América del norte/México/22 julio 2017/Fuente: Conacytprensa
México se ubica en el último lugar de desempeño educativo entre los países que conforman la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Según la prueba PISA 2015 —el informe sobre educación más reconocido a nivel mundial—, los estudiantes mexicanos tienen un nivel por debajo del promedio; en ciencias obtuvieron 416, en matemáticas 408 y en lectura 426, cuando la media internacional es de 500; ello, a pesar de que a nivel gubernamental se invierte un alto presupuesto en materia educativa.
Y aunque en las últimas décadas se han impulsado políticas públicas enfocadas en elevar la calidad educativa, como el modelo de carrera magisterial (1993), el programa de escuelas de calidad (2001) y la reciente reforma educativa orientada a la evaluación docente, los resultados no han sido eficaces.
Con el propósito de elevar el rendimiento educativo, Marta Cristina Azaola Calderón, profesora investigadora de la Universidad de Southampton, en Inglaterra, propone la implementación de un modelo de colaboración entre escuelas, un ejercicio que ha tenido efectos positivos en países como China, Suecia, Finlandia, Nueva Zelanda e Inglaterra, entre otros.
El modelo, dice a la Agencia Informativa Conacyt, se enfoca en el mejoramiento de las prácticas docentes a partir de experiencias exitosas entre escuelas sobresalientes que apoyan a otras con deficiencias.
“En México, las políticas educativas se han establecido desde un punto de vista de mejorar la infraestructura o el sistema educativo a nivel individual, y no se ha visto que una forma de transformar la educación es por medio de la colaboración entre escuelas, aprendiendo una de otra”, detalla.
Especialista en el tema, apunta que este modelo podría formar parte de una política integral gubernamental y tener buenos resultados, porque hay escuelas con perspectivas innovadoras que buscan implementar sistemas diferentes a los que se ponderan en México.
En entrevista, señala que el equipo de investigación en que participa en la Universidad de Southampton ha implementando, durante varios años, la colaboración entre escuelas en Inglaterra, en tanto que ha evaluado las experiencias en otros países del mundo de este modelo.
Marta Cristina Azaola.De ahí su interés de realizar un plan piloto en México a pequeña y mediana escala, para lo cual hace una invitación a escuelas interesadas en participar, así como a gobiernos a nivel estatal o federal.
“Considero que los alcances serían muy positivos, ya sea a nivel micro entre escuelas interesadas, o a nivel macro, porque estas redes de colaboración no ven al maestro como un agente que debe llevar a cabo las reformas que establece el gobierno desde arriba, sino que tratan —por medio de un sistema de mentores— de ayudarse examinando la práctica y enseñanza de los maestros, analizando qué hace falta y cómo se puede mejorar la enseñanza de los maestros y de las escuelas”, explica.
Modelo de colaboración
Marta Cristina Azaola, miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), detalla que el modelo se establece entre dos escuelas de zonas geográficas cercanas, una de menor y otra de mayor aprovechamiento, que estén interesadas y comprometidas con el proyecto.
A partir de ahí se establecen los objetivos y las necesidades de la escuela de menor rendimiento para identificar qué necesita mejorar, así como los problemas que puede resolver a corto plazo. Cabe señalar que la escuela que está obteniendo buenos resultados también se beneficia al optimizar sus prácticas docentes, porque se trata de maestros ayudando a maestros, y de maestros aprendiendo de maestros.
“No solo aprende la escuela en dificultad sino también aquella que tiene un desempeño positivo, porque se ha dado en la experiencia internacional que ambas se benefician de esta red de colaboración”, apunta.
Ambas escuelas establecen las áreas de colaboración, que generalmente giran en torno a mejorar el aprendizaje y el bienestar social de los alumnos, a partir de ellas se definen los objetivos mutuos.
Al principio, en cada una se hace un ejercicio de colaboración intraescuela durante ocho semanas, en que los profesores se agrupan en dos grupos de acuerdo a sus años de experiencia con el propósito de que se realicen observaciones mutuas.
Las siguientes ocho semanas se implementa la colaboración entre ambas escuelas (de mayor y menor aprovechamiento), formando pares de maestros del mismo grado que lleven a cabo observaciones de sus prácticas educativas, al tiempo que planeen conjuntamente aquellas que implementarán en sus aulas.
“Se trata de una metodología gradual porque primero se implementa al interior de cada escuela para dar paso a la colaboración mutua”, añade.
Azaola Calderón refiere que la intervención de los investigadores radica en delimitar la colaboración desde el principio y asesorarlas en la detección de los problemas a solucionar, así como en sugerir cómo realizar la observación mutua y la colaboración.
Finalmente, resalta que lo más importante es que ambas escuelas tengan el interés y el consenso de realizar el proyecto de colaboración, porque no puede darse como una forma de coerción.
Fuente: http://www.conacytprensa.mx/index.php/ciencia/humanidades/16353-colaboracion-escuelas-alternativa-calidad-educativa