Europa/España/ 02.04.2018/Fuente: politica.elpais.com
Cantabria, con 318 centros de infantil a bachillerato, se sumó al horario escolar mayoritario de Europa que incluye un periodo de vacaciones por cada dos meses de clase y se convirtió así en un laboratorio de prácticas que miran con atención el resto de comunidades. La iniciativa, que empezó con gran revuelo de las familias, acaba de pasar un primer examen que saca a relucir sus bondades, como que el cambio favorece el descanso de los alumnos, y también los puntos flacos. Los estudiantes han tenido demasiados deberes en sus semanas de descanso y una “sobrecarga” de exámenes antes y después de estos periodos. Y la conciliación también ha resultado complicada, ya que en la mayoría de los casos las familias no han disfrutado las mismas vacaciones que había en los colegios e institutos y no siempre han tenido una alternativa.
Son las conclusiones principales del informe elaborado por el Consejo Escolar de Cantabria, en el que están representados docentes y personal laboral, expertos del ámbito educativo, las Administraciones (regional y municipios), las familias y los alumnos. El documento, al que ha tenido acceso EL PAÍS, se presentó este martes por la tarde en el pleno de este organismo.
La región creó una comisión especial para el seguimiento y valoración del calendario escolar. Su primer informe alerta de la “sobrecarga” de deberes que han tenido los alumnos en sus semanas de vacaciones aunque añade que, conforme ha ido avanzando el curso, se han dado cuenta del exceso y “se ha aliviado en parte”.
El Consejo reclama una “mayor reflexión” sobre la importancia de los tiempos escolares y añade que ha habido “una constatación clara” de que este modelo “puede contribuir al bienestar y la salud física y emocional del alumnado” y que favorece “el descanso y la desconexión del intenso trabajo diario” de los chavales.
El calendario escolar de Cantabria, que han llegado a barajar otras regiones como Cataluña o Madrid, requiere no obstante un periodo de tiempo “más dilatado” para su estudio con el fin de obtener criterios “más sólidos y rigurosos” por lo que proponen ampliarlo en futuros cursos. Entre otros aspectos, quieren revisar si esta fórmula con más periodos de descanso mejora la convivencia entre los estudiantes, algo que no ha quedado totalmente evidenciado este primer año.
Y el gran talón de Aquiles del modelo, en una cuestión más social que educativa, es cómo solucionar la conciliación de las familias, dónde se quedan esos alumnos si sus padres trabajan o no los pueden atender. Se trata del aspecto que “más tiempo ha ocupado, más se ha debatido y más comentarios, reflexiones y propuestas ha provocado”, añade el trabajo. La propuesta de la Consejería de Educación, que también hizo un llamamiento a los distintos Ayuntamientos de la región, fue abrir distintos centros para que los alumnos pudieran hacer actividades de ocio en las semanas que eran de vacaciones para ellos pero no necesariamente para sus padres.
Las familias consideran, según el informe, que no ha funcionado bien la información sobre la oferta de actividades, que aquellos con menos recursos económicos tienen más dificultades para atender a sus hijos y que estas semanas de vacaciones generan “un enorme esfuerzo organizativo y un mayor desembolso económico”. “Muchas familias no tienen quien les lleve a los niños”, prosigue el trabajo, que también subraya las diferencias de oferta cultural entre las zonas rurales y urbanas.
El resultado en conciliación “parece insuficiente y debe mejorarse”, según el consejo, que reclama mayor coordinación entre la Administración, los centros educativos, las asociaciones de madres y padres de alumnos (AMPAS) y los Ayuntamientos. Pero también repara en que la cuestión va más allá de los colegios: “Se ha constatado la importante y urgente necesidad que tiene la sociedad española de que el asunto de la conciliación se aborde de una manera global e integral” por los partidos políticos y el Estado.
Los alumnos tienen más evaluaciones que con el modelo tradicional por trimestres. Tanto las familias como los estudiantes ven bien este sistema que permite más comunicación entre el centro y los padres y supone “más información y de más calidad sobre el proceso de aprendizaje de los hijos e hijas”. Los profesores (cuyos sindicatos respaldaron en bloque el cambio de modelo) consideran que estas cinco evaluaciones “han supuesto una sobrecarga de trabajo”. El documento propone que los centros escolares incluyan más innovación educativa que permita más trabajos en grupos y propuestas “más creativas y menos rutinarias” y considera que el calendario “exige más coordinación y facilita la formación” de los profesores.
Fuente: https://politica.elpais.com/politica/2017/05/09/actualidad/1494332489_991538.html.