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España: Save the Children exige una ley para erradicar la violencia contra la infancia

Europa/España/27 Enero 2018/Fuente: El diario la Educación

La ONG lanza una campaña para presionar al Gobierno para que cumpla con la PNL aprobada en septiembre y redacte una ley de protección de menores. Denunian las 100 muertes de los últimos 5 años.

La ONG Save the Children acaba de lanzar una campaña bajo el nombre de “#LosÚltimos100 con la que quiere exigir que el Gobierno haga todo lo necesario para que en septiembre de 2018 se haya presentado en el Congreso la una Ley integral para defender a niñas y niños, a menores, ante las situaciones de violencia a las que se ven expuestos y que, en el más positivo de los cálculos, le ha costado, desde 2012, la vida a 100.

Violencia de género, violencia contra la infancia, abuso sexual y acoso escolar son los campos en los que Save the Children se ha centrado para intentar hacer cálculos sobre cuántos menores mueren de manera violenta. Denuncian, lo primero, que no hay registros unificados y válidos, homogéneos, de manera que la cifra que dan, 100 menores muertos, se refiere a los casos que, desde 2012, han aparecido en los medios de comunicación.

La única cifra clara en todo esto es la de 36 niñas y niños asesinados en casos de violencia de género en estos años. Es la cifra “mejor cuantificada, decía Ana Sastre, directora de Sensibilización y Políticas de Infancia, y que más atención recibe”, por parte de las administraciones.

Por eso quieren equiparar la ley que piden a la de violencia de género. Lo primero para tener un registro claro de cuántas víctimas hay, de qué edades, con qué casuísticas. Una ley que consiga visibilizar el gran problema, entienden desde la ONG, que supone esa violencia sobre la infancia (los 100 casos mortales son la punta de un iceberg mucho mayor), y facilite, lo primero, un trabajo de prevención.

Es en la prevención donde Save the Children quiere poner el foco para evitar, en buena medida, los problemas posteriores. Ponen el caso de algunas buenas prácticas preventivas, en relación al abuso sexual de menores en Canadá, que consiguió reducir, aseguran, a la mitad los casos. Prevención basada en que niñas y niños tengan información sobre lo que es y lo que no puede ser abuso.

También piden que, ante casos de denuncia de violencia de género, como medida cautelar, los jueces suspendan el régimen de visitas del acusado hasta que se resuelva el caso. Hoy por hoy, esta suspensión se produce en el caso en el que los y las menores hayan presenciado dicha violencia sobre sus madres.

Según explicó en rueda de prensa Laura Pérez Picarzo, directora de Comunicación de la ONG, la campaña, además de contar con caras muy conocidas que quieren dar nombre a esas 100 víctimas mortales d ela violencia contra la infancia, pretende recorger firmas, en la calle y por internet para reunir cientos de miles.

Todo ello para concienciar a la población de la necesidad de erradicar la violencia contra la infancia, sacarla del ámbito privado. Según Pérez Picarzo es un tema que no interesa a los políticos porque se produce en los hogares, o en lo centros educativos. Porque los menores tienen miedo y denuncian poco o no saben dónde hacerlo. Porque no hay medidas suficientes, además.

Una violencia que Ana Satre se encargó de resumir con algunas cifras. Una violencia encarnada en casos de abusos sexuales en los que se estima que solo se denuncian el 15%, un porcentaje muy pequeño que, además, se relaciona con que solo un tercio de estas denuncias acaban en un juicio oral, en una sentencia. Casos en los que los menores sufren, además, la presión mediante el miedo y las amenazas para que guarden silencio.

Una violencia, también dentro de los hogares, de género que en 2017 mató a ocho menores y dejó a 24 huérfanos. Que se engloba dentro de la Ley Integral de Violencia contra las mujeres, en la que no se contemplan medidas específicas para la infancia, de manera que faltan recursos y atención específica.

También están los casos de maltrato infantil, la violencia más habitual. Según el Registro Unificado de Maltrato Infantil, que se completa con los datos que aportan las CCAA, en algunos casos, de manera irregular y heterogénea entre ellas, ha habido 14.000 casos de maltrato y unas 4650 denuncias. Casos que tienen que ver con insultos, castigos humillantes, golpes o falta de atención por parte de los progenitores.

Y, por último, la violencia escolar, sea o no acoso. La organización ha hecho algunos informes sobre esta cuestión, en los que han recogido datos como que uno de cada 10 menores aseguran haber sufrido acoso, o que el 30% asegure haber recibido golpes.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2018/01/23/save-the-children-exige-una-ley-para-erradicar-la-violencia-contra-la-infancia/

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Uruguay: Inmujeres «La ley integral contra la violencia de género marcará un antes y un después»

17 Diciembre 2017/Fuente y Autor: lr21

La directora de Inmujeres celebró la aprobación de la ley integral contra la violencia de género y consideró que será un ejemplo en América Latina.

Mariella Mazzotti, directora del Instituto Nacional de las Mujeres del Ministerio de Desarrollo Social, valoró la aprobación de la Ley Integral para Garantizar a las Mujeres una Vida libre de Violencia basada en Género ley que se alcanzó el pasado miércoles 13 de diciembre en el Parlamento tras años de tratamiento.

Señaló que desde Inmujeres ven “con regocijo”, la aprobación de la normativa que se elaboró en el marco Consejo Nacional Consultivo de Lucha contra la Violencia Doméstica —ámbito interistitucional con participación de distintos ministerios, la sociedad civil organizada y movimiento de mujeres— y “que tuvo muchos años de maduración, de elaboración”.

Mazzotti recordó que las propias organizaciones de mujeres planteaban en 2011/12 el que ley de violencia doméstica había cumplido su ciclo.

“Es una ley que va a ser un antes y un después para el tratamiento de la violencia de género en Uruguay y es una ley ejemplo en América Latina”, consideró.

En ese sentido dijo que Uruguay tomó cosas de leyes integrales de otros países y de la experiencia de su aplicación “entonces de alguna forma esta ley supera algunas dificultades que otros países han tenido”.

Norma integral

Ante las críticas por lo extenso de la ley recordó que “es una ley larga porque es integral que toma en cuanta las distintas dimensiones de la violencia de género —que es mucho mas que la violencia de pareja y expareja— toma las distintas dimensiones que una política integral tiene que desarrollar: la prevención, la promoción de derechos que tiene mucho que ver con la educación y con la cultura, con la comunicación, con el uso del tiempo libre, tiene también todo lo que es nivel de atención, de protección de acceso a la justicia y de reparación que está muy poco desarrollando en nuestro país”.

La norma reconoce la complejidad de la violencia de género que afrontan las mujeres de todas las edades y en diferentes ámbitos, ya que enumera los ataques físicos, psicológicos o emocionales, sexuales, por prejuicio hacia la orientación sexual, identidad de género o expresión de género, económicos, patrimoniales, simbólicos, obstétricos, laborales, políticos, mediáticos, femicidios y acosos sexuales callejeros, así como los lugares donde ocurre: doméstica, comunitaria e institucional, explicó la jerarca según cita Presidencia.

También quedan por ley reconocidos los derechos específicos de las víctimas: respeto a la dignidad, intimidad y autonomía, a la confidencialidad, a no ser sometidas a ninguna forma de discriminación, a recibir información clara y accesible, y a contar con protección y atención integral especializada así como a la reparación del daño.

“La ley da directrices concretas a los distintos organismos públicos sobre lo que tienen que hacer a esta materia, no es un problema que le toque a una sola institución o a un solo ministerio si no que se requiere la actuación conjunta de distintos dispositivos estatales además de la sociedad comprometida porque esto pasa en el día a día, pasa en ámbitos cotidianos, en la escuela, en el liceo, en la calle, en el trabajo en casa, entonces todos tenemos que estar concientes y prevenir y actuar”, expresó.

También recordó “trae normas muy importantes del código penal, fundamentalmente contra delitos sexuales que sufren niñas, niños y adolescentes, así que también marca una modificación de artículos del código penal que es muy importante”.

Consultada sobre las acciones que desde el Estado comenzarán a implementarse tras la aprobación de la ley destacó el buen desarrollo de la política a nivel de las tobilleras y dijo “tenemos que seguir creciendo en unidades especializadas y capacitando policías para la atención, el instituto de las mujeres y el instituto de la infancia y la adolescencia tenemos que tener más servicios de atención y de protección a niñas, niños y mujeres. También todo lo que es el cambio cultural, la actuación de la educación formal institucional y la no formal, la cultura, la comunicación, el manejo de la música, de las letras, del arte, de la recreación, del deporte todo eso tiene que ver muchísimo con la prevención de la violencia de género, eso hay que potenciarlo notoriamente y mejorar los mecanismos de reparación. Así que tenemos mucho para hacer”, afirmó.

Finalmente destacó la reestructuracion que la ley da a los juzgados de violencia doméstica, en juzgados de atención a la violencia de género “que va a permitir que un único juez vea la totalidad del caso, y actúe en distintas materias judiciales viendo la totalidad del caso lo penal, lo familiar, etc”. “Esto es bien importante porque le da un tratamiento único a la mujer, con único juez y en una única dependencia judicial”, concluyó.

Fuente de la noticia: http://www.lr21.com.uy/comunidad/1354340-inmujeres-ley-integral-violencia-genero-parlamento-mujeres

Fuente de la imagen: http://www.lr21.com.uy/wp-content/uploads/2017/12/inmujeres1.jp

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16 Días de activismo contra la violencia de género 2017

Por: Internacional de la Educación/01-12-2017

La campaña de este año se centra en eliminar la violencia de género en la educación gracias al impulso y los objetivos logrados a lo largo de un año en el que más de 700 organizaciones en 92 han manifestado su apoyo.

El 25 de noviembre no solo marca el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, sino que también es el primer día de la campaña anual internacional “16 Días de activismo contra la violencia de género”, que se celebra desde 1991. Los 16 días terminan el 10 de diciembre, el Día Internacional de los Derechos Humanos, para destacar que la violencia contra la mujer es una cuestión de derechos humanos.

Este año, bajo el tema ‘¡Juntos/as podemos terminar con la violencia de género en la educación!’, el activismo se ha centrado firmemente en las herramientas y el marco de derechos humanos existentes en la labor de promoción mundial para contar con leyes, políticas e instituciones más eficaces que prevengan y aborden eficazmente la violencia en los entornos educativos y alrededor de ellos. Esto refleja el énfasis renovado del Center for Women’s Global Leadership (CWGL) – el cual coordina la campaña de los 16 Días de activismo – en utilizar el marco de derechos humanos no solo para concienciar sobre la violencia de género, sino, lo que es más importante, para impulsar su erradicación.

Los sindicatos de la educación toman medidas

El programa conjunto ‘Los sindicatos de la educación toman medidas para poner fin a la violencia basada en el género en la escuela’, puesto en marcha en 2016 por la Internacional de la Educación (IE) y la Iniciativa de las Naciones Unidas para la Educación de las Niñas (UNGEI), cuenta con la participación de siete organizaciones miembro de la IE de cinco países en África Oriental y Meridional, y tiene por objeto mejorar la capacidad de los sindicatos y sus afiliados/as para contribuir a eliminar la violencia de género en las escuelas.

Gracias al apoyo del Gobierno de Canadá, el programa brinda una oportunidad única para que los sindicatos pongan a prueba, reproduzcan y divulguen enfoques innovadores de la acción sindical para abordar la violencia en y alrededor de las escuelas en Etiopía, Kenia, Uganda, Sudáfrica y Zambia. El programa ya ha arrojado información sobre retos fundamentales y ha revelado ejemplos valiosos de prácticas sindicales eficaces y datos empíricos que muestran el cambio de comportamiento entre los/las afiliados/as. El programa también ha puesto de relieve el papel importante que pueden desempeñar los sindicatos de la educación a la hora de abordar la violencia de género y aumentar la seguridad de los/las niños/as, jóvenes y docentes en entornos educativos.

¡16 días en los que los sindicatos de la educación hablan!

‘¡Los sindicatos de la educación hablan!’ es una serie de podcasts, vídeos y blogs sobre los viajes personales de cambio de afiliados/as a algunos de los sindicatos que participan en el programa. Abarcan cuestiones como obtener la voluntad política y movilizar apoyo en los sindicatos para convertir la violencia de género en las escuelas en una prioridad sindical, interactuar con las comunidades y crear nuevas alianzas, todo ello con el objetivo común de eliminar la violencia de género en las escuelas.

Visiten el sitio web, la página en Facebook y el canal en YouTube de la IE y síganos en Twitter durante los 16 Días para ver y escuchar algunas de las enseñanzas extraídas por los/las sindicalistas participantes del sector de la educación que están haciendo una gran contribución para eliminar la violencia en y alrededor de los entornos educativos.

*Fuente: https://www.ei-ie.org/spa/detail/15547/16-d%C3%ADas-de-activismo-contra-la-violencia-de-g%C3%A9nero-2017

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Los hombres se alzan contra la violencia de género en Azerbaiyán

Azerbaiyan/Noviembre de 2017/Fuente: UNFPA

En las últimas semanas, varios casos de alto nivel de violencia de género han salpicados los titulares. Millones de mujeres en todo el mundo han exigido el fin de estos abusos y, cada vez con mayor frecuencia, se exige que los hombres tomen cartas en el asunto.

En las aldeas remotas del distrito de Imishli, en Azerbaiyán, eso es precisamente lo que los hombres están haciendo.

«Estamos aquí para allanar un nuevo camino libre de violencia y libre de ignorancia respecto de la violencia de género», dijo Vusal, de 23 años, quien participó en una iniciativa respaldada por el UNFPA que reúne a varios hombres para abordar el tema de la violencia de género, así como de desigualdades de género que lo alimentan.

La violencia contra las mujeres y las niñas está generalizada, pero en gran medida se considera como un asunto privado. Según una encuesta de 2008 del UNFPA, casi una cuarta parte de las mujeres azerbaiyanas reconocieron haber experimentado algún tipo de violencia en algún momento de su vida, pero menos del 1 por ciento buscó la ayuda de los servicios públicos.

Javid Shahmaliyev, director del Centro de Estudios Sociales y Psicológicos apoyado por el UNFPA, imparte una sesión de sensibilización. © UNFPA Azerbaiyán

El estigma, la insuficiente protección legal y la ausencia de servicios implican que casi nunca se

discute la violencia, una situación que Vusal describió como «totalmente desafiante».

Supervivientes acusados de violencia

La iniciativa, que fue lanzada por el UNFPA en 2016 con fondos de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, instruye a los hombres sobre cómo poner fin a la violencia de género.

«Uno de los principales impedimentos para abordar adecuadamente el problema de la violencia doméstica en Azerbaiyán es la tendencia generalizada de los maridos, la familia y la comunidad de responsabilizar a la mujer de casi todos los casos de violencia que se dan», comenta Javid Shahmaliyev, jefe del Centro para Estudios Sociales y Psicológicos, queien trabaja con el UNFPA para llevar a cabo estas sesiones de información en Aran, Absheron y Lenkoran.

«Incluso cuando las mujeres no son culpadas por la violencia que soportan, se las considera la principal fuerza que puede y debe hacer algo para aliviar el problema», agregó. «Los hombres nunca son vistos como el problema, ya que todos creen que los hombres nunca cambian».

Pero estos hombres se han propuesto cambiar este concepto que se tiene sobre ellos.

Hay sesiones que incluyen mujeres participantes. © UNFPA Azerbaiyán

Aprendiendo a tomar acciones

El proyecto reúne a pequeños grupos de hombres durante dos días para discutir acerca de la violencia de género.

Primero, exploran cómo pueden  las ideas rígidas sobre los roles de género  contribuir a la generalización de la violencia. Por ejemplo, una encuesta de 2006 mostró que el 49 por ciento de las mujeres y el 58 por ciento de los hombres en Azerbaiyán creen que la violencia puede justificarse si las esposas no cumplen con ciertas expectativas.

Los participantes discuten acerca de los diferentes tipos de violencia, no solo violencia física, sino que además el abuso emocional y económico.

Además, analizan cómo intervenir si son testigos o se enteran de alguna conducta violenta. Se anima a los hombres a defender a las supervivientes y a responsabilizar a los perpetradores.

Los grupos discuten cómo ayudar a las supervivientes, por ejemplo, dirigiéndolas a servicios o albergues.

Los participantes aseguran que estas conversaciones han sido reveladoras.

«En el transcurso de estas sesiones de información sobre diferentes formas de violencia de género, poco a poco me he ido dando cuenta de la violencia que existe dentro de las familias en nuestra vecindad«, comenta Ziya, de 28 años.

Ahora ya sé lo que tengo que hacer

Los miembros de la comunidad aprenden a defender a las supervivientes y responsabilizar a los perpetradores y a dirigir a las supervivientes a los servicios de ayuda. © UNFPA Azerbaiyán

Solo en los últimos seis meses, se ha llegado a más de 600 hombres a través de estas sesiones.

También hay sesiones que cuentan con la participación de mujeres. Y el UNFPA también está trabajando con el Gobierno para desarrollar un sistema eficaz derive a las supervivientes de la violencia a servicios como atención médica,asesoramiento y apoyo legal.

Las cosas están cambiando para mejor, afirma Ziya.

«Hace varios años, era inaceptable incluso hablar de violencia en nuestra comunidad para no complicar las cosas. Pero ahora sé qué hacer cuando veo a un hombre abusando de su esposa o restringiendo su libertad», asegura.

Kamaleddin, de 59 años, estuvo de acuerdo. Ofreció voluntariamente el uso de su negocio, una cantina, como sede de las sesiones informativas.

«Me hace sentir que quizás pueda hacer algo importante por mi comunidad», comenta, «porque la simple idea de que no poder hacer nada para eliminar la violencia de género me llevaría a la desesperación».

Fuente: http://www.unfpa.org/es/news/los-hombres-se-alzan-contra-la-violencia-de-g%C3%A9nero-en-azerbaiy%C3%A1n

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Mujeres que huyen

Por: Lidia Falcón

Después de Juana Rivas una mujer de Málaga, Carmen P. ha huido de su casa con sus dos hijos para no entregárselos al padre que los reclama. Previamente, en mayo, Carmen había presentado una denuncia por maltrato contra su marido y obtenido incluso una orden de protección a su favor, pero que no debe de haber sido eficaz, ya que Carmen ha optado por garantizarse su propia seguridad poniendo la suficiente distancia entre ella y el padre de las criaturas.

Tanto la justicia como la legislatura de nuestro país deberían plantearse por qué estas mujeres han decidido abandonar su domicilio habitual y esconderse con sus hijos, con todos los problemas que podemos imaginar que tal situación conlleva, antes que permitir que el progenitor los tutele.

Para mantenerse en la clandestinidad, cuando las fuerzas de seguridad te están buscando, hace falta dinero, apoyo de otras personas, vivir en alojamientos poco preparados y tantas veces incómodos, abandonar familia, amigos, conocidos, vecinos, barrio habitual, si además se pierde el empleo las consecuencias son peores. Los niños viajan aturdidos dejando atrás colegio y amigos, abuelos y tíos y primos. Todos estos riesgos e inconvenientes los arrostran las madres porque quieren a sus hijos y necesitan alejarlos de un padre maltratador.

Claro está que el coro de defensores de los machistas –que ya se ha expresado estentóreamente- hablará de la maldad de la madre y la calificará de desquiciada. Calificativo este muy menudeado contra las mujeres. La prensa británica calificó de “locas” a las sufragistas durante 70 años. No las identificó por ningún otro nombre. La magistrada -¡hay que ver que plantel de juezas tenemos!- del proceso de Carmen ha dispuesto, a petición del Ministerio Público, que se emita un informe psicosocial para analizar la veracidad de la declaración judicial de la mujer desaparecida con sus hijas. Resolución que toman la mayoría de los miembros y miembras de la judicatura cuando se trata de actuar contra un delito de violencia machista. Si se tratara de cualquier otro de la larga lista que posee el Código Penal, jamás se les ocurriría pedir un informe psiquiátrico del ciudadano que denuncia un robo, una agresión, una estafa, un accidente de circulación, etc.

Pero las mujeres son por definición sujetos de maldad y desconfianza desde que el Código de Hanmurabí las calificó peores que el veneno, las serpientes, el viento del desierto, la enfermedad y la muerte. Repasar aquí la serie de insultos y maldades que les han atribuido a las mujeres los grandes hombres que han regido el poder político, religioso, cultural de todos los países, durante miles de años, es tarea imposible para un artículo. Les remito a mi libro Mujer y Sociedad, publicado hace 50 años.

A pesar de la Ley de Violencia de Género, que cumplirá pronto 13 años, a pesar de la Ley de Igualdad -¡que ironía!- que tiene 10, a pesar de todos los avances que el Movimiento Feminista ha obtenido en estos 42 años de la última etapa, las mujeres son consideradas sujetos de segunda categoría como corresponde a su estatus de clase explotada.

Del mismo modo que los negros en EEUU, a pesar de las Constituciones y leyes que garantizaban su igualdad fueron objeto de toda clase de discriminaciones y marginaciones, las mujeres –en el mundo entero- siguen viviendo en sociedades patriarcales que las esclavizan, las maltratan, las explotan, las humillan y no las consideran sujetos de derecho. En España hasta el año 2000 el Tribunal Supremo no decidió que el testimonio de una mujer tenía el mismo valor que el de un hombre.  

Pero ni esta declaración del más alto tribunal de nuestro país influye en el criterio de los jueces, aunque sean tan prestigiosos como José Antonio Martín Pallín, que ostenta todos los honores de haber sido Magistrado y fiscal del Tribunal Supremo y es magistrado emérito del mismo. Como ilustre jurista ha sido miembro del Comité de Bioética de España, miembro numerario del Instituto de Estudios Canarios, del Secretariado Internacional de Juristas por la Amnistía y la Democracia en el Paraguay, de la Asociación Hispano-Alemana de Juristas y de varias misiones especiales sobre derechos humanosorganizadas por Amnistía Internacional (Venezuela, México, Perú). Fue Premio Jurista 1996 de la Universidad Complutense de Madrid, Presidente de la Asociación pro Derechos Humanos de España, Presidente de la Unión Progresista de Fiscales, Portavoz de Jueces para la Democracia y Vicepresidente del Foro Milicia y Democracia.

Pues bien, José Antonio Martín Pallín ha terciado en la dramática polémica respecto a la situación de Juana Rivas y sus hijos defendiendo apasionadamente la necesidad de cumplir la ley y las resoluciones judiciales. Con un criterio gremialista y legalista que no le conocía, asegura que las resoluciones judiciales que la afectan han sido tomadas en estricta aplicación de la ley –lo que debe de ser cierto dada la escasa protección que la Ley de Violencia presta a las mujeres- y con criterios de equidad y justicia perfectos.

Esa defensa a ultranza no solo de la ley sino también de las resoluciones judiciales no la practicaba Martín Pallín cuando era uno de los valientes defensores de los Derechos Humanos, conculcados habitualmente por el sistema legal y las resoluciones judiciales. Se ha manifestado innumerables veces contra la tortura practicada en tantas ocasiones por las diferentes policías, contra sentencias injustas, contra leyes sin proporcionalidad ni equidad. Pero entonces estaba defendiendo a opositores al poder, a disidentes políticos, acusando a corruptos, etc. Ahora se trata de defender a mujeres de sus maltratadores, y con ellas a los niños, los más débiles, y esa es otra cuestión.

En este caso Martín afirma que: “No me entra en la cabeza que los servicios jurídicos de nuestro Gobierno o de la Junta de Andalucía no hayan valorado esta situación y no hayan aconsejado, con firmeza, que la situación exigía la entrega de Juana Rivas, voluntaria o ejecutada de manera coercitiva… ante determinados excesos y manipulaciones… (hay que afirmar) que un condenado por un episodio de malos tratos no es un reo de por vida, que tiene derecho a la reinserción, a la cancelación de sus antecedentes y a organizar su vida futura, sin que pesen sobre él, como una losa permanente, las condenas del pasado.… La petición de auxilio judicial para hacer cumplir la sentencia italiana, como era de esperar,  llegó a los juzgados españoles que, cumpliendo escrupulosamente los compromisos internacionales y con las normas, usos y costumbres del derecho internacional que rige entre las naciones civilizadas, pusieron en marcha los mecanismos para hacer ejecutar la sentencia italiana, acordando la devolución de los hijos al padre… El tono y la agresividad de grupos y sectores comenzó a elevarse llegando a violentar gravemente, hasta extremos que pudieran lindar con Código Penal, la libertad y la independencia de los jueces españoles, tachándoles poco más o menos de prevaricadores y llegando a presentar una denuncia del Consejo General del Poder Judicial para que se investigue a una jueza que no había hecho más que cumplir estrictamente con la ley para salvaguardar el Estado de derecho y el prestigio internacional de nuestro país. Juana está ahora en la casa construida sobre un espacio, formado por una comunidad de naciones, que tiene como lemas, la libertad, la seguridad y la justicia”. Ya ven.

Sin embargo, José Antonio Martín Pallín, estricto defensor de la legalidad española y europea,  en noviembre de 2016, acerca de las agresiones contra algunos miembros de la Guardia civil cometidas por vecinos de Alsasua manifestaba que: “El procesamiento de los nueve de Alsasua es desorbitado y está fuera de la realidad socia”. El magistrado emérito del Supremo cree que se ha producido una ‘sobreactuación judicial’ que complica los intentos de convivencia en el País Vasco y Navarra, tras el anuncio de ETA de dejar las armas. “El Derecho no está para crear conflictos, sino para solucionarlo”.

Pero naturalmente el caso de Alsasua es un tema político y el de Juana Rivas es un asunto privado; los acusados y las víctimas en Alsasua son todos hombres; la acusada Juana es una mujer y las víctimas son dos menores, y el ilustre jurista y defensor de la equidad y los derechos humanos José Antonio Martín Pallín se siente de pronto herido en su categoría varonil, retado por una débil y tonta mujer y los menores le importan un comino.

En vista de que ni las policías ni las juezas ni los psicólogos ni aún los más ilustres activistas de derechos humanos las defienden, las mujeres han decidido huir. Si continúa en vigor la misma Ley de Violencia e idéntica política judicial, tendremos decenas de madres escondidas viviendo en la clandestinidad con sus hijos, en busca y captura por orden judicial y consideradas delincuentes, mientras los maltratadores viven libertad como hombres decentes, considerados víctimas de la maldad de su mujer.

Y fabricaremos una generación de menores criados en el miedo y el odio a su padre y el total rechazo a la justicia de nuestro país.

Fuente: http://blogs.publico.es/lidia-falcon/2017/09/04/mujeres-que-huyen/

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Una escuela contra la dominación

Por: Daniela Rea

Manuel Amador ha dedicado 10 años de su vida a trabajar contra la violencia de género con estudiantes de una preparatoria en Ecatepec, uno de los municipios más violentos del país y donde la precarización cruza todos los espacios. A través de investigaciones y performance, con los que se apropian de las calles, el maestro induce a sus alumnas y alumnos a encontrar una significación para la vida.

Cuando aún no amanece, Manuel Amador llega al paradero norte del metro Indios Verdes de la Ciudad de México. Con la misma prisa que el resto de los transeúntes, pero a contracorriente, camina por los pasillos entre puestos de ambulantes, fierros viejos y restos del día anterior para llegar al final del pasillo a esperar la combi que lo lleve a la colonia Hank González, en Ecatepec.

El paradero norte es un punto nodal en el traslado que cotidianamente hacen cientos de miles de personas para llegar a la ciudad a trabajar –desde sus casas en el Estado de México–, la mayoría en empleos precarios; además de la jornada, deben aumentar unas 3 o 4 horas para el traslado. Mientras todos ellos vienen, Amador va.

Amador recorre unos 20 minutos en una combi vacía, se baja al pie de la carretera a la altura del frontón, una de las paradas más peligrosas de la ruta, pues el acceso a dos vialidades de alta velocidad ofrece salidas rápidas a asaltantes y secuestradores. Después trepa una barda, cruza un puente sobre la autopista y se interna en unas callejuelas esquivando microbuses y motonetas.

Esta mañana de junio, mientras camina a paso acelerado, llama por teléfono a un amigo y le pide que vaya a su casa porque su llave se atoró en la chapa al cerrar y él no quiso esperar a un cerrajero, pues hoy se presenta los proyectos finales de la materia “Métodos y Pensamiento crítico”, en la que ha estado trabajando seis meses. Amador es maestro de la preparatoria 128 Francisco Villa y acaba de llegar a su clase 3 minutos después de las 7 de la mañana.

Llegó aquí hace casi 10 años, por invitación de Joao Arriaga, con quien había coincidido en la carrera de sociología en la Universidad Autónoma Metropolitana. Amador no tenía trabajo. Había pasado una temporada intensa como candidato a la diputación local del partido Alternativa Socialdemócrata, como activista por los derechos de las personas LGBTTTI y dentro de las oficinas del gobierno del Distrito Federal, «ahí mi trabajo no trascendió, era sólo un burócrata”. Cuando Joao lo invitó, no tuvo nada que perder.

Amador debía imaginar cómo llenar las horas de clase de Etimología, su primera materia asignada, pues por sí misma resultaba aburrida e inservible para los alumnos de Ecatepec. Después le tocó educación física. Como no había ni cancha, se le ocurrió dar clases de baile. Pero el baile se convirtió en algo más que mero mover de cuerpos. Influido por su formación sociológica y las enseñanzas de pensamiento crítico de su mentor, Hugo Zemelman, fue convirtiendo las clases en talleres de expresión que ayudan a las jóvenes a entender los problemas de su vida, no como una desgracia personal, sino como resultado de la precarización de la vida en el Valle de México.

Ser maestro en Ecatepec

Amador había leído, como varios de nosotros, las historias de Ecatepec en la prensa: pobreza, corrupción, mujeres desaparecidas, mujeres asesinadas, cuerpos encontrados en baldíos, en barrancas, desnudos, lastimados, en sus casas frente a sus hijos. Las historias que escuchó en el salón de clases no fueron –no han sido- más sencillas y él se esforzó por generar un espacio seguro para nombrarlas.

“Quería construir pedagogías que pudieran responder a esos contextos –cuenta el maestro-. Que pudieran contribuir a regresar la sonrisa, la dignidad a estas personas, la posibilidad de entender que estudiar valía la pena, importaba. Me interesaba sobre todo que estas materias tuvieran una significación para su vida aquí”.

Ecatepec es el municipio con mayor número de pobres de todo el país, casi 500 mil personas viven en esa condición, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social. Es además el municipio donde los habitantes se sienten inseguros, 7 de cada 10, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía. Quienes aquí habitan son los migrantes (y sus descendientes) que llegaron en las décadas de los 80 y 90 como consecuencia del desmantelamiento de la Reforma Agraria que emprendieron Carlos Salinas y Ernesto Zedillo. Llegaron expulsados del campo y encontraron un espacio sin oportunidades laborales dignas. En Ecatepec, el empleo formal escasea y cuando lo hay es precario, por ello la mayoría sobrevive de la economía informal e ilegal, relatan Héctor Domínguez y Amador en el estudio “Diálogos interdisciplinarios sobre violencia sexual”; muchos jóvenes aspiran a ser narcomenudistas, comprar un carro para ser taxistas o vender mercancía de fayuca. Consecuencia, también, ha sido el borramiento de la identidad campesina e indígena como una forma de sobrevivencia ante el racismo. Es común, dice el estudio, que los hablantes de alguna lengua indígena no la hablen en los espacios públicos o no lo enseñen a sus hijos. En una de las clases de Amador, un grupo de alumnas expuso sobre el racismo y ellas mismas con marcados rasgos indígenas, se referían a los indígenas como los otros.

El salón de clases lo ocupan entre 55 y 60 alumnos que llegan en su mayoría sin desayunar, no sólo por falta de dinero, sino porque muchas mamás salen de madrugada a trabajar como obreras, empleadas de comercios o casas particulares; otros no viven con sus papás o tienen a su cargo a los hermanos menores a quienes hay que despertar, vestir, llevar a la escuela. A la mitad de la clase, el maestro les permite salir por café y pan.

La materia de Métodos y Pensamiento Crítico es el pretexto para que ellos hagan análisis, entrevistas, encuestas e historia de vida. Amador toma algunas estrategias de psicomagia para que alumnas y alumnos nombren las distintas experiencias de violencia. Por ejemplo, les hace formar escenas congeladas de momentos de violencia intrafamiliar o escribir en una hoja un momento triste o doloroso para luego quemarlo. Estas actividades se convierten en los performances que llevarán más tarde al espacio público. “Esto es más que una estrategia pedagógica, llevar los terrores íntimos, es más bien articular el conocimiento del espacio íntimo donde hay violencia y sacar a la luz estrategias de control del patriarcado que se han tratado de invisibilizar. Trasgredir lo público-privado y llamar a la intervención ciudadana”, comenta.

Otra de las estrategias educativas es el proyecto de investigación. Cada semestre los alumnos eligen temas que les preocupan en su vida cotidiana, los cuales han sido recurrentes en los años de clase: machismo, feminicidio, violencia en el noviazgo, discriminación indígena, embarazo adolescente, suicidio, drogas y bullying. Casi todos los temas salen de la experiencia personal.

Esta mañana, los alumnos presentan los avances de su investigación. Un equipo habla de “las formas y causas de abandono y de violencia.”

“Elegimos el tema porque yo había pensado en los perros callejeros, de ahí derivamos el tema, de las formas de abandono. Vimos un perro y no le dimos importancia y luego nos dimos cuenta que estaba muerto, días después, nadie se dio cuenta, nadie lo levantó. Pensamos que no sólo se sentía dolor por los animales sino también por las personas, por donde vivimos hay un viejito que esta en la calle todo el tiempo, también nos derivamos de eso”, expone una alumna.

Otro equipo habla del machismo. Su tema es “¿Cuáles son las motivaciones de los hombres que violentan a la mujer?” y según explica Rebeca, “este tema lo elegimos porque en mi casa se vive violencia. Quien practica esto es mi tío, él es militar y de ahí nos derivamos a todo esto. Lo que yo veo en mi casa diario es que un hombre se siente mayoritario a una mujer porque dicen ser más fuertes, nosotros como mujer debemos respetarlo, nosotros nos sentimos menor que él, nos hace sentir menos”. Una compañera agrega: “también llegamos a una conclusión que esto se ha dado desde antes, entonces tenemos que dejar de decirles a los niños no llores porque tú eres hombre. También como ellos dañan, ellos también fueron dañados y siguen ese mismo patrón y todos salimos mal, con una cicatriz en la corazón”.

— Como mujeres, ¿qué les aporta esta investigación?- interviene el maestro.

— A que cuando crezcamos y tengamos nuestras familias ya no hacer eso- responde una alumna.

— Desde el momento que estableces un noviazgo también- dice el maestro.

— El machismo se va dando desde que los padres de un niño lo maltratan, le dicen que no pueden llorar, eres el hombre de la casa, y el niño va creciendo con esas ideas, él lo va aplicando cuando se casa con su pareja va maltratando a su esposa- participan más estudiantes.

— Muy bien, gracias por involucrarse. Recuerden que ustedes están haciendo ciencia, están generando conocimiento. Con las entrevistas, con su observación, están generando conocimiento- concluye Amador.

En los cuadernos de los estudiantes se pueden leer citas de Judith Butler, Boaventura do Santos, Paulo Freire. Los términos de la filósofa norteamericana son retomados en las tareas, como una que habla de la vida precaria: pobreza, desempleo, explotación, violencia, machismo, falta de vínculos, indolencia, carencia, depresión constante, ansiedad, soledad, hostilidad, odio, resentimiento, baja autoestima. La alumna que enlistó esas palabras en su libreta escribe después: “a estos humanos se les debe regresar su dignidad”.

Ser hombre en Ecatepec

En el Estado de México, según datos de la Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio, cada día 6 mujeres son asesinadas. Durante los años en que Enrique Peña Nieto fue gobernador, los feminicidios aumentaron 133 por ciento, según datos de la misma Procuraduría estatal. Esta es la realidad que enmarca la vida de las estudiantes de La Panchito, una violencia que cruza los espacios privados y públicos. Pero para entender qué es ser mujer aquí, Amador plantea primero lo que es ser hombre aquí.

“En estos lugares de exclusión y de marginación, hay hombres que se construyen a partir de elementos de exclusión. Son hombres excluidos, que yo les llamo ‘los hombres machos marginados’. Entonces, no hay oportunidades de trabajo, son explotados, hay desempleo, hay salario que no alcanza suficientemente y buscan otras formas de conseguir el dinero en los espacios de lo ilegal, lo que le llaman hacer los bisnes o la bisneada. Vemos hombres que ven en el crimen la oportunidad para subsistir, robar, vender cosas robadas en los tianguis, ingresar al crimen organizado. Eso, por una parte. Por otra, vemos hombres con carencias, sin educación, sin empleo, sin reconocimiento, sin un espacio, sin oportunidad, que fueron criados con padres autoritarios, intolerantes, porque son hombres frustrados, desesperanzados. Hay una frustración y un odio que se va naturalizando. Y cuando entran a situaciones de noviazgo, brotan las dificultades para relacionarse, para platicar con una chica, entonces se ven esas situaciones de control. Si entendemos estos espacios como esos lugares de precarización de la vida, pues bueno, ¿cómo entonces podemos entender ahí a las mujeres?”.

Ser mujer en Ecatepec

Joselin tiene 18 años recién cumplidos. Llegó a La Panchito -como le llaman de cariño a la prepa- después de dejar varias escuelas porque tenía que cuidar a su hermana, diez años menor. Joselin se hace cargo de su hermana porque su mamá no puede. No es que trabaje de sol a sol, o sí, pero está saliendo de una condición de violencia a la que estuvo sometida por su esposo desde hace casi 30 años. Entonces, Joselin es la tutora de su hermana y su novio es su tutor ante la escuela. Joselin es una joven de piel morena, cabello largo y negro, ojos negros rasgados y labios gruesos. Tiene la estatura y la complexión de una niña, quizá un poco menos niña que cuando tenía 12 años y le arrojó una cazuela con aceite hirviendo a su padre al ver que estaba abusando de su mamá. La cazuela le rebotó en la espalda y ambas cicatrices permanecen: la que dejó el aceite en el cuerpo del hombre y la que quedó en la memoria de la niña. Muy chica, Joselin entendió que si ella no salvaba a su hermana menor, la perdería de una u otra forma. Y decidió salvarla y salvar también a su madre, aunque eso implique postergarse. Ahora, estudia y trabaja para pagar la renta del cuartito a donde viven las tres.

Betsy va en segundo semestre de preparatoria, tiene 16 años. Ella y sus compañeras de equipo eligieron hablar sobre feminicidios en la exposición frente al grupo. Ella no quiere hablar y sus compañeras la protegen. Después, contará que su tía fue asesinada apenas hace unos meses. “Ella se salvó antes dos veces, pero la tercera fue cuando nos avisan y nos cayó de sorpresa, a mi como mujer nos afecta porque me quede con ese miedo de que él sigue libre, con ese miedo de que nos pueda hacer algo. Esta persona una vez estuvo en el reclusorio y quedó de cambiar, la primera vez sucedió en su casa porque estaba borracho, lo hizo frente a sus hijos y una de sus hermanas, hubo orden de alejamiento, pero el insistía e insistía. Ella no quería estar con él, pero él el no entendía, decía que se acercaba por sus hijos, pero tenía miedo de que mi tía lo dejara, ella metía denuncias y el escapaba. Aquí se crece con miedo, con miedo a salir a la calle, porque ya no estamos seguras, aquí pasan muchas, muchas cosas. Mi tía tenía 25 años y cuatro hijos de 9, 5, 4 y 3 años”.

Amador trae a colación otras historias de sus alumnas. Una de ellas le contó que su vecina se suicidó a los 18 años. “Ella estaba embarazada… dejó una carta diciendo que se suicidaba porque no quería engañar y mentirle al novio, porque había sido violada por un familiar y que ese hijo no era de él”. Otra sufrió abuso sexual de su padre cuando tenía 10 años, en revancha porque la mamá se había ido con otro; su mamá la ve como rival. En este caso, dice Amador, los lazos de parentesco y lógica del patriarcado tradicional se ha desvanecido al punto de que los miembros de la familia se convierten en enemigos.

En su estudio, Amador y Domínguez dicen que ese maltrato a las mujeres, esa misoginia “debe entenderse no solo como una fobia incubada en el plano de la frustración de los hombres marginados”, que son producto de la participación femenina en espacios de poder, sino también como resultado de esa precariedad de la vida que parte de los discursos institucionales y mediáticos, como consecuencia de una crisis social, económica y de valores.

Tomar las calles

Amador, La Panchito y las estudiantes, se hicieron famosos cuando algunos medios locales publicaron una fotografía aérea de la frase “no más feminicidios” que 120 alumnas vestidas de blanco formaron en el cerro de Guadalupe. Era el año 2011 y fue ésta la primera actividad que hicieron fuera del salón de clase. Amador lo recuerda como una hazaña, pues la violencia tenía las calles de Ecatepec convertidas en un campo de batalla. Dos años después, hicieron el performance de “Las quinceañeras”: consiguieron vestidos de gala y salieron a las calles maquilladas con golpes y heridas. La imagen es impactante: sus vestidos brillantes contrastan con el color gris de la periferia y sus rostros toman el espacio público con historias de secuestros y feminicidios.

“Las imágenes que se construyen desde ahí, son imágenes que interpelan a todos, a la sociedad, al gobierno y eso es interesante de los performance. Es decir, que se hacen imágenes que pueden lograr interpelar a la sociedad, desestabilizar y esto es lo interesante de estas imágenes”, dice Amador.

El performance de “Las quinceañeras” lo hicieron dos meses antes de que Gabriela Faustino Berenice fuera asesinada, el 16 de junio de 2015. La joven tenía 25 años y un hijo de 8. Trabajaba en una abarrotería. Salió a recoger leche subsidiada y no volvió a casa, su cuerpo quemado se encontró en un baldío. Las noticias dijeron que todavía estaba viva cuando la encontraron.

“Entonces una alumna me dice, ‘¿qué pasó, profesor? No sirve de nada las cosas que hacemos, ¿verdad?. Imagínese con qué facilidad la mataron, yo la conocía, maestro’. En ese momento dices: ‘sí, sí, sí, creo que vale la pena, hija, creo que vale la pena porque para ti y para tus compañeras que están aquí escuchando, esta realidad no les es indiferente, no nos queda de otra, debemos seguir analizando y cuestionando para que no se normalice’, les dije. Mientras hablaba pensaba ¡qué absurdo me siento diciendo esto! no era la respuesta seguramente que querían escuchar, pero ¿qué respuesta tenía en ese momento?, ¿qué respuesta tengo ahora?, no tengo respuestas”.

O quizá la respuesta fueron más performances.

Como el de “La Barbi”: las alumnas llevaron al salón una muñeca a que intervinieron con las palabras que les han gritado a lo largo de su vida. Zorra, puta, pendeja, no sirves para nada, mensa, zonza, suata, estúpida, piruja, fácil, culo fácil. Después, salieron del salón a las calles y llegaron a un lugar donde 15 días antes habían tirado el cuerpo de una joven asesinada y gritaron las palabras que les pertenecían, no las que otros querían colocar sobre sus vidas: Con falda o pantalón, respétame cabrón, ni una más, ni una más, no más violencia a las mujeres, ni objetos ni desechos, mujeres con derechos. Amador aún recuerda el diálogo con una de sus alumnas: “ay profe yo iba caminando y sentía que mis piecitos, mis piernitas se me caían, pero como vi a mis demás compañeras gritando, yo gritaba, yo gritaba”.

O el de los “Daños humanos”, que hicieron para cerrar el ciclo escolar 2016-2017: una serie de postales vivas en donde los estudiantes representaron esos daños que el capitalismo ha dejado en la vida humana: maltrato, soledad, depresión, suicidio. Eligieron hacerlo en el Deportivo, donde fue encontrado el cuerpo de una joven.

“Daños humanos»

El performance, considera Amador, permite a sus alumnas y alumnos desarticular una ideología de dominación: salir a las calles de Ecatepec, específicamente al espacio en el que son encontrados cuerpos de mujeres asesinadas (los espacios y los temas son elegidos por los estudiantes) a mostrar la violencia que viven cotidianamente en las calles y las casas, rompe con esa idea de que el espacio privado o el cuerpo es impermeable a la intervención de las instituciones o la sociedad y por tanto no se debe denunciar. Y por tanto es culpa de la víctima. Y por tanto se debe silenciar.

El hombre que va

 

Amador ha sido entrevistado varias veces por periodistas y académicos. Un estudiante del CIDE hizo una tesis de maestría sobre su proyecto; otra joven vino desde Francia a conocer el trabajo; otra, de la Universidad de Nueva York, se acercó a conocer la escuela en su estudio de feminicidios. Un grupo de estudiantes coordinado por el maestro Rafael Mondragón de la UNAM prepara un libro sobre la experiencia alrededor del proyecto. Las entrevistas y conversaciones con otros le han permitido conocerse un poco más. Por ejemplo, ese estudiante del CIDE trató de indagar por qué Amador escogió Ecatepec y las mujeres de Ecatepec para dedicar su vida profesional, escarbó en sus antecedentes y trató de explicarlo en la violencia que la madre del maestro sufrió de su padre, aunque él no la atestiguó. “Puede ser… mi mamá fue una mujer trabajadora que vivió violencia de mi padre, ella sufrió discriminación, crueldad. Yo no lo recuerdo porque cuando crecí nos salimos del rancho, crecí en Piedras Negras, Puebla, en el monte. A los cinco años nos fuimos de ahí”.

Pero, según él mismo, son otras las violencias que lo han cruzado. “Homofobia, intolerancia, asaltos… en el 2005 sufrí una agresión por parte de unos policías, eran como diez, me golpearon, me agarraron y otros me golpearon en la cara y fue homofobia. Yo denuncié, no pude pegarles. Decía un amigo que los crímenes de odio por homofobia en el fondo son feminicidios”.

¿Por qué Amador va todas las mañanas antes de que amanezca a contracorriente, desde su casa en el centro de la Ciudad de México a Ecatepec, para trabajar con sus alumnas, sus alumnos, para aprender a nombrar lo que les daña?

“No me es indiferente lo que pasa, me sorprendió, me impactó ver esas imágenes de mujeres que pueden ser llevadas, asesinadas. Recuerdo que una ocasión una niña me dijo ‘es que allá arriba hay un tiradero de mujeres, allá las van a tirar y yo no quiero pasar por ahí’. Me sorprendió que dijera ‘un tiradero’ y fui a ver y efectivamente era un lugar donde había cuatro cruces, de varios años que iban y tiraban ahí… Ver el miedo, el terror, el que puedan ser violentadas, ultrajadas, asesinadas y tiradas a los canales, a los bordos como si fueran una basura. Mujeres, pero también animales, hombres ancianos. ¿Qué somos nosotros, qué dice esto, estos cuerpos abandonados, de lo que somos quienes vivimos aquí ahora?”.

Amador se hace preguntas directo al cuerpo. Y las responde con el cuerpo. Por eso, pensar en él es regresar a esa imagen del paradero norte, cuando aún no amanece y él corre a contracorriente para alcanzar la combi que lo lleve a la colonia Hank González en Ecatepec, y acompañar a esas adolescentes, a esos adolescentes, al lugar del que muchos intentan escapar.

 

 

 

 Fuente: http://piedepagina.mx/una-escuela-contra-la-dominacion.php

 

 

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“Para hablar de igualdad hay que hablar de feminismo”

Por: Eduardo Azumendi

Miguel Lorente, forense y experto en violencia de género, asegura que el problema de los hombres es que han vivido la infancia, pero no han sido sido niños.

Para Miguel Lorente Acosta, profesor titular del Departamento de Medicina Legal, Toxicología y Antropología Física de la Universidad de Granada, una de las profundas raíces del machismo en la sociedad actual es que hombres no han sido niños. “Hemos vivido la infancia, pero no hemos sido niños”. La manera de entender lo que es ser hombre va a venir marcada por un contexto y referencias que se van a “interiorizar” en el proceso “madurativo, educativo y de socialización”, expone.

Lorente ha participado estos días en el curso de verano ‘Niños son, ¿qué hombres serán?’, organizado por la Universidad del País Vasco. Durante este curso, varios especialistas han puesto el foco en los niños y en su desarrollo como hombres: qué mensajes reciben (educativos, familiares, comunicativos…) y de qué manera contribuyen (o limitan)  su desarrollo integral, su aprendizaje de las relaciones de convivencia y del ejercicio del poder; el manejo de la violencia y su implicación a favor de la igualdad real. En este sentido,  “para hablar de igualdad tenemos que hablar de feminismo, que es el ‘ especialista ’ de la igualdad. El feminismo es una referencia para remodelar las identidades sobre la igualdad”.

La infancia negada

“Antes que ese hombre hay una cultura, que es el machismo. Desde pequeños los niños viven situaciones y experiencias que les hacen entender lo que tienen que hacer para poder llegar a ser un hombre. Es la infancia negada, ya que desde pequeños los niños producen un rechazo hacia lo femenino, ocultan sus emociones, tienen mucha competitividad a la hora de jugar con los demás y empiezan a tener una imaginación sobre la violencia. Además están expuestos a diferentes juegos, series, películas o situaciones que todavía refuerzan más esa cultura machista”.

Esa cultura ha ido creando una “normalidad tramposa” en la que la sociedad entiende que hay algunos espacios, elementos o circunstancias de desigualdad, como por ejemplo en el trabajo o el sueldo, pero no la asocian con el machismo. “Por un lado está la desigualdad que ven en ciertas situaciones y por otro el machismo. La idea es entender que la propia normalidad es el machismo porque si no se seguirán construyendo estas identidades y no las cuestionaremos”.

Lo que la sociedad tiene que hacer es “educar la cultura” tanto en las familias, colegios  e incluso instituciones. “El objetivo del machismo es mantener la cultura ya que la cultura es machismo”, advierte. Por lo tanto, “ hay que hacer ver a los niños desde una edad muy temprana que esto no es así”.

Los nuevos cambios conseguidos gracias a la transformación de las mujeres no son bien recibidos por los hombres. “Esta nueva situación ha hecho que los hombres se sientan amenazados o cuestionados y en vez de avanzar recurren al machismo y con ello a la violencia. La violencia no ha disminuido porque los hombres no están a favor de este cambio, por lo que responden con violencia para intentar conseguir con ella lo que antes se conseguía con el control social: la ‘normalidad tramposa’. Los hombres tienen que incorporarse a ese cambio social y entender que ese modelo construido desde la infancia es erróneo”.

Fuente: http://www.eldiario.es/norte/euskadi/hablar-igualdad-feminismo_0_662134697.html

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