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INEI: Niños venezolanos no tienen acceso a la educación básica en Perú

INEI: Niños venezolanos no tienen acceso a la educación básica en Perú

El 31,2% de los padres señala que la falta de dinero es la principal causa de que los niños venezolanos no tengan acceso a la educación básica en Perú, mientras que el resto, señala que no envían al colegio a sus hijos por desconocer cómo es el sistema educativo peruano.

Según la encuesta realizada a migrantes venezolanos en 2018 por el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), el 74,7%  de los niños entre 3 a 5 años que viven en Perú, no asiste al colegio. Solo el 25,3% lo hace, según arroja el resultado.

El 31,2% de los padres señala que la falta de dinero es la principal causa de que los niños venezolanos no tengan acceso a la educación básica en Perú, mientras que el resto, señala que no envían al colegio a sus hijos por desconocer cómo es el sistema educativo peruano, reseñó La República.

Paola, una ciudadana venezolana de 23 años que vive junto a su hija de tres años en un cuarto alquilado ubicado en El Callao, le ha enseñado a la infante saber los colores, las vocales y contar hasta el número 10.

Hasta ahora, ella no sabe lo que es vivir la experiencia de una escuela. Me pregunta cuándo irá al colegio pero no sé qué responderle”, dice Paola en entrevista con el diario peruano La República.

Todos los días, Paola y su hija viajan hasta Miraflores para vender chupetines. Llegaron a Perú en 2018, con la esperanza de una vida mejor, pero lograr el objetivo les está costando mucho.

Según Migraciones, en suelo peruano hay 862,952 ciudadanos venezolanos. La mayoría, según el Inei, se concentra en Lima (78,2%), seguida de El Callao. Y dentro de la provincia de Lima son los distritos de San Martín de Porres (8,0%) y Santiago de Surco (6,2), los que más población venezolana tienen.

La población migrante venezolana es mayoritariamente joven. Según la encuesta, el 68% tiene entre 15 a 40 años, y de ellos, el 52,3% son hombres y el 47,7% mujeres.

Fuente de la Información: https://versionfinal.com.ve/mundo/ninos-venezolanos-no-tienen-acceso-a-la-educacion-basica-en-peru/

 

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Berea College: la universidad privada en Estados Unidos que no cobra a ninguno de sus estudiantes por la educación

América del Norte/EEUU/BBC

El costo de la educación superior es un tema crítico en Estados Unidos. Pero, a medida que los precios se disparan en todo el país, una universidad en el estado de Kentucky ha encontrado la manera de seguir siendo gratuita. Sólo hay una condición: los estudiantes debe trabajar para ello.

Becas o préstamos estudiantiles. Esas eran las opciones que tenía Sophie Nwaorkoro, de 18 años, para cubrir los costos de sus estudios universitarios.

Una crisis familiar en su último año de secundaria descarriló la primera opción. Se encontró sin hogar y sin la asistencia financiera necesaria para completar los vacíos de cualquier beca que le ofrecieran.

La segunda opción -pedir un crédito- hubiera colocado a Sophie entre los millones de jóvenes que empiezan la vida de adultos atados a los pagos de sus préstamos estudiantiles.

La mayoría de los análisis estiman que la deuda estudiantil total en EE.UU. es de US$1,5 billones, más de los que los estadounidenses deben en sus tarjetas de crédito. Y casi la mitad de los prestatarios han caído en cesación de pagos.

«No me hubiera arriesgado a hacerlo», comenta Sophie. «La deuda significaba el fin de mi libertad».

Sophie se resignó a no continuar con su educación, hasta que recibió una llamada del Berea College, una pequeña universidad situada en una región rural de Kentucky.

La representante le dijo a Sophie que cubrirían todos los gastos.

«Cuando ella mi lo dijo me eché a llorar», recuerda. «Abrieron un puerta que pensé que estaba definitivamente cerrada».

Berea College fue fundada en 1855 por John Fee, un pastor y abolicionista cristiano. Fue la primera universidad integrada y mixta en el sur de EE.UU.

Su campus moderno está localizado en la misma cresta donde estaba la construcción original, actualmente una constelación de edificios de ladrillos con columnas blancas que puede atravesarse a paso lento en 15 minutos.

Desde su inicio, Berea estaba destinada a estudiantes sin medios para pagar la universidad.Los estudiantes trabajaban para ayudar con su manutención.

Y en 1892 dejó completamente de cobrar la matricula.

«Lo que es inusual de Berea es que para entre 70% y 80% de nuestros estudiantes, esta es la única oportunidad de tener una experiencia educacional de alta calidad», expresó el presidente de Berea, Lyle Roelofs.

Más de la mitad de los estudiantes que empezaron en Berea en 2018 no contaba con ningún tipo de ayuda familiar.

El ingreso promedio de una familia de un estudiante de primer año es de menos de US$30.000. Casi 70% de los estudiantes son la la región Apalaches, donde uno de cada cinco habitantes vive bajo el nivel de pobreza.

«Siempre hemos sabido que hay personas que no pueden pagar por la educación necesaria», indica Roelofs. «El ‘cómo hacerlo’ es mucho más complicado».

Ese «cómo» tiene dos caras.

Primero, está el fondo financiero de Berea que, hasta la fecha, ha ascendido a US$1.200 millones.

«Si no tienes ingresos de matrícula, entonces vas a querer tener amigos poderosos como la bolsa de valores estadounidense», dice Roelofs.

El fondo está efectivamente protegido por el compromiso de la institución con una matrícula gratuita. Cualquier renovación o arreglo en el campus sólo es aprobada una vez la matrícula de cada estudiante está asegurada.

Su crecimiento también ha sido impulsado por un particular voto profético de la junta de Berea en 1920, que garantizó que cualquier legado no restringido -donaciones dejadas sin un propósito específico- se añadirían al fondo.

Actualmente, unos US$60 millones se retiran del fondo cada año para mantener el presupuesto operativo de Berea, incluyendo las matrículas.

La segunda característica especial de Berea es su programa laboral, que exige a cada estudiante trabajar en el campus por lo menos 10 horas a la semana, algo parecido al programa federal de estudio-trabajo de otras universidades en EE.UU.

«En Berea College, ningún estudiante paga matrícula para recibir una educación de alta calidad», afirma Roelofs. «No sólo admitimos a cada estudiante, sino que también empleamos a cada estudiante».

Los empleos son esenciales para la operación de Berea, tanto el trabajo de los estudiantes como la porción de su salario que se les deduce para mantener a la universidad operando.

«No es la cosa más romántica», señala Sophie quien, en su oficio en el comedor, trabaja con «los residuos de absolutamente todo el mundo».

«Sé que algunas personas lo menospreciarían, pero una entra ahí con un sentido que ‘estoy haciendo algo que ayuda a la gente'».

Y hay un obvio beneficio al final -en 2019 el 49% de los estudiantes de Berea se graduaron sin deuda, inclusive después de cubrir alimentación, alojamiento y otros gastos de vida. Para los que acumularon deuda, el promedio fue de US$6.693, una cuarta parte del promedio nacional.

Berea es pequeña, tiene unos 1.600 estudiantes y, por razones obvias, no hace alarde de relucientes instalaciones que pueden ser utilizadas para promoverse en las feria universitarias.

«No añadimos ese tipo de características atractivas que sólo está ahí para atraer estudiantes ricos», explica Roelofs. «Sabes, un rocódromo contribuyen poco a la experiencia educacional».

No tiene la fama de las instituciones élites que están desparramadas a lo largo de las costas del país, y sólo es realmente reconocida por aquellos que viven en los alrededores de los Apalaches.

«Cuando escuché sobre ella, me sonó sospechosa», reconoce Sophie. «Si era gratis, entonces debería ser de baja calidad».

Pero Berea no se ve ni se siente como una universidad barata.

El campus es arquetípicamente universitario. La vida estudiantil sigue el compás de un campanariom y en los predios resaltan los patios cuadrangulares enmarcados por árboles.

Está situada entre 3.640 hectáreas de un verde frondoso, propiedad de la universidad, que se confunde con cientos de kilómetros de bosques en las faldas de los montes Apalaches del este de Kentucky.

Al visitar la universidad en octubre, los estudiantes hablaban sus «historias de Berea», de los desafíos que amenazaban sus posibilidades de ir a universidad, una característica común del alumnado.

Pero, con la misma facilidad, la conversación cambiaba a sus planes para fiestas o los exámenes venideros. Este es, tal vez, el mayor de los logros de Berea: para sus estudiantes, la vida diaria está aislada de las deudas estudiantiles pendientes.

También es una de las instituciones educativas más selectivas del estado, según los registros de admisión de Berea. Los estudiantes son aceptados en base tanto a su desempeño académico como su estatus financiero.

En 2018, el 97% de la clase entrante era candidata a las becas Pell, una asistencia federal otorgada únicamente a los que «demuestran necesidad financiera excepcional».

Muchos de los estudiantes mencionan el rigor académico de Berea, que sorprende a muchos que presumieron que «matrícula gratis» era sinónimo de una educación de baja calidad.

«Definitivamente no puedes venir aquí y holgazanear», asegura Sophie.

«Creo que estamos acostumbrados a que las universidades sean tan caras que eso es lo que esperamos. Descartamos la idea que una universidad pueda ser asequible».

La dificultad de pagar por la universidad es una de las características que definen a las familias trabajadoras en EE.UU., indica Caitlin Zaloom, profesora de la Universidad de Nueva York que estudia el efecto de la deuda estudiantil en las familias. «La escalada de costos universitarios no puede ir mucho más lejos».

Es una carga que llevan mucho después de la graduación, tanto padres como estudiantes, afirma. «La deuda y los costos definen sus vidas por muchos años».

Pero, a medida que ir a la universidad se ha convertido cada vez más en un «imperativo moral», un requisito para lograr un empleo estable y el ascenso social, el financiamiento del Estado para la educación superior se ha desplomado.

Entre 2008 y 2017, la financiación general del Estado para instituciones de educación superior de dos y cuatro años cayó en casi US$9.000 millones, ajustados por inflación, según el Centro de Prioridades Presupuestarias y Políticas.

Estos recortes gubernamentales han sido enfrentados con pronunciadas alzas en las matrículas, efectivamente presionando a las familias estadounidenses a tomar préstamos.

«El mayor prestamista es el gobierno federal», explica la profesora Zaloom. «Está muy claro que el gobierno federal espera que sus ciudadanos paguen por su universidad con créditos. Ese es el mensaje que reciben muy claramente las familias desde el primer día».

Sólo la última década, la deuda estudiantil nacional se ha multiplicado más del doble, saltando de US$675.000 millones a los US$1,5 billones actuales.

«Creo que realmente estamos en un punto de quiebre», advierte Zaloom. «Simplemente no es moralmente justificable exigir que jóvenes adultos inicien sus vidas con tanta deuda».

Entonces, ¿qué se puede hacer al respecto?

Hay amplio acuerdo de que la matrícula universitaria en EE.UU. es demasiado cara, pero no hay consenso sobre cómo resolverlo. La mayoría de las universidades estadounidenses ofrecen becas y préstamos para aliviar los costos.

El concepto de cubrirlo todo para todos, como hace Berea, lentamente está ganando espacio.

El gobierno estatal de Nuevo México recientemente anunció un plan para hacer gratis todas las instituciones educativas estatales para todos los estudiantes, sin importar los ingresos familiares, utilizando las ganancias de la próspera industria petrolera del estado. Algunos de los principales candidatos demócratas para las elecciones presidenciales de 2020 han acogido el concepto de matrícula gratis.

Sin embargo, Roelofs cree que «matrícula gratis» puede ser un eslogan frágil si no se acompaña con algo.

El sólo declarar que la educación universitaria es gratis no es la respuesta. Debe ser gratis y de alta calidad, expresa.

Para sus 1.600 estudiantes, el modelo de Berea funciona. Pero tiene 126 años de ventaja.

«Para realmente hacer lo que hace Berea, se tiene que conseguir una suma bastante grande de dinero para poder apenas empezar», manifiesta. «El desafío, luego, es ir incrementándola».

Derechos de autor de la imagen Holly Honderich
Image caption Sophie dice que su trabajo en el comedor «no es romántico».

Fuente: https://www.bbc.com/mundo/noticias-50689735

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Ministerio de Educación de Haití celebra reanudación de clases

América Central/Haiti/Telesur

Tras la súbita interrupción de las labores educativas, los estudiantes vieron vulnerado el calendario escolar, por lo que el Ministerio de Educación anunció que en los próximos días publicará el nuevo programa escolar.

El Ministerio de Educación Nacional y Formación Profesional de Haití (Menfp) resaltó este jueves 5 de diciembre a través de un comunicado, la reanudación de actividades escolares en algunas instituciones educativas en los pasados días, tras tres meses de intensas jornadas de protestas contra el primer mandatario de esa nación caribeña, Jovenel Moïse.

«El Ministerio de Educación Nacional y Formación Profesional acoge con beneplácito el compromiso del público en general y la comunidad educativa, en particular, por el respeto del derecho a la educación y la realización de actividades escolares», reza el comunicado de prensa del Ministerio de Educación de Haití.

Asimismo, el máximo rector educativo haitiano se mostró satisfecho por la vuelta a clases, a la vez que informó que hará lo justo por reajustar el calendario escolar y permitir que los educandos recuperen sus actividades académicas.

Con esta reactivación de clases las escuelas de Puerto Príncipe, capital haitiana, retoman el calendario escolar que debió ser interrumpido por las manifestaciones de calle que piden la renuncia del presidente Moïse.

En este sentido, algunas escuelas de la capital y otras ciudades del país dieron apertura a las clases para aquellos grados que debían tomar exámenes finales, de acuerdo con la agenda dictaminada por el Ministerio de Educación haitiano.

«El Menfp se complace en que la mayoría de los actores respondieron al llamado del Ministerio y entendieron que el derecho a la educación no puede esperar y debe ser respetado en todas las circunstancias», dijo.

La junta directiva de este pequeño grupo de instituciones que volvieron a abrir sus puertas, manifestaron que irán ampliando la atención de los estudiantes de manera paulatina, como una medida para resguardar la seguridad y el derecho a la educación de los menores de edad.

Fuente:

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Dieciséis libros sobre educación: cosecha 2019

Por: Jaume Carbonell

Se termina 2019 y con él un buen año para la edición de libros sobre educación, desde muy diferentes perspectivas. Dejamos aquí una selección de algunos, no son todos los que podrían estar, pero sí los suficientes como para hacerse una buena panorámica.

Más allá de la escuela

Beard, A. (2019) Otras formas de aprender. Barcelona: Plataforma Editorial.

“¿Por qué metemos a los niños en un aula y les hacemos permanecer en ella durante doce años hablando con una persona cuando eso no volverá a sucederles en toda su vida? No tiene ningún sentido”. Este es uno de los muchos testimonios que recoge el autor que, tras una experiencia docente no muy satisfactoria, emprendió un viaje por medio mundo para explorar qué funciona en educación y qué no -este es el subtítulo del libro- hablando con gente vinculada al mundo de la ciencia, la empresa, la economía, la tecnología, la medicina y, por supuesto, la educación, constatando el divorcio que existe entre los progresos del mundo y el enquistamiento de la escuela en modelos tradicionales obsoletos. También bucea en la historia, destacando aquellas aportaciones como la inteligencia o la neurociencia, entre otras, que apuntan hacia otras vías de signo innovador, subrayando el valor de la creatividad como elemento de ruptura y haciendo acopio de una información ingente, a veces poco estructurada. Con este propósito visita los mejores centros tecnológicos y escuelas del Silicon Valley californiano o las de Finlandia y Corea del Sur que, con orientaciones contrapuestas, obtienen las mejores evaluaciones de PISA, un instrumento de medición y comparación controvertido que merece sus elogios.

La obra se estructura en tres partes: pensar de nuevo, hacerlo mejor y ejercer el cuidado, y la cierra con un decálogo sobre lo que Beard considera una revolución del aprendizaje que, en líneas generales, coincide con otras propuestas alternativas: aprender constantemente; piensa críticamente; desarrolla tu creatividad; desarrolla el carácter; empieza pronto; fomenta la cooperación; practica la enseñanza; utiliza sabiamente la tecnología; construye el futuro, y nosotros somos el sistema: “El sistema no está ahí afuera. El sistema somos nosotros y está compuesto por las relaciones entre las personas. Todos tenemos una función que desempeñar dentro de él y la capacidad de influir en su funcionamiento, para mejor o para peor”. Beard respira optimismo y hace una apuesta por el desarrollo de nuestro rendimiento, nuestro intelecto y nuestra ética en clave solidaria y no competitiva; algo que se consigue con diferentes formas de aprender en función de las finalidades educativas. Y se despide con este mensaje: “Hasta los economistas coinciden en señalar que el aprendizaje garantiza la rentabilidad de las inversiones. ¿Qué es lo que nos detiene?”.


Viajar y soñar, porque Ítaca existe

Echeita, G. (2019). Educación inclusiva. Barcelona: Octaedro.

Este autor, que subtitula la obra como ‘El sueño de una noche de verano’, se ha dedicado media vida en cuerpo y alma a trabajar por lo que estima uno de los sueños posibles: el de la inclusión educativa. Tras su larga y sólida trayectoria como profesor universitario en los campos de la docencia, la investigación y el asesoramiento, hace un alto en el camino para escribir una obra de madurez, donde se deslizan ideas, emociones, narrativas y unas cuantas metáforas, entre otros recursos literarios, aderezados con la colaboración poética de Gemma Serrano. Y. sobre todo, muchos aprendizajes. Por eso, el libro se organiza como un viaje que guarda cierta analogía con el poema Educar de Gabriel Celaya y con otras metáforas marineras. Habla de vientos favorables, de cartas de navegación, de guías para la travesía o de turbulencias hasta llegar a Ítaca. Y este viaje lo hace arropado por colegas, docentes, equipos directivos y padres y madres -sobre todo madres-, porque Gerardo se ha perdido con frecuencia entre aulas y pasillos y ha atendido un montón de demandas familiares.

Para él existe un referente especialmente emblemático: la Declaración de Salamanca y su marco de Acción, producto de la Conferencia Mundial promovida por la UNESCO. Su tesis nuclear es que toda la infancia, independientemente de sus condiciones físicas, intelectuales, sociales, lingüísticas u otras debe ser acogida en la escuela ordinaria, mediante una educación común, garantizando, por tanto, el acceso en términos de equidad y calidad del llamado alumnado con necesidades educativas especiales: un largo camino trufado de dificultades. Uno de los principales retos es el de transformar todo tipo de barreras excluyentes en oportunidades, mediante un enfoque sistémico que significa un cambio radical de las políticas, culturas y prácticas educativas. Un proceso que requiere entornos acogedores y participativos para la atención a la diversidad, reflexiones compartidas, formación docente, un marco inequívoco de valores, escuchar la voz del alumnado, apoyos dentro y fuera de la escuela, variedad de recursos para el aprendizaje, estrategias de presión para vencer resistencias y una revisión y análisis constante de cuanto ocurre dentro del centro. Otro referente citado en este punto es la Guía para la Educación Inclusiva. Desarrollando el aprendizaje y la participación de Tony Booth y Mel Ainscow, uno de los expertos más reconocidos en este campo.
Echeita presenta un discurso esperanzador, por aquello del optimismo de la voluntad, pero también tiene muy claro que “la educación inclusiva solo avanzará significativamente si, y solo si, se pone en marcha una transformación profunda de los sistemas educativos excluyentes que ahora tenemos”.


Aprendizaje profundo

Fullan, M. (2019) El matiz. Por qué unos líderes triunfan y otros fracasan. Madrid: Morata.

Desde que la literatura educativa anglosajona empezó a traducirse al español, allá por los años 80, el nombre de Fullan se convirtió pronto en un referente para analizar los procesos de reforma, cambio e innovación, iluminándonos en sus críticas y alternativas. Esta es la tesis del libro: en un mundo en el que la toma de decisiones es cada vez más veloz, estratégica y determinante, se requieren liderazgos sólidos donde los matices y las sutilezas son muy importantes. Pero conviene señalar qué modelo educativo hay detrás. El autor rehúye recetas de la aborrecida escuela convencional y de las píldoras tecnocráticas y neoliberales, y apuesta por una educación pública igualitaria y transformadora que promueva el aprendizaje profundo: un aprendizaje de calidad “que queda anclado en la persona durante toda su vida, incrementa la implicación del alumno mediante la personalización y la apropiación y le pone en contacto con el mundo real”, donde se generan valores, destrezas, conocimiento, y nuevas relaciones de cercanía y confianza entre los diversos miembros de la comunidad educativa. Para Fullan esta innovación se condensa en lo que llama las competencias globales o las cuatro C: el carácter, la ciudadanía, la colaboración, la comunicación, la creatividad y el pensamiento crítico.

¿Qué liderazgo se requiere para este aprendizaje? Sobre todo uno que sepa profundizar y pueda ayudar a entender el cambio y a optimizarlo, tanto en el ámbito micro como en el macro. El matiz escapa a la superficialidad y está atento al detalle para que, a través de un proceso de inmersión y reflexión, pueda captar la imagen completa del sistema con toda su compleja red de conexiones, más o menos visibles: para que pueda ver los árboles pero también el bosque. El liderazgo atento al matiz siente curiosidad por lo que es posible, es sensible al contexto y abierto hacia otras personas, trabajando no solo para el grupo sino con el grupo, con una actitud integradora. Este es una de sus primeros atributos: el cambio requiere una determinación conjunta, con un propósito común y una interacción continua: el “juntos lo conseguiremos”. El segundo atributo es la adaptabilidad, y el tercero la cultura basada en la responsabilidad, individual y colectiva. En todos los casos se documenta con ejemplos de casos en los que se pone de relieve el liderazgo atento al matiz y al mundo en los procesos de cambio y mejora.


La pobreza en España tiene rostro infantil

Marí-Klose, P. (2019) La infancia que queremos. Madrid: Catarata.

Los niveles de pobreza infantil son una anomalía y solo se afrontan luchando contra la desigualdad y la vulnerabilidad. Este es el diagnóstico de partida del autor, profesor de Sociología de la Educación y diputado socialista, y exdirigente del Alto Comisionado para la lucha contra la pobreza infantil. En este ensayo desgrana, con rigor, estudios, datos y argumentos que, amén de las privaciones materiales que comporta, muestran diversas situaciones de un fenómeno que se rejuvenece y que provoca frustración, vergüenza, humillación y baja autoestima en quien lo padece. Porque, dentro de las políticas de bienestar que, con la crisis han ido a menos, las ayudas específicas para pobres suelen ser ayudas pobres.

En la primera parte, se destaca el carácter acumulativo de los problemas relacionados con la pobreza y el carácter multidimensional de la exclusión social: vulnerabilidad económica, vulnerabilidad laboral, falta de acceso a los bienes y servicios públicos y déficits de interacción social. Las evidencias educativas más llamativas tienen que ver con la segregación: el alumnado más desfavorecido se concentra en los mismos centros y entonces el rendimiento educativo baja en picado; con el fracaso escolar y con el abandono prematuro; con un acusado déficit de escolarización en el primer tramo de la educación infantil; o con el menor disfrute de actividades extraescolares y culturales, así como de apoyo y acompañamiento familiar. Todo ello repercute, en suma, en la formación básica y en la falta de credenciales para lograr una cierta mejora y movilidad social. El ascensor cada día permanece más tiempo averiado.

El autor da cuenta de algunos modelos exitosos en las políticas de bienestar infantil como los escandinavos, sin duda, de merecido reconocimiento. Más cuestionables resultan, por el contrario, las políticas que destaca del laborismo durante el gobierno de Tony Blair. Y, aunque es cierto que las políticas de infancia han entrado en la agenda de la Unión Europea, los pronósticos no son tan optimistas como se pintan. En la última parte, se presenta “Una agenda para erradicar la pobreza infantil” -éste es el subtítulo del libro- trufada de debates y propuestas: uno de ellos es el de la renta básica y su posible idoneidad o no. Las medidas tienen como horizonte la corrección de la privación material -como desfamiliarizar costes de crianza- y de la exclusión social, con intervenciones centradas en la propia infancia, la familia y la escuela y la comunidad: más escuelas infantiles, evitar las repeticiones que no conducen a ninguna parte, incidir en la equidad del ocio o hacer frente a la segregación.

Habrá que ver hasta qué punto los ambiciosos Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030, de modo general y respecto a la infancia en particular, superan las dificultades institucionales y financieras, además de las resistencias ideológicas, que también las hay. Al tiempo.


Las enmiendas educativas de un profesor de secundaria

Navarra, A. (2019). Devaluación continua. Tusquets: Barcelona.

Desde la publicación de Panfleto antipedagógico, de Moreno Castillo (2006), no han cesado de aparecer textos escritos por profesores de secundaria -casi siempre hombres- que, a partir de sus vivencias han puesto a caldo la situación de la enseñanza en este tramo educativo, sobre todo tras la aplicación de la reforma educativa de la LOGSE, a la que se le atribuye la causa de todos los males. ¿Qué tiene de común y de específico el libro de Navarra, construido a partir de historias vividas u observadas durante su media docena de años de docencia, un campo de estudio bastante reducido? Las coincidencias abundan en dos primeros capítulos de este ‘Informe urgente sobre alumnos y profesores de secundaria’ -así reza el subtítulo-, repletos de escenarios y situaciones que, a veces de forma irónica y corrosiva, y siempre con una prosa muy rica y fluida, habla de lo que califica de fenómenos paranormales y del profesor sobrehumano: del imparable descenso del nivel educativo; del síndrome del examen en blanco; de la pérdida del hábito lector y de las dificultades en la comprensión lectora; del abandono de los contenidos y su sustitución por las competencias; de la miseria cultural del entorno; de la indisciplina y desorientación del alumnado; de la angustia y del malestar del profesorado que tiene que dimitir de su función instructiva para convertirse en un mero animador.

Lo específico se mueve en un mar de contradicciones. Cuando se limita a contar su experiencia se percibe un entusiasmo y un compromiso inequívoco por explorar nuevas vías de enseñanza y aprendizaje y de conexión con el alumnado, en términos de ensayo y error, evitando la deriva hacia el catastrofismo del blanco y negro y fijándose también en lo que funciona o podría funcionar. También denuncia con brillantez los efectos de las prisas, la inútil sobrecarga burocrática, las visiones economicistas, los brotes de racismo, la pobreza y la desigualdad. Y es sensible a las dificultades familiares y a las carencias emocionales de su alumnado. Pero en el momento que pasa de la anécdota a la categoría, con ánimo de teorizar y generalizar, el matiz deja paso a la contundencia de un discurso reduccionista y simplificador: “La nueva educación degrada nuestra democracia”; “La nueva pedagogía es profundamente clasista”; “El constructivismo genera analfabetismo funcional”. U otras afirmaciones sobre el nivel educativo y la memorización.

Por otro lado, conviene resaltar su devoción por Gregori Luri, al que considera el mejor pedagogo y a quien cita una buena cantidad de veces. Lo mismo que hace con Inger Enkvist, profesora y pensadora sueca, su otro gran referente, defensora acérrima de la educación tradicional -donde primen la disciplina, el esfuerzo y la autoridad del maestro-, porque entiende que toda nueva educación ha fracasado. Ni Enkvist ni Navarra hacen distingos entre las diversas versiones de la innovación o renovación educativa, como si se tratara de un relato único.

Este profesor apuesta por un proyecto educativo neutral, más allá de derechas e izquierdas, y por otro tipo de centros públicos que “tienen que rediseñar los profesores, no los sistemas anónimos, a partir de iniciativas libres”.


Una apuesta por el éxito escolar

Uruñuela, P. (2019) La gestión del aula, Madrid: Narcea.

El autor, profesor de secundaria, inspector y formador, ahora ya jubilado, sigue siendo un todo terreno muy luminoso de la convivencia. ¡Qué cantidad de talleres, seminarios, cursos y conferencias ha impartido estos últimos años en las diversas comunidades autónomas! Su conocimiento experto en este campo dejó su huella en su paso por el Ministerio de Educación, durante el gobierno socialista de Zapatero, con la elaboración del Observatorio de la Convivencia, un referente que debería tener continuidad anual. Con otras personas creó la asociación CONVIVES para la mejora de la convivencia -dispone de una publicación digital- y en El Diario de la Educación es el responsable, junto con Josep Maria Puig, del blog en torno a la convivencia y el aprendizaje servicio.

“Yo empecé a dar clase sin que nadie me hubiera hablado nunca de cómo es un adolescente y, mucho menos, de cómo son los adolescentes de treinta en treinta”. Consciente de la necesidad y de las dificultades de conducir hoy una clase con adolescentes, se propone contar -así reza el subtítulo- “Todo lo que me hubiera gustado saber cuando empecé a dar clase”. Se trata de un libro que combina el diagnóstico y la reflexión con las propuestas concretas de intervención, como un cuaderno de bitácora para orientar al profesorado para lograr un buen clima y gestión del aula, identificando y corrigiendo las conductas disruptivas; e introduciendo los necesarios cambios metodológicos y organizativos y trabajando la motivación y el bienestar emocional del alumnado. Su tesis es que un aprendizaje exitoso requiere una buena convivencia. En este proceso intervienen varios factores y actores: proyecto educativo, alumnado, familia,… Y profesorado: su actitud y formación; y a esto último se ha entregado Pedro Uruñuela con horas y horas de compromiso. Una obra madura, clara y bien organizada que incluye en cada capítulo un breve ensayo, unas conclusiones y un amplio y útil repertorio de propuestas prácticas, con pertinente bibliografía, siempre con una mirada positiva y lejos del clásico modelo disciplinario sancionador.


Entre dudas, preguntas, escuchas y ayudas

Funes, J. (2018) Quiéreme cuando menos me lo merezca… Porque es cuando más lo necesito. Barcelona: Paidós.

Este psicólogo, educador y periodista lleva toda la vida en medio de jóvenes y adolescentes: observándolos, escuchándoles, hablando con ellos y, sobre todo, tratando de comprenderlos, más allá de lo que dicen y hacen, rehuyendo discursos fáciles, etiquetas y estereotipos. Se trata, sin duda, de una de las voces más autorizadas para hablar de estos colectivos: porque ha trabajado a pie de aula, desde los equipos psico-sociopedagógicos; en la calle para dar respuesta a los diversos rostros de la marginación en aras a lograr transiciones hacia la vida activa y la inclusión; en diversos ámbitos institucionales; y en la formación de educadores y educadoras. Una larga trayectoria que le ha permitido conocer las adolescencias desde distintas miradas.

Tras varias publicaciones, llega este libro, un auténtico best seller del cual, desde que salió a finales de 2018, se han vendido 20.000 copias -en catalán y castellano- llegando a estar entre los libros de ensayo en catalán más vendidos: algo insólito en un texto educativo. Además, no hay semana que no tenga una nueva presentación. Un día me lo encontré y le pregunté cuál era la razón de tan buena acogida. “Las familias andan cada día más preocupadas y con más dudas, y piden respuestas”. El propósito del libro de Funes se encuentra en el subtítulo: ‘Una guía para padres y maestros de adolescentes’. Ahora bien, comprometido como está con la renovación pedagógica transformadora, no siempre se lo pone fácil a quienes le escuchan: porque huye de los discursos oficiales al uso y de las recetas cómodas, tratando de devolverles las preguntas e invitándolos a pensar. Su saber experiencial lo condensa en dos agrandes apartados: el trabajo de convivir con adolescentes y propuestas para gestionar algunas preocupaciones. Y en el epílogo desvela una de sus prioridades: “Nuestra tarea debería consistir en descubrir sus malestares, reducir las contradicciones que las provocan y buscar formas de ayudas sensatas”.


¡Qué poco se conocen y respetan los Derechos de la Infancia!

Tonucci, F. (2018) Manual de guerrilla urbana. Barcelona: Graó.

Este psicólogo italiano que, con un gran poder de seducción, consigue llenos espectaculares en sus intervenciones en España -dicen que más que en su propio país- es tan conocido como Tonucci como por Frato, su alter ego, que pone en tela de juicio las miserias del sistema educativo y de la pedagogía convencional a través de sus viñetas. Desde su primera obra, Con ojos de niño, no han cesado sus miradas a la infancia en sus diversos espacios educativos: la escuela, la familia y la ciudad, porque entiende que su bienestar se encuentra en esos y en otros lugares y artefactos que contribuyen a su socialización. Observador agudo e irónico, sabe reflejar en un dibujo un pensamiento profundo. Esto le permite ser muy prolijo en sus publicaciones: quizás no hace nuevas aportaciones pero aporta detalles y matices muy eficientes. Ahora, ya jubilado, ha dejado la investigación psicológica, pero como abuelo encuentra un rico campo de observación y creatividad.

Este manual de guerrilla tiene un destinatario: las niñas y niños que quieren conocer y defender sus derechos. En este caso el texto escrito pesa más que su ilustración, aunque nunca faltan las viñetas de Frato para resaltar con oficio y humor las ideas clave. La primera parte es una breve historia de la Convención sobre los Derechos del Niño, que se abre con esta pregunta: ¿Sabías que el art.3 de la Convención dice que el interés de las niñas y niños es siempre superior? Bastaría con que lo supieran el presidente, los ministros, los empresarios, los sindicatos, los alcaldes, los guardias, los maestros y los padres….”. Y la segunda se centra en las propuestas de rebelión, donde se habla del interés superior del niño; del derecho a expresar su propia opinión y a participar; el derecho al tiempo libre; y de derechos y deberes. El libro lo dedica a una niña de Rosario de 10 años, que dice: “La culpa de todo la tienen los mayores; debemos limitar el poder a los mayores”; y a un niño italiano de 5 años: “Si los adultos no escuchan a los niños, tendrán serios problemas”. Aviso para navegantes.


Contra mentiras y tópicos

Trilla, J, (2019) La moda reaccionaría en educación, Barcelona: Laertes.

El autor cuenta con una amplia y diversificada trayectoria en el campo de la práctica educativa -maestro de primaria, monitor de colonias y, desde hace muchos años, profesor en la Universidad de Barcelona- y en la investigación y producción teórica: pedagogía del ocio, educación moral, el análisis de diversas pedagogías y de cuestiones socialmente controvertidas. Este es un libro que se mueve en esta dirección, porque desmonta las falacias, tópicos, simplificaciones e invenciones que, con tanta contundencia como ligereza, difunden prestigiosos opinadores mediáticos -que cuando no hablan de educación son bastante progresistas- y un buen puñado de profesores, sobre todo de secundaria.

¿Cuál es la piedra de toque de su discurso, de las pedagogías que Trilla califica de reaccionarias? La reivindicación nostálgica de hace unas décadas en las que sostienen que el nivel educativo era más alto, se valoraban los contenidos, la autoridad docente no era cuestionada y se imponía la disciplina en las aulas. Tiempo en que los rituales de la escuela tradicional, sostienen, aún no habían sido sustituidos por las nuevas pedagogías renovadoras, causantes de todos los males y desgracias del actual sistema educativo. Trilla parte del análisis de algunos libros de esta órbita, sobre todo del pionero más influyente: El panfleto antipedagógico, de Moreno Castillo, y de piezas periodísticas, y con una argunentación sólida y minuciosa refleja buena parte de los mitos reaccionarios que se venden como la salvación de las mejores esencias educativas. Y esto se hace magnificando, de forma catastrófista, algunos problemas educativos actuales, en contraste con una idealización del pasado al que se le atribuyen todo tipo de virtudes. Quizás sí que la escuela de otros tiempos fue diferente para unas minorías socialmente y/o culturalmente privilegiadas pero no, ni mucho menos, para la mayoría de la población.

En el catálogo de las modas reaccionarias, donde se mezclan los discursos de la antipedagogía con algunas rémoras del pasado -que habría que diferenciar más nítidamente-, Trilla incluye cuestiones de signo bien distinto: la disciplina y los castigos corporales; autoridad del profesorado y de la atención a los contenidos; la condena indiscriminada a los pedagogos; la segregación por sexos y por niveles; el adoctrinamiento, muy centrado en la enseñanza de la Religión etc. Al final, aunque de forma breve, tampoco ahorra críticas a las pedagogías progresistas donde «tampoco es oro todo lo que reluce». Supongo que el autor podría extender la crítica a otros libros que han aparecido últimamente, algunos de ellos muy mediáticos.


Resistir al neoliberalismo desde la escuela pública

Rodríguez Martínez, C. (2019). Políticas educativas en un mundo global. Barcelona: Octaedro.

La autora es una de las caras más visibles del Foro de Sevilla, un colectivo que nace en esta ciudad a finales del 2012, conformado por profesores y profesoras, sobre todo del ámbito universitario, preocupados por la evolución y la deriva conservadora del sistema educativo y comprometidos por su mejora y transformación. A partir de su manifiesto fundacional: “Por otra política educativa”, han promovido encuentros y debates con otras redes que se mueven en la misma dirección, y han elaborado gran cantidad de textos para promover el debate, muchos de ellos publicados en el Diario de la Educación. Carmen atesora una triple mirada y experiencia: como profesora e investigadora universitaria: como responsable de la renovación pedagógica de la Junta de Andalucía hace ya algunos años, y como activista social en el campo de la educación y del feminismo.

Este libro, se inspira en la filosofía del Foro de Sevilla, aunque aporta su particular punto de vista y ahonda en cuestiones educativas y pedagógicas de enorme calado. De manera clara y ordenada arremete contra sistema educativo español, inscrito en el relato europeo neoliberal del capital humano, la competitividad, la gestión empresarial, la rentabilidad y la progresiva privatización, pero con un acento específico más conservador tras la aprobación de la LOMCE, con sus itinerarios segregadores y la homogenización y centralización del currículo, entre otros puntos negros. Asimismo, critica los sistemas de evaluación y las condiciones de precarización de la profesión docente, con una formación inicial desvinculada de la práctica y con una formación permanente a la baja, basada en el cursillismo y la mera certificación. Todo ello, sostiene, obstruye la autonomía personal y el empoderamiento docente.

En contraposición, Carmen Rodríguez apuesta por el modelo de escuela pública que garantiza los derechos de toda la ciudadanía, la laicidad y la justicia social; y por una educación para una ciudadanía crítica y democrática, sin olvidar la naturaleza política y ética del currículo: “Un conocimiento participativo, con sentido y transformador para construir una escuela democrática, deliberadora y reflexiva que evolucione desde la estrechez cultural hasta una verdadera ciudadanía universal conocedora de su legado”.


Miradas y propuestas críticas y solidarias

Moliné, B; Planes, Ll; Bonals, J. (2019) Educando para otro mundo posible: por una escuela comprometida. Barcelona: Graó.

Los tres autores, aparte de su actividad docente y educativa, han trabajado en el campo de la cooperación interescolar, la renovación pedagógica, la animación sociocultural y el asesoramiento psicopedagógico. Y los tres han formado parte de la Xarxa d’Escoles Compromeses, estrechamente vinculada a la Educación para el Desarrollo, cuyo propósito es generar conciencia crítica para la transformación social y política para avanzar hacia la justicia global en todas las comunidades del planeta. Esta modalidad educativa ha evolucionado desde un modelo asistencial y proteccionista hasta un desarrollo humano sostenible.

La obra, de una gran solidez, se estructura en dos bloques claramente diferenciados: el marco conceptual y las propuestas y experiencias. En el primero, dentro de un planteamiento que apuesta por la educación en valores y para la ciudadanía, se compaginan las dimensiones personales y relacionales, lo global y lo local, la teoría y la práctica, la mirada larga hacia horizontes utópicos y la pegada a las condiciones de la realidad cotidiana. Cabe destacar, entre otras valiosas aportaciones, los atributos derivados de la competencia social con las otras personas, sistematizada en estos puntos: la buena disposición hacia los demás, la hospitalidad, la generosidad, el cuidado, la equidad, el reconocimiento y la dignificación, y la capacidad de dejar ser. En los distintas temáticas que parten de dos premisas -conocer para tener criterio y tener criterio para actuar- se aprecia una cierta similitud con los ejes transversales contemplados en la LOGSE –la reforma impulsada por los primeros gobiernos socialistas-, tales como el medio ambiente, la cultura de la paz o el interculturalismo, que ahora han queda diluidos sino desaparecidos del currículo oficial.

En segundo bloque contiene siete experiencias que ilustran las conceptualizaciones, donde se ponen de relieve el compromiso social, el poder de la conversación, el intercambio entre comunidades y culturas mediante la correspondencia al estilo freinetiano, el trabajo en torno a los refugiados o la ciudad educadora. Un abanico de posibilidades para una comprensión e intervención crítica sobre la realidad.

Larrosa, J. (2019). Esperando no se sabe qué sobre el oficio de profesor. Avinyonet del Penedès (Barcelona): Candaya.

Este profesor de Filosofía de la Educación en la Universidad de Barcelona muestra en sus ensayos, con ciertas pretensiones literarias, un amplio bagaje lector. Así, más allá de la pedagogía, son frecuentes sus incursiones y referencias a la filosofía, al cine, a la literatura y a otros campos culturales. En sus anteriores producciones ha dado cuenta de ello. En este libro se incluye el género epistolar, la descripción de cursos y conferencias con sus correspondientes comentarios y otro tipo de intercambios con amigos, colegas y congresistas que enriquecen el núcleo de un relato amenizado por el fuerte protagonismo del autor.

Hay cuatro viejos conceptos recurrentes que vertebran la obra con los que Jorge Larrosa va conversando: la materia de estudio, el aula, la escuela y el profesorado. Los elogia, cuida y homenajea, defendiéndolos con pasión y sin fisuras, porque entiende que es la única manera de dignificar una escuela pública equitativa y de calidad que pueda sortear los nuevos vientos neoliberales.

“Es en la materia donde está la nobleza y, sobre todo, la magia, y lo único que el profesor debe tratar de hacer es que la magia de la materia llene la sala de clase”. En este sentido, se muestra muy crítico con las propuestas que tratan de diluir su esencia, con propuestas más modernas y rompedoras como los estudios culturales y de otro tipo de innovaciones. El aula, con un tratamiento excesivamente reiterativo, la concibe como el epicentro del aprendizaje, un lugar para el encuentro, la celebración y el goce. Se sitúa en las antípodas de los planteamientos que reivindican la hiperaula o más escuela y menos aula, como así titula M.Fernández Enguita uno de sus últimos libros. La función de la escuela la asocia a la lectura atenta, a la conversación rigurosa -no al mero parloteo- y a los objetivos básicos de la instrucción. Y al profesorado -dice que sólo debe ejercer de profesor para dignificar su oficio, prescindiendo de otros roles y atributos- le compete, sobre todo, conocer el mundo y ponerlo en el centro del aula, tratando de renovarlo y de impedir que no se desmorone, así como llamar la atención sobre las cosas importantes. No obstante, parece que Larrosa esté pensando más en el espacio universitario y en los niveles superiores del sistema educativo que en los inferiores.

Se agradece que el autor trate de dignificar aspectos tales como la materia, el silencio, la atención o la perseverancia, fruto de la mejor tradición, con frecuencia demasiado olvidados o asociados únicamente a un modelo pedagógico conservador; ahora bien, no acaba de entenderse que, cuando afirma que “tal vez ahora la tarea no sea tanto renovar la escuela como defenderla”, solo cite como amenazas la escuela de Disney, de los bancos y de las empresas tecnológicas, del shoping, de la emprendeduría, del coaching y del aprendizaje cognitivo, y se olvide de otros muchos relatos e intervenciones renovadoras y transformadoras en el seno de la educación pública.


Conversaciones para gozar y pensar

Nomen, J. (2019). El niño filósofo y el arte. Barcelona: Arpa.

El año pasado este profesor de la escuela Sadako, un centro innovador de reconocido prestigio, publicaba El niño filósofo, en torno al pensamiento crítico, mientras que el que nos ocupa versa sobre el pensamiento creativo en la infancia, que se desarrolla a partir de múltiples y ricas relaciones que discurren entre el arte y la filosofía, y que abren apasionantes vías de indagación. La huella de Lipman y su propuesta para el desarrollo de habilidades de razonamiento es una de sus fuentes de inspiración más notorias. “Debemos trabaja la creatividad para que los niños y las niñas se abran al mundo para recrearlo, para superar sus dificultades y bloqueos, para ir más allá en el difícil ejercicio de la libertad humana que exige la autonomía del pensamiento crítico, el coraje del pensamiento creativo y el amor del pensamiento cuidadoso”.

Se trata de un texto sumamente original y bien trabado que combina el ensayo con una propuesta de trabajo que rehúye el utilitarismo que con tanta lucidez denuncia Nuccio Ordine en la Utilidad de lo inútil, quien estima que hay actividades que no sirven para nada y son imprescindibles. Razón y emoción se hermanan para poder leer y comprender la realidad. La mencionada propuesta la conforman doce conversaciones entre filósofos y artistas que, desde un enfoque interdisciplinar, incluye pautas y actividades para el diálogo, la creación plástica, literaria, fotográfica y musical.

En cada conversación, donde se asocia la obra de un pensador con la de un artista, existe un tópico que, a modo de interrogante, actúa como hilo conductor: ¿Podemos ser libres?, ¿Es siempre incorrecto mentir?, ¿Podemos prever el futuro?, ¿Hay que saber vivir en la incertidumbre?, ¿Vivimos en una sociedad cansada?, o ¿Qué se puede entender por belleza? Por ahí circulan Beauvoir, Aristóteles, los hermanos Grimm, Freud, la Mafalda de Quino, la danza de los pequeños cisnes de Tchaikovsky o los poemas de Gloria Fuertes.


¿Innovación al servicio de quién y de qué?

Martínez, M / Jolonch, A (coord.) (2019). Las paradojas de la innovación educativa. Barcelona: Horsori.

Libro coral con una docena de aportaciones autóctonas y foráneas de diversos autores y autoras, interés desigual, la mayoría de ellos con una amplia y sólida producción teórica detrás. Aunque no hay un hilo conductor que dé continuidad -Vaya, que los textos se pueden leer sin orden ni concierto-, sí que existen unos tópicos que circulan por todos ellos: las diversas lecturas, significados y ámbitos de aplicación de la innovación educativa y, sobre todo, su relación con la calidad y equidad, tanto en cuanto a los procesos de aprendizaje del alumnado como a las dinámicas de cambio en el centro y en la comunidad. Una reflexión necesaria en un momento en que el término innovación se ha convertido en un mantra al que todo el mundo hace referencia para pensar y hacer cosas muy diferentes.

En el primer capítulo introductorio «¿Qué hemos de innovar y qué debemos conservar en educación?», Miguel Martínez presenta una visión panorámica sobre los retos pendientes a partir de la premisa de que la innovación por sí sola no es garantía de mayor calidad en educación , y de que nunca es neutral. Así, plantea los cambios que genera la necesidad de renovación pedagógica, en un momento en que cada vez hay más educación fuera de la escuela; la compleja relación entre contenidos y capacidades; o la formación integral y la creación de espacios de aprendizaje y convivencia para una educación democrática en valores. Lástima que las paradojas que plantea, muy adecuadas, no siempre tengan respuesta en los otros textos.

La aportación de José Manuel Escudero, «Innovación y calidad en educación», es muy clarificadora al presentar una cartografía alrededor del triángulo innovación-calidad-igualdad, y al diferenciar la innovación en clave de justicia y equidad de la innovación neoconservadora y neoliberal. Antoni Tort en «Escuelas, territorio, trabajo en red e innovación en educación», avanza en el discurso sobre las dinámicas de cambio en la escuela con respecto a los procesos de reinstucionalització y regulación, destacando el potencial que tienen las redes educativas horizontales.

Anna Jolonch pone el foco en «Las comunidades profesionales de aprendizaje», a partir de diversas investigaciones internacionales. No faltan aterrizajes más concretos, como el de Begoña Gros en «La innovación en los entornos y materiales aprendizaje» donde presenta una selección de materiales y recursos con criterios innovadores muy afinados para que, como dice ella, innovar no sea digitalizar contenidos.

También se incluyen otros textos generales sobre la innovación o más específicos sobre liderazgo, evaluación o formación del profesorado. Se echa en falta, sin embargo, una valoración más amplia y profunda sobre la avalancha de prácticas que forman parte de lo que se llama la nueva primavera pedagógica. Aunque, bien mirado, tal vez esto sería otro libro.


La grandeza de una escuela justa

Perrenaud, P. (2019). La organización del trabajo, clave de toda pedagogía diferenciada. Barcelona, Graó.

Desde la publicación de La construcción del éxito y del fracaso escolar, un libro que abrió un nuevo horizonte analítico, Perrenaud no ha cesado de ocuparse de las desigualdades: de cómo siguen reproduciéndose, en sintonía con el ya clásico discurso de Bourdieu, y de cómo pueden afrontarse con cierta eficacia, en clave de discriminación positiva, fijando diferentes estrategias orientadas a objetivos comunes. Esta es la clave de la pedagogía diferenciada: aunar la exigencia de igualdad con el derecho a la diferencia. Huye, por tanto, de visiones uniformistas y convencionales, apostando por concepciones renovadoras donde se perciben las resonancias de Freinet y Meirieu, por citar dos maestros más próximos. Una diferenciación que atiende a cada sujeto individualmente pero no olvida su pertenencia a una colectividad que conviene democratizar y cohesionar.

Perrenaud arranca con una pregunta obvia pero a la que, en la mayoría de los casos, sigue sin obtener una respuesta: “¿Por qué hay alumnos que pasan años y años en la escuela sin aprender todo lo que la escuela les promete? Sostiene el autor que ello es debido a que raramente el alumnado se ve enfrentado a situaciones susceptibles de hacerle aprender. A partir de ahí elabora una propuesta de intervención que ofrezca el máximo de situaciones de aprendizaje sólido y fecundo, articulada a partir de una organización del trabajo radicalmente distinta. No se trata de hacer más actividades ni aumentar el tiempo de atención para quien lo necesite sino de hacerlo mejor en el mismo tiempo. Ello supone cambios en el currículo, rompiendo los compartimientos disciplinarios e introduciendo proyectos multidisciplinares; en los tiempos y espacios; en la gestión de ciclos plurianuales de aprendizaje, más allá del aula, o en la configuración de nuevos agrupamientos.

Una nueva organización del trabajo, que aterriza en propuestas muy detalladas, que se propone dotar al alumnado de un capital cultural escolarmente rentable; un deseo de apropiarse de los conocimientos escolares, y un entorno que puede apoyarlos en su trabajo escolar y en su orientación. Esta es la escuela justa por la que lucha Perrenaud: la que cumple con sus promesas para todo el alumnado, independientemente de su origen, sexo o condición social.


El qué y, sobre todo, el cómo.

Williamsom, B. (2019). El furo del currículum. La educación y el conocimiento en la era digital. Madrid: Morata.

¿Qué visiones sobre el currículo del futuro se imaginan, ensayan o promueven, y qué conocimientos debería incluir? Estos son algunos de los interrogantes nucleares que se plantea este libro-informe, que se nutre de diversos estudios y grupos de trabajo sobre innovaciones digitales promovidos y financiados por la Fundación John D. y Catherine T. MacCarthur, en cuyas conclusiones se pone de relieve cómo aprenden, juegan, socializan y participan en la vida la infancia y la juventud actual.

Una de las tendencias más emblemáticas es el tránsito de una visión centralizada, controladora y canalizadora, por otra cada vez más descentralizada, distribuida y dispersa, a través de multitud de redes y conexiones. Se argumenta que la arquitectura y desarrollo del currículo ha dejado de estar exclusivamente en manos del Estado y pasa a depender de una mezcla confusa de organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, empresas comerciales y del sector privado, organizaciones filantrópicas, laboratorios de ideas y programas sociales. En cierto modo, se experimenta un proceso de desinstitucionalización en la línea que apuntara Iván Illich hace ya medio siglo en torno a las mallas de aprendizaje. El énfasis se pone en la adquisición de destrezas y en competencias como el razonamiento: “Es la consecuencia de la tesis de que hoy es más importante ‘saber cómo’ que ‘saber qué’, pues es probable que la mayor parte de conocimientos que se aprenden en la escuela queden rápidamente desfasados en un mundo tan hiperconectado como el actual”.

Todo ello se ilustra con algunos estudios de caso como el Opening Minds, un currículo por competencias implantado en 200 escuelas británicas; el Quest to Learn, una “escuela para niños digitales” en la ciudad de Nueva York; o la red de escuelas concertadas de San Diego High Tech High, que integra la educación técnica y académica en un aprendizaje basado en proyectos, y que el pasado mes de noviembre recibió el premio al mejor proyecto educativo del mundo en la Cumbre Mundial para la Innovación en Educación 2019 (WISE). En las diversas experiencias planea la economía del conocimiento y el aprendizaje supeditado al mundo laboral -reforzada por la presencia de las grandes multinacionales informáticas- aunque también se visualiza un enfoque crítico y progresista que coloca, por ejemplo, al alumnado y al profesorado en pie de igualdad como creadores activos de contenidos, procesos y productos curriculares a través de un aprendizaje conjunto.

Este es otro de los grandes interrogantes: “¿El currículo del futuro se orientará más hacia prácticas comunitarias y cooperativas o, por el contrario, se dejará arrastrar por los patrones individualistas y economicistas de carácter neoliberal?».

Fuente: https://eldiariodelaeducacion.com/pedagogiasxxi/2019/12/11/dieciseis-libros-sobre-educacion-cosecha-2019/

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Chile: Tres de cada 10 planteles de educación superior cerraron el 2018 con pérdidas

La tercera 

Superintendencia del ramo identificó las instituciones con más riesgo para focalizar en ellas las acciones de fiscalización. De las 48 casas de estudios con gratuidad solo siete registran cifras negativas. Las privadas lideran el listado de ganancias.

Más de $ 218 mil millones en excedentes registraron en 2018 las instituciones de educación superior del país, un aumento de $ 41 mil millones (23%) respecto del año anterior, según cifras oficiales del Ministerio de Educación (Mineduc).

Pero el panorama hoy no es el mismo para todas las casas de estudios, porque de las 140 instituciones que entregaron información al Estado, 39 registraron cifras negativas. Es decir, tres de cada 10 planteles tuvieron pérdidas.

El caso más extremo es el de la Universidad de los Andes, que cerró el año con casi $ 11 mil millones en pérdidas. Pero el director de Finanzas, Álvaro Beltrán, dice que eso se explica por la inversión que realizaron hace unos años para construir su clínica universitaria.

“Este déficit está totalmente financiado, por lo que no tiene efectos directos en el resto de la actividad universitaria y es el resultado lógico de un proyecto de la envergadura como es la Clínica Universidad de los Andes”, agrega.

En el listado de los planteles con déficit le siguen el Instituto Profesional La Araucana, que está en proceso de cierre, y la Universidad de Las Américas. En esta última institución explican que los $ 5 mil millones en rojo son un arrastre de la pérdida de la acreditación que sufrieron en 2013, lo que derivó en que la admisión de estudiantes cayera en un 40%.

Sin embargo, afirman que hoy la situación patrimonial es sólida y que han realizado inversiones en la docencia de pregrado, en investigación y en infraestructura.

“Este plan considera llegar a una situación de equilibrio en 2020 y el resultado proyectado del ejercicio 2019 muestra un avance en esta dirección”, dicen. También destacan la recuperación de la acreditación.

Vigilancia del riesgo

Otros planteles que presentan pérdidas son la U. Gabriela Mistral y la Universidad Ucinf, que está en proceso de cierre y siendo “absorbida” por la primera.

La tarea de vigilancia y alerta le corresponde al superintendente de Educación Superior, Jorge Avilés, quien, cuenta, se ha dedicado a definir, junto a la Contraloría, las normas contables que aplicarán a todas las casas de estudio para supervisar sus finanzas.

Paralelamente, agrega Avilés, desarrollaron un modelo de supervisión que les permite “priorizar nuestras acciones fiscalizadoras en aquellas instituciones que se encuentran en situaciones más riesgosas”.

“Luego de aplicar el modelo, hemos identificado los casos de mayor riesgo, concentrando ahí diversas acciones de fiscalización, siempre con el objeto de conocer el real estado financiero de manera actualizada en cada caso y así poder aplicar las medidas que correspondan”, señala.

Avilés plantea que se debe revisar el estado de las instituciones caso a caso, pero reconoce que “hemos sido testigos en los últimos años de situaciones de gestiones deficientes en lo administrativo y financiero que, en los casos más graves, han provocado lamentables daños a sus comunidades educativas”. Por ello, valora la creación de la institución que dirige y el robustecimiento de la Comisión Nacional de Acreditación.

Efectos de la gratuidad

Este año, varias universidades plantearon que la gratuidad en la educación superior les generaba brechas financieras, pues el Estado no pagaría el valor real de las carreras. Pero eso parece no reflejarse en los resultados.

De las 48 instituciones con gratuidad, siete registraron pérdidas, entre ellas, cuatro universidades estatales. La Universidad Arturo Prat lidera el listado en rojo. En tanto, planteles como Duoc UC, Inacap, U. de Concepción y U. Autónoma encabezan el grupo con más excedentes.

Andrés Bernasconi, director del Centro de Justicia Educacional de la UC, cree que finalmente el estado financiero de las universidades “depende mucho más de las decisiones que se toman al interior de ellas que de los efectos de las políticas públicas, considerando incluso la gratuidad”.

Lo mismo cree Magdalena Vergara, directora ejecutiva de Acción Educar, quien dice que llama la atención que las universidades con gratuidad, en especial las estatales, pidan más recursos, siendo que estas últimas “reciben 19 veces más que las privadas por distintos fondos que se entregan a la institución, sin considerar becas, gratuidad u otros beneficios estudiantiles”.

El investigador de Nodo XXI, José Miguel Sanhueza, advierte que se debe hacer una diferencia entre los planteles con gratuidad, porque esta política “ha sido perjudicial en términos financieros para algunas universidades estatales y para el segmento tradicional de la educación superior, pero beneficiosa para las instituciones privadas que se incorporaron a esta política”.

(Para agrandar la imagen, hacer click sobre ella.)

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Biología digital: las reglas del sistema

mercado,com / 09-12-2019

La vida es una estructura compleja. La máquina es una estructura compleja. Vida y máquina son sistemas complejos con reglas propias. La biología digital se ocupa de ver si las reglas de sistemas físicos son aplicables a sistemas virtuales.

La biología digital postula que las reglas de un sistema son más importantes que sus componentes. Desde esa óptica, el sistema de conducta de las hormigas puede aplicarse al sistema de la telefonía celular.

Hay científicos que están tratando de desentrañar cuáles son los factores comunes a fenómenos diversos, como los sistemas antivirus, las redes neurales y las colonias de hormigas virtuales. Parten de la hipótesis que un sistema complejo puede surgir espontáneamente en cualquier sistema cuyas partes interactúen según reglas determinadas. Éstas pueden ser simples, pues la clave es que cada elemento afecte la conducta de los restantes en un patrón complejo de acciones y reacciones.

La biología digital postula que las normas de un sistema son más relevantes que sus componentes. Si, como se plantea ahora, hay pocas diferencia entre biología digital y biología natural, lo que ahora llamamos “vida artificial” no sería tan artificial. A punto tal que, sostienen algunos investigadores, quien primero “hable” con una inteligencia extraterrestre no será un astronauta, sino un científico experto en computación neural.

Reparos

Pero existen reparos ontológicos. Uno es que las computadoras no replican la naturaleza, sino lo que los científicos saben acerca de ella. Ellos mismos admiten que los modelos de cerebros, redes proteínicas y hasta genomas son todavía elementales. Por tanto, cualquier modelo de computación que se base en esos modelos será aún más crudo. Por ahora, la “mente digital” más compleja involucra algunas decenas de miles de neuronas, en tanto el cerebro humano integra 100.000 millones.

Las diferencias entre procesos internos son tan amplias como entre una melodía de cuatro notas a cargo de un clarinete y la IX sinfonía de Gustav Mahler, que requiere la participación de 105 ejecutantes y varios planos simultáneos de melodía, armonía y ritmo.

Un concepto biológico no necesita ser “cierto” para ser empleado en un software. Así, se inventó una forma de destruir virus informáticos basada en un modelo del sistema inmunológico humano que databa de 1970 y ahora ya no sirve. Esto significa que vida y máquina no son términos intercambiables y que ambos derivan de una fuente común: la propia complejidad de las estructuras.

La biología digital postula que las reglas de un sistema son más importantes que sus componentes. Desde esa óptica, el sistema de conducta de las hormigas puede aplicarse al sistema de la telefonía celular.

Hay científicos que están tratando de desentrañar cuáles son los factores comunes a fenómenos diversos, como los sistemas antivirus, las redes neurales y las colonias de hormigas virtuales. Parten de la hipótesis que un sistema complejo puede surgir espontáneamente en cualquier sistema cuyas partes interactúen según reglas determinadas. Éstas pueden ser simples, pues la clave es que cada elemento afecte la conducta de los restantes en un patrón complejo de acciones y reacciones.

La biología digital postula que las normas de un sistema son más relevantes que sus componentes. Si, como se plantea ahora, hay pocas diferencia entre biología digital y biología natural, lo que ahora llamamos “vida artificial” no sería tan artificial. A punto tal que, sostienen algunos investigadores, quien primero “hable” con una inteligencia extraterrestre no será un astronauta, sino un científico experto en computación neural.

 

El link original es https://mercado.com.ar/tecnologia/biologia-digital-las-reglas-del-sistema/

 

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Qué es la cuarta revolución industrial (y por qué debería preocuparnos)

BBC Mundo 09 12 2019

A finales del siglo XVII fue la máquina de vapor. Esta vez, serán los robots integrados en sistemas ciberfísicos los responsables de una transformación radical.

Los economistas le han puesto nombre: la cuarta revolución industrial.

Marcada por la convergencia de tecnologías digitales, físicas y biológicas, anticipan que cambiará el mundo tal como lo conocemos.

¿Suena muy radical? Es que, de cumplirse los vaticinios, lo será. Y está ocurriendo, dicen, a gran escala y a toda velocidad.

«Estamos al borde de una revolución tecnológica que modificará fundamentalmente la forma en que vivimos, trabajamos y nos relacionamos. En su escala, alcance y complejidad, la transformación será distinta a cualquier cosa que el género humano haya experimentado antes», vaticina Klaus Schwab, autor del libro «La cuarta revolución industrial», publicado este año.

Línea de producción en fábrica automatizada con sistemas ciberfísicos en EE.UU.Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionLa manufactura cambiará de un modo radical y, con ella, el mundo del empleo.

Los «nuevos poderes» del cambio vendrán de la mano de la ingeniería genética y las neurotecnologías, dos áreas que parecen crípticas y lejanas para el ciudadano de a pie.

Pero las repercusiones impactarán en cómo somos y nos relacionamos hasta en los rincones más lejanos del planeta: la revolución afectará «el mercado del empleo, el futuro del trabajo, la desigualdad en el ingreso» y sus coletazos impactarán la seguridad geopolítica y los marcos éticos.

La fábrica automática y muy, muy inteligente

Entonces, ¿de qué se trata el cambio y por qué hay quienes creen que se trata de una revolución?

Lo importante, destacan los teóricos de la idea, es que no se trata de desarrollos, sino del encuentro de esos desarrollos. Y en ese sentido, representa un cambio de paradigma, en lugar de un paso más en la carrera tecnológica frenética.

5 claves para entender la REVOLUCIÓN 4.0

  • 1. Alemania fue el primer país en establecerla en la agenda de gobierno como «estrategia de alta tecnología»
  • 2. Se basa en sistemas ciberfísicos, que combinan infraestructura física con software, sensores, nanotecnología, tecnología digital de comunicaciones
  • 3. La internet de las cosas jugará un rol fundamental
  • 4. Permitirá agregar US$$14,2 billones a la economía mundial en los próximos 15 años
  • 5. Cambiará el mundo del empleo por completo y afectará a industrias en todo el planeta

«La cuarta revolución industrial, no se define por un conjunto de tecnologías emergentes en sí mismas, sino por la transición hacia nuevos sistemas que están construidos sobre la infraestructura de la revolución digital (anterior)«, dice Schwab, que es director ejecutivo del Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) y uno de los principales entusiastas de la «revolución».

«Hay tres razones por las que las transformaciones actuales no representan una prolongación de la tercera revolución industrial, sino la llegada de una distinta: la velocidad, el alcance y el impacto en los sistemas. La velocidad de los avances actuales no tiene precedentes en la historia… Y está interfiriendo en casi todas las industrias de todos los países», apunta el WEF.

También llamada 4.0, la revolución sigue a los otros tres procesos históricos transformadores: la primera marcó el paso de la producción manual a la mecanizada, entre 1760 y 1830; la segunda, alrededor de 1850, trajo la electricidad y permitió la manufactura en masa.

Primera Revolución Industrial, ilustraciónDerechos de autor de la imagenHULTON ARCHIVE
Image captionLa primera revolución industrial permitió pasar a la producción mecanizada, gracias a novedades como el motor a vapor.

Para la tercera hubo que esperar a mediados del siglo XX, con la llegada de la electrónica y la tecnología de la información y las telecomunicaciones.

Ahora, el cuarto giro trae consigo una tendencia a la automatización total de la manufactura – su nombre proviene, de hecho, de un proyecto de estrategia de alta tecnología del gobierno de Alemania, sobre el que trabajan desde 2013 para llevar su producción a una total independencia de la mano de obra humana.

La automatización corre por cuenta de sistemas ciberfísicos, hechos posibles por el internet de la cosas y el cloud computing o nube.

Los sistemas ciberfísicos, que combinan maquinaria física y tangible con procesos digitales, son capaces de tomar decisiones descentralizadas y de cooperar -entre ellos y con los humanos- mediante el internet de las cosas.

Lo que veremos, dicen los teóricos, es una «fábrica inteligente». Verdaderamente inteligente.

Trabajador con rollo de fibra óptica.Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image caption¿Y qué pasará con el empleo?

El principio básico es que las empresas podrán crear redes inteligentes que podrán controlarse a sí mismas, a lo largo de toda la cadena de valor.

Los guarismos económicos son impactantes: según calculó la consultora Accenture en 2015, una versión a escala industrial de esta revolución podría agregar US$14,2 billones a la economía mundial en los próximos 15 años.

En el Foro de Davos, en enero de este año, hubo un anticipo de lo que los académicos más entusiastas tienen en la cabeza cuando hablan de Revolución 4.0: nanotecnologías, neurotecnologías, robots, inteligencia artificial, biotecnología, sistemas de almacenamiento de energía, drones e impresoras 3D serán sus artífices.

Pero serán también los gestores de una de las premisas más controvertidas del cambio: la cuarta revolución podría acabar con cinco millones de puestos de trabajo en los 15 países más industrializados del mundo.

Escenario del Foro de Davos.Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionEn el Foro de Davos, en enero pasado, la cuarta revolución industrial fue la estrella del debate.

Revolución, ¿para quién?

Son precisamente los países más avanzados los que encarnarán los cambios con mayor rapidez, pero a la vez los expertos destacan que son las economías emergentes las que podrán sacarle mayor beneficio.

La cuarta revolución tiene el potencial de elevar los niveles de ingreso globales y mejorar la calidad de vida de poblaciones enteras, apunta Schwab, las mismas que se han beneficiado con la llegada del mundo digital (y la posibilidad, por caso, de hacer pagos, escuchar música o pedir un taxi desde un celular ubicuo y barato).

Sin embargo, el proceso de transformación sólo beneficiará a quienes sean capaces de innovar y adaptarse.

Gráfico de internet de las cosasDerechos de autor de la imagenTHINKSTOCK
Image captionUn esquema de la internet de las cosas (IoT, en inglés) sobre la que se apoya la transformación.

«El futuro del empleo estará hecho de trabajos que no existen, en industrias que usan tecnologías nuevas, en condiciones planetarias que ningún ser humano jamás ha experimentado», resume David Ritter, CEO de Greenpeace Australia/Pacífico, en una columna sobre la cuarta revolución para el diario británico The Guardian.

Aunque los empresarios parecen entusiasmados – más que intimidados- por la magnitud del reto: un sondeo revela que 70% tiene expectativas positivas sobre la cuarta revolución industrial.

Así se desprende del último Barómetro Global de Innovación, una medición que publica General Electric cada año y que recoge opiniones de más de 4.000 líderes y personas interesadas en las transformaciones de 23 países.

LA CUARTA REVOLUCIÓN

¿Qué opinan los empresarios?

70%

de los ejecutivos tiene expectativas positivas

  • 85% cree que las innovaciones de los sistemas ciberfísicos serán beneficiosas
  • 64% está dispuesto a asumir los riesgos de innovar
  • 17% teme por el impacto negativo en los trabajadores
Getty

Aunque la distribución regional es desigual y son los mercados emergentes de Asia principalmente los que están adoptando los cambios de manera más disruptiva que sus pares de economías desarrolladas.

«Ser disruptivo es el estándar de oro para ejecutivos y ciudadanos, pero sigue siendo un objetivo complicado de llevar a la práctica», reconoce el estudio.

Los peligros del cibermodelo

Así, no todos ven el futuro con optimismo: los sondeos reflejan las preocupaciones de empresarios por el «darwinismo tecnológico», donde aquellos que no se adapten no lograrán sobrevivir.

Y si ello ocurre a toda velocidad, como señalan los entusiastas de la cuarta revolución, el efecto puede ser más devastador que el que generó a su turno la tercera revolución.

Hombre y robot, ilustración.Derechos de autor de la imagenTHINKSTOCK
Image captionLa revolución tendrá que escribir una nueva relación entre los hombres y los robots. Pero detrás hay dilemas éticos y sociales por resolver, dicen los críticos.

«En el juego del desarrollo tecnológico, siempre hay perdedores. Y una de las formas de inequidad que más me preocupa es la de los valores. Hay un real riesgo de que la élite tecnocrática vea todos los cambios que vienen como una justificación de sus valores«, le dice a BBC Mundo Elizabeth Garbee, investigadora de la Escuela para el Futuro de la Innovación en la Sociedad de la Universidad Estatal de Arizona (ASU).

«Ese tipo de ideología limita gravemente las perspectivas que se traen a la mesa a la hora de tomar decisiones (políticas), lo que a su vez exacerba la inequidad que ya vemos en el mundo hoy», agrega.

«Dado que mantener el status quo no es una opción, necesitamos un debate fundamental sobre la forma y los objetivos de esta nueva economía», apunta Ritter, que considera que debe haber un «debate democrático» en torno a los cambios tecnológicos.

Joven asiático frente a computadoras.Derechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionLos mercados emergentes de Asia están a la vanguardia de la cuarta revolución, dicen los expertos.

Por una parte, hay quienes descreen que se trate de una cuarta revolución: es cierto que los cambios son muchos y muy profundos, pero el concepto fue por primera vez usado en 1940 (en un documento de una revista de Harvard titulado «La última oportunidad de Estados Unidos», que pintaba un futuro sombrío por el avance de la tecnología) y su uso representa una «pereza intelectual», dice Garbee.

Otros, más pragmáticos, alertan que la cuarta revolución no hará sino aumentar la desigualdad en el reparto del ingreso y traerá consigo toda clase de dilemas de seguridad geopolítica.

El mismo WEF reconoce que «los beneficios de la apertura están en riesgo» por medidas proteccionistas, especialmente barreras no tarifarias y normativas del comercio mundial, que se han exacerbado desde la crisis financiera de 2007: un desafío que la cuarta revolución deberá sortear si quiere entregar lo que promete.

«El entusiasmo no es injustificado, estas tecnologías representan avances asombrosos. Pero el entusiasmo no es excusa para la ingenuidad y la historia está plagada de ejemplos de cómo la tecnología pasa por encima de los marcos sociales, éticos y políticos que necesitamos para hacer buen uso de ella», remata Garbee.

Angela Merkel, en una fábrica de robots en AlemaniaDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionAngela Merkel, en una fábrica de robots: para Alemania, la revolución 4.0 es una prioridad.

 

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