Por Lic. en Psicología Luz Farto
La educación empieza por la casa. Las personas más cercanas al niño son las responsables de su cuidado y educación.
Los adultos siempre somos modelos de lxs niñxs que tenemos alrededor. Todo el tiempo sorprendemos a los chicxs imitándonos a la perfección, y aparece la emoción que inunda y coloniza el cuerpo al darnos cuenta todo lo que nos observan y lo pendientes que están de nosotros.
Lxs niñxs, y lxs adultos también, imitan la forma en la que hablamos, expresiones, posturas, incluso la manera en que nos relacionamos con los demás, gritamos un gol y lidiamos con el miedo, la angustia o la frustración.
Los adultos, queramos o no, voluntaria o involuntariamente, les presentamos un mapa del mundo a lxs niñxs, les vamos mostrando qué sí y qué no. Pero claro. Es solo un mapa condicionado por la historia personal, las experiencias y forma de ver el mundo de cada uno. Un mapa arbitrario y marcado por nuestras limitaciones.
Hace poco sentenciaron de manera ejemplar a las personas que mataron a Lucio Dupuy: maltratado de forma sistemática y bestial por las personas que supuestamente lo tenían que cuidar y le estaban enseñando a percibir el mundo.
Por supuesto que la educación empieza por la casa y que las personas más cercanas al niño son las responsables de su cuidado y educación. Pero no podemos quedarnos en un mundo ideal y de fantasía de cómo supuestamente deberían ser las cosas.
A veces los padres y las madres están, a veces no, a veces pueden cuidar a sus hijos, a veces no. A veces no quieren. A veces creen que no pueden. Las historias y realidades son infinitas. Y nos duele, claro. Por eso, este tipo de casos no pasan desapercibidos y nos horrorizan.
Historias como las de Lucio, nos mueven adentro, nos conectan con experiencias personales que podemos aprovechar para enojarnos con el mundo y encerrarnos en la queja y la indignación. O, también, pueden ser disparadores para mirar hacia adentro y cuestionar nuestro mapa del mundo, nuestras creencias y nuestro mundo interno emocional.
No solo los padres son los que le muestran el mundo a los niñxs, todas las personas con las que nos vamos cruzando en la vida son oportunidades de aprendizajes, descubrimientos inesperados y experiencias que nos dejan regulando internamente.
Esta semana una paciente me relataba, completamente desconcertada, lo orgullosos que estaban los padres de su amiga de la facultad de cómo estaba llevando los estudios aunque no había sacado ninguna materia. Sencillamente no lo podía entender. Cómo era posible que su amiga reciba este reconocimiento -afecto en realidad- si ella, que se exigía hasta el extremo, no lo lograba.
La nueva experiencia estaba rompiendo con su mapa o por lo menos lo estaba empezando a resquebrajar.
Seguramente en este momento a todos se nos venga a la memoria, alguna situación donde nos sorprendimos por lo distinto que respondían, se comportaban o pensaban determinadas personas al compararlas con nuestra casa o el lugar donde crecimos.
Algún profe en el jardín, escuela o colonia. El funcionamiento de la casa de nuestros amigos cuando éramos adolescentes o incluso el día de hoy. Alguien en la calle que nos ve cargados de bolsas y nos ayuda a abrir la puerta.
Casos como el de Lucio nos pegan en la cara, nos enfrentan con lo más duro de la realidad, y se hace imposible mirar para otro lado. Entonces, mirémonos a nosotros mismos. Cuestionemos nuestro mapa. El territorio se modifica constantemente, nosotros también.
Les propongo un ejercicio para aquellos que quieran poner a prueba su propio mapa: en el lugar donde nos encontremos, en casa, en el auto, en el súper, en cualquier lado, comencemos a notar que siempre hay alguien a quien le llamamos la atención y se queda observándonos. En ese preciso momento nos convertimos en la persona que de golpe le puede mostrar una nueva realidad a alguien más.
Algo tan sencillo y cotidiano como saludar, sonreír, hacer un gesto, dejar de mirar el celular y mirar a los ojos, puede cambiar el día de la otra persona o su mapa del mundo. Y eso, créanme, es muchísimo.
(*) Especialista en educación emocional.
https://www.ellitoral.com/opinion/ninos-adultos-educacion-emocional-psicologia_0_EVJNJnZBRJ.html