Aprendamos de lo comunal para no aniquilar al individuo

Por: Miguel Erasmo Zaldívar Carrillo.

En el libro La formación del pensamiento sociológico Nisbet expone francamente el conflicto, al parecer aun hoy insoluble, entre la autoridad que emana de la vida comunitaria y la libertad que nos regaló el capitalismo solidariamente con el desarrollo del poder del estado. Y en algo tiene razón cuando critica a Rousseau: la libertad que nos dieron fue la causa de la disolución de la responsabilidad emanada de la vida en colectivo bajo la idea del éxito y el cuidado personal (Robert, 1996). Según lo que expresa el autor es difícil que la persona humana en libertad pueda crecer solidariamente con la colectividad. Ante esta postura me revelo.

Es asombroso, que todavía hoy, cuando se leen algunas propuestas emanadas de las formas organizativas de las culturas madres se argumenta, en algunas oportunidades, en contra del individualismo generado por el capitalismo como si el sujeto individual no pudiese estar en un armonioso equilibrio con el sujeto colectivo. En la formación del homo sapiens  lo individual y lo social no pueden ser separados; ni ontogenética ni filogenéticamente. La socialización de lo individual y la individualización de lo social son dos caras de la misma moneda en el proceso de constitución de la personalidad.  Ni lo uno ni lo otro podrán entenderse sino en la dialéctica del sistema de relaciones sociales en la que el hombre individual emerge.

Que la “naturaleza humana” es el “conjunto de las relaciones sociales” es la respuesta más satisfactoria, porque incluye la idea del devenir: el hombre deviene, se transforma continuamente con el transformarse de las relaciones sociales […]. Puede incluso decirse que la naturaleza del hombre es la “historia” (y en este sentido, postulando historia = espíritu, que la naturaleza del hombre es el espíritu) si precisamente se da a la historia el significado de “devenir” (Gramsci, 1981, págs. III, 172-173)

Se nace en un específico nicho socio histórico cultural y se han de internalizar las relaciones, saberes y habilidades humanas para que lo humano emerja en un individuo; luego ese propio individuo tendrá posibilidades creativas que lo impulsen más allá de sus propias internalizaciones, haciendo que la sociedad humana avance en esta construcción de la cultura en la que estamos empeñados desde que el Tumai bajó de los árboles en las llanuras africanas. El desarrollo del capitalismo, ciertamente, se acompañó de un proceso de liberación del individuo que se encontraba atado e impedido de crecer por creencias, en algunos casos muy dañinas, como las que nos condujeron a quemar mujeres (supuestamente brujas); también cadenas emanadas de relaciones económicas regidas por el monarca y que frenaban el desarrollo de la naciente industria; otras eran relaciones familiares de sumisión de la mujer, etcétera. La liberación del individuo por parte del desarrollo del capitalismo temprano fue un pequeño paso de avance en el curso de la historia humana que lo condujo a males terribles.

Quiero llamar la atención en este punto porque se suele confundir al individuo y su derecho a la plena libertad con el individualismo capitalista y no son la misma cosa. Considero que no debemos confundir ambas ideas porque el capitalismo es, en primer lugar, el palacio del egoísmo y es en este egoísmo subjetivado al extremo que emerge un sujeto irresponsable ante el destino humano.  Cuando se dice individualismo no debe entenderse la negación de lo individual sino más bien la instalación del egoísmo desmedido como fundamento primero de ese sujeto, que es uno de los logros más difíciles de aniquilar del capitalismo. El individualismo capitalista devino egoísmo sin freno, ambición enfermiza y amor a lo superfluo.  En este punto digo que el capitalismo liberó al individuo para atarlo con mayor firmeza a su instrumentalismo consumista y, en tal sentido, no liberó. No hay tal individualismo capitalista porque se le niega al hombre el derecho a ser diferente y único, para reducirlo a cierto número de hábitus malsanos. En el capitalismo la uniformidad llega a ser crónica: Nada hay más parecido a un enajenado que otro enajenado.

El problema del individuo en el capitalismo no es que se sienta solo para decidir su vida, sino que cree estar por encima de los demás y de la naturaleza en la búsqueda de sus intimas satisfacciones mundanas. Padecemos un egoísmo que, quiérase o no, separa al sujeto o a un grupo de ellos, del destino de la humanidad toda. Metafóricamente puede decirse que el capitalismo educa personas capaces de construir, en medio del diluvio, una barca para ellos solos y sentirse felices y satisfechos. La educación del individuo no prohíbe que se le permita volar por encima de su tiempo y darse a una utilidad que va más allá de todo límite. Se trata entonces de educar un individuo con valores humanos para que no pueda disfrutar su felicidad rodeado de la miseria ajena.

Y es que la patria no pude ser el podio del egoísmo sino el espacio social en el que los hombres individuales se donan a los demás; patria es donación serena, sacrificio necesario hacia el bien común.

El pasado 4 de abril varios medios de comunicación amanecían con la noticia, por demás, aterradora de que:

Este viernes, la ministra de Exteriores española Arantxa González Laya informó de que las autoridades turcas han retenido en el aeropuerto de Ankara un cargamento de respiradores camino de España, donde iban a ser destinados al tratamiento de los pacientes más graves con coronavirus, enfermedad que ya se ha cobrado las vidas de casi 11.200 personas y contagiado a 119.200 en el país. (Alicia, 2020)

Se le estaba limitando la llegada de esos equipos y materiales a una España que ya había visto morir a más de 11 mil ciudadanos. Y uno se pregunta, si un país decide robar los respiradores que otro había encargado: ¿Qué valores se ponen de manifiesto?

Y qué ocurrió cuando el crucero británico MS Braemar con sus enfermos de covid-19 quiso entrar a puerto y se lo impidieron: ¿Que valores manifestamos cuando actuamos de esta manera? ¿Y qué ocurrió cuando Cuba abrió su puerto para que esos seres humanos tuviesen una posibilidad de vivir?; que Habló Martí por sus actos: “Patria es Humanidad”. En un comunicado, la cancillería cubana subrayó que “son tiempos de solidaridad, de entender la salud como un derecho humano, de reforzar la cooperación internacional para hacer frente a nuestros desafíos comunes”.

Si una nación agredida y con severas limitaciones económicas, como la cubana, manda a sus galenos a curar a los hijos de otros pueblos: ¿Qué valores humanos se están manifestando?? No se trata entonces de poner a competir lo individual con lo social; sino de educar valores en los que ni uno ni otro prevalezca mezquinamente. Una sociedad que se ocupe de sus individuos educa individuos que se ocupan de los problemas de esa sociedad y del mundo.

En el seno de la sociedad mexicana han subsistido pueblos con una muy especial forma de organización a la que se le denomina comunalidad. Dentro de ella el sujeto es libre de crecer y desarrollar todas sus potencialidades; pero llegado el momento el pueblo en su asamblea lo convoca a cumplir ciertas funciones a las que no puede sustraerse. ¿No es esto una limitación de la libertad del individuo? No, no lo es. Es un pequeño aporte de lo individual a lo social sin el cual se disuelve lo comunal. Con esto digo que encontramos hoy en día territorios en los que se han dado el equilibrio ético al que toda sociedad humana debe aspirar. Es el mismo equilibrio que se logra en la isla de Cuba sin que en ella existan territorios organizados por comunalidad.  Tal vez, toda la isla es una comunidad de 11 millones de habitantes que practica el sentido comunal de la existencia con el mundo.

En este mismo orden de cosas es triste cómo algunos, a veces, la emprenden contra la ciencia, la industria y la tecnología como si ellas fueran las causantes de los males sociales que hoy aquejan a la sociedad humana. Esto es, salvando las distancias, como aquellos que arremetieron contra las herramientas de trabajo acusándolas de sus condiciones de explotación.

Algunos me han esputado; ¿Por qué hablas mal del capitalismo y utilizas una computadora? Como si mi laptop en sí fuese capitalista por haber sido construida en condiciones de explotación. Habría que remitirse al texto de José Ramón Fabelo “Los valores y sus desafíos actuales” para entender que las creaciones humanas portan significado hacia la humanidad y que este significado depende de la relación de su propia naturaleza y función con la dignidad de la vida. Ni la ciencia, ni la industria ni la tecnología en sí son malas; si puede serlo el uso que los hombres deciden hacer de ellas. Lo negativo es el sistema de relaciones económicas que se ha desarrollado y que subsume toda creación humana desnaturalizándola y sometiéndola a su servicio egoísta. Marx dejó claro que el capitalismo es un sistema inhumano, alienante y debe ser derrotado.

La educación utilizando las nuevas tecnologías de la informática y las comunicaciones tampoco es mala en sí mismo. Lo peligroso es que se la utilice para llenar arcas particulares a costa del desarrollo pleno e integral de la persona humana. Porque debemos estar alertas en que los contenidos con los que se educa al hombre en México son, como mínimo, cuestionables.

Digo contenido cuestionable porque están peligrosamente separado de la realidad histórica en la que vivimos y porque entretiene a los estudiantes en problemáticas que no tocan en los más mínimo las urgencias que viven sus pueblos y comunidades. Se enseña ciencia sin conciencia y se instruye en las humanidades sin humanidad.  No diré que se ha perdido el sentido de la educación crítica y/o emancipadora porque, en mi opinión, eso no lo hemos tenido.

Los mexicanos de este tiempo y más lo educadores deben entender que con pandemia o sin pandemia estábamos ya evocados a construir una educación que abriera el futuro de esta matria mexicana a la definitiva liberación sobre todas las formas de explotación que hemos vivimos.  Con pandemia o sin ella, debemos estar claro que lo que denominamos educación pública, universal y gratuita estaba muy mal: porque ni educaba la criticidad ni la liberación. Los términos publica, universal y gratuita no satisfacen las necesidades educativas del mundo que hoy se vive. Necesitamos, como mínimo una educación, como nos dice Dussel, descolonizadora y yo agregaría; que eso indica antimperialista. Cuando digo, antimperialista no me refiero a la empresa privada; sino a la ética productiva de un sistema que para funcionar necesita robar al hombre su territorio, espiritualidad y su carácter solidario. Imperialismo es despojo por la fuerza, como pretenden hacer hoy con la hermana y siempre digna Venezuela.

En este punto aparece, para salvar el tema, y hablando de educación el concepto de calidad que tanto critican algunos. ¿Qué es calidad educativa? ¿Cómo entender este concepto que el egoísmo capitalista brega por arrebatarnos? ¿Acaso calidad educativa puede ser un concepto que organice y dirija el proceso de emancipación humana?  Nosotros pensamos que sin calidad educativa no podrá haber educación descolonizadora.  Más que sustraernos del concepto de calidad educativa debemos rescatarlo y regresarle el sentido primario que tuvo. Calidad es esencia.

La calidad, tal y como la conceptúa Gramsci es la cualidad de todo objeto de ser diferente a otros elevándose a la vez a su máxima potencia.  El Guernica de Pablo Picasso es una obra de calidad.  Según argumenta el propio Gramsci el capitalismo renuncia a la calidad en aras de la cantidad; pone la cantidad por encima de ella.

La pandemia no va a cambiar el contexto socio histórico anterior a la cuarentena. No lo hizo la peste, ni la gripe española y no lo hará el covid-19.  Cuando termine la cuarentena seguiremos siendo un país productor de materias primas e importador de mercadería. Seguiremos siendo un capitalismo dependiente de la economía norteamericana. Seguiremos disfrutando de las televisoras privadas que ahora, tendrán nuevos temas para sus propuestas alienantes. Retomaremos el futbol, a Batman y a Laura Boso. Y todo ello será, irremediablemente, si no nos montamos en la crisis de este momento histórico y construimos una educación capaz de darnos  conciencia histórica. Las crisis no ofrecen más soluciones que las que sean capaces de construir los hombres. Las crisis suelen ser excelentes oportunidades de crear soluciones, pero solo para hombres y pueblos que fundan. Estoy seguro, por ejemplo, que el sistema de salud del pueblo cubano saldrá fortalecido de esta crisis porque mejorará su calidad y se harán los cambios necesarios para prepararnos para próximas eventualidades como esta.

Necesitamos construir, entonces, una educación de calidad en el sentido en el que Gramsci la entendía. En este momento debemos decir que calidad educativa es todo aquel proceso pedagógico que se organice y dirija hacia el desarrollo máximo de lo humano (del individuo) en el hombre. Un hombre que emergiendo de su colectividad logre la mayor individualidad posible y un sistema de valores que lo prepare para servir. Un hombre que pueda vivir, como decía Martí, por encima de su tiempo. Un hombre cuya creatividad pueda romper las cadenas de la explotación.

Y en este sentido, la noción de creatividad, en su vínculo con la praxis política, asume un nuevo significado: “creativo hay que entenderlo en el sentido ‘relativo’, de pensamiento que modifica el modo de sentir del mayor número y por lo tanto de la realidad misma que no puede ser pensada sin este mayor número” (Gramsci, 1981, págs. Tomo IV, p. 131)

Calidad es lo irrepetible, lo que no podrá ser clonado ni homogeneizado por el capitalismo.  El capitalismo no produce calidad sino cantidad. Como dice Antonio el capitalismo renuncia a la calidad en aras de la cantidad. La escuela de hoy produce cantidad y no calidad porque no potencia al máximo el desarrollo personal individual del alumno. Lo conduce hacia un estado de mediocridad funesto y aniquilador.

La OCDE y otros organismos internacionales nos robaron el concepto de calidad y le adjudicaron criterios egoístas, reduccionista y parciales en consonancia con el individualismo capitalista y con el modelo de sociedad y hombre que ellos buscan.  Les interesaba que al sujeto mediocre que salía de sus aulas se le adjudicara una categoría como esa para ocultar su putrefacción pedagógica. Con solo decir que el argumento central de la OCDE en su propuesta de calidad para México se centra en que:

Hacia una reforma educativa en México: La mejora en la calidad educativa es una prioridad política y social en México, especialmente en años recientes, debido a las altas tasas de pobreza, la fuerte desigualdad y el aumento de la criminalidad. (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, 2010)

Ellos pretenden resolver los problemas de la sociedad mexicana atacando los efectos y no las causas. La educación, en nuestra convicción no puede resolver problemas sociales que no genera. Idealistamente se le pretende dar a la escuela responsabilidades que están más allá de sus posibilidades reales para justificar al verdadero causante del desastre que es el imperialismo neoliberal.  Lo que para la OCDE es calidad para nosotros es suicidio; lo que para nosotros es calidad para ellos es aniquilación porque la calidad educativa tal y como la vemos aniquila al egoísmo capitalista neoliberal.

Ninguna sociedad podrá llamarse humana si no potencia al máximo el desarrollo de todas las cualidades humanas individuales: todo hombre tiene derecho a ser y a ir más allá del grupo en el que se forma; de eso se trata la creatividad y la calidad educativa: de superar individualmente las condiciones sociales de partida; pero junto a ello, claro está, se debe educar en la responsabilidad hacia el otro, hacia la humanidad toda.

Cuando nos acercamos a personalidades de la historia como Bolívar, Martí, Juárez, Sucre; etcétera: comprendemos que fueron personas que pudieron vivir su tiempo siendo ellos mismos, tal vez con algunas dudas y temores; pero, tomando distancia, de la masa que los acompañaba. La verdadera libertad humana legará cuando la educación pueda darle a cada quien el desarrollo para el que está listo, cuando la escuela le de alas a cada niño para que se eleve al cielo de lo humano y enriquezca la cultura con sus aportes únicos e irrepetibles. En los cuadros de Diego, de Frida y de Picasso hay calidad; son únicos, hermosos y creativos.

Digamos entonces que se debe buscar el equilibrio natural y sano entre lo social y lo individual; entre mis justificadas metas personales y las posibilidades del colectivo de sustentarlas sin perder la dignidad colectiva. Podemos asegurar que una colectividad humana sana es aquella en la que los individuos no tienen límites a sus desarrollos personales.

Trabajos citados

Alicia, A. (4 de Abril de 2020). La escasez global de respiradores multiplica la «piratería moderna» entre países. Obtenido de MUNDO: https://www.elconfidencial.com/mundo/2020-04-04/respiradores-coronavirus-escasez-global-pirateria_2534175/

Gramsci, A. (1981). Cuaernos de la Carcel (Vol. Tomo I a VI). Puebla, México: Era.

Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico. (2010). Acuerdo de cooperaciónMéxico-OCDE paramejorar la calidadde la educación de lasescuelas mexicanas. México-DF: OCDE.

Robert, N. (1996). La formación del pensamiento sociológico. Buenos Aires: Amorrortu editores.

Fuente del artículo: Equipo de Ove.

Imagen: https://pixabay.com/illustrations/human-group-of-people-collection-567563/

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