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Los sobrevivientes

Colombia7 03 de Julio de 2016/Semana.com

Por:Carl Henrik Langebaek

En Colombia existen por lo menos 86 comunidades indígenas que hablan 65 lenguas diferentes. Esta es su historia, desde que arribaron a este territorio hace 15.000 años.

Los colombianos conocen muy poco, pero hablan mucho sobre los indígenas. Sobre ellos se han inventado toda clase de estereotipos, desde que son salvajes sin educación hasta que son caníbales perezosos. También se han visto como “sabios ambientales” desposeídos de toda tendencia a la violencia (“buenos salvajes” al fin y al cabo); y han sido reducidos a “obstáculos para el desarrollo” o ensalzados a “esperanza de la humanidad”. Ninguna de estas ideas resiste un análisis profundo, pero se arraigan en la mentalidad nacional sin remedio.

Entre las ideas más comunes está que los indios son “nuestros indios”. A partir del desarrollo de la mentalidad criolla americana, los descendientes de europeos inventaron la idea de que los pueblos autóctonos eran ‘suyos’. Los líderes de la independencia relacionaron su causa con la de los nativos que habían sido conquistados por los españoles (sus antepasados, por lo demás), se autoproclamaron víctimas de la conquista y defensores de los indios, aunque ninguno de ellos, Bolívar incluido, parece haber sido proclive a las causas de los indios de carne y hueso. De allí en adelante, y hasta nuestros días, los indígenas han sido “fuente de la nacionalidad” de otros. Hoy, por igual, batallones del Ejército, frentes guerrilleros y bloques paramilitares se han apropiado de nombres indígenas.

En 1492 existía una amplia diversidad de pueblos, una población abundante y un legado nada despreciable de más de 15.000 años de ocupación del territorio. Es probable que la cantidad de nativos rondara por los varios millones de habitantes, siendo el cálculo más optimista cercano a unos 7 millones, lo cual, aunque exagerado, desmiente la idea de un territorio prácticamente desocupado a la llegada de los españoles.

Se trata de gente que llegó en diferentes migraciones originadas en Asia, que entraron al continente a través de Norteamérica. Los pobladores originales se desplazaron inicialmente de norte a sur, pero luego también lo hicieron de sur a norte, de las tierras bajas a los Andes y viceversa. Esta historia explica por qué a la llegada de los españoles la población indígena ya era mestiza, producto de diversas mezclas no solo genéticas sino culturales.

Grupos numerosos ocuparon algunas partes del país como la cordillera Central, el Alto Magdalena, la sabana de Bogotá y la Sierra Nevada de Santa Marta. En otras regiones la presencia fue menor, como en la Amazonia, los Llanos Orientales y la costa Caribe. Algunos pueblos practicaron la agricultura intensiva; otros, una agricultura más móvil y unos más, la caza y la recolección.

En algunos casos, las poblaciones indígenas modificaron ampliamente los ecosistemas e incluso pudieron generar procesos de erosión y sobreexplotación de los suelos. En otros transformaron muy poco el paisaje. Esto se entiende por sus modelos de organización social: comunidades como la muisca de Boyacá y Cundinamarca, o la tayrona de la Sierra Nevada de Santa Marta, estaban jerarquizadas, mientras en otras casi ni existía la diferenciación social. En fin, más de 15.000 años de historia no habían transcurrido en vano: se habían desarrollado múltiples formas de adaptación al medio, y de relaciones económicas, políticas y sociales.

A la llegada de los españoles había una extraordinaria diversidad. Y ellos fueron conscientes de esto. En el siglo XV ninguno se atrevió a considerar que había encontrado un territorio ocupado por poblaciones homogéneas. No obstante, la Conquista precipitó cambios dramáticos que amenazaron esa diversidad. El primero de ellos fue el desastre demográfico: miles de indígenas murieron por las enfermedades introducidas desde el Viejo Mundo (Europa y África especialmente), y en menor medida por los conflictos bélicos y las formas de trabajo forzoso impuestas por los conquistadores.

El hecho es que en menos de 100 años su número se había reducido a una fracción. Pasarían siglos antes de que el territorio que hoy es Colombia se recuperara de ese desastre. Quizá solo a principios del siglo XX alcanzó el nivel de población que existía a comienzos del XVI. El mismo proceso disminuyó la diversidad biológica y cultural de la población. Algunas comunidades se extinguieron, otras se mezclaron entre sí y, en casi todas, el nivel de vida se redujo considerablemente.

La debacle que se inició en el siglo XVI implicó una alteración del paisaje sin precedentes. Enormes áreas antes dedicadas a cultivar quedaron cubiertas de bosques y pajonales o invadidas de ganado. Las sociedades se transformaron social y culturalmente de forma irreversible. Las estructuras de poder prehispánicas cambiaron por completo, las jerarquías tradicionales entraron en crisis: algunas se adaptaron al sistema español y otras colapsaron. En muchos casos comenzó un activo proceso de mestizaje con blancos y africanos. Poblaciones enteras fueron trasladadas o migraron voluntariamente a regiones menos expuestas a la colonización. Las dinámicas económicas también cambiaron, no solo por la llegada de actividades como la ganadería, sino por la imposición de nuevas formas de trabajo a disposición de la Corona, la estructura administrativa virreinal y la Iglesia.

No obstante, la población indígena sobrevivió. No solo en términos biológicos, a través del mestizaje, sino también en términos culturales. Los indígenas del país no son homogéneos: existe en ellos una enorme diversidad biológica, lingüística y cultural. Mantienen formas de ver el mundo, a las otras sociedades y a la naturaleza, muy diferentes entre sí pese a los estereotipos. El país tiene una población de cerca de 1.400.000 indígenas, distribuidos entre 86 pueblos (datos del gobierno) y 102 comunidades (según la Organización Nacional Indígena de Colombia, Onic).

Tienen un alto porcentaje de participación en los departamentos de Vaupés (más del 66 por ciento), Guainía (64 por ciento), La Guajira (45 por ciento), Vichada (45 por ciento) y Amazonas (43 por ciento). También son importantes en términos demográficos en el cauca (21,5 por ciento) y Putumayo (21 por ciento). Algunas poblaciones son, desde el punto de vista económico, campesinas, otras son urbanas y algunas se dedican al comercio. Cerca de 500.000 personas conservan 65 lenguas o dialectos nativos. Además, el 75 por ciento vive en zonas rurales.

Muchas comunidades han recuperado durante los últimos años cantidades considerables de tierra y tienen niveles de vida por encima de sus vecinos mestizos y afrocolombianos. Otras pierden cada vez más sus medios de subsistencia. Sobre el papel, cerca del 31 por ciento del territorio nacional es indígena, pero buena parte de esa tierra se concentra en áreas protegidas y son de gran susceptibilidad al cambio ambiental. Además buena parte de esas tierras son amenazadas permanentemente por la violencia de los grupos ilegales, incluyendo paramilitares y guerrilla, por el cultivo de plantas con las cuales se obtienen drogas ilícitas, o por la minería ilegal.

Ojalá los colombianos cuestionemos el derecho que nos ha asistido desde hace siglos de considerar nuestros a los indios. Ellos solo se pertenecen a sí mismos. Y ojalá también conozcamos mejor y apreciemos a esta importante población, como también a los grupos campesinos y urbanos que deberán jugar un papel fundamental al construir un mejor país.

Fuente: http://www.semana.com/nacion/articulo/el-poder-de-las-razas-historia-de-comunidades-indigenas-de-colombia/480202

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Una hidroeléctrica amenaza a un pueblo indígena en Guatemala. Sólo deja coger agua desde las 7 hasta las 17hs

www.ecoportal.net-Por: Alba Ara Anel

Guatemala es el segundo país del mundo con mayor proporción de población indígena, por detrás de Bolivia. Según el Grupo Internacional de Trabajo sobre Asuntos Indígenas, el número de habitantes estimado alcanza los 6 millones, lo que equivale al 60% del total del país. “La empresa sólo deja coger agua desde las siete de la mañana hasta las cinco de la tarde, pero el agua es fundamental para la vida. No tiene horario”.

A pesar de constituir más de la mitad de la población, las comunidades indígenas ven a menudo vulnerados sus derechos básicos y los de sus territorios al servicio de la práctica capitalista más ambiciosa. El ejemplo más reciente es el caso del complejo hidroeléctrico Renace, un proyecto promovido por el grupo guatemalteco Corporación Multi-Inversiones (CMI) y construido por la española Cobra-ACS, cuyo presidente y consejero delegado es Florentino Pérez y en la que la familia March es uno de sus máximos accionistas.

La intervención se extiende a lo largo de 30 kilómetros del río Cahabón, en la región de Alta Verapaz, y está llamada a convertirse en la mayor hidroeléctrica del país. Como consecuencia de la obra, el flujo del agua está desapareciendo casi por completo, y con él las comunidades que desarrollan su vida en torno a esta área fluvial. El problema actualmente está afectando a alrededor de 29.000 indígenas quekchí a los que en ningún momento se ha consultado para la puesta en marcha del proyecto, a pesar de la obligación recogida en el Convenio Internacional 169 de la OIT sobre pueblos indígenasy tribales que Guatemala ratifica.

Ante esta situación, la ONG Alianza por la Solidaridad presentó este jueves 16 de junio una campaña de recogida de firmas que busca sensibilizar y presionar a la compañía por la masiva violación de derechos que esta acción empresarial está suponiendo para la comunidad quekchí de Guatemala. La iniciativa se enmarca dentro de TieRRRa, una campaña que vela por el desarrollo empresarial ético y respetuoso con los recursos naturales y los derechos humanos, y vigila que los intereses de las grandes corporaciones no se impongan a ellos.

En la presentación, Almudena Moreno, responsable de la campaña, explicó cómo descubrieron el caso de Renace. En un principio, la iniciativa se entendió como un ejemplo de buena práctica empresarial, debido a la información falseada que CMI facilitaba. Sin embargo, tras dos años de investigación se dieron de cuenta de que se trataba de todo lo contrario. “El desastroso estado actual del río Cahabón, la división social que ha generado en la zona el proyecto y la falta de una consulta informada a los afectados y un estudio real de impactos son algunos de los elementos que nos indican que no es una buena práctica y debe por ello debe pararse”. Su objetivo es llegar a las 10.000 firmas y hacerlas llegar a Florentino Pérez para exigir la paralización de las obras hasta que no se haya realizado un informe independiente que evalúe el impacto económico, social y ambiental global que este proyecto supone para el territorio y sus habitantes.

El impacto ambiental y social

Bajo la visión empresarial más ambiciosa y agresiva, el potencial natural que tienen muchos territorios de Lationamérica la convierte en un destino perfecto para la instalación de grandes proyectos. “Para las empresas no importa el territorio, si no lo que puedan sacar de él. Importa la rentabilidad y la maximización de la producción”, explica Erika González, del Observatorio de Multinacionales en América Latina (OMAL). “Todo ello independientemente de la destrucción de los ecosistemas y el impacto sobre la población que la obra pueda ocasionar”.

La puesta en marcha de estos proyectos tiene duras consecuencias sobre la salud de las personas que viven en los territorios, derivadas de la contaminación de las aguas y el ruido. El impacto se agrava todavía más cuando se trata de territorios indígenas, como es el caso del río Cahabón, en los que la tierra y los ríos desempeñan un papel central en el desarrollo de la vida de las comunidades que lo habitan, además del fuerte valor simbólico, espiritual y cultural que adquieren dentro de su cosmovisión.

Julio González, de la ONG Madre Selva de Guatemala, destacó durante la presentación de la campaña la importancia que tiene el río para la comunidad quekchí y cómo la instalación del complejo hidroeléctrico va a afectar a su día a día: “La empresa sólo deja coger agua desde las siete de la mañana hasta las cinco de la tarde, pero el agua es fundamental para la vida. No tiene horario”. Así mismo, destacó la responsabilidad del Grupo Cobra-ACS en permitir que estas violaciones de derechos sucedan: “Una empresa que elige contribuir a este desastre, es cómplice de las muertes que se puedan producir, no puede lavarse las manos respecto a lo que pasa en el territorio”.

Las multinacionales hidroeléctricas en América Latina

El de Renace no es el único caso de violación de derechos indígenas derivada de una decisión empresarial unilateral de estas dimensiones. La campaña TieRRRa desveló otros dos casos similares, como el de la explotación de un acuífero por parte de la embotelladora Coca-Cola en El Salvador; o el de la apropiación para construir otrahidroeléctrica por parte de Hidro-Santa Cruz (Ecoener-Hidralia) del río Cambalan de Guatemala, sagrado para las personas que viven en torno a él. Tampoco se puede olvidar el Caso Quimbo, otra central hidroeléctrica emplazada en el río Huila para cuya construcción el Grupo Endesa invirtió 837 millones de dólares; o los numerosos proyectos de obra en Honduras que terminaron con el asesinato de Berta Cáceres por defender su territorio frente a las multinacionales.

Erika González cuenta cómo el modo de proceder en la instalación de este tipo de proyectos es muy similar en todos los casos: “Los gobiernos y las empresas establecen acuerdos muy opacos para la población, que no sabe lo que va suceder hasta que ve la maquinaria ya en funcionamiento. Es una clara muestra de déficit democrático: no se les consulta ni se les proporciona toda la información desde el primer momento, y por lo tanto no pueden alegar”.

La investigadora de OMAL habla también de los argumentos a los que recurren los estados para justificar la cesión de los territorios a las empresas. “Los gobiernos insisten en la cantidad de producción energética que estas acciones van a traer al país, pero en la mayoría de los casos esta producción no va destinada al abastecimiento de la ciudadanía, si no a los intereses de la empresa que no repercuten para nada en la población autóctona”. En la presentación de la campaña del Caso Renace, Karen Ramírez, de la Asociación ProVida/ Foro del Agua de El Salvador, aseguró que “muchos gobiernos de Centroamérica ponen por encima de los derechos humanos de lospueblos indígenas la ayuda a las transnacionales”.

En algunas ocasiones, los Estados sí llevan a cabo consultas para no vulnerar lo dispuesto en el Convenio 169 de la OIT y justificar la intervención. “Sin embargo, en la mayoría de los casos se realizan de manera irregular, sin informar adecuadamente a la población e incluso recurriendo al chantaje para conseguir firmas” asegura Erika González.

Cuando la oposición social se organiza contra estas violaciones del territorio, tanto las compañías como los gobiernos responden con diferentes medidas para frenarla y desarticularla. “Las empresas optan por la estrategia de cooptación, mediante amenazas y otras acciones agresivas contra la población para ganarse su apoyo. Por otra parte, el estado criminaliza a las personas más visibles y activas de la oposición social, y se producen denuncias y encarcelamientos de defensores de derechos humanos”, continúa Erika González. Karen Ramírez también dedicó parte de su intervención al recuerdo de los “presos políticos” en Centroamérica, arrestados por defender los derechos de la población y del medioambiente.Ecoportal.net

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ONU: Importancia de los pueblos indígenas para el cuidado del medio ambiente

03 Junio 2016/Fuente:Telam/Autor: ONU

La ONU presentó un completo mapa sobre los ecosistemas marinos y los bosques de Centroamérica, que subraya la importancia que tienen los pueblos indígenas locales en la conservación y protección del ambiente.

En el Foro Permanente de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para las cuestiones Indígenas se presentó un completo mapa sobre los ecosistemas marinos y los bosques de Centroamérica, que subraya la importancia que tienen los pueblos indígenas locales en la conservación y protección del ambiente.

El mapa, financiado por la Cooperación Danesa y National Geographic Society, es el más completo que se ha producido hasta ahora sobre Centroamérica, según Europapress.

En siete países de la región se ubican 80 pueblos indígenas diferentes, los cuales ocupan casi el 40 por ciento de la superficie terrestre y marina de la región.

Según el gráfico ‘Pueblos indígenas, Áreas protegidas y ecosistemas naturales de Centroamérica’, más de un tercio de las tierras ocupadas por pueblos indígenas se encuentra en territorios y aguas que los gobiernos de la región han designado como protegidos.

De esta forma, se ha observado la manera en la que la ubicación de estos ecosistemas se solapan con la presencia de comunidades indígenas, y se muestra que donde viven las comunidades nativas es donde se encuentran los recursos naturales mejor conservados.

«No se puede hablar de conservación sin hablar de pueblos indígenas y su rol como guardianes de las más delicadas tierras y aguas», manifestó Grethel Aguilar, directora regional de la Oficina para México, América Central y el Caribe de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), basada en Costa Rica.

La iniciativa busca fortalecer las bases para propiciar un enfoque basado en derechos para la conservación, que garantice no sólo el uso sostenible de la biodiversidad y de los recursos, sino también el respeto por los derechos de tenencia de los pueblos indígenas.

«Este mapa es un instrumento que permite a los pueblos indígenas avanzar en el reconocimiento, respeto y promoción de sus derechos», consideró el director ejecutivo de la Asociación Sotzil de Guatemala y miembro del Consejo Indígena Centroamericano (CICA), Ramiro Batzin.

El mapa permitirá a las organizaciones indígenas tener un mayor rol en la conservación de los recursos naturales, y podrá facilitar la construcción de alianzas entre las organizaciones conservadoras, los gobiernos y los pueblos originarios, según precisó Batzin.

Fuente de la noticia: http://www.telam.com.ar/notas/201605/148419-onu-mapa-importancia-pueblos-indigenas-originarios-cuidado-medio-ambiente-ecosistema-centroamerica.html

Fuente de la imagen:http://peruinforma.com/wp-content/uploads/2016/05/medio-ambienteindigenas.jpg

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Perú: 21 lenguas nativas están en riesgo de desaparecer de 47 que aún se hablan

Perú/2 de junio de 2016/ Fuente: nodal

Día de las Lenguas Originarias: Alistan nuevo reglamento para garantizar preservación de idiomas nativos

Ocurrió hace cuatro meses. Luiz Shakay, de 25 años, sufrió quemaduras de tercer grado en varias partes de su cuerpo. Por la gravedad de sus heridas fue trasladado de emergencia desde su comunidad awajún en Datem del Marañón (Loreto) a un hospital del Callao. Luiz era bien atendido, pero él no lo sabía. Solo sabía comunicarse en su lengua nativa: el awajún, y no entendía nada de lo que los doctores hacían o le decían. Pasó así casi tres semanas.

Su madre, Cladiz Cuimiango, también hablante awajún y quien acompañó a Luiz en el viaje, estuvo tres días durmiendo en una banca. Ella no entendía por qué su hijo sería operado si solo llegó por unas quemaduras. Cuando, al enterarse del caso varios días después, llegaron los traductores del Ministerio de Cultura, recién le explicaron, en su lengua, la situación de su hijo. Allí Cladiz confesó a los traductores que tenía cinco días sin probar alimento. Ella no entendía cómo usar el baño de la ciudad y por eso prefería no comer, para así no tener nada que evacuar.

“Es gravísimo que un peruano en la actualidad tenga que sufrir ese atropello en su propio país y de parte de las instituciones que deberían servirlo y protegerlo. Los ciudadanos del Perú deben poder ejercer su derecho de desarrollar su propia cultura y hablar su propia lengua, como lo establece la Constitución”, manifestó Agustín Panizo, director de Lenguas Indígenas del Ministerio de Cultura.

El funcionario sostuvo que precisamente estas situaciones de exclusión son uno de los motivos por los cuales las lenguas originarias se están extinguiendo poco a poco en el país.

“En los últimos años, ya han desaparecido 37 lenguas, pero no solo eso, cuando desaparece una lengua desaparece con ella también un pueblo, y si el Estado peruano no tiene una política de conservación, uso, desarrollo y fomento de las lenguas, lo que hace es contribuir con la desaparición de los pueblos”, advirtió.

EN GRAVE PELIGRO

Según los datos del año 2007 –que son los más actuales hasta que se haga el nuevo Censo Nacional de Población y Vivienda, en 2017– más o menos el 13% de la población peruana, es decir cerca de 4 millones de personas, es hablante de al menos alguna de las 47 lenguas que existen en el país.

De esas 47 lenguas, 21 están en peligro de desaparecer pronto, ya que solo son habladas por los adultos mayores de las comunidades, pero no son transmitidas a las nuevas generaciones por la fuerte discriminación que sufren los hablantes de lenguas indígenas por parte de los hablantes de castellano.

“Esto no solo ocurre con esas 21 lenguas sino con todas; se está dejando de transmitir las lenguas originarias a los niños y estos se están acostumbrando a hablar en castellano. Los padres prefieren que sus hijos no aprendan la propia lengua porque consideran que transmitirla es un daño; creen que les quita oportunidades de desarrollo porque la vida oficial del país se da en una sola lengua, que es el castellano”, dijo Panizo.

NUEVO REGLAMENTO

El director de Lenguas Indígenas señaló que, para remediar esa situación, desde el Estado se está tratando de poner disposiciones más claras y la próxima semana ingresará a debate de los viceministros el reglamento de la Ley de Lenguas, norma que existe desde el año 2011.

El documento, que se ha hecho con la consulta previa a siete organizaciones, que representan a 52 comunidades indígenas, consta de 42 artículos que contienen diversas medidas para impulsar una reforma progresiva y gradual del Estado, a fin de que se convierta de monolingüe a multilingüe.

“Imagínense un proceso judicial con una persona que no habla castellano. Si para una persona ya es difícil entender el lenguaje jurídico, se imagina como sería para un hablante de otra lengua. El Estado debe proveer la justicia en la lengua que el procesado comprenda, sino no es justicia. Lo mismo debe ocurrir en salud, educación, seguridad y otros servicios”, dijo Panizo.

Por ello, el reglamento de la Ley de Lenguas establece disposiciones para todas las dependencias del Estado, a fin de que se adecúen a los requerimientos de los pobladores que hablan en otras lenguas y se cambien las políticas de contratación, para que los profesionales que ingresen al sector público conozcan las lenguas de la zona.

Mientras tanto, el Ministerio de Cultura sigue formando intérpretes y traductores. A la fecha ya existen 260 profesionales acreditados en diferentes lenguas. De otro lado, en la plataforma Alerta Contra el Racismo, se ha instalado un módulo para recibir denuncias en las lenguas quechua y asháninka.

AVANCES EN EDUCACIÓN
En tanto, desde el Ministerio de Educación también se están haciendo esfuerzos importantes en la política de Educación Intercultural Bilingüe (EIB), que actualmente llega a casi un millón y medio de niños, adolescentes y jóvenes de 21 mil escuelas ubicadas en 55 pueblos originarios de 22 regiones del Perú.

La EIB cuenta en inicial con el 58% de docentes que dominan la lengua requerida y en primaria, con 61% de docentes. En tanto, 3,850 jóvenes se vienen formando como nuevos docentes de EIB y hay 133,323 estudiantes de inicial y 439,351 de primaria que reciben materiales educativos en 19 lenguas originarias.

Asimismo, el Ministerio de Educación ha oficializado los alfabetos de 32 lenguas originarias, las cuales cuentan con resolución ministerial, y continúa el proceso de normalización de ocho lenguas originarias: ocaina, arabela, ticuna, nanti, amahuaca, yaminahua, nahua y cauqui.

Quedan siete lenguas cuyo proceso de normalización de sus alfabetos se proyecta al 2017-2018. Estas son chamicuro, iñapari, muniche, taushiro, resígaro, isconahua y omagua.

Fuente: http://www.nodal.am/2016/06/peru-21-lenguas-nativas-estan-en-riesgo-de-desaparecer-de-47-que-aun-se-hablan/

Imagen: http://www.nodal.am/wp-content/uploads/2016/06/376129-600×350.jpg

Perú 21

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