La educación debe ser siempre un compromiso prioritario tanto en el orden institucional como en las áreas personales
Este día, 22 de junio, se celebra anualmente el Día del Maestro, como una tradición de larga data y de gran significado en todos los órdenes de la vida nacional. Pero más allá de una celebración con tantos contenidos simbólicos y emocionales, lo que va envuelto en este recordatorio anual es el reconocimiento de lo que la Educación representa dentro del quehacer humano en todos los tiempos y lugares. Por las características propias de este preciso momento histórico que vivimos con vocación global inescapable, el énfasis en la Educación adquiere perfiles del más alto relieve, y así tenemos que reconocerlo y asumirlo, dentro de los esquemas que a cada nación y a cada sociedad le corresponden.
En nuestro país, desde hace ya bastante tiempo venimos padeciendo una progresiva crisis educativa, que ha hecho que las estructuras nacionales de todo tipo se debiliten y se desnaturalicen en escalada del más alto riesgo. Y no se trata sólo de una crisis en el sistema educativo formal, sino de algo que va mucho más a fondo, porque arranca de lo que pasa en los planos familiares y en los ámbitos sociales de la más variada índole. Puestos en tales perspectivas es inocultable la gravedad de la situación, que por desgracia cada día ha venido recibiendo una desatención creciente, que está en la raíz de prácticamente todos los desajustes que nos agobian.
La disfuncionalidad educativa va vinculada a muchos factores, entre los que podemos mencionar, por su incidencia más relevante, la desintegración familiar, la emigración caótica, el deterioro generalizado de los valores básicos, la irresponsabilidad extendida como una plaga, la tentación negadora que se ha apoderado del sistema y el abandono creciente de los modelos de orden y de pertenencia, entre otros. No es de extrañar, entonces, que ahora nuestra sociedad viva en el filo de lo inevitable.
Y pese a todo ese cúmulo de adversidades que nos atacan a diario, no se advierte ningún esfuerzo serio, organizado y compartido en la línea de las recomposiciones correctivas y reconstructivas. Es como si esa irresponsabilidad a la que acabamos de hacer referencia fuera ganando cada día más posiciones en el ambiente. Y al ser así, lo que toca hoy es emprender una especie de cruzada nacional reeducativa, que no se quede en las ramas sino que llegue hasta las raíces.
Esta fecha, 22 de junio, es especialmente propicia para activar la voluntad de todos, hasta en los más remotos rincones de la realidad, en función de reeducarnos con el propósito de sanitizar –como ahora se dice– todo nuestro sistema de vida en sus distintos planos y niveles. Y es que la Educación no sólo es conocimiento, sino sobre todo disciplina y respeto como normas fundamentales de convivencia. Es mente abierta y corazón dispuesto hasta las últimas consecuencias.
Las condiciones que están prevaleciendo en todos los ambientes, y ya no se diga en el nuestro, inducen con toda urgencia a hacer redefiniciones estructurales y reorientaciones conductuales en cada sociedad, conforme a las respectivas circunstancias. Dejemos, pues, de perder tiempo en lo superfluo y asumamos el desafío que encarna en esa reeducación integral a la que con tanta frecuencia nos referimos. Eso le dará firme sostén a todo lo demás.
En este Día tan representativo se debe aceptar de una vez por todas que el mejor maestro es siempre el fenómeno real en constante movimiento. Y es a partir de tal aceptación vitalizadora que las puertas del futuro pueden abrirse de veras.
Saludamos en su Día a todos los Maestros y Maestras individualizados que ejercen su misión sin descanso, y los ponemos como ejemplo de servicio sin reservas aun en las condiciones más dificultosas y desafiantes.
Fuente de la Información: https://www.laprensagrafica.com/opinion/La-educacion-debe-ser-siempre-un-compromiso-prioritario-tanto-en-el-orden-institucional-como-en-las-areas-personales-20200621-0030.html