Por: La vanguardia
El ejemplo de la crisis de la educación en Panamá es un toque de alerta: la pobreza impide el acceso a clases por internet, con lo que se incrementa la delincuencia juvenil.
El pasado mes de marzo fue confuso para la educación panameña y lo sigue siendo. El sector educativo fue el primer afectado, al darse a conocer que el director de un reconocido colegio había fallecido como consecuencia de la Covid-19. Esto llevó al cierre de los planteles escolares, tanto públicos como privados, medida que aún se mantiene.
La pandemia ocasionó que los administradores del sector pedagógico se enfrentarán a sus propias carencias, un sistema educativo obsoleto, en el que se mantiene la memoria y repetición como método garantizado de aprendizaje.
No encontraban alternativas para salvar el año escolar, su objetivo era evitar, a toda costa, interrumpir el proceso de enseñanza a los más de 800.000 estudiantes y 50.000 maestros.
Las instituciones formativas no estaban preparadas para abordar la instrucción virtual. Los sectores más conservadores auguran hasta hoy una catástrofe a nivel de educación, un año perdido.
La pregunta: ¿cuál será el método adecuado para preparar a los maestros en esta nueva normalidad? Lo tradicional, el pizarrón y la tiza, quedaban atrás”
Otras de las graves dificultades que afronta la educación lo son los padres de familia, muchos de ellos poco involucrados en el proceso educativo de sus hijos, en su mayoría, con niveles de preparación elemental muy baja ¿Cómo podrán convertirse en sus guías? Es el problema central.
Sin incluir, lo costoso que es el sistema de internet, y el tener en casa un celular de alta generación que deberán compartir más de dos estudiantes”
Para el politólogo Ramiro Vásquez Chambonett, “la educación pública sufre de las mismas falencias que el resto del Estado”, además de “un proceso de retraso de la enseñanza y aprendizaje fríamente calculado para fortalecer su privatización”.
A los más favorecidos se les imparten clases virtuales. Han cambiado su manera de aprendizaje, son nativos digitales, poco se les complica sus horas de clase. Desaparece el antiguo método —memoria y repetición— para dar paso a otra realidad, la investigación y compresión de lo que se estudia, están conscientes de que la ciencia es importante.
De acuerdo a varios maestros consultados, esta nueva modalidad facilita el intercambio de conocimiento y la responsabilidad del alumnado en la enseñanza-aprendizaje.
Sin embargo, existe otra verdad paralela, el impacto de la diabólica pobreza, que se agudizó con la pandemia, producida por la Covid-19, está ocasionando el abandono escolar, el fracaso, para todos aquellos que son tratados como enfermos de penuria. Para ellos, la varita mágica se extravió, puesti que para esta carencia todavía no se encuentra una solución.
En este entorno, los adolescentes se criminalizan en la indigencia del gueto, en la que se traza una cultura y un nuevo lenguaje”
Intentan cambiar sus vidas por una mejor, sustentada en el dinero fácil y que les dará, según ellos, un status que la educación no les brinda.
La cultura del gueto se manifiesta tan violenta al remontarse a finales del pasado julio, en una zona boscosa del Atlántico panameño, fueron encontrados asesinados seis jóvenes entre 13 y 22 años, con tiros certeros por arma de fuego.
La Policía Nacional logró detener a tres de los supuestos autores; uno de ellos, que no sobrepasa los 20 años, de acuerdo a su abogado, poco sabe de leer y de escribir.
Su comunicación se le dificulta al no poder comprender ni analizar las preguntas que le son formuladas por la parte investigadora. No concluyó sus estudios primarios, desertó de la escuela, y poco le importó a uno de sus progenitores su futuro.
Como consecuencia de la pandemia, en Panamá, la tasa de criminalidad ha aumentado en los últimos meses”
Se pierden la distinción entre el crimen común y el crimen organizado, se convierte en una línea difusa que afecta a la sociedad al ser magnificada por los medios de comunicación social que, ante esta crisis sanitaria, manejan líneas editoriales poco comprensibles.
Intento ser optimista, busco a Paulo Freire, su pedagogía de la esperanza, al decir:
— “La pedagogía del oprimido, como pedagogía humanista y liberadora, tendrá, pues, dos momentos distintos, aunque interrelacionados. El primero, en el cual los oprimidos van desvelando el mundo de la opresión y se van comprometiendo, en la praxis, con su transformación, y, el segundo, en que, una vez transformada la realidad opresora, esta pedagogía deja de ser del oprimido y pasa a ser la pedagogía de los hombres en proceso de permanente liberación”.
Ojalá, así sea.
Fuente: https://www.lavanguardia.com/participacion/lectores-corresponsales/20200809/482719664782/cronica-aumento-crimen-juvenil-fracaso-escolar-cierre-escuelas-covid-19-panama.html