¡Diversión vs Educación! YouTube se convierte en una plataforma para educación
Muchos creen que las redes sociales son solo para divertirse y en un comienzo así eran, YouTube se creó en el año 2005 y desde entonces se ha convertido en la plataforma de video favorita de millones de personas a nivel mundial, en ella cualquiera puede encontrar desde videos musicales de grandes artistas hasta tutoriales y videovlogg de personas comunes que comparten sus aventuras por medio de esta streaming.
Sin embargo son muchos los cambios que YouTube ha traído en los últimos años y el impacto que ha causado en la sociedad, ha cambiado incluso la manera de educar. YouTube es una de las herramientas esenciales para cualquier influencer, es una plataforma que ha creado todo un lenguaje alrededor de ella y se ha convertido en la fuente de empleo de millones de youtubers alrededor del mundo.
El artículo “Educación: la silenciosa revolución de YouTube en la sala de clases”, establece que en Alemania el 70% de los estudiantes utiliza YouTube como herramienta de educativa y establece que de forma silenciosa esta plataforma ha ido cambiado la manera en la que los estudiantes aprenden, y desplazando la enseñanza tradicional algo que es positivo y negativo al mismo tiempo, mientras que el portal Tutorsaap, establece que el no usar TIC dentro de las aulas de clases es un error y una forma de darle la espalda al futuro.
Son muchos los youtubers que actualmente se dedican a la educación, muchos los llaman Edutubers y otros les conocen como difusores culturales. Esta forma particular de educar ha creado, premiaciones, grandes conferencias y toda una comunidad científica y profesional que se dedica a trasmitir conocimiento por medio de videos y clips en YouTube.
YouTube EDU
La plataforma más grande de videos ha creado un apartado conocido como YouTube EDU, una categoría que incluye todos aquellos canales orientados a la educación, creado tanto por alumnos como profesores y que va desde la educación primaria hasta el nivel universitario e incluso un poco más allá, en esta categoría se incluyen grandes canales como Math2me quienes se dedican a las matemáticas y la física.
El canal Astrofísicos en acción es otro de los grandes canales de YouTube EDU México, que esta creado por profesores y estudiantes de física y astronomía reconocidos y que han conseguido muchos premios dentro y fuera de México, pero las matemáticas no son lo único que pueden encontrar los usuarios en esta categoría, pues existen infinidad de canales que van desde los idiomas como Alejo Lopera o profesores de biología y español.
Son muchos los beneficios que brinda la educación online, pues muchos estudiantes encuentran en sus youtubers favoritos lecciones divertidas e incluso inspiración para terminar sus propias carreras, una de las divulgadoras culturales más famosas de España es Ter una arquitecta que crea lecciones divertidas donde mezcla la arquitectura con la cultura pop por medio de canciones, celebridades o emoticones.
Otro de los influencers divertidos de YouTube es Alejo Lopera un profesor de inglés y estrella de la televisión colombiana que ha conseguido que por medio de sus videos de YouTube sus estudiantes aprendan más rápido e incluso ha utilizado la música urbana como estrategia de aprendizaje en las redes sociales, porque tal parece que la educación no está peleada con la diversión, al menos en YouTube algo que ha conseguido que los influencers educativos ganen mucha popularidad en los últimos años.
El artículo de Revista Cabal “YouTube como herramienta educativa” explica que las ventajas que tiene esta plataforma por encima de la educación tradicional, es que los tutoriales han sido pensados y diseñados teniendo en cuenta el punto de vista del usuario, son creados para que guste y entretenga a los suscriptores con el plus de estar aprendiendo.
Ciencias y educación social
Se puede pensar que los edutubers son solo aquellos influencers que enseñan ciencias, pero dentro de esta categoría se pueden incluir a aquellos que hacen un poco más, a los influencers que se han dedicado a educar a la sociedad y crear consciencia ecológica o a formar ideas de tolerancia sobre temas como religión o sexualidad. Tigrillo Daniel Valero es uno de los influencers más reconocidos por dedicar su canal a la educación sexual, desde el punto de vista social.
Aunque originalmente los canales educativos se proliferaron en Europa y Estados Unidos, Latinoamérica en los últimos dos años se ha convertido en un fuerte competidor en la streaming al punto de crear diferentes convivencias y conferencias en ciudades como Ciudad de México o Sao Paulo, para reunir a los mejores talentos de la plataforma latina, demostrando que a nivel de educación Latam esta tan activa como cualquier otro.
YouTube sigue siendo una plataforma para divertirse y encontrar videos graciosos, pero ya no solo es el lugar donde mirar gatitos adorables, ahora puedes aprender casi cualquier oficio o de cualquier tema con videos de menos de una hora.
Fuente de la Información: https://www.laneta.com/diversion-vs-educacion-youtube-como-una-plataforma-multifuncional-de-ensenanza-24-12/token/scroll
Miles de científicos, incluidos 17 premios Nobel, exigen que la investigación y la educación vuelvan al escalafón más alto de la Comisión Europea.
La ciencia ha desaparecido de lo más alto del escalafón de la Comisión Europea. También la educación. Ambas competencias pasarán a una sola comisaria, la búlgara Mariya Gabriel, cuya cartera llevará el nombre de Innovación y Juventud.
Este cambio en el ejecutivo europeo de Ursula von der Leyen ha indignado a la comunidad científica, que ve tras este gesto un ninguneo de la investigación científica y su importancia para el desarrollo económico y para aportar datos y soluciones frente al cambio climático, dos temas prioritarios para el nuevo Ejecutivo.
La decisión de Von der Leyen “enfatiza la rentabilidad económica (innovación) y olvida su base, que es la educación y la investigación”, denuncia una carta abierta que lideran investigadores de varios países, incluida España, así como 17 premios Nobel. La misiva, dirigida a Von der Leyen y al presidente del Parlamento Europeo, David Maria Sassoli añade: “queremos recordarle al público y a los políticos que sin educación e investigación no puede existir la base para la innovación en Europa ni podremos garantizar un buen nivel de vida para los europeos en un contexto de fiera competencia global”. Los firmantes exigen que el título oficial de Gabriel incluya la educación y la investigación como viene siendo habitual en los ejecutivos anteriores. Los nuevos cargos del ejecutivo deben ser refrendados por el Parlamento Europeo en las próximas semanas, por lo que aún sería posible la rectificación, consideran los firmantes.
La carta ha recibido el apoyo de presidentes y vicepresidentes de Sociedades Científicas de toda Europa y altos representantes de grandes organismos públicos de investigación, incluido el vicepresidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Jesús Marco, así como la presidenta de las sociedades científicas españolas, Perla Wahnón. Destaca también la firma de dos de los tres vicepresidentes del Consejo Europeo de Investigación, una prestigiosa institución dependiente de la Comisión cuyas becas de investigación están consideradas entre las más competitivas y prestigiosas del mundo. Más de 6.000 investigadores de toda Europa han respaldado la iniciativa.
“Una cartera es mucho más que un nombre”, explica una portavoz del ejecutivo comunitario.
En su carta a la nueva comisaria, Von der Leyen enfatiza que la investigación, la educación y la innovación “son claves para la competitividad y para la transición hacia una economía neutral en emisiones contaminantes y la nueva era digital”. Además especifica que una de sus principales competencias debe ser la de buscar un acuerdo “rápido” para implementar Horizonte Europa, el nuevo programa de investigación para los próximos cinco años que cuenta con una financiación de unos 100.000 millones de euros.
“Una cartera es mucho más que un nombre”, explica una portavoz del ejecutivo comunitario. “La investigación sigue siendo un tema central en la comisión de Von der Leyen”, añade, pero parece cerrar la puerta a que el título cambie. “Examinaremos todos los argumentos que se planteen más allá de los títulos de los comisarios. De momento no habrá una decisión rápida”.
“Omitir de las atribuciones de la nueva comisaria la investigación y la educación de los más alto del escalafón les quita importancia, no nos parece serio que Von der Leyen haya tomado esta decisión”, explica Wahnón, presidenta de la COSCE. “No recordamos que esto haya sucedido nunca”, clama Antonio Pich, investigador de la Universidad de Valencia y promotor de la iniciativa junto a colegas de Francia, Italia, Alemania y Noruega. Los impulsores temen que este sea el primer paso hacia golpes más drásticos. “Siempre que estas dos áreas dejan de estar reconocidas al más alto nivel, los recortes suelen ser automáticos”, resalta.
Otros expertos no comparten este pesimismo. Jorge Barrero, director general de la Fundación Cotec para la Innovación, señala que “puede resultar desconcertante que aparezcan unos términos y se pierdan otros, pero no parece muy científico centrarse en las etiquetas”. “Si analizamos la carta misional que define el mandato del presidente a cada comisario se percibe una apuesta por la ciencia clara. Además se abre la oportunidad de ligar ésta a la educación, en particular la universitaria, que es lo tradicional en los ministerios y consejerías en España. Más allá de esa carta y de especulaciones de los críticos, a los optimistas nos toca esperar y evaluar compromisos y resultados, estaremos atentos”, añade.
Fuente e imagen: https://elpais.com/elpais/2019/09/24/ciencia/1569345759_489453.html
Una encuesta entre 1.200 investigadores de 63 instituciones muestra la diferente percepción de las desigualdades entre sexos.
En España existe desigualdad de género en el ámbito científico, especialmente en el reparto de los cargos más altos, pero hasta ahora casi no se había explorado cómo perciben ese problema los miembros de la comunidad científica.
Hoy se han publicado los datos de una encuesta que explora este asunto entre 1.295 científicos de 63 centros de investigación y universidades públicas y privadas de España. El 64% de los encuestados eran mujeres y el 36% hombres. En la encuesta participaron miembros de la mayoría de escalas académicas.
La conclusión general es que las científicas sienten una mayor desigualdad entre sexos en su ambiente de trabajo que los científicos. Por ejemplo, el 46% de las encuestadas afirma que ser mujer las perjudica en su carrera, mientras solo el 10% de los hombres piensa igual. El 79% de los hombres piensa que hay igualdad de trato entre sexos en sus departamentos, mientras que entre mujeres la proporción es menor (55%). El 70% de las féminas cree que las mujeres no ocupan suficientes puestos de liderazgo en España, mientras que entre los hombres el porcentaje es del 53%. Esa percepción se reduce al 47% de las mujeres y el 35% de hombres cuando se les pregunta por su propio departamento.
Más de la mitad de los encuestados cree que sus departamentos no están comprometidos con la igualdad de género.
En las universidades españolas, solo el 21% de los puestos de mayor responsabilidad científica los ocupan mujeres, según el último informe Científicas en cifras publicados por el Ministerio de Ciencia e Innovación.
«No existe a día de hoy ninguna encuesta sobre cómo mujeres y hombre perciben el problema de la igualdad», ha resaltado María Jiménez, coordinadora del estudio, que se ha presentado esta mañana en Madrid. El trabajo lo ha realizado la Sociedad de Científicos Españoles en el Reino Unido (CERU) con la colaboración de la Fundación Cotec para la innovación. La iniciativa se inspira en una similar que se realiza en Reino Unido impulsado por la Royal Society y otras sociedades científicas.
La encuesta muestra que solo el 26% de las mujeres creen que los hombres vean a las mujeres como buenas líderes en investigación, mientras es el 61% de los varones el que lo piensa. No todas las cifras del informe son negativas. Por ejemplo, la mayoría de mujeres (61%) no percibe un trato desfavorable por su sexo, pero esa proporción es menor que la de hombres que sienten lo mismo (83%). Seis de cada 10 mujeres creen que las tareas que se asocian a un mayor prestigio profesional se reparten de la misma manera entre mujeres y hombres. Los hombres que piensan igual son más: ocho de cada 10. Más de la mitad de los encuestados de ambos sexos cree que los departamentos no están tomando medidas suficientes para combatir la desigualdad de género.
Según el estudio, las bajas por maternidad son un «claro medidor de desigualdad entre mujeres y hombres en el sector de la investigación». El 52% de las encuestadas tuvo una baja por maternidad, mientras solo el 27% de los varones la disfrutó de paternidad. El 60% de las féminas cree que irse de baja maternal tiene efectos negativos en su carrera. El 33% de los hombres piensa lo mismo.
La semana pasada, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), el mayor organismo público de investigación del país, inició una encuesta entre sus 11.000 empleados sobre otro asunto, el acoso sexual. El Gobierno está diseñando además una encuesta y un estudio sobre las condiciones de igualdad de género y la inclusión del colectivo LGTBI en todos los Organismos Públicos de Investigación, según ha informado a este diario un portavoz del Ministerio de Ciencia. El estudio se publicará en el primer trimestre de 2020. Este departamento anunció la semana pasada que el recientemente creado Observatorio Mujeres, Ciencia e Innovación para la igualdad de género en el Sistema Español de Ciencia está preparando otro informe sobre desigualdad de género en innovación y emprendimiento.
Fuente e imagen: https://elpais.com/elpais/2019/09/20/ciencia/1568995364_875166.html
Por medio de un portal web, el Conacyt busca eliminar la brecha entre el público general y la comunidad científica, y realmente suena muy realista.
El Conacyt anuncio que realizara un programa para apoyar a proyectos científicos en México. Por lo que esto podría beneficiar a estudiantes y profesionales de distintas áreas científicas. Además de que puede abrir el interés de las personas en la ciencia.
No lo digo yo, lo dice la ciencia
El proyecto lleva por nombre “Programa nacional de Apropiación de la Ciencia” y fue anunciado por la directora del Conacyt. En una conferencia de prensa, María Elena Álvarez dijo que esto podría beneficiar incluso a los medios de comunicación.
Esto es posible por varias razones, porque el programa tendrá su propio portal de Internet. En este, los investigares becados por el Conacyt podrán divulgar sus trabajos para darlos a conocer a todo mundo. Ya que servirá como un portal oficial de estos trabajos científicos.
Sus avances e investigaciones podrán ser compartidas por medio de videos, fotografías y trabajos escritos. Con la finalidad de que todo mundo pueda acceder a su trabajo y conocerlo más a fondo.
Sumado a eso, en caso de que los medios de comunicación decidan ponerse en contacto con algún investigador. Esta plataforma en línea servirá como medio entre científicos y reporteros. Con lo que se podrán poner en contacto de manera directa sin terceros de por medio. Facilitando el flujo de información entre los medios y el Conacyt.
Además, a parte de los medios, el público en general podrá realizar dudas y comentarios directamente a los investigadores. Por lo que si una escuela se siente interesada en algún proyecto científico, ahora les será más sencillo hablar con los responsables.
Esto es un gran paso en el desarrollo de la ciencia en México, puesto que muchas veces los descubrimientos y avances pasan desapercibidos. Solo esperemos que las personas hagan uso adecuado de esta nueva herramienta y no la usen para molestar. Porque pasa.
Más de 140.000 personas han firmado en tan solo cinco días el ‘Manifiesto por la Ciencia’ de la la Asociación Española de Investigación sobre el Cáncer (ASEICA), en el que se alerta de la situación por la que atraviesa actualmente el trabajo científico en España.
El documento, que cuenta con con el apoyo de los 31 directores de los centros de investigación e institutos sanitarios más relevantes del país y 1.400 científicos a título particular, denuncia el «deterioro» del sistema científico español. Además, la Red de Asociaciones de Investigadores y Científicos Españoles en el Exterior (RAICEX) y la Society of Spanish Researchers in the United Kingdom (CERU-SRUK) también se han adherido oficialmente.
«La disminución continuada de los recursos públicos dirigidos a la investigación, desarrollo e innovación compromete seriamente la competitividad de los grupos de investigación en cáncer más punteros y la viabilidad de los equipos liderados por los investigadores más jóvenes de nuestro país», alertan.
ASEICA denuncia que los científicos españolse solo reciben «tres de cada diez euros del dinero público presupuestado». «En términos cuantitativos, se estima que el presupuesto español para I+D+i está por debajo del 1 por ciento del producto interior bruto en términos reales, una cifra muy alejada de los países del entorno y de los objetivos que la Unión Europea ha fijado en su Estrategia de Lisboa para 2020», explica su presidente, Xosé Bustelo.
Esto, a su juicio, se está traduciendo en «graves recortes» en la financiación que «afectan incluso a la línea de flotación de los grupos de investigación punteros de este país». «Es ya literalmente imposible hacer ciencia competitiva en el país con los presupuestos que se están asignando actualmente a los proyectos de investigación», según el doctor Bustelo.
Junto con este problema, los impulsores del manifiesto alertan también de que «la última convocatoria de proyectos del Plan Nacional de I+D+i correspondiente al año 2018 ha salido con más de 7 meses de retraso y, pese a que los proyectos deberían haberse iniciado el 1 de enero de este año, no lo harán hasta los últimos meses de este año según los cálculos más optimistas».
«Como resultado de estos retrasos, muchos grupos de investigación, sobre todo los liderados por los científicos más jóvenes, están actualmente sin financiación desde el 1 de enero. Esto conlleva a su vez el despido temporal de investigadores altamente cualificados debido a la falta de continuidad entre proyectos sucesivos», señala el presidente de ASEICA.
El malestar se impone en universidades y centros de investigación estos días en Europa. El motivo: los presupuestos presentados el pasado mes de junio para el próximo programa marco de investigación e innovación de la Unión Europea,Horizonte Europa. La propuesta, que aún debe ser votada en el Parlamento europeo, supone invertir casi 100.000 millones de euros en R+D+i entre 2021 y 2027, una cifra que la comunidad científica califica de insuficiente y alerta que debe aumentarse hasta los 160.000 millones si no se quiere poner en peligro el sistema de ciencia de excelencia europeo. Asimismo, reclaman más transparencia en la distribución de la financiación y que se apueste por la investigación básica.
La propuesta recientemente presentada supone un ligero aumento respecto al actual programa marco Horizonte 2020: de los 70.000 millones de euros actuales se pasaría a 100.000 millones. No obstante, las asociaciones universitarias y centros de investigación consideran que al menos hacen falta 160.000 millones de euros “para llevar a cabo este ambicioso programa”.
“La actual propuesta de 100.000 millones es un buen esfuerzo tal y como está la situación política actual, con temas sobre la mesa como el Brexit o las preocupaciones en materia de seguridad, pero no es suficiente”, asegura Marta Agostinho, coordinadora de la Alianza de centros de investigación biomédica de excelencia en Europa EU-LIFE.
El presupuesto es la primera gran preocupación de la comunidad científica, pero también su distribución, puesto que consideran que se destinan a la investigación aplicada descuidando la investigación básica.
“Si no hacemos un esfuerzo para aumentar el presupuesto global de Horizonte Europa hasta alcanzar los 160.000 millones, el potencial de investigación e innovación de la Unión Europea estará en riesgo”
“Nos preocupa que, sobre todo, aumentan las partidas destinadas a innovación para ayudar a lanzar proyectos empresariales que hipotéticamente tienen un mayor impacto, y se relega la investigación básica. Además, no están claros los procedimientos, a quién irán destinados esos recursos, porque difícilmente llegarán a universidades o centros de investigación”, lamenta Domènec Espriu, vicerrector de investigación de la Universitat de Barcelona, que reclama que “se reparta el presupuesto de manera clara, sin subvenciones encubiertas a la industria”.
De hecho, la financiación de la ciencia básica es una de las principales preocupaciones de la comunidad científica europea, que considera que el mayor valor a largo plazo procede de la investigación de excelencia que no tiene una aplicación directa.
“Si no hay inversión en ciencia básica, a corto plazo la inversión en ciencia aplicada puede funcionar, pero a largo plazo no. No se pueden financiar solo investigaciones para tratar enfermedades, también hay que entenderlas, porque si no en poco tiempo no habrá nada novedoso que pueda ayudar a curarlas”, afirma Luis Serrano, director del Centre de Regulació Genòmica (CRG) de Barcelona.
El nuevo programa marco, que debe ponerse en marcha en enero de 2021, está centrado en tres pilares: I Ciencia abierta, II Retos globales y competitividad industrial, y III Innovación abierta. Estos tres pilares se sustentarán en un IV pilar de consolidación de los objetivos de la llamada área de investigación europea (ERA).
“Conlleva más tiempo, probablemente también más riesgo, pero proporciona mayores beneficios económicos y sociales en términos de salud, de medio ambiente, de una mejor sociedad en definitiva”, defiende Agostinho, que remacha que “los actuales niveles de inversión son demasiado bajos ya de por sí en Europa para poder aprovechar su investigación de excelencia”.
En este sentido, la comunidad científica pone como ejemplo los dos programas considerados “la joya de la corona” de la Unión Europea, como son el Consejo Europeo de Investigación (ERC, por sus siglas en inglés) y el Marie Curie. Ambos reconocen a investigadores brillantes y financian su investigación de excelencia, pero tienen tasas de éxito muy bajas.
La ciencia básica conlleva más tiempo, probablemente también más riesgo, pero proporciona mayores beneficios económicos y sociales en términos de salud, de medio ambiente, de una mejor sociedad en definitiva.
“Las tasas de éxito de las becas del ERC son tan bajas que muchos proyectos brillantes con un enorme potencial se acaban abandonando por falta de financiación. Y esa situación va a continuar con la actual propuesta”, advierte Agostinho. “La inversión en ciencia de excelencia se tiene que doblar en comparación con el actual Horizonte 2020. Si no, ese talento se irá a otros lados donde sí le permitan seguir con su investigación de excelencia, como a Estados Unidos o a China”, apostilla.
La propuesta de presupuesto aún tiene que pasar por el Parlamento Europeo, donde tendrá que ser aprobada. Y los científicos temen que allí sufra un recorte que “haga que nos quedemos como estamos o incluso peor”, en palabras de Espriu. Algunos, como Serrano, se muestran no obstantes optimistas: “Con el SOMMa [La Alianza de Centros Severo Ochoa y Unidades María de Maeztu] logramos cambiar dos leyes en el Parlamento a base de trabajar con los políticos, que a veces toman decisiones sin discutir con los actores implicados, sin saber el impacto de la investigación, los números”.
Por último, la comunidad científica lanza otro llamamiento a los Estados miembro, a los que reclama compromiso. En teoría, deben invertir el 3% de su producto interior bruto en I+D+i, pero si se revisan las cifras de 2015 solo tres estados estaban cumpliendo ese compromiso de inversión. Muchos están por debajo del 2% e incluso del 1%. “Hay que tomar responsabilidad como estados e invertir a nivel estatal. Horizonte Europa no debe substituir la inversión en los sistemas nacionales de investigación, sino que debe ser complementario”.
“Hay que tomar responsabilidad como estados e invertir a nivel estatal. Horizonte Europa no debe substituir la inversión en los sistemas nacionales de investigación, sino que debe ser complementario”
América del norte/Estados Unidos/14 Junio 2018/Fuente: El país
Las Academias Nacionales de Ciencia, Ingeniería y Medicina publican el estudio que revela que más de la mitad de las mujeres en esas áreas sufren algún tipo de acoso
Sus amigos, aquellos que no tenían nada que ver con la medicina, no se lo podían creer. “¿Me estás tomando el pelo o qué?”, le preguntaron. Sin embargo, compañeros y personal de la facultad donde trabajaba, lo que le pidieron fue dejarlo pasar: “Si informas de esto no te va a ir bien. No quieres armar un escándalo”. Esta mujer, miembro de una facultad de Medicina en Estados Unidos, sabía que sus compañeros de la institución tenían razón, pero también era consciente de que lo que había ocurrido, y seguía ocurriendo, era demasiado: “No debería tener que estar preparándome para ser violada cuando voy a trabajar”.
Este es solo uno de las decenas de testimonios que recoge el informe Acoso sexual en las mujeres: clima, cultura y consecuencias en las Academias de Ciencia, Ingeniería y Medicinaque las tres instituciones estadounidenses publicaron el pasado martes. Es el análisis más exhaustivo sobre este tema hasta la fecha, trabajado durante más de dos años y basado en centenares de estudios, entrevistas, estadísticas e informes que se remontan y avanzan desde la década de los ochenta. Sus conclusiones no hacen más que apuntalar una realidad que cada vez es más visible y menos sorprendente: más de la mitad de las mujeres en esos tres ámbitos, y a todos los niveles (alumnas y profesoras), han sufrido algún tipo de acoso, laboral o sexual o ambos, abusos, agresiones sexuales, desprecio o menosprecio profesional y personal durante su formación o el ejercicio de su profesión.
“A pesar de que cada vez hay más mujeres en los campos científicos, asumiendo responsabilidades y liderando investigaciones, los datos indican que esto pasa demasiado a menudo”, comentaba el pasado martes Marcia McNutt, la presidenta de la Academia Nacional de Ciencias, que aseguró que esta “cultura” provoca una devastación clara en las mujeres, a nivel personal y profesional, y en su salud física y psíquica. “Es, además, una pérdida tremenda de los recursos humanos que tenemos, de potencial, de talento y de inversión en ese talento”. Con un agravante, que las políticas y los protocolos actuales para controlar esta situación no dan signos de funcionar y las consecuencias suelen ser el freno a las carreras profesionales de las mujeres o incluso el abandono.
Para la presidenta, el informe ha sido publicado en el momento justo, después de que el movimiento Me Too haya roto con el oscurantismo y el silencio de millones de mujeres en el mundo y se haya generado un movimiento global y creciente de toma de conciencia y rechazo a esta violación constante de sus cuerpos, sus aptitudes y sus voluntades. Frente a esto, la respuesta de las instituciones es contundente: cambiar no solo es urgente sino imprescindible. Y para ese cambio, apuntó McNutt, las academias y las organizaciones públicas y privadas deben crear un clima totalmente distinto que logre evitar ese acoso desde el primer indicio: “Nuestro informe ofrece soluciones específicas para los distintos espacios, para poder reducir o eliminar ese acoso. Es necesaria una cultura basada en la diversidad, la inclusión y el respeto”. Algo que, por el momento, no ocurre.
ampliar fotoUna de las infografías que la Academia ha preparado para resumir algunas de las recomendaciones que apuntan en el informe.
El investigador Kevin Swartout, de la Universidad Estatal de Georgia, fue el encargado de armar el puzzle con los datos de los sistemas de la Universidad de Texas, a los que se añadieron después los de la Universidad Estatal de Pensilvania para tener una visión más amplia; una base de más de 10.000 estudiantes de grado y posgrado y profesorado que reveló un comportamiento constante de acoso por parte de los docentes o el personal. “Alrededor del 20% de las estudiantes de ciencias (grado y posgrado) lo sufrieron, más de una cuarta parte de las estudiantes de ingeniería y más del 40% de estudiantes de medicina”, apunta el informe en referencia a la encuesta de la institución texana. “En Pensilvania se realizó una encuesta similar con resultados parecidos: el 33% de las estudiantes de grado, el 43% de las de posgrado y el 50% de las de medicina”.
Aunque no se han conseguido cifras determinantes en torno a grupos minoritarios, el informe apunta a que las mujeres que pertenecen a colectivos LGTBIQ o son de raza negra son objetivos más habituales que cualquier otra mujer blanca y heterosexual; y añade otros datos de encuestas que revelan los mismos porcentajes e incide en que no debería suponer una sorpresa. “Los empleados de instituciones académicas tienen la segunda tasa más alta de acoso sexual [en Estados Unidos] con el 58% (los militares se posicionan en primer lugar con el 69%)”.
Las encuestas fueron completadas con cuarenta entrevistas a profesionales de todos los campos, de distintas edades y a distintos niveles. Alrededor de la mitad denunció algún tipo de acoso físico, sin embargo, el psíquico también despunta como una importante arista a limar. “La mayoría de ellos están degradando a la mujer, encerrándola en el lugar de trabajo, menospreciándola frente a otros colegas, diciéndole que no es tan capaz como otros, o hablando mal de ellas al resto… No es solo tocar o invadir sexualmente, sino más bien a nivel intelectual. Intentan hacer esos juegos mentales para que no puedas defenderte físicamente”, apunta una profesora asistente de Ingeniería en el estudio.
Comentarios sexistas, bromas constantes y alusiones que degradan o humillan a las mujeres en el ámbito personal o profesional aparecían una y otra vez en la recogida de información. Apuntan a cuatro aspectos que se dan en esos lugares de trabajo como algunas de las causas de estas actitudes: “La dependencia de los asesores y mentores para el avance profesional; el sistema de meritocracia que no tiene en cuenta la disminución en la productividad como resultado del acoso sexual; la cultura machista en algunos campos; y la red informal de comunicaciones, a través de la cual se difunden rumores y acusaciones dentro y a través de programas y campos especializados”. Y añadieron cinco factores que podrían explicar, en parte, este acoso generalizado: la percepción de tolerancia hacia estas actitudes, una mayoría de hombres en este entorno, la férrea jerarquía —que además suele concentrar mucho poder en muy pocos nombres—, sin la educación ni las herramientas para luchar contra esto, y un mal enfoque de las leyes que regulan el acoso en las instituciones.
El estudio explica que, demasiado a menudo, la interpretación judicial de esas leyes incentiva a las instituciones a crear políticas que se centran más en un cumplimiento simbólico de esa legislación y a evitar la responsabilidad que a prevenir el acoso. Es decir, normas que acaban protegiendo a quien perpreta el acoso y no a la víctima. Algo que queda definido como “desalentador”. “Al mismo tiempo que se invierten mucho dinero y energía en atraer y retener a las mujeres en estos campos, a menudo son intimidadas o expulsadas de su carrera. Incluso cuando se quedan, su capacidad para contribuir y avanzar puede verse limitada como consecuencia del acoso sexual, ya sea de forma directa, por el acoso ambiental en el entorno en su departamento, programa o disciplina, por las represalias o porque son tratadas como traidoras después de informar formalmente el acoso”.
Por eso, entre otros estudios, el de Vicki J. Magley en 2002, Hacer frente al acoso sexual: reconceptualizar la resistencia de las mujeres, descubrió —con una base de datos de más de 15.000 mujeres— que con frecuencia las respuestas eran ignorar o intentar apaciguar al acosador. Rara vez lo enfrentaban y siempre intentaban mantener una buena relación con él. “Por ejemplo, el 74,3% de las mujeres en uno de los siete conjuntos de datos analizados por Magley evitaron a su autor, el 72,8% se separó psicológicamente de la situación, el 69,9% por ciento soportó la situación sin intentar resolver el problema y el 29,5% intentó calmar a su perpetrador inventando una excusa para explicar su comportamiento”.
La historia de siempre. Culpabilización, miedo a no ser creídas en un primer momento y al descrédito posterior, y a ser vapuleadas, maltratadas o a soportar venganzas después; algo que refleja bien el testimonio de una investigadora en medicina que, tras haber sufrido varios tipos de acoso laboral y sexual, acabó informando al director de su programa, que dejó el asunto en manos del jefe de la institución en cuestión; fue él quien le dijo que le recordaba a su exmujer —»a la que todos sabíamos que odiaba”, anota en el informe la médica—, y que si lloraba menos tal vez tendría más amigos. “A partir de ahí, la calificación que hacía de mi trabajo simplemente se fue cuesta abajo”.
El panorama plantea una serie de cambios profundos, estructurales, que según la Academia deben ser tenidos en cuenta desde ya y que han concentrado en 15 recomendaciones no solo para su propia organización, sino para otras agencias federales y políticas para que ese viraje hacia un mundo más inclusivo pueda llegar a todos los rincones. Entre esas recomendaciones está abordar de forma directa el acoso sexual e ir más allá del mero cumplimiento de las leyes para cambiar desde la raíz la cultura y el clima en esas instituciones; generar ambientes más diversos, inclusivos y respetuosos; mejorar la transparencia y la responsabilidad en todos los niveles; rebajar al máximo esas relaciones jerárquicas tóxicas que se dan entre las alumnas y el profesorado, con un poder tremendamente concentrado y que sobrevuela el futuro de las estudiantes; dar siempre apoyo a la víctima; o comenzar investigaciones que puedan seguir dando luz a esta realidad e iniciar cambios legislativos y políticos para paliarla.
Muchos detalles y consejos repartidos en las más de 300 páginas de este trabajo que comenzó a prepararse hace más de dos años, cuando el Comité de Mujeres en Ciencia, Ingeniería y Medicina propuso que se creara un grupo especial para analizar el pasado y el presente del acoso sexual en sus áreas, qué impacto produce y sentar las bases para su prevención y erradicación en el entorno académico. Científicos, ingenieros, médicos, expertos en el tema, juristas y psicólogos se pusieron entonces a recopilar y desmenuzar la literatura existente. Y, aunque se radiografiaron también a sí mismos, olvidaron uno de los engranajes de su propia maquinaria.
Pero hay más. La científica de la Universidad Estatal de Michigan Julie Libarkin, que creó el pasado 4 de junio una plataforma web para denunciar el acoso en su área, MeTooSTEM, lleva desde los años ochenta engrosando una base de datos sobre acoso sexual que acumula más de 650 casos; la revisión de The Washington Post de esos nombres, apunta a que hay hasta cinco hombres sancionados por acoso sexual que siguen siendo miembros de las Academias Nacionales estadounidenses, y tres que todavía forman parte de investigaciones con subvención pública. Solo como apunte, la Academia Nacional de Ciencias, creada por el Congreso de Estados Unidos en 1863, tiene como académico medio a un señor blanco de más de 70 años; los nuevos entran elegidos por los miembros actuales y sus cargos son vitalicios. Pase lo que pase.
En mayo, la profesora asistente de neurología en la Universidad de Vanderbilt BethAnn McLaughlin, inició una petición en Change.org para exigir a las academias que destituyan a sus miembros si han sido condenados por acoso sexual o laboral o agresiones, algo que ahora mismo, por sus propios estatutos, varados en algún punto del siglo XX, es imposible. Los presidentes de las tres academias aludieron al asunto a finales del pasado mayo y aseguraron que habían comenzado a tratar el tema de los “estándares de conducta profesional para la membresía”. Otras instituciones, como la Sociedad Astronómica Americana o la Unión Geofísica Americana, ya han cambiado, por estos mismos motivos, sus políticas de expulsión. Tal vez las Academias Nacionales también deberían empezar por ahí.
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