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Los siglos de las mujeres

Por: Elena Simón

Tras un siglo XX, «siglo de las mujeres», todavía quedan cosas pendientes para la igualdad: parar la socialización sexista, la violencia específica y superar el déficit de respeto y representación.+

El convulso e impredecible siglo XXI, del que aún no tenemos suficiente perspectiva histórica para calificar, nos permite introducir, desde nuestro pensamiento feminista y creativo, algunas hipótesis en forma de dudas o preguntas. No tenemos certeza de la dinámica que tomarán los acontecimientos sociales, culturales, políticos o económicos. Podemos inferir algunas consecuencias, avistar algunos itinerarios, deducir algunos hechos que se vayan a producir, derivados de otros que ya se producen. Pero, sin duda, no tenemos la bola de cristal para avistar lo que aún no ha ocurrido.

En el asunto de las mujeres y nuestros derechos ocurre esto exactamente: del acceso de las mujeres a derechos civiles, políticos y sociales se dedujo, en su momento, el fin de las desigualdades institucionales, jurídicas e, incluso, cotidianas. De la consideración de las mujeres como ciudadanas equiparables a los varones se esperaba el fin de la división sexual del trabajo y un trato igual para trabajo igual, el reparto de tareas domésticas y de cuidados y la consiguiente variación de los proyectos de vida en los jóvenes varones y mujeres. Del acceso de las mujeres a todo tipo de conocimientos, incluidos los más difíciles y especializados, se infería que ellas iban a tener una representación equilibrada en todos los ámbitos del saber y del poder. Se pensó que sólo sería cuestión de tiempo.

Transcurrió todo el siglo XX, al que podríamos llamar por derecho propio “el siglo de las mujeres” porque supuso un antes y un después en los derechos y oportunidades de las mujeres de buena parte del mundo (aunque no en todo el planeta) y también se hallaba bajo la influencia de las ideas de progreso lineal, continuo y ascendente.

El siglo XX iba arrastrando consigo una cierta ruptura de la división sexual del trabajo y de los espacios de reconocimiento y también una esperanza de que cada individuo, hombre o mujer, podría realizar proyectos de vida cada vez más elegidos y singulares, respecto a sus estudios, ocupaciones profesionales, formación de pareja y/o familia, dedicación a actividades y aficiones diversas en el tiempo libre, movilidad geográfica, disfrute de bienes culturales, etc…

Todo ello estaba significando pasos de gigante y, en el caso de las niñas, las jóvenes y las mujeres adultas de todas las edades, mucho más, pues salíamos de prohibiciones y prescripciones rígidas e innegociables que acarreaban castigos de marginación y apartamiento. Las mujeres nos fuimos apropiando de la parte sustraída y negada de lo humano, que también nos correspondía como humanas: espacios, tiempos, tareas, habilidades, rangos, títulaciones, etc…

Por eso podríamos decir que el siglo XX fue el siglo de las mujeres. Lentamente y de forma imparable íbamos saliendo de las madrigueras, de la hibernación y lográbamos cambiar progresivamente esa vieja piel dentro de la cual se nos había relegado a un solo espacio y oficio: el hogar y la condición de madresposas. Esta apertura de puertas, que habían perdido candados y llaves, invitaba a empujar y a ampliar el mundo. Se podía descubrir algo distinto y atractivo del otro lado, no sólo conocer dentro de los límites de la prudencia, decencia y oportunidad. Muchas mujeres empezamos a salir sin compañía masculina e, incluso, solas, a viajar, a trabajar, a acudir a distintos tipos de espectáculos o lugares de ocio y esparcimiento.

Se había producido una revolución silenciosa pero muy visible en las costumbres y modos de vida, acompañada de unos profundos cambios legislativos, tecnológicos e ideológicos, que permitían pensar y desear que las mujeres fueran seres humanos completos, con derechos, oportunidades y deberes equivalentes a los hombres.
Acabó el siglo XX y de todos estos cambios copernicanos, impensables para generaciones anteriores, que habían soportado prescripciones de género insoslayables y estáticas, no se derivó un proceso allanado y muchas secuelas se quedaron ahí para dificultar el fin del larguísimo período de las vindicaciones feministas en pro de la libertad, dignidad, presencia, representación, reconocimiento, voz e igualdad para las mujeres todas. Simplemente se fueron logrando parcelas de la igualdad formal.

Las secuelas que la enfermedad del sexismo va dejando se refieren tanto a aspectos materiales como simbólicos e ideológicos y son las que deberían constituir la agenda feminista del siglo XXI.

Tendremos que recordar, para terminar, la mayoría de cuestiones que tendrán que completar el ciclo de acceso de las mujeres a derechos y oportunidades, trato y condiciones, sin valores restados, sin conceptos y tratos denigrantes, sin carencias constatables en la representación, sin discusión ante las evidencias de desigualdad y aprobar las asignaturas pendientes, como son:

  • La persistencia de la educación y socialización sexista.
  • La violencia específica ejercida sobre las niñas, las jóvenes y las mujeres.
  • El déficit de respeto y representación.

Y, seguramente, mucho más que irá surgiendo a lo largo del presente siglo, aunque este valdría como un buen programa de mínimos.

Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2019/02/21/los-siglos-de-las-mujeres/

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“Supe que no podía seguir callada más tiempo”: conoce a las mujeres que luchan contra la violencia sexual en Nepal

Asia/Nepal/20 Febrero 2019/Fuente: Amnistía Internacional

Es la temporada de premios en Hollywood, y ha pasado un año desde que una ceremonia de los Oscar dominada por #MeToo convirtiera el acoso sexual en tema de conversación en todo el mundo. La crítica estará pendiente para ver qué ha cambiado, en su caso, en la industria del cine desde que estalló el escándalo de Harvey Weinstein.

Pero el movimiento #MeToo ha tenido efectos mucho más allá de Los Ángeles. Lejos del centro de atención, hay muchas mujeres extraordinarias que luchan contra el sexismo, el acoso y la violencia, y hacen frente a la discriminación y al estigma en su búsqueda del cambio.

Punjita, Rashmila y Ashmita, tres activistas de Nepal, encarnan este espíritu de determinación.

En julio de 2018, una colegiala de 13 años llamada Nirmala Pant fue violada y asesinada en el distrito nepalí de Kanchanpur. Este crimen brutal y la ausencia de una investigación efectiva por parte de las autoridades desencadenó una oleada de protestas en todo el país. Mientras tanto, dos mujeres acusaban al ex alcalde de Katmandú de acoso sexual, lo que inspiró a otras a contar sus historias.

Punjita, Rashmila y Ashmita explican aquí por qué es tan importante hablar del acoso y de la violencia, y por qué Nepal necesita un movimiento #MeToo.

Punjita Pradhan es cofundadora de Utkarsha Nepal, que apoya a víctimas de violencia sexual

“Las protestas tras el asesinato de Nirmala hicieron que los medios de comunicación dijeran que Nepal tenía su ‘momento #MeToo’. Aunque hay paralelismos con los movimientos globales, algunos de los problemas en los que trabajo son específicos de Nepal, que es uno de los países más pobres del mundo. Por ejemplo, hay miles de niños y niñas en Nepal que viven y trabajan en la calle y que son especialmente vulnerables a los abusos sexuales. Estos niños y niñas no pueden contar con que las autoridades vayan a protegerlos.

“Aunque Nepal tiene leyes contra la violencia y el acoso por motivos de género, se denuncian muy pocos casos. Estos casos suelen terminar con un acuerdo extrajudicial, pero las víctimas siguen teniendo que lidiar de por vida con el estigma. Culpar a la víctima sigue siendo la repuesta automática de muchas personas en Nepal.

“Se supone que hay una pena mínima de seis meses de cárcel por violencia en el ámbito familiar o abusos sexuales, pero en realidad los perpetradores suelen salir en libertad después de una sola noche. Así que, incluso si la víctima denuncia un caso, no hay nada que garantice su seguridad después.

“Yo trabajaba como periodista y sufrí acoso sexual por parte de la policía, el ejército y mis colegas, experiencias que —me di cuenta— compartimos muchas mujeres. Una amiga me contó una historia que no pude olvidar. En su barrio había una mujer que se había casado hacía poco y a la que manoseaba constantemente su nuevo cuñado. No quería denunciarlo: tenía miedo de que se rompiera su matrimonio, de que la culparan a ella de incitar a ese hombre y de tener que vivir toda la vida con la vergüenza.

“Historias como esta me impulsaron a dejar mi trabajo de periodista y poner en marcha Utkarsha Nepal. Nuestra meta es crear conciencia sobre el acoso y los abusos sexuales y eliminar el estigma. Muy pocas personas en Nepal están dispuestas a hablar abiertamente de estos problemas. Trabajamos en escuelas y universidades promoviendo conocimientos sobre el consentimiento mutuo y unos límites personales sanos. También ofrecemos asistencia psicológica, curación y apoyo jurídico a las víctimas.

En mi experiencia como terapeuta, he visto que muchas mujeres con depresión o ansiedad han sufrido abusos sexuales al menos una vez y, por lo general, múltiples veces en su vida. Cuando no hay justicia, su trauma se prolonga.

“Es importante que incluyamos a los hombres también en este debate. Los hombres que han experimentado abusos sexuales podrían ser más proclives a abusar a su vez de otras personas. Esta es una de las razones por las que es esencial que las víctimas sientan que tienen a alguien con quien hablar.

“Ha habido recientemente algunas mejoras en cuanto a conciencia y es genial que estas conversaciones estén saliendo a la luz, especialmente con mujeres que cuentan públicamente sus experiencias con hombres conocidos. Pero queda mucho por hacer. En noviembre, un ministro del gobierno citó a los editores de cinco periódicos estatales y les ordenó que no publicasen ninguna crítica a la respuesta del gobierno al asesinato de Nirmala Pant. El gobierno sigue teniendo mucho miedo de hablar de estos temas”.

Rashmila Prajapati trabajaba para el ayuntamiento de Katmandú. Ahora gestiona una ONG que lucha contra la violencia sexual y enseña defensa personal a mujeres y niñas.

“En octubre de 2003, recibí una carta de mi empleador, la Alcaldía de Katmandú, diciendo que me rescindían el contrato. No me dieron ninguna explicación, a pesar de que llevaba seis años trabajando allí. En los siguientes días, empezaron a aparecer artículos en los diarios locales y nacionales que decían que me habían despedido por corrupción. Fueron momentos terribles.

“Yo sabía el motivo real por el que perdí mi empleo. Unos años antes me había resistido a reiteradas avances sexuales de mi jefe. Éste insinuaba una y otra vez que me ascenderían si estaba a solas con él. Intentó tomarme de la mano y tocarme de formas que no me gustaron. Le dije directamente que eso no iba a pasar y poco después terminó su mandato. Pero cuando se reincorporó en 2003, una de las primeras cosas que hizo fue despedirme.

“Cuando me despidieron, mis amistades me sugirieron que emprendiera actuaciones judiciales, pero yo no estaba segura de que iba a obtener justicia. No había entonces ninguna ley contra el acoso sexual y mi acosador era lo bastante poderoso como para crear ‘pruebas falsas’ de mi corrupción a pesar de que yo era inocente. Así que me callé. Durante quince años.

“Entonces, en 2018, leí un estado en Facebook: una periodista denunciaba acoso sexual por el mismo hombre. Supe que no podía seguir callada más tiempo. Así que conté mi historia en Facebook. Quería demostrar que las víctimas de acoso no carecen de voz.

«Mi publicación se difundió ampliamente en las redes sociales y salió en todos los periódicos al día siguiente. Incluso entonces, hubo personas poderosas que trataron de encubrir a mi acosador y de mostrarme como una mentirosa. El hombre al que acusé de acoso, que ocupaba un cargo muy poderoso, amenazó con demandarme y repitió las acusaciones de corrupción contra mí. Él ya no está en el cargo, pero no se trata de un solo hombre. Nepal tiene muchos depredadores en serie que abusan de su poder y de sus cargos durante años. Entre ellos hay políticos, burócratas, actores, escritores, empresarios y otros. Ya es hora de que los pongamos en evidencia.

“En cierto modo tuve suerte. Pude resistirme a las insinuaciones de ese hombre porque la posición económica de mi familia era fuerte y tenía otras opciones de trabajo: daba clases en la universidad. Pero no dejaba de pensar en las mujeres que no tenían opciones como las mías. Por eso en 2012 cofundé una organización llamada Women Empowerment Nepal, que trabaja contra la violencia sexual y enseña defensa personal a mujeres y niñas.

“Hemos trabajado con expertos y expertas en artes marciales de fama internacional y todos nuestros instructores e instructoras son cinturones negros. La defensa personal no consiste en luchar, sino en infundir confianza en una misma. Hasta ahora hemos enseñado a más de 3.000 mujeres y niñas. Además de las tácticas físicas, ayudamos a las mujeres a identificar riesgos y les enseñamos las leyes y sus derechos.

Nuestra meta es hacer que las mujeres crean que pueden y deben defenderse del acoso y la violencia sexuales. Las participantes suelen ser tímidas al principio, pero desde luego avanzan.

“Aunque no pude luchar contra la injusticia que sufrí yo entonces, estoy decidida a alzar mi voz contra la violencia sexual ahora. Quiero contribuir a crear una sociedad que sea segura y libre para todas las personas”.

Ashmita Sapkota es responsable de campañas en Amnistía Internacional Nepal, que trabaja para educar a mujeres de todo el país sobre sus derechos

“A través de nuestras campañas sobre la violencia contra las mujeres y nuestro programa de educación en derechos humanos, Amnistía Nepal sensibiliza sobre el acoso sexual y la violencia de género.

“Algunas personas que viven en grandes ciudades conocen el movimiento global #MeToo, pero la inmensa mayoría de las mujeres de las zonas rurales —que son las que más riesgo corren de sufrir acoso y abusos— no conocen estas conversaciones.

“Hay muchas dificultades a la hora de hablar de estos problemas en el contexto nepalí. El acoso sexual no se toma en serio, lo que significa que las mujeres no tienen mucha fe en el sistema de justicia y son reticentes a hablar. Además, muchos de los perpetradores son personas poderosas, lo que lo hace aún más difícil y significa que a menudo se termina culpando y estigmatizando a las víctimas.

“Ha habido algunos cambios positivos recientes. Ha habido muestras públicas de solidaridad, tanto de hombres como de mujeres, con las mujeres valientes que han hablado.

“Pero para que haya una auténtica igualdad de género en Nepal, necesitamos empoderar a las mujeres económica y socialmente. Tenemos que luchar contra la mentalidad patriarcal de nuestro país que considera que las mujeres son inferiores a los hombres, y eso significa educar tanto a los hombres como a las mujeres.

“Es muy importante que las mujeres estén en la vanguardia de las conversaciones sobre estos asuntos. Somos quienes mejor conocemos los problemas y dificultades que causa la discriminación, y esa es la razón por la que animo a las mujeres de Nepal a que se impliquen en el activismo de derechos humanos. Es difícil, por supuesto, pero hasta un cambio pequeño nos da esperanza y satisfacción”.

Imagen tomada de: https://neu-cdn-amnesty-org-prd.azureedge.net/cache/2/a/4/6/6/f/2a466fd58c72a3a180f2a0e8fb11def1e82ae256.jpg

Fuente: https://www.amnesty.org/es/latest/news/2019/01/i-knew-i-couldnt-stay-silent-anymore-meet-the-women-fighting-sexual-violence-in-nepal/

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La desigualdad de género mata

Por. La Diaria

En 2017 hubo cerca de 3.000 femicidios en América Latina y el Caribe, según informe de la CEPAL.

La mayoría de los asesinatos de mujeres que tienen lugar en América Latina y el Caribe son femicidios. Esta es una de las principales conclusiones de un informe del Observatorio de Igualdad de Género de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) que reveló que 59% de las mujeres asesinadas en 2017 en la región murieron por su condición de género.En el mismo documento, el organismo asegura que “al menos” 2.795 mujeres fueron víctimas de femicidio en 23 países de América Latina y el Caribe en 2017. El énfasis en el “al menos” refiere a que el registro se realizó en los países en donde estas cifras están disponibles, por lo que el número real probablemente sea mayor.

En los países de la región con datos disponibles, 57,6% los femicidios son cometidos por alguien con quien la mujer asesinada tenía o había tenido una relación de pareja, detalla el estudio. Hay dos excepciones: El Salvador, donde esto sucede en 6% de los casos de femicidios, y Honduras, donde esta cifra es de 18%.

La situación de El Salvador en relación a los derechos de las mujeres es, en general, una excepción. En este país centroamericano, el fenómeno de femicidio “alcanza una extensión que no encuentra paralelo en ningún otro país de la región”, afirma la CEPAL. Allí, la tasa de femicidios por cada 100.000 mujeres fue de 10,2 en 2017. De hecho, Amnistía Internacional asegura en su informe 2017-2018 que “los elevados índices de violencia de género siguen haciendo de El Salvador uno de los países más peligrosos para las mujeres”.

Le sigue Honduras, que en 2016 registró una tasa de 5,8 femicidios por cada 100.000 mujeres. En Guatemala, República Dominicana y Bolivia también se observaron altas tasas para 2017, iguales o superiores a dos casos cada 100.000. En la región, sólo Venezuela, Panamá y Perú registran tasas inferiores a uno cada 100.000.

A la hora de comparar la situación de América Latina y el Caribe con otros continentes, la CEPAL resalta la dificultad que plantea la diferencia de criterios a la hora de registrar femicidios. Pone como ejemplo a los países de la Unión Europea, que sólo registran en sus estadísticas regionales las cifras de mujeres asesinadas por sus parejas en el ámbito privado, lo que supone desafíos en la comparación con el indicador que publica la CEPAL, que también incluye los asesinatos de mujeres que tienen lugar en el espacio público.

De todas maneras, una comparación de las tasas de femicidios registrados en el ámbito doméstico en las dos regiones muestra que Europa tiene índices más bajos. Mientras que en 2017 las tasas de “femicidios íntimos” en América Latina varían desde un máximo de 1,98 por cada 100.000 mujeres en República Dominicana a un mínimo de 0,47 en Chile, la mayor parte de los países europeos registraba a fines de 2016 tasas por debajo de 0,5.

En la última década, la gravedad del fenómeno ha obligado a 18 países latinoamericanos a modificar sus leyes para sancionar el femicidio. El primero en hacerlo, tal como señala la CEPAL, fue Costa Rica en 2007. Le siguieron en los años siguientes Guatemala (2008), Chile y El Salvador (2010), Argentina, México y Nicaragua (2012), Bolivia, Honduras, Panamá y Perú (2013), Ecuador, República Dominicana y Venezuela (2014), Brasil y Colombia (2015) y Paraguay (2016). El último fue Uruguay, el año pasado. Sin embargo, en la mayoría de los países, la reforma de la legislación no se tradujo en un cambio de la realidad. Los números están a la vista.

La medición de los femicidios, aclara la CEPAL, es “particularmente importante” para dar respuestas a las metas de la Agenda 2030 de la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible vinculadas a la eliminación de “todas las formas de violencia contra todas las mujeres y las niñas en los ámbitos público y privado, incluidas la trata y la explotación sexual y otros tipos de explotación”.

La comisión entiende que la realidad obliga a los países a emprender más acciones para erradicar la violencia de género. Por eso, establece como uno de los principales desafíos “comprender que todas las formas de violencias que afectan a las mujeres están determinadas, más allá de su condición sexual y de género, por diferencias económicas, etarias, raciales, culturales, de religión, y de otros tipos”. Sólo así, asegura, se podrá avanzar en la creación de políticas públicas integrales para su erradicación.

Además, plantea como otra línea de trabajo fundamental la sensibilización y la capacitación de los funcionarios públicos, especialmente aquellos que trabajan en la Justicia, “para mejorar los registros de femicidios y dar respuestas acordes al enfoque de derechos humanos y una cultura de igualdad”.

El organismo también contempla la creación de políticas públicas de reparación dirigidas a hijas e hijos de mujeres víctimas de femicidio, “que consideren asignaciones monetarias que permitan enfrentar los gastos cotidianos de las y los menores de edad”. Todo esto sin olvidar la necesidad de generar acuerdos interinstitucionales que permitan fortalecer el análisis de los femicidios tanto dentro de cada país como a nivel regional.
Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=249367
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Nueva marcha del colectivo Mujeres de Negro del Uruguay

Redacción: República

Este próximo 25 de noviembre, mañana, en el marco del día internacional contra la violencia doméstica y de género se llevará a cabo una nueva marcha del colectivo Mujeres de Negro del Uruguay.

¿Porque se conmemora este día?

El 25 de noviembre fué declarado día Internacional contra la Violencia hacia la mujer en el Ier Encuentro Feminista de Latinoamérica y del Caribe celebrado en Bogotá (Colombia) en julio de 1981.

En este encuentro las mujeres denunciaron la violencia de género a nivel doméstico y la violación y el acoso sexual a nivel de estados incluyendo la tortura y los abusos sufridos por prisioneras políticas.

Se eligió el 25 de noviembre para conmemorar el violento asesinato de las hermanas Mirabal (Patria, Minerva y Maria Teresa), tres activistas políticas asesinadas el 25 de noviembre de 1960 en manos por la policía secreta del dictador Rafael Trujillo en la República Dominicana.

En 1999, la ONU dio carácter oficial a esta fecha.

¿Qué es el colectivo Mujeres de Negro?

Mujeres de Negro es un colectivo internacional de mujeres pacifistas.

Este movimiento internacional nace en Jerusalén en 1987, cuando un grupo de mujeres israelitas y palestinas, deciden salir vestidas de negro y en silencio para protestar contra la ocupación israelí de los territorios palestinos.

Su lema fue y es: “Nuestros gobiernos son enemigos, pero nosotras somos amigas y unidas manifestamos nuestro rechazo a la violencia” Es prácticamente imposible conocer exactamente cuántos grupos de Mujeres de Negro existen en la actualidad.

No obstante, esta Red Internacional reúne a las mujeres de todos los países de la ex-Yugoslavia, Europa, EE.UU., América Latina, Asia y África.

En la actualidad existen grupos de Mujeres de Negro en diversos países, tales como Azerbaiján, Australia, Alemania, Austria, Canadá, Chipre, Colombia, Croacia, Dinamarca, Escocia, España, Filipinas, Francia, Italia, India, Israel, Inglaterra, Indonesia, Japón, Montenegro, Macedonia, Nepal, Palestina, Suiza, Suecia, Serbia, Turquía, EE.UU. y Uruguay.

Estas mujeres son activistas trabajando por la defensa de los derechos humanos, especialmente en los derechos de las mujeres.

Son grupos autónomos y hablan por ellas mismas. Se manifiestan públicamente contra la violencia, en señal de duelo y para ser más visibles ante la sociedad, con una imagen en común: vestidas de negro.

Todas juntas y cada una de ellas asumen el luto de las mujeres que están sufriendo la violencia doméstica pero también otro tipo de violencia como las guerras.

Su manifestación es en silencio porque faltan palabras para poder explicar todos los horrores, el terrorismo y la violencia que han sufrido y aún sufren algunas mujeres. Porque el silencio es al mismo tiempo un grito sobre la ausencia de voz de las mujeres en la historia.

El objetivo es la protesta, la presión, el testimonio, la denuncia pública, la información, tender puentes entre ellas mismas donde prevalezca la solidaridad como política alternativa para la paz y la no violencia.

Mujeres de Negro Uruguay

En Uruguay comienza a raíz de una inquietud que Jenny Escobar Iglesias les plantea a sus hermanas cuando llega de España en el año 2004, donde trabajaba en el tema de violencia doméstica.

Su interés fue conectarse con gente que trabajara sobre este tema; comenzó a frecuentar las comunas, a estudiar Educación Popular y a trabajar en “El Arbolito” de La Teja.

El 14 de setiembre del año 2006, Jenny junto a las mujeres de su familia, a Margarita Mariño, a compañeras de El Arbolito y a estudiantes de Educación Popular fundan el “Lobby” Mujeres de Negro Uruguay, donde también llevan un lazo blanco en señal de paz.

Mujeres de Negro Uruguay se sustenta por sus propios medios y no es una organización asistencial sino una organización de presión que trabaja por la paz de los hogares y en contra de la violencia doméstica.

Se conoce que hay un índice altísimo de feminicidio, muerte de mujeres en sus propios hogares; la violencia psicológica está institucionalizada y muchas veces no se reconoce como tal, ni de parte del que la ejerce, ni de quien la recibe.

En diez meses del año 2018, se registraron 41 asesinatos de mujeres, 25 de los cuales fueron feminicidios, el 91% se registraron dentro de los hogares.

Este 25 de noviembre a las 17.00 horas se llevará a cabo una nueva marcha en repudio a la violencia de género.

Se empezarán a reunir en la Plaza Independencia vestidas de riguroso negro. Este año se comenzará a marchar a las 18.30 horas.

La formación será igual que siempre, pero la performance tendrá cinco secciones.

Primera sección: En la primera fila y en lugar del medio ira una mujer que hará una performance sobre todo el camino de 18 de Julio.

Segunda sección: Estarán todas las personas que se anotaron en el email mesumomdn2018@gmail.com, vestidas de riguroso negro.

Tercera sección: Marcharán los activistas anuales hombres, mujeres, jóvenes y niños, familias enteras que apoyan la causa de la NO VIOLENCIA y abogan por la paz en los hogares.

Cuarta sección: Marcharán todas las personas que por motivos personales no pueden venir de riguroso negro.

Quinta sección: Los pasacalles de Mujeres de Negro y de la Red Contra la Violencia Doméstica y Sexual.

Fuente: https://www.republica.com.uy/nueva-marcha-del-colectivo-mujeres-de-negro-del-uruguay-id684820/
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Líbano autoriza a las mujeres divorciadas a inscribir a sus hijos en el registro civil

Redacción: El Diario

Con el registro de los hijos, la madre tendrá la posibilidad de viajar con ellos, inscribirlos en la escuela u hospitalizarlos, entre otras cosas que hasta ahora solo podía llevar a cabo el padre

El Gobierno libanés anunció hoy que las mujeres divorciadas podrán incluir, de ahora en adelante, el nombre de sus hijos en su certificado de registro civil, reconociendo un derecho hasta ahora negado en una sociedad que privilegia la potestad del hombre.

La orden es fruto «de la aplicación de la igualdad entre ciudadanos y ciudadanas en Líbano en lo que se refiere a la obtención del certificado de registro civil», según anunció el director general del Departamento del Registro Civil, Elias Jury, en una circular.

«Se trata de un primer paso que podrá llevar a que se logre que (las mujeres) puedan trasmitir la nacionalidad a sus hijos», dijo Amani.

Una libanesa casada con un extranjero no puede transmitir la nacionalidad a sus hijos, aunque hayan nacido y vivido en Líbano, por lo que los niños están privados de algunos derechos.

El ministro de los Derechos de las Mujeres, Jean Oghassabian, afirmó que la «decisión tomada es un paso esencial hacia la igualdad entre hombres y mujeres», informó la Agencia Nacional de Noticias (ANN).

A pesar de que la Constitución libanesa estipula la igualdad entre todos sus ciudadanos, muchas cuestiones civiles están regidas por las autoridades religiosas, que emiten resoluciones sin control del Estado y discriminan a las mujeres.

En los últimos años, la lucha de las mujeres logró algunos avances, como la derogación en 2017 del polémico artículo 522 del Código Penal que permitía a los violadores no enfrentarse a la Justicia si se casaban con sus víctimas, así como la aprobación de una ley contra la violencia doméstica en 2014.

Fuente: https://www.eldiario.es/internacional/Libano-autoriza-divorciadas-inscribir-registro_0_808769770.html

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El libro para niños en el que la «abuela de Frankenstein» defendía la educación femenina

POR EDUARDO BRAVO

La escritora Mary Wollstonecraft publicó a finales del siglo XVIII un libro infantil ilustrado por el pintor William Blake que ya adelantaba algunas de sus posiciones feministas y defendía la necesidad de que las niñas recibieran educación.

Relatos originales de la vida real fue el único libro dedicado al público infantil escrito por Mary Wollstonecraft, filósofa inglesa y madre de Mary Shelley, la autora de Frankenstein, que, en pleno siglo XVIII, fue capaz de vivir de su trabajo y sus escritos sin depender de los recursos de sus padres, de sus parejas, de su esposo ni estar sometida a la autoridad de alguno de ellos.

Inspirada por los ensayos de Rousseau y Locke, la autora inglesa narró en ese volumen la historia de Mary y Caroline, dos chicas que eran educadas por Mrs. Mason, cuya principal objetivo era que las niñas fueran virtuosas, aprendieran cómo es el mundo e incluso olvidasen, a través de fábulas y breves narraciones, muchos de los principios y valores asentados en la sociedad de la época, especialmente aquellos que afirmaban que la mujer era inferior al hombre.

Entre las enseñanzas de Mrs. Mason se encontraban asuntos cotidianos como la puntualidad, el control de los instintos, la lealtad, el egoísmo, el respeto a los animales, pero también planteamientos feministas que Wollstonecraft desarrollaría después en trabajos como Vindicación de los derechos de la mujer.

Por ejemplo, que las mujeres debían recibir una buena educación, a pesar de la oposición de los políticos del siglo XVIII. De hecho, Wollstonecraft defendía esa educación femenina no solo por el beneficio individual de la mujer, sino como un objetivo valioso de la sociedad en su conjunto: si las mujeres eran las que educaban a los hijos, era imprescindible que estuvieran bien educadas, algo en lo que esos obtusos políticos no habían reparado.

Lo original de los planteamientos de Wollstonecraft hizo que la primera edición de Relatos originales de la vida real apareciera como libro anónimo para evitar represalias. Sin embargo, el éxito de la publicación de Vindicación de los derechos de la mujer en 1792 hizo que la autora se convirtiera en un personaje famoso, razón por la cual el editor decidió capitalizar esa popularidad en beneficio de Relatos originales de la vida real. Para ello, además de publicar una segunda edición en la que sí que aparecía el nombre de la autora, decidió que fuera ilustrada, lo que, por otra parte, también permitía aumentar el precio de venta.

El elegido para llevar a cabo esas ilustraciones fue el escritor y pintor William Blake, un personaje que también resultaba peculiar para la Inglaterra del XVIII. De fuertes creencias religiosas, Blake tampoco le hacía ascos al ocultismo, al gnosticismo y a la magia. Además, era contrario a la esclavitud, partidario de la igualdad entre hombres y mujeres y defensor de ideologías revolucionarias. Tanto es así que llegó a ser procesado por una declaraciones incendiarias contrarias a la monarquía inglesa.

El trabajo de Blake se concretó en cinco grabados que encajaban perfectamente en el espíritu del libro de Wollstonecraft, que no había dudado en incluir en sus narraciones morales temas como la pobreza, la muerte, el abandono y la miseria, tanto económica como emocional, con la intención de que las niñas aprendieran, madurasen, tuvieran herramientas con las que enfrentarse a la vida adulta y no idealizasen la infancia como una época utópica o un paraíso perdido.

A pesar de que Relatos originales de la vida real fue un éxito y se estuvo reeditando con frecuencia hasta entrado el siglo XIX, Mary Wollstonecraft pasó muchos años estigmatizada y considerada lo más alejado de un ejemplo educativo. La razón fueron las memorias que escribió su esposo William Godwin cuando Wollstonecraft falleció durante el parto de su hija Mary.

Aunque se suponía que las memorias eran un sincero homenaje a su esposa fallecida, la revelación de que su primera hija había sido extramatrimonial, que había protagonizado varios intentos de suicidio, que había tenido relaciones amorosas fuera de la pareja y otras intimidades semejantes, provocó que Wollstonecraft no saliera especialmente bien parada, al menos a los ojos de la sociedad británica del XVIII.

Entre los pocos que la valoraron y se acordaron de ella tras su muerte estaba William Blake, que realizó en su honor un grabado en el que aparecía la pequeña Mary junto a su madre muerta.

Fuente: https://www.facebook.com/pg/plataforma.sociologica/photos/?tab=album&album_id=1590143791218372

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Activistas dicen que permitir que las niñas embarazadas acudan al colegio en Burundi no es suficiente para protegerlas

Redacción: Europa Press

Un grupo de activistas ha asegurado este martes que la retirada del Gobierno burundés de la prohibición de acudir a la escuela a las niñas embarazadas no es suficiente para protegerlas de la explotación sexual y los abusos.

El Ministerio de Educación de Burundi anunció el viernes que retiraría la medida aprobada un mes antes, que señalaba que tanto las adolescentes embarazadas como las madres jóvenes y aquellos que las hubieran dejado embarazadas no podrían acudir al colegio.

El Gobierno, sin embargo, no ha dado motivos de la retirada de la prohibición, que ha levantado la polémica entre los grupos de defensa de los Derechos humanos. «Aplaudimos la decisión de Burundi», ha indicado Elin Martínez, investigadora de la ONG Human Rights Watch (HRW), que ha señalado que la medida era «altamente dañina» para miles de estudiantes.

«Las autoridades deben aprovechar esta oportunidad para desarrollar una política que apoye completamente a las jóvenes madres en su regreso a la escuela mientras garantiza que aborda las raíces de los embarazos juveniles», ha manifestado.

Según la ONU, el 40 por ciento de las víctimas de violencia física o sexual en Burundi son adolescentes. Alrededor del 7 por ciento de las niñas de entre 15 y 19 años han tenido al menos un hijo, y una de cada cinco mujeres se casa con menos de 18 años.
Los activistas han advertido de que miles de niñas en África se encuentran estigmatizadas debido al embarazo a pesar de que la mayoría no ha recibido educación sexual. En muchas ocasiones esto se produce a causa de una violación.

En algunos países como Tanzania, Sierra Leona y Guinea Ecuatorial, las menores son expulsadas de las escuelas en un intento por desalentar la actividad sexual de las adolescentes. En otros estados como Marruecos y Sudán, la aplicación de ciertas leyes permite criminalizar a estas adolescentes por adulterio, indecencia y relaciones extramatrimoniales.

«Cada año, miles de niñas quedan embarazadas en el momento en que deberían aprender historia, álgebra y habilidades para la vida», según un informe de HRW el mes pasado. «Todas las niñas tienen derecho a la educación independientemente de su embarazo, estado civil o estado de maternidad».

Fuente: http://www.europapress.es/internacional/noticia-activistas-dicen-permitir-ninas-embarazadas-acudan-colegio-burundi-no-suficiente-protegerlas-20180801061531.html

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