uno conservaba como espejismo de libertad, los cuales se asumían sin que ello afectara a los demás. La anticipación del error posible, del fallo catastrófico que afectara el universo de cada uno. La normalización de los intervalos de trabajo, descanso, alimentación, higiene, diálogo, para disipar los privilegios entre iguales. La capacidad de actuar en dinámicas estandarizadas como un mecanismo sincronizado, que a su vez convertía a toda la clase en una maquinaria abstracta que trabajaba lo concreto. En ese sentido, el barrio obrero se convertía en una extensión de la fábrica con tiempos y rutinas cada vez más homologadas. Los problemas comunes abrían el espacio para compartir las soluciones. Los lazos de familia extendida se concretaban entre compañeros de trabajo. La vuelta a la fábrica cada día se convertía más en un nosotros que en un yo. Lo nuevo en la fábrica, en la industria demandaba la inteligencia colectiva, el aprender juntos para evitar que alguien quedara fuera del nuevo territorio. La hora de la comida, el encuentro en los baños, las conversas breves entre intervalos, se convertían en espacios para compartir angustias, para hablar de los problemas individuales que de alguna manera se asumían comunes. La opresión del trabajo alienante comienza a ser concienciado y expresado; la plusvalía se convierte en un detonador de aspiraciones para mejorar las precarias condiciones de vida. Resulta evidente que mientras los unos (ellos y ellas) trabajan, los otros viven del excedente de venta de las mercancías. Esto último posibilitó, la toma de conciencia sobre el poder de la acción colectiva. El sindicato surge como expresión organizativa, en el campo defensivo, pero también ofensivo. El estallido rizomático de la rebeldía, la huelga, el conflicto por mejores condiciones de vida a partir del trabajo que se realiza, permite lograr victorias que habrían resultado esquivas por otra vía; es el momento del inicio del movimiento de los engranajes de la conciencia en si en la conciencia para sí. El conflicto permite descubrir, producto de la solidaridad que generó, que hay quienes están inconformes con la situación en la que se trabaja y vive: otros trabajadores, estudiantes, profesoras, mujeres, sexo diversos, indígenas, afrodescendientes. El partido, los partidos revolucionarios se visibilizan y se tornan de carne y hueso cuando se encuentra que uno de los suyos es parte de esa organización. El acumulado, la experiencia históricaconfigura una cultura proletaria de importancia histórica singular. El proceso se repite una y otra vez, pero no termina de producirse la situación subjetiva revolucionaria que empalme con las condiciones objetivas para el cambio estructural; pero el pensamiento marxista seguía apostando y trabajando para ese momento de la revuelta proletaria. Para el marxismo la constitución de la clase como el sujeto revolucionario no deriva de un deseo, de ser un pueblo elegido, sino de las condiciones histórico materiales que crean las condiciones de posibilidad para que ello ocurra.

Una dosis de evolucionismo histórico se apoderó de una parte importante del pensamiento marxista. Esta dinámica se vigorizó con el triunfo de la revolución bolchevique y el ciclo de revoluciones en los países atrasados. Marx no previó, ni tenía por qué hacerlo, el surgimiento del estalinismo y con ello el inicio de procesos de restauración capitalista que durarían décadas en eclosionar, aunque aún sus variantes China, Coreana y Vietnamita mutan sin diluirse. El estalinismo quebró la noción lineal y la visión de la historia como un proceso de evolución irreversible; mostró que había “retrocesos” y evidenció a infalibilidad de lo cualitativo como superación de lo cuantitativo. Muchos marxistas consideran que la precaria comprensión de la relación entre medios de producción y tecnología aceleró la caída del socialismo real.

Katz, C (1997) a partir de los estudios de Aronowitz (1988) considera que las interpretaciones de Bernstein (1850-1932), Kaustky (1854-1938), Hilferding (1877-1941), Plejanov (1856-1918), Bauer (s/f) son mecanicistas respecto a papel dinamizador de lo tecnológico en el avance ininterrumpido del progreso. Considero que el marxismo de esa época era en gran medida determinista e histórico evolucionista por lo que era natural las derivaciones mecanicistas de algunas formulaciones. Sin embargo, ello no nos puede llevar a desestimar el trabajo de conjunto de estos revolucionarios. En el caso de Plejanov, es necesario retomar sus elaboraciones respecto a la concepción marxista de las fuerzas productivas como tecnología, porque las nuevas generaciones de marxistas lo han desestimado y ello resulta fundamental para entender la situación de la clase obrera en el siglo XXI.

La visión economicista que se hace respecto al trabajo de Marx desestima la importancia que este le otorgó en su pensamiento a la cultura, mucho más allá del campo de lo ideológico. Pero Marx fue un hombre de su tiempo histórico por lo tanto hay desarrollos tecno culturales que no conoció y por ende no incorporó en sus reflexiones. Marx fue un hombre del mundo de la prensa. El periódico y el libro impreso constituían el imaginario de última generación tecnológica en el campo de la reproducción cultural. Sus trabajos sobre la prensa obrera subrayaban la importancia de este medio para la difusión de las ideas y las experiencias proletarias. Marx no presenció el impacto en la cognición humana y de la clase obrera de la comunicación de masas centrada en lo visual-auditivo, la radio. Marx no conoció ni presenció el impacto ideológico de una innovación como la televisión que reproducía la ideología dominante las veinticuatro horas del día, mucho menos la revolución digital, la web y la virtualidad. Pero fundamentalmente como científico social no tenía posibilidades concretas de prever el impacto de estas innovaciones en el mundo del trabajo, en los medios de producción y la organización social. Lamentablemente buena parte de las nuevas generaciones de marxistas posteriores a su muerte, tuvieron una aproximación dogmática y cuasi teológica a su pensamiento, concentrada en la comprobación de sus hipótesisde trabajo más que en su actualización permanente.

  1. La noción de proletariado

Los orígenes italianos y reproducidos en el Derecho Romano del concepto de proletariado, para referirse a aquellos individuos que no poseen más propiedad que su fuerza de trabajo, es un término que ha generado discusiones e interpretaciones diversas en el campo del marxismo. Pareciera que en Marx la noción de proletariado es más totalizante y referida a todos los explotados por el capital en el mundo laboral quienes toman conciencia de su situación y deciden movilizarse en colectivo para cambiar la situación de injusticia y explotación.

La clase obrera industrial y fabril estaría en el corazón del proletariado y sería su motor para abrirle paso a la revolución socialista, al comunismo. De allí la frase del Manifiesto Comunista (1848) ¡¡Proletarios de todos los países uníos!! En este sentido, la condición proletaria se convierte en un referente estratégico en la labor del partido revolucionario, de la vanguardia, de los comunistas.

  1. El concepto abarcante de trabajador

El desarrollo científico y tecnológico comienza a vivir una aceleración históricamente inusual en el siglo XX, con redobladas expresiones en el periodo post guerras mundiales. Aunque es justo decirlo, la aceleración no disminuyó en los periodos de confrontación bélica, sino que su uso en la producción y el surgimiento de la cultura de masas fue limitado. La aceleración de la innovación científico tecnológica fue impactando de manera precisa al modo de producción y a la estructuración del trabajo fabril e industrial. La incorporación de las innovaciones científicos tecnológicas en la producción fabril e industrial aumentó la capacidad productiva de las mismas, eso sí, requiriendo menos mano de obra y quebrando la idea inicial de fábricas por doquier.

La nueva realidad del mundo productivo comienza la tendencia a acoplar al y la trabajadora mucho más a las tecnologías que al trabajo del otro y la otra. Este es un proceso gradual y casi imperceptible que genera nuevas resistencias fundamentadas en la memoria histórico-cultural acumulada por la clase obrera. Pero la rueda comienza a girar en la estructura del modo de producción y ello comienza a expresarse en el conjunto de la sociedad.

La organización del creciente número y formas de mercancías hace necesaria la creación del ciudadano consumidor para poder concretar el ciclo de apropiación del plusvalor. Mientras la clase obrera ve estancado y muchas veces disminuido su tamaño porcentual en la población, se multiplica la creación de nuevos empleos y puestos de trabajo en áreas de los servicios, la administración y el desarrollo de mercancías inmateriales.

El empleo y el trabajo que se expande contiene unas condiciones histórico materiales que promueven mucho más la competencia que la solidaridad, a pesar de ser parte estos trabajadores de quienes no tienen otra propiedad para vender que su fuerza de trabajo. La expansión de la cobertura educativa por parte de los sistemas escolares conforma un nuevo trabajador titulado que solo puede vender lo que sabe hacer para obtener capacidad de compra de alimentos, vivienda, transporte y ser el soporte económico de los más chicos.

El estancamiento y disminución numérica de la clase obrera respecto al universo del mundo del trabajo es nuevamente problematizado por el campo marxista. Pero además la clase obrera inicia un periodo de baja presencia política, en contraste con un creciente protagonismo de los estudiantes trabajadores, los maestros, enfermeras, médicos, pilotos, etc.

Esto se resuelve teóricamente de diversas maneras en el campo marxista. Mientras la mayoría de marxistas continúan desestimando el impacto de la innovación científico-tecnológica en la conformación de la clase obrera como clase en si y para sí, Daniel Bensaid (1946-2010), lo resuelve asumiendo el concepto de trabajador como abarcante a todas las formas de explotación y venta de la fuerza de trabajo como mercancía a los capitalistas y, Guy Standing (1948-   ) intenta explorar y actualizar el horizonte del marxismo hablando de precariado. Más recientemente ese debate se ha planteado en términos de posibilidad de disolución de la clase obrera o negación de este enunciado ante el avance de la robótica en el modo de producción capitalista, para lo cual marxistas como Harvey (1935-   ) han expresado su oposición a esta posibilidad.

En la década de los sesenta del siglo XX se inicia la tercera revolución industrial, con ciclos internos que se identifican a nivel de público con determinados productos, pero que tienen múltiples expresiones en el modo de producción. Hasta ahora las generaciones de la tercera revolución industrial se conocen a nivel del público como a) era de la super computadora; b) computadora en casa; c) computadora portátil; d) video juegos, internet, la web y el mundo digital en casa; e) redes sociales y capitalismo cognitivo y; e) realidad virtual, inteligencia artificial, nanotecnología y conexión 4G. Estas innovaciones están reconfigurando el mundo del trabajo como lo analizaremos en otro artículo con datos cruzados.

Lo cierto es que la mutación y multiplicación de las formas y expresiones de venta de la fuerza de trabajo como mercancía al capital, ha generado una expansión sin precedentes de la mentalidad, de la cultura de la clase media. El problema es que el marxismo ha construido una narrativa pequeño burguesa de la clase media que limita la comprensión de su desarrollo en el siglo XXI. Sobre ello volveremos de manera exclusiva en otro artículo.

Buena parte de la evidencia empírica muestra una intención de hegemonía de la lógica del consumo y bienestar de la clase media entre los trabajadores, no de condición proletaria. Los trabajadores comienzan a ver el estilo de vida de la clase media, el performance cultural de ésta como su ideal, muy alejado de las previsiones de un mundo altamente planificado y en asamblea permanente de reorganización social. El ocio creativo y la diversión ideológicamente pragmática se han instalado en los imaginarios de buena parte de la clase trabajadora (…. Continuará)

En los próximos artículos de esta serie trabajaremos: problemas y situaciones novedosas presentes en la fábrica de la tercera revolución industrial. La pérdida de protagonismo social de la clase obrera. Mutaciones en las narrativas de las izquierdas. La odiada clase media y el capitalismo cognitivo del siglo XXI. Los chalecos amarillos ¿un nuevo despertar de la clase para sí? ¿Qué es esa vaina de la Cuarta revolución industrial en el mundo del trabajo? Y que pasa si se cumplen los pronósticos sobre la curta revolución industrial. ¿Desaparece la idea socialista? Volver al método de Marx. ¿Es suficiente con rescatar el idealismo Hegeliano?

Lista de referencias

Barronco, Oriol (2006). ¿Todavía la clase obrera y la condición proletaria? En Revista Viento Sur, Nª 86, pag. 42-49

Claudio Katz: Discusiones Marxistas sobre tecnología, Teoría, en Razón y Revolución nro. 3, invierno de 1997, reedición electrónica. Disponible en http://www.razonyrevolucion.org/textos/revryr/prodetrab/ryr3Katztecnolo.pdf

Deleuze, Gilles y Guattari, Felix (1997). Mil Mesetas: capitalismo y Esquizofrenia. Ediciones Pre-Textos. Valencia. España.

Marx, Karl Miseria de la Filosofía, Buenos Aires, Siglo XXI, 1975, p. 158.

Marx, Karl El Capital, Libro 1, Cap. IV.

Fuente del artículo: https://luisbonillamolina.wordpress.com/2019/02/03/hacia-donde-se-mueve-la-clase-obrera/

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50 años de Mayo del 68 en 12 libros para comprender la trascendencia del movimiento estudiantil en Francia

Francia/El País

Babelia recomienda una docena de títulos para comprender la trascendencia del movimiento estudiantil en Francia hace medio siglo

Hace 50 años que la ciudad de París se convirtió en escenario de una rebelión antiautoritaria comandada por estudiantes universitarios que comenzaron por exigir su libertad sexual y que más tarde, unidos con obreros y sindicatos, terminaron convocando la mayor huelga que Francia haya conocido. Los acontecimientos estallaron en el mes de mayo de 1968, fecha con la que ha sido bautizado aquel movimiento en los libros de Historia, y fueron el punto de referencia para una oleada de protestas ocurridas en el mismo año en países como Alemania, Italia, Checoslovaquia, Estados Unidos o México.

Todas las protestas de ese año pueden conectarse porque, aunque no perseguían exactamente los mismos objetivos ni ocurrieran en contextos similares, tuvieron como denominador común el surgimiento de una nueva clase social y política: la juventud. Fueron los jóvenes, en su mayoría estudiantes universitarios, los que alentaron las movilizaciones para romper con las viejas prácticas políticas y los códigos morales que consideraban caducos. Debido a que no tenían afiliaciones políticas, estos movimientos alteraron el curso de las ideologías hegemónicas y los grupos de poder y, en consecuencia, cambiaron el rumbo de la Historia y el estilo de vida en el mundo.

La trascendencia de aquellos hechos ha sido tema de numerosas publicaciones durante décadas. Con motivo del 50 aniversario de Mayo del 68, Babelia recomienda 12 libros que abordan los acontecimientos de París y de otras ciudades del mundo en aquel año. En EL PAÍS Escaparate hemos recopilado estos títulos y los hemos organizado en un listado según el enfoque con que se abordan las movilizaciones de 1968: origen y crónicas de Mayo del 68, análisis y consecuencias de las protestas y, por último, otros movimientos ocurridos en el mismo año.

ORIGEN Y CRÓNICAS DE MAYO DEL 68

Tres libros que narran todos los acontecimientos de aquel movimiento estudiantil. Desde una crónica pormenorizada de los hechos y un repaso por los textos que inspiraron Mayo del 68 hasta una recopilación de los testimonios de 20 protagonistas anónimos de las protestas de París.

50 años de Mayo del 68 en 12 libros

Utopías del 68

Autor: Antonio Elorza

Editorial: Pasado & Presente

Sinopsis: El planteamiento central de este volumen es el surgimiento de una “bioclase adolescente y juvenil” durante las movilizaciones de Mayo del 68. Elorza combina aquí un relato pormenorizado de los hechos, que comenzaron con la prohibición a los estudiantes (hombres) para que no entraran a la residencia femenina de Nanterre, con una análisis de la sopa de ideologías que agitaron las protestas. La crónica llega hasta la huelga general y los acuerdos entre el Gobierno y los sindicatos, que terminaron siendo la puntilla de todo el movimiento.

50 años de Mayo del 68 en 12 libros

Mayo del 68: la palabra anónima. El acontecimiento narrado por sus participantes

Autor: Nicolas Daum

Editorial: Acuarela & Antonio Machado

Sinopsis: El autor recopila testimonios de los protagonistas de esta lucha a partir de entrevistas con 20 antiguos miembros del Comité de Acción de los distritos III y IV de París, al que él mismo perteneció. Las charlas ocurrieron entre 1988 y 2007 con personajes que ahora son obreros, artistas, profesores o ingenieros y que cuentan su experiencia en Mayo del 68, así como su vida antes y después de los acontecimientos. Ninguno de ellos es actualmente una celebridad o un mártir del movimiento, sino que fueron participantes anónimos implicados profundamente en la actividad cotidiana y de base de las movilizaciones en aquel momento.

50 años de Mayo del 68 en 12 libros

De la miseria en el medio estudiantil y otros documentos

Autor: Varios autores

Editorial: Pepitas de Calabaza

Sinopsis: Los documentos clave que impulsaron los acontecimientos de Mayo del 68 están traducidos y reunidos en este volumen, encabezados por el opúsculo La miseria de la vida estudiantil, que publicó la organización Internacional Situacionista en Estrasburgo, en 1966. Fue redactado por dos estudiantes y dos miembros del colectivo y se distribuyó gratuitamente; lo que garantizó su difusión y el posterior escándalo de Estrasburgo. También incluye textos de Guy Debord y Mustapha Khayati, así como el cómic El regreso de la Columna Durruti.

ANÁLISIS Y CONSECUENCIAS

Para comprender la relevancia de las protestas a nivel mundial, los siguientes libros analizan los fenómenos políticos y sociales derivados de Mayo del 68. ¿Qué hilo conductor hay con la actualidad? ¿Cómo cambiaron las movilizaciones y las ideologías de izquierda? ¿Qué papel jugaron los estudiantes? Esas son las grandes preguntas que atienden estos títulos.

50 años de Mayo del 68 en 12 libros

Revoluciones

Autor: Joaquín Estefanía

Editorial: Galaxia Gutenberg

Sinopsis: En este recorrido, el autor traza un itinerario que arranca en París con la fiebre libertaria de 1968, pasa por la consecuente revolución conservadora de los gobiernos de Margaret Thatcher y Ronald Reagan, visita el levantamiento de los indignados del 15-M y Occupy Wall Street, y llega hasta el advenimiento de Donald Trump. Estefanía analiza las mejoras en las condiciones de vida del ser humano en el último medio siglo, pero también reconoce los signos de retroceso de los años recientes y de la constante precarización del Estado de bienestar.

50 años de Mayo del 68 en 12 libros

1968. El año en que cambió el mundo

Autor: Richard Vinen

Editorial: Crítica

Sinopsis: Aunque en 1968 coincidieron distintos movimientos en diferentes ciudades del mundo, Richard Vinen los estudia como un periodo que discurre desde la segunda mitad de los años 60 hasta principios de los 70. A juicio del autor, aquel es un mundo desaparecido, aunque siga sonando su música y muchas de sus aspiraciones, como la libertad sexual o la igualdad de la mujer, ya sean parte del acervo colectivo. Sin embargo, toma en cuenta el fortalecimiento de la derecha política poco después de las movilizaciones y la proliferación de grupos terroristas, sobre todo en Alemania e Italia.

50 años de Mayo del 68 en 12 libros

1968. El nacimiento de un mundo nuevo

Autor: Ramón González Férriz

Editorial: Debate

Sinopsis: Esta es una crónica exhaustiva de todos los sucesos de 1968 a partir de su denominador común: los estudiantes. El autor describe las protestas en Francia, pero también las ocurridas en Japón, Estados Unidos, Italia, Alemania, España, Checoslovaquia, Polonia y México. Aquí se cuenta cómo aquellas movilizaciones crearon en el subconsciente ciudadano la idea de que el orden reinante podría saltar por los aires. No obstante, el relato discurre hacia el destino final de aquel pensamiento, que encontraron refugio en la universidad y alimentaron una hegemonía cultural de izquierda en vez de cambiar el mundo.

50 años de Mayo del 68 en 12 libros

Mayo del 68. Las críticas de la izquierda a las revueltas estudiantiles

Autor: Javier Noya

Editorial: Los Libros de la Catarata

Sinopsis: Los movimientos estudiantiles de Mayo del 68 significaron el surgimiento de una nueva izquierda. Sin embargo, a pesar de su buena acogida entre los intelectuales de esa corriente política, las protestas no siempre fueron apoyadas por las filas progresistas coetáneas, como Theodor Adorno en Alemania o Pier Paolo Pasolini en Italia. Además, el autor compara ese rechazo con el presente: mientras ciertos sectores de izquierda ensalzan los movimientos de los 60, también miran con recelo las protestas juveniles actuales y las tachan de antisistema o de populistas.

50 años de Mayo del 68 en 12 libros

Mayo del 68. Fin de fiesta

Autor: Gabriel Albiac

Editorial: Confluencias

Sinopsis: Análisis sobre la transformación política que significó Mayo del 68 en las corrientes de izquierda europeas. El autor explica que ante la amenaza de los tópicos progresistas sobre los que se apuntalaban los partidos comunistas europeos, el Partido Comunista Francés intentó abortar las movilizaciones de los estudiantes parisinos, porque intuía su propio final y el de todo el despotismo soviético del siglo XX. Así pues, considera que el París de 1968 anticipó la caída del Muro de Berlín en 1988.

50 años de Mayo del 68 en 12 libros

Fronteras de papel

Autora: Patricia Badenes

Editorial: Cátedra

Sinopsis: Estando tan cerca, ¿acaso el torbellino de protestas que se generó en Francia tuvo alguna influencia en España? Ese es el estudio que trata este volumen, en el que la autora retoma la actuación de la prensa española, que se volcó en un evento que intuyó histórico. También destaca la influencia de los sucesos acontecidos en Francia en los movimientos sociales y en el arte plástico, así como el temor al contagio que se apoderó de la clase política franquista. A su juicio, el régimen español no habría soportado el envite de semejante remolino de viento fresco.

50 años de Mayo del 68 en 12 libros

Revoluciones. Cuando el pueblo se levanta

Autor: Gero von Randow

Editorial: Turner

Sinopsis: Comunista de acción en su juventud, Gero von Randow ubica los movimientos estudiantiles de 1968 como punto intermedio entre la Revolución Rusa de 1917 y el presente. A su entender, las revoluciones no parecen haber pasado de moda ni perdido su atractivo. En este libro, el autor analiza los aspectos de una revolución a partir de ejemplos del pasado y el presente, sus detonantes, su desarrollo y su legado. Mediante un relato de los acontecimientos, las teorías de grandes pensadores se unen a las reflexiones del propio autor.

OTROS MOVIMIENTOS

Además de las movilizaciones en Francia, las protestas que ocurrieron en otros países en 1968 también han sido ampliamente estudiadas por su repercusión social y política a nivel mundial. Estos libros explican la trascendencia de la Primavera de Praga y la guerrilla urbana de los yippies en Estados Unidos.

50 años de Mayo del 68 en 12 libros

Las flores y los tanques. Un regreso a la Primavera de Praga

Autor: Luis Zaragoza

Editorial: Cátedra

Sinopsis: El autor estudia en este texto las protestas ocurridas en Checoslovaquia entre enero y agosto de 1968, que considera como el primer intento de crear un sistema inédito que uniera lo mejore del socialismo y la democracia. Es decir, una fórmula de justicia en libertad que restaurara el capitalismo y reformara el régimen comunista para hacer más eficaces sus métodos y estructuras. Este movimiento fue tan peculiar como para que el mundo mirara expectante a aquel pequeño país en el corazón de Europa y se llegara a pensar que aquel sueño pudiera ser posible.

50 años de Mayo del 68 en 12 libros

¡Hazlo! Escenarios de la revolución del 68

Autor: Jerry Rubin

Editorial: Blackie Books

Sinopsis: Otro de los grandes movimientos juveniles de 1968 ocurrió en Estados Unidos, donde un puñado de yippies, capitaneados por Abbie Hoffman y por el autor de este libro, postuló a un cerdo a la presidencia y emprendió una serie de protestas durante la convención del Partido Demócrata de ese año en Chicago. En consecuencia, fueron reprimidos violentamente y procesados en un juicio al que acudieron disfrazados y en el que mantuvieron conversaciones hilarantes con el juez. Este relato de Jerry Rubin en primera persona es un vigente manual de guerrilla urbana que incomodó tanto a la derecha como a la izquierda oficial.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2018/05/09/escaparate/1525856671_730766.html

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La tecnología ha creado más trabajos de los que ha destruido, según 140 años de datos

Por: Mamela Fiallo

Desde que se inventó de la máquina para tejer, hubo resistencia por el temor a causar desempleo. Casi medio milenio atrás, la Reina Isabel I de Inglaterra le negó una patente al inventor por temor a dejar sin trabajo a los tejedores manuales. Siglos después, a principios del siglo XIX, con el auge de la Revolución Industrial, pero sobre todo por la escasez y carestía causada por la costosa guerra contra Napoleón, el temor se agravó, obreros del mismo rubro empezaron a destruir máquinas y prender fuego a fábricas. Y el miedo no ha terminado.

Por ello, economistas de la consultora Deloitte compararon estadísticas del censo en el Reino Unido desde 1871 hasta la actualidad  para hacer un estudio comparativo sobre cómo la maquinaria y la tecnología han influido sobre el empleo. Descubrieron que la máquina suplantó la fuerza física, dejando más tiempo libre y como tal creando más empleo en áreas vinculadas a la salud, bienestar y estética.

Según el informe:

En 1871, 6,6 % de los censados en Inglaterra y Gales se clasificaron como trabajadores agrícolas. Hoy en día el 0.2 % de la población desempeña esas tareas; es decir una caída prominente.

“La tendencia dominante es la contracción de empleo en la agricultura y la manufactura, que se ve más que compensada por el rápido crecimiento en los sectores de atención, creatividad, tecnología y servicios empresariales”.

“Las máquinas asumirán tareas más repetitivas y laboriosas, pero no parecen estar más cerca de eliminar la necesidad de mano de obra humana que en cualquier momento en los últimos 150 años”.

Adicionalmente, indica que en algunos sectores, incluidos la medicina, la educación y los servicios profesionales, la tecnología ha aumentado la productividad y el empleo ha aumentado al mismo tiempo, dice el informe.

De acuerdo al análisis de la Oficina de Estadísticas Nacionales, en el Reino Unido, entre 1992 y 2014, el número de trabajadores en el sector de la salud aumentó de 29,743 a 300,201. Es decir, aumento 909 % en los últimos 20 años.

También en ese mismo lapso de tiempo, el número de asistentes de apoyo educativo aumentó  580 %. Mientras que el empleo en sectores vinculados al bienestar, vivienda y trabajos comunitarios incrementaron 183 %. Asimismo, en ese periodo, creció la cantidad de cuidadores a domicilio 168 %.

En cambio, los sectores donde ha disminuido la mano de obra son:

79 % de caída en tejedores y tejedores de 24,009  a  4,961
57 % de caída en mecanógrafos
50 % de caída en las secretarias de la compañía

Es decir, aquellos que han sido reemplazados por procesos de automatización.

El ejemplo más notorio de este fenómeno es cómo la máquina para lavar ropa existe hace décadas en una versión apta para el hogar y reemplazó a una industria casi por completo. Tomando en cuenta que anteriormente se lavaba manualmente en el río, representó un cambio revolucionario.

El informe describe la existencia de este artefacto en el hogar como “una colisión de tecnologías, plomería dentro del hogar, electricidad y la lavadora automática asequible casi ha suplantado totalmente a las grandes lavanderías y el pesado trabajo de lavado manual”.

Sobre este suceso histórico existe un intercambio político. En 1959 los Gobiernos de los EE. UU. y la Unión Soviética pactaron un acuerdo para mejorar el diálogo y el intercambio entre ambas naciones. En Moscú se llevó a cabo lo que se conoce como “el debate de cocina“. El Gobierno de los EE. UU. expuso el prototipo de la casa de un ciudadano promedio. En su interior albergaba la “la línea blanca” de electrodomésticos que incluía una máquina para lavar ropa y otra para lavar los platos, dos cosas impensables en la unión de naciones socialistas. Al líder de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, Khrushev, le pareció innecesario. A modo de burla, preguntó si había una máquina “para meter la comida a la boca y empujarla hacia abajo”.

No obstante, ese invento que hoy damos por sentado como algo cotidiano aligeró horas de carga laboral de labores domésticas; que fue a su vez uno de los tantos facilitadores de la inserción laboral masiva de mujeres en el mercado. Pues, las máquinas se encargaban de las tareas del hogar.

A su vez, por medio del uso de máquinas, la fuerza física siguió quedando relegada como parámetro de utilidad laboral. Esto sumó a la igualdad entre los sexos, dando mayor amplitud a los trabajos. Indica el estudio que: “El fácil acceso a la información y el ritmo acelerado de la comunicación han revolucionado la mayoría de las industrias basadas en el conocimiento”.

La maquinaria suplanta el trabajo forzado y aumenta la necesidad de trabajo intelectual, como contaduría. (Gráfico traducido)
La maquinaria suplanta el trabajo forzado y aumenta la necesidad de trabajo intelectual, como contaduría. (Gráfico traducido)

Por ejemplo, el censo de 1871 registra que hubo 9,832 contadores en Inglaterra y Gales, y que se ha multiplicado por veinte en los últimos 140 años hasta 215,678.

Trabajos como estos también implican mayor ganancia que aquellos que pueden ser reemplazados con máquinas. Mayores ingresos implica mayor dinero para para gastar en el ocio. Esto crea nuevos empleos para suplir la nueva demanda.

Por ejemplo, en el rubro estético, el trabajo sigue en aumento. Mientras en 1871, había un peluquero o peluquero por cada 1.793 ciudadanos de Inglaterra y Gales; hoy hay uno por cada 287 personas. Es decir que aumentó casi 800 %.

El empleo en los bares ha aumentado 400 %. (Gráfico traducido)
El empleo en los bares ha aumentado 400 %. (Gráfico traducido)

Este mismo aumento de gasto en ocio, sugiere el estudio que podría ser uno de los motivos por los cuales han surgido más bares.

“A pesar del declive del pub tradicional, los datos del censo muestran que la cantidad de personas empleadas en bares se multiplicó por cuatro entre 1951 y 2011”, dice el informe.

En retrospectiva, el informe indica cómo la tecnología ha facilitado el acceso a servicios no solo por abaratar los costos por medio de la automatización sino cómo tenemos a nuestro alcance productos que nos ahorran suficiente tiempo para poder hacer no solo lo que debemos sino lo que queremos. Indica, por ejemplo, que en los últimos 25 años el precio de los automóviles en el Reino Unido se ha reducido a la mitad.

Adicionalmente, plantea un interrogante ético, si los trabajos que se han perdido han sido realmente lamentables, pues ante su suplantación ha permitido que seres humanos no sean quienes carguen el peso que puede levantar una máquina sino que ahora se pueden dedicar a tareas que exigen mayor creatividad e ingenio. Al punto que un automóvil podría conducirse solo, aunque esto enfade a muchos taxistas.

Fuente: https://es.panampost.com/mamela-fiallo/2017/11/03/tecnologia-ha-creado-mas-trabajos/

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Qué se celebra el Día del Trabajador: por qué el 1 de mayo se vincula con Chicago

Por: El Confidencial

La lucha de los trabajadores de finales del siglo XIX por conseguir una jornada laboral de ocho horas fue la mecha que hizo explotar una huelga masiva.

El Día del Trabajador se celebra el 1 de mayo. Tan señalada fecha, considerada festivo nacional y por lo tanto no laborable ni lectiva en todo el país, no solo se conmemora en España: también en el resto del mundo el primer día del quinto mes del año se festeja de una manera especial por la historia que arrastra el origen de este acontecimiento. Como curiosidad, a pesar de que la iniciativa surgió en Estados Unidos, en este país y en Canadá el Día del Trabajo se decidió celebrar el 1 de septiembre por miedo a que el comunismo arraigara en la nación.

Para remontarse a los orígenes del Día del Trabajador y conocer por qué se celebra el 1 de mayo hay que trasladarse hasta el año 1886 de Estados Unidos. Aquella época estaba marcada por la lucha que habían empezado los trabajadores para conseguir una jornada laboral de 8 horas y echar por tierra la norma que establecía la única limitación de no poder trabajar más de 18 horas seguidas sin causa justificada. En caso de incumplimiento de esta ley, la sanción a las empresas era de 25 dólares –unos 670 dólares actuales–.

Trabajadores: la guerra de clases ha comenzado. Ayer, frente a la fábrica McCormick, se fusiló a los obreros. ¡Su sangre pide venganza!, escribió Fischer

Puesto que el día tiene 24 horas, los sindicatos consideraban justo que solo un tercio de la jornada se empleara en el trabajo. Los otros dos tercios corresponderían al tiempo dedicado a la familia y otros quehaceres y a las correspondientes 8 horas de sueño. Si los patronos no respondían a la petición, los trabajadores amenazaron con empezar una huelga que comenzó el 1 de mayo.

Siete de los ocho condenados por las revueltas en Haymarket
Siete de los ocho condenados por las revueltas en Haymarket

En Chicago, una de las ciudades con peores condiciones laborales del país, la huelga se prolongó durante tres días más y se registraron violentos enfrentamientos entre la policía y los manifestantes que acabaron con casi una decena de muertos y múltiples heridos.

En la plaza de Haymarket, la tensión entre las autoridades y los trabajadores alcanzó su punto máximo: explotó un artefacto que terminó con la vida de un policía. Tras el estallido, las fuerzas de seguridad responsabilizaron a los manifestantes de la muerte y se detuvo a más de 30 personas.

De ellas, tres fueron condenadas a prisión y otras cinco fueron sentenciadas a pena de muerte en la horca –entre ellos, el periodista Adolf Fischer, autor de una proclama revolucionaria publicada en su periódico–. Su asesinato les encumbró con el nombre de ‘mártires de Chicago’, y en 1889 se declaró el 1 de mayo como el Día del Trabajador. La lucha obrera había conseguido que los sectores patronales accedieran a implementar la jornada de ocho horas.

Fuente: http://www.elconfidencial.com/sociedad/2017-04-27/dia-trabajador-que-celebra-1mayo-origen-historia_1373942/

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