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«Los ‘nativos digitales’ son los primeros niños con un coeficiente intelectual más bajo que sus padres»

«La fábrica de cretinos digitales».

Así se titula el último libro del neurocientífico Michel Desmurget (Lyon, 1965), director de investigación en el Instituto Nacional de la Salud de Francia, en el que cuenta con datos duros y en forma contundente cómo los dispositivos digitales están afectando gravemente, y para mal, al desarrollo neuronal de niños y jóvenes.

«Simplemente no hay excusa para lo que les estamos haciendo a nuestros hijos y cómo estamos poniendo en peligro su futuro y desarrollo», advierte en entrevista con BBC Mundo el experto, que tiene a sus espaldas una vasta obra científica y de divulgación y ha pasado por reconocidos centros de investigación como el Massachusetts Institute of Technology (MIT) o la Universidad de California.

Su libro se ha convertido en un gigantesco superventas en Francia.

Sí. El coeficiente intelectual se mide con una prueba estándar. Sin embargo no es una prueba «congelada», a menudo se revisa.

Mis padres no pasaron la misma prueba que yo, por ejemplo, pero se puede someter a un grupo de personas a una versión antigua de la prueba.

El neurocientífico Michel Desmurget
Pie de foto,
El neurocientífico Michel Desmurget considera que la niñez actual está expuesta a una «orgía digital».

Y haciendo eso, los investigadores han observado en muchas partes del mundo que el coeficiente intelectual aumentaba de generación en generación. A esto se le llamó el ‘efecto Flynn’, en referencia al psicólogo estadounidense que describió este fenómeno.

Pero, recientemente, esta tendencia comenzó a invertirse en varios países.

Es verdad que el coeficiente intelectual se ve fuertemente afectado por factores como el sistema de salud, el sistema escolar, la nutrición….

Pero si tomamos países donde los factores socioeconómicos se han mantenido bastante estables durante décadas, el ‘efecto Flynn’ ha comenzado a reducirse.

En esos países los «nativos digitales» son los primeros niños que tienen un coeficiente intelectual más bajo que sus padres. Es una tendencia que se ha documentado en Noruega, Dinamarca, Finlandia, Países Bajos, Francia, etc.

¿Y qué está provocando esta disminución del coeficiente intelectual?

Por desgracia, aún no es posible determinar el papel específico de cada factor, incluida por ejemplo la contaminación (especialmente la exposición temprana a pesticidas) o la exposición a las pantallas.

Lo que sabemos con seguridad es que incluso si el tiempo que un niño pasa frente a una pantalla no es el único culpable, tiene un efecto importante en el coeficiente intelectual.

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El tiempo que se pasa ante una pantalla por motivos recreativos retrasa la maduración anatómica y funcional del cerebro»
 

Varios estudios han demostrado que cuando aumenta el uso de la televisión o los videojuegos, el coeficiente intelectual y el desarrollo cognitivo disminuyen.

Los principales fundamentos de nuestra inteligencia se ven afectados: el lenguaje, la concentración, la memoria, la cultura (definida como un corpus de conocimiento que nos ayuda a organizar y comprender el mundo).

En última instancia, estos impactos conducen a una caída significativa en el rendimiento académico.

¿Y por qué el uso los dispositivos digitales provoca todo eso?

Las causas también están claramente identificadas: disminución en la calidad y cantidad de interacciones intrafamiliares, que son fundamentales para el desarrollo del lenguaje y el desarrollo emocional; disminución del tiempo dedicado a otras actividades más enriquecedoras (tareas, música, arte, lectura, etc.); interrupción del sueño, que se acorta cuantitativamente y se degrada cualitativamente; sobreestimulación de la atención, lo que provoca trastornos de concentración, aprendizaje e impulsividad; subestimulación intelectual, que impide que el cerebro despliegue todo su potencial; y un estilo de vida sedentario excesivo que, además del desarrollo corporal, influye en la maduración cerebral.

¿Qué daños provocan exactamente las pantallas al sistema neurológico?

El cerebro no es un órgano ‘estable’. Sus características ‘finales’ dependen de la experiencia.

El mundo en el que vivimos, los desafíos a los que nos enfrentamos, modifican tanto la estructura como su funcionamiento, y algunas regiones del cerebro se especializan, algunas redes se crean y se fortalecen, otras se pierden, unas se vuelven más gruesas y otras más delgadas.

Una prueba de QI en 1947
Pie de foto,Nuestros padres no pasaron la misma prueba de coeficiente de inteligencia que nosotros, señala el neurocientífico.

Se ha observado que el tiempo que se pasa ante una pantalla por motivos recreativos retrasa la maduración anatómica y funcional del cerebro dentro de diversas redes cognitivas relacionadas con el lenguaje y la atención.

Hay que enfatizar que no todas las actividades alimentan la construcción del cerebro con la misma eficiencia.

¿Qué quiere decir?

Las actividades relacionadas con la escuela, el trabajo intelectual, la lectura, la música, el arte, los deportes, etc. tienen un poder estructurador y nutritivo del cerebro mucho mayor que las pantallas recreativas.

Pero nada dura para siempre. El potencial de la plasticidad cerebral es extremo durante la infancia y la adolescencia. Después, comienza a desvanecerse. No desaparece, pero se vuelve mucho menos eficiente.

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Cuando se pone una pantalla en manos de un niño o de un adolescente, casi siempre prevalecen los usos recreativos más empobrecedores»
 

El cerebro se puede comparar con una plastilina. Al principio, es húmedo y fácil de esculpir. Pero con el tiempo se vuelve más seco y mucho más difícil de moldear.

El problema con las pantallas recreativas es que alteran el desarrollo del cerebro de nuestros hijos y lo empobrecen.

¿Todas las pantallas son igual de dañinas?

Nadie dice que la «revolución digital» sea mala y deba ser detenida. Yo mismo paso buena parte de mi jornada laboral con herramientas digitales. Y cuando mi hija ingresó en la escuela primaria, comencé a enseñarle cómo usar algún software de oficina y a buscar información en internet.

¿Debería enseñarse a los estudiantes las herramientas y habilidades informáticas fundamentales? Claro. Asimismo, ¿puede la tecnología digital ser una herramienta relevante en el arsenal pedagógico de los docentes? Por supuesto, si es parte de un proyecto educativo estructurado y si el uso de un software determinado promueve eficazmente la transmisión.

Sin embargo, cuando se pone una pantalla en manos de un niño o de un adolescente, casi siempre prevalecen los usos recreativos más empobrecedores.

Esto incluye, por orden de importancia: la televisión, que sigue siendo la pantalla número uno en todas las edades (películas, series, clips, etc.); luego los videojuegos (principalmente de acción y violentos), y finalmente, en torno a la adolescencia, un frenesí de autoexposición inútil en las redes sociales.

¿Cuánto tiempo suelen pasar niños y jóvenes ante las pantallas?

En promedio, casi tres horas al día para los niños de 2 años, cerca de cinco horas para los de 8 años y más de siete horas para los adolescentes.

bebé usando pantalla
Pie de foto,Un niño de 2 años pasa casi tres horas al día ante las pantallas. en promedio.

Esto significa que antes de llegar a los 18 años, nuestros hijos habrán pasado el equivalente a 30 años escolares frente a pantallas recreativas o, si lo prefiere ¡16 años de trabajo a tiempo completo!

Es simplemente una locura y una irresponsabilidad.

¿Cuánto tiempo deberían dedicar los niños a las pantallas recreativas?

Involucrar a los niños es importante.

Necesitan que se les diga que las pantallas recreativas dañan el cerebro, perjudican el sueño, interfieren con la adquisición del lenguaje, debilitan el rendimiento académico, perjudican la concentración, aumentan el riesgo de obesidad, etc.

Algunos estudios han demostrado que es más fácil para niños y adolescentes seguir las reglas sobre las pantallas cuando se les explican y se discute con ellos su razón de ser.

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Involucrar a los niños es importante. Necesitan que se les diga que las pantallas recreativas dañan el cerebro, perjudican el sueño, interfieren con la adquisición del lenguaje»
 

A partir de ahí, la idea general es simple: a cualquier edad, lo mínimo es lo mejor.

Más allá de esta regla general, se pueden proporcionar pautas más específicas según la edad del niño. Antes de los 6 años, lo ideal es no tener pantallas (lo que no significa que de vez en cuando no puedas ver unos dibujos animados con tus hijos).

Cuanto antes estén expuestos, mayores serán los impactos negativos y el riesgo de un consumo excesivo posterior.

A partir de los 6 años, si se adaptan los contenidos y se conserva el sueño, se puede llegar hasta media hora al día, incluso una hora, sin una influencia negativa apreciable.

Otras reglas relevantes: nada de pantallas por la mañana antes de ir a la escuela, nada por la noche antes de irse a la cama o cuando estén con otras personas. Y, ¡sobre todo!, nada de pantallas en el dormitorio.

Pero es difícil decir a nuestros hijos que las pantallas son un problema cuando nosotros, como padres, estamos constantemente conectados a nuestros teléfonos inteligentes o a consolas de juegos.

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Reglas relevantes: nada de pantallas por la mañana antes de ir a la escuela, nada por la noche antes de irse a la cama… ¡sobre todo! nada de pantallas en el dormitorio»
 

¿Por qué muchos padres no son conscientes de los peligros de las pantallas?

Porque la información que se da a los padres es parcial y sesgada. Los principales medios de comunicación están repletos de afirmaciones infundadas, propaganda engañosa e información inexacta. La discrepancia entre los contenidos de los medios y la realidad científica a menudo es inquietante, por no decir exasperante.

No quiero decir que los medios sean deshonestos: separar el trigo de la paja no es fácil, incluso para periodistas honestos y concienzudos.

Pero no es de extrañar. La industria digital genera miles de millones de dólares en beneficios cada año. Y, obviamente, los niños y adolescentes son un recurso muy lucrativo.

Y para las empresas que valen miles de millones de dólares, es fácil encontrar científicos complacientes, lobistas dedicados y comerciantes entusiastas de las dudas.

Permítame darle un ejemplo.

chico jugando videojuegos
Pie de foto,Las empresas digitales contratan a expertos para explicar lo inteligentes que son los jugadores y lo bueno que es jugar videojuegos.

Recientemente un psicólogo, supuestamente experto en videojuegos, explicó en varios medios que estos juegos tenían efectos positivos, que no debían ser demonizados, que no jugar podría incluso ser un hándicap para el futuro de un niño, que los juegos más violentos podrían tener acciones terapéuticas y ser capaces de apagar la ira en los jugadores, etc.

El problema es que ninguno de los periodistas que entrevistaron a este «experto» mencionó que trabajaba para la industria de los videojuegos. Y este es solo un ejemplo entre los muchos que se describen en mi libro.

Esto no es algo nuevo: sucedió en el pasado con el tabaco, el calentamiento global, los pesticidas, el azúcar, etc.

Pero creo que hay espacio para la esperanza. Con el tiempo, la realidad se vuelve cada vez más difícil de negar.

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En una investigación se entregaron consolas de juegos a niños que iban bien en la escuela. Después de 4 meses, se descubrió que pasaban más tiempo jugando y menos haciendo tareas»
 

Hay estudios que afirman por ejemplo que los videojuegos ayudan a obtener mejores resultados académicos…

Permítame decirlo con franqueza: eso es pura tontería.

Esa idea es una verdadera obra maestra de la propaganda. Se basa principalmente en unos pocos estudios aislados con datos podridos, que se publican en revistas secundarias y a que menudo se contradicen.

En una interesante investigación experimental, se entregaron consolas de juegos a niños que iban bien en la escuela. Después de cuatro meses, se descubrió que pasaban más tiempo jugando y menos tiempo haciendo las tareas escolares. Sus calificaciones cayeron alrededor de un 5% (¡lo cual es muchísimo en solo cuatro meses!).

En otro estudio, los niños tuvieron que aprender una lista de palabras. Una hora después, a algunos se les permitió jugar un videojuego de carreras de autos. Dos horas después se fueron a la cama.

niño usando una pantalla

A la mañana siguiente, los niños que no jugaron recordaron alrededor del 80% de la lección frente al 50% de los jugadores.

Los autores observaron que jugar interfería con el sueño y la memorización.

¿Cómo cree que serán los miembros de esta generación digital cuando se conviertan en adultos?

A menudo escucho que los nativos digitales saben «de manera diferente». La idea es que aunque muestran déficits lingüísticos, atencionales y de conocimiento, son muy buenos en «otras cosas».

La cuestión radica en la definición de esas «otras cosas».

Varios estudios indican que, en contraste con las creencias comunes, no son muy buenos con las computadoras.

Un informe de la Unión Europea incluso explica que su baja competencia digital dificulta la adopción de tecnologías educativas en las escuelas.

Otros estudios también indican que tampoco son muy eficientes para procesar y comprender la gran cantidad de información disponible en internet.

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En Asia, por ejemplo, considera que el uso excesivo de pantallas es una forma de abuso infantil»
 

Entonces, ¿qué queda? Obviamente, son buenos para usar aplicaciones digitales básicas, comprar productos en línea, descargar música y películas, etc.

Para mí, estos niños se parecen a los descritos por Aldous Huxley en su famosa novela distópica Brave New World («Un mundo feliz», en español): pasmados por el entretenimiento tonto, privados de lenguaje, incapaces de reflexionar sobre el mundo, pero felices con su suerte.

¿Algunos países están comenzando a legislar contra el uso de pantallas?

Sí, especialmente en Asia.

Taiwán, por ejemplo, considera que el uso excesivo de pantallas es una forma de abuso infantil y ha aprobado una ley que establece fuertes multas para los padres que exponen a niños menores de 24 meses a cualquier aplicación digital y que no limitan el tiempo de pantalla de los chicos entre 2 y 18 años.

En China, las autoridades han tomado medidas drásticas para regular el consumo de videojuegos por parte de menores: los niños y adolescentes ya no pueden jugar de noche (entre las 22 horas y las 8 horas) ni exceder los 90 minutos de exposición diaria durante la semana (180 minutos los fines de semana y las vacaciones escolares).

¿Cree que es bueno que haya leyes que protejan a los niños de las pantallas?

No me gustan las prohibiciones y no quiero que nadie me diga cómo tengo que criar a mi hija.

niña mirando una pantalla
Pie de foto,Varios países están comenzando a legislar contra el uso de las pantallas.

Sin embargo, está claro que las opciones educativas sólo pueden ejercerse libremente cuando la información que se brinda a los padres es sincera y exhaustiva.

Creo que una campaña justa de información sobre el impacto de las pantallas en el desarrollo con pautas claras sería un buen comienzo: sin pantallas para niños de hasta 6 años y luego, no más de 30-60 minutos al día.

Si esta orgía digital, como usted la define, no se detiene, ¿qué podemos esperar?

Un aumento de las desigualdades sociales y una progresiva división de nuestra sociedad entre una minoría de niños preservada de esta «orgía digital» -los llamados Alphas de la novela de Huxley-, que poseerán a través de la cultura y el lenguaje todas los herramientas necesarias para pensar y reflexionar sobre el mundo, y una mayoría de niños con herramientas cognitivas y culturales limitadas -los llamados Gammas de la novela de Huxley-, incapaces de comprender el mundo y de actuar como ciudadanos ilustrados.

Alpha asistirá a costosas escuelas privadas con maestros humanos «verdaderos».

Los Gamma irán a escuelas públicas virtuales con apoyo humano limitado, donde se les alimentará con un pseudolenguaje parecido al «Newspeak» de Orwell y se les enseñarán las habilidades básicas de los técnicos de nivel medio o bajo (las proyecciones económicas dicen que este tipo de trabajos estarán sobrerrepresentados en la fuerza laboral del mañana).

Un mundo triste en el que, como decía el sociólogo Neil Postman, se divertirán hasta la muerte. Un mundo en el que, a través del acceso constante y debilitante al entretenimiento, aprenderán a amar su servidumbre. Perdón por no ser más positivo.

Tal vez (y eso espero) estoy equivocado. Simplemente no hay excusa para lo que les estamos haciendo a nuestros hijos y cómo estamos poniendo en peligro su futuro y desarrollo.

*Fuente: https://www.bbc.com/mundo/noticias-54554333?fbclid=IwAR3MnCd6GqN0d1df5sEUEknKobSs8R0EvB55HYTKlB5lBrkFtDklCLHfLs4

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La inclusión educativa, una tormenta en el estado de alarma

Por José Manuel Cabada

María Soriano fue la primera directora de la Escuela Central de Anormales en 1923, miembro de la Sociedad Europea de Ortopedagogía, después Pedagogía Terapéutica; investigadora en los albores de la Psicología, fundadora de la Asociación Española para la Educación Especial y de AILA, Asociación Iberolatinoamericana, en 1991 recibió el Premio Reina Sofía de Integración. Es el camino, acompañar a los nuevos derechos.

En el año 1968, los alumnos subnormales, así se llamaban, se clasificaban en “entrenables”: los que tenían menos de 50 de CI y dependían del Ministerio de Sanidad, y «educables»: los de más de 50 de CI, que pertenecían al Ministerio de Educación. En aquellos años, te decía una madre: “Don José, ¿no le importa poner 48 de CI y así me dan 3.000 pts?». ¡Cuántas injusticias y abusos en nombre del CI se han cometido contra las personas con la discriminación, la exclusión y la segregación!

A partir de 1975 se extendió la educación especial y sus centros, muchos en convenio con diputaciones, cajas de Ahorros y asociaciones protectoras, que cumplieron su papel en aquellos tiempos: beneficencia, acogida, protección, pero ausencia de derechos.

En el año 1948 se habían aprobado la Declaración de los Derechos Humanos, pero no se contemplaba a las personas con discapacidad. Y 60 años más tarde, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Convención de los Derechos de las Personas con discapacidad, que fue ratificada y firmada por el Reino de España en 2018. El artículo 24 se dedica a la educación aunque para mejor comprenderlo se precisaría la lectura de otros derechos: “Los Estados Partes con miras a hacer efectivo el derecho a la educación sin discriminación y sobre la base de igualdad de oportunidades, asegurarán un sistema de educación inclusivo a todos los niveles… para hacer efectivo este derecho se asegurará que las personas con discapacidad no queden excluidas del sistema de educación por motivos de discapacidad, y que los niños y niñas con discapacidad no queden excluidos de la enseñanza primaria gratuita y obligatoria ni de la secundaria por motivos de discapacidad, que puedan acceder a una educación primaria y secundaria inclusiva, de calidad y gratuita en igualdad de condiciones con los demás en la comunidad en que viva, que se harán los ajustes razonables en función de las necesidades y que se prestará el apoyo necesario a las personas con discapacidad en el marco del sistema general de inclusión para facilitar su formación efectiva”.

Una madre denunció ante la ONU el incumplimiento del derecho a la inclusión educativa de su hijo, se unieron más; la ONU constató los datos y se dirigió al Gobierno español con la información recibida, recabando nuevos datos. Con todo esto, solicitó y envió una Comisión para verificar los datos y evaluar el grado de cumplimiento del Convenio.
El informe fue demoledor y las críticas al CERMI, responsable del Observatorio del seguimiento del Convenio y las descalificaciones hacia la Comisión, que realizó un informe impecable, provocaron una oleada de protestas de colectivos con distintos intereses. Unos se agruparon en torno a la Plataforma Educación Inclusiva Sí, especial También, con el pretexto de que se van a suprimir los centros de educación especial y que se van a conculcar gravemente derechos consagrados en las leyes europeas y españolas que protegen a este colectivo.

Lo cierto es que ni se suprimen los centros de educación especial ni se conculcan los derechos, al contrario, se defienden y, en vez de negar este derecho, podrían exigir las condiciones para que se garantizasen las exigencias de su cumplimiento.

La plataforma de colegios concertados alega un déficit democrático en la tramitación de la LOMLOE en tiempos de estado de alarma, aunque no será ese el verdadero motivo dada su postura ante la tramitación de la LOMCE, sin un gran plus democrático ni de consenso; nadie la apoyó, excepto el PP que la impuso.

Sin entrar en el análisis de la LOMLOE, es la primera vez que una ley de Educación se apoya en la Declaración de los Derechos del Niño (1989) firmada por España que, por lo tanto, obliga al Estado y que reconoce el interés superior del niño. También podría la LOMLOE incluir en sus principios el Convenio de los Derechos Humanos de las Personas con discapacidad para desarrollar la inclusión educativa.

Esta es un derecho que se consagró en la Declaración de los Derechos de las Personas con Discapacidad y se incorporó al corpus legislativo español porque así lo especifica la Constitución Española, que en su art. 10.2: “Las normas relativas a los derechos fundamentales y a las libertades que la Constitución reconoce se interpretarán de conformidad con la Declaración Universal de los Derechos Humanos y los tratados y acuerdos internacionales sobre las mismas materias ratificadas por España». En su art. 96: “Los tratados internacionalmente celebrados una vez publicados formarán parte del ordenamiento interno. Sus disposiciones solo podrán ser derogadas modificadas o suspendidas en la forma prevista en los propios tratados o de acuerdo con las normas generales del Derecho Internacional”.

Esta es la situación: ni de partidos políticos, ni de asociaciones, ni de gobiernos del color que sean; son los gobiernos los que tienen que garantizar su cumplimiento mediante el desarrollo normativo que lo haga posible y efectivo.

Podríamos poner ejemplos de personas con discapacidad que en procesos de integración escolar y gracias a su trabajo y esfuerzo, con la ayuda de los padres, profesores y profesionales han logrado su integración y participación social. En un centro de integración de alumnos con discapacidad motórica, alumnos con espina bífida consiguieron su licenciatura en Psicología o Derecho; una alumna con parálisis cerebral que no podía andar, ni hablar ni escribir, al principio con la fotocopia del teclado y después con el ordenador y otros medios, se licenció en Filología Hispánica; un joven con Síndrome de Donw de 2º de BUP, en el Congreso Respuesta Educativa ante la Diversidad, de 1990, presentó la comunicación “Un camino a la esperanza como utopía”. Ese mismo día Diario 16 presentaba un extenso reportaje sobre las personas con síndrome de Donw ”Esos Pobres idiotas”… pero él siguió estudiando, terminó Magisterio, ha escrito dos libros, hizo una película, un programa de televisión… (El PAÍS, 9 de junio 2019); podríamos poner muchos más ejemplos, pero muchos más hay que no conocemos.

Ese es el camino, no poner freno, no ignorar las capacidades y fijarse solo en las discapacidades; escucharles, saber cómo sienten y cuáles son sus expectativas; no negarles, bajo el pretexto del cuidado y la seguridad, su derecho a un ritmo normal de vida, como niño, joven, adulto, en la educación, en el arte y en el ocio… que no se les cuente, sino que se cuente con ellos y que puedan participar.

La película Campeones es un ejemplo, por muchos motivos. Por cierto, la adquirió el Ministerio de Educación de Francia para proyectarla en los centros de secundaria, no para ahorrarle el dinero de la paga a los jóvenes sino para debatir sobre ella. Aquí no tenemos tiempo, cargaría el curriculum. Javier Freser, su director, iba a iniciar un casting a actores para representar los papeles del guion; se puso en contacto con Plena Inclusión y allí le convencieron para que los actores fueran personas con discapacidad. La película fue un éxito de público, en ella las personas con discapacidad representan otros personajes, no sólo el que se le otorga de persona con discapacidad. Los actores nos comentaron la segregación y discriminación en la que habían vivido hasta que se le presentó esta oportunidad. Javier Freser vendió el guion y producción a EE.UU. con la condición de que fueran actores con discapacidad.

Estos son caminos, pero hay otros en sentido contrario: el del incumplimiento de derechos y el de políticas de pocas miras; Díaz Ayuso, como candidata del PP a la Comunidad de Madrid, en defensa de los centros de educación especial dijo que “se enseña a los alumnos a realizar tareas del día a día para ser más autónomos, como hacerse la cama, moverse en el transporte público, en definitiva integrase en la sociedad”, ni hace 100 años.

Ya en la Presidencia, con los votos de Ciudadanos y Vox unidos a los suyos, aseguró: «Creemos que la inclusión no es obligatoria, es un derecho pero no puede ser solo una obligación de la izquierda, somos todos iguales”. Ya nos hizo conocedores de que no quiere nada con Podemos y sí con Vox, y podemos, por ello, entender en parte que tenga dormido en la Asamblea de Madrid el Proyecto de Ley sobre Inclusión que presentó Podemos, en la pasada legislatura; pero lo que no entendemos es que el Proyecto de Ley de Iniciativa Popular sobre inclusión educativa que presentaron 43 ayuntamientos de la Comunidad en la Asamblea y que, por lo tanto, ha de seguir vivo, también esté muerto. Pero podemos entenderlo cuando su consejero de Educación se apresuró a recibir a la Plataforma Inclusión, Si, Especial También, como los únicos interesados o afectados.

Los derechos humanos no están sujetos a plazos, ni a falacias para enmascarar su cumplimiento; los derechos humanos están en la base de la democracia no en el número de votos, la inclusión educativa es un derecho según nuestro régimen jurídico y nuestra Constitución.

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Colombia logra una reducción del 11% en las notificaciones de muertes de niños menores de 5 años asociadas a desnutrición

América del Sur/Colombia/15-03-2020/Autor(a) y Fuente: www.publimetro.co

La Gran Alianza por la Nutrición es liderada por la Primera Dama, María Juliana Ruiz.

La desnutrición en la primera infancia es un problema que afronta el Gobierno Nacional de Colombia y para esto ha encontrado alternativas en pro de disminuir las cifras que año tras año mostraban un panorama poco alentador.

Para entender un poco sobre este tema, un niño menor de 5 años con desnutrición crónica tiene, en promedio, en su vida adulta, 14,6 puntos menos de coeficiente intelectual, 6 años menos de escolaridad, y percibe 54% menos de salario que el adulto que en su primera infancia no padeció de ese tipo de desnutrición.

Por esta razón toma relevancia que hace apenas unos días, en el marco de la celebración del primer año de la Gran Alianza por la Nutrición, una iniciativa liderada por la Primera Dama de la Nación, María Juliana Ruiz, y la Consejería Presidencial para la Niñez y Adolescencia, se dieron a conocer algunas cifras que respaldan la labor realizada hasta este momento.

En 2019 se logró la reducción del 11% en las notificaciones de muertes de niñas y niños menores de 5 años por y asociadas a desnutrición, cifra que aunque no satisface, sí motiva para seguir trabajando por este tema.

Sobre este tema, la Primera Dama indicó que “estamos celebrando un año de trabajo colaborativo, coordinado y decidido en pro de una causa nacional. El trabajo que nos permite decir hoy, con orgullo, que estamos trabajando para reducir esos indicadores negativos de muerte por desnutrición en nuestro país. Gracias, porque con el aporte de todos esos actores que han tomado la decisión de involucrarse, con una participación estratégica, estamos contribuyendo al desarrollo de nuestro país”.

Así mismo, manifestó que “pensar en nutrición, es pensar en crecimiento, en fortalecimiento de capacidades, en fortalecimiento del desarrollo cognitivo y emocional del futuro de nuestro país”.

En el marco de esta estrategia, que moviliza y coordina a actores públicos, privados, sociedad civil, organizaciones no gubernamentales, organismos de cooperación internacional y academia en torno a la nutrición, se destaca la participación de la Fundación Éxito, la Asociación de Bancos de Alimentos de Colombia (Abaco), la Cámara de Alimentos de la ANDI y la Fundación Saldarriaga Concha.

En esta iniciativa, la Fundación Éxito, ha liderado una agenda académica, social y de participación comunitaria para promover la lactancia materna, encabezó la Lactatón Nacional en agosto de 2019, reuniendo a cerca de 22 mil mamás ejemplares que, en 21 departamentos y 86 municipios, ratificaron que la lactancia es el acto de amor que más alimenta.

Así mismo, la Fundación Éxito, integrante activo de esta iniciativa, promovió la atención de 38.346 niños y niñas con la complementación de su alimentación, que se suma a la oferta de atenciones del ICBF.

La meta para 2030 es unir esfuerzos para erradicar todas las formas de malnutrición, especialmente la desnutrición crónica. Se trata de una gran oportunidad para la Gran Alianza por la Nutrición de trabajar por la seguridad alimentaria y el desarrollo económico y social del país.

Fuente e Imagen: https://www.publimetro.co/co/estilo-vida/2020/03/10/colombia-logra-una-reduccion-del-11-las-notificaciones-muertes-ninos-menores-5-anos-asociadas-desnutricion.html

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Why intelligence tests do not tell us anything about the real human potential

América del Norte/México/22.09.2019/observatorio.tec.mx

By: Sofía García-Bullé

We live in a culture that sees intelligence as part of a person’s value. Smart people get into the best schools, obtain the best jobs, receive the highest salaries, are the leaders, the examples everyone else should follow. If you are the smartest person of a designated group, it is normal that people follow you and that a lot of doors open for you, figuratively. Being smart is a crucial component of success, but… do we measure it correctly?

IQ tests are a fundamental tool to measure student intellectual capacity. We consider them mathematically and scientifically precise, but are they really that? Or are we purposely blinding ourselves to the cultural contexts that power the biases behind the very concept of the intelligence quotient and the tests we use to measure it?

A historical overview of IQ tests

Ideally, to generate a resource that helps us understand cognitive capacity and the potential for success is so necessary that we cannot even imagine an educational system without this. Nonetheless, IQ tests are barely a century old, and their origins are not as noble as we might believe. The purpose of these tests was not to enrich the educational offerings but to filter them.

In the early 1900s, psychologists, academicians, and politicians were looking for criteria to rank access to education. From the general population, those who were on the higher strata would get the best education. Those who faired lower would have their educational opportunities diminished in comparison. The Lewis Terman intelligence test gave them just what they needed to build this filtering system.

In 1916, Terman published a revised version of the Binet-Simon scale, created by the French psychologists Alfred Binet and Theodore Simone. The test classified children’s performances according to their intellectual aptitudes and their skills to solve exercises that required abilities in math, logic, reading, reasoning, and adaptation.

The test was so successful that it is still being used today in both children and adults to measure cognitive capacity and the potential for success. But like every other scientific breakthrough, this one was linked to the perceptions and cultural dimensions of the academicians who created and applied its set of criteria.

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Cultural bias and the use of IQ tests as a political weapon

To understand the weak point of intelligence tests, we need to take into consideration the time in which they were created. At the beginning of the 20th century, an evolutionist philosophy dominated science and humanities. This way of thinking influenced even the way people constructed and shared knowledge.

When the first tests came out, the idea was not to use the test results for educational innovation to create new teaching strategies that could work to improve different ways of learning. The objective was to secure the survival of the fittest; the fittest were the smarter ones; the smarter ones got higher scores. But were the people who fared better the most intelligent, or were the high-scorers people with an advantage because the tests were culturally designed for them?

Back then, cognitive science supported the evolutionary theories that paved the way for eugenics. If Binet, Simon, and Terman took into consideration only the psychological profiles, mindsets, and circumstances of people of their same race, class and even gender to map how intellectual capacity works, can we say that their test is impartial and accurate?

Is it ok for us to ignore the historical proof that these tests justified racial discrimination and educational gentrification? The notion of people of diverse races having different levels of mental capacity was prevalent at the time, even among the scientific community. This misguided belief impacted the way these tests were created and applied.

Terman himself thought that racial minorities like Native Americans, African Americans, and Latin Americans had less capacity to understand abstract ideas than white people. He also believed that they made up for it in resilience, which from his point of view, made them hard workers and good at following orders.

These arguments are proven false and are indefensible nowadays. But back then they dictated who would receive the best education and who would be better trained to pass the IQ tests. This self-fulfilling prophecy was never about education; it was about maintaining the social order. And that purpose succeeded; people saw IQ test results as an indisputable scientific truth, not a consequence of cultural and social inequity.

What do intelligence tests measure anyway?

Intelligence is defined as the capacity to understand concepts or ideas and to solve problems. Under this definition, the Stanford-Binet scale meets its objective. It assesses people’s skills to understand questions and to resolve the situations included on the test. The mechanism of the exam is not under discussion, but after 100 years, the way we devise its content should be analyzed and updated.

To Antonio Andrés Pueyo, Lecturer in the Psychology Department at the University of Barcelona, intelligence is a very complex concept, especially in a time in which we make machines with artificial intelligence. According to him, there are aspects of intelligence that do not fit the mechanical vision from which the first IQ tests were created.

«There are tests that evaluate different types of intelligence that combine with IQ. This is what happens with the Weschler scale. Tests can also be built to assess a single skill, like the Raven test,» explains Pueyo.

All of these tests have their strengths and shortcomings. In the case of the Bidet- Stanford Test, it still has the right components to measure how apt is a student to navigate standardized learning but not how to apply that knowledge creatively or to think outside the box.

Those who got the highest scores when the test was first created were followed by Terman throughout their careers. Those students went on to get into the best universities and, subsequently, the highest paying jobs, but very few of them went beyond their expected social roles. They did not reinvent the wheel; instead, they mastered spinning along with it.

The test was not perfect. It detected talents like those of Ancel Keys, Norris Bradbury, and Shelley Smith. But it also failed to discover the potential of Luis Álvarez, a student who was rejected by Terman for followup because he fell short of the IQ score cutoff; yet Álvarez went on to win the Nobel Prize for Physics in 1968.

The need to rethink what we know about intelligence and the skills that matter

The challenges that people faced at the beginning of the twentieth century are not the same that we deal with today. They did not have to worry about digital literacy, and similarly, we do not need to know all of our close friends’ phone numbers by memory as they did.

If the problems we solve now are different, the skills and intellectual aptitudes required to resolve them should differ too. We live in an era of automation; machines are being improved with artificial intelligence to do jobs previously performed by humans.

This automation is not limited only to mechanical jobs but also more tasks that require analysis are being automated; for example, the profiling of information of people online to use the data to direct ads to them that align with and impact their consumer habits.

In 2018, an AI system analyzed the most awarded commercials in the last 15 years and used the information to write the script for a Lexus ad. The results were impressive for a machine, and it leads us to question what jobs humans can do that machines cannot in a not-so-distant future.

Some intellectual activities can be mechanical and therefore performed by a machine, such as the compilation, data analysis, and pattern identifications that the AI system utilized to write the script for the Lexus ad. However, the creative thinking and artistic sensibility to direct the ad could only be executed by a human, in this case, the director Kevin Macdonald.

The demands of the modern labor market require that intelligence tests must register and measure more than just mechanical and intellectual skills. They also need to consider everything related to soft skills, now rebranded as “power skills.” We must learn how to measure and nurture creative thinking, social intelligence, emotional intelligence, and other qualities beyond the existing educational standards.

We must abandon the idea of measuring a person’s worth by just one IQ, or seven types of intelligence measurements, or even fifteen or thirty. What we need in these tests is that they assess the diverse ways in which people approach knowledge and problem-solving and how these can be taught. Otherwise, intelligence tests will continue to be a tool for proponents of social dominance instead of the educational resource that would improve the acquisition of knowledge for a better world.

Information Reference: https://observatory.tec.mx/edu-news/iq-tests

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Estrés y Desarrollo Temprano de la niñez

Por: Luis Bonilla-Molina

  1. Introducción

Los organismos económicos internacionales, especialmente los bancos de desarrollo tipo BID, enfatizan en el impacto de las interacciones y prácticas socio afectivas de los niños y niñas, en el Coeficiente Intelectual (CI), las habilidades verbales y matemáticas, las capacidades de empatía emocional, es decir en el desarrollo temprano.

Desde las pedagogías críticas se pueden tener observaciones a uno u otro de los elementos planteados, pero nos parece una trampa construir un debate que no parta de la valoración del sistema escolar en particular y de la educación en general en el marco del actual desarrollo del capitalismo avanzado.

No se trata de discutir la inteligencia como si fuera un software, sino de valorar la forma cómo ésta se desarrolla conforme a las condiciones materiales existentes en un momento histórico concreto.

Esa es la orientación de la serie de artículos que sobre este tema he venido publicando. En esta oportunidad nos concentraremos en el estrés como generador de diferencias que excluyen.

  1. El estrés

El cerebro tiene un ritmo de procesamiento de información y toma de decisiones. Cuando hacemos mercado existe un compás de tiempo y espacio que hemos aprendido a conocer para seleccionar y comprar productos; antes de ir al trabajo estimamos la temporalidad implícita en el trayecto y las condiciones regulares para arribar al lugar indicado; planificamos nuestras vacaciones partiendo de la premisa que todos los integrantes del núcleo familiar gozarán de buena salud; asumimos que nuestros salarios docentes serán oportunos y suficientes para adquirir lo necesario en nuestra cotidianidad y poder ahorrar para los imprevistos.  Cuando sucede una crisis que se muestra alterando de manera sensible el curso de estos eventos, cuando se quiebra nuestra normalidad, el cerebro tiene que hacer un esfuerzo adicional para reestructurar todos los protocolos establecidos de actuación Es allí donde surge el estrés.

En la medida que emergen contingencias vamos acumulando un repertorio de soluciones para usarlas cuando estas eventualidades se hagan presentes. El problema es que el niño(a), en su desarrollo temprano, cuenta con limitadas alternativas y cualquier variación severa en las rutinas genera un catastrófico caos cognitivo. Si, además, el origen de este quiebre involucra a los responsables de darnos estabilidad, el problema se complica.

Por ejemplo, cuando los padres pelean delante de los niños o niñas, levantando la voz por encima de los decibeles adecuados, o cuando observan que las condiciones materiales del trabajo de sus padres no les permiten cubrir con las necesidades mínimas del hogar, los chicos y chicas se encuentra ante una situación que no entienden y para la cual no tiene respuestas.

Esta crisis cognitiva no genera solo un ocultamiento, una pulsión de retraerse o liberar energía desordenada, sino que tiende a disminuir la producción de los circuitos y conexiones cerebrales, con repercusiones en la densidad de su tejido en el futuro.

Algunos autores hablan también de la posibilidad, que pueda generarse una dinámica de sobre producción de circuitos, para la adaptación de estos a nuevas circunstancias, como parte de la tendencia genética a la adaptación, lo cual también se expresaría en alteraciones en el comportamiento, la capacidad de empatía o en el nivel de los aprendizajes

En la ruta para el desarrollo temprano de la niñez la diminución de conexiones neuronales afecta enormemente la capacidad y robustez de los circuitos por los cuales fluye la actividad cerebral. En consecuencia, el estrés puede afectar el nivel de respuestas y sinapsis interpretativa.

Por ello, el estrés en los niños y niñas no es una cosa de menor importancia. Sin embargo, en la literatura al respecto, publicada por los organismos económicos, suelen esconderse las causas estructurales que subyacen en los problemas de contención de los niños y niñas, las cuales originan la mayor gama de situaciones de estrés.

Pareciera que los determinantes son las relaciones personales y se ocultan las causas estructurales (económicas, políticas, sociales, ambientales) que se hallan en los orígenes de muchas de las interacciones humanas disfuncionales.

La creciente precarización laboral en la región, la sostenida caída del poder adquisitivo real de los y las trabajadores, la privatización de los servicios básicos fundamentales, el déficit de vivienda destinada al núcleo familiar, entre otros aspectos, se convierten en detonantes de situaciones de crisis y constituyen un caldo de cultivo para la generación de estrés en los niños y niñas.

 

  1. Tipos de estrés

Los especialistas coinciden cada vez más en el estudio del impacto de las situaciones contingentes de la realidad en los aprendizajes, la cognición y las emociones, en consecuencia, en la sociabilidad. El estrés no solo impacta negativamente en formato de retrasos en el desarrollo de la inteligencia del niño o niña, sino que además pueden convertirse en un factor de riesgo para el surgimiento de adversidades, expresadas en enfermedades, déficit de relacionamiento social y/o desequilibrios emocionales.

En los documentos y conferencias promovidas por el BID sobre “políticas efectivas de desarrollo infantil” (2019), se precisan los tipos de estrés de la niñez que consideran deben ser tomados en cuenta a la hora de formular propuestas de reformas e intervención educativa. En los mencionados textos y exposiciones, Shonkoff (2019) reconoce tres niveles de estrés con impacto directo en el Desarrollo Temprano de la Inteligencia en la Niñez. Estos son: “1) Positivo: aumento breve en el ritmo cardíaco, elevaciones leves en los niveles de hormonas de estrés; 2) Tolerable: respuestas serias y temporales al estrés, amortiguadas por relaciones de apoyo; 3) Tóxico: activación prolongada de los sistemas de respuesta al estrés en ausencia de relaciones protectoras.

Para Londoño (2019) el estrés positivo está vinculado a experiencias como conocer a personas o estudiar para un examen que “son saludables para el desarrollo porque preparan a los niños para enfrentar desafíos futuros” (2017). Por su parte, para Londoño el estrés tóxico  tiene un impacto negativo en el desarrollo del cerebro y es generado por un ambiente de abusos, negligencia en el cuidado, como drogadicción y alcoholismo de los padres.

A ello tendríamos que agregar el efecto que tiene en la cotidianidad del niño y niña la inflación, la desregulación laboral, el desempleo de los padres, la privatización de la educación (incluida la educación maternal y el preescolar), la inaccesibilidad a servicios médicos oportunos y suficientes.  Es decir, es importante valorar el impacto que tiene la disolución del ambiente cultural integrador de contexto, en la edificación de armónicas y funcionales dinámicas familiares. Ello se degrada de manera continua como resultado del deterioro en las condiciones materiales de vida generadas por el el proceso corrosivo en lo social que impulsa el neoliberalismo.

Los efectos más evidentes del estrés toxico estarían asociados a la salud, estabilidad emocional, crecimiento, capacidad de manejarse en situaciones conflictivas, así como en los referentes de actuación moral.  Londoño no trabaja el “estrés tolerable”, pero se podría inferir que consideraría a éste como intermedio entre el positivo y el tóxico.

 

  1. El estrés tóxico y el desarrollo de los niños y niñas

Cuando un niño o niña no consume alimentos de manera periódica y regular, las comidas y horas de ingerirla no están determinados por las necesidades de los pequeños; pero también cuando se ejerce violencia física o mental contra los más chicos, estamos en presencia de formas de negligencia y abuso que generan, desde inestabilidad emocional, hasta quiebres psicológicos en sus mentes.

La negligencia y el abuso suelen tener como punto de partida el abandono de las responsabilidades del Estado con sus ciudadanos, incluidas la educación permanente de los padres y el entorno familiar. Esto tiene consecuencias físicas, emocionales, psicológicas y en el corpus ético de quienes lo sufren.

En “políticas efectivas de desarrollo infantil” (2019) el BID señala que “las experiencias disruptivas inundan el cerebro de cortisol, causando daño en el crecimiento neuronal y las conexiones dendríticas y consecuentemente, dejando una huella biológica de daño perdurable, tanto a nivel estructural como funcional del cerebro”[1].

El cortisol es un neurotransmisor cuya liberación está controlada por el hipotálamo, pero ante una situación de estrés, esta hormona es liberada en cantidades superiores a las requeridas para el funcionamiento del cerebro.

Por su parte, las dendritas forman parte de las neuronas, las cuales salen del cuerpo neuronal en forma de ramificaciones y conforman otros tipos de tejidos microscópicos que como unas telarañas hacen posible la construcción de las espinas dendríticas.

El problema es que las espinas dendríticas son las terminales neuronales a donde llegan los estímulos, razón por la cual están vinculadas no solo al cerebro sino a todo el sistema nervioso.

En consecuencia, el estrés afecta de manera integral la capacidad de distribución de los estímulos, el procesamiento de la información y por ende de la sinapsis cerebral, además de cotizar el sistema nervioso central. El efecto de la elevación de cortisol puede afectar todos los procesos de fluido eléctrico del organismo humano.

Los estudios publicados por el BID no hacen mención al impacto de la liberación inusual del cortisol en la construcción acelerada de formas de sinapsis, eso que comúnmente denominamos como inteligencia destacada. Pero, como estos casos son excepcionales, efectivamente el foco de las políticas públicas tiene que estar en el estudio y prevención de las causas de estrés negativo en el desarrollo temprano del cerebro y la inteligencia en los niños y niñas. Pero debemos estar atentos a estas otras tipificaciones.

Para entender el impacto del estrés tóxico podemos usar la anécdota del vuelo de la mariposa en la teoría de la complejidad. Un pleito con gritos a los niños y niñas y/o frente a ellos, desempleo prolongado de los padres o la falta de un techo seguro, pueden causar un daño de dimensiones terribles en los más chicos, porque este caos incide en la construcción de su arquitectura cerebral. El estrés tóxico cumple este rol de disparador de crisis que pueden generar huellas de largo plazo.

Los adultos no estamos exentos de ello, por el contrario, pasar hambre, ser agredido físicamente por personas cercanas y en las cuales confiamos (esposos, esposas, padres, hijos, amigos), ser despedido del trabajo sin posibilidades de volver a conseguir un puesto laboral, la eliminación o reducción del poder adquisitivo de las jubilaciones, la destrucción de los sistemas de previsión social en general,  pueden ser motivo más que suficiente para producir una elevación del cortisol con las consecuencias ya descritas.

Sin embargo, en los niños y niñas ello puede generar daños casi irreparables, porque defensivamente pueden afectar a la densidad y extensión de las espinas dendríticas en construcción, las cuales, como lo hemos dicho en otros trabajos, se elaboran en su mayoría durante los primeros años de vida.

Los cambios bruscos del comportamiento, la permanente asociabilidad del niño o niña, así como el inexplicable emerger de enfermedades que son en realidad somatizaciones, pueden estar reflejando la presencia de niveles preocupantes de estrés tóxico, que en algunos casos deben ser abordados con las herramientas de la pedagogía, pero en otros demandan ser referidos a especialistas en psicología, psiquiatría, trabajo social, lo cual podría ser evitado si modificamos las causas estructurales que originan el fenómeno.

Se supone, que la profesión docente contiene las herramientas y metódicas para el abordaje inicial de estas situaciones. Sin embargo, el giro unidimensional que ha tenido hacia el tema de los aprendizajes, ha hecho que en las últimas décadas se descuide esta formación deontología. A ello se adiciona la fragmentación de las dinámicas docentes que des-estructuran el hacer y el saber, en lo que denominamos la despedagogización del hecho educativo.

Esta despadagogización ha implicado una fragmentación de los componentes y herramientas de la profesión docente, imponiéndose en el hacer, la moda de los síndromes en el aula[2] Ello termina convirtiéndose en una evidencia empírica de las limitaciones profesionales existentes en la actualidad, respecto al abordaje de los problemas en el aula. Esto en realidad es derivado de las carencias por las que atraviesa la formación docente (inicial y continua) en el siglo XXI. Y ello ocurre debido múltiples factores, entre los cuales quiero destacar la desinversión constante en la formación docente y la desvaloración social e institucional que afecta en el presente a la profesión de educar.

 

  1. El estrés y el desarrollo del cerebro

Las experiencias sociales que les brindemos a los niños y niñas en sus cinco primeros años de vida serán fundamentales para la calidad de arquitectura cerebral que el individuo posea. El ochenta por ciento del cerebro se desarrolla en los primeros años de vida, razón por la cual este periodo no puede ser descuidado si vamos a trabajar los procesos de enseñanza y aprendizaje.

Para la profesora Jane Squires (2019) de la Universidad de Oregón y directora del Centro de Desarrollo Humano de esa universidad, la palabra “hito” permite identificar los momentos claves del desarrollo temprano del cerebro de los y las niños y niñas. Estos están referidos a los: 1) cinco meses de edad, cuando se sientan y sostienen la cabeza sobre su tronco; 2) catorce meses, cuando inician la aventura de caminar; a lo cual, yo agregaría 3) días cuando los vemos correr en el parque e ir al maternal a los dos años; 4) los momentos cuando evidencian contar con la motricidad necesaria para comenzar a construir su plena autonomía funcional en casa y la escuela.

Estos “hitos” de la Dra. Squires, se complementan con las habilidades que van desarrollando de carácter cognitivo, socio afectivo-comunicacional y emocional en general. El proceso integral se dinamiza con las habilidades motoras (movimiento permanente y coordinado del cuerpo), pasando por las de autoayuda (vestirse por sí solos, comunicarse, dialogar).

Efectivamente en este recorrido debemos estar muy atentos para detectar los problemas en sus capacidades, que pueden afectar su desarrollo emocional. Por ejemplo, los de carácter visual que ameritan un rápido y oportuno tratamiento correctivo, de “frenillo” que lo limita en su lenguaje o, auditivos, entre otros.

La literatura del BID al respecto, concentra el interés en el apoyo que debe prestar el entorno familiar, diluyendo la responsabilidad del Estado en garantizar a las familias el acceso eficiente y gratuito a servicios de salud básicos para el niño o niña.

La literatura presentada por este organismo de la Banca de Desarrollo atribuye una importancia decisiva al entorno familiar, vista esta como un sistema social autosuficiente. Nadie niega el impacto que tiene un armónico e integral acompañamiento familiar para alcanzar logros significativos en materia de desarrollo temprano del cerebro del niño y niña, pero ello está perneado por condicionantes del contexto.

Subrayo el impacto positivo que tiene en el desarrollo temprano de niñas y niños las actividades familiares enriquecedoras que se expresan en el sonreír juntos, contacto de pieles mediante el abrazo o la caricia, entre otros. Sin embargo, al omitir o dejar de mencionar el impacto que en ello tiene el entorno laboral social y económico, no solo se desarticulan las posibilidades de interpretación de la relación dialéctica y bidireccional entre lo familiar y lo social, sino que se oculta el papel del Estado en este proceso.

No pretendo con ello desvalorar la importancia de relaciones afectivas y creativas entre padres e hijos, entre niños, niñas y su entorno familiar, sino evidenciar que los adultos somos también seres bio psico sociales y que si la realidad en la cual vivimos es agresiva eso tendrá repercusiones en la calidad de nuestras interacciones.

Por ello, la educación comunitaria tiene que develar estas contradicciones y ayudar a tomar conciencia respecto a cómo canalizar y dirigir hacia un proceso de transformación la frustración, la rabia y, como ello debe afectar lo menos posible al núcleo familiar.

La educación de los padres y las familias, desde una perspectiva de pensamiento crítico es fundamental, para romper con el circulo vicioso de la culpabilización personal sobre las situaciones en el hogar, pero también para romper con el conformismo y la parálisis que se construye alrededor de la espera a que otros solucionen la realidad histórico concreta en la cual se vive.

La Dra. Squires introduce el tema de las condiciones de partida del niño, la disposición genética del niño y niña al nacer y, como esta se modela como resultado de la interacción social. Esta combinación, genera un camino propio e inédito en cada niño, eso que llamamos personalidad. Sin embargo, apunta Squires, las discapacidades (y, las condiciones socio históricas agregaría), pueden hacer que la relación entre punto de partida y contexto adquieran un rumbo no esperado, aunque en materia de desarrollo cerebral se mantengan los parámetros.

El problema es que esta premisa no conduce al inicio de lo que Marcuse llamaba un “cambio radical” , sino que sirve para introducir en la educación maternal el paradigma evaluativo. Y allí comienza a inducirse hacia la cultura de la medición, de la estandarización, con el pretexto de determinar la “correlación” entre desarrollo de la arquitectura cerebral y los aprendizajes.

La ruta que plantea Squires para distinguir la velocidad de desarrollo de los niños y niñas se inicia, según ella, en la “evaluación o tamizaje de desarrollo” que realiza el pediatra. Esto es incuestionable como proceso concreto, el problema es que luego se irá vinculando a mediciones y más mediciones, hasta terminar en las pruebas estandarizadas de evaluación de los aprendizajes, los rankings universitarios y la propia evaluación docente.

Y esta no es una cultura generalizada en las instituciones de la sociedad, porque no he visto el primer diputado, ministro o presidente a quien se le evalué cada cierto tiempo, sino que esta práctica es muy específica de los sistemas escolares.

Ello se vincula al proceso de castración de la libertad de cátedra, la selección de los contenidos correctos en la enseñanza, lo cual  ahora pretende ser extendido a la educación inicial (maternal y preescolar) mediante la cultura de los tests estandarizados para la determinación del desarrollo temprano del desarrollo de los niños y niñas, no para diagnosticar e intervenir en la solución, sino para segmentar y estigmatizar, arropados con un lenguaje aparentemente inocuo como el de la infancia.

Ello parte del abandono de la premisa de desarrollo integral de la personalidad, y deriva en la objetivación de los procesos de enseñanza aprendizaje para la lógica del consumo, el mercado y la normatividad social impuesta a partir de las narrativas e imaginarios del capitalismo avanzado

Desde las pedagogías críticas subrayamos la importancia de la “evaluación o tamizaje de desarrollo”, solo que nos diferenciamos de la óptica neoliberal respecto a su derivación o uso. El conjunto y la especificidad de estas pruebas debieran ser un insumo básico para la construcción de políticas públicas incluyentes en materia educativa, no para la segmentación y para colocar la carga de la solución, primero en los padres y luego en los maestros y maestras.

El tamizaje de desarrollo debe ser un indicador que oriente la acción mancomunada de los padres, docentes, personal que coadyuva al proceso educativo (pediatras, trabajadores sociales, etc.) y el Estado para acompañar el desarrollo del niño y la niña, siendo respetuosos de las diversidades, promoviendo la autonomía de los chicos y el pensamiento crítico constructivo.

Por otra parte, la Dra. Squires plantea un tema que no se puede despachar de manera rápida. Me refiero a la afirmación respecto a que la evaluación del desarrollo que realiza el o la pediatra sirve para que “el niño pueda ponerse al día y alcanzar a sus iguales en estas edades típicas del desarrollo” (Squires, 2019).

La anterior afirmación parte del supuesto que los resultados de la valoración, serán siempre de atraso del niño o niña, lo cual es por lo menos, impreciso. La genialidad es un rasgo muy presente en los hijos de familias pobres, nunca un rasgo exclusivo de algunos niñas y niños de familias con altos estándares de vida. Esto no es contradictorio con lo que hemos venido hablando, sino que evidencia que algunas veces, las necesidades no catastróficas, en vez de inhibir, pueden generar también en el cerebro una tendencia a fortalecer las espinas dendríticas. El tamizaje puede evidenciar este desarrollo acelerado que dará pistas sobre el abordaje pedagógico que se debe realizar en el maternal, el preescolar y el resto del sistema escolar, así como para los padres y familia; segundo, cae en la tentación psicologisante de homogenizar, cuando el aula es un espacio para la diversidad de modos de aprender; tercero, coloca fuera del aula, fuera de la experticia pedagógica los procesos profesionales de detección y generación de iniciativas de intervención, invisibilizando que se trata de buscar caminos inter disciplinarios para el abordaje de estas situaciones.

Otra evidencia relevante de las diferenciaciones trabajadas por Squire es el de las brechas de palabras, de vocabulario que manejan unos niños u otros. El origen no está estricta y unidimensionalmente asociado al desarrollo biológico del cerebro, sino que estas diferencias están muy influenciadas por eso que Bourdieu denominó el capital cultural de los padres y la familia. En consecuencia, volvemos al impacto de lo estructural en el desarrollo temprano del cerebro del niño y niña.

Mis diferencias con la narrativa de Squires en ningún momento desvaloran sus aportes al debate, sino que pretenden mostrar los límites de un enfoque disciplinar del tema, que es usado por el BID para orientar el tema hacia el molino de las mediciones vinculadas al paradigma de la calidad educativa expresado en el ODS4.

[1]Lámina resumen presentada por el BID

[2]algunos de los cuales conocemos como déficit de atención, híper kinésicos, entre otros.

Fuente: https://luisbonillamolina.wordpress.com/2019/04/24/estres-y-desarrollo-temprano-de-la-ninez/

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El entorno influye genéticamente en la inteligencia

Por: Tendencias 21

Las experiencias personales no sólo afectan al desarrollo neuronal, sino también a la cognición

El entorno ejerce una influencia genética en la inteligencia de las personas, de la misma forma que lo hace la pobreza o la constitución física: las experiencias personales no sólo afectan al desarrollo neuronal, sino también a la cognición.

os cambios epigenéticos inducidos por el medio ambiente en nuestro material genético tienen un mayor impacto en la inteligencia de lo que se pensaba anteriormente, ha descubierto una investigación de la Universidad Charité de Berlin, cuyos resultados se publican en la revista Translational Psychiatry.

Esta investigación ha confirmado que existe un vínculo entre las diferencias en el rendimiento de la prueba de Cociente Intelectual (CI) y la actividad de ciertos genes: las modificaciones en la estructura de un gen específico tienen un impacto negativo en el rendimiento de las pruebas individuales.

El estrés y las experiencias adversas son ejemplos de factores ambientales que pueden afectar a la actividad de los genes, lo que lleva a cambios estructurales en nuestro material genético (genoma).

Estos «cambios epigenéticos» permiten que el genoma humano se adapte a su entorno, consiguiendo así que este ADN modificado se transmita a la próxima generación de células, así como a la información que determina si, y en qué condiciones, un gen particular es o no activado.

Este estudio, dirigido por el Dr. Jakob Kaminski, comparó los resultados de las pruebas de CI de cerca de 1.500 adolescentes con las modificaciones epigenéticas de los jóvenes. El estudio se centró en testar genes que son importantes en la transmisión de señales basada en la dopamina, un  mensajero químico (neurotransmisor) del sistema nervioso central.

La dopamina juega un papel importante en el sistema de recompensa del cerebro y es crucial para modular el impulso y la motivación de una persona. Los investigadores pudieron demostrar un vínculo entre la regulación epigenética de la dopamina y el rendimiento en el test CI de un individuo.

De esta forma comprobaron que no sólo las experiencias personales y relacionales afectan al desarrollo neuronal, sino que también influyen en los mecanismos genéticos implicados en procesos complejos, como es el caso de la inteligencia.

Menos materia gris

Los resultados de este trabajo pusieron de manifiesto que la materia gris del cuerpo estriado es menos densa en las personas que tienen un gen específico modificado, respecto de las personas que no tienen esta alteración genética. El cuerpo estriado tiene un papel importante en las funciones cognitivas a través del núcleo caudado.

Aunque un cambio epigenético por sí solo no alcanza a transformar la evolución de una persona, especialmente en lo que respecta a su nivel intelectual, esta investigación ha comprobado que desempeña un papel importante en la evolución de las funciones cognitivas.

“La epigenética se suma así al rango de factores que contribuyen a los resultados en los test de inteligencia, de la misma forma que lo hacen la pobreza y la constitución genética”, explica Kaminski en un comunicado.

Y añade: “en este estudio hemos podido constatar cómo las diferencias individuales en los resultados de los test de inteligencia están relacionados con los cambios genéticos y con las diferencias en la actividad cerebral, ambas influidas por el entorno”.

Los investigadores esperan realizar estudios más profundos para determinar el alcance de los efectos ambientales y de las modificaciones neurobiológicas inducidas, sobre el rendimiento de la prueba de CI.

Referencia

Epigenetic variance in dopamine D2 receptor: a marker of IQ malleability? Jakob A. Kaminski et al. Translational Psychiatryvolume 8, Article number: 169 (2018). DOI:https://doi.org/10.1038/s41398-018-0222-7
Fuente: https://www.tendencias21.net/El-entorno-influye-geneticamente-en-la-inteligencia_a44785.html
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Una niña británica obtiene un coeficiente intelectual superior al de Einstein

Redacción: El País

Ophelia Morgan-Dew ha registrado 171 puntos en el test, mientras que la media de la población es de 100

Ophelia Morgan-Dew, una niña británica de tres años, ha obtenido 171 puntos en el examen que mide el coeficiente intelectual, 11 más que los físicos Albert Einstein o Stephen Hawking, según han publicado este martes varios medios de comunicación del Reino Unido. La niña es la persona más joven en acceder a la sociedad para superdotados Mensa, que solamente admite puntuaciones por encima de 132 (estar por encima del 98% de la población). La media actual ronda los 100 puntos.

La pequeña, que pronunció su primera palabra a los ocho meses y a los dos repetía el abecedario de memoria, puede incluso recordar acontecimientos que le sucedieron antes del año. Sus padres, sin embargo, quisieron dejar claro a los medios de comunicación británicos que Ophelia sigue siendo una niña de tres años. «Le gusta corretear, jugar con sus primos, saltar en colchonetas… Cosas normales en una niña a esa edad», ha especificado Dew. Aunque hay una diferencia fundamental con otros niños de su edad, según sus progenitores: «Parece que comprende y asimila todo mucho más rápido de lo normal. Es como hablar con una persona de 19 años».

La perito Carmen Sanz, presidenta del gabinete psicológico y la fundación El Mundo del Superdotado, que evalúa y ofrece terapia a este colectivo, cree que el caso de Ophelia «es muy excepcional» y que está englobada en el 1% de la población más inteligente (el 0,03% según los datos facilitados por los medios británicos). Sanz aconseja a los padres que nunca olviden que están tratando con un niño, a pesar de su inteligencia fuera de lo común. «Los padres tienen que tener presente que a pesar de su madurez tiene muy poca experiencia», ha explicado la psicóloga, que además recomienda que se ponga a la pequeña en el nivel educativo que se adecue a sus capacidades.

Con sus resultados, Ophelia ha destronado a los adolescentes Arnav Sharma y Rahul Doshi, de 12 y 13 años respectivamente, como la niña «más lista» del Reino Unido. Ambos chavales, cuyos resultados se conocieron en 2017, lograron 162 puntos en el examen.

Fuente: https://elpais.com/elpais/2018/08/16/mamas_papas/1534430032_969389.html

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