Dr. LUIS PALACIOS ORTEGA.
He llamado a este escrito: ¡No miren el desastre educativo en México!, retomando el título de la excelente película “Don´t look up!” (¡No miren arriba!) de Netflix de 2021, que narra cómo, a partir del descubrimiento de un meteoro que chocará contra la tierra, el Gobierno de los Estados Unidos y los medios de comunicación pretenden desviar la atención del pueblo hacia otros temas a fin de que sus intereses políticos, económicos y los de sus aliados no se vean afectados. A partir de esto, presento un análisis de la educación pública en los tiempos de pandemia, ¿dónde estamos?, y ¿cómo veo el tema educativo desde la perspectiva de un educador de educadores en una Escuela Normal?
Cuando hablamos de educación en México, es irremediable terminar hablando de política, ya que la política ha secuestrado a la educación los últimos treinta años, convirtiéndola en un botín. Se puede hablar de una falta de gobernabilidad del sistema educativo desde los años 80´s del siglo pasado, y se ha politizado a partir de la relación del Gobierno en turno con diversos personajes, entre otros ejemplos, de la recién casada Elba Esther Gordillo. Con la llegada al poder de López Obrador, pareció que la gobernabilidad de los actores del sistema educativo podría restaurarse suficientemente y se veía como algo necesario, urgente y coherente con los ideales de la izquierda llevar a cabo una revolución/transformación educativa de fondo. Esto hasta el momento no se ha dado, es decepcionante la postura del gobierno y, desde mi óptica, es la razón por la que estamos viviendo un desastre educativo de proporciones inimaginables en nuestro país. Paralelamente a esto, no han faltado proyectos educativos nacionales, estatales o locales que han buscado una mejor educación, la reflexión sería: ¿por qué no se han reconocido éstos y llevado a cabo a largo plazo?, ¿por qué no ha existido una proyección ambiciosa hacia la consolidación de un modelo educativo exitoso en consenso con la sociedad, los profesionales de la educación, sus sindicatos, etc.? Sería bueno escuchar la respuesta a estas interrogantes desde la postura oficial
Lo que sí ha cumplido López Obrador, hay que decirlo, es revertir la llamada Reforma Educativa de 2013, que, a pesar de todos sus problemas laborales, sindicales, de meritocracia y de poco apoyo por parte de los docentes y de la sociedad mexicana, ponía en el centro los aprendizajes de los estudiantes. Esta derogación se logra en 2019 con una reforma constitucional con el beneplácito sindical. Así mismo, se cumplió con el desmantelamiento del Instituto Nacional para la Evaluación Educativa, lo que nos da una idea de la importancia que esta administración le da a la evaluación. Pareciera que no se entiende su importancia en la toma de decisiones correctas en ese u otros ámbitos, lo que vemos es que sólo se actúa por ocurrencias o caprichos y a esto hay que sumarle que en México no se premia, de hecho se critica, la excelencia. Otro aspecto que ha cumplido la administración federal es la cobertura de becas para educación básica y media superior sin precedentes, con un 18% del presupuesto para educación en 2022, lo cual no es un asunto menor.
Por otro lado, mientras el primer mandatario cada mañana nos habla de la transformación del país, no habla de la importancia que para una real transformación tiene la educación. Estamos a la mitad del sexenio y no se ha visualizado, ni siquiera hay pistas, de cuál es el proyecto educativo de este gobierno, habla, por ejemplo, de la “economía moral”, mientras la Secretaria de Educación Pública está involucrada en la presunción de un delito. Otro aspecto que no se menciona, pero si se ve, es que la educación en México comparte un sistema educativo precario, enraizado en nuestras desigualdades, las que la pandemia puso al descubierto visibilizando el abismo en términos de aprendizajes, de insumos (cobertura y accesibilidad de internet, computadoras) y de recursos (incluso con las becas actuales), pero, no miremos eso, mejor miremos el bonito Tren Maya…
Este gobierno ha abandonado el tema educativo, es evidente, no es un tema prioritario para esta administración, ya que ni en la campaña presidencial ni en el plan de gobierno lo ha mencionado como prioridad. Parecería que al gobierno la escuela le importa poco, sólo la ve como una instancia de inclusión social, por eso hay que invertir en becas para que los estudiantes vayan a la escuela y no se quedan en la calle. Lo que ha quedado a deber, sumando el tema de la pandemia, es la ampliación de la matrícula para educación superior, la atención a la deserción y abandono escolar en educación media y media superior, por la necesidad de los estudiantes de sumarse a actividades laborales para ayudar a sus familias, y la reducción voraz del presupuesto para la infraestructura y servicios de los diferentes niveles educativos, quiero referirme en especial a la reducción del 80% del presupuesto para la educación normal, y ni hablar de apoyos a docentes durante la pandemia para mejorar sus insumos tecnológicos, pero, no miremos eso, mejor miremos que esos recursos están en el Aeropuerto “Felipe Ángeles” y sus mamuts…
Los efectos de lo expuesto, más el distanciamiento por la pandemia son evidentes, es probable que se convierta en una tragedia generacional. Existen investigaciones de organizaciones de la sociedad civil como “México evalúa” o el Centro de estudios “Espinosa Iglesias”, que han intentado medir el impacto de la pandemia en la educación de México y nos muestran que los resultados en el ámbito educativo para este sexenio no se ven halagadores y que se ha perdido lo más importante en un proceso educativo: los aprendizajes de los estudiantes. David Calderón y Felipe Hevia de “Mexicanos primero”, calculaban, a la mitad de la pandemia, que les llevaría a los estudiantes hasta tres ciclos escolares recuperarse o nivelar el atraso por la misma (en el mejor de los casos), y que, a pesar del intento fallido de clases a distancia del “Aprende en casa”, incluso habían “desaprendido”. Un ejemplo de esto es que hay evidencia de niños de tercer grado de primaria que no saben leer y escribir en este momento. No sabremos con certeza la gravedad de lo anterior, ya que no existe una evaluación seria por parte de la autoridad educativa de las implicaciones de la pandemia, lo cual es una irresponsabilidad, sabiendo que el primer paso para tomar decisiones debe ser la evaluación diagnóstica, por lo menos es lo que se les enseña a los alumnos de la Escuela Normal pero, no miremos eso, mejor miremos la bonita refinería de “Dos bocas”…
Un problema de fondo, que implica un nivel de co-responsabilidad y del que poco se habla, es que la sociedad mexicana, estratificada, rígidamente desigual, no ha exigido a sus políticos impulsar los cambios necesarios para alcanzar la calidad educativa que requerimos como país y nivelar la desigualdad a la que me he referido, vinculándola al empleo que el estado debiera generar, tal parecería (espero que no sea así), que no se ha valorado la educación pública ni la calidad educativa que podríamos tener. Dos ejemplos de esto, el primero es que, según el INEGI (2018), la población que tiene ingresos de 8 salarios mínimos hacia arriba invierte en educación privada, no porque sea mejor, sino porque permite construir redes: compañeritos que les permitan acceder en el futuro a un buen trabajo, una esposa o esposo, etc., es lo que se compra en la educación privada. El segundo ejemplo es el manejo educativo de la pandemia: las comunidades escolares no ha recibido apoyo de las autoridades, no han sido tomadas en cuenta para la toma de decisiones que los afectan, hay maestros que se han sentido abandonados por sus autoridades educativas y la Secretaria de Educación, Gobernadores y Secretarios de Educación Estatales, exigen que sean los padres los que paguen por los insumos y realicen la limpieza de los planteles educativos para el regreso a clases, pero, no miremos eso, mejor miremos la cantidad de remesas que envían los paisanos…
¿Cuál es la apuesta de este gobierno en el ámbito educativo? Cambiar los contenidos tanto en los programas educativos como en los libros de texto y co-diseñar los planes de estudio para la Educación Básica y Normal, labores que quedaron inconclusas al derogar la reforma educativa del 2013, con la retórica de acercarse a las comunidades educativas, a partir de dos grandes criterios: 1. convocar a asambleas con padres de familia y maestros de educación básica para rediseñar los libros de texto gratuitos y 2. convocar a reuniones de “bucles de co-diseño” a los académicos de las escuelas normales donde, a decir de las autoridades, se tomarán en cuenta las opiniones y propuestas hacia la construcción de los planes de estudio para la formación de maestros. En estos espacios las autoridades pretenden concentrar las aportaciones de los formadores de formadores, a fin de que como resultante se cuenten con los planes, programas y libros de texto para lo que han llamado la “Nueva Escuela Mexicana”, en los que se elimine todo rastro neoliberal en el vocabulario y contenidos de la Educación Básica, así como en la formación de maestros, e incluir contenidos estatales-regionales, un “nuevo” perfil de egreso y competencias mínimas que debe poseer un egresado de la escuela normal para concursar y eventualmente acceder al servicio educativo.
Todo lo mencionado debe partir de conocer cuál es la propuesta gubernamental o el modelo de educación, proyecto educativo o política educativa oficial para este sexenio y de contar, como mínimo, con una base epistémica que oriente el diseño mencionado, lo cual no existe. Soy parte del equipo de co-diseño en la escuela normal que es mi centro de trabajo y se nos ha solicitado que los académicos de las escuelas normales “le hagamos la tarea” a la Dirección de Desarrollo Curricular de la Dirección General de Educación Superior para el Magisterio (DGESuM), trabajando en el diseño de los perfiles de egreso, los trayectos formativos, los cursos de cada trayecto, etc., sin proporcionar la base epistémica a la que me he referido, es decir, nos solicitan “construir sobre arena”, para después concentrar esas ideas y proponer: ¿un currículum nacional con algunos contenidos regionales?, ¿validar algo que ya se tiene construido?, ¿es una fachada, una simulación y no será tomado en cuenta?, ¿se quiere fundar las “Escuelas Normales del Bienestar”?… hasta el momento nada se sabe al respecto pero la fecha de implementación está contemplada para el ciclo escolar 2022-2023.
Otra gran apuesta en materia educativa, es el proceso de cambio de contenidos a los libros de texto gratuitos, que tampoco está considerado como política de estado, más bien se ve como una ocurrencia, la cual es coordinada por Max Arriaga, Director de contenidos educativos de la Secretaría de Educación Pública, quien ha mencionado la eliminación de conceptos como “competitividad” o “capital humano” por considerarlas neoliberales, ¿eliminar palabras, satanizar conceptos? no lo sé, borrarlos no va a cambiar el sistema laboral o la realidad, me parece que este gobierno piensa que, para cambiar la realidad basta cerrar los ojos o ver hacia otro lado…
Un proyecto educativo nacional serio debe tener una base ideológica, sin embargo, resulta peligrosa la “tentación reformista” que todo Gobierno mexicano puede tener, ya que se corre el riesgo de convertirse en un adoctrinamiento, volvernos soldaditos irreflexivos del “obradorismo”, lo que no necesitamos, la idea sería pensar en libros de textos para formar a las futuras generaciones de mexicanos. No quiero decir con esto que no deben revisarse y actualizarse los libros de texto, un ejemplo simple de esto es que cuando yo aprendí en la primaria el orden y número de planetas del sistema solar eran unos y hoy la ciencia los ha reorganizado. A esto pudiera sumarse una discusión seria, necesaria y urgente de si ¿debe seguir existiendo el libro de texto, hay otras opciones?
Desde mi punto de vista, es el momento para plantear las prioridades del sistema educativo, promover una visión más orgánica e integral del proceso educativo que permita abrir mejores oportunidades de desarrollo personal-familiar-comunitario-regional, que logre que los estudiantes puedan hacerse de una vida y, además, ganarse la vida. Algunas claves para ello pudieran ser: despolitizar el proyecto educativo, clarificar cuál es y llevarlo a cabo a largo plazo; un cambio cultural a favor de la calidad y la excelencia académica estableciendo niveles y estándares mínimos de calidad para el país y focalizar la propuesta educativa nacional hacia el trabajo en aprendizajes fundamentales que eleve la calidad de estos.
Este es el meteoro que está por estrellarse en nuestra tierra y llevamos años señalando que falta poco para ello, mientras tanto la cuarta transformación se concreta en decirnos: No miren el desastre educativo en México, vean el aeropuerto, la refinería, el tren y las remesas…