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El largometraje ‘Patria dividida’ acerca la realidad saharaui a Pamplona

Sahara/21 de Abril de 2018/spsrasd

Baluarte acoge la proyección, esta tarde a las 19.00 horas Se trata de la primera película hecha 100% por un equipo saharaui

Está realizada por la Escuela de Cine del Sáhara, centro creado en 2011

Bajo el marco de las Jornadas de Paz, Convivencia y Derechos Humanos que organiza el Gobierno de Navarra, Baluarte acoge esta tarde la proyección de Patria dividida, la primera película saharaui de la historia. Rodada en 2013, es el relato de un joven saharaui perseguido por la policía marroquí que debe huir de las zonas ocupadas y atravesar el muro que separa el Sáhara Occidental. La proyección comenzará a las 19.00 horas y cuenta con entrada libre, previa retirada de invitación en las mismas taquillas del auditorio.

El largometraje, que se ha proyectado en varios certámenes y ganó el Premio del Público en el Festival Internacional del cine del Sáhara (Fisahara) en 2013, pudo realizarse gracias al trabajo de la Escuela de Cine del Sáhara, un centro que se construyó en 2011, en colaboración del Ministerio de Cultura de la República Árabe Saharaui Democrática y CEAS (Coordinadora Estatal de Asociaciones Solidarias con el Sáhara). Hoy día es ya el alma cinematográfica saharaui y desde aquellos inicios, más de treinta jóvenes han terminado sus estudios y actualmente trabajan en labores relacionadas con el mundo audiovisual.

Uno de aquellos estudiantes más destacados fue Brahim Chagaf, actual docente en el centro y también el protagonista de Patria dividida. Sobre la película, Brahim reivindica lo histórico del proyecto, al ser el primer filme donde “desde la idea hasta sacar los DVD, y todos los actores, equipo técnico y de producción han sido 100% saharauis”. Sin embargo, lamenta la escasa distribución de este histórico largometraje, que contó con un presupuesto de 100 euros. “Para pagar transporte a los actores que no eran de la escuela y ofrecer bocadillos algún día”, aclara.

Pero si bien Patria dividida fue la primera película saharaui, tras aquel debut han sido varios los proyectos que se han realizado en la escuela, un lugar que Omar Ahmed, director del centro, define como vital. “No solo damos formación -con una capacidad para 20 alumnos internos-, sino que también está ligado el festival Fisahara, están los cines móviles, la producción que hacemos en cooperación con gente extranjera…”, concreta.

Por ello no duda en señalar la escuela cinematográfica como una necesidad para los saharauis, pese a que haya “muchas dificultades para que la gente lo comprenda”. En ese sentido, continúa, parten de que “la lucha por el Sáhara es una lucha por la identidad, y por tanto hay que fortalecer la cultura”. Y la mejor vía para ello, en su opinión, es “dar formación y herramientas nuevas a los jóvenes para que ellos mismos fortalezcan su propia identidad cultural”.

Así lo corrobora Brahim Chagaf, ya que según su experiencia propia, pese a que dotan de total libertad creativa a los alumnos, “muy raras veces se salen de ficcionalizar un hecho que ha ocurrido o tratar un tema que les preocupa, siempre relacionado con la causa”. Los proyectos realizados durante estos años, hablan de “víctimas de las minas que hay en el muro de la vergüenza, ese que divide el Sáhara Occidental”, también se retrata la situación de “los saharauis que están bajo la ocupación, que por el simple hecho de salir a manifestarse en la calle se enfrentan a detenciones arbitrarias, encarcelamientos y desapariciones…”, o también se muestra la situación en los propios campamentos, pero desde la visión de “una situación con escasez de medios, en la que estamos porque queremos, porque estamos resistiendo y reivindicando un derecho”.

Así, el cine se ha convertido en su mejor espejo y “gracias a la escuela nuestra voz ha llegado a muchos lugares a través de los proyectos realizados”, concluye Chagaf, que no duda en agradecer a Carlos Cristóbal, coordinador de la escuela, su apoyo tanto personal como económico. De hecho, él fue quien cubrió aquel presupuesto de 100 euros para rodar Patria dividida.

colaboración y apoyo Acerca de la situación de la escuela, Carlos Cristóbal apunta que si bien el centro nació “en un momento en que la cooperación vivía un momento más brillante en cuanto a recursos, tanto en Comunidades Autónomas, como Ayuntamientos, Diputaciones y gente de a pie”, actualmente tiene una situación muy limitada. Por ello, no oculta su orgullo hacia “los resultados que se logran”, ya que sus profesores y alumnos “viven en una situación muy precaria”.

Respecto al material de grabación, Chagaf recuerda que empezaron “casi con nada”, con dos trípodes -uno de ellos roto-, una cámara mini dv de cinta y otras cámaras de plató de conexiones muy antiguas, además de un ordenador -“la joya del centro”- para editar los proyectos. Actualmente, gracias al apoyo económico que ha recibido la escuela, han podido renovar equipos y ahora disponen de tres cámaras réflex, varios trípodes y más ordenadores para el montaje. “Conseguimos un resultado de buena calidad, en cuanto a imagen y sonido, con medios muy limitados”, comenta Chagaf.

Sobre el futuro de la escuela, Brahim señala que desde el pueblo saharaui tienen que “conservar y proteger su identidad, porque el propio enemigo está vendiendo una versión de que somos marroquís”. De ahí la importancia, a sus ojos, de “mostrar nuestra identidad, cultura y nuestras costumbres y trabajar desde el cine no solo mostrándolo, sino también trasladándolo a generaciones que continuarán la lucha”. Ese es el pilar fundamental de la escuela concluye. Patria dividida fue su primera piedra, Y tras la proyección de hoy, Brahim Chagaf, Omar Ahmed y Carlos Cristóbal explicarán sus claves.

Fuente: http://www.spsrasd.info/news/es/articles/2018/04/20/15024.html

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Sentidos de la educación en una cárcel de mujeres: entre el tratamiento penitenciario, los modelos punitivos y de garantización de derechos

Por María Eugenia Bové Gimenez

RESUMEN

El texto que sigue reflexiona en torno a las condiciones en que se desarrolla la educación dentro de las cárceles, a partir del trabajo empírico realizado en una cárcel de mujeres de Uruguay en el año 2014. La reflexión se centra en la tensión ya discutida en la bibliografía entre la educación como un derecho y la educación como una herramienta para el tratamiento penitenciario, discutiendo elementos obtenidos del trabajo empírico realizado. Reflexiono sobre esta tensión en el contexto específico de endurecimiento punitivo en curso en Uruguay, dando cuenta de las consecuencias que esta tensión conlleva para el desarrollo de actividades educativas y atendiendo a las formas en que estas se incluyen en sistemas de premio-castigo propios del sistema carcelario, así como a las formas en que se circunscriben los sentidos de la educación.

Palabras clave: derechos humanos – educación en cárceles – tratamiento penitenciario.

Abstract:

This paper reflect on the conditions in which prision education happens, from the results of a study developed in a women prison in Uruguay in 2014. The argumentation starts with the theoretical discussion about the tensions between two forms of the prision education: as a right or as a part of the prison treatment. I put this discussion in the specific context of punitive reinforcement in Uruguay, attending to how these tensions impact in the educational activities, how the activities are involved in reward-punishment systems, and how they conditioned the posible senses of education.

Key words: human rights – prison education – prison treatment.

Texto completo: ARTÍCULO COMPLETO (PDF)

Fuente: http://www.fermentario.fhuce.edu.uy/index.php/fermentario/article/view/226
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UNESCO: Preparar el camino de la educación de las mujeres en las comunidades indígenas de Guatemala

UNESCO/19 Abril 2018

Magdalena Cox Xum es un ejemplo y una heroína de los tiempos modernos. Es la primera coordinadora educativa del Centro UNESCO-Malala de San Andrés Xecul, Totonicapán, en Guatemala, creado en el marco del nuevo proyecto respaldado por el Fondo Malala de la UNESCO para el derecho de las niñas a recibir educación. Comenzó a trabajar en el Centro en marzo de 2018, pero su contribución a la educación de las mujeres empezó hace mucho tiempo en Nimasac, la aldea de donde es originaria.

Modelos a seguir

Magdalena es la más joven de un grupo de cuatro hermanas y cinco hermanos. Es también la única que, junto con su hermano menor, terminó la escuela y escogió convertirse en docente. No obstante, por ser mujer, Magdalena temía que su sueño de convertirse en docente no se realizara. Pensaba que no llegaría a terminar el 6° grado, como le había sucedido a sus ocho hermanos y hermanas, y también a muchas otras jóvenes de su municipio.

En San Andrés Xecul, Totonicapán, el Anuario de Estadísticas del Ministerio de Educación indicaba que en 2016 la tasa de escolarización de las niñas en edad escolar en la enseñanza primaria fue del 35%, y sólo el 10% de las alumnas entre 12 y 21 años de edad se habían inscrito en la enseñanza media para niños de 10 a 13 años, y sólo el 1% en el instituto de enseñanza secundaria. A pesar de la renuencia inicial de su padre, la madre de Magdalena comprendió su voluntad de estudiar y la apoyó hasta que obtuvo su título de docente intercultural bilingüe de enseñanza primaria. Su madre se convirtió en el primer ejemplo de aquello que ella deseaba ser para su comunidad, una mujer capaz de reconocer el potencial y el afán de superación de otras mujeres y que podía ayudarlas a alcanzarlos.

La educación es una prioridad

Desde que se convirtió en docente, Magdalena se ha comprometido en ayudar a las mujeres de su comunidad, incluso cuando en ésta la educación no se considera una prioridad. ¿Por qué deberían dejar que estudiaran? Es una de las preguntas que con más frecuencia le hacen. Magdalena contó su propia historia para que sirviera de ejemplo a los padres y miembros de la comunidad en cuanto a la importancia de la educación y los beneficios que se obtienen de los programas de educación no formal.

Su acción ha rebasado el papel que normalmente desempeña una docente. Ha tocado a muchas puertas y se ha encontrado con mujeres que desean realizar estudios, pero que no tienen la posibilidad de hacerlo por falta de flexibilidad en los programas de educación formal o debido al contexto cultural o económico en el que viven. Ha abierto las puertas de su propia casa para impartir clases a sus alumnas, invirtiendo sus propios recursos para comprar una pizarra blanca y bancos. Magdalena le dijo a una mujer “[por la] mañana podrás cuidar de tus animales y por la tarde vendrás [a estudiar] conmigo”. Esta mujer llegó hasta el final del 6° grado.

Los Centros UNESCO-Malala, apoyados por el Fondo Malala de la UNESCO para el derecho de las niñas a recibir educación, permiten que la educación ocupe el lugar que le corresponde en las comunidades. Gracias a la ayuda de coordinadores comprometidos como Magdalena, las niñas y las mujeres escogerán un programa de educación no formal adaptado, dispondrán de los materiales necesarios y buscarán la instalación y el programa para los grupos de estudio. Los coordinadores del centro que son originarios de la región, y que comunican mediante la lengua indígena pertinente y comprenden el contexto cultural, ayudarán también a que las comunidades hagan suyo el proyecto, algo que constituye uno de los factores fundamentales para su continuidad.

Gracias al Centro y a su labor como coordinadora educativa de un Centro UNESCO-Malala, Magdalena tendrá las oportunidades y el espacio necesarios para ampliar sus denodados esfuerzos y para dar una educación a las niñas y mujeres jóvenes indígenas de San Andrés Xecul, Totonicapán y, esperamos que así sea, de forma más general, de toda Guatemala.

Fuente: https://es.unesco.org/news/preparar-camino-educacion-mujeres-comunidades-indigenas-guatemala

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¿Por qué los jóvenes están de acuerdo con los dictadores y la corrupción?

Por: Julián de Zubiría

Julián De Zubiria analiza los preocupantes resultados de los estudiantes colombianos alcanzados en la Encuesta Internacional de Cívica de 2016. Allí los jóvenes se muestran partidarios de las dictaduras y benévolos con los actos de corrupción.

Se han divulgado los resultados del Estudio internacional de Cívica en el que participaron 24 países, entre ellos Colombia. Es un estudio realizado con jóvenes de 14 años que cursan el grado octavo. Algo tenemos que estar haciendo muy mal en el continente porque nuevamente los últimos cinco lugares son ocupados por los países latinoamericanos.

Los resultados han generado gran discusión en el país, ya que el 73% de los jóvenes colombianos estuvo de acuerdo con los gobiernos autoritarios, pues suponen que generan un impacto positivo en el orden y la seguridad. La mitad de ellos también se declararon partidarios de “cerrar los medios de comunicación que critiquen al presidente”. Así mismo, un porcentaje similar está de acuerdo con pagar un soborno para agilizar un trámite y vieron como conveniente que “un funcionario público apoye a sus amigos consiguiéndoles empleos en su oficina” (53 %).

Estas respuestas hablan muy mal del proceso educativo que como sociedad hemos llevado a cabo para formar a los futuros ciudadanos tanto en términos de la defensa de la libertad de pensamiento, prensa y opinión, como de la independencia de poderes y del sagrado cuidado que deberíamos tener sobre los bienes públicos.

Lo que ven los jóvenes en Colombia es que existe una total impunidad en torno a los líderes políticos que delinquen y roban el erario público. Los jóvenes ven que los líderes políticos actúan como si estuvieran por encima de la ley. Por esta razón, pueden estar acusados de asesinatos, violaciones o calumnias. En general los procesos no avanzan y finalmente, no les pasa nada a los inculpados. Incluso, es algo trágico y frecuente que los testigos sean asesinados, como acaba de suceder esta misma semana con uno de los testigos estrella en el proceso que le lleva la Corte Suprema de Justicia al expresidente Álvaro Uribe. En este contexto, los jóvenes no se forman en valores democráticos de respeto a la ley, a la diferencia de criterios, la libertad de opinión y la independencia de poderes.

Cuando les permiten alcanzar mayor número de votos, los partidos políticos han avalado a mafiosos, ladrones, parapolíticos y narcotraficantes. Por ello, es comprensible que los jóvenes consideren a los partidos políticos como la institución en la que menos confían (28%). Tenía toda la razón el ex magistrado de la Corte Constitucional Carlos Gaviria cuando decía que “El que paga para llegar, llega para robar”. En Colombia, los partidos pagan para llegar y eso lo saben los jóvenes.

Fueron los partidos políticos los que llevaron a Carlos Leder, Kiko Gómez y Pablo Escobar al Congreso. Hace muy pocos años, el 35% del Congreso fue investigado por nexos con la parapolítica y en el mismo periodo 5.300 militares han sido investigados por asesinatos conocidos por la prensa como “falsos positivos”. Es triste que los medios de comunicación denominen a las ejecuciones extrajudiciales con este eufemismo. En realidad, son asesinatos realizados con el único fin de que algunos militares asciendan en el escalafón. Los jóvenes también saben que la mayoría de magnicidios en Colombia han quedado en la impunidad. Así ha pasado desde Gaitán, pasando por Galán y Garzón, para mencionar tan solo unos pocos.

Hemos constituido una sociedad que aprendió a resolver los problemas a machete y a bala. De allí que no es de extrañar que la mitad de los jóvenes afirmen que “El que me la haga, la paga”. Cuando se les pregunta ¿por qué dicen eso? La respuesta es la misma: Eso es lo que hemos visto hacer a los mayores en Colombia. Estamos formando a las nuevas generaciones en valores antidemocráticos.

También en América Latina el apoyo de los adultos al autoritarismo es alto y creciente, lo cual refuerza la tesis de que estamos ante un proceso de aprendizaje de los jóvenes de los valores antidemocráticos. El propio informe de cívica que estamos analizando, informa que en 2014 el 56% de los adultos de América Latina consideraban la democracia como la mejor forma de gobierno; para el 2016, este porcentaje había bajado al 49%.

Los hijos ven a sus padres comprando productos robados, de contrabando, sobornando a la policía y evadiendo impuestos. Es el mundo de los “vivos” y la “cultura del atajo” que se expresa en el mensaje que se les da a las niñas en los barrios populares de que “Sin tetas no hay paraíso”. Por ello, la prioridad son las cirugías estéticas de levantamiento de cola y de engrandecimiento de los senos.  Tenemos muy seguramente uno de los mejores ciclistas del mundo y los periodistas deportivos se refieren a él como al “capo del equipo”. Es una cultura heredada de las mafias y cuya estructura valorativa también proviene de allí. Por eso “todo vale” y “hay que ponerle zancadilla a quien se atraviese”.

Al mismo tiempo, lo que se enseña en la escuela por lo general no sirve en la vida y lo que necesitan los jóvenes no se enseña en la escuela. Se siguen abordando contenidos totalmente impertinentes. A nivel universitario el problema es todavía más grave ya que hay un profundo descuido de la formación ética, la educación ciudadana y el conocimiento de sí mismo.  No se tienen en cuenta criterios éticos en las evaluaciones ni en la promoción de un estudiante. El proyecto de vida queda a merced del joven, sin que prácticamente intervenga ningún mediador cultural: la escuela, la familia o la universidad.

Para complejizar, se expulsa a niñas embarazadas de los colegios porque supuestamente dan “mal ejemplo” y no se autorizan las formas personales para vestir, violando en ambos casos la Constitución de 1991. Las instituciones educativas no son ejemplo de participación. Debido a ello, en general, los profesores y los jóvenes no participan en el diseño y ajustes del Proyecto Educativo Institucional, ni en el currículo, ni en el diseño y enfoque de las actividades extracurriculares.

Este es el contexto en el que los jóvenes colombianos concluyen que un mesías les va a resolver los problemas. No saben que estos remedios siempre resultan peores que la enfermedad. Las dictaduras necesariamente se convierten en los gobiernos más corruptos posibles, porque desaparece el control que ejerce la oposición, la ciudadanía y la prensa. En la historia lo hemos visto una y otra vez. Todos los dictadores, sin excepción, terminan restringiendo las libertades y prohibiendo el pensamiento crítico. Para poder hacerlo tienen que espiar y asesinar la oposición, disolver las cortes judiciales y el Congreso, para concentrar el poder. Eso mismo lo han hecho una y otra vez los dictadores de izquierda y de derecha. En corrupción y en violación de derechos humanos, son mayores sus semejanzas que sus diferencias.

Para resolver un problema, la primera condición es reconocerlo. La extensa convivencia que hemos tenido como sociedad con la guerra y las mafias, han afectado de manera significativa nuestra estructura ética y valorativa y han generado buena parte de los problemas de los que estamos hablando y que se pueden englobar en el término de la “cultura del atajo”, para la cual, “todo vale”. En Colombia la guerra destruyó el tejido social. Es por ello que casi no confiamos en nadie, tal como sucede en los países que continúan en guerra. Mientras que en Suecia y en China confían en más del 70% de las personas que conocen, en Colombia, tan solo confiamos en el 4% de las personas que están a nuestro alrededor. De esta manera es inviable el trabajo en equipo y mucho menos un proyecto nacional. Los jóvenes tampoco confían en el congreso (46%), y casi nada en los partidos políticos (28%). Por eso, no votan: El 81% de los jóvenes no salió a votar en el plebiscito del 2 de octubre del 2016. Un plebiscito decisivo para la historia del país, el cual, tristemente, casi no contó con el voto juvenil.

La mejor noticia de la encuesta es cuando nos informa que los estudiantes que alcanzan mayores conocimientos cívicos, presentan actitudes más democráticas y están más propensos a obedecer la ley y a no caer en actos de corrupción. También la Encuesta de Cívica nos indica que, si los padres cuentan con títulos universitarios, sus hijos presentan actitudes más democráticas. Ambos resultados, ratifican una derivada esencial: la única posibilidad que tenemos para fortalecer las actitudes favorables ante la democracia y la convivencia proviene de que fortalezcamos los procesos de formación a cargo de las familias, las instituciones educativas, los medios masivos de comunicación y la sociedad en su conjunto. La educación está llamada a ser el proyecto nacional que hoy debe convocar al país. En el largo plazo, no hay ninguna otra opción para garantizar el desarrollo integral y sostenido de los individuos y de la sociedad.

Estamos a puertas de una nueva elección presidencial, ojalá sea una oportunidad para promover un voto más libre, más reflexivo y más independiente. Al fin y al cabo, sin ello no es posible hablar de democracia. Es un buen momento para recordar a Ortega y Gasset cuando decía: “Jóvenes, haced política. Porque si no la hacéis, alguien la hará por vosotros. Y probablemente, contra vosotros”.

Fuente: http://www.semana.com/educacion/articulo/segun-la-encuesta-internacional-de-civica-los-jovenes-estan-de-acuerdo-con-los-dictadores/564020

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La participación familiar en el centro, ¿indicador de calidad educativa?

Por: María Antonia Casanova

En un principio, ante la pregunta planteada en el título, creo que la mayoría de los lectores, como yo misma, contestaríamos afirmativamente. Con seguridad, las escuelas que cuenten con la participación de madres y padres conseguirán unos mejores resultados escolares.

Bien, pues parece que esto no solo no es así, sino que funciona en sentido inverso al deseado o pensado inicialmente.

En las conclusiones obtenidas por PISA en 2015, se plantearon diferentes cuestiones relacionadas con la implicación de las familias en el centro por diferentes motivos (comunicación, voluntariado, actividades extraescolares, ambiente, resultados de los hijos, etc.) y las actuaciones de la Dirección para comprometerlas e involucrarlas en su funcionamiento a distintos niveles.

Pareciera, como digo, que lo más lógico sería que cuando el padre o la madre asiste al centro para interesarse por el proceso educativo de sus hijos, fuera por interés (evidente) en el mismo y que, por lo tanto, redundara en su mejora. En consecuencia, la correlación que debiera aparecer es que cuanta mayor participación de la familia en ese centro, mejores resultados globales debería obtener este.

Pero, paradójicamente, los datos que nos ofrece PISA es que los centros más visitados por los padres en relación con los aprendizajes de sus hijos son los de peores resultados en rendimiento. Conclusión: la mayor asistencia al centro es indicador de mala calidad educativa. Resulta muy clara la explicación: la familia aparece por la escuela cuando el hijo no supera lo esperado, cuando suspende. Con lo cual, esa participación que todos deseamos para lograr un buen funcionamiento escolar se queda reducida al interés exclusivo por la calificación de los hijos, no sé ni siquiera si por su aprendizaje real.

Expuesto así, estadísticamente, resulta contradictorio que la mayor participación se manifieste en peores resultados. Es evidente. Pero es un hecho. Por lo tanto, en el momento de evaluar hay que replantear el modo de comprobar el tipo de colaboración entre familia y centro educativo, en términos más cualitativos, de manera que, aunque se sigan constatando informaciones como esta, también se pueda deducir si con una incorporación activa de las familias al quehacer escolar (en actividades extraescolares, mediación con otras familias, programas culturales, promoción del proyecto educativo propio…) efectivamente se mejoran los resultados esperados y requeridos.

Es muy importante mantener la coherencia del discurso educativo entre familias, centro y aula. Me atrevería a asegurar que supone un factor fundamental para conseguir una formación apropiada para el alumnado: que coincidan las ideas básicas en valores, modelo de sociedad, exigencias de esfuerzo, estudio, comportamiento… de ambas instancias. Sería perfecto que el contexto social general también coincidiera en este discurso, ya que lo exige permanentemente, aunque no colabore en nada para ello (más bien, lo contradice con demasiada frecuencia). Pero, al menos, centrándonos en nuestro comentario, me parece fundamental que escuela y familia sean coherentes en los planteamientos esenciales de la educación. Incluso llegando a un conocimiento suficiente, por parte de las familias, del modelo curricular que se lleva a cabo en las aulas en cuanto a la aceptación de la inclusión educativa, la atención a la diversidad, la aplicación de metodologías variadas, los procedimientos internos de evaluación, etc.

De esta forma, cualquier estudio que se hiciera ofrecería resultados diferentes a los expuestos con anterioridad. Cuando docentes y familia, junto con equipos directivos, caminan en una misma dirección, se alcanzan objetivos óptimos, inimaginables de otro modo. Ese es el camino para superar situaciones como la relatada. No solo hay que ir al centro para reclamar calificaciones. Hay que colaborar para contribuir a mejorar las actuaciones habituales que deriven en personas formadas integralmente y, además, con los mejores resultados posibles.

Fuente: http://revistainnovamos.com/2017/11/21/la-participacion-familiar-en-el-centro-indicador-de-calidad-educativa/

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La buena educación de los chicos es buena para la salud social

Por: Elena Simón

No se les puede seguir alimentando con el tocino y la manteca del machismo, porque este engorda demasiado y, como no puede exigir privilegios e impunidad por ser hombre, se desborda por otros lados muy dañinos.

El concepto de “buena educación” ha cambiado, pasando de tener un carácter de élite distinguida pasada por colegios distinguidos de élite y por universidades minoritarias, a ser patrimonio de toda la humanidad y, más concretamente en los países democráticos, a ser universal y extendida en el tiempo, con un currículum que excede con mucho el hecho de saber leer escribir y contar. En esta educación actual debería de contemplarse muy en serio el hecho de un currículo coeducativo que ponga a mujeres y hombres en el lugar que les corresponde como mitad de la humanidad que somos unos y otras, archivando definitivamente los estudios y lenguajes que presuponen que los hombres y lo masculino dominante y hegemónico representan al conjunto de la humanidad: a los hombres dominados o no hegemónicos y a todas las mujeres de cualquier clase y condición.

Según las reglas del juego democrático, no nos salen las cuentas: una minoría invade y domina el currículo de la totalidad de la población y, en particular, articula un lenguaje simbólico para todos los varones y es que ellos son los hacedores de lo humano, dominan la naturaleza y el conocimiento, son visibles en todas las estanterías de la cultura y del poder y libres para hacer lo que deseen, incluyendo la colonización de las mujeres, con lo que ello comporta de apropiación indebida y de abuso.

Los niños y los jóvenes varones actuales no necesitan más de gestas victoriosas y de modelos de prepotencia, porque la sociedad actual les reclama para la cooperación, la corresponsabilidad, el amor como empatía y el éxito relacional placentero y constructivo. La superioridad indiscutida y la prepotencia que de ello se deriva, – conocida como machismo- han caído en desgracia. En este momento no es un timbre de gloria ser o ejercer de machista. Incluso algunas de sus acciones son condenadas, tipificadas como delito y penalizadas conforme a leyes recientes.

Así es que es evidente que a los niños y a los jóvenes varones no se les puede seguir alimentando con el tocino y la manteca del machismo, porque este engorda demasiado y, como no puede exigir privilegios e impunidad por ser hombre, se desborda por otros lados muy dañinos, incluso para ellos mismos. Los chicos han de comenzar a aprender muchas de las cuestiones que se les enseñaba solo a las niñas y a las jóvenes, para que cubrieran las necesidades, gustos, deseos o caprichos de quienes les rodeaban, especialmente de los hombres de su entorno.

A ellas seguimos haciéndolas “seres para otros”, mediante la Ley del Agrado. Pero a ellos les enfatizamos el “ser para sí mismos”, que aprenden unos de otros y unos con otros, tanto intra como intergeneracionalmente. Mientras tanto prevenimos a las chicas contra sus iguales los varones como “peligrosos”, pero no ponemos el espejo frente a la masculinidad hegemónica y heredada por los cuatro costados, para no repetirla. De este modo se reproduce como por esporas y, sobre todo, mediante alianzas explícitas e implícitas entre varones tintadas de misoginia, que excluyen a las mujeres como sus iguales. La mayoría de los chicos siguen desarrollando la “Ley del dominio” en las múltiples facetas de sus vidas, mirándose en sus iguales.

La buena y nueva educación para los niños y los chicos de estos tiempos convulsos que vivimos tendría que romper con la falsa creencia de que los comportamientos violentos frecuentes entre los hombres tienen su causa en la testosterona y que eso no tiene remedio; así es que hay que seguir previniendo a las chicas “por su bien” para que no provoquen y no se expongan.

Para lograr, al menos, una mejor educación masculina de la que tienen ahora, ya que una mayoría de ellos carecen de ciertos aprendizajes necesarios para la autonomía y el equilibrio personal, sin tener que dominar o seducir a nadie para conseguir adhesión y servicio; para lograr al menos una mejor educación masculina, propongo incidir en las siguientes líneas educativas para los chicos:
  1. Desarrollo de la empatía hacia sus personas próximas.
  2. Neutralización del estrés y la ansiedad producida por la obsesión en conseguir ser los primeros a costa de lo que sea, incluso de sus propias vidas o de vidas ajenas.
  3. Adquisición de habilidades de autocuidado de su salud, higiene, aspecto y entorno inmediato.
  4. Aprendizaje de destrezas para el cuidado de cosas y personas.
  5. Disminución del nivel de agresividad verbal y gestual.
  6. Manejo positivo de las emociones agresivas o negativas para que no deriven en actitudes violentas y dicotómicas (ganar-perder) y en soluciones inadecuadas a los conflictos vitales e interpersonales.

Siempre vamos diciendo que toda mejora humana es cuestión de educación y que hay que salir de la zona de confort para innovar, pero no ponemos en cuestión que las inercias androcéntricas, misóginas, machistas y sexistas se reasientan en su zona de confort y están normalizadas en los centros educativos de cualquier nivel.

En estos tiempos y lugares que habitamos podemos afirmar que son perjudiciales para la salud física, mental y social, mucho más que el tabaco.

Fuente noticia: http://eldiariodelaeducacion.com/blog/2017/12/18/la-buena-educacion-de-los-chicos-es-buena-para-la-salud-social/

Fuente imagen: http://labuenaeducacion.pe/repositorio/PG-205—FOTO-BANNER.jpg

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Informe Anual de la CIDH llama la atención sobre los alarmante niveles de violencia contra la niñez

Por Adelaida Entenza, de CLADE

Al abordar la situación de los derechos humanos de niños, niñas y adolescentes (NNA) en nuestra región la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) recomienda una mayor atención al fortalecimiento de las políticas nacionales para la niñez de forma a asegurar un mayor nivel de disfrute de sus derechos, identificando además que uno de los mayores obstáculos para los derechos de niños, niñas y adolescentes es la falta de una inversión suficiente y priorización presupuestaria que permita su plena realización.

En el informe, presentado en el día de ayer, la CIDH llama la atención sobre los alarmantes niveles de violencia de la que son víctimas las niñas y las adolescentes, especialmente la violencia sexual. Destaca que algunos de los países de la región tienen de las más altas tasas de violencia sexual a nivel mundial; en Bolivia, 1 de cada 3 niñas sufre alguna forma de violencia sexual antes de cumplir 18 años; en Argentina, en los ocho primeros meses del 2017, se registró un promedio de cuatro denuncias diarias por violencia sexual en todo el país; en Perú, 2 de cada 5 víctimas de violencia sexual son niñas menores de 14 años; en Paraguay, los niños y niñas son los/as que más sufren violencia sexual dentro del ámbito familiar en tanto el 89,8% de las víctimas son NNA, y de éstos el 69,5% no supera los 13 años de edad.

Por otro lado, señala que el embarazo infantil y adolescente “es un serio problema siendo ésta la única región en el mundo donde los partos en niñas menores de 15 años va en aumento, con cerca de 10 millones de embarazos al año, y la segunda región con mayor número de embarazos en adolescentes entre 15 y 19 años, siendo una parte considerable de estos embarazos producto de violación sexual”. En Perú, cada día 4 niñas menores de 15 años se convierten en madres; en Paraguay, cada día nacen dos bebés de niñas de entre 10 y 14 años de edad; en Guatemala, el 26% de los partos atendidos es de niñas y adolescentes de 10 a 19 años.

Ello afecta derechos humanos fundamentales y pone en riesgo la vida, la salud, la integridad y el desarrollo personal, entre otros derechos de las niñas y adolescentes, disminuyendo además sus oportunidades de ocio, recreación, deporte y participación. Resalta, en lo que hace al derecho a la educación, que las niñas y adolescentes embarazadas “son todavía discriminadas en centros educativos y no se les permite asistir a clases durante su embarazo, o bien no se les facilitan las posibilidades para poder hacerlo, privándolas de su derecho a la educación”.

Llama la atención también sobre “tendencias preocupantes respecto a la negación de los derechos sexuales y reproductivos a las niñas y a las adolescentes” destacando que “una de las circunstancias que contribuyen a la vulnerabilidad de las niñas y las adolescentes es precisamente la falta de acceso a información y a una educación sexual de calidad adaptada a la edad, así como a servicios de salud sexual y reproductiva accesibles para las adolescentes, de manera oportuna, adecuada, accesible y sostenible”.

Se señala, además, que “la ausencia de una educación sexual y reproductiva, desde edades tempranas y que se encuentre adaptada a las diversas fases de desarrollo de los niños, niñas y adolescentes, los expone a ser víctimas de actos de violencia sexual y a embarazos no deseados. Considerando los alarmantes niveles de violencia sexual y de embarazo infantil en la región, es imperativo para la protección de los niños, niñas y adolescentes garantizar el acceso y la calidad de la educación sexual y reproductiva en los currículos educativos en las escuelas”.

Agrega que, a pesar de ello, se observa una tendencia “en sentido contrario, con amenazas de retrocesos como la eliminación de la materia en los currículos, la negativa a introducirla en aquellos que todavía no cuentan con esta materia, o bien no proporcionan suficiente información o están sesgados por estereotipos”.

Acceda aquí a la versión completa del Informe Anual 2017 de la CIDH.

Fuente del informe: http://v2.campanaderechoeducacion.org/es/noticias/830-2018-04-10-18-48-07.htm.

Foto: Alamy

 

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