Los seis principales problemas ambientales que tiene el planeta

Diciembre de 2017/Fuente: El Espectador

Sin lugar a dudas los retos que enfrenta el mundo son varios. Unos políticos, otros, económicos, algunos relativos a crisis sociales y, casi todos, atravesados por rasgos ambientales. Por esto, en un intento por definir cuáles son los principales riesgos que enfrenta el planeta, y con ellos la humanidad que lo habita, la Asamblea de ONU Medio Ambiente, que estará reunida hasta el 7 de diciembre, publicó el informe Frontiers 2017. Un documento que alerta sobre los seis principales desafíos que tiene el planeta. La resistencia a los antimicrobiana, alerta el informe, se lleva el primer lugar.

Resistencia a los antimicrobianos

“La resistencia a los antibióticos es un fenómeno serio y creciente que se ha convertido en una de las mayores preocupaciones de salud pública del siglo XXI”. Esta es la frase con la que el informe Frontiers 2017 busca alertar sobre uno de los mayores problemas de salud que enfrenta la humanidad y sobre la cual ya se había pronunciado la Organización Mundial de la Salud.La administración persistente y a menudo innecesaria de antibióticos en los últimos 70 años ha llevado a una creciente resistencia antimicrobiana, cuyas cepas han sido bautizadas como superbacterias.

Uno de las fuentes de este problema, según el documento, son las plantas de tratamiento de aguas residuales. La solución ambiental, por ende, podría estar relacionada con reducir y eliminar el uso de productos farmacéuticos antibióticos y la implementación de controles de infección sobre las vías de transmisión fecal-oral extendidas. “De esta forma, podremos reducir la velocidad a la que surgen nuevos mecanismos de resistencia. Sin embargo, más que nada, debemos comprender más sobre la evolución y transmisión de la resistencia en entornos naturales, para determinar las mejores políticas sobre el uso y la gestión de residuos”, afirma el informe.

Someter a las tormentas de arena y polvo

Respirar polvo y partículas de arena generar varios problemas de salud, como asma, bronquitis o irritación de la piel. Incluso se han reportado brotes de meningitis por esta razón. En ciudades donde la exposición a estas partículas es crónica, también se han regustrado muertes prematuras por enfermedades respiratorias, cardiovasculares y cáncer de pulmón. Esto sin contar otros problemas como daños a cosechas, infraestructura, ganados y desertificación. Ante esto el informe Frontiers 2017 propone sistemas de alerta temprana y reducción de riesgos a coro plazo, así como encontrar un camino más sostenible en el uso de tierra y agua a largo plazo.

Éxodo: humanos en el Antropoceno (o como el cambio climático está generando migraciones)

A finales de 2016 más de 65 millones de personas tuvieron que desplazarse forzosamente por causas naturales o conflictos: un número mayor que en cualquier momento desde el final de la Segunda Guerra Mundial. En el continente africano hay más países afectados por desplazados que cualquier otro continente o región y, en 2015, acogía a más de 15 millones de personas que tenían desplazados dentro de su propio país por varias razones, incluidas las relacionadas con el medio ambiente. En los últimos 70 años, al menos el 40% de los conflictos nacionales estaba relacionado con el control de tierra o agua.

Todas razones suficientes para que las migraciones se posicionaran en la lista de ONU Medio Ambiente. “Si la experiencia de los refugiados de los eventos relacionados con el clima son una indicación, tendremos que hacer más que simplemente responder a las recurrentes crisis. Los próximos años serán fundamentales para el desarrollo de una base más efectiva, compasiva y basada en los derechos de enfoque al desplazamiento humano”, afirma el informe.

Áreas marinas protegidas: atravesando el corazón del desarrollo sostenible

Que el mar esté sobre explotado y se convierta en una de las prioridades de ONU Ambiente no es una sorpresa. La sobrepesca, la contaminación por plástico, el turismo, la pérdida de corales y el cambio climático lo han llevado a un punto de estrés nunca antes visto.

Las áreas marinas protegidas son una solución que puede acordarse comúnmente. En 15 años el área marina protegida ha aumentado 5.1% (18.5 millones km2). Sin embargo, en términos prácticos esto no es suficiente.

Acceso universal a la energía limpia

Los retos energéticos siguen siendo muchos. Alrededor de 1.100 millones de personas en el mundo carecen de acceso a energía, a lo que se suman otros 1.000 millones que disponen de redes de electricidad, pero de forma inestable. Las estimaciones apuntan a que no se podrá alcanzar el acceso universal en 2030, cuando 780 millones de personas seguirán sin este servicio básico. Una meta a la que se suma el obstáculo de lograr hacerlo con una matriz energética limpia.

Por esto el informe Frontiers 2017 insiste en la importancia de políticas que ayuden a catapultar los mercados de energías verdes. El informe, sin embargo, alerta también de la necesidad de pensar en una gestión sostenible de los residuos generados por los productos solares, destinados a incrementarse en las próximas décadas.

Nanopartículas

Las nanopartículas, junto a la inteligencia artificial y la biología sintética, podrían solucionar parte de los problemas de la industria. Están en industria alimentaria, cosmética, ropa y dispositivos electrónicos. Sin embargo, el informe señala: “La gente quiere saber más sobre ellos y lo que pueden hacer. Pero también quieren saber si los nanomateriales artificiales o naturales suponen una amenaza para nuestro mundo o presagio un futuro lleno de oportunidades y productos innovadores”.

Algunos materiales en su versión nano son objeto de estudio por un posible vínculo con inflamaciones pulmonares, la alteración de la función de determinados órganos o del sistema inmunitario.

Fuente: https://www.elespectador.com/noticias/medio-ambiente/los-seis-principales-problemas-ambientales-que-tiene-el-planeta-articulo-726750

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Los conflictos ambientales superan los 2.000 casos en todo el mundo

Por: Ecoportal 

El Atlas de Justicia Ambiental –una iniciativa creada en 2012 por la Universidad Autónoma de Barcelona– registra en la actualidad un total de 2.100 conflictos socioambientales en todo el mundo. Los casos están aumentando en China, Bangladesh, Pakistán, Indonesia, Egipto, Etiopía y República Democrática del Congo, aunque el país con mayor número de conflictos en el atlas es India.

Cuántos conflictos ecológicos existen en el mundo? Aunque es una pregunta difícil de responder, el número de casos es elevado. El Atlas de Justicia Ambiental (EJAtlas), codirigido en el Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la Universidad Autónoma de Barcelona (ICTA-UAB) desde su inicio en 2012 por Leah Temper y  Joan Martínez- Alier, y coordinado por Daniela Del Bene, permite reunir los más relevantes de los últimos 20 o 30 años a través de una metodología de colaboración entre académicos y activistas.

Los casos identificados se incorporan al atlas interactivo mediante una ficha informativa de unas cinco o seis páginas para cada uno de ellos. Este inventario mundial permite crear distintos mapas a partir de una amplia gama de filtros que, entre otras cosas, facilitan una visualización clara de cuáles son aquellos clasificados como de mayor gravedad.

Según Martínez-Alier, uno de los indicadores del nivel de gravedad de los conflictos ambientales es que las vidas de las personas han sido vulneradas por el impacto ambiental, es decir por la contaminación u otros daños producidos por un proyecto, o por el asesinato de activistas que se manifiestan en contra de un proyecto determinado.

Ese fue por ejemplo el caso de las ecologistas Teresita Navacilla y Gloria Capitán en sendos casos en Filipinas en  2016, o el de la hondureña Berta Cáceres asesinada también en 2016 tras luchar contra la construcción de una central hidroeléctrica en el Río Gualcarque, una fuente vital para la supervivencia de los indígenas Lenca de la zona.

Hasta el momento la muerte de defensores de la tierra se ha identificado en unos 260 casos, es decir algo más de un 12% de los registrados. La mayoría se concentran en América del Sur, así como en el sur y sudeste de Asia, según el EJAtlas. No obstante, Martínez-Alier destaca que estos datos son parciales ya que el atlas todavía no dispone de suficiente información de otras zonas en las que es más que probable que hayan sucedido muertes similares.

El atlas permite identificar los casos considerados de éxito, en los que la lucha contra un proyecto de inversión (una mina, una represa, una plantación de palma de aceite, una incineradora, etc.) fue positiva o en los que judicial o administrativamente el estado ha implementado regulaciones eficaces para desestimular la realización de proyectos parecidos. El mapa recoge unos 360 casos de éxito, lo que corresponde a un 17% del total, la mayor parte de los cuales se encuentran en América del Sur, con 95 casos, seguido por Europa occidental con 55 casos de éxito.

Para el codirector del proyecto, el fracking del gas -–actividad que consiste en la extracción de gas natural de yacimientos no convencionales– es uno de los temas nuevos, de los que apenas se hablaba cuando el EJAtlas fue presentado por primera vez en marzo de 2014 con un total de 920 conflictos.

“El aumento y los cambios en el metabolismo social (los flujos de energía y materiales en la economía) son las causas principales de los conflictos”, recalca. También destacan los conflictos por la extracción de arena de playas para la obtención de minerales como ilmenita (materia prima para el titanio), el rutilo y zirconio. Hay varios conflictos de este tipo registrados en Madagascar, Sudáfrica y en Tamil Nadu en la India.

Surgen también nuevos casos por la oposición a la minería y a la quema de carbón o la extracción de petróleo o gas. Estos se vinculan no solo con amenazas locales a la calidad del ambiente y especialmente del agua, sino también al cambio climático por excesivas emisiones de dióxido de carbono por la combustión de esos materiales.

Ejemplo de ello es el movimiento Ende Gelände en Alemania que se manifiesta contra la minería de lignito que se quema en centrales termo-eléctricas y al mismo tiempo contra el cambio climático con invasiones simbólicas y pacíficas de las minas de lignito cerca de Colonia y de Berlín. En otros los conflictos recientes de África y América Latina aparecen empresas chinas cada vez más.

Situación socioambiental de España

En España, el EJAtlas ha recopilado hasta el momento, gracias a la información facilitada por varias organizaciones ecologistas, 55 conflictos ambientales. En nuestro país existen conflictos ambientales de todo tipo, pero a diferencia de Sudamérica, la mayoría de ellos no son de minería ni extracción de combustibles fósiles, ni de deforestación o acaparamiento de tierras, sino de evacuación de residuos (como las cementeras que queman basura) o están relacionados con infraestructuras de obras públicas y de turismo así como con las centrales nucleares.

Este último tipo de conflicto vuelve a tener un punto de auge en toda Europa 30 o 40 años después de los conflictos que hubo acerca de su construcción, ya que al estar envejecidas “conforme pasan los años el riesgo de accidente en estas centrales nucleares es cada vez mayor, pero son los intereses económicos de las empresas los que no permiten su cierre definitivo», dicen los autores.

«Es el caso de Garoña y también de la central nuclear de Almaraz, en Extremadura, que despierta muchos recelos en Portugal”, concretan. Esta problemática ocurre también en otros lugares del mundo y especialmente en Japón, donde muchas personas se pronuncian en contra a la reapertura de las casi 50 centrales nucleares detenidas tras el accidente que ocurrió en 2011 en Fukushima.

Cada vez más casos

Los expertos prevén que cada año se incorporen unos 350 nuevos casos, con un promedio de uno al día. El EJAtlas crecerá geográfica y temáticamente hasta llegar, al menos, a unos 3.000 casos.

«El EJAtlas es un proyecto que ha de seguir diez o quince años más en el ICTA-UAB. Permite realizar estudios de ecología política comparada, cualitativa y cuantitativa, con temas territoriales y transversales y al mismo tiempo funciona también como un soporte para contribuir al movimiento global de justicia ambiental que tantos grupos ecologistas de diferentes partes del mundo llevan adelante”, subraya Martínez-Alier.

Según el científico, esta iniciativa no solo responde a los esfuerzos de quienes trabajan en el EJAtlas desde el ICTA-UAB, sino también de más de 100 colaboradores ubicados en distintas partes del mundo.

Entre los numerosos temas “transversales” se halla el estudio de los movimientos de pescadores artesanales en el mundo, el apoyo de movimientos sindicales o de movimientos religiosos (cristianos, budistas u otros) en conflictos ambientales, la integración de luchas agraristas y luchas ecologistas, los diversos tipos de conflictos urbanos de justicia ambiental, los movimientos locales e internacionales contra represas, los movimientos por la salud de pueblos perjudicados por agro-químicos, los movimientos en defensa de los manglares y zonas costeras.

En 2016 Martinez-Alier recibió un Advanced Grant de dos millones de euros del Consejo Europeo de Investigación (European Research Council) para continuar la iniciativa en 2016-2021. Esto permite ampliar el anterior proyecto EJOLT (Environmental Justice Organizations, Liabilities and Trade) con este nuevo proyecto denominado EnvJusticeA Global Movement for Environmental Justice: The EJAtlas. El atlas cuenta con el apoyo del proyecto Acknowl-EJ (2016-18), Academic-Activist Co-Produced Knowledge for Environmental Justice, dirigido por Leah Temper en el ICTA-UAB

Referencia bibliográfica:

Leah Temper, D. Del Bene y J. Martinez-Alier (2015). «Mapping the frontiers and front lines of global environmental justice: the EJAtlas». Journal of Political Ecology 22: 255-278 (http://jpe.library.arizona.edu/volume_22/Temper.pdf).

Ecoportal.net

Agencia SINC

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Reflexiones para un cambio de paradigma entre ser humano y medio a través de la educación socioambiental

19 de enero de 2017/Fuente y autor/insurgencia magisterial /Por: Rocío Valderrama. Iberoamérica Social. 

La educación socioambiental completa formación participativa y resolutiva de personas, en la que prima la búsqueda de posibles alternativas a los actuales conflictos ambientales. La educación ambiental es el eje en el que hoy debe apoyarse el cambio social y la educación. Es aquí donde radica la importancia de educar a partir de problemas ambientales, ya que son situaciones que nos hacen reflexionar y nos ponen en contacto con sistemas y realidades complejas que nos ofrecen la oportunidad de ejercitar, participar y aprender sobre esta realidad. Por ello, la ecociudadanía desafía a los ciudadanos para cultivar un nuevo paradigma social que mire la complejidad en nuestro papel dentro de las sociedades, de una forma crítica, con nuestras propias acciones y sus posibles repercusiones. Para ello, la educación socioambiental se convierte en una herramienta fundamental e indispensable para contribuir a hacer nuestras sociedades cada vez más humanas, sustentables, responsables y democráticas.

El estilo de vida neoliberal conlleva una grave problemática social en la búsqueda de la felicidad y la satisfacción a través del consumo desmedido e incontrolado de bienes y productos materiales. El problema de esta actividad radica en que, a nivel social, el consumismo alberga una potente alta carga negativa con impactos medioambientales catastróficos, llevando a una indiscutible sobreexplotación de los recursos, cuya consecuencia es la escasez o extinción de estos, la contaminación ambiental, el aumento de la producción fabril y los desechos industriales y domésticos, la biopiratería, el monopolio de los bienes naturales y el patrimonio socioambiental por multinacionales así como otras graves secuelas.

La conducta que presenta el hombre o la mujer hacia el medio ambiente está determinada por los nexos sociales, las relaciones actitudinales y los hábitos de consumo. Cuando el hombre descubre que su conocimiento le da posibilidad y ventaja para analizar y usar la naturaleza se considera a él mismo como una herramienta para manipularla, preservarla, intervenirla o devastarla. Obviamente, este comportamiento, es capaz de aniquilar nuestro ecosistema y, de esta manera, producir un irreparable daño al entorno.

Necesariamente la educación socioambiental es una alternativa que posibilita un replanteamiento de las relaciones del ser humano con su medio. La capacidad del ser humano en vivir en armonía consigo mismo y con sus congéneres (otros pueblos o naciones), así como en armonía con la naturaleza es una alternativa de desarrollo como paradigma del buen vivir.

La educación socioambiental desarrolla la inteligencia ecológica como la capacidad y la habilidad, para abordar de la mejor forma los retos que nos plantean los problemas ambientales como un desafío. Por lo tanto la educación ambiental debe instituir la condición de ecociudadania, desarrollando la corresponsabilidad, el compromiso, la ética ambiental y formando a personas con pensamiento crítico que incluyen al otro.

¿Cómo podemos diseñar un marco ecológico de desarrollo humano en educación? ¿Qué elementos debemos contemplar?

Desde la perspectiva socioambiental, comunitaria y participativa donde cobran relevancia experiencias como un nuevo modo de coordinar esfuerzos y energías en el ámbito de lo social, teniendo en cuenta las vivencias globales que inciden más en praxis de reflexión y acción desde lo local. Asimismo, creemos que para que este marco sea posible necesariamente tenemos que hablar de un proyecto vital que favorezca un pleno desarrollo de la persona que comienza en la familia y continua en sus relaciones interpersonales en el entorno, en base a criterios de cuidado y participación, tejiendo una trama sostenible que perdura en base a un marco ecológico de desarrollo humano.

A una situación tan compleja como es el deterioro de nuestro entorno, nuestra madre tierra, proponemos alternativas complejas a través de la participación y la corresponsabilidad de la ciudadanía. La economía circular o verde, el decrecimiento, la investigación participativa, cartografía participativa, el mercado social, el banco del tiempo, alternativas financieras, comercio justo, presupuestos participativos, participación ciudadana, entre otros elementos que en manos de la ciudadanía formada en educación socioambiental es la oportunidad de experimentar con nuevas fórmulas creativas como un reto donde coexisten miedos, desconocimientos y también ilusión, emprendimiento, compromiso , aprendizaje y crecimiento desde el desarrollo humano. Necesariamente tendremos que sincronizar actitudes, capacidades, tiempos y espacios plantea otra cuestión a superar desde la reflexión compartida en la posibilidad de emprender conjuntamente acciones creativas en ritmos sincronizados.

Fuente: http://insurgenciamagisterial.com/reflexiones-para-un-cambio-de-paradigma-entre-ser-humano-y-medio-a-traves-de-la-educacion-socioambiental/

Imagen: www.explora.cl/images/IMAGENES-RM-NORTE/2016/Noticias/Manual-Educacin-Socioambiental—03.jpg

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La crisis climática, el reloj y el mapa

23 de diciembre de 2016 / Fuente: http://www.razonpublica.com/

Por: Manuel Guzmán-Hennessey

Los conflictos ambientales se propagan por el mundo y la cuenta regresiva hacia un futuro invivible se acelera cada día. Nuevas evidencias y nuevos instrumentos para que los ciudadanos exijan las medidas que han sido incapaces de tomar los Estados.

Reloj, no marques las horas

Desde 1947 funciona en la Universidad de Chicago un reloj simbólico que solía marcar el nivel de riesgo de una conflagración atómica que acabaría con el mundo.

El reloj fue promovido por el Boletín de Científicos Atómicos de Estados Unidos e ideado por un grupo de pensadores entre quienes se contaban varios premios nobel, así como científicos como Stephen Hawkins y Leon Lederman. Fue instalado después de la Segunda Guerra Mundial, cuando se hizo evidente que el apocalipsis humano era posible si las potencias seguían amenazándose con sus arsenales cada vez más potentes y sofisticados.

Durante cuarenta años el reloj alcanzó a moverse 18 veces. La más reciente fue en 1984, cuando Estados Unidos y Rusia se mostraron sus armamentos nucleares por última vez.

Sin embargo los miembros del Boletín de científicos no imaginaron que a finales del siglo XX se verían obligados a cambiar el propósito del reloj y a usarlo para medir el nivel de riesgo de que el mundo se acabe, o mejor, de que resulte inviable la vida sobre la Tierra si la crisis climática mantiene su tendencia de agravamiento.

En efecto, a falta de una, hoy vivimos bajo tres amenazas serias e inminentes para la continuidad de la vida humana sobre el planeta: (1) los arsenales atómicos que han venido acumulando las potencias; (2) La proliferación de armas nucleares que incluso podrían llegar a manos de actores no estatales, y (3) el cambio climático sin control.

En 1991, cuando se avecinaba la Cumbre de Río, primer encuentro de los gobernantes del mundo sobre la crisis ambiental, la humanidad ganó conciencia de que existiría algún nivel de riesgo si no rectificábamos los modelos de crecimiento y desarrollo que nos habían guiado desde el siglo XIX.

En ese entonces sabíamos que el nivel de riesgo era particularmente alto para algunas zonas del planeta, pero nunca alcanzamos a imaginar que el riesgo de perecer calcinados por las armas nucleares sería reemplazado por el de perecer bajo las aguas, o debido a que nuestros alimentos se calcinarían antes de dar sus frutos por el calor excesivo de algunas regiones.

Ya empezó la pesadilla

El reloj de Chicago estaba a 17 minutos del fin el día que empezó la Cumbre de Río (aquella donde el presidente Bush dijo que Estados Unidos no había ido a negociar sus estilos de vida).

Pero hace unos días decidieron moverlo nuevamente, debido a las evidencias científicas sobre el cambio climático durante el año pasado. Ahora está a tan solo tres minutos de la medianoche, es decir, del fin.

Muchos estudios provenientes de los más reconocidos centros de investigación indican que  2014 fue el año  más caluroso desde 1880, cuando empezamos a tener registros de temperaturas promedio globales. Igualmente, se supo que nueve de los diez años más calientes de la historia reciente ocurrieron desde el año 2000. Sin embargo, los estudios también han señalado que los líderes mundiales no han actuado con la velocidad ni en la escala necesaria para proteger a los ciudadanos de la catástrofe en ciernes.

Uno se asusta cuando se encuentra en un edificio alto y se produce un temblor de tierra (como me ocurrió a mí mientras escribía este texto). De la misma manera, si a uno le presentan evidencias de la improbabilidad de que la vida sea viable en el territorio que habita es probable que  piense en irse para otra parte. Y si la evidencia demuestra que esta situación es inminente y uno alcanza a comprobar algunos síntomas de una catástrofe mayor, entonces la migración puede ser masiva, como está ocurriendo en este momento en Bangladesh y en las Islas Carteret.

Según Scott Leckie, director de la organización no gubernamental Displacement Solutions: ‘todas las estimaciones sobre futuros desplazamientos como consecuencia del cambio climático indican que no pocos países podrán enfrentarse a una escala de desplazamientos semejante a la de Bangladesh’.

Allí, más de seis millones de personas ya no pueden regresar a sus hogares, que han sido sepultados por el mar o por continuas inundaciones. En los atolones de las islas Carteret, en Papúa Nueva Guinea, en Kiribati (Micronesia) y en Tuvalu (Polinesia), en el océano Pacífico, la situación es similar.

Pero no hay necesidad de ir tan lejos. Colombia  sufrió grandes inundaciones en 2011 y aún no hemos tomado las medidas necesarias para prevenir sucesos similares. Y la provincia de Córdoba en Argentina y muchas de sus zonas vecinas sufrieron una inundación hace apenas dos semanas que aún no recibe atención de las autoridades.

Nube de hongo del bombardeo de Hiroshima y Nagasaki en Japón.
Nube de hongo del bombardeo de Hiroshima y Nagasaki en Japón.
Foto: Wikimedia Commons

Nuevas mediciones del peligro

Recientemente el reloj de los científicos de Chicago encontró un correlato más explícito en el Atlas de la Justicia Ambiental, un mapa que expone los conflictos ambientales y climáticos en todo el mundo. Este mapa nos permite ver en tiempo real, con la nitidez de Google Maps, el modo como  transcurren los minutos en aquellas zonas donde los conflictos ambientales y climáticos son más intensos.

El mapa de los conflictos ambientales es una aplicación interactiva que permite a los usuarios conocer y denunciar lo que sucede en su país o en su comunidad. El mapa presenta, hasta ahora, más de 1.400 casos de conflictos relacionados con instalaciones nucleares, minería, manejo de desechos, conflictos por la tierra, agua, combustibles fósiles y justicia climática, turismo, industria y afectaciones a la diversidad biológica del mundo.

Se trata de un proyecto de 23 organizaciones que acumulan más de treinta años de experiencia colectiva, coordinadas por la Universidad Autónoma de Barcelona. El objetivo del proyecto, según Leah Temper, su coordinador, es hacer visibles los conflictos ambientales y sus impactos económicos sobre las poblaciones más vulnerables.

Temper subraya que desde el siglo XIX son abundantes las bases de datos sobre conflictos laborales. No obstante en el siglo XXI, cuando ya se ha establecido la inminencia de nuevos conflictos por el clima, no existen buenas bases de información sobre este nuevo tipo de conflictos.

El experto asegura que los problemas ambientales y climáticos están relacionados con el modelo de globalización de la economía, y señala cómo ambos fenómenos han avivado la llama de la participación de la ciudadanía a través de las redes sociales. En ese sentido, pone el ejemplo de Foil Vedanta, un movimiento que luchó contra una mina de bauxita en una montaña sagrada de la India y estableció el mapa completo de la cadena de suministros de la compañía, lo que los llevó hasta un caso de evasión de impuestos en Zambia.

Por su parte, el Quinto Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático ya había señalado el triple vínculo entre la crisis ambiental global, la crisis climática y los nuevos conflictos sociales, y había destacado cómo los impactos de los fenómenos extremos conexos con el clima, como las olas de calor, las sequías, las inundaciones, los ciclones e incendios forestales, revelan la vulnerabilidad y exposición de algunos ecosistemas y muchos sistemas humanos a la actual variabilidad climática.

El informe mostró de qué manera se está afectando la vida de las personas, especialmente las más pobres, y cómo se están deteriorando sus medios de subsistencia por la alteración de los ecosistemas, la desorganización de la producción de alimentos y el suministro de agua. Igualmente señaló a magnitud de los daños a la infraestructura y los asentamientos, el aumento de la morbilidad y mortalidad, con sus respectivos efectos sobre la salud física y mental de las poblaciones.

Por eso, el desafío que hoy enfrentamos es sincronizar el tic tac del reloj del riesgo global con el termómetro que pende sobre nuestras cabezas y que está a punto de llegar a los dos grados de calentamiento global.

Quienes entienden que esta es la realidad que nos tocó vivir seguramente reaccionarán a tiempo y tomarán las medidas necesarias para adaptarse a un mundo cambiante. Pero quienes han optado por ignorar las evidencias de la ciencia e insisten en negar la magnitud de la amenaza quizás morirán cantando, como la orquesta del Titanic, aquel viejo bolero de Lucho Gatica: “reloj, no marques las horas”.

Fuente artículo: http://www.razonpublica.com/index.php/economia-y-sociedad/8321-la-crisis-clim%C3%A1tica,-el-reloj-y-el-mapa.html

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