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¿Cuándo y cómo reabrir el sistema educativo en Colombia?

Por: Ángel Pérez.

Una de las decisiones más difíciles que tendrá que tomar el Gobierno nacional, así como los alcaldes y gobernadores, en el proceso de desconfinamiento, será cuándo y cómo garantizar la reapertura de las instituciones escolares, para reanudar las clases.

Para entender la complejidad de la decisión, en términos de impacto poblacional, abrir el sistema de la educación básica, media y superior significa que más de 13 millones de personas saldrán de sus casas, el 26% del total de la población de Colombia; 12 millones de estudiantes y cerca de un millón de personas entre docentes, personal de apoyo a las labores educativas y administrativas, más quienes trabajan con las empresas del sector y son proveedores del transporte escolar, alimentación y otros servicios, anexos al funcionamiento de las instituciones educativas.

En Colombia tenemos la fortuna de ir un mes, o más, atrás de otros países, con respecto al proceso de encerramiento y de desconfinamiento, este tiempo nos permitirá evaluar la decisión que ya tomaron otros países de empezar la reapertura del sistema educativo. No tenemos afán, podemos seguir funcionando durante este semestre con los estudiantes en casa: en condiciones normales los estudiantes del calendario A de la educación básica y media estarán finalizando el primer semestre a la mitad del mes de junio, igual ocurre con los estudiantes del calendario B y de la educación superior, quienes terminan año escolar o semestre.

En el mundo se planteó la necesidad de abrir el sistema educativo por lo menos por tres razones: la primera por el indudable retraso que sufrirán en el proceso educativo los estudiantes más pobres, quienes viven en peores condiciones de hacinamiento, sin acceso a las TIC; segundo, la salud, el estado emocional de los estudiantes y hasta problemas nutricionales se pueden afectar por las condiciones de encierro en las que permanecen algunos niños y adolescentes y; tres, una vez se reabran otros sectores de la economía los padres deben salir a trabajar y la mayoría de niños tendrán escaso soporte, o con quien estar en casa, una parte de los padres coordina su trabajo de acuerdo con el horario escolar.

En el mundo algunos países ya reabrieron las escuelas, por etapas, y se proyecta en diferentes países continuar este proceso durante el mes de mayo. En este sentido y de acuerdo con lo que está pasando en otros países propongo los siguientes pasos para reabrir el sistema educativo de manera planeada y con gradualidad:

  1. Gobierno nacional (Ministerio de Educación Nacional, MEN) debería crear un grupo asesor donde estén expertos en salud, en manejo emocional de los niños y representantes de las entidades territoriales, así como docentes y rectores para que determinen lineamientos y acciones de corto plazo, que preparen al sistema educativo para su reapertura.
  2. De manera inmediata, el MEN, las secretarías de educación y los equipos directivos de los colegios deben preparar las sedes educativas, donde sea posible empezar clases (no en todas se podrá): arreglar baños, equiparlos con elementos de aseo, y hasta modificar aulas especiales, auditorios, bibliotecas y el mobiliario, si es necesario, para mantener el distanciamiento entre los niños y los docentes. Propongo que para los colegios públicos los recursos para estas reparaciones locativas se distribuyan de manera directa a las instituciones escolares, además se otorguen facultades especiales a los rectores para contratar los ajustes y arreglos de los baños, así como la dotación de dispensadores de jabón y otros elementos para la higiene y seguridad de la comunidad educativa. Acá se genera empleo y no se requerirá personal muy calificado
  3. La nación y las entidades territoriales deben respetar la autonomía de los colegios y confiar en sus directivos y maestros, ellos definirán los grupos, prioridades y formas de regresar a los colegios, de acuerdo con unos plazos razonables, que decidirá, según las circunstancias de la pandemia, el grupo asesor del gobierno nacional: Por ejemplo, empezar con gradualidad la primera semana de agosto.
  4. Para arrancar las clases se pueden dividir en subgrupos, como lo hizo Dinamarca, pueden ser grupos de 5 a 7 niños por día, para atender 35 niños en promedio a la semana, insisto dependerá del tipo de colegios y del número de sedes, estudiantes, maestros y cantidad de grupos; durante un tiempo el sistema funcionaría de manera presencia uno o dos días a la semana, combinando educación en casa y a distancia, con las TIC o con guías. Propongo que empiecen con los estudiantes sin acceso a las TIC.
  5. Los estudiantes deberán tener su propio escritorio o pupitre, todos ubicados a dos metros de su vecino más cercano.
  6. Los maestros trabajarán con el mismo grupo de estudiantes durante el día y no cambiarán de aula, ni de estudiantes.
  7. Los niños utilizan tapabocas y solo juegan con niños de su clase, en grupos pequeños.
  8. Hasta donde sea posible, los maestros no se reúnen en la sala de profesores;
  9. Todos (niños y profesores) deberán lavarse las manos al menos una vez por hora, durante las 5 o 6 horas de duración de la escuela.

Además, el pediatra y epidemiólogo Quique Bassat, que formó parte del grupo de expertos de la Asociación Nacional de Pediatría que asesoró al Gobierno español sobre cómo debe ser el desconfinamiento de los niños, afirmó que «los requisitos dependerán del punto en que se encuentre la pandemia, adelanta cuatro elementos: distancia social; lavado de manos con gel hidroalcohólico al entrar y salir de clase, posible uso de mascarillas, y turnos en la hora del comedor, un momento que resulta especialmente delicado, y también en la llegada y salida de los centros educativos».

Fuente del artículo: https://www.dinero.com/opinion/columnistas/articulo/columna-angel-perez-11-de-mayo-cuando-y-como-reabrir-el-sistema-educativo/286113

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Mendigar para sobrevivir

Por: Juan Manuel Parrado 

A poco que ustedes se fijen en cualquier ciudad, región o autonomía de España, se darán cuenta de que están rezando y deseando que ocurra un hecho que les salve del desastre. Ese hecho es que todo vuelva a la normalidad, que el desconfinamiento acabe, que los negocios abran y que se recupere la actividad económica habitual que les garantice empleo y, por tanto, su supervivencia. El Gobierno de Ceuta no comparte ese rezo. Y no es porque no sepa rezar, de hecho se alardea de diversas religiones en perfecta armonía. No lo comparte porque aunque abran los negocios, esa actividad no va a garantizar su supervivencia.

Imaginen que ninguno de ustedes, que ahora están leyendo estas palabras, conociera Ceuta. Es política ficción, lo sé, pero hagan el esfuerzo. Si, como yo he hecho, invirtieran (que no es lo mismo que gastar, algo que les explicaré más adelante) diez minutos de su inestimable tiempo en escuchar y, sobre todo, ver la intervención del señor Vivas en la Cámara del Senado de nuestro país, se apresurarían sin dudarlo ni un instante a levantar sus confinados traseros del sofá y, con lágrimas en los ojos aplaudirían al son de Manolo Escobar hasta que sus manos parecieran haber saltado la valla, pero con concertinas y todo. Ese discurso, apelando a la solidaridad interterritorial, a la Constitución y a la lealtad hacia la patria les movería las conciencias y desearían darle todo lo que está pidiendo, incluso un plan económico. Acto seguido crearían una ONG y promoverían un crowdfunding para ayudar a tan simpático señor y que su sufrimiento sobrevenido fuese aliviado junto con todos los males que le aquejan, tanto a él como a todos los compatriotas que vivimos allá por la tierra mora, allá por tierra africana.

Ahora imaginen una cifra, una cifra alta, tal vez indecente. Una cifra que pudiera transformar cualquier sufrimiento de una ciudad de poco más de ochenta mil habitantes, digamos…  ¡cinco mil millones de euros! Pero no nos quedemos ahí, junto con esa cifra, démosle también tiempo, un período de tiempo no sólo razonable, sino más que de sobra, para gestionar esa cifra y convertir a esa ciudad en la envidia del mundo. Por ejemplo… ¿diez? No, mejor, ¡veinte años! Que tuviera tiempo de sobra para gestionar e invertir todos esos fondos y que esa marinera ciudad tuviera un futuro económico.

Parece perfecto. La señora ministra, que se sintió tan conmovida y empática hacia el sufrimiento de los ceutíes, firmaría esa propuesta con los ojos cerrados si fuera posible y estuviera en su mano, incluso si ignorara que ese bonachón que le habla desde su tribuna mientras frota sus manos está entre los cuatro alcaldes mejor pagados de España y que cobra más que el presidente del Gobierno de España. Bien, ¿ya lo tienen? ¿Se ponen en situación?

Pues bien, eso ya ha ocurrido. Ese entrañable señor tan cariacontecido, patriota y pedigüeño que habló en el Senado ante la ministra y sus Señorías, ha tenido a su disposición veinte años y más de cinco mil millones de euros de presupuesto (con ajustes de inflación) a su disposición durante ese tiempo. ¿Eso lo sabe la ministra? Y, lo que es más importante, ¿eso lo ven los votantes?

Sé lo que están pensando. Hay algo que se les escapa. ¿No estaré equivocado? ¿Dónde está todo ese dinero? ¿Qué se ha hecho en veinte años? De acuerdo, es difícil de entender si siguen imaginando que no conocen Ceuta, intentaré exponerlo con sencillez. Pero para eso dejemos la ensoñación y volvamos a la realidad.

Cuando alguien recibe fondos, en este caso del Estado, suficientes para sobrevivir, existen dos vías de actuación. La primera, es gastarlos y vivir lo mejor que se pueda mientras duren. La segunda es invertirlos de manera productiva para procurar una estructura que genere más fondos por sí misma para no sólo sobrevivir, sino crecer. En Ceuta se ha optado por la primera vía, gastar, no invertir.

Efectivamente, esta ciudad no tiene una estructura productiva, sino que tiene una estructura de gasto incomprensible. Hace unas semanas algún sindicato incluso ya enmendaba la plana a la ciudad cuando pretendía endeudarse más y le replicaba que primero hay que reducir la estructura de gasto innecesario, y luego, si es necesario, endeudarse.

El verdadero problema es que ese gasto se ha convertido en una estructura en sí mismo y que este Gobierno se ha preocupado de hacer imprescindible. La cantidad de entes municipales innecesarios es vergonzosa, la cantidad de subvenciones, la cantidad de asesores, cargos políticos, de directores generales, de gerentes municipales, de… ¡Señores, que hablamos de una ciudad autónoma sin competencias, que hablamos de un municipio de menos de cien mil habitantes que tiene una cantidad de fieles cargos políticos totalmente innecesarios cobrando cifras mareantes!

Por otra parte, cuando los que conocemos Ceuta escuchamos a Vivas decir que estamos asediados y recibiendo inmigrantes a los que mantener y que el Gobierno no atiende a nuestras peticiones  “desde hace unos meses”, no podemos por menos que quedarnos boquiabiertos, porque recibimos inmigrantes a los que mantener desde hace años, muchos años, y porque al Gobierno no se le han planteado las peticiones adecuadas nunca. Ni siquiera cuando se ha contado con la ventaja de tener el mismo color político. Porque de repente nos quieren hacer creer que el Gobierno de la Nación siempre ha sido de otro partido.

¿Es acaso normal que cualquier territorio de España pueda comprar y recibir con total normalidad productos a través de empresas como Amazon, sobre todo ahora en el confinamiento, y que nosotros no seamos capaces ni ahora ni nunca de recibir un mísero paquete de una compra online con unas mínimas garantías? ¿Es admisible que no se haya aprobado un nuevo PGOU en casi quince años? ¿Todo eso también es culpa de Marruecos o del Gobierno de España? Ese, ese es el verdadero baremo de nuestra tragedia, no un ataque al oponente político o a gobiernos extranjeros.

Nuestro drama como ceutíes no es Marruecos, no es la extrapeninsularidad, no es el Gobierno de España, ni es nuestra “singularidad”. Nuestro verdadero drama es nuestra gestión, no haber sabido cuáles eran nuestras prioridades, haber dilapidado todo lo que hemos tenido a nuestra disposición a favor del exclusivo beneficio político de perpetuarse en el poder. Nuestra catástrofe es haber tenido veinte años para haber diseñado y aplicado un plan económico integral, haber votado a unos políticos que decían tener la clave de lo que necesitábamos y luego verles cómo piden desesperadamente que alguien les haga ese plan con veinte años de retraso, (ya sean empresas externas pagándoles lo que les pidan, ya sea al Gobierno de la Nación) porque ellos no tienen ni idea.  Eso sí, antes ellos mismos se han asegurado de tener la vida resuelta antes de ponerse a mendigar para que la ciudad pueda sobrevivir.

Y mientras tanto los ceutíes no alzamos la voz y nos quedamos anestesiados entre dulces y patrióticas palabras. La verdadera vergüenza que nos lastra es nuestra indiferencia hacia la gestión de quienes nos han gobernado. A los que nos duele Ceuta, nos duele que se nos mienta sobre el futuro de esta ciudad, sobre todo porque la demagogia la vemos nosotros, pero no la ven en el Senado. ¿No tenemos la decencia suficiente como para haber dicho “basta”? ¿O es que nuestra decencia ha sido comprada desde hace muchos años?

Les mentiría si dijera que soy pesimista sobre mi ciudad. No lo soy, confío ciegamente en sus posibilidades y discrepo de quien dice que no tenemos futuro, que estamos vendidos. En quiénes no confío, desgraciadamente, es en sus dirigentes. Será que mi tolerancia hacia quiénes nos mienten a la cara se ha reducido drásticamente.

Fuente:  https://www.ceutaactualidad.com/opinion/juan-manuel-parrado/mendigar-para-sobrevivir/20200501130712103915.html

Imagen: https://pixabay.com/illustrations/pension-poverty-man-silhouette-1338231/

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