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México: Maestros marchan en Ciudad de México contra reforma educativa

Noticia / 15 de mayo de 2016/ Por: Mayra Pardillo. Prensa Latina

México, 15 may (PL) Miles de docentes de varios estados que rechazan la reforma educativa y la evaluación del desempeño marcharon hoy, Día del Maestro, por una de las céntricas avenidas de la Ciudad de México.

Los integrantes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) iniciaron el recorrido sobre la Ribera de San Cosme rumbo a la Secretaría de Gobernación.

Consignas como Maestro marchando, su día festejando y Esta marcha no es de fiesta, es de lucha y de protesta, así como pancartas y mantas, estuvieron presentes en este multitudinario desfile.

No faltaron los rostros de los 43 normalistas de Ayotzinapa, cuya desaparición forzada ocurrió entre el 26 y 27 de septiembre de 2014 en el municipio de Iguala, en el estado de Guerrero.

El contingente también estuvo acompañado por estudiantes del Instituto Politécnico Nacional y otras organizaciones sociales, incluyendo a miembros del Sindicato Mexicano de Electricistas.

Hoy es el Día del Maestro, mientras el gobierno nos reprime con una mal llamada reforma educativa y que de alguna forma está vinculada contra los derechos laborales, dijo en declaraciones a Prensa Latina José Antonio Cervantes.

El profesor de informática, luciendo un pulóver donde se lee No a la privatización de la educación, pertenece a la Secundaria 123, ubicada en la Ciudad de México, y lleva 19 años impartiendo clases.

A una pregunta, respondió que «Si estuviéramos conforme con el salario no estaríamos haciendo esta protesta, ni siquiera me siento bien pagado», resaltó.

Mientras, Mónica Mendoza, quien labora en la educación básica (primaria) en el Estado de México, expresó que la marcha es por las afectaciones a los derechos laborales de los profesores.

«Se disfraza de reforma educativa, pero hasta ahora no hemos visto mayor presupuesto para el sector», comentó.

Máster en Educación, Mendoza hace 16 años se inició como maestra, 13 de ellos en una escuela pública.

«Todavía no me ha tocado la evaluación educativa», apuntó.

Según medios de prensa locales maestros de la Sección 22 de la CNTE marchan este domingo para iniciar un paro indefinido y un plantón en el Zócalo de la ciudad de Oaxaca; otra gran marcha ocurrió en el sureño estado de Chiapas.

Grupos magisteriales del país se oponen a la reforma educativa, impulsada por el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, y a la evaluación del desempeño a la cual califican de punitiva.

La Secretaría de Seguridad Pública de la Ciudad de México desplegó más de mil 300 elementos para vigilar la marcha nacional de maestros.

 

Fuente: http://www.prensa-latina.cu/index.php?option=com_content&task=view&idioma=1&id=4881071&Itemid=1

Foto: https://www.google.com.ar/imgres?imgurl=http%3A%2F%2Fwww.euroclima.org%2Fvseminario%2Fwp-content%2Fuploads%2F2015%2F09%2Fmexico.jpg&imgrefurl=http%3A%2F%2Fwww.euroclima.org%2Fvseminario%2Fseminario%2Flugar%2F&docid=H0uS7vML_MqDZM&tbnid=qWpa5TOglQNULM%3A&w=1920&h=1080&bih=973&biw=1920&ved=0ahUKEwikt5yh39zMAhUJlJAKHUBUBQIQMwg3KAcwBw&iact=mrc&uact=8

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Chile: Dos miradas sobre la nueva propuesta de educación pública. Mariano Rosenzvaig, director de Educación de Providencia, considera que el nuevo esquema educacional es mucho más lógico.

Entrevista/ 08 de mayo de 2016 / Por: Flor Guzmán C. / La tercera

Mariano Rosenzvaig. Director de Educación Providencia: “Este es el proyecto “más sólido del gobierno”

¿Qué problemas enfrenta actualmente el sistema de educación municipal?

Hay pocas cosas con tanto nivel de acuerdo en el mundo de la política educativa como el hecho de que el sistema de educación chileno está completamente desbordado, desde lo financiero a lo administrativo. No necesariamente son los municipios los que deben hacerse cargo de la educación, porque sus capacidades son completamente desiguales y están sometidos a un vaivén electoral que no ayuda a generar proyectos de largo plazo.

¿Cómo ve que 67 servicios locales se hagan cargo de los colegios públicos?

Me parece que en la nueva estructura se aplican criterios que muestran una inteligencia global o sistémica mucho más clara de lo que existe hoy a nivel municipal. Habrá mucha discusión respecto de la forma de agrupar comunas, de los criterios que se utilizan, de cómo se va a entregar capacidad de toma de decisiones a los actores; en fin, todavía hay mucho paño para cortar, como se dice. Pero si hablamos de distribución geográfica, me parece que tiene mucha mas lógica hacerlo así que como está hoy, con 345 comunas.

¿Qué cambios cree que va a provocar esto?

De todos los proyectos del actual gobierno, este es lejos el más sólido, mucho más que los que ya se han aprobado. Eso sí, todavía estamos con un gran tema pendiente, que es el financiamiento. Si seguimos los criterios y evidencias del mundo académico todo debiese indicar que estas modificaciones deberían redundar en el mediano plazo en mejor calidad. Pero este cambio sólo va a provocar un efecto si se logra atar a una modificación del financiamiento. Y no se trata sólo de más recursos, sino que de trabajar en el desarrollo del capital humano.

¿Qué opina de aquellos que piden que los municipios que lo están haciendo bien puedan continuar a cargo de los colegios?

Estoy absolutamente en desacuerdo. Actualmente, que un municipio lo haga bien es tener matrícula y buenos resultados, pero no sólo estamos hablando de un cambio de administración, sino de entender el rol del Estado en brindar educación como un derecho. Hay que despegar el servicio educativo de los vaivenes que tiene la realidad de un gobierno municipal. Hoy los que lo hacen bien en su mayoría es porque aportan mas recursos de educación. Hay muy pocos que no y te lo digo desde un municipio que lo hace bien, pero que también aportamos con un presupuesto importante.  Otro de los cambios que aplaudo es que se elimina esa cosa rara que es cerrar escuelas públicas. Tú podías cerrarlas porque no tenías demanda o por desempeño. Es un fracaso del sistema. Aquí se asume el rol del Estado. Una escuela pública no cierra, se mejora. b

 

Ignacio Irarrázaval

Director Centro de Políticas Públicas UC

“Esta iniciativa es más de lo mismo y no da soluciones”

¿Qué problemas tiene la educación municipal?

Hay bastante consenso en los problemas: falta de mirada de largo plazo, baja rendición de cuentas, pocas capacidades de los establecimientos educacionales y de los municipios; es decir, en qué medida se pueden hacer cargo de lo técnico pedagógico y no sólo de ser un administrador que se dedique a pagar sueldos. El sistema actual tiene muchas dificultades.

¿Cómo ve que 67 servicios locales se hagan cargo de los colegios públicos?

Nuestra mirada es bastante crítica, porque si bien hay problemas con la administración de los municipios, tienen una virtud importante, que es el vínculo local: son cercanos a las personas y sobre todo en sectores de vulnerabilidad el municipio tiene una red social de acompañamiento. Eso se rompe con este proyecto, que es muy centralista. Los consejos locales donde participa la comunidad y autoridades son asesores, no tienen atribuciones y toda la fuerza del sistema está en la dirección de educación pública y en sus servicios. Le falta harta conexión con lo local y además hay un tema de tamaño: es mucho que un servicio maneje 225 colegios.

¿Debería considerar menos colegios?

Muchos menos y darle atribuciones a lo local. El caso de Magallanes es ridículo. ¿Cuál puede ser la interacción local de Puerto Williams con Punta Arenas cuando están a dos días de viaje? Los servicios locales van a terminar preocupados de la gestión financiera y no de lo técnico pedagógico. Este proyecto es más de lo mismo y no da soluciones a los problemas.

¿Le parece urgente cambiar el sistema de financiamiento?

El actual sistema de financiamiento no me parece malo, pero se puede mejorar. Me gustaría un modelo más simple, que pondere la asistencia y no haga que todos los recursos dependan de ella.

¿Qué aporte rescata de esta iniciativa?

Para ser bien honesto este proyecto es mejor, es más sofisticado que el de desmunicipalización que presentó Bachelet en su gobierno anterior y Piñera en su período. Está más pensado, pero le falta mucho. El aporte que veo es  la discusión más seria que ha permitido generar respecto de qué hacemos con el proveedor público de educación. Yo veo una cuestión más o menos mixta: dejaría a los municipios que lo están haciendo bien. Hay un par de cosas más que me preocupan. La Ley de Aseguramiento de la Calidad establece un ordenamiento para las escuelas y las de rango inferior son acompañadas por la Agencia de Calidad. Si al quinto año no mejoran, se cierran. Si la ley se aprueba esto no se aplicará a establecimientos públicos y me parece muy extraño, porque para el sistema público se morigera y se mantiene igual  para los colegios subvencionados. Si tú estas proveyendo educación con el mismo currículo, en el mismo contexto, pero a uno se castiga con cierre y a otro no, me parece discriminatorio.
Fuente: http://www.latercera.com/noticia/nacional/2016/05/680-679788-9-dos-miradas-sobre-la-nueva-propuesta-de-educacion-publica.shtml

Foto: http://static.latercera.com/20160507/2290186.jpg

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España: Despertados de las expectativas del 20-D, la LOMCE y sus reválidas siguen ahí

España/ 27 de Abril de 2016/Mundiario

El bloqueo de un supuesto mandato electoral del 20-D no nos hace más sabios –cada vez parece que sepamos menos-, pero nos volverá más escépticos. Como casi todo, la Educación admite muchas miradas, ninguna desinteresada y neutral. No es algo con lo que nazcamos y, al hablar de ella, lo hacemos con los prejuicios de lo interiorizado como normativo para el grupo social con que nos identificamos. No será fácil sacar adelante en buena armonía y consenso un arreglo decente y moderno de los atascos que tenemos como país. Desde nuestros particulares constructos establecemos peculiares éticas de la razón práctica y dogmatizamos. Hace días que lo empezamos a ver en las disculpas que adelantaban los jefes de partido: nadie ha sido. Lo vemos también a diario en las excusas frente a la flagrante corrupción rampante. Cuando alguien de sonoro renombre ha sido pillado en renuncio, es inusitado que tome como norma el  bien del conjunto social. Es más, consubstanciar el bien común con el particular se ha convertido en criterio moral de quienes nunca se ven afectados por las crisis ni por sus derivaciones. Está de moda, en todos los ámbitos, la restricción mental.

Miradas satisfechas

Hacerse rico, por ejemplo, pasa ordinariamente por esta regla. Si hemos de hacer caso a un análisis de Moisés Naím, el 13 de marzo de 2011, los datos de la revista Forbes  indicaban que en muchos países, “estar cerca del gobierno es una ruta más segura para llegar a la lista de los megamillonarios que estar cerca de los consumidores. El factor crítico de su éxito es el Estado y no el mercado”. Casi siempre ha sido así, sin más mérito que el de haber estado en el sitio adecuado en el momento oportuno para su ambición. Una vez lograda, aleccionan a los demás terrícolas con su egocéntrico sentido del bien y la verdad. Es gente satisfecha, como les llamaba Galbraithen 1992, y a menudo se les nota demasiada “desfachatez”, esa moda intelectual que analiza Sánchez-Cuenca. Sólo alguna pena parecen mostrar algunos por no haber logrado ser gobernadores civiles en aquella España en que serlo era ejercer un señorío feudal. Para opinar sobran ellos y tan perfecto es su mundo que, como en el Paraíso bíblico anterior a la estupidez de Eva, todo sigue al alcance de los más talentosos y sólo los tontos no gozan de este privilegio semidivino. Y, por si la naturaleza no hubiera procedido adecuadamente, el sistema educativo debe determinarlo inequívocamente.

 De hecho, Darwin siempre fue visto con recelo por quienes trataron de educarnos, pero la educación española practicó habitualmente el darwinismo cultural. Desde el principio, las cifras de un analfabetismo prolongado más de lo necesario lo recuerdan, igual que la expansión a cuentagotas de la escolarización básica. Tuvieron que pasar más de 130 años para que esta cobertura mínima alcanzara al 100% todos los menores de 14 años, cuando estuvieran muy avanzados los años ochenta del pasado siglo. No todos, además, habían sido igual de aptos: los más pobres, las mujeres, los nacidos en zonas rurales y en algunos barrios periféricos, lo tuvieron peor.  Tan profundamente “natural” fue esta selectiva desigualdad que todavía es  detectable en el Informe PIAAC.  Probablemente deban pasar otros 130 para que tengamos “la educación” debida a que todos los ciudadanos tienen derecho y no tan sólo una diversificada  escolarización. El mundo simple y el “sentido común” de la gente satisfecha no lo integra. Siguen excusándose, como hace años, con la repulsiva  “envidia igualitaria” de los perdedores desde antes de nacer.

Paralelismos

Por eso existen las reválidas educativas. Ante todo, como freno, cortapisa o retraso en la extensión de un derecho principal de todos los ciudadanos. Son paralelas a otras muchos impedimentos, limitaciones y recortes en derechos políticos, laborales y sociales, o en lo que hemos venido a llamar Estado de bienestar, más tardío y mediatizado que en otros países. Ahí está, como ejemplo, la historia del voto: su universalización masculina no llega en España hasta 1890, después de un amago en 1869; el reconocimiento del femenino se retardó a 1931; uno y otro, de todos modos, entrarían en prolongada cuarentena al ritmo de dictaduras y autoritarismos varios. Anteriormente, el voto censitario, instaurado en 1834, sólo había reconocido representación a quienes pagaran a Hacienda: aproximadamente el 1% de la población; en 1876, sólo alcanzó a un 5%. Si se toman como referencia comparativa las primeras reglamentaciones protectoras de niños y mujeres en el trabajo, el panorama de reticencias todavía es más duro. A la tardanza en plantearse siguieron  encendidas críticas de juristas y escritores  que consideraban insoportables y costosos los trastornos que acarrearían a los empleadores. Sellarés i Plá, representante de los empresarios textiles de Sabadell, nos ha legado un opúsculo que probablemente algún defensor de las variadas selectividades que nuestra sociedad tiene todavía reglamentadas, habrá leído para inspirarse: El trabajo de las mujeres y los niños (1892). La lógica individualista de la alegalidad dominante antes de que la Comisión de Reformas Sociales promoviera alguna reforma respecto a “derechos en el trabajo”, siempre  fue contraria a la salud e intereses de los trabajadores. Los historiadores de la Restauración canovista suelen citar más a otro eximio conservador del statu quo, Alberto Bosch, que por entonces ya era un experto en anfibología: “Limitar el trabajo es la más odiosa y la más extraña de las tiranías; limitar el trabajo del niño es entorpecer la educación tecnológica y el aprendizaje; limitar el trabajo de las mujeres… es hasta impedir que la madre realice el más hermoso de los sacrificios… el sacrificio indispensable en algunas ocasiones para mantener el hogar de la familia”.

Temprana inquietud

No debiera extrañarnos, por tanto, que, cuando el día 21/04  once Comunidades cuestionaron la decisión normalizada en la LOMCEde una reválida en el mes de mayo entrante al alumnado de sexto (de Primaria), se haya vuelto a ver la gran dificultad para avanzar hacia un consenso educativo con la igualdad como centro inequívoco de planteamiento. Méndez de Vigo, preservando el orden legislado por su partido, se limitó, sin más, a proclamar:  “si está en la ley, todos harán la reválida”. Actitud que remarcó el “diálogo nacional”  que propugna el continuador de la obra de Wert. El día 22/04, el Colectivo de profesores Foro de Sevilla cuestionó críticamente “para qué sirven las reválidas y otras pruebas”, a la par que recordó que el pasado día cinco de abril este Congreso surgido del 20-D había rechazado la aplicación de las reválidas. Ese miso día,  a cambio, el 22/04, Europa Press repartió un texto en que reivindicaba las bondades de la tradición selectiva de nuestro sistema educativo: para que “seleccione a los que llegan a la Universidad”, al “más apto o preparado”. Porque “el descuido o la desgana no contribuye a crear una sociedad mejor, e igualarla con los diligentes tampoco”. El comentarista regañaba: “a algunos consejeros de Educación no les gusta la reválida de sexto, y pretenden rebajar su impacto”. Y, de entrada, ya se quejaba del desperdicio: “Es duro pagar para mantener estudiantes que no estudian o no se preparan” (Sic).

Tan rotunda y tajante opinión de una agencia fundada en 1953, supuestamente  para propagar la “objetividad” y “neutralidad” ante sus suscriptores, debería aplicarse –al menos con similar entusiasmo- a los devotos del llamado “capitalismo de amiguetes”, tan practicado por quienes ahora frecuentan los juzgados a causa de su exceso de celo. También podría asignarse con gran propiedad a cuantos practican ese estilo en negocios de educación subvencionados y, sobre todo, vendiendo este crecepelo  de  pruebas  estandarizadas para descubrir a “los mejor preparados”. Pero aplicada de manera tan alegre como  poco analítica a la prueba debatida estos días para Sexto de Primaria,  es una extemporánea y nada ecuánime extrapolación, por muy habitual que sea opinar impunemente sobre lo que probablemente se quiera ignorar casi todo. En este nivel educativo, nuestros estudiantes tienen doce años. Les faltan todavía otros seis como mínimo para alcanzar la Universidad. Mientras prosiga   el sistema LOMCE –cuando menos hasta el 26-J-, en ese tránsito todavía habrán de afrontar otras dos reválidas para poder lograrlo: una a los 16 años, al final de 4º de ESO, y otra a los 18, después de 2º de Bachillerato. Conste, además, que llevan encima ya varios saltos de obstáculos previos a sexto: los del curso a curso y, de entrada, el no poco dramático de la elección que hayan debido hacer sus padres para optar por uno u otro centro de la triple red existente en el sistema educativo español. El riesgo de haber acertado no es baladí: el ejercicio de esta selectiva “libertad” de elección viene determinado, principalmente, por cuestiones tan “naturales” como la posición social y económica de la familia, condicionantes de su ansiedad por acertar en el posicionamiento simbólico ante los demás.

Volver, volver…

Otrosí debieran no olvidar los mitólogos de las reválidas y sus selectividades. Para convencernos de la bondad de que su creencia ocupe nuestras neuronas, antes de que tengamos nuevo Gobierno hacia la segunda parte del verano debieran explicar su empeño en volver a políticas que algunos de ellos sufrieron antes de  1970. Desde la Ley Moyano, en 1857, la selección venía dada de suyo. El sistema, corto en escuelas de Primera enseñanza, era pródigo en analfabetos; muy restringido en la Segunda, casi sólo alcanzaba a unas todavía muy débiles clases medias, razón principal del nombre de ese nivel educativo. Aun así, todavía en la LOEM (1953), y en sucesivas regulaciones de 1957, 1963, 1964 y 1967, establecieron formas de limitación selectiva. Hasta que, a impulsos del desarrollismo y de lo que preceptuaba la OCDE desde 1961, hubo que modificarlas. En el “libro blanco” que precedió a la LGE como Bases para una política educativa (MEC, 1969), Villar Palasí y Ángeles Galino procuraron que quedara claro que muchas dualizaciones  segregadoras que tenía el sistema eran anómalas. Los ítems 4, 7, 10, 11 y 12, así como los 117 a 120 de este libro, confiesan su inadecuación a lo que el sistema debía proporcionar a las nuevas demandas de una sociedad cambiante y, por eso,  las pruebas, controles y exámenes que tenía el sistema (en el grado elemental, grado superior y Preu) fueron tildadas ahí –oficialmente-  como “defectuosas”, reduccionistas, “insuficientes” y de poca fiabilidad. En consecuencia, este renovado apasionamiento que muestran muchos de los otrora críticos con ese sistema debería ser denominado, en expresión del citado Moisés Naím, “necrofilia ideológica”, dado su empeño en “volver a ideas muertas que ya han sido probadas y han fracasado, o defendiendo creencias cuya falsedad ha quedado demostrada” (Repensar el mundo, 2016: pg. 101).

Que tal necrofilia sea una patología no ha impedido su propagación en el BOE ni que, a lo que parece, no vaya a proseguir ahí para provecho de quienes, selectos de nacimiento, nunca tuvieron ni tendrán problema. La legislación educativa ha sido reincidente en propagar las certezas de este mal arreglo para la mayoría de estudiantes. Los defensores de fiar la calidad educativa a la excluyente selección y al puro esfuerzo personal –sin nada más que evaluar para que “el impacto” repercuta donde debe- nunca estuvieron de acuerdo con las mínimas aperturas de la LGE. Alegaron, entre otros pretextos, bajada “del nivel”, “masificación” y vulgarización de las acreditaciones académicas. Andando el tiempo, incluso mentarían que la LGE tenía un contagio decadente del 68 parisino (¿).  Y no tardaron mucho en renovar y acrecentar el “tamiz” regulador del flujo estudiantil hacia los niveles medios y altos de estudios.  En 1974, Martínez Esteruelas –responsable del cierre de la Universidad de Valladolid a 8.000 estudiantes en 1975- ya adelantó  su predilección elitista con la Ley 30/1974 (BOE del 26/06/1974): después de tres años de BUP, el COU y su prueba de selectividad constituyeron el acceso normal a la educación universitaria que ha estado vigente hasta ahora. Es interesante anotar que, mientras tanto, en cuanto a formación del profesorado y cualificación interna de los centros no ha habido preocupaciones oficiales especialmente significativas, lo que indica por donde ha ido preferentemente las preocupaciones del “impacto” evaluador.

El mantra de la selectividad y reválidas como símbolo de calidad y excelencia, tendió a incrementarse hasta que llegó la LOMCE (2013). Con sus tres reválidas y otras discriminaciones es la culminación de un persistente anhelo nunca olvidado. Significó la superación de dos grandes frustraciones anteriores. Pilar del Castillo lo había explicitado en su LOCE (2002). Y antes de ella, había quedado nonnato un proyecto reformista de la UCD en 1981, en que Ortega Díaz-Ambrona pretendía la cuadratura del círculo: un bachillerato que aparentara igualdad de oportunidades pero que fuera muy selectivo e, incluso, adaptable a la opcionalidad de las diversas clientelas sociales. Algo muy en consonancia con la LOECE (1970) que había venido a confirmar y asegurar lo impuesto respecto a la estructura dualizadora de los centros educativos con decisiones tomadas desde los inicios de la etapa predemocrática. El Título 4 de esta ley tenía algunas novedades en cuanto a derechos y deberes de los alumnos, pero los Títulos dos y tres –su centro neurálgico- diferenciaban claramente titularidad, derechos y gestión de centros públicos y privados. Sus intereses e idearios particulares quedaban garantizados independientemente de los planes para la escuela pública debiera haber.

Revalidando “la cuestión social”

Si no se quiere enigmático este deambular por los tempranos adelantos de la selectividad con equívocos tópicos repetitivos de un pasado nada ejemplar, y de verdad se interesan por una enseñanza envidiablemente digna para todos los ciudadanos, debieran explicar qué hacer con situaciones problemáticas para la “armonía social”. Eso que en el siglo XIX la gente bien pensante denominaba “la cuestión social”, sigue existiendo, y más en este momento de crisis, cuando aumentan los sin recursos y con grandes dificultades. Según datos de la Red Europea contra la Pobreza y la Exclusión (EAPN), ya son13.657.232 españoles, de los cuales 3,2 millones viven en “extrema pobreza”. Es decir, que el 29% de nuestra población o es pobre o pauperizable. No se ha de echar en saco roto, además, lo que según explican instituciones activas en estos medios, como Save the Children, está sucediendo con los hijos de estas familias. Casi exclusivamente escolarizables en los centros públicos, son los mejores candidatos a tener problemas de rendimiento y abandono escolar. Sus historias nadie puede alegarlas como ignotas y, en un Estado democrático, no pueden circular como meramente atendidas desde solidaridades más o menos voluntarias de la caridad o la beneficencia. Tanto más cuanto que los sociólogos las han investigado reiteradamente. Es clásico el estudio sobre la estructura escolar, en EEUU, de  Bowles y Gintis (1985), o lo que habían publicado ya en 1971 Baudelot y Establet, a propósito de La escuela capitalista en Francia. Y en España, es especialmente digno de recuerdo Carlos Lerena a causa de: Reprimir y liberar (1983) o su coordinación de  Educación y sociología en España (1987).

Las tranquilizadoras selectividades y sus formulistas reválidas, reproductoras de lo que “la naturaleza” da de sí, debieran obligar a  sus defensores a que, al hablar de exigencias de una buena educación “para todos” se sinceren: ¿Qué es lo que hace, después de tantos años y presuntos “esfuerzos”, que todavía no pasen  del 8%  los hijos de trabajadores que acceden a la Universidad? ¿Qué trabajo espera, en esta situación de empobrecimiento creciente, a los de este entorno social que hayan logrado acceder a ella? ¿Ser inteligente, si son pobres, les conducirá a la riqueza?  ¿A todos los inteligentes? ¿Y a los que dictaminemos que no lo son, a dónde les predestinamos? Suponiendo que acceder a la Universidad, fuera un buen itinerario para enriquecerse o simplemente vivir decentemente, ¿después de los recortes  de estos últimos años en más de un 30%, puede decirse que toda persona inteligente,  podrá hacer estudios superiores si se “esfuerza”?

Incierto 26-J

Ha sido difícil –si no imposible- el rigor en cuestiones de Educación después del 20-D y existe el riesgo añadido de que ese vacío siga existiendo después del 26-J. Seguiremos cada cual con nuestro ensueño particular mientras las reválidas LOMCE continúan ahí. No extenderán la equidad educativa, pero amplificarán los pretextos en su contra, para preservar “la distinción”, que diría Bourdieu. Justo ahora, cuando amenazan más recortes a causa del déficit  y debiéramos estar hablando, más bien, de cuanto pueda hacer más accesible a todos los ciudadanos el conocimiento y destrezas que exige el mundo actual, seguiremos soportando lo que de esta última ley orgánica se dijo cuando fue aprobada por solitaria mayoría en el Congreso: castizo manual de autoayuda selectiva para favoritos satisfechos. Como mecanismo para “mejorar” el sistema, esta vuelta a tanta reválida y examen externo acrecentará, bajo capa de “transparencia”, las justificaciones burocráticas para proclamar –sin complejos- lo poco que nos importan los objetivos europeos Horizonte 2020, ni los que previamente se habían adoptado comoMarco para la cooperación europea en educación y formación(12/05/2009). Ahora que Jorge Mario Berdoglio ha comunicado allieber Mitbruder Hans Küng  que podían debatir libremente la infalibilidad papal, nos quedará la LOMCE como refugio de prejuicios dogmáticos.  Y como reserva exótica: nos sobran jóvenes desde mucho antes de que puedan emigrar a Alemania.

Fuente: http://www.mundiario.com/articulo/politica/despertados-expectativas-20-d-lomce-y-revalidas-siguen-ahi/20160427152057058868.html

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